La República y la identidad nacional PDF
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This document examines the creation of the Peruvian Republic, analyzing the international and national circumstances surrounding the independence war. It discusses the roles of various social classes and the perspectives of key figures like José de San Martín, while highlighting the liberal-conservative debate in the context of the independence period.
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PRE CAYETANO | CULTURA Y SOCIEDAD La República y la identidad nacional La creación de la República peruana tiene raíces que se asientan en el Virreinato. Junto a la tarea de construir un Estado los peruanos tenían la no menos importante de construir una nación. L...
PRE CAYETANO | CULTURA Y SOCIEDAD La República y la identidad nacional La creación de la República peruana tiene raíces que se asientan en el Virreinato. Junto a la tarea de construir un Estado los peruanos tenían la no menos importante de construir una nación. La independencia del Perú no estuvo acompañada de una sólida conciencia patriota que integrara a todos los estamentos de la sociedad. Para entender las dificultades que atravesó la construcción de identidad nacional, incluso décadas después de terminada la guerra independentista, conviene explicar las circunstancias internacionales y nacionales en que se produjo la guerra de la independencia, la postura que asumieron los estamentos sociales, la incertidumbre sobre lo que representaba José de San Martín y la mirada que tiene del Perú el debate liberales-conservadores, un cuarto de siglo después de ganada la independencia. 1.- Contexto internacional: La independencia de España y de Hispanoamérica Las revoluciones independentistas de Hispanoamérica (1810 – 1824) son consecuencia de procesos políticos (Reformas borbónicas) y económicos (transición del mercantilismo al industrialismo) de alcance intercontinental. Desde el siglo XVIII España pasaba por una crisis económica debido a los asaltos piratas, escaso ingreso fiscal, corrupción de funcionarios públicos, y el estancamiento en un sistema entre feudal y mercantilista mientras Gran Bretaña se iba industrializando, La llegada de los Borbones a la Corona introdujo una serie medidas que tenían el objetivo general de reposicionar a España como primera potencia mundial. Se afianzó la centralización del poder político, con el pretexto de buscar una administración más efectiva se priorizó el acceso a cargos a funcionarios educados en España en perjuicio de los nacidos en las colonias. Se crearon nuevos virreinatos como los de Nueva Granada (1773) y de Río de la Plata (1776) y Capitanías como las de Venezuela (1773) y de Chile (1778) limitando de esa manera el alcance del poder del virrey del Perú. Como consecuencia de la revolución de Túpac Amaru los corregimientos fueron suprimidos y reemplazados por las intendencias (1784). Pero las reformas no solo CENTRO DE ESTUDIOS PREUNIVERSITARIOS (CEPU) PRE CAYETANO | CULTURA Y SOCIEDAD consistieron en mayor autoritarismo. En el aspecto económico se promulgó el Reglamento de libre comercio con América (1778) que flexibilizaba el histórico monopolio español para comerciar con sus colonias. Esta tímida liberalización del comercio permitió intercambios con colonias británicas al principio, y luego con otros países europeos como Francia y Holanda. En Francia Napoleón Bonaparte ya había sido coronado emperador y estaba en guerra con Gran Bretaña desde 1796. Francia y España habían sido aliadas durante la independencia de las Trece Colonias y volvieron a ser aliadas en esta nueva contienda. La batalla de Trafalgar fue un golpe más duro para España que para Francia, pues perdió una parte importante de su Armada y quedó incomunicada con las colonias americanas. En 1807 Francia pide permiso a España para pasar con sus tropas hacia Portugal y presionar directamente para que rompa vínculos con Gran Bretaña. Sin embargo, al año siguiente, cuando las tropas ya están bien ubicadas en territorio español Napoleón traiciona el pacto con España y toma control del país. El rey Carlos IV, enfermo y desgastado, había abdicado al trono en favor de su hijo Fernando VII. Este viajó a Bayona, localidad francesa, a una entrevista con Napoleón. Esperaba que fuera reconocido como nuevo monarca español, pero fue hecho prisionero y obligado a dejar el trono. En su lugar Napoleón nombra rey a su hermano José Bonaparte y se desata la Guerra de Independencia española (1808-1814). Antes de viajar a Bayona, Fernando VII había nombrado una Junta de Gobierno que se encargase de las tareas del Estado en su ausencia. De la misma forma se formaron Juntas provinciales que se asumían como órganos provisionales de gobierno. En otras palabras, estando ausente el rey, se asumió que el poder volvía al pueblo. Legalmente José Bonaparte era rey, pero no contaba con legitimidad y su autoridad era desconocida por el pueblo español. La Junta de Gobierno dio lugar al Consejo de Regencia y este, en 1812, convocó a las Cortes de Cádiz, un parlamento provisional, y se aprobó una Constitución liberal. Esta defendía el principio de que la soberanía nacional reside en sus ciudadanos, la igualdad jurídica entre españoles y criollos, la restricción al poder del rey, la libertad de imprenta y el fin de la censura de textos impuesta por la Iglesia, la prohibición del CENTRO DE ESTUDIOS PREUNIVERSITARIOS (CEPU) PRE CAYETANO | CULTURA Y SOCIEDAD ejercicio de otra fe que no sea la católica y el derecho a la educación como bien público. Mientras tanto en América la situación de desgobierno en España dejó en incertidumbre a las colonias. ¿Cuál era el alcance del Consejo de Regencia de Cádiz? ¿Alcanzaba a las colonias americanas? Los españoles peninsulares sostenían que sí y que debía continuarse con las autoridades locales (virreyes, gobernadores, capitanes, etc.). Los españoles americanos (criollos) sostenían que no y proponían la formación de Juntas de gobierno similares a la formada en España. En el fondo se trataba de una tensión entre dos minorías, una absolutista y otra liberal (Lynch, 2001, p. 117-118). En teoría la formación de Juntas de Gobierno era una medida provisional, aunque seguía reconociendo a Fernando VII como rey; pero en la práctica, en Hispanoamérica, estaba motivada por anhelos separatistas e ideas liberales. Pero no todos los criollos estaban de acuerdo. Algunos veían su situación de privilegio en riesgo con una eventual independencia, otros veían más bien la posibilidad de mejorar su situación solo a través de la independencia. En 1814 la unión de tropas británicas y españolas expulsa al ejército napoleónico y Fernando VII es repuesto en el trono. El regreso de Fernando VII tuvo un buen recibimiento, pero un giro inesperado. Se negó a reconocer la Constitución liberal de 1812 y declaró nula la obra de las Cortes de Cádiz. Fernando VII restauró la monarquía absoluta pero la organización de las Juntas de Gobierno en Hispanoamérica ya había sido una primera experiencia de autonomía política. Aunque al principio muchas Juntas habían sido aplastadas por fuerzas realistas, eso no detuvo el ánimo independentista a lo largo de América. 2.- Perú: La posición de los estamentos sociales frente a la Independencia En el Virreinato primaba una concepción estamental de la sociedad. Cada grupo social (comerciantes, terratenientes, campesinos, etc.) funcionaba como un órgano del cuerpo, con una tarea específica. Los campesinos no podían convertirse en terratenientes del mismo modo que el estómago no puede cumplir las funciones del cerebro. Con esa mentalidad arraigada en la sociedad no se puede decir que existía una “conciencia nacional”. CENTRO DE ESTUDIOS PREUNIVERSITARIOS (CEPU) PRE CAYETANO | CULTURA Y SOCIEDAD La posición de la aristocracia frente a la independencia era clara, por razones pragmáticas. Las reformas borbónicas (creación del virreinato del Río de la Plata, introducción del libre comercio) habían perjudicado los intereses de la aristocracia en el Perú; pero comparado con lo que podía venir con una victoria patriota era evidente que preferían alinearse con España. El Perú fue el último baluarte realista no solo por la presencia del virrey Abascal, sino porque Lima concentraba la más numerosa aristocracia colonial de América (Flores Galindo, 2017, p. 198). Desde el Virreinato del Perú se había podido financiar campañas y enviar tropas a reprimir los procesos independentistas en América del Sur. Sin la independencia del Perú, las nacientes repúblicas corrían riesgo. La posición de los indios frente a la independencia es compleja. El mayor antecedente de ruptura frente a España era para ellos, lógicamente, la revolución de Túpac Amaru II. Este gran movimiento que estalló en 1780 no se trató de otro levantamiento campesino. Esta revolución logró perfilar un programa: a) Supresión de los corregimientos y repartos, abolición de la Audiencia y el virrey, ruptura con España y expulsión de los españoles; b) Restablecimiento del imperio incaico y c) Reestructuración económica: eliminación de la mita, grandes haciendas, aduanas y alcabalas, así como introducción de libre comercio. Pero siendo consciente que con la fuerza indígena no sería suficiente para vencer a los españoles, Túpac Amaru II contemplaba la posibilidad de una sociedad donde también tuvieran lugar criollos, mestizos, negros e indios. Es decir, pensaba en una alternativa al orden colonial (Flores Galindo, pp. 200-201). Sin embargo, esta alternativa no estaba exenta de contradicciones y tensiones internas, conforme el movimiento crecía y se radicalizaba. Por ejemplo, Túpac Amaru se consideraba un buen cristiano, pero los indios le reclamaban la ruptura con la Iglesia Católica. A Túpac Amaru, curaca formado con la educación colonial reservada para los indios nobles, le resultaba un gran desafío hacer compatible sus convicciones religiosas con el ánimo social de ruptura radical (Walker, 2019, pp. 81-84). Por otro lado, los curacas y nobles cuzqueños no tenían seguridad de cuál sería su situación en una eventual victoria indígena y optaron por mantenerse leales al rey de España. La escisión -o al menos relación frágil- entre dirigentes moderados y una masa indígena cada vez más radicalizada es una de las causas del fracaso CENTRO DE ESTUDIOS PREUNIVERSITARIOS (CEPU) PRE CAYETANO | CULTURA Y SOCIEDAD de la revolución. Por ello; aunque la revolución tomó la forma de una lucha anticolonial, resulta inapropiado imaginar que los indios conformaran una unidad política homogénea. La posición de los criollos frente a la Independencia tampoco fue uniforme. Un sector veía en este proceso la oportunidad de acceder a los puestos de poder que durante la Colonia les habían sido mayormente negados. Otro sector temía que su propia existencia como clase social dependía demasiado de la continuidad de la Corona. Esta élite criolla dubitativa, ambivalente, titubeante, llegaría a conducir el país una vez conseguida la Independencia. A pesar de ello hubo un sector criollo liberal que pensó la posibilidad de una República peruana integrada armónicamente por criollos e indígenas. “Sin embargo, dicha “nación política” dejó sin lugar a la cultura andina y popular, pues los liberales concibieron un ciudadano ideal o abstracto como cimiento de la nacionalidad: un individuo educado, productivo, padre de familia, contribuyente y consciente de sus responsabilidades con la cosa pública. Es decir, el proyecto de nación liberal implicó la conversión de indios y “plebe” en miembros de la comunidad nacional siguiendo los patrones culturales y políticos de la naciente Europa burguesa” (Rojas, 2017, p. 13). 3.- El miedo de Lima a la Independencia Para terminar este esbozo del contexto social que rodeó a la independencia del Perú conviene detenerse un momento en Lima. Desde varios años antes de la llegada de San Martín, había en la capital un temor generalizado a la circulación de ideas ilustradas y la posibilidad de un levantamiento popular. El temor a la alteración del orden público atravesaba todas las clases sociales, desde el comerciante preocupado por la estabilidad de sus negocios hasta el aristócrata preocupado por el mantenimiento de su posición social (Mera, 2001, pp. 185-187) y se había acrecentado en setiembre de 1820 con las primeras noticias del desembarco de San Martín en Pisco. Al interior del ejército también reinaba la desconfianza del virrey Pezuela hacia muchos de sus oficiales nacidos en América y por parte de los militares había desaliento. Esto último debido a que no solo había deserción de soldados sino defecciones de autoridades políticas; siendo el caso más resaltante en esa época el del intendente de Trujillo, marqués de Torre Tagle, quien en diciembre había sugerido la independencia. Finalmente, proclamó CENTRO DE ESTUDIOS PREUNIVERSITARIOS (CEPU) PRE CAYETANO | CULTURA Y SOCIEDAD la independencia el 29 de diciembre y de esta manera el Virreinato del Perú perdió la costa norte para la causa realista. Este tipo de derrotas llevaría a un conjunto de oficiales a deponer al virrey Pezuela en favor del teniente general José de La Serna -convirtiéndose este en el nuevo virrey con aceptación de la Corona-, en lo que se conocerá como el Motín de Aznapuquio (29 de enero de 1821). El puerto del Callao estaba bloqueado por la escuadra chilena comandada por Thomas Cochrane. Esta operación tenía el objetivo de impedir el ingreso de buques al puerto y destruir o capturar todos los buques españoles posibles. Así mismo, la operación dificultaba el ingreso de algunos víveres a Lima, contribuyendo a un clima de descontento social y reclamo de los ciudadanos a sus autoridades. Existía, sin embargo, incertidumbre sobre cuál sería el trato a los españoles peninsulares si el Ejército Libertador ocupaba la capital. Hay que tomar en cuenta que desde fines del siglo XVIII conceptos como “patria” o “patriotismo” fueron adquiriendo nuevo significado. Originalmente implicaban la lealtad al Rey de España, pero hacia la segunda década del siglo XIX iban adquiriendo una connotación separatista. Es decir, entre los ciudadanos no parecía haber un consenso sobre cuál era la patria a la que había que defender. Por ello no es apropiado, en este contexto, pensar la guerra de la Independencia como un enfrentamiento entre peruanos y españoles sino entre patriotas y realistas; esto es, no el enfrentamiento entre dos naciones claramente constituidas sino entre dos causas políticas. Tampoco existía un entusiasmo generalizado por recibir al Ejército Libertador, sino preocupación por el quiebre del orden público y sobre todo, pánico frente a la posibilidad de una sublevación de esclavos similar a lo ocurrido en Haití y Santo Domingo. Hacia junio de 1821 la situación era insostenible para los realistas y el virrey La Serna, ante la inminente ocupación de la capital por la Expedición Libertadora, decidió abandonar la ciudad de Lima. Así lo hizo el 6 de julio. Los ciudadanos no terminaban de procesar que la capital estaba siendo abandonada por sus máximas autoridades. De un promedio de 70 mil habitantes que Lima debía tener en ese momento, alrededor de 600 se refugiaron en los fuertes del Callao, monasterios y conventos (Mera, p. 203). Las calles estaban repletas de carros y mulas de carga, mucha gente quería salir de la ciudad, otros querían ver dónde CENTRO DE ESTUDIOS PREUNIVERSITARIOS (CEPU) PRE CAYETANO | CULTURA Y SOCIEDAD podían esconder su dinero y joyas. El 10 de julio ingresa a Lima José de San Martín y la presencia del Ejército Libertador evita que se desate la anarquía en la ciudad. 4.- El Perú nace como un Estado sin nación El Perú nació como una sociedad fragmentada entre criollos e indios. A diferencia de otros países, en el Perú el Estado precedió a la nación. Resulta paradójico que el Perú nace como una República sin haber reunido las condiciones para formar una comunidad nacional (Manrique, 2005). Una república supone ciudadanos autónomos iguales ante la ley. En una república todos los ciudadanos tienen las mismas oportunidades de participar en los asuntos públicos; siendo la igualdad una condición para el ejercicio de la libertad. Además, en una república las instituciones encarnan las demandas sociales; por ello es irrelevante quién ocupa el cargo público, dado que ejerce la función en representación de todos los ciudadanos y no de un grupo privilegiado (Vergara, 2013, p. 13). Eso no existía en el Perú independiente. Por lo contrario, la República peruana hereda las instituciones del Virreinato con sus aciertos y sus vicios. El historiador Jorge Basadre compara la revolución rusa con la guerra independentista y destaca que en las élites criollas existía un problema que no se percibe en la aristocracia rusa: el racismo. “Fenómeno vivo en el seno de una parte considerable de la burguesía «mesocrática» de que habló Riva-Agüero y Osma y que ha persistido tenazmente hasta nuestros días: se trata del sentimiento de superioridad y aun de casta frente a indios, cholos, negros, chinos y mestizos en general cuando carecían de realce económico (Basadre, 2021, p. 181)”. Basadre sostiene que la homogeneidad racial en Rusia impidió que este fenómeno determinara el curso de su historia. Por supuesto, todo lo contrario al caso peruano. Terminada la guerra independentista hubo alguna iniciativa para frenar las brechas sociales entre criollos e indígenas, pero al poco tiempo fue revertida. De esa manera el siglo XIX se caracteriza por avances y retrocesos en la construcción de una nación. La mita colonial es abolida por San Martín y Bolívar, pero CENTRO DE ESTUDIOS PREUNIVERSITARIOS (CEPU) PRE CAYETANO | CULTURA Y SOCIEDAD restaurada durante la República; San Martín decreta la libertad de todos los negros nacidos a partir del 28 de julio de 1821 (“libertad de vientres”), pero Agustín Gamarra extiende la tutela impuesta a los negros nacidos libres hasta los cincuenta años; Bolívar decreta la abolición de los títulos nobiliarios hispanos e indígenas, pero Gamarra restaura en 1826 el tributo indígena. “«Indio» en la nueva república no era sólo un término que identificaba étnica y racialmente a un grupo social sino era también una condición fiscal, que llevaba aparejadas obligaciones tributarias para quienes así eran identificados. La igualdad ante la ley no tenía lugar en el orden que se construía (Manrique, 2005, p. 10)”. 5.- El debate entre liberales y conservadores Existió un sector criollo que tenía claro cómo levantar un Estado, pero no una nación. De alguna forma este problema vuelve a hacerse presente durante la década de 1840 con el debate entre liberales y conservadores. El conservador Bartolomé Herrera sostenía que la autoridad de un orden social emana de un principio trascendente, Dios, y que la soberanía no descansa en el consentimiento popular sino en las aptitudes personales y capacidades espirituales para el gobierno de parte de una élite (soberanía de la inteligencia). Del pueblo solo se espera consentimiento. Dado su carácter transcendente, cuestionar este principio de autoridad equivalía, para Herrera, a la irreligiosidad. Si creer en Dios significa reconocer una sola autoridad, la teoría de una supuesta soberanía absoluta de los pueblos debe ser rechazada. Además, el obispo peruano sostenía una concepción providencialista de la historia. El providencialismo explica los eventos históricos como resultado de la intervención divina. De esa manera, según Herrera, el Imperio de los Incas cumplió el papel de reunir a los pueblos de su vasto territorio y prepararlos para recibir la doctrina de Jesús. España -o el Reino de Castilla y Aragón en su momento- era la más indicada, por su fervor católico, para llevar la fe cristiana al territorio que luego sería el Perú. Uno estaba listo para recibir el credo y otro estaba listo para transmitirlo. Dios facilitó la llegada de Colón a América para que ello finalmente fuese posible (Salazar Bondy, 1984, pp 57-61). CENTRO DE ESTUDIOS PREUNIVERSITARIOS (CEPU) PRE CAYETANO | CULTURA Y SOCIEDAD Por otro lado, los liberales -representados por Benito Laso, José y Pedro Gálvez- sostenían que la autoridad emana de la voluntad del pueblo (soberanía popular), que no es Dios quien legitima el poder político sino el consenso popular. Respecto al derecho a votar los liberales defendían la idea republicana del sufragio universal, pero Bartolomé Herrera sostenía que debía excluirse a los analfabetos. En el contexto del siglo XIX los principales afectados por esta restricción eran los indios, quienes tenían muchas dificultades para acceder a la educación. Para los liberales el derecho a voto era fundamental, inalienable e imprescriptible, y, por lo tanto, era una injusticia excluir la participación de los indios en la vida política del país. (Chiaramonti, 2018, p. 347). Esto no significa que los liberales tuvieran la intención de dar un lugar importante a las culturas autóctonas en la construcción de la República. Por lo contrario, pretendían la estandarización lingüística y la asimilación de los indios en la cultura criolla occidental decimonónica (Rojas, p. 93). 6.- Una nación por construir Mariátegui criticaba que la República naciente no cumpliera su rol histórico una vez consumada la independencia. “Mientras el Virreinato era un régimen medieval y extranjero, la República es formalmente un régimen peruano y liberal. Tiene, por consiguiente, la República deberes que no tenía el Virreinato: A la República le tocaba elevar la condición del indio” (2001, p. 46). La guerra independentista significó la ruptura con la monarquía española pero no el fin de las divisiones sociales. No se intentó la organización de una federación por el temor a una descomposición del país o la pérdida de territorio. Las élites se rearticularon en el nuevo escenario y los vejámenes a los indios continuaron. Paradójicamente, “mucho cambió para que en el fondo las cosas continuaran siendo, en gran medida, iguales” (Sobrevilla, 2021, p. 201). Este debate referente a la Independencia forma parte de una serie de polémicas en torno a la inconclusa nación peruana y la necesidad de articular Estado y Nación, derechos y deberes ciudadanos, patrimonio cultural e identidad nacional. Bibliografía Basadre, Jorge. (2021). El azar en la historia y sus límites. Lima: Taurus. CENTRO DE ESTUDIOS PREUNIVERSITARIOS (CEPU) PRE CAYETANO | CULTURA Y SOCIEDAD Chiaramonti, Gabriella. (2018). “A propósito del debate Herrera – Gálvez de 1849: breves reflexiones sobre el sufragio de los indios analfabetos”. En: Aljovín de Losada, Cristóbal y López, Sinesio (eds.) Historia de las elecciones en el Perú. Estudios sobre el gobierno representativo. Lima: JNE / IEP. Flores Galindo, Alberto. (2017). “Independencia y clases sociales”. En: Contreras, Carlos y Glave, Luis Miguel (eds.) La independencia del Perú ¿Concedida, conseguida, concebida? Lima: IEP. Lynch, John. (2001). América latina, entre colonia y nación. Barcelona: Crítica. Mariátegui, José Carlos. (2001) Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Lima: Amauta. Manrique, Nelson. (2005). “Territorio y Nación. La difícil construcción de la comunidad nacional”. Conferencia presentada en el foro El Perú que debemos ganar 2006-2011. Realizado en PUCP, Aula Magna, los días 14, 15 y 16 de noviembre de 2005. Mera Ávalos, Arnaldo (2005): “Cuando la patria llegó a la capital: el miedo ante el advenimiento de la Independencia, 1820-1821”. En: Rosas Lauro, Claudia (Ed.) El miedo en el Perú. Siglos XVI al XX. (Págs. 185 – 231). Lima: PUCP. Rojas, Rolando. (2017). La república imaginada. Representaciones culturales y discursos políticos en la época de la independencia. Lima: IEP. Salazar Bondy, Augusto. (1984). La filosofía en el Perú. Panorama histórico. Lima: Studium. Vergara, Alberto. (2013). Ciudadanos sin república. Lima: Planeta. Walker, Charles. (2019). La rebelión de Túpac Amaru. Lima: IEP. Sobrevilla Perea, Natalia. (2021). Independencia. A 200 años de la lucha por la libertad. Lima: Ediciones B. CENTRO DE ESTUDIOS PREUNIVERSITARIOS (CEPU)