Literatura de Fin de Siglo en Español PDF

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Este documento analiza la literatura española de finales del siglo XIX, centrándose en la Generación del 98 y el Modernismo. Se exploran los contextos históricos y las características de estos movimientos literarios, así como los autores y obras representativos.

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TEMA 2 Literatura de fin de siglo: la generación del 98 y el modernismo. La novela y el teatro anterior a 1936 Los últimos años del siglo XIX supusieron una auténtica crisis de fin de siglo. El atraso económico, el descrédito del modelo político y la pérdida de las colonias en 1898 (Desastre del 9...

TEMA 2 Literatura de fin de siglo: la generación del 98 y el modernismo. La novela y el teatro anterior a 1936 Los últimos años del siglo XIX supusieron una auténtica crisis de fin de siglo. El atraso económico, el descrédito del modelo político y la pérdida de las colonias en 1898 (Desastre del 98) simbolizó esta crisis finisecular. Ante este hecho, los intelectuales abogan por una reforma general. La literatura opta por dos caminos dentro del denominador común del inconformismo y del deseo de cambio literario: modernismo, que se inclina por la evasión temática y la preocupación por la forma y la generación del 98, que plasma su preocupación por España con un estilo mucho más sencillo. Estos dos movimientos convivirán y tendrán su apogeo en las dos primeras décadas del siglo. El modernismo es un movimiento cultural y literario que introdujo en España Rubén Darío, quien lo importó desde Hispanoamérica y que supuso una renovación total de la literatura, sobre todo, de la poesía. Tuvo una influencia enorme en los autores de principios de siglo. La poesía modernista tiene sus fuentes en la poesía romántica (tono intimista, simbolista y sentimental) y en la poesía francesa, de la que serán de suma importancia las aportaciones del parnasianismo (se busca la perfección formal) y el simbolismo (se hacen presentes los estados de ánimo del autor a través de la interpretación simbólica de la realidad circundante.) Rescatará temas de Romanticismo como son los de línea escapista a lugares exóticos y exquisitos, a paraísos artificiales y épocas pasadas pues el descontento con el mundo no los mueve al cambio sino a la huida. El cosmopolitismo, que concibe al autor como ciudadano del mundo, va unido a la evasión ya que busca lo diferente. También una línea íntima cargada de sensualidad, erotismo, melancolía o hastío, que permite traducir el malestar del poeta con lo que le rodea. Debido a todo lo dicho anteriormente se desarrolla un estilo con el fin de conseguir la ansiada belleza mediante la musicalidad y el colorido: una métrica innovadora con ritmos muy marcados, con versos de arte mayor, estrofas nuevas; un léxico muy rico que evoca lo lujoso, exquisito o exótico para crear sonoridad, con abundantes figuras retóricas como las aliteraciones y las sinestesias Los poetas fundamentales son Rubén Darío, con Prosas profanas y Azul, se convierte en el modelo de los poetas de esta época, Antonio Machado seguiría la estela de Darío en su primer libro, Soledades, galerías y otros poemas, en el que se reflejan sentimientos universales o Juan Ramón Jiménez con Arias tristes, en la que se muestran también los sentimientos del poeta envueltos de melancolía. En prosa destacan Las Sonatas de Valle-Inclán. Son cuatro y se caracterizan por una prosa modernista tendente al esteticismo y a la sensualidad cuyos temas principales son el amor y la muerte. El teatro poético es un teatro innovador que se desarrolla influido por el modernismo y caracterizado por sus temas históricos y conservadores. Destacan los hermanos Machado, La Lola se va a los puertos. La generación del 98 supone una reacción contra el realismo y el naturalismo anteriores que se une con una voluntad de innovación tanto en los temas como en las formas narrativas. El grupo del 98 busca la esencia de España y su destino y la reflexión sobre el hombre. Con raíces comunes más radicales en lo político (izquierdas) y marcados por corrientes filosóficas irracionalistas ("Dios ha muerto", de Nietzsche, el dolor y el sufrimiento humano de Kierkegaard y Schopenhauer) y por corrientes existencialistas y metafísicas (sentido de la vida, fe...), esta generación ve en la novela el cauce para analizar los problemas de España y aportar soluciones desde una perspectiva idealista. La novela será, por tanto, el instrumento adecuado para sus propósitos. Será una novela abierta (se combinará la parte narrativa con las reflexiones del autor y sin un final claro para provocar la reflexión del lector). Se centrará en el tema de España, a la cual hay que regenerar a partir de sus raíces y de la educación, también en el paisaje de Castilla (donde se busca la esencia y modelo de España), la intrahistoria (vida de las personas anónimas) y el tema existencial, que abarca la preocupación por los temas relacionados con el sentido de la vida y la muerte. Debido a estos temas el estilo narrativo que se desarrollará se caracterizará por la sencillez y la claridad, presencia de un estilo personal por parte de cada autor, el empeño por expresar las emociones y opiniones (subjetivismo), el autor está omnipresente mediante el narrador, sobriedad, escasez de recursos, léxico valorativo y preferencia de relatos cortos con frecuentes finales abiertos. Destacan autores como Miguel de Unamuno, en Niebla, en la que refleja mejor las características temáticas y formales de sus "nivolas", como él las llamaba, y San Manuel Bueno, mártir, en la que trata el tema de la fe; Azorín, La voluntad, viene a decirnos que España comenzaría a recuperarse con un ejercicio de voluntad colectivo; Pío Baroja critica la sociedad a la que achaca una conducta hipócrita, injusta y aburguesada desde un pesimismo y escepticismo en obras de la talla de El árbol de la ciencia y La busca; Valle-Inclán, El ruedo ibérico, trilogía de tema histórico. El teatro renovador del 98 se consiguió gracias a la elevación del nivel literario del teatro español que se convirtió en un teatro comercial, adaptado a los gustos de la mayoría del público pero que no consiguió dejar grandes obras. Destacan Fedra, de Unamuno; Lo invisible, de Azorín y el esperpento, de Vallé-Inclán, que desarrollaremos más adelante. En poesía sobresale Antonio Machado con Campos de Castilla, obra en la que el autor expresa sus preocupaciones noventayochistas sobre los males de España inspirado en las tierras y gentes de Castilla. La novela anterior a 1936 La novela en el siglo XX experimenta una enorme renovación que tiene dos momentos significativos: la generación del 98, con los autores arriba mencionados y la generación del 14 o novecentismo. Esta renovación propicia el desarrollo de una novela de corte psicológico y una novela lírica en la que predomina la expresión de la subjetividad. Hay, sin embargo, un grupo de narradores que se ciñen a los modos clásicos del relato para ponerlos ya al servicio del entretenimiento, ya al del impulso reformista y social, por ejemplo, Blasco Ibáñez, Felipe Trigo. La ruptura del relato tradicional se logra mediante una gran variedad de procedimientos estructurales y estilísticos más o menos innovadores: 1. multiplicación de puntos de vista, 2. digresiones intelectualistas, 3. preciosismo lingüístico que viene a revelar al narrador en detrimento del mundo narrado, simbolismo. Esta línea renovadora la prolongarán los escritores del 14, muy especialmente Ramón Pérez de Ayala, que cultiva una novela intelectual (Belarmino y Apolonio), Gabriel Miró, que se acerca a la lírica con Nuestro padre San Daniel o El obispo leproso, el humorismo Wenceslao Fernández Flórez en El bosque animado y Ramón Gómez de la Serna, sin desistir aún en su afán de encontrar un punto de equilibrio entre el realismo y el experimentalismo aislador. El resultado es la creación de un corpus novelístico que conjuga el acceso a un público potencialmente amplio con una exigencia de valoración estética. Y eso sin que se diluya en su totalidad la marcada preocupación reformista y social. El clima cultural en el que surge la joven novelística del 27 se caracteriza por una actitud antirrealista y por un decidido afán experimental. Esta nueva narrativa se congregó en la serie Nova Novorum de la Revista de Occidente. Allí se fragua un tipo de relato que ensaya la incorporación a la narración 1. del estilo metafórico propio de la poesía, 2. del fragmentarismo en boga en las artes plásticas 3. de la visión dinámica aprendida en el cine. Se trata, por tanto, de una novela en la que la narración se libera de la dependencia de la historia, que rompe con la disposición lineal del tiempo, y que abre un amplio espacio para el distanciamiento irónico o humorístico. Toda la narrativa del 27 se puede ordenar en dos grandes vertientes: la novela lírico- intelectual (Benjamín Jarnés, Francisco Ayala, Pedro Salinas) y la humorística (Jardiel Poncela, Edgar Neville). Pese a la repercusión de las vanguardias, entre finales de la década de los 20 y 1935 surge una generación de narradores que, opuesta al arte deshumanizado, cultiva una novela realista y de finalidad social. Figura clave en esta evolución de la novela es José Díaz Fernández (El ídolo roto). Junto a él, son considerados precursores de la narrativa comprometida Joaquín Arderíus, Ramón J. Sender, Luisa Carnés Caballero, Andrés Carranque de Ríos, entre otros. El teatro anterior a 1936 A principios del siglo XX, el teatro español estaba anclado en una comedia de costumbres burguesas, conformista y complaciente, con un público formado por las clases medias. Hasta 1920 no se produce la renovación del teatro, que será llevada a cabo por Valle- Inclán y García Lorca. Durante estos años encontramos, por tanto, varias tendencias: Un teatro tradicionalista, del agrado del público que llena las salas de gente de clase media o burguesa. Es un teatro inmovilista, decadente y poco creativo. Distinguimos dentro de este teatro comercial, a su vez, tres tendencias: a) La comedia burguesa: el máximo representante fue Jacinto Benavente, premio Nobel en 1922. Modernizó la escena española acercando el teatro a la mentalidad de la época. Sus mejores obras fueron La malquerida y Los intereses creados, en la que censura amablemente el materialismo y la hipocresía de la sociedad. b) El teatro poético: se escribe en verso y destaca por su estilo retórico y la creación de ambientes exóticos del pasado medieval. Un ejemplo de ello son las obras de Eduardo Marquina (Las hijas del Cid, En Flandes se ha puesto el sol) o Echegaray. c) El teatro cómico, continuador del teatro del siglo anterior. Representada por los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, que reflejan la sociedad andaluza estereotipada (La malvaloca, El genio alegre), y Carlos Arniches (La señorita de Trévelez), que ambienta sus obras en la sociedad madrileña. Cabe mencionar la obra de Pedro Muñoz Seca, creador del "astracán", un subgénero teatral que pretende provocar la risotada mediante situaciones disparatadas. Destaca La venganza de don Mendo, burla de las convenciones del teatro clásico. Paralelamente se dan intentos de renovación dramática: por un lado, la de los autores del 98 ya mencionados anteriormente y, por otro lado, está Jacinto Grau con El señor de Pigmalión (1921); Sin embargo, la verdadera revolución teatral vino de la mano de Ramón Ma del Valle- Inclán y Federico García Lorca con lo que se conoce como TEATRO VANGUARDISTA. Este teatro experimental estuvo representado no sólo por estos dos autores tan importantes, sino también por Ramón Gómez de la Serna (Los medios seres), Azorín, con la trilogía Lo invisible (1928) o a Rafael Alberti, con El hombre deshabitado. VALLE-INCLÁN es un hombre de la generación del 98, de amplia producción literaria. Los críticos suelen hablar de varias etapas en su producción teatral: la del ciclo mítico, para obras ambientadas en una Galicia rural y supersticiosa, como sucede en Divinas palabras (1920); el ciclo de la farsa, obras donde se contrapone los sentimental y lo grotesco como Farsa infantil de la cabeza del dragón (1909); el ciclo del esperpento, como se manifiesta en Luces de bohemia, Los cuernos de don Friolera (1921), Las galas del difunto (1926) y La hija del capitán (1927). Los tres últimos reunidos con el título martes de carnaval. El lenguaje distorsionado, las situaciones absurdas, la deformación sistemática de la realidad, lo hiperbólico y la degradación de los personajes (cosificados, como "peleles") son las notas que caracterizan el nuevo subgénero teatral del "esperpento" creado por el autor. A través de él rechazará el realismo burgués del teatro anterior. Luces de bohemia (1920) es ejemplo de ello. Valle se inspira en los espejos cóncavos del madrileño callejón del Gato para ofrecer una visión deformada y crítica de la realidad de su tiempo. En el caso de FEDERICO GARCÍA LORCA, destacaremos, además de su valor como poeta de la generación del 27, sus farsas, dramas y tragedias. Todas las obras, unas veces en prosa y otras en verso, sobresalen por el uso de un lenguaje marcadamente poético y simbólico, que se desarrollan en el tema correspondiente a la generación del 27. Tema 3. EL NOVECENTISMO Y LA GENERACIÓN DEL 14: EL ENSAYO Y LA NOVELA NOVECESNTISTA. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ EL NOVECENTISMO O GENERACIÓN DEL 14: DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS. En España, esta etapa significa el relevo de modernistas y noventayochistas. Unas nuevas orientaciones ideológicas y estéticas dominan el panorama artístico. Son los años de la superación del modernismo: de la exquisitez sensorial de la poesía modernista se pasa a una literatura más reflexiva, más "intelectual". El novecentismo es un movimiento renovador que pretende crear un arte intelectual y racional, depurado de todo sentimentalismo romántico, del exceso de halagos modernistas y de la subjetividad irracionalista de los noventayochistas. Surge hacia 1910, cuando un grupo de jóvenes intelectuales liberales, sobre todo ensayistas, pretenden modernizar la sociedad y acercarla a Europa. Se les denomina también generación del 14 porque sus componentes adquieren madurez en torno a la Primera Guerra Mundial. Los rasgos generales que caracterizan al grupo son los siguientes: todos tienen una formación intelectual muy exigente (son universitarios; toman conciencia de su labor de intelectuales, como referentes nacionales para la modernización del país, desde su condición de escritores, pensadores o científicos (en ocasiones, como Azaña, desde los más altos cargos políticos); sienten una gran preocupación por la ciencia y la educación, como factores determinantes para transformar un país; son europeizantes: propugnan la modernización intelectual del país y su vinculación a la cultura europea; promueven el cultivo sereno y racional de la inteligencia y la cultura; se consideran una élite, una minoría hermanada universalmente en las labores intelectuales, científicas y artísticas. Como características del arte novecentista, podemos destacar las siguientes: - Se rechaza la estética decimonónica: se busca la depuración del sentimentalismo romántico, del objetivismo realista, de los excesos sensoriales del modernismo y del irracionalismo de los noventayochistas. - Se propone un arte puro, sereno, equilibrado, deshumanizado, intelectual: es un arte ajeno a la subjetividad y a la realidad. - La obra "bien hecha" es fruto de un trabajo esmerado y de una pulcritud intelectual sistemática, rigurosa y disciplinada (frente a la libre inspiración de otros movimientos). - El estilo se caracteriza por la preocupación formal. Es menos emocional y lírico. En literatura, se busca la depuración en el lenguaje: léxico selecto que refleje la esencia que el autor quiere transmitir. - Es un arte de minorías, construido desde y para la inteligencia. Esta nueva generación cultiva, fundamentalmente, el ensayo y la novela. Destacan en el grupo el pensador Ortega y Gasset, los escritores Pérez de Ayala y Gabriel Miró; en Cataluña, Eugenio d'Ors. En la lírica, la figura más destacada será Juan Ramón Jiménez. LA NOVELA (RAMÓN PÉREZ DE AYALA) Y EL ENSAYO (JOSÉ ORTEGA Y GASSET). Los narradores novecentistas abandonan la novela realista y experimentan nuevos caminos. Como características más relevantes de esta nueva novela podemos destacar las siguientes: - Fusión de lo narrativo y lo ensayístico: se supedita la acción a la reflexión - Lo argumental y sentimental ya no sustentan la narración, sino los elementos internos lingüísticos y estructurales. - El perspectivismo se impone al punto de vista único y omnisciente del narrador realista. - Preferencia, generalmente, por la vida urbana y moderna. - Estilo tendente a la digresión, con párrafos y periodos oracionales largos y complejos sintácticamente y un cierto retoricismo en el lenguaje. RAMÓN PÉREZ DE AYALA (1880-1962) es el gran representante de la compleja novela intelectual, Distinguimos varias etapas: - Novelas autobiográficas de su infancia y juventud: Tinieblas en las cumbres, A. M.D.G La pata de la raposa y Troteras y danzaderas. - Novelas de temas universales (el amor, el lenguaje, el donjuanismo y la honra), cercanas al ensayismo (Belarmino y Apolonio o Tigre Juan). Wenceslao Fernández Flórez representa la novela humorística: se trata de un humor crítico, intelectual para llevar a cabo la crítica social. Su mejor obra es El bosque animado. Benjamin Jarnés lleva a cabo la conocida como novela deshumanizada, forma novelística intelectual y compleja, de argumento mínimo y cuya finalidad es la meditación, reflexión. Como obras más destacadas citamos El profesor inútil y Locura y muerte de Nadie. Por último, Gabriel Miró sobresale en la denominada novela lírica, novela de sensibilidad y sensaciones: una hermosísima prosa de arte, de gran belleza formal y un lirismo depurado, de rico y preciso léxico, que desarrolla una escasa acción y da preferencia a las descripciones, sugeridoras de las sensaciones (luz, colores, olores, sabores, sonidos...), ambientes y paisajes de su tierra alicantina. Destacan sus obras Las cerezas del cementerio, Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso. En el ensayo novecentista predominan los planteamientos reflexivos y el tono objetivo, de forma que desaparecen la vehemencia y el subjetivismo. Los temas que tratan son muy variados (científicos, históricos, políticos y estéticos) y, con frecuencia, se publican como colaboraciones periodísticas, por ejemplo, las de José Ortega y Gasset y Eugenio D'Ors. JOSÉ ORTEGA Y GASSET (1833-1955). Se le considera el inspirador del grupo. Fundó la Revista de Occidente, que acoge las aportaciones artísticas y filosóficas más renovadoras. Escribió, sobre todo, ensayos de tema filosófico, pero su influencia cultural se debe a los que tratan sobre España y sobre estética. En sus reflexiones sobre España denuncia el aislamiento del país y se declara europeísta convencido. Destacan España invertebrada y La rebelión de las masas. En relación con la estética, destacan La deshumanización del arte e Ideas sobre la novela, ambas de 1925. Para Ortega, el arte nuevo se caracteriza por ser original, minoritario, antirromántico y antirrealista, deshumanizado e intranscendente. En la segunda, plantea una narrativa intelectual y deshumanizada. Eugenio D'Ors (1881-1945) fue el creador del término novecentismo. Como Ortega, fue un agitador cultural que influyó en la aceptación de las nuevas corrientes intelectuales y artísticas. Como periodista, fue muy conocido por las Glosas, breves artículos que responden a la mentalidad educadora novecentista. Otros ensayistas sobresalientes en esta generación son Salvador de Madariaga, Manuel Azaña (presidente de la República) y los historiadores Américo Castro, Gregorio Marañón y Claudio Sánchez Albornoz. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ La lírica novecentista representa el fin del modernismo; rechaza lo romántico y sentimental, y aspira a una perfección que sea fruto de la inteligencia. La labor de selección de temas y de lenguaje culmina en la poesía pura de JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (Premio Nobel de Literatura en 1956). Su obra poética resume los caminos recorridos por la poesía española: desde su inicial vinculación al modernismo hasta la creación final de una obra personalísima y diferente (dirigida "a la minoría, siempre"). Su obra poética está marcada por su total dedicación a la poesía y a la búsqueda incesante de la belleza. Su influencia fue decisiva en los años20 y posteriormente. En su trayectoria poética suelen distinguirse las siguientes etapas: - Etapa sensitiva o modernista (desde los inicios a 1915). Arias tristes y Jardines lejanos reflejan la influencia de Bécquer y de los simbolistas por el intimismo, la sencillez, la suave musicalidad y el tono melancólico. Los sentimientos de soledad, melancolía, el paso del tiempo y la muerte son los temas dominantes. - Etapa intelectual o de poesía pura (1916-1936) que nace con Diario de un poeta recién casado, compuesta a raíz de su boda en Nueva York. El poeta reniega de su etapa anterior y ahora su objetivo es desnudar el lenguaje de ornamentos y plasmar lo esencial, incorporando motivos externos al poeta, fundamentalmente el mar (símbolo de la vida, de su soledad y su gozo, del eterno tiempo presente, del deseo de intemporalidad). Abandona el sentimentalismo y toda herencia anterior, y pasa a emplear un lenguaje depurado. Es una poesía "desnuda", pues se elimina todo lo anecdótico para dejar paso a la concentración conceptual y emotiva: predominan los poemas breves, densos, en versos escuetos y preferentemente libres, sin rima o con leves asonancias. Resulta una poesía difícil, abstracta y metafísica. Llevado por su "sed de conocimiento", su palabra quiere ser un instrumento para penetrar en la realidad, en busca de una nueva "inteligencia". De aquí que el mismo calificara de "intelectual" esta etapa de su creación. Tras Diariode un poeta recién casado, que supone la ruptura definitiva con el Modernismo, el poeta escribe Eternidades, Piedra y cielo, Poesía, Belleza y La estación total. - Etapa suficiente o verdadera, escrita en el exilio a partir de 1936. Continúa su indagación poética en obras como El otro costado y Dios deseado y deseante. Su autoexigencia y ensimismamiento se acentúan. Los temas de esta poesía son muy pocos y, en esencia, se reducen a uno: el ansia de totalidad, de eternidad. Es una poesía hermetica de referencias panteístas (Dios está en la naturaleza; la naturaleza es Dios). Desde el punto de vista formal, se caracteriza por el uso de muchos neologismos y términos compuestos que complican el lenguaje, pero que resultan la única expresión apropiada para exteriorizar una experiencia religiosa, inefable. Se incluyen El otro costado (donde está "Espacio", poema que se ha considerado el resumen y cima de la creación poética) y Dios deseando y deseant.

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