Del Estado al Parque: El Gobierno del Crimen en las Ciudades Contemporáneas (PDF)
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2020
Fernando León Tamayo Arboleda
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Este libro analiza el gobierno del crimen en las ciudades contemporáneas desde la perspectiva de la pandemia COVID-19 y el contexto latinoamericano. El autor explora cómo las medidas de control y los cambios en la vida cotidiana afectan la gestión del espacio urbano y la idea de una ciudad sana.
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DEL ESTADO AL PARQUE: El gobierno del Crimen en las ciudades contemporáneas FERNANDO LEÓN TAMAYO ARBOLEDA PRÓLOGO...
DEL ESTADO AL PARQUE: El gobierno del Crimen en las ciudades contemporáneas FERNANDO LEÓN TAMAYO ARBOLEDA PRÓLOGO LA CIUDAD SANA Por detrás de los dispositivos disciplinarios se lee la obsesión de los “contagios”, de la peste, de las revueltas, de los crímenes, de la vagancia, de las deserciones, de los individuos que aparecen y desaparecen, viven y mueren en el desorden1. Mientras escribo este prólogo —marzo 17 de 2020— me encuentro auto confinado en mi casa junto con mi esposa, mi hijo de 17 meses y mis padres de 72 y 80 años. El fin de semana anterior fui a buscar a mis padres a la ciudad en la que actualmente viven para llevarlos a una casa en medio de la montaña, temiendo su exposición al contagio del covid-19, que según los datos recogidos hasta ahora puede resultar mortal para las personas que se encuentren en ese grupo etario y con ciertas condiciones previas. Ellos viven en una ciudad intermedia, de 200 mil habitantes, a escasos 20 kilómetros de la capital, en donde la mayoría de ellos trabaja o estudia para volver tarde en la noche a dormir en sus casas. Aunque apenas hoy se detectó El primer caso en esta ciudad, la rutina de la vida diaria apenas se ha perturbado, en una suerte de tensa calma antes de la tempestad de la pandemia. En la medida en que es una ciudad de trabajadores, el desabastecimiento —hasta ahora— no se evidencia en las estanterías vacías de los supermercados que exhiben el agotamiento de bienes, el exceso del consumo y la insolidaridad de la acumulación. Los defectos del sistema capitalista expresados en un instante. Con todo, los tapabocas y el gel antibacterial se han convertido en bienes preciosos y muy escasos. Después de abastecernos abandonamos la ciudad observando a través de las ventanas del carro las muchas personas que todavía están en la calle con tapabocas, otras saliendo de misa y los buses intermunicipales atiborrados de pasajeros que se dirigen a Bogotá. La llegada inevitable de la pandemia transforma a una velocidad inusitada la realidad de la vida cotidiana y los paisajes urbanos usuales se van moldeando con la brutal pincelada del contagio. Hasta hoy se han detectado 65 casos en Colombia, 180.159 en el mundo y 7.103 muertes2. El miedo a ser transmisor de muerte, unido a la velocidad y facilidad del contagio, ha moldeado respuestas individuales y colectivas hasta hace poco inimaginables. Ciudades y provincias enteras confinadas. El confinamiento de los 60 millones de personas que habitan la provincia china de Hubei, así como el cierre completo de un país como Italia3, muestran poderosamente las distintas escalas del encierro: confinamiento en sus casas, en sus ciudades, en su Estado. El cierre de fronteras ha revitalizado los poderes soberanos del que se creía un Estado-nación fragmentado por los efectos desterritorializadores de la globalización4 _________________________ 1 Michel Foucault, Vigilar y castigar. Trad. por Aurelio Garzón del Camino (México D.F.: Siglo xxI Editores, 2014), 230. 2 “Situation update worldwide, as of March 2020 08:00”, European Centre for Disease Prevention and Control, acceso 17 de marzo de 2020, https:// www.ecdc.europa.eu/en/geographical-distribution-2019-ncov-cases 3 Eve Conant, “Here´s what a massive coronavirus lockdown would look like in the U.S.”, National Geographic, 13 de marzo de 2020, https://www. nationalgeographic.com/history/2020/03/60-million-person-coronaviruslockdown-united-states/ Esta nosopolítica5 global otorga poderes a los gobiernos sobre el espacio y los cuerpos que resultarían impensables en la apacible —pero al mismo tiempo violenta— cotidianidad de las ciudades cosmopolitas celebradas por la era de la globalización. A escala del gobierno nacional, se penaliza a aquel que salga a la calle, se prohíben las reuniones y se suspende la vida cotidiana, desde los eventos deportivos hasta la disciplina diaria de los colegios y las universidades. El toque de queda aparece nuevamente en la escena del control social. Quizá en esto la muy criticada —tal vez por aludir a la “invención de la epidemia” — lectura de Agamben sobre el reemplazo del estado de excepción por el estado pandémico como sueño totalitario tenga mucho de razón. El covid-19 es a la ciudad global lo que la peste fue a la emergencia del panoptismo narrado por Foucault. Es todavía pronto para establecer con certeza —si es que esto ha sido alguna vez posible— los efectos de esta pandemia global en los cimientos de las sociedades en la era de la globalización. Como bien lo señala Žižek6, los golpes de la pandemia a nuestra vida cotidiana pueden llevar a una transformación definitiva del esquema capitalista, a la reinvención del comunismo y a profundizar la virtualización de las relaciones sociales. La pandemia ha logrado lo que no han conseguido años de movilización ambiental global: reducir las emisiones de gases con efecto invernadero7. Al mismo tiempo, la liquidez, como condición de fluidez y velocidad de las sociedades contemporáneas según Bauman8, se puede convertir en un caudaloso torrente donde la presencia física es potencialmente mortífera. Por ello Žižek se pregunta si estaremos seguros en la casi inevitable realidad virtual a la que nos empuja el covid-19. Todos estos efectos tempranos de la pandemia se unen a la emergencia de una nueva ética de cuidado de sí que ordena lavarse las manos cada tres horas y la cuarentena voluntaria y responsable, así como evitar los contactos físicos. Los gobiernos inician campañas de desinfección de las calles, del transporte y los sitios públicos, con mayor intensidad que la vista anteriormente. La ciudad limpia es la ciudad sana. La ciudad sana es una ciudad virtual. El espacio público, en el nuevo mundo pandémico, se desvanece. Ya no hay corredores seguros en las ciudades. _______________________________________ 4 Al respecto, ver los trabajos clásicos de Konichi Ohmae, The End of Nation State (New York: Free Press, 1998); Saskia Sassen, Losing Control? Sovereignity in an Age of Globalization (New York: Columbia University Press, 1996). 5 Foucault define la nosopolítica como aquel régimen de saber-poder que busca alcanzar “la desaparición de las grandes epidemias”, así como la reducción de la tasa de morbilidad y el aumento de la expectativa de vida. Para ello, considera que son claves “las intervenciones sobre el espacio urbano, ya que constituye el medio más peligroso para la población. La ciudad con sus principales variables espaciales aparece como objeto de medicalización” (Michel Foucault, Saber y Verdad [Madrid: Ediciones la Piqueta, 1991], 99). 6 Slavoj Žižek, “Coronavirus is ‘Kill Bill’-esque blow to capitalism and could lead to reinvention of communism”, rt, 27 de febrero de 2020, https:// www.rt.com/op-ed/481831-coronavirus-kill-bill-capitalism-communism/. 7 Rebecca Wright, “There’s an unlikely beneficiary of coronavirus: The planet”, cnn World, 17 de marzo de 2020, https://edition.cnn. com/2020/03/16/asia/china-pollution-coronavirus-hnk-intl/index.html. 8 Zygmunt Bauman, Modernidad Líquida. Trad. por Mirta Rosenberg (México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2015). Este magnífico libro, Del Estado al parque, que aparece en medio de la pandemia global, cuenta con rigor el sueño de la ciudad latinoamericana que aspira a insertarse en el mundo de los intercambios globales. La ciudad limpia, que busca generar interacciones saludables en un espacio público que es, al mismo tiempo, lugar de ciudadanía y dispositivo de control social, se basa en una nueva cartografía del espacio urbano moldeada por la identificación de las desviaciones, de los individuos que la contaminan y de las zonas de presencia del delito. Nuevas tecnologías se implantan, desde las cámaras de vigilancia, pasando por los asentamientos policiales y los hotspots, hasta llegar a la transformación de dispositivos urbanos —como el parque—, para producir una intersección entre distintas escalas de gobierno del crimen que definen la forma en que los cuerpos pueden circular por, y aparecer en, las calles libres de la amenaza delictiva. La lectura de esta juiciosa descripción de la ciudad como locus y dispositivo de control del crimen y las desviaciones, que realiza Fernando Tamayo, es indispensable para comprender cuál es el estado de normalidad de lo urbano en el contexto de la globalización y la gestión que se realiza del espacio público en términos de limpieza, estética y seguridad. Pero también es indispensable para comprender la ciudad en estado de pandemia. La ciudad clausurada, con sus espacios públicos vacíos y el confinamiento voluntario, se asienta sobre la estructura material y simbólica de la metrópoli latinoamericana, atrapada entre los retos locales de gobierno del crimen y las exigencias globales de limpieza y seguridad cotidianas, que busca una respuesta en la edificación del parque como nuevo dispositivo de construcción de ciudadanía y control del delito. En ambas ciudades, la limpieza como proyecto político es indispensable. El parque, lleno o vacío, su expresión espacial más clara. Libardo José Ariza. INTRODUCCIÓN A mediados de 2014 me dirigí a la ciudad de Bogotá para iniciar mis estudios doctorales, sin llevar una idea clara de cómo era la ciudad o qué investigación me interesaba realizar. Por un lado, aunque había estado algunas veces en Bogotá, las cortas estancias en la capital, casi siempre por trabajo o placer, me habían impedido conocerla y sentir que podía leer el terreno. Por otro lado, si bien las decisiones que me habían llevado a comenzar la aventura doctoral y a elegir a Bogotá como el lugar indicado para dicho proyecto se fundamentaban en un interés en profundizar cuestiones relacionadas con la manera en que se gobierna el crimen y sus formas específicas en las ciudades latinoamericanas, para aquel momento no tenía ninguna idea concreta sobre el tipo de investigación que quería conducir. El primer día en la universidad fue, en general, similar a la experiencia que cualquier primíparo tendría al comenzar estudios de cualquier nivel universitario, pero hubo un evento de aquellos que, sin saberlo, suelen marcar las decisiones que se toman en el futuro y que decidiría el rumbo de mi investigación. En medio de las actividades que la institución había preparado como bienvenida, estaba programada una charla de inducción para los estudiantes que iniciaban aquel día sus estudios. Esta actividad, común en muchos lugares, era un rito que reunía a los estudiantes para mostrarles las credenciales de la universidad, el privilegio que conllevaba ser elegido por la institución para cursar allí sus estudios, los servicios a los que podían acceder por estar matriculados y los deberes que adquirían como alumnos y futuros egresados. Cerca del final de la ceremonia de inducción sucedió algo completamente diferente a lo que había pasado en mis experiencias anteriores en otras instituciones. Luego de los procedimientos tradicionales para conocer la historia, el prestigio, los servicios y reglamentos de la institución, se dio espacio al jefe de seguridad privada de la universidad, quien debía explicar diversas reglas que servirían para tener un camino sin riesgos durante la realización de nuestros estudios. La participación del jefe de seguridad no carecía de sentido si se consideran dos situaciones, en primer lugar, que más del 30 % de los estudiantes de pregrado no son bogotanos1, es decir que resulta posible suponer que gran parte de estos no conocen la cartografía de la ciudad con la misma precisión que quienes son procedentes de esta2. En segundo lugar, la localización de la universidad en el centro la ubica en uno de los espacios con mayores cifras de criminalidad en toda la capital3, lo que hacía que la “educación en seguridad” tuviera, cuando menos, algún sentido desde el punto de vista de la administración universitaria. ____________________________ 1 Cuando se revisan las cifras de ingreso a la Universidad de los Andes se encuentra que entre los años 2007 y 2017 fueron admitidos más de 30 % de estudiantes cuyo lugar de residencia se encontraba fuera de Bogotá, la cifra más es baja 31 % (semestre 2009-1) y la más alta 49,8 % (semestre 2017-2), con promedios de 34,4 % —entre 2012 y 2017— y 32 % —entre 2009 y 2012—. En el semestre 2014-2, en el cual tuvo lugar la inducción de la que hablo, ingresaron 1.461 estudiantes nuevos (en pregrado), de los cuales 32 % provenían de lugares distintos a Bogotá (cfr. Universidad de los Andes, Boletín estadístico 2017 [Bogotá: Universidad de los Andes, 2017]; Boletín estadístico 2014 [Bogotá: Universidad de los Andes, 2014]; Boletín estadístico 2007 [Bogotá: Universidad de los Andes, 2007]). 2 Este supuesto es ilustrativo, pero no puede pensarse como una prueba definitiva, pues ni vivir en Bogotá implica el conocimiento de todos los sectores de la ciudad, teniendo en cuenta la envergadura de la capital del país, ni ser de otro lugar del país i mplica desconocerla. Con todo, desde el punto de vista de la administración universitaria, que no puede preguntar individualmente por los conocimientos del sector, tiene sentido hacer una inducción sobre la geografía circundante a la universidad cuando se recibe una cantidad tan grande de estudiantes que provienen de afuera de Bogotá. La intervención del jefe de seguridad inició dando pequeños consejos tales como: “no dejen sus cosas de valor sobre las mesas de estudio”, “estén atentos a comportamientos sospechosos”, “conserven sus carnés universitarios lejos de la vista de extraños para que no conozcan sus datos”. Después de estas advertencias, que se ofrecían como parte de un sentido común 4 de autocuidado, se comenzó a hablar de situaciones que ya no eran evidentes —o mejor, no formaban parte de aquellas conductas que, pretendidamente, cualquier persona razonable llevaría a cabo—, pues para conocerlas se necesitaba tener información que no estaba disponible para los estudiantes —asumiendo que, al parecer, sí disponían de elementos para identificar “comportamientos sospechosos”—. El orador comenzó a desplegar ante los “primíparos” una serie de fotografías y mapas sobre los alrededores de la universidad. En estos se detallaba la geografía que rodeaba la institución y, con colores y flechas, se señalaban los espacios que eran seguros para transitar. El jefe de seguridad afirmaba que el cordón de vigilancia construido por la seguridad privada de la institución, en colaboración con la Policía Nacional y otras universidades del centro de la ciudad, podía garantizar la protección de los estudiantes siempre que estos permanecieran en los corredores seguros, los cuales permitían movilizarse entre los diferentes ingresos a la Universidad y las zonas donde se podía tomar el transporte público o acceder a parqueaderos para los vehículos privados; mientras la opción contraria, abandonar los corredores seguros, podía derivar en la interacción con comportamientos indeseados, como la mendicidad, o delitos como la oferta de estupefacientes o, el que se mostraba más probable y amenazante, el hurto. Por eso, la administración universitaria invitaba a “no dar papaya” y a cuidarnos “entre todos”. ______________________________________ 3 Según las cifras del año inmediatamente anterior a la inducción, la localidad de Santa Fe era la tercera con mayor cantidad de hurto a personas (delito que más preocupaba a la administración universitaria), con una tasa de 1.617 hurtos por cada 100.000 habitantes, superado solamente por las localidades de La Candelaria (también ubicada en el centro de la ciudad y limítrofe con la localidad de Santa Fe) con 2.363 y Chapinero con 1.800 (Cámara de Comercio de Bogotá, Observatorio de seguridad en Bogotá No 46: junio de 2014 [Bogotá: Cámara de Comercio, 2015], 37). 4 La idea de “sentido común” tiene que ver con la propuesta analítica de Berger y Luckmann para el conocimiento de la vida cotidiana. Según ellos, los individuos construyen recetas sobre cómo actuar en la vida cotidiana, lo que hace surgir ese sentido común (Berger y Luckmann, La construcción social de la realidad [Buenos Aires: Amorrortu, 2012], 34-63). En materia de gobierno del crimen, un buen ejemplo de la forma en que la idea de sentido común ha sido utilizada aparece en los textos de Wilson: “El ciudadano promedio difícilmente necesita ser persuadido de que el crimen será cometido más frecuentemente si, en las mismas circunstancias, este reporta más ganancias comparado con otras formas de pasar el tiempo. De acuerdo con esto, el ciudadano promedio piensa que es obvio que la razón por la cual el crimen aumenta es porque se está haciendo más fácil escaparse de sus consecuencias. Bajo el mismo razonamiento, el ciudadano promedio piensa que una buena forma de reducir el crimen es hacer más costosas las cons ecuencias del crimen para el infractor (con penas más rápidas, más ciertas y más severas), o hacer que las alternativas al crimen sean más valiosas (aumentando la disponibilidad y el salario por hacer trabajos legítimos), o ambas cosas”. (Traducción libre del texto “The average citizen hardly need to be persuaded of the view that crime will be more frequently committed if, other things being equal, crime becomes more profitable compared to other ways of spending one’s time. Accordingly, the average citizen thinks it obvious that one major reason why crime has gone up is that people have discovered it is easier to get away with it; by the same token, the average citizen thinks a good way to reduce crime is to make the consequences of crime to the would-be offender more costly (by making penalties swifter, more certain, or more severe), or to make value alternatives to crime more attractive (by increasing the availability and pay of legitimate jobs), or both”) (James Wilson, “Penalties and opportunities”, en A reader on punishment, ed. por Antony Duff y David Garland [New York: Oxford University Press, 1995], 177). Esta visión estaría fundada en las teorías del control, cuyo soporte empírico suele basarse en supuestos poco fundamentados (Marcus Felson y Ronald V. Clarke, “Opportunity makes the thief”, Police Research Series 98 ). Por su parte, Wilson no ofrece una explicación de por qué los ciudadanos piensan esto, o alguna prueba de que ello sea efectivamente así, sino que asume que sus intuiciones son extensibles sin mayor elaboración. En esta investigación, para evitar caer en la generalización de aquel autor, siguiendo la senda de Berger y Luckmann se intentará mostrar la forma en que el sentido común es construido en Bogotá a partir de la distribución de recursos de gobierno del crimen y la creación de una forma específica de razonar sobre el crimen en las actividades diarias. Figura 1. Corredores seguros Universidad de los Andes Fuente: Gerencia del Campus, Universidad de los Andes. Luego de cada una de las demostraciones cartográficas que señalaban alguna de las calles, esquinas o parques como peligrosos se enseñaron fotografías de dichos lugares para permitir a los estudiantes familiarizarse con los espacios. Cada espacio inseguro era no solo cartografiado, sino graficado y comparado con espacios seguros para permitir a los estudiantes acceder al conocimiento especial del que disponían los organismos de seguridad de la universidad sobre los lugares que debían usar si querían mantenerse a salvo, y construir un sentido común basado en dicha información. Por un lado, los espacios inseguros se mostraban como límites artificiales para el movimiento caracterizados por su soledad y abandono. Por otro lado, los espacios seguros se caracterizaban por la concurrencia de personas, la buena visibilidad y la presencia policial. Figura 2. Fotografía callejones inseguros Fuente: Gerencia del Campus, Universidad de los Andes. Figura 3. Patrullaje policial en frontera entre callejones seguros e inseguros Fuente: Gerencia del Campus, Universidad de los Andes. Mientras escuchaba los consejos de seguridad pensaba en lo extraño de aquella situación, pues no recordaba que antes se me hubiera enseñado a identificar los espacios inseguros en esta forma. Pero también notaba que las imágenes de los sitios peligrosos alrededor de la universidad se parecían mucho a lugares que había evitado antes, o tal vez los había transitado en medio del nerviosismo o por la rebeldía que implicaba ocuparlos. Pensé en la forma en que había obtenido los conocimientos sobre los espacios seguros e inseguros en los lugares que me eran más familiares y encontré que, al final, estos también los había construido a través de mapas e imágenes obtenidas a partir de mi experiencia personal y mis interacciones cotidianas. A través de los consejos de mis padres y de las conversaciones con amigos que habitaban en barrios distintos de la ciudad había desarrollado un conocimiento cartográfico de Medellín y una imaginación estética sobre la forma en que lucían los espacios peligrosos, sin detenerme a pensar en las razones que me llevaron a construir dicha visión, o por qué el mismo conocimiento que había obtenido en aquella ciudad, ahora me resultaba útil para leer los espacios bogotanos. Este conocimiento me permitía no solo moverme con facilidad —y seguridad— en los terrenos que mejor conocía, sino construir un sentido común que me resultaba extrapolable a otras situaciones. Si bien la exposición del conferencista tenía características similares al proceso por el cual yo mismo había conformado mis propios mapas para leer los espacios que frecuentaba, me resultaba completamente nuevo que fuera una institución universitaria la que brindara una información que antes había obtenido a través de relaciones cotidianas con amigos y familia. Por primera vez, el conocimiento para leer el espacio que antes derivaba de mis propias experiencias e interacciones con personas cercanas aparecía institucionalizado y acompañado de un “experto” en la cartografía local de la seguridad, con la intención de ayudarme a comprender una geografía desconocida. Sin anticiparlo en aquel momento, las preguntas que se me ocurrían serían las que moldearían mi propia investigación doctoral: ¿por qué la universidad me está dando esta información?, ¿qué haría para conocer el terreno si no se me hubiera dado dicha información?, ¿por qué identificaba los espacios solitarios con el peligro a partir de meras intuiciones?, ¿por qué tomaba medidas de precaución en mi vida cotidiana similares a las que recomendaba la administración universitaria?, entre otras cuestiones. Cuando comencé a investigar el tema me percaté de que mi experiencia en aquella inducción universitaria podía ser común en otros contextos donde la preocupación por los espacios seguros y el control del crimen parecían tener rasgos comunes, y lo que era un ejercicio de reflexión para comprender la forma en que yo había estado evitando ciertos espacios durante mi vida terminó por despertar un interés académico sobre la manera en que el crimen es gobernado y sobre los mecanismos institucionales utilizados para construir en los individuos un conjunto de recetas para leer cotidianamente la cartografía de la seguridad en las ciudades. El primer paso para comprender las técnicas que inconscientemente había venido utilizando para reducir las posibilidades de ser víctima de un crimen era construir un conocimiento que me permitiera reflexionar sobre ellas a un nivel teórico. En esta tarea, tal como el título del libro y el párrafo anterior sugieren, la idea de gobernar sería fundamental para dar forma a mis análisis5. Mis primeras aproximaciones a la idea de gobernar fueron los textos de Foucault en un curso sobre el tema que había tomado al iniciar mi carrera universitaria. Teniendo en cuenta que no comprendí muy bien el asunto —algo que posiblemente se hubiera solucionado si hubiera ido a las clases, o realizado adecuadamente las lecturas del curso—, las implicaciones de la definición de gobierno propuesta por el francés no me quedarían claras —o, al menos, medianamente perceptibles— hasta que leí el libro de Simón, Gobernar a través del delito6, lo cual me obligó a revisitar las nociones sobre gobierno y poder de Foucault. Más allá de las múltiples complejidades que pueden derivarse de las nociones anteriores, para el presente texto decidí seguir la idea de que el “‘Gobierno’ no se refería únicamente a las estructuras políticas o a la gestión de los Estados; más bien designaba el modo de dirigir la conducta de individuos o grupos”7. En últimas, partí de la premisa de que gobernar es una acción dirigida a configurar el campo de acción dentro de un contexto específico, un intento de conducir lo que los individuos o grupos hacen o dejan de hacer en espacios y momentos históricos determinados. La idea de gobierno está profundamente ligada a la de poder. Para ser eficiente, la capacidad de una acción de gobernar depende de la construcción de poder en que esta se soporte. La noción de poder de Foucault, como su definición de gobierno, está desligada de las estructuras estatales. El poder no es una capacidad del leviatán sino un hecho y, aunque esto ciertamente amplía el espectro de las posibles formas de ejercerlo, no da aún una definición clara de lo que el poder es. Esta ausencia de una caracterización conceptual del término se debe a que la misma idea de poder de Foucault parecía eludir todo esfuerzo de conceptualización unificadora. No existe “el poder”, existen “los poderes”, por lo que cada poder debe ser caracterizado según su especificidad8. Con todo, de forma general, la idea de poder en Foucault puede caracterizarse como un conjunto de conocimientos, estructuras, instituciones o relaciones que en contextos específicos pueden ser utilizadas por los sujetos como herramientas para conseguir unos objetivos más o menos definidos que se han propuesto9. ______________________________________________ 5 Tampoco puedo desestimar la importancia que tuvieron los textos de Bordieu, Wacquant y Wright Mills sobre la posibilidad —y necesidad— de analizar las propias posiciones y acciones para comprender las realidades en que uno mismo se encuentra insertado (Pierre Bordieu, Homo Academicus. Trad. por Pablo Tovillas [Buenos Aires: Siglo xxI Editores, 2008]; Pierre Bordieu y Löiq Wacquant, Una invitación a la sociología reflexiva. Trad. por Ariel Dilon [Buenos Aires: Siglo xxI Editores, 2005]; Charles Wright Mills, La imaginación sociológica. Trad. por Florentino M. Torner [México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2010]). 6 Jonathan Simon, Gobernar a través del delito. Trad. Victoria de los Ángeles Boschiroli (Barcelona: Gedisa, 2011). 7 Michel Foucault, “El sujeto y el poder”, Revista Mexicana de Sociología 50, n.° 3 (1988): 3-20, 15. 8 Precisamente, toda la obra de Foucault es un esfuerzo por caracterizar diferentes tipos de poderes, como el punitivo (Foucault, Vigilar; Michel Foucault, The punitive society: lectures at the College de France 1972-1973 [New York: Palgrave McMillan, 2015]) o el estatal administrativo-policivo-militar Michel Foucault, Defender la sociedad. Trad. por Horacio Pons [Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2014]) entre otros. Con el marco anterior, la preocupación general que tenía por los mecanismos de gobierno del crimen y los poderes en que estos se soportan comenzó a tomar una forma más concreta. A medida que iba delimitando el tema descubrí que existían muchos asuntos que me interesaban, pero cuya investigación resultaba bastante complicada, más aún teniendo en cuenta que mi formación académica estaba centrada en el conocimiento técnico del derecho antes que en la comprensión de fenómenos sociales —o, por demás, del derecho mismo como realidad social—. Esto trajo consigo un reto teórico y metodológico que derivó en la elección de disminuir las pretensiones que inicialmente me había trazado, dirigidas a comprender la forma en que se construyen técnicas de autogobierno del crimen en la vida cotidiana —o mejor, el intento de comprender la forma en que yo las había construido durante mi vida—, para, en su lugar, buscar estudiarlas a través del conocimiento de la forma en que el crimen es gobernado en las ciudades. La elección por comprender el gobierno del crimen en las ciudades era, también, inalcanzable —sin mencionar ingenua—; sin embargo, gracias a la adecuada orientación recibida y las discusiones sostenidas con colegas, pude materializar mi interés a través de la limitación de la investigación a un estudio de caso de la ciudad de Bogotá, y el enfoque teórico y metodológico a través del análisis multiescalar de la gobernanza. La elección de Bogotá como espacio para la realización de la investigación del gobierno del crimen en las ciudades contemporáneas estuvo condicionada por dos factores. El primero de ellos, que resulta obvio en muchas investigaciones, era la facilidad personal —pues era la ciudad en que me encontraba viviendo— y financiera —pues los recursos para la realización de investigaciones no siempre abundan— para conducir el estudio en dicho espacio; y el segundo, más importante aún, que Bogotá se había convertido en un ejemplo mundial de la “buena gobernanza” del crimen y era tomado como un modelo exitoso de la forma en que las administraciones locales pueden mejorar las condiciones de seguridad en los grandes enclaves urbanos. El caso del “milagro” bogotano se soporta principalmente en la reducción de las cifras de homicidios que tuvo lugar en los años noventa y comienzos del nuevo milenio. Aunque es posible discutir si fueron las políticas locales las que determinaron esta disminución, el mito ha sido construido sin tener en cuenta dicha situación, por lo que se adjudicó a la administración local el triunfo en materia de seguridad10. Bogotá resultaba relevante, además, por dos aspectos. Por un lado, y como se verá en el texto, en la ciudad —y en general, en el país— se habían puesto en acción una serie de estrategias de gobierno del crimen implementadas en ciudades del norte global, bien porque estas eran trasladadas por centros — o sujetos— de difusión de pensamiento o por la directa incidencia de algunas instituciones foráneas que, además, resultaban comunes a otras ciudades latinoamericanas11. ______________________ 9. La definición de poder aquí ofrecida es fruto de la revisión de diversos textos de Foucault, sin embargo, los que mayor influencia presentaron para la construcción de esta definición fueron: Michel Foucault, La microfísica del poder. Trad. por Julia Varela y Fernando Álvarez Uría (Madrid: La Piqueta, 1992); “El sujeto y el poder”; Historia de la Locura en la época clásica I. Trad. por Juan José Utrilla (México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1998); La verdad y las formas jurídicas. Trad. Por Enrique Linch (Barcelona: Gedisa, 2011); Vigilar; Defender. Entre los anteriores, los dos textos referidos inicialmente son los que presentan los intentos más claros de definir lo que el poder significa como concepto abstracto, por encima de la definición de cada po der en específico. Así mismo, para delimitar la definición, fue importante el texto de Valverde sobre el tema (Mariana Valverde, Michel Foucault [New York: Routledge, 2017]). 10. Al respecto, véanse Ariel Ávila Martínez, “Gestión de la seguridad en Bogotá”, en Violencia Urbana, ed. por Ariel Ávila Martínez, Jorge Giraldo-Ramírez, José Antonio Fortou et al. (Bogotá: Aguilar, 2014), 23-65; Gerard Martin y Miguel Ceballos, Bogotá: anatomía de una transformación (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2004). Algo similar ocurre con el caso del milagro neoyorquino, el cual es también bastante cuestionable (cfr. Franklin E. Zimring, The city that became safe: New York and the future of crime control [New York: NyU School of Law, 2011]). Por otro lado Bogotá comparte una experiencia común a otras ciudades latinoamericanas en cuanto a su preocupación por erigirse como ciudades globales12, lo cual implica prácticas compartidas que se extienden por todo el continente y otras latitudes en el marco del neoliberalismo13. Aunque la decisión sobre la realización del estudio de caso de Bogotá parecía sencilla, este era solo el primer paso en la elaboración del marco teórico y metodológico apropiado para leer el gobierno del crimen en la ciudad. Esto último resultó mucho más complicado, no solo por mi falta de experiencia en la realización de este tipo de investigaciones, sino porque cada texto, cada enfoque y cada autor que leía me abrían nuevas perspectivas de análisis que no conseguía agrupar de manera adecuada. Ante esta situación, opté por un análisis multiescalar de la gobernanza, que implicaba partir de un estudio espacial de los poderes utilizados para gobernar Bogotá y las diferentes interacciones entre estos, lo que llevó a examinar la manera en que las escalas de gobierno transnacional, nacional y local —y las microescalas de gobierno que se constituyen en los microespacios contenidos en Bogotá— moldeaban una forma específica de gestionar la criminalidad en la ciudad. La falta de capacidad para explicar este modelo analítico en pocas palabras, y la ausencia de textos académicos en materia de gobierno del crimen que explicaran un modelo similar, fueron centrales en la construcción del capítulo I. En este, apoyándome en textos que analizan la gobernanza en otros campos de una manera similar a la que se utiliza en la literatura para estudiar el crimen, detallo la perspectiva con la cual se ha realizado la investigación —en caso de que ya exista alguna familiaridad con las ideas de gobierno y con los análisis multiescalares y sus implicaciones, propongo al lector saltar directamente a los capítulos siguientes—. ______________________________________ 11. Al respecto, muchas de las técnicas halladas en la ciudad de Bogotá, que serán presentadas en este texto, resultaban similares a las detectadas en las ciudades brasileñas (cfr. Teresa P. R. Caldeira, City of walls [Berkeley-Los Angeles-London: University of California Press, 2000]; Eduardo Paes-Machado y Charles Levenstein, “‘I’m sorry everybody but this is Brazil’: Armed robbery on the buses in Brazilian cities”, British Journal of Criminology 44 : 1-14; Löiq Wacquant, “Toward a dictatorship over the poor? Notes on the penalization of poverty in Brazil”, Punishment & Society 5, n.° 2 : 197-205), argentinas (cfr. Máximo Sozzo, Inseguridad, prevención y policía [Quito: Flacso, 2008]; Máximo Sozzo, “¿Metamorfosis de la prisión?: Proyecto normalizador, populismo punitivo y ‘prisión-depósito’ en Argentina”, Revista Latinoamericana de Seguridad Ciudadana 1 : 88-116; Gabriel Kessler, El sentimiento de inseguridad: sociología del temor al delito [Buenos Aires: Siglo xxI editores, 2011]), chilenas (cfr. Frühling Hugo, Policía comunitaria y reforma policial en América Latina. ¿Cuál es el impacto? [Santiago de Chile: CESC-Universidad de Chile, 2003]; Paola Jirón y Pablo Mansilla, “Las consecuencias del urbanismo fragmentador en la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad de Santiago de Chile”, Eure 40, n.° 121 : 5-28; Maria Elena Ducci y Loreto Rojas, “La pequeña Lima”: nueva cara y vitalidad para el centro de Santiago de Chile”, Eure 36, n.° 108 : 95-121; Lucía Dammert, Violencia criminal y seguridad ciudadana en Chile [Santiago de Chile: Organización de las Naciones Unidas, 2005]) y mexicanas (cfr. Markus-Michael Müller, The punitive city: privatized policing and protection in neoliberal Mexico [London: Zed Books, 2016]; Carlos J. Vilalta Perdomo, “El miedo al crimen en México. Estructura lógica, bases empíricas y recomendaciones iniciales de política pública”, Gestión y Política Pública 19, n.° 1 : 3-36; Diane E. Davis, “El factor Giuliani: delincuencia, la “cero tolerancia” en el trabajo policiaco y la transformación de la esfera pública en el centro de la ciudad de México”, Estudios Sociológicos 25, n.° 75 : 639-681; Elena Azaola, Crimen, castigo y violencias en México [Quito: fLACSO, 2008]; José Luis Solís González, “Neoliberalismo y crimen organizado en México: el surgimiento del Estado narco”, Frontera Norte 25, n.° 50 : 7-34). 12. Saskia Sassen, “The global city: introducing a concept”, Brown Journal of Global Affairs xI, n. ° 2 (2005): 27-43. 13. Entendido como una teoría de economía política que propone que el bienestar de los ciudadanos puede ser conseguido a través de la maximización de libertades y del aprovechamiento de habilidades, enmarcados en un contexto de protección fuerte de los derechos de propiedad, libre mercado y libre comercio (cfr. David Harvey, A brief history of Neoliberalism [New York: Oxford University Press, 2007]). A partir de las herramientas teóricas y metodológicas ofrecidas se muestra cómo el gobierno del crimen ha venido mutando desde los años ochenta del siglo pasado y cómo, a partir de mediados de los años noventa, dicho cambio se ha acelerado vertiginosamente hasta constituir las técnicas contemporáneas usadas en ciudades como Bogotá. En el caso colombiano —algo que creo se replica en varios contextos latinoamericanos— este cambio ha sido alimentado por el proyecto neoliberal que tuvo lugar después del Consenso de Washington —el cual se ha manifestado de diversas formas, que van desde la gentrificación hasta la ejecución de proyectos de reforma institucional, pasando por el refuerzo de la protección a la propiedad privada, el fortalecimiento de las asociaciones privadas y la difusión de ciertas formas de conocimiento y gobierno—, la expansión de la demografía urbana, la larga historia de conflicto armado —la cual tiene implicaciones similares a la experiencia de dictadura y posdictadura de otros país del cono sur—, la descentralización de las funciones estatales y el crecimiento de los poderes locales, la creciente importancia de la ciudad como escenario prototípico de la vida contemporánea y la expansión del uso de la prisión. Lo anterior ha permitido que viejas instituciones y técnicas de gobierno del crimen sean reinventadas —y legitimadas— a través de nuevos discursos y, a su vez, nuevas instituciones y técnicas de gobierno del crimen hayan aparecido en la vida cotidiana de los habitantes. Por un lado, lo que podrían denominarse como las “viejas costumbres” usadas para gobernar el delito, ligadas principalmente con la fuerza, la represión y el uso de la justicia penal, se fortalecerían a través del incremento de las detenciones por la comisión de crímenes, lo que contribuiría a la rápida expansión de la población sometida al aparato carcelario —y, en general, de la ejecución de las penas y medidas de aseguramiento—. Esta expansión del aparato penal ha implicado, sin duda, el retroceso no solo de los derechos constitucionales de los perseguidos por la justicia, sino que ha servido como mecanismo de exclusión generalizada de una porción importante de la población vertida en cárceles con condiciones infrahumanas. Por otro lado, la implementación de unas “nuevas costumbres” de gobierno ha creado un sistema de control centrado en la prevención estatal, privada e individual del crimen. Esta aparición de nuevas instituciones y mecanismos para controlar el crimen se manifiesta a través de formas extremas de control —y autocontrol— y exclusión que son soportadas en la construcción de sujetos problemáticos que se supone deben ser eliminados de ciertos espacios para garantizar la seguridad, en una axiología específica sobre las acciones permitidas y prohibidas en los espacios públicos, en una vigilancia férrea de los lugares compartidos — públicos y privados—, en una reorganización de la economía urbana, en la creciente importancia del consumo de la ciudad como espacio y en el fortalecimiento de mecanismos administrativos de sanción. En este ámbito, en torno al parque como manifestación principal del espacio público se organizan una serie de medidas de gobierno —y autogobierno— que, aunque parecen ser menos punitivas que el uso del aparato carcelario, tienen una extensión e impacto mucho mayor en la vida cotidiana de los ciudadanos, pues no solo limitan una cantidad importante de derechos, sino que moldean las percepciones de estos sobre lo adecuado e inadecuado, y crean patrones de comportamiento que se soportan, ya no necesariamente en la fuerza, sino en la propia libertad de decisión de los individuos. Para dar algo de sentido a las ideas anteriores, en el capítulo II muestro la forma en que la estructura administrativa de gobierno del crimen fue reorganizada en Colombia. En esta parte del texto estudio las relaciones entre la administración de la ciudad de Bogotá, el gobierno nacional y diferentes poderes y fenómenos transnacionales, que permitieron la consolidación de una institucionalidad de gobierno del crimen al nivel de la ciudad y la reorganización de los poderes/saberes dispuestos para fundamentar los poderes encargados de controlar el crimen. Así mismo muestro cómo, de la interacción entre las administraciones nacional y municipal, se derivó la creación de un modelo mixto para gobernar el crimen que busca construir herramientas de cooperación que faciliten la satisfacción de los objetivos de las diferentes escalas de gobierno que operan en el mismo espacio geográfico. En el capítulo III me ocupo de analizar esta misma relación, pero con énfasis en el sistema penal, por ser este el principal referente del poder punitivo nacional. En el mismo, expongo la influencia transnacional sobre el sistema penal colombiano, los mecanismos de cooperación, los eventos de enfrentamiento entre los poderes locales y nacionales en materia punitiva, y la forma en que la capital del país logró construir una estructura de gobierno del crimen paralela a —pero aún apoyada en— el Estado central. También analizo las consecuencias que este modelo punitivo de gestión de la criminalidad ha tenido para las libertades de los ciudadanos. En el capítulo IV me encargo de estudiar la manera en que las transformaciones documentadas en los capítulos II y III se materializan en la vida cotidiana a través de una distribución particular de los recursos de control del delito y la incorporación de mecanismos de autogobierno del crimen, lo cual es permitido a través de la construcción de una ética y estética del gobierno del crimen en la ciudad que hacen comprensible para los ciudadanos una información que, a nivel gubernamental, es tecnificada y compleja. Por último, el capítulo V está pensado como una conclusión poco tradicional del texto. La decisión de no plantear unas conclusiones “ortodoxas”, entendidas estas como un simple balance de los hallazgos de la investigación, se debe a dos motivos: en primer lugar, que cada capítulo cuenta con un aparte de conclusiones en las cuales se sintetizan los hallazgos consignados en cada uno de ellos y, en segundo lugar, que la perspectiva asumida en el capítulo primero obliga a que, más que desenlaces, se muestre un análisis amplio derivado de la conjunción de las herramientas teóricas y metodológicas aplicadas y los hallazgos encontrados. Por ello, este capítulo se encarga de mostrar, a la vez, una interpretación sobre el gobierno del crimen en la ciudad de Bogotá, los retos que implica estudiarlo en las ciudades contemporáneas —especialmente aquellas del sur global que comparten características con la capital colombiana—, y las consecuencias que los hallazgos de la investigación —y el modelo analítico aplicado— tienen a la hora de diseñar estudios sobre la criminalidad. CAPÍTULO I. MULTIESCALARIDAD Y GOBIERNO DEL CRIMEN En 1984, en un pequeño barrio de la ciudad de Nápoles, cientos de personas se reunieron para contemplar un fenómeno que resultaba a la vez común e inusual. La muchedumbre se había congregado en torno a un terreno vacío para ver un grupo de hombres que corría detrás de un balón. La tarde lluviosa había humedecido la tierra haciendo que el pasto y el barro se mezclaran para crear un escenario que aun así no enlodaría la mágica velada. Alguien que hubiera cruzado por el lugar mientras aquello sucedía hubiera podido, con cierta facilidad, llegar a la conclusión de que se trataba de un partido de fútbol. El conocimiento de un fenómeno tan popular como el fútbol permitía leer aquel espectáculo a través de ciertas claves: hinchada, jugadores, goles. Además, con estas pautas, alguien sin mucho conocimiento sobre fútbol podía imaginarse que lo que pasaba allí posiblemente tenía bastante relevancia, teniendo en cuenta la cantidad de gente que se encontraba reunida. Supongamos por un momento que nuestro peatón no es el sujeto propuesto en el párrafo anterior, sino un napolitano aficionado al fútbol. Seguramente, 1o primero que podría llamar su atención sería la presencia de varios de los jugadores profesionales que jugaban para el equipo local y, probablemente, su atención pasaría a ser asombro al ver entre los jugadores de aquel partido a quien era considerado uno de los mejores del mundo. Sin embargo, ni siquiera aquel aficionado impresionado por ver a Diego Armando Maradona1 jugando en un pequeño barrizal napolitano notaría algo peculiar y es que, a pesar de todas las señales que indicaban un significado, lo que allí su cedía no era un partido de fútbol. A pesar de que la situación parecía hablar por sí sola, los antecedentes de aquel suceso tenían información importante para descifrar lo que allí pasaba. Días antes de aquella reunión Maradona había solicitado a la Società Sportiva Calcio Napoli, equipo del cual formaba parte como futbolista profesional, la realización de un partido benéfico para apoyar económica- mente a una familia local. Sin embargo, el equipo no accedió a la petición del futbolista argentino, lo que sería respaldado por la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA). La decisión, tanto del club como de la FIFA, tenía consecuencias importantes2 Por un lado, la decisión del club y de la FIFA le impedía utilizar un espacio específico para realizar el partido: el Estadio San Paolo3; por otro lado, al tener Maradona el carácter de futbolista profesional debía someterse a las regulaciones de la FIFA y acatar la prohibición realizada para evitar sanciones disciplinarias. ___________________________________ 1. Para entonces, Maradona era futbolista activo de la Società Sportiva Calcio Napoli y su legado futbolístico lo convirtió en un ícono para la ciudad del sur de Italia, donde se han realizado estatuas y murales en conmemoración del ídolo futbolístico. Al respecto, ver Francesc Aguilar,"Maradona sigue muy presente en Nápoles, 27 años después", Mundo Deportivo, 9 de abril de 2018,htps://cutt.ly/Br4UnO2; y el documental de Alessio Maria Federici,Maradonapoli (Italia: Cinemamundici, 2017). 2. La ocurrencia de aquel partido ha sido documentada en diferentes fuentes al respecto pueden verse: "El día que Maradona jugó en el barro por un niño enfermo", Marca, 29 de octubre de 2016, https://cutt.ly/Xr4Y3Et; Pablo Bargueño,"Maradona en Acerra: así fue el amistoso de los desarrapados", As, 20 de enero de 3. Aguilar, “Maradona sigue muy presente en Nápoles”. 4. Aunque en otros contextos el rompimiento de una regla puede ser un escenario para que los poderes que afirman la potestad de gobernar activen los mecanismos reguladores para que la regla sea respetada (como es el caso del gobierno del crimen), en este caso se presentó una fractura total derivada de que la FIFA, por su propia decisión, se limitaba a regular aquellos eventos que pudieran considerarse, de acuerdo con sus estándares reglamentarios, fútbol. 5. A pesar de que las demás reglas eran similares, esta lo cambiaba todo, pues la FIFA no regula cualquier balón que sea pateado, sino aquellos eventos llevados a cabo por las federaciones, asociaciones y miembros que pertenecen a la entidad, en los que s e deben cumplir las reglas básicas del deporte. Según la FIFA, “El partido será jugado por dos equipos formados por un máximo de once jugadores cada uno". FIFA, Reglas de Juego 2015/2016 (Zúrich: FIFA, 2016), 18. Maradona decidió proceder con el partido. Para ello, el rompimiento de una regla bastaría para eludir el poder de la FIFA4. Aquel partido no sería, según lo disponen las reglas del fútbol establecidas por su máximo inquisidor, entre dos equipos de once jugadores, sino entre dos escuadras con doce jugadores. Aunque el partido se jugó siguiendo las demás reglas tradicionales del deporte, la presencia de un jugador más por escuadra hizo que, al menos a los ojos de la FIFA, aquello no fuera fútbol5. Para quienes este deporte es solamente un suceso del día a día, lo que sucedía era definitivamente fútbol, pero para quien estaba sometido a los poderes del fútbol profesional aquello no debía serlo. La FIFA había definido unas reglas que gobernaban sobre el espacio y los sujetos. De esta manera, había dicho cuáles eventos podían ser considerados fútbol profesional y cuáles fútbol aficionado, había establecido unas normas de comportamiento que debían ser respetadas mientras se jugaba al fútbol, así como los lugares en que podía tenerse un encuentro profesional Y los sujetos que podían considerarse futbolistas 6. Con solo poner dos jugadores más su autoridad había sido fisurada. Aquel día napolitano era una poderosa narración. Por un lado, mostraba el rostro de una asociación que había capturado un deporte para regularlo y monetizarlo, y la historia de un hombre que cuestionaba aquella estructura. Por otro lado, no solo desnudaba el poder de definición del máximo inquisidor del fútbol, sino que unía dos mundos, el del fútbol profesional, fuertemente regulado por la FIFA, con el día a día del fútbol callejero. Lo que pasaba era fútbol y a la vez no lo era; era único, pero era también parte de un fenómeno mucho más grande; escapaba del poder de la FIFA, pero a la vez lo mantenía presente en su solo deseo de eludirlo. Cerca de treinta años más tarde, un suceso ocurría en las calles de Bogotá. Un hombre era detenido por la policía de camino a su trabajo, y otra historia se desplegaba para contar algo sobre el poder y la resistencia, sobre el espacio y los sujetos Para quien escuche el cuento sin mucho detalle, esto sería un simple procedimiento rutinario de verificación por parte de un organismo policial que materializa más de cuarenta mil capturas anualmente en la ciudad7. Sin embargo, los gritos del sujeto detenido, que fueron viralizados a través de las noticias y las redes sociales, serían la entrada a una historia compleja en la que el impacto de asuntos globales Y locales se amalgamaba en el gobierno del espacio público y el crimen para moldear las prácticas punitivas en la ciudad de Bogotá. Por eso es que estoy piedro, por eso es que estoy piedro hijueputa, porque voy a trabajar. Voy a trabajar y me estás haciendo perder el tiempo. Por eso es que estoy piedro. Porque vos me pones problema aquí y el patrón también por llegar tarde, es por eso que estoy piedro. Puta, hombre…y por qué a ellos no los requisas? Porque ellos son blancos, porque son ciudadanos. Por qué a ellos no los detienes y les preguntas sus papeles? Porque ellos sí son de esta ciudad, ellos sí son de aquí de la capital. Ellos no son sinónimos de peligro, ellos no representan el peligro para los ciudadanos. Claro… por qué no requisas a los otros?8 6. Estas reglas pueden ser encontradas en diversos documentos oficiales. Para ello véanse FIFA, Código Disciplinario de la FIFA: edición 2017 (Zúrich: FIFA, 2017); Reglas; Código Ético de la FIFA: edición de 2012 (Zúrich: FIFA, 2012). 7. Policía Nacional, "Tablas estadísticas de actividad operativa 2015", Criminalidad 58, N.°2(2016):72.10 8. El hecho y el video del cual se extrae el texto, pueden ser vistos en Javier Arana, “El hombre que se hizo viral por acusar de racismo a policías en Bogotá”, El Tiempo, 16 de septiembre de 2015,https://cutt.ly/Zr4UmQr.El video puede ser encontrado en diversos vínculos de YouTube, los cuales, para principios de 2018, registraban más de 100.000 visitas si se suman los visitantes de cada uno de los vínculos en los cuales aparece el mismo. Con esta historia, lo que parecía una simple detención entre decenas de miles, pasaba a ser una narración -compartida por muchas otras personas detenidas- que evidencia asuntos globales Y locales, Y que contiene historias sobre el control de ciertas poblaciones, la acción policial selectiva, las preocupaciones por el peligro en los espacios públicos, la organización del espacio en las ciudades contemporáneas, el neoliberalismo, el sistema punitivo, la molestia del detenido por su detención y su afán por llegar al trabajo, y las razones de la policía para pedir los Papeles a un hombre negro. A la preocupación del detenido por llegar tarde al trabajo o por las represalias de su jefe, se unían inquietudes personales como tener dinero para sobrevivir y asuntos tan generales como el hecho de que cierto tipo de personas sean sistemáticamente sometidas al control policial en la ciudad de Bogotá9. En la detención realizada por los policías aparecían las narraciones pretendidamente neutrales- de la soberanía, el crimen y la ciudadanía, así como se evidenciaba la forma en que las fuerzas del orden eran entrenadas para identificar a los sujetos sospechosos. Por un lado, la detención era un microrrelato de los mecanismos de gobierno del crimen en los espacios públicos que se vienen implementando en Bogotá en las últimas décadas. De la forma en que se había dado prioridad a controlar los espacios con gran afluencia de personas y de la manera como la policía diferenciaba los sujetos por detener. De cómo ciertos modos de vestir, el color de la piel, la forma de caminar o el acento podían convertir a un sujeto en objetivo de vigilancia diferenciada10. De la consolidación de un proyecto de control represivo sobre ciertas acciones sujetos para brindar seguridad Y de cómo se identifican los riesgos en los espacios públicos para lidiar con el miedo en la ciudad. Por otro lado, era la muestra de una tendencia global de implementación de cierto tipo de políticas. De cómo la batalla en contra de los comportamientos incivilizados, la persecución de cierto tipo de poblaciones, la detección de los factores de riesgo para la seguridad, la preocupación por la percepción ciudadana del riesgo delictivo, entre otros, se moldeaban en diferentes latitudes a fin de implementar técnicas similares para gestionar los espacios públicos y el crimen11. La detención de un hombre negro alertaba sobre las razones por las cuales estas prácticas y otras similares, tales como: el control de la pobreza ligado al neoliberalismo12, la necesidad de fortalecer el Estado en tiempos de debilitamiento de la soberanía central13 o la persecución de sujetos que no responden a ciertos estándares sociales de comportamiento o son sistemáticamente discriminados por el sistema punitivo14, no eran exclusivas de la ciudad de Bogotá. __________________________ 9. Julieta Lemaitre y Mauricio Albarracín, "Patrullando la dosis personal: represión cotidiana y los debates de las políticas públicas sobre el con-sumo de drogas ilícitas en Colombia", en Políticas antidroga en Colombia: éxitos, fracasos y extravíos, ed. por Alejandro Gaviria y Daniel Mejía (Bogotá: Universidad de los Andes, 2011), 237-269. 10. En Colombia no existen estudios sobre el impacto de la acción policial sobre poblaciones vulnerables o personas de bajos recursos económicos. El único estudio publicado sobre el tema habla sobre la forma en que se realizan perfiles raciales en la ciudad de Cali (véase Yukyan Lam y Camilo Ávila Ceballos, Orden público y perfiles raciales: experiencias de afrocolombianos con la policía en Cali [Bogotá: De Justicia, 2013]).Sin embargo, con solo ver las personas que pueblan las cárceles en el país es posible concluir que estos perfiles existen en Colombia, pero, sin duda, es necesaria la realización de este tipo de estudios centrándose, principalmente, en la forma en que a los funcionarios de policía se les enseña a identificar sujetos sospechosos. En cuanto a la población carcelaria, según el informe estadístico más reciente de los disponibles antes de la finalización del presente texto, es necesario destacar que la mayor parte de esta población está compuesta por hombres jóvenes (entre los 18 y los 25 años), que no han terminado sus estudios básicos de secundaria (si se cuenta la población encarcelada que es iletrada, o que tiene estudios inferiores al grado noveno-de los once que componen el ciclo básico-,se tiene que el 71,8% de los presos del país están en estas condiciones) (INPEC, Informe estadístico junio de 2018 (Bogotá: INPEC-Minjusticia. 2018]). 11. Al respecto, diversos autores han mostrado la transnacionalidad de diversas políticas de gobierno, y la forma en que estas son adaptadas en contextos distintos a los originarios. Sobre el tema, pueden verse Löiq Wacquant, Las cárceles de la miseria. Trad. por Horacio Pons (Buenos Aires: Manantial, 2004), y Máximo Sozzo, Inseguridad, prevención y policía (Quito: Flacso, 2008). 12. Löiq Wacquant, Castigar a los pobres. Trad. por Margarita Polo (Barce-lona:Gedisa,2012);“Toward a dictatorship over the poor? Notes on the penalization of poverty in Brazil", Punishment & Society 5, N.° 2 (2003):197-205;Michael Cavadino y James Dignam,"Penal policy and political economy", Criminology and Criminal Justice 6, n.°4 (2006):435-456. 13. Zygmunt Bauman, La globalización: consecuencias humanas. Trad.por Daniel Zadunaisky (México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2013); Modernidad Liquida. Trad. por Mirta Rosenberg (México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2015). 14. Que la policía realiza una persecución sobre ciertos sujetos o que el ordenamiento jurídico apunta a ciertas poblaciones es algo que ha sido documentado según los contextos específicos de cada país. En Colombia, esto ha sido mostrado por Lemaitre y Albarracín en “Patrullando la dosis personal". Entre los distintos textos que pueden referenciarse sobre el tema, véanse Forrest Stuart, “From 'rabble management' to 'recovery management': policing homelessness in marginal urban space", Urban Studies 9, n.° 51 (2014): 1909-1925; Don Mitchell, “The annihilation of space by law: The roots and the implications of anti-homeless laws in the United States", en The legal geographies reader: law power and space, ed. por Nicholas Blomley, David Delaney y Richard T. Ford (Oxford: Blackwell Publishers, 2001);Malcolm M. Feeley y Jonathan Simon,"Thenew penology: Notes on the emerging strategy of correction and its implications", Criminology 30 (1992):449-474;Jacqueline Kennelly, "Policing young people as citizens-in-waiting: Legitimacy, spatiality and governance", British Journal of Criminology 51 (2011): 336-354; Michael Tonry,Punishing race: A continuing American dilemma (New York: Oxford University Press,2011); Eduardo Paes-Machado y Charles Levenstein,"'I'm sorry everybody but this is Brazil': Armed robbery on the buses in Brazilian cities", British Journal of Criminology 44 (2004): 1-14; Shaun A.Thomas,"Is it about race?: intergroup threat and perceptions of racial profiling", Criminal Justice Studies 30, n.°4 (2017): 401-420;Stephen K.Rice,John D. Reitzel y Alex R. Piquero,“Shades of brown: perceptions of racial profiling and the intra-ethnic differential”, Journal of Ethnicity in Criminal Justice 3,n.°1-2 (2005):47-70; Ronald Weitzer y Steven Tuch,“Perceptions of racial profiling: Race, class, and personal experience", Criminology 40,n.°2(2002):435-456;Elizabeth Hinton, From the war on poverty to the war on crime. The making of mass incarceration in America (Cambridge-London: Harvard University Press, 2016). Como aquel día napolitano que traía consigo historias de poder, represión y resistencia que operaban en diferentes niveles, Y que convertían un partido de fútbol en una narración mucho más fuerte que una simple pelota en dirección al gol, la petición de papeles a un hombre en Bogotá era un escenario para conocer distintos elementos que influían en el procedimiento, las razones que hacían que la historia pudiera ser contada en una forma Y no en otra, así como la manera en que el suceso estaba condicionado a la vez por factores locales relacionados con la interacción cotidiana entre la policía y la población, y transnacionales, como la necesidad de controlar espacios públicos como mecanismo para brindar condiciones de seguridad a las transacciones económicas. El gobierno del fútbol se basa en la figura de la asociación como fuente de su poder. Para gobernar el fútbol, la FIFA ideó un sistema jerárquico encabezado por ella misma, y seguido por las confederaciones de países, las asociaciones miembros y los clubes adscritos a dichas asociaciones, que permitían a la FIFA ser la encargada de regular el fútbol de forma directa y a través de las organizaciones jerárquicamente inferiores (diagrama 1). Diagrama 1. Estructura del gobierno del futbol - Fuente: elaboración propia Trasladar el esquema anterior al gobierno del crimen puede resultar problemático en tanto no existe en esta materia una institución como la FIFA, con la capacidad de imponer su autoridad sobre todo el globo terráqueo. Como lo muestra Eslava15 a través de un esquema similar al del diagrama 1, la gobernanza contemporánea se caracteriza por una estructura en la que los actores, discursos, prácticas, técnicas Y conocimientos globales se ubican sobre la jurisdicción estatal y las jurisdicciones locales, Bajo este esquema, sería posible pensar que el Estado cumple, en cuanto al gobierno del crimen se refiere, una función similar a la de la FIFA en la gobernanza del fútbol mundial. Así como la FIFA reclama ser la competente para gobernar el fútbol, y crea una estructura compleja para delegar funciones de gobierno, el Estado hace lo mismo en materia de crimen; sin embargo, a diferencia de la centralización con que se gobierna el fútbol, en el ámbito global del gobierno del crimen se encuentran una multiplicidad de actores, discursos, prácticas, técnicas y saberes difuminados que pueden incidir en el Estado-nación (diagrama 2) Diagrama 2. Estructura del gobierno del crimen Fuente: elaboración propia Las escalas de gobierno del crimen del diagrama 2 pueden hacerse más complejas insertando un sinnúmero de nuevas escalas que se relacionan con espacios cada vez más microscópicos. En algunos países es posible que aparezca una escala intermedia entre el Estado-nación y la ciudad representada en los Estados federales, la provincia 0 el departamento. Así mismo, por debajo de la ciudad podrían agregarse espacios físicos como el barrio o el parque, que tienen sus propias escalas de gobierno con sus propios actores, discursos, prácticas, técnicas y conocimientos que pretenden controlar el crimen en dichos espacios. Estos diagramas, que sirven para ilustrar la forma en que se gobiernan el fútbol y el crimen, así como las historias sobre Maradona y la detención realizada en la ciudad de Bogotá. ayudan a enfocar varios asuntos importantes para estudiar la gobernanza en la actualidad. En primer lugar que, por diferentes razones, el espacio físico se encuentra dividido en unidades que pueden contener o ser contenidas por otros espacios: el globo terráqueo los continentes, los países, las ciudades, etc16. _________________ 15. Luis Eslava, Local Space, global life (Cambridge: Cambridge University City Press, 2015) 15. En segundo lugar, que existen actores saberes, discursos, prácticas y técnicas que construyen una competencia para argumentan la capacidad de dirigir las acciones de los sujetos en diferentes asuntos en cada uno de esos espacios, en lo que podrían denominarse escalas de gobierno17, Esta competencia es muchas veces jurídica, lo cual ha llevado a que, en cuanto al gobierno del crimen se refiere, esta haya sido usualmente asociada al sistema punitivo del Estado -principalmente, con las fuerzas de policía, la justicia penal y las penas impuestas por la comisión de delitos-, a pesar de que no todo el crimen es gobernado por el Estado ni toda competencia para gobernar el crimen proviene del sistema jurídico. Lo que muestra la historia de Maradona en cuanto al fútbol es que la FIFA carece de la capacidad de gobernar todo lo relacionado con este deporte y que existen mecanismos --como la inserción de un jugador extra- que permiten constituir diferentes competencias para decidir los destinos del futbol en ciertos espacios. En materia de gobierno del crimen, no solo el Estado es incapaz de gobernar todas las acciones de los sujetos relacionados con este –incluso a pesar de la pretensión de generalidad de la ley-, sino que a la competencia construida en torno al sistema jurídico -asociada con departamentos, municipalidades, localidades u otras formas de división del espacio para la asignación de competencias jurídicas se suman otros actores, saberes, discursos, prácticas y técnicas que, bien aseveran su capacidad de gobernar ciertos espacios por fuera de las competencias asignadas dentro por la estructura estatal y el ordenamiento jurídico, o bien se suman a los organismos estatales para ayudarlos18. ______________________ 16. Entre estas razones que dividen los espacios como contenedores/contenidos está, sin duda, el derecho, el cual no solo participa de divisiones espaciales reales-nadie discutiría que el continente americano y el europeo están divididos por un océano-, sino que también construye sus propias divisiones, siendo el Estado mismo-que da forma a la organización espacial más aceptada en la actualidad-uno de ellos. Algunos de los espacios constituidos por el derecho suelen ser identificables con referentes empíricos, por ejemplo, más allá de las características específicas y los límites que el derecho le otorgue, puede ser fácil en ciertos contextos reconocer un bosque o una selva, mientras que resulta imposible distinguir solo con la vista espacios ficticios como jurisdicción o competencia. Un caso particular es la espacialización de los usos del suelo que, aunque en principio parece ser completamente ficticia, de forma similar a la jurisdicción o la competencia, termina por crear espacios que se identifican en la vida cotidiana como “sectores comerciales" o “sectores industriales". En cualquier caso, es importante destacar que las divisiones escalares que se utilizan en el presente análisis, que serán descritas más adelante, están en muchas ocasiones relacionadas con el derecho y las divisiones que construye entre lo transnacional como superior al Estado, lo nacional como parte del Estado y las subdivisiones administrativas (como la municipalidad o la localidad).Sin embargo, ello no siempre es así, pues también se acude en ocasiones a espacios cuya caracterización es relativamente independiente del derecho. Sobre la forma en que el derecho construye espacios, véanse Mariana Valverde, Everyday la won the Street: City governance in an age of diversity (Chicago: The University of Chicago Press, 2012); Nicholas Blomley, Unsettling the city: urban land and the politics of property (New York: Routledge,2004); Irus Braverman,Planted flags:trees, land and law in Israel/Palestine (Cambridge: Cambridge University Press, 2014); Boaventura de Souza Santos, "Law: A map of misreading. Toward a postmodern conception of law", Journal of Law and Society 14, n.°3 (1987): 279-302. 17. Estas escalas de gobierno no pueden ser entendidas como estructuras inmóviles, pues dentro de una misma escala puede haber disputas. Por ejemplo, en la escala de Gobierno nacional o estatal pueden converger diferentes visiones sobre cómo gobernar e l crimen. Por ello, la escala de gobierno debe ser entendida como una competencia sobre un espacio específico construida de forma dinámica a través de diferentes actores, saberes, discursos, prácticas y técnicas. 18. Una visión hiperjuridificada de la vida social podría afirmar que todos los actores, saberes, discursos, prácticas y técnicas que afirman su competencia para gobernar un espacio específico están regulados por el ordenamiento jurídico-o por un ordenamiento jurídico-,incluso aquellos que provienen de organizaciones al margen de la ley, algo que en Colombia sucedió con los grupos insurgentes o los grupos paramilitares (María Teresa Uribe, "Las soberanías en disputa: conflicto de identidades o de derechos", Estudios Políticos 15 : 23-45).Sin embargo, según creo, la permisión del Estado a los particulares de, por ejemplo, crear empresas de seguridad privada, no les otorga sin más una competencia para gobernar ciertos espacios, aunque sin duda es importante en su edificación, sino que les confiere una posibilidad de acción que luego estos convierten en competencia apoyados en otros mecanismos-como el apoyo del vecindario o la oferta de contratación de seguridad privada por parte de los centros comerciales-. Así mismo, la lucha estatal por recuperar territorios armados ocupados por insurgentes como parte del ejercicio de la soberanía territorial no hace desaparecer la capacidad de estas organizaciones de gobernar el crimen en los espacios por ellos ocupados. En estos casos, a pesar de que el ordenamiento-y el cono-cimiento-jurídico puede resultar fundamental para construir una competencia sobre ciertos espacios, la posibilidad de algunos actores, saberes, discursos, prácticas y técnicas de constituirse en verdaderas escalas de gobierno depende de su capacidad de construir su propio poder en la vida cotidiana. En tercer lugar, que la relación contenedor/contenido de los espacios físicos deriva en que exista una relación similar entre quienes reclaman la competencia, lo que crea convergencias de diferentes escalas de gobierno en cada uno de los espacios físicos y, al ser el crimen un fenómeno espacialmente localizado en el gobierno del mismo se suele presentar esta coexistencia. Estas relaciones que se construyen entre escalas pueden tener diferentes formas, que van desde la búsqueda de independencia hasta distintos modos de cooperación, que hacen que el gobierno del crimen sea tan dinámico como las escalas mismas y las interacciones construidas entre estas. La metáfora de la FIFA sirve para mostrar unos rasgos característicos de la gobernanza que, al ser aplicados al gobierno del delito, enseñan una complejidad que necesita de herramientas que permitan interpretar la convergencia de actores, saberes, discursos, prácticas y técnicas en ciertos espacios. El presente capítulo se dedica, precisamente, a presentar la multiescalaridad19 del gobierno del crimen, entendida como la recurrente interacción entre diferentes escalas de gobierno en ciertos espacios físicos como instrumento que permite mejorar el entendimiento sobre la forma en que el crimen es gestionado en las sociedades contemporáneas. Esto implicará la formulación de una teoría de alcance intermedio20 que permita la revisión crítica de los paradigmas teóricos sobre el control del crimen en las sociedades contemporáneas y que dirija la recolección de datos empíricos detallados sobre la forma en que el crimen es gobernado cotidianamente. Para lo anterior, el presente capítulo se divide en cuatro apartados. En primer lugar, se revisan los estudios que parten de un análisis Estado-céntrico del gobierno del crimen, con el fin de mostrar sus características principales y la forma en que conciben el conocimiento del crimen. En segundo lugar, se muestran las limitaciones del Estado-centrismo y se desarrolla la multiescalaridad como elemento para analizar el crimen en las sociedades contemporáneas, mostrando las virtudes y limitaciones de dicho enfoque, y cómo esta herramienta puede servir, no solo para mejorar la comprensión del fenómeno criminal, sino para nutrir los estudios Estado- céntricos. En tercer lugar, se presenta la forma en la que se hará uso de la multiescalaridad en la presente investigación, mostrando cómo las interacciones entre escalas de gobierno pueden ser estudiadas a partir de los actores, discursos, saberes, prácticas y técnicas en que estas Soportan su capacidad de incidir en ciertos espacios. Finalmente, se ofrecen unas conclusiones. ______________________ 19. La multiesalaridad ha sido utilizada en diversos estudios. Al respecto, entre otros, véanse Mariana Valverde, Everyday, 13;"Seeing like a city: The dialectic of modern and premodern ways of seeing in urban governance", Law and Society Review 45, n.° 2 (2011): 277-312; Saskia Sassen,"Cities are at the center of our environmental future", Cities and Climate Change 2, n.°3 (2010): 1-8,4-7;"Una sociología de la globalización", Análisis Político 61 (2007):3-27; Alexander González Chavarría,"Multi-scalar globalization and political governance: Lessons from negotiations over Colombian's poverty and inequality reduction Boaventura de Souza Santos, "Law, a map of misteading; toward a cepion la,Journal o ,n.°3(1987):279-302;Alejandro Benedet,"Lugares de frontera y movilidades en Fronteiras em foco,ed.por alar",Oliveira (Campo Grande Editora da rus, 20L); Nik Theodore, Jamie mercados", Temas Sociales66((2009):1- 12;Frank Moulaert,Constanza Parra y Erik Swyngedouw,"Ciudades, barrios y gobernanza multiescalar Cohald Macles Lhereonetin deca sudure bou ord treaet thoher Chatis Suediate govermance, Gowvmuanue I5.df 1 D0oune tied 52 20. Aunque sobre esto se profundizará más adelante, vale la pena por ahora referenciar los trabajos sobre el tema de Robert K. Merton, Teoria y estructura sociales. Trad. por Florentino M. Torner (México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2013), 56-91; y Alejandro Portes, El desarrollo futuro de América Latina: neoliberalismo, clases sociales y transnacional-20041 113.147. I. LA CABEZA DEL REY: EL ESTUDIO ESTADO-CÉNTRICO DEL CONTROL DEL CRIMEN Imágenes del centralismo: de la FIFA al Estado Que el origen del fútbol precede al de la FIFA es algo que nadie se atrevería a negar, como tampoco la centralidad que el máximo organismo del fútbol ha adquirido en la actualidad. El solo hecho de que la FIFA tenga más miembros que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) es desde luego un aviso de Su fuerza21 pero una visita a su página web dejaría mucho más clara la extensión de sus tentáculos. La página muestra detalladamente la organización burocrática: un gobierno central, federaciones continentales que agrupan a asociaciones, miembros Y órganos de justicia. Así mismo, enumera sus programas de apoyo a las federaciones, los mecanismos de financiación y regulaciones del llamado "deporte rey" (entre los que se cuentan las normas del deporte, los códigos de ética y los regímenes disciplinarios), entre muchas otras cuestiones. Aunque el fútbol mundial depende de una infinidad de factores, que varían desde el tener no una pelota para jugar en el barrio hasta los mecanismos de financiación ligados a la venta de los derechos televisivos de los grandes eventos, la FIFA ha consolidado su capacidad de incidir en este a través de herramientas como los códigos disciplinarios, la aceptación de las asociaciones miembro, o el flujo de recursos económicos que ha logrado capturar, entre otros. Todos estos elementos se unen para robustecer una organización que, aunque no es omnipotente, tiene sobre sus hombros gran parte del andamiaje del fútbol como deporte profesional. La existencia de un Código Disciplinario que permite al máximo inquisidor sancionar de diversas formas a cualquiera bajo su supervisión, en el cual se prohíben conductas a los jugadores (el dopaje, la incitación del público), a los clubes (el fichaje de menores de edad), a las organizaciones miembros (incumplimiento de obligaciones, involucramiento de la justicia local) Y a Ias federaciones de miembros (el incumplimiento de las decisiones de la FIFA), puede asemejarse a la capacidad del Estado de ejercer el poder punitivo en materia penal administrativa. El Código Disciplinario de la FIFA se compone de unas observaciones preliminares en las que se consagran sus ámbitos de aplicación espacial, temporal y personal, y dos secciones adicionales: la primera de ellas, de Derecho Material, la cual se divide a su vez en disposiciones generales Y especiales, que consagran la estructura de la infracción disciplinaria y, en especial, las faltas; la segunda de ellas, de organización y procedimiento, donde se consagra la estructura "jurisdiccional" y el procedimiento para la aplicación de las sanciones disciplinarias. ______________________ 21. La FIFA tiene 16 países más que la ONU", Curas y Caretas, 31 de octu-odicionol puede encontrarse en el sirio wob. 4. Si se mira la estructura de los códigos penal y procesal penal, de tradición jurídica continental europea, no solo se encontrará un gran parecido, sino que los términos en que se escriben son casi los mismos22, La aparición de términos comunes _tales como tentativa, culpabilidad, participación, medios probatorios, carga de la prueba, entre otras23_ en los códigos penal Y procesal penal de los Estados, y la regulación disciplinaria de la FIFA, o la consagración de infracciones similares -tales como amenazas o falsificación de documentos24 _muestran cómo la forma en que la FIFA intenta gobernar las faltas disciplinarias termina siendo muy similar al gobierno estatal del crimen. Así como la FIFA ha reclamado el control del fútbol mundial a través de un sistema de sanciones administrativo-penal, ha creado un espacio en el que sus regulaciones deben ser cumplidas, ha definido los sujetos cobijados por su poder y ha establecido procedimientos para juzgar y castigar, el Estado ha reclamado para si el control de la violencia, el dominio del territorio y la administración de justicia. La misma existencia del Estado es justificada a partir de la necesidad de crear un ente capaz de controlar estos asuntos, y para administrarlos se disponen mecanismos como la fuerza militar, la configuración del derecho público y sus divisiones en constitucional, penal y administrativo), la organización política, los órganos de administración de justicia o las líneas fronterizas. El Estado se convirtió no solo en el centro presunto de la vida política, sino además en el centro del pensamiento jurídico- político moderno25. Que la FIFA, nacida en Francia desde luego uno de los países que tuvo pensadores clave para la justificación temprana del Estado-, replique el modelo estatal para gobernar el llamado deporte "rey" no es coincidencia. No solo el nacimiento del Estado se ha centrado en la figura del "rey", sino todo el sistema jurídico occidental. Según Foucault: ______________________ 22. Se ha mostrado la enorme similitud que existe entre los ordenamientos penales que forman parte de la tradición jurídica continental, de la cual se deriva el código disciplinario de la FIFA. Además, se han hecho esfuerzos por mostrar cómo la gram ática del derecho penal continental tiene además similitudes con la tradición anglosajona. Al respecto, véanse Georg P.Fletcher, Rethinking criminal law (New York: Oxford University Press,2000); The grammar of criminal law: American, comparative, and international Volume One: Foundantions (New York: Oxford University Press,2007);Stuart P.Green, "The universal gramar of criminal law", Michigan Law Review 98, n.° 6 (2000); Kai Ambos, “Observaciones a la doctrina francesa del hecho punible desde la perspectiva alemana", InDret 3 (2008): 1-19. 23. Los términos referidos aparecen en el Código Disciplinario de la FIFA en los artículos 7, 8,9,96 y 99 (FIFA, Código Disciplinario), y en el ordenamiento jurídico colombiano, entre otros, en los artículos 27, 12, 29,30y 31 de la Ley 599 de 2000 y 7 y 9 de la Ley 906 de 2004. Así mismo, son comunes a casi todas las regulaciones de origen continental, como la italiana, alemana, española, argentina, peruana, brasileña, etc. 24. Estos se encuentran en los artículos 7, 8, 9, 59, 61, 96 y 99 del Código Disciplinario de la FIFA (FIFA, Código Disciplinario), mientras que en Colombia aparecen en los artículos 347, 287 y 289 de la Ley 599de 2000. 25. La centralidad del Estado en la vida política y el pensamiento jurídico político moderno ha sido estudiada por Foucault en varios de sus textos, pero puede ser más evidente en los análisis realizados en Michel Foucault, Defender la sociedad. Trad, por Horacio Pons (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2014); y Seguridad, territorio, población. Trad. por Horacio Pons (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2006). …”la elaboración del pensamiento jurídico se hace esencialmente en torno del poder real. El edificio jurídico de nuestras sociedades se construyó a pedido del poder real y también en su beneficio, para servirle de instrumento o de justificación [...] creo que el personaje central, en todo el edificio jurídico occidental, es el rey. De él se trata, de sus derechos, su poder, los límites eventuales de este: de esto se trata fundamentalmente en el sistema general, en la organización general, en todo caso, del sistema jurídico occidental. Ya hayan sido los juristas los servidores del rey sus adversarios, en esos grandes edificios del pensamiento y el saber jurídicos siempre se trata, de todos modos, del poder real26 No solo el sistema jurídico ha estado centralizado en el Estado –y el rey-, sino que el análisis académico ha privilegiado estas figuras construyendo un Estado-centrismo en el derecho, la política, el gobierno, el ejercicio "legítimo" de la fuerza, las normas y, en general, de muchos asuntos marcados por la pretensión estatal de controlar la violencia, la justicia y el territorio. La FIFA y el Estado aparecen como imágenes de este centralismo que cree que el dominio del futbol o de los "asuntos de Estado" es una tarea exclusiva de ciertas figuras de poder concentrado que pretenden un control absoluto sobre un espacio fisico 27 y, en el caso del Estado, el del territorio soberano. El Estado-centrismo es a la vez una realidad y una ficción. Es una realidad en tanto existen ciertos organismos en el territorio estatal, cuyo carácter nacional cuya posición jerárquica privilegiada (más allá de la concepción de la ley como cabeza de toda organización en el Estado de derecho), derivan en una mayor capacidad de imponerse tanto a los renglones inferiores que reclaman su capacidad de gobernar en espacios incluidos dentro del Estado mismo, como a los ciudadanos. Es una ficción en tanto se construyen narrativas que imaginan los actores, las prácticas, los discursos, saberes y técnicas implementadas por quienes se arrogan la competencia sobre el territorio nacional -y que constituyen la escala de Gobierno nacional como elementos que no enfrentan ningún tipo disputas con otras escalas de gobierno28 ______________________ 26. Foucalt, Defender, 35 27. Definir el ámbito espacial del gobierno de la FIFA es un poco complicado. Podría decirse que este tiene lugar en las 204 federaciones miembro, sin embargo, esto puede extenderse a espacios de federaciones no miembros en los casos en que se lleven a cabo partidos, torneos o transacciones que involucren a las federaciones miembro, algo que también sucede en los ordenamientos penales continentales con la territorialidad por extensión y extraterritorialidad de la ley penal (arts. 15 y 16de la Ley 599 de 2000 en el caso colombiano). 28. Esto ha sido problematizado desde dos frentes distintos, por un lado, por aquellos estudios sobre la globalización que, o bie n minimizan la impo-tancia del Estado en un mundo globalizado o bien la reconocen en ciertos ámbitos, pero la cuestionan, y más aún su centralidad, en el gobierno de todas las "cuestiones de Estado"; al respecto, entre otros, véanse Yasemin Soysal, Rainer Bauböck y Linda Bosniak, Ciudadanía sin nación. Trad. por Iker Barbero y Libardo José Ariza (Bogotá: UNIANDES-Siglo del Hombre Editores,2010); Saskia Sassen,"The global city: introducing a concept", Brown Journal of Global Affairs XI, n.°2 (2005): 27-43;“Una sociología de la globalización"; Adam Crawford,"Networked governance and the post-regulatory state?: Steering, rowing and anchoring the provision of policing and security",Theoretical Criminology 10,n.°4 (2006):449-479.Por otro lado, por aquellos estudios que muestran las fisuras o los enfrentamientos entre lo pretendido por el Estado y su aplicación efectiva en la vida cotidiana; al respecto, entre otros, véanse Valverde,Everyday; Michael Lipsky, Street-level bureaucracy: Dilemmas of the individual in public services (New York: Russell Sage Foundation, 2010);Austin Sarat,"El derecho está en todas partes': el poder, la resistencia y la conciencia jurídica de los pobres que viven de la asistencia social”,en Sociología jurídica, ed. por Mauricio García Vilegas (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2001);Lina Fernanda Buchely Ibarra, Activismo burocrático: la construcción cotidiana del principio de legalidad (Bogotá: Uniandes, 2014);Eslava, Local; Neil Brenner,“Global cities, global states: Global city formation and state territorial restructuring in contemporary Europe", Review of International Political Economy 5,n.°1(1998):1-37. Si se quiere el Estado-centrismo no es otra cosa que una realidad soportada sobre la idea del poder centralizado, que se construye a partir de un conjunto de herramientas que sirven para pretender que el poder puede ser capturado, y que yace en ciertos organismos de carácter nacional. Ni la FIFA ni el Estado son omnipotentes, ningún poder lo es, pero el éxito de estos no depende de su omnipotencia real, sino de la capacidad de construir un andamiaje estructural, técnico, epistemológico y simbólico para soportar dicha pretensión. De ahí que tomar al Estado como un todo cuya capacidad de imponerse reposa exclusivamente en sus entidades de orden nacional o jerárquicamente superiores es un problema que impide percibir una realidad donde el gobierno no es una cuestión ligada a la escala de Gobierno nacional, sino que se difumina en diferentes espacios físicos en los que convergen diferentes escalas de gobierno. El gobierno del crimen es un asunto centralizado en muchas ocasiones. El carácter nacional del derecho penal en la mayoría de ordenamientos de tradición continental, o los altos tribunales que fijan la interpretación "correcta" de las normas jurídicas son muestra de ello. En Colombia, no solo el derecho penal y procesal penal, el Senado de la República, la Corte Suprema de Justicia y la Corte Constitucional aparecen como emblemas de este poder centralizado, sino también el Ejército Nacional, la Policía Nacional, el Consejo Superior de Política Criminal, el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC), el Ministerio de Defensa, el Ministerio de Justicia y del Interior. Estas instituciones sirven para construir una imagen de centralidad del gobierno del crimen, que pareciera ser un asunto anclado a la formulación de una política criminal de escala nacional. Aunque estas imágenes son fácilmente captadas -y, en no pocas ocasiones, alimentadas-- por el Estado-centrismo de los análisis académicos, existen incontables factores que escapan al poder de la escala de Gobierno nacional. En primer lugar, dentro del organigrama estatal existen mecanismos para gobernar el crimen que se ubican por fuera del Estado central, como es el caso de los programas de la Alcaldía de Bogotá para incrementar el número de cámaras de vigilancia en la ciudad29 En segundo lugar, existen programas compartidos entre el Estado, en diferentes niveles, y organismos privados, como la actual constitución de organizaciones privadas a las que se les encarga la gestión de los espacios públicos y que, en el caso de Bogotá, se han consolidado a través de proyectos gestionados principalmente por las alcaldías municipales y no por el Estado central30, En tercer lugar, porque existen mecanismos exclusivamente privados de gobierno del crimen, como la seguridad privada o el uso de sistemas de seguridad para disminuir el riesgo de ser víctimas de una transgresión31. ______________________ 29. Según la Alcaldía de la ciudad, en 2016 existían en total 577 cámaras instaladas en diferentes sectores de la ciudad (Alcaldía Mayor de Bogotá, Proyecto de plan de desarrollo 2016-2020 [Bogotá: Alcaldía de Bogotá, 2016]), se espera que estas cifras incrementen hasta 4000 cámaras ("Peñalosa aspira a tener 4000 cámaras de seguridad en Bogotá", Semana 5 de noviembre de 2016,https://cutt.ly/kr4Uzx8). 30. Esto se ha realizado a través de programas como "adopta un parque", en el cual se constituyen organizaciones público-privadas entre el gobierno municipal, empresas y particulares para gestionar mancomunadamente los parques de la ciudad. En el contexto latinoamericano, Müller ha mostrado ampliamente la manera en que se ha presentado una privatización paulatina de diversas formas de control, tanto a través de herramientas público-privadas de gestión, como de la expansión de mecanismos propiamente privados que ocasionalmente son fomentados por el Estado y, en otras, surgen de diferentes sectores dela población. Véase Markus- Michael Müller, The punitive city: Privatized policing and protection in neoliberal (México, London: Zed Books, 2016). } Las imágenes del poder centralizado del Estado son fácilmente cuestionables por realidades como las anteriores –o por tantas otras Y caracterizar en abstracto lo que es parte del Estado central Y lo que es externo a este es una tarea difícil, cuando no de poca utilidad. Por un lado, la organización administrativa de los Estados suele ser excesivamente compleja, las divisiones del espacio en estados federales, departamentos, municipios, corregimientos, pueblos o similares pueden crear espacios dependientes del Estado de forma absoluta o con una libertad relativa --más o menos amplia-. La descentralización de las funciones del aparato central suele ser engañosa y hace difícil diferenciar cuándo actúa el Estado y cuándo actúan sus divisiones administrativas o, aún más, cuándo estas últimas actúan como si fueran el Estado central32. Por otro lado, la regulación jurídica de los Estados continentales suele estar cobijada por un principio del derecho administrativo que prohíbe a los servidores públicos la realización de cualquier acción – a nombre del Estado-- que no les esté expresamente permitida por alguna norma. Lo anterior implica que el Estado central, termina por ser siempre el encargado de autorizar la acción de todas sus divisiones -esto, por supuesto, es simplemente una ficción jurídica que intenta dotar al Estado central de una capacidad de la cual carece en la realidad-. Finalmente, la tradición "estatalista" de los países continentales es cuestionable cuando se mira a los países anglosajones en los que el papel de los gobiernos centrales ha sido tradicionalmente menor33). Lo que resulta clave es que desde los estudios Estado-céntricos del crimen se han construido imágenes de poder centralizadas asociadas al sistema punitivo en general, que homogeneizan las acciones del poder legislativo los organismos de justicia penal y las fuerzas policiales34; sin embargo. sucesos como los descritos se unen con la invitación a guillotinar la cabeza del rey lanzada por Foucault35, para crear la necesidad de buscar los referentes del gobierno por fuera de estas imágenes del poder central, La pretensión de generalidad de la "ciencia penal"36 ha invitado a pensar el gobierno del crimen en términos abstractos, alimentando la focalización de los estudios jurídicos en el Estado, no como el complejo aparato que este puede representar, sino como una unidad vertical donde las decisiones se toman en diferentes organismos de orden superior y bajan mansamente por una cascada que es incapaz de afectar su contenido u obligatoriedad. ______________________ 31. Diversos artículos han mostrado la creciente importancia de la seguridad privada y de los mecanismos míxtos (públicos-privados) para mantener el orden en espacios públicos, privados o gestionados mancomunadamente. Entre otros, véanse Michael Kempa, Philip Stenning y Jennifer Wood, “Policing communal spaces: A reconfiguration of the 'mass private property' hypothesis" British Journal of Criminology 44 (2004): 562-581; Benjamin Gold, Ian Loader y Angelica Thumala,"Consuming security); tools for a sociology of security consumption", Theoretical Criminology. 14, n.°1 (2010): 3-30; Randy K. Lippert, "Signs of the surveillant as-semblage: privacy, regulation, urban CCTV and governmentality", Social Legal Studies 18, n.°4 (2009):505-522;Randy K.Lippert y Stefan R. Treffers,“Legal knowledges and surveillance in the condo world" Social Legal Studies 25, 4 (2016); 419-440; Randy K.Lippert y Rhys Steckle,“Conquering condos from within: condoisation as urban governance and knowledge", Urban Studies 53, n.° 1 (2016):132- 148;Randy K.Lip-pert, “Urban neoliberalism, police, and the governance of condo life" en Governing practices: Neoliberalism, governmentality and the ethnographic imaginary, ed. por Michelle Brady y Randy K. Lippert (Toronto-Buffalo-London: University of Toronto press, 2016), 181-198; Crawford,"Networked governance and the post-regulatory state?"; Müller, The punitive. 32. A partir de los estudios de Scott es posible afirmar que las formas de gobierno del Estado, más que una función atada directamente a ciertas organizaciones pertenecientes al aparato central del Estado, son una forma de ver el gobierno de los problemas públicos. Esta visión puede ser ejercida por el Estado central, pero también por sus divisiones administrativas o, incluso, por organizaciones paralelas al Estado (James C. Scott, Seeing like a state: How certain schemes to improve the human conditi ons have failed [New Haven-London: Yale University Press,1998]).Según la define Valverde, la visión estatal es una especie de "mirada de pájaro" desde la cual se moldea el gobierno de diferentes asuntos, para lo cual las opiniones de los expertos, las visiones de arriba hacia abajo y las reformas de gran escala juegan un papel centra en la planeación (Valverde,"Seeing likea city"). Así mismo, los esfuerzos por entender el crimen desde otras perspectivas, sean estas económicas sociológicas o históricas, han pasado en muchas ocasiones por la comprensión del gobierno estatal ligado al aparato punitivo37 entendido en un sentido similar al de la ciencia penal, En ambos casos, los análisis generados por los estudios que van En dicha dirección que no son, por supuesto, la totalidad de los realizados por la academia actual--se caracterizan por generar una interpretación del control del crimen desde arriba. EL ESTUDIO DEL CRIMEN Y EL ESTADO-CENTRISMO Plantear que el pensamiento contemporáneo sobre el crimen está atrapado en el Estado-centrismo que sigue apuntando la cabeza del “rey" como objeto de estudio es sin duda una exageración. No solo muchos estudios se han emancipado de la figura del Estado como foco de atención38 sino que, incluso aquellos que se mantienen enfocados en este, han conseguido un nivel de sofisticación que permite cuestionar algunos aspectos de la centralidad del Estado en el control del crimen. Sin embargo, también es posible afirmar que esta centralidad del Estado sigue muy presente y que, a pesar de la sofisticación de muchos estudios, estos siguen compartiendo el rasgo característico de una mirada del crimen "desde arriba”. Para comprender Ia forma en que el Estado-centrismo ha dominado el pensamiento sobre el crimen es necesario, primero, abandonar la intuición más evidente que se desprende de la expresión propuesta, y es que los estudios Estado-céntricos son tales por tener como objeto la organización superior del Estado bien en sus instituciones o bien en el ordenamiento jurídico de categoría nacional, pues, aunque es un rasgo que puede encontrarse en muchos estudios, no todos se conducen en esta forma. Lo que caracteriza al Estado-centrismo de los estudios del crimen es la creencia de que los actores, prácticas, discursos, saberes y técnicas que constituyen la escala de Gobierno nacional tienen la capacidad de imponerse en todo el espacio físico del territorio estatal o que, cada vez que "el Estado" hace aparición en los análisis académicos, se concibe como una estructura homogénea reducible a la escala de Gobierno nacional. Lo anterior implica que el análisis Estado-céntrico es realizado desde arriba hacia abajo, porque considera que el poder se concentra en -y es capturado por- una esfera superior desde donde se logra moldear lo que pasa en todo el territorio nacional. _______________________ 33. Algunos autores han mostrado cómo las divisiones administrativas de los Estados anglosajones han sido muy importantes en materia de gobierno, incluso han llegado a jugar un papel más relevante que el Estado (véanse Richard T.For