Summary

Este documento resume los temas 3 y 4 sobre la distribución de la renta y el bienestar social en España. Se analizan indicadores como el índice de Gini y el Índice de Desarrollo Humano (IDH), destacando la evolución de la desigualdad de renta entre 2008 y 2020 y su relación con la recuperación económica.

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CAPÍTULO III – POBLACIÓN Y DISTRIBUCIÓN DE LA RENTA 4. INDICADORES DE BIENESTAR SOCIAL Y DESIGUALDAD. 4.1. ÍNDICE DE GINI (Preguntado en examen: ninguna pregunta) Indicador básico empleado para examinar la desigualdad de rentas. Asocia a cada distribución de renta un número r...

CAPÍTULO III – POBLACIÓN Y DISTRIBUCIÓN DE LA RENTA 4. INDICADORES DE BIENESTAR SOCIAL Y DESIGUALDAD. 4.1. ÍNDICE DE GINI (Preguntado en examen: ninguna pregunta) Indicador básico empleado para examinar la desigualdad de rentas. Asocia a cada distribución de renta un número real que refleja su nivel de desigualdad y permite cuantificar lo alejada que se encuentra una distribución de rentas de la distribución perfectamente igualitaria. El índice toma valores entre cero y uno, considerando rentas no negativas. El valor uno refleja máxima desigualdad y cero la mínima. Un aumento en el índice de Gini se interpreta como un aumento de la desigualdad. Entre 2008 y 2012 se produjo un incremento medio de la desigualdad (con una tasa anual de crecimiento del 1,4 %). Con la recuperación económica parece haberse contenido. Se observa aumento de dispersión entre Comunidades Autónomas. Aquellas con mayor desigualdad antes de la recesión incrementaron más rápidamente los niveles de desigualdad en la renta de sus habitantes durante la recesión de 2008. Con la pandemia el índice de Gini ha disminuido, a pesar de la fortísima disminución que se produjo en el PIB y el PIB per cápita. Esto es un indicador más de las ventajas que han tenido la aplicación de medidas correctoras como, por ejemplo, los ERTE 4.2. ÍNDICE DE DESARROLLO HUMANO (IDH) (Preguntado en examen: Febrero 1ª, septiembre y desarrollo 2ª semana) La riqueza per cápita medida con el PIB o con la renta disponible es el indicador más utilizado para evaluar el nivel de vida de la población. Esto es limitado a la hora de mostrar la capacidad y la calidad de vida de los habitantes de un país. En la década de los noventa las Naciones Unidas comenzaron a publicar informes sobre el IDH que incorporaba variables relacionadas con la salud, la educación y el bienestar material, se trata de asociar el desarrollo humano con variables que van más allá de lo puramente monetario. El ranking de países cambia cuando se utiliza el IDH o el PIB per cápita. El IDH de España a principios del siglo XXI redujo distancias respecto de los mejores países, pero en los últimos años de expansión, aunque mejora lo hace al mismo ritmo que los diez mejores con lo que la distancia se mantiene constante. En 2020, ha bajado ligeramente respecto 2019. En España, los factores educativos y de edad han compensado la negativa evolución de la variable monetaria (PIB) durante las dos últimas recesiones, la financiera y la originada por la pandemia. ARTÍCULO DESIGUALDAD DE LA RENTA Y REDISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA A PARTIR DE LA METODOLOGÍA DEL WORLD INEQUALITY LAB. (Preguntado en examen: Febrero 1ª Y 2ª semana) La metodología del Worl Inequality Lab consiste en combinar datos fiscales, encuestas y cuentas nacionales para construir series sobre la distribución de la renta nacional antes y después de impuestos, transferencias y consumo público. Existe una brecha entre ingresos recogidos en datos fiscales (algunos componentes del PIB no están sujetos al IRPF, no se reportan a valor de mercado y existe evasión fiscal), las encuestas de hogares (individuos no siempre declaran de manera exacta sus rentas por lo que subestiman el valor total de algunos componentes de la renta o excluyen algunos y la renta total de cada país. Esto impide ligar de manera consistente el crecimiento económico y la desigualdad y, por tanto, entender qué grupos se benefician en mayor medida del crecimiento económico y porqué. 2. ¿CÓMO HA EVOLUCIONADO LA COMPOSICIÓN DE LA RENTA NACIONAL Y SU DISTRIBUCIÓN? Se define la renta nacional antes de impuestos como: suma de ingresos del trabajo y capital. Las rentas del trabajo son la suma de todos los flujos de ingresos laborales, directos e indirectos. Los flujos de ingresos se miden antes de impuestos, excluyendo las cotizaciones sociales. Las rentas del capital están compuestas por los intereses, dividendos, alquileres, beneficios no distribuidos y rentas mixtas. EVOLUCIÓN DE LA RENTA NACIONAL En las economías desarrolladas, la participación de las rentas del trabajo en la renta nacional ha caído desde los años ochenta en beneficio de las rentas del capital. La disminución en el precio relativo de los bienes de inversión, a menudo atribuida a los avances en la tecnología de la información y la era de las computadoras, indujo a las empresas a alejarse del trabajo y enfocarse en el capital. El aumento del poder de mercado y de las empresas “superestrella” han contribuido a la pérdida de peso de las rentas del trabajo en la renta nacional en Estados Unidos. Desde los ochenta se da un proceso gradual de modernización de la economía española, el cual conlleva desplazamiento de autónomos por sociedades mercantiles, con el consiguiente declive de las rentas mixtas y el aumento de las rentas financieras. La participación de las rentas del capital en la renta nacional estaba en mínimos a principios de los ochenta y aumentó durante esa década con el proceso de recuperación tras la crisis del petróleo y la reconversión industrial. Desde los noventa hasta la actualidad, el peso de las rentas del capital se ha mantenido constante, volviendo a coger fuerza a raíz de la crisis de 2008. Este incremento se explica por un aumento de ingresos por alquileres, dividendos y beneficios empresariales, así como por la caída de las rentas mixtas, y limitado incremento de salarios. El peso de las rentas del capital en la renta nacional parece haberse reducido con la llegada de la pandemia, debido a la fuerte caída de los dividendos y de los beneficios empresariales no distribuidos. DISTRIBUCIÓN DE LA RENTA En España, el boom inmobiliario previo a la crisis de 2008 redujo la desigualdad de la renta. Con el estallido de la burbuja inmobiliaria, el aumento del desempleo y el recorte de salarios, el 40% más pobre, y en mayor medida el 50% más pobre experimentaron una mayor caída en sus ingresos en términos relativos que el 10% y el 1% más rico. El estallido de la pandemia del COVID-19 frenó este proceso de recuperación y la evidencia más reciente apunta a un aumento de la desigualdad de ingresos, debido a una mayor incidencia del desempleo y de la pérdida de ingresos salariales entre los grupos de renta más pobres. La desigualdad de la renta está fuertemente relacionada con los cambios en la composición de la renta agregada. Para el top 1% las rentas del trabajo representan menos del 35% de sus ingresos, y para el resto entre un 65% y un 85%. Para los grupos de rentas más altos tienen mayor peso las rentas financieras y las rentas mixtas. Importancia de las rentas por desempleo en los deciles más bajos y de las pensiones en los deciles medios. El peso de las rentas del capital entre los grupos más ricos ha aumentado en la década que siguió a la crisis financiera de 2008, por la reducción de tipos de interés y recuperación de los beneficios empresariales. El 50 % más pobre, con la crisis vio un fuerte descenso de sus salarios, compensado en parte por el aumento de las prestaciones, aunque hoy en día, no ha recuperado su posición relativa anterior a la crisis. 3. ¿CÓMO AFECTA AL SISTEMA DE IMPUESTOS Y TRANSFERENCIAS A LA DESIGUALDAD DE LA RENTA? La renta nacional después de impuestos es igual a la renta nacional menos los impuestos, más las transferencias sociales y el consumo público. Los impuestos indirectos representan un 50% del total a lo largo de todo el periodo, y los impuestos directos el otro 50 %. El impuesto directo más importante es el IRPF que representa en torno al 30-40 % a lo largo del periodo, seguido del impuesto sobre Sociedades con un 8-18%. Desde los noventa hasta el presente, el peso de los impuestos en la renta nacional ha sido muy sensible al ciclo económico, ganando importancia durante las expansiones y perdiéndola durante las contracciones. Los primeros años de la crisis financiera e inmobiliaria, la recaudación por IVA, IRPF e IS cayeron con especial virulencia. El IRPF ha ganado peso desde la crisis de 2008 y el IS lo ha perdido, siendo la importancia de este último en la actualidad aún menor que antes del boom inmobiliario de los 2000, y la del IRPF mayor. Las transferencias incluyen prestaciones no contributivas, mientras que el consumo público está formado por el gasto corriente en materia de educación, sanidad, protección social y servicios generales, defensa, seguridad y otros. Desde 1980 hasta la actualidad, el consumo público en sanidad es el que más peso ha ganado en relación al consumo público total, a expensas del consumo público en servicios generales que se ha visto reducido en igual proporción. El consumo público aumento entre 1980 y principios de los noventa con la expansión del Estado del Bienestar y aumento del gasto en sanidad y educación. Desde los noventa hasta la actualidad, se ha mantenido más constante, aumentando ligeramente su importancia durante expansiones y cayendo durante contracciones. Aumento del consumo público del 23 al 28% entre 2019 y 2020, debido a la contracción económica y al aumento del gasto sanitario por la crisis del COVID-19. El 50% más pobre se beneficia en mayor medida de la redistribución a partir de 2007 que el 40% intermedio, debido a la mayor pérdida de renta antes de impuestos y trasferencias entre los grupos con menor ingreso. La progresividad del sistema fiscal ha variado significativamente a lo largo del periodo. Mientras que el 0,01% más rico pagaba impuestos por valor de un 29% de su renta en impuestos en 1999, este porcentaje aumentó hasta el 40% en 2007, para volver a caer hasta el 27% en 2019. Esto se debe al aumento y posterior pérdida de recaudación por el Impuesto sobre Sociedades. Los grupos de rentas bajos y medios pagan entre un 20 y un 30 % de su renta en impuestos, siendo el tipo mayor para los grupos bajos que para los medios. El porcentaje de renta que representan los impuestos sobre los productos cae con el nivel de renta, mientras que en el caso del IRPF y del Impuesto sobre Sociedades crece con el nivel de renta. Los impuestos sobre la propiedad representan una carga más baja y proporcional de la renta a lo largo de toda la distribución. 4. ¿QUÉ POLÍTICAS PÚBLICAS PODRÍAN AYUDAR A REDUCIR LA DESIGUALDAD DE LA RENTA EN ESPAÑA? Se identifican cuatro dimensiones a partir de las cuales se puede progresar para igualar la distribución de los ingresos antes de impuestos: capital humano, mercado laboral, modelo productivo y la desigualdad de la riqueza. La evidencia empírica muestra que, a mayor rendimiento académico y nivel educativo, mayores son los ingresos futuros. En España parecen no ser suficientes Hay individuos que han alcanzado el mismo título educativo, aquellos que provienen de familias más privilegiadas tienen ventajas sustanciales en el mercado de trabajo. Las políticas que tengan como objetivo la reducción de la desigualdad de ingresos tiene que ir enfocadas a cerrar la brecha social o de clase. EDUCACIÓN El alto nivel de fracaso escolar y abandono temprano de los estudios se podría traducir en un mayor número de estudiantes de formación profesional. Diseñar más y mejores mecanismos de colaboración entre los centros de estudios tanto de formación profesional como universitaria con el sector público y privado. MERCADO LABORAL Los logros serían limitados si no se corrigen a su vez las deficiencias del mercado laboral y del modelo productivo. El desempleo estructural, la precariedad laboral y la temporalidad característicos de la economía española son una fuente determinante de desigualdad de rentas, puesto que afectan en gran medida a las clases más bajas MODELO PRODUCTIVO España tiene un modelo productivo que se caracteriza por baja productividad, composición sesgada hacia sectores de bajo valor añadido, intensivos en trabajo, y vulnerables ante crisis económicas. Esto hace que el empleo sea muy sensible a las fluctuaciones del PIB y contribuyen a perpetuar las desigualdades de ingresos existentes. Se podría fomentar la inversión en sectores en los que España tiene una ventaja comparativa, como, el sector de las energías renovables, así como diseñar políticas que permitan a los sectores estratégicos tradicionales, como el turismo o la agricultura, generar mayor valor añadido vía nuevas tecnologías vía por ejemplo las nuevas tecnologías. Estas medidas podrían ayudar a corregir también los bajos niveles de empleo de alta cualificación que es capaz de generar el mercado de trabajo en España y el problema de sobre cualificación y fuga de cerebros de los últimos años. DESIGUALDAD DE LA RIQUEZA En España existe un sesgo del ahorro hacia formas de riqueza no productiva como la vivienda, que contribuyen a explicar el estancamiento de la productividad, exacerbando el conflicto distributivo en el reparto de la renta. La población con ingresos bajos y medios canaliza sus escasos ahorros hacia la vivienda habitual, mientras que los hogares con mayores ingresos y ahorros adquieren (y/o heredan) además de la vivienda habitual, propiedades y activos financieros de inversión que tienden a tener una rentabilidad mayor. Medidas que garanticen un acceso asequible a la vivienda habitual, como el alquiler social, políticas que se focalicen en ayudar a diversificar el ahorro de las clases medias y bajas no solo en activos no financieros, sino también financieros mejora de la educación financiera durante la educación obligatoria y/o un aumento de la participación de los trabajadores en el capital de sus empresas. POLÍTICA FISCAL El bajo crecimiento de la productividad y la desigualdad de ingresos antes de impuestos merman la capacidad recaudatoria del sistema tributario, la cual se encuentra de forma persistente por debajo de la media de la UE. Entre las posibles medidas en materia fiscal, se podría reformar el IS de tal manera que su capacidad recaudatoria volviera a ser al menos similar a la que era antes del boom inmobiliario de los 2000. Sería conveniente revisar la imposición patrimonial, al menos de aquellos impuestos que son recurrentes (IBI y Patrimonio). Se podría pasar a un sistema que generalizara el Impuesto sobre el Patrimonio a una parte más numerosa de la población sobre la base de dotar a ambos tributos de reglas uniformes de valoración de los activos, que acomodara su complementariedad y que acrecentara su carácter progresivo eliminando algunas deducciones actuales de carácter muy cuestionable Minimizar la competencia fiscal a la baja entre Comunidades Autónomas, que beneficia en gran medida a las rentas y patrimonios más altos. Se debe mejorar la lucha contra la evasión fiscal dentro y fuera de nuestras fronteras, tanto de individuos como de empresas. Y se debería abordar el actual sistema de transferencias en los colectivos vulnerables

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