TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO PDF

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This document discusses violence against women, examining its types, epidemiology, and theories. It is suitable for an undergraduate criminology course.

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Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO 1. Sobre la violencia familiar y de género: concepto legal, tipos de violencia, y epidemiología del fenómeno. 1.1.La violencia de género como delito diferenciado de la viole...

Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO 1. Sobre la violencia familiar y de género: concepto legal, tipos de violencia, y epidemiología del fenómeno. 1.1.La violencia de género como delito diferenciado de la violencia doméstica 1.2.Tipos de violencia de género 1.3.Epidemiología del fenómeno en España 1.3.1. Sobre el denunciado 1.3.2. Sobre las víctimas 1.3.3. Sobre la relación víctima-denunciado 2. Teorías, modelos y factores explicativos 3. Sobre el origen y el mantenimiento de la violencia de género 4. El agresor de género 4.1.El perfil psicopatológico del hombre violento 4.1.1. Psicopatologías 4.1.2. Alteraciones psicológicas 4.2.El perfil psicológico del maltratador de género Referencias ANEXO: El sistema Viogén 1 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO 1. Sobre la violencia familiar y de género: concepto legal, tipos de violencia, y epidemiología del fenómeno. 1.1.La violencia de género como delito diferenciado de la violencia doméstica Desde un punto de vista legal y atendiendo a nuestro ordenamiento jurídico a la hora de hablar de violencia familiar hay que diferenciar, ineludiblemente, entre violencia doméstica y violencia de género. Aunque en ocasiones se utilizan de forma indistinta, responden a realidades legales diferentes. En la actualidad, no son conceptos equivalentes y no deben emplearse de manera indistinta. No obstante, la violencia de género no adquirió un reconocimiento legal pleno y diferenciado de la violencia doméstica hasta la entrada en vigor de la Ley Orgánica 1/2004 de 28 de diciembre de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Con anterioridad a este momento, bajo la denominación de violencia de doméstica se integraban los diferentes tipos de violencia acaecidos dentro del núcleo familiar, incluida la violencia de género. De este modo, Ley Orgánica 1/2004 concede a la violencia de género, de manera oficial, un contenido diferenciado del de la violencia doméstica. Así, el artículo 1.3 establece que la violencia de género es “todo acto de violencia física y psicológica, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de la libertad”, y de acuerdo con el artículo 1.1, este tipo de violencia se ejerce “sobre las mujeres, por parte de quienes sean sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aún sin convivencia, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres”. A esta complejidad conceptual y terminológica contribuye el empleo cotidiano de otras múltiples denominaciones provenientes de los ámbitos políticos, sociales y académicos, como violencia machista o violencia contra la mujer. En ocasiones, para integrar bajo dicha denominación otras formas de violencia ejercidas contra la mujer sin que medie ningún tipo de relación 2 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO afectiva como pueden ser las agresiones sexuales cometidas por desconocidos, el proxenetismo, o el consumo de prostitución, entre otras. Por otro lado, atendiendo a la amplia diversidad de formas de violencia que podrían suceder en la familia y también por el amplio interés científico y social que despierta la violencia de género, en este tema nos centraremos en el agresor de violencia de género; sin que por ello, no se dejen de mencionar, en algún momento, aspectos comunes que puedan guardar relación con otros tipos violentos, así como hacer referencia a otras violencias que ocurren en la intimidad del hogar. 1.2.Tipos de violencia de género El maltrato a la mujer, por parte de su pareja, representa una de las formas de violencia contra las mujeres más frecuente en las sociedades occidentales, convirtiéndose en un grave problema de derechos humanos y de salud pública, debido al contundente impacto que ocasiona sobre el bienestar de la mujer. Tradicionalmente, se han identificado tres grandes tipos de violencia contra la mujer en función de la conducta emitida por el agresor: a. La violencia física. Consiste en comportamientos que incorporen el empleo intencional de algún instrumento o procedimiento para dañar el organismo de otra persona, de manera que implique riesgo de lesión física, enfermedad, daño o dolor, independientemente de los resultados efectivos del mismo (Labrador et al. 2010). Constituye el modo más evidente de violencia (Novo & Seijo 2009) y, por ende, la más fácilmente identificable. b. La violencia psicológica. Se refiere a todo comportamiento, físico o verbal, activo o pasivo, dirigido a inducir en la víctima intimidación, desvalori-zación, sentimientos de culpa o sufrimiento. Concretamente, puede consistir en abuso económico, aislamiento intimidación, negación, minimización y culpabilización, amenazas, y uso de los niños (Labrador et al. 2004; OMS 2005). Por sus características resulta más difícilmente identificable que el maltrato físico al no dejar signos de detección evidentes (McAllister 2000). No obstante, parece ser más habitual (Fontanil et al. 2005), y los daños 3 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO que origina en la víctima revisten una gravedad equiparable a la del maltrato físico (Sarasua & Zubizarreta 2000). c. La violencia sexual. Puede definirse como "todo acto sexual, la ten-tativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexu-ales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra per-sona, independientemente de la relación de ésta con la víctima, en cualquier ámbito, incluyendo el hogar y el lugar de trabajo" (OMS, 2005). En realidad, constituye un maltrato de tipo físico, aunque debido a su carácter peculiar se aborda como una entidad independiente. Referir que lo habitual es que estas tres categorías se presentan de forma combinada (Dutton, 1993), de forma que la violencia física se acompaña frecuentemente de maltrato psicológico, y, en una tercera parte de la casuís-tica, también se produce abuso sexual (Ellsberg, Pena, Herrera, Liljestrand & Winkiyist, 2000). En esta línea, Matud (2004) en una invesngación realizada con una muestra de mujeres españolas, víctimas de violencia de género, encontró una mayor frecuencia para los abusos físicos y ps1cologicos (46%); seguida de físicos, psicológicos y sexuales (33 %), solo psicológicos (16) o psicológicos y sexuales (5 %) . 1.3.Epidemiología del fenómeno en España 1.3.1. Sobre las víctimas En 2019 se registraron 31.911 mujeres víctimas de violencia de género correspondientes a los asuntos en los que se habían dictado medidas cautelares u órdenes de protección, lo que supuso un aumento del 2,0% respecto al año anterior. Casi la mitad de las víctimas de violencia de género (el 47,1%) tenían entre 25 y 39 años. La edad media de las víctimas fue de 36,6 años. Los mayores aumentos del número de víctimas en 2019 se dieron entre las mujeres de 75 y más años (25,0%) y de 70 a 74 años (15,6%). Por su parte, el mayor descenso se dio en las mujeres de 65 a 69 años (–8,9%). 4 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO La tasa de víctimas fue de 1,5 por cada 1.000 mujeres de 14 y más años, alcanzando su máximo en el tramo de edad de 30 a 34 años (3,7 víctimas por cada 1.000 mujeres), seguido del intervalo entre 25 y 29 años (3,6 víctimas por cada 1.000 mujeres). Atendiendo al lugar de nacimiento3, casi dos de cada tres víctimas de violencia de género habían nacido en España (el 63,1% del total), proporción similar a la del año anterior. La tasa de víctimas por cada 1.000 mujeres de 14 y más años fue casi tres veces superior en las nacidas en el extranjero (3,5) que en las nacidas en España (1,1). En ambos casos las cifras fueron similares a las del año anterior. Entre las víctimas nacidas en el extranjero, las de África y América presentaron las tasas más elevadas, mientras que las de Asia y Oceanía registraron las más bajas. En lo que concierne a Galicia, en 2019, hubo 1.356 víctimas. En esta línea y en términos relativos, las mayores tasas de víctimas de violencia de género inscritas por cada 1.000 mujeres de 14 y más años se registraron en Illes Balears, Comunitat Valenciana y Región de Murcia (2,2 en las tres). Mientras que, por el contrario, País Vasco (0,7), Cataluña (1,0) y Galicia (1,1) presentaron las menores tasas. 1.3.2. Sobre el denunciado Un total de 31.805 hombres fueron registrados como denunciados por violencia de género en los asuntos con orden de protección o medidas cautelares dictadas inscritos en el Registro a lo largo de 2019, lo que representó un 1,8% más que en el año anterior. Casi la mitad de los denunciados (49,1%) se concentraron en las edades de 30 a 44 años. La edad media de los denunciados fue de 39,4 años. Los mayores aumentos en el número de denunciados por violencia de género se dieron en los menores de 18 años (21,4%) y en el grupo de 75 y más años (14,6%). La tasa de denunciados4 fue de 1,6 por cada 1.000 hombres de 14 y más años, alcanzando su máximo en los grupos de 30 a 34 años (3,5 denunciados por cada 1.000 hombres de esa edad) y de 35 a 39 años (3,3). 5 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO Por lugar de nacimiento, casi dos de cada tres denunciados (el 63,5% del total) habían nacido en España. La tasa de denunciados por cada 1.000 hombres de 14 y más años fue superior en los nacidos en el extranjero (3,8) que en los nacidos en España (1,2). Dentro de los nacidos en el extranjero, las tasas más elevadas de denunciados correspondieron a los nacidos en África y América. Las más bajas se dieron entre los nacidos en Asia y Oceanía. 1.3.3. Sobre la relación víctima-denunciado Atendiendo al tipo de relación existente entre la víctima y el denunciado, en el 25,6% de los casos ambos eran cónyuges o excónyuges, en el 43,8% mantenían una relación de pareja o expareja de hecho, en el 29,5% era de novia o exnovia, y en el 1,2% estaban en proceso de separación. En tres de cada cuatro parejas (el 74,9%) el denunciado y la víctima tenían entre 20 y 49 años. Según el lugar de nacimiento, en el 53,8% de las parejas los dos habían nacido en España, en el 9,8% en América y en el 6,1% el denunciado nació en España y la víctima en América. 2. Teorías, modelos y factores explicativos Existen tres grandes líneas teóricas sobre la violencia de género, cada una de las cuales establece una etapa histórica diferente (Soria, 2005). Para GilesSimms (1984), los primeros estudios sobre la violencia doméstica se sitúan dentro del campo de la psicología clínica, pasando posteriormente a la sociología y finalizando en la psicología social. Estas son: a. Teorías psicopatológicas: agresor y/o víctima. Son las más antiguas y pueden dividirse en dos grandes grupos. Una primera tiende a la culpabilización de la víctima, incluso se elabora una conceptualización sadomasoquista de dichas mujeres. Según dicha teoría, las mujeres maltratadas aceptarían la situación a cambio de mantener su relación afectiva con el agresor. Una segunda pone el énfasis en los trastornos de personalidad del agresor, esencialmente el alcoholismo. Según dicha 6 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO teorización, el agresor perdería el control al hallarse bajo los efectos de la droga, y ello le conduciría a la agresión. Ambas teorías de corte psicopatológico y de personalidad dejan sin explicar muchas cuestiones: no todos los alcohólicos son violentos, los agresores de género no tienen que ser violentos también fuera de casa, la mujer agredida rechaza la situación, se confunden las cogniciones de la víctima con la valoración personal de la situación, la inmensa mayoría de agresores son hombres, se enfatiza en la personalidad y no en la conducta interactiva, etc. b. Teorías socioculturales: feministas. A principios de la década de 1970 el movimiento feminista analizó el fenómeno de la violencia contra la mujer y desterró hipótesis preexistentes al poner de relieve tres principios esenciales (Stanko, 1988); así, se trata de un fenómeno violento sociológicamente muy extendido en todas las culturas. Más allá de lo recogido por las estadísticas oficiales, se sostiene que es un delito penalmente perseguible y que por tanto obliga a los poderes públicos a una protección y tutela efectiva de los derechos de la víctima, y tiende a percibirse socialmente como algo privado, especialmente por la policía y la justicia, y por ello minusvalorado en su actuación legal. En síntesis, las diversas teorías feministas establecen que la violencia de género es tan sólo una fórmula de perpetuar el dominio del hombre sobre la mujer dentro de la familia, y se origina cuando sobre una distribución desigual de roles entre ambos sexos que produce un ejercicio de poder por parte del hombre. La perpetuación del poder masculino se mantiene al defenderse la unidad de la familia por encima de otros principios y en la indiferencia de las instituciones públicas, y de la propia sociedad, en la detección y persecución de dichos delitos. Por ello a nivel psicosocial dos factores son muy significativos: la violencia doméstica es una interacción continuada de roles basada en un uso desequilibrado del poder y que los efectos de la misma se producen a medio/largo plazo generando una situación de indefensión en la víctima. 7 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO c. Teorías psicosociales: el fenómeno circular. Ambos principios serán recogidos por Eleonor Walker al elaborar su «teoría circular de la violencia de género» (1977-1978). Dicha conceptualización parte de un enfoque psicosocial del problema, destacando de forma muy especial el papel de la interacción entre agresor y víctima y sus efectos progresivos a lo largo del tiempo. En su teoría se recogen tres fases que se producen en todo episodio violento doméstico: la construcción de la tensión, la explosión o incidente agresivo, y la calma. Este proceso se mantiene hasta el siguiente episodio, pero éste ya no será igual, la víctima se situará en una posición progresivamente más vulnerable y de indefensión frente al agresor, fruto de su pérdida constante de autoestima. Diversas investigaciones han validado la eficacia del modelo. Contrariamente a lo que podría pensarse, la fase de calma conduce a la víctima a generar expectativas positivas de resolución o mantenimiento de la situación, que inicialmente sólo son fantasías, pero posteriormente se convertirán en patrones de conducta. Por su parte, Fariña, Arce, Seijo y Novo (2010), sostienen que son diversas las teorías que han abordado la violencia de género desde diferentes enfoques, de corte biológico, psicológico o sociocultural. Sin embargo, como señalan Ríggs, Caulfield y Street (2000), tras una profunda revisión empírica de la correlación y la predicción de la violencia de género, no existe un indicador ni un conjunto de indicadores claros que permita identificar a individuos perpetradores. Para poder comprender la naturaleza multidimensional de la violencia de género. Tomando como referencia el modelo ecológico (Bronfenbrenner, 1987), aplicado la violencia de pareja, en tanto «la violencia es el resultado de la acción recíproca y compleja de factores individuales, relacionales, sociales, culturales y ambientales» (OMS, 2003, 13). Centrándonos en la violencia de pareja, el modelo ecológico propone diversos niveles de influencia: a. Nivel individual: características del individuo que puedan incrementar a probabilidad de perpetrar la violencia, estos es, factores biológicos y de la historia personal del individuo que pueden influir en el comportamiento del agresor. En este sentido, se señalan la alta impulsividad, la baja 8 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO asertividad o la presencia de determinados síndromes psicológicos como la depresión, el abuso de sustancias o el trastorno límite de personalidad (Riggs, Caulfield y Street, 2000). Diversos estudios erea-lizados en Canadá y Estados Unidos concluyen es más probable que los hombres violentos sean emocionalmente dependientes, inseguros, con baja autoestima (Kantor y asins y, 1998). De igual modo, exhiben una mayor tendencia a la depresión, y obtienen puntuaciones elevadas en determinadas escalas de trastornos de personalidad antisocial, agresiva y límite (Black, Schumacher, Smith y Herman, 1999). No obstante, la tasa de trastornos psicopatológicos suele ser baja en entornos donde la violencia de pareja es común (OMS, 2005). Como señalan Fernández-Montalvo y Echeburúa (2008), es necesario profundizar en la investigación sobre la relación entre trastornos de personalidad en general, y psicopatía en particular, y la violencia contra la pareja. b. Nivel relacional: las relaciones sociales próximas, como la relación de pareja, hace más probable el maltrato reiterado por parte del agresor (Reiss y oth, 1993). Se incluyen en este nivel algunas características de las relaciones de pareja, como es el elevado nivel de conflicto en la relación (Black, Schumacher, Smith y Herman 1999), o la experiencia de violencia en el noviazgo, aunque las investigaciones al respecto no arrojan resultados concluyentes. c. Nivel comunitario: determinados contextos sociales comunitarios resultan potencialmente favorecedores de las situaciones de violencia. De este modo, se señalan variables como la alta densidad o la heterogeneidad de la población, la marginalidad o el desempleo, entre otros (Krug y otros, 2003). En esta dirección, los estudios realizados en diferentes ámbitos constatan que la violencia de pareja tiene lugar en todos los niveles socioe-conómicos, aunque un elevado nivel de pobreza puede connotar diversas condiciones que, a su vez, incrementan el riesgo de violencia (Heise, 1998). 9 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO d. Nivel social: hace referencia a factores más estructurales como las normas, las actitudes o la aceptación social de la violencia, que enfatizan la importancia de la estructura social, las creencias y las conductas compartidas en el sistema social (Expósito y Moya, 2005; Gelles y Strauss, 1979). Se incluirían las normas socioculturales o las expectativas de rol que refuerzan la subordinación femenina y contribuyen a perpetuar la violencia masculina (APA, 1999). En este sentido, los estereotipos de género, dimensionados a nivel descriptivo, pero también prescriptivo, esto es, de cómo deberían comportarse, hombres y mujeres, cumplen la función social de justificar el orden social, convirtiéndose en un elemento discriminatorio y de resistencia al cambio (Cuadrado, 2007). Finalmente, en este nivel se recoge la cultura del honor, que si bien guarda relación con las características culturales de las sociedades, y por tanto con mayor impacto en algunos países, fomenta los roles de género y contribuye a perpetuar la violencia contra las mujeres (Vandello y Cohen, 2003). 3. Sobre el origen y el mantenimiento de la violencia de género En la mayoría de los casos, los episodios de maltrato comienzan en los inicios del matrimonio, en otros, ya durante el noviazgo. En este sentido, la presencia de algún tipo de agresión psicológica durante los primeros meses de la relación es un claro predictor de futuras conductas de maltrato físico. Una vez que ha surgido el primer episodio de violencia, y a pesar de las muestras de arrepentimiento del maltratador, la probabilidad de que se produzcan nuevos episodios, y por motivos cada vez más insignificantes, es mucho mayor. Este primer episodio supone la ruptura de las inhibiciones relacionadas con el respeto a la otra persona y el inicio del uso de la violencia como estrategia de control de su conducta. El sufrimiento de la mujer, lejos de constituirse en un freno al maltrato y suscitar una empatía afectiva o, al menos, un sentimiento de compasión, se constituye en un estímulo favorecedor de la agresión (Gottman y Jacobson, 2001). La conducta violenta en el hogar es resultado de un estado emocional intenso, la ira, que interactúa con unas actitudes de hostilidad, con un pobre 10 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO repertorio de conductas (déficit de habilidades de comunicación y de solución de problemas) y con unos factores precipitantes (situaciones de estrés, consumo excesivo de alcohol, celos, etc.) para proyectarse sobre una víctima que se percibe como vulnerable y sin capacidad de respuesta. En la conducta violenta intervienen, por tanto, los siguientes componentes (Echeburúa y Corral, 2002): a. Una actitud de hostilidad, que puede ser resultado de estereotipos sexuales machistas, como por ejemplo, la idea de la necesidad de sumisión por parte de la mujer, de la existencia de celos patológicos, o de la legitimación subjetiva de la violencia como estrategia de solución de problemas. b. Un estado emocional de ira. Esta emoción, que es de intensidad variable (desde la suave irritación o molestia a la rabia intensa) y genera un impulso para hacer daño, se ve facilitada por la actitud de hostilidad hacia la mujer y por situaciones de estrés ajenas propiamente a la relación de pareja (contratiempos laborales, dificultades económicas, problemas en la educación de los hijos, etc.). c. Unos factores precipitantes directos. El consumo excesivo de alcohol o drogas, sobre todo cuando interactúa con las pequeñas frustraciones de la vida cotidiana en la relación de pareja, contribuye a la aparición de las conductas violentas. d. Un repertorio de conductas pobre. Más concretamente, es la ausencia o el déficit de habilidades de comunicación y de solución de problemas la que impide la canalización de los conflictos de una forma adecuada. El problema se agrava cuando existen alteraciones de la personalidad, como suspicacia, celos, autoestima baja, falta de empatía afectiva, necesidad extrema de estimación, etc. e. La percepción de vulnerabilidad de la víctima. Un hombre irrita do puede descargar su ira sobre otra persona (mecanismo frustraciónira-agresión), pero suele hacerlo sólo sobre aquella que percibe como más vulnerable y lo hace en un entorno cerrado, el hogar, donde le resulta más fácil ocultar lo ocurrido. 11 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO f. Los logros obtenidos con las conductas violentas previas. Muy frecuentemente el maltratador ha alcanzado sus objetivos a través del uso de la violencia. En este sentido, la violencia puede ser un método su-mamente efectivo y rápido para salirse con la suya. A su vez, también se refuerza el comportamiento de sumisión por parte de la mujer, puesto que con una respuesta claudicante consigue evitar, al menos hasta cierto punto, las consecuencias derivadas de una conducta violenta por parte de su pareja. Todo ello explica, junto con otras variables (la dependencia emocional y económica, la presencia de los hijos, la presión social, el miedo al futuro, etc.), la perpetuación en el tiempo de determinados tipos de relación claramente insanos. Una característica del maltrato es la negación de este comportamiento por parte del maltratador. Cuando una conducta genera malestar al pensar fríamente en ella o es rechazada socialmente se utilizan estrategias de afrontamiento para eludir la responsabilidad (por ejemplo, buscar excusas, alegar que se trata de un problema estrictamente familiar, hacer atribuciones externas, considerar lo que ocurre como normal en todas las familias o quitar importancia a las consecuencias negativas de esas conductas) (Dutton y Golant, 1997; Madina, 1994). 4. El agresor de género 4.1.El perfil psicopatológico del hombre violento Los trastornos mentales, en sentido estricto, son relativamente poco frecuentes (cerca del 20 % del total) (Sanmartín, 2000, 2002). Sin embargo, en todos los casos se dan alteraciones psicológicas en el ámbito del control de la ira, la empatía y la expresión de emociones, las cogniciones sobre la mujer y la relación de pareja, y las habilidades de comunicación y de solución de problemas. 4.1.1. Psicopatologías 12 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO A veces existe cierta relación entre la violencia familiar y los trastornos mentales. En general, los trastornos mentales más frecuentemente relacionados con la violencia en el hogar son las psicosis, por el componente de ideas delirantes de celos o de persecución que posee, y el consumo abusivo de alcohol y drogas, que pueden activar las conductas violentas en personas impulsivas y descontroladas. Los maltratadores suelen presentar abundantes síntomas psicopatológicos, aunque los cuadros clínicos definidos son menos frecuentes. Así, por ejemplo, en el estudio de Fernández-Montalvo y Echeburúa (1997) el 45 % de los maltratadores estudiados presentaba un historial psiquiátrico anterior muy por encima de la tasa de prevalencia del 15 %-20 % en la población general. Los motivos de consulta más frecuentes habían sido el abuso de alcohol, los trastornos emocionales (ansiedad y depresión) y los celos patológicos. Sin embargo, este hecho no debería constituirse en una explicación unidireccional del maltrato doméstico. La violencia conyugal puede ser parcialmente consecuencia de un trastorno mental, pero también la causa de que se produzcan alteraciones psicopatológicas. Los factores predictores de comportamientos violentos entre los enfermos mentales son los siguientes: a) historial previo de agresiones; b) negación de la enfermedad y consiguiente rechazo del tratamiento; c) trastornos del pensamiento (ideas delirantes de persecución) o de la percepción (alucinaciones relacionadas con fuerzas externas controladoras del comportamiento), con pérdida del sentido de la realidad; d) daños cerebrales; e) maltrato infantil, y f) consumo abusivo de alcohol y drogas (Pincus, 2001; Rojas Marcos, 1995). a) Consumo de alcohol y de drogas. La agresión bajo la influencia directa del alcohol es muy variable y oscila entre el 60 % y el 85 % de los casos. De cualquier forma, el abuso de alcohol no explica en su totalidad la presencia de conductas violentas en los maltratadores. ¿Por qué, por ejemplo, se golpea o humilla a la mujer bajo los efectos del alcohol y no se hace lo mismo con el 13 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO jefe o con un vecino? Lo que hace el alcohol es activar las conductas violentas derivadas de unas actitudes hostiles previas (Echeburúa, Amor y Fernández-Montalvo, 2002). Por lo que se refiere al consumo de drogas, las tasas de incidencia en los hombres violentos son menores y oscilan entre el 13 % y el 35 % de los sujetos estudiados (Bergman y Brismar, 1993). b) Celos patológicos. Es relativamente habitual la presencia conjunta de celos patológicos y violencia familiar. Se trata de sujetos en los que la firme creencia en la infidelidad de sus parejas provoca un estado emocional intenso de ira que, junto con otros factores, puede desencadenar episodios de violencia (Echeburúa y Femández-Montalvo, 2001). No debe olvidarse, en este sentido, que este trastorno constituye un factor de riesgo de homicidio de la pareja, los llamados crímenes pasionales, especialmente en tomo o inmediatamente después de una separación no deseada por el agresor. En el caso del homicidio de la mujer, los principales factores de riesgo son los siguientes: llevar casada más de 12 años; haber sido objeto de malos tratos habituales y de amenazas de muerte; pertenecer a una clase social baja; haber abandonado a su agresor después de una larga convivencia, y llevar separadas, de hecho, menos de 9 meses. En estos casos, el homicidio es el último episodio de una historia anterior de malos tratos (Cerezo, 2000). c) Trastornos de personalidad. Asimismo, algunos trastornos de personalidad pueden estar implicados en la adopción de conductas violentas en el seno de la familia (White y Gondolf, 2000). En concreto, la psicopatía (caracterizada por la manipulación, la falta de empatía en las relaciones interpersonales y la ausencia de remordimiento ante el dolor causado), propicia la aparición de 14 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO conductas violentas y crueles (Corral, 1994; Garrido, 2000; Hare, 2000). A su vez, el trastorno límite de la personalidad, en el que son frecuentes la impulsividad, la inestabilidad emocional y un sentimiento crónico de vacío, propicia la aparición de conductas impredecibles en la relación de pareja. Por último, el trastorno paranoide, en el que la desconfianza y los recelos están presentes de forma constante, y el trastorno narcisista, en el que el sujeto necesita de una estimación permanente, son algunos otros trastornos que entrañan un cierto riesgo de violencia en la pareja (Rojas Marcos, 1995). 4.1.2. Alteraciones psicológicas Las alteraciones psicológicas pueden ser muy variables, pero de una forma u otra, y a diferencia de los trastornos mentales, están presentes en la mayoría de los casos: a) Falta de control sobre la ira. Los maltratadores se caracterizan por la pérdida de control sobre la ira. Se puede hablar de una ira desbordada cuando se dirige de forma desmedida hacia otros seres humanos, cuando produce consecuencias muy negativas para el bienestar de los demás y de uno mismo, e incluso cuando aparece en situaciones innecesarias o ante estímulos irrelevantes. La ira viene acompañada de ciertos gestos físicos, como fruncir el ceño, apretar los dientes, sentirse acalorado (hervir la sangre), cerrar los puños o hincharse la yugular (Tobeña, 2001). En estos casos la ira es una respuesta a una situación de malestar (por ejemplo, de estrés en el trabajo o de insatisfacción con uno mismo) o una forma inadecuada de hacer frente a los problemas cotidianos (dificultades en la relación de pareja, control del dinero, problemas en la educación de los hijos, enfermedades crónicas, etc.) (Echeburúa y otros, 2002). 15 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO b) Dificultades en la expresión de las emociones. Las dificultades de expresión emocional están en el origen de muchos conflictos violentos en el hogar. Muchos hombres han aprendido a no ex-presar sus sentimientos porque éstos «son fuente de debilidad» y «el hombre debe ser fuerte», y a no interpretar adecuadamente los sentimientos de su pareja. Los hombres violentos, sobre todo cuando cuentan con una baja autoestima, tienden a valorar las situaciones como amenazantes. De este modo, la inhibición de los sentimientos y esta percepción distorsionada de la realidad pueden crearles conflictos que no saben resolver de otra manera que no sea mediante el uso de la violencia. Pero esta situación lleva a un círculo vicioso: la reiteración de la violencia no hace sino empeorar la baja autoestima del agresor (Dutton y Golant, 1997). El aislamiento social y, sobre todo emocional, es un factor que apa-rece con frecuencia en muchos hombres violentos. Al margen del mayor o menor número de relaciones sociales, habitualmente menor, lo más característico es la dificultad para entablar relaciones de intimidad o de amistad profunda, lo que refleja el analfabetismo emocional que les caracteriza. c) Distorsiones cognitivas sobre la mujer y la relación de pareja. Los hombres maltratadores suelen presentar numerosos sesgos cognitivos, relacionados, por una parte, con creencias equivocadas sobre los roles sexuales y la inferioridad de la mujer y, por otra, con ideas distorsionadas sobre la legitimidad de la violencia como forma de resolver los conflictos. Además, tienden a emplear diferentes estrategias de afrontamiento para eludir la responsabilidad de sus conductas violentas tales como la negación u olvido del problema («ni me acuerdo de lo que hice», «yo no he hecho nada de lo que ella dice»), o la minimización o justificación («los dos nos hemos faltado al respeto»). Asimismo, y por este mismo motivo, suelen 16 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO atribuir la responsabilidad del maltrato a la mujer («fue ella la que me provocó, es ella la que tiene que cambiar»), a factores personales («soy muy nervioso y ahora estoy pasando una mala racha») o a factores externos («los problemas del trabajo me hacen perder el control», «había bebido bastante y al llegar a casa no pude controlarme») (Echeburúa y Corral, 1998). d) Déficit de habilidades de comunicación y de solución de problemas. Desde la perspectiva de las relaciones interpersonales, los maltrata dores tienden a presentar unas habilidades de comunicación muy pobres y una baja tolerancia a la frustración, así como estrategias inadecuadas para solucionar los problemas. Todo ello contribuye a que en muchas ocasiones los conflictos y los sinsabores cotidianos de estos individuos, que no tienen por qué ser más graves de lo habitual, actúen como desencadenantes de los episodios violentos contra la pareja (Sarasua y Zubizarreta, 2000). e) Baja autoestima. La violencia puede ser una forma desesperada de intentar conseguir una estima que no se logra por otros medios. Así, y al margen de los pretextos para la violencia ( «tener la casa sucia», «no haber acostado aún a los niños», «no tener la comida lista», «no estar en casa cuando él ha llegado», etc.), los maltratadores, al carecer de una autoestima adecuada, se muestran muy sensibles a lo que perciben como una afrenta a su dignidad: llevarle la contraria, restarle autoridad delante de los hijos o de otras personas, tener una forma de pensar incorrecta, etc. (Echeburúa y otros, 2002). A modo de resumen, y desde la perspectiva de la prevención, se refieren a continuación las señales de alerta que denotan la aparición probable de episodios de violencia por parte del hombre en el hogar: ➢ Es excesivamente celoso. 17 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO ➢ Es posesivo ➢ Se irrita fácilmente cuando se le ponen límites. ➢ No controla sus impulsos. ➢ Bebe alcohol en exceso. ➢ Culpa a otros de sus problemas. ➢ Experimenta cambios bruscos de humor. ➢ Comete actos de violencia y rompe cosas cuando se enfada. ➢ Cree que la mujer debe estar siempre subordinada al hombre. ➢ Ya ha maltratado a otras mujeres. ➢ Tiene una baja autoestima. 4.2. El perfil psicológico del maltratador de género A pesar de lo abordado en el punto anterior, la realidad es que no existe un perfil claro, y mucho menos asociado sistemáticamente a una psicopatología, en el caso de los individuos que maltratan, agreden o incluso asesinan a sus parejas. Desde un punto de vista victimológico, nos encontramos ante un fenómeno especialmente dramático, ya que, en muchos casos, la víctima convive con su agresor. En ocasiones con su asesino. En este sentido cabría puntualizar inicialmente que cuando hablamos de violencia de género, violencia sexista o violencia contra la mujer se agrupan todas las formas de violencia que se ejercen por parte del hombre sobre la mujer en virtud de su rol de género, tales como violencia sexual, tráfico de mujeres, explotación sexual, mutilación genital, acoso laboral, etc., independientemente de la relación interpersonal que mantengan. No obstante, en este apartado vamos a focalizar nuestra atención en la violencia contra la pareja íntima, es decir, en la violencia física o sexual, real o bajo amenazas, o al abuso psicológico o emocional por parte de cónyuges, novios o parejas, sean actuales o del pasado. La característica fundamental de este tipo de violencia es la relación sentimental entre víctima y victimario, al margen de estado civil, orientación sexual o estado de cohabitación. Este tipo de violencia puede darse en toda clase de parejas (heterosexuales y homo-sexuales), en distintas fases de la relación (noviazgo, convivencia, matrimonio, ruptura) y en edades cada vez más tempranas. 18 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO Considerando que los datos estadísticos reflejan una mayor proporción de víctimas mujeres frente a varones, principalmente en lo referente a agresiones graves, centraremos nuestro análisis en el perfil psicológico de aquellos hombres que maltratan a sus parejas mujeres. Es decir, como vemos, estamos reduciendo el foco de interés solo a una parte de la casuística de la llamada violencia de género. Desde este punto de vista, nuestro análisis está centrado en una relación personal en la que observamos una situación de desigualdad entre ambos miembros de la pareja (desigualdad social, económica o emocional) que provoca un abuso de poder por parte de un hombre hacia una mujer. A partir de esta situación las conductas del agresor van dirigidas a controlar a la pareja mediante la manipulación, enmascarada con una aparente preocupación por ella, y el aislamiento social, familiar, laboral, etc. En contraposición a esta situación, los intentos de autonomía por parte de la mujer son percibidos por el agresor como una falta de amor y como una amenaza, lo que va a desencadenar un aumento progresivo del dominio hacia la mujer hasta llegar, finalmente, a la utilización de la violencia en cualquiera de sus formas con el único fin de mantenerla bajo su absoluto dominio. Otro aspecto de este tipo de violencia que, entre otros efectos colaterales, dificulta e1 análisis de factores de predicción del riesgo, es la vinculación afectiva entre víctima y victimario, además de la cronicidad en la exposición a la violencia. Estas características facilitan la aparición del denominado síndrome de adaptación paradójica, fruto del cual la víctima se adapta a su situación de sufrimiento e incluso se identifica con e1 agresor, justificándolo e interpretando su malestar emocional como un mero proceso de autoculpabilización. Bajo estas circunstancias no es infrecuente que la mujer acabe subestimando su propio riesgo. Identificar a un maltratador no es una tarea fácil para las personas de su entorno, ya que, por lo general, está perfectamente adaptado a su contexto social y laboral y, en muchos de los casos, solo se comporta de forma agresiva con su propia pareja. Si atendemos a las noticias que aparecen casi todos los días en relación con esta lacra, podemos ver entre los victimarios ricos y pobres, del entorno rural o urbano, desde adolescentes hasta 19 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO ancianos. Por lo tanto, deberemos hacer un esfuerzo en tratar de identificar aspectos en común de la personalidad de los hombres que maltratan a sus parejas y, en el mejor de los casos, establecer diferentes tipos en función de, entre otros parámetros, el tipo de violencia ejercida, a saber, física, sexual, psicológica, amenazas y acoso. Los primeros trabajos en este ámbito buscaban, cuando menos, identificar aspectos diferenciales entre los hombres violentos y los que no lo son, encontrando que, en general, los hombres violentos contra sus parejas suelen presentar carencias psicológicas, déficits cognitivos, desórdenes de personalidad, consumo excesivo de alcohol y otras drogas, pensamientos distorsionados sobre la inferioridad de la mujer, baja autoestima, dificultad en la comunicación y en la expresión de sus emociones, falta de control de impulsos y una, como es lógico, estrecha relación inversa entre la severidad de la violencia y el control de la ira (Dutton y Golant, 1997). En lo que concierne a la investigación de las causas de la violencia contra la pareja y la tipología de agresores, vamos a encontrar aproximaciones que van desde el análisis de la respuesta psicofisiológica hasta investigaciones centradas en la influencia de los factores culturales y actitudinales. Esta diversidad de causas es fruto de un cuerpo de investigación que ha identificado la existencia de una gran diversidad de factores de riesgo, lo que revela que nos encontramos ante un problema cuyo abordaje en materia preventiva será necesariamente desde una perspectiva multinivel y ecosistémica. Desde la perspectiva más organicista Gottman y colaboradores (1995) propusieron dos tipos de maltratadores en función de la respuesta cardiaca diferencial ante una dis-cusión de pareja: a. Maltratadores de tipo I: son aquellos hombres violentos que, ante una discusión de pareja, manifiestan una disminución en su frecuencia cardiaca, exteriorizan mucha agresividad y desprecio hacia la víctima y se comportan violentamente con otro tipo de personas (amigos, desconocidos, compañeros de trabajo, etc.). Muestran características antisociales y agresivo-sádicas, así como una mayor probabilidad de drogodependencia. En este tipo de hombres violentos 20 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO (20%), la conducta agresiva es planificada, expresa un grado profundo de insatisfacción, no genera sentimientos de culpa, pero son emocionalmente más abusivos que el grupo de hombres violentos del segundo tipo. b. Maltratadores de tipo II: son aquellos hombres violentos que presentan un aumento en su frecuencia cardiaca ante una discusión de pareja. Tienden a mostrar el trastorno de personalidad por evitación, es decir, con hipersensibilidad a ser rechazado o el trastorno límite de la personalidad, cuyo síntoma más evidente es la inestabilidad emocional. También presentan personalidad negativista e ira crónica, además de ser emocionalmente dependientes. En este tipo de hombres la conducta violenta es más impulsiva. En el polo ecosistémico opuesto, y como adelantamos en la introducción, se pueden detectar en algunos estudios determinadas representaciones sociales de la mujer ciertamente preocupantes. Efectivamente, en una encuesta realizada por la Comisión Europea en junio de 2017, se muestra que el 17% de la población de la UE está de acuerdo en que la violencia contra las mujeres a menudo es provocada por la víctima y el 12% cree que estar borracho o consumir drogas justifica las relaciones sexuales sin consentimiento. Cabe decir, sin demasiado consuelo, que España se aleja de esa media, pronunciándose en tales términos un 2% de los encuestados. La misma tasa que Suecia, Finlandia y Dinamarca que, en todo caso, de acuerdo la conocida como "paradoja nórdica" son países con tasas de violencia contra la mujer alarmantemente altas. En este sentido, parece que tiene difícil anclaje el llamado paradigma de género. Es el enfoque desde el que se explica la violencia contra la pareja íntima como un eslabón necesario en la defensa de una estructura social jerárquica que otorga el poder a los hombres. Según los defensores de este paradigma, si se quiere entender la violencia doméstica, se debe asumir primero que en la estructura de poder de la sociedad, los hombres ejercen el dominio sobre la mujer en todos los ámbitos (político, social y económico). 21 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO El problema de este enfoque es, a nuestro juicio, doble, si es que la pretensión fuera explicar todo el fenómeno desde la misma perspectiva. Por un lado, implicaría renunciar a la responsabilidad individual del maltratador, educado e imbuido en un contexto cultural favorable a la violencia contra la pareja. Por otra parte, parece absolutamente necesario asumir otras perspectivas complementarias considerando que la mayoría de los hombres no agreden a sus mujeres, ni mucho menos lo consideran aceptable, extremo que, en cierto modo, resta validez al supuesto de partida como paradigma absoluto. Desde una perspectiva evolutiva conviene recordar que la presencia de maltrato durante la infancia incrementa la probabilidad de presentar dependencia del alcohol durante la vida adulta, y eso facilita la expresión de la ira. El consumo de alcohol, en todo caso, produce déficits importantes en varias capacidades cognitivas, especialmente en la flexibilidad cognitiva y en la empatía, lo que es considerado un factor de riesgo del comportamiento agresivo. Como resultado de estas diferentes aproximaciones y fruto de su propia investigación, Echeburúa y Femández-Montalvo (2007) proponen dos grupos de agresores diferenciados; estos son: a. Sujetos violentos, emocionalmente estables, integrados socialmente. Se caracte-rizan por violencia limitada a la pareja, menor número de distorsiones cognitivas, menor abuso de drogas, menor presencia de antecedentes penales, mayor auto-estima, mayor control de la ira, poca presencia de síndromes clínicos y estilos de personalidad compulsivos, narcisistas e histriónicos. Con un estilo de apego predominantemente seguro, tienen mayor empatía y mayor deseabilidad social. b. Sujetos violentos generalizados, poco estables emocionalmente y no integrados socialmente. Se caracterizan por violencia que se extiende más allá de la pareja y presentan antecedentes penales con mayor frecuencia. Estos sujetos están más afectados por síntomas clínicos, tienen más distorsiones cognitivas, dependen más del 22 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO alcohol/drogas y pueden mostrar rasgos de personalidad antisocial, para-noide y negativista. Asimismo, son más impulsivos y se muestran menos empáti-cos que los sujetos del grupo anterior, con un estilo de apego inseguro y hostil. Estos hallazgos son bastante coherentes con los estudios relacionados con el comportamiento violento en general y que Andreu, Ramírez y Raine (2006) resumen en dos tipos de violencia: la reactiva-hostil-impulsiva, y la proactiva-instrumental-planificada. En este sentido, en un estudio realizado por estos mismos autores (Echeburúa y Fernández-Montalvo, 2008) sobre alteraciones de personalidad (trastornos de personalidad y psicopatía) asociadas a los maltratadores de mujeres que se encuentran en prisión, encontraron que el 86,8% de la muestra presenta al menos un trastorno de personalidad, lo que está muy por encima de las tasas habituales obtenidas en la población general. En cuanto a la psicopatía, los resultados que obtuvieron muestran una tasa del 14,4% de sujetos con tendencias psicopáticas claras. Esta clasificación a la que hemos aludido de Echeburúa y FernándezMontalvo está en realidad muy próxima a la que ya había hecho HoltzworthMunroe y Stuart (1994): a. Violento sólo en el contexto familiar: Baja severidad y generalidad de la violencia. Baja implicación delicti-va. Niveles bajos de depresión y de abuso de alcohol. Intensidad mo-derada de la ira. b. Disfóricos/borderline: Violencia contra la pareja severa. Violencia extrafamiliar e implicación delictiva bajas o moderadas. Este subtipo padecería, además del tras-torno de personalidad borderline o esquizoide, niveles moderados de abuso de alcohol y altos niveles de depresión e ira. c. Violentos en general/antisociales: Nivel moderado-alto de violencia, grado alto de violencia extrafamiliar. Implicación delictiva y características de la personalidad antiso-cial. Consumo abusivo de alcohol. niveles moderados de ira y bajos de depresión. 23 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO Así las cosas, y ante un problema que no cesa, cabe preguntarse sobre el verdadero impacto de las campañas institucionales. La evaluación que estas mismas instituciones realizan siempre es netamente positiva, ya que, si decrece el número de mujeres maltratadas, no dudan en considerar un éxito el impacto de las campañas de sensibilización, pero cuando esta tasa aumenta, también aplauden que, como resultado de esas mismas campañas, las mujeres denuncian con mayor frecuencia a sus agresores. Algo no cuadra en estas dos evaluaciones si ante resultados contrapuestos los planes del gobierno siempre acaban siendo buenos. En este sentido, parece urgente el diseño de políticas que vayan más allá de la modificación de leyes penales como si el problema pudiera reducirse únicamente a un déficit legislativo. Siguiendo a Larrauri (2007) el discurso que avala esta concepción exclusivamente penalista del fenómeno de la violencia de género presentaría cuatro características distintivas: 1. Simplifica en exceso la explicación, atribuyendo el maltrato a la mujer al propio hecho de ser mujer; es decir en aquellos casos en los que un individuo es violento con todo el mundo, cuando su víctima es incidentalmente una mujer, en puridad no debería definirse el episodio como "violencia de género". 2. Segrega este problema de violencia como algo aparte y distinto del resto de los comportamientos violentos. 3. Para realzar la desigualdad de género, ignora esencialmente otras desigualdades sociales, de índole económica, social, etc. 4. Confía al derecho penal la tarea de erradicar la desigualdad/violencia de género. Un mensaje recurrente en los medios de comunicación, campañas de sensibilización y referencias especializadas es que la violencia intrafamiliar, en general, y la violencia contra la mujer, en particular, "afecta a todas las capas y 24 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO estratos sociales". Es cierto. Pero no es menos cierto que en tomo al 20% de las sentencias registradas judicialmente están relacionadas con víctimas extranjeras, y se nos antoja que no precisamente de "todas" las clases sociales (San Juan y Vergara, 2010). Lo que queremos decir es que la corrección política del discurso no nos debe servir de coartada para obviar que existen factores de riesgo que hacen a determinados colectivos objetivamente más vulnerables por otras razones, además del hecho de ser mujer como, por ejemplo, ser inmigrante. Referencias Andrés-Pueyo, A., Arbach-Lucioni, K., y Redondo, S. (2010). Informe RISCANVI. Memoria técnica de la construcción del protocolo y las escalas de valoración del riesgo de violencia para delincuentes violentos (RISCANVI-S, RISCANVI-C y ERISCANVI). Volumen 1. Informe Técnico. Cataluña: Generalidad de Cataluña. Andreu-Rodríguez, J. M., Peña-Fernández, M. E., & Loza, W. (2016). Predicting risk of violence through a self-appraisal questionnaire. 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Instrucción 5/2008, de la Secretaría de Estado de Seguridad por la que se modifica la Instrucción 10/2007, de 10 de julio. Madrid, España: Ministerio del Interior. Secretaria de Estado de Seguridad (2016). Instrucción 7/2016, de la Secretaría de Estado de Seguridad por la que se establece un nuevo protocolo para la valoración policial del nivel de riesgo de violencia de género (Ley Orgánica 1/2004) y de gestión de la seguridad de las víctimas. Madrid, España: Ministerio del Interior. United Nations Office On Drugs And Crime, UDOC, (2010) Handbook on Effective Police Responses to Violence against Women. Criminal Justice Handbook Series. New York, United States. ISBN 978-92-1-130291-2 26 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO Varnar, S.B., Friestad, C. y Bjorkly, S. (2017). Intimate Partner Homicide in Norway 1990–2012: Identifying Risk Factors Through Structured Risk Assessment, Court Documents, and Interviews With Bereaved. 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Estas medidas estaban orientadas a valorar el riesgo que presentaban las víctimas y establecer medidas de protección policial, así como otros mecanismos de ayuda como teléfonos y dispositivos electrónicos de control. El Catálogo impulsaba la actuación coordinada en esta materia de cuatro ministerios españoles (Ministerio del Interior, Ministerio de Administraciones Públicas, Ministerio de Igualdad y Ministerio de Educación, Política social y Deporte), e instaba a llevar a cabo un conjunto de medidas, entre las que destacan la creación de juzgados y fiscalías especializados, unidades policiales destinadas a la lucha contra la violencia de género, protocolo de coordinación entre los servicios implicados, un protocolo de valoración del riesgo para las FCSE y una base de datos común. En este contexto, se desarrolla el Protocolo de Valoración Policial del Riesgo de Violencia Contra la Mujer en los supuestos de la Ley Orgánica 1/2004, como importante funcionalidad del Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género (Sistema VioGén) para el seguimiento integral de toda la información en materia de violencia de género, al amparo de la Instrucción de la Secretaría de Estado de 27 Grado en Criminología- Psicologia Criminal II TEMA 4. VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO Seguridad 10/2007 del Ministerio del Interior (ampliada posteriormente por las instrucciones 14/2007 y 5/2008). Así, el Sistema VioGén nace como una plataforma gestionada desde la SES por el Grupo de Estudios de Seguridad Interior (GESI) —actualmente el Gabinete de Coordinación y Estudios (GCE)— con el objetivo de integrar las acciones de seguimiento y coordinación de las actividades desarrolladas por las administraciones en materia de violencia de género. Desde un punto de vista policial, el Sistema coordina las acciones del Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil, según su demarcación territorial, así como la integración progresiva de Cuerpos de Policía Autonómica y Local (Zurita, 2013; González, 2018). El Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género (Sistema VioGén), de la Secretaría de Estado de Seguridad (SES) del Ministerio del Interior, se puso en funcionamiento el 26 de julio del 2007, en cumplimiento de lo establecido en la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, concretamente el artículo 32 "de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género". Se trata de una aplicación web, cuyo objetivo principal de integrar las acciones de seguimiento y la coordinación de las actividades desarrolladas por las administraciones en materia de violencia de género, se desarrolla específicamente en:

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