Apuntes de Ciencias Políticas PDF
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1º Grado en Geografía e Historia y Relaciones Internacionales
Gabriel Placek Alejaldre
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Estos apuntes de Ciencias Políticas cubren temas como la definición de política, los conflictos sociales y la distribución de poder. Los temas incluyen conceptos básicos, socialización política, cultura política, bienes públicos, acción colectiva, cooperación y conflicto, y liderazgo político.
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FUNDAMENTOS DE CIENCIAS POLÍTICAS Gabriel Placek Alejaldre 1º Geografía e Historia + Relaciones Internacionales 1 ÍNDICE - Tema 1: Conceptos básicos de la ciencia política ……………………… 3 - Tema...
FUNDAMENTOS DE CIENCIAS POLÍTICAS Gabriel Placek Alejaldre 1º Geografía e Historia + Relaciones Internacionales 1 ÍNDICE - Tema 1: Conceptos básicos de la ciencia política ……………………… 3 - Tema 2: La socialización política ………………………………………... 16 - Tema 3: Cultura Política ………………………………………………….. 19 - Tema 4: Bienes públicos …………………………………………………. 26 - Tema 5: Acción colectiva ………………………………………………… 31 - Tema 6: Cooperación y conflicto ………………………………………… 40 - Tema 7: Liderazgo político ……………………………………………….. 43 2 TEMA 1: CONCEPTOS BÁSICOS DE LA CIENCIA POLÍTICA 1.1. ¿Qué es la política? El término política es un término muy amplio que posee un gran abanico de definiciones. Forma parte del lenguaje cotidiano, y no tiene una definición clara de consenso general. Definición aceptada: “práctica o actividad colectiva cuya finalidad es regular conflictos entre grupos y cuyo resultado es la adopción de decisiones que obligan” Es la necesidad del ser humano de vivir en sociedad, que genera conflictos entre los diferentes grupos. La política es la práctica o actividad colectiva que tiene como finalidad regular los conflictos entre los diferentes grupos, utilizando incluso la fuerza o la coacción (ej. leyes, reivindicaciones), si fuese necesario. → La política como gestión o regulación del conflicto social. La necesidad de convivencia (sociabilidad) genera diferencias y desigualdades sociales. Esto tiene riesgo de conflictos, que son los que debe solucionar la política. Esto genera incertidumbre sobre el futuro, que lleva a la búsqueda de seguridad en una situación diferente a la inicial, y es ahí donde va actuar la política. La política se caracteriza porque intenta resolver las diferencias mediante una decisión que obligará a todos los miembros de la sociedad. Ese carácter vinculante la distingue de otros acuerdos que se toman en la comunidad. La posibilidad de usar la fuerza física (o la amenaza de poder acudir a ella) es característica de la política frente a otras formas de control social. La política raramente consigue solucionar los conflictos. Por eso hablamos de que la política es la “gestión” o la “regulación” del conflicto social. 3 El origen de los conflictos - Desigualdad (habilidades, roles, posiciones sociales, acceso a los recursos, ubicación territorial, identidades simbólicas: religión, valores…) Estas desigualdades ocasionan fracturas sociales (cleavages/escisiones): diferencias entre grupos, cada uno de los cuales comparte condiciones sociales y que pueden entrar en conflicto entre sí. Las desigualdades pueden ser entre CCAA, entre generaciones, entre géneros, entre países… Además, en referencia a las desigualdades también hay que tener en cuenta las percepciones de los grupos sociales sobre las desigualdades. La ausencia de política permite jugar con esa ventaja a los grupos que ocupan las posiciones relevantes, en condiciones de desigualdad. Además, puede ser a nivel macro (movimiento feminista) o a nivel micro (problema en un pueblo o ciudad) Principales fracturas o divisiones sociales: - División en clases sociales: marxismo: principal foco de las desigualdades… - División por género: segunda mitad del siglo XX - Distinción entre élite y masa: el populismo intenta cambiar la relación de fuerzas en la cual la gran masa está dominada por una élite dominante. De este modo, podemos considerar el origen de la política como una desigual distribución de valores en una determinada sociedad y a los intentos de corregirla. 1.2. Las fronteras variables de la política A lo largo del tiempo se producen cambios en los asuntos que trata la política. - Las condiciones de trabajo de los asalariados: no ha sido un tema recurrente a lo largo de la Historia, surgió con el liberalismo. - La explotación de los recursos naturales. Hace un tiempo no existía preocupación sobre este asunto Las fronteras de lo político se alteran históricamente. Estos cambios dependen de: cambios técnicos, culturales y la capacidad de los actores para movilizarse. Algunos de estos actores buscan despolitizar ciertos temas, lo que suele estar vinculado a una posición privilegiada en la que se encuentran, ya sea en términos económicos, políticos o sociales. Al despolitizar, buscan reducir la importancia de ciertos problemas, presentándolos como cuestiones técnicas o secundarias que no deberían ser objeto de debate público ni de un cambio estructural. Por otro lado, existen actores que, al verse afectados por desigualdades o injusticias, luchan por transformar esas condiciones a través de la politización. Estos actores movilizan sus demandas en la esfera pública, tratando de visibilizar y convertir en cuestiones políticas problemas que antes eran ignorados o minimizados. La politización, en este sentido, se convierte en una herramienta de lucha para aquellos que buscan cambios significativos en la estructura social, económica o política. 4 Politizar un asunto: Preguntas que resolver 1) Cuándo y porqué aparece ese conflicto 2) Actores principales implicados 3 3) Quién lo politiza y despolitiza Nuevos conflictos, nuevos debates, nuevos equilibrios → Cuestiones que generan debate social en la sociedad y que se han trasladado al ámbito público: - ¿Hay que controlar la producción y comercio de alimentos genéticamente modificados? – - ¿Deben existir las Universidad Públicas? - ¿Hay que prohibir el alquiler de úteros? - ¿Qué hacer respecto a las manifestaciones de odio? Etapas de la politización 1. Identificación de una distribución desigual: conciencia de una desigualdad 2. Toma de conciencia y expresión de la demanda: en un sistema autoritario hay pocas oportunidades de demanda. 3. Movilización: buscar gente que apoyar la reivindicación 4. Traslado del conflicto al escenario público: hacer que toda la sociedad sea consciente de las diferencias. 1.3. El poder político La ciencia política se ha definido como cratología, es decir, la ciencia que estudia el poder, y estudia su naturaleza, distribución y manifestaciones. Interpretación del poder político 1) Como recurso: el poder se tiene o no, es un recurso en manos de élites, clases o individuos, capacidad de imponer límites a la capacidad de decisión de los demás. - Recursos económicos, simbólicos o coacción → Recurso simbólico: es quien tiene la información, quien controla la religión - Destacamos a Hobbes o a Marx 2) Poder como resultado de una relación: Lugar en el que situarse, brota de las relaciones sociales y de la posición estratégica. Poder en el intercambio o en la comunicación. - Destacamos a Kant, Maquiavelo, Foucaut o Dahl. Teóricamente, estas dos perspectivas del poder están bien distinguidas pero en la realidad puede llevar a una confusión porque ambos se relacionan y retroalimentan. Poder político: Capacidad de intervenir en la regulación coactiva de un conflicto social 5 ¿Quién tiene el poder político? 1. Gobierno que toma decisiones 2. Medio de comunicación que fuerza la dimisión de un primer ministro 3. Patronal que consigue una regulación 4. La comunidad estudiantil 5. Funcionario que retrasa la aplicación de una distribución 1.4. Los componentes del poder político: fuerza, influencia y autoridad Fuerza Es la capacidad para negar o limitar a otros el acceso a determinados bienes u oportunidades (la vida, la integridad física, la libertad, el patrimonio). Con la fuerza se genera temor al incumplimiento de las obligaciones. La fuerza se ejerce a través de las instituciones, grupos terroristas (secuestran, matan, torturan), otros actores cortan una carretera o “controlan” informaciones (censura gubernamental o un grupo gubernamental “administra” la emisión de noticias en beneficio/perjuicio de un sector). FMI / BM / UE supedita crédito a adopción de medidas. Influencia La influencia es la capacidad de persuadir a otras personas para que adopten o abandonen determinadas conductas. Este proceso se basa en el manejo adecuado de datos y argumentos, con el objetivo de modificar o reforzar actitudes, apelando no solo a la razón, sino también a las emociones de los individuos. En este contexto, la finalidad de la influencia es convencer a los demás de que una acción o decisión es lo más conveniente o adecuado. Para lograr la influencia, se utilizan principalmente dos herramientas: la propaganda y la organización. La propaganda consiste en difundir ideas o mensajes con el propósito de captar apoyos, apelando tanto a la convicción lógica como a las emociones de las personas. A través de la propaganda, se intenta moldear la opinión pública y generar un respaldo para ciertos objetivos o causas. Por su parte, la organización se refiere a la cooperación de un grupo de individuos que se unen y movilizan con el fin de alcanzar objetivos comunes. Esta colaboración permite estructurar esfuerzos y recursos de manera más eficiente, aumentando las probabilidades de éxito en la persuasión y logrando que las acciones del grupo tengan un mayor impacto en la sociedad. Juntas, la propaganda y la organización constituyen herramientas fundamentales para ejercer influencia en distintos contextos sociales y políticos. 6 Autoridad La autoridad se refiere a la capacidad de un individuo o colectivo para que sus indicaciones sean atendidas por los demás, debido a la credibilidad y solvencia que se le reconocen previamente. Este reconocimiento hace innecesaria la utilización de la fuerza o coacción, ya que las personas siguen las directrices de quienes poseen autoridad sin requerir argumentos racionales o apelaciones emocionales. En lugar de depender de la influencia o el convencimiento, la autoridad se basa principalmente en el crédito y la confianza que los demás depositan en quien la ostenta. La autoridad puede derivar de diferentes fuentes. Una de las más comunes es el cargo o puesto que ocupa una persona, que le otorga una posición de poder y respeto. Además, la autoridad puede estar vinculada al reconocimiento general de prestigio moral, cuando una persona es percibida como un ejemplo de integridad y ética. También juega un papel importante la competencia científica o el conocimiento especializado, ya que la habilidad y experiencia en un determinado campo contribuyen a generar confianza en la capacidad de esa persona para tomar decisiones acertadas. En este sentido, la autoridad actúa como un factor clave que facilita el liderazgo y la toma de decisiones sin necesidad de recurrir a la persuasión o la fuerza. 1.5. Legitimidad y legalidad La legitimidad se puede definir como la otra cara del poder. Todo actor con capacidad de influencia busca que sus decisiones y propuestas sean aceptadas sin necesidad de recurrir a la coacción, presentándolas como justas y dignas de ser adoptadas por la sociedad. Este reconocimiento de legitimidad se da cuando las decisiones están alineadas con los valores, principios y creencias predominantes en una comunidad. Incluso cuando se emplea algún grado de violencia o coacción, estas acciones suelen justificarse como necesarias para preservar el orden o alcanzar determinados fines. Sin embargo, la legitimidad no es un atributo exclusivo de quienes poseen el poder formal, como los gobiernos, sino que también se ejerce desde otros sectores, como los grupos de oposición o movimientos sociales. En esencia, la legitimidad conecta el poder con el ámbito de las ideas y los valores, contribuyendo a mantener la cohesión social al facilitar la aceptación de las decisiones tomadas. 7 Es importante distinguir entre los conceptos de legalidad y legitimidad. La legalidad implica la conformidad de una acción o decisión con el marco normativo vigente. Por otro lado, la legitimidad trasciende el ámbito jurídico y se refiere a la correspondencia de esa acción con el sistema de valores y creencias sociales. Es decir, una decisión puede ser legal, pero no necesariamente legítima, si no encuentra respaldo en los principios éticos y morales de la sociedad. El pensamiento de Maquiavelo resulta clave para comprender la legitimidad en relación con el poder político. En su obra El Príncipe, Maquiavelo describe las dos caras del poder: la fuerza del león y la astucia del zorro. Según su visión, el gobernante debe saber combinar la coacción con el consentimiento para consolidar su poder y ejercerlo eficazmente. Dependiendo de las circunstancias, en algunos momentos será necesario recurrir más a la fuerza, mientras que en otros será preferible apelar a valores, ideas y creencias para reforzar su posición de legitimidad. Para resumir, la legitimidad es un elemento esencial para el ejercicio del poder, ya que no solo permite la aceptación de las decisiones, sino que también contribuye al equilibrio entre el uso de la fuerza y la persuasión, garantizando así la estabilidad y cohesión en las sociedades. 1.6. Las fuentes de legitimidad del poder La legitimidad del poder puede basarse en distintas fuentes, cada una de las cuales ofrece un fundamento diferente para justificar la aceptación de decisiones, propuestas o acciones. Estas fuentes permiten que el poder sea reconocido y respaldado sin necesidad de recurrir exclusivamente a la coacción: - Tradición: La legitimidad basada en la tradición se apoya en la continuidad histórica y en la adaptación a las costumbres y usos del pasado. Este tipo de legitimidad encuentra su justificación en el argumento del “siempre ha sido así”, lo que otorga un carácter indiscutible y natural a las propuestas del poder. Es especialmente frecuente en contextos políticos conservadores o en sociedades donde el poder se encuentra en manos de grupos que perpetúan las estructuras y valores tradicionales. - Legalidad / Racionalidad: En este caso, la legitimidad proviene de la conformidad con el marco normativo y las reglas establecidas. Es decir, se considera legítima una decisión cuando cumple con las leyes y normas vigentes, así como cuando se ajusta a objetivos racionales y medios adecuados para alcanzarlos. Esta fuente de legitimidad se basa en la creencia en la validez y estabilidad de las normas legales, permitiendo que el poder sea percibido como justo y confiable al seguir un sistema reglamentado y previsible. - Carisma: El carisma es una fuente de legitimidad que radica en la cualidad extraordinaria o personal de quien ejerce el poder. Una figura carismática puede generar admiración, confianza e inspiración en las masas, al punto de que sus propuestas, decisiones o liderazgos sean aceptados sin cuestionamiento. Este tipo de legitimidad no depende de leyes ni de tradiciones, sino de la influencia personal y emocional que un líder ejerce sobre los demás. 8 - Rendimiento: Finalmente, el rendimiento es una fuente de legitimidad que se basa en los resultados obtenidos por quien ostenta el poder. Si el poder logra cumplir con sus objetivos, resolver problemas o mejorar las condiciones de una sociedad, su legitimidad se refuerza. Este enfoque mide la validez del poder no en su origen, sino en los efectos tangibles de su ejercicio, vinculándolo con la capacidad de generar beneficios para la comunidad. Estas fuentes de legitimidad pueden actuar de manera independiente o complementaria, dependiendo del contexto político y social en el que se ejerza el poder. Su adecuada combinación puede ser clave para garantizar la estabilidad y la aceptación de las decisiones en una sociedad. 1.7. Las tres dimensiones de la política La política, como fenómeno complejo, se puede analizar desde tres dimensiones fundamentales: estructura, proceso y resultado. Cada una de estas dimensiones aborda un aspecto específico de las dinámicas políticas, ofreciendo una perspectiva integral para su estudio: - Estructura: La dimensión de la estructura se refiere a la forma en que una sociedad organiza de manera estable sus actuaciones políticas a través de instituciones, normas y reglas. Este ámbito se enfoca en los elementos permanentes que regulan y ordenan la vida política, como el Estado, las instituciones supra o subnacionales (e.g., la Unión Europea, la ONU) y el funcionamiento de la administración pública. La estructura corresponde al ámbito institucional, es decir, al conjunto de sistemas y órdenes que proporcionan estabilidad y continuidad. Por su carácter permanente, estas estructuras son difíciles de modificar y suelen ser objeto de análisis desde una perspectiva institucionalista. En este contexto, el término "polity" hace referencia a esta dimensión, centrada en las instituciones y el orden político. - Proceso: El proceso analiza las conductas individuales y colectivas en el ámbito político, es decir, el comportamiento de los actores políticos (tanto individuales como colectivos). Se estudian las motivaciones, estrategias y formas de intervención de los diferentes sujetos políticos, como partidos, candidatos, movimientos sociales o ciudadanos. Esta dimensión abarca la política en acción, incluyendo actividades como negociaciones, candidaturas, activismo, comportamiento electoral y cualquier otra forma de participación en la dinámica política. Es, en esencia, el análisis del cómo se lleva a cabo la política en términos de acciones concretas y estrategias. En este caso, el término "politics" se utiliza para describir esta dimensión de actos y procesos. - Resultado: La dimensión del resultado se enfoca en las respuestas que resultan de la interacción entre las estructuras políticas y los procesos políticos. Esto se traduce en políticas públicas concretas que buscan abordar problemas o conflictos específicos dentro de una sociedad. 9 El análisis en esta dimensión se centra en evaluar el rendimiento de las políticas públicas, es decir, en medir los resultados obtenidos en relación con los objetivos propuestos. Estas respuestas concretas pueden incluir legislación, programas sociales, reformas económicas, o cualquier otra intervención en un ámbito determinado. El término "policy" se refiere a esta dimensión orientada hacia los resultados de las decisiones políticas 1.8. El sistema político y sus elementos Desde la perspectiva de la política como estructura, se ha adoptado un modelo inspirado en la cibernética para comprender su funcionamiento. Este modelo analiza la política como un sistema complejo que procesa información, toma decisiones y controla resultados. Un sistema se define como una organización compuesta por diversos elementos interrelacionados que cumplen funciones específicas, como recoger y transmitir información, generar actividades y evaluar resultados. Este enfoque permite entender cómo interactúan los distintos componentes del sistema político y cómo responde a las demandas de la sociedad. Entorno: El entorno hace referencia a las interacciones sociales, económicas y culturales que ocurren dentro de una sociedad. Estas interacciones reflejan las desigualdades, desacuerdos y cuestiones que requieren atención pública. El entorno puede generar demandas o preocupaciones de la ciudadanía que deben ser atendidas por el sistema político. Input: Los inputs son las demandas y apoyos que los actores colectivos e individuales transmiten al sistema político. Estas entradas pueden tener un carácter positivo o negativo: incluyen actitudes y opiniones de los ciudadanos, así como “mensajes” que reflejan sus intereses, preocupaciones o necesidades. Los inputs representan las expectativas de la sociedad hacia el sistema político y sirven como base para la toma de decisiones. Caja negra: La caja negra es el proceso interno mediante el cual el sistema político recibe los inputs y genera respuestas. Este proceso es complejo y no está completamente claro, por lo que se 10 considera "cerrado" o "opaco" en el modelo. La teoría política deja espacio abierto en este punto, permitiendo que cada analista complete el proceso mediante diversas interpretaciones y enfoques. Existen varias teorías que intentan explicar cómo se toman las decisiones dentro de esta "caja negra". Output: Los outputs son los resultados o decisiones que surgen después de que los inputs han sido procesados por el sistema político. Estos outputs pueden ser decisiones políticas concretas, legislaciones, políticas sectoriales, o cualquier otro tipo de intervención que responda a las demandas sociales. Los outputs son el producto final que se ofrece a la sociedad, resultado de la interacción entre el entorno, los inputs y el proceso interno del sistema. La teoría política propone cuatro grandes interpretaciones para explicar cómo se generan los outputs dentro de la "caja negra" del sistema político. Cada una de estas líneas pone énfasis en un protagonista o factor principal que influye en el proceso de toma de decisiones: - Las instituciones públicas: Según esta visión, cada sociedad se organiza en torno a una serie de instituciones públicas y normas que regulan la adopción de decisiones políticas. Estas instituciones son el marco dentro del cual se toman las decisiones, y su estructura y funcionamiento determinan en gran medida cómo se responde a las demandas sociales. - Los grupos sociales: Desde una perspectiva más izquierdista, se considera que la política es el resultado de la interacción entre una pluralidad de grupos sociales que representan diferentes intereses y aspiraciones. Estos grupos, al estar en constante interacción, buscan alcanzar decisiones a través de transacciones, compromisos y negociaciones, lo que lleva a una política basada en el consenso y la distribución del poder. - La élite dominante: En esta visión, un grupo reducido de élites controla las decisiones políticas. Este enfoque sostiene que las decisiones políticas no surgen de la interacción democrática o de las demandas populares, sino que son impuestas por un pequeño grupo dominante que tiene el poder de decidir por la mayoría, con el objetivo de mantener su estatus y beneficios. - El individuo racional: Finalmente, desde una perspectiva individualista, se argumenta que la política es el resultado de las estrategias racionales adoptadas por los individuos dentro de la comunidad. Cada persona actúa en función de sus intereses, tomando decisiones en competencia o cooperación con otros sujetos. En este modelo, la política se considera un efecto combinado de las decisiones individuales, que, al interactuar, generan las decisiones colectivas. 11 Retroalimentación La retroalimentación es un concepto clave en el análisis del sistema político, ya que se refiere al impacto que las decisiones y reacciones del sistema tienen sobre el entorno social, económico o cultural. En otras palabras, es el efecto que las salidas (outputs) del sistema político provocan en las demandas y actitudes de los actores sociales, lo que a su vez puede influir nuevamente en las decisiones políticas. Un ejemplo claro de retroalimentación en el sistema político puede verse en la implementación de un impuesto sobre los Actos Jurídicos Documentados (IAJD). Si el gobierno impone este impuesto, la reacción de la sociedad (por ejemplo, el descontento de los ciudadanos o las demandas de los grupos afectados) puede generar una respuesta del sistema político, como la modificación de la ley o la creación de nuevas políticas fiscales. Este ciclo de retroalimentación muestra cómo las decisiones del gobierno no solo afectan al entorno, sino que también son influenciadas por él. El concepto de sistema político permite comprender cómo la política se desarrolla de manera dinámica, interactuando constantemente con el entorno: - Relación permanente entre el entorno y la política: El sistema político no es aislado, sino que está en constante interacción con el entorno social, económico y cultural. Las tensiones y conflictos sociales, como desigualdades o demandas ciudadanas, son la base que impulsa las decisiones políticas. La política es, por tanto, un reflejo de las demandas y necesidades de la sociedad. - Secuencia ideal (inputs, procesamiento, outputs, retroalimentación): Este modelo describe un proceso idealizado de cómo funciona el sistema político: se reciben inputs (demandas y apoyos), estos son procesados por el sistema (a través de instituciones, actores y decisiones), y luego se generan outputs (decisiones políticas o acciones). Finalmente, la retroalimentación cierra el ciclo, mostrando cómo las reacciones del entorno afectan nuevamente al sistema político. Este proceso ayuda a organizar y dar coherencia a las múltiples intervenciones públicas. - Orden en la pluralidad y diversidad: La noción de sistema político ayuda a poner orden en la pluralidad y diversidad de intervenciones públicas, facilitando el análisis de los diversos actores y procesos que intervienen en la política. Este enfoque permite entender la complejidad del sistema político y cómo se gestionan las múltiples demandas de la sociedad. - Interdependencia de los elementos del sistema: El modelo resalta la interdependencia de todos los elementos que componen el sistema político. Las decisiones no se toman de forma aislada, sino que dependen de las interacciones entre actores, instituciones, procesos y resultados, lo que crea una red compleja de relaciones dentro del sistema. - Aspecto dinámico de la estructura política: La política no es estática. La estructura política se describe como un proceso dinámico de escuchar-actuar-escuchar, en el cual el sistema responde a las demandas y preocupaciones sociales y, a su vez, ajusta sus respuestas en 12 función de la retroalimentación recibida. Este ciclo continuo es fundamental para la cohesión social y la estabilidad política. - Aplicabilidad a todo tipo de estructuras políticas: Una de las grandes ventajas del modelo es su aplicabilidad universal. Este enfoque no se limita a un tipo específico de sistema político, sino que es útil para analizar tanto estructuras antiguas como contemporáneas, democráticas como dictatoriales. La flexibilidad del modelo facilita su uso en el estudio comparativo de diferentes formas de gobierno. La noción de sistema político es fundamental para entender la dinámica y la interdependencia de los elementos que constituyen una estructura política. El modelo proporciona un marco que permite analizar cómo las decisiones políticas responden a las tensiones sociales y cómo, a través de la retroalimentación, se ajustan las políticas públicas para garantizar la cohesión y estabilidad social. 1.9. ¿Qué es la ciencia política? La ciencia política es una disciplina que se ocupa del estudio de los sistemas de gobierno, las instituciones políticas, el poder, la toma de decisiones, y los comportamientos políticos en las sociedades. Su origen se remonta a la Antigua Grecia, donde filósofos como Platón y Aristóteles comenzaron a reflexionar sobre la mejor manera de organizar la vida colectiva en la polis (la ciudad-estado griega), con un enfoque centrado en la naturaleza humana y el bienestar común. A lo largo de la historia, la ciencia política ha evolucionado y se ha transformado según los contextos sociales y políticos de cada época. Grecia clásica La ciencia política tiene sus raíces en los trabajos de Platón y Aristóteles. Platón, en su obra La República, abordó cuestiones sobre la justicia, el poder y la organización ideal del Estado, mientras que Aristóteles, en La Política, estableció una de las primeras clasificaciones de los sistemas políticos y analizó las diferentes formas de gobierno. Ambos pensadores buscaban mejorar la vida colectiva de la polis, adaptando sus ideas a la naturaleza del ser humano y las condiciones sociales de su tiempo. Edad media Durante el Medioevo, la ciencia política estuvo fuertemente influenciada por la religión cristiana. El conocimiento político se vinculó a la idea de un designio divino, considerando que las instituciones políticas y el orden social debían alinearse con la voluntad de Dios. Los pensadores medievales, como San Agustín y Tomás de Aquino, integraron la política con la teología, abordando temas como la justicia divina y el poder terrenal en una visión que trascendía los aspectos puramente humanos. 13 El Renacimiento En el Renacimiento, a medida que se revitalizó el estudio de las ciencias clásicas, se produjo un resurgimiento del interés por la política como una disciplina autónoma, desligada de la religión. Filósofos como Nicolás Maquiavelo, en su obra El Príncipe, analizaron el poder político de manera más pragmática, sin la influencia directa de la teología. El Renacimiento permitió un acercamiento más secular a la política, enfocándose en el poder, el Estado y la gobernanza de una manera más realista y crítica. Siglo XIX A partir del siglo XIX, la ciencia política experimentó un gran avance, especialmente con las revoluciones liberales en países como Francia, Inglaterra y los Estados Unidos, que transformaron profundamente las estructuras políticas. En este contexto, se consolidó la idea de que las sociedades son cambiantes y están en constante evolución. Las ideas de individualismo y libertad cobraron fuerza, dando lugar a nuevas formas de organización política, como la democracia liberal. Este período también estuvo marcado por la aplicación del modelo científico a las ciencias sociales, lo que permitió el desarrollo de un enfoque más sistemático y empírico en el estudio de la política. La ciencia política comenzó a estructurarse como una disciplina académica en las universidades. Se empezaron a desarrollar teorías y métodos más rigurosos para analizar los fenómenos políticos, estableciendo las bases de lo que hoy conocemos como ciencia política moderna La ciencia política ha evolucionado a lo largo de los siglos, desde sus orígenes en la reflexión filosófica sobre la mejor forma de organizar la sociedad, pasando por una fuerte influencia religiosa en la Edad Media, hasta convertirse en una disciplina autónoma y científica en la modernidad. Hoy, la ciencia política se enfoca en el estudio de las estructuras de poder, las instituciones y los procesos políticos en el contexto de sociedades cambiantes, utilizando métodos empíricos y teóricos para analizar la política de manera crítica y sistemática. 1.10. El proceso de institucionalización de la Ciencia Política El proceso de institucionalización de la Ciencia Política hace referencia a la consolidación de esta disciplina como un campo académico formal, con estructuras y métodos propios, dentro de las universidades y en la esfera pública. Este proceso se ha desarrollado en distintas etapas a lo largo de la historia, destacando dos momentos clave: el último tercio del siglo XIX y los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. 14 Finales del S. XIX A finales del siglo XIX, con las transformaciones sociales y políticas que ocurrían en diversos países, surgieron nuevas iniciativas académicas que buscaron formalizar el estudio de la política como disciplina científica. Esto estuvo relacionado con las reformas políticas que se estaban llevando a cabo en distintos lugares, especialmente en Europa y América. Algunas de las instituciones clave que marcaron el inicio de la institucionalización de la Ciencia Política en este período son: - Sciences Po (1871): Fundada en París, esta institución se convirtió en un centro fundamental para la enseñanza de la Ciencia Política en Francia y en Europa. Fue uno de los primeros centros en crear una estructura académica dedicada al estudio de las ciencias sociales y políticas. - Departamento de Ciencia Política en la Universidad de Columbia (1890): En los Estados Unidos, la Universidad de Columbia fue pionera al establecer un departamento especializado en Ciencia Política. Este fue uno de los primeros en América en ofrecer formación sistemática sobre la política, consolidando la disciplina en el ámbito académico estadounidense. - London School of Economics and Political Science (1895): En el Reino Unido, la London School of Economics también desempeñó un papel clave en la consolidación de la Ciencia Política como disciplina académica. La creación de su Departamento de Ciencia Política marcó un hito en la formalización del estudio de la política en el contexto británico. Estas instituciones y otras similares contribuyeron significativamente al desarrollo de la Ciencia Política como campo de estudio académico independiente y a la formación de una comunidad académica global. Después de la Segunda Guerra Mundial Tras la Segunda Guerra Mundial, el contexto político y geopolítico cambió profundamente, lo que impulsó aún más el desarrollo de la Ciencia Política. La reconstrucción de Europa, el auge del Estado del Bienestar y la expansión de la formación universitaria crearon un ambiente propicio para el crecimiento de esta disciplina. Uno de los hitos más importantes en esta etapa fue: - Creación de la Asociación Internacional de Ciencia Política (IPSA) en 1949: La IPSA se fundó con el objetivo de fomentar la cooperación internacional entre académicos y promover la investigación y el intercambio de conocimientos en el campo de la Ciencia Política. Esta asociación contribuyó a consolidar la disciplina a nivel mundial y a fortalecer su dimensión internacional. Además, durante este período se dio un auge en la expansión del sistema educativo universitario, lo que permitió a un mayor número de estudiantes acceder a la formación en Ciencias Sociales y Políticas, consolidando aún más la Ciencia Política como una disciplina académica formal. 15 TEMA 2: LA SOCIALIZACIÓN POLÍTICA 2.1. Introducción. ¿Cómo explicamos la acción política? La acción política, en muchas ocasiones, se realiza de manera inconsciente, es decir, los individuos participan en decisiones políticas como una reacción a estímulos del entorno. Este comportamiento surge como una respuesta a situaciones que captan su atención, generan preocupación o provocan algún tipo de emoción. Las reacciones de los sujetos a estas situaciones suelen ser diversas y, con frecuencia, opuestas. Es muy poco común que haya unanimidad en estas respuestas. Para comprender estas acciones, se proponen dos modelos principales: 1. El modelo económico Este modelo asume que cada persona es un actor racional, consciente de sus preferencias y con acceso a información perfecta sobre los beneficios y costos de sus decisiones. Según este enfoque, los individuos participan en política únicamente cuando perciben que su involucramiento traerá beneficios positivos para alcanzar sus objetivos. Aquí, la acción política se interpreta como un medio para un fin, representando un carácter instrumental. El "actor político" bajo este modelo es conocido como un "egoísta ilustrado", y se basa en la analogía de la política como un mercado donde se maximizan los intereses personales. 2. El modelo sociocultural En este caso, la política no está guiada por un cálculo racional, sino por las normas, valores y pautas de conducta que las personas han interiorizado a través de un proceso de socialización. El individuo actúa conforme a las normas sociales que ha adoptado, lo cual refuerza su sentido de pertenencia a un grupo. Esto implica que el comportamiento político no depende de los beneficios o desventajas obtenidos, sino de la identificación con los valores y normas aprendidos a lo largo de la vida. 16 2.2. El sujeto político y su circunstancia El sujeto político se define como el conjunto de actitudes, valores, ideologías y culturas que un individuo o grupo adopta en relación con la política. Estos actores pueden ser individuales o colectivos: - Actor individual: Ejemplo, una diputada que decide abandonar su partido para unirse a otro. - Actor colectivo: Ejemplo, un sindicato que negocia mejores condiciones laborales para sus miembros. ¿El sujeto político nace o se hace? Las actitudes políticas no son innatas, sino que se adquieren a lo largo de la vida. Es decir, la conciencia política se construye progresivamente, dependiendo de las circunstancias y experiencias individuales. Este desarrollo implica que las personas internalizan su percepción de la política a medida que atraviesan distintas etapas de la vida. 2.3. Las etapas de la socialización política La socialización política es un proceso mediante el cual los individuos adquieren y transforman creencias, actitudes, valores e ideologías políticas. Este proceso es informal, fragmentado y difuso, y suele ser reconstruido únicamente mediante un análisis introspectivo posterior. Elementos esenciales de la socialización política - Formar una idea general de la política, que puede percibirse como caos, deber, conflicto, solidaridad, entre otros. - Definir el rol personal en el ámbito político. - Identificarse con ciertos grupos. - Ubicarse respecto a valores simbólicos e imaginarios. Etapas del proceso 1. Socialización primaria: Se desarrolla desde la niñez hasta la entrada en la vida adulta. Durante esta etapa se asimilan creencias y actitudes políticas básicas como: ○ Reconocimiento de la autoridad. ○ Conciencia de colectivos más amplios que la familia. ○ Entendimiento de las diferencias ideológicas y partidarias. ○ Percepción de la utilidad del sistema político. Posteriormente, se profundiza en aspectos como: ○ Posicionamiento ante líderes y partidos políticos. ○ Diferenciación de roles institucionales. ○ Interés o desinterés por la política. 2. Socialización secundaria: Tiene lugar en la adultez, cuando experiencias personales o colectivas consolidan o modifican los aprendizajes previos. Entre estas experiencias destacan: ○ Cambios familiares, laborales, económicos o geográficos. 17 ○ Eventos históricos que marcan a toda una generación 2.4. Los agentes de la socialización Los agentes que influyen en la socialización política se dividen en tres grupos: - Grupos primarios: Relaciones cercanas e influyentes, como la familia (principal agente de socialización) y los grupos de iguales. - Grupos secundarios: Relaciones más estructuradas e indirectas, como la escuela, los medios de comunicación y las redes sociales. - Grupos de referencia: Identidades con las que una persona se identifica, aunque no necesariamente forme parte activa de ellas. 2.5. Un cruce complejo de influencias La influencia de los agentes de socialización no es homogénea, ya que diferentes factores como la familia, el sistema educativo, los medios de comunicación, las redes sociales o la religión pueden tener un papel determinante en la formación de valores políticos. Esto genera debates sobre cómo regular estas influencias para evitar desigualdades o manipulaciones. 18 TEMA 3: CULTURA POLÍTICA 3.1. Predisposiciones hacia la política y actitudes políticas El sujeto político se define como el conjunto de actitudes, valores, ideologías y cultura que adoptan los individuos o grupos en relación con la política. Dentro de este contexto, las actitudes políticas son las inclinaciones o disposiciones internas que las personas interiorizan previamente y que influyen en su participación en los procesos políticos. Características principales de las actitudes políticas: - Son propensiones adquiridas, no innatas. - Tienen un carácter estable a lo largo del tiempo. - No son directamente observables, aunque sí detectables mediante el análisis de comportamientos. - Poseen distintos grados de intensidad, lo que implica mayor o menor influencia en las acciones. - Tienden a combinarse entre sí, generando correlaciones entre distintas actitudes. Una de las tareas de la cidencia política es la identificación y la medición de la intensidad de las actitudes políticas. A partir de esta medición es posible elaborar escalas de actitudes. Cómo se puede medir: mediante preguntas directas o mediante la observación. Clasificación de las actitudes: 1. Orientaciones cognitivas: Lo que el individuo conoce y cree sobre un objeto político (institución, situación, personaje, etc.). 2. Orientaciones afectivas: Las emociones que suscita un objeto político, generando sentimientos como rechazo, aceptación o indiferencia. 3. Orientaciones valorativas: Juicios de valor que determinan cómo se percibe un objeto político. 4. Orientaciones intencionales: La disposición a actuar de una manera u otra frente a un objeto político. 19 3.2. Culturas y subculturas políticas La cultura política se refiere al conjunto de actitudes, valores y creencias que comparten los miembros de una sociedad o grupo sobre la política, las instituciones y el sistema de gobierno. En cada individuo, se puede identificar un sistema de actitudes y predisposiciones hacia la política, pero estos rasgos no son exclusivamente personales, ya que tienden a ser compartidos por varios sujetos dentro de un determinado grupo o sociedad. La cultura política es, por lo tanto, un fenómeno colectivo, ya que se manifiesta de manera generalizada en un grupo y no solo en el comportamiento individual. Esta cultura influye en cómo las personas perciben y se relacionan con el poder, las instituciones políticas y las decisiones colectivas. Por ejemplo, algunos elementos comunes que pueden formar parte de la cultura política de una sociedad son: Deferencia ante la autoridad: Muchos individuos dentro de una cultura política pueden compartir una actitud respetuosa y sumisa hacia las figuras de autoridad, ya sean estas figuras políticas, religiosas o de otro tipo. Esto puede implicar una mayor confianza en las instituciones y el liderazgo, así como la disposición a aceptar decisiones sin cuestionarlas. Cumplimiento de las obligaciones legales: Una cultura política puede estar caracterizada por una alta inclinación de sus miembros a cumplir con las normas legales y las reglas establecidas. Esto refleja una visión positiva de las leyes y del sistema judicial, y la creencia de que respetarlas es esencial para el orden social y político. Tolerancia frente a los discrepantes: En algunas culturas políticas, se valora la tolerancia hacia aquellos que tienen opiniones políticas o ideologías diferentes. Esto promueve un ambiente de pluralismo y de respeto hacia la diversidad de puntos de vista, incluso cuando existen diferencias profundas en cuestiones políticas o sociales. Estos elementos no son universales, ya que varían según el contexto histórico, geográfico y cultural. La cultura política puede influir en el comportamiento electoral, en la forma en que los individuos se relacionan con el gobierno y en cómo responden a los cambios en las estructuras políticas y sociales. En resumen, la cultura política refleja la forma en que un grupo o sociedad entiende y practica la política, y está construida a partir de actitudes compartidas que orientan el comportamiento de los individuos dentro de esa comunidad. Las culturas políticas tienen su origen en una concepción estatatocéntrica, lo que significa que inicialmente se asociaban con la pertenencia a un determinado Estado. En este enfoque, la cultura política de un individuo estaba estrechamente vinculada a su identidad nacional y al contexto político en el que se encontraba. Sin embargo, con el tiempo, la experiencia ha demostrado que las sociedades no son homogéneas, sino que presentan una gran variedad de grupos sociales que desarrollan sistemas de actitudes y predisposiciones diferenciadas en relación con la política. Estas diferencias dentro de una misma sociedad se conocen como subculturas políticas. Las subculturas son grupos que, aunque comparten una cultura política común en términos generales, tienen características y actitudes específicas que los distinguen de otros grupos dentro de la misma comunidad. Por ejemplo, se pueden identificar subculturas políticas juveniles, regionales, de clase 20 trabajadora, entre otras. Cada una de estas subculturas puede tener su propio conjunto de valores, creencias y comportamientos relacionados con la política, lo que refleja la diversidad de opiniones y perspectivas dentro de una sociedad. Es importante destacar que la reproducción de estas culturas y subculturas políticas no es un fenómeno espontáneo. No surgen de manera natural, sino que son transmitidas y reforzadas a través de los agentes de socialización. Estos agentes, como la familia, la educación, los medios de comunicación y los grupos de pares, desempeñan un papel crucial en la formación de las actitudes y creencias políticas de los individuos. A través de ellos, las personas internalizan las normas y valores que caracterizan a las culturas o subculturas políticas de las que forman parte. Como fenómenos sociales, tanto las culturas como las subculturas políticas están sujetas a cambio y modificación. La dinámica social, los procesos históricos y las transformaciones políticas pueden influir en la evolución de las actitudes y comportamientos políticos de los individuos y los grupos. Así, la cultura política no es algo estático, sino que está en constante interacción con los cambios sociales, económicos y políticos de la sociedad en la que se inserta. 3.3. Culturas políticas y sistemas políticos Una de las preguntas clave de la ciencia política es la relación entre la cultura política y la estabilidad de los sistemas políticos. Mientras que tradicionalmente se atribuía la estabilidad al diseño institucional, ahora se reconoce que la cultura política dominante juega un papel crucial en la sostenibilidad del sistema. Tipos de culturas políticas según Almond y Verba: 1. Cultura cívica o participativa: Los individuos se involucran activamente en los procesos políticos. 2. Cultura de súbdito: Los ciudadanos son conscientes de las decisiones políticas que afectan sus intereses, pero no participan activamente. 3. Cultura localista o parroquial: Los individuos tienen escaso conocimiento sobre el sistema político o incluso ignoran su existencia. La obra The Civic Culture (1963) concluye que las sociedades con una cultura cívica sólida tienden a tener instituciones democráticas más estables. 3.4 Valores y sistemas de valores Un valor es la cualidad atractiva o apreciable que asignamos a determinadas situaciones, acciones o personas. Es aquello que consideramos importante o deseable en un contexto social, político o personal. Por el contrario, hablamos de desvalor cuando nos referimos a una cualidad que rechazamos o que nos resulta repulsiva, y que vemos en determinadas situaciones, acciones o personas. En este sentido, los valores nos permiten orientarnos dentro del mundo social y establecer un marco de referencia para nuestras decisiones y comportamientos. Los valores desempeñan un papel fundamental en la política, ya que permiten que el conjunto de actitudes políticas de un sujeto mantenga una cierta coherencia interna. Un sujeto político se inclinará por determinados valores, y estos serán determinantes para el desarrollo de sus actitudes políticas. La manera en que responda ante un estímulo o situación externa no será la misma 21 dependiendo de los valores que haya internalizado. Estos valores no son construcciones individuales aisladas; son el producto de un diálogo colectivo en el seno de un grupo, ya sea familiar, generacional o social. Transformaciones históricas y cambios de valores Dado que los valores son construcciones sociales, están sujetos a las transformaciones históricas y a los cambios en el contexto social, político y cultural. Los valores y las normas asociadas a ellos no son fijos, sino que evolucionan a lo largo del tiempo. A lo largo de la historia, muchos valores que antes eran considerados aceptables han sido modificados o abandonados, como ocurrió con la esclavitud, la pena de muerte, la segregación racial o la denegación del sufragio a la mujer. En otras épocas, estas prácticas estaban vigentes porque el sistema de valores de la sociedad las avalaba, pero cuando ese sistema de valores se debilita o cambia, esas conductas e instituciones se empiezan a ver como rechazables y pueden desaparecer del panorama político y social. A lo largo de la historia, podemos identificar tres grandes periodos históricos que han marcado transformaciones significativas en los valores predominantes en las sociedades: 1. Sociedades agrarias: En este periodo, los valores dominantes estaban relacionados con el respeto a la tradición, el orden y la jerarquía. Se valoraba la deferencia ante la autoridad, la visión religiosa y la solidaridad familiar, lo que configuraba una visión conservadora de la sociedad. 2. Industrialización: Con la llegada de la industrialización, emergieron nuevos valores relacionados con el progreso y el cambio. Se puso énfasis en la competitividad socioeconómica, el productivismo, la racionalidad y la secularidad. Además, se destacó la solidaridad de clase social y el afán por mejorar el bienestar inmediato. La visión del progreso, en este contexto, era limitada, ya que se centraba principalmente en el crecimiento económico y la mejora material. 3. Sociedades post-industriales: En las sociedades posteriores a la industrialización, los valores comenzaron a centrarse más en la realización personal y en la diferenciación individual frente al grupo. La autonomía en el trabajo y la libertad en las relaciones sociales y sexuales pasaron a ser altamente valoradas. También surgió una creciente preocupación por la calidad de vida y la conservación del medio ambiente, marcando una visión de progreso limitado, condicionado por la propia capacidad de destrucción del entorno. En el último tercio del siglo XX, se destacó el contraste entre valores materialistas y valores posmaterialistas. Los valores materialistas priorizan la seguridad económica, el bienestar material y el progreso en términos de desarrollo económico. En cambio, los valores posmaterialistas ponen énfasis en la autonomía personal, la libertad individual, la participación política y la preocupación por la calidad de vida, el medio ambiente y los derechos humanos. En conclusión, los valores y sistemas de valores son dinámicos y están sujetos a las transformaciones sociales e históricas. Reflejan las necesidades, las aspiraciones y las realidades de las sociedades en diferentes momentos de su evolución, y son fundamentales para comprender el cambio en las actitudes y comportamientos políticos de los individuos y los grupos. 22 3.5 Las ideologías y su formación La ideología es un conjunto de conceptos y valores compartidos que buscan describir el universo político, señalar objetivos para intervenir en él y definir las estrategias necesarias para alcanzar esos objetivos. Las ideologías se orientan a comprender la realidad social, señalar metas políticas y proponer las acciones a seguir para alcanzar esas metas. Las ideologías tienen varias características definitorias. Primero, ofrecen un aspecto sistemático, ya que organizan conceptos y normas relativos a las relaciones sociales y políticas. Además, cumplen una función instrumental, es decir, proporcionan las herramientas necesarias para actuar sobre la realidad. Las ideologías tienden a simplificar la complejidad del universo político y suelen manifestarse explícitamente en forma de principios o doctrinas accesibles para la sociedad. Otra característica clave es que no pertenecen a un solo individuo o grupo pequeño, sino que son compartidas por colectivos más amplios. Así, tienen un afán proselitista, ya que su éxito depende del número de seguidores. La ideología no solo interpreta la realidad social desde una perspectiva determinada, sino que también contiene un proyecto político con el fin de mantener o cambiar el orden social. Su meta es convertirse en el sentido común de una amplia parte de la comunidad. Las ideologías suelen incorporar varios elementos fundamentales: Defensa de una concepción de la naturaleza: Esta parte incluye las ideas sobre cómo debería organizarse el mundo natural, incluyendo el comportamiento humano. Definición de la visión de las relaciones entre individuos: Implica una visión de cómo deben relacionarse los miembros de la sociedad entre sí. Propuesta de un esquema de relaciones entre individuos y el colectivo social: Se refiere a cómo los individuos deben interactuar con la sociedad en su conjunto. Capacidad de la acción política: La ideología debe explicar cómo la acción política puede influir en el desarrollo de la sociedad y en la consecución de sus objetivos. ¿Cómo se forman y cómo evolucionan las ideologías? Las ideologías contemporáneas se forman a partir de dos tipos de contribuciones: los desarrollos teóricos a partir de las obras fundamentales que fundamentan una ideología, y la aplicación práctica de estos postulados en la política. Existen dos visiones principales sobre la formación y evolución de las ideologías. La primera visión sugiere que las ideologías nacen como defensa de los intereses propios, identificándose con la racionalización del beneficio propio, lo que implica también un componente de autoengaño. Por otro lado, la segunda visión sostiene que las ideologías son producto de una situación histórica específica, donde el sistema político no satisface las demandas mayoritarias de la sociedad. La ideología de un modelo social tiene como objetivo lograr que el sistema político responda mejor a las necesidades sociales. 23 Grandes ideologías contemporáneas ➔ Liberalismos: Los liberalismos nacen a finales del siglo XVIII y principios del XIX con el objetivo de fundar un orden político diferente al de las monarquías absolutas. Su origen está en las ideas de la Ilustración europea, que inspiraron las revoluciones americana y francesa. El valor supremo del liberalismo es la libertad del individuo, y la comunidad política se entiende como el resultado de un acuerdo entre individuos libres y racionales. La autoridad política se limita a garantizar las reglas básicas para la libre competencia entre individuos. A lo largo del tiempo, han surgido nuevas interpretaciones del liberalismo, en respuesta a las desigualdades sociales evidenciadas por la sociedad capitalista. En Estados Unidos, los liberales están representados por el Partido Demócrata, que ocupa una posición menos conservadora, mientras que en España el liberalismo suele asociarse al centro-derecha. ➔ Conservadurismos: El conservadurismo surge como una reacción contra el liberalismo, representando a los sectores que se sentían amenazados por la transformación de las estructuras sociales, como la nobleza terrateniente y la jerarquía eclesiástica. El conservadurismo coloca en el centro la comunidad social, vista como un organismo natural formado por colectivos como la familia, la aldea, el gremio o la comunidad religiosa. El valor supremo del conservadurismo es la tradición, y el orden social está basado en el respeto a dicha tradición. La autoridad política se fundamenta en el principio de jerarquía, y existe poca confianza en el progreso. Aunque los conservadores de hoy aceptan el liberalismo económico, lo combinan con un enfoque autoritario en cuestiones sociales y políticas. El Estado desempeña un papel importante para garantizar la seguridad y el orden en la sociedad. ➔ Socialismos: Los socialismos surgen como respuesta a las desigualdades generadas por el liberalismo, especialmente la explotación de la clase obrera, la desigualdad y la marginación de ciertos grupos. Su objetivo es que la sociedad progrese hacia un nuevo estadio posterior al modelo liberal. Los valores fundamentales del socialismo son la equidad y la solidaridad, ya que consideran que el ser humano es inherentemente social y se define a través de sus relaciones con los demás. Existen dos grandes corrientes dentro del socialismo: una que propone una vía revolucionaria y autoritaria, y otra que aboga por la participación en la democracia liberal. Además, hay distintas visiones sobre la intervención del Estado en la economía, que van desde la estatalización total hasta la convivencia con la propiedad privada. El socialismo se manifiesta en dos grandes ramas: el comunismo y la socialdemocracia. ➔ Anarquismos: Los anarquismos comparten su origen con el socialismo, pero se distinguen por su rechazo a cualquier tipo de autoridad. Los anarquistas creen que una sociedad libre y armónica debe ser el resultado de acuerdos voluntarios entre los individuos. La autoridad y la 24 coacción perturban el orden social, por lo que la cohesión social solo puede surgir a través del pacto voluntario y la libre asociación de individuos, municipios o cooperativas. Los valores fundamentales del anarquismo son la igualdad y la cooperación. ➔ Fascismos: Los fascismos nacen en un contexto de crisis económica y surgen como una respuesta a la disputa entre liberales y socialistas. En el fascismo, el individuo está subordinado a la comunidad nacional y al líder de la misma, cuya autoridad es inquebrantable debido a su capacidad para interpretar el sentido histórico de la comunidad. El orden político y social se basa en divisiones "naturales", como las razas, el género o las élites, y la autoridad, el uso de la fuerza e incluso de la violencia y la guerra son considerados medios válidos para garantizar la supremacía de la comunidad nacional. ➔ Nacionalismos: El nacionalismo coloca a la nación en el centro de la acción política, considerando que la nación surge de un pasado histórico propio y que debe ser el motor de un proyecto colectivo para el futuro. Los individuos se definen políticamente según la nación a la que pertenecen, y su destino está vinculado a la evolución histórica de la comunidad nacional. El nacionalismo defiende que la mejor garantía para la consolidación de una nación es contar con un Estado propio. Para el nacionalismo, la nación sin un estado es un proyecto político incompleto que debe completarse a toda costa. ➔ Fundamentalismos religiosos: Los fundamentalismos religiosos sitúan como sujeto político principal a la comunidad de creyentes de una determinada confesión religiosa. Las leyes e instituciones de este tipo de ideología se derivan directamente de los textos sagrados de la religión en cuestión, como la Biblia, el Corán o la Torah. La jerarquía religiosa juega un papel central, ya que interpreta los textos sagrados y establece las normas de conducta y las acciones políticas. El valor supremo de los fundamentalismos religiosos es la confesionalidad, lo que significa que la sociedad debe estar estructurada de acuerdo con principios religiosos. Las minorías religiosas son vistas como una amenaza para la estabilidad de la sociedad y, por tanto, sus libertades pueden verse fuertemente limitadas. El fin de las ideologías A partir de la Edad de Oro del capitalismo, que está vinculada con la creación del Estado del Bienestar, algunos pensadores como Daniel Bell argumentan que las ideologías han llegado a su fin. Según Bell, el fascismo ha sido superado y el socialismo soviético ya no tiene el mismo poder de atracción. En 1992, Francis Fukuyama proclamó el "fin de la Historia", sugiriendo que las disputas ideológicas habían terminado con el triunfo del neoliberalismo, y que la política debía reducirse a la gestión de los asuntos cotidianos en lugar de seguir disputas ideológicas profundas. Sin embargo, movimientos como los ecologistas, feministas y los que luchan por la igualdad racial muestran que las ideologías continúan evolucionando y adaptándose a los nuevos retos sociales y políticos. 25 TEMA 4: BIENES PÚBLICOS 4.1 Bienes públicos y bienes privados Un bien se refiere a un objeto material o servicio inmaterial que satisface una necesidad o deseo. La distinción entre bienes públicos y privados no tiene que ver con la titularidad de quien provee el bien o servicio, sino con su divisibilidad y cómo se distribuye su uso. Un bien privado es aquel que puede ser consumido por un individuo de manera exclusiva, es decir, es divisible y limitado en cuanto a quién puede acceder a él. Estos bienes son adquiridos por el individuo mediante sus propios medios para satisfacer sus necesidades. Ejemplos de bienes privados son alimentos, ropa, coches, entre otros. Un bien público es aquel que está disponible para todos los miembros de la sociedad sin que se agote o se excluya su uso por parte de los demás. Estos bienes son indivisibles, es decir, no pueden ser limitados a un solo individuo, y su uso no reduce la disponibilidad para otros. Ejemplos de bienes públicos son el medio ambiente, el alumbrado público, la seguridad nacional o el lenguaje. Los bienes públicos no son rentables en términos privados, ya que no se pueden vender a individuos de manera exclusiva. La política tiene como una de sus finalidades la provisión de bienes públicos a los miembros de la comunidad, y esta provisión a menudo requiere un esfuerzo coordinado. Esto se puede hacer mediante cooperación (a través de compromisos y reglas compartidas) o mediante coerción (mediante la autoridad vinculante del Estado). Provisión de Bienes y Servicios: Actores Sociales El Estado, principalmente a través de la administración pública, juega un papel fundamental en la provisión de bienes y servicios. Sin embargo, en el liberalismo, se asigna esta función principalmente al mercado. El mercado, aunque eficiente en muchos casos, falla en la provisión de ciertos bienes y servicios, especialmente cuando se trata de bienes públicos. Este fracaso del mercado se da cuando el mercado no puede proveer de manera eficiente o equitativa algunos servicios o bienes que son esenciales para la sociedad, como la seguridad o la educación. En algunos casos, la comunidad también puede proveer de bienes y servicios, particularmente cuando se trata de la gestión de bienes comunes, como bosques o pesquerías, que requieren una gestión colectiva para evitar su agotamiento o uso desmedido. El mercado se considera perfecto cuando se dan ciertas condiciones. En primer lugar, debe existir un alto número de vendedores y compradores, lo que asegura que ninguna de las partes tenga el poder suficiente para influir de manera significativa en los precios o en las decisiones del mercado. Además, se asume que todos los actores del mercado son racionales y buscan maximizar su propio interés, lo que lleva a una toma de decisiones eficiente y en función de sus necesidades. Otra condición esencial es la transparencia absoluta de los precios, lo que implica que toda la información 26 sobre los precios y las condiciones del mercado sea accesible para todos los participantes. Por último, el acceso al mercado debe ser libre, sin restricciones ni trampas, de modo que cualquier persona o empresa pueda entrar o salir del mercado sin barreras artificiales que limiten la competencia. Estas condiciones aseguran un funcionamiento óptimo del mercado, en el cual los recursos se distribuyen de la manera más eficiente posible. Fallos del Mercado y Externalidades El mercado puede tener diversos fallos que dificultan la provisión adecuada de bienes y servicios. Algunos de los principales fallos del mercado son: 1. Monopolios: Cuando una sola empresa controla la oferta de un bien o servicio, limitando la competencia y elevando los precios. 2. Externalidades negativas: Estos son efectos externos generados por las acciones de unos individuos que afectan negativamente a otros, como la contaminación. Esto da lugar a "males públicos", los cuales no son gestionados de manera adecuada por el mercado. 3. Información imperfecta: Los consumidores o productores no tienen toda la información necesaria para tomar decisiones racionales, lo que puede llevar a decisiones ineficientes o injustas. 4. Bienes públicos: Los bienes que son indivisibles y que no pueden ser proveídos eficazmente por el mercado debido a que no es rentable para los privados, como el aire limpio o la educación pública. 5. Inadecuado equilibrio entre oferta y demanda: Cuando el mercado no logra equilibrar adecuadamente la oferta de bienes o servicios con la demanda, lo que puede causar escasez o exceso de recursos. Para garantizar que los bienes públicos sean provistos adecuadamente, las administraciones públicas deben cumplir ciertas condiciones. Estas son: Contribuciones individuales: Los miembros de la comunidad deben contribuir al financiamiento de los bienes públicos, ya sea mediante esfuerzo personal o con dinero (impuestos, por ejemplo). Proporcionalidad: La cantidad de bien público provisto debe depender de las contribuciones realizadas por los individuos. Es decir, las personas deben aportar para que se asegure un nivel adecuado de bienes públicos. Acceso universal: Los bienes públicos deben estar disponibles para todos los miembros de la comunidad, sin que nadie sea excluido de su uso, independientemente de sus contribuciones. 4.2 Tipos de bienes públicos La provisión de bienes públicos varía según las características de cada tipo de bien. La utilidad que un individuo obtiene de un bien puede aumentar, disminuir o mantenerse igual cuando cambia el número de usuarios. Dependiendo de esto, cada tipo de bien puede requerir diferentes medios institucionales para su gestión. 27 Bienes en red: Son aquellos bienes que brindan mayores beneficios a cada usuario cuanto mayor sea el número de personas que los utilicen. La provisión de estos bienes requiere poca gobernanza, la cual puede ser organizada por los propios usuarios o prestada desde una estructura externa. El estudio de estos bienes ha sido más limitado debido a la escasez de problemas de gobernanza y la falta de rentabilidad privada. A pesar de esto, los bienes en red reportan una gran utilidad para la comunidad. Ejemplos de estos bienes incluyen el uso de las lenguas, los sistemas de pesos y medidas, el sistema numérico o las monedas. Bienes públicos puros: Son aquellos bienes que pueden ser utilizados por una persona sin afectar la satisfacción o utilidad de los demás. A medida que aumenta el número de usuarios, no se ve reducida la satisfacción de los demás. Sin embargo, puede haber un problema si algunos usuarios no contribuyen a los costes del bien, ya que pueden beneficiarse sin ser discriminados. Ejemplos de bienes públicos puros incluyen la seguridad nacional, los descubrimientos científicos y el alumbrado público. Bienes públicos con rivalidad: Estos bienes presentan un problema de congestión, ya que a medida que crece el número de usuarios, cada uno obtiene menor utilidad del bien. Esto genera una rivalidad entre los usuarios. El uso del bien por una persona disminuye la satisfacción de los demás cuando lo utilizan al mismo tiempo. Este tipo de bienes incluye bienes como carreteras, escuelas, hospitales y aeropuertos. La congestión es un riesgo importante en estos bienes públicos, por lo que es necesario establecer mecanismos para evitarla. Bienes de club: Estos bienes son una solución al problema de la congestión en los bienes públicos con rivalidad. En la práctica, esto implica un grado de privatización del bien público, lo que influye en la satisfacción y utilidad de las personas. El acceso a estos bienes se limita mediante un precio, de modo que solo los "miembros del club" pueden utilizarlos. Ejemplos de bienes de club son los peajes o la compra de entradas para eventos, como un teatro o un concierto. Bienes comunes: Los bienes comunes son aquellos que, aunque son rivales, no pueden ser excluidos del uso de los usuarios. Son bienes susceptibles a la congestión, pero no se puede limitar su acceso como en los bienes de club. Ejemplos de bienes comunes incluyen el aire limpio, el agua subterránea, los pastos y los bosques. La Tragedia de los Comunes La Tragedia de los Comunes es una teoría desarrollada por Garrett Hardin en 1968, que aborda el problema que surge con los bienes comunes. Según esta teoría, como no se requiere que todos paguen por el uso de estos bienes, pueden ser utilizados en exceso. Este uso excesivo puede llevar al agotamiento de los recursos y, eventualmente, a la extinción del bien común. Hardin sostiene que una forma de evitar esta tragedia es forzar una divisibilidad y privatización de los recursos, es decir, imponer límites o restricciones para que su uso no afecte a la comunidad en su conjunto. Sin embargo, frente a esta visión, Elinor Ostrom propuso una teoría alternativa en la que la cooperación funciona como mecanismo para la explotación responsable de los bienes comunes. Ostrom argumenta que, dentro de ciertos grupos sociales, es posible que exista una cooperación y 28 responsabilidad colectiva para gestionar y explotar los recursos naturales de manera sostenible. Estos grupos han desarrollado mecanismos e instituciones que no se basan en la lógica de privatización ni en la intervención estatal. Desde la década de 1960, Ostrom dedicó su trabajo académico a analizar casos de estudio de comunidades rurales e indígenas de distintas partes del mundo. Estas comunidades han implementado estrategias adaptadas a sus contextos históricos, logrando resultados exitosos tanto en términos de su reproducción social y económica como en la conservación del medio ambiente. Aunque Ostrom reconoce que pueden producirse fallos o fracasos en estas organizaciones, señala que esto suele ocurrir cuando hay injerencia externa que afecta a las dinámicas internas de cooperación y gestión colectiva. 4.3 La política de los bienes públicos La provisión de bienes públicos requiere un esfuerzo coordinado que puede lograrse mediante la cooperación o mediante la coerción. En el primer caso, se requieren compromisos creíbles, reglas y normas que aseguren el uso y distribución de estos bienes. En el segundo caso, la autoridad vinculante, como el poder del Estado, puede imponer la provisión de estos bienes. Esta necesidad de coordinación se debe a que los bienes públicos no son rentables para los actores privados en muchos casos y requieren de una gestión colectiva. Sin embargo, la provisión de bienes públicos también genera competencia y conflictos redistributivos, ya que, aunque estos bienes se ofrecen a todos los miembros de la sociedad, su utilidad varía de persona a persona. Por ejemplo, un aeropuerto puede ser de gran utilidad para algunos ciudadanos, pero para otros, especialmente aquellos que viven lejos o no tienen necesidad de utilizarlo, su valor es mínimo. Esta diferencia en la utilidad puede llevar a que lo que para una persona es considerado un bien público, para otra lo sea un "mal público". Un ejemplo de esto sería la construcción de un aeropuerto en una zona boscosa, lo que podría beneficiar a algunos pero generar daños ambientales para otros. Además, las preferencias sociales no son estáticas, sino que cambian con el tiempo debido a factores como los gustos individuales, las innovaciones tecnológicas o los cambios culturales. Un bien que en un momento se considera un bien público puede, con el tiempo, pasar a ser considerado un bien privado. Un ejemplo claro de esto es la evolución de la comunicación telefónica: inicialmente un servicio público, con el tiempo se privatizó y se convirtió en un bien privado, accesible a través de empresas que ofrecen planes de telefonía. Esto demuestra cómo las percepciones y clasificaciones de los bienes pueden transformarse con el paso del tiempo. El crecimiento del gasto y de la inversión pública El crecimiento del gasto y de la inversión pública ha experimentado un notable aumento en las últimas décadas, y esto ha sido principalmente impulsado por el creciente protagonismo de las administraciones públicas. Mientras que en tiempos pasados, la provisión de muchos bienes y servicios públicos estaba a cargo de actores no estatales como las familias o las iglesias, hoy en día los gobiernos han asumido un papel más preponderante en estos ámbitos. Esto se debe a que las 29 administraciones públicas han expandido su acción sobre diversas áreas de la vida social, económica y cultural. Existe una relación directa entre los niveles de prosperidad de una sociedad y la creciente demanda de bienes públicos. A medida que las economías se desarrollan y aumentan los ingresos y la riqueza de los individuos, la demanda de servicios públicos como la educación, la salud, la infraestructura y la seguridad tiende a incrementarse. Este fenómeno también está vinculado al hecho de que, en momentos de prosperidad económica, los gobiernos tienen mayores recursos disponibles para satisfacer estas demandas. El gasto público, por tanto, tiende a incrementarse de manera continua, ya que las expectativas y necesidades de la sociedad evolucionan y se expanden. Sin embargo, esta tendencia no siempre es fácil de gestionar, ya que existen resistencias dentro de las burocracias gubernamentales, especialmente en momentos de declive económico, cuando las administraciones pueden encontrar dificultades para financiar el aumento de los gastos. En las democracias, otro factor que contribuye al crecimiento del gasto y la inversión pública es la existencia de grupos de presión organizados. Estos grupos buscan promover la politización de nuevos temas y demandas sociales, lo que favorece la ampliación de los servicios públicos. La presión de estos grupos, junto con la capacidad de movilizar a sectores de la población, crea incentivos para que los gobiernos aumenten la inversión pública en diversas áreas para satisfacer las demandas de estos grupos. En resumen, el crecimiento del gasto y la inversión pública está fuertemente influenciado por la interacción entre las condiciones económicas, las expectativas sociales y la dinámica política dentro de una sociedad democrática. 30 TEMA 5: ACCIÓN COLECTIVA 5.1 La acción política desde la visión del modelo económico La acción política puede ser analizada desde dos enfoques teóricos principales: el modelo económico y el modelo sociocultural, que presentan distintas explicaciones sobre lo que impulsa al individuo a participar en la política. El modelo económico parte de la premisa de que cada individuo es un actor racional, capaz de valorar los beneficios y costos asociados a su participación en el proceso político. En este modelo, se considera que los individuos actúan de manera egoísta e ilustrada, buscando maximizar sus propios intereses. La acción política en este contexto tiene un carácter instrumental: el individuo participa en la política solo si percibe que los beneficios derivados de su participación superan los costos involucrados. Es decir, el individuo decide participar únicamente si cree que su acción contribuirá positivamente a sus objetivos personales. Este enfoque se inspira en la metáfora de la política como un mercado, donde los ciudadanos "compran" acciones políticas que consideran rentables para sus intereses. Por otro lado, el modelo sociocultural propone que los actores políticos no actúan únicamente en función de un cálculo racional de costos y beneficios, sino que están profundamente influenciados por las normas, valores y pautas de conducta adquiridas durante su socialización. Este modelo resalta que los individuos guían sus acciones políticas no por un interés utilitario o egoísta, sino por la necesidad de adaptarse y alinearse con las normas sociales que han internalizado a lo largo de su vida. En este contexto, la acción política es vista como una forma de pertenencia a un grupo de referencia, y el individuo actúa en función de los valores colectivos más que de su propio beneficio directo. Así, los individuos responden a las expectativas sociales o conductas comunes, independientemente de los costos o beneficios personales que puedan derivarse de su participación. En resumen, mientras que el modelo económico ve la acción política como una decisión racional orientada a la maximización de beneficios individuales, el modelo sociocultural subraya el papel de las normas sociales y la pertenencia a un grupo en la motivación de la participación política. Ambos modelos ofrecen perspectivas complementarias sobre cómo y por qué los individuos se involucran en la acción política. 5.2 La lógica individual para participar en la acción colectiva La lógica individual para participar en la acción colectiva se entiende a través de la Teoría de Elección Racional, un enfoque que parte de la premisa de que los individuos toman decisiones políticas o sociales en función de una evaluación de los costos y beneficios de su participación. Este enfoque se basa en la idea de que las personas actúan para maximizar su satisfacción personal y minimizar los costos, lo que implica que cada individuo pesará las posibles ventajas que puede obtener frente a los esfuerzos y recursos necesarios para participar en una acción colectiva. Uno de los problemas más comunes en la acción colectiva, como se observa en el caso de la conservación del medio ambiente, es que no todos los países cooperan, aunque muchos tengan un interés en hacerlo. Esto se debe a que la provisión de bienes públicos, como la protección ambiental, está vinculada a los costes de la acción colectiva. A pesar de que la conservación 31 beneficia a todos, la participación individual puede percibirse como costosa o ineficaz, ya que el beneficio final es compartido por todos los miembros del grupo, independientemente de si uno contribuye o no. Según la Teoría de Elección Racional, el individuo valorará tres elementos al decidir participar en una acción colectiva: Costes: Incluyen el esfuerzo necesario para obtener información, procesarla y decidir si participar. Esto puede incluir tiempo, dinero o la inversión emocional necesaria para involucrarse. Beneficios: Se refiere a las ventajas potenciales que el individuo cree que puede obtener con la acción colectiva, como mejorar el bienestar común o recibir algún tipo de beneficio indirecto. Capacidad de influencia: El individuo también considera cuánta influencia tiene en la acción colectiva. Si cree que su participación será crucial para el éxito de la acción, es más probable que participe. Barnes y Kaase definen dos tipos de participación dentro de la teoría de la elección racional: Participación expresiva: Se da cuando el individuo tiene un alto interés en la política y la acción colectiva, más allá de los beneficios directos. Participación instrumental: Se refiere a la participación cuando el interés por la política no es tan fuerte, pero el individuo se involucra porque espera algún beneficio directo o porque el costo de no participar es alto. Una de las críticas a la Teoría de Elección Racional es que no siempre es posible distinguir claramente entre los costes y beneficios de la participación política ni entre los elementos instrumentales y expresivos. Además, la teoría no aborda de manera adecuada el origen de las preferencias de los individuos, es decir, por qué algunos eligen participar en la acción colectiva mientras que otros no lo hacen. En cuanto a la función de la acción colectiva, esta se centra en la provisión de bienes públicos, los cuales benefician a todos los miembros del grupo. La decisión de participar en una acción colectiva depende de la apreciación individual de los costes y beneficios. En el caso de los bienes privados, la fórmula que define la recompensa esperada para la acción es: Recompensa esperada = Beneficio - Coste (R = B - C). Por ejemplo, si se quiere comprar un móvil, el beneficio es poder comunicarse, y el coste es el precio del dispositivo. Si el beneficio es mayor que el coste, el individuo comprará el móvil. Por otro lado, en el contexto de la acción colectiva, la fórmula para calcular la recompensa esperada es: Recompensa esperada = (Beneficio x Probabilidad de que la acción sea efectiva) - Coste (R = (B x P) - C). Aquí, P es la probabilidad de que la acción colectiva tenga éxito, que se encuentra entre 0 y 1, y depende del número de individuos que participen en la acción colectiva. A medida que el número de participantes aumenta, la probabilidad de éxito también aumenta, y por lo tanto, el individuo se 32 sentirá más propenso a involucrarse si considera que su participación es crucial para el éxito de la acción. En resumen, la participación en la acción colectiva depende de la evaluación individual de los costes y beneficios, la percepción del éxito de la acción y la importancia que el individuo atribuye a su contribución dentro del grupo. La Teoría de Elección Racional proporciona un marco útil para entender cómo las decisiones individuales afectan a la participación en el ámbito colectivo. 5.3 Beneficios y bienes ponderados El beneficio derivado de la acción colectiva (AC) está condicionado por diversos factores que influyen tanto en la percepción del bien público como en la evaluación de los costes asociados a la acción. Beneficio de la acción colectiva 1. Tipología del bien público: Cuando el bien es público puro, es decir, no tiene rivalidad en su uso y su disfrute no se ve afectado por el número de usuarios, el beneficio de participar en su provisión es claro para todos los individuos. Por ejemplo, la seguridad nacional o el alumbrado público son bienes que todos pueden disfrutar por igual sin que su uso por una persona afecte a los demás. En el caso de bienes públicos con rivalidad, como los recursos naturales, el beneficio de contribuir en su provisión depende de la contribución de otros. Estos bienes son agotables o excluyentes, lo que implica que el uso de un individuo puede reducir la cantidad disponible para otros. Esto crea una situación de congestión que puede desincentivar la participación. 2. Percepción subjetiva del beneficio: Los beneficios generados por un mismo bien público no son percibidos de igual manera por todos los individuos. Algunos pueden tener un mayor interés en obtenerlo debido a factores como su profesión, ocio o necesidades particulares. Por ejemplo, un aeropuerto puede tener mayor valor para quienes dependen de los viajes frecuentes, mientras que otras personas pueden no ver tanto beneficio. Coste de la acción colectiva El coste de la Acción Colectiva viene condicionado por: - Costes objetivos de la acción: La participación en la acción colectiva siempre conlleva un coste objetivo relacionado con el tiempo, los recursos intelectuales o económicos que se deben invertir. Algunas acciones, como votar o firmar un manifiesto, tienen un coste bajo en términos de recursos. Sin embargo, acciones más complejas, como huelgas prolongadas o encierros, requieren una mayor inversión de tiempo y recursos. - Coste subjetivo de la acción: Este coste varía según la percepción personal de cada individuo sobre la acción colectiva. Para algunas personas, participar en una manifestación o en cualquier forma de acción política no convencional puede ser algo habitual o incluso positivo, mientras que para otras puede ser visto como denigrante o inapropiado. 33 - Recursos individuales: La posición socioeconómica de cada persona también influye en su capacidad para participar en la acción colectiva. Aquellos con mayores recursos tienden a participar más, ya que pueden afrontar los costes asociados a la acción, mientras que las personas con menos recursos suelen participar menos. Las personas con mayor nivel educativo, ingresos más altos y ocupaciones de mayor estatus están generalmente más involucradas en la acción colectiva. Para medir este parámetro, se utiliza el Estatus Socioeconómico (SES), que tiene tres componentes clave: Nivel de estudios Ingresos Ocupación En términos generales, un mayor nivel socioeconómico facilita la participación política. Esto sugiere que las personas con menos recursos pueden enfrentarse a mayores obstáculos para participar, lo que puede llevar a menos representatividad en las decisiones políticas. Es importante distinguir entre aquellos que no participan porque no quieren y aquellos que no participan porque no pueden. Si la participación está demasiado influenciada por los recursos socioeconómicos, esto puede reflejar desigualdades sociales en la esfera política. Predicciones sobre la acción colectiva a nivel grupal ➔ La participación será mayor para la consecución de bienes públicos puros o comunales. ➔ La participación será mayor en acciones colectivas que tengan bajos costes. ➔ La participación será mayor en condiciones de libertad que en condiciones de represión. ➔ La tendencia a emprender acción colectiva será mayor en comunidades homogéneas. Fenómeno del polizón El polizón es aquel individuo que desea obtener los beneficios de la acción colectiva sin asumir los costes de la misma. Este fenómeno se presenta cuando la probabilidad de éxito de la acción colectiva (P) es pequeña debido al gran número de personas involucradas (por ejemplo, en la participación electoral). Si un gran número de personas decide no participar, confiando en que otros lo harán, la acción colectiva no tendrá éxito. Cuando muchos individuos actúan como polizones, el bien público no se provee, a pesar de que todos puedan estar genuinamente interesados en él. Por lo tanto, el polizón es un usuario de un bien público que no contribuye a su provisión, lo que puede llevar al fracaso en la provisión de ese bien. Una forma de reducir la presencia de polizones en la acción colectiva es mediante el uso de incentivos selectivos. Estos incentivos se ofrecen a los individuos como una recompensa por su participación en la acción colectiva. Los incentivos selectivos pueden ser bienes privados que se ofrecen de manera individual, condicionados a la participación en la acción colectiva. La fórmula para la acción colectiva con incentivos selectivos sería: R=BxP-C+D 34 Donde D representa los incentivos selectivos, que pueden aumentar la motivación de los individuos a participar en la acción colectiva. Los incentivos selectivos son un mecanismo crucial para solucionar el problema del polizón en la acción colectiva, ya que motivan a las personas a participar en la provisión de bienes públicos al ofrecerles beneficios tangibles o intangibles. Organizaciones que utilizan incentivos selectivos Sindicatos: Estas organizaciones frecuentemente utilizan incentivos selectivos, ya que sus acciones pueden beneficiar a todos los trabajadores, afiliados o no. Para garantizar que los miembros contribuyan a los esfuerzos colectivos, los sindicatos emplean mecanismos como: Presión para la afiliación obligatoria: Obligar a los trabajadores a afiliarse al sindicato para que puedan disfrutar de los beneficios derivados de la acción colectiva. Presión moral: Utilización de piquetes y otras tácticas para aumentar la moral de los trabajadores y hacerlos sentir responsables de su participación. Organizaciones profesionales: Colegios profesionales (como los de abogados, médicos o arquitectos) suelen imponer la afiliación obligatoria para poder ejercer legalmente la profesión, lo que asegura que los individuos contribuyan al financiamiento y la regulación del sector. Por otro lado, los colegios de politólogos, sociólogos o economistas no requieren afiliación obligatoria, lo que reduce los incentivos selectivos para la acción colectiva, ya que los beneficios de afiliarse no son tan directos ni tangibles. Tipos de incentivos selectivos Los incentivos selectivos se pueden clasificar en dos tipos principales: materiales y morales. 1. Incentivos materiales: Son tangibles y están relacionados con elementos físicos. Se dividen en: ○ Positivos: Beneficios adicionales o concretos para los participantes en la acción colectiva. Por ejemplo, descuentos, servicios exclusivos, acceso a bienes y servicios que solo los miembros reciben, etc. ○ Negativos: Sanciones o costes impuestos a quienes no participen en la acción colectiva. Esto puede incluir multas, cuotas, o la pérdida de ciertos derechos o beneficios. 2. Incentivos morales: Son intangibles y no están asociados con elementos físicos. Estos incentivos incluyen: ○ Positivos: Reconocimiento público, premios o elogios que valoran la participación y contribución de los individuos a la acción colectiva. ○ Negativos: Sanciones morales, como el agravio público o el desprestigio social, que pueden afectar la reputación de quienes no participan o contribuyen a los esfuerzos colectivos. 35 Además de los incentivos selectivos, los gobiernos también emplean mecanismos de coerción para asegurar que los ciudadanos cumplan con sus obligaciones y contribuyan a la provisión de bienes públicos. La coerción se utiliza principalmente porque muchas personas desean estos servicios, pero no están dispuestas a asumir el coste de la acción colectiva. Un ejemplo claro de coerción es el impuesto obligatorio que los ciudadanos deben pagar para financiar bienes públicos como la educación, la sanidad o la infraestructura. Sin el uso de coerción, algunos individuos podrían optar por no contribuir, esperando que otros lo hagan, lo que podría dar lugar al fracaso en la provisión de estos bienes esenciales. 5.4 El tamaño de los grupos El tamaño de los grupos juega un papel crucial en la provisión efectiva de bienes públicos, ya que impacta directamente en la eficiencia y en la motivación de los individuos para participar en la acción colectiva. A continuación, se detallan los principales aspectos a considerar sobre este tema: Cuando se trata de bienes públicos con rivalidad o excluyentes, el tamaño del grupo tiene una influencia significativa en la gestión y en los posibles problemas asociados. A medida que aumenta el número de personas interesadas y beneficiarias de un bien público, se presentan varios desafíos: 1. Congestión y escasez: En grupos grandes, existe una mayor posibilidad de congestión, escasez o atascos en el acceso al bien público. Por ejemplo, si un bien público es limitado, como una carretera o una zona de recreo, un mayor número de personas lo utilizará, lo que puede generar congestión y disminuir la calidad del servicio o el beneficio. 2. Aumento de los costes: Para evitar los problemas de congestión o escasez, es necesario aumentar la disponibilidad del bien público, lo cual puede implicar costes adicionales. Este aumento en los costes puede desincentivar la participación en la acción colectiva, ya que los individuos podrían percibir que los beneficios de la acción colectiva no justifican los gastos asociados. 3. Riesgo de aprovechamiento sin costes (polizón): La indivisibilidad de los bienes públicos y la oferta conjunta (es decir, todos los individuos acceden al bien simultáneamente) pueden llevar a la aparición del polizón. Esto ocurre cuando algunas personas se benefician del bien sin contribuir a su provisión, ya que su participación no es percibida como esencial para el éxito colectivo. Cuanto mayor sea el grupo, mayor será la tentación de no contribuir, esperando que otros lo hagan. Otro factor clave relacionado con el tamaño del grupo es la percepción de la influencia que tiene un individuo en la acción colectiva, representada por la variable "P" en la teoría de la elección racional. La percepción de que su participación influye en el resultado de la acción colectiva es fundamental para decidir si participar o no. 1. Grupos grandes vs. grupos pequeños: En grupos grandes, los individuos tienden a sentirse menos influyentes, ya que consideran que su contribución tendrá un impacto mínimo en el resultado colectivo. Por el contrario, en grupos pequeños, la percepción de influencia es mayor, lo que puede aumentar la motivación para participar, ya que los individuos sienten que su participación es más relevante.