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Summary

This document explores the concept of person from a philosophical perspective. It discusses the different conceptions of the human person, the relationship between ethics and human actions, and the significance of the human capacity for reflection. The analysis examines both individual and communal aspects of human existence.

Full Transcript

Existen tantas concepciones sobre la persona, como cosmovisiones e ideologías filosóficas existieron y existirán. Lo cierto es que el ser humano, a pesar de sus diferentes posturas filosóficas sobre el dato antropológico, es un ser que pregunta y que posee la capacidad de reflexionar, lo cual es int...

Existen tantas concepciones sobre la persona, como cosmovisiones e ideologías filosóficas existieron y existirán. Lo cierto es que el ser humano, a pesar de sus diferentes posturas filosóficas sobre el dato antropológico, es un ser que pregunta y que posee la capacidad de reflexionar, lo cual es intrínseco para él, es decir, es parte fundamental de su naturaleza. Para Escobar (2013), “el proceso de moralización del ser humano debe culminar en la formación de hombres dignos y valiosos moralmente”. La ética ofrece una categoría superior para conceptualizar a este ser valioso por excelencia, es decir, el ser persona. Como un ser capaz de actuar responsablemente, de acuerdo con su libertad y capacidad de autodeterminación, el hombre logra alcanzar la dignidad de persona, lo que es un proceso que cada individuo decide vivir o no a través de su sistema de valores, personalidad y estilo de vida. A pesar de que el ser humano no siempre se convertirá en persona, sí logrará tener el derecho de ser respetado y valorado como ser individual y social, siendo ésta una cuestión inviolable e intangible, y permitiendo así, construir su autoestima, de acuerdo a sus condiciones y características únicas. El concepto de persona se puede encontrar en el pensamiento del filósofo alemán Immanuel Kant, quien considera que la persona es el sujeto racional, libre y autónomo bajo el imperio de las leyes éticas. “Es el sujeto susceptible de ser causa de sus propias decisiones y hacerse cargo de las consecuencias mismas” (Escobar, 2013), lo que nos lleva a cuestionarnos lo siguiente, ¿el hombre podría alcanzar la categoría de persona sin leyes éticas? La diferencia entre persona y ser humano radica en el logro de la trascendencia y la autorrealización, ya que el proceso para convertirse en persona requiere de introspección, práctica de valores y responsabilidad social. Para fundamentar el dato ético en el hombre, es necesario partir de datos evidentes para luego llegar a conceptos más complejos y menos evidentes a los sentidos, a su vez es necesario partir del dato material sobre la persona, su corporeidad y su estado holístico. Por tanto, nuestro fenómeno inmediato a observar es el cuerpo humano, el cual le da al hombre poderes, el de comunicación y el de movimiento, por ejemplo; pero también lo limita, pues no puede volar por sí mismo, o bien, estar en dos lugares físicamente en el mismo instante. De esta primera observación sobre el cuerpo humano y su posibilidad e imposibilidad, deducimos que el hombre no se dio a sí mismo el poder que el cuerpo le ofrece, pues de haber sido así todo lo podría. Dicho lo anterior, podemos decir que hubo necesariamente algo al hombre y a todo ser contingente, que dio origen a todo cuanto hay. Llamaremos a esto “origen superior”. En el apartado de la ley eterna estudiaremos la importancia de esta primera deducción, por lo pronto volvamos a la posibilidad e imposibilidad que el cuerpo le da al hombre. Este dilema entre lo posible y lo imposible genera en el interior de él un deseo: el de querer hacer posible lo imposible. Es gracias a la capacidad reflexiva del hombre, que descubre este dilema y lo que ello produce en su interior: el deseo y voluntad de conquista y trascendencia. Con facultades humanas como sentir, pensar, hacer y aprender, el hombre va a la búsqueda de hacer posible lo imposible y dejar satisfecho ese deseo interior; con ello y a lo largo de los siglos, el hombre ha generado la ciencia, nombrando y aproximándose a todos los retos que se le presenten. El hombre, gracias a la invención de la ciencia, ha logrado hacer posible muchas cosas que le eran complejas, por lo que surge otra reflexión: el hombre desde siempre ha podido realizar actos posibles, pero con su capacidad reflexiva, ha concluido que no es adecuado a su naturaleza, por ejemplo, “matar”, “robar”, “mentir”, etc. Desde siempre al ser humano le ha sido posible matar, robar o mentir, pero, ¿será deseable hacerlo? Aquí nace la reflexión ética que necesita del uso de la inteligencia y de la voluntad del hombre. Dicho lo anterior, podemos concluir este apartado diciendo que el hombre con la ciencia ha hecho posible lo increíble, pero gracias a la ética se pregunta si lo posible para el hombre, es deseable a su naturaleza. El hombre ha de resolver este dilema ético que surge desde el interior de él mismo: “que lo imposible sea posible, pero que lo posible sea deseable para el ser humano”, como individuo, como comunidad, aquí radica uno de los elementos fundamentales de la dignidad de la persona, en el equilibrio entre estos dos polos, ética-ciencia. Este dilema ético exige del hombre un acto reflexivo e inteligente, de otra forma podríamos estar confundiendo entre un acto del hombre y un acto humano, pero veamos a continuación la diferencia entre ambos. Aunque los actos humanos y los actos del hombre concuerdan en que ambos son realizados por el hombre, la diferencia se encuentra en que los actos del hombre no poseen una valoración moral. La razón por la que carecen de bondad o maldad en su acción es porque no dependen de la voluntad humana, son actos propios del hombre, pero con la característica fundamental de ser involuntarios, es decir, se llevan a cabo de forma inconsciente. Aunque también es importante decir que existen actos del hombre que en circunstancias determinadas pueden ser considerados como actos humanos, por ejemplo, el acto de respirar para vivir se hace de forma espontánea sin el uso de la conciencia humana, pero, si alguien en señal de protesta, ante una situación específica, decide dejar de respirar para ejercer presión ante una institución para lograr su objetivo, el panorama cambia puesto que en este acto hay una decisión libre, pero esto lo estudiaremos a continuación cuando veamos lo que es un acto humano. En conclusión sobre este punto, podemos decir que un acto del hombre carece de la voluntad, y por lo tanto, de valoración moral aunque sea llevado a cabo por el mismo hombre. El uso de las facultades superiores, como la inteligencia y la voluntad, hacen que los actos sean humanos y propios a su naturaleza, los cuales son el objeto material de la ética, es decir, el objeto de estudio de esta ciencia. Por lo tanto, la inteligencia y la voluntad coloca a los actos humanos en un plano superior al hombre, con respecto a los actos del hombre, concluyendo así que la ética como ciencia sólo estudia los actos humanos dejando de lado los actos del hombre.

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