La vida del soldado PDF
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This document provides an overview of the soldier in 17th-century Spanish literature, exploring various types of soldier characters and their representation in different literary genres. It touches upon the soldier's life, the military context, and the distinct character archetypes used in literary works of the era. Keywords include historical context, military life, Spanish literature, and the soldier's role.
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g. La vida del soldado Una vez que el recluta se alistaba, se le entregaba directamente el primer sueldo, porque con ese sueldo debía pagarse la ropa, las armas y l...
g. La vida del soldado Una vez que el recluta se alistaba, se le entregaba directamente el primer sueldo, porque con ese sueldo debía pagarse la ropa, las armas y la comida. El hecho de que nada más alistarse se cobrara ya la primera soldada provocó la aparición del género de los tornilleros, que eran personas que se alistaban, cobraban su primera soldada y se escapaban. Era un delito tan grave que cuando se capturaban, se les ahorcaba sin juicio. Según avanza el tiempo, vemos que el modelo militar cambia mucho. Pasamos de un siglo XVI, en el que había tantos soldados que Hernán Cortés liberó a un soldado sin ningún tipo de remordimiento, a un siglo XVII en el que el alistamiento es forzoso y de por vida, solamente podían ser licenciados con el permiso de un oficial. Una vez que el soldado era reclutado, se iba a Italia, donde recibía entrenamiento militar en los campamentos durante cerca de años. Luego se les enviaba a diferentes batallas, normalmente a Flandes. Por eso hay una frase de los soldados que dice: “De España mi natura, de Italia mi ventura, de Flandes mi sepultura”. Otra frase que repiten mucho es: “no hay trozo de tierra sin una tumba española”. h. El soldado en la literatura La imagen del soldado en la literatura en el Siglo de Oro es muy variada: - Aparece el matasiete, es un soldado fanfarrón, un miles gloriosus, que presume de lo que nunca ha hecho. - El soldado también va a tener su hueco en la literatura picaresca, con el llamado jaque, que suele ser un soldado ya retirado que se gana la vida en el mundo del hampa, de la delincuencia. También aparecen relacionados con el mundo de la prostitución. - Otro tipo es el escudero, que también tiene un pasado militar. - El soldado pretendiente: responde a un tipo social muy determinado que se veía sobre todo en Madrid, en la Corte. Siempre va con un legajo de papeles en la mano, donde ha escrito su vida: es lo que se conoce como la relación de méritos. Es un personaje que pulula por la Corte en busca de algún tipo de renta o prebenda como premio por lo que han hecho. Siempre está al acecho en los exteriores de los palacios, o tras los coches de caballos. Es un tipo de personaje que no solo aparece ridiculizado, sino que además suele ser presa de engaños. 23 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. i. Las memorias de soldado El soldado pretendiente tiene una vertiente más digna, porque los soldados crearon su propio género, el primer género autobiográfico de la literatura occidental: las memorias de soldado. Cuando los soldados tienen cierta formación humanística, podemos apreciar relatos que tienen ya forma de novela. En teoría no hay elementos de ficción, como por ejemplo puede haber en la picaresca. Además, estas relaciones de méritos, llamadas memorias de soldados, adquieren un tono distinto en función del autor: las hay con un tono lastimero, otras casi desafiante. Una de ellas es La vida del capitán Alonso de Contreras, que es la que inspiró El capitán Alatriste. Tenemos también La vida del soldado español Miguel de Castro, La vida de Jerónimo de Pasamonte, y Los comentarios del desengañado de sí mismo, de Diego Duque de Estrada. Pueden ser un poco traicioneras, porque pasan por ser totalmente autobiográficas, pero en ocasiones se aprecian ciertas libertades creativas. La monja Alférez Su nombre fue Catalina de Erauso, más conocida como la monja Alférez. Es una mujer de origen vasco, que como otras tantas niñas fue ingresada en un convento por su familia. A Catalina no le gustaba la vida del convento y se fuga, cortándose el pelo y poniéndose traje de hombre. Se va a casa de su tío, que abusa de ella, por lo que se vuelve a escapar, esta vez a las Indias, donde participa en diversas batallas. Allí es ascendida a Alférez, segundo capitán de la compañía, y tuvo una serie de romances con mujeres. Tiene una serie de peleas y por matar a un hombre se le condena a muerte, por lo que descubre su identidad para salvarse. Un obispo manda que revisen su cuerpo, y unas monjas testifican que es mujer y que es virgen. El rey quiere conocerla, y se presenta ante el rey vestida de hombre, de soldado. Cuando lo ve, lo único que le pide es que quiere seguir siendo soldado. El rey no solo no la castiga, sino que le conserva el puesto, le ratifica el cargo de alférez, le concede una renta, y le permite seguir usando su nombre de varón. Tan famosa es que el Papa también la quiere conocer, y es enviada a Roma, y este queda tan impresionado que le concede seguir vistiéndose de hombre 24 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. LA MUJER EN EL SIGLO XVII En la sociedad moderna se le concedió a la mujer un papel exclusivamente doméstico. Se le trataba como un menor de edad: pasaba de estar bajo la tutela del padre a estar bajo la tutela del marido. Se esperaba que las mujeres llegaran vírgenes al matrimonio, porque en ello recaía la honra familiar Las mujeres de cierta posición social salían muy poco de casa, solo a lo estrictamente necesario: a misa, a la comedia y a visitar a amigas. Se esperaba además de las mujeres que tuviesen hijos, de tal manera que la fertilidad era un valor importantísimo. Conservaban una serie de derechos procedentes del derecho romano, como la dote, que es la cantidad de bienes que aportaba al matrimonio. En aquella época no existía el divorcio, pero sí existía la llamada figura del divorcius ad mensa que era parecida a la separación. El matrimonio no se disuelve, pero cada uno puede hacer vida por separado. La mujer nunca perdía sus derechos sobre la dote, de tal manera que si se llegaba a esta separación la mujer podía pedir la devolución de la dote. La mujer además, al igual que sus hermanos, tenía que casarse con quien les dijera su familia. Donde si hay sesgo es en la educación. La educación femenina es muy diferente a la masculina. Todavía la educación es un lujo, es un privilegio, porque no existe educación pública, por lo que se veía la educación como un privilegio de una minoría. En la Edad Moderna, además, se aprecia una cultura de lo escrito, que sí va a alcanzar a las mujeres. Gracias a la invención de la imprenta, el mundo se va a llenar de papeles escritos, que forman parte de la vida cotidiana. A pesar de esta fuerte relación con lo escrito, que se producía sobre todo en un ámbito urbano, va a haber una gran diferencia entre leer y escribir: había un profesor que te enseñaba a leer y otro que te enseñaba a escribir. La gente que aprende a leer es infinitamente mayor que la gente que aprende a escribir. Es algo completamente distinto, y reservado exclusivamente a las profesiones liberales. Esa separación también alcanzó a las mujeres. En el caso femenino, dentro siempre de las clases acomodadas, lo normal es que fuera la propia madre la que enseñara a leer a las niñas (o la dueña). La formación básica alcanzaba a ambos sexos era aprender a leer, rudimentos de catequesis y ciertas nociones de matemáticas. Solamente las familias más ricas formaban a sus hijas como si fuesen hombres. En un contexto histórico en el que no hay educación pública, lo normal es que no fuesen a escuelas y recibieran una educación en casa. Esto fue aumentando cada vez más. Hay un aumento, lento pero sin pausa, de la alfabetización femenina. El sueño humanista también alcanzaría a las mujeres, aunque con matices, de tal manera que los humanistas incluyeron a las mujeres en ese proyecto y animaron a que también las niñas recibiesen una educación similar a los varones. En la época se esperaba que esa mujer letrada se encargara de la administración del hogar y del cuidado de sus hijos, de tal manera que 25 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. había una fuerte resistencia a que aprendieran a escribir, porque se veía, para ciertos sectores de la sociedad, peligroso, pues se consideraba que era un saber inútil. En cualquier caso, es evidente que hay un interés cada vez mayor en que la educación femenina mejore, y esto se ve a través de los tratados de educación. Lo raro es que nunca se van a desprender de cierto paternalismo a la hora de tratar la educación femenina, y se aprecia muy bien porque los tratados distinguen la educación en función de su estado civil. La educación femenina fue creciendo, aunque nunca llegó a equipararse del todo. Hay casos de mujeres universitarias, pero era muy raro el hecho de que acabara en la universidad. En el caso de la escritura, el programa es bastante distinto, porque si bien era opinión mayoritaria de que las niñas debían aprender a leer, había un debate sobre si debían aprender a escribir. Se veía innecesario, inútil, porque era impensable que la mujer trabajara. Hubo un fuerte debate sobre si las niñas debían o no aprender a escribir, porque se pensaba que podían usarlo para caer en la tentación, como para escribir billetes amorosos. Solamente, si la niña quería entrar en un convento, estos moralistas veían bien que aprendiera a leer, a escribir, y algunos fundamentos de latín. Existió un buen número de moralistas que pensaba que si la mujer aprendía a escribir la empujaría a tareas más profanas, impropias de su género, como la poesía. En las familias humildes era imposible pensar en educar a las hijas, porque no había dinero ni para pagar la educación de los hijos. Los tratadistas del Siglo de Oro apoyaron que la educación femenina se ampliara impulsada por el antropocentrismo humanista que había exaltado al hombre como la creación más perfecta de Dios, un ser autónomo, libre y racional, dueño de su propio destino (entendiéndose “hombre” como humanidad). Esta misión divina abarcaba a las mujeres a pesar de la resistencia de los moralistas más conservadores. Entre las familias más humildes, especialmente en el entorno rural era impensable dedicar recursos a la educación de los hijos, de tal manera que en el campo muy pocas mujeres tenían acceso a la cultura escrita. La escritura era una habilidad inútil para una mujer en el campo, y en todo caso podía echar mano del sacerdote de turno o de un bachiller. No obstante, algunas mujeres sobresalieron por su educación, cultura e ingenio. Un caso paradigmático es el de la religiosa Juana Vázquez de la Cruz. Más conocida como Sor Juana de la Cruz (no Sor Juana Inés de la Cruz). Adquirió una cultura conventual excepcional a pesar de nunca haber aprendido a leer o a escribir. En el Siglo de Oro el contexto familiar será fundamental para determinar la educación de las hijas. Para algunas clases, sobre todo las más altas, enseñar a escribir era una novedad, de tal manera que al final se aprecia claramente cómo son las familias más próximas al mundo académico las que más atención pondrán en la educación de las hijas. 26 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. Un ejemplo vivo de esta estrecha relación entre universidad y educación femenina es Luisa Sigea, una mujer del siglo XVI que recibió una educación equiparable o superior a la de un hombre de manos de su padre, Diego Sigeo, un humanista profesor universitario de origen francés. Recibió una educación muy avanzada, hasta el punto que se decía que los hermanos hablaban entre sí en latín. Rodeada del círculo de intelectuales de Alcalá de Henares, destaca muy pronto por su erudición, asombrando a propios y extraños. Demostró un dominio sobresaliente en las lenguas clásicas, latín, griego y hebreo, y hablaba varias lenguas modernas como el francés y el italiano. Se casa y se traslada a Portugal, donde se convertirá en tutora de las infantas. Su fama como mujer culta sorprendió a la Europa cristiana. Mantuvo correspondencia en latín con personalidades de la época, como el propio Papa, obispos, y el mismo Felipe II. Mujeres como Luisa Sigea seguirán siendo una excepción durante todo el siglo XVII, y cuando aparecen serán vistas con recelo y desconfianza. Sin embargo, poco a poco se aprecia un cambio de tendencia, por lo que los casos se hacen más frecuentes. Se aprecia que a partir de 1630, las mujeres se hacen más frecuentes en las listas de tertulias académicas y justas poéticas. Estas justas poéticas, tan comunes en el barroco, eran una especie de concursos públicos, en los que los poetas podían leer sus poesías. Se redactaba una antología con una lista de participantes, de las que podemos sacar cada vez más nombres de mujeres. Se advierte un cambio de mentalidad. Si antes el conocimiento y el saber era algo impropio de una dama, que la mujer debía ocultar en público, ahora se convierte en un signo de distinción que se exhibe públicamente. En la Corte va a aparecer una nueva clase de mujer, que va a crear su propia categoría literaria. Es la llamada mujer culta, que Quevedo satirizará llamando “la culta latiniparla”. Esta mujer será una mujer de clase acomodada, con una formación intelectual muy superior a la media, aunque es cierto, con algunos defectos en su educación, pues la inmensa mayoría de estas mujeres son autodidactas. Estas lagunas van a provocar que de vez en cuando cometan algunos errores, donde entran los detractores de las mujeres, aprovechándolos para machacar sin piedad a esta clase de mujeres. Para los sectores más conservadores se veía como una anomalía que las mujeres participasen en la vida académica o cultural. Una mujer culta se veía como una transgresión social. Esto no detuvo a estas mujeres, que siguieron participando de la vida literaria y cultural, y cada vez en mayor número. Algunas darán el salto a la literatura y se convertirán en escritoras, como María de Zayas, Ana Caro y Mariana Carvajal. 27 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. · La mujer escritora La entrada de la mujer como autora de un discurso público planteó una serie de problemas. Escribir es un acto de afirmación individual, y en el siglo XVII en manos de una mujer se convierte en un acto de desafío. La mujer escritora, lo quiera o no, se enfrenta a las convenciones sociales, pues la escritura no es un ámbito femenino. El modelo de educación femenina sigue todavía inspirado en la Virgen María, que según San Buenaventura sólo habló siete veces en su vida. En el otro extremo está Eva, la culpable del pecado original. La mujer del siglo XVII se mueve sólo en esos dos extremos. En el Siglo de Oro la palabra escrita supone una cadena de conocimientos que debía ser ajena a las mujeres. Si una mujer entraba en la cadena se convertía en fuente de autoridad, no sólo al recibir conocimiento, sino también al transmitirlo. Esto no era concebible. Esta barrera fue franqueada de diversos modos, pero nunca desapareció del todo el prejuicio misógino. Sí es cierto que la mujer escritora toma ciertas precauciones, o se excusa por lo que está haciendo, ya sea por atraer la simpatía del lector, o por conciencia propia de estar haciendo algo malo. Una de estas justificaciones sería proyectar la responsabilidad y la culpa hacia Dios, y justificar su escritura en la inspiración divina. Otras lo justifican como un servicio a la sociedad, como instruir a otras mujeres. La tercera forma era escribir bajo un pseudónimo masculino. Era una pose, pues los pseudónimos eran conocidos por todos. Por ejemplo, todo el mundo sabía que detrás del nombre de Aquiles Napolitano se escondía la condesa de Paredes. Las mujeres tuvieron más problemas que los hombres para conseguir las licencias de impresión para obras profanas. No era así en el resto de Europa. Se sabe que en Italia las mujeres ya participaban activamente en las tertulias literarias desde mediados del siglo XVI, y en Francia eran muy comunes las academias patrocinadas por mujeres. El panorama editorial irá cambiando poco a poco para mejor. El punto de inflexión vendrá curiosamente de la Iglesia, y del ejemplo de Santa Teresa de Jesús. Se convierte en fuente de autoridad teológica, quizás el campo más complicado de todos para que una mujer entrase. La publicación de sus obras en 1588 supondrá un éxito que va a catapultar a la mujer escritora. No sólo rompía una barrera, sino que insertaba a la mujer en esta cadena de conocimiento. Además, Santa Teresa se convierte en la patrona de los escritores, y su figura animó a más mujeres a escribir. 28 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. · La prostitución en el siglo XVII La prostituta es un personaje omnipresente en el siglo XVII, sobre todo en la picaresca. Los relatos de los viajeros extranjeros retratan la gran cantidad de prostitutas que se podían ver en el país. La prostitución era legal, no solo en España sino en gran parte de Europa, y estaba perfectamente reglamentada por la Corona. El propio vocabulario de la época denota la cantidad de tipos de prostitutas existentes. - La manceba -> mujer que había sido retirada por un hombre, y vive mantenida por este. - La cantonera -> la que aguardaba al cliente en las esquinas, también llamada esquinera. - La Cortesana o tusona -> prostituta de lujo que trabajaba en su propia casa, y ofrecía también otra clase de servicios como bailar o cantar. - La ramera -> trabajaba en los mesones o tabernas. En aquella época las casas tenían dos plantas. Los mesones dedicaban la planta baja al negocio, y en la planta de arriba o bien vivía la familia, o las habitaciones eran alquiladas por estas mujeres para trabajar. Su nombre proviene de una rama que era colocada en el balcón para marcar su presencia. - La ninfa -> mujer de muy corta edad (niña, básicamente). - La niña del agarro. - Moza de partido. - La pescada -> de bajo nivel. - La trotona -> prostituta que acompañaba a los Tercios, de ahí su nombre. Este grupo crece tanto que la Corona las obliga a cortarse el pelo para evitar problemas con la familia de los soldados que los acompañan, y confusiones entre esposas y prostitutas. Abundaban sobre todo en ciudades portuarias y universitarias, donde se encontraban los potenciales clientes. Es un personaje omnipresente en la picaresca y otros géneros, desde la Celestina en adelante. Suelen aparecer mostrando una gran devoción religiosa a pesar de su vida pecaminosa. 29 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. Teniendo en cuenta que las damas apenas salían de casa, y que cuando lo hacían iban acompañadas, encontrarse a una mujer sola por la calle pasó a convertirse en sinónimo de prostitución. La literatura satírica se ríe mucho de los disfraces que solían asumir estas mujeres para pasar desapercibidas, como hacerse pasar por mujeres pedigüeñas. La prostituta además dio lugar a técnicas de seducción copiadas por las clases altas. El verbo “coquetear”, neutro en la actualidad, proviene de “hacer cocos”, que eran gestos que estas mujeres hacían para atraer clientes. Surge el llamado “lenguaje de abanicos”, una especie de lenguaje de signos críptico para posibles galanes. Tiene origen en el mundo de la prostitución, pero en el XVII ya está extendidísimo. Otra característica de la prostitución es el vestir. Por la calle, iban cubiertas por un manto, por lo que podían ocultar su identidad y pasar desapercibidas. Esto llamó la atención de las clases altas, y se da un curioso fenómeno que llamó la atención de la Corona: las damas comienzan a salir también cubiertas por un manto para no ser vistas y ganar libertad. También se da el fenómeno contrario: comienzan a aparecer prostitutas que salen a la calle con escudero. Llega un momento en el que es imposible distinguir a las damas de las prostitutas. A mediados de siglo la Corona decide intervenir y prohibir que las prostitutas lleven manto entero. Los burdeles estaban minuciosamente regulados por la ley. Para ejercer la prostitución se necesitaba una licencia que debía emitir un juez. Los requisitos legales para ejercer en un burdel eran tres: 1. Ser mayor de 12 años. 2. No ser noble. 3. Ser huérfana o estar repudiada por la familia. Al frente de estos burdeles había una persona encargada de regir el trabajo de estas prostitutas, y tenía la obligación legal de dar manutención a las mujeres a cambio de una cantidad fija por cada cliente. Como sucedía con la prostitución independiente, había diferentes categorías de burdeles. En el siglo XVII el número de burdeles se multiplica hasta que la Corona decide intervenir. En 1628 decide trasladarlos a los arrabales, y se prohíbe que estén dentro de las murallas de la ciudad. En la literatura la prostituta es un personaje ambivalente, por su vida pecaminosa y su profunda devoción religiosa. Era frecuente verlas en procesiones y fiestas religiosas, y su presencia era tolerada. 30 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. La prositución trajo consigo una serie de costumbres, que aún se conservan a día de hoy. En el siglo XVII se prohíbe que las prostitutas ejercieran en cuaresma, y eran expulsadas de la ciudad. El lunes de aguas se celebraba en Salamanca, ciudad universitaria, ya que coincide con el útlimo día de cuaresma, y las prostitutas podían volver a la ciudad, acompañadas de los universitarios que cruzaban el río Tormes, que marcaba los límites de la ciudad, e iban a recogerlas. EL ARTE BARROCO A finales del siglo XVI el esquema renacentista se empieza a descomponer ante la espiral de formas manieristas primero y barrocas después. Estas formas se decantan por otras expresiones de belleza, como el sueño, el grito, la sorpresa y la melancolía. Se busca la belleza en la expresión de sentimientos y no solo en el rostro sereno. Ejemplo: la Cabeza de Medusa de Caravaggio. La belleza clásica fría y estática evoluciona hacia un arte mucho más tenso, emotivo y dramático. El barroco busca una belleza no regida por cánones, y lo hace buscando lo singular y lo extraordinario. Se intenta expresar lo bello a través de lo feo, de la misma manera en la que se expresa la vida a través de la muerte. Importancia de los contrastes, porque de alguna forma este contraste potencia el efecto de lo expresado. Es el caso de Polifemo y Galatea. Lo grotesco del cíclope embellece aún más a Galatea. Esta búsqueda estética de lo singular gusta mucho a los románticos, y marca en gran parte sus cánones. Esta cosmovisión del siglo XVII va a reproducir una forma de autorrepresentación social, un cúmulo de ideas que reflejan el orden social. El artista barroco intenta representar la jerarquía. Otra oposición característica es la existente entre caos y orden, dicotomía que va a producir una serie de pares contrapuestos mediante la cual se va a intentar explicar el mundo. Paz y guerra, belleza y fealdad, devoción y pecado… No de forma didáctica, sino como forma de explicar el funcionamiento del cosmos. Se pensaba que funcionaba en estos contrastes. En la composición barroca hay poco espacio para grises intermedios (maniqueísmo). Este orden barroco expresado a través del arte tiene su mejor paradigma en la propia sociedad. En la sociedad barroca cada miembro ocupa su lugar y forma parte de una cadena. La única manera de mantener ese orden es que todo el mundo sepa el lugar que ocupa. Se espera que en ese orden social se respeten las clases y que cada individuo acepte su lugar en el mundo, sin lugar a cambios. 31 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. El único beneficiario de esta gran renuncia personal que supone el abandono de los deseos son las clases privilegiadas, que conservan así sus privilegios. Estas clases, mediante el mecenazgo, proyectan sus ideales en el arte. Muchos españoles del siglo XVII sufrieron el desengaño de darse cuenta del lento declive al que estaba condenada España. Las continuas devaluaciones de la moneda y las noticias de derrotas y desastres fueron haciendo mella en la población. La sociedad barroca es pesimista porque vive en un contexto de catástrofe. González Dávila dijo en 1642, comparando España con la gramática latina que “ya España no conjugaba un imperio, sino que lo declinaba”. Desengañada con el mundo, la sociedad comienza a buscar consuelo en el pasado. Hay un sentimiento de evasión en el tiempo. Busca consuelo en un tiempo indeterminado, sin principio ni fin, eterno, en la aetas. Por eso en los cuadros barrocos aparecen objetos que nos recuerdan el paso del tiempo, como un reloj o una vela medio consumida. Esto no quiere decir que no se busquen referentes históricos, que representan virtudes. Es el caso de Alejandro Magno, que para el artista barroco es el paradigma de la generosidad. La fugacidad del tiempo se traduce en la muerte, se recupera la tradición medieval de muerte como fuerza igualadora. Son frecuentes las calaveras. (tanatosophia: conocimiento de la muerte barroca, que lo devuelve todo al origen. La visión del tiempo es cíclica). Esto es otro enfrentamiento de contrarios: el tiempo finito contra el atemporal. Esta búsqueda del pasado recupera mitos y símbolos de la antigüedad clásica. El coleccionismo Las primeras colecciones de arte y los primeros museos modernos. La obsesión barroca por la crisis trae el gusto por la colección de objetos raros y antiguos por la obsesión del paso del tiempo. Una manera de vincularse a la historia. Juan de Espina y Velazco fue uno de los coleccionistas más prolíficos de su época, con distintos tipos de colecciones. También las colecciones daban cabida de cosas fantásticas: cadáveres de monstruos, piedras filosofales… El propio Felipe II coleccionaba reliquias, con una colección que llegó a superar a la del Vaticano. A Felipe II también se le atribuye el primer zoo de Europa, catálogo de animales vivos. Parker cuenta que al final de su vida solo reaccionaba cuando se mencionaban sus reliquias. Felipe II también aunaba objetos o supuestos objetos históricos: los dientes de Moctezuma, el áspid que mató a Cleopatra, etc. 32 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. Este germen trae los primeros museos modernos, las llamadas “cámaras de maravillas”, para enseñar los objetos a las visitas. Esta clase de demostración de poder maravillaba a los visitantes. Este tipo de colecciones no solo es un deseo de aferrarse al tiempo pasado, sino que también es una demostración de estatus y poder adquisitivo. Vicencio Juan de Lastanosa que presumía de tener en su poder un basilisco disecado. La posesión de las cámaras de maravilla era una gran ostentación externa, también suponía un gran honor para quien podía verlo. La intención de las colecciones siempre era abarcar todo el universo conocido. El canon de belleza En la cosmovisión barroca se creía posible hallar la belleza en la fealdad, la singularidad, etc… De ahí la fascinación barroca por pintar enanos, lo grotesco, la figura de Medusa… El artista barroco ya no se fija en el punto medio, tiende a los extremos, Fray Andrés de Villamanrique definió la belleza como lo siguiente “una consecuencia de lo que es raro” de tal manera que solo podemos llamar bello con justicia lo que es singular. La belleza tiene un componente subjetivo, hay dos modelos de mujer que se enfrentan. Durante la Edad Media, el mosaico de reinos caballerescos, señoríos rurales y repúblicas mercantiles acrecentó su predilección por un ideal de belleza que se alejaba de los parámetros que había en el mediterraneo. No fue un cambio de la noche a la mañana, la belleza morena y curvilínea de las matronas romanas, fue suplantada por la belleza carolingia: rubias y esbeltas. Se inspira en un modelo de belleza procedente de los nuevos invasores bárbaros. A lo largo de casi los diez siglos que dura la Edad Media, lejos de perder vigencia ese modelo estético se va consagrar gracias a la pintura del Trècento, la filosofía neoplatónica y la lírica provenzal. Los artistas se van a lanzar a describir la belleza angelical a través de la mujer, divinizándola: aparece el modelo de la dona agelicata, que pusieron de moda los poetas del dolce stil novo (poetas italianos de la segunda mitad del siglo XIII). Este nuevo modelo estético responde a un modelo estereotipado de la belleza: piel de alabastro, rubia, boca pequeña, nariz puntiaguda, torso esbelto, pechos discretos, cuello largo, dedos largos. Estamos hablando de un canon estético orientado a una mujer nórdica, del norte o el centro de Europa, y no mediterránea. La mujer mediterránea no podrá tener todos estos rasgos, pero las damas españolas se van a lanzar a reproducir este modelo de mujer gracias a los cosméticos: lejías para desteñir el cabello y solimanes para blanquear la piel. Los productos de belleza eran más comunes en España gracias a su cercanía con el mundo árabe. De tal manera, este canon de origen de las clases elevadas chocaba con el canon de belleza tradicional que seguía presente en la poesía popular: romances, coplas. 33 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. El mundo de los cosméticos o aceites está muy presente en la literatura del Siglo de Oro. Tenían doble función: las mujeres no sólo los usaban para embellecerse, sino también con propiedades curativas. Una lista de cosméticos de la época tomados de obras literarias: - Las aguas claras, aguas perfumadas que se utilizaban o bien para lavar el rostro o bien para desmaquillarse. - Las llamadas mudas, ungüentos pomadas o cremas que utilizaban las mujeres con distintos usos. - Los solimanes era un producto de belleza a base de mercurio para blanquear el rostro. - El alcanfor de lima, resina de árbol con el que se preparaban limpiezas de rostro, alternativa del S.XVII al alcanfor asiatico. - Aceite de lirio utilizado para todas las cremas y jabones para quitar manchas. - La azucena era otro componente de aguas claras y mudas para blanquear la garganta. - La hiel de vaca, líquido segregado por el hígado de estos animales, se utilizaba para hacer jabones. - Los huevos de tortuga que era un ingrediente muy preciado en la cosmética que se le atribuía toda clase de bienes para la piel, se extraía un aceite, llamado manteca, que tenía fines antiarrugas para el cutis. - Los unguentos tambien para la piel con aceites y grasas, es un léxico muy ligado a la prostitución y las clases altas, las aceites más famoso eran la grasa de gato, de culebra y de hombre (ser humano) que se extraía de los ajusticiados, del robo de sus cadaveres. - El aceite de cristal que se sacaba del alabastro se utilizaba para blanquear los dientes. - El polvo de drago extraído de su resina era una de las primeras pasta de dientes. - Los polvos de río o alhurreca eran para blanquear la piel o para solucionar las asperezas del rostro. - El polvo de coral rojo se podía utilizar para los problemas de encías. - La palomna era una planta que se utilizaba en toda clase de medicinas ungüento y plastos, incluso para la peste, con limón limpiaba las manchas rojas de la piel. 34 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. - Polvo de porcelana para los dientes. - Los dientes postizos se hacían con madera y hueso. - Los sahumerios los había de muy distintos tipos, era una especie de humos que se extraían de plantas aromáticas o salutíferas. - Había productos de cosmética o curativos que se les atribuía cualidades esotéricas o mágicas, si el helecho se cortaba en la noche de san juan tenía propiedades para el exorcismo y si se quemaba atraía la lluvia o si se quemaba en un brasero y inspiraba ese humo aumentaba su virilidad. Había plantas que se utilizaban para la menstruación hinojo de mar para regular la menstruación y evitar las pérdidas de orina. La manteca de azahar se consideraba parte fundamental para el remedio del mal de ojo. - La lagaria era una segregación del gato índico que se utilizaba como un poderoso afrodisíaco, de hecho había una confección que llevaba esto, almizcle, para solucionar la impotencia. - El almizcle se extraía de la vesícula de una cabra montesa. - El anime resina que se utilizaba como ingrediente para fortalecer el cerebro, quitaba el dolor de cabeza. - Los tipos de ambar: ambar negro, para perfumar o adovar los guantes, el liquidambar tenía la misma función; el ambar gris eran restos de lefa de cachalote que se utilizaba como perfume de la ropa. - El aceite de jazmín para perfumar el pelo; el aceite de perlas era para blanquear el rostro. - El color de granada era colorete para maquillar el rostro, era tan popular que se utilizaba licuado para pintar los labios. - El resplandor de Sevilla era otro tipo de muda que se utilizaba para maquillar la piel, pero no se sabe que color tenía; la flor de romero se utilizaba como ingrediente principal de gran parte de recetas. En líneas generales el canon de belleza renacentista sigue el esquema de la dona angelicata. Este modelo había sido refundido por Petrarca y acrecentado por el neoplatonismo. La pérdida de tapujos acerca del cuidado del cuerpo fue el cambio más notable, se empieza a apreciar una preocupación creciente por atender la higiene y controlar el peso. Ya en la Europa moderna con el desarrollo de las ciudades y la consolidación de la burguesía nace por 35 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. la necesidad de las relaciones sociales y de proyectar una imagen. En el s.XVI el canon responde punto por punto a la lírica petrarquista. Ya a finales de este siglo empieza a verse una evolución al canon de belleza, el canon culto de origen petrarquista comienza a perder vigencia, aquí es donde entra en juego el canon de belleza popular que había quedado renegado. El modelo petrarquista se va a consumir, y de sus rescoldos aparece el llamado antipetrarquismo, que parodia esas descripciones tan difíciles de alcanzar. El canon petrarquista va pasando de moda. Estos nuevos paradigmas estéticos son solo una prueba de un cambio de tendencia que traspasaba la frontera. Las victorias de los Tercios no solo trajeron sangre y fuego a los campos de Europa; la política imperial de los Austrias exportó la cultura española a los cuatro rincones del continente. Si las mujeres europeas trataban de hablar la lengua, vestir a la española, e imitar los artificiosos peinados, era cuestión de tiempo que este canon nórdico perdiera fuelle. Como acontecerá en época romántica los viajeros extranjeros regresaran a sus hogares seducidos por la belleza de las españolas, por sus rasgos físicos y su trato y conversación ingeniosa, aunque no dejan de lamentar su obsesión por el maquillaje y por esconder su baja estatura. Aquel largo duelo de una estética culta de Corte petrarquista y una popular de Corte cancioneril acabará inclinándose hacia la segunda por razones socioculturales más allá del puro agotamiento de un modelo poético determinado. El caso más paradigmático de este cambio de tendencia sería el concerniente a la batalla entre rubias y morenas. En época barroca unos cabellos dorados seguirán siendo considerados hermosísimos, sobre todo por su rareza, pero cada vez serán más las mujeres que preferirán dejarse su color natural, sea moreno o castaño. En la poesía tradicional castellana el color negro nunca dejó de ser el favorito. Desde un punto de vista literario, el desfallecimiento de este cánon nórdico habría que relacionarlo con el auge de la poesía antipetrarquista, se que se va a burlar de los cabellos rubios reivindicando con vehemencia el pelo moreno. Uno de los mejores ejemplos del cánon de belleza barroco se encuentra en una comedia de Lope de Vega, La doncella Teodor. Es un debate intelectual dividido en tres partes, a la manera aristotélica. Hay rasgos petrarquistas que se mantienen. Se ha debatido sobre el rasgo de las encías, que no aparece en el canon petrarquista y se piensa que es de influjo mozárabe. En el mundo árabe medieval se consideraba hermoso que las encías fueran lo más rojas posibles. Este rasgo no ha dejado muchas huellas en la literatura del Siglo de Oro. Otras pertenecen al canon petrarquista, pero también al tradicional, como los dientes blancos, que implican juventud ante una sociedad carente de higiene dental. Este canon está dirigido a un contexto social de clases urbanas medio-altas, que son las únicas capaces de conseguir y mantener estos rasgos. 36 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. Mientras que el canon petrarquista exigía hombros y caderas estrechas, el canon barroco todo lo contrario. En el Renacimiento se preferían los ojos claros, mientras que el barroco predominan los oscuros de una mujer del sur de Europa, del Mediterráneo. La obsesión por tener la tez lo más blanca posible viene de un libro de Santo Tomás de Aquino, De pulchro et bono, que intentó definir la belleza de forma objetiva. Definió la belleza como suma de tres cualidades: la integritas (un cuerpo completo), la proportio (un cuerpo proporcionado) y la claritas (la claridad de piel como reflejo de la pureza del alma). Viene de la filosofía neoplatónica, que asocia lo claro con virtud, la luz con Dios. Esto está asociado a criterios culturales como la necesidad de trabajar. Para conseguir esta blancura se usaban productos que, como mucho, tenían efecto temporal, de tal manera que las damas españolas del siglo XVII se obsesionaron con estar lo más pálidas posible. Surge la bucarofagia, un intento desesperado por conseguir un color de piel pálido casi enfermizo. La bucarofagia consistía en comer trozos de barro, costumbre que llegó al siglo XX. En el siglo XVII las damas jóvenes solteras comían este barro semicocido aromatizado que se vendía en forma de pastillas. Lo más elaborado era una especie de pequeños botijos que se iba disolviendo en la boca. Este barro no puede ser diregido por el cuerpo humano, y se va acumulando en el intestino hasta que provoca un colapso. Así, cualquier alimento que la mujer tome no pasa al riego sanguíneo. Esta mujer no sólo pierde peso, sino que la anemia le provoca este color blanco amarillento que estas damas perseguían, el “color quebrado”. Otra costumbre muy nociva para conseguir esta delgadez extrema era intentar evitar el desarrollo de los pechos vendándolos con placas de plomo. 37 a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-7749388 Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.