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Padrino

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Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM)

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ancient greek literature greek mythology heroines poetry

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This document appears to be a chapter or excerpt from a collection of ancient Greek poetry or literature. It is a fictionalized account from the perspective of the character Hipsípila, with themes of love, loss, and conflict. Detailed accounts of ancient Greek characters.

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VI HIPSÍPILA A JASÓN [La lemnia Hipsípila, linaje de Baco!, habla al hijo de Esón, y cuánto de su alma había en sus palabras.] Se dice que has vuelto a tocar, incólume tu nave, los litora- les de Tesalia, enriquecido por el vellón...

VI HIPSÍPILA A JASÓN [La lemnia Hipsípila, linaje de Baco!, habla al hijo de Esón, y cuánto de su alma había en sus palabras.] Se dice que has vuelto a tocar, incólume tu nave, los litora- les de Tesalia, enriquecido por el vellón del áureo carnero. Me regocijo cuanto permites de que estés a salvo. De esto mismo, sin embargo, debía estar informada por unas letras tuyas. / Pues, para regresar sin bordear mis reimos a ti prometidos, puedes no haber tenido vientos, aunque lo deseares; pero, con viento, por adverso que sea, puede escribirse una carta. Hipsí- pila ha merecido el envío de un saludo. ¿Por qué me ha llegado el rumor antes que una carta men- 10 sajera de / que los bueyes a Marte consagrados se sometieron al encorvado yugo, que de las semillas que arrojaste brotaron gavi- llas de hombres y que no necesitaron de tu diestra para matar- se, que el dragón siempre en vela defendió el despojo del car- nero y que, sin embargo, el dorado vellón fue robado por tu 15 atrevida mano? Si yo pudiese decir a los incrédulos / «él mismo me lo ha escrito», ¡qué importante me sentiría! ¿Por qué la- ! Su padre, Toante, era hijo de Baco y Ariadna. HIPSÍPILA A JASÓN mento que se demoren las promesas de un esposo que tarda en volver? Enorme recompensa he obtenido si permanezco tuya. Se cuenta que contigo ha venido una extranjera que domina 20 el arte del envenenamiento!, / y que la has recibido en la parte del lecho a mí prometido. ¡Cosa crédula es el amor! Ojalá se diga que temerariamente he acusado a mi esposo de culpas no cometidas. Ha poco un tésalo, que se hospedó en mi casa, había llega- do desde las costas hemonias?. Y apenas franqueado el umbral 25 // dije: «¿Qué hace mi Esónida?». Él se quedó inmóvil de ver- giúenza, clavando sus ojos en tierra. Inmediatamente di un salto y, arrancada de mi pecho la túnica, le pregunto a gritos: «¿Vi- ve, O a mí también me reclama la muerte?». «Vive», contesta. 30 A él, que vacilaba, le obligo a jurar lo que dice. / Apenas creí que vivías, aunque me puso a la divinidad por testigo. Cuando me volvió el aliento comienzo a requerir tus hazañas. Me narra que los bueyes de Marte de broncíneas pezuñas han ara- do, que los dientes del dragón fueron arrojados, a modo de se- millas, a la tierra y que los hombres nacidos súbitamente porta- 35 ban armas; / y que esta turba surgida de la tierra, muerta en civil contienda, colmó un solo día de su vida. El dragón ha sido vencido. De nuevo si vive Jasón pregunto. La esperanza y el temor hacen vacilar mi confianza. Mientras me cuenta todo con de- 40 talle, en su manera de hablar y en su agitación / descubre, por la ingenuidad de su carácter, mis heridas?. 1 Medea. 2 Tesalias. 3 ingenio suo sinónimo de simplicitate. Hipsípila descubre las heridas que Jasón le ha causado, cautivado por Medea. HIPSÍPILA A JASÓN ¡Ah! ¿Dónde está la fidelidad prometida? ¿Dónde las leyes conyugales y la antorcha nupcial más digna de ser arrojada a la pira que ha de arder? No me uní yo a ti gracias a un adulte- rio. Estuvo presente Juno, protectora del matrimonio, e Hime- 45 neo, ceñidas sus sienes de guirnaldas. / Pero no fue Juno ni Himeneo, sino que fue la siniestra Ermia la que sanguinolenta me ofreció sus funestas antorchas. ¿Qué tenía yo que ver con los Minias?*. ¿Qué con la nave de la Tritónide?2. Y tú, piloto Tifis, ¿qué tenías que ver con mi patria? No estaba aquí el carnero, admirable por su vellón 50 de oro, / ni era Lemnos la regia morada del anciano Fetes?. Es- tuve decidida al principio (pero el aciago destino me traiciona- ba) a expulsar con mi ejército de mujeresí los campamentos 5 de los huéspedes; y las lemníades saben vencer, incluso dema- siado, a los hombres. Un ejército tan valeroso debió proteger mi vida. 35 / A un hombre en mi ciudad vi y le recibí en mi casa y en mi corazón. Aquí transcurrieron para ti dos estíos y dos inviernos. Era la tercera siega cuando tú, obligado a desplegar velas, llenas- te de tus lágrimas palabras tales: «Soy arrancadoó de t1, Hipsípi- 60 la, pero (¡concédame el destino pronto el regreso!) / como tu es- Los Argonautas. Minerva. la Padre de Medea. En la Cólquide, no en Lemnos, estaba lo que Jasón buscaba. Las mujeres de Lemnos, poco antes de la llegada de los Argonautas, impulsadas Hb por Venus, habían matado a todos los hombres. Sólo Hipsípila, y en secreto, salvó a su padre Toante. 5 La nave de los Argonautas fondeada en el puerto de Lemnos. Castra es sinóni- mo de classis en VIRG., Aen. IV 604; cf. SERV. ad loc. Ésta fue la intención primera de las Lemníades, según la leyenda. 6 Hércules no aprobaba la estancia de los Argonautas en Lemnos y urgía a Jasón a seguir en busca del vellocino. HIPSÍPILA A JASÓN poso marcho de aquí, y siempre seré tu esposo!. ¡Que viva lo que se esconde en tu vientre grávido de mí, y seamos tú y yo sus padres!», Esto fue lo que dijiste y, cayendo tus lágrimas a tu falsa boca, recuerdo que no pudiste hablar más. 65 // El último de entre tus compañeros subes a la sagrada Ar- go?; ella vuela; el viento gobierna las cóncavas velas. La azula- da ola se retira al empuje de la quilla. Tu mirada está fija en la tierra, la mía en el mar. Una torreta abierta a la rosa de los 70 vientos contempla en torno suyo el horizonte marino. / Aquí me dirijo, y mi rostro y mi seno se humedecen con mi llanto. A través de mis lágrimas miro, y ayudando a un apasionado co- razón ven mis ojos más allá de lo acostumbrado. Añade a mis lágrimas las castas plegarias? y, mezclados con el temor, mis votos, que ahora, por estar tú salvo, también de- 75 bo cumplir. / ¿Debo cumplir yo mis promesas? ¿Gozará de esas promesas Medea? Se aflige mi corazón, y mi amor se desborda mezclado con la ira. ¿Ofreceré dones a los templos porque vive Jasón al que voy a perder? ¿Por mis fracasos caerá immolada la 80 víctima? Nunca viví tranquila y siempre temía / que tu padre escogiese una nuera de una ciudad argólica. Temí a las de Ar- gos; me ha hecho daño una rival extranjera. De un enemigo inesperado he sufrido la herida. Ni por su hermosura ni por sus virtudes te place; pero cono- ce los conjuros y con su encantada hoz siega las hierbas mági- 1 El matrimonio de Jasón e Hipsípila es una variante de Ovidio. Según APOLONIO, I 190, Jasón subió el primero a la nave. 3 Las súplicas de la esposa legítima. HIPSÍPILA A JASÓN 85 cas. / Ella en apartar de su órbita a la reluctante Luna se es- fuerza, y en hundir en tinieblas a los caballos del Sol?; ella fre- na las aguas y detiene los sinuosos ríos; ella remueve de su sitio las selvas y las rocas vivas. Por las tumbas vaga desceñida, su ca- 90 bellera en desorden, / y recoge ciertos? huesos de piras tibias aún. Embruja a los ausentes, modela figuras de cera, y clava delgadas agujas en su infortunado corazón?. Y otras cosas que mejor querría ignorar. Mal se busca con hierbas el amor que debe surgir de las buenas costumbres y la 95 belleza. / ¿A ésta eres capaz de abrazarla y, abandonado en un mismo tálamo gozar, sin temor, del sueño en el silencio de la noche? Es evidente que como a los toros, así ella te obliga a so- portar el yugo, y que a ti también te domeña con el mismo po- der con que al fiero dragón. Añade el que hace que se la ads- 100 criba a la hazañas de los próceres y a las tuyas, / y como esposa perjudica la gloria de su cónyuge. Y alguno de los partidarios de Pelias atribuye estas proezas a sus venenos, y tienen un pue- blo que les cree. «No lo hizo el Esónida, sino que fue la fasia* hija de Eetes la que robó la dorada piel del carnero de Frixo». 105 / No lo aprueba Alcímede, tu madre (pregunta a tu ma- dre). No tu padre, para quien llega desde el frío polo una nue- ! Los eclipses de Luna y Sol se creían fruto de los poderes mágicos, lo mismo que detener el curso de los ríos, etc. 2 No todos los huesos eran útiles para el arte de la magia; lo eran en especial al- gunos del cráneo. 3 iecur puede referirse al corazón o al hígado, donde tienen su sede las pasiones. Cf. Am. UI 7, 29. 4 De Fasis, río de la Cólquide. HIPSÍPILA A JASÓN ra; busque ella para sí un esposo en el Tanais! y en las panta- nosas tierras de la húmeda Escitia y hasta de la patria del Fasis. Inconstante Esónida, más tornadizo que la brisa primaveral, 110 / ¿por qué carecen tus palabras del peso de la promesa? De aquí te habías marchado siendo mi esposo; no has vuelto de allí siendo mío. Sea yo la esposa del que regresa lo mismo que lo era del que marchaba. Si te impresionan la nobleza y los ilustres títulos, he aquí que se me celebra como hija de Toante, descendiente de Mi- 115 nos. / Baco es mi abuelo; la esposa de Baco, adornada la cabe- za con una corona, eclipsa con el resplandor de sus estrellas a las más pequeñas. Dote tuya será Lemnos, tierra generosa para quien la cuida. A mí también entre cosas tan valiosas puedes contarme. 120 Ahora, además, he parido; felicita a los dos, Jasón. / El autor de mi preñez me había hecho dulce la carga. También es- toy contenta con el número, y he dado a luz, con ayuda de Luci- na, gemela prole?, dos prendas de amor. Si se pregunta a quién se parecen, en ellos se te reconoce; mentir no saben; lo demás lo 125 tienen del padre. / Estuve a punto de entregarlos para que los llevasen como embajadores en favor de su madre. Pero la terrible madrastra detuvo la marcha emprendida. Tuve miedo de Medea; Medea es más que madrastra. Las manos de Medea hacen a todo 1 El actual Don, 2 Mientras el nombre de Euneo permanece en toda la tradición, el otro hijo de Hipsípila recibe diversos nombres. HIPSÍPILA A JASÓN crimen. La que pudo esparcir por los campos el cuerpo hecho 130 pedazos de su hermano, / ¿tendría compasión de mis queridos tesoros? A ésta, sin embargo, ¡oh insensato y alienado por los filtros de Colcos! se dice que has estimado en más que a tu es- posa Hipsípila. Con deshonor ha conocido varón esa virgen adúltera. Me 135 entregó a ti y te entregó a mí una “casta antorcha. / Traicionó ella a su padre; yo libré de la muerte a Toante. Ella ha abando- nado Colcos, a mí me posee mi Lemnos. ¿Para qué decir más si la criminal vence a la piadosa y por su misma culpa ha sido re- compensada y ha merecido esposo? Condeno el delito de las 140 lemnías, pero no me admiro, Jasón; / a los que están airados el dolor mismo proporciona cualquier clase de armas. Dime, pues, si, como debió suceder, empujado por vientos inicuos hubieses entrado a mi puerto tú, y tu compañera, y hu- biese salido a tu encuentro acompañada de mis dos hijos (sin 145 duda suplicarías que la tierra se abriese), /f/ ¿con qué cara mirarías a tus hijos, con qué cara, malvado, me mirarías a mí? ¿De qué clase de muerte eras digno en pago de tu perfidia? Pe- ro por mí tú mismo hubieras estado seguro y salvo, no porque tú lo merezcas, sino porque soy indulgente yo. Yo misma hubiera llenado mi rostro de la sangre de tu con- 150 cubina y / el tuyo, que me robó ella con sus filtros. Habría si- HIPSÍPILA A JASÓN do para Medea una Medea. Porque si desde el cielo el mismo Júpiter, en su justicia, atiende mis súplicas, que lo que ahora padece Hipsípila también lo sufra la usurpadora de mi lecho, y 155 experimente ella sus propias leyes; / y que como yo, esposa y madre de dos hijos, soy abandonada, de los mismos hijos sea ella despojada y del esposo; y que no conserve durante mucho tiempo lo que tan mal ha adquirido y lo pierda más dolorosa- mente; sea desterrada y por todo el mundo busque una huida. 160 // Sea tan cruel para sus hijos y tan cruel para su marido co- mo fue cruel hermana para su hermano, e hija cruel para su desgraciado padre. Cuando haya agotado el mar, cuando haya agotado la tierra, intente los aires: vague de un lado a otro pobre, desesperada, ensangrentada por sus crímenes. Esto yo, la hija de Toante, privada de mi cónyuge, pido. ¡Vivid esposa y marido en lecho maldito!

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