El estrés crónico puede dañar la estructura y conectividad del cerebro PDF
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2014
Christopher Bergland
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Este artículo científico analiza cómo el estrés crónico puede dañar la estructura y conectividad del cerebro, a través de la acción del cortisol. Se destaca la importancia de la actividad física y la meditación en la reducción del estrés para mantener la salud cerebral.
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Christopher Bergland The Athlete's Way El estrés crónico puede dañar la estructura y conectividad del cerebro El estrés crónico y los altos niveles de cortisol generan cambios duraderos en el cerebro. Publicado el 12 de febrero de 2014 | Revisado por Ekua Hagan PUNTOS CLAVE El estrés crónico...
Christopher Bergland The Athlete's Way El estrés crónico puede dañar la estructura y conectividad del cerebro El estrés crónico y los altos niveles de cortisol generan cambios duraderos en el cerebro. Publicado el 12 de febrero de 2014 | Revisado por Ekua Hagan PUNTOS CLAVE El estrés crónico provoca cambios a largo plazo en la estructura y el funcionamiento del cerebro. El cortisol genera un efecto dominó que altera las vías neuronales, predisponiendo al cerebro a permanecer en un estado constante de lucha o huida. Realizar actividad física y practicar meditación en conciencia plena con regularidad son dos maneras eficaces de reducir el estrés y disminuir el cortisol. Los neurocientíficos han descubierto cómo el estrés crónico y el cortisol pueden dañar el cerebro. Un nuevo estudio ha vuelto a confirmar la importancia de mantener una estructura y conectividad cerebrales sanas reduciendo el estrés crónico. Neurocientíficos de la Universidad de California, Berkeley, descubrieron que el estrés crónico provoca cambios a largo plazo en la estructura y el funcionamiento del cerebro. Sus observaciones explicarían por qué las personas jóvenes que están expuestas al estrés crónico a una edad temprana son proclives a sufrir problemas mentales, como ansiedad y trastornos del estado de ánimo, más adelante, así como dificultades de aprendizaje. Desde hace mucho tiempo, se sabe que las enfermedades relacionadas con el estrés, como el trastorno por estrés postraumático (PTSD, por su sigla en inglés), provocan cambios en la estructura cerebral, entre ellos, diferencias de volumen en la materia gris frente a la materia blanca, así como en el tamaño y la conectividad de la amígdala. Sin embargo, los investigadores recién están comenzando a comprender el mecanismo por el cual el estrés crónico provoca cambios duraderos en la estructura del cerebro que a su vez afectan su funcionamiento. En una serie de experimentos revolucionarios, Daniela Kaufer, profesora titular de Biología Integrativa de la Universidad de California, en Berkeley, y sus colegas, descubrieron que el estrés crónico y los niveles elevados de cortisol pueden generar mayor sobreproducción de células productoras de mielina y menos neuronas que lo normal. Kaufer y col. publicaron sus resultados en la edición del 11 de febrero de 2014 de la revista Molecular Psychiatry. El estrés crónico modifica las redes neuronales La “materia gris” del cerebro contiene una gran cantidad de células nerviosas compactadas y es responsable de las funciones superiores del cerebro, como pensar, calcular y tomar decisiones. Sin embargo, la materia gris es solo la mitad de la materia que compone nuestro cerebro; a la otra mitad que conforma el volumen cerebral se la conoce como materia blanca. La materia blanca se compone de axones, que forman una red de fibras de conexión entre las neuronas y crean una red de comunicación entre las distintas regiones del cerebro. Su nombre se debe a la vaina de mielina blanca y grasa que rodea a los axones y acelera la trasmisión de las señales eléctricas entre las neuronas y las regiones del cerebro. “Hemos estudiado solo una parte del cerebro, el hipocampo, pero nuestros resultados podrían arrojar luz sobre cómo cambia la materia gris en enfermedades como la esquizofrenia, el autismo, la depresión, el suicidio, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (ADHD, por su sigla en inglés), y el PTSD”, expresó Kaufer. El hipocampo regula la memoria y las emociones, interviene en diversos trastornos emocionales y se sabe que reduce su tamaño en períodos prolongados de estrés agudo. Los investigadores encontraron que el endurecimiento de las conexiones puede ser la causa de la hiperconexión de los circuitos asociados al estrés prolongado. Como consecuencia, se produce un exceso de mielina (y demasiada materia blanca) en algunas áreas del cerebro. Idealmente, al cerebro le gusta reducir la grasa resultante del exceso de conexiones a través de la poda neuronal para mantener su eficacia y agilidad en la comunicación. El cortisol puede activar el malfuncionamiento de las células germinales Se cree que el cortisol, también llamado “hormona del estrés”, provoca un efecto dominó que altera las vías entre el hipocampo y la amígdala de manera tal que se genera un círculo vicioso al crear un cerebro predispuesto a un estado constante de lucha o huida. El estrés crónico tiene la capacidad de activar un interruptor en las células germinales que las convierte en un tipo de células que inhiben las conexiones con la corteza prefrontal, lo que mejoraría el aprendizaje y la memoria, pero establece un andamiaje duradero vinculado a la ansiedad, la depresión y el trastorno por estrés postraumático. Las pruebas de Kaufer se centraron en las células germinales del hipocampo del cerebro de ratas adultas sometidas a estrés agudo o crónico. Anteriormente, se creía que al madurar estas células germinales se convertían en neuronas o en un tipo de neurogliocitos denominado astrocito. Sin embargo, los investigadores encontraron que el estrés crónico hacía que las células germinales del hipocampo maduren en otro tipo de neurogliocito llamado oligodendrocito, responsable de la producción de mielina que recubre las células nerviosas. Esto sugiere que los oligodendrocitos desempeñan un papel fundamental en los cambios a largo plazo, y quizás también permanentes, en el cerebro que podrían sentar las bases para problemas mentales más adelante. Según los investigadores, el estrés crónico disminuye el número de células germinales que maduran a neuronas, lo cual podría explicar por qué también afecta el aprendizaje y la memoria. Según Kaufer, “normalmente el cerebro no fabrica muchos oligodendrocitos a partir de esas células germinales neuronales en la vida adulta”. De hecho, un estudio reciente sugiere que estas células son incapaces de producir oligodendrocitos, que son algo así como una enredadera que se extiende y envuelve a los axones, aislándolos y dándoles soporte. Las ratas con altos niveles de cortisol y estrés crónico tenían en general menos neuronas, pero mostraban un gran aumento en la cantidad de oligodendrocitos. Al bloquear un número equivalente de receptores de cortisol, los investigadores descubrieron que el proceso estaba ligado a la hormona del estrés. “Esto no era en absoluto lo que esperábamos encontrar”, dijo Kaufer. “Pero, esos son siempre los mejores descubrimientos”. Kaufer señaló que, si bien la vaina de mielina es esencial para el cerebro humano, la formación de esa sustancia puede ser buena o mala, en función del tiempo o del lugar. Este revestimiento excesivo puede haber evolucionado para reforzar la conexión entre la amígdala y el hipocampo, lo cual mejoraría las respuestas de lucha o huida durante períodos prolongados de amenazas o ataques. Desgraciadamente, en el mundo moderno, el estrés crónico puede tomar el control del sistema de lucha o huida y producir efectos indeseados en la vida diaria cuando no se está en peligro. Conclusión: la plasticidad hace que sea posible “esculpir” el cerebro durante toda la vida Realizar actividad física y practicar meditación en conciencia plena con regularidad son dos maneras eficaces de reducir el estrés y disminuir el cortisol. A pesar de que el objetivo de este estudio no es investigar los beneficios de reducir el cortisol, otras investigaciones sugieren que elegir estilos de vida tendientes a reducir el estrés y disminuir el cortisol puede mejorar la estructura y conectividad cerebrales. Para conocer cinco maneras sencillas de disminuir el cortisol sin fármacos, consultar mi blog: Cortisol: por qué la “hormona del estrés” es el enemigo público N.o 1. Daniela Kaufer está llevando a cabo experimentos para comprender cómo afecta el estrés en la infancia a la materia blanca del cerebro y determinar si el estrés crónico en edades tempranas disminuye la resiliencia en la vida adulta. También está investigando los efectos de diversas terapias, desde el ejercicio hasta los fármacos antidepresivos, que reducen el impacto del estrés y de las hormonas del estrés. Kaufer concluye que un estrés moderado o “bueno”, como estudiar mucho para un examen o entrenarse para competir en los Juegos Olímpicos, puede generar un sistema de circuitos más fuerte y un cerebro más resiliente. Pero el estrés agudo, crónico y prolongado causa estragos. “Se crea un cerebro resiliente o muy vulnerable a las enfermedades mentales, en función del patrón de materia blanca que se adquiere a edad temprana”, expresó Kaufer. Habiendo dicho esto, la estructura del cerebro está constantemente sufriendo cambios a través de la plasticidad. La mentalidad, el comportamiento y el estrés crónico nunca son fijos. El poder de la neuroplasticidad consiste en que es posible modificar la estructura y funcionamiento del cerebro durante toda la vida. Todos los días pueden tomarse decisiones conscientes en relación con la mentalidad y el comportamiento que mejoren la estructura y conectividad del cerebro. En 2012, Alex Schlegel de Dartmouth College publicó un estudio en el que demostraba que el cerebro de un adulto puede cambiar para mejor. “Este trabajo introduce una nueva perspectiva sobre el cerebro como órgano cuya plasticidad se mantiene a lo largo de la vida, lo que lo hace capaz de cambiar”, dice Schlegel. “Esto contradice todas las opiniones tradicionales que consideran que todo el desarrollo estructural tiene lugar en la infancia, en los primeros años de la niñez”, expresa Schlegel. “Ahora que sí disponemos de herramientas para observar los cambios que suceden en el cerebro, estamos descubriendo que en muchos casos el cerebro de un adulto puede ser tan maleable como lo es el de un niño o un adolescente”.