Evolución de la Economía Internacional (1870-1939) - Grado ADE - PDF

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Este documento presenta un seminario sobre la evolución de la economía internacional entre 1870 y 1939, cubriendo las relaciones económicas internacionales durante del siglo XIX, y la economía internacional posterior a 1914-1939. Se centra en los textos clave y los resultados del aprendizaje.

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Grado ADE Seminario I: Evolución de la economía internacional (1870-1939). Las relaciones económicas internacionales en el siglo XIX (1870 -1913). Segunda Revolución Tecnológica La economía internacional entre 1914 y 1939. La Gran Depresión Textos: Obligatorios: Estella, Mª C...

Grado ADE Seminario I: Evolución de la economía internacional (1870-1939). Las relaciones económicas internacionales en el siglo XIX (1870 -1913). Segunda Revolución Tecnológica La economía internacional entre 1914 y 1939. La Gran Depresión Textos: Obligatorios: Estella, Mª Concepción, Arribas, Victoria, De Haro, Dionisio (2001), Prácticas de Historia Económica Mundial y de España, Universidad Rey Juan Carlos, Madrid. Tema VII, pp.101-121 Feliu, Gaspar; Sudrià Carlos (2007), Introducción a la historia económica mundial, Universidad de Valencia, Valencia. Capítulo 14, “La crisis de los años 30”, pp. 341-386. Opcional: Palafox, Jordi (2014), Los tiempos cambian. Historia de la economía, Tirant Humanidades, Valencia. Capítulo 6, “La economía del periodo de entreguerras, 1918-1939”, pp. 170 – 196. Resultados del aprendizaje: Conocer las bases de la Segunda Revolución Tecnológica. Características del comercio internacional entre 1870 y 1914. Mercado de factores (Población/Movimientos migratorios, y capital/ Patrón Oro): Movimientos migratorios. Patrón Oro. Sistema de equilibrio automático del Patrón Oro. Recursos de los Bancos Centrales para acelerar el ajuste automático. Conocer los compromisos que asume la autoridad monetaria al adoptar un patrón metálico: monometálico o bimetálico. Comprender las diferencias entre Patrón Oro y Patrón de Cambios Oro. Distinguir y señalar las características más relevantes a nivel económico, del periodo (1914_1929). Comprender y estudiar los problemas del comercio internacional en la década de 1920. Identificar y analizar los cambios estructurales generados por la I GM que sentaron las bases de la crisis de 1929. Causas de la crisis a nivel mundial. Reconocer los factores desencadenantes de la crisis de 1929, así como su extensión a la economía real y las vías por las que se difundió al resto del mundo, es decir las diferencias entre los fenómenos financieros que conducen al crac y los desequilibrios de la economía productiva, que engendran la depresión. Conocer las medidas auspiciadas por las principales corrientes económicas ante una recesión (Monetaristas (Friedman) y realistas (Keynes)). Conceptos clave: Balanza de Pagos. Bolsa Dinero fiduciario Divisa Crisis/depresión Economía financiera Economía real Especulación Fordismo Patrón oro/Patrón cambios oro Puntos del oro Regulación Relación real de intercambio Trust, Holding y Cartel La I Guerra Mundial es un claro ejemplo de la influencia de factores "exógenos" (no económicos) en la marcha de la economía. A menudo la tendencia al crecimiento no se quiebra por fenómenos meramente económicos; un cataclismo político, o una guerra, puede tener repercusiones tan graves como una fase depresiva del ciclo, o más. De hecho, se calcula que para los países afectados por destrucciones y pérdidas humanas, la guerra supuso un parón de ocho años en las tendencias de crecimiento. Pero, como tantas otras cosas, las consecuencias no fueron iguales para todos. Hubo países que se beneficiaron de la guerra: Estados Unidos, pero también naciones neutrales, como España u otras, que aprovecharon el parón de producción de los países beligerantes para levantar industrias que les permitieran sustituir importaciones e incluso ocupar mercados. En Europa, no todos sufrieron el mismo tipo de pérdidas materiales durante o después de la guerra: por ejemplo, Alemania e Inglaterra. De este modo, la guerra introdujo importantes desequilibrios en la economía mundial, desequilibrios que se harían sentir -¡y cómo!- en 1929. En conjunto, la década de 1920 esta marcada por el crecimiento económico y por las grandes diferencias en el ritmo de crecimiento entre países por las políticas monetarias aplicadas, aunque también relacionada con otro tipo de factores. Entre los países que registraron las mayores tasas de crecimiento del periodo (1913-1929), se encuentran Suiza, Japón o los EEUU y llama la atención que entre los que registraron cifras mas bajas destaca Gran Bretaña, la gran potencia económica y financiera hasta la I Guerra Mundial, o Australia. En general, el crecimiento fue inferior al registrado entre 1870-1913, y ello a pesar de que este periodo esta marcado por un aumento superior de la productividad, sobre todo en EEUU, derivado de la adopción de la jornada laboral de 8 horas y del fuerte impacto que han tenido sobre este indicador la consolidación de las innovaciones de la II revolución tecnológica. Las circunstancias anteriormente expuestas infieren una mejoría notoria de las condiciones de vida de los trabadores. Las claves del crecimiento están vinculadas a la maduración de las innovaciones de la II revolución tecnológica, lo que se plasmó en un acusado aumento de la productividad en fábricas y campos. En esta época tiene lugar la revolución del automóvil, que empieza a fabricarse en cadena con la consecuente disminución de los precios y la entrada en la era del consumo masivo; ello arrastró a otras industrias, como el petróleo, el acero, aluminio, el estaño, plásticos, e incluso, junto con la aportación de la química orgánica, impulsó una nueva revolución en la agricultura de la mano de los tractores, segadoras y trilladoras diesel. La industria química comparte protagonismo con la del automóvil al tener un notable efecto de arrastre sobre otras industrias y/o sectores. Por citar algunos ejemplos sobre la participación de la química orgánica en el crecimiento del periodo, mencionar su aportación a la modernización del sector agrícola, al proporcionar abonos y pesticidas abundantes y baratos, o su contribución a la industria de la mano de los colorantes artificiales, productos sintéticos, pasta de papel, derivados del caucho (neumáticos) explosivos, plásticos o el aprovechamiento de los subproductos lo que permitió reducir costes y mejorar la cuenta de resultados de las empresas. La química orgánica también permitió el desarrollo de la industria farmacéutica tras la I Guerra Mundial y de la petroquímica después de la segunda. En este periodo, registra también un especial impulso la industria de la construcción, gracias a las nuevas posibilidades abiertas por las mejoras en transportes y comunicaciones (transporte público urbano, teléfono radio, etc.) y de otros bienes de consumo duradero. Es también la época de la extensión de la electricidad y del motor eléctrico, lo que hizo posible y rentable la mecanización de los talleres y de las pequeñas empresas. Por último, destacar los grandes cambios en la distribución que se materializaron en un incremento del consumo como la aparición de los grandes almacenes, las cadenas de tiendas o las ventas a plazos. Pero no todo estaba tan bien como aparentaba, de hecho las alertas deberían haberse disparado por lo que estaba pasando en el ámbito del comercio internacional –recuperación y crecimiento demasiado lento y deterioro de la relación real de intercambio de los países exportadores de productos primarios-, y en el plano monetario por el mal funcionamiento del patrón oro y por el hecho de que la mayor potencia tras la guerra, EEUU, no supo liderar la economía mundial o no estaba preparada para liderarla. La producción creció más que el comercio en este periodo, contrariamente a lo que es recomendable, lo que ya evidenciaba problemas en materia de comercio internacional, y por ende, en la economía real. Entre los factores explicativos sobresalen la adopción de políticas comerciales restrictivas y el aumento del proteccionismo, como respuesta al aumento de la competencia internacional (Gran Bretaña, el adalid por excelencia del librecambio lo abandonó en 1921), y la apuesta en un elevado número de países por la autosuficiencia e impulso de la industrialización como vía para fomentar el crecimiento económico y aumentar la ocupación. Entre 1913 y 1929 el comercio mundial de los productos primarios superaba en valor al del comercio mundial de productos industriales; sin embargo, entre esas dos fechas creció más el valor de los productos industriales. Entre los factores que están detrás del deterioro de la relación real de intercambió de los países exportadores de artículos primarios se encuentra la ley de Engel – a partir de un cierto nivel de renta, la demanda de alimentos crece en menor proporción que la renta-, los productos sustitutivos –en muchos procesos industriales los productos sintéticos sustituyeron a las materias primas por ejemplo las fibras textiles artificiales que sustituyeron al algodón, lana y seda-, y la mayor competencia por la incorporación en el comercio internacional de nuevos países no industrializados. Tras la Gran Guerra, se planteó en Europa el problema de restablecer el orden monetario, es decir recuperar, introduciendo algunos cambios, el patrón oro, sistema monetario imperante antes de la contienda. En este momento se consideraba que para mantener la confianza del público en los billetes y por lo tanto en el sistema, había que adoptar una paridad fija, siendo deseable restablecer la anterior al conflicto. La mayoría de los países vivió por encima de sus posibilidades fijando, como Gran Bretaña o Italia, paridades demasiado altas para sus monedas, o se endeudaron por encima de lo que aconsejaban sus circunstancias, como Alemania o muchos exportadores de productos primarios. Inglaterra decidió adoptar la paridad de preguerra, lo que supuso una sobrevaluación de la moneda británica, encareciendo los productos británicos con respecto a los de otros países. Como consecuencia hubo una tendencia a importar productos extranjeros baratos, que generaba déficits constantes en la balanza de pagos. Con el fin de paliar los problemas derivados de la errónea gestión del gobierno inglés, Winston Churchill optó por una reducción de los salarios y un descenso de los precios, al igual que en el pasado, el coste de la crisis se trasladaba a los trabajadores. Sin embargo, la situación de los obreros distaba mucho de la de sus antepasados y se opusieron al igual que los empresarios a aceptar este tipo de medidas. Hubo numerosas huelgas, se registró un gran aumento del paro y a pesar de ello, los salarios reales no llegaron a bajar lo suficiente para aliviar el déficit de la balanza de pagos. En resumen, Inglaterra en vísperas del crac de 1929 se encontraba en una situación muy endeble para afrontar una crisis de tal magnitud. Italia, aunque fijo su paridad con respecto al oro a un nivel mas bajo que el de preguerra, tendría que haber hecho una devaluación mayor de su moneda para que se correspondiese con la realidad, por lo que se enfrentó a problemas similares a los referidos para la economía británica. Por otro lado, Francia y Bélgica infravaloraron su moneda respecto al oro lo que les permitió vender más, acumulando importantes cantidades de libras y oro en su reserva. En concreto, el país galo tuvo una envidiable situación de balanza de pagos, que le permitió acumular oro en grandes cantidades y canjear sus divisas, en particular las libras, por el oro. EEUU, no supo liderar la economía mundial frenando la recuperación de los intercambios internacionales en la década de los veinte, es decir, al contrario de lo que había hecho Gran Bretaña antes de la contienda, no mantuvo el flujo monetario internacional mediante la apertura del mercado interior y de la reinversión exterior de los beneficios de su balanza de pagos. En resumen, a nivel mundial, los diferentes autores suelen admitir que la base de la crisis está asociada a los cambios estructurales generados por la I Guerra Mundial (los cambios en el liderazgo –sustitución de GB por EEUU en la soberanía mundial-, la evolución del comercio mundial y el mal funcionamiento del patrón oro), siendo los factores desencadenantes la reducción del crédito exterior a mediados de 1928 y la difusión de la depresión estadounidense. En un primer momento, el cambio en la tendencia fue considerado por muchos expertos como saludable, sin embargo, lo que debería haber sido un ajuste temporal se convirtió en la mayor depresión de la historia de la economía norteamericana hasta el momento actual. La caída de la inversión, la inflexibilidad a la baja de los salarios y los factores monetarios – decisiones erróneas adoptadas por la Reserva Federal-, son las causas mas socorridas como fenómenos explicativos de la Gran Depresión en EEUU. La Reserva Federal (FED) siguió una política deflacionista en 1928 y 1929 (subir los tipos de interés) al contrario de que lo que había venido haciendo anteriormente, y de lo que se considera actualmente aconsejable cuando se produce una crisis. Esta acción se justifica por la opinión imperante sobre el desacierto de otorgar excesivas facilidades de crédito, al ser la crisis producto de la especulación y de la imprevisión y también, debido al temor a que si bajaban los tipos de interés se podía provocar una salida de oro que pusiera en peligro la convertibilidad del dólar, y por tanto mantenerse en el patrón de cambios oro. El mecanismo básico reequilibrador de las crisis en el sistema laissez-faire, la flexibilidad de precios y salarios, tampoco funcionó, especialmente en lo referido a salarios. En las depresiones, según esta tesis, los precios y salarios se reducían de modo que los productos resultaban más atractivos por ser más baratos lo que provocaba un aumento de su demanda; además, cuando más desciendan los salarios, menos aumentaba el paro. En EEUU, los precios cayeron un 25% entre 1929 y 1933, pero los salarios cayeron en menor proporción, de modo que los salarios reales incluso registraron un moderado aumento. Por su parte, el desempleo registro cifras sin parangón hasta ese momento. La inflexibilidad a la baja de los salarios reales se justifica por el reforzamiento y reconocimiento que habían tenido tras la guerra las organizaciones sindicales, y que se opondrán a que, como había ocurrido en el pasado con los recortes salariales, los trabajadores pagarán las imprudencias de especuladores. La especulación y la debilidad del sistema bancario americano contribuyeron notablemente a agravar la depresión. La crisis americana se sintió pronto en Europa, al ser los préstamos americanos los que estaban financiando la reconstrucción europea; En particular, la subida de los intereses y la consecuente contracción del crédito, supuso que esta no pudiese hacer frente a sus deudas con los vencedores y afectó a todo el sistema crediticio alemán. El dinero se encareció, y con él lo hicieron los créditos ordinarios, la actividad económica se desaceleró, muchas empresas redujeron plantilla y el desempleo creció de manera alarmante. La transmisión de la crisis desde EEUU a la economía mundial se llevó a cabo por tres vías: financiera, real y psicológica: La contracción del sistema de crédito norteamericano produjo una contracción multiplicada del sistema de crédito de los países que estaban más estrechamente relacionados con EEUU en ese aspecto: Alemania e Inglaterra. Aunque a su vez todo el sistema crediticio europeo estaba estrechamente conectado entre sí, por la colaboración de los bancos centrales, por el sistema del patrón de cambios oro, por las relaciones entre sus bancos y por la tupida y compleja red de deudas de guerra. En la crisis real desempeñaba un papel clave el comercio internacional. La contracción americana redujo la renta del país, y por tanto, la demanda de importaciones. En junio de 1930, se firmaba el Arancel Smoot-Hawley, tremendamente proteccionista, que agravaba la contracción de la demanda de importaciones que la crisis ya estaba causando. Hubo presiones diplomáticas y represalias aduaneras por parte de los países clientes comerciales de EEUU. Concluyendo, todos los países comenzaron a elevar sus aranceles y adoptaron otro tipo de medidas restrictivas como cuotas o controlar el cambio de divisas. El elemento psicológico tuvo también una gran importancia en la transmisión de la crisis. Un acontecimiento de la envergadura de la caída de la Bolsa de Nueva York, hace que se imponga cautela en las inversiones en otros países e incluso en otros continentes. Con el crédito y la banca sucedió lo mismo; al saberse que la banca estadounidense tenía graves problemas, los grandes clientes de los bancos europeos tomaron precauciones y liquidaron sus inversiones más arriesgadas. Por otro lado, los pequeños ahorradores retiraban sus depósitos de los bancos ante los rumores de nuevas quiebras bancarias. En resumen, el sistema económico está basado en la confianza y, si esta falla, la contracción es inevitable. El patrón oro y su variante el patrón cambios oro, son patrones monetarios que permiten estructurar el intercambio entre las monedas, al estar definidas en una cantidad de oro determinada Patrón oro, es el sistema monetario que permite convertir todos los medios de pago legales y cambiarlos por cantidades predeterminadas de oro. El valor de la moneda nacional se definía con respecto al oro, por ello el dinero en circulación guardaba una relación con las reservas de oro del país, ya que una de las obligaciones de la autoridad monetaria era la de canjear la moneda nacional por la cantidad de oro fijada (sistema de cambio fijo). Reservas integradas por oro Patrón de cambios oro, permite convertir todos los medios de pago legales y cambiarlos por cantidades predeterminadas de oro, pero admite como base monetaria, no solo el oro, sino también las divisas convertibles en oro. El dinero en circulación guardaba relación con el oro y las divisas convertibles en oro que poseía el país. Es un sistema de cambios fijos. El patrón de cambios oro proporciona al mercado mucha más liquidez que el patrón oro clásico. Reservas integradas por oro y divisas. Problema: Favorece la difusión de la crisis.

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