TEMA 11. La Orientación Familiar en Educación Infantil PDF

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This document provides an overview of family orientation in early childhood education. It discusses the definitions, objectives, difficulties and strategies in the relationship between family and school. It is informative.

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Asignatura: Familia, sociedad y redes de comunicación Grado de Educación Infantil TEMA 11. LA ORIENTACIÓN FAMILIAR EN EDUCACIÓN INFANTIL 1. INTRODUCCIÓN 2. DEFINICIÓN: ¿QUÉ ES LA ORIENTACIÓN FAMILIAR? 3. OBJETIVOS DE LA ORIENTACIÓN FAMILIAR 4. MOTIVOS DE CONSULTA...

Asignatura: Familia, sociedad y redes de comunicación Grado de Educación Infantil TEMA 11. LA ORIENTACIÓN FAMILIAR EN EDUCACIÓN INFANTIL 1. INTRODUCCIÓN 2. DEFINICIÓN: ¿QUÉ ES LA ORIENTACIÓN FAMILIAR? 3. OBJETIVOS DE LA ORIENTACIÓN FAMILIAR 4. MOTIVOS DE CONSULTA DE ORIENTACIÓN FAMILIAR 5. COLABORACIÓN FAMILIA-ESCUELA 5.1. Beneficios de la colaboración Familia-Escuela 6. PRINCIPALES DIFICULTADES EN LA RELACIÓN ENTRE LA FAMILIA Y EL CENTRO ESCOLAR 7. MEDIOS PARA MEJORAR LA RELACIÓN ENTRE LA FAMILIA Y LA ESCUELA 7.1. La entrevista 7.2. Las reuniones 7.3. Otras formas de comunicación 8. EL RETO DE LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS. 9. PRINCIPIOS DE LA EDUCACIÓN POSITIVA. 9.1. La importancia de la comunicación y el diálogo. 9.2. La disciplina parental. 9.3. Las normas y límites. 10. ¿QUÉ NO HACER? PAUTAS EDUCATIVAS INEFICACES. 10.1. El castigo físico. 10.2. La agresión psicológica y el chantaje emocional. 10.3. Tres errores comunes: la inconsistencia, la permisividad y la rigidez. 11. GUÍA DE ESTRATEGIAS EDUCATIVAS EFICACES. 11.1. Manejando premios y castigos. 11.2. El refuerzo del comportamiento apropiado. 11.3. El castigo de la conducta inadecuada. El tiempo fuera de reforzamiento. El coste de respuesta. La sobrecorrección La reprimenda verbal 1. INTRODUCCIÓN La Orientación Familiar en Educación Infantil tiene un papel fundamental para conseguir que los padres no se sientan perdidos en su labor educativa con los hijos. De esta manera, favorecer la unión y cohesión entre los miembros de una familia puede evitar futuras dificultades en el núcleo familiar. Si estas dificultades ya han aparecido, es necesario proporcionar a los padres una ayuda adecuada a sus necesidades, de manera que, bajo la supervisión y el apoyo profesional, puedan sentirse lo suficientemente fuertes para criar y educar a sus hijos en un clima de confianza y seguridad. Formar una familia unida y dotada de las herramientas necesarias para evolucionar y adaptarse a los cambios de forma óptima es responsabilidad de los padres. Sin embargo, consolidar esta formación mediante conocimientos que faciliten esta difícil labor es responsabilidad del sistema educativo. De esta manera, los maestros tienen la gran responsabilidad de guiar a los padres de familia en este acercamiento a los aprendizajes que les darán técnicas y estrategias que les permitan mejorar las relaciones familiares. Así, en la orientación familiar se ponen en juego, por un lado, características propias del maestro, como son su capacidad innata para transmitir y comunicarse y su calidad humana y, por otro lado, sus habilidades adquiridas mediante su preparación profesional. El objetivo principal de la orientación familiar en Educación Infantil es, por tanto, coadyuvar en la necesidad actual de tener mejores padres de familia, que den como resultado hijos maduros y equilibrados, dotados con los principios, valores y convicciones que les permitan acceder a su realización personal, familiar y social. A lo largo de este tema se analizan los objetivos de la orientación familiar, las dificultades que surgen entre la familia y la escuela y las causas más frecuentes de dificultades educativas en el hogar, las cuales debe saber detectar el maestro de Educación Infantil como parte de su función educativa y orientadora. Así, el tema finaliza repasando las principales estrategias educativas eficaces que el maestro puede y debe poner en conocimiento de los padres. 2. DEFINICIÓN: ¿QUÉ ES LA ORIENTACIÓN FAMILIAR? La orientación familiar se define como “el conjunto de técnicas que se encaminan a fortalecer las capacidades evidentes o latentes que tienen como objetivo el fortalecimiento de los vínculos que unen a los miembros de un mismo sistema familiar, con el fin de que resulten sanos, eficaces y capaces de estimular el progreso de los miembros y todo el contexto emocional que los acoge” (Ríos, 1994). Así, de forma simplificada, la orientación familiar puede entenderse como una ayuda prestada a la familia a través de un conjunto de técnicas encaminadas a prevenir y a afrontar dificultades por las que atraviesan sus miembros en los distintos momentos del ciclo vital (Romero, 1998). 2 La orientación familiar es, en definitiva, una ayuda para los padres en su labor de primeros educadores de sus hijos, así como para su propia mejora personal y matrimonial, que se fundamenta, sobretodo, en una metodología participativa en la que los protagonistas son los padres y el hijo, enriquecedora de las capacidades educativas y la toma de decisiones de los padres respecto a sus hijos, del conocimiento y perfeccionamiento de las relaciones conyugales, la revitalización del matrimonio y de la familia, y de la preparación de todos los miembros de la familia para ser libres y responsables de sus decisiones. 3. OBJETIVOS DE LA ORIENTACIÓN FAMILIAR Durante la etapa de Educación Infantil se sientan las bases del rendimiento académico de los niños: es donde se les preparará para aprender a leer, a escribir y hacer cálculos básicos de matemáticas. Aprenderán a socializarse fuera del entorno familiar y a respetar las normas básicas de la cultura en la que crezcan. Por todo ello, se hace esencial tener, en todo momento, el apoyo de la familia en lo que a la formación fuera del centro se refiere. Los maestros deben proporcionar a los padres las ayudas y el apoyo necesario para que, desde el hogar, puedan optimizar y fomentar hábitos que ayuden al pequeño en su vida académica, involucrarles en el proceso educativo de sus hijos, que tengan un papel activo en él para que se mantenga una concordancia entre los niveles académico, personal y social. En primer lugar, los maestros deben permanecer constantemente actualizados sobre las necesidades que van apareciendo en la sociedad, los cambios que se producen y los ritmos de vida más comunes para, teniendo eso en cuenta, actuar y proporcionar soluciones adecuadas y realistas para la situación de las familias. En segundo lugar, los maestros han de ser totalmente objetivos a la hora de reunirse y tratar con las familias, evitar prejuicios, malas contestaciones, no emitir juicios sobre sus hijos, etc. Es necesario obtener de la familia una confianza plena y no defraudar sus expectativas; los niños van a pasar muchas horas en el aula y es necesario tener la mayor colaboración posible con las familias. Por todo esto, los objetivos que se persiguen a la hora de orientar a las familias son los siguientes: 1. Incidir positivamente en el crecimiento físico y social de los niños. 2. Facilitar la comunicación, el intercambio de opiniones, la participación y la interrelación de vivencias. 3. Conseguir crear un espacio reflexivo sobre las diferentes situaciones familiares y los diferentes estilos educativos para ahondar en el tema y proponer soluciones. 4. Fomentar la comunicación entre los padres y entre éstos y sus hijos de forma que facilitemos el enriquecimiento mutuo. 5. Proporcionar a los padres las herramientas necesarias que les ayuden a afrontar o resolver las dificultades que surjan en el ámbito familiar. 3 6. Crear un vínculo cordial y de confianza entre familia-escuela que facilite la relación entre ambos y que permitan incidir en los objetivos educativos concretos y elevar los niveles de aprendizaje. 7. Conversar sobre temáticas que nos puedan servir como base para tratar otros temas que incidan en la dinámica familiar. 8. Y, sobre todo, apoyar a los padres y las madres en el proceso de educación de sus hijos haciéndoles tomar el protagonismo en este proceso. 4. MOTIVOS DE CONSULTA DE LA ORIENTACIÓN FAMILIAR Para orientar es necesaria una razón, ya sea la prevención o la ayuda. Generalmente, los padres acuden a las sesiones de orientación porque se encuentran preocupados por la relación con sus hijos, por los malos resultados de los pequeños o por problemas conductuales. Si conseguimos mantener una buena relación familia-centro deberíamos evitar las visitas por problemas y fomentar aquellas visitas preventivas que tienen, como único fin, evitar la aparición de cualquier tipo de dificultades. No obstante, las causas más comunes para las visitas de orientación de los padres son las siguientes: 1. El niño sufre algún tipo de regresión (enuresis, rabietas, etc.) 2. El niño no acata las normas del hogar y/o del aula 3. Los padres observan tristeza en el comportamiento del niño 4. Poca autonomía del pequeño para realizar sus tareas del colegio y/o del hogar 5. COLABORACIÓN FAMILIA-ESCUELA La familia y la escuela constituyen dos ejes fundamentales del proceso educativo que desempeñan funciones complementarias y desde perspectivas diferentes. Tradicionalmente la familia y la escuela han trabajado en paralelo para conseguir el desarrollo integral del niño y la colaboración se establecía, fundamentalmente, cuando existían problemas de conducta o el rendimiento de alumno no era el esperado o deseado. Por otro lado, en los últimos años, se ha vivido un periodo en el que se ha responsabilizado a la escuela con todos los problemas que amenazaban a la sociedad. Todo se solucionaba indicando que los alumnos necesitaban más formación para prevenir la aparición de problemas personales y sociales en el futuro. Esta asignación de responsabilidades a la escuela ha provocado insatisfacción con su funcionamiento y malestar de los docentes al no poder dar respuesta a todas las exigencias y, además, sentirse culpables por ello. En la actualidad casi nadie cuestiona que la familia y la escuela deban trabajar de manera coordinada, conjunta y cooperativa para favorecer el desarrollo integral de los niños y jóvenes. Todos somos conscientes de la estrecha relación que debe existir entre la acción educativa de los docentes y la de los padres, ya que la educación de un ciudadano es un proceso muy largo que comienza en la familia y a la que después se suma la escuela. Es decir, la escuela debe considerar entre sus objetivos el apoyo y la potenciación de la acción 4 educadora de cada una de las familias. A su vez, la familia debe involucrarse en el proyecto educativo que se lleva a cabo desde los centros escolares por el buen desarrollo de su hijo. 5.1. Beneficios de la colaboración Familia-Escuela Numerosos estudios demuestran que la colaboración Familia-Escuela proporciona grandes beneficios en los alumnos. A continuación, se exponen algunos de ellos:  Da respuesta a las necesidades de la familia como sistema y de cada uno de los miembros, lo que contribuye a disminuir la presencia de situaciones problemáticas o de dificultades de aprendizaje en el niño.  Incrementa la motivación y ajuste escolar del alumno, ya que se mejora la autoestima y la autoconfianza, disminuye el absentismo, aparece mayor nivel de competencia y de satisfacción en y con los roles asignados. Todos estos beneficios no se producen únicamente en el alumnado sino también en el profesorado.  Mayor satisfacción del alumnado, de los padres y de los docentes con la educación recibida que se manifiesta a través de más participación del alumno en el aula, mayor dedicación de todos en sus responsabilidades, …  Mejora la aceptación de los objetivos y la evolución del alumno, mostrando una actitud positiva hacia la escuela y las tareas escolares tanto de los hijos como de los padres, además, el profesorado se centra más en su labor pedagógica.  Se reducen las situaciones conflictivas tanto de los hijos con los padres y maestros, y de estos últimos con los padres. Al mismo tiempo, mejora el comportamiento del alumno en casa y en la escuela, también todos los implicados manifiestan mayor grado de satisfacción en las relaciones y mejor comunicación entre todos y en cada uno de los sistemas y subsistemas familiares y escolares.  Se comparte la responsabilidad, lo que incide en un mejor rendimiento escolar del alumno, que se traduce en mejores notas, hábitos de estudio más eficaces, mayor implicación en las tareas escolares, … Es una realidad manifiesta que cada vez hay más familias que se sienten partícipes y con el deber de involucrarse en la educación de sus hijos, no de forma unilateral y en paralelo a la escuela, sino en colaboración con ella. 6. PRINCIPALES DIFICULTADES EN LA RELACIÓN ENTRE LA FAMILIA Y EL CENTRO ESCOLAR La sociedad actual española exige a los padres unos horarios laborales mucho más complejos que los de antaño, añadiendo además otra dificultad que es la incorporación de la mujer al trabajo. Antes era, por normal general, la madre quien se ocupaba de mantenerse en contacto 5 con el centro, asistía a las reuniones de padres y se encargaba de ayudar a su hijo desde el hogar. Actualmente ambos miembros del sistema familiar suelen tener trabajo, lo cual plantea el primer problema para la comunicación con ellos: la falta de tiempo y de flexibilidad horaria. En segundo lugar, nos encontramos con una idea generalizada en la que los padres creen que sólo deben preocuparse de la educación de sus hijos cuando se produce un descenso en el rendimiento escolar. Esto da pie a que sólo podamos acudir a la familia cuando el problema ya se haya producido de modo que tendremos que trabajar con ellos en arreglarlo en vez de trabajar para evitarlo. Debemos fomentar desde principio de curso las reuniones periódicas y la participación de la familia en actividades creadas por el centro escolar. En tercer lugar, se ha de destacar otra afirmación bastante extendida entre los padres: las experiencias anteriores negativas. Puede haber ocurrido que, en familias con hijos mayores, los padres hayan encontrado profesores que no les comprendían, que no se adecuaban a sus necesidades o que mostraran prejuicios o incluso comentarios negativos ante la familia. Se debe trabajar y formar a los futuros maestros en materia de orientación familiar, enseñarles a tratar con las familias y a tener estrategias para trabajar con ellos con el fin de evitar todo esto. Por último, otra de las causas principales es la pérdida de interés de la familia por mantener el contacto con el centro. Esto ocurre frecuentemente en familias con hijos que mantienen un rendimiento adecuado a las exigencias. Desde el centro debemos explicar que no sólo debemos conocer el rendimiento académico como tal, sino que es necesario fomentar otras habilidades y conocer también si se producen cambios en las actitudes de sus hijos, en su modo de socialización o si aparecen dificultades de cualquier otra índole. En definitiva, es necesario que los padres conozcan a sus hijos para poder evolucionar con ellos en sus deberes y obligaciones como personas, y no sólo en su formación académica. 7. MEDIOS PARA MEJORAR LA RELACIÓN ENTRE LA FAMILIA Y LA ESCUELA La llegada del niño al aula y la salida del centro educativo son excelentes situaciones para favorecer la relación cotidiana entre padres y tutores. Son momentos propicios para intercambiar información de tipo informal relacionada con el niño, obteniéndose datos de mucha importancia y utilidad para el centro y para la vida familiar. Los tipos de contenidos de estos encuentros se pueden resumir en: información puntual sobre la jornada, aspectos sobre el bienestar general, estado de ánimo, experiencias del día, nuevos descubrimientos y habilidades, cómo o con quién ha jugado, pequeños contratiempos, salud, cómo ha comido, anécdotas,… 7.1. Las entrevistas La entrevista se caracteriza por ser una relación directa entre dos o más personas, por obtener información, transmitir unos contenidos, sensibilizar o implicar en un proceso de actuación 6 definido y ayudar en la reflexión práctica de cualquier problemática, por pretender alcanzar los objetivos previamente prefijados por quien la solicitó y por asignar roles a los participantes con el fin de facilitar el desarrollo de la entrevista y los objetivos formulados. La entrevista familiar en el ámbito de la escuela En el ámbito de la escuela, la entrevista es una técnica básica de comunicación interpersonal que el profesor-tutor debe utilizar con frecuencia. La entrevista es un encuentro intencional entre los padres y el tutor que proporciona una situación de contacto personal muy propicia para el intercambio de información relevante en torno al niño y para que ambos pongan en común estrategias educativas. La entrevista, como técnica de acción tutorial, persigue los siguientes objetivos: Recoger información para mejorar el conocimiento de los alumnos, las implicaciones de la familia en el rendimiento y el comportamiento de los hijos, las ideas y opiniones referidas a actitudes paternas, tipos de relaciones familiares, identificar dificultades o problemas Conocer y valorar necesidades, intereses, expectativas, recursos… materiales, sociales y educativos… Planificar y evaluar programas, proyectos, actividades…de forma conjunta Intercambiar información para orientar y ayudar a los alumnos, familias y equipos docentes a prevenir y solucionar problemas de tipo personal, familiar, social, académico, profesional, de relaciones interpersonales… La forma de llevar a cabo las entrevistas varía según las características personales, la experiencia profesional, el entrenamiento y la actitud de cada tutor. Las preferencias varían desde atenerse a guiones más o menos abiertos a mostrar una actitud menos formalizada. A continuación, se exponen algunos aspectos organizativos para conseguir la entrevista más eficaz posible.  Disponer de un ambiente y clima lo más agradable posible.  Buscar espacios donde tanto padres como tutor se encuentren cómodos. Consideraciones espacio-  Prever la ausencia de interrupciones. temporales  Señalar un horario establecido para la entrevista.  El horario acordado para las entrevistas y atención puntual a padres tendrá que favorecer su asistencia.  Favorecer la asistencia de ambos padres. Planificación y  Convocar a las familias mediante cita previa. convocatoria  Planificar un calendario de encuentros con todas las familias.  Preparar las entrevistas con antelación. 7  La información que queremos obtener tiene que estar planificada de antemano.  Rodearla de un clima de simpatía y amabilidad. Relación interpersonal y  Debe dar opción a la participación de los padres y a su opinión. clima  Hacer hincapié en los aspectos positivos.  El tono y el acento de los comentarios no ha de ser negativo. La actitud del tutor durante las entrevistas debe estar marcada por el uso de un vocabulario sencillo, claro, concreto y adaptado a los padres, ser el conductor de la entrevista, realizar anotaciones durante la realización de la entrevista o esperar a que haya concluido, realizar un registro y archivo de los datos más relevantes, mantener una actitud de escucha, de sinceridad, de veracidad, de aceptación de los padres, trasmitir colaboración mutua en beneficio de desarrollo y la educación del niño, y ser neutral ante los posibles desacuerdos de los padres respecto al niño. Fases de una entrevista educativa Acogida Escucha activa e investigación Elaboración de las estrategias a seguir Acuerdos y compromisos Despedida Temporalidad y periodicidad de las entrevistas Esta técnica no es de las más utilizadas en el ámbito escolar, por la falta de tiempo de padres y maestros. Podemos establecer encuentros sistemáticos con una temporalidad fija. Lo más recomendable es programar tres encuentros durante el curso: al inicio para intercambiar información en torno al niño, bien por reciente incorporación o como continuidad; durante el curso para intercambio de información sobre la evolución observada en el niño y establecer acuerdos concretos sobre forma de actuar y, por último; al final del curso, para evaluar de forma global la evolución de cada niño y las acciones educativas compartidas. Estos encuentros se deben mantener bien cuando los padres lo soliciten o bien cuando el tutor lo considere necesario (la primera entrevista es el tutor normalmente el que cita a la familia). Además de estas entrevistas sistematizadas, se pueden mantener encuentros extraordinarios, propiciados por la familia o el tutor, si se ha observado algún tipo de incidencia en el desarrollo del niño tanto en el contexto familiar como en el escolar o cuando existan malentendidos o diferencias de criterio entre el tutor y la familia que deban ser resueltos. Cuando el tema se escape de los contenidos competentes del tutor o bien éste lo considere necesario, se podrá derivar a la familia al Equipo de Orientación Educativa (EOE), al equipo directivo del centro o a profesionales externos. 8 Tanto la duración de la entrevista como el horario deben ser flexibles, aunque estos aspectos están determinados por la propia dinámica escolar y/o por las posibilidades de las familias. Si bien no es conveniente que la entrevista se prolongue en exceso, su duración dependerá del tema que se aborde y de las características de los entrevistados. Cada profesor tiene recogido en su horario el período de atención a las familias, pero puede modificarse puntualmente en función de las posibilidades de las mismas. 7.2. Las reuniones Otro de los medios para potenciar la relación Familia-Escuela es la convocatoria de reuniones con las familias, ya sean individuales o con varias familias a la vez para dinamizar el proceso y poner en común diferentes puntos. En función del tipo de convocatoria, bien sea de aula, de ciclo, etapa, o de todo el centro, se diferenciarán los objetivos y temas de las reuniones, pudiéndose también realizar distintas combinaciones dentro de la misma convocatoria. Por ejemplo, podría convocarse una reunión para ofrecer información general a las familias de toda la etapa o de un mismo nivel educativo y pasar, a continuación, a tener reuniones de aula con los respectivos tutores para tratar temas referidos al grupo al que pertenece el niño. De forma resumida, en las reuniones generales con las familias se abordan aspectos como: presentación a padres de los miembros del Equipo educativo, conocer el Proyecto Educativo del Centro, el Proyecto Curricular de Centro y normativas del centro de interés para las familias, presentación de los principales canales de participación de los padres en el centro, etc. Mientras, en las reuniones de aula los temas que se abordan son más cercanos y están más relacionados con sus hijos. A continuación, se reflejan los contenidos que se pueden tratar en las reuniones con padres de alumnos de Educación Infantil. Motivo de la reunión Contenidos Presentación del personal Información sobre las características del centro, de la etapa, de los principios educativos asumidos por el centro, del funcionamiento cotidiano de la escuela Nuevo ingreso Documentación escrita y/o apoyada gráficamente El periodo de adaptación Recomendaciones y pautas con los niños 9 El periodo de adaptación como tarea conjunta El carácter educativo de la etapa Acogida Las normas del centro La participación de los padres en las actividades del aula y de la escuela Recorrido descriptivo de la secuencia de las rutinas diarias El sentido que ese el centro se da a la evaluación. Se puede entregar el segundo informe de evaluación Seguimiento Recomendaciones para ayudar a sus hijos en casa (Segundo trimestre) Repaso de actividades realizadas y comentar las que quedan por realizar. unidades didácticas, juego, fiestas y salidas, talleres Otras informaciones: recordar fechas significativas, horario de tutorías, normas del centro, peticiones de colaboración, etc. Evaluación del grupo a lo largo del curso Evaluación del Repaso de las actividades y acontecimientos destacables curso Entrega de informes individuales (Final de curso) Evaluación de los padres 7.3. OTRAS FORMAS DE COMUNICACIÓN 1. Boletines informativos, circulares, por teléfono, notas personales, etc. 2. Folletos, cartas, panfletos y manuales, ya sean periódicos o para anunciar eventos especiales así como celebraciones, salidas, etc. 3. Cursos y talleres que pueden ser sólo para padres (por ejemplo, escuelas de padres) o para padres e hijos, dependiendo del objetivo de cada taller. 4. Informes (no sólo académicos) con posterior entrevista personal para mostrarle a la familia que estamos interesados en ellos, en tener una relación cordial y en mantener el contacto. 5. Cuestionarios de diverso índole que pueden mandarse periódicamente a los padres para saber si están satisfechos con la educación de los pequeños, si tienen dudas, si 10 existe algún problema, etc. Es recomendable que sea anónimos para facilitar la sinceridad. 6. Familias en el aula: Cada vez está más extendida la idea de pedir el apoyo de un padre/madre dentro del aula y también con visitas ocasionales al centro (para explicar sus oficios, traer mascotas, participar en excursiones o actividades extraordinaria, compañía en el aula durante el periodo de adaptación, …) 7. Talleres conjuntos familias-educadores: Para promover la cercanía entre ambas partes. 8. Manuales de estimulación para que los padres puedan colaborar desde el hogar en la educación de sus hijos. 9. Comisión de trabajo de las Asociaciones de Madres y Padres (AMPAs): siempre han sido una de las principales fuentes de acercamiento entre el centro y la familia. 10. Libretas personales: En las que los padres puedan ir apuntando todas sus dudas para, posteriormente, comentarlas con el maestro o tutor en sus reuniones. 11. Grupos 6 x 6. Se crean varios grupos de 6 miembros que deberán debatir ideas hasta sacar algunas conclusiones. Pasados 6 minutos, una persona de cada grupo pondrá en común sus pensamientos con los demás. Además, a través de los diversos encuentros que se produzcan se inculcará a los padres una serie de reglas muy útiles en el ámbito familiar como son: 1. Ser responsables: Dado que deberán asistir a estas reuniones regularmente y participar activamente en ellas. 2. Respetar las opiniones ajenas: Para fomentar la participación de todos los padres sin miedo a ser reprimidos por los demás, eliminando burlas, juicios innecesarios o menosprecios. 3. Respetar los turnos de palabra: Para mantener un orden y poder escucharse unos a otros. Con la figura del maestro como mediador será muy sencillo organizar turnos y que todos puedan escuchar las opiniones ajenas. Cuando se haya establecido el vínculo entre familia-escuela se podrá afirmar que se ha creado el apoyo necesario y eficaz que favorece los potenciales educativos padres-hijos. 7.4. SUGERENCIAS PARA EL TRATO CON FAMILIAS COMPLICADAS Explorar las características de la familia. Conviene conocer los estilos educativos (ejemplo: negligente) y las combinaciones de riesgo (ejemplo: padre indiferente y madre permisiva). Detectar qué miembro tiene mayor capacidad de influencia sobre el hijo y centrar los contactos en él (no contentarse con figuras permisivas como contactos habituales, que, en vez de sumar fuerza, van a ser inoperantes de cara a cambiar la actitud del hijo). Convertir a los padres ausentes en presentes. “Ayúdenme a ayudarle”. Es una demanda de colaboración. 11 “Queda poco tiempo para trabajar juntos”. Después tendrán que ser los padres los que continúen la tarea de educar a sus hijos solos. Cultivar el estilo atribucional interno. En lugar de buscar causas ajenas, conviene centrase en lo que el hijo hace y no debería y en lo que no hace y debería hacer. Pedir soluciones a las familias cuando se oponen a las que propone el tutor. Agradecer la presencia y la colaboración de los padres, a poder ser en los momentos iniciales de la relación. Aconsejar que eviten la sobreprotección, los conflictos familiares y las discusiones entre ellos, al menos delante de los hijos. Procurar adoptar medidas conjuntas y en paralelo, padres y tutor. Uso del plural para dar la sensación de cooperación. Asegurar vías cómodas y seguras para posteriores contactos. Con padres hostiles y agresivos, anunciar informes por escrito para dejar evidencia de los que el tutor o centro proponen. Mantener entrevistas y contactos preventivos ante indicios de futuros problemas de rendimiento y/o conducta. Vigilancia de las compañías/relaciones del hijo/alumno. Aconsejar que den responsabilidades a los hijos, pidiéndoles cuentas regularmente. Pedirles que den afecto y presten atención a sus hijos, independientemente del tiempo que pasen con ellos, sin menoscabo de las exigencias que haya que realizar. Solicitarles que se esfuercen por conocer a sus hijos, que escuchen, comprendan, que lean lo que dicen. Que sepan negociar sin rigideces ni cesiones cómodas. Que conozcan los intereses e inquietudes de sus hijos. No comparar a los hijos con los demás, sino con ellos mismos. Intercambiar información sobre aspectos positivos: logros, progresos, cambios, mejoras, iniciativas, cualidades. Unificar criterios de crianza entre el padre y la madre: no desautorizarse, ni contradecirse. No actuar permisivamente, saber decir no, firmemente, pero sin crispación, evitando ceder ante presiones. 8. EL RETO DE LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS Tal y como indican Carrobles y Gámez-Guadix (2008), durante las dos últimas décadas han tenido lugar cambios importantes en el contexto familiar y en las relaciones que mantienen padres e hijos. En términos positivos estos cambios han propiciado un mayor reconocimiento de los derechos del menor así como la posibilidad de hacerlos más partícipes de su propio proceso educativo. Sin embargo, también han surgido nuevos interrogantes sobre las formas en las que madres y padres deben controlar y supervisar el comportamiento de sus 12 hijos. En este sentido, se ha transitado desde un modelo autoritario (en el que los padres ejercen el control sobre sus hijos de una forma un tanto arbitraria) a otro más igualitario, pero más impreciso, acerca de cómo llevar a cabo tal educación (dudas relativas al establecimiento de límites y control de la conducta infantil y juvenil). Ser madre o padre es una tarea maravillosa, pero nada sencilla. La labor de los padres va más allá de satisfacer las necesidades básicas (alimentación, higiene, descanso) de sus hijos. La crianza también implica la educación de los hijos en un clima de afecto, apoyo y respeto que propicie el establecimiento de relaciones de apego seguras así como la adquisición de normas, hábitos y estilos de vida saludables y valores. Al unísono, madres y padres deben promover la autonomía de sus hijos a medida que van creciendo para que logren las necesarias habilidades de autorregulación conductual. Para hacer esta tarea aún más compleja, en los últimos años el contexto familiar se ha transformado enormemente: por ejemplo, se han producido cambios en su estructura (en la actualidad conviven la familia tradicional, la monoparental, la reconstituida o la homoparental) y en los roles que desempeñan madres y padres (las madres compaginan el trabajo externo con el que realizan en el hogar, mientras que los padres se implican cada vez más en el cuidado y la atención de los hijos y no solo en aportar a la familia recursos económicos). Además, todos estos cambios tienen lugar en una sociedad que se encuentra en un continuo proceso de transformación (sociedad de consumo en las que adquieren especial relevancia las tecnologías de la información y la comunicación). Esta nueva situación plantea nuevos retos al proceso socializador de madres y padres que exige la revisión o redefinición de algunos principios educativos básicos. No todos los padres saben cómo resolver los nuevos problemas que plantea la educación de los hijos. De hecho, no son pocas las ideas erróneas sobre la crianza de los menores (algunas se recogen en la siguiente tabla). Por tanto, se revisarán los principios fundamentales de la educación positiva de los hijos. La idea de partida es que los padres ejercen una gran influencia en el comportamiento de sus hijos, comportamiento que es aprendido y, por tanto, puede ser modificado. Algunas IDEAS ERRÓNEAS sobre la educación de los hijos son: 1.- “Es mejor hacerse amigo de los hijos”. La relación entre padres e hijos no debe ser una relación de “igual a igual” o “de amigos”. Ser cercano con los hijos no supone establecer una relación simétrica en la que padres e hijos tienen la misma responsabilidad. Es deseable llegar a acuerdos por medio de la comunicación y el diálogo, pero son los padres los que tienen el derecho y la responsabilidad de decidir qué es lo más adecuado y conveniente para sus hijos. La educación ha de ser participativa, pero no democrática. 2.- “Más vale un azote a tiempo”. Un buen número de estudios revela que el castigo físico no tiene ninguna consecuencia positiva sobre la conducta de los menores. Sin embargo, sí puede propiciar efectos negativos 13 como servir de modelo de agresividad e incluso incrementar hasta el nivel de maltrato. No emplear el castigo físico no es sinónimo de falta de control. Los niños necesitan una supervisión y disciplina constante, pero puede ser llevada a cabo por medio de otras estrategias que resultan más eficaces. 3.- “Disciplina y castigo es lo mismo”. El castigo solo es una parte más dado que la disciplina en general incluye muchas más estrategias que el simple castigo. Por ejemplo, el refuerzo, el elogio, la retirada de la atención o el advertir las consecuencias que conlleva la realización de una conducta constituyen formas específicas de aplicar la acción disciplinar. 4.- “La culpa de cómo sean los hijos la tienen los padres”. Si bien los padres ejercen una influencia importante sobre sus hijos, el comportamiento de éstos también depende de otros factores (el grupo de iguales, la socialización en la escuela, sus características de personalidad, sus experiencias personales,…). Se cree que los hijos se pueden traumatizar por cualquier cosa que hagan los padres. Es importante no ser catastrofista y sí conscientes de que cometer errores es algo inevitable. Culpabilizar a los padres de todo lo que les sucede a los hijos (bueno o malo) no es ni realista ni adecuado. 5.- “El niño debe tener siempre la figura de un padre y una madre”. Lo más importante para el desarrollo adecuado de un menor es que tenga varias figuras de apego que le aporten afecto y seguridad, con independencia de que sean el padre y la madre biológicos. Así, distintos tipos de familia, como las monoparentales, las reconstituidas o las homoparentales también pueden proporcionar el apego y protección que los niños necesitan para un óptimo desarrollo psicosocial. 6.- “Todo conflicto entre padres e hijos es negativo”. El conflicto es inevitable en cualquier relación humana, también en el seno de la familia. Lo importante no es el conflicto en sí, sino la forma en la que se intenta resolver. Si la resolución es adecuada puede promover cambios positivos. Además, el conflicto es necesario porque permite exponer emociones, opiniones, sentimientos y aclarar confusiones. El límite entre el conflicto saludable y el problemático viene marcado por el uso del chantaje o la agresión física y/o verbal en su resolución. 9. PRINCIPIOS DE LA EDUCACIÓN POSITIVA. 9.1. La importancia de la comunicación y el diálogo. Podemos definir la comunicación como el proceso de intercambio, tanto verbal como no verbal, de mensajes e información entre dos o más individuos. En este proceso intervienen dos habilidades esenciales que se adquieren por medio de la práctica. Estas habilidades son la capacidad de expresar y la capacidad de escuchar. 14 Un elemento esencial de la comunicación que se establece entre madres-padres e hijos-hijas es la expresión de emociones positivas. Con más frecuencia de la que sería deseable los intercambios que se suceden entre padres e hijos son de naturaleza negativa, caracterizándose por el empleo de reproches (“¿Cuántas veces he de decírtelo?”), insultos (“¡Pareces memo!”), amenazas (“Como no apruebes el curso, menudo verano te esperará”), órdenes arbitrarias (“¡Lo harás porque soy tu padre y te lo mando!”), comparaciones (“Tu hermana siempre fue más cariñosa que tú”) o, predicciones (“Sigue este camino que verás dónde vas a llegar”). La comunicación basada en intercambios negativos crea un ambiente tenso entre padres e hijos que propicia estrés a nivel individual y familiar. Cuando esto sucede, es importante reconducir la conducta de los miembros de la familia para que su comunicación se fundamente en el intercambio de mensajes positivos. En este sentido las conductas verbales y no verbales que destacan algún aspecto positivo en la otra persona actúan como refuerzos sociales que facilitan la interacción social entre padres e hijos. La forma más común de realizar un comentario positivo consiste en emitir una expresión agradable, directa y específica sobre un comportamiento concreto (“Te felicito por haber terminado tu tarea escolar a tiempo”, “Te agradezco la ayuda prestada para poner la mesa”). La capacidad de escuchar es el segundo componente esencial de la comunicación. Tan importante como hablar es saber permanecer callado, intentando comprender la postura del interlocutor. Escuchar significa no menospreciar los pensamientos, ideas, opiniones o sentimientos de quién los expresa, dado que para él son importantes. En este sentido, puede ser útil emplear estrategias de escucha activa que se manifiestan en conductas que indican que se está prestando atención y comprendiendo la información que emite la otra persona, por ejemplo, mediante el empleo de mensajes cortos, (¡Ya entiendo!, ¡Soy consciente de cómo te sientes!) o realizando un resumen de la información recibida empleando las propias palabras. En definitiva, la forma de comunicación entre los miembros de la familia constituye una de las variables más importantes para que los hijos avancen en el proceso de socialización e interiorización de las normas sociales. De hecho, muchos de los problemas familiares obedecen a una mala comunicación entre sus miembros. Por tanto, la comunicación, más que una conversación puntual, debe constituir un clima más amplio que promueva la expresión y escucha de información y mensajes de modo que pueda actuar como una herramienta útil para resolver conflictos. 9.2. La disciplina parental. La disciplina parental constituye el eje central del control que los padres ejercen sobre los hijos. La disciplina parental se ha equiparado frecuentemente con el empleo de métodos punitivos tales como el castigo físico y psicológico (azotar, golpear, zarandear, gritar, culpabilizar, retiradas de afecto), si bien es necesario reconocer que también se incluye dentro de ésta una variedad de estrategias tales como las explicaciones verbales de lo correcto e incorrecto (explicación de normas y reglas), ejemplificaciones de la conducta apropiada, el 15 empleo de recompensas o reforzadores (elogios o premios contingentes al buen comportamiento), la retirada de premios o privilegios (quitarle la posibilidad de ver la televisión, jugar con el ordenador o salir de casa), la supervisión (observar y controlar el comportamiento) o la sobrecorrección (sustituir un comportamiento inadecuado por otro apropiado que repare las consecuencias negativas que ocasiona el primero). Estas últimas estrategias pueden ser empleadas por los padres para controlar o modificar el comportamiento de los hijos y lograr su obediencia. Los padres que tienen hijos que muestran problemas de conducta suelen tener dificultades para aplicar disciplina. Algunos de los motivos de esta situación son los siguientes. En primer lugar, son padres que sobreestiman la ocurrencia de los problemas de conducta de sus hijos lo que se relaciona con el uso de una mayor tasa de castigos. En segundo lugar, las expectativas sobre la conducta de sus hijos (cómo esperan que niños y niñas se comporten) no se ajustan a la edad y nivel evolutivo de los menores. En tercer lugar, reaccionan de manera negativa ante la exhibición por parte del niño de conductas disruptivas de poca importancia (otros padres tienden a ignorarlas). En cuarto lugar, son padres que tienen dificultades para reconducir el comportamiento de sus hijos y prestar apoyo. Finalmente, son padres que emplean castigos muy severos, pero de una forma inconsistente. Existen diferentes ocasiones en las que se hace necesario aplicar un castigo, si bien se recomienda evitar los de naturaleza física. Entre los de mayor utilidad se encuentran la retirada de privilegios o premios durante un tiempo determinado (quedarse sin salir, sin ver la televisión, sin ordenador, sin el juguete preferido), la realización de una conducta o acción que sirva para compensar los efectos negativos de algo que se ha hecho mal (limpiar toda la mesa si se ha derramado un vaso, pedir perdón, comprar con el propio dinero otro jarrón que sustituya al que se ha roto). Estas estrategias tienen como objetivo corregir las consecuencias que siguen a las conductas no deseadas, además de practicar y adquirir conductas apropiadas que son incompatibles con aquellas que se quieren corregir. Este tipo de estrategias tienen una función educativa que no se aprecia en otros castigos más severos. Más allá de los castigos, el manejo de la atención por parte de los padres es de gran importancia. No es recomendable ignorar a los hijos cuando se comportan bien y prestarles atención solo cuando se están comportando mal. Del mismo modo, se hace necesario ignorar comportamientos negativos de poca importancia con el fin de que se extingan. Sin embargo, tan crucial es corregir el comportamiento inadecuado como premiar o recompensar lo que el niño hace bien. Las recompensas sociales tanto verbales como no verbales (el elogio, la aprobación, un gesto, una sonrisa o un guiño) son formas eficaces para enseñar al niño a comportarse apropiadamente. 9.3. Las normas y límites. Las normas, en el contexto de las interacciones entre padres e hijos, se definen como el conjunto de reglas o pautas a las que los menores se han de ajustar con el objetivo de organizar y regular su comportamiento. De un modo relacionado, los límites indican hasta dónde se puede llegar en una situación determinada. 16 El establecimiento de normas y límites es necesario por diversos motivos. En primer lugar, para facilitar la convivencia de las personas y garantizar los derechos propios y ajenos (por ejemplo, bajar el volumen de la radio o la televisión si estamos molestando a algún miembro de la familia). En segundo lugar, por razones de salud física y psicológica (por ejemplo, determinar el número de horas de sueño o el número de horas que pasamos frente al ordenador). En tercer lugar, por motivos de seguridad (por ejemplo, hora de llegada a casa o acudir a determinados lugares en solitario). Las normas se interiorizan y respetan mucho más si cumplen con una serie de condiciones. La primera es que toda norma ha de ser razonada o razonable dado que los menores las acatarán mejor si se les explica y comprenden las razones por la que ha sido establecida (por ejemplo: “no puede ir a ese sitio solo porque es peligroso”, en lugar de “¡porque lo digo yo!” o “¡porque no y, ya está!”). En segundo lugar, las normas han de ser sensatas y justas porque si el menor interpreta que no lo son desobedecerá o actuará a escondidas. En tercer lugar, las normas son más respetadas cuando los menores pueden participar en su establecimiento dado que, si la norma se percibe como impuesta es más probable que se revele contra ella. En cuarto lugar, las normas han de estar claramente definidas dado que si son ambiguas o cambian continuamente producen incertidumbre así como dificultad para su seguimiento. Finalmente, toda norma ha de plantearse como una afirmación positiva que exprese lo que se debe de hacer (por ejemplo, debes realizar tus deberes lo que te permitirá aprender más), en lugar de hacerlo de forma amenazante que exprese las consecuencias de su incumplimiento (por ejemplo, “si no haces los deberes atente a las consecuencias” o “si no haces los deberes vas a suspender). En resumen, la convivencia en el seno de la familia exige el establecimiento de normas y límites. Elaborar y aplicar las normas es un ejercicio que implica consistencia y flexibilidad, algo que no resulta sencillo equilibrar para muchos padres, generando situaciones de ansiedad y tensión entre padres e hijos. En estos casos, el diálogo y la comunicación pueden ser de utilizad para explicar el objetivo de la norma, escuchar las razones aportadas por los hijos y, negociar las condiciones de aplicación de las normas. 10. ¿QUÉ NO HACER? PAUTAS EDUCATIVAS INEFICACES. 10.1. El castigo físico. Dar un azote o una bofetada son formas de castigo físico aceptadas por los padres para corregir y controlar la conducta de sus hijos. Expresiones como, “A mí me dieron una y no me ocurrió nada” o “¡Más vale una bofetada a tiempo!”, reflejan la normalidad de su uso. Sin embargo, este tipo de actuaciones, ¿son verdaderamente eficaces?, ¿el no utilizarlas es señal de permisividad? Si bien el castigo físico puede controlar el comportamiento del menor de forma inmediata, su uso no es recomendable por varias razones. En primer lugar, dar un azote o una bofetada enseñan al menor que la agresión física es una forma aceptable de conseguir 17 objetivos y controlar la conducta de los demás (por ejemplo, si un niño recibe un castigo corporal por parte de su padre es más probable que responda con agresividad física cuando discuta con un amigo o compañero). En segundo lugar, los hijos suelen percibir el castigo físico como injusto o arbitrario lo que les hace volverse más desafiantes y disruptivos en futuras ocasiones. En tercer lugar, dado que el efecto inmediato del castigo físico es la obediencia de los hijos, es probable que los padres tiendan a utilizarlo a lo largo del tiempo en detrimento de otras alternativas más eficaces. En cuarto lugar, los menores se acostumbran o habitúan con rapidez a la bofetada o al cachete, razón por la cual cada vez son menos eficaces y los padres tienen que incrementar su frecuencia e intensidad para lograr los efectos iniciales. Por último, el castigo físico no permite al niño entender e interiorizar el mensaje que se desea transmitir, por el contrario, le enseña a no comportarse de determinada forma ante la persona o personas que aplican el castigo. Algunos padres creen que prescindir de la bofetada equivale a una excesiva permisividad, pero ésta es una idea errónea. Prescindir del castigo físico no significa falta de disciplina, supervisión o control. La experiencia de muchos padres y educadores junto a los resultados de un gran número de investigaciones demuestran la existencia de otro tipo de estrategias que ayudan a corregir y controlar el comportamiento de los menores. Así pues, el tema del castigo físico ha de ser visto como una cuestión educativa y no una cuestión de violencia, es decir, no debemos culpabilizar a una generación de padres que educó a su hijo empleando preferentemente este método, sino más bien, comprender que en la actualidad existen otros modos más adecuados para corregir y controlar el comportamiento de los menores. 10.2. La agresión psicológica y el chantaje emocional. El chantaje emocional es un tipo particular de agresión psicológica utilizada frecuentemente por los padres. Esta estrategia consiste en utilizar los sentimientos y emociones como instrumentos para controlar el comportamiento de los hijos. Algunos ejemplos concretos de chantaje emocional pueden ser los siguientes: la retirada de afecto (por ejemplo, “Si no te comes las lentejas, dejaré de quererte”), la amenaza de abandono (por ejemplo, “Estoy cansada de todos vosotros. Cualquier día de éstos me voy de casa y os dejo en paz”) o enfatizar el sufrimiento causado (por ejemplo, “No sabes cuánto sufro cada vez que llegas tarde a casa”). A pesar del control que puede ejercer sobre el comportamiento del menor el empleo de la agresión psicológica, no es una estrategia muy recomendable dado que provoca efectos negativos a corto y largo plazo entre los que destacan un mayor sentimiento de inseguridad, de culpa, de ansiedad y de miedo así como una menor autoestima. 10.3. Tres errores comunes: la inconsistencia, la permisividad y la rigidez. La inconsistencia se caracteriza por la falta de estabilidad en la aplicación de las estrategias de control, supervisión o disciplina. Los padres inconsistentes modifican de una forma impredecible las normas propuestas en función de factores internos (por ejemplo, el estado de ánimo) o externos (por ejemplo, la presencia del otro progenitor o el ambiente concreto). Esta 18 inconsistencia puede manifestarse de diferentes formas: a) empleando de un modo arbitrario las normas y reglas, haciendo impredecibles las consecuencias que se derivan de infringir tales reglas; b) cediendo a las peticiones de los hijos y propiciando el reforzamiento positivo del comportamiento inadecuado (el menor hace una petición, el padre la niega, el hijo muestra disconformidad e insiste y, finalmente, el padre accede); c) actuando madres y padres de forma contradictoria con relación a las normas establecidas y a la aplicación de las consecuencias de su incumplimiento (por ejemplo, hora de llegada a casa o distribución de las tareas del hogar). La permisividad excesiva también puede ser problemática. Los menores necesitan de un ambiente relativamente estructurado, demandan la existencia de ciertas normas y reglas de conducta y, el sentirse controlados y supervisados en distintas situaciones de modo que, una dosis elevada de permisividad puede generar sentimientos de confusión o ansiedad en los pequeños. La permisividad puede ocurrir por desconocimiento de las consecuencias negativas que pueden tener la falta de normas y límites o por poca implicación parental (padres que ignoran aspectos importantes de las vidas de sus hijos como por ejemplo quiénes son sus amigos, su rendimiento escolar o, sus gustos, aficiones o hobbies) Finalmente, la rigidez conlleva el empleo de un número reducido de estrategias disciplinarias que se aplican indiscriminadamente ante cualquier comportamiento inadecuado del menor. Los padres excesivamente rígidos tienen dificultades para tener en consideración los factores contextuales en los que tiene lugar la conducta del menor, para emplear argumentos y ajustar la intensidad del castigo a la gravedad del comportamiento emitido. Además, la sobreprotección parental es una forma particular de rigidez. Para los padres, la protección puede servir para controlar la propia ansiedad que se sufre por el cuidado y la seguridad de los hijos, pero para estos últimos supone un obstáculo que les genera inseguridad y falta de confianza en sí mismos. Por tanto, se recomienda que se conceda a los hijos la posibilidad de hacer las cosas por ellos mismos y se les permita equivocarse. Niños y niñas necesitan experimentar frustración, aprender a tolerarla, desarrollar estrategias para afrontarla y sentirse capaces de resolver los problemas por sí mismos. Bien es cierto que conviene proteger a los hijos de los problemas reales, pero no lo es menos que todo padre ha de cuestionarse hasta qué punto se exageran los peligros potenciales. 11. GUÍA DE ESTRATEGIAS EDUCATIVAS EFICACES. El comportamiento humano es, en apariencia, muy complejo. Sin embargo, es posible describirlo en componentes más elementales. Los niños durante la infancia se exponen a diferentes estímulos y experiencias con el propósito de conocer y aprender los modos más eficaces de resolver problemas prácticos que impone el propio proceso de vivir. Para ello, desarrollan conductas de acercamiento (aproximación) o de escape-evitación (retirada), según la experiencia o situación a la que están expuestos. 19 Es necesario, por tanto, hacer comprender a los padres el porqué de la conducta de sus hijos, así como intentar que la modifiquen en un sentido adaptativo, haciéndoles saber que el comportamiento de los hijos es resultado de un proceso de adaptación a un entorno concreto, familiar o social, y se rige por unas leyes o normas. Estas normas o leyes conocidas por la Psicología no han terminado de ser bien difundidas a nivel social. El desconocimiento de estas leyes y normas puede explicar las dificultades y problemas que se observan en la relación que mantienen padres e hijos. 11.1. Manejando premios y castigos. Cuando una persona, niño o adulto, realiza una conducta, ésta suele ir seguida por una consecuencia. Las relaciones entre una conducta y sus consecuencias pueden ser de dos tipos: positivas o negativas. Se denomina positiva a la relación existente entre una conducta y su consecuencia cuando tras la emisión de una determinada conducta tiene lugar la ocurrencia de una determinada consecuencia, ya sea esta consecuencia agradable (apetitiva) o desagradable (aversiva). Por el contrario, se denomina negativa a la relación existente entre una conducta y su consecuencia cuando tras la emisión de una determinada conducta tiene lugar la desaparición de una determinada consecuencia, siendo esta última agradable o desagradable. Como se podrá comprender, el efecto de esta combinación no será el mismo en un caso o en otro. Así, si a una conducta particular le sigue la ocurrencia de una consecuencia agradable, el efecto será un aumento o incremento de esa conducta en el futuro. A la relación entre la conducta y la presencia de la consecuencia agradable se le denomina reforzamiento positivo (efecto de potenciar o incrementar la conducta). Por el contrario, si la emisión de una conducta va seguida de la ocurrencia de una consecuencia desagradable el resultado esperado será la disminución de esa conducta en el futuro. A esta relación se la conoce con el nombre de castigo positivo (efecto de reducir o eliminar). De otro lado, se denomina reforzamiento negativo al efecto del incremento de una determinada conducta siempre que a la misma le sigue la desaparición de una consecuencia desagradable. Por último, se denomina castigo negativo al efecto de la disminución o desaparición de una conducta que va seguida de la desaparición de una consecuencia agradable. Estas cuatro posibilidades, reforzamiento (positivo y negativo) y castigo (positivo y negativo) se resumen en la siguiente tabla. 20 11.2. El refuerzo del comportamiento apropiado. El procedimiento más recomendable para modificar el comportamiento de los hijos es el reforzamiento positivo (ocurrencia de una consecuencia agradable tras la aparición de una determinada conducta). 11.3. El castigo de la conducta inadecuada. El principal problema o queja que plantean los padres con respecto al inadecuado comportamiento de sus hijos se relaciona con la negatividad o desobediencia que manifiestan cuando se les demanda que realicen una acción en particular. En ese intento de disciplinar a los hijos, los padres cometen errores y excesos que pueden acarrear consecuencias indeseables. Para que esto no suceda, cuando los padres se ven en la necesidad de reducir o eliminar la conducta de sus hijos, es conveniente apelar a las formas de castigo que sean convenientes como las denominadas técnicas de control negativo (que son, en esencia, diferentes formas de castigo). Entre éstas destacan: el tiempo fuera, el coste de respuesta, la sobrecorrección y la reprimenda verbal. a) El tiempo fuera de reforzamiento. La técnica consiste en retirar el reforzador o recompensa que mantiene la conducta inapropiada del niño apartándole, precisamente, de la situación en la que tiene lugar esa conducta. El efecto que se pretende lograr con este procedimiento es el de disminuir o eliminar la conducta disruptiva. La forma más habitual de aplicar la técnica consiste en alejar o retirar al niño del contexto (situación) en el que está siendo reforzado. Una de las técnicas más útiles para emplear la estrategia de tiempo fuera de reforzamiento en la que se aparta al 21 niño del contexto en el que se ha comportado mal durante un período de tiempo es la denominada “la silla de pensar”. Entre las distintas técnicas de castigo que existen, el tiempo fuera es de las menos problemáticas y de las que menos efectos negativos acarrean. En resumen, podría considerarse como una forma drástica o extrema de retirada de la atención por parte de un adulto ante la emisión de una conducta inadecuada del niño. Como ya se ha indicado, la aplicación de este procedimiento supone separar al niño de cualquier fuente de reforzamiento, especialmente de carácter social, que mantiene esa conducta. b) El coste de respuesta. Este procedimiento consiste en penalizar (coste) la aparición de una conducta inapropiada por medio de la retirada de un reforzador o recompensa que se encuentra en poder de una persona. La técnica consiste en aplicar algún tipo de coste (pérdida de privilegios) en aquellos casos en los que el niño emita un comportamiento inadecuado. Situaciones características de esta técnica se observan cuando a un niño, por ejemplo, se le impide salir de casa durante el fin de semana o se le quita su paga o asignación personal porque no ha recogido su habitación o porque no ha realizado sus tareas académicas para casa. c) La sobrecorrección. La sobrecorrección es otra de las técnicas que se emplean para reducir o eliminar conductas desadaptadas y, como tal, es otro procedimiento de castigo. El procedimiento consiste en hacer que tras la aparición de una conducta inadecuada que se pretende corregir o modificar, el niño emita otra conducta diferente, pero relacionada con la anterior, que corrija las consecuencias negativas provocadas por la conducta que se quiere modificar. Por ejemplo, si el niño se ha orinado encima, se le puede indicar que se limpie y cambie la ropa por sí mismo. La aplicación de esta técnica tiene dos variantes que se conocen con el nombre de restitución y práctica positiva. La restitución persigue que el niño restituya o repare el daño que ha causado con su conducta, mejorando el estado de la situación que existía antes de su actuación. Por ejemplo, al niño que ha rayado la mesa del salón (solo un mueble) se le puede ordenar que limpie los diferentes muebles que forman parte del comedor (mesa, vitrina, sillas, aparador,…). Del mismo modo, el niño que arroja un papel al suelo se le puede indicar que lo recoja y lo lleve hasta la papelera y, de paso, que haga lo mismo con todos los que encuentre tirados en el aula. La práctica positiva consiste en hacer que el niño practique de forma repetida una conducta que se relaciona con aquella que se pretende modificar. Por ejemplo, al niño que molesta y actúa de forma agresiva con sus compañeros se le puede exigir que se disculpe reiteradamente (en 10 ocasiones o durante 2 minutos) con sus víctimas. La sobrecorrección es una técnica ampliamente utilizada, en especial, para eliminar o reducir conductas indeseables como tics, comportamientos autoestimulantes o agresivos. 22 d) La reprimenda verbal La reprimenda verbal es una técnica más de castigo que no debe de confundirse con el uso o empleo de la agresión verbal (gritar o insultar al niño). En el caso de la reprimenda verbal, se trata sencillamente de decir al niño qué es lo que ha de hacer de una forma clara y enérgica con el propósito de que no lleve a cabo conductas que pueden resultar potencialmente peligrosas (por ejemplo, meter los dedos en el enchufe o montar en motocicleta sin utilizar el casco). El empleo correcto de esta técnica exige lo siguiente: a) la reprimenda debe ser enérgica, pero no realizarse de forma exaltada; b) la reprimenda ha de ser firme, pero no aplicada de una forma autoritaria; c) la reprimenda debe aplicarse con serenidad; d) tras su aplicación, no se debe entrar en discusiones con el niño ni atender a sus quejas poco razonables; e) la reprimenda debe acompañarse de una breve explicación de las razones que justifican su aplicación, así como de las consecuencias que podría haber tenido la conducta del niño si se hubiese seguido realizando. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Albaladejo, M. (2010). Cómo decirlo. Entrevistas eficaces en el ámbito educativo. Barcelona: Grao. Bernal, A., Rivas, S y Urpí, C. l. (2012). Educación familiar. Infancia y adolescencia. Madrid: Pirámide. Cagigal, V. (2009). La orientación familiar en el ámbito escolar. La experiencia del centro Padre Piquer. Universidad Pontificia Comillas Carrobles, J.A. y Gámez-Guadix, M. (2008). La educación positiva de los hijos: principios y procedimientos. En Manual del psicólogo de familia: Un nuevo perfil profesional (p.57-77). Madrid. Pirámide. Castejón, J. L. y Nava, L. (2011). Dificultades y trastornos del aprendizaje y del desarrollo en infantil y primaria. Alicante. Club Universitario. Intxausti, M.J. (2013). La entrevista: construir la relación con las familias (0-6) Reflexiones y experiencias Maganto, J. y Bartau, I. (2011). Programa COFAMI: corresponsabilidad familiar. Fomentar la cooperación y responsabilidad de los hijos. Madrid. Pirámide. Martínez, M.C. y Álvarez, B. (2002). Orientación familiar en contextos escolares. En Orientación familiar (p. 409-455). Madrid. UNED. Sainz Gutiérrez, N, Martínez Ferrer, J. M y Ruiz Salguero, J. M. (2011). Entrevista familiar en la escuela. Madrid: Pirámide 23

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