Temario Completo Psicología Social 2020-2021 PDF

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Universidad Miguel Hernández

2021

Álvaro García del Castillo López

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psicología social psicología seguridad pública aprendizaje

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Estos apuntes detallan el temario de Psicología Social para un grado en Seguridad Pública y Privada. Se centra en comprender cómo la interacción con el entorno afecta los pensamientos, sentimientos y comportamientos humanos, especialmente relacionados con la investigación y predicción de comportamientos delictivos. Incluye conceptos como facilitación social y efecto Ringelmann.

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Grado en Seguridad Pública y Privada Psicología Social Álvaro García del Castillo López DOCTOR EN PSICOLOGÍA Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada ÍNDICE 1. ¿Psicología social? ¿Para qué?.................................................................2 1.1. El...

Grado en Seguridad Pública y Privada Psicología Social Álvaro García del Castillo López DOCTOR EN PSICOLOGÍA Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada ÍNDICE 1. ¿Psicología social? ¿Para qué?.................................................................2 1.1. El PreCrimen y los Precognitivos......................................................3 2. ¿Qué fue antes el individuo o el grupo?...................................................6 3. Si no lo mides, no existe……….………………………………………………………….......8 1 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada TEMA 1. INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA SOCIAL La psicología social es una rama de la psicología que intenta comprender cómo nos relacionamos con las personas de nuestro entorno. La relación con esas personas se estudia teniendo en cuenta por un lado las características personales que cada uno tiene y por otro los elementos ambientales presentes en el momento del contacto. Dicho de otra manera, la psicología social se interesa por estudiar de manera científica los fenómenos sociales. Busca entender cómo nos comportamos en diferentes contextos y, sobre todo, por qué lo hacemos de esa manera. Una de las definiciones académicas más citadas respecto a la psicología social viene de mano de uno de los psicólogos americanos más famosos, G.W. Allport, que en 1954 la definió como “(…) un intento de comprender y explicar cómo los pensamientos, sentimientos y conducta de los individuos son influenciados por la presencia actual, imaginada o implícita de otros seres humanos” (p.5). En esta definición encontramos la base estructural que configura las variables más representativas de la disciplina; cómo lo que somos (sentimientos, pensamientos, conducta) se ve afectado por los demás y, a la vez, les puede afectar a ellos también. Es interesante la especificación del autor respecto a la “presencia” de esas otras personas, diferenciando entre “presencia actual (o real), imaginada o implícita”. Si te fijas, esta separación nos hace ver que el poder de los demás va más allá de su presencia física, llegando a influir en nosotros desde kilómetros, años o épocas de distancia… Pero no nos adelantemos aun, todos estos aspectos los iremos desarrollando más en profundidad durante el desarrollo del temario. De momento vamos a intentar descubrir si todo esto de la psicología social nos va a servir para algo. 1. ¿Psicología social? ¿Para qué? Esta suele ser la primera pregunta que se hacen muchos alumnos cuando ven en la lista de asignaturas el nombre de “psicología social”. Después, suelen reflexionar con frases como “yo ya tengo mucha psicología”, “vas a venir tú a explícame cómo son las personas” o “esto no sirve para nada”. Vamos a intentar acercarnos a la psicología social de una manera aplicada, definiendo los conceptos que configuran el temario en el contexto específico de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad 2 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada del Estado para visualizar la necesidad y/o utilidad de este campo conceptual en vuestro desempeño profesional. 1.1. El PreCrimen y los Precognitivos En la película de 2002 de Steven Spielberg “Minority Report” ambientada en un futurista 2054, se nos presenta un grupo policial que utiliza a unos mutantes para prevenir los crímenes. Estos mutantes, gracias a unas habilidades cognitivas especiales, son capaces de visualizar los crímenes antes de que sucedan, conectando con las mentes de los futuros criminales. El grupo policial, una vez recibe la visión de los precognitivos puede ir en busca del criminal de turno y detenerlo antes de que cometa el crimen. ¿Suena maravilloso, verdad? Quién no pagaría por tener esa habilidad cognitiva de predecir lo que una persona puede hacer en un momento determinado, ¿no? Pues en cierta medida, el entendimiento de la psicología social nos puede convertir en precognitivos. En una conducta humana hay aspectos visibles, observables, como la conducta, el comportamiento… y otros que no se pueden ver directamente pero que responde a una serie de procesos internos que son conocidos. Desde este punto de vista, la psicología social busca entender y explicar el comportamiento social para ser capaz de predecirlo. Si sabemos qué factores están implicados en una situación determinada, basándonos en la probabilidad y en la ciencia que ha estudiado anteriormente esos factores y esos hechos, seremos capaces de predecir los posibles resultados de esa situación concreta. Figura 1. Un ejemplo de facilitación social Por ejemplo, ¿cómo crees que conseguiremos mejores resultados en una carrera, si corremos solos o si corremos con otros corredores?, o… 3 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada ¿cómo resolverías más rápido un cubo de Rubik, en una habitación a solas o en un estadio lleno de gente que te mira? (Figura 1). Si habéis pensado que corriendo con otros tendremos mejores resultados, o que hacer el cubo de Rubik a solas sería más rápido, habéis acertado. En estos ejemplos se pone de manifiesto uno de los primeros descubrimientos realizados en el marco de la psicología social; la facilitación social. Según este efecto, tenderemos a realizar mejor las tareas simples o tareas para las que estamos preparados o entrenados, compitiendo con otros, pero si realizamos tareas complejas (cubo de Rubik) ante un público que nos mira realizando una actividad con la que no nos sentimos seguros (efecto de inhibición social) es posible que nuestro rendimiento disminuya. La primera persona en darse cuenta de este fenómeno fue Norman Triplett en 1898 al observar que los ciclistas corrían más rápido cuando lo hacían con otros ciclistas. Actualmente podemos observar otros ejemplos de este fenómeno en la proliferación de deportes de grupo como el CrossFit, donde el fenómeno grupal favorece la adherencia, la motivación y el rendimiento, en comparación con la actividad física de carácter individual. Un aspecto importante que se deriva de este concepto, es que no es la observación en sí la que hace que rindamos más o menos en una tarea en concreto, es nuestra autoevaluación sobre las capacidades que tenemos para realizar dicha tarea. La percepción que tenemos sobre esa capacidad, o la confianza que depositamos en nosotros mismos para poder alcanzar nuestros objetivos, se conoce como autoeficacia. Según esto, nuestras creencias sobre nosotros mismos nos afectarán directamente a la probabilidad de conseguir resultados. ¿Os suena la frase “si quieres, puedes”? Pues no es más que eso, si confías en tu capacidad de alcanzar tus objetivos (siendo éstos realistas y plausibles), es más probable que los consigas. Volviendo al ejemplo anterior, entonces ¿el trabajo en grupo siempre va a ser más rentable? ¿Vamos a esforzarnos más en una tarea si estamos en compañía de otras personas? Como ya habrás podido intuir, la respuesta es no. En 1913 un ingeniero francés llamado Maximilien Ringelmann se dio cuenta que las personas iban reduciendo su esfuerzo en una tarea sencilla (tirar de una cuerda) conforme se iban sumando más personas a su bando. Empezando en una situación 1 vs. 1, donde el esfuerzo 4 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada individual era del 100%, iba añadiendo personas a cada bando, creando situaciones de 2 vs. 2, 3 vs. 3, etc. Al final observó que conforme se iban sumando más personas al grupo, el esfuerzo neto individual decrecía, llegando a ser del 49% en grupos de 8 (citado en Schnake, 1991). ¿El trabajo en grupo puede reducir el esfuerzo individual? | Pexels Este efecto se conoce como efecto Ringelmann, holgazanería o pereza social, y podría quedar definida como aquella situación en la que una persona ejerce un esfuerzo menor para alcanzar una meta determinada cuando trabaja en grupo en comparación a cuando trabaja sola. Como puedes comprobar, nuestras conductas no son estáticas y aisladas de nuestro entorno, sino que dependen en gran medida del escenario en el que se desarrollan, además de las características individuales que nos definan en términos de personalidad, creencias, etc. La relación entre nuestro entorno, los demás y nuestras conductas será lo que estudiaremos en este tema a lo largo del curso. 1.2. Poniéndole puertas al campo…de la psicología social Ahora que ya sabemos algo más de la psicología social, vamos a intentar diferenciarla de otras disciplinas afines que pueden llevarnos a confusión. 5 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada Empezando por lo básico, la diferencia entre psicología y psicología social radica en el enfoque sobre el objeto de estudio. Mientras en ambas lo que nos interesa es estudiar a la persona, sus pensamientos y sus conductas, en la psicología nos centramos en el individuo aislado y en la psicología social en el individuo en interacción con otras personas. En este sentido, desde la psicología social estudiaríamos por ejemplo en qué situaciones puede volverse más peligrosa una persona, o en qué momentos puede reaccionar de manera más violenta, mientras que desde la psicología a secas nos interesaríamos más en conocer los rasgos de la personalidad violenta, qué sucede en la persona cuando se manifiesta la agresividad, etc. Otra disciplina próxima sería la sociología. En este caso, el interés común radica en conocer el comportamiento de las personas cuando se encuentran en grupo. La diferencia estaría localizada en la unidad que se estudia; mientras que desde la sociología nos interesaríamos por el grupo como unidad de estudio, en la psicología social nos interesamos en el individuo. Por ejemplo, si hablamos de violencia, desde la sociología nos interesarían los tipos de violencia en función de la nacionalidad, la zona geográfica o el tiempo, cómo afecta la situación económica a la violencia, etc. En cambio, desde la psicología social estudiaremos las creencias relacionadas con las actitudes violentas, los rasgos de personalidad que pueden afectar a las personas en situaciones de agresividad, los sentimientos negativos y desencadenantes sociales que pueden propiciar una situación violenta, etc. 2. ¿Qué fue antes, el individuo o el grupo? Como pasa con muchas otras disciplinas, tratar de dar una definición que contemple todas las aristas es bastante complicado. En el caso de la psicología social, indistintamente de la perspectiva que adoptemos, tenemos que entender que hablamos de relación social, interdependencia, interacción social y procesos de influencia. Una de las teorías marco con mayor relevancia en este contexto es la Teoría de la Identidad Social (TIS). Iniciada por Tajfel en el año 1957, podríamos resumir esta teoría con la siguiente afirmación: puedo tener una imagen de mí mismo muy buena y compleja en relación al mundo que me rodea, pero parte de esa imagen que tengo me viene dada por aquellos grupos sociales a los que pertenezco (Scandroglio, Martínez y San José, 2008). Dicho de otra 6 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada forma, el que yo pertenezca a determinados grupos o categorías sociales me aporta información relevante que afecta a mi identidad individual. Por lo tanto, la opinión que yo tengo sobre mí mismo (es decir, mi autoconcepto) se va a ver afectada por mi pertenencia a distintos grupos. Sintetizando todo podríamos decir que me siento bien por pertenecer a un grupo determinado, sobre todo si comparo mi grupo con otros a los que no pertenezco y que valoro negativamente. Si nos fijamos, bajo esta teoría estamos “ordenando” a las personas en grupos, para simplificar la realidad social y poder “controlarla” mejor. Esta ordenación en grupos se conoce como categorización; hablamos de “nosotros” cuando nos referimos a nuestro grupo (endogrupo) y de “ellos” cuando nos referimos a los otros grupos de los que no formo parte (exogrupo). Por ejemplo, una persona podría decir… “los españoles somos más sociables y simpáticos que los rusos”. En esta afirmación queda patente una identificación positiva con el endogrupo (nosotros, los españoles) en comparación con el exogrupo (ellos, los rusos) que se valora de manera más negativa, dado que los aspectos “sociable” y “simpático” son considerados positivos. En este sentido, mi identidad social como español influye a mi autoconcepto positivamente lo que, en última instancia, afecta positivamente a mi autoestima, haciéndome sentir bien. Esta división del mundo en dos partes, entre lo que es y no es “nuestro”, hace más sencillo el entendimiento de la realidad social, categorizando a las personas en grupos. Por otro lado, esa categorización hace que se acentúen las diferencias entre los grupos para proteger mi autoconcepto, viendo de manera más positiva, y más parecidos a mí, a los miembros de mi grupo, en comparación con personas de otros grupos. En este sentido, cuando formamos parte de un grupo, de manera más o menos consciente nos comparamos con los otros grupos, buscando una identidad social positiva derivada de la comparación social. Si tras la comparación social obtuviéramos resultados negativos, experimentaríamos un estado de insatisfacción que tendríamos que reducir mediante diferentes comportamientos intergrupales que nos 7 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada llevaran a la identidad social positiva; podríamos por ejemplo realizar una estrategia de movilidad social redefiniendo mi pertenencia y tratando de cambiar de grupo o, si no es posible, una estrategia de cambio social, buscando una reevaluación positiva de mi grupo. 3. Si no lo mides, no existe Como en el resto de las ciencias, si queremos establecer teorías que expliquen el comportamiento humano en psicología social que nos sirvan para predecir las conductas en determinadas situaciones, necesitamos poder medir las variables implicadas en dichos procesos y, aplicando el método científico, ser capaces de replicar los resultados utilizando las mismas variables en las mismas condiciones. El método científico es un conjunto de procedimientos que se aplican siempre de la misma forma y en el mismo orden, para poder recoger información, analizarla y enunciar conclusiones. El proceso del método científico responde a la estructura de la Figura 2. Objetivos Recogida Análisis de Problema Conclusiones de datos resultados Hipótesis Figura 2. Proceso del método científico (basado en León y Montero, 2003) Vamos a analizar brevemente cada uno de estos pasos desde el punto de vista de la psicología social, pero como hemos comentado antes, este proceso se puede aplicar a muchos otros contextos, como podría ser incluso el propio trabajo de un policía que debe analizar un escenario determinado. El primer paso es identificar un problema, o lo que es lo mismo, encontrar una pregunta a la que queremos dar respuesta. Por ejemplo podría preguntarme “¿el entrenamiento en inteligencia emocional puede hacer que las personas manejen mejor las situaciones estresantes?”. Ante esta cuestión, me marcaría unos objetivos (qué quiero conseguir, demostrar, comprobar…) y unas hipótesis. Las hipótesis son un intento de solucionar el problema; afirmaciones basadas en el conocimiento 8 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada previo que tengamos sobre la situación, sobre los hechos o en las ideas que tengamos al respecto. Se formulan por tanto desde la incertidumbre y deben ser rechazadas o confirmadas al final del proceso. Siguiendo con el ejemplo anterior, podría marcarme el objetivo de “analizar los efectos de las dimensiones de la inteligencia emocional sobre el estrés en situaciones de riesgo” y del mismo modo establecer la hipótesis de que “las personas que puntúen alto en inteligencia emocional tendrán mayor control y mejores habilidades de afrontamiento en situaciones estresantes”. El siguiente paso consistiría en recoger los datos necesarios para validar o no nuestras hipótesis mediante una comprobación empírica. En este punto podemos utilizar diferentes herramientas como cuestionarios, tests psicológicos, autoinformes, entrevistas… en función del tipo de investigación que queramos realizar. Una vez tengamos los datos se procederá con los análisis estadísticos pertinentes que pongan en relación las diferentes variables que hayamos incluido en el proceso. Tras los análisis y la discusión de los resultados llegamos a las conclusiones que necesariamente confirmarán o rechazarán las hipótesis que nos marcamos al comienzo. Si las hipótesis se ven rechazadas, podríamos volver a la fase de establecimiento de objetivos e hipótesis para realizar los cambios que consideremos oportunos y realizar el proceso de nuevo. 9 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada REFERENCIAS Allport, G. (1954). The historical background of modern social psychology. En G. Lindzey (Ed.), Handbook of social psychology (pp. 3-56), Vol. 1. Reading, Mass.: Addison-Wesley. Schnake, M. E. (1991). Equity in Effort: The “Sucker Effect” in Co-Acting Groups. Journal of Management, 17(1), 41– 55.doi:10.1177/014920639101700104 Scandroglio, B., López, J., & San José, M. A. (2008). La Teoría de la Identidad Social: una síntesis crítica de sus fundamentos, evidencias y controversias. Psicothema, 20(1), 80-89. Lecturas complementarias opcionales León, J.M., Barriga, S., & Gómez, T. (1998). Concepto y características metodológicas de la psicología social. En J. M., León et al. (Coords.), Psicología social. Orientaciones teóricas y ejercicios prácticos, (pp. 3-24). Madrid: Mc Graw Hill. Gómez, T., & León, J. M. (1998). Facilitación social. En J. M., León et al. (Coords.), Psicología social. Orientaciones teóricas y ejercicios prácticos, (pp. 3-24). Madrid: Mc Graw Hill. 10 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Grado en Seguridad Pública y Privada Psicología Social Álvaro García del Castillo López DOCTOR EN PSICOLOGÍA Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada ÍNDICE 1. La cultura son los padres..........................................................................2 1.1. Violencia, agresión y aprendizaje.....................................................3 2. No invadas mi espacio..............................................................................6 2.1. Distancia social…………….………………………………………………………….7 1 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada TEMA 2. AMBIENTE, CULTURA Y CONDUCTA Todo lo que sucede, sucede en un lugar y un momento concreto, y muchas veces el dónde ocurren las cosas es determinante. Aun siendo la misma persona, no nos comportamos igual cuando estamos tomando algo con nuestros amigos en un bar que cuando estamos delante de nuestro jefe en el trabajo, o en una exposición delante de un público. De igual modo, una misma conducta puede significar cosas totalmente diferentes en función del lugar donde suceda. Estos hechos resaltan la gran importancia que tiene el ambiente cuando hablamos de psicología social. 1. La cultura son los padres Imaginemos por un momento que viajamos a Japón con nuestros amigos y nos subimos en un metro, como haríamos en Madrid o en Barcelona. Estando dentro del metro miramos el plano para ver en qué parada tenemos que bajar mientras discutimos sobre los sitios que queremos ver, lo que podemos tomar para comer y nos echamos algunas risas contando la anécdota del otro día en el hotel. Unos comportamientos aparentemente “normales”, en este ejemplo se convierten en conductas prohibidas que probablemente nos crearán una situación incómoda, con una evidente llamada de atención. Aquí, nuestro sesgo de “normalidad” respecto a lo que en nuestra cultura es habitual, choca de frente con la cultura del respeto y el silencio típico de los japoneses, más sobre todo si vamos en el metro donde está prohibido hablar, usar el teléfono e incluso reírse a carcajadas. Es complicado dar una definición precisa sobre qué es cultura, ya que se han llegado a dar más de 150 definiciones diferentes a lo largo de la historia (Kroeber y Kluchhohn, 1952), pero podemos hacer una distinción entre lo que se considera cultura subjetiva y cultura objetiva. La cultura subjetiva es un sistema compartido de ideas, valores y expectativas que generamos en una sociedad para satisfacer nuestras necesidades más básicas de supervivencia biológica y social en un lugar geográfico concreto (Bond, 2005). Este sistema hace que los miembros de un grupo sepan cómo comportarse en el marco de su cultura, lo que se espera de ellos, de manera que aquellos que se desvíen de lo “culturalmente apropiado” puedan ser identificados fácilmente. Es por 2 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada tanto un conjunto de creencias, roles asignados, normas sociales que guían la conducta y valores compartidos sobre lo bueno y lo malo. Por otro lado, la cultura objetiva remarca el carácter institucionalizado de las costumbres en la sociedad. Hablaríamos por tanto de “la cultura del esfuerzo”, la “cultura de la violación” (Smith, 2004), “cultura del honor” (López-Zafra, 2009) o la que podríamos definir como “cultura de la ofensa” que está tan presente en nuestra sociedad a día de hoy. 1.1. Violencia, agresión y aprendizaje Entendemos por agresión a la conducta que busca el daño de otra u otras personas, la tendencia a mostrarse o actuar de manera hostil. La conducta agresiva puede ir desde insultar a alguien con ánimo de daño hasta la agresión física que busca la muerte de la víctima. La conducta agresiva puede variar en términos de intensidad y planificación (Figura 1). S I D A D Conducta agresiva Conducta agresiva y poco planificada y planificada P L A N I F I C A C I Ó N I N T E N Conducta poco Conducta poco agresiva y poco agresiva y planificada planificada Figura 1. Variaciones de la conducta agresiva Según Geen (1990) podemos hablar de dos tipos fundamentales de agresión; la afectiva y la instrumental. Mientras que mediante la agresión afectiva lo que hacemos es responder a una provocación previa con el objetivo de dañar a alguien, en la instrumental utilizamos la agresión para conseguir algo, no con el objetivo final de hacer daño. Un ejemplo claro lo podemos ver en dos niños jugando que en un momento dado se pelean por un juguete. Una agresión afectiva sería si uno de los niños agrede al otro porque le ha quitado su juguete y quiere “vengarse” de él. Una agresión instrumental sería si el niño agrediera al otro para quitarle el juguete porque quiere jugar él, que es realmente el objetivo del niño. 3 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada En cualquier caso, ambos tipos de agresión se ven afectados por la cultura en la que las personas se han desarrollado. Sin pasar por alto que existe una parte genética implicada en las conductas violentas, que puede afectarnos más o menos en función de nuestra personalidad, la parte socioemocional que desarrollamos a través del aprendizaje a lo largo de nuestras vidas también nos afecta enormemente. En este sentido, una de las teorías más interesantes sobre el aprendizaje de conductas agresivas a través de la observación fue postulada por Bandura en el año 1977, la teoría del aprendizaje social, demostrando experimentalmente cómo unos niños que veían a través de un video a unos adultos realizando conductas agresivas hacia un muñeco, una vez eran dejados a solas en una habitación con juguetes, se dirigían al mismo muñeco para agredirle conforme a lo visto en la grabación. Imágenes del experimento del “muñeco bobo” de A. Bandura | Wikipedia Como señala López-Zafra (2007), al margen de las perspectivas teóricas que elijamos para intentar explicar el concepto de violencia, ni la biología, ni la frustración o el aprendizaje va a ser suficiente por sí mismo para provocar un acto violento. Al margen de lo predispuesta que se encuentre una persona, otras variables presentes en el ambiente propiciarán la conducta violenta. Conocer en qué condiciones ambientales es más probable que se produzca un comportamiento violento, al margen de las características individuales del sujeto, será imprescindible para prevenir las consecuencias negativas de la agresión. A pesar de que se conozcan aquellas variables que más afectan a la agresión en términos generales, de nuevo nos encontramos con que en 4 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada función de la cultura en la que estemos, la interpretación o la reacción a dichas variables no va a ser la misma. Por ejemplo, una de las variables que inciden en la probabilidad de un acto violento es el hacinamiento, pero la percepción que puede tener un español medio sobre lo que es hacinamiento no es la misma que la que puede tener un chino, un ruso o un americano, que conviven en situaciones de mayor densidad de gente en los espacios públicos, en el metro, en las calles… por lo que sus respuestas ante un mismo grado de hacinamiento serán distintas. Otra variable que afecta a la conducta violenta es la temperatura. Un estudio realizado en Filadelfia, Estados Unidos, analizó los datos de los crímenes sufridos en la ciudad desde el año 2006 hasta el 2015, encontrando que las cifras de crímenes violentos y conductas agresivas se incrementaron cuando las temperaturas eran más altas (Schinasi & Hamra, 2017). Otros estudios han corroborado estos datos en otras ciudades, llegando a determinar que era en los barrios más pobres donde se producían más agresiones, probablemente por la mala adecuación de las viviendas al calor, la falta de aire acondicionado, etc., encontrando además que la policía declaraba realizar “menos esfuerzos” en los días más calurosos (Heilmann & Kahn, 2019). Una explicación a este fenómeno la encontramos en el estudio de Anderson, Anderson, & Deuser (1996). Estos autores señalan una “ruta afectiva” a través de la cual, las temperaturas extremas aumentan las sensaciones de hostilidad y generan un afecto negativo. Por otro lado, habría una “ruta de excitación o arousal” según la cual las altas temperaturas producirían conductas agresivas través de la transferencia de excitación. Al margen de estas variables ambientales que pueden influir en la conducta violenta, la propia cultura en función del lugar geográfico en el que nos encontremos afecta directamente al tipo y forma de violencia. Hay países en los que la violencia está tan institucionalizada y enraizada en la identidad social, que los ciudadanos no se sorprenden si ven a una persona matar a otra en mitad de la calle, u otros en los que son los propios ciudadanos los que se organizan en turbas para perseguir y atacar a aquellos que han incumplido alguna norma social. En estos contextos podríamos decir que la propia cultura es la que mantiene la violencia presente en la sociedad. No solo nos encontramos con esto a nivel macrosocial, también en los grupos sociales, tribus urbanas o agrupaciones similares podemos 5 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada observar en ocasiones una cultura particular en relación a la violencia. Así, por ejemplo, en entornos sociales deprimidos la violencia suele ser un recurso recurrente a la hora de defender los valores que los definen como grupo. 2. No invadas mi espacio Un aspecto esencial en relación con el ambiente social es el espacio, la distancia que mantenemos con los demás. A pesar de que el ser humano es gregario por naturaleza, hay momentos en los que también necesitamos estar a solas o, si estamos en una situación social, mantener ciertas distancias. Retomando el ejemplo anterior del metro, podemos encontrarnos con personas que toleren perfectamente estar dentro de un vagón atestado de gente, mientras que otros se pondrán nerviosos, se agobiarán, o sencillamente optarán por otra manera de desplazarse para evitar aglomeraciones. ¿Por qué nos sentimos agobiados en una situación como esa? Porque sentimos que “han invadido nuestro espacio”, y eso nos incomoda. El espacio personal es una zona invisible que nos rodea y que nos hace sentir seguros, tranquilos, cómodos. Si alguna persona -tanto conocida como desconocida- traspasa ese espacio puede hacer que nos sintamos incómodos. Una innecesaria violación del espacio personal | Urinal Etiquette La violación del espacio personal, sobre todo por personas desconocidas, hace que nos tensemos, que nuestro cuerpo reaccione de manera fisiológica activándose, aumentando el ritmo cardíaco, la sudoración… lo que puede acabar generando una situación violenta con la persona que ha invadido el espacio. Aspectos como la edad, el estatus, la raza o el sexo afectan a la distancia interpersonal. Así vemos cómo los niños son más propensos a acercarse 6 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada unos a otros y tocarse por todo el cuerpo incluso sin conocerse, cosa que va cambiando conforme vamos creciendo. En cuanto al sexo, los hombres suelen mantener mayores distancias en comparación con las mujeres. 2.1. Distancia social La distancia que usamos para relacionarnos con los demás varía en función de las personas con las que entramos en contacto. En la cultura occidental, Hall (1966) distingue cuatro tipos y cada tipo tiene una fase cercana (FC) y una alejada (FA). a) Distancia íntima. FC: contacto físico. Típica en relación amorosa, intercambio afectivo en la amistad y relación entre padres e hijos. FA: 15-45 centímetros. No hay contacto físico salvo darse la mano a modo de saludo, pero sí percibimos olor corporal, aliento… b) Distancia personal. FC: 45-65 cms. Amigos íntimos o pareja que conversa. Distancia normal entre amigos para conversar sin tener que elevar la voz. FA: 1 metro aprox. No es posible el contacto físico. Zona de relación social ordinaria con amigos y conocidos. c) Distancia social. FC: 1,2-2 metros. Relación más impersonal. Empleado de una tienda con un cliente, jefe y subordinado, etc. FA: 2-3,5 metros. Situaciones más formales de negocios. Mesas amplias que mantiene la distancia. d) Distancia pública. FC: 3,5-7 metros. Relaciones de tipo impersonal. Profesor y grupo de alumnos. FA: más de 7 metros. Figuras públicas. La razón de este espacio personal radica en la evitación de las molestias que nos generan las personas cuando están demasiado cerca. Esa tensión, activación fisiológica, se ve reducida cuando mantenemos cierta distancia. Por otro lado, también se ha demostrado que el espacio personal ayuda a mantener nuestra identidad, independencia y diferenciación de los demás. También se utiliza como protección ante posibles amenazas, como una especie de “territorio protegido” similar al que mantienen los animales entre sí. Por último también sirve para gestionar las relaciones con las personas, definir cómo y con quién mantenemos un contacto más o menos cercano en función de lo que queramos transmitir a esa persona. 7 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada REFERENCIAS Anderson, C. A., Anderson, K. B., & Deuser, W. E. (1996). Examining an Affective Aggression Framework Weapon and Temperature Effects on Aggressive Thoughts, Affect, and Attitudes. Personality and Social Psychology Bulletin, 22(4), 366-376. doi: 10.1177/0146167296224004 Bandura, A. (1977). Social Learning Theory. General Learning Press. Bond, M. H. (2005). A cultural-psychological model for explaining differences in social behavior: Positioning the belief construct. En R. M. Sorrentino, D. Cohen, J. M. Olson & M. P. Zanna (Eds.), Cultural and social behavior. The Ontario Symposium (Vol. 10, pp. 31-48). Londres: L. Erlbaum. Heilmann, K., & Kahn, M. E. (2019). The Urban Crime and Heat Gradient in High and Low Poverty Areas. The National Bureau of Economic Research, Working Paper No. 25961. doi: 10.3386/w25961 Kroeber, A. L., & Kluckhohn, C. (1952). Culture: A critical review of concepts and definitions. Cambridge: Peabody Museum, vol. 47, 1. López-Zafra, E. (2009): Cultura del Honor: Influencia de las variables sociodemográficas y dimensiones Psicosociales en la predisposición a reaccionar con violencia ante ofensas al honor. En López-Zafra, E. (Dir), Violencia contra las mujeres: descripción e intervención biopsicosocial. (pp.117-142). Universidad de Jaén. Schinasi, L. H., & Hamra, G. B. (2017). A Time Series Analysis of Associations between Daily Temperature and Crime Events in Philadelphia, Pennsylvania. Journal of Urban Health, 94(6), 892-900. doi: 10.1007/s11524-017-0181-y Smith, M. D. (2004). Encyclopedia of Rape (1ª edición). Westport, Conn.: Greenwood Press. p. 174. 8 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada Lecturas complementarias opcionales Javaloy, F., & Vidal, T. (2007). Bases ambientales del comportamiento social. En J. F. Morales, M. C. Moya, E Gaviria, & I. Cuadrado (Coords), Psicología social tercera edición (pp. 97-122). Madrid: McGrawHill. Lopez-Zafra, E. (2007). El componente cultural de la violencia. En J. F. Morales, M. C. Moya, E Gaviria, & I. Cuadrado (Coords), Psicología social tercera edición (pp. 441-454). Madrid: McGrawHill. 9 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Grado en Seguridad Pública y Privada Psicología Social Álvaro García del Castillo López DOCTOR EN PSICOLOGÍA Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada ÍNDICE 1. Socialización, sin ti no soy nada...............................................................2 2. Etapas y agentes de socialización.............................................................4 3. Ni consola ni consolo................................................................................6 4. ¿Y tú de qué vas?..........................................................................................................9 5. Tipos de conflicto de rol……………………………………………………………………..10 1 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada TEMA 3. SOCIALIZACIÓN, NORMAS Y ROLES La socialización es el proceso mediante el cual las personas aprendemos la manera óptima de relacionarnos con los demás y funcionar adecuadamente en una sociedad determinada. Es un proceso que depende del momento histórico en el que nos encontremos así como de la cultura y el contexto del proceso de aprendizaje del individuo. Cuando somos pequeños, por ejemplo, nuestra familia nos enseña a diferenciar lo que “está bien” de lo que “está mal”, influyendo en nuestro desarrollo personal, estableciendo límites y enseñándonos que existe algo llamado “normas” que hay que respetar. Conforme vamos avanzando en nuestro desarrollo, nuevas personas irán afectándonos en este aprendizaje del funcionamiento social, así como otros medios y sistemas que iremos viendo en este tema. 1. Socialización, sin ti no soy nada Desde un punto de vista sociológico, y siendo muy reduccionistas, entendemos la socialización como la adquisición de una cultura. El ser humano nace con unas características biológicas determinadas por su genética que marcan, en parte, lo que esa persona puede llegar a ser en un futuro. Dicho de otro modo, nacemos con una predisposición genética a determinados rasgos de personalidad. Pero vamos a suponer que, en lugar de nacer donde lo hicimos, hubiéramos nacido en otro lugar. Siendo exactamente iguales, a nivel biológico, si hubiéramos nacido en un país distinto, con una cultura distinta y hubiéramos crecido en un entorno totalmente diferente al nuestro… ¿nos comportaríamos de la misma forma? La personalidad evoluciona poco a poco durante el desarrollo de nuestra existencia a través de distintas experiencias de aprendizaje. Mediante la interacción con otras personas aprendemos cosas tan básicas como comer o tan necesarias para la convivencia en sociedad como el lenguaje o la comunicación interpersonal. Es en este punto donde podemos ver la importancia de la socialización. Las personas necesitan de la sociedad y la sociedad de las personas. Este planteamiento de interdependencia se puede resumir en lo que Schaffer (1989) denominó modelo de mutualidad. Según este modelo el individuo es parte activa en el proceso. Moldeamos nuestras experiencias en base a cómo somos como resultado de la interacción entre lo que soy -biológicamente hablando- y de lo que he adquirido de mi contacto con el medio en el que me he 2 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada desarrollado. Este enfoque entiende la socialización como un proceso que no se detiene a una edad concreta, sino que evoluciona y nos acompaña durante toda la vida. La paradoja del bebé en la habitación |Pexels, Pixabay Imaginemos por un momento que podemos meter a un bebé recién nacido en una habitación sin ventanas pero con ventilación, y que podemos alimentarle y cuidar de él sin que exista contacto directo con otras personas, digamos que, por ejemplo, a través de unos avanzadísimos brazos robóticos. El niño crece sano en esa habitación estanca, sin contacto humano, sin escuchar nada más que el sonido mecánico de los brazos robóticos al moverse a su alrededor. El niño crece y llega a la edad adulta sin complicaciones biológicas y sin enfermedades. ¿Cómo os imagináis a esa persona? ¿Podríamos decir que es un ser humano? Hemos conseguido disponer de todo lo necesario biológicamente para desarrollarnos como seres humanos y diferenciarnos significativamente del resto de animales del planeta, pero a pesar de contar con todo ese potencial, necesitamos indudablemente de otras personas, de la sociedad, de nuestros grupos… para potenciar esas capacidades, adquirir la información y vivir las experiencia necesarias que nos permitan alcanzar ese grado de lo que conocemos como persona. 3 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada 1.1. Etapas y agentes de socialización Como ya hemos visto, la socialización depende en gran medida de la cultura en la que tiene lugar. Cuando somos niños se nos marcan las pautas de comportamiento que debemos seguir, siendo por tanto dirigidos por las personas que configuran nuestro entorno cercano. Conforme vamos creciendo ese control externo se va transformando en autocontrol, adquisición y seguimiento de normas sociales, asunción de roles y valores, etc. En este proceso de aprendizaje social intervienen diferentes agentes (Figura 1). Siguiendo la clasificación de Petrus (1998) podemos diferenciar 3 etapas en la socialización: a) Socialización primaria: Tiene lugar en la primera etapa de la vida, donde los agentes de socialización fundamentales son la familia y la escuela. El entorno más cercano al individuo es el encargado de iniciarle en las conductas apropiadas dentro del grupo, se enseñan los valores, las creencias, los afectos, etc. b) Socialización secundaria: Como continuación de la fase anterior, consolida los hábitos y las conductas de la fase anterior en la personalidad del individuo. Aquí toman especial importancia los grupos de pertenencia secundarios, como son los amigos, diferentes agrupaciones como asociaciones, clubes, etc., y los medios de comunicación, redes sociales, internet, etc. En esta fase se desarrolla la identidad social del individuo reforzando su autoconcepto y consolidando su identidad personal. La persona sale de la “burbuja” familiar y conoce otras realidades de su contexto cultural. También podríamos incluir en esta etapa a la universidad, así como las empresas, mundo laboral, mundo político, y las instituciones gubernamentales o las fuerzas públicas encargadas del orden como la policía. c) Socialización terciaria: Por esta fase no pasa todo el mundo. En concreto, en esta fase nos podemos encontrar con dos fenómenos diferentes; por un lado la transculturación que es cuando entran en contacto dos culturas diferentes y una acaba anteponiéndose a la otra; y la resocialización que sucede cuando personas que han sido apartadas de la sociedad, tienen que reincorporarse a ella, como por ejemplo en el caso de personas que salen de la prisión y tienen que reintroducirse en la sociedad. Son personas que se han desviado de la norma social y han sido castigadas por ello. Los agentes de socialización en este caso podrían ser las instituciones penitenciarias que readaptan su comportamiento para su reinserción adecuada en 4 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada la sociedad. Es importante no obstante entender que en estos supuestos de resocialización, el objetivo debe ser educar a los reclusos a afrontar las situaciones de conflicto, no apartarlos sin más, hacerles reflexionar a nivel cognitivo y emocional, transmitiendo la importancia de la responsabilidad como ciudadano y trabajando el cambio de actitudes que permita un cambio en sus conductas (Caride & Gradaílle, 2013). PRIMARIA SECUNDARIA TERCIARIA Familia Grupos Otros grupos Escuela Amigos culturales Universidad Instituciones Instituciones y agentes MMCC penitenciarios Internet Figura 1. Fases y agentes de socialización La importancia y el efecto de la cultura sobre la socialización lo observamos al comparar cómo funcionan dos grupos enmarcados en culturas diferentes. Siguiendo la clasificación de Arnett (1995) por un lado podemos encontrar las culturas que se rigen por un tipo de socialización más amplia potenciando el individualismo y la independencia de sus miembros. Este tipo de culturas favorecen la auto- expresión del individuo mediatizada por los agentes familiares y sociales tales como amigos y grupos entre otros. Un ejemplo de esta cultura podría ser la cultura americana, o en términos más generales la cultura occidental. En estas culturas nos encontramos con personas que pueden ser muy diferentes entre sí. En el otro polo tendríamos a las culturas más estrechas donde se fomenta la obediencia a las normas que la definen, alienta la conformidad y persiguen la desviación de lo que consideran el comportamiento normal. Son culturas más centradas en los valores y creencias que consideran correctas y representativas de su identidad social. Un ejemplo podría ser la cultura china, japonesa o las culturas orientales en general. 5 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada Tenemos que tener en cuenta que la situación actual que vivimos requiere entender el concepto de la socialización de forma no determinista. El mundo que nos rodea es cada vez más complejo y la forma de relacionarnos varía constantemente. Podemos encontrar influencias de agentes socializadores propios de la segunda etapa en la primera, por ejemplo, ya que cada vez es más común encontrar a niños preadolescentes utilizando internet, smartphones propios, aplicaciones de redes sociales, etc., lo que puede afectar a su socialización en su etapa primaria. Hay que entender que la socialización que se produce en la primera fase es la que cala más profundamente en la personalidad del individuo y genera las bases sobre las que se construye su identidad. Es más complicado y requerirá de mayores esfuerzos cambiar los efectos de la socialización primaria en comparación con la secundaria. Como ya hemos visto, la socialización no se limita únicamente al aprendizaje de las conductas adecuadas en la sociedad correspondiente, también implica el desarrollo de creencias, ideas, formas de pensar y de sentir que son apropiadas en ese contexto. Desde este punto de vista estaríamos hablando de la socialización cognitiva y moral, que no es más que la forma en la que nuestro cerebro organiza la información en base a la experiencia. Cuando somos pequeños nuestros esquemas mentales se centran en nosotros mismos, siendo más egocéntricos, nos preocupamos más por lo que tenemos o no tenemos, por lo que sentimos o no sentimos, de tal forma que puedo enfadarme con mis padres porque no me compran el juguete que quiero, o quitarle el juguete a mi hermano aunque se quede llorando porque quiero jugar yo primero. Conforme vamos creciendo nuestros esquemas se van ampliando y convirtiéndose en esquemas más solidarios generando lo que entendemos por conciencia moral, según los cuales nos preocupamos por lo que pueden sentir otras personas realizando un ejercicio de empatía. 2. Ni consola ni consolo Como dijo en su día el escritor americano Ralph Waldo Emerson, “Los hombres son lo que sus madres hicieron de ellos”. Quien haya vivido la explosión de la tecnología de los videojuegos en España en la década de los ochenta es posible que haya escuchado alguna vez la frase que da título a este apartado (o quizá alguno la haya llegado a decir a sus hijos 6 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada no hace tanto tiempo). “Cuando acabes los deberes podrás jugar a la consola”, o “termina las verduras y podrás salir a la calle con tus amigos”. Cualquier frase de estas características está remarcando un aspecto esencial dentro de la socialización; las normas. Según la definición de Cialdini & Trost (1998) las normas sociales son reglas y estándares compartidos, entendidos y aceptados por los miembros de un grupo. Estas reglas guían la conducta o la restringen, pero no tienen tanta fuerza como las leyes. La desviación o el incumplimiento de la norma puede conllevar sanción social pero no necesariamente legal. Las normas son expectativas de conducta de los miembros que forman parte del grupo. Pero no solo eso, las normas controlan la conducta cuando se activan. Muchas veces activamos una norma de manera consciente, pero otras las normas se activan de manera automática llevando al individuo a pensar que ha hecho tal cosa porque ha querido hacerla. Por ejemplo, las normas de reciprocidad hacen que sintamos la necesidad de responder a los demás cuando nos hacen un favor, las normas de compromiso interpersonal nos obligan a mantener nuestra palabra cuando nos prometemos algo, o las normas de obediencia hacen que tengamos que acatar las órdenes de aquellas personas que dentro de nuestra sociedad ostentan cargos de poder o tienen autoridad legítima para premiar o castigar a los individuos. Para que una norma dirija la conducta, tiene que ser evocada. La evocación puede ser a través del recuerdo o mediante algún indicio más o menos evidente. Además, una norma activada puede automáticamente desactivar una norma previa. Veámoslo más claro con algunos ejemplos: «Pablo está en una discoteca con una amiga. En un momento determinado, un chico se acerca a su amiga. Al rato de hablar con ella el chico empieza a molestarla. Pablo se enfrenta al chico y se pelean» Aquí vemos cómo, cuando el chico se acerca a la amiga de Pablo no sucede nada, no hay reacción por parte de Pablo. Podríamos decir que la norma “amistad” está activada. En el momento en el que Pablo percibe que el chico molesta a su amiga se activa la norma “protección” y empieza la pelea. 7 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada En ocasiones puede que no sepamos bien qué está sucediendo y que reaccionemos en base a lo que veamos en los demás, en el contexto. «María está con unas amigas sentada en un parque. De repente ve cómo aparece una persona corriendo que pasa por delante. Se miran sorprendidas y se ríen. A los segundos, aparece un grupo de personas corriendo desesperadas y ellas se levantan del banco y salen corriendo en la misma dirección» En este ejemplo, cuando aparece la primera persona corriendo, María y sus amigas no entienden que está sucediendo, pero no se activa ninguna norma y siguen como si nada. Cuando el grupo numeroso aparece a continuación, la norma de “emergencia” o “peligro” se activa y, casi sin pensarlo, se levantan y salen corriendo, sin saber realmente por qué corren o de qué huyen. Es importante entender que el grupo en el que nos encontremos va a afectar a las normas que se activen, independientemente de las normas individuales que cada uno tenga. Cuando una persona se siente anónima dentro de un grupo su conducta se ve afectada en mayor medida por las normas sociales del grupo, pudiendo llegar a realizar conductas antisociales (conductas peligrosas o perjudiciales para la sociedad) o prosociales (conductas que benefician a otros o que tienen consecuencias positivas para la sociedad). Un claro ejemplo de conducta de grupo antisocial la encontramos en los hinchas radicales de los equipos de fútbol. En estos grupos existen unas normas muy particulares que se potencian cuando los miembros del grupo están juntos. En una situación así, si un grupo radical se encontrase con otro a las puertas de un estadio antes del partido, probablemente se generaría una situación tremendamente violenta. La investigación en este sentido nos dice que la multitud promueve el anonimato, el afloramiento de normas grupales y la pérdida de la identidad personal diluida en la de la masa. Este efecto se denomina desindividuación. Esta desindividuación hace que las personas actúen según la norma activada en el grupo en el que se encuentren, de tal forma que puedan realizar conductas antisociales como la del grupo hincha radical. 3. ¿Y tú de qué vas? 8 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada Es innegable que para que algo funcione necesitamos que tenga sentido. Y cuando hablamos de grupos el sentido de funcionamiento viene de la mano de la estructura. Ya hemos hablado de las normas y su gran influencia en el desarrollo del funcionamiento grupal. Pero las normas no son nada si no hay personas encargadas de describirlas y aplicarlas. Como ya sabemos, en un grupo se generan relaciones entre sus miembros. En esa interacción interpersonal es normal que surjan diferencias de posición dentro del grupo. Estas diferencias hacen que una persona se sitúe en una posición o en otra dentro del grupo, en comparación con el resto de miembros. Esa posición no se limita únicamente a una ubicación de la persona dentro del grupo, nos da además información de qué implica ocupar esa posición. Además, cuando le otorgamos significado a la posición, cuando añadimos prestigio y asociamos valor a la posición estamos hablando de estatus. El estatus implica jerarquía, prestigio percibido. Por último, el rol es la expectativa de comportamiento derivada de una posición determinada dentro de un grupo. Dicho de otra forma, es lo que una persona puede hacer, debe hacer y los demás esperan que haga dentro de un grupo o una sociedad, como consecuencia de su posición dentro de ella. Cuando una persona tiene claras sus funciones y responsabilidades derivadas de su rol decimos que tiene claridad de rol. El problema viene cuando esto no está tan claro y produce ambigüedad de rol. Preguntas como “¿qué se supone que debo hacer en esta situación?” o “¿qué espera la gente que haga ahora?” son características de esta situación de incertidumbre que genera tensión psicológica y estrés en las personas que la sufren. ESTATUS POSICIÓN ROL Figura 2. Estructura de grupo y sus relaciones 3.1. Tipos de conflictos de rol 9 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada En términos generales podemos diferenciar tres tipos de conflictos de rol. Estos conflictos surgen de la interacción de la persona con los diferentes grupos de los que forma parte, con las personas que los conforman y como consecuencia del rol o de los posibles roles que puede tener en ese momento. a) Conflicto inter-rol: Es la tensión producida por la necesidad de responder al mismo tiempo a dos o más roles que son excluyentes entre sí. Imaginemos la siguiente situación: «Gemma es la inspectora de policía encargada de un grupo de agentes que da apoyo en situaciones de emergencia en Alicante. Hoy ha habido una gran riada y se ha inundado toda la ciudad, con varios avisos de emergencia. Gemma ha intentado hablar con sus hijos de 8 y 13 años pero no los localiza. Tendrían que estar en el colegio pero no hay forma de contactar con ellos >> En esta situación Gemma puede sufrir un conflicto inter-rol entre su rol de madre y su rol de inspectora de policía. Si atiende a su rol de madre y se va al colegio a buscar a sus hijos, tiene que desatender su rol de inspectora y coordinar a su grupo de agentes para dar servicio y asistencia al resto de la población. Y viceversa, si decide asumir el rol de inspectora tiene que desatender el de madre. Esta situación produce estrés y tensión en las personas que la sufren dado que ambos roles son importantes pero no pueden atenderse a la vez y hay que decidirse por uno de ellos. b) Conflicto intra-rol: En este tipo de conflicto la tensión la producen las expectativas de distintos orígenes hacia el desempeño de mi rol. Pueden ser orígenes de 2 o más personas ajenas a mí o también una incongruencia entre mis expectativas y las de otras personas. Imaginemos la siguiente situación: «Juan acaba de entrar a trabajar en una comisaría. Es su primer día y su superior al mando le ha encargado hacer unas fotocopias. Después ha tenido que salir a comprarle el almuerzo y ayudarle con unas tareas administrativas que tenía atrasadas» En este ejemplo Juan puede sufrir un conflicto intra-rol al ver que su expectativa laboral no encaja con lo que le están pidiendo en su primer día de trabajo, lo que le genera confusión por no saber cómo responder y malestar por ver frustradas sus expectativas. 10 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada c) Conflicto persona-rol: Aquí encontramos una tensión producida por la falta de capacidad o motivación de la persona para responder a las demandas o exigencias de su rol. Imaginemos esta situación: «Marta ha sido ascendida y en su nuevo puesto tiene que encargarse de dar charlas en los colegios e institutos de la zona sobre seguridad vial. Marta tiene mucho miedo a hablar en público y no se le da bien tratar con niños» En este ejemplo vemos como el nuevo rol de Marta le exige una serie de competencias para las que no se ve preparada, lo que le provocará una situación de estrés y tensión muy desagradable. 11 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada REFERENCIAS Arnett, J. J. (1995). Broad and Narrow Socialization: The Family in the Context of a Cultural Theory. Journal of Marriage and the Family, 57(3), 617-628. doi: 10.2307/353917 Caride, J. A., & Gradaílle, R. (2013). Educar en las cárceles: nuevos desafíos para la educación social en las instituciones penitenciarias. Revista de educación, 360, 36-47. doi: 10.4438/1988-592X-RE-2013- 360-219 Cialdini, R. B., & Trost, M. R. (1998). Social influence: Social norms, conformity and compliance. En D. T. Gilbert, S. T. Fiske, & G. Lindzey (Eds.), The handbook of social psychology (pp. 151-192). New York, NY, US: McGraw-Hill. Schaffer, H. R. (1989). Interacción y socialización. Madrid: Visor Libros. Lecturas complementarias opcionales León, J. M., Cantero, F. J., & Medina, S. (1998). Socialización y aprendizaje social. En J. M. León et al. (Coords), Psicología social. Orientaciones teóricas y ejercicios prácticos (pp. 43-58). Madrid: McGrawHill. Smith, E. R., & Mackie, D. M. (1997). Normas y conducta. En E. R. Smith & D. M. Mackie, Psicología social (pp. 399-443). Madrid: Editorial Médica Panamericana. Yubero, S. (2004). Socialización y aprendizaje social. En D. Páez, I. Fernández, S. Ubillos & E. Zubieta, Psicología social, cultura y educación (pp. 819-844). Madrid: Pearson Educación. Accesible en: https://www.researchgate.net/publication/285580199_Psicologia_ Social_Cultura_y_Educacion_Libro_descatalogado_2014 12 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada 13 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Grado en Seguridad Pública y Privada Psicología Social Álvaro García del Castillo López DOCTOR EN PSICOLOGÍA Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada ÍNDICE 1. Encajando las piezas del puzle social.......................................................2 1.1. Primera hipótesis: la mochila...........................................................2 1.2. Segunda hipótesis: a nuestro cerebro le gusta ahorrar energía…………………………………………………………………………………….…..5 1.2.1.Si no lo veo, no es ilegal……………………....…………………………..…..5 1.2.2.Cogiendo atajos………...…………..….………………………………………….6 1.3. Tercera hipótesis: pensando con el corazón………………………….………8 1.4. Cuarta hipótesis: no hay nadie al volante……………………………………..9 1 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada TEMA 4. COGNICIÓN SOCIAL Suena el despertador. Nos levantamos, nos aseamos, desayunamos y empezamos el día. Vamos a trabajar, a estudiar, o nos quedamos en casa. Navegamos por internet, vemos el móvil, leemos la prensa, vemos la televisión, escuchamos la radio. Hablamos con alguien. Comemos. Jugamos con nuestro perro, con nuestros hijos, hacemos la compra. Recogemos la casa, ponemos la lavadora. Salimos a pasear, vamos al gimnasio, al cine, a cenar. Nos acostamos. ¿Cuántos estímulos diferentes pensáis que tenemos en un día normal? ¿Qué cantidad de información procesa nuestro cerebro cada día? ¿Cómo es esa información? Estamos expuestos a una cantidad enorme de estímulos todos los días. Por cada uno de nuestros sentidos recibimos miles de datos que utilizamos para organizar el mundo en el que vivimos. Sonidos, olores, sabores, imágenes… que forman en nuestra cabeza un universo de significados que utilizamos para funcionar y relacionarnos con los demás. Es imposible que procesemos conscientemente toda la información estimular que tenemos a nuestro alrededor y a pesar de ello, nuestra capacidad es tan grande que nuestro cerebro puede llegar a procesar información incluso sin ser nosotros conscientes de ello. La cognición social estudia cómo procesamos la información social. Cómo prestamos atención a ese mundo caótico de estímulos que nos acompaña cada día seleccionando la información a procesar, analizar y almacenar en nuestra memoria para recuperarla cuando queramos o cuando la necesitemos, y para utilizarla en nuestro funcionamiento social. 1. Encajando las piezas del puzle social Siguiendo la clasificación de Rodríguez & Betancor (2007) podemos resumir en cuatro los aspectos más innovadores dentro del estudio de la cognición social. Estos aspectos se pueden contemplar como las hipótesis de la cognición social. 1.1. Primera hipótesis: la mochila Según esta hipótesis, nuestro comportamiento es el resultado de la interacción entre la información nueva que adquirimos de nuestra 2 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada experiencia con el entorno y el conocimiento que ya teníamos almacenado en nuestro cerebro. EXPECTATIVAS ESTEREOTIPOS CREENCIAS EXPERIENCIAS DESEOS METAS Nuestra “mochila” influye en cómo vemos la “realidad” | Freepik Como hemos dicho al principio del tema, el mundo en el que vivimos está repleto de estímulos que nos impactan diariamente. Cuando procesamos la información que llega a nuestros sentidos, no somos conscientes de que estamos “interpretando” la realidad. Podríamos decir incluso que la realidad se construye socialmente, de manera que cada persona da un significado distinto a una misma experiencia social. En ese proceso de construcción de significado es donde la “mochila” entra en juego. Esa mochila metafórica representa todo lo que, sin ser conscientes, llevamos a nuestra espalda como resultado de la socialización y desarrollo personal a lo largo de nuestras vidas. Las expectativas, experiencias, estereotipos, creencias… todo lo que nos hace ser como somos en nuestro funcionamiento socio-personal. En este sentido, cuando procesamos información nueva de nuestro entorno social, echamos mano a la mochila –sin ser conscientes- para relacionar esa información nueva con la que ya teníamos guardada, dándole sentido a la realidad que percibimos. En este sentido, mochilas diferentes construirán significados diferentes, de ahí que una misma situación pueda ser interpretada de formas totalmente distintas en función de quién sea el que esté mirando. 3 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada El procesamiento de la información sigue por tanto una vía doble; por un lado procesamos la información de “abajo-arriba” y por otro lado de “arriba-abajo”. En el primer tipo de procesamiento empezamos analizando las características del estímulo, y poco a poco vamos subiendo hacia niveles superiores de percepción. En cambio, en el procesamiento “arriba-abajo” empezamos directamente echando mano de la mochila, activando expectativas, creencias, estereotipos y poco a poco bajamos hacia abajo en la percepción del estímulo, de manera que todo lo que vamos activando influye en la percepción del estímulo, aun sin ser conscientes de ello. Vamos a verlo más claro con un ejemplo. «Carlos tiene como compañero a Matías, con el que hace unos años tuvo una mala experiencia y desde entonces no se llevan bien. Piensa que es una persona hipócrita, egoísta y en la que no se puede confiar. El otro día Carlos vio a Matías prestándole parte de su equipo a otro compañero. En cuanto estuvieron solos, Carlos le advirtió al compañero que llevara cuidado con Matías, que seguro que tiene alguna motivación oculta y que no se fíe de él» Aquí podemos ver claramente cómo se ha procesado la situación desde la activación de las expectativas y las creencias previas de Carlos derivadas de su experiencia con él. A través del procesamiento de arriba-abajo, Carlos parte del conocimiento almacenado de Matías y va interpretando el resto de la información de la situación en base a lo que espera recibir de ese estímulo, en este caso la hipocresía, por lo que interpreta el gesto de Matías como algo interesado y malintencionado en lo que no se debe confiar. Vamos a ver el mismo ejemplo desde el otro tipo de procesamiento, de abajo-arriba. «Carlos tiene como compañero a Pablo, un chico nuevo que acaba de entrar en el cuerpo. El otro día Carlos vio a Pablo prestándole parte de su equipo a otro compañero. En cuanto estuvieron solos, Carlos le dijo al compañero que el nuevo parecía un tipo simpático y generoso por el gesto que había tenido con él» En este caso, al no disponer de información previa relevante sobre Pablo, analizamos su comportamiento desde el nivel más bajo del 4 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada procesamiento; desde las características de su conducta, y poco a poco vamos subiendo en la interpretación hasta almacenar un nuevo conocimiento sobre él. Ambos tipos de procesamiento se producen de manera simultánea en el transcurrir de nuestras experiencias sociales. De hecho, cuando una persona tiene problemas para relacionar la información nueva de su entorno con la información previa almacenada en su cerebro nos encontramos ante un problema de amnesia, diferenciando entre amnesia retrógrada si la persona es incapaz de conectar con la información previa y amnesia anterógrada si es incapaz de almacenar información nueva. Este problema puede aparecer tras una lesión cerebral, un accidente o incluso un evento traumático. Según su gravedad y grado de afectación algunas de estas lesiones son crónicas y otras remiten con el tiempo. 1.2. Segunda hipótesis: a nuestro cerebro le gusta ahorra energía A estas alturas del tema ya tenemos claro que nuestro cerebro aunque tiene una capacidad de almacenamiento asombrosa, no procesa todos los estímulos que nos rodean, ni analiza exhaustivamente toda la información sensorial presente en una situación determinada, ya no tanto por incapacidad funcional como por comodidad. De hecho podríamos resumir la segunda hipótesis tal que así; para nuestro cerebro, cuanto menos esfuerzo, mejor. ¿Qué estrategias sigue nuestro cerebro para ahorrarse trabajo de procesamiento? Veamos algunas de ellas. 1.2.1. Si no lo veo, no es ilegal Parafraseando la famosa frase de Homer en los Simpsons tapándose los ojos para saltarse un semáforo en rojo, si no lo ve tu cerebro, no existe. Una de las estrategias básicas para adaptarnos al medio consiste en reducir la cantidad de información que procesamos realizando una atención selectiva a la información de nuestro entorno dirigiendo el foco hacia aquellos estímulos que nos llaman la atención, los que sobresalen del contexto que estamos analizando: a) Contraste con el contexto: los estímulos que por su tamaño, brillo, movimiento, etc., destacan del resto. Aquí encontramos el efecto del estatus solo (un hombre en un grupo de mujeres, un negro en un grupo de blancos, etc.) 5 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada b) Contaste con información previa: cuando algo no encaja con lo que teníamos en nuestra memoria, en experiencias pasadas o con nuestras expectativas en una situación. Por ejemplo, ver a una persona sin camiseta en la playa no nos llamará la atención, en cambio esa misma persona sin camiseta andando por un supermercado o en una biblioteca sí lo haría. c) Relevancia para el sujeto: el estímulo nos llamará más la atención si nos resulta importante para nuestras metas, objetivos o para cubrir alguna necesidad. 1.2.2. Cogiendo atajos Otra manera que tiene nuestro cerebro de ahorrar energía y no sobrecalentarse es utilizar reglas sencillas de procesamiento. Una forma es usar heurísticos. Un heurístico es un atajo al procesamiento mental que utilizamos para tomar una decisión determinada. Por lo general estos atajos que nos ahorran energía de procesamiento suelen ser útiles, aunque como veremos más adelante no son infalibles, y a veces pueden conducirnos a cometer un error. Existen muchos tipos diferentes de heurísticos, pero vamos a centrarnos en los 3 que más se han estudiado propuestos por Tversky & Kahneman (1974): a) Heurístico de representatividad: se juzga al estímulo (persona, cosa, situación) como parte de una misma categoría. Realizamos un juicio basándonos en lo prototípico que resulta el estímulo para la categoría, en lugar de utilizar información estadística. Esta estrategia hace que usemos menos recursos para llegar a un juicio y tomar una decisión, aunque también puede producir sesgos y errores. Veamos un ejemplo. Imaginad a la siguiente persona: «Carmen es una persona valiente, de carácter fuerte y tenaz. Le gusta practicar artes marciales y deportes de aventura. Es intuitiva, despierta y muy activa» A la vista de la descripción de Carmen, ¿qué creéis que es más probable, que Carmen trabaje como Policía Nacional o como médico? Si dejamos que actúe el heurístico de representatividad diremos que la respuesta es Policía Nacional, porque la descripción de la personalidad, carácter, habilidades y hobbies nos encajaría más en la categoría “policía” que en la de “médico”, ya que esas características podrían ser más representativas del prototipo de “policía”. 6 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada En cambio, como decíamos antes, la activación de este atajo puede conducirnos a algún error, como en este caso, porque si cogemos los datos estadísticos de número de personas que son Policías Nacionales (65mil) y número de personas que son médicos (138mil) en España, es más probable estadísticamente que Carmen sea médico. Por lo tanto, como acabamos de comprobar, un tipo de heurístico de representatividad es el uso de estereotipos sociales, concepto que veremos más en profundidad en el Tema 7. Este efecto no se limita personas como decíamos antes, también sucede con cosas o situaciones. Por ejemplo, si tenemos que comprar un número de la ONCE entre el 23.564 y el 01234 probablemente cojamos el primero pensando que es más probable que nos toque, cuando en realidad, a nivel probabilístico, son iguales. Lo que sucede es que el primer número se asemeja más a la categoría de “números de lotería” que tenemos en nuestra cabeza. 2. Heurístico de accesibilidad: sucede al evaluar la probabilidad de un suceso según lo fácil que nos viene a la mente, lo rápido que aparece en nuestra cabeza. Se entiende por tanto que lo que nos es más sencillo evocar, es más probable que sea cierto. Pero de nuevo tenemos que ser cautos porque aquí podemos cometer errores de nuevo. Se vio por ejemplo en el estudio de Tversky & Kahneman (1973) que cuando daban una lista de nombres de 19 hombres famosos y 20 mujeres desconocidas, las personas estimaban que habían más hombres que mujeres, y cuando cambiaban la situación (20 mujeres famosas – 19 hombres anónimos) estimaban más mujeres. El hecho de que pudieran acceder más fácilmente a los nombres que recordaban (famosos) hacía pensar que había más de esa clase. Aquí podemos encontrarnos con un sesgo denominado correlación ilusoria, que sucede cuando dos sucesos que son poco frecuentes aparecen juntos y pensamos que están asociados. Generalmente se ve más pronunciado en la sobreestimación de comportamientos negativos en grupos pequeños o minorías. Por ejemplo, pensar que los extranjeros son unos delincuentes, sería una correlación ilusoria. Si vemos los datos del INE (2017) en la Figura 1 nos daremos cuenta que el mayor número de delitos es a mano de españoles. 7 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada Figura 1. Relación de delitos en España por nacionalidad. Fuente: INE 3. Heurístico de ajuste y anclaje: en este caso, los individuos emiten un juicio cuantitativo sin disponer de la información suficiente, utilizando como referencia un punto de referencia desde el que se van realizando ajustes hasta llegar a la decisión definitiva. Por ejemplo, a menos que tengamos datos sobre la siguiente cuestión; ¿cuántas personas viven en Birmania?, nuestra respuesta no será la misma si acompañamos la pregunta con esta otra pregunta; ¿más o menos de medio millón de personas? En el primer caso, probablemente nuestra respuesta estaría bastante alejada de la que daríamos en el segundo caso. Y en cualquiera de las dos opciones, probablemente nuestra respuesta estaría muy alejada de la respuesta real. Al tener una cifra de referencia respecto a un dato que no conocemos, en este caso medio millón, la estimación la hacemos seleccionando un número cercano por arriba o por abajo de la referencia que se nos proporciona. Probablemente vuestra respuesta estaría lejos de los más de 54 millones de habitantes que tiene Birmania actualmente. 1.3. Tercera hipótesis: pensando con el corazón A pesar de lo que intuitivamente podríamos pensar, la parte emocional tiene un peso importante sobre la parte racional. La distinción clásica que encontramos entre mente y corazón no resulta real en la práctica. Muchas veces habremos escuchado eso de “tienes que dejar de lado las emociones y pensar con la cabeza”. En la práctica, las personas que son conscientes tanto de sus emociones como de la de los demás, de cómo 8 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada surgen y cómo regularlas –lo que conocemos como inteligencia emocional y veremos en detalle en el Tema 8- son más eficientes en el procesamiento de la información. Por ejemplo se ha visto que las emociones afectan al tipo de información que procesamos. Desde esta perspectiva, las personas recordamos mejor la información que hemos procesado en un estado de ánimo concreto cuando nos encontramos en ese mismo estado de ánimo (recuerdo dependiente del estado de ánimo) Por otro lado, también podemos atender y recordar mejor aquella información del presente que está en línea con nuestro estado de ánimo. Desde esta perspectiva, si tengo un estado de ánimo positivo atenderé más y recordaré mejor la información positiva y viceversa (recuerdo congruente con el estado de ánimo). Otro aspecto interesante tiene que ver con la manera de juzgar a los demás. Cuando tenemos un estado de ánimo positivo los juicios sociales son más positivos y viceversa; con estados de ánimo más negativos el juicio es también negativo, así como las decisiones que podamos tomar. Quizá venga de ahí el consejo de no tomar determinadas decisiones cuando estamos enfadados porque “en frío” podríamos arrepentirnos. 1.4. Cuarta hipótesis: no hay nadie al volante Una parte importante de nuestro comportamiento viene dado por una serie de procesos de los que no somos conscientes. Estos procesos, que podríamos situar en un continuo de menos a más en términos de control, se pueden clasificar en: a) Procesos preconscientes: son los más automáticos de todos. No tenemos intención ni control sobre ellos. Hablaríamos por ejemplo de la percepción subliminal, todo aquel estímulo que percibimos por debajo de nuestro umbral consciente pero que sí registra nuestro cerebro. b) Procesos postconscientes: aquí nos movemos un poco a la derecha en el continuo de control y tenemos conciencia de que estamos procesando la información pero no sabemos cómo nos influye esta información en nuestras conductas. Se ha visto por ejemplo en los estudios de falsa fama. En estos estudios se daban nombres ficticios como William Willkinson y se preguntaba si el personaje era famoso. Las personas respondían que no al no haber escuchado nunca el 9 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada nombre. Pero pasadas unas semanas, cuando se les preguntaba de nuevo, algunas personas decían que sí, dado que les resultaba familiar pero no sabían identificar por qué. Otro efecto es el de la mera exposición según el cual cuando nos exponemos repetidamente a un mismo objeto, éste nos resulta cada vez más atractivo. En ambos ejemplos las personas no son conscientes de cómo afecta su conducta al procesamiento de la información. c) Metas e inferencias espontáneas: en este punto, iniciamos el procesamiento de la información de forma consciente y controlada, pero perdemos el control y la dirección del proceso. Se ha visto por ejemplo con la inferencia espontánea de rasgos, cuando se da una descripción de la conducta de una persona, el que lee o escucha la descripción codifica inconscientemente la información de la conducta como rasgos de la personalidad del sujeto. Por ejemplo, Carlston & Skowronski (1994) enseñaron una foto de una mujer a unos participantes junto con una descripción de una situación tal que así “Hoy es el aniversario de mi boda. Voy a sorprender a mi marido con una cena que prepararé en la habitación a la luz de las velas”. Tras eso, se les ponían una serie de rasgos de personalidad que tenían que asignar a las fotografías. Cuando se les pedía que recordaran la descripciones de las fotografías, aquellos que habían leído previamente la historia habían asignado rasgos románticos a la chica de la fotografía y lo recordaban con mayor facilidad. 10 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada REFERENCIAS Tversky, A., & Kahneman, D. (1974). Judgment under uncertainty: Heuristics and biases. Science, 185, 1124–1131. Tversky, A. & Kahneman, D. (1973). Availability: A heuristic for judging frequency and probability, Cognitive Psychology, 5, 207–232. Lecturas complementarias opcionales Rodríguez, A., & Betancor, V. (2007). La Cognición social. En J. F. Morales, M. C. Moya, E Gaviria, & I. Cuadrado (Coords), Psicología social tercera edición (pp. 125-167). Madrid: McGrawHill. 11 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Grado en Seguridad Pública y Privada Psicología Social Álvaro García del Castillo López DOCTOR EN PSICOLOGÍA Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada ÍNDICE 1. Impresióname....................................... ¡Error! Marcador no definido. 1.1. La cara es el espejo del alma.......................................................3 1.2. Cuando tu cuerpo habla por ti.....................................................5 2. Qué hace un tipo como tú en un sitio como éste......................................................................................................7 2.1. ¿Todo el mundo se forma las impresiones de la misma manera?........................…………………………………………………………..8 1 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada TEMA 5. PERCEPCIÓN SOCIAL Imaginemos por un momento que mañana tenemos una entrevista de trabajo en una empresa importante del sector bancario. Estamos seguros de nuestra sobrada experiencia en el sector y de la solvencia de nuestro currículum, pero queremos causar una buena impresión al entrevistador. ¿Qué ropa te pondrías? ¿Irías en bañador, camiseta de tirantes y chanclas a la entrevista? Quizá no sería lo más recomendable, ¿pero por qué? ¿Por qué si tengo una gran experiencia y un buen currículum no podría aparecer como me diera la gana en una entrevista de trabajo? Las personas estamos juzgándonos constantemente los unos a los otros. En un contexto como el que hemos descrito es evidente que existe una evaluación pero evaluamos, interpretamos y juzgamos a los demás incluso en las situaciones más cotidianas e informales. En este tema vamos a ver cómo nos formamos impresiones sobre los demás y de qué manera puede afectarnos a la hora de juzgar y tomar decisiones en entornos sociales. 1. Impresióname Seguramente habrás escuchado alguna vez la famosa frase atribuida a Oscar Wilde “nunca hay una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión”. Echa un vistazo a esta persona: Un tipo que no conoces | Pexels 2 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada ¿Qué te parece? ¿Cómo dirías que es esta persona? ¿Es competente, amable, se puede confiar en él? ¿Prefiere la música clásica o el rap? ¿A qué se dedica? Ahora analiza las respuestas que has dado. ¿Por qué crees que has pensado eso de esa persona que no conoces de nada? ¿Qué cosas de su apariencia te han podido influir? ¿Y de tu experiencia personal? Cuando nos encontramos por primera vez con una persona que desconocemos nos formamos una impresión de ella. No hace falta siquiera que la persona abra la boca para que nuestro cerebro atienda, perciba, interprete y codifique la información que nos brinda la persona con el simple hecho de ponerse delante nuestra. La apariencia física, la edad, la nacionalidad, la raza, el sexo, la postura… multitud de variables están dándonos información que utilizamos sin darnos cuenta para formarnos una primera impresión. Las investigaciones más recientes en este ámbito han demostrado que nos basta con una décima de segundo para emitir un juicio sobre alguien y formarnos una primera impresión. 1.1. La cara es el espejo del alma Es común escuchar eso de que “la belleza está en el interior” cuando se le pregunta a una persona sobre las cosas en las que se fija cuando conoce a alguien con ánimo de intimar, pero luego esa misma persona en el supermercado elige las piezas de fruta que brillen más debajo de las luces del estante en lugar de las que tienen un aspecto horrible por fuera. ¿Eso significa que las frutas “feas” por fuera no estarán sabrosas? Seguramente no. ¿Entonces una persona que rechace las frutas “feas” es mala persona? No necesariamente. Es normal que, a primera vista, la imagen sea lo más importante a la hora de formarnos una impresión. Nuestra imagen es la carta de presentación con la que nos damos a conocer en el mundo social, es lo primero que los demás van a ver de nosotros, la primera información que van a codificar en sus memorias. Incluso podríamos hablar en términos evolutivos de la importancia de la “buena imagen” o apariencia de las cosas para asegurarnos la supervivencia. Las investigaciones que han tratado el tema de la apariencia han demostrado que aquellas personas que son percibidas como más atractivas, son las que obtienen mejores resultados en términos generales en comparación con las personas no atractivas. Pero no 3 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada solamente eso, también la forma de la cara, el corte de pelo, el color de piel o los propios rasgos faciales afectan a la formación de impresiones. Se ha visto por ejemplo que las personas que tienen rasgos faciales más infantiles son percibidas como más honestas o con menos capacidad de liderazgo. Uno de los sesgos cognitivos más representativos relacionados con el atractivo físico es el efecto halo. Este error de juicio consiste en atribuir una serie de características o rasgos a una persona como consecuencia del efecto positivo de otros atributos de la persona. Por ejemplo, si una persona me resulta atractiva por algún aspecto físico, también me parecerá que tiene otra serie de cualidades positivas, como puede ser la generosidad, amabilidad o la inteligencia. Asimismo, las personas atractivas son percibidas como menos peligrosas. Tan potente es este efecto sobre la formación de impresiones que hasta en contextos supuestamente objetivos como son los juicios, la investigación demuestra que el atractivo de los acusados afecta enormemente a la atribución de culpa y castigo. Jueces, jurado, abogados, testigos… nadie está a salvo del efecto halo. A continuación se resumen algunos resultados relevantes de estudios en este campo: a) Existe un sesgo de benevolencia a favor del atractivo físico; un estudio que analizó 2,235 juicios (915 mujeres y 1,320 hombres) encontró que para delitos menores, los jueces (22 hombres y 18 mujeres) multaron menos y pusieron fianzas más bajas a los delincuentes más atractivos (Downs & Lyons, 1991). b) Una investigación con 506 casos civiles encontró que cuantos más rasgos faciales infantiles (“cara de bebé”) tenían los acusados, menor probabilidad de ser juzgados como “responsables intencionales” del delito, en comparación con aquellos acusados que tenían rasgos faciales más maduros (Zebrowitz & McDonald, 1991). c) Los estudios con jurados simulados en general encuentran resultados que confirman los estudios anteriores; los acusados poco atractivos suelen ser percibidos como más peligrosos, más culpables y más responsables de sus actos. Además de los acusados, en casos de crímenes contra otras personas como en situaciones de violencia doméstica o agresión sexual, el atractivo de la víctima también jugaba un papel importante. Así, en un estudio reciente realizado por Wareham y cols (2019) encontraron que las mujeres del jurado tienen más probabilidades que los hombres de percibir al acusado masculino 4 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada culpable en escenarios de agresión sexual cuando la víctima era más atractiva que la media. 1.2. Cuando tu cuerpo habla por ti Otro de los aspectos importantes que nos aportan información en el proceso de percepción social es la comunicación no verbal (CNV). De hecho es tan importante que cuando encontramos una incongruencia entre la información que una persona nos está dando verbalmente y la que estamos percibiendo de forma no verbal, es la parte no verbal la que gana la partida. Imagina una persona a la que un Guardia Civil da el alto en la carretera al observar una conducción extraña. Cuando le pide la documentación y le pregunta si lleva algo peligroso en el coche el individuo dice que no. Mientras siguen conversando, el individuo desvía la mirada constantemente, se toca el pelo y la frente, mira por el retrovisor, frunce el ceño, aprieta los labios… El Guardia Civil le pregunta si se encuentra bien y el sujeto responde que sí. Lo más probable es que en esta situación la sospecha lleve al agente a realizar una inspección más a fondo del vehículo o, cuanto menos, a conversar más con el sujeto hasta descubrir si su conducta se debe a una respuesta nerviosa normal o porque está intentando esconder otros motivos. La CNV del individuo está dando una valiosa información al agente sobre el estado emocional, actitudes y/o intenciones del sujeto. Por lo general nos gustan más las personas que tienen una postura relajada y orientada hacia nosotros, sin tensiones ni posiciones cerradas (brazos cruzados, cuerpo demasiado inclinado hacia delante o detrás, etc.). La mirada y la sonrisa son dos herramientas poderosas de la CNV fundamentales en el manejo de la interacción social y con una gran influencia sobre la formación de impresiones. Es muy complicado mentir con la mirada. Un ojo entrenado puede detectar rápidamente una mirada que intenta evitar algún tema u ocultar algo. Las personas que miran a los ojos mientras conversan se perciben como más simpáticas, sinceras, amables y honradas, siempre y cuando no se mantenga demasiado la mirada. Si miramos fijamente a una persona podemos llegar a generar incomodidad, rechazo e incluso miedo. Las pupilas suelen darnos bastante información; en condiciones normales y sin el efecto de ninguna sustancia, si se dilatan es porque algo nos gusta, 5 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada si se contraen es porque algo no nos gusta o estamos enfadados. Podemos diferenciar tres tipos de mirada según la familiaridad que tengamos con nuestro interlocutor o las emociones que nos transmita: a) Mirada social: es la más común, la que se dirige al triángulo invisible que forman nuestros ojos con nuestra nariz y boca. Cuanta más intimidad y confianza tengamos en la persona con la que estamos hablando, más miraremos a la zona de los ojos. b) Mirada de reconocimiento: es cuando miramos intermitentemente a nuestro interlocutor, bajando la mirada y subiendo a la cara, o mirando ligeramente alrededor de su cabeza de forma rápida y fluida. c) Mirada de poder: suele indicar diferencia de estatus entre los interlocutores, dominancia o agresividad. Se centra en la zona superior de los ojos, cejas, frente… y suele acompañarse de un fruncimiento del ceño. En una sonrisa auténtica también se ríen los ojos | Pexels Por otro lado, la sonrisa transmite confianza siempre y cuando sea sincera. Cuando una persona sostiene una sonrisa –o cualquier otra expresión facial- demasiado tiempo (más de 5 segundos) es altamente probable que esté fingiendo. Otra manera de reconocer si la expresión es auténtica es si encuentras simetría. Las expresiones faciales asimétricas (más acentuadas en un lado de la cara) suelen correlacionar con emociones fingidas o forzada. La sonrisa sincera puede afectar a las actitudes de nuestros interlocutores y favorecer una evaluación social 6 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada positiva. En términos generales, la sonrisa auténtica es la que incluye la contracción de los llamados músculos orbiculares que forman lo que conocemos socialmente como patas de gallo en nuestros ojos. En una sonrisa falsa, además de una parálisis en la zona de la frente y los ojos, podemos encontrar asimetrías en los labios, miradas intermitentes, cejas levantadas o dientes demasiado apretados. Si quieres profundizar sobre la honestidad en la CNV, la detección de mentiras y la expresión facial de las emociones –que en cualquier caso retomaremos en el Tema 8- puedes leer la obra de Paul Ekman. Tienes algunas referencias al final del tema. 2. Qué hace un tipo como tú en un sitio como éste Además de la apariencia física y la CNV, la mayor fuente de información para formarnos una impresión es el comportamiento del individuo. Si vemos a una persona auxiliando a otra podemos pensar que es buena gente. O por el contrario, si vemos a alguien agrediendo a otro, podemos pensar que es violento o agresivo. En ambas situaciones la interpretación de la conducta no es, necesariamente, un reflejo de la realidad. Esto quiere decir que realizamos inferencias de lo que observamos, interpretamos las razones que han podido llevar a alguien a hacer tal o cual cosa, pero eso no significa que necesariamente esas sean las razones. En cualquier caso, como ya hemos comentado en temas anteriores, para procesar un estímulo –en este caso una conducta- primero tiene que llamar nuestra atención. Las características que sobresalen del contexto son las que llaman nuestra atención. Imagina a un hombre que está corriendo con una ropa que consideras poco apropiada para ello. Si el hombre corre en un parque donde hay varias personas haciendo ejercicio es probable que cuando llame tu atención porque su aspecto sobresale del contexto, puedas inferir algo como “no tiene experiencia en running, será un dominguero que está empezando a preocuparse por hacer ejercicio”. Ahora imagina a la misma persona, con la misma ropa, corriendo en mitad de una calle comercial a media noche, con gente paseando con sus familias. Probablemente la inferencia en ese contexto sea totalmente diferente, llegando incluso a preocuparte por si la conducta de correr pueda deberse a que huye de alguien, o porque ha realizado algo malo. 7 Psicología Social Álvaro García del Castillo López Universidad Miguel Hernández Grado en Seguridad Pública y Privada En ambas situaciones te has formado una primera impresión de esa persona observando su conducta, que es llamativa en el contexto en el que se produce. Pero en función del contexto, esa misma conducta nos lleva a impresiones totalmente distintas. 2.1. ¿Todo el mundo se forma las impresiones de la misma manera? Como ya sabemos, cada persona interpreta las situaciones desde su “realidad”, por lo que a la hora de formar impresiones tendremos di

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