Psicología Individual de Adler - Biografía y Teoría PDF
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Alfred Adler
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Este documento resume la vida y obra de Alfred Adler, incluyendo su biografía, teoría de la Psicología Individual, enfocada en el esfuerzo por superar la inferioridad hacia la superioridad y el interés social. Explora diferentes conceptos como la constelación familiar y los estilos de vida.
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C A P Í T U L O 4 ADLER Psicología individual Sinopsis del capítulo PSICOLOGÍA INDIVIDUAL El desarrollo de la personalidad...
C A P Í T U L O 4 ADLER Psicología individual Sinopsis del capítulo PSICOLOGÍA INDIVIDUAL El desarrollo de la personalidad Conducta de los padres Avance: Sinopsis de la teoría Constelación familiar de Adler Salud psicológica Esfuerzo desde la inferioridad hacia Interés social la superioridad Las tres tareas de la vida Inferioridad Finalismo ficticio Intervenciones basadas en la teoría de Adler La unidad de la personalidad Escuela Estilo de vida Terapia Estilos de vida errados y sanos Resumen 106 Capítulo 4 ADLER: Psicología individual Biografía de Alfred Adler ALFRED ADLER Alfred Adler nació en un suburbio de Viena (Penzing) en 1870; fue el segundo hijo de una familia de cuatro hombres y dos mujeres. Su papá fue un comerciante de cereales. Su familia tenía una buena situación económica y era una de las pocas familias judías del pueblo. En protesta contra el aislamiento del judaísmo ortodoxo, Alfred se convirtió al cristianismo. Cuando era niño, Alfred fue enfermizo y sufrió de raqui- tismo. Su más temprano recuerdo reportado fue a la edad de dos años, vendado de tal manera que apenas podía moverse, mientras que su hermano mayor deambulaba li- bre. Su niñez, dijo, fue triste por los grandes logros de su hermano mayor, contra quien Alfred compitió sin éxito. A la edad de cinco años escuchó a un médico decirle a su pa- dre que la neumonía de Alfred era tan seria que moriría; el tratamiento era inútil. Esto podría suceder puesto que su hermano menor, con quien compartía un cuarto, había muerto en cama dos años antes. Sin embargo, con la supervisión de un segundo médico, Alfred recibió tratamiento y se recuperó. Decidió convertirse en médico “a fin de superar la muerte y el temor a ella” (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 199). Además de esto, fue atropellado dos ve- ces cuando tenía cuatro o cinco años de edad. Con el tiempo, con el coraje que luego tuvo para estimular a sus pacientes, Adler superó sus dificultades físicas. Fue activo en los deportes y se volvió popular con sus compañeros de clase (pero no con su hermano mayor). También compensó sus desventajas tempranas en el área académica, especialmente en matemáticas, convirtiéndose, como Bottome (1947) dijo, en un “pro- digio de las matemáticas, solucionando los problemas tan rápidamente como se los ponían” (p. 28). A través de la vida, Adler amó la música, asistiendo a varios conciertos y cantando con una maravillosa voz de tenor que, algunos pensaron, lo hubiera llevado a ser un cantante de ópera. Adler se casó con una emigrante rusa, quien era miembro de la inteligencia y cuyas ideas eran por mucho más liberales que las de la Austria de aquel tiempo. Indudablemente ella influ- yó en Adler para que denunciara las restricciones de las actitudes tradicionales hacia las muje- res. Por ejemplo, Adler dirigió un estudio en el cual encontró que las mujeres exitosas con frecuencia tuvieron madres con carreras. Adler y su esposa, Raissa, procrearon cuatro hijos. Adler recibió su grado de médico de la Universidad de Viena en 1895. Empezó a practicar como oftalmólogo, para convertirse más tarde en médico general. Estaba interesado en la con- tribución de los factores psicológicos a la enfermedad y a su cura, pero no limitó su práctica a la psiquiatría sino hasta 1910, después de su rompimiento con Freud. Como médico general, el interés de su vida por el contexto social de la enfermedad se ejemplifica en su folleto “La salud de los sastres”, en el cual expuso las condiciones de trabajo que llevaban a tasas altas de enfer- medades en ese grupo ocupacional. Durante la Primera Guerra Mundial, Adler sirvió como mé- dico en el ejército austriaco, tratando las neurosis de guerra (más tarde llamadas neurosis causadas por bombardeo). Adler (como Jung) se impresionó por el libro de Freud sobre los sueños y lo defendió por escrito en contra de las críticas, aunque en ese tiempo no conocía personalmente a Freud. Éste respondió con gratitud. En 1902, Freud invitó a Adler a unirse a su grupo de discusión semanal, más tarde conocido como la Sociedad Psicoanalítica de Viena. Aunque Adler no fue psicoanali- zado por Freud o por alguien más, participó en estas discusiones. Se convirtió en el sucesor de Biografías ilustrativas 107 Freud como presidente del grupo en 1910 y coeditó su revista. Tomó muchos de los casos de Freud y fue su médico personal. En 1911, sin embargo, Freud rompió con Adler, incapaz de reconciliar las contribuciones teóricas de Adler con las suyas propias. Freud cuestionó la capacidad intelectual de Adler y lo acusó de fracasar en el reconocimiento de la importancia del inconsciente y, por tanto, errando fundamentalmente el punto del psicoanálisis. Adler, por su lado, consideró a Freud como un niño malcriado quien nunca había podido superar su autoindulgencia de la niñez y quien se aferraba a la autoridad como defensa. Adler tenía muchos seguidores. Cuando dejó el círculo de Freud, renunciando a la presidencia de la sociedad psicoanalítica en 1911, nueve de los 35 miembros se fueron con él. En 1912, es- tableció una asociación psicoanalítica independiente. La Sociedad de la Psicología Individual, y en 1914 fundó su propia revista. Adler estaba particularmente interesado en los problemas con los niños, incluidos la prevención de la delincuencia y las dificultades psicológicas debidas a las discapacidades físicas, educa- ción pobre por parte de los padres y problemas en la relación con los otros niños (Ansbacher, 1992). Estableció cerca de 50 clínicas de ayuda a niños en Viena y en otras partes de Europa. Se reporta que hacía empatía con gran éxito, aun en casos difíciles. Los cirujanos le pedían que calmara a sus jóvenes pacientes y era especialmente exitoso con los pacientes depresivos. Sin embargo, dirigió su mensaje más al público que a los expertos médicos y no le gustaban los es- tudios de investigación empíricos. Esta orientación popular le impidió su reconocimiento entre los académicos; sin embargo, fue eco de los que piden a los psicólogos que “dejen la psicolo- gía” (G. Miller, 1969) al público. Adler escribió mucho, publicando más de 300 artículos y libros (Dinkmeyer y Dinkmeyer, 1989). Su reputación se extendió internacionalmente y dio conferencias tanto en Estados Uni- dos como en Europa. Como muchos europeos durante los tiempos políticamente turbulentos anteriores a la Segunda Guerra Mundial, Adler se fue a Estados Unidos en 1935. Impartió clases en el Long Island College of Medicine. En 1937, a la edad de 67 años, murió de problemas car- díacos, sin haber tenido antecedentes y después de una edad adulta saludable, mientras daba una serie de conferencias en Escocia. Adler reconoció que su teoría resultó de sus propias experiencias de vida. Es fácil ver cómo un chico enfermo y diagnosticado como un caso terminal aspiraría a ser médico y describiría el vencimiento de los defectos físicos como una fuerza motivacional. Biografías ilustrativas La psicología individual de Adler ofrece perspectivas sobre la psicohistoria y la psicobiografía que, más que el psicoanálisis, reconocen la influencia mutua del individuo y la sociedad (Poz- zuto, 1982). Algunos análisis adlerianos ponen énfasis en el deseo por el poder, por ejemplo, en las vidas políticas de Winston Churchill (Rintala, 1984) y Gordon Liddy (T. D. Lewis, 1983). La biografía de Hellinga (1975) sobre Sir Henry Morton Stanley, el explorador que encontró al Doctor Livingstone en África y pronunció la bien conocida frase “Dr. Livingstone, ¿supongo?”, se enfocó en la inseguridad de Stanley y su meta de la aceptación y de la fama. Un psicobiógra- fo, analizando la personalidad del científico Francis Galton, se sorprendió de que la teoría con frecuencia desvalorada de Adler tuviera más que ofrecer que la teoría de Freud. Explicaba por qué el hombre que sufría de sentimientos de inferioridad desarrollaría una teoría científica so- bre la superioridad de la herencia, y por qué el hijo menor desarrollaría un estilo humorístico, aun en su serio trabajo científico (Fancher, 1998). 108 Capítulo 4 ADLER: Psicología individual La teoría de Adler, en contraste con las teorías de Freud y Jung, pone énfasis en la lucha cons- ciente de los individuos por mejorar sus vidas. Ofrece conceptos para comprender a la gente que, a través de un arduo trabajo, tiene éxito. ¿Qué hay con los que no lo intentan? En lugar de aceptar su carencia de esfuerzo como una consecuencia de las fuerzas más allá de su control conscien- te, la teoría de Adler hace responsables a estos individuos por sus decisiones erradas. Dos personalidades modernas que ilustran los conceptos de Adler son Donald Trump, quien se basó en el éxito de su padre para convertirse en un magnate multimillonario de los bienes raíces, y Tina Turner, quien superó las adversidades de la pobreza, un hogar destruido y del abuso físico para lograr el éxito como una cantante popular. Do n a l d Tr u m p Donald Trump se convirtió en multimillonario a través de un desarrollo emprendedor de los bienes raíces, al inicio en la ciudad de Nueva York. Además de sus ne- gocios de bienes raíces, Trump adquirió un equipo de fútbol, los New Jersey Generals. Se casó y después se di- vorció de una modelo de modas, Ivana, con quien tuvo tres hijos. Un subsecuente matrimonio con Marla Ma- ples también terminó en divorcio. Nacido en 1946, Donald fue el cuarto de cinco hi- jos. Fue el segundo hijo varón de un contratista quien acumuló riqueza al construir casas subsidiadas por el gobierno en las afueras de la ciudad de Nueva York. Su padre, aunque su oficina era sencilla y estaba en un humilde vecindario, tenía una limusina y un negocio millonario que había empezado él mismo. Pocos hijos podían esperar sobrepasar a tal padre. La lucha de Trump a lo largo de su carrera fue diri- gida hacia la construcción de proyectos ambiciosos, más elegantes que los desarrollos residenciales de su padre. Construyó edificios de oficinas, departamen- tos, un casino y mucho más. Demandaba excelencia: mano de obra de alta calidad, término a tiempo y den- tro del presupuesto. Trump con frecuencia caracterizó su nombre prominentemente en sus edificios: Torre Trump, Plaza Trump, Parque Trump, etc. Durante un proyecto Trump (1987) reconoció su éxito en parte a su “en- de rehabilitación, tenía un cartel con el nombre Trump foque total”, el cual describió como “casi... una neuro- sobre la Gran Terminal Central; era visible en la mitad sis controlada, la cual es una cualidad que he notado del área de Manhattan, creando la especulación de en muchos empresarios muy exitosos” (p. 47). Dijo que Trump estaba rehaciendo la propia estación del que no apostaba, pero que tomaba riesgos calculados tren. Trump extendió su experiencia en construcción a y que no fumaba ni bebía. Dijo que confiaba mucho un proyecto de la ciudad de Nueva York, para ver- en su intuición, su reacción instintiva para un posible güenza de los funcionarios de la ciudad. La ciudad de compromiso. Sostenía no estar motivado por el dinero Nueva York tenía un registro continuo de retrasos, tra- mismo, “excepto como una manera de seguir anotando” bajos mal elaborados y costos sumamente altos para (p. 63). De tal manera que, cuando su inteligencia y su reparar una pista externa de patinaje sobre hielo, arduo trabajo se combinaban con un clima económico Wollman Rink, en el Parque Central. Trump se ofreció favorable, lo hacían un ganador. No obstante, cuan- voluntariamente para tomar el proyecto y terminar la do el mercado de bienes raíces tambaleó, la situación renovación con rapidez y dentro del presupuesto. se tornó en su contra. Psicología individual 109 Tina Tu r n e r Tina Turner, una famosa cantante de ritmo y de blues, grabó éxitos como “A Fool in Love”, “Honky Tonk Wo- men” y Nutbush City Limits”. Como muchas superestre- llas, en su vida personal hubo momentos humildes y dolorosos antes de que fuera famosa. Nació como Anna Mae Bullock en 1939. Creció en el pequeño pueblo de Nut Bush, Tennessee, oficial- mente segregada de los blancos debido a su herencia negra y de indígena americano. Sus padres pelea- ban, tanto de manera verbal como físicamente. Desde los tres años de edad, cuando sus padres se separa- ron, Turner creció con parientes por etapas. Dio a luz un hijo ilegítimo justo después de su graduación de preparatoria y un segundo hijo después cuando tenía 20 años. El padre de su segundo hijo era Ike Turner, un exitoso músico de rock quien la había llevado a su grupo y que luego la incluyó entre sus muchas aman- tes. Conforme su carrera como cantante tenía más éxito, Ike Turner grababa y viajaba con ella (con la desapro- bación de su esposa), se cambió el nombre al de “Tina Turner”, y luego se casó con él. ¿Cómo pudo una niña pobre, de raza mezclada, El matrimonio de Ike y Tina Turner tuvo problemas insegura, de una familia separada alcanzar el estrella- por la infidelidad y el abuso de él. La golpeaba fre- to? ¿Por qué se casó con Ike Turner aunque tuviera dudas cuentemente, dejándole moretones y heridas visibles. y se quedó con él a pesar de las repetidas palizas? Ella trató de suicidarse una vez, con una sobredosis de Aunque la teoría de Adler reconoce el papel esencial valium. Finalmente, dejó a su marido; pero ella ya no de la elección y del libre albedrío al determinar el cur- tenía dinero, dependía de la buena voluntad de los so de la vida, él ofrece conceptos que nos ayudan a amigos y de la asistencia social hasta que su carrera entender la historia de éxito de Tina Turner. como solista despegó. Ps i c o l o g í a individual Alfred Adler fue uno de los primeros y de mayor influencia que disentían del círculo interno de los primeros psicoanalistas. A diferencia de Freud, quien ponía énfasis en los conflictos univer- sales que toda la gente experimenta, Adler enfocó su atención en que cada persona es única. Llamó a su teoría psicología individual. Sus ideas han influido tanto en otros psicoanalistas, incluidos a Karen Horney, Erich Fromm y Harry Stack Sullivan, que quizá debieron llamarse neo-adleria- nos en lugar de neo-freudianos (Wittels, 1939). Incluso Freud fue influido. Tomó prestadas muchas de las ideas adlerianas, aunque con frecuencia las llamaba con un nuevo nombre: mecanismos de defensa (de las tendencias de salvaguarda de Adler), yo-ideal (del sí mismo-ideal de Adler) y superyó (de contra-ficción de Adler) (Ansbacher y Ansbacher, 1956, pp. 21-22). Las discusiones de Adler sobre la protesta masculina contribuyeron al postulado de Freud sobre el complejo de Edipo. 110 Capítulo 4 ADLER: Psicología individual Adler sostuvo que la gente debe ser entendida desde una perspectiva social, no biológica. Se opuso al énfasis exclusivo de Freud sobre el sexo como una fuente de energía y afirmó que cualquier método determinístico que no considere las metas individuales está incompleto y no puede proporcionar una terapia efectiva. Sus enfoques presentan un reto para desarrollar una teoría consistente con el determinismo (Christopher y Leak, 1982). El énfasis de Adler sobre la tendencia innata hacia el interés social y sobre el enfoque holístico de la personalidad es un precursor histórico del concepto humanístico de los psicólogos sobre la autorrealización (Runyon, 1984). Su énfasis en el crecimiento y el libre albedrío es una fuerza opositora a la actitud determinista de Freud. Podemos decir que Adler defendió el papel del alma o del sí mismo en la teoría psicológica (cf. Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 62; Weiss-Rosmarin, 1958/1990). A lo largo de la historia subsecuente de la teoría de la personalidad, la influencia de Adler es clara. Su énfasis en toda la persona se refleja en el trabajo de Allport, Maslow y Rogers. Su aten- ción al contexto social se repite en el trabajo de Horney y en los psicólogos sociales modernos. Algunos conceptos adlerianos se han vuelto tan populares que se parecen más al sentido común que a la teoría psicológica (por ejemplo, el complejo de inferioridad). AVANCE: SINOPSIS DE LA TEORÍA DE ADLER La teoría de Adler tiene implicaciones en las principales preguntas teóricas, como se presentan en la tabla 4.1. ESFUERZO DESDE LA INFERIORIDAD HACIA LA SUPERIORIDAD El motivo fundamental de la teoría de Adler es el esfuerzo sin fin para moverse a una mejor ma- nera de vivir. La lucha toma diferentes formas para diferentes personas y parece imposible pa- ra algunos, los que se resignan a la derrota. Inferioridad Casi todo mundo ha oído el término complejo de inferioridad, el cual describe el ser embarga- do por un sentimiento de carencia de valor. Este concepto fue desarrollado y popularizado por Alfred Adler, aunque él pudiera no haber originado este término en particular (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 256). Para Adler, la motivación básica humana es esforzarse “desde una si- tuación sentida como menor, hacia una situación mayor, de un sentimiento de inferioridad hacia la superioridad, perfección, totalidad” (p. 1). Éste es un proceso disparado por la insatisfacción de lo “sentido como menor”. LAS IDEAS EVOLUTIVAS DE ADLER ACERCA DEL ESFUERZO POR MEJORAR ¿Qué es este “sentimiento de menos”? Toda la gente empieza la vida como lactante. Se sienten inferiores y desamparados debido a que su supervivencia depende de los demás. Con el desa- rrollo, el sentido de cada persona de lo que es negativo y lo que podría ser más positivo emer- ge de una manera única y personal. La terminología de Adler cambió conforme él desarrollaba su teoría con los años, aferrándose a entender este proceso. Estas cinco etapas del pensamien- to de Adler son más o menos sinónimas, conforme se esforzaba por describir el desarrollo de la personalidad con más precisión, culminando en su descripción final: esfuerzo por lograr la per- fección. Esfuerzo desde la inferioridad hacia la superioridad 111 Tabla 4.1 Sinopsis de la teoría de Adler Diferencias individuales Los individuos difieren en sus metas y en cómo tratan de lo- grarlas, su “estilo de vida”. Adaptación y ajuste La salud involucra el amor, el trabajo y la interacción social y es la responsabilidad de cada individuo. El interés social, en lugar de egoísmo, se requiere para la salud. Procesos cognoscitivos La experiencia consciente y el pensamiento son importantes y generalmente confiables. Sociedad La sociedad influye en la gente a través de los roles sociales, incluidos los roles sexuales. Las escuelas son especialmente in- fluyentes. Influencias biológicas La inferioridad del órgano proporciona la dirección del desa- rrollo de la personalidad conforme el individuo trata de com- pensar la inferioridad. Desarrollo del niño Los padres tienen una influencia importante en los niños y se pueden enseñar mejores técnicas a los padres. Se proporcionan guías extensas para la crianza de los niños, especialmente los cuidados para evitar consentirlos. Las relaciones con los herma- nos son importantes; el orden al nacer afecta la personalidad. Desarrollo del adulto A lo largo de la vida, la gente crea sus propias personalidades a través de la búsqueda de metas. La inferioridad del órgano Al principio, influido por su práctica médica, Adler (1923/1929) se refirió a la inferioridad del órgano como la fuente del sentimiento de menos. Las inferiorida- des heredades intensifican “el sentir normal de la debilidad y la impotencia” que todos los ni- ños experimentan (p. 18). Una persona con extremidades débiles (como Adler mismo, que había sufrido de raquitismo) considera a sus piernas como inferiores. Un niño con problemas de audición se sentiría inferior en capacidad auditiva. La pubertad tardía puede también ser una fuente de este sentido de inferioridad del órgano, llevando a la noción de que uno siempre permanecerá como niño (1921/1927, p. 72). Es la experiencia subjetiva la que es importante al determinar el sentido de inferioridad. El lactante hace las comparaciones con otros niños y las demandas de su mundo social. La socia- lización severa y las demandas ambientales pueden producir un sentimiento de inferioridad que podría evitarse, dada la misma condición física, en un ambiente más benigno. El órgano débil puede convertirse en la base de un desajuste neurótico, en el cual la perso- na explota la deficiencia física como una excusa para evitar las tareas de la vida. Los niños físi- camente discapacitados enfrentan este peligro psicológico. Se requiere de un padre o un maestro con habilidades particulares, como Anne Sullivan (la maestra inspiradora de Helen Ke- ller), para ayudar a ese niño a vivir con más valentía. Sin embargo, en un ajuste saludable el niño se esfuerza por compensar el órgano inferior. Adler (1926/1988c) sugirió que los niños con oídos defectuosos pueden compensar esa defi- ciencia con el desarrollo de una capacidad musical, como Beethoven, quien siendo adulto se quedó completamente sordo. Las últimas investigaciones revelan que la gente con deficiencias visuales de color o auditivas compensan estas inferioridades de órgano, confirmando la teoría de Adler (Overton, 1958). Por supuesto, no todo aquel que tenga un órgano deficiente, es capaz de compensarlo de manera exitosa. No obstante, el intento por hacerlo dirige la motivación. Si fracasa la compen- sación, el individuo puede desarrollar un sentido de incapacidad que el de inferioridad no pue- de superar, por ende, un complejo de inferioridad. 112 Capítulo 4 ADLER: Psicología individual Impulso agresivo El segundo término que Adler empleó para este proceso, conforme evolu- cionó su teoría, fue el impulso agresivo. El esfuerzo hacia el sentimiento más alto puede to- mar la forma de pelear o crueldad, o puede ser expresado en una forma más socializada como competencia atlética u otro esfuerzo para dominar, incluida la política. Es en este sentido que hablamos de los “deportes agresivos” o una “campaña agresiva” o incluso un “acuerdo de ne- gocios agresivo”. Conscientemente, el impulso agresivo puede ser experimentado como enojo. Protesta masculina En la tercera etapa de su pensamiento, Adler se refirió a la protesta masculina, una afirmación de la masculinidad que implica una mayor competencia, superiori- dad y control. Tales rasgos como agresividad y actividad son vistos como masculinos, donde la sumisión y la obediencia son femeninos. Adler notó que los roles sexuales tradicionales en la cul- tura, los cuales dan a las mujeres una posición subordinada, contribuyen a experimentar la pro- testa masculina. No aceptó los roles sexuales de su cultura como ideal ya que tienen efectos adversos sobre ambos sexos (Adler, 1917/1988a). Escribió críticamente sobre “el mal principal de nuestra cultura, el exceso de preeminencia de la masculinidad” (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 55). La crítica de Adler sobre los roles sexuales tradicionales le han ganado la etiqueta de “la primera feminista” (Stein y Edwards, 1998). Las mujeres, como los hombres, son motivadas por la protesta masculina conforme se es- fuerzan en contra de las restricciones del menos valorado socialmente papel de la mujer. Pue- den resultar problemas físicos, incluidos dificultades menstruales, dificultades con el embarazo y el dar a luz, y desórdenes sexuales. O la protesta masculina puede llevar a las mujeres a estar orientadas hacia una carrera, a casarse tarde o no hacerlo, tener pocos hijos, convertirse en les- bianas o convertirse en monjas como un rechazo a su rol femenino. A pesar de los juicios implí- citos en estos “síntomas”, Adler (1978, p. 35) advirtió al terapeuta que “no lleve sus propios juicios de valor acerca de los rasgos masculinos y femeninos al análisis”. Lucha por la superioridad En otra etapa del pensamiento, Adler habló de la lucha por la superioridad. No quería decir ser una eminencia, sino el automejoramiento. Quiso decir lucha para lograr lo mejor de la persona de uno, en lugar de luchar por ser mejor que los demás. Esfuerzo por lograr la perfección El último término que Adler empleó para el proceso es el esfuerzo por lograr la perfección. Quizá más que ninguno de los anteriores términos, éste tie- ne la connotación de un proceso de crecimiento inherente dentro del individuo. Se refiere al esfuerzo por mejorar lo que es real, en contraste con el perfeccionamiento neurótico (Lazars- feld, 1991). Los teóricos posteriores, Rogers y Maslow (véanse los capítulos 13 y 14), describieron un proceso que se oye algo similar a la motivación básica de Adler. La llamaron autorrealización. COMPLEJO DE INFERIORIDAD Cuando el proceso de crecimiento se estanca, una persona puede caer víctima de un comple- jo de inferioridad. En este caso, la situación de sentirse menos es demasiado poderosa como para ser superada y la persona acepta un exagerado sentido de inferioridad como una precisa autodescripción. Todos los neuróticos tienen un complejo de inferioridad, de acuerdo con Adler. Aun la gente no neurótica tiene sentimientos de inferioridad; pero solamente en su forma exa- gerada, cuando sobrepasan los intentos de moverse hacia el sentimiento más alto y estancan el crecimiento, se dice que tienen un complejo. Este sentido exagerado de inferioridad puede re- sultar de discapacidades físicas, dinámica familiar o influencias de la sociedad que son abruma- doras (Stein y Edwards, 1998). COMPLEJO DE SUPERIORIDAD Algunos neuróticos reprimen sus sentimientos de inferioridad y se creen a sí mismos mejores que los demás. Este resultado es denominado complejo de superioridad. Debido a que en- La unidad de la personalidad 113 mascara un sentido de inferioridad, no es saludable. La gente con este complejo de superiori- dad se comporta de manera arrogante; exageran sus logros, los cuales pueden ser intelectuales, atléticos o emocionales, dependiendo de las fortalezas únicas del individuo. Pueden adoptar un comportamiento idiosincrásico que los separa de los demás. Adler sugiere que las asevera- ciones de poderes telepáticos pudieran surgir de un complejo de superioridad. Un exagerado sentido de superioridad de alguien sobre las demás razas y nacionalidades es otra forma de complejo de superioridad. Finalismo ficticio Como se describió en el capítulo 2, Freud estaba comprometido con la suposición científica del determinismo aun en el ámbito psicológico. Esta suposición llevó a una teoría que trataba a los humanos como productos pasivos de varias fuerzas, principalmente biológicas. En contraste, Adler vio a los individuos como causas en lugar de efectos. Sostenía que la personalidad es creativa. La gente toma opciones y determina su propio destino en la vida. Los factores exter- nos presentan los retos y las opciones, pero no determinan completamente los resultados. Uti- lizando una frase de Adler que contiene este enfoque, la persona es un sí mismo creativo que está tratando de descubrir o crear experiencias que llevan a la realización. Para Adler, cada per- sona es “el artista de su propia personalidad” (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 177). En su propia vida, cada persona imagina una situación mejor que la presente. Esta situación ideal es diferente para cada persona. Es una imagen de la realización de la que carece en el mo- mento actual: un cuerpo saludable, si la persona está enferma; una fortuna, si la persona se siente restringida por la carencia de dinero; admiración, si la persona no se siente apreciada; etc. Los médicos, de acuerdo con Adler, con frecuencia están compensando algo de sus experien- cias tempranas con la muerte, tratando de superarla a través de sus carreras. Otros están dirigidos por un “complejo de redentor”, tratando (no necesariamente en forma consciente) de salvar a alguien, tal vez mediante la medicina o el ministerio. A esta meta imaginaria, el estado futuro deseado, Adler la llamó finalismo ficticio del indi- viduo. (Adler dio crédito de este término al filósofo Hans Vaihinger.) El finalismo ficticio es la imagen individual de la meta, una experiencia subjetiva en lugar de una realidad objetiva. Da la dirección al esfuerzo de un individuo. La gente por lo común no tiene una idea clara y completa del finalismo ficticio que la dirige. La meta es una “imagen borrosa”, parcialmente conocida y parcialmente desconocida. La parte desconocida de la meta constituye el inconsciente. (Obviamente es por mucho un inconsciente diferente del de Freud, el cual ponía énfasis en el pasado en lugar del futuro.) A lo largo de la vida, la dirección general del esfuerzo permanece, pero un entendimiento de la meta puede cambiar. Mientras que una persona sana modifica la meta, un neurótico puede tener tal finalis- mo ficticio inflexible que su comportamiento no es adaptativo. Puesto que la motivación fundamental del individuo es impulsada hacia el finalismo ficticio, una persona no puede ser entendida sin conocer su única meta. Una vez que es entendida, ex- plica la consistencia de la lucha de la persona. LA UNIDAD DE LA PERSONALIDAD Adler (1937/1982b, 1932/1988b) puso énfasis en la unidad de la personalidad. Antes de sepa- rarse de Freud, explicó esta unidad como el resultado de una “confluencia de impulsos”. Con- forme su teoría evolucionó, abandonó el modelo del impulso y describió la personalidad como sostenida por el finalismo ficticio y el estilo único de vida. El énfasis en la unidad contrasta con la descripción de Freud sobre el conflicto dentro de la personalidad. De acuerdo con Freud, la unidad es la fachada creada por el mecanismo de de- 114 Capítulo 4 ADLER: Psicología individual fensa de la sobrecompensación; enmascara los conflictos profundos dentro de la personalidad. De acuerdo con Freud, Adler no entendía la importancia de la represión y el inconsciente. Sim- plemente, perdió el punto de la revolución psicoanalítica. Adler rechazó la idea de un conflicto entre el consciente y el inconsciente como “una división artificial... que tiene su origen en el fa- natismo psicoanalítico” (Adler, 1936/1964, p. 93). Creyó que el consciente y el inconsciente trabajan juntos con más frecuencia de lo que están en conflicto (Ansbacher, 1982). Estilo de vida Las metas de una persona se dirigen a un estilo de vida único. El estilo de vida empieza como un proceso compensatorio, intentando cubrir una inferioridad particular. Lleva a la consistencia de la personalidad conforme la persona compensa, incluso sobrecompensa, esta inferioridad. Además de la meta, el estilo de vida incluye los conceptos individuales acerca del sí mismo y el mundo y su manera única de esforzarse hacia la meta personal en ese mundo. Algunas perso- nas adoptan estilos antisociales de vida, engañando y buscando agresivamente su propia satis- facción; otros son cooperativos y trabajan arduamente. PRIMEROS RECUERDOS El estilo de vida de una persona, de acuerdo con Adler, se establece a la edad de los cuatro o cinco años. En esto está de acuerdo con Freud acerca de la importancia de la experiencia tem- prana para determinar la personalidad. Una clave para identificar el estilo de vida es el primer recuerdo de una persona, el cual, en promedio, data desde los tres años y medio (Mullen, 1994). Pocas personas pueden recordar eventos antes de los tres años y, para mucha gente, na- da se recuerda hasta los seis o siete años de edad. Los primeros recuerdos con frecuencia son erróneos y los adultos parecen confusos sobre lo que verdaderamente recuerdan y lo que se les ha dicho acerca del pasado (Eacott y Crawley, 1998). Los eventos que ocurren muy temprano en la vida no se recuerdan años después, aun si los pudieran reportar unas pocas semanas des- pués (como en un estudio sobre la alarma de incendios en una escuela primaria), presumible- mente debido a los cambios en el proceso cognoscitivo (Pillemer, Picariello y Pruett, 1994), o el autoconcepto (Howe y Courage, 1993), o quizá debido a que el hipocampo, en el cerebro, no ha madurado lo suficiente como para permitir que se desarrollen los recuerdos permanentes (Nadel y Zola-Morgan, 1984). Los investigadores pueden evaluar la memoria al observar si un niño interactúa con objetos de manera diferente, habiendo interactuado con ellos en el pasado, que cuando el objeto es experimentado por primera vez. Si el comportamiento ha cambiado, por ejemplo, al hacer movimientos hacia una parte del objeto de juego que en el pasado produjo eventos interesantes cuando se le manipulaba, existe recuerdo. Empleando este método, los in- vestigadores informan que, aun a la edad de uno o dos años, los niños recuerdan los eventos en sus vidas durante semanas o incluso meses. Este recuerdo, sin embargo, no está en la forma en que un niño mayor y los adultos pueden manejar historias narrativas expresadas en palabras, de manera que no es por lo general accesible a que el adulto lo recuerde (Bauer, 1996). Conforme los investigadores desarrollan un mejor entendimiento de los sistemas de la memoria, expan- diendo lo que ya conocían acerca de la distinción entre la memoria de los eventos (memoria episódica) y la memoria que está estrechamente ligada al lenguaje (memoria semántica), ve- mos que los recuerdos de la niñez son selectivos (Wheeler, Stuss y Tulving, 1997). El primer recuerdo permanece ya que la persona lo ha pensado repetidamente a lo largo de los años y captura lo que ha sido subjetivamente importante para ella. La clave para la impor- tancia de este primer recuerdo no son los hechos objetivos recordados sino la importancia psi- cológica de la memoria temprana del individuo. Los investigadores sugieren que los primeros recuerdos están influidos por hablar con adultos acerca de los eventos. Esto ocurre más a me- nudo con los primogénitos y con las niñas, lo que hace que sus primeros recuerdos se den más temprano (Mullen, 1994). Mary Mullen también informa que los caucásicos reportan en prome- La unidad de la personalidad 115 dio más recuerdos tempranos que los asiáticos, interpretando esta diferencia como el resultado de un mayor énfasis en la individualidad de la cultura occidental que en la de la asiática. La in- vestigación apoya esta diferencia cultural más directamente al pedirles a niños y niñas de cua- tro a seis años de China, Corea y Estados Unidos que hablen de sus vidas. En comparación con los países asiáticos, los niños estadounidenses se mencionan a sí mismos y a sus sentimientos con más frecuencia en estos recuerdos (Han, Leichtman y Wang, 1998). Adler consideró los informes de pacientes de eventos tempranos increíbles, tales como los recuerdos de su nacimiento y cuidado materno en la infancia temprana, como sospechosos pe- ro psicológicamente reveladores. Adler mismo reportó un recuerdo temprano erróneo. Recor- dó que, cuando era niño, corría a través del cementerio para superar su miedo a la muerte. El recuerdo debe haber sido impreciso, pues no había un cementerio en el lugar que él describe. Sin embargo, el recuerdo falso es una pista importante para los esfuerzos propios de Adler por superar la muerte (Bruhn, 1992a; Monte, 1980). Adler dijo que los “recuerdos representan la ‘Historia de mi vida’ de una persona; una histo- ria que se repite a sí misma para advertirle o confortarla, para mantenerla centrada en su meta y para prepararla mediante las experiencias pasadas, de manera que se encuentre en el futuro con un estilo de acción ya probado” (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 351). Los recuerdos son la clave de un estilo de vida. Los recuerdos de accidentes pueden sugerir un estilo de vida ba- sado en evitar el peligro. Los recuerdos de nuestra madre pueden sugerir temas que tienen que ver con su cuidado o la carencia de éste. Los recuerdos del primer día de clases pueden sugerir “la gran impresión producida por las nuevas situaciones” (p. 354). Adler dijo que siempre incluiría preguntas de los primeros recuerdos en un análisis de per- sonalidad. La gente está dispuesta a informarlos ya que no se da cuenta de cuánto le revelan a un psicólogo. Cualquier recuerdo temprano, aun si no son los primeros recuerdos, son pistas valiosas del estilo único de vida de una persona. Los recuerdos tempranos son constantemente evaluados en la terapia adleriana y son útiles con los pacientes de todas las edades, incluyendo los ancianos (Sweeny y Myers, 1986). Arnold Bruhn (1992a) desarrolló un método para interpretar los recuerdos tempranos estableciendo brevemente la estructura esencial del recuerdo, por tanto reestableciendo los recuerdos par- ticulares de una forma general para resaltar sus significados para nuestra vida actual. Por ejem- plo, un recuerdo de huir de sus compañeros de juego después de caer de alguno de los juegos del parque es declarado de manera más general: “Cuando encuentro dificultades con una tarea de logro... me retiro” (Bruhn, 1992b, p. 327). Los pacientes psiquiátricos (todos hombres) que habían cometido crímenes reportaron más recuerdos tempranos de abuso y agresión que los pacien- tes psiquiátricos no peligrosos. Los que recordaron un abuso psicológico temprano eran 14 veces más proclives a estar en un grupo peligroso que en un grupo no peligroso (Tobey y Bruhn, 1992). Los recuerdos tempranos están significativamente relacionados con el interés vocacional y la elección vocacional (Elliott, Amerikaner y Swank, 1987), con la delincuencia (Davidow y Bruhn, 1990) y criminalidad (Hankoff, 1987), y la depresión (Acklin, Sauer, Alexander y Dugo- ni, 1989; Allers, White y Hornbuckle, 1990). Las correlaciones con varias escalas clínicas —in- cluidos el inventario multifásico de la personalidad de Minnesota (MMPI, por sus siglas en inglés) y la lista de verificación de síntomas 90, revisada, confirman la hipótesis de que los re- cuerdos tempranos expresan “paradigmas de relación” y por tanto pueden reflejar ajuste o de- sajuste (Acklin, Bibb, Boyer y Jain, 1991). Estilos de vida errados y sanos El estilo de vida de una persona es único. A Adler no le gustaba la práctica de presentar tipolo- gías ya que ignoraban la singularidad de cada individuo. Para propósitos de la enseñanza, sin embargo, describió cuatro tipos diferentes (Adler, 1935/1982a), incluidos tres estilos de vida “errados” (o enfermos) y uno que era el recomendado. Su intento no fue clasificar a la gente si- no hacer más fácil la comprensión de este concepto; por tanto, deberíamos darnos cuenta de 116 Capítulo 4 ADLER: Psicología individual que estas categorías son solamente indicaciones burdas de los muchos estilos de vida que la gente adopta. ESTILOS DE VIDA ERRADOS No todos los estilos de vida son igualmente deseables. A veces, temprano en la vida, la gente desarrolla estrategias para mejorar sus situaciones que son, en el largo plazo, adaptativamen- te malas. Por ejemplo, un niño puede volverse sobredependiente de sus padres o superrebel- de. Adler se refirió a éstos como “estilos de vida errados”. Hizo una lista de varios tipos, los que examinaremos aquí. Tipo gobernante Los tipos gobernante buscan dominar a los demás. Pueden confrontar ac- tivamente los problemas de la vida de una manera egoísta, volverse “delincuentes, tiranos, sá- dicos” (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 168). Adler (1998) describió, por ejemplo, a una niña de escuela que actuó sarcásticamente y de manera arrogante hacia sus compañeros, buscando satisfacción en ello, ya que era incapaz de hacer su tarea. O, si son menos activos, los tipos go- bernante pueden atacar a otros de manera indirecta a través del suicidio, la adicción a las drogas o al alcoholismo, de acuerdo con Adler. No toda la gente de este tipo es despreciable. Algunos, con talento y arduo trabajo, tienen grandes logros, pero son vacíos y supercompetitivos. Pue- den expresar su sentido de la superioridad sobre los demás al hacerlos menos, una tendencia que Adler (1921/1927, p. 161) llamó el complejo despreciativo. Tipo de quien consigue Los tipos de quien consigue se apoyan en los demás. Son depen- dientes. Adoptan una actitud pasiva en lugar de activa hacia la vida y pueden volverse depresi- vos. Adler dijo que las mujeres y los niños consentidos están sujetos a presiones ambientales que alientan este estilo neurótico, pero es siempre la opción del individuo, en lugar de las cir- cunstancias externas, lo que determina el estilo de vida. Tipo evasivo Los tipos evasivo no tratan de manejar los problemas, por tanto evitan la posi- bilidad de la derrota. La agorafobia, un temor irracional que confina a la gente en sus casas, es una forma de este estilo mal adaptado de vida. Los tipos evasivo tienden a estar aislados y pue- den parecerles a los demás como fríos. Esta apariencia externa esconde una fundamental, pero frágil, creencia de superioridad. Todas las clases, grupos religiosos y naciones pueden adoptar este estilo, el cual obstaculiza el progreso de la civilización (Adler, 1921/1927, p. 186). EL ESTILO SANO DE VIDA: EL TIPO SOCIALMENTE ÚTIL Si el estilo de vida es adaptativo, Adler se refirió a él como el tipo socialmente útil. Para ser caracterizado así, una persona debe actuar de formas benéficas para los demás. Esto no necesa- riamente implica productividad económica o actos considerados por lo general altruistas. Adler incluyó a los artistas y poetas como gente que “sirve a una función social más que a nadie. Nos han enseñado cómo ver, cómo pensar y cómo sentir” (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 153). Esta gente tiene un sentido bien desarrollado de “interés social”, el cual se describe en una sección posterior de este capítulo. Además, tiene un sentido del control interno (Minton, 1968), una acti- tud que es especialmente importante en las teorías del aprendizaje social cognoscitivo de Rotter, Mischel y Bandura. La investigación longitudinal confirma el pronóstico de Adler de que el estilo de vida es con- sistente desde la niñez hasta la adultez (Pulkkinen, 1992). La identificación del estilo de vida en la niñez es particularmente importante debido a que la intervención puede prevenir patrones no deseables de resistirse al cambio (Ansbacher, 1988). El desarrollo de la personalidad 117 EL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD Aunque Adler dijo que cada persona era completamente responsable por sus propias decisio- nes en la vida, reconoció que las circunstancias pudieran inclinar a la gente hacia estilos de vi- da deseables o indeseables. Fue crítico de los roles sexuales restrictivos (especialmente para las mujeres), de las orientaciones beligerantes en el gobierno y de la pobreza y las condiciones ad- versas de vida. Estos factores sociales impiden el desarrollo de un estilo de vida psicológica- mente sano. Debido a que el estilo de vida se desarrolla tempranamente, la familia es una influencia particularmente importante. Adler, como Freud, describió las relaciones con los pa- dres. Además, consideró el impacto de los hermanos en el desarrollo de la personalidad. Conducta de los padres El niño empieza la vida en un estado desvalido. Los padres pueden ayudar u obstaculizar el de- sarrollo de un estilo de vida sano para compensar por este fundamental sentimiento de menos. Pueden ayudar a prevenir la neurosis al proteger al niño de las tareas muy difíciles de cumplir de manera exitosa y al asegurarse de que las tareas apropiadas estén disponibles. Los padres cometen errores si tratan de hacer que sus niños sean siempre superiores a los demás, más sím- bolos del valor de los padres que del de los individuos por derecho propio. La madre, en particular, influye en el desarrollo del sentimiento social, la actitud cooperativa que distingue los estilos de vida sanos de los enfermos. El padre, tradicionalmente la autoridad en la familia, enseña al niño sobre el poder y su expresión egoísta o socialmente responsable. (Adler, como Freud, desarrolló su teoría en el contexto de la familia nuclear tradicional de dos padres.) Sin embargo, la madre por lo regular pasa más tiempo con los niños y la investigación sugiere que el comportamiento maternal está más estrechamente unido con el comportamiento agresivo y problemático de los niños (Rothbaum y Weisz, 1994). Dreikurs y Soltz (1964) han resumido los consejos de Adler para criar niños sanos (véase la tabla 4.2). EL NIÑO CONSENTIDO Algunos de los puntos más críticos de Adler fueron dirigidos hacia el consentir de los padres. Los niños que son tratados con indulgencia en demasía llegan a esperar que los demás abastez- can sus necesidades. Son, en una palabra, niños malcriados. Por último, debido a que el mun- do real es mucho menos indulgente de lo que ellos llegan a demandar, no serán amados. Adler criticó la teoría freudiana como la construcción de un niño consentido. ¿Quién sino un niño Tabla 4.2 Consejo para criar niños sanos, derivado del enfoque de Adler Aliente al niño, en lugar de sólo castigarlo. Sea firme, pero no dominante. Muestre respeto por el niño. Mantenga la rutina. Ponga énfasis en la cooperación. No le preste demasiada atención al niño. No se involucre en luchas de poder con el niño. Muestre acciones, no sólo palabras. No ofrezca excesiva simpatía. Sea consistente. (Adaptado de Dreikurs y Soltz, 1964.) 118 Capítulo 4 ADLER: Psicología individual malcriado, preguntó, propondría un complejo de Edipo universal en el cual el niño quisiera una posesión total de la madre? EL NIÑO DESCUIDADO El descuido de los padres también contribuye a un desarrollo desadaptado. Los niños que han sido descuidados, incluidos los huérfanos, los no deseados y los ilegítimos, probablemente creerán que los demás no los apoyan. Las tareas de la vida parecen abrumadoramente difíciles. Extrañamente, el descuido de los padres puede llevar a un niño a adoptar un estilo de vida de niño consentido. Es el deseo de ser consentido, la meta ficticia de ser cuidado, en lugar del hecho de ser consentido, lo que caracteriza el estilo de vida consentido. Por tanto, los niños descuidados, como también los niños con quienes se ha sido sobreindulgente, pueden conver- tirse en sumamente dependientes de los demás por el reconocimiento y el nutrimiento. PROGRAMAS DE ENTRENAMIENTO PARA PADRES Entrenar a los padres para que sean más efectivos puede prevenir y ayudar a solucionar proble- mas que podrían aparecer en la escuela y en otros lados. Un estudio informa, por ejemplo, que agregar un componente de entrenamiento de padres al programa Head Start (Programa esta- dounidense para los niños con desventajas de edad preescolar)* trajo mejores resultados. Con- forme los padres aprendieron a ser más positivos y menos críticos y castigadores, los niños se volvieron más felices y se comportaron de una manera más cooperativa (Webster-Stratton, 1998). Se han desarrollado muchos programas de entrenamiento para padres basados en los principios adlerianos (Dreikurs y Soltz, 1964; Dinkmeyer y McKay, 1976). Una gran meta de es- tos programas es enseñar a los padres a entender las razones del mal comportamiento de sus niños de manera que puedan influir de una manera más efectiva. Dreikurs (1950) identificó cuatro metas del comportamiento de los niños: “obtención de atención, lucha por el poder o superioridad, deseo de venganza o quedar iguales, y mostrar una inadecuación o inhabilidad asumida” (Dinkmeyer y Dinkmeyer, 1989, p. 28). Sobre todo, aunque no hayan sido evaluados tan completamente como se pudiera esperar (Wiese y Kramer, 1988), la evidencia sugiere que a los padres pueden enseñárseles formas más efectivas de ser padres con base en los concep- tos adlerianos (Utay y Utay, 1996). Constelación familiar Las interacciones entre las hermanas y los hermanos en la niñez han sido influencias importan- tes en el desarrollo de la personalidad. Puesto que otros psicoanalistas han puesto énfasis en las interacciones padre-hijo, y de manera no tan frecuente han considerado las relaciones de hermanos (por ejemplo, Agger, 1988), este énfasis en la constelación familiar (el número, la edad y el sexo de los hermanos) fue una contribución importante y distintiva de Adler. En una tradición de investigación completamente diferente, los que han estudiado el impacto de la ge- nética en la personalidad han observado un curioso hallazgo: los niños que crecen en la misma familia tienden a ser más diferentes el uno del otro que lo que esperaríamos con la pura genéti- ca, como si sus interacciones, o quizá su deseo de presentarse a sí mismos como únicos para los demás que conocen a sus hermanos, hicieran que pusieran énfasis en sus diferencias (Mc- Cartney, Harris y Bernieri, 1990). Frank Sulloway (1996) teoriza que los niños diferentes en la misma familia desarrollan personalidades divergentes ya que cada niño se esfuerza por compe- tir por la atención de los padres y debe hallar una manera única de hacerlo. Adler no predijo este hallazgo; sin embargo, llamó la atención sobre el papel de las relaciones de los hermanos en el moldeo de la personalidad. * Programa educativo de Estados Unidos para niños discapacitados en edad preescolar, establecido según el Acta de Oportunidad Económica de 1964. El programa inicialmente estaba dirigido a la preparación de niños pobres para las escuelas primarias, pero más tarde se extendió a niños que no eran pobres y cuyos padres pagaban según sus ingresos. N. del T. El desarrollo de la personalidad 119 PRIMOGÉNITO El primogénito empieza la vida con toda la atención de los padres y este niño es con frecuencia consentido o malcriado. Luego, cuando los otros niños llegan, el mayor debe compartir la aten- ción de los padres con el nuevo bebé. Solamente el niño mayor tiene toda la atención de los padres, de manera que solamente el primogénito siente profundamente la pérdida del amor de los padres, especialmente del materno. Adler (1936/1964, p. 231) describió al niño mayor como “destronado” por la llegada de los niños posteriores y notó, con algo de burla hacia su excole- ga, que aun Freud adoptó su frase. Para compensar por tener que compartir la madre con el nuevo bebé, el niño mayor puede volverse hacia su padre. O él o ella pueden tomar de alguna manera el “rol paternal”, papel protector (y, no incidentalmente, poderoso) en la relación con los hermanos menores. Los ni- ños mayores pueden añorar el pasado (por ejemplo, el tiempo antes de la competencia) y tien- den a sobrevalorar la autoridad y a mantener valores conservadores. Con frecuencia, de acuerdo con Adler, los niños más grandes no resuelven bien el destronamiento. Es probable que se vuelvan “niños problema, neuróticos, criminales, bebedores y pervertidos” (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 377). La mayoría de los niños problema, sostiene son primogénitos. EL NIÑO NACIDO EN SEGUNDO TÉRMINO El segundo hijo, viendo la ventaja que el hermano mayor tiene en la vida, puede sentir envidia, experimentar “una nota dominante de ser desestimado, descuidado” (Adler, 1921/1927, p. 127). Esto con frecuencia lo hace ser rebelde, incluso revolucionario. Esta experiencia presenta un reto que puede usualmente ser un resultado exitoso. El hermano mayor sirve como el “marcador del paso”, analogía de Adler con una carrera. Por tanto, el segundo hijo es estimulado a un mayor logro. Observando el paso establecido por el hijo mayor, el segundo hijo no gasta su energía tratando un paso imposible. (En contraste, el primogénito puede cansarse al tratar arduamente, como un corredor de largas distancias sin un marcador del paso.) A diferencia del niño mayor, el segundo hijo siempre tiene que compartir el amor de los padres y por tanto es improbable que sea malcriado. Adler consideró al segundo hijo como el que tiene la posición más favorable. Mientras que la explicación de Adler de esta ventaja puso énfasis en la motivación y la com- paración, las ventajas también surgen del aprendizaje. Los niños que tienen hermanos y herma- nas mayores comprenden la idea de una “falsa creencia” a una edad más temprana de lo que lo hacen los primogénitos (Ruffman y otros, 1998). Ya sea que desee interpretar esto como el be- neficio educacional de jugar “finjamos que” con alguien algo mayor, o una lección autoprotec- tora aprendida tempranamente para protegerse en contra del fastidio del niño mayor, es una cuestión que Usted pueda desear discutir con sus hermanos, si es que tiene alguno. EL HIJO MENOR A menudo el hijo menor, dijo Adler (1921/1927, p. 123), se vuelve un niño problema. Este niño, como el bebé de la familia, es más probable que crezca en una atmósfera más cálida que la de los niños mayores. Esto implica el riesgo de ser consentido y, como niño malcriado, carecer del incentivo para desarrollar la independencia. Con demasiados “marcadores del paso”, el niño menor puede competir en muchas direcciones, dirigiéndose a una difusión y a un sentido de in- ferioridad. Es posible lograr el éxito, si encuentra un área del esfuerzo que no haya sido recla- mada por otros miembros de la familia. Esto es menos verdadero en las niñas, quienes tienen (al momento del ensayo de Adler) menos oportunidades disponibles (1936/1964, p. 239). Sullo- way (1996) tiene la hipótesis de que los científicos que no son primogénitos están predispues- tos a la rebelión, lideran las revoluciones en contra de lo establecido, como dos científicos que no fueron primogénitos: Copérnico, quien, en contra de todo el mundo, sostuvo que la Tierra gira- 120 Capítulo 4 ADLER: Psicología individual ba alrededor del sol, y Darwin, quien firmemente desafió la idea de que los humanos estaban completamente separados de los animales. HIJO ÚNICO El hijo único nunca compite con los hermanos por la atención. Es probable que este niño sea consentido y ligado excesivamente a la madre, quien es con frecuencia sobreprotectora, de manera que el niño desarrolla el “complejo de madre” (“mamitis”) (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 381). La atención constante de los padres da al niño único un sentido irreal de valor personal. OTROS ASPECTOS DEL AMBIENTE FAMILIAR Además del lugar entre los hermanos, muchos aspectos particulares del ambiente familiar pue- den modificar estos resultados. Los niños cuyos talentos son muy diferentes de los de sus her- manos, están en una situación muy diferente de los que compiten directamente. El espacio entre los niños es significativo. Si pasan muchos años entre el nacimiento de varios niños, ten- drán todos algunas características de un niño único. El número de niños y niñas también influ- ye en el fomento de la masculinidad o la feminidad en cada niño. INVESTIGACIÓN SOBRE EL ORDEN AL NACER La investigación sobre el orden al nacer y la personalidad ha mostrado alguna relación, pero no siempre en la dirección hipotética de Adler, y los efectos son débiles e inconsistentes (Jeffer- son, Herbst y McCrae, 1998). De acuerdo con el pronóstico de Adler, los segundos niños pue- den marcar el paso de su trabajo de una manera más real; un estudio los encontró menos susceptibles de cansarse al aprender que los primogénitos (Forey, Christiensen y England, 1994). Sin embargo, la investigación por lo general no apoya el argumento de Adler de que el segundo hijo consigue muchos logros; los primogénitos por lo general logran más (Forer, 1976; Goertzel, Goertzel y Goertzel, 1978; Schachter, 1963), son los más inteligentes (Sulloway, 1996) y están muy bien representados entre los líderes políticos mundiales (Hudson, 1990). Sin em- bargo, este logro no es enteramente sano. Los primogénitos son con frecuencia personas de tipo A (presionados por el tiempo, predispuestos a enfermedades coronarias) (Ivancevich, Matteson y Gamble, 1987; Strube y Ota, 1982), especialmente si son mujeres (Phillips, Long y Bedeian, 1990). Se reporta que los primogénitos son altamente narcisistas (autoabsorción), lo que es consistente con la descripción negativa que Adler hace de ellos (Curtis y Cowell, 1993; Joubert, 1989a). Los hombres primogénitos experimentan una mayor ansiedad que los niños subse- cuentes o las mujeres (Fullerton, Ursano, Wetzler y Slusarcick, 1989). Una revisión de muchos estudios muestra que sólo los niños, como los primogénitos, consiguen por lo regular altos lo- gros y con más ventajas en diversas características de la personalidad, incluyendo el “locus de control, autonomía, liderazgo y madurez” (Falbo, 1987, p. 165). Además, en estudios occidenta- les son comparables con otras posiciones de los hermanos en ajuste y sociabilidad. En China, sin embargo, los hijos únicos tienen características sociales indeseables, incluidos la dependencia y el egocentrismo, debido quizás a la indulgencia excesiva de los padres (Fal- bo, 1987). Esta diferencia cultural se origina, presumiblemente, desde la política del gobierno chino de un solo niño. Las familias son fuertemente alentadas a limitar su tamaño a un hijo de- bido al temor de que la sobrepoblación llevará al hambre y a otros problemas sociales. Sin em- bargo, las parejas desean tener más niños; cuando tienen sólo un hijo, los padres tienden a ser indulgentes en lugar de disciplinar a este niño preciado. En contraste, la cultura en la cual Ad- ler desarrolló su teoría era una donde las familias eran por lo general grandes y no existía el control natal. Si acaso, los niños siguientes podrían estar dolidos en lugar de enorgullecerse de- bido a la creciente carga financiera que colocaron en la familia y se sentirían menos amados que el primero o segundo hijos. Obviamente, existe una gran variedad de estas reacciones pa- Salud psicológica 121 rentales dentro de cualquier cultura. Aún más, varios estudios muestran a veces características inconsistentes del estatus del hijo único en China, y las familias con un solo hijo no son compa- rables en estatus socioeconómico y otros factores con las familias fuera de China (Chen y Goldsmith, 1991). Sin embargo, el ejemplo de China nos hace darnos cuenta de que tales fenó- menos como los efectos del orden de nacimiento pueden variar significativamente de una cul- tura a otra. Alguna evidencia sugiere que los varones no primogénitos tienen mayor bienestar psico- lógico que los varones en otras posiciones (Fullerton y otros, 1989), lo cual es inconsistente con la descripción de Adler del niño consentido. Aunque la diferencia es pequeña, los niños que nacen después tienden a ser calificados por sus compañeros como más extrovertidos que sus hermanos mayores; son más confiables e innovadores (Jefferson, Herbst y McCrae, 1998). En un estudio de los primeros recuerdos, los niños que nacen después eran más proclives que los primogénitos a incluir a los miembros de su familia en sus recuerdos, mientras que los primogénitos eran más proclives a recordar a la gente fuera de la familia y recordar eventos traumáticos tales como heridas; en otros aspectos, los recuerdos eran similares (Fakouri y Hafner, 1984). Varios estudios muestran que los padres tratan a los niños en las diversas posiciones entre hermanos de manera diferente. Los padres por lo general tienen mayores expectativas por el primogénito, a quien le dan más responsabilidades (L. W. Hoffman, 1991), así como también más críticas y presión para cubrir las expectativas de los padres (Newman, Higgins y Vookles, 1992). Lasko (1954), en un estudio longitudinal que estudió a familias en sus hogares, encontró que los primogénitos recibían mucha atención hasta que nacía el hermano, momento en que el primogénito recibía poca atención. Un estudio que exploraba la relación entre la posición entre hermanos y la percepción de que uno era el favorito de alguno de los padres (Kiracofe y Kira- cofe, 1990), encontró que la posición de los hermanos no era muy importante; en su lugar, los niños percibían favoritismo por el padre del sexo opuesto. Las relaciones con los hermanos parecen influir en el desarrollo de la personalidad. Por ejemplo, los niños de los populares jardines de infantes probablemente tengan relaciones posi- tivas con sus hermanos (Mendelson, Aboud y Lanthier, 1994). Sin embargo, los efectos del or- den de nacimiento no necesariamente reflejan la influencia de los hermanos. Los padres también tienen diferentes relaciones con cada niño y por lo general están más ansiosos y son más exigentes con su primogénito que con los otros niños (Falbo, 1987). Aunque Adler descri- bió los efectos del orden de nacimiento de manera clara, su teoría pone énfasis en que las con- diciones generales no determinan los resultados. Por último, los individuos crean sus propios estilos de vida. SALUD PSICOLÓGICA La descripción de Adler de la salud psicológica fue expresada en términos más sociales, menos individuales que el modelo intrapsíquico de Freud. Puso énfasis en el tener relaciones sanas con las demás personas, no simplemente con la libido de uno. Interés social Los humanos son inherentemente sociales. Un sentido de comunidad es esencial para la super- vivencia humana. Adler consideraba que el individuo estaba “embebido socialmente”. Mientras más interés social tenga la persona, más serán canalizados sus esfuerzos a tareas sociales compartidas, en lugar de a metas egoístas, y más saludable será psicológicamente la persona. Este concepto del interés social ayuda a corregir el excesivo énfasis en el individualismo de la cultura occidental (Richardson y Guignon, 1988; Triandis, 1989). 122 Capítulo 4 ADLER: Psicología individual En alemán, Adler empleó el término Gemeinschaftsgefühl, el cual ha sido traducido como “interés social”, “sentimiento social”, “sentimiento comunitario”, etc. Quizá “sentimiento de la comunidad” es la mejor descripción para el interés social (Stein y Edwards, 1998). No debería ser confundido con extroversión. Tampoco es simplemente la necesidad de afecto, aunque Adler utilizó ese concepto anteriormente en el desarrollo de su teoría (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 40). El interés social es el potencial innato para vivir en cooperación con otras personas. Per- mite a la persona valorar el bien común por encima del bienestar personal. No es una cuestión de sacrificarse uno por el otro. Las conexiones sociales con los demás y el desarrollo individual se engrandecen mutuamente (Guisinger y Blatt, 1994; Stein y Edwards, 1998). Aunque el inte- rés social es un potencial innato, debe nutrírsele. En la vida temprana, la madre sirve como el “primer puente a la vida social” (p. 372) al ser de confianza y amorosa, pero no posesiva, y al nutrir las interacciones cooperativas con los demás. Como una experiencia sentida, el interés social ha sido descrito como una condición subjetiva distintiva tan real como el enojo y el dolor (Hanna, 1996). Podemos comparar el interés social adleriano con la empatía, definida como el interés por la experiencia de la otra persona. Los individuos empáticos responden emocionalmente, com- partiendo las alegrías y las penas de los demás. También están interesados en forma cognosci- tiva, tratando de imaginar las situaciones desde la perspectiva de los demás. De acuerdo con Carolyn Zahn-Waxler y Marian Radke-Yarrow (1990), la empatía se encuentra en los niños desde los dos años de edad. Ellos responden a las emociones de los demás aún más temprano, desde los primeros días después del nacimiento (Zahn-Waxler, Radke-Yarrow, Wagner y Chapman, 1992). Estas observaciones contrastan con la creencia común de que los niños son egocéntricos pero consistentes con el enfoque de Adler del interés social como un potencial innato. La in- vestigación también confirma las advertencias de Adler de que el interés social debe ser ali- mentado. La empatía declina con las condiciones adversas, incluyendo padres que están deprimidos o en conflicto el uno con el otro o que maltratan al niño (Zahn-Waxler, Radke-Ya- rrow, 1990). Proporciona la base del desarrollo moral, de acuerdo con la teoría propuesta por Martin Hoffman (1975). El interés social puede incluso contribuir a la espiritualidad, al alentar una actitud amorosa hacia toda la vida (Eriksson, 1992). Sin el interés social, la vida parece ca- recer de un propósito y el sí mismo se siente vacío (Richardson y Manaster, 1997). El interés social es un concepto nuclear para Adler, quien dice que todas las neurosis se ori- ginan a partir de un sentimiento social inadecuado. Una carencia extrema de sentimiento social ocurre en la esquizofrenia, de acuerdo con Adler; los esquizofrénicos están muy bajos en em- patía, como pudiera esperarse (Zahn-Waxler y Radke-Yarrow, 1990). Los criminales, también, carecen de interés social, como también los que se suicidan (Adler, 1937/1958). Roy Baumeister (1990, p. 107) hace una lista de los “sentimientos de responsabilidad y el temor de que los otros lo desaprobarán” como uno de varios obstáculos al suicidio. Tales sentimientos se correspon- den estrechamente con el concepto de Adler del interés social, aunque la teoría de Baumeister es considerablemente más amplia. Algunos estudios señalan que las mujeres tienen un interés social más alto que los hombres (Joubert, 1989b; Kaplan, 1991). Esto es consistente con los re- portes de una alta empatía en las mujeres, evidenciada alrededor de los dos primeros años de vida (Zahn-Waxler, Radke-Yarrow, Wagner y Chapman, 1992). Los grupos, como también los individuos, pueden describirse por el interés social o su ca- rencia. La carencia del interés social lleva a los “grupos y naciones hacia el abismo de la au- toexterminación” (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 449). Las sociedades impiden el desarrollo del interés social a través de la glorificación de la guerra, la pena de muerte, el castigo corporal y el abuso, y el fracaso de proporcionar las condiciones humanas para todas las clases y cate- gorías de gente (Adler, 1936/1964, pp. 280-281). Las instituciones socialmente sanas, incluidas las religiosas, “enseñan a amar al prójimo” (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 449), por tanto promueven el interés social. El concepto de Adler sobre el interés social ha sido comparado con las enseñanzas de varias tradiciones religiosas, incluidos cristianismo, judaísmo y budismo (Ka- plan y Schoeneberg, 1987; Leak, Gardner y Pounds, 1992; Watts, 1992). Salud psicológica 123 Adler evaluó el interés social a través de la entrevista y la historia (véase la tabla 4.3). Desde entonces, los investigadores han desarrollado varias escalas de autorreporte para medir el inte- rés social. Las más comúnmente empleadas son la escala del interés social (SIS, por sus siglas en inglés) (Crandall, 1975/1991) y el índice de interés social (Greever, Tseng y Friedland, 1973). Aunque no todas las mediciones del interés social producen los mismos resultados, varios estudios confirman las predicciones teóricas. La gente que califica alto en el interés social califica bajo en narcisismo (Miller, Smith, Wilkinson y Tobacyk, 1987), bajo en alienación (Leak y Wi- lliams, 1989) y bajo en las escalas MMPI que indican desajuste (Mozdzierz, Greenblatt y Mur- phy, 1988). Califica alto en las escalas de afiliación, nutrimento y agresión de la forma de investigación personalizada (PRF, por sus siglas en inglés) y en las escalas del inventario de es- tilos de vida (LSI, por sus siglas en inglés) pensadas para estar asociadas con la autorrealización (Leak y otros, 1985). Los estudiantes altos en interés social tienen actitudes hacia el amor que ponen énfasis en la compañía (“almacén”) y rechazan el juego egocéntrico (“ludus”) (Leak y Gardner, 1990). Algunos estudios reportan que las medidas del interés social se correlacionan con la conducta prosocial: ser voluntario en las agencias legales de defensa (pero no de otras clases) (Hettman y Jenkins, 1990) y tener más amigos (Watkins y Hector, 1990). Los que califican alto también están más satisfechos con sus trabajos (Amerikaner, Elliot y Swank, 1988), sugiriendo que saben manejar la tarea de la vida mejor que aquellos bajos en el interés social. Son también más sanos. Tal vez puedan resistir los efectos de las experiencias ne- gativas de la vida y las molestias de la salud. En un estudio correlacionado, sin embargo, tam- bién es posible que la causalidad sea revertida, esto es, que la salud lleve al interés social (Zarski, Bubenzer y West, 1986). En resumen, los investigadores en el área del interés social están convencidos de que este constructo es útil y que la conceptualización de Adler es firme, aunque tienen algunas pregun- tas sin resolver acerca de su medición. Las tres tareas de la vida La vida en la sociedad requiere de la cooperación y, por tanto, de interés social. Esto ya se ve cuando se consideran las tres tareas fundamentales de la vida: trabajo, amor e interacción so- cial. El éxito en todas estas tres áreas es una evidencia de salud mental. TRABAJO El trabajo se refiere a tener una ocupación, ganando el sustento mediante un trabajo socialmen- te útil. La división del trabajo es un medio para organizar la cooperación entre la gente al pro- porcionar las necesidades y deseos de todo mundo. Cualquier ocupación que contribuya a la comunidad es deseable. Cuando los niños describen sus aspiraciones ocupacionales, propor- Tabla 4.3 Ejemplos de preguntas sugeridas por Adler para medir la salud psicológica en los niños 1. ¿Hace amigos con facilidad el niño, o es antisocial, y molesta a la gente y a los animales? 2. ¿Tiene inclinación el niño a tomar el liderazgo? ¿O se mantiene neutral? 3. ¿Tiene rivalidades el niño con sus hermanos? 4. ¿El niño interrumpe los juegos de los otros niños? 5. ¿En qué aspecto es desalentado el niño? ¿Se siente disminuido? ¿Reacciona favorablemente al aprecio y al halago? 6. Habla el niño abiertamente de su carencia de habilidad, de “no estar lo suficientemente dotado” para la escuela, para el trabajo, para la vida? ¿Tiene pensamientos suicidas? (Adaptado de Adler, 1936/1964, pp. 299–307.) 124 Capítulo 4 ADLER: Psicología individual cionan introspección sobre su estilo de vida. Las aspiraciones ocupacionales pueden cambiar conforme el niño aprende más acerca de la realidad. Esto, dice Adler, es un signo sano (Ansba- cher y Ansbacher, 1956, pp. 430-431). Los criminales fracasan en la tarea del trabajo (como tam- bién en las otras dos tareas) y este fracaso puede ser observado con regularidad desde muy temprano en las historias de su vida (p. 412). AMOR La tarea del amor se refiere a las relaciones sexuales y al matrimonio entre hombres y mujeres, incluyendo la decisión de tener hijos (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 432). Adler recomendó la monogamia como la mejor solución para la tarea del amor (p. 132) y objetó las relaciones premaritales, diciendo que las apartan de “la devoción íntima del amor y del matrimonio” (p. 434). Alguien que fracasa en el amor con dos personas a la vez, al hacerlo está evitando la tarea del amor completo (p. 437). En la actualidad, los enfoques menos tradicionales acerca de la tarea del amor han tenido voz en los adlerianos, incluido el enfoque de que las tareas del amor pueden ser cumplidas tanto en las relaciones homosexuales como en las heterosexuales (Schramski y Giovando, 1993). Adler pensó que muchas disfunciones sexuales y perversiones, incluso desinterés en la pa- reja de uno, se originan por la carencia de interés social en lugar de las causas puramente físi- cas. La igualdad entre los hombres y las mujeres es esencial para el éxito en la tarea del amor, de acuerdo con Adler. El amor exitoso afirma el valor de la pareja. En otros aspectos, sus actitudes parecen menos modernas. Aunque sugirió que el control natal y el aborto deberían ser una de- cisión de la mujer (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 434), Adler criticó la decisión de algunas mujeres de no tener hijos. Es interesante especular cómo hubiera resuelto él este tema ahora, al inicio del nuevo milenio en un planeta sobrepoblado. ¿Existe un conflicto entre su recomenda- ción de la paternidad como la norma de un individuo sano y la necesidad de la humanidad de mantener habitable el planeta? INTERACCIÓN SOCIAL La tarea de la interacción social se refiere a “los problemas de la vida comunal” (Adler, 1936/1964, p. 42), esto es, las relaciones sociales con los demás, incluida la amistad. A diferen- cia de las dos tareas anteriores, la interacción social no es una que Freud hubiera señalado cuando describió a una persona sana como alguien que puede “amar y trabajar”. Las personas desempeñan mejor esta tarea de la vida si su interés social es elevado. Todas las relaciones so- ciales deberían estar basadas en un fuerte sentido de interés social, lo cual previene una actitud narcisista, autocentrada. Esas tres tareas están interrelacionadas. Ninguna puede ser resuelta en el aislamiento. Nin- guna puede ser resuelta adecuadamente a menos que exista un suficiente interés social. Si exis- te una cuarta tarea de la vida, Adler sugiere, ésta sería el arte (Bottome, 1947, p. 81). INTERVENCIONES BASADAS EN LA TEORÍA DE ADLER Como todos los psicoanalistas, Adler discutió el papel de la psicoterapia formal en la supera- ción de los problemas psicológicos. Alguna intervención específica es con frecuencia necesaria para superar los errores del desarrollo en la niñez. Ya no aprendemos de la vida misma porque interpretamos la experiencia de la vida de acuerdo con las direcciones con frecuencia erradas de nuestro estilo de vida (Adler, 1921/1927, p. 222). Además de la psicoterapia formal, los principios de la psicología individual también pueden ser aplicados en otras intervenciones, tales como escuelas, haciendo a Adler un pionero de las inter- venciones psicológicas en la comunidad moderna. De hecho, Adler pensó que los psicólogos de- berían dedicarse al cambio social para prevenir los desórdenes mentales (Ansbacher, 1990a). Intervenciones basadas en la teoría de Adler 125 Escuela Las ideas de Adler han sido aplicadas en las escuelas, donde se les llaman educación indivi- dual (Clark, 1985). Pensó que las escuelas tenían un gran potencial para el crecimiento de la personalidad, pero sólo si los métodos tradicionales autoritarios eran reemplazados por las prácticas diseñadas para promover el interés social. El castigo corporal, de acuerdo con Adler, no es efectivo y “muestra que el educador no está muy interesado en los problemas particu- lares del niño” (1998, p. 125). Puede detener el mal comportamiento por un tiempo, pero no cambia el estilo de vida del niño. Los profesores deberían alentar la cooperación entre los estu- diantes. Cuando surjan los problemas, incluso los problemas tradicionalmente manejados por los maestros, tales como flojera, deben ser discutidos por los estudiantes. El niño problema no deberá ser identificado personalmente, pero aprenderá del grupo (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 402). Adler recomendó hacer que los compañeros de clase ayudaran a los estudiantes lentos. Él favorecía los clubes. Pensaba que era buena idea para el maestro tener los mismos es- tudiantes por varios años para permitir una intervención más efectiva en el desarrollo de la per- sonalidad. Adler enseñó sus conceptos de la psicología individual en más de 30 clínicas de orientación para niños que estableció en Viena durante la década de 1921 a 1930. En estas clínicas, entre- vistó a niños problema enfrente de una audiencia de profesores, empleando esta demostración para enseñarles los principios de su psicología. Estas clínicas eran muy concurridas y exitosas, pero a principios de la década de 1931 a 1940 los cambios políticos en Europa lo forzaron a ce- rrar. Durante los años que operaron las clínicas, los casos judiciales de delincuencia juvenil y neurosis en Viena disminuyeron drásticamente (Bottome, 1947, p.51). La ciudad de Viena también estableció una Escuela Experimental de Psicología Individual pública como un lugar para que las ideas adlerianas fueran aplicadas. La escuela original operó solamente de 1931 a 1934 cuando, junto con las clínicas-guías de orientación para niños, fue cerrada. Las escuelas de demostración fueron reabiertas después de la Segunda Guerra Mundial (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 404). Hoy en día, los adlerianos continúan desarrollando nuevos programas de intervención en las escuelas (Corsini, 1989; Dinkmeyer, McKay y Dink- meyer, 1982; Morse, Bockoven y Bettesworth, 1988; Turk, 1990). Las intervenciones en las es- cuelas no están, por supuesto, siempre basadas en los principios adlerianos, y a veces tratan con los temas que no están intrínsecamente relacionados con los problemas de escuela, tales como ayudar a los niños cuyos padres están divorciados (Grych y Fincham, 1992). Terapia La terapia adleriana se dirige al cambio de pensamiento, emoción y comportamiento a través de etapas progresivas. (Véase la tabla 4.4.) Debido a que la psicología individual cree que todos los fracasos de la personalidad son resultado de la carencia de interés social, la terapia adleria- na intenta promover el interés social individual, es decir, tomar el control de la función maternal (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 119). Al poner énfasis en la naturaleza social del humano, los adlerianos también han estado altamente involucrados en la terapia de familia (Dinkmeyer y Dinkmeyer, 1989; Sherman y Dinkmeyer, 1987). Su enfoque le agrada a algunas feministas, ya que pone énfasis en la libertad y el propósito y además porque Adler con frecuencia pone de relieve la importancia de la igualdad de los géneros (Morris, 1997). El estilo de vida del paciente es evaluado al principio de la terapia, con frecuencia en la pri- mera consulta. Proporciona un contexto para entender el problema específico del paciente. Al preguntar al paciente: “¿Qué haría si no hubiera tenido este problema?”, Adler fue capaz de de- terminar lo que el paciente estaba tratando de evitar (Bottome, 1947, p. 148). El estilo de vida proporciona una estrategia general para evitar las tareas de la vida, y el problema específico que el paciente presenta en la terapia es con frecuencia enlazado con el estilo de vida. El sínto- ma, por tanto, no puede ser quitado sin modificar el estilo de vida. 126 Capítulo 4 ADLER: Psicología individual Tabla 4.4 Etapas de la psicoterapia adleriana 1. Etapa de empatía y relación: Ofrecer empatía al paciente y establecer una relación de tra- bajo. 2. Etapa de información: Reunir la información acerca del problema y la historia pasada del pa- ciente, primeros recuerdos y funcionamiento actual. 3. Etapa de clarificación: Clarificar las creencias centrales del paciente acerca del Sí mismo, los demás y la vida. 4. Etapa de fomento: Fomentar al paciente hacia el progreso. 5. Etapa de interpretación y reconocimiento: Interpretar el comportamiento del paciente y ayudarlo a reconocer y reconsiderar su meta ficticia. 6. Etapa de conocimiento: El paciente sabe más acerca de su comportamiento y metas, sin tanta interpretación terapéutica. 7. Etapa de crisis emocional: Los patrones viejos y no sanos son expresados en crisis emociona- les y son reemplazados por nuevos, a veces con la ayuda de la imaginación y de la actuación de roles. 8. Etapa de hacerlo diferente: El paciente empieza gradualmente a comportarse de manera di- ferente en la vida. 9. Etapa de refuerzo: El paciente empieza poniéndole más atención a las necesidades de otras personas, no solo a las propias. 10. Etapa de interés social: Se fortalece un sentimiento de comunidad. 11. Etapa de redirección de la meta: El paciente encuentra una nueva meta para seguirla. 12. Etapa de apoyo y lanzamiento: El paciente está luchando hacia la nueva meta en el espíritu del interés social. (Preparado por Stein, 1988, y Stein y Edwards, 1998.) El cambio hacia un estilo de vida más sano necesariamente involucra un mayor interés so- cial. Los beneficios se esperan no solamente para el paciente sino para los demás. Tinling (1990) sugirió que la madre de una mujer víctima de incesto contribuyó involuntariamente al problema familiar mediante un estilo de vida enfermizo y de víctima; un incremento en su sen- tido social hubiera hecho al incesto menos probable en la familia. (Obviamente, esto es sólo una perspectiva sobre un tema complejo; la madre no es la única a quien culpar o cambiar.) Adler (1921/1927, pp. 30-31) dio el ejemplo de un hombre que sin bases reales creía que su prometida rompería su compromiso. El primer recuerdo del hombre (siempre una pista impor- tante para el estilo de vida) fue el ser levantado por su madre en una multitud pero luego baja- do nuevamente para que su hermano menor fuera levantado. Este recuerdo sugiere un estilo de vida basado en un sentido de no ser el favorito, lo cual desde luego contribuiría a posteriores dudas acerca de la formalidad de la mujer con la que pensaba casarse. Los sueños son interpretados como indicadores del estilo de vida único del individuo. La clave para entender los sueños, para Adler, es la emoción que crean. Estas emociones son las que necesita el soñador para solucionar los problemas actuales de la vida. Adler citó el ejemplo de un hombre que había soñado que su esposa había descuidado a su tercer hijo, de manera que éste se extravió. Se despertó con un sentimiento crítico hacia su esposa. Esta emoción, aunque disparada por un sueño que no era preciso en términos de los hechos, era la emoción que el hombre necesitaba lidiar con su propia insatisfacción con su matrimonio (Ansbacher y Ansbacher, 1956, p. 361). Los sueños en este enfoque no tienen mucho que ver con el incons- ciente, sino con los problemas actuales de la vida, en la relación con el estilo de vida de la per- sona (Lombardi y Elcock, 1997). Intervenciones basadas en la teoría de Adler 127 Como Freud, Adler consideraba importante entender las experiencias de la niñez. A diferen- cia de Freud, Adler trató de evitar el desarrollar una relación transferencial, la cual pensó que innecesariamente complica y prolonga la psicoterapia. Adler creía que el tratamiento debería evidenciar algún éxito dentro de los tres primeros meses. La terapia adleriana por lo general es breve (Ansbacher, 1989). Como en las escuelas, Adler recomendó evitar un enfoque autoritario en el análisis. El terapeuta puede instruir y aconsejar, pero es el esfuerzo y la valentía del pa- ciente los que determinan si habrá un resultado favorable (cf. Sizemore y Huber, 1988). Adler explícitamente alentó a sus pacientes a aceptar su responsabilidad. No intimidaba a sus pacien- tes con su experiencia académica, prefería hablar con ellos “como una abuela”, como lo refiere un amigo cercano (Bottome, 1947, p. 41). La meta de la terapia adleriana es incrementar la autoestima del paciente. Un sentido de in- ferioridad es la base de todos los estilos de vida enfermizos. Adler dijo, “creo que al cambiar nuestra opinión de nosotros mismos también podemos cambiar nosotros” (Bottome, 1947, p. 83). Por supuesto, puso a prueba la falsedad de las autopresentaciones de sus pacientes, pero realizó su “desenmascaramiento... con amor” (p. 42). La atmósfera en las sesiones de Adler era de apoyo, con un mínimo de tensión. Adler utilizaba el humor con frecuencia. Le dijo a su bió- grafo que un capítulo debería ser titulado “Bromas terapéuticas” (p. 119). Otros terapeutas es- tán de acuerdo en que el humor puede ser efectivo en la terapia (Baker, 1993). Quizás de manera sorpresiva, se ha diseñado una intervención terapéutica formal empleando el humor (Prerost, 1989), aunque no dentro de un contexto específicamente adleriano. Adler respetó las obligaciones religiosas de sus pacientes. Consideró la idea de Dios como un reflejo de la lucha básica del humano por una mejor condición. Las obligaciones religiosas de los pacientes podían facilitar este proceso de crecimiento. (Freud, en contraste, puso énfasis en la función defensiva de la religión.) Muchos terapeutas evitan el seguimiento del tema de la religión en sus pacientes y por tanto comunican la idea de que la experiencia religiosa no de- bería ser parte de la experiencia terapéutica; al hacerlo así, pierden oportunidades terapéuticas (LaMothe, Arnold y Crane, 1998). El mejoramiento físico como el psicológico pueden resultar de la terapia. Adler (1936/1964, p. 78) reportó el alivio de “dolores de cabeza nerviosos, migraña, neuralgia del trigémino y ata- ques epileptiformes” en casos no provocados por problemas orgánicos. Aseveró que aun los problemas de tiroides pueden responder al tratamiento psicológico (p. 181). Reconoció com- ponentes físicos genuinos de la enfermedad e insistió en que los psicoterapeutas sean supervi- sados por un médico en caso de que no tengan entrenamiento médico. Sin embargo, los factores psicológicos están casi increíblemente involucrados en algunas condiciones físicas. Las aseveraciones de Adler acerca de la importancia de los factores psicológicos en la enfer- medad física son más convincentes debido a sus muchos años como médico general antes de su especialización en psiquiatría. Tenía buena reputación como médico (Bottome, 1947). Podemos considerar a Adler como un pionero en el campo de la medicina psicosomática, la cual reconoce los componentes psicogenéticos en muchas enfermedades físicas. La investigación reciente de- muestra que los factores psicológicos con frecuencia contribuyen a la salud física y a la enfer- medad (por ejemplo, L. Sperry, 1992). Se ha propuesto que aun el cáncer tiene alguna etiología psicológica, un postulado que es compatible con el pensamiento adleriano (O’Connor, 1987). La investigación longitudinal muestra que un estilo explicativo pesimista anticipa una salud deficiente en las décadas posteriores (Peterson, Seligman y Vaillant, 1988); parece razonable in- terpretar el estilo explicativo optimista productor de la salud como indicador del esfuerzo crea- tivo adleriano. Adler fue innovador en sus técnicas terapéuticas. Una vez tuvo un paciente cuya habla era extremadamente lenta, como resultado de la depresión, y lo hizo hablar más rápido sólo al continuar haciéndole preguntas a un ritmo normal, ya sea que hubiera terminado de responder o no (Dreikurs, 1940/1982). Un conductista podría decir que él tuvo éxito al retirar el reforza- miento (atención) cuando hablaba lento. De hecho, la teoría adleriana es esencialmente una versión primitiva del condicionamiento operante (Pratt, 1985). Parece razonable entonces, que 128 Capítulo 4 ADLER: Psicología individual las revistas de la psicología conductual hayan sido el principal foro para la publicación de los estudios de uno de los énfasis de Adler, los programas de entrenamiento para padres (Wiese y Kramer, 1988). Los psicólogos conductuales también han aplicado sus métodos a las intervencio- nes en escuelas, otro de los esfuerzos principales de Adler (Kratochwill y Martens, 1994; Repp, 1994). Los conductistas ponen énfasis en que es importante analizar la función de la conducta indeseable de los estudiantes, por ejemplo, ver cómo influye en el maestro (Taylor y Ro- manczyk, 1994). Este análisis funcional es esencialmente el mismo que el consejo de Adler de ver lo que el niño problema está tratando de lograr. Los terapeutas adlerianos continúan explo- rando nuevas técnicas, incluida la hipnosis como un medio de producir un cambio en el estilo de vida (Fairfield, 1990). W. O’Connell (1990) sostiene que su enfoque de “elación natural” en- globa los principios adlerianos del holismo y la trascendencia. El enfoque terapéutico de Adler ha sido comparado con varias técnicas terapéuticas modernas, incluyendo los enfoques sisté- micos de familia (Carich y Willingham, 1987), la terapia cognoscitiva (Elliot, 1992) y la terapia ra- cional emocional (Ellis, 1989). Estos desarrollos en la terapia y en la escuela de psicología muestran que los psicólogos han juzgado positivamente las ideas de Adler. RESUMEN Adler puso énfasis en el esfuerzo consciente y el Sí mismo creativo, en contraste con el determi- nismo inconsciente de Freud. Describió la motivación fundamental de la lucha desde un senti- do de menos hasta un sentido de más. Una persona con un complejo de inferioridad se siente sobrepasada por la carencia de valía y cesa de luchar. En su esfuerzo, una persona es guiada por el finalismo ficticio, la imagen de una meta. Adler vio la personalidad como una unidad. El estilo de vida único de una persona es evidenciado por los recuerdos