Proceso Socio-Afectivos Asociados al Aprendizaje PDF
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2010
Otilia Fernández, Petra Luquez, Erika Leal
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This article explores socio-emotional processes in the learning and practice of values in the classroom of Second Stage Basic Education. The study examines the connection between emotions and values, drawing upon theories by Rogers, Goleman, Vigotsky, and Heller and using a mixed-method approach with observations from 198 students and 6 teachers at Monseñor Godoy Basic School in Maracaibo, Venezuela.
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Telos ISSN: 1317-0570 [email protected] Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín Venezuela Fernández, Otilia; Luquez, Petra; Leal, Erika Procesos socio-afectivos asociados al aprendizaje y práctica de valores en el ámbito escolar Telos, vol. 12, núm. 1, 2010, pp. 63-78 Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín Maracaibo, Venezuela Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=99312518005 Cómo citar el artículo Número completo Sistema de Información Científica Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto TELOS. Revista de Estudios Interdisciplinarios en Ciencias Sociales UNIVERSIDAD Rafael Belloso Chacín ISSN 1317-0570 ~ Depósito legal pp: 199702ZU31 Vol. 12 (1): 63 - 78, 2010 Procesos socio-afectivos asociados al aprendizaje y práctica de valores en el ámbito escolar Socio-affective processes associated with learning and practicing values in the school environment Otilia Fernández*, Petra Luquez** y Erika Leal*** Resumen Los escenarios de violencia en la sociedad actual requieren con urgencia de- sarrollar procesos socio-afectivos; pues son las emociones y sentimientos puntos focales en la formación de valores. Por ello, el estudio se planteó como objetivo: explorar los procesos socio-afectivos que en el ámbito escolar pudieran estar con- tribuyendo con el aprendizaje y práctica de valores en los estudiantes de la II etapa de Educación Básica. Se sustentó en los aportes teóricos de Rogers (2003), Gole- man (2001), Vigotsky (2000), Heller (1998), entre otros. El enfoque metodoló- gico mixto ameritó la técnica de observación directa y registro escrito de observa- ciones; actuando como informantes 198 estudiantes y 6 docentes de la Escuela Básica Monseñor Godoy, ubicada en el Municipio Maracaibo. Los resultados evi- denciaron en el 56,2% de las observaciones insuficiencia en los procesos socio- afectivos: interacción social, autoconocimiento, autorregulación y motivación. Recibido: Septiembre 2009 · Aceptado: Febrero 2010 * Doctora en Ciencias de la Educación. Docente de pregrado y postgrado en la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia. Investigadora activa PPI ni- vel II. Autora y coautora de libros y artículos de divulgación científica en revistas arbi- tradas. Maracaibo, Venezuela. Correo electrónico: [email protected] ** Licenciada en Educación, Mención Ciencias Pedagógica; Magister en Planificación y Administración Educativa; Especialista en Metodología de la Investigación; Doctora en Ciencias de la Educación; Docente de pregrado y postgrado Facultad de Humani- dades y Educación, LUZ; Investigadora activa PPI nivel III; Líneas de investigación: Ética y valores en la educación; Currículo, cultura y sociedad. Maracaibo, Venezuela. Correo electrónico: [email protected] *** Licenciada en Educación Básica Integral; Diplomado en Psicología Educativa; Ma- gister en Planificación Educativa; Docente de aula Ministerio del Poder Popular para la Educación. Maracaibo, Venezuela. Correo electrónico: [email protected] 63 Otilia Fernández, Petra Luquez y Erika Leal Telos Vol. 12, No. 1 (2010) 63 - 78 Como conclusión, no existe una relación cálida y afectuosa entre docentes y alum- nos, tan necesaria para la formación de valores y la integración socio-afectiva. Palabras clave: Procesos socio afectivos, aprendizaje, práctica de valores, Edu- cación Básica. Abstract The violent scenarios in present day society urgently require the development of socio-affective processes, because emotions and feelings are focal points in the formation of values. The objective of this study was to explore the social-affective processes that, in the school environment, could be contributing to the learning and practice of values in Basic Education II students. It was based on theoretical contributions of Rogers (2003), Goleman (2001), Vigotsky (2000), Heller (1998) and others. The mixed methodological focus merited the direct observa- tion technique and written registry of observations; 198 students and 6 teachers at the Monsignor Godoy Basic School located in the Maracaibo municipality acted as informants. Results showed that 56.2% of the observations evidenced inadequacy in social-affective processes: social interaction, self-knowledge and motivation. In conclusion, there is no warm and affectionate relationship between teachers and students, so necessary for the formation of values and social-affective integration. Key words: Social-affective processes, learning, practice of values, basic educa- tion. Introducción Desde la aparición del ser humano en el planeta, éste ha evolucionado en muchos aspectos, uno de ellos corresponde al ámbito familiar; pues, como se co- noce, la familia es la célula básica de cualquier sociedad, es el principal agente de socialización del niño y la niña o punto de partida para la construcción de valores, ya que éstos no se aprenden a través de contenidos teóricos, sino que se internali- zan mediante la interacción diaria y las experiencias vividas tanto en el ámbito fa- miliar como en el entorno social; conformándose así un sistema de valores que definen al individuo como persona. Otro de los ámbitos donde se desenvuelven los niños, niñas y adolescentes es la escuela, considerada como el puente entre la familia y la sociedad, es decir, la escuela representa el espacio social que sigue a la experiencia familiar, se trata del primer escenario de carácter general en el que el niño y el adolescente, va a apren- der a ser sujeto de la vida social, ya que tiene una incidencia decisiva en la forma- ción de una sociedad solidaria. En este sentido, la escuela y sus contenidos no pueden estar desprovistos de intencionalidad y manifestaciones neutras, ambos deben influir deliberadamente en los educandos, para modificar sus conductas, moldear su conciencia y desarro- llar su posición ética. 64 Procesos socio-afectivos asociados al aprendizaje y práctica de valores en el ámbito escolar Además hay que tomar en cuenta que, cada día el papel formador de la fa- milia se va diluyendo, asumiendo ese rol la escuela, donde no solo tiene la respon- sabilidad de complementar o reforzar lo aprendido en el hogar, sino de subsanar la ausencia de formación, corregir o reorientar la carencia de valores reflejada en situaciones de agresión entre educandos que presentan comportamientos alta- mente violentos sin tener ningún tipo de escrúpulos; aunado, a la falta de respeto con los semejantes, pues la figura de autoridad no representa para los alumnos ningún ideal de ser respetado ni ejemplo a seguir. Sin duda, estos eventos reclaman con urgencia una educación que reconoz- ca y se ocupe del desarrollo integral, armónico y equilibrado de la personalidad de niños y jóvenes, sin embargo, tal como lo afirman Fernández, et al. (2009: 35) “la Escuela no cumple aún las exigencias para una educación socio-afectiva porque tradicionalmente ha primado el conocimiento por encima de las emociones, sin tener en cuenta que ambos aspectos no se pueden desvincular.” En este orden de ideas, Juárez (2003) considera que aproximarse a la for- mación y práctica de valores humanos amerita hacerlo desde lo racional, pero también desde lo afectivo, puesto que las emociones y los sentimientos confor- man un punto central de dicha formación, debido a que dinamizan el comporta- miento moral individual y colectivo, además de jugar un papel importante en la toma de decisiones, conductas y juicios emitidos por la persona. Esto aun cuando es trascendental y forma parte de la personalidad del educando, es uno de los as- pectos más descuidados desde el punto de vista pedagógico. Así lo demuestran los sucesos de violencia escolar que han conmovido al mundo y que apremian la formación de competencias socio-afectivas necesarias para manejar emociones y canalizar conflictos intra e interpersonales. Ante tal realidad, el docente tiene un papel protagónico, ya que si establece una relación afable con los alumnos, destaca sus cualidades, los estimula hacia la superación de errores, les ayuda a nivelar deficiencias, reconoce el mérito que tie- nen; igualmente les estaría ayudando a desarrollar la fuerza y la energía que re- quieren para lograr la superación personal y alcanzar la integración socio-afectiva con quienes le rodean. Por consiguiente, es importante fomentar el desarrollo de habilidades emo- cionales y sociales así como intelectuales ante evidencias de que las primeras pue- de ser tanto o más importante para el éxito en la vida que las segundas; más aún, si se toma en cuenta que la capacidad para aprender está condicionada por las emo- ciones y las experiencias vividas. No obstante, la realidad indica que esto no es lo común en la relación educativa con el entorno social al observarse que las perso- nas se tratan con irrespeto y falta de consideración, enfatizando solo en su bienes- tar, dejando a un lado aportes hacia el bien colectivo. De los escenarios mencionados, no escapa el sistema escolar venezolano, donde también se observa que alumnos, sin importar la edad, se tratan con discri- minación, sin atención a normas de urbanidad; al punto de llegar a ser irrespetuo- sos y victimarios de sus congéneres, violando y siendo sujeto de violación de sus 65 Otilia Fernández, Petra Luquez y Erika Leal Telos Vol. 12, No. 1 (2010) 63 - 78 derechos fundamentales, es decir, propician marcadas situaciones de insolidari- dad. Las causas de tales prácticas pudieran estar dadas porque la escuela ha dejado de lado el aprendizaje de habilidades relacionadas con el manejo de la afectividad y relaciones interpersonales por haberse centrado principalmente en los saberes académicos relacionados con las disciplinas clásicas. Esta tendencia evidenciada en las Escuelas Básicas venezolanas, ha incidido negativamente en el aprendizaje y práctica de valores de los estudiantes puesto que el solo conocimiento acerca de las concepciones y principios sobre los cuales se fundamentan el razonamiento moral no es suficiente para desarrollar pautas de comportamiento, pues esta tarea requiere, según lo plantean Escámez, et al. (2007), estimular procesos sociales y afectivos en niños y adolescentes para que interioricen y organicen su propia escala de valores. De manera que, atendiendo a tales consideraciones el estudio se planteó como objetivo: Explorar los procesos socio-afectivos que en el ámbito escolar pu- dieran estar asociados al aprendizaje y práctica de valores en estudiantes de Edu- cación Básica. Sustentándose para ello en los aportes de la teoría humanista, inte- ligencia emocional, teoría sociocultural y aprendizaje mediado. Aprendizaje Humanista Según lo plantea Rogers (2003), el alumno desarrollará su aprendizaje cuando llegue a ser significativo y esto sucede cuando se involucra a la persona como totalidad, incluyendo sus procesos afectivos y cognitivos. El aprendizaje es mejor si se promueve como participativo, donde el alumno decide, mueve sus propios recursos y se responsabiliza de lo que va a aprender. También es primor- dial promover un ambiente de respeto, comprensión y apoyo para los alumnos; por ello sugiere, por parte del profesor, no utilizar recetas estereotipadas sino que actúe de manera innovadora con autenticidad. En este sentido, los rasgos predominantes en el docente humanista, son: (a) ser un maestro interesado en el alumno como persona total, (b) estar abierto a nuevas formas de enseñanza, (c) fomentar el espíritu cooperativo (d) ser auténti- co y genuino ante los alumnos, (e) intentar comprender a sus alumnos poniéndo- se en su lugar (empatía) y ser sensible a sus percepciones y sentimientos, (f) recha- zar las posturas autoritarias y egocéntricas y (g) poner a disposición de los alum- nos sus conocimientos y experiencias para que cuando lo requieran puedan con- tar con él. Lo importante de la teoría humanista es el planteamiento de tener siempre presente a los alumnos como seres humanos con sus potencialidades y también con sus limitaciones. La ausencia de esta premisa ha contribuido a deshumanizar la sociedad; por ello se ocultan los valores detrás de acciones violentas, pues dar a conocer la parte humana significa debilidad o cobardía. En consecuencia, el hu- manismo tiene una gran aplicabilidad educativa, permitiendo a las personas des- cubrir en sí mismas capacidades que pueden desarrollar y así pensar en el posible sentido de su existencia. 66 Procesos socio-afectivos asociados al aprendizaje y práctica de valores en el ámbito escolar Otro representante importante del enfoque humanista es Maslow (2007), que fundamenta su concepto de realización en la satisfacción de las necesidades bá- sicas, considerando que el hombre solo está sano cuando ha llegado a la autorregu- lación. En ese momento es capaz de valorar la vida, llegar al máximo de su perfec- ción moral, ética, intelectual o de otra índole, dando mayor importancia al ser. Aun cuando surgen críticas en torno a esta teoría, la misma tiene connota- ciones válidas, como por ejemplo: a un alumno somnoliento o simplemente con deseos de satisfacer necesidades biológicas, le es difícil concentrarse en las tareas a realizar. Si además, el aula es para él un lugar lleno de amenazas y peligros, lo de- sestimula no sólo para la integración sino para investigar y participar durante su proceso de aprendizaje. Por otra parte y como complemento de lo antes expresado, es revelador in- dicar que el humanismo se refiere al estudio y promoción de procesos integrales de la persona, es decir, la personalidad humana es una totalidad que está en conti- nuo proceso de desarrollo y la persona debe ser estudiada en su contexto interper- sonal y social (Hernández, 2006). Desde el punto de vista humanista, la educación se debe centrar en ayudar a los alumnos a decidir con autonomía lo que quieren llegar a ser. Como antítesis, el autor antes citado menciona que la educación tradicional hace hincapié en la enseñanza directa y rígida, predeterminada por un currículo inflexible y centrado en el profesor. En cambio, la educación humanista es de tipo indirecto, ya que el docente induce a los alumnos hacia el aprendizaje impulsando y promoviendo to- das las exploraciones, experiencias y proyectos que estos inicien o decidan em- prender y logren aprendizajes vivenciales con sentido. Al respecto manifiesta Segura (2005: 163): “Para ayudar a descubrir y ex- presar el mundo interior es necesario que el educador promueva (…) un clima de aceptación y respeto que ayude al niño a satisfacer sus necesidades fisiológicas, la atención, la aceptación y el afecto”. Por lo tanto, el paradigma humanista considera a los alumnos como seres individuales, únicos y diferentes a los otros; con iniciativa, necesidades personales de crecer y potencialidad para desarrollar actividades y solucionar problemas creativamente. En esta acepción los estudiantes participan cognitivamente y ade- más expresan afectos, intereses y valores particulares, los cuales deben ser consi- derados en su formación humana integral (Rogers, 2003). De allí que: Escuchar al niño, haciéndolo sentir que es importante; respetar su propio ritmo sin querer hacerlo correr cuando solo pueda cami- nar (…); compartir también algunos sentimientos con el niño, y acompañarlo en este difícil proceso de crecer, son las funciones bá- sicas de un educador que desea promover el desarrollo integral que propone la educación centrada en la persona (Segura, 2005: 163). Por ello, la finalidad del humanista no es gobernar almas sino formar a los estudiantes en la toma de decisiones, en ámbitos donde el respeto de los derechos 67 Otilia Fernández, Petra Luquez y Erika Leal Telos Vol. 12, No. 1 (2010) 63 - 78 de la persona, lo justo y lo injusto sean cuestionados. En tal sentido, en la práctica escolar el docente tiene que brindar oportunidades a los estudiantes para la viven- cia de experiencias que los lleven a reconocer sentimientos y emociones propios y de los demás; como requerimientos para fomentar una mejor relación con el me- dio socio cultural en que se desenvuelve. Aprendizaje Socio-Cultural La interacción social es planteada por Vigotsky (2000), como punto central del aprendizaje, así como las concepciones de la mediación y su relación con la zona de desarrollo próximo. Para este autor el desarrollo intelectual del ser huma- no no puede entenderse como independiente del medio social en el que está in- merso; por lo que el desarrollo de los procesos psicológicos superiores se da pri- mero en el plano social y después en el individual. En este balance la transmisión, adquisición de conocimientos y patrones culturales es posible cuando de la inte- racción social (nivel externo) se llega a la internalización (nivel interno). Así to- dos los procesos psicológicos superiores son derivados de relaciones sociales in- ternalizadas. Es decir, la influencia social es algo más que creencias y actitudes, pues estas influyen en las formas y en los contenidos de aprendizaje. Por lo que, procesos in- ternos como: percepción, pensamiento y memoria están influenciados por el me- dio social presentando diferentes formas de clasificación, descripción y concep- tualización, directamente relacionadas con la cultura en que se ha desarrollado el ser humano. Continua planteando Vigotsky (2000), el aprendizaje siempre involucra a seres humanos que crean sus propias representaciones acerca de la nueva informa- ción que reciben y, además, el conocimiento es producto de la relación de la per- sona y el entorno sociocultural. Dentro de este orden de ideas, el ser humano se enfrenta a condiciones socioculturales que no solo influyen en él sino que deter- minan su proceso de desarrollo. A esto agrega que, la interacción social se da en la familia, escuela, amistades, entre otros. En síntesis, se podría afirmar que el ser humano no imita los significados, como sería en el caso de la teoría conductista, ni tampoco los elabora como sería en la perspectiva piagetiana, sino que el individuo reconstruye los significados a partir de la mediación realizada por quien está a cargo de estimular su cognición y fortalecer la práctica de valores, a través de mecanismos para ayudar a las per- sonas a través de la Zona de Desarrollo Próximo. Estos son: modelaje, manejo de contingencias, instrucción, preguntas, estructuración cognoscitiva y retroali- mentación. A partir de estas ideas, los docentes como agentes mediadores de la cultura socialmente construida, pueden repensar sus prácticas pedagógicas cotidianas y orientarlas hacia la participación del alumno en actividades que comprometan sus valores, cognición, voluntad y motivación. 68 Procesos socio-afectivos asociados al aprendizaje y práctica de valores en el ámbito escolar Aprendizaje Mediado y práctica de valores La mediación es entendida como la experiencia de aprendizaje donde un agente mediador, actuando como apoyo, se interpone entre el organismo, en este caso el estudiante, y los estímulos del entorno para ayudarle a organizar y a desa- rrollar su sistema de pensamiento y facilitar la aplicación de los nuevos instrumen- tos intelectuales a los problemas que se le presenten (Feuerstein, citado en No- guez, 2002). En este sentido, la mediación es el acto de interacción que produce, en la existencia de una persona, la flexibilidad, la autoplasticidad y le da opción de ejer- cer la modificabilidad permanentemente, lográndose de manera real, la finalidad última de lo educativo; esto no es más que la autonomía, valor conducente a la formación integral. En este caso la mediación del acto mental por parte del docente, prepara a los alumnos para la superación de debilidades en el aprendizaje y el alcance de ni- veles extraordinarios de inteligencia, desarrollo cognitivo y socio afectivo. Es de- cir que, cuando se relaciona proceso-vida-aprendizaje se activan otros procesos en la actividad cerebral, especialmente aquellos que entran en juego en el quehacer creativo, como son los procesos intuitivos y los afectivos representativos de valo- res. Al respecto Heller (1998: 38) expresa que: Aún cuando la estructura cognoscitiva de un individuo sufre cam- bios debido a la maduración y la interacción directa con el medio ambiente, la experiencia de aprendizaje a través de un mediador, es considerada como una fuente de desarrollo de procesos mentales ele- vados y de parámetros éticos, estéticos y sociales relevantes. Del planteamiento anterior se desprende la importancia del docente como mediador del aprendizaje, como tal debe diseñar experiencias y propiciar condi- ciones para inducir la modificación de la estructura cognitiva en el educando y la práctica de valores; en esta última es clave su modelaje actitudinal, enriquecido con la aplicación de estrategias no solo de índole cognitivas sino también afecti- vas, que le permitan fortalecer además de los componentes de la inteligencia emo- cional en los alumnos (aptitud personal y aptitud social), los aspectos siguientes: – Crear un clima psico-afectivo propicio al desarrollo cognoscitivo y forma- ción de valores en los alumnos. – Evaluar atendiendo al contenido, aunque también a los procesos y proce- dimientos que producen determinadas respuestas. – Imprimir a la actividad educativa, reciprocidad, intencionalidad, significa- do, trascendencia, y sentimiento de competencia, requisitos esenciales para mediar el aprendizaje. Según esta condición: El rol de mediador se pone de manifiesto cuando el docente guiado por su intencionalidad, cultura y emocionalidad, organiza los estímulos y les imprime significado; es decir, los ubica en el 69 Otilia Fernández, Petra Luquez y Erika Leal Telos Vol. 12, No. 1 (2010) 63 - 78 contexto del alumno y los hace trascender del aquí y del ahora, ha- cia el futuro y hacia el contexto de la vida, e incluso, hace percepti- bles aquellos estímulos que, en un momento dado, pudieran pasar inadvertidos por el sujeto mediado (Heller, 1998: 36-37). De esta manera se evidencia la relevancia del rol de mediador de experiencias de aprendizaje del docente, pues el mismo permitirá preparar al estudiante para asumir y enfrentar con eficacia, autonomía, iniciativa y creatividad los constantes y futuros desafíos que la vida le imponga. Así que, en este comportamiento moral las emociones constituyen fuente de energía en momentos de actuación con indepen- dencia para la toma de decisiones y en el manejo de las relaciones sociales. Inteligencia Emocional Si bien el término “inteligencia emocional” fue utilizado por primera vez en 1990 por Salovey y Mayer; fue Goleman quien lo impulsó en 1995 convirtiéndo- lo en un tema de amplia significación. Dicho autor define inteligencia emocional como la capacidad que tiene la persona para reconocer sentimientos en sí mismo y en otros, siendo hábil para manejarlos adecuadamente en sus relaciones intra e in- terpersonales (Goleman, 2001). Mientras para De Montes y Montes (2002: 123) “el término inteligencia emocional puede entenderse como la capacidad de sentir, entender y manejar eficazmente las emociones, como fuente de energía y de infor- mación para el desarrollo [del] potencial único, activando los valores y aspiracio- nes como seres humanos”. Según estas definiciones el manejo de las emociones constituye una herra- mienta necesaria para que los estudiantes puedan afrontar con éxito diferentes e importantes situaciones de la vida. De allí que la inteligencia emocional, ofrece posibilidades muy prometedoras, por cuanto explica el estrecho vinculo existente entre la racionalidad y la emotividad, como dos dimensiones que se refuerzan mutuamente. Cabe destacar que muchos de los problemas presentes en el ámbito escolar, relacionados con la falta de motivación e incentivos, de valores y liderazgo, la baja autoestima, poca comunicación y poco deseo de aprender, son factores condu- centes, de una u otra manera, al fracaso académico; pues a pesar de poseer un alto nivel intelectual, el rendimiento de alumno es poco debido a la falta de desarrollo de la inteligencia emocional y por tanto a la carencia de estímulos que los ayuden a crecer integralmente tanto en el hogar como en la escuela. De manera que, educar emocionalmente a un alumno, se convierte en una tarea apremiante pues se ha demostrado que cuando los alumnos interactúan di- rectamente con sus emociones, sintiendo goce o entusiasmo con lo que aprenden, su cerebro libera las endorfinas, sustancias responsables de producir el placer aso- ciado al sentido del bienestar; mientras que tal como lo plantea De Montes y Montes (2002:127) “en las escuelas donde no se fomente la inteligencia emocio- nal, los alumnos continuaran insatisfechos, inseguros, sin valores, indisciplina- dos, violentos y con bajos rendimientos”. 70 Procesos socio-afectivos asociados al aprendizaje y práctica de valores en el ámbito escolar Por lo tanto, el éxito no se mide solamente por la capacidad intelectual, también se mide por la capacidad emocional; puesto que: Se puede ser muy inteligente en los estudios, en el trabajo, los negocios y manifestar facilidades para el desempeño de diversas actividades, pero muy malos emocionalmente, lo cual explica por qué algunos genios no logran alcanzar el éxito en forma fácil (De Montes y Montes, 2002: 123). Esto significa que para ser listo y triunfar no hay que suprimir los senti- mientos, sino manejarlos adecuadamente. Por lo que el hogar y la escuela se con- vierten en los espacios propicios para desarrollar e incrementar la inteligencia emocional. Sin embargo, educar emocionalmente a los alumnos no es tarea fácil, requiere de grandes y constantes esfuerzos de padres y docentes, en la misión de convertirlos en personas equilibradas, capaces de tener y mantener una buena re- lación con los demás y con el mundo. Para la concreción de esta formación los educadores deben estar conscientes que realmente lo que estimula, gusta y hace entrar en acción positiva a los alum- nos en el proceso de aprendizaje, son los impulsos emocionales. Por ello, la capa- cidad utilizable para manejar bien las emociones, en sí mismos y en las otras rela- ciones establecidas; se materializa mediante la manifestación de cinco habilidades básicas; clasificadas en dos grupos: (a) competencia personal y (b) competencia social (Goleman, 2001). La competencia personal está relacionada con la capacidad de desarrollo personal de todo individuo, compuesta por una serie de habilidades que determi- nan el modo en que se relaciona consigo mismo; siendo estas: -Autoconocimiento y Autoestima: tienen que ver con la influencia del estado de ánimo en el comportamiento, las cualidades y debilidades que posee la perso- na. Es decir, es la habilidad para reconocer y comprender los propios estados emocionales, sentimientos, rasgos, así como su efecto en las demás personas (Go- leman, 2001). Este autoconocimiento es el responsable del forjamiento en el individuo de su personalidad integral porque no es más que la adquisición progresiva de la con- ciencia de sí mismo, base para la construcción de la autoestima y desarrollo de la empatía. Junto al autoconocimiento se va formando el autoconcepto; si el primero es el reconocimiento de la personalidad como autor y factor de sus acciones y pen- samientos; el segundo, permite a la persona ser capaz de reflexionar sobre sus pro- pios pensamientos y acciones. Este proceso incide en el desarrollo de la autocon- ciencia, relacionada directamente con la responsabilidad como característica exclu- siva de la especie humana y sobre ella tiene que operar la educación directamente. Conocida así la relevancia del autoconocimiento y autoestima en el alumno, puede decirse que constituyen factores determinantes en el éxito escolar, relaciones sociales y salud mental; por ser el punto de partida para el desarrollo de la seguridad y el autocontrol, la motivación al logro, el razonamiento moral, la construcción del 71 Otilia Fernández, Petra Luquez y Erika Leal Telos Vol. 12, No. 1 (2010) 63 - 78 proyecto de vida y los sentimientos de empatía hacia otras personas (Gutiérrez, 1999). En tal sentido, una de las fuentes proveedoras de autoestima más impor- tantes durante la infancia es la aceptación y el afecto proporcionado por aquellas personas que desempeñan papeles significativos en la vida de niños o jóvenes. Asumiendo esa premisa, es evidente la necesidad de un docente capaz de es- tablecer una relación cálida y afectiva con sus alumnos, de estimularlos para que superen sus errores en vez de condenar al que se equivoca, de destacar sus cualida- des y ayudarlo a nivelar sus deficiencias académicas, reconocer permanentemente el mérito del esfuerzo; de esta manera, no solo estará promoviendo el desarrollo de su autoestima, sino proporcionando la fuerza y la energía necesaria para orien- tarse al logro y a la superación personal (Gutiérrez, 1999). He aquí la oportuni- dad para la escuela de convertirse en uno de los pocos anclajes sanos y esperanza- dores con el que cuentan los alumnos, frente a la crisis familiar y social, caracterís- ticas del tiempo actual. -Autorregulación: análoga con el autocontrol; lo cual permite no dejarse lle- var por los sentimientos del momento (Goleman, 2001). Es saber reconocer lo pasajero de una crisis; pues si se hace que esta perdure; constantemente se estaría actuando de manera irresponsable y exponiendo mecanismos de defensa. Tam- bién es denominada regulación emocional según el modelo de Mayer y Salovey y como tal es la habilidad para “dirigir y manejar las emociones tanto positivas como negativas de forma eficaz” (Fernández y Extremera, 2002: 2). -Motivación: es importante dirigir las emociones hacia un objetivo que per- mita mantener el interés y fijar la atención en las metas, en lugar de los obstáculos. Esto es lo que hace a la persona ser emprendedora y actuar en forma constructiva en momentos difíciles, reflejando rasgos de iniciativa, compromiso y optimismo (Goleman, 2001). En lo que respecta a la competencia social, está relacionada con el entorno donde se desenvuelve la persona, en otras palabras, determina el modo de su rela- ción con los demás. En ella ejercen marcada influencia la empatía y habilidades sociales. -Empatía: es la habilidad para sentir y palpar las necesidades de otros, unida a la apertura para servir y cubrir las inquietudes de quienes le rodean. Es impor- tante, en ello, saber interpretar las señales emitidas por los semejantes y reconocer las emociones ajenas, como vías para ayudar a establecer lazos más reales y dura- deros con quienes comparte vida sociocultural. Según Goleman (2001), la empatía consiste en darse cuenta de lo que están sintiendo las personas, ser capaces de ponerse en su lugar y cultivar la relación y el ajuste con una amplia diversidad de personas. Comprende, a su vez, cinco aptitu- des emocionales: -Comprensión de los otros: ser sensible y comprender los puntos de vista de los demás. Permanecer atento a las señales emocionales y tener una escucha activa. 72 Procesos socio-afectivos asociados al aprendizaje y práctica de valores en el ámbito escolar -Desarrollo de los otros: reconocer y recompensar la fortaleza y los logros de los demás. Establecer una retroalimentación en la cual la crítica y el aplauso se uti- licen como una balanza. -Orientación hacia el servicio: prever, reconocer y satisfacer las necesidades de los demás. -Aprovechamiento de la diversidad: respetar y saber relacionarse con personas de diferente índole, entendiendo la diversidad como una gran oportunidad. -Conciencia política: ser capaz de advertir e interpretar con facilidad las rela- ciones emocionales del grupo de manera interna o externa. Las personas que dis- ponen de una rica red de relaciones suelen reconocer y comprender perfectamen- te lo que ocurre a su alrededor. La empatía es, sin duda, una habilidad que, empleada con acierto, facilita el desenvolvimiento y progreso de todo tipo de relación entre dos o más personas, pues a través de ella se pueden apreciar los sentimientos y necesidades de los de- más, dando pie a la calidez emocional, el compromiso, el afecto y la sensibilidad. -Habilidades sociales: comprenden las formas de relacionarse afectiva y efec- tivamente con las demás personas, creando sistemas de relaciones, construyendo climas agradables, abiertos y efectivos en sus conversaciones; no solo con la fami- lia sino saber relacionarse con aquellos que están en una posición superior. Impli- ca “manejar bien la emociones en las relaciones, interpretando adecuadamente las situaciones y las redes sociales; interactuar fluidamente; utilizar estas habilidades para persuadir, dirigir, negociar y resolver disputas; cooperar y trabajar en equi- po” (Goleman, 2001: 432). Esto constituye uno de los ejes de soporte más im- portante del comportamiento moral. Recorrido metodológico El estudio fue de tipo descriptivo porque se recogió información detallada a fin de especificar las propiedades del fenómeno a investigar. En tal sentido, se identifica con un diseño de campo, puesto que se obtienen datos en el mismo lu- gar donde se desarrollaron los acontecimientos, que en este caso fue el proceso pedagógico en la segunda etapa de educación básica. Es importante resaltar que los sustentos teóricos permitieron orientar el es- tudio a partir de categorías y sub-categorías confluyentes en una imagen repre- sentativa y configuración del fenómeno estudiado, empleándose el enfoque inte- grado o mixto, que consiste en análisis cuantitativo guiado por análisis cualitativo (Hernández, et al. 2006). La planta de informantes estuvo constituida por estudiantes y docentes de la II Etapa de Educación Básica, que pertenecen a la escuela Monseñor Godoy del Municipio Maracaibo del Estado Zulia, siendo un total de 198 alumnos y alum- nas de los grados Cuarto, Quinto y Sexto, así como los 06 docentes encargados de dichos grados. 73 Otilia Fernández, Petra Luquez y Erika Leal Telos Vol. 12, No. 1 (2010) 63 - 78 La técnica utilizada fue la observación directa, a través del instrumento esca- la de estimación, con las alternativas: siempre (indica que el proceso está presente de manera continua), algunas veces (solo está presente en algunas situaciones) y nunca (no se aprecia) y se incluyó una sección libre para el registro de aquellas consideraciones complementarias importantes para el estudio. El mismo estuvo constituido por 15 ítems, organizados en categorías y sub-categorías, los cuales son representativos de procesos socio-afectivos que con regularidad se deben pre- sentar en el aprendizaje. La información se analizó atendiendo a los pasos siguiente: Clasificación: Se procedió en primer lugar a organizar la información según su frecuencia. Codificación: para este caso la escala establecida por las alternativas siem- pre, algunas veces y nunca se representó por la cuantificación de frecuencias con que se observaron los eventos, configurados en datos descriptivos. Tabulación: se organizaron los datos codificados a través del registro de las observaciones y se elaboró la tabla respectiva. Comprobación: se realizó la contrastación de los datos con el problema ex- puesto en la investigación y con el basamento teórico. De esta manera se realizó el análisis y discusión de los resultados. Resultados del estudio La Tabla 1 refleja la información agrupada en dos categorías: Competencia Social y Competencia Personal, derivándose de ellas subcategorías representati- vas de los procesos socio-afectivos asociados al aprendizaje y práctica de valores. La frecuencia señalada en cada alternativa indica la manifestación de la subcatego- ría durante las 24 sesiones de observación, llevadas a cabo en los ambientes de aprendizaje, objeto de estudio. Competencia social En esta categoría se agruparon todas aquellas situaciones inherentes a una Aptitud Social, favorable con el aprendizaje y la práctica de valores en la II etapa de educación básica. En tal sentido, se conformaron las sub categorías: Empatía, y habilidad Social. Respecto a la empatía, solo alguna veces (62.5%), los alumnos y alumnas toman en cuenta las necesidades de sus compañeros. Durante la realización de la observación, se evidenció que en algunos momentos cooperaban y reconocían los meritos de sus compañeros; por ejemplo, cuando lo halagaban luego de realizar una actividad. Es importante resaltar, que la empatía establece las capacidades de identificarse y comprender emociones y sentimientos de los demás. De esta ma- nera reconociendo las emociones ajenas, el estudiante puede llegar a establecer re- laciones más duraderas con las personas del entorno. 74 Procesos socio-afectivos asociados al aprendizaje y práctica de valores en el ámbito escolar Tabla 1 Variable: Procesos socio-afectivos en el aprendizaje y práctica de valores. Categorías Sub-categorías Siempre Algunas Nunca veces f % f % f % Empatía 3,0 12,5 5,0 62,5 6,0 25,0 Competencia Social Habilidad social 0,0 0,0 7,0 9,0 17,0 70.8 Sub- total 1,5 6,0 1,0 45,7 11,5 47,9 Autoconocimiento 4,0 16,6 3,0 12.5 17,0 70.8 Competencia Autorregulación 3,0 12,5 5,0 20.8 16,0 66.6 Personal Motivación 0,0 0,0 1,0 45.8 13,0 54,0 Sub- total 2,3 9,7 6,3 26,3 15,3 63,8 Promedio Total 1,9 8,3 8,4 35,3 13,4 56,2 Fuente: Elaboración propia. En torno al resultado anterior Goleman (2001), señala que establecer rela- ciones sociales con base en la aceptación de las emociones de los otros, mediante la capacidad de escuchar sus emociones, sintiendo empatía con lo que necesitan y quieren para mejorar las relaciones interpersonales y resolver sus conflictos, son cualidades de una persona con una inteligencia emocional importante. Para la sub-categoría habilidad social, en un 29% de las observaciones los es- tudiantes, algunas veces mantienen relaciones interpersonales armoniosas y partici- pan en la integración grupal, no obstante, un 70.8% de las mismas reflejó en los alumnos y alumnas restricciones al expresar sus aptitudes sociales, puesto que en la relación con sus compañeros predominó la agresión verbal y física, apreciándose además comportamientos de exclusión al constituirse en equipos de trabajo. Estos resultados son opuestos a los señalamientos de Goleman (2001), y Vi- gotsky (2000), ante esto, el primero relaciona la interacción social con las habilida- des y formas para relacionarse con las demás personas, creándose así climas agrada- bles, abiertos y afectivos que garanticen el éxito de las actividades humanas em- prendidas, lo que constituye uno de los ejes de soporte más importante del com- portamiento moral o practica de valores. El segundo, plantea que la transmisión y adquisición de conocimientos y patrones culturales solo son posibles cuando en la interacción social se llega a la internalización de funciones psicológicas nuevas. Por otra parte, la información recabada reflejó la consideración de alumnos y alumnas con participación marcadamente cognitiva en el aprendizaje, con lo cual frenan la práctica de valores; en antagonismo con el desarrollo humanista de Rogers (2003). Esto igualmente puede afectar lo planteado por Goleman (2001) referente a la coordinación entre la capacidad de pensar con la de sentir, como po- 75 Otilia Fernández, Petra Luquez y Erika Leal Telos Vol. 12, No. 1 (2010) 63 - 78 sibilidades para entrecruzar conocimiento, afecto y acción, en relaciones afectivas entre las personas, cooperación y trabajo en comunidad. Competencia Personal En esta categoría se recogieron aquellos aspectos relacionados con la capaci- dad de desarrollo personal que tienen los alumnos y alumnas, es decir, todas aquellas habilidades determinantes en el modo de relación consigo mismo. Se consideraron las sub-categorías: Autoconocimiento, autorregulación y motiva- ción, reflejadas en la Tabla 1. En relación al autoconocimiento el 70,8% de las observaciones reflejó en los niños y niñas conductas reveladoras de falta de confianza en sí mismos, por ejemplo, cuando la docente explicaba la actividad, en su mayoría se acercaban a preguntarle si la estaban realizando correctamente. Si teóricamente, se toma en consideración que el autoconocimiento y autoes- tima constituyen un factor determinante en el éxito escolar y las relaciones sociales, puede decirse que constituyen el punto de partida para el desarrollo de la seguridad, el autocontrol y la motivación al logro (Gutiérrez, 1999), entonces es necesario el cultivo en el alumno de la capacidad reflexiva sobre sus acciones, de modo que de- sarrollen la autoconciencia para hacerse más responsables de sus actos. También, se observaron rasgos que mostraban insatisfacción por lo que ha- cen en la escuela, realizando algunas acciones por obligación y no por el placer de aprender; quizás debido a la poca identificación del profesor con su papel de me- diador, en cuanto al fortalecimiento de las estructuras cognitivas y afectivas que le permitan actuar de manera adecuada y plena, con un auto concepto bien definido (Heller, 1998). En cuanto a la sub-categoría autorregulación, se constató en un 66,6% de las observaciones la necesidad de autocontrol, pues el comportamiento estudian- til es indisciplinado, tanto dentro como fuera del aula. Se muestran además impa- cientes, impulsivos, se lanzan objetos, los cuadernos están deshojados, son violen- tos al momento de resolver situaciones conflictivas estando influenciados por sus compañeros al tomar una decisión. Estas evidencias difieren del señalamiento he- cho por (Fernández y Extremera, 2002), cuando expresan que la autorregulación o regulación emocional implica dirigir y manejar las emociones, tanto positivas como negativas, de manera eficaz; es decir, pensar antes de actuar. En lo relativo a la motivación, un total de 13 observaciones (54%) permi- ten afirmar cómo a los alumnos y alumnas les cuesta tomar sus propias decisiones y expresar sus ideas de manera espontánea, además se muestran desinteresados por lo que hacen y actúan de forma negativa en momentos difíciles, es decir, son pocos participativos. Este resultado contradice el planteamiento de Goleman (2001), pues él considera que una persona motivada debe ser emprendedora y ac- tuar de manera positiva en los momentos difíciles que se le presentan, teniendo iniciativa, compromiso y optimismo en las actividades a realizar. 76 Procesos socio-afectivos asociados al aprendizaje y práctica de valores en el ámbito escolar En el mismo orden de ideas, tampoco se resignifica la práctica pedagógica cotidiana hacia la participación del alumno, debilitando las competencias de auto- superación personal; según consideraciones de Vigotsky (2000). A la luz de estos resultados, se ha evidenciado la necesidad de trabajar los procesos socio- afectivos en el aula, de manera que los estudiantes sean capaces de desenvolverse como personas críticas, reflexivas, autónomas y libres en la toma de decisiones y al enfrentarse a situaciones que involucren valores tanto personales como sociales. De manera complementaria, Soto (2006) recomienda reorientar la acción docente mediante la aplicación de estrategias socio-afectivas, a objeto de obtener resultados individuales y colectivos positivos en los estudiantes, como vencer el temor a equivocarse, crear un ambiente de confianza entre iguales, dar y recibir ayuda, aprender de los demás, superar miedos, así como, contribuir con el trabajo cooperativo, el respeto, la solidaridad y la responsabilidad, en las relaciones de convivencia. Conclusiones De los procesos socio-afectivos relacionados con la actitud social que en el ámbito escolar pudieran estar asociados con el aprendizaje y con la práctica de va- lores en los estudiantes de la II etapa de Educación Básica, prevaleció la empatía, lo cual indica la posibilidad de mejorar las relaciones interpersonales, tan necesa- rias para crear climas agradables, abiertos y afectivos que garanticen el progreso de las actividades emprendidas en los ambientes educativos en pro de contribuir con la formación de valores estudiantiles. Por otra parte, se observó, en una tendencia mayoritaria, pocas manifes- taciones en relación con la actitud personal, específicamente en procesos rela- cionados con: autoconocimiento, autorregulación y motivación, factores es- tos que pudieran ser determinantes del éxito escolar, las relaciones sociales; y constituyen el punto de partida para el desarrollo de la seguridad, el autocon- trol y motivación al logro, elementos también necesarios para cultivar valores en los alumnos y alumnas, que luego ellos pondrán en práctica en su evolución personal y social. En consecuencia, es prioritario abogar por una formación de los docentes en el plano conceptual, procedimental y actitudinal, tendente al empleo de modelos socio-culturales que potencien el aprendizaje a partir del contexto, vivencias y rela- ciones interpersonales; es decir estrategias relacionadas con la afectividad; pues la capacidad para aprender esta condicionada, más que de los contenidos, por el baga- je emocional que traen los alumnos. En estas situaciones, el docente proporciona el andamiaje que ayuda a desarrollar relaciones cálidas, afectuosas, más reflexivas que impulsivas y un mayor compromiso hacia su crecimiento personal. 77 Otilia Fernández, Petra Luquez y Erika Leal Telos Vol. 12, No. 1 (2010) 63 - 78 Referencias Bibliográficas De Montes, Zoraida y Montes, Laura (2002). Mapas Mentales pasos a paso. Editorial Alfaomega. México. Escámez, Juan; García, Rafael; Pérez, Cruz y Llopis, Antonio (2007). El aprendiza- je de valores y actitudes. Teoría y práctica. 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