Capítulo 1 Introducción a la Psicología de la motivación y la emoción PDF

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Este capítulo introduce la Psicología de la Motivación y la Emoción, describiendo los dos procesos como esenciales para la supervivencia. A lo largo de la obra, se examinarán la historia de ambas disciplinas, las características individuales de cada uno, y las posibles interacciones que se dan entre esos procesos psicológicos. Se mencionan autores clave como Darwin y los trabajos etológicos en la motivación.

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# Capítulo 1 Introducción a la Psicología de la motivación y la emoción ## 1. INTRODUCCIÓN La Motivación y la Emoción son dos procesos básicos imprescindibles para comprender la relación que establece un individuo con su medio ambiente; para entender la máxima premisa de cualquier organismo vivo:...

# Capítulo 1 Introducción a la Psicología de la motivación y la emoción ## 1. INTRODUCCIÓN La Motivación y la Emoción son dos procesos básicos imprescindibles para comprender la relación que establece un individuo con su medio ambiente; para entender la máxima premisa de cualquier organismo vivo: la supervivencia. Sin embargo, tal como trataremos de exponer a lo largo de la presente obra, es un hecho innegable que el entendimiento de lo que actualmente se propone en Motivación y en Emoción, depende en gran medida de lo que se ha defendido a lo largo del tiempo. Existen algunos aspectos que, a nuestro juicio, merecen ser reseñados. En primer lugar, se puede comprobar que, con distinta repercusión en cada época, los dos procesos han sido muy investigados, y lo siguen siendo en la actualidad desde múltiples disciplinas, incluso desde ámbitos diferentes al de la propia Psicología. En segundo lugar, tanto en el ámbito específico de la Psicología de la Motivación, como en el de la Psicología de la Emoción, con bastante frecuencia se han utilizado de forma ambigua ciertos términos, hecho éste que dificulta las más de las veces la relación existente entre Motivación y Emoción. En este particular marco de referencia, por lo que respecta a la Psicología de la Motivación, se han utilizado términos como voluntad, instinto, impulso, etc. En el ámbito de la Psicología de la Emoción, también se han utilizado de forma indiscriminada, y muchas veces con la categoría de sinónimos, términos como afecto, humor o estado afectivo, emoción y sentimiento. En tercer lugar, aunque existen ciertas razones para considerar la clara vinculación, relación e interacción entre los dos procesos, cada uno de ellos posee características específicas que permiten su consideración de forma individualizada, que no independiente, pues, como veremos posteriormente en nuestra propuesta de los modelos procesales, parece necesaria la consideración conjunta del proceso motivacional y del proceso emocional para explicar la conducta. Concretamente, en la explicación del proceso motivacional se hace referencia y se incluye la variable afectiva en general y la emocional en particular, mientras que en el proceso emocional también se hace referencia a la variable motivacional. Consiguientemente, aunque sabedores de la existencia de dicha relación, hemos optado por la exposición individualizada de cada proceso, porque, tal como se puede apreciar en la propia historia de ambos procesos, ésa es la perspectiva que ha predominado. La actualidad retoma las iniciales premisas, en las que se considera la interacción continuada e inseparable de la cognición, el afecto y la motivación, que, como señalara Hilgard (1980), son las tres dimensiones imprescindibles para entender la relación que establece un ser humano con su medio ambiente. La actualidad, como decimos, está poniendo de relieve que el estudio de la Motivación no es posible sin la consideración de los procesos cognitivos y de los procesos afectivos; que el estudio de la Emoción no es posible sin la consideración de los procesos cognitivos y de los procesos motivacionales. Así pues, a nuestro modo de ver, la disciplina Psicología de la Motivación y Emoción se origina en la consideración de los procesos motivacionales ( conación ) y de los procesos afectivos ( pasión, emoción, etc. ) de forma conjunta con los procesos cognitivos ( razón ). Sigue con la individualización de dichos tres procesos, dimensiones ( facultades ), lo que da lugar al predominio de los estudios, teorizaciones e investigaciones particularmente centradas en cada uno de los dos procesos que conforman nuestra disciplina. Culmina con la situación actual, momento en el que, de nuevo, se considera la necesaria interacción de los tres procesos para comprender la propia dinámica conductual. Nos gustaría reseñar que existen algunos momentos concretos en el desarrollo de cada uno de los dos procesos que, en cierta medida, representan una parte importante de lo que en la actualidad es el estudio de la Motivación y de la Emoción. Es evidente que, cuando se analizan con detenimiento las distintas aportaciones teóricas y empíricas, caben múltiples matices referidos a la relevancia particular de cada una de esas aportaciones. No obstante, estimamos que cualquier experto en Motivación y Emoción coincidirá a la hora de considerar relevantes aspectos como los que a continuación reseñamos. Por lo que respecta a la Psicología de la Motivación, ha habido ciertos puntos de referencia obligada, como los trabajos de Darwin, y sus más directos seguidores desde la Etología. Las aportaciones destacadas se corresponden con la similitud ínter específica para explicar las conductas motivadas, así como con el objetivo común perseguido con dichas conductas: la supervivencia y la adaptación, mediante el proceso de selección natural. Se propone la conducta instintiva como la manifestación más elemental de esa lucha por la adaptación, perfilando la diferencia entre instinto y conducta instintiva, y diferenciando entre fase apetitiva y fase consumatoria. Todo ello, con la formulación etológica de un modelo el hidráulico que permite explicar las conductas motivadas. James, con sus iniciales aportaciones en torno a la importancia de la voluntad en la conducta motivada, y la distinción entre instinto y hábito. La voluntad, dice James, permite el cambio en una conducta en curso, posibilita el inicio de una actividad en condiciones adversas, incómodas, incluso perjudiciales. El hábito permite la ejecución automática, rutinaria, de las acciones. De hecho, algunos procesos o conductas llegan a ser tremendamente fáciles de ejecutar cuando se tiene mucha práctica, cuando se han convertido en habituales. Sin embargo, es muy frecuente que una persona se enfrente con situaciones nuevas, situaciones para las que los hábitos consolidados no son útiles. En estos momentos, la persona fuerza, voluntariamente, la ejecución de conductas, más o menos novedosas, que permitan responder a esa situación. Ése es el mecanismo que permite entender el crecimiento de las personas: su capacidad para discernir cuándo es viable ejecutar una conducta habitual y cuándo es pertinente forzar voluntariamente la ejecución de una conducta no habitual. La voluntad implica élección, toma de decisión y pensamiento. Y James considera que la voluntad proporciona la fuerza necesaria para iniciar una determinada tendencia de conducta, para mantenerla, y para modificarla por una nueva, dependiendo del resultado que se obtenga en esa situación. Woodworth, a quien se debe la distinción entre fuerzas ( por qué ocurre la conducta ) y mecanismos ( cómo ocurre la conducta), utiliza el término « impulso » para tratar de explicar la Motivación¹. El término impulso parecía congruente con la perspectiva científica que se intentaba conferir a la Psicología. Este aspecto es de interés, pues se enfatiza la importancia de la energía acumulada en el organismo para impulsar la conducta, con claras influencias de los planteamientos de Freud, aunque con características diferenciales, puesto que, para Freud, la energía posee connotaciones psíquicas, mientras que, para Woodworth, así como para Hull, que será quien desarrolle dichos principios, la energía posee connotaciones físicas. Los términos « impulso » e « instinto » parecían ajustarse mejor a la explicación de las conductas motivadas, ya que, si bien no apresaban la significación completa de lo que es la Motivación, sí que posibilitaban salir del inmovilismo que suponía el término voluntad, a la vez que se iba en contra de su defensor por excelencia: William James. Tolman, con el énfasis en las expectativas, en la existencia de mapas cognitivos en animales de especies inferiores, y la relevancia de la conducta propositiva. De hecho, a partir de la década de los setenta del pasado siglo, aunque todavía se mantiene una utilización particularizada del instinto y del impulso, aplicada a los procesos que explican la conducta en individuos de especies inferiores, los científicos rechazan la utilidad de ambos términos para explicar la motivación humana, ya que el ser humano es considerado como mucho más cognitivo y complejo que los individuos de especies inferiores. De hecho, como indica Dreikurs ( 2000 ), el instinto no parece ser el término más apropiado para explicar la « plasticidad » que se aprecia en las conductas motivadas, tanto en el ser humano, como en las especies inferiores. El instinto, con sus características esenciales de tendencia biológicamente preprogramada, no encaja con la posibilidad constatada de modificar su manifestación a partir de la influencia de los distintos procesos de aprendizaje y de la experiencia que posee un determinado individuo. Por lo que respecta a la Psicología de la Emoción, es imprescindible considerar las clásicas aportaciones de Darwin, que han servido de referencia para gran parte de las posteriores investigaciones. La importancia de las variables biológicas, así como la universalidad de las características expresivas típicas de distintas emociones, son el punto de partida de las importantes aportaciones que ha venido realizando Ekman en los últimos años. Sus trabajos siguen siendo de los más citados en nuestros días. En este tipo de aportaciones se subraya de forma prioritaria la relevancia de las funciones de la emoción, por tanto las connotaciones adaptativas de dichos procesos. Esa adaptación va más allá de la dimensión vida-muerte, ya que el papel que juegan las emociones en la comunicación permite aludir a sus funciones sociales. También es necesario considerar las aportaciones de James en el ámbito de la Emoción. Quizá, la relevancia de la teoría de James estriba en su intención de localizar un perfil psicofisiológico particular para cada emoción. Si bien este hecho parecía una quimera, pues era difícil dilucidar si una determinada reacción por ejemplo, del sistema cardiovascular- formaba parte de la emoción de miedo, de la de ira, o de la excitación sexual, sí que es relevante reseñar que, de forma progresiva, y con la aparición de tecnología sofisticada, cada vez parece más probable llegar a una delimitación particular en cada emoción. Además, en James se encuentra el inicio del estudio de la emoción desde un punto de vista procesal, con lo cual, desde el ámbito de la Psicología Básica, los trabajos de James parecen uno de los aspectos imprescindibles. Otro salto cualitativo en el estudio de la Emoción lo protagoniza Arnold, autora que, retomando las aportaciones de los orígenes de la Emoción, propone la necesaria existencia de un proceso cognitivo previo a la ocurrencia de una emoción. Es necesario valorar la situación, ya que, dependiendo de dicho proceso de valoración, un individuo experimentará una emoción, u otra, o ninguna. ## 2. LA MOTIVACIÓN Existe un acuerdo bastante generalizado en la actualidad respecto a la relevancia de la obra de Darwin _On the Origin of Species by means of Natural Selection_, publicada en 1859, para establecer el devenir de la Motivación en el ámbito de la Psicología. En efecto, la aparición del citado trabajo puede ser considerada como un hito insoslayable que servirá de referencia para entender la evolución de la Motivación. En el desarrollo posterior, focalizado más particularmente en el estudio de los motivos, se distinguirán dos momentos: antes y después de la publicación de la obra reseñada, de tal suerte que el trabajo de Darwin permite el estudio científico de los motivos. Si bien es cierto que desde ese momento han sido muchas las perspectivas que se han llevado a cabo, prácticamente todas surgen del tronco común del _Evolucionismo_. Si bien es cierto que la aparición de tantas y tan variadas aproximaciones al estudio de los motivos ha dado lugar a una cierta controversia en cuanto a la utilización de términos y conceptos, no es menos cierto que en la gran mayoría de las distintas perspectivas se tiene en cuenta el denominador común evolucionista de la adaptación y la supervivencia. Otro de los aspectos importantes en el estudio de los motivos se refiere a la propuesta que estableciera Madsen ( 1980 ) en su momento para proponer la existencia de dos tipos de motivos: motivos primarios o básicos y motivos secundarios o sociales. Los motivos primarios, con características innatas, son imprescindibles para garantizar la supervivencia de un organismo. Los motivos secundarios, adquiridos mediante procesos de aprendizaje a lo largo de la vida de un individuo, son importantes para incrementar la probabilidad de crecimiento social y personal de dicho individuo en la sociedad a la que pertenece. ### Motivos básicos Para hablar de los motivos primarios, hay que tener en mente los mecanismos de adaptación que cada organismo posee y que pone en funcionamiento para garantizar su vida. Las variables que permiten la supervivencia de cualquier ser deben oscilar entre unos valores de confianza, con una clara tendencia al punto medio, moderado, óptimo. Es imprescindible que las variables que constituyen el medio ambiente interno en un organismo se encuentren en una relativa constancia, ya que, de ese modo, se pueden llevar a cabo satisfactoriamente las funciones necesarias para garantizar la supervivencia de ese organismo. Es evidente que, a medida que ascendemos en la escala filogenética, se observa cómo los individuos van progresivamente incrementando su complejidad y, por tanto, van necesitando sistemas que desempeñen funciones específicas, tales como la de respirar que permite el ingreso de oxigeno y la expulsión de dióxido de carbono, procesos éstos imprescindibles para que las células puedan funcionar-, la de digerir que tiene como misión descomponer y asimilar adecuadamente el contenido de lo que se ha ingerido, permitiendo que las células puedan aprovechar los elementos ingresados-, la de hacer circular los nutrientes que posibilita la distribución de los elementos ingresados por todas las partes del organismo-, la de excretar los desechos que es un proceso imprescindible para mantener limpio y en buenas condiciones el organismo, permitiendo la realización de todos los procesos que habitualmente realiza. Es decir, a medida que ascendemos en la escala filogenética, se hace más evidente la relevancia de la homeostasis, proceso mediante el cual el organismo tiende a mantenerse siempre en su nivel óptimo. Claro que la homeostasis no implica el equilibrio en un sentido estático -si lo fuera, en el momento en el que un organismo alcanzase ese equilibrio, no tendría que preocuparse por nada más, desaparecería cualquier impulso para conseguir o eliminar algo, sino una forma de desequilibrio permanente con tendencia al equilibrio. Podríamos decir que la homeostasis es un proceso mediante el cual el organismo se autorregula, de tal suerte que: 1) los distintos elementos que conforman el medio ambiente interno de un organismo tienden al punto óptimo, o a unos valores próximos al mismo; 2) como el organismo se encuentra en un continuo intercambio con su medio ambiente externo, no es posible la estabilización en el punto óptimo, con lo cual los niveles de los elementos que conforman el medio ambiente interno siempre son superiores o inferiores a dicho punto óptimo; 3) ésa es, precisamente, la fuente de la autorregulación, pues, cuando los valores son superiores, los mecanismos de autorregulación tienden a reducirlos, mientras que, cuando los valores son inferiores, los mecanismos de autorregulación tienden a incrementarlos, y 4) en ambos casos, es necesaria la existencia de un mecanismo de retroacción negativa, que podría ser considerado como el factor que determina cuándo se detiene el proceso iniciado para restablecer el equilibrio. Este aspecto ha sido gráficamente expuesto por Rosenzweig y Leiman ( 1992 ), para quienes los mecanismos homeostáticos implicados en este tipo de motivos se fundamentan en la retroalimentación negativa, de un modo similar al que se observa en un termostato: hay un punto óptimo y unos márgenes de ajuste uno superior y uno inferior, de tal suerte que, mientras los valores de la variable en cuestión se encuentran entre esos márgenes de confianza, no hay actividad, pero, cuando se sobrepasan éstos, se activa el sistema para que los valores de la variable retornen a la banda de confianza. Así pues, la expresión « motivos básicos » se utiliza para referirse a los motivos que son comunes a prácticamente todos los seres humanos, porque han evolucionado a partir del componente genético, y porque se manifiestan independientemente de las influencias sociales y culturales. En efecto, ése es el criterio fundamental: para que un motivo sea considerado universal, tiene que estar presente en todos los pueblos y en todas las culturas, aunque se exprese de forma diferencial. Como quiera que las culturas difieren apreciablemente, también lo harán los objetivos o metas que permiten satisfacer las necesidades relacionadas con estos motivos universales. Pero los motivos y las conductas a ellos asociadas son los mismos. Hace años, el antropólogo Bronislaw Malinowski ( 1941 ) propuso un listado de necesidades básicas universales, así como los procedimientos y estrategias culturales para satisfacer dichas necesidades. Todas las culturas proporcionan los mecanismos para satisfacer esas necesidades, aunque los mecanismos mediante los cuales se satisfarán sean específicos de cada sociedad y cultura. En el Cuadro 1.1 se expone la propuesta de Malinowski ( 1941 ), recientemente adaptada por Deckers ( 2001 ). #### Necesidades básicas universales - Metabolismo - Necesidad de alimentos sólidos, líquidos, ingreso de oxígeno, sueño, reposo. - Reproducción - Sexo. - Confort corporal - Abrigo, Limpieza. - Seguridad - Escape, evitar peligros. - Movimiento - Ejercicio corporal. - Crecimiento - Madurar psicológicamente. - Salud - Mantenerse sano, ausencia de enfermedad. #### Respuesta cultural - Intendencia: - Producir comida, disponer de agua, disponer de aire fresco. - Parentesco: - Noviazgo, Matrimonio. - Refugio: - Casas en las que vivir, fuente de agua, vestidos. - Protección: - Costumbres, reglas, leyes, sistema de justicia. - Actividades: - Juego, Deportes. - Entrenamiento: - Educación. - Higiene: - Prácticas de salud. Tales motivos son reducidos en número, pero potentes en cuanto a su función, ya que, en cierta medida, de ellos depende la supervivencia del individuo y, por extensión, de la especie a la que éste pertenece. Los motivos básicos pueden ser considerados como aquellos procesos imprescindibles para asegurar la supervivencia del individuo y de la especie. En líneas generales, se puede establecer que tales motivos están relacionados y se refieren a tres ámbitos concretos de la vida de las especies: el mantenimiento de la energía, la protección y las preferencias sexuales. El motivo referido al mantenimiento de la energía puede ser desglosado en tres: hambre con la conducta asociada de comer, sed -con la conducta asociada de beber- y sueño con la conducta asociada de dormir. El motivo referido a la protección puede ser desglosado en dos: auto-defensa y defensa del grupo con las conductas asociadas de agresión y de ayuda. El motivo referido a las preferencias sexuales se refiere al sexo -y la conducta sexual asociada. En cuanto al mantenimiento de la energía, el hambre y la sed, junto a las conductas motivadas asociadas de comer y de beber, representan dos ámbitos ampliamente estudiados y conocidos. Como señala recientemente Wong (2000): «...las conductas de comer y de beber pueden ser entendidas como el medio mediante en que el organismo adquiere materiales para construir, mantener y mover el vehículo que le lleva a la siguiente generación» ( Wong, 2000, p. 89 ). Es decir, son actividades imprescindibles para entender la súpervivencia de un individuo, así como la de su dotación genética, en el caso de que lleve a cabo actividades que le permitan la reproducción. La conducta de comer proporciona el material necesario para que se genere la energía imprescindible en el organismo, mientras que la conducta de beber aporta el líquido necesario para que puedan funcionar las células del organismo. Sin embargo, en estas dos conductas motivadas se produce la confluencia o interacción entre los factores biológicos y los factores sociales, ambientales en general. De hecho, es posible hablar de dos formas esenciales de comer y de beber. Así, se habla de conducta primaria cuando la actividad comportamental se produce como consecuencia de una deficiencia real en el organismo, sea ésta del nivel de energía comida primaria o del nivel de líquidos -bebida primaria. Sin embargo, también cabe la posibilidad de hablar de actividad comportamental que ocurre en ausencia de señales de deficiencia real, ni del nivel de energía comida secundaria, ni del nivel de líquidos -bebida secundaria. En esta segunda posibilidad, se aprecia cómo las influencias sociales pueden desencadenar la motivación para comer o para beber. En ausencia de señales de hambre, descubrir que es la hora de comer puede desencadenar la experiencia de apetito. Lo mismo ocurre con la bebida. Como indican recientemente Martins y Pliner ( 1998 ), en la motivación para las conductas de comer y de beber intervienen factores de muy diversa índole, entre los que merecen ser reseñados los siguientes: la familiaridad, el humor, la salud, la conveniencia, el precio, la cualidad sensorial, la novedad, y el control en la preparación. El otro motivo incluido en este ámbito del mantenimiento de la energía, esto es, el sueño, sigue pareciendo más complejo. A pesar de llevar casi un siglo de estudio científico², el sueño sigue sin ser completamente conocido. Sabemos que el sueño -o el descanso, en términos generales- es una necesidad básica, ya que, la no satisfacción de dicha necesidad lleva a la muerte ( Sforza, Montagna, Tinuper, Cortelli, Avoni, Ferrillo, Petersen, Gambetti y Lagaresi, 1995 ). Sin embargo, seguimos sin saber a ciencia cierta por qué dormimos. En cuanto a la protección, también tiene connotaciones básicas, relacionadas con la supervivencia. Es necesario protegerse de los depredadores, de las múltiples enfermedades, de las inclemencias ambientales, etc. Desde un punto de vista motivacional, la conducta directamente asociada con la protección tiene que ver con la clásica propuesta de Cannon ( 1929, 1935 ), referida a la respuesta de lucha -huida. La respuesta de huida se asocia a una emoción básica el miedo, que probablemente es la más primitiva de cuantas emociones existen, y se encuentra íntimamente relacionada con el principal objetivo de cualquier ser vivo: la supervivencia³. Por su parte, la respuesta de lucha hace referencia a la conducta de agresión, en tanto que permite conseguir objetivos y mantenerlos de las eventuales amenazas que puedan acontecer. Por otra parte, si consideramos la dimensión básica de la supervivencia, la conducta de agresión es imprescindible para conseguir un territorio seguro, para lograr el apareamiento, para defender las crías, etc. En la especie humana, tal como apuntan Wagner ( 1999 ) y Wong ( 2000 ), la conducta de agresión tiene las mismas funciones, lo que ocurre es que el ser humano posee muchos más recursos, estrategias y habilidades para no manifestar la conducta de agresión de forma abierta, tratando de conseguir sus objetivos por otras vías. En cuanto a las preferencias sexuales, Buss ( 1989 ) propone que, al final, el objetivo es incrementar la calidad de la especie. El autor, desarrollando una teoría básicamente evolucionista, lo especifica en términos de valor de fertilidad y capacidad de reproducción. En la especie humana, el hombre prefiere fijarse en aspectos puramente físicos, observables, de la mujer, seleccionando aquella que reúne una serie de condiciones físicas en las que se combina la juventud, la fortaleza y el atractivo. Por su parte, la mujer suele utilizar como criterios para la selección de un hombre aspectos relacionados con la economía, la laboriosidad y la ambición ( Buss, 1996 ). En ambos casos, hombre y mujer, la finalidad se centra en incrementar la probabilidad de criar a los hijos. Es un argumento discutible, al menos en la especie humana, pues, siguiendo los trabajos de algunos autores ( Domjan, 1992; Dreikurs, 2000 ), las variables motivacionales y de personalidad, sin olvidar las afectivas, son imprescindibles para entender la elección de una pareja que un individuo hipotetiza como duradera. Además, la situación actual nos está evidenciando que, por una parte, hay personas, hombres y mujeres, que deciden no tener hijos, y que, por otra parte, cada vez hay más personas que deciden tener un hijo sin tener que convivir con el padre o la madre de ese hijo ( Dreikurs, 1999 ). Es decir, la reproducción es un factor importante en todas las especies, pero existen variables de personalidad, sociales y culturales que, al menos en la especie humana, aportan mucha información para comprender cómo se elige compañero/a. ### Motivos secundarios o sociales En cuanto a los motivos secundarios o sociales, representan necesidades que son aprendidas, y se encuentran considerablemente determinadas por el medio ambiente y por la cultura imperante en ese medio ambiente. Dependen de la interacción que los sujetos establecen con los miembros del grupo al que pertenecen. Los motivos sociales implican actividades que afectan a las interacciones entre organismos de la misma especie, así como con organismos de distinta especie. En el caso del ser humano, es obvio que su conducta se encuentra impregnada, implícita o explícitamente, por las características de una estructura social ( Cohen, 1974 ). La conducta humana se encuentra enormemente influenciada por los factores sociales, pudiendo apreciar también que la propia interacción que se produce en el grupo al que pertenece un individuo proporciona fuentes de motivación para ese individuo. La interacción social es un aspecto fundamental, más si cabe cuando consideramos que el ser humano, al igual que ocurre en muchos de los individuos de otras especies, es un ser social. Nace en el seno de un grupo, se desarrolla y vive con otros individuos, y muere en un ámbito social. Es lógico pensar que gran parte de sus deseos, necesidades, objetivos, metas, etc., se gestan en el seno de una interacción social más o menos fluida. En opinión de Fiske y Haslam ( 1998 ), existen cuatro prerrequisitos para que los motivos sociales se desarrollen de forma adecuada: 1) capacidad cognitiva social, 2) capacidad relacional, 3) capacidad de integración, y 4) capacidad para mantener una interdependencia entre las distintas relaciones. Así pues, desde el nacimiento, cualquier individuo, y de forma especial el ser humano, va incrementando el número de relaciones e interacciones. Ahora bien, al menos en el caso del ser humano, esta progresión no es indefinida, ya que llega un momento en el que comienza a establecerse una especie de filtro que restringe considerablemente dicho incremento. Incluso, como señala Carstensen ( 1998 ), cabe la posibilidad de que el contacto social vaya declinando durante la edad adulta. Es lo que la autora denomina _Teoría de la selectividad socioemocional_, para referirse al proceso voluntario mediante el cual una persona reduce sus puntos socioemocional de referencia, considera baja la saliencia de las metas sociales, etc. Entre otras circunstancias, el hecho de que en los motivos secundarios o sociales se aluda con tanta frecuencia a la importancia de los procesos cognitivos es lo que ha llevado a que los teóricos e investigadores en el ámbito de la Motivación se centren de forma expresa en la especie humana, ya que representa uno de los mejores ámbitos para conocer en toda su expresión la verdadera significación de la motivación social. En este marco de referencia, sería relativamente fácil enumerar una gran cantidad de motivos secundarios o sociales, relación que variaría en función de las condiciones características del ambiente en el que se estudian. No obstante, como ha señalado recientemente Wagner ( 1999 ), lo más prudente es centrarse en aquellos que, aun siendo sociales, han demostrado tener una clara vinculación con la propia evolución de la especie humana. Al respecto, existen algunos motivos sociales que parecen comunes a gran parte de las sociedades y grupos, siendo, lógicamente, los que mayor cantidad de investigación han recibido por parte de los autores interesados. Entre ellos se encuentran el motivo de logro, el motivo de poder, el motivo de afiliación y el motivo para la conducta de ayuda. Así pues, en un sentido parecido al que defendemos para exponer los motivos primarios, en los motivos secundarios cabe hablar de los siguientes pasos: 1) existe un motivo o impulso que lleva al sujeto a actuar, a realizar alguna conducta, para conseguir algo que no se posee, e incluso para mantener algo que ya se posee; 2) existe, por supuesto, la propia conducta motivada o instrumental, que se convierte en el medio para conseguir el objetivo planteado, y 3) como consecuencia del paso anterior, se produce la reducción del impulso, asociada a las consecuencias positivas derivadas, por una parte, de la supresión de las connotaciones negativas que conlleva la pulsión o necesidad y, por otra parte, de las connotaciones positivas, de recompensa, que implica la consecución del objetivo. En última instancia, los motivos sociales, que, como hemos señalado, no parecen tener una vinculación imprescindible con la supervivencia de un individuo, encuentran su especial justificación en el seno de un grupo. Se desarrollan, se mantienen, se fortalecen y se expresan en el contacto con los demás miembros de ese grupo. ## 2.1. Definición de Motivación Parece evidente que, al menos desde un punto de vista genético, todo ser vivo se siente motivado para conseguir el objetivo más esencial: la supervivencia. En condiciones normales, prácticamente todas las conductas que lleva a cabo un individuo se encuentran relacionadas con el incremento en la probabilidad de supervivencia, aunque en nuestros días, al menos en el ser humano, dicha supervivencia no tenga las connotaciones de vida o muerte. Como consecuencia, y por definición, la Motivación se encuentra presente en los organismos de todas las especies, independientemente del lugar que ocupen en la escala filogenética. Si la Motivación se encuentra relacionada con el afán por sobrevivir, todo ser vivo se encuentra motivado para sobrevivir, con los matices diferenciales que se quiera considerar. Es evidente que las formas más complejas de Motivación se dan en el ser humano, y éste es el ámbito en el que, de forma preferencial, hemos de centrarnos, sin descuidar el análisis de las especies inferiores, que, como es bien sabido, aportan información relevante para comprender cómo funciona el ser humano en según qué circunstancias. Creemos que es necesario distinguir entre motivación y proceso motivacional. Es frecuente encontrar que, cuando se hace referencia a la motivación, se alude a ella en términos de «variable interviniente con características de activación y dirección». Es decir, con frecuencia se hacen sinónimos los términos de motivación y conducta motivada. La Motivación tiene que ser considerada como un proceso, en el cual se incluye la propia conducta motivada, pero, además, engloba otras variables de relevancia, como las cognitivas, en forma de análisis, valoración y atribución de causas, y como las afectivas, referidas al estado afectivo actual del sujeto. A partir de las distintas perspectivas y definiciones existentes, estimamos que cualquier intento definitorio de Motivación debería referirse a un proceso adaptativo, que es el resultado de un estado interno de un organismo, que le impulsa y le dirige hacia una acción en un sentido determinado. Es decir, existe una influencia de los factores externos y de los factores internos que activan al organismo, y le dirigen hacia la consecución de algún objetivo o meta que le es gratificante. En este proceso interactivo son de suma relevancia los objetos meta, con sus características de incentivo, así como la expectativa o probabilidad de conseguir esos objetos meta. Es decir, hablar del proceso motivacional en la actualidad implica hacer referencia a la interacción entre un individuo y su medio ambiente, ya que, en el caso de que ocurra el proceso motivacional, éste acabará con una conducta motivada dirigida hacia una meta particular en un momento concreto, por parte de un individuo concreto. Nuestra definición de Motivación se fundamenta en la importancia de los componentes implicados en el proceso. Es necesario entender la ocurrencia ordenada de los distintos cambios que tienen lugar a lo largo del proceso. Nuestra concepción de Motivación es la siguiente: la Motivación es un proceso básico relacionado con la consecución de objetivos que tienen que ver con el mantenimiento o la mejora de la vida de un organismo. El proceso se inicia con la presencia de algún estímulo o situación interna o externa que desencadena en el individuo la necesidad o el deseo de llevar a cabo una conducta para conseguir el objeto implicado en la situación; tras la evaluación y valoración pertinentes, teniendo en cuenta la disponibilidad de recursos, la dificultad y valor de incentivos referidos al objetivo a conseguir, más el estado actual del organismo, el individuo decide llevar a cabo una conducta dirigida a la consecución de un determinado objetivo -aquel que considere más apropiado en ese momento-; la conducta motivada propiamente dicha consiste en las fases de aproximación y de ejecución apetitiva y consumatoria, y, tras su ejecución, el individuo llevará a cabo la verificación de la congruencia, la atribución de causas y la generalización. Identificar la Motivación con la conducta motivada es correcto si lo que se intenta es dilucidar simplemente qué atrae la atención y el interés de un individuo en un determinado momento y cómo lleva a cabo determinadas acciones para conseguir el objetivo en cuestión. Ahora bien, si por Motivación entendemos el proceso motivacional, es necesario considerar la propia conducta motivada, por supuesto, pero, además, es imprescindible también tener en cuenta, por una parte, cómo un individuo llega a la conclusión y decide cuál de los diversos objetivos que potencialmente puede conseguir se convierte en la meta específica hacia la que dirige sus esfuerzos, y, por otra parte, cómo va verificando la relativa proximidad de la meta a medida que lleva a cabo su conducta motivada, y cómo realiza la correspondiente atribución de causas al resultado de su conducta motivada. ## 2.2. De la terminología utilizada en Psicología de la Motivación Es un hecho innegable que en Psicología de la Motivación, al igual que en Psicología de la Emoción, y en cualquier otra disciplina que se precie, existe un conjunto más o menos amplio de conceptos y términos que parecen relevantes para estructurar una formulación teórica que dé sentido y explique el concepto, en nuestro caso, además, el proceso, de la disciplina en cuestión. Como quiera que dicho conjunto de términos es amplio, hemos optado por la elección de aquellos que, a nuestro juicio, mejor permiten el conocimiento y la comprensión de la Motivación. Entre dichos conceptos y términos se encuentran los de necesidad, pulsión, homeostasis, retroacción negativa, expectativa y atribución de causas. Veamos cada uno de ellos. Necesidad es un término utilizado para referirse a aquellas situaciones en las que un organismo experimenta y/o manifiesta carestía de algún elemento importante para su funcionamiento. Esta situación de carestía, y, consiguientemente, la necesidad derivada de la misma, sólo desaparecerán si el organismo es capaz de conseguir aquello que le permita volver a su equilibrio habitual. Pulsión es un concepto clásico en Psicología de la Motivación. A grandes rasgos, el término pulsión posee unos tintes claramente psicológicos; en particular, podría ser considerado como la manifestación psicológica de una situación de privación, carestía o necesidad biológica. Por tanto, la pulsión posee claras connotaciones motivacionales. Homeostasis es un concepto clásico e imprescindible en Psicología de la Motivación y también en Psicología de la Emoción, así como en cualquier disciplina que se relacione con la conducta. Homeostasis es equilibrio dinámico, con continuas fluctuaciones, con permanentes cambios. Precisamente, en esas fluctuaciones, en esa imposibilidad de mantenerse en un punto fijo, estático, se localiza el fundamento de la Motivación, pues el organismo siempre se encuentra motivado para seguir buscando ese punto óptimo que le garantice su máximo rendimiento y adaptación. Cada vez que los niveles de alguna variable se separan más allá de lo aconsejable ( más allá de sus umbrales de confianza ) se activan todos los mecanismos para que ese sujeto recupere sus valores normales. Entre esos mecanismos hay que considerar los fisiológicos y los conductuales. Así, cuando el organismo detecta la existencia de un desequilibrio en el nivel de alguna variable, se ponen en marcha los mecanismos fisiológicos para restablecer el equilibrio; si con esos mecanismos fisiológicos no se logra restablecer el equilibrio, se produce una sensación displacentera, que el individuo interpreta como « necesidad de algún elemento ». Como consecuencia, se produce la motivación para buscar ese elemento necesario, dando lugar a la conducta motivada -mecanismo conductal, que permite restablecer el equilibrio de la variable en cuestión, al tiempo que suprime la sensación displacentera. Desde Psicología de la Motivación, se argumenta frecuentemente que cualquier organismo tiene que mantener en equilibrio las variables fundamentales; esto es, tiene que ser homeostático. Cuando este equilibrio dinámico se pierde, se lleva a cabo la conducta motivada correspondiente, que permitirá recuperar ese equilibrio. Retroacción negativa es un concepto imprescindible para entender la propia homeostasis. Es un mecanismo que permite detener un proceso actualmente en marcha. Así, cuando existe deficiencia en alguna variable, el organismo lleva a cabo los procesos necesarios para corregir esa deficiencia, pero el mecanismo que trata de corregir ese desequilibrio se detiene en un momento: cuando el nivel de la variable en cuestión alcanza los valores apropiados. La detención ocurre gracias a los mecanismos de retroacción negativa. La retroacción negativa podría ser considerada como un sistema de detención fisiológica que pone fin a una pulsión. Una pulsión inicia una conducta motivada y un sistema de retroacción negativa la detiene. A grandes rasgos, el proceso es el siguiente: 1) a partir de una situación relativamente equilibrada, comienza a producirse el desgaste; 2) como consecuencia de ese desgaste, se produce una deficiencia en alguna variable; 3) esa deficiencia, con connotaciones de necesidad, genera la pulsión específica a la necesidad producida; 4) la pulsión hace que el sujeto se sienta motivado para buscar cómo solucionar su « problema »; 5) se inicia la fase de aproximación o búsqueda, primera parte de la conducta motivada; 6) tras localizar aquello que puede satisfacer la necesidad, el sujeto lleva a cabo la fase consumatoria, segunda parte de la conducta motivada; 7) se produce la reducción de la pulsión, la satisfacción de la necesidad y la recuperación del equilibrio u homeostasis, y 8) de nuevo, comenzar

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