La Arquitectura Como Producto Del Consumidor PDF
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Udelar
Warren Chalk
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Este documento analiza la arquitectura como producto del consumidor, exponiendo las ideas principales de Archigram sobre este concepto y su relación con la vida metropolitana y las tecnologías modernas. Se discute la importancia del usuario y cómo la arquitectura debe ser adaptable y móvil.
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# LA ARQUITECTURA COMO PRODUCTO DEL CONSUMIDOR Warren Chalk (Archigram) Este artículo de Warren Chalk muestra algunos de los puntos teóricos básicos de Archigram. En primer lugar el esquematismo de unos razonamientos que siempre encuentran una expresión más completa en los proyectos y dibujos. Las...
# LA ARQUITECTURA COMO PRODUCTO DEL CONSUMIDOR Warren Chalk (Archigram) Este artículo de Warren Chalk muestra algunos de los puntos teóricos básicos de Archigram. En primer lugar el esquematismo de unos razonamientos que siempre encuentran una expresión más completa en los proyectos y dibujos. Las ideas de Archigram partían de una serie de premisas básicas: la arquitectura debe pasar a ser un producto más, producido industrialmente y consumido por los usuarios superando cualquier resistencia artesanal o artística. Ello conlleva que la arquitectura deba ser un producto desechable e intercambiable como cualquier otro. Dentro de la confianza en las nuevas tecnologías Archigram adopta otra premisa que explicitará en muchos proyectos: el carácter nómada que la vida metropolitana va a adquirir en un inmediato futuro. Las ciudades van a ser móviles y la gente va a transportar sus ámbitos de vida. Warren Chalk (1927-1987). «La arquitectura como producto del consumidor», en *Perspecta*, núm. 11, *The Yale Architectural Journal*, 1967, y en *Cuadernos Summa - Nueva Visión*, mayo de 1968, Buenos Aires. # LA CRISIS DE LA MODERNIDAD Probably ésta sea una buena oportunidad para aclarar algunos conceptos erróneos que aparecen de cuando en cuando acerca de la naturaleza de nuestro trabajo o, más exactamente, de lo que estamos tratando de decir y de lo que intentamos realizar. Estos equívocos han surgido, sin duda, a causa de cierta incapacidad para comunicarnos con la gente que no pertenece al grupo. Al mismo tiempo, como lo he señalado en un artículo en que elogiaba a la Ciudad Viviente (Living City), «no tenemos grandes deseos de comunicarnos con todo el mundo, sino sólo con aquellos cuyos sentimientos y pensamientos están relacionados, en alguna medida, con los nuestros». Uno de los equívocos más flagrantes que ha llegado hasta nosotros es que, en última instancia, no estamos interesados en la gente. Probablemente, esto proviene del tipo de imaginería que usamos: es posible que un corte realizado a través de algo parecido a la Ciudad de Intercambio (City Interchange) parezca predecir la instauración de vastos espacios automatizados, habitados sólo por computadoras y robots. Es difícil afirmar hasta qué punto se justifica esta interpretación, pero si nuestros trabajos son estudiados seriamente se encontrarán allí huellas de un interés muy real por la gente y por la manera en que puede ser liberada de las restricciones impuestas por la caótica situación imperante en el hogar, en el trabajo y en el entorno construido total. Tengo presente algo que escribí en Archigram 2 y que describe, creo, mi propia actitud personal, al mismo tiempo que trasunta seguramente la actitud de los demás miembros del grupo. Decía entonces: «Nuestra preocupación primordial es la gente, los usuarios de nuestros edificios; la edificación es un asunto serio; estamos creando una situación para la gente, un entorno que esté siempre presente, para vivir, dormir, trabajar, actuar y moverse dentro de él; nuestro interés por las personas debe ser real. Los slogans no son suficientes, necesitamos humildad, un profundo sentido de la responsabilidad, capacidad para estudiar y comprender las necesidades, asociaciones y comportamientos humanos y, sobre todo, habilidad para traducir nuestros hallazgos en formas constructivas. Nuevamente pienso que la Exposición de la Ciudad Viviente en su totalidad estaba dirigida a demostrar nuestro interés por el individuo, el grupo y la comunidad entera. Aquellos de ustedes que estén familiarizados con esta exposición recordarán el entorno artificial que levantamos, y los Gloops. Las diferentes secciones demostraban que el interés que tenemos por la gente es la razón fundamental de nuestra actividad. Las secciones tenían que ver con «El hombre>>, <<La supervivencia del hombre», «La muchedumbre», «La comunicación», «El movimiento», «El lugar» y «La situación». Con referencia al Gloop de «La situación» manifesté: «La situación está relacionada con los cambios de entorno y con la actividad dentro del contexto ciudadanos, y es la que confiere sus características a las áreas definidas. Aquí radica la importancia del principio de situación, como generador de ideas en la creación de una verdadera ciudad viviente. Las ciudades deben generar, reflejar y activar la vida, y su estructura debe estar organizada para precipitar la vida y el movimiento. La situación, los acontecimientos especiales de la ciudad, el mundo transitorio en que vive la gente, la fluyente presencia de los autos, etc., son tanto o más importantes que el entorno construido, que la demarcación edilicia del espacio. La situación puede originarse en un individuo aislado, en un grupo o en una muchedumbre, a través de sus objetivos particulares, sus ocupaciones, sus movimientos y su dirección. Esto es, de hecho, lo que se deduce de nuestro pensamiento en relación con el proyecto de South Bank, donde el concepto básico original era producir un edificio anónimo, subordinado a una serie de paseos para peatones, una suerte de Mapping Terrace para personas en lugar de cabras. Y de nuevo el peatón -la gregaria naturaleza de las personas y sus movimientos- ocupaba el primer lugar en nuestra mente, y la demarcación edilicia del espacio era usada para canalizar y dirigir la configuración del movimiento de peatones. En un intento de acercarnos más al público general, de estudiar sus actitudes y comportamientos, nos extendimos más allá de los estrechos límites del pensamiento arquitectónico convencional, provocando de este modo una serie de equívocos acerca de lo que estamos tratando de hacer. Tómese la imagen del espacio que presentan las revistas de historietas como apareció en Archigram 4. Levantamos las barreras convencionales para encontrar a las personas que, sin ninguna preparación formal en arquitectura, habían demostrado intuitivamente una profunda comprensión de las actitudes corrientes de la gente relacionadas con las imágenes de la ciudad y de otras cosas. Buscamos elementos en el mundo de la ciencia ficción y obtuvimos una información profética acerca de las redes geodésicas, los tubos neumáticos, las bóvedas y las ampollas plásticas. Si leemos las últimas páginas de cualquier revista popular, encontraremos instrucciones del tipo «hágalo-usted-mismo» para ampliar la sala de estar o instalar algún equipo en el garaje. Debemos admitir que ya no podemos ignorar por más tiempo el hecho real de que cada miembro de la comunidad tiene instintos creativos latentes y que nuestro papel deberá consistir, eventualmente, en dirigir ese instinto hacia una forma tangible y aceptable. El abismo actual que existe entre la gente, la comunidad y los diseñadores bien puede superarse gracias a los equipos de elementos intercambiables incluibles en el concepto «hágalo-usted-mismo». En la futura sociedad tecnológica habrá un número creciente de personas que desempeñarán parte activa en la determinación de su propio entorno individual y estarán cada vez más implicadas en la autodeterminación de una manera de vivir. No podemos pretender arrancarlos de entre las manos este derecho fundamental ni seguir tratándolos como si sólo fueran chiquilines cultivados. Debemos considerar este aumento desde otro punto de vista y de una manera positiva. En una sociedad orientada hacia el consumo, las cualidades inherentes a la producción masiva son la repetición y la estandarización, pero las partes componentes de los productos deben ser cambiables o intercambiables de acuerdo a las necesidades y preferencias individuales, y dadas las posibilidades de tener un mercado mundial, deben ser factibles desde el punto de vista económico. En los Estados Unidos uno puede seleccionar especialmente un automóvil, ya que éste se compone de una serie completa de opciones intercambiables, como Reyner Banham lo ha señalado en su artículo «Arquitectura Conactable» (Clip-on Architecture). Chevrolet produce una selección de diecisiete carrocerías y cinco motores diferentes. El éxito actual de la música pop se debe, hasta cierto punto, a la importancia que ha adquirido la participación de la audiencia; el <<<Frug>> y el «Jerk» son la autoexpresión de las formas libres. Los mismos grupos de músicos pop se asemejan más que antes a la audiencia por sus ropas, sus hábitos, e inclusive por la destreza musical. Pese a que la música pop se ha convertido en una industria de gran amplitud, su éxito depende de la habilidad de sus creadores para mantenerse a tono con el gusto del consumidor. Esto nos lleva a la investigación elcctuada sobre las viviendas-cápsulas como parte integrante del programa de la Ciudad Enchufable (Plug-in City). La idea fundamental de estas viviendas se relaciona nuevamente con el desarrollo de un sistema que permita ejercitar libremente las capacidades de elección personal por parte del consumidor; esta actitud está más íntimamente ligada al diseño de productos que a la arquitectura. Se considera a la vivienda como un producto de diseño industrial, y cada tipo de cápsula está seleccionado y construido con componentes, complementos, terminaciones, tamaños, colores, etc., que seleccionamos de un catálogo de partes, de la misma manera que uno elige un coche o una nevera. Por supuesto, la idea de una producción masiva de elementos para componer viviendas no es nueva. Todos estamos familiarizados con los esfuerzos de Corbu en colaboración con Prouvé y con los propios elementos y piezas de Prouvé; con la casa Dymaxion de Fuller; con la unidad desplegable Dymaxion de Phelps Dodge; con la Casa del Futuro de Alison y Peter Smithson, presentada en la Exposición del Hogar Ideal en 1955; con las unidades del hotel prefabricado de Ionel Schein y con la Casa Plástica Monsanto de Disneylandia. También hay trabajos realizados por el Grupo Metabolista en Japón y por supuesto por nuestro propio Arthur Quarmby. Si se observa el último número de Archigram, en mi artículo sobre los años cuarenta se encontrarán también trabajos sobre casas prefabricadas realizadas a fines de la Segunda Guerra mundial. Mi Hogar Cápsula Enchufable (Plug-in Capsule Home) constituye un intento para estimular la idea, con la esperanza de que algunos valientes puedan ser eventualmente persuadidos para financiar su investigación y desarrollo. Las técnicas de producción y automación masivas son una realidad; sin embargo, aunque vemos que la investigación podría proseguirse, los productos que salen de la industria actual en el campo de la construcción industrializada se miden con el mismo patrón y simulan la misma apariencia que los edificios construidos y diseñados tradicionalmente. Esto nos desanima. La Cápsula Enchufable (Plug-in Capsule) intenta establecer nuevos patrones y encontrar una imagen apropiada para el producto realizado en una línea de montaje. Sus criterios de diseño están de acuerdo con las demandas del consumidor. En primer lugar, un producto más apto para el consumidor debe ofrecer algo mejor y distinto que la vivienda tradicional; debe estar más íntimamente relacionado con el diseño de coches y neveras, y en directa competencia con la tradición. En segundo lugar, las unidades deben admitir una producción masiva y deben poder adaptarse a los dictados del proceso de fabricación y a la naturaleza del material usado, en este caso plástico. Eventualmente, los factores de improvisación acabarán desapareciendo de nuestro diseño, cuando sean reemplazados por un método de resolución de problemas directamente relacionados con la industria plástica. Otro aspecto importante es la manuabilidad, tanto de las partes componentes como del producto total, ya sea para el proceso de ensamblaje de los elementos en la fábrica, para el transporte del producto terminado hacia su destino, o para las operaciones de izado y colocación en la estructura que lo ha de soportar. Otras de las consideraciones se refieren a la obsolescencia planeada para la vida total del producto, a los materiales seleccionados ya los costos previstos (interpretando el costo en el sentido de valor eficiente obtenido a cambio de una suma de dinero). La obsolescencia planeada se relaciona con la expectativa de vida y con la jerarquía de desechabilidad programada para los diferentes componentes de la casa: las unidades de paredes desmontables, las guías de piso removibles, los implementos domésticos y las cápsulas de baño y de cocina. Este concepto de desechabilidad se relaciona también con el crecimiento y con las modificaciones que se producen en la unidad familiar, con los cambios que origina el creciente conocimiento técnico y con los efectos que produce sobre equipos y materiales y, lo que es más importante, con los cambios que se operan en los tamaños de los objetos (como lo atestigua la creciente miniaturización de las radios de bolsillo, los aparatos portátiles de televisión, los minicines, etc.). Finalmente, la obsolescencia tiene en cuenta los cambios que tienen lugar en las relaciones y en los estándares de vida, así como la incrementada tasa de desechabilidad de todos los objetos que puede medirse a través de los cambios veloces en la ropa que genera la «moda». Por último, quisiera asegurar a todo el mundo que no somos monstruos. No estamos tratando de hacer casas que se parezcan a autos, ni ciudades que se asemejen a refinerías de petróleo; aun cuando pareciera que es así, ésta no es nuestra intención. A pesar de que esta imaginería análoga (de los autos y de las refinerías) posee actualmente mucho vigor, creemos que llegará a ser digerida dentro de un sistema creativo; de ese modo, una aproximación más positiva a los objetos técnicos podrá surgir de manera natural. La imaginería pop, o las de otras disciplinas tan decisivas para nosotros como ésa, deben contener información vital, esto es, información que nos resulte útil para determinar la mejor manera de emplear nuestro talento creador. Somos conscientes de que cualquier analogía entre la industria automotriz, digamos, y la industria de la construcción es sospechosa y peligrosa; sin embargo, hemos debido adentrarnos en tales disciplinas para descubrir un lenguaje que resulte adecuado a los términos de la situación actual. Para citarme nuevamente, y por última vez, en el documento sobre la Ciudad Viviente expresé: <<En ésta, la segunda mitad del siglo XX, los viejos ídolos se están derrumbando, los viejos preceptos resultan extrañamente irrelevantes y los viejos dogmas han perdido validez. Buscamos una idea, un nuevo idioma vernacular, algo que nos aproxime a las cápsulas espaciales, a las computadoras y a los envases desechables de esta era atómico-electrónica».