Modulo 20 Fundamentos: Memoria PDF
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Este documento proporciona una visión general de la memoria, cubriendo los procesos de codificación, almacenamiento y recuperación, junto con las diferentes etapas de la memoria como la memoria sensorial, la memoria de corto plazo y la memoria de largo plazo.
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CAPITULO 7. MEMORIA MODULO 20. FUNDAMENTOS Usted está jugando Maratón y para ganar el juego se le plantea una pregunta: ¿en qué cuerpo de agua se ubica Bombay? Mientras escarba en su cerebro para encontrar la respuesta, varios procesos fundamentales relativos a la memoria entran en juego. Por ejem...
CAPITULO 7. MEMORIA MODULO 20. FUNDAMENTOS Usted está jugando Maratón y para ganar el juego se le plantea una pregunta: ¿en qué cuerpo de agua se ubica Bombay? Mientras escarba en su cerebro para encontrar la respuesta, varios procesos fundamentales relativos a la memoria entran en juego. Por ejemplo, tal vez nunca se haya visto expuesto a información sobre la ubicación de Bombay. O bien, si ha estado expuesto a ella, quizá no la haya registrado de manera significativa. En otras palabras, la información probablemente no se haya registrado de manera apropiada en su memoria. El proceso inicial de recordar información en una forma útil para la memoria, proceso denomi-nado codificación, es la primera etapa para recordar algo.Aun cuando haya estado expuesto a la información y sepa originalmente el nombre del cuerpo de agua, es posible que siga siendo incapaz de recordarlo durante el juego por una falla para retenerlo. Los especialistas en memoria hablan del almacenamiento, que es la con-servación del material guardado en la memoria. Si el material no se almacena en forma adecuada, no podrá recordarse después.La memoria depende también de un último proceso: la recuperación. El material en el almacén de memoria tiene que localizarse y llevarse a la conciencia para que sea útil. Su falla para recordar la ubicación de Bombay, por ende, radica en su incapacidad para recupe-rar información que aprendió antes.En suma, los psicólogos consideran que la memoria es el proceso por el cual codifica-mos, almacenamos y recuperamos la información (figura 1). Cada una de las tres partes de esta definición ---codificación, almacenamiento y recuperación--- representan un proceso dife-rente. Piense en estos procesos como análogos al teclado de una computadora (codificación), el disco duro (almacenamiento) y el software que accede a la información para desplegarla en pantalla (recuperación). Solo si han operado los tres procesos logrará recordar con éxito el cuerpo de agua donde se ubica Bombay: el mar Arábigo.Reconocer que la memoria implica la codificación, el almacenamiento y la recuperación, nos da un punto de partida para comprender el concepto. Pero, ¿cómo funciona en realidad la memoria? ¿Cómo explicamos qué información se codifica de inicio, cuál se almacena y cómo se recupera?Según el modelo de los tres sistemas de la memoria que dominó la investigación sobre la memoria durante varias décadas, hay diferentes sistemas, o etapas, de almacenamiento de la memoria por los que debe viajar la información para que se recuerde (Atkinson y Shiffrin, 1968). En un sentido histórico, este modelo ha ejercido una enorme influencia en el desa-rrollo de nuestra comprensión de la memoria y, aunque las nuevas teorías lo han amplifica-do, aún proporciona un marco útil para comprender cómo se recuerda la información. La teoría de los tres sistemas de la memoria propone la existencia de los tres almacenes independientes de memoria que se muestran en la figura 2. La memoria sensorial es el alma-cenamiento momentáneo inicial de la información, que dura solo un instante. Aquí, el siste-ma sensorial de la persona registra de manera muy breve una réplica exacta del estímulo. En una segunda etapa, la memoria de corto plazo conserva la información durante 15 a 25 segundos y la almacena según su significado y no como una simple estimulación sensorial. El tercer tipo de sistema de almacenamiento es la memoria de largo plazo. La información se almacena en la memoria de largo plazo de manera relativamente permanente, aunque puede ser difícil recuperarla.Memoria sensorialEl destello de un relámpago, el sonido de una rama al partirse y el ardor de un pinchazo representan una estimulación de una duración sumamente breve, pero que da información importante que puede exigir una respuesta. Estos estímulos se almacenan de inicio, y de manera muy fugaz, en la memoria sensorial.La memoria sensorial es el primer depósito de la información que nos presenta el mundo. De hecho, hay varios tipos de memoria sensorial, cada uno de los cuales se relacio-na con una fuente distinta de información sensorial. Por ejemplo, la memoria icónica refleja información que proviene del sistema visual. La memoria ecoica almacena información audi-tiva que proviene de los oídos. Además, hay memorias correspondientes a cada uno de los otros sentidos.La memoria sensorial almacena información durante un periodo muy breve. Si la infor-mación no pasa a la memoria de corto plazo, se pierde para bien. Por ejemplo, la memoria icónica al parecer dura menos de un segundo y la memoria ecoica por lo general se desva-nece al final de dos o tres segundos. Sin embargo, pese a la breve duración de la memoria, su precisión es elevada: la memoria sensorial puede almacenar una réplica casi exacta de cada estímulo al que se expone (Vlassova y Pearson, 2013; Rimmele, Sussman y Poeppel, 2015).El psicólogo George Sperling (1960) demostró la existencia de la memoria sensorial en una serie de ingeniosos, y ya clásicos, estudios. Expuso brevemente a personas a una serie de 12 letras dispuestas en el siguiente patrón: Al exponerse a este patrón de letras durante una vigésima de segundo, la mayoría de la gente solo recordaba cuatro o cinco de las letras con precisión. Aunque sabían que habían visto más, el recuerdo de esas letras se había desvanecido para el momento en que informa-ron las primeras letras. Era posible, entonces, que la información se hubiera almacenado con exactitud inicialmente en la memoria sensorial, pero durante el tiempo que requirieron para verbalizar las primeras cuatro o cinco letras el recuerdo de las otras se desvaneció.Sperling puso a prueba esa posibilidad, con un experimento en el que hizo que sonara un tono alto, medio o bajo justo después de que la persona se había expuesto al patrón completo de letras. A la gente se le pidió que informara las letras de la fila superior si oía el tono alto, la línea media si oía el tono medio o la línea inferior si oía el tono bajo. Como el tono aparecía después de la exposición, la gente tenía que depender de su memoria para informar la fila correcta.Los resultados del estudio demostraron claramente que las personas almacenaron el patrón completo en la memoria. Recordaron con precisión las letras de la fila que se les había indicado en función del tono sin importar si estaba en la línea superior, intermedia o inferior. Como es obvio, todas las líneas que habían visto se habían almacenado en la memo-ria sensorial. Pese a su rápida pérdida, entonces, la información en la memoria sensorial era una representación precisa de lo que había visto la gente.Al extender gradualmente el tiempo entre la presentación del patrón visual y el tono, Sperling logró determinar con cierta precisión la cantidad de tiempo que estuvo almacenada la información en la memoria sensorial. La capacidad para recordar una determinada hilera del patrón cuando se reproducía un tono disminuyó en forma progresiva conforme aumentó el periodo entre la exposición visual y el tono. Esta disminución continuó hasta que el periodo alcanzó cerca de un segundo de duración, momento en el cual no podía recordarse la hilera con precisión. Sperling concluyó que toda la imagen visual se almacenó en la me-moria sensorial durante menos de un segundo.En resumen, la memoria sensorial opera como una especie de fotografía instantánea que almacena la información, sea visual, auditiva o de otra naturaleza sensorial, durante un breve instante. Pero es como si cada instantánea, inmediatamente después de haber sido tomada, se destruyera y reemplazara por una nueva. A menos que la información de la instantánea se traslade a algún otro tipo de memoria, se pierde.Memoria de corto plazoDado que la información que se almacena de manera breve en la memoria sensorial consiste en representaciones de estímulos sensoriales sin procesar, carece de significado para nosotros. Para que le demos sentido y posiblemente la retengamos, la información debe trasladarse a la siguiente etapa: la memoria de corto plazo. La memoria de corto plazo es el almacén en el que la información adquiere significado por primera vez, aunque la duración máxima de retención ahí es relativamente corta (Hamilton y Martin, 2007; Cao, Nosofsky y Shiffrin, 2017).El proceso específico por el que los recuerdos sensoriales se transforman en recuerdos de la memoria de corto plazo no está claro. Algunos teóricos señalan que la información se traduce primero en representaciones gráficas o imágenes, y otros especulan que la transfe-rencia ocurre cuando los estímulos sensoriales se convierten en palabras (Baddeley y Wilson, 1985). Sin embargo, lo que sí está claro es que, a diferencia de la memoria sensorial, que conserva una representación del mundo relativamente completa y detallada ---aunque breve---, la memoria de corto plazo posee capacidades de representación incompletas.De hecho, según los investigadores, la cantidad específica de información que puede conservarse en la memoria de corto plazo se ha identificado en siete elementos, o "paquetes" de información, con variaciones de más o menos dos paquetes (recuérdelo así: 7 ± 2). Un paquete es un conjunto de fragmentos separados de información almacenados como una unidad en la memoria de corto plazo. Por ejemplo, en general a fin de facilitar su recuerdo los números telefónicos se representan en tres paquetes de información: (201) 226-4610, en lugar de una cadena de números independientes 2012264610.Pero los paquetes de información también pueden consistir en categorías más grandes, como palabras u otras unidades con significado. Por ejemplo, considere la siguiente lista de 21 letras. Dado que la lista excede los siete elementos de información, es difícil recordar las letras luego de una sola exposición, pero suponga que se presentan así: PBS FOX CNN ABC CBS MTV NBC En este caso, aunque siguen siendo 21 letras, podrá almacenarlas en la memoria de corto plazo porque representan solo siete paquetes de información.Los paquetes de información varían en cuanto a tamaño, desde letras o números aislados hasta categorías que son bastante más complicadas. La naturaleza específica de lo que cons-tituye un paquete de información varía según la experiencia pasada de cada quien. Puede comprobarlo usted mismo si trata con el experimento que se llevó a cabo inicialmente como una comparación entre jugadores de ajedrez expertos e inexpertos y que se ilustra en la figura 3 (deGroot, 1978; Schneider y Logan, 2015; Tanida, Nakayama y Saito, 2019).Los paquetes de información no duran mucho en la memoria de corto plazo. ¿Qué tan breve es la memoria de corto plazo? Si alguna vez ha buscado un número telefónico, lo ha repetido para sí en su mente y, después de teclear los primeros tres números, lo ha olvidado, sabe que la información no permanece en la memoria de corto plazo por mucho tiempo. La mayoría de los psicólogos consideran que la información en la memoria de corto plazo se pierde después de 15 a 25 segundos, a menos que se traslade a la memoria de largo plazo.REPASOLa transferencia de material de la memoria de corto plazo a la memoria de largo plazo pro-cede en buena medida a consecuencia del repaso, la repetición de información que ha ingresado en la memoria de corto plazo. Con el repaso se logran dos cosas: primero, mientras se repita la información, esta se mantiene en la memoria de corto plazo; pero, lo más impor-tante es que el repaso nos permite transferir la información a la memoria de largo plazo (Jarrold y Tam, 2011; Grenfell-Essam, Ward y Tan, 2013; Festini y Reuter-Lorenz, 2017. Que la transferencia de la memoria de corto plazo a la de largo plazo es algo que al parecer depende sobre todo del tipo de repaso que se realice. Si la información simplemen-te se repite una y otra vez ---como haríamos con un número telefónico mientras tratamos de almacenarlo en el directorio de nuestro teléfono---, se mantiene de manera momentánea en la memoria de corto plazo, pero no se coloca en forma necesaria en la memoria de largo plazo. En lugar de ello, tan pronto como dejemos de pulsar los dígitos en el teclado, es probable que al número lo reemplace otra información y se olvide por completo.En contraste, si la información en la memoria de corto plazo se repasa utilizando un proceso llamado repaso elaborativo, es mucho más probable que se transfiera a la memoria de largo plazo. El repaso elaborativo ocurre cuando la información se considera y organiza de cierta manera. La organización podría consistir en ampliar la información para que encaje en un esquema lógico, asociándola con otro recuerdo, convirtiéndola en una imagen o transfor-mándola de algún otro modo. Por ejemplo, las verduras de una lista que deben comprarse en una tienda podrían entrelazarse en la memoria como los ingredientes para preparar una ensalada compleja, podrían relacionarse con artículos que se han comprado en una visita anterior a la tienda, o pensarse en términos de la imagen de una granja con hileras de cada artículo.Nuestra retención de la información mejora en gran medida cuando utilizamos estrategias organizacionales de ese tipo, que se conocen como mnemotecnia. La mnemotecnia es una técnica formal para organizar la información en una forma que haga más probable recordarla. Por ejemplo, cuando un músico principiante aprende que los espacios en el pentagrama, forman la palabra Faladomi, o cuando aprendemos la rima "Treinta días tienen septiembre, abril, junio y noviembre, 31 los demás, menos febrero, que tiene 28 siempre y 29 en bisiesto", estamos utilizando mnemotecnia (Stålhammar, Nordlund y Wallin, 2015; Choi, Kensinger y Rajaram, 2017).Memoria de trabajoEn lugar de considerar a la memoria de corto plazo como estación de paso independiente a la que llegan los recuerdos, ya sea para desvanecerse o trasladarse a la memoria de largo plazo, muchos teóricos contemporáneos de la memoria la conciben como algo mucho más activo. Según este punto de vista, la memoria de corto plazo es como un sistema de proce-samiento de la información que gestiona el material nuevo recabado de la memoria sensorial y el material viejo que ha sido traído del almacén de largo plazo. En este planteamiento, cada vez más influyente, la memoria de corto plazo se conoce como memoria de trabajo.La memoria de trabajo es el sistema que conserva la información, mientras la mani-pula y repasa activamente. Si se retoma la analogía con la computadora, la memoria de trabajo es análoga al procesamiento que ocurre con una ventana abierta en su pantalla, en comparación con el almacén de largo plazo de la información que se guarda en el disco duro (Vandierendonck y Szmalec, 2011; Adami, Alilou y Nazari, 2019).Actualmente, los investigadores suponen que la memoria de trabajo está conformada por varias partes. Primero contiene un procesador ejecutivo central que participa en el razona-miento, la toma de decisiones y la planeación. El ejecutivo central integra y coordina la información que proviene de tres subsistemas distintos y determina a lo que debe o no prestársele atención.Los tres subsistemas de la memoria de trabajo operan como sistemas de almacenamien-to y repaso: el almacén visual, el almacén verbal y el búfer o interfaz episódica. El almacén visual se especializa en la información visual y espacial; en tanto que el almacén verbal con-serva y manipula el material relacionado con el lenguaje, incluyendo el habla, las palabras y los números. Por último, el búfer o interfaz episódica contiene información que representa hechos e incidentes; es decir, cosas que nos suceden (figura 4; Baddeley, Allen y Hitch, 2011; Kuncel y Beatty, 2013; Hilbert et al., 2017).La memoria de trabajo nos permite conservar por breve tiempo la información en esta-do activo para que podamos hacer algo con ella. Por ejemplo, usamos la memoria de traba-jo cuando resolvemos en nuestra mente un problema aritmético de varios pasos, almacenando el resultado de un cálculo mientras nos preparamos para continuar al siguien-te paso. (Yo recurro a mi memoria de trabajo al determinar una propina de 20% en un restaurante, calculando primero 10% de la cuenta total y luego duplicando el resultado). A medida que la memoria de trabajo procesa la información, utiliza una cantidad impor-tante de recursos cognitivos durante su operación. Además, parece ser que la cantidad de información que puede conservarse y procesarse en la memoria de trabajo es de solo tres o cuatro paquetes, dependiendo de su naturaleza (Cowan, 2001; Beam, 2014; Heathcoate et al., 2015).El esfuerzo cognitivo implicado en el procesamiento de la información en la memoria de trabajo también puede hacernos menos conscientes de nuestro entorno, lo cual tiene repercusiones en el debate sobre por qué es imprudente usar los teléfonos celulares mientras conducimos. Si una conversación telefónica exige pensar, eso abrumará la memoria de tra-bajo y provocará que los conductores sean menos conscientes de su entorno, una situación obviamente peligrosa (Sifrit, 2006; Strayer y Drews, 2007).Además, el estrés reduce la eficacia de la memoria de trabajo, pues mengua su capaci-dad. De hecho, en un estudio se descubrió que los estudiantes que tenían la mayor capacidad de memoria de trabajo y la capacidad matemática superior, eran los más vulnerables a la presión para demostrar un buen desempeño. Quienes debieron desempeñarse mejor, enton-ces, fueron los más propensos a atorarse en un examen porque el estrés redujo su capacidad de memoria de trabajo (Edwards et al., 2015; Banks y Boals, 2017; Bosquet Enlow et al., 2019).Memoria de largo plazoEl material que proviene de la memoria de corto plazo ingresa a un almacén con capacidad casi ilimitada que se llama memoria de largo plazo, donde la información se guarda de manera relativamente permanente. Como un nuevo archivo que guardamos en un disco duro, la información en la memoria de largo plazo se archiva y codifica de modo que podamos recuperarla cuando la necesitemos.Las pruebas de la existencia de la memoria de largo plazo, como algo distinto de la memoria de corto plazo, provienen de varias fuentes. Por ejemplo, algunas personas con ciertos tipos de daño cerebral no albergan un recuerdo duradero de la información nueva recibida después de que ocurrió el daño, aunque las personas y sucesos almacenados en la memoria antes de la lesión permanecen intactos (Milner, 1966). Dado que la información que se codificó y almacenó antes de la lesión puede evocarse, y como la memoria de corto plazo luego de la lesión al parecer es operacional ---puede evocarse material nuevo durante un periodo muy breve---, podemos inferir que hay dos tipos diferentes de memoria: una para el almacenamiento de corto plazo y otro para el de largo plazo.Los resultados de experimentos de laboratorio también son consistentes con la noción de una memoria de corto y una de largo plazo separadas. Por ejemplo, en una serie de estudios, a los participantes se les pidió que recordaran una cantidad relativamente pequeña de información (como un conjunto de tres letras). Luego, para prevenir la práctica de la información inicial, se les pidió que recitaran algún otro material extraño en voz alta, como contar en orden inverso de tres en tres (Brown, 1958; Peterson y Peterson, 1959). Al variar la cantidad de tiempo entre la presentación del material inicial y la necesidad de recordarlo, los investigadores encontraron que el recuerdo era bastante bueno cuando el intervalo era muy corto, pero que disminuía con rapidez a partir de ahí. Después de transcurridos 15 segundos, el recuerdo abarcaba solo cerca de 10% del material presentado inicialmente.En apariencia, la distracción de contar en orden inverso impedía que casi todo el ma-terial inicial alcanzara la memoria de largo plazo. El recuerdo inicial era bueno porque pro-venía de la memoria de corto plazo, pero esos recuerdos se perdían a un ritmo rápido. Finalmente, todo lo que podía evocarse era la pequeña cantidad de material que se abrió paso al almacén de largo plazo, pese a la distracción de contar en orden inverso.La distinción entre las memorias de corto y largo plazos también se demuestra porque la capacidad para recordar información en una lista depende de dónde aparezcan los elemen-tos en la lista. Por ejemplo, a menudo ocurre un efecto de primacía, en el cual se recuerdan mejor los elementos que se presentan al principio. En otros casos, hay un efecto de recencia, en el cual se recuerdan mejor los elementos que se presentan posteriormente en una lista (Jacoby y Wahlheim, 2013; Tam, Bonardi y Robinson, 2015; Osth y Farrell, 2019).MÓDULOS DE LA MEMORIA DE LARGO PLAZOAsí como la memoria de corto plazo suele conceptuarse en términos de memoria de trabajo, muchos investigadores contemporáneos consideran ahora que la memoria de largo plazo tiene varios componentes, o módulos de la memoria. Cada uno de estos módulos representa un sistema de memoria independiente en el cerebro.Una distinción principal dentro de la memoria de largo plazo es la que ocurre entre la memoria declarativa y la memoria procedimental. La memoria declarativa es aquella que se ocupa de información fáctica, como nombres, rostros, fechas y hechos, como "Una bici-cleta tiene dos ruedas". La información almacenada en la memoria declarativa puede comu-nicarse verbalmente a los demás y a veces se denomina "memoria explícita".En contraste, la memoria procedimental (llamada a veces memoria no declarativa o implícita) se refiere a la memoria de habilidades y hábitos, como andar en bicicleta o pegar-le a una pelota de béisbol. Por ejemplo, la memoria procedimental nos permite patinar en hielo, aunque no lo hayamos hecho en mucho tiempo. (Intente explicar cómo equilibrarse sobre una bicicleta o atrapar una pelota; es casi imposible. Sin embargo, podrá ejecutar esos actos pues la información está almacenada en su memoria procedimental.)Podrá recordar la diferencia entre la memoria declarativa y la procedimental de la si-guiente manera: la información sobre las cosas está almacenada en la memoria declarativa; la información sobre cómo hacer las cosas (procedimientos) se almacena en la memoria proce-dimental (Freedberg, 2011; Gade et al., 2017; Xie et al., 2019).La memoria declarativa puede subdividirse en memoria semántica y memoria episódica. La memoria semántica es la memoria de conocimientos y hechos generales acerca del mundo, lo mismo que la memoria de las reglas de la lógica que se utilizan para deducir otros hechos. Por la memoria semántica, recordamos que el código postal de Beverly Hills es 90210, que Bombay está en el mar Arábigo y que memorya es una forma incorrecta de escribir memoria. En consecuencia, la memoria semántica es algo así como un almanaque mental de hechos (McNamara, 2013; Grady, St-Laurent y Burianová, 2015; Weidemann et al., 2019).En contraste, la memoria episódica es la memoria de sucesos que ocurren en un tiempo, lugar o contexto específicos. Por ejemplo, el recuerdo de cómo aprendimos a golpear una pelota de béisbol, nuestro primer beso o la organización de la fiesta sorpresa del vigé-simo primer cumpleaños de nuestro hermano, se basa en recuerdos episódicos. Los recuerdos episódicos se relacionan con determinados contextos. Por ejemplo, recordar cuándo y cómo aprendimos que 2 × 2 = 4 sería un recuerdo episódico; el hecho mismo (2 × 2 = 4) es un recuerdo semántico (también vea la figura 5).La memoria episódica puede ser sorprendentemente detallada. Considere, por ejemplo, cómo respondería si se le pidiera que identificara lo qué estaba haciendo determinado día hace dos años. ¿Imposible? Tal vez que piense lo contrario después de leer el siguiente intercambio entre un investigador y un participante en un estudio a quien se le preguntó, en un experimento sobre la memoria, qué estaba haciendo "el lunes por la tarde de la tercera semana de septiembre de hace dos años".PArTiCiPANTE: ¡Oiga! ¿Cómo voy a saberlo?ExPEriMENTAdOr: Inténtelo de algún modo.PArTiCiPANTE: Muy bien. Hace dos años... Estaba en preparatoria en Pittsburgh... Ese fue mi último año. La tercera semana de septiembre, eso es después del verano, así que sería el segundo semestre... Déjeme ver... Me parece que tenía laboratorio de química los lunes. No sé. Probablemente estaba en el laboratorio de química. No, espere, eso fue en la segunda semana de clases. Recuerdo que comenzó con la tabla periódica, una tabla muy elaborada. Me pareció que estaba loco tratando de hacer que memorizáramos esa cosa. Ya sabe, me parece recordar que estaba sentado... (Lindsay y Norman, 1977).La memoria episódica, entonces, ofrece información sobre acontecimientos que sucedie-ron en el pasado remoto. Pero la memoria semántica no es menos impresionante, pues nos permite desenterrar decenas de miles de hechos que van desde la fecha de nuestro cum-pleaños hasta el conocimiento de que un dólar es menos que cinco dólares.REDES SEMÁNTICASIntente recordar, por un momento, tantas cosas como pueda pensar que son de color rojo. Ahora extraiga de la memoria los nombres de tantas frutas como pueda recordar.¿Aparece el mismo elemento en ambas tareas? A mucha gente le viene a la mente una manzana en ambos casos, pues esta corresponde igualmente bien a cada categoría. Y el hecho de que haya pensado usted en una manzana en la primera tarea hace que sea más probable que piense en ella cuando haga la segunda.En realidad, suele ser muy sorprendente que podamos recuperar material específico del vasto almacén de información que hay en nuestra memoria de largo plazo. Una herramienta organizativa clave que nos permite recordar información detallada de la memoria de largo plazo son las asociaciones que elaboramos entre diferentes piezas de información. Según este punto de vista, el conocimiento se almacena en redes semánticas, que son representacio-nes mentales de conjuntos de información interconectados (Cummings, Ceponiene y Koyama, 2006; Poirier et al., 2015) LA NEUROCIENCIA DE LA MEMORIA ¿Es posible localizar con precisión un sitio en el cerebro en el que residen los recuerdos? ¿Hay un sitio que corresponda a un determinado recuerdo o la memoria está distribuida en diferentes regiones del cerebro? ¿Los recuerdos dejan un rastro físico real que los científicos puedan ver? Engrama es el término que se emplea para designar la huella física en la memoria que corresponde a un recuerdo en el cerebro. Localizar el engrama ha resultado ser un enorme desafío para los psicólogos y neurocientíficos interesados en el tema, pero con ayuda de procedimien-tos de exploración cerebral avanzados, los investigadores han descubier-to que ciertas áreas y estructuras del cerebro se especializan en diferentes tipos de actividades relacionadas con la memoria.El hipocampo, una estructura del sistema límbico del cerebro (figura 7), ayuda a consolidar los recuerdos, estabilizándolos después de que se adquieren al inicio; actúa como una especie de sistema de correo elec-trónico neurológico. Esa información se transmite posteriormente a la corteza cerebral, donde se almacena en realidad (Lavenex y Lavenex, 2009; Dudai, 2011; Wilmot, Puhger y Wiltgen, 2019).La trascendencia del hipocampo la ejemplifican los estudios de in-dividuos con tipos de memoria particularmente buenos, aunque especia-lizados. Por ejemplo, los taxistas de Londres, Inglaterra, deben tener un recuerdo completo y preciso de la ubicación del laberinto de calles y callejones que hay dentro de un radio de aproximadamente 10 kilóme-tros (6 millas) del centro de la ciudad; les lleva años de estudio memo-rizar ese material.Resulta ser que las resonancias magnéticas del cerebro de los taxis-tas, comparados con los conductores que no manejan taxis, muestran diferencias en la forma del hipocampo. Los hallazgos son congruentes con la idea de que determinadas regiones del hipocampo participan en la consolidación de los recuerdos espaciales (Woollett y Maguire, 2009; Jiang, Miao y Chen, 2017).La amígdala, otra estructura del sistema límbico, también desempeña una función im-portante en la memoria; participa especialmente en los recuerdos que implican emociones. Por ejemplo, si a usted lo asustó un enorme pit bull que le ladró, quizá recuerde el suceso vívidamente: resultado relacionado con el funcionamiento de la amígdala. El hecho de to-parse en el futuro con un pit bull o con cualquier perro grande, tal vez reactive la amígda-la y traiga de nuevo a su mente ese recuerdo desagradable (Pendyam et al., 2013; Kochli et al., 2015; Ressler y Maren, 2019).Memoria en el nivel de las neuronas. Aunque está claro que el hipocampo y la amígdala desempeñan funciones esenciales en la formación de las memorias, ¿cómo se refleja la trans-formación de la información en un recuerdo en el nivel de las neuronas?Una respuesta es la potenciación a largo plazo, la cual demuestra que ciertas rutas neu-ronales se estimulan con facilidad cuando se aprende una respuesta nueva. Al mismo tiem-po, la cantidad de sinapsis entre neuronas aumenta a medida que se ramifican las dendritas para recibir mensajes. Estos cambios reflejan un proceso llamado consolidación, en el que los recuerdos se fijan y estabilizan en la memoria de largo plazo. A los recuerdos de largo plazo les lleva cierto tiempo estabilizarse; esto explica por qué los sucesos y otros estímulos no se fijan súbitamente en la memoria. La consolidación, más bien, puede llevarse días e incluso años (Kawashima, Izaki y Grace, 2006; Hwang et al., 2017; Park et al., 2019).Dado que un estímulo puede contener diferentes aspectos sensoriales, es posible que las regiones visual y auditiva del cerebro, y otras, procesen simultáneamente información sobre ese estímulo. El almacenamiento de información al parecer se relaciona con los sitios donde ocurre el procesamiento y, por ende, se ubica en las áreas particulares que procesaron inicialmente la información en términos de sus estímulos visuales, auditivos y de otro tipo. Por esta razón, los rastros de memoria se distribuyen por todo el cerebro. Por ejemplo, cuando usted recuerda un bello ocaso en la playa, su recuerdo recurre a almacenes de la memoria localizados en regiones visuales del cerebro (la vista del ocaso), auditivas (los soni-dos del mar) y táctiles (la sensación del viento) (Squire, Clark y Bayley, 2004; Murayama y Kitagami, 2013). En suma, el aspecto físico de la memoria ---el engrama--- se produce por un conjunto de procesos bioquímicos y neuronales. Los científicos apenas empiezan a entender cómo com-pila el cerebro los componentes neuronales individuales en un solo recuerdo congruente. Posiblemente las mismas neuronas que disparan cuando se les expone de inicio al material sean las que se reactivan durante los esfuerzos por evocar esa información. A medida que los investigadores entienden cada vez más la biología de la memoria, se abre la puerta a los tratamientos para las personas con trastornos de la memoria. Por ejemplo, nuevos estudios demuestran que un implante cerebral, que funciona como un marcapasos, ayuda a mejorar la memoria. En la investigación, un método llamado estimulación transcraneal de corriente alterna (tCAS, transcranial alternating current stimulation) estimula al cerebro y, a su vez, mejora la memoria en entornos experimentales (Kucewicz et al., 2018; Nguyen, Deng y Reinhart, 2019).Además de comprender cada vez más las bases biológicas de formación y evocación de los recuerdos, los especialistas de la memoria también están empezando a entender cómo ayudar a la gente a olvidar información por medio de tratamientos biológicos. En términos específicos, están buscando conocer cómo ayudar a la gente a olvidar sucesos traumáticos, temores persistentes o, incluso, hábitos molestos. Y están logrando avances en esa dirección, aprendiendo a alterar de manera confiable los recuerdos en ratones al combinar un fármaco llamado inhibidor de la HDAC (histona deacetilasa) con entrenamiento. En humanos, dicha sustancia podría utilizarse para interrumpir la codificación inicial de los recuerdos, como un tratamiento para víctimas de violación poco después de ocurrido el hecho para reducir el trauma a largo plazo (Johnson, 2014; Lu, 2015; Takamiya et al., 2019).Aun así, pese a que los investigadores han logrado avances considerables para compren-der la neurociencia detrás de la memoria, sigue habiendo más que conocer, y recordar (Gelbard-Sagiv et al., 2008; Brown y Banks, 2015). (Para más detalles sobre las bases biológi-cas de la memoria, vea la sección La neurociencia en su vida).