Extracto Quién Soy Yo y Cuántos - Precht PDF

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"HADAR\n<<Lucy in the Sky>>\n¿De dónde venimos?" The document is an excerpt from a book, discussing topics related to human evolution and early history, including exploration, archeological discoveries related to the time periods in question.

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HADAR in the Sky» ~(Luey ¿De dónde venimos? En esta historia confluyen tres historias. La primera de ellas hace referencia a la situación mundial en un momel1lo dClcnni· nado. El 28 de febrero de 1967 Estados Unidos...

HADAR in the Sky» ~(Luey ¿De dónde venimos? En esta historia confluyen tres historias. La primera de ellas hace referencia a la situación mundial en un momel1lo dClcnni· nado. El 28 de febrero de 1967 Estados Unidos bombardeó Vietnam del NOI"te con bombas de napalm y agente naranja, se prodltieron en Berlín las pl;meras protestas eSludianliles, se acababa de fundar la Kommune I (la primera comuna política de la República Federal Alemana) y en la meseta ccnLr.ll de Bolivia el Che Gucvara empezó su lucha de guerrillas. Ese mismo día Paul McCarlney. John Lennon, George Harrison y Ringo Slarr se encerraban en los Abbe)' Road Studios de Londres; el resultado de esas sesiones fue el álbum Sgt. Pepper's Ltmely Hearts Qllh Band, una de cuyas canciones era Lucy in l/U! Sky wilh Dia"umds. Por su título y su lelI'a surrealista, hasta hoy muchos aficionados de los BeatJcs creen que John Lennon escribió esta canción onílica y abigarrada b~o los efectos del LSD (sustancia a la que. segUn una versión muy extendida, alu- dían las iniciales de Lllcy in the Sky wilh Diamo1Uls). L.:"1 verdad, sin embargo, es más simple y más enu-añable a la vez.Julian, el hUo de Lennon, enseñó a su padre un dibujo que había hecho y en el que aparecía Lucy, una compañel-a de clase, en el cielo y con diamanles. Con ello comienza la segunda historia. Donald Cad Johanson todavía no lenía lreinta años cuando en 1973 llegó a las proximidades de la ciudad de Hadar, en la seca y polvorien- la meseta de Etiopía, acompai'tado por un equipo inlernacio- nal de investigadores. Se le consideraba un expeno en diellles de chimpancé, reputación, ésta, que él sentía como una maldi- ción: llevaba tres años realizando una tesis de doctorado sobre las dentaduras de los chimpancés, había explorado todos los museos europeos en busca de cráneos de antropoides... y esta- ba harto de los molares de los simios. Pero, para algunos de sus colegas franceses y norteamericanos más célebres, un hombre con sus conocimientos valía su peso en oro. Todo buscador de fósiles humanos necesita a un experto en materia de dientes, pues con mucha frecuencia son las piezas anatómicas que mejor se conservan; además, los dientes humanos y los del chimpancé son muy parecidos. Johanson, por su parte, estaba contento de poder participar en aquella expedición. Aquel hijo de inmigr.mtes suecos nacido en Hartford (ConnectitUl) no sentía la vocación académica. Su padre murió cuando él sólo tenía dos ailos, y su infancia estuvo marcada por las estrecheces económicas. Un antropólogo del vecindario cuidó del peque- ño Don como un amigo paternal y despertó su interés por la protohistoria y la prehistoria. Johanson acabó estudiando antropología, siguiendo los pasos de su mentor, aunque estaba destinado a llegar mucho más lejos que él. No obstante, nada sospechaba de ello el joven torpón de pelo oscuro y largas patillas cuando en el campamento cercano al río Awash, en la región desértica y abrasadora del llamado triángulo de Mar, andaba en cuclillas removiendo piedras, polvo y tierra en busca de vestigios de seres prehistóricos. Al poco tiempo tropezó con un par de huesos curiosos: la parte superior de una tibia y la parte inferior de un fémur. Los dos huesos encajaban a la perfección. Johanson identificó la rodi- lla de un primate bípedo de unos noventa centímetros de altu- ra que debía de tener más de tres millones de años de antigüe- dad. Aquel descubrimiento armó un gran escándalo. Entonces todavía ni siquiera se sospechaba que los homínidos bípedos se remontaran tan atrás en la historia. ¿Quién iba a creer a aquel experto en dientes de chimpancé joven y desconocido? No le quedaba otra opción: tenía que encontrar un esqueleto entero. Se agotó el tiempo de la expedición sin que hiciera ningún otro descubrimiento, pero un año más tarde volvió al triángu- lo de Mar. El 24 de noviembre de 1974 acompañó al estudian- te norteamericano Tam Cray a un yacimiento y antes de volver al campamento dio un último rodeo. Encontró un hueso de brazo y a su alrededor todavía había más huesos, trozos de una mano, vértebras. costillas, fr3gmentos de cránco: el hallazgo constituía el cuarenta por ciento de un esqueleto primitivo. y así llegamos a la tercer3 historia, la histOlia de una peque- iia mujer que vivía en la región de la actual Etiopía. Caminaba con sus dos extrcmidades traseras, y su mano, aunque era más pequeña quc la de un individuo humano adulto, presentaba un parecido asombroso con ésla. Aquella hembra era bastante baja, pero es posiblc que sus parientes masculinos midieran cerca de un metro y cuarenta centímetros. Para su estatura cra muy fucr- te; tenía huesos sólidos y unos brazos bastante largos. Su cabe· l.a, con la mandíbula protuberante y cl cráneo plano, era más parecida a la de un simio que a la de un hombre. Seguramente era de pelo oscuro, como los demás simios africanos, aunque esto no puede saberse a ciencia cierta. También es dificil deter- minar cuál era su inteligencia. El cerebro er3 prácticamente del mismo lamailo que el de un chimpancé, pero ¿quién es capaz de afirmar cómo funcionaba? Murió a la edad de veinte años, por causa desconocida. Con una antigüedad estimada en 3,18 millones de años,..AL 288-1.. es, con mucho, el esquelcLO medio complcLO del homínido más antiguo descubierto hasl3. la fccha. La seiiorila pertenecía a la especie AuslralopilheclIs afarensis: Auslralopilhecus significa «simio del sur» y afarensis hace referen- cia al yacimiento del triángulo de Afar. Los dos investigadores voh'ieron a loda prisa al campa- mento con su todoterreno. «¡Lo tenemos! -glitó Gray desde lejos-. ¡Dios mío, lo tenemos! ¡Hemos encontrado un esquele- to entero!,. Todo el equipo estaba eufórico. «La primer3 noche después del descubrimiento no nos fuimos a la cama. No pará- bamos de hablar, y tomamos una cen'eza tras otra,., recordó Johanson. Rieron y bailaron. Yen eSte momento se enlaza la primera con la segunda y la tercem historia: bajo el firmamen- to etíope, en el radiocasete retumbaba una y otr3 vella canción Lucy in lhe Sky wilh Diamond.f, hasta que todos se refirieron al esqueleto encontrado con el nombre de Lucy. Lucy ü'Donnel\, la compañera de clase de Julian Lennon, podía sentirse orgu- llosa: su tocaya es el hallazgo más famoso de todo el pelíodo de la prehistoria y protohistoria. La Lucy de Don Johanson demostró algo que ya antes se consideraba más que probable, a saber, que la «cuna de la humanidad,. está en África. La equiparación de la historia de la especie humana con la vida de un indi\~duo perpetúa el mito de la creación, pues la metáfora de la "cuna,. también pretende trazar una línea divisoria entre el animal yel ser humano. Las coordenadas espacio-temporales de esta cesura seilalan el momento en que el hombre apareció en la falla del este de África -

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