Summary

Este texto introduce la historia de la sociedad española del siglo XVII, enfocándose en la figura del rey y la reina. Describe las normas sociales y políticas que regían la vida de la monarquía española en esa época, incluyendo los roles, las relaciones y los rituales asociados con las cortes reales. Se enfatiza la figura del monarca como símbolo de España y el poder de la regla borgoñona.

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TEMA 1: INTRODUCCIÓN HISTÓRICA. EL SIGLO XVII. La sociedad Prevalece la división...

TEMA 1: INTRODUCCIÓN HISTÓRICA. EL SIGLO XVII. La sociedad Prevalece la división estamental medieval. Hay tres niveles sociales: el pueblo llano, el clero y la nobleza. Sin embargo, estos estamentos se subdividen en diferentes niveles de forma que la división social es más compleja que en la época medieval. En la cúspide de la pirámide se encuentra la familia real, sin formar parte de ningún grupo. En el siglo XVII, en España reina la dinastía Habsburgo, la Casa de Austria. En España, estaba permitido un reinado femenino a falta de un heredero varón, gracias al reinado de Isabel la Católica. Sin embargo, ninguna mujer reinó en el siglo XVII. El rey Hubo tres monarcas: Felipe III (1598-1621), Felipe IV (1621-1665), y Carlos II (1665-1700). Los reyes vivían bajo la regla borgoñona, un protocolo regio que dictaba la vida de los monarcas hasta el más mínimo detalle. Era una de las más estrictas de la época, y establecía una gran distancia entre los reyes y el pueblo, dejando al vulgo sin posibilidades de acceso directo a los monarcas. Los reyes rara vez salían a la calle, y en ese caso siempre se mostraban distantes. Ni siquiera todos los criados reales podían entablar palabra con ellos. Esta regla establecía que, lo que tocaba el rey no podía ser usado por ningún otro ser humano. Esto incluía a las mujeres: las reinas viudas tenían prohibido volver a casarse, y eran recluidas en un convento. Las amantes reales no tenían acceso a la vida pública, se mantenían en un plano discreto, al contrario de lo que pasaba en otros países como Francia. En España, el rey se considera una figura sacrosanta, elegida por la gracia de Dios. Muchas veces, el rey se convierte en un símbolo del país. España era un país joven compuesto por territorios en todos los continentes, y la monarquía se convierte en un nexo de unión. Servir al rey equivale a servir a España. A diferencia de otros países, la figura no está divinizada, pero se considera inviolable. En el siglo XVII comienza un debate sobre la figura del rey y hasta dónde deben llegar sus poderes. En este siglo, el poder del rey nunca fue absolutista, estaba limitado por la ley. En la Francia protestante surge la llamada “filosofía monarcómaca”, que es la primera que estipula que el pueblo tiene derecho a cambiar de gobernante, con violencia si es necesario, si este no está a la altura (derecho de resistencia). Estas ideas no cuajaron en España, pues no se concebía un error por parte de Dios. 2 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. No obstante, sí que se contempla un motivo que legitima el tiranicidio: que este rey abandone a Dios, que cambie de religión. No se contempla la soberanía popular o la democracia, se cambiaría a un monarca por otro. Las protestas populares nunca iban en contra del rey (“¡viva el rey y abajo el mal gobierno!”), se culpaba a los diversos ministros. En un primer momento, el declive del Imperio se concibe como un castigo de Dios por los pecados del pueblo, no del rey. Esto no quiere decir que no haya habido críticas directas al monarca, son estas las “sátiras de gobierno”, anónimas en la mayoría de los casos, que se dirigían directamente al rey patrocinadas por algún grupo que se sentía perjudicado por las políticas del país. No representan la voz de las clases populares, sino de las clases altas. Este tipo de críticas eran duramente perseguidas, pues se consideraban un grave delito que atentaba contra la figura del rey. Algunos poetas sí que se atrevieron a firmar sus sátiras, como el conde de Villamediana, que critica la política apaciguadora de Felipe III. La simbiosis entre el rey y el país también creó fenómenos muy curiosos, algunos relacionados con el ejército, como la relación tan especial del rey con los soldados. 3 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. La reina Como el rey, estaba sujeta a la regla borgoñona, que regía tanto su vida pública como la privada. Hacían vida completamente al márgen del rey. La Casa de la Reina podía tener un tamaño comparable a la del rey, y era una organización mayormente femenina. Las damas de compañía eran fundamentales en la vida de la reina, muchachas muy jóvenes que intentaban complacer a la reina en todo. Existía la costumbre de que la reina casara a sus damas. Cada dama tenía su función, existían incluso las llamadas “damas de retrete”, cuya única función era acompañar a la reina al baño. Además, tenían por costumbre no dormir solas. Las reinas eran figuras intocables: nadie salvo el rey podía tocar a la reina. La vida cotidiana de la reina estaba totalmente organizada al detalle. Estaba incluso estipulado hasta qué profundidad de la cámara de la reina podía entrar cada persona dependiendo de su jerarquía. Cuando los reyes querían tener relaciones sexuales también existía un procedimiento elaborado que pasaba por comunicárselo a diversas personas. La reina no tenía un control directo sobre su vida, ni tampoco sus damas. Incluso cerraban con llaves sus dormitorios. Era prácticamente imposible que la reina fuera adúltera por la gran vigilancia a la que se veía sometida. Sin embargo, las damas sí que eran galanteadas, algo que inquietaba al rey por la cercanía con la reina. De hecho, se prohibía a las damas recibir visitas que no fueran de parientes directos, y ni estos podían tener conversaciones con ellas en sus habitaciones. El parto era el mayor momento de relevancia política para la reina. Era un momento de mucho riesgo. El acto también estaba regido por la regla borgoñona, que establecía que debía haber testigos para testificar que la reina realmente había parido. Había damas, parteras, gente del clero y se establecía un lugar al dormitorio para secretarios reales que debían levantar acta sobre el nacimiento, de manera perpendicular, ya que solo las reinas pueden parir reyes. Las reinas al final de su vida se retiraban a un convento donde vivía con todo lujo. La única reina con poder político real fue Mariana de Austria, que tuvo la regencia durante la infancia de su hijo Carlos II. Tras el ascenso de su hijo, parte de su poder se mantiene, debido a la influencia sobre su hijo. En las casas del rey y la reina había cientos de siervos que tenían trabajos muy específicos: - Sumier de cortina: bajaba y subía la cortina en la misa para tomar la ostia. - La doña de retrete. 4 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. - El guarda damas: propio de la casa de la reina, cerraba las puertas de las damas por la noche. - Camarera mayor: jefa de los siervos de la reina, administraba todas sus tareas y servía de enlace con el rey. - La haya o el hayo: se dedicaban a la educación de los hijos de los reyes. - Las mozas de cámara o reposteros de cámara: se dedicaban a hacer la cama. - El trinchante: trinchaba la comida para los reyes. - El copero: el que servía la comida - El guardajoyas. La guardia real estaba formada por hasta cinco cuerpos de guardias que los protegían día y noche. En una época donde los reyes eran atacados frecuentemente. La importancia de los cinco guardias aumenta según su cercanía al propio rey. - Guardia de Continos: el cuerpo de guardia más antiguo, era el antiguo cuerpo de guardias de castilla. Fue perdiendo fama por ser un reducto del pasado. Finalmente se formó solo por 100 hombres formado solo por hidalgos, disuelto 1618. - Guardia de Archeros: lo trae Felipe el Hermoso, compuesto por 100 hombres cristianos de las tierras españolas de los Países Bajos. Fue perdiendo importancia a lo largo del s. XVI, al final de este tan solo tenía una función ceremonial. - La Guardia Española: fue la que creó Fernando el Católico, era el más numeroso con hasta tres compañías, divididos en guardia de a pie, guardia de la lancilla y la guardia vieja. - Guardia Alemana: se trajo del extrangero por Carlos V para su protección, compuesta por 100 alemanes católicos que hubieran nacido bajo el dominio de España. - Los Monteros de Espinosa: guardia mayor de los reyes, la más importante y la menos numerosa. No tenían uniforme, pero solían vestir de negro imitando la vestimenta del rey. Eran los únicos que tenían la obligación de acompañar al rey a la batalla. Era un cuerpo muy antiguo formado por 48, elegidos en Espinosa. Tenían que acreditar ser hidalgos de tres generaciones. 5 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. La nobleza La importancia política de la nobleza fue perdiendo peso a lo largo del siglo XVII, a medida que los reyes lo ganaban. En lo más alto de la pirámide está la jerarquía de los Grandes de España. Una jerarquía que recuperó Carlos V dando la mayor dignidad entre la nobleza. Se le daba a solo a 20 familias. Tenían una serie de privilegios que los diferenciaban del resto de la nobleza: podían tratar de primos al rey y podían decidir si quitarse el sombrero o no ante él. Dentro de los Grandes de España había distintos niveles en función de cómo habían llegado a esta distinción, en orden descendente: vitalicio de raza, los que transmitían el título y los que solo tenían el título ellos. Las grandezas se pueden ir acumulando. Los Privilegios de las damas Grandes de España: la reina la debe recibir de pie y le debe servir un cuadrante. Tras los Grandes de España les seguía en jerarquía de títulos la alta nobleza. Podían decir que eran parientes del rey, aunque no lo fueran. Funcionaban como contrapeso a los grandes de España, ya que los Grandes eran adversarios directos de la Corona. Por esto fueron los títulos los que acapararon los cargos de confianza. Eran llamados ricoshombres. Tenían una serie de privilegios: balcón en la plaza de toros; se regulaba el número de caballos en el coche según el estamento social, para los títulos era cuatro. La Corona se apoyó en la alta nobleza para que hicieran de contrapeso al poder de los Grandes: los Habsburgo conocían la oposición a ellos que se daba entre estas familias. Estar tan cerca de los reyes no era siempre beneficioso, puesto que en este siglo de decadencia los reyes pedían prestado a las casas nobles allegadas. Muchas casas de la nobleza llegaban a arruinarse. El siglo XVII fue un siglo decadente, sumido en la crisis política, económica y social, contrastando con el esplendor de las artes. Los nobles estaban predispuestos a proyectar su vida en su sociedad, muchas veces siendo imposible sostener su nivel de vida con sus rentas, también siendo esto un motivo común de bancarrota. A partir de Felipe III la nobleza se vuelve Cortesana, y dirige su vida en torno al monarca. La aristocracia imita el estilo de vida de los reyes: su forma de vestir, su forma de pasar el tiempo libre… En algunas ocasiones estas pretensiones rozan lo cómico. Esto no quiere decir que no diera problemas a la Corona: en el siglo XVII se producen importantes levantamientos que son sofocados de inmediato. El más sonado fue el del marqués de Ayamonte en 1640, rebelado para conseguir mayor poder, ya que la nobleza comenzó a darse cuenta de que el poder del rey se estaba convirtiendo en absoluto.Fue un año muy conflictivo para España, pues coincidió con la rebelión de Portugal y sus colonias y la petición de Cataluña por anexionarse a Francia, además de la guerra con los ingleses y los holandeses. 6 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. Los siguientes en la jerarquía son los caballeros y las damas. Dama es una distinción nobiliaria de aristocracia media, pero también puede ser cualquier mujer de clase media o alta. Los caballeros eran hidalgos, nobles, y poseían un gran número de tierras. Es una nobleza fundamentalmente agraria, que vive de las rentas del campo. Los más acaudalados tenían señoríos, vestigios feudales que aún se conservaban en la España del siglo XVII. La realeza intentó limitar el poder de estos caballeros en sus señoríos (no los eliminó por miedo a revueltas), ya que tenían un poder casi absoluto dentro de sus dominios. Cualquier habitante de esas tierras era su vasallo. La Corona emprendió una serie de reformas legales que pasaban poder de los señoríos a la monarquía, fundamentalmente dos: Estableció el “derecho de justicia” y el “derecho de pesquisa”. El “derecho de justicia” establece que también dentro de sus señoríos el rey es la última instancia de justicia: se reserva el derecho de cambiar sentencias judiciales que no le gustan. El “derecho de pesquisa” establecía que la Corona se reservaba el derecho de investigar cualquier hecho acaecido dentro de los dominios. Los caballeros se convierten en un arquetipo literario: es el nivel aristocrático con más presencia en la literatura del siglo XVII (a excepción del hidalgo Don Quijote). Es un personaje muy recurrente en el teatro barroco. Lo acompañaba la dama como enamorada, ya que las clases se casaban internamente y no con otras clases. Su retrato en el teatro suele ser bastante idealizado, y en él se vuelcan todas las cualidades tradicionalmente asociadas a la nobleza: valentía, generosidad, honorabilidad, belleza… El hidalgo es el más bajo nivel de la nobleza, la baja aristocracia. Según los estatutos de la pureza de sangre, para ser noble había que descender de tres generaciones de “sangre pura”, sin antepasados judíos o musulmanes, tener solar conocido y una renta de al menos quinientos sueldos. En la época el linaje familiar cobraba gran importancia. Se genera un segundo eje divisorio en la sociedad: el que separa a los cristianos nuevos de los cristianos viejos, personas que puedan demostrar que los padres y los cuatro abuelos fueran cristianos. Este criterio lo regía todo, pues se convierte en un timbre de honor. Aquel que no es noble pero sí cristiano viejo lo luce con orgullo. Por ejemplo, en el Quijote, Sancho Panza repite en numerosas ocasiones ser cristiano viejo, a pesar de ser un campesino. De hecho, había ciertos cargos prohibidos a los cristianos nuevos. También tenían que tener una casa en propiedad, algo dificilísimo en este siglo. Una casa familiar que haya pasado de generación en generación. Se exigía además un número de renta anual ya que se consideraba que los nobles no debían trabajar, tenían el privilegio de 7 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. vivir de las rentas. El desprecio por el trabajo manual de la nobleza española es una herencia romana: los patricios despreciaban el trabajo manual y dejaban siempre los negocios y las transacciones a los esclavos y a los libertos. Prerrogativas: - Los hidalgos, al igual que todos los nobles, no tenían que pagar impuestos. No obstante, no se veían privados de los impuestos indirectos. - No tenían la obligación de ir a la guerra forzosamente. Por la crisis demográfica, el reclutamiento en el siglo XVII es forzoso, cuando en el XVI era mayormente voluntario. - No podían sufrir prisión por deudas, salvo si lo debían a la Corona. - No se les podía torturar salvo si eran acusados de un crimen de alta traición (hacia la Corona). La tortura era legal en la Europa del siglo XVI. En España la tortura judicial era legal pero con muchos límites. - Estaban por encima de la ley en algunos aspectos. No recibían el mismo castigo que un plebeyo por el mismo delito. Por ejemplo, no podían ser azotados públicamente y ser condenados a galeras (conmutada por servicio militar en el norte de África). Había formas alternativas de empezar a ser noble. La primera era por concesión real, el rey tenía la potestad de convertir en noble a quien desease, y por servicio real el rey podía convertir a alguien en hidalgo. En el derecho Español se conservaban ciertas costumbres medievales. La expresión “dar un braguetazo” viene de esta época, del “hidalgo de bragueta”. Cualquier persona que tuviese siete hijos varones consecutivos, se le concedía el título de hidalguía. La tercera forma de llegar a la nobleza por hidalguía era ser un niño abandonado y educado en un hospicio. Existía el prejuicio de que solo las mujeres nobles abandonaban niños, por lo que si podías demostrar ser un expósito se te concedía la carta de hidalguía. La obsesión por ser noble se extrapola también a los apellidos. España es de los únicos países con dos apellidos oficiales. En aquella época, no había orden establecido para los apellidos, por lo que era muy frecuente usar el apellido materno si este resonaba más a la nobleza que el paterno. 8 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. El clero El XVII es el siglo de la contrarreforma, y la vida religiosa en España girará en torno a la lucha contra las herejías protestantes y la defensa de la fe católica por la que el país se desangrará en los campos de batalla de toda Europa. A nivel nacional, la Iglesia española siempre será una gran valedora de las reformas del clero. Aunque la moralidad había mejorado un tanto desde la Edad Media, seguía siendo bastante laxa. En su mayoría es un estamento corrupto, iletrado y que no sigue los preceptos de la tradición católica. El Concilio de Trento, celebrado en el siglo anterior entre 1545 y 1563 había tenido como propósito la reforma de la Iglesia, y España había jugado en él un papel crucial, patrocinándolo, y teniendo gran interés en la reforma del clero siempre se quedaba corta. De hecho, en cierto momento el papado trató de cesar el concilio y España obligó al Papa a continuar las sesiones, de ahí su larga duración. Este concilio dio a luz a la llamada Contrarreforma, que buscó un doble objetivo: enfrentarse a las herejías protestantes desde un punto de vista teológico, y la reforma interior del clero. España era en el siglo XVII el mayor paladín del catolicismo. Se creía que era una misión divina a la que el país no podía fallar. Tenía gran aceptación el providencialismo. La Divina Providencia son los designios de Dios, y los españoles habían asumido que aquel vasto imperio colonial era regalo de Dios para defender el catolicismo. El providencialismo fue quizá el gran culpable de que España no consiguiera salir del círculo vicioso de guerra, ruina y decadencia que supuso el siglo XVII. No obstante, la mentalidad irá evolucionando. Si en el siglo XVI se pensaba que los desastres eran castigos del cielo a los pecados del pueblo, en este siglo se comienza a culpar a los errores del gobierno de las adversidades. Con la decadencia política aumenta la religiosidad, pero también la vida depravada y liviana. La religión se mezcla con la superstición pagana para buscar respuesta a las numerosas tragedias acumuladas. Con la superstición, por supuesto, viene la magia. Comienzan las creencias sobre el demonio, las brujas y todo tipo de hechicería. La brujería en España no forma parte del folklore, así que el último proceso por brujería fue el de Zugarramurdi en 1610. Fue un juicio con muchas dudas. Un inquisidor investigó a posteriori, y elaboró el primer intento de explicar lo paranormal con causas científicas, denostando todas las acusaciones. La brujería era un fenómeno más protestante, circunscrito en el centro de Europa. En el siglo XVII en Alemania se quemaron más de 3000 mujeres por brujería. 9 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. Así, comienzan a aparecer relatos que rozan la fantasía. Por ejemplo, el pueblo de Madrid estaba convencido de que Enrique IV era capaz de ver a los muertos. Para que Carlos II diera un heredero se emplearon numerosos remedios paganos, conjuros y rituales. Respecto al clero general, se puede hablar de un progresivo crecimiento del género eclesiástico, hasta un punto en el que la Corona se empieza a preocupar por su tamaño. Desde el punto de vista político, es un estamento improductivo, ajeno a los impuestos y al reclutamiento. La Corona intentó tímidamente que el estamento no adquiriese un tamaño desproporcionado. Las razones de este crecimiento recaen más en motivos económicos y de subsistencia más que religiosos. El clero se convierte en un refugio de desesperados. Las órdenes religiosas sirvieron de punta de lanza en las políticas de la Corona, sobre todo en las Indias y en Asia. No sólo ayudaban a propagar la fe, sino que algunos servían a la Corona también como espías. El clero siguió conservando la mayor parte de sus privilegios: la Iglesia estaba exenta de pagar muchos impuestos, por lo que podían acumular una gran cantidad de riqueza con mucha facilidad. También se nutría de las herencias que recibía de partes particulares. Las rentas eclesiásticas crecieron tanto en el siglo XVII que se convirtieron en un problema de estado, pues llegan a competir con las rentas reales. En 1674 las rentas reales de Castilla y León eran solamente dos millones de ducados superiores a las rentas eclesiásticas en dichos reinos. La Inquisición La Inquisición está vigente en España desde 1478 hasta 1834. Su origen fue la preocupación por los conversos, en su mayoría de origen judío. En los tiempos de los Reyes Católicos, España era uno de los últimos refugios de judíos que quedaba en Europa, algo que no le gustaba al Vaticano. El Papa presionó a los Reyes Católicos para que implantaran el Tribunal de la Inquisición, que ya funcionaba en otros países, pues se sospechaba que muchos de estos conversos seguían practicando su fe en secreto. Finalmente, en 1478 la reina Isabel accede a implantar el Santo Oficio en Castilla, y el rey Fernando en 1483 en Castilla. A cambio, los Reyes Católicos consiguieron una prerrogativa papal importantísima, la potestad real de nombrar a los inquisidores generales, convirtiendo a la Inquisición, de facto, en un instrumento más de la Corona. Esto era inédito en Europa, y fue la base de su éxito. La Inquisición se convierte, junto al ejército, en el gran instrumento de la Corona, y la base de su poder. 10 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. Desde su creación, la Inquisición va ampliando su campo de acción de tal manera que ya no solo se preocupa de seguir a falsos conversos, sino que también se dedica a la lucha contra las ideas protestantes y la propagación de las supersticiones. Lo que hizo a la Inquisición tan temida y perjudicial fue la persecución de las ideas consideradas no ortodoxas, donde entran por ejemplo las ideas científicas, lo que explica el retraso tecnológico español. De ahí nacieron los denominados “Índices de libros prohibidos”, catálogos de obras que no debían leerse ni poseerse. En estos índices aparecen muchas obras literarias, como el Lazarillo. Un proceso inquisitorial era un acto jurídico, en el que estaban presentes jueces, abogados y fiscales. Por tanto, se levantaba acta. Gracias a esto se conserva una cantidad importante de documentos relacionados con distintos procesos inquisitoriales, de tal manera que nos podemos formar una idea de la naturaleza de estos procesos. Menos de un 2% de los procesos acababan en pena de muerte: los cálculos más severos estiman que fueron ajustiacas “sólo” 3000 personas en estos 350 años de historia. El proceso inquisitorial era farragoso, pero respetaba ciertos derechos del acusado. Lo peor de ser investigado por la Inquisición era la mancha social que dejaba en el investigado. El proceso consistía en la investigación, juicio y sanción de la herejía en cualquiera de sus formas (falsos conversos, protestantes, brujas…). No era necesaria una denuncia formal, porque por lo general la Inquisición se valía de denuncias anónimas. La historia de la Inquisición evidencia cómo el tribunal fue usando cada vez menos estas acusaciones anónimas para aumentar las garantías de los acusados. Con el paso del tiempo se fueron ampliando los requisitos necesarios para iniciar un juicio formal, y se aprecia cada vez un mayor número de cierre de expedientes sin juicio. La actuación de la Inquisición tenía cinco fases. El carácter excepcional de la institución obligaba a la Inquisición a requerir de las autoridades civiles. Así empezaban todos los actos inquisitoriales, pidiendo la cooperación. Una vez conseguido el beneplácito de esas autoridades procedían a emitir el llamado sermón de la fe. 1. El sermón de la fe -> acto público celebrado un día festivo normalmente a las puertas de una Iglesia. En este sermón se ensalzan las virtudes de la fe católica y se anima a los presentes a defenderla. Se anuncia el edicto de gracia. 2. El edicto de gracia -> periodo de cuarenta días en el que cualquier persona que haya cometido alguna herejía puede entregarse y confesar su culpabilidad sin que se le castigue. Uno de los grandes beneficios de acogerse a este edicto era el mantenimiento de los bienes, salvo los esclavos, para que no transmita su herejía a 11 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. otras personas. Las reconciliaciones de estos arrepentidos con la Iglesia debían plasmarse en un acto público mediante notario y testigos. 3. La libre presentación de los arrepentidos. 4. Las denuncias -> Una vez terminada esta fase los Inquisidores comienzan a actuar, y a recoger denuncias anónimas. Los principales medios con los que contaba un inquisidor eran fundamentalmente tres: las denuncias anónimas, las visitas y el espionaje. Se necesitaban indicios confirmados de derecho para iniciar un proceso acusatorio. Surge el concepto de “buena persona”, un concepto jurídico que ha generado expresiones populares, aquella con una reputación en la comunidad y cuya palabra vale más. 5. Los procesos -> todo proceso debía tener el beneplácito del Consejo Supremo de la Inquisición para comenzar. Autorizado el juicio, se encarcelaba al hereje para evitar su fuga. Lo peor de ser acusado por la Inquisición era el hecho en sí: no sólo por el estigma que conllevaba, sino por las pésimas condiciones carcelarias. Las prisiones no estaban obligadas a alimentar a los presos, por lo que dependían de la familia, sin hablar de las condiciones higiénicas. Muchos morían por hambre o por infecciones. La siguiente medida era incautar sus bienes patrimoniales, de manera que ni el acusado ni su familia. podía disponer de ellos para ningún fin. Una vez tramitado esto, se presentaba al reo al tribunal de inquisidores en la Sala del Secreto. La ley obligaba a que estuviese presente un abogado defensor. Había un tribunal compuesto por tres jueces, el fiscal, dos abogados, un notario, y el acusado. Al acusado se le tomaba declaración y se le preguntaba por su inocencia o culpabilidad. Si se confesaba culpable se le aplicaba una sanción mucho menor y el juicio terminaba. Si el acusado insistía en su inocencia se iniciaba la llamada fase acusatoria. Durante la fase acusatoria, el verdadero juicio, se intentaban aportar pruebas incriminatorias. Los medios de prueba eran dos: la propia prueba testifical (podía ser cualquier cosa, desde acusaciones anónimas hasta pruebas materiales) y la confesión, que se intentaba conseguir a través de la tortura, algo legal en la época. Sin embargo, muchas de las torturas del imaginario actual son invenciones románticas. La tortura estaba coartada por la ley, que establecía límites temporales y de uso. No se le podían causar daños permanentes al acusado. En muchos casos la tortura no era necesaria porque el propio acusado caía en contradicciones. Por la documentación existente la Inquisición se valió mucho menos de la tortura que la justicia civil. Se estima que sólo se empleó la tortura en un 5% de los juicios. 12 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. Eran fundamentales las declaraciones de los testigos, que se leían públicamente ocultando sus identidades, de tal manera que el acusado pudiera responder pero no conocer el nombre del testigo. Después de contestar a las acusaciones, al acusado le quedaba un último recurso, el llamado “escrito de tachas”, una especie de última oportunidad para deslegitimar alguna acusación. El tribunal permitía hacer una lista de nombres de enemigos, que era cotejado con las acusaciones. Si algún nombre coincidía, esta acusación era eliminada. El sistema era garantista con el acusado. Si el acusado era declarado culpable, la sentencia se podía leer en privado o como parte de una ceremonia formal, normalmente parte del castigo. La pena dependía de la gravedad del delito, y se pueden establecer cinco tipos: 1. Abjuración -> consistía en que el preso renunciara a la herejía en público, normalmente en misa. Esto se reservaba para los casos más leves. Al acusado se le situaba descalzo en un rincón, para señalarlo, y tras la misma pronunciaba una especie de discurso. Este castigo suponía una mancha social que convertía a su sufridor en un marginado social. 2. Cárcel -> iba aparejada de la confiscación de bienes. Si era un delito grave la pena podía ser perpetua, y venía acompañada de la excomunión. Hay casos en los que si el reo demostraba reforma era reintegrado en la Iglesia y liberado, a cambio de cumplir un encierro en su casa. 3. Multa -> para casos leves. Multa en metálico o patrimonial. 4. Vergüenzas -> abjuraciones donde se aplicaba algún tipo de humillación pública. Podían ser de muchos tipos dependiendo de la época, del crimen, del inquisidor… Por ejemplo, el San Benito era una especie de sayo que se colocaba junto a un capirote, mientras se hacía el reo escuchar misa. Motivo de burlas entre todos los vecinos. También existía la penitencia pública. 5. La pena de muerte -> solo se reservaba para los casos más graves cuando había reincidencia. Siempre era la misma, la muerte en la hoguera. El fuego tenía cierto simbolismo purificador. Siempre se celebraban en ceremonias públicas llamadas “autos de fe”, a las que acudía la ciudad entera. Si el acusado estaba muerto o fugaba, el auto de fe también se celebraba como un muñeco de paja. Antes de quemar al reo, se le daba una última oportunidad de arrepentimiento. Se le conmutaba la pena por cárcel perpetua. La ejecución se llevaba a cabo de mano de la justicia civil. La sentencia iba aparejada de la pena de excomunión y de confiscación de todos los bienes. 13 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. El pueblo llano A diferencia de en la Edad Media, este estamento es bastante heterogéneo, y está dividido en muchos niveles bastante distintos. No todos eran pobres, había plebeyos más ricos que muchos nobles. En lo más alto de este estamento estaban aquellos que querían igualarse con la nobleza, la llamada alta burguesía. Durante la Edad Moderna la burguesía irá creciendo como clase social, y esta alta burguesía compite en estatus y poder político con la nobleza. Esta alta burguesía estaba concentrada en las grandes ciudades comerciales, Sevilla, Barcelona o Valencia. Se hacían llamar a sí mismos “medianos”. Muchos intentaron comprar cartas de hidalguía que les permitieran ennoblecerse. Otros incluso compraban el tratamiento de “don”, reservado a los caballeros o superiores, tanto que esto se prohibió en 1611. La tercera manera de ennoblecerse era a través de los matrimonios. Muchas familias conseguían entrar en la nobleza a través del matrimonio de sus descendientes con familias nobles arruinadas. La principal razón para querer ennoblecerse era la de no pagar impuestos. Este tipo de matrimonios se hacía con hijos segundos que no fueran a heredar el mayorazgo. Otro nivel estaba conformado por los llamados pecheros, un grupo bastante amplio en el que se podrían incluir campesinos, artesanos y pequeños comerciantes. La palabra “pecho” era una antigua palabra para designar los impuestos. Estaban obligados a contribuir de forma fiscal con todos los impuestos, y no disfrutaban de los privilegios fiscales de los nobles. Dentro de los pecheros hay que distinguir entre cristianos viejos y nuevos, el elemento separador de esta clase social. Los cristianos viejos, sobre todo en pequeñas comunidades, solían ocupar puestos de importancia, mientras que los cristianos nuevos no tenían acceso a ese tipo de cargos. El pechero es un personaje universal en la literatura del Siglo de Oro. El pechero cristiano viejo se convirtió en un elemento de cohesión y de apoyo a la Corona en el campo. La Corona vio en esta clase un apoyo frente a la nobleza rural como los caballeros poseedores de señoríos a la manera medieval. Se les dio cargos de administración para que sirvieran de contrapeso. No todos los plebeyos eran pecheros. En este estamento de pueblo llano había muchos matices: se podía ir descendiendo hasta llegar incluso al mundo de la delincuencia, bien reflejado en la literatura picaresca. Abundan en la España de la época los mercaderes, los aventureros y los criados. De ahí el refrán de “si quieres medrar, clero, mar o Casa Real”. Una amplia mayoría de la población no 14 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. tenía oficio, por tanto las salidas vitales para muchos eran o hacerse religioso, o emigrar a las Indias, o hacerse criado. Los criados tienen una figura omnipresente en la literatura del siglo XVII. Era una de las profesiones más comunes y más humildes, que consistían en servir a alguien a cambio de comida y cama. Los abusos a los criados eran continuos, y más a las criadas. También había tipos de criados: las dueñas y el escudero. Las dueñas eran mujeres de cierta edad, o viudas o solteras, que solían ser de origen hidalgo. Servían en la casa como institutrices de las hijas, al cuidado de su vigilancia y educación. Tiene un papel crucial, pues se la hace responsable de la honra de las hijas, alrededor de lo que gira la reputación de toda la familia. En la literatura son vistas como obstáculo al que hay que superar para llegar a la dama. No tiene un buen retrato en la literatura, pintada como persona corruptible, viciosa e hipócrita, abierta a sobornos monetarios o sexuales. Los escuderos eran otra clase de criado con papel relevante dentro de una familia. Era un hombre de mediana edad con experiencia en las armas, como un soldado veterano o un maestro de esgrima. Su labor principal era la custodia de las hijas de la familia. Cuando estas damas salían a la calle, iban acompañadas de una dueña y de un escudero. El escudero era un signo de posición social: no todas las familias podían permitírselo. En realidad, la criminalidad en la época no era desorbitada. Se manifestaba más en pequeños hurtos que en crímenes violentos. Al escudero se le permitía ir armado, aunque no fuese hidalgo, y su labor consistía en la salvaguarda de las mujeres de la casa fuera del domicilio. Fuera del hogar no tenía ningún tipo de obligación. El escudero es también un personaje muy literario por dos motivos: ese pasado militar, y que también supone un obstáculo para llegar a la dama. A diferencia de la dueña, el retrato del escudero suele ser positivo: un criado leal, honesto y fiel, por tanto difícilmente corruptible. El gran obstáculo siempre será la dueña. El oficio de escudero era humilde pero tenía cierto prestigio social, y era de las únicas salidas laborales que tenían los veteranos al regreso de las guerras. 15 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. Las minorías Los moriscos constituían una clase aparte. A comienzos del siglo XVI todavía quedaban algunos musulmanes en España, los mudéjares, aquellos musulmanes que viven en territorio cristiano. Estaban concentrados en comunidades rurales del levante y las Baleares. La Revuelta de las Germanías en las Islas Baleares, donde moriscos y mudéjares se pusieron de parte de los rebeldes, provocó un cambio drástico en la política de la Corona. Una vez sofocada la rebelión, Carlos V decretó la expulsión de cualquier persona que no estuviese convertido al catolicismo, por lo que a partir de 1526 ya no había musulmanes en España. Este decreto de expulsión provocó, como pasó con los judíos, conversiones en masa. Se puede decir que a partir de 1526 el término mudéjar pasa a ser ilegal, y el nombre morisco toma una significación propia, y el grupo crece desorbitadamente. Los moriscos fueron un grupo social que nunca se integró del todo. No se casaban con cristianos, tenían sus propios barrios y conservaron muchas de sus costumbres, como el habla, un árabe romanzado. Esta falta de integración provocó suspicacias entre sus vecinos cristianos. Crecía hacia ellos un ambiente de desconfianza y animadversión. La Corona no sabe demasiado bien cómo actuar, y a lo largo del siglo XVI, va cambiando su política hacia este grupo en función del momento, alternando “tolerancia” y mano dura. A la desconfianza popular se sumaba el problema de los piratas berberiscos, un auténtico azote durante los siglos XVI y XVII. En el norte de África existían fuertes lugares de piratas árabes, que en verano se dedicaban a atacar y saquear puertos de las costas, tan rápido que la Corona no tenía tiempo de reaccionar a estos ataques relámpago. El hecho de que estos piratas nunca se llevasen moriscos como esclavos provocó una psicosis popular ya que muchos creían que estos moriscos ejercían como espías. La Corona instaura un sistema de almenaras, pero ni de esta forma tenían la capacidad de cortar los ataques. Este rechazo provoca que los moriscos se encierren más en su comunidad. Estaban bajo la vigilancia de la Inquisición, pero no era suficiente. Además, la Corona española estaba presionada por el papado, que no aceptaba a estos moriscos. En la época el gran miedo era la invasión del turco, el gran rival de España. La sociedad vivía obsesionada con la idea de una armada turca. El problema morisco se retroalimentó con esta obsesión. En el siglo XVI había habido una importante rebelión en las Alpujarras, en la montaña granadina, que se fue extendiendo por la sierra de Granada y aspiraba a resucitar el Reino 16 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. nazarí, incluso Coronando un rey. La Corona intentó sofocarla con levas locales, pero fracasaron por lo escarpado e inaccesible del terreno. Felipe II tomó una decisión inédita en la historia: llamó a los tercios de Italia en 1570. Es inédita porque los Tercios no podían portar armas en territorio español, sólo en el exterior. Al mando de estos tercios se puso al hermano bastardo del rey, don Juan de Austria. Este ejército sí que venció a los moriscos, y se decapita al supuesto “rey de Granada”. La victoria provocó un cambio definitivo en la política de la Corona hacia los moriscos. A los supervivientes de la Alpujarra se les obliga a dispersarse por toda España, y la zona es repoblada por cristianos castellanos y leoneses. A los moriscos se les prohíbe el uso del árabe, la ropa musulmana, y la celebración de cualquier fiesta no católica. En el siglo XVII el problema morisco desaparece pronto, ya que Felipe III en 1609 decreta la expulsión de los moriscos. Resolvió un problema político pero provocó uno económico aún mayor, sobre todo en el levante. Las comunidades moriscas eran principalmente agrarias, y España tenía un gran problema demográfico, por lo que el campo dependía de estas comunidades. La figura del morisco en la literatura del Siglo de Oro es más bien residual, porque desaparecieron muy pronto. Sin embargo hay apariciones destacables, como Ricote, personaje del Quijote. Los extranjeros El concepto de extranjería en la época era muy distinto al moderno. Por extranjero se entendía a cualquier ciudadano no naturalizado en el reino en el que vive. En aquella época España era una confederación de reinos, de tal manera que un castellano se consideraba extranjero en Aragón y viceversa. También hay que tener en cuenta la diferencia con el derecho moderno, que establece que una persona adquiere la nacionalidad de donde ha nacido. En el siglo XVII la nacionalidad se adquiere a través de la sangre, daba igual el lugar de nacimiento, se heredaba la “naturaleza” (el término “nación” es romántico) de la madre. Si eras extranjero en un reino tenías algunas desventajas administrativas, por lo que era muy común naturalizarse en el reino donde se vivía. Estas dificultades eran consecuencia de la política de Carlos V, que trajo en su séquito un gran número de consejeros flamencos, franceses y belgas. Esto provocó una presión de las Cortes para que la Corona estableciese que los naturales de un reino fueran los que pudiesen ocupar los puestos administrativos de dicho reino. El recelo hacia el extranjero provocó tensiones dentro de los reinos. Un caso paradigmático es el de los vascos en Castilla. Hasta en dos ocasiones, las Cortes de Castilla 17 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. propusieron a los reyes que los vascos fueran considerados extranjeros en el Reino de Castilla, y la Corona se negó en rotundo por la feroz resistencia vasca. Los españoles solían culpar a los extranjeros de sus desgracias. Eran pocos los pueblos europeos que tuvieran buena opinión dentro de España. Particularmente odiados eran franceses, alemanes y genoveses (la mayor parte de los préstamos a la Corona eran cedidos por alemanes y genoveses). Para intentar aliviar esta situación, la Corona, queriendo fomentar la concordia, estableció la figura de Protector del extranjero, un comisario judicial que debía velar para que los procesos judiciales contra extranjeros fueran siempre a derecho. Esta figura fue pionera en la justicia de la época y supone un avance en los derechos civiles. Además, para regular el paso de extranjeros la Corona establece los llamados “pasapuertos”, salvoconductos que permitían a un extranjero naturalizado poder moverse libremente por los reinos españoles. La Corona podía naturalizar a una persona como recompensa a los servicios prestados, lo que se llamaba “dar la carta de naturaleza”. Así, también podía retirar la naturaleza, uno de los castigos más severos de la época. Este castigo sólo se empleó en contadas ocasiones, reservado para crímenes de alta traición. No sólo se perdían los privilegios, sino que el castigo caía sobre los descendientes y te convertía en un “enemigo legal”, una figura jurídica que permitía a otra persona hacerle daño sin repercusiones legales. Los esclavos Jurídicamente, no eran personas. La esclavitud en la Europa moderna era distinta a la de la Antigüedad, pero sigue significando un ser humano carente de derecho. Los esclavos eran considerados un bien de lujo y un signo de riqueza. La vida de un esclavo podía ser muy distinta en función de sus circunstancias. Por ejemplo, en las Indias abundaban los esclavos en las plantaciones, donde el trabajo era muy duro. En cambio, en la Península, lo más abundante eran los esclavos domésticos. En un contexto donde la esclavitud era legal universalmente, la esclavitud en España no estaba totalmente desprotegida por la ley, el esclavo seguía teniendo ciertos derechos que lo protegía hasta cierto punto de los abusos del amo. 18 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. La esclavitud estaba reglamentada por la ley, que establecía sólo tres supuestos por los cuales se podía esclavizar a otra persona: 1. Por nacimiento: se heredaba la naturaleza de la madre. 2. Se podía esclavizar a un prisionero de guerra de otra religión (excluyendo a los protestantes, que seguían siendo cristianos). 3. Legalmente una persona podía vender su libertad para pagar una deuda. Podía acudir a un notario y hacer un contrato de venta de la libertad por un tiempo estipulado. Era un procedimiento muy común. La ley protegía al esclavo de la violencia del amo, y permitía que el esclavo denunciase al amo si se sentía maltratado, y pedir un cambio de dueño. LOS SOLDADOS a. La base de la identidad española En realidad, los soldados no conforman una clase social de por sí, sino que más bien es una casta, es decir, un grupo de personas, pertenecientes a un mismo oficio, que tienen sentimiento de clase. Es una de las pocas profesiones que reúne a nobles y plebeyos bajo el mismo techo, de tal manera que es una clase social transversal. Un escritor español del siglo XX, Manuel Vázquez Montalbán, que dijo una vez que en España la liga de fútbol y el Corte Inglés era lo que cohesionaba el país. Y en el s. XVII, lo que aglutinaba la sociedad de la época eran los soldados. No solamente porque es un oficio donde se reúne toda la sociedad, sino porque el ejército se va a convertir, junto a la Corona y a la lengua española, en uno de los elementos vertebradores del país. De hecho, la forja de la identidad española va a surgir en el exterior, no en el interior. Es decir, son los extranjeros los que tienen conciencia de que existen los españoles. En esa labor, van a formar un papel determinante los soldados. Cuando se crea un país, hay que crear a esos ciudadanos; todo país joven necesita crear una identidad. Lo normal hubiera sido que la identidad se proyectara hacia fuera, pero en el caso de España fue al revés: mientras en el interior todavía existía una diferencia entre castellanos, aragoneses… en el exterior era muy diferente; los extranjeros solo veían españoles, porque lo que veían fundamentalmente eran los soldados que componían el ejército del rey de España. De tal manera que los extranjeros, en su ignorancia, concibieron el nombre genérico de españoles a aquellos guerreros que luchaban bajo la bandera del rey de España, y que hablaban entre ellos una sola lengua, que era el español. 19 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. b. La Revolución Militar Todavía hoy sigue maravillando a los historiadores como una nación de tamaño mediano llegara a dominar Europa, América, y parte de Asia durante más de un siglo. El Imperio español, además, se considera el imperio transatlántico, y uno de los tres más grandes que ha existido en la historia, junto al británico y al mongol. Su base del éxito fue la superioridad militar, que sorprendió a los europeos hasta el punto de que en Italia se llegó a decir que Dios era español. En Francia, a los soldados españoles se les llamaba “los demonios del mediodía”, y en Holanda se creía que eran capaces de subir por las paredes solamente con sus manos. La fama de los soldados era tal que el cardenal Richelieu escribió al rey Luis XIII de Francia, consolándolo tras otra derrota, diciéndole que no se preocupara porque los españoles jamás podrían conquistar el mundo entero, ya que tierra hay mucha y españoles pocos. El Imperio español se extendió demasiado en una época en la que no había transportes seguros, y el problema demográfico fue fundamental para entender la posterior decadencia de este. Los soldados españoles eran superiores porque en la llamada revolución militar, en la que los europeos cambian su manera de concebir la guerra, los españoles se adelantaron al resto. Fueron los primeros que abandonaron los usos y costumbres medievales, fueron los primeros que se modernizaron. Esto fue gracias a un hombre, el militar español llamado Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. Se le considera el padre de la revolución militar, y es la causa de que los españoles se adelantaran a los demás europeos. Modernizó el ejército de dos formas: con el uso de infantería y las primeras armas de fuego portátiles, que les van a dar una ventaja enorme. Las reformas del Gran Capitán van a crear un nuevo modelo de ejército, que son los Tercios. Los Tercios se llaman así porque estaban divididos en tres partes: piqueros, escopeteros y espaderos, combinando las picas y las armas de fuego. En el siglo XVII, este modelo se va a modernizar, siendo las tres partes: piqueros, mosqueteros y arcabuceros. El ejército español se convirtió además en el punto de encuentro de todas las clases sociales, desde grandes de España hasta gente muy humilde, y también de diferentes partes de España, se convierte en un elemento de cohesión. 20 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. c. La honra del soldado Si el siglo XVI se considera la época de las victorias imposibles ,y el siglo XVII va a ser ya el siglo de las derrotas heroicas, llega el momento en el que el modelo se agota porque los europeos se ponen al día. Tantas victorias crearon una conciencia de clase de los soldados, que consideraban su oficio el más noble de todos, al servir directamente al rey. Pero no es oro todo lo que reluce: detrás de esas victorias también había unas condiciones lamentables. Era una época en la que el soldado era el responsable de comprárselo todo con su sueldo, la Corona no les pagaba nada. Además, vivían prácticamente al día: no sabían si iban a morir, así que se lo gastaban todo. A pesar de estas condiciones tan lamentables, el soldado va a mantener a lo largo del todo el siglo XVII esa dignidad. Los soldados van a aparecer siempre como personas muy celosas de su honor y reputación, y lo van a defender en cualquier circunstancia, siendo capaces de sufrir cualquier miseria, castigo o daño. Hay una máxima de la milicia, que repetirán mucho, que es: “sin honra no se puede servir al rey”. De ellos, por ejemplo, se decía que podían sufrir cualquier cosa, menos que les griten. Los códigos militares, además, van a ser bastante estrictos, tanto los escritos como los no escritos, que se van a transmitir de generación en generación. Por ejemplo, no luchaban si el general no entraba con ellos en combate, poniéndose en primera línea de batalla. Hay una anécdota sobre Felipe II: se puso al frente de los ejércitos, y se creó un problema, porque todo el mundo sabía que no era un rey guerrero, y existía el miedo de que los Tercios no obedecieran si este no encabezaba la batalla. El momento crucial llegó cuando el rey empezó a pasar revista y, cuando llegó a la parte de los españoles, estos empezaron a bajar las banderas en señal de obediencia. Por lo tanto, fue el único al que los Tercios le permitieron entrar en batalla sin luchar. d. El estereotipo del soldado En un contexto histórico donde había muy poca interacción entre países, la imagen que se crearon los extranjeros de los españoles fue la que veían de los soldados. Muchos de los estereotipos que todavía hoy tienen los europeos de los españoles, en realidad es herencia de eso que vieron de los soldados: juerguistas, de buen comer (y beber), orgullosos... Fueron también los protagonistas de sucesos realmente extraordinarios, como la batalla de Bicoca, que fue una de las batallas en las que no murió ni un solo soldado. Hay muchas historias de la leyenda negra que tienen como protagonista a los soldados, como el saqueo de Amberes, de 1576, que fue tan duro, violento y cruel que creó la expresión negativa de la furia española.

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