Llovizna En El Corazón De Leoncio Bueno PDF

Summary

This document analyses the poem 'Llovizna en el Corazón' by Leoncio Bueno, a Peruvian poet. It touches on details about the author and context of the works. The text displays insights into the poem's themes and structure. It references other works mentioned by the author.

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LLOVIZNA EN EL CORAZON DE LEONCIO BUENO Leoncio Bueno, Angel lzquíerdo Duclós y l.uis Suárez Galarza en la Laguna de Paca, Jauja, diciembre de 1999. `.fiL_:o_ffi?.~B~:e~r:?..P_:_e_t_:.fn5::_°::_i.:.!i~:.:l_i.Stp._f3±m°_.Ílrm.i:r:? `' su...

LLOVIZNA EN EL CORAZON DE LEONCIO BUENO Leoncio Bueno, Angel lzquíerdo Duclós y l.uis Suárez Galarza en la Laguna de Paca, Jauja, diciembre de 1999. `.fiL_:o_ffi?.~B~:e~r:?..P_:_e_t_:.fn5::_°::_i.:.!i~:.:l_i.Stp._f3±m°_.Ílrm.i:r:? `' suele regocijadamente denominarse, nació en Facalá, hacienda Casagrande, valle de Chicama, Trujillo, La Libertad, el 2 de enero de 192]. Y este año 2024, celebramos sus ciento cuatro años de vida de este vaíe que ha eclosionado con una poesía revolucionaria, ícono del Perú y del mundo. En el mes dc diciembre de 1999, Leoncio Bueno, el poeta de vasta experiencia en luchas sociales, en caer en prisiones -así, en plural-, en escribir poesía dc arrebatada agresión verbal quc a muchos de los pacatos y mojigatos alquitarados estetas -como apuntó alguien- les cae como puñales cn sus anestesiados y homínidos cerebros, visitó nuestra entrañable ticTra. Lo acompañaba Ánge] lzquierdo Duclós, vate de nato quehacer nómada, errabundo y excelentc autodidacto. Buen amigo. Con mis a[umnos de Lengua y Literatura dcl lnstituto Superior Pedagógico Público "Pedro Monge Córdova" organizamos esta visita. Los recibimos en la Plaza de Amas, los alumnos no podían creer que esté con nosotros el poeta quc puebla sus veTsos de martillos, lampas, obreros, andamios, hachas, polvo y mucha sangre. Las señoritas, muy entusiasmadas y con latidos de olas en sus corazoncitos, les obsequiaban scndos ramos de flores y besitos. Para envidia. Fotos para un imperecedero recuerdo con nuestros ilustrcs personajes de la literatura peruana. Me aceTco a Leoncio, y al abrazarlo me invaden sus versos: Vivir ¿para qué? Wwir para escribir Escribir ¿para qué? Escribir para combatir Comhatir ¿para qué? Combatír para vivir. Una vcz en el hotcl Santa Rosa, Leoncio puso sobre la mesa un maletín pequeño y un paquete de ]ibros, se tendió sobre su cama con los brazos al modo dc cabecera. Duc[ós acomodaba sus grandes maletines saturados de ropa. El viaja así. Como si fuera a quedarse toda la vida. De pronto sacó un impcnirteable importado de color beis, muy bonito, quedó mirándolo largo rato, miró también al autor de 4/ pz.e dc/ yw#qwc, y le preguntó amab[cmente, Maestro, le gusta, Está bacán, chévere, A ver, pruébeselo, -39- Ya. Se lo puso, se acercó al cspejo de la habitación, se Y los tres, en un febril abrazo, disfrutamos del agua que míró un buen rato, repasando sus años de adolescente cae como tenue cabello disperso de hembra y penetra en pendejo. Emocionado, al ver que Leoncio se miraba con el alma más que en los cuerpos. Nuevamente en el hotel, más avidez, Duclós [e dice, Se lo regalo, maestro, Gracias, luego de que Leoncio ofi.eciera una conferencia magistral Duclós, te debo dos chelas. Y volvió a mirarse al espejo en el local de la Sociedad Unión Artesanos sobre el tema con una alegría que se sentía rebosar en su cálido pecho dc /,.Pczrc7 q#é j:jrve /czpoe5`z'cr.? Cumplida la cena, a la cual nos expei.imentado hombre, de este poeta que usa el-lenguaJe acompañaron personas comprometidas con nuestra cultura popular con a.gresiva sutil intención social. Después y aprovecharon el momento para preguntar y escuchar descansar un buen rato, salimos a comer algo. Yo había los puntos de vista del hombre enamorado de la libertad pensado llevarlos a almorzar al restaurante ÉI Ganso de y la justicia. Antes de dejarles descansar les pregunto, A Oro porque este día preparan unos rícos cuyes. Salímos qué hora desean desayunar mañana, Vente tempranito del hotel. Estamos pasando fi.ente a la catedral, y a unos para nos lleves a un homo, díce Leoncio, Franco, bacán cuantos pasos, vecino de la imprenta de don Mario Castro, maestro, refiierza Duclós, yo nunca he visto un homo de a un restaurante que luce en su puerta un letrerito: "Menú. verdad, Ya, entonces a las seis de la mañana, ¿1es parece? S/.4.00". Leoncio se deticne, mira el anuncio, toma al toque En ese instante recuerdo el poema de Leoncio lJ/a}J#o dc /os del brazo a Duclós y dice muy contcnto, Manya, manya hambrientos-. Duclós, manya Palito, a cuatro mangos, está regalado. Y se mete en el local rapidito, dejándome sin espacio para El problema se dilucidará, definitívamente, replicar]e. Mientras sc acomodaban a la mesa me fiii al entre hartos y hambrientos, mercado que está a la vueltita y les traje unos bollos y panes sean blancos o negros, capitalístas o comunistas. de a güevo. Con qué fruición comían esa delicia, gozando El hambre es volcanísima, con avidez el pan luego de cada mordida. De pronto cruzan el planeta será pasto del hambre sus miradas, miran hacia la plaza. Comenzaba a caer una o el hombre se hará pasto en el planeta. leve llovizna. Se ponen al toque de pie, salen raudos, se Los que tenemos hambre venceremos. abrazan, ponen sus caras hacia arriba, 1as gotas caen sobre Dura es nuestra guerra. esos rostros muy felices, y empiezan a casi bailar más Todo lo que hagamos para so[1isfacer estrechamente abrazados, sus caras más pegadas hacia el nuestra hambre será razonable. nuboso cielo. Esto es vida, dice Leoncio Bueno, el poeta Los bien comidos son irracionales, que fiindó el Grupo lntelectual Primero de Mayo en 1956, sean blancos o negros, Si', mira maestro, qué rica lluvia, responde Duclós, Esto capitalistas o comunistas. no se ve en Lima, carajo, No, maestro, qué lindo, qué rica Nos comeremos a los bien comidos, agüta. Las gentes que pasan los miran, soiprendidos, y también a las l)ien comidas se preguntan, Quiénes son esos, Qué les pasa a esos dos, sin ímportarnos su ideolíigía o su color. Están locos, No, seguramente son poetas porque en la Las clases ricas arruinan la fiertilidad del planeta, puerta está el profe Palito, Ah, sí, verdad, Entonces también las clases ricas arrasan despiadadamente están locos, Así son los poetas, se les mueve las tejas. Ya, la comida de los pobres. Palito, ven pa'cá, oigo decir a Leoncio, Sí, al toque voy. Justa salida: -40- -41- comernos a las clases ricus. El burrí), inc(}nfundible a la distancia ¿No se les hace agua la boca, hermanos uros? por su ciarín singuiar, fue mí primer amigo Cierto, nadie sabe i)ara quién engorda, y también ini maestro. o ha comido demasiado ríco desde su niñez. I)e él aprendí a tral)ajar como un burro a respingar como un burro Tempranito llego al hotel, subo las escalcras y ya me y a enamorarme cÍ)m(} un burro. estaban esperando listitos. Salimos. A tres cuadras está el homo de don Flavio Casimjro. Bajamos por Grau, costado Los dos poetas, sin dcjar de comer, observan muy atentos del colegio Nuestra Señora del Carmen. Doblamos por la sutil labor de lc)s panachos. Entonces, Leoncio me dice, Junín. La misma esquina de la antigua ticnda de la familia Palito, estoy pensando venirme a vivir a Jauja, me buscas Gotto. Desde allí se percibc el riquísimo olor de los panes una finca que no cueste mucho, Ya, está bien. maestro, para que invade nuestros pechos y anhelantcs paladares. Las nosotros sería un honor tenerlo como unjaujino más, Sí, dice campanas de la catedral cmpiezan a tocar sus talantalancs Duclós, un rajatabla más, y aparte de su clima se respira en tan bellísimos y miiy gcnuinos de nuestra ciudad. Sentimos Jauja una calma tan acariciante quc te desestresa, te quita una incfable melodía muy espiritual llamando a misa. el esmog que nos persigue desdc Lima, Sí, porque en este Una dulce música con tiemas voraces reverencias invade País de Jauja, como dice mi bisagra Lucho Patiño, el aire la qüetud de la mañana, Música angclical de impa]pables es fino, Bacán, entonces me vengo para acá, fimdo aquí mi pálpitos se meten en nuestros pechos. Caminamos hasta periódico, Seguro maestro, le pregunto, cmocionado por su llegar a la esquina de la panadería dc don Toribio Suárez idea, Sí, dice Leoncio, levantando su medio pan mirándolo Zurita, enfrente la casa de la familia Kanashiro. Recuerdo con una inefable temura, y e[ periódico se va a llamar £/ a nuestro gran amigo Takaki, muy amante del vóley, de P## dc J¢#/.úr, Bestial, maestro. dice Duclós, y fundamos los ciganillos y del billar. Doblamos por Gá]vcz. A un también un grupo de escritores a nivel regional, Listo, así pasito, el homo de don Flavio. Tngresamos pausadamente ticnc que ser, sin qiie importe el excremcnto del diablo, sorbiendo del aire el riquísimo aroma de los panes. Dentro porquc la cultura se hace sin pretender ganar y ganar plata y ya, miramos el homo, la faena fcbril de los panaderos que más plata. Nos miramos. Levantamos ceremoniosamente 1o laboran para darnos nuestro pan de cada día. Lcs presento más alto nuestro mordido pan como un tácito juramento. Y a nuestros ilustres visitantes. Los panaderos, sorprendidos cómo se llamaría el grupo de soñadores, pregunta Duclós. y muy contentos por esta visita, nos ofrecen bollos, panes Pienso un momcnto, miro largo rato mi pan, y recordando de a güevo, molletes, kusai, una delicia, manjar de dioses. haber visto en muchas casas manojos de mazorcas dc maíz Sírvanse, si'rvanse, dicen muy generosos Vito y su hermano colgados de los aleros del techo, digo, Wayunka, se llamará Narduchi, también su primo Lupo, el soltero más codiciado Wayunka Poetas, Y por qué, me pregunta Leoncio, Porque de Jauja. con su sensual sonrisa de dulce mo]lete y seductor la wayunka es un manojo de mazorcas seleccionadas, Ah, ajonjol]'. Leoncio y Duclós comen con envidiable fruición. bien, grupo de poetas selcctos, bien, muy bien, concluyc De inmediato, se me vjencn los versos de As#o rfl}Jfldo: el autor de P¢sfor de Írwemos. Sonrei'mos al calor que nos regala el homo. Transparcncias suffibles, fulgores íntimos, Mi abuela, mujer costeante y muy lectora, notas musicales con aroma a pan, suspensas esperanzas, lo llamaba Ragnut, raro nombre. inacabables panes en toda mesa... Nos damos cuenta de -42- -43- que las gentes de nuestra entrañable tierra eiitran y salen del homo llevando el sagrado sustento para sus hogares. Y me sacuden los versos de Leoncio, el poeta anarcosindicalista: Porque quiero que broten mariposas y nazcan margaritas en las rocas, P Or eso osadamente emiiíno estos versos que aspiran aSer i]uentes de luz entre el canto y las batallas. Diciembre de 1999 -44-

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