Historia de España 2º Bachillerato 2020-2021 PDF
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I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso
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Course notes for the 2024/2025 academic year. The document contains notes on Spanish History, specifically the crisis of the Ancien Régime in Spain (1808-1833), encompassing the War of Independence and the role of Napoleonic France. The notes cover topics like the Motín de Aranjuez, the Abdications of Bayona, and the different stages of the war, emphasizing Spanish resistance and the impact on the region.
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Apuntes curso 2024/2025 Historia de España 2º Bachillerato I.E.S. ALTO GUADIANA – Tomelloso Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso Historia de España 2º Bachillerato TEMA 1: LA CRISIS DEL A...
Apuntes curso 2024/2025 Historia de España 2º Bachillerato I.E.S. ALTO GUADIANA – Tomelloso Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso Historia de España 2º Bachillerato TEMA 1: LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN EN ESPAÑA (1808-1833) Epígrafe 1. La crisis de 1808 y la Guerra de la Independencia. 1.1. Los antecedentes de la crisis de 1808 A la muerte de Carlos III ocupó el trono de España su hijo Carlos IV (1788-1808). Un año después de su llegada al trono estalló la Revolución Francesa (1789). La relación con los revolucionarios franceses condicionó la política exterior de España. Entre 1788 y 1793 los gobiernos de Floridablanca y Aranda intentaron impedir que las ideas revolucionarias francesas se difundieran por España. A partir de 1793 Godoy es nombrado primer ministro y con él se llega al enfrentamiento contra la República francesa (1793-1795). La guerra que fue un desastre militar para España, pues los ejércitos franceses invadieron parte de Cataluña y el País Vasco, concluyó con la firma del Tratado de Basilea (1795) que supuso para España la pérdida de algunas posesiones en América. Irónicamente la recompensa para Godoy fue su título de "Príncipe de la paz”. No obstante, en 1796, después del Tratado de San Ildefonso, Godoy dio un giro a la política exterior de España y se pasó del enfrentamiento a la alianza con Francia. Esa alianza se consideraba necesaria para proteger las colonias españolas en América de la amenaza de los ingleses. Por este tratado, la política exterior de España pasó a depender de los intereses franceses, más aún desde la llegada al poder en Francia de Napoleón en 1799. De hecho, este tratado puso a la armada española al servicio de Francia. España se vio arrastrada por esta alianza al enfrentamiento naval con Gran Bretaña, la primera potencia marítima, en dos ocasiones: Fracasado su intento de invadir las islas británicas (batalla de Trafalgar) Napoleón recurrió a la política del bloqueo continental1. En el marco de esta política Godoy firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau (octubre 1807) por el que acordaban la ocupación y el reparto de Portugal. Se autorizaba para ello la entrada en España de los soldados franceses. El reparto previsto de Portugal en tres partes era el siguiente: - Parte septentrional: para el rey de Etruria, nieto de Carlos IV, en compensación por la incorporación a Francia de la Toscana italiana ese mismo año. - Parte sur, o sea, regiones de El Algarve y El Alentejo, para Godoy. - Parte central, sin asignación definida hasta que se firmara la paz con Portugal. Pero cuando los ejércitos napoleónicos entraron en España para ocupar Portugal lo que hicieron al mismo tiempo fue ocupar también España. En realidad, el tratado era una coartada francesa para la ocupación militar de España, pues permitía la libre entrada de tropas en la península. En un mes los franceses llegaron a Lisboa. 1.2. La crisis de 1808 En el contexto de presencia de tropas francesas en la Península desde marzo de 1808 se produjeron los acontecimientos que desencadenaron la guerra de la independencia: el motín de Aranjuez y las abdicaciones de Bayona. 1.2.1. El motín de Aranjuez (marzo de 1808) 1Bloqueo continental: en 1806 Napoleón inició el bloqueo continental contra Gran Bretaña; su propósito era interrumpir el comercio marítimo inglés con Europa para asfixiar económicamente a su enemigo, ya que no conseguía derrotarle en el mar ni invadir las islas. 1 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso Cada vez era mayor el descontento existente en España contra Godoy, fundamentalmente de los estamentos privilegiados (nobleza y clero). Los nobles le odiaban por haber sido apartados por Godoy de los principales cargos del poder político y por el enorme poder que Godoy había acumulado en sus manos. Y el clero porque se oponía a las leyes que ordenaban la venta de algunos bienes de la Iglesia para obtener fondos para reducir el déficit del Estado. Además, el trato de favor que los reyes (Carlos IV y Mª Luisa de Parma) daban a Godoy hacía que el propio hijo del rey, Fernando, en complicidad con algunos miembros de la alta nobleza, conspirara contra Carlos IV para destronarlo. Finalmente, Fernando logró su propósito. En marzo de 1808 tuvo lugar el Motín de Aranjuez, preparado por la alta nobleza y el clero, y apoyado por el pueblo madrileño que acudió a Aranjuez para asaltar y saquear la residencia de Godoy. Carlos IV se vio forzado a abdicar en favor de Fernando (Fernando VII). A partir de ese momento Napoleón, percatándose de la debilidad de la monarquía española, cambió sus planes en relación con España. Hasta ese momento le había bastado convertir a España en un país dependiente de Francia, ahora el plan de Napoleón tenía dos objetivos principales: - Eliminar a los Borbones del trono de España, que serían sustituidos por José I Bonaparte, hermano suyo. España quedaría convertida así en una pieza importante del imperio napoleónico. - Convertir los territorios españoles al norte del río Ebro en provincias francesas. 1.2.2. Las abdicaciones de Bayona (mayo de 1808) A principios de mayo de 1808 tuvieron lugar las abdicaciones de Bayona. A Bayona (en el sur de Francia) habían acudido Fernando y Carlos llamados por Napoleón con la esperanza de que éste pusiese paz en la disputa que ambos mantenían por el trono. Sin embargo, lo que hizo Napoleón fue llevar a la práctica su plan para eliminar a los Borbones del trono español. Así el Emperador francés obligó por la fuerza a Carlos IV y a Fernando VII a renunciar a sus derechos al trono español. Éstos, atemorizados, abdicaron y cedieron sus derechos sobre el trono de España a Napoleón. Seguidamente Napoleón proclamó a su hermano José I rey de España. 1.3. La Guerra de Independencia (1808-1814) La guerra se produjo entre 1808 y 1814, hecho que inicia la contemporaneidad de España. Es una etapa en la que se conjugan tres aspectos: - El fin del Antiguo Régimen, provocado por la invasión francesa y el modelo napoleónico impuesto. - El nacimiento del proyecto liberal, con las Cortes de Cádiz. - El restablecimiento del Antiguo Régimen con la vuelta de Fernando VII. La guerra de la independencia (1808-1814) comenzó con el levantamiento popular del 2 de mayo. El pueblo de Madrid, antes incluso de producirse las abdicaciones de Bayona, se levantó al conocerse la noticia de que toda la familia real había marchado a Bayona. Era la prueba evidente de que algo grave estaba maquinando Napoleón en contra de los intereses de España y de la propia familia real, que se consideraba secuestrada por Napoleón. A esto hay que añadir también como causa de descontento la presencia de tropas francesas desde el mes de marzo de 1808. La dureza de la represión francesa al mando del general Murat (fusilamientos del 3 de mayo inmortalizados por Goya), las noticias acerca del heroísmo de algunos militares (Daoiz y Velarde) y del pueblo madrileño, van a difundirse en los días siguientes y el levantamiento pronto se generalizará durante el mes de mayo en toda la península. No hubo alcalde, comenzando por el de Móstoles, que en los primeros días del mes de mayo no le declarara la guerra a los franceses. 1.3.1. Primera etapa: desde mayo hasta finales de 1808. Las previsiones de Napoleón de una ocupación rápida de España se vieron desbaratadas por la resistencia popular. Las ciudades de Gerona y Zaragoza resistieron durante meses el ataque francés e impidieron el avance de las tropas en la zona de Levante ("el sitio de Gerona" y el "sitio de Zaragoza"). Zaragoza estuvo defendida por el general Palafox y destacó la heroicidad de Agustina de Aragón. Asimismo, sorprendentemente, el ejército francés fue derrotado en Bailén (julio de 1808) por las tropas españolas 2 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso mandadas por el general Castaños, lo que impidió la toma de Andalucía. Los franceses abandonan Madrid y se repliegan más allá del Ebro. 1.3.2. Segunda etapa: de finales de 1808 hasta 1812. Esta etapa fue de predominio francés. A finales de 1808 el propio Napoleón al frente de unos 250.000 soldados acudió a España. Su avance fue vertiginoso. Tras las victorias francesas en Gamonal (Burgos) y en Somosierra, las tropas napoleónicas ocuparon Madrid. Restablecido el control sobre Madrid, en enero de 1809 Napoleón abandonó España. En 1809 Castilla-La Mancha fue un escenario importante de la guerra. Mientras el ejército francés intentaba avanzar hacia Andalucía, el ejército español con la ayuda de los ingleses intentaba recuperar Madrid. En la batalla de Talavera de la Reina fueron derrotados los franceses, pero su victoria en Ocaña (otoño de 1809) fue decisiva para que les quedara libre el camino hacia Andalucía. De hecho, al comenzar 1810 el territorio peninsular está prácticamente ocupado por las tropas francesas, salvo Lisboa y Cádiz. En esta etapa las guerrillas adquieren una gran importancia en la lucha contra los franceses. Eran una táctica militar novedosa y demuestran la activa participación popular en la guerra. Eran pequeños grupos de combatientes que realizaban ataques rápidos y por sorpresa contra las tropas enemigas. Se aprovechaban de su mejor conocimiento del terreno y de la colaboración de la población civil que facilitaba a los guerrilleros información, alimentos y refugio. Las guerrillas se nutrieron particularmente de los campesinos. El ciclo de malas cosechas y las exigencias de impuestos de los franceses incrementaron el número de guerrilleros, que aprovecharon su conocimiento del terreno y sus vínculos familiares y de paisanaje para hostigar permanentemente a las tropas francesas. Los guerrilleros más famosos fueron Espoz y Mina, el Empecinado y el cura Merino. 1.3.3. Tercera etapa: entre 1812 y 1814. La tercera entre 1812 y 1814, es la etapa de las ofensiva hispano-inglesa desde Portugal al mando de Lord WeIlington, coincidiendo con la campaña de Napoleón en Rusia y la retirada de tropas francesas. Las tropas aliadas empujan a los franceses en su huida. Tras los éxitos de Arapiles (1812), Vitoria (1813) y San Marcial (1813) se produce el final de la guerra. Por el Tratado de Valençay de diciembre de 1813, Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España, aunque sus últimas tropas no abandonaron Cataluña hasta junio de 1814. Como consecuencia de la guerra las pérdidas humanas y materiales fueron enormes. Murieron casi medio millón de españoles, algunas ciudades como Zaragoza o Gerona quedaron arrasadas por completo y también quedaron destruidas muchas cosechas, ganados, edificios y caminos. Por otra parte, el desgaste sufrido por los franceses en España fue decisivo en el hundimiento formal del imperio napoleónico. 1.4. Los afrancesados y el Estatuto de Bayona A pesar de que la mayoría de la población española se opuso a los franceses también hubo un grupo minoritario de españoles, los llamados "afrancesados", que apoyaron a José I. En su mayor parte pertenecían a los sectores sociales más altos y habían sido antes partidarios de las reformas ilustradas que habían caracterizado el reinado de Carlos III y que se habían paralizado con el reinado de Carlos IV. Los afrancesados fueron considerados traidores a su patria por la mayoría del pueblo español y al término de la guerra se vieron forzados a marchar al destierro por su colaboración con el enemigo; así, unos 15.000 afrancesados pasaron a Francia en 1814. Muchos lucharon contra las guerrillas agrupados en formaciones o contrapartidas, que eran milicias de afrancesados. Al finalizar la guerra muchos fueron represaliados, o se exiliaron. Es necesario también hacer mención de que el nuevo régimen político de José I Bonaparte se rigió por el Estatuto de Bayona (1808). Fue inspirado por el propio Napoleón, por eso más que una constitución se considera una carta otorgada al no haber sido elaborada por unas Cortes democráticas. El rey José I juró esta Constitución en Bayona ese mismo año. Fue una constitución que nunca entró en vigor debido a la guerra, pero que sentó un precedente en el posterior ideario del moderantismo por sus intentos de reformas. El Estatuto de Bayona fue un texto parcialmente reformista pues, aunque incluía en su contenido el reconocimiento de ciertos derechos individuales (libertad de imprenta, libertad de movimientos, libertad de industria y comercio, igualdad ante los impuestos) continuaba reservando al rey la práctica totalidad de los poderes, incluido el 3 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso poder legislativo. Las Cortes sólo tenían un carácter consultivo, los poderes ejecutivo y legislativo seguían recayendo en el rey. Seguían privilegios del Antiguo Régimen como el mayorazgo. No obstante, José I realizó importantes medidas reformadoras: se estableció la supremacía de los ministros sobre los antiguos Consejos; se disolvieron las órdenes religiosas y se abrió la posibilidad de vender sus bienes para amortizar la deuda del Estado –base de las posteriores desamortizaciones-; estableció reformas educativas – estableció las escuelas primarias estatales y escuelas para mujeres, o el Instituto Nacional de las Ciencias y las Artes-; diseñó una reforma territorial, en 38 provincias con prefecturas e intendentes según el modelo francés; así como acometió reformas urbanas, como la creación de los cementerios, y la apertura de plazas para la mejor salubridad de las ciudades, que se llevaron a la práctica sólo en Madrid. Epígrafe 2. La Revolución Liberal, las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812. 2.1. La revolución política Durante la guerra de la independencia tuvo lugar un proceso revolucionario protagonizado por las Juntas. Fueron creadas por los sublevados como alternativa a la legalidad establecida en Bayona y como reflejo político de la resistencia de la nación a Napoleón. Las Juntas fueron los nuevos organismos políticos que asumieron el vacío de poder surgido en España con la abdicación de Carlos IV y Fernando VII. Se formaron contra los franceses en numerosas partes del país inmediatamente después de conocerse las abdicaciones de Bayona. Se organizaban a nivel local y éstas a su vez a nivel provincial. Las juntas reunían a grupos diversos (desde partidarios del Antiguo Régimen hasta liberales) aunque unidos por la oposición a los franceses. En septiembre de 1808 se creó la Junta Suprema Central, integrada por 36 representantes de todas las juntas provinciales, fue presidida por el conde de Floridablanca, que asumió la dirección de guerra, la gobernación del país y la convocatoria a Cortes. Esta junta estableció primero su sede en Aranjuez, y posteriormente se trasladó a Sevilla y Cádiz obligada por el avance de las tropas de Napoleón. La Junta Suprema Central asumió la autoridad en nombre del pueblo y la nación española, lo que era un hecho auténticamente revolucionario. Los objetivos principales de la Junta Central eran: por un lado, dirigir la guerra contra los franceses, y por otro la convocatoria de Cortes. En enero de 1810 la Junta Central delegó sus funciones en una Regencia de cinco miembros. 2.2. Las Cortes de Cádiz Las elecciones a Cortes (junio de 1810) se realizaron por sufragio universal de los varones mayores de 25 años. Las Cortes se reunieron por primera vez en Cádiz en septiembre de 1810. Estaban formadas por unos 300 diputados cuya condición social era la siguiente: unos 100 eclesiásticos (en su mayoría bajo clero), 60 abogados, más de 50 altos funcionarios, 16 catedráticos, unos 40 militares y 20 miembros de la burguesía industrial y comercial. En resumen, se puede destacar el dominio de las clases medias con formación intelectual y la escasa presencia de nobles (8) y obispos (3). Las Cortes se declararon depositarias de la soberanía nacional. Se entendía el concepto de nación como el conjunto de ciudadanos libres, residentes tanto en la península como en territorios ultramarinos, iguales en derechos, sujetos todos a la misma ley y desprovistos de cualquier forma de privilegios. No obstante, entre los diputados a Cortes se configuraron tres grandes corrientes de opinión o tendencias: - Los liberales, partidarios de las reformas revolucionarias, que dominaron los debates e influyeron decisivamente en toda la labor de las Cortes. - Los absolutistas, llamados despectivamente los "serviles", que se pronunciaron a favor de la defensa de la monarquía absoluta. - Los jovellanistas, es decir, los partidarios de Jovellanos, que eran un grupo minoritario que querían una monarquía fuerte, pero reformista, al estilo de la que se proponían también los afrancesados. 4 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso Las Cortes proclamaron a Fernando VII como legítimo rey, pero además los diputados liberales lograron imponer sus ideas en las Cortes, que hicieron una condena del absolutismo. Los dos objetivos principales que los diputados liberales se plantearon en las Cortes de Cádiz fueron reformar en profundidad las instituciones políticas, económicas y jurídicas españolas, así como redactar una Constitución. El primero de estos objetivos se llevó a cabo mediante la aprobación de una serie de decretos y leyes entre 1810 y 1813 de carácter liberal que sirven para desmontar el Antiguo Régimen y que son tales como: - La libertad de imprenta. - La supresión de los señoríos: quedaron suprimidos los derechos jurisdiccionales, es decir, los derechos que mantenían los señores sobre aquellas aldeas y pueblos de señorío en los cuales tenían la capacidad de nombrar a las autoridades municipales y cobrar los impuestos correspondientes. Sin embargo, los señores siguieron cobrando las rentas de las tierras pertenecientes al señorío, que se convirtieron de hecho en propiedad privada de los nobles. - La supresión de los mayorazgos, es decir, de las leyes del Antiguo Régimen que impedían dividir, o vender, las propiedades de la nobleza. Es una medida del liberalismo económico que permitía a los propietarios disponer de sus tierras sin limitaciones de ningún tipo. - La supresión de los gremios: era otra medida del liberalismo económico que permitía la libertad de industria, de producción y de comercio y en definitiva, la libre competencia. - La supresión de la Inquisición. - La supresión de los privilegios de la Mesta. - Libertad de comercio, sobre todo en el sector agrario, ya que se acabó con el largo privilegio que la ganadería – a través de la Mesta – había tenido sobre la agricultura. Estos decretos y leyes fueron suprimidos, sin embargo, en 1814 al restablecerse el absolutismo. 2.3. La Constitución de 1812 En las Cortes de Cádiz se redactó, por primera vez en nuestra historia, una Constitución de carácter liberal que fue aprobada el 19 de marzo de 1812 (La Pepa). Algunos de los diputados que participaron de manera destacada en su elaboración fueron los liberales Agustín ArgüeIles y Diego Muñoz Torrero. Su enorme extensión indica la minuciosidad con la que fue redactada, hubo grandes y extensos debates. Los diputados gaditanos tuvieron muy presente la Constitución francesa de 1791, pero también la actuación de las antiguas Cortes medievales. En consecuencia, el sistema político se sustentó en cuatro elementos principales: División de poderes / Unicameralidad / Limitación del poder real / Sufragio universal masculino indirecto. Su contenido se basaba, por tanto, en los principios fundamentales del liberalismo: a) La Soberanía nacional: Según este principio liberal, la soberanía (el poder político) pertenecía a la nación. La nación la forman todos los ciudadanos, quienes mediante su voto delegan la soberanía en las Cortes. Este principio se opone al absolutismo característico del Antiguo Régimen. En el absolutismo la soberanía pertenecía al monarca y era de origen divino. Además, la nación la forman los ciudadanos de ambos hemisferios, es decir, van a tener la misma consideración de ciudadanos los habitantes de la península que los que viven en las colonias americanas. b) La división de poderes: Frente al absolutismo que se caracteriza por la concentración de poderes en manos del rey, el liberalismo se caracteriza por la división de los tres poderes del Estado para que se vigilen y se controlen mutuamente. En la Constitución de Cádiz se declara al Estado como una monarquía hereditaria donde los tres poderes están separados: - El poder legislativo lo ejercen las Cortes. - El poder ejecutivo lo ejerce el gobierno cuyos ministros son elegidos libremente por el rey. - El poder judicial lo ejercen los tribunales. c) Un sistema político parlamentario y representativo. El poder del rey, como hemos dicho, quedaba subordinado a las Cortes. La Constitución establecía, por desconfianza hacia Fernando VII, que el rey no podía disolver las Cortes y que sólo poseía un derecho de veto transitorio, durante dos 5 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso años, sobre las leyes aprobadas por las Cortes. De esta forma el rey únicamente podía retrasar la aprobación de una ley. Por otra parte, aunque el monarca ejerciera el poder ejecutivo porque podía elegir libremente a los ministros que componían el gobierno, quedaba claro que el gobierno debía contar con el apoyo mayoritario de las Cortes. d) La participación de los ciudadanos en las decisiones políticas. Las Cortes representan a la nación, es decir al conjunto de los ciudadanos. Las Cortes, que eran unicamerales, se elegían por un complicado sistema de sufragio universal-indirecto. Tenían derecho al voto los varones mayores de 25 años. Estos elegían a sus representantes a nivel de parroquia, éstos a su vez a los representantes a nivel de distrito y éstos a su vez a sus representantes a nivel provincial, o sea, a los diputados. También los ciudadanos residentes en América se consideraban españoles (excluyendo a los negros y a los indios) y por lo tanto podían elegir sus representantes en las Cortes. Las Cortes tendrán un mandato de dos años. e) La igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y los impuestos. Significaba el fin de los privilegios que habían mantenido la nobleza y el clero durante el Antiguo Régimen. f) Reconocimiento de amplios derechos y libertades individuales: libertad de imprenta, derecho a la propiedad privada, a la inviolabilidad del domicilio, etc. Sin embargo, respecto a la religión se proclamaba la religión católica como la única permitida, negándose la libertad religiosa. Se debía al papel desempeñado por el clero en la lucha contra los franceses. g) A diferencia de las declaraciones estadounidense y francesa, no explicitó los derechos del ciudadano, derivados en este caso de la soberanía nacional. h) Se decretaba la igualdad fiscal, aunque el sistema no quedaba definido. i) Las fuerzas armadas serían las de la nación, y las Cortes se atribuyen su organización, situando al rey como cabeza de las mismas. j) La instrucción pública quedó establecida como una obligación civil. k) Los ayuntamientos y diputaciones provinciales regularían la administración local, y sus cargos serían elegidos por sufragio universal masculino indirecto. Epígrafe 3. El reinado de Fernando VII: sus etapas. 3.1. La restauración del absolutismo o Sexenio Absolutista (1814-1820) Derrotado el ejército napoleónico, el Tratado de Valençay (1813) reconocía a Fernando VII como legítimo rey de España. Por oportunismo político se había comprometido a respetar la Constitución de 1812. Sin embargo, cuando se le presentó la ocasión, la aprovechó para restablecer el absolutismo. En marzo de 1814 hizo su entrada en España. Llegó a Valencia y por aquellos días se publicó un Manifiesto de 69 diputados de las Cortes (llamado Manifiesto de los persas por la cita inicial), en el que solicitaban al rey la restauración del absolutismo y la anulación de todo lo aprobado en Cádiz. El monarca, animado por este ambiente, y contando con el apoyo de una parte importante del ejército, con el general Elío (gobernador militar de Valencia) a la cabeza, publicó en Valencia un decreto en el mes de mayo ("Decreto del 4 de mayo") por el que se declaraban nulos la Constitución y los decretos de Cádiz. La vuelta al absolutismo se debió, por tanto, además de la propia actitud absolutista del monarca, al apoyo del ejército, de la nobleza, de la Iglesia e incluso del pueblo llano en donde había encontrado escaso eco el régimen constitucional. Éste apoyó la vuelta al absolutismo al grito "¡Viva el Rey! ¡Muera la Constitución!". La situación internacional era además favorable para la restauración del absolutismo en España. Tras la caída del imperio napoleónico las potencias absolutistas habían formado la Santa Alianza (Austria, Prusia y Rusia) para defender en Europa a las monarquías absolutas contra cualquier intento de establecer un régimen liberal. 6 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso Paralelamente a la restauración de la monarquía absoluta en España se produjo también la restauración de todas las instituciones del Antiguo Régimen: los señoríos, la Inquisición, los privilegios de la Mesta... Otras cuestiones importantes de este período conocido como el sexenio absolutista (1814-1820) fueron: - La dura represión contra los afrancesados (15.000 partieron al exilio) y sobre todo contra los liberales cuyos principales dirigentes fueron detenidos, asesinados u obligados a marchar al exilio. - La ineficacia de los gobiernos y su corta duración. - La mala situación económica del país después de la guerra de independencia: la agricultura deshecha; el comercio paralizado y las finanzas en bancarrota. - La rebelión de las colonias americanas que habían iniciado su proceso de independencia. - La oposición liberal. Esta oposición se plasmó en frecuentes pronunciamientos militares2 para reponer el sistema constitucional (Espoz y Mina en Pamplona en 1814, Porlier en La Coruña en 1815, Lacy en Barcelona en 1817 y Vidal en Valencia en 1819). Uno de esos pronunciamientos, el de Rafael de Riego en enero de 1820 en Cabezas de San Juan, dio paso a una nueva etapa, el Trienio Liberal. 3.2. El Trienio Liberal (1820-1823) El 1 de enero de 1820, el coronel Rafael de Riego, aprovechando el descontento de las tropas que esperaban ser embarcadas para América se sublevó en Cabezas de San Juan (Cádiz) y recorrió Andalucía proclamando la Constitución de 1812. La pasividad del ejército y la actuación de la burguesía liberal en las principales ciudades obligaron al Rey, finalmente, a aceptar convertirse en monarca constitucional. Se iniciaba así un nuevo período: el Trienio Liberal (1820-1823). Las reformas más importantes que se emprendieron en este período fueron: - Restablecimiento de la Constitución de 1812 (de la soberanía nacional, por tanto, y la división de poderes) y de los decretos de Cádiz (restablecimiento de la libertad de expresión y supresión de los gremios, supresión de los mayorazgos, supresión de los señoríos jurisdiccionales y supresión de la Inquisición). - Reforma fiscal: las rentas señoriales y los diezmos eclesiásticos fueron sustituidos por nuevos impuestos en metálico que los campesinos pagaban al Estado. - Reforma religiosa: supresión de órdenes monásticas. - Desamortización de las tierras de los monasterios para disminuir la Deuda del Estado. - Establecimiento de la Milicia Nacional, un cuerpo armado de voluntarios, formado por las clases medias, esencialmente urbanas, cuyos objetivos eran garantizar el orden y defender las reformas constitucionales. Durante estos años los liberales llevaron a cabo la represión sobre los absolutistas. De esta labor se encargó la Milicia Nacional. Pero pronto tres problemas iban a dificultar la labor de los gobiernos liberales: 1) Por una parte, la actitud conspiradora del propio monarca, que solicitó la ayuda de la Santa Alianza para reponerlo como monarca absoluto. 2) En segundo lugar, la división de los liberales, con dos bandos, los moderados (Argüelles, Martínez de la Rosa) partidarios de entenderse con el rey, y los exaltados (Evaristo San Miguel), que pedían soluciones más radicales. Los moderados gobernaron hasta 1822 en que fueron sustituidos por los exaltados. El debate político se animó por la proliferación de sociedades patrióticas, vinculadas a los moderados o a los progresistas, que actuaban como grupos de presión sobre el gobierno. 2Pronunciamiento: Conspiración militar que tiene la intención de destituir al gobierno mediante un acto de fuerza. Golpe de Estado. 7 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso 3) Finalmente, la revuelta de los campesinos animada por la nobleza y la Iglesia. Los nuevos impuestos pagados en metálico al Estado resultaban para el campesinado más perjudiciales que las antiguas rentas señoriales y diezmos eclesiásticos pagados con productos agrarios. Los campesinos se sintieron más pobres y se alzaron contra los liberales. La nobleza y sobre todo la Iglesia, perjudicada por la supresión del diezmo, animaron la revuelta contra los gobernantes del Trienio. En 1822 se alzaron partidas absolutistas en Cataluña y otras partes de la Península que establecieron una regencia absolutista en Urgel (Regencia de Urgel). El final del Trienio Liberal se produjo por la intervención de la Santa Alianza. Dicha intervención fue decidida por las potencias absolutistas en el Congreso de Verona (1822). Allí se decidió enviar un ejército francés (Los Cien Mil Hijos de San Luis), al mando del Duque de Angulema. Este hizo su entrada en España y llegó a Cádiz a fines de septiembre de 1823, donde se habían refugiado las Cortes y el gobierno. A principio de octubre Fernando VII disolvía las Cortes, anulaba su labor y reponía el absolutismo. 3.3. La Década Ominosa (1823-1833) La vuelta al absolutismo fue seguida, otra vez, de una fuerte represión contra los liberales (ejecución de Riego, o de Mariana Pineda, por ejemplo) y de nuevo gran parte de ellos marchó hacia el exilio. Fueron precisamente los liberales, los que más tarde calificaran a esta época de "década ominosa" (horrible). Este período estuvo condicionado por las dificultades de la Hacienda, agravadas por la pérdida definitiva de las colonias americanas, que forzaron a un estricto control del gasto público, dado que era imposible aumentar la recaudación de impuestos sin tocar los privilegios de la nobleza. A partir de 1825, el Rey, acuciado por los problemas económicos, adoptó posiciones más abiertas a la colaboración con el sector moderado de la burguesía financiera e industrial de Madrid y Barcelona y nombró a López Ballesteros, ministro de Hacienda. Este emprendió una meritoria reforma de la Hacienda logrando reducir el enorme desequilibrio existente entre los gastos y los ingresos del Estado. A él se debe la elaboración por vez primera de un Presupuesto del Estado (1828). En esta época se creó también el Banco de San Fernando y la Bolsa de Valores. Esta colaboración hizo que los sectores absolutistas más intransigentes (realistas puros o apostólicos) se fueran distanciando cada vez más de Fernando VII, aglutinándose en tomo al infante don Carlos (Carlos María Isidro). Durante esta etapa Fernando VII tuvo que hacer frente a dos tipos de conspiraciones: a) La liberal, organizada desde el exilio inglés. La intentona más destacada fue el pronunciamiento del general Torrijos en 1831 que desembarcó en la costa de Málaga desde Gibraltar. Torrijos y sus seguidores fueron detenidos y fusilados pocos días después, convirtiéndose en un símbolo del heroísmo liberal revolucionario. b) La de los absolutistas más intransigentes, los llamados ultrarrealistas o realistas puros. En Cataluña, en 1827, se levantaron partidas realistas (Los Malcontents) que reclamaban mayor poder y defendían el retorno a los fueros tradicionales. Fueron partidas formadas sobre todo por campesinos financiados por la nobleza y el clero, a los que Fernando VII reprimió con dureza, por lo que los malcontents acabaron apoyando al príncipe Carlos, hermano del rey, en sus aspiraciones a ocupar el trono a la muerte de Fernando VII –carlistas-, frente a los derechos de la hija de éste, Isabel II. En esta etapa también quedó planteada la cuestión sucesoria. Surgió cuando en 1830 nació la princesa Isabel del matrimonio de Fernando VII con su cuarta esposa, María Cristina de Nápoles. La Ley Sálica, de origen francés e implantada por Felipe V en España, impedía el acceso al trono a las mujeres, pero Fernando VII aprobó la Pragmática Sanción, que abolía la Ley Sálica y abría el camino al trono a su hija Isabel II. Esto significaba la pérdida de todas las opciones al trono para el infante Carlos María Isidro, que estaba respaldado por los absolutistas más intransigentes. Los partidarios de Don Carlos (carlistas) se negaron a aceptar la nueva situación e influyeron, en 1832, sobre Fernando VII, gravemente enfermo, para que fuera repuesta la Ley Sálica. Cuando el rey se repuso la anuló nuevamente. En 1833 murió Fernando VII y los carlistas se alzaron en armas. Comenzó así la primera guerra carlista (1833-1840). 8 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso TEMA 2: LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1868) Epígrafe 4. Las Regencias y el problema carlista (1833-1843). 1.1. Introducción: moderados y progresistas Con el reinado de Isabel II se instauró en España la monarquía liberal. Mientras se libraba la guerra carlista, la monarquía implantó el régimen liberal. Ahora bien, con el establecimiento del Estado liberal surgieron las diferencias entre los mismos liberales, como ya empezó a comprobarse en las Cortes del Trienio Liberal. Por una parte, estaban los moderados y, por otra, los progresistas. Ambos defendían el sistema político liberal, pero presentaban profundas diferencias ideológicas: a) Los moderados defendían la soberanía compartida entre las Cortes y el rey, unas Cortes bicamerales con un Senado de nombramiento regio, una organización administrativa uniforme y centralizada para toda España, dividida en provincias, nombramiento de los alcaldes por el gobierno, un sufragio censitario, restringido a las clases propietarias y a las capacidades (individuos a los que por su profesión o cargo se les reconoce el derecho a votar), lo que impedía el acceso de las clases populares a la política. En cuanto a la base social, al liberalismo moderado se incorporó la antigua nobleza, que logró salvar sus propiedades agrarias, y la nueva burguesía liberal (grandes comerciantes, industriales y financieros), que también se hará terrateniente. Fuera del sistema moderado permanecerá no solo el campesinado sino también buena parte de la burguesía media y baja (artesanos) de las ciudades. b) Los progresistas, la otra opción política, eran partidarios de un liberalismo más amplio, defendían la soberanía nacional, el establecimiento de limitaciones al poder de la corona, la Milicia Nacional, ayuntamientos electivos, un sufragio más amplio, pero sin universalizarlo... El partido progresista se apoyaba en las clases medias y artesanos en las ciudades, parte de la oficialidad del ejército y de los profesionales liberales. 1.2. La regencia de María Cristina (1833-1840) 1.2.1. Los comienzos moderados de la revolución liberal. El Estatuto Real de 1834. Tras la muerte de Fernando VII María Cristina fue nombrada regente; al frente del gobierno seguía Cea Bermúdez, que presidió el último gobierno de Fernando VII, pero, para la etapa que se abría, éste no era el político adecuado, cuyo programa consistía en oponerse tanto a los carlistas como a los liberales. La regente pronto comprobó que el cambio de gobierno era necesario. Y, en efecto, en enero de 1834, era llamado para formar gobierno Martínez de la Rosa, antiguo doceañista y jefe de gobierno durante el Trienio Liberal. Ganado ya para un liberalismo moderado, Martínez de la Rosa buscó una fórmula de equilibrio entre las tendencias liberales y el mismo carlismo. El resultado fue la aprobación del Estatuto Real, firmado por la regente en abril de 1834. No era una constitución sino una “carta otorgada” por la corona, no reconocía derechos individuales ni la división de poderes y si establecía una convocatoria de Cortes con dos cámaras: el Estamento de Próceres (cámara alta) y el Estamento de Procuradores (cámara baja). Para proceder a la correspondiente convocatoria electoral para la elección del Estamento de Procuradores, en mayo de 1834 se aprobaba una ley electoral con un sufragio muy restringido (sólo podían votar unos 16.000 varones sobre una población de 12 millones de habitantes). En contra de lo imaginable, la cámara recién elegida, con sorpresa para el gobierno, por su actitud crítica, exigía reformas profundas y en ella, además, volvía a resurgir las diferencias entre moderados y progresistas. El gobierno estaba entre dos frentes: la oposición de los liberales radicales y la guerra contra los carlistas, que no daba los éxitos previstos. Aislado y falto de apoyos, Martínez de la Rosa dimitió en junio de 1835 siendo sustituido por el conde de Toreno, también del sector moderado. El nuevo gobierno solo duró cuatro meses. No lograba imponerse en la guerra carlista, mientras los liberales extremistas promovían amotinamientos populares, con asaltos y quemas de conventos (a los frailes se les acusaba de estar al lado de los carlistas) en ciudades como Zaragoza, Valencia, Cádiz, Málaga, Barcelona (donde también se prendió fuego a la fábrica de tejidos de Bonaplata) … El resultado fue la formación de Juntas revolucionarias de signo progresista en varias 9 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso capitales, que Toreno intentó disolver, pero al fracasar presentó su dimisión. La regente, entonces, llamó a Mendizábal, un liberal progresista, para formar gobierno en septiembre de 1835. 1.2.2. La fase progresista de la revolución liberal (1835-1837): Mendizábal y la desamortización eclesiástica; el Motín de la Granja; la Constitución de 1837. El nuevo gabinete de Mendizábal (septiembre de 1835 a mayo de 1836) se formaba contando con una Hacienda prácticamente sin fondos, y ante una guerra de la que era necesario darle un giro a favor de los isabelinos. Así, se amplió el alistamiento de hombres para el ejército y como vía para obtener fondos se aprobó la desamortización de bienes eclesiásticos del clero regular, el 19 de febrero de 1836. Con ella, en efecto, se buscaba contar con recursos para la Hacienda, eliminar o disminuir la deuda pública, hacer frente al carlismo y atraerse a las filas liberales a los compradores de bienes desamortizados. A todo esto, como es imaginable, la regente no se encontraba a gusto con Mendizábal. En mayo de 1836 Mendizábal decidió dimitir ante las diferencias con la regente a la hora del nombramiento de determinados cargos militares. Era lo que buscaba la regente, que encargó a Francisco Javier Istúriz (mayo–agosto de 1836) formar gobierno. Pero éste, de corte más moderado, no contaba con el apoyo de las Cortes (Estamento de Procuradores). Otra vez volvían, en julio y agosto, los levantamientos populares de signo progresista contra el gobierno y a favor del restablecimiento de la Constitución de 1812. Por fin, el 12 de agosto (1836) tenía lugar el motín de los sargentos de La Granja, que obligó a la regente a restablecer la Constitución de 1812 y a formar un nuevo gobierno con José María Calatrava, progresista, al frente (agosto de 1836–agosto de 1837) y Mendizábal en Hacienda. Es a partir de ahora cuando quedó consolidada la división de los liberales entre un partido moderado y otro progresista, que era el que subía al poder con Calatrava. El programa del gobierno consistió en acabar con las instituciones del Antiguo Régimen e implantar un régimen liberal con una monarquía constitucional. Convocadas elecciones a Cortes, la nueva Cámara tuvo mayoría progresista. Un conjunto de leyes permitió la disolución del régimen señorial y el mayorazgo, la supresión de los privilegios gremiales reconociéndose la libertad de industria y comercio, el establecimiento de la libertad de imprenta (de prensa) y la reanudación de la desamortización de las fincas rústicas y urbanas de las órdenes religiosas. El proceso que comentamos culminó con la promulgación de la Constitución de 1837, muy breve frente a la de 1812 (77 artículos y dos adicionales frente a los 384 de Cádiz). Fue aprobada con la idea de fijar un texto estable que pudiera ser aceptado por progresistas y moderados. El nuevo texto reconocía la soberanía nacional y los derechos individuales; establecía unas Cortes bicamerales, con un Congreso de los Diputados elegido por sufragio censitario y un Senado que designaba el rey a partir de una triple lista elegida en cada provincia. - La implantación del bicameralismo junto al fortalecimiento de la corona (a la que se le reconoce el derecho de veto y la disolución de las Cortes) fueron las grandes concesiones de los progresistas al liberalismo moderado. - También quedó aprobada una nueva ley electoral (1837), que elevaba el número de lectores, sobre la anterior norma, pero seguía siendo censitario y restringido, aunque más amplio comparado con el defendido por los moderados. 1.2.3. La vuelta de gobiernos moderados (1837-1840): la Ley de Ayuntamientos. Una vez aprobada la Constitución se convocaron elecciones para octubre de 1837 por Juan Álvarez de Mendizábal que fueron ganadas por los moderados. Los gobiernos de esta etapa se vieron influidos por los dos militares que estaban destinados a marcar el curso político de la historia de España en los próximos años: Baldomero Fernández Espartero, que podía presentar sus éxitos en la guerra carlista, se convirtió en cabeza de los progresistas y Ramón María Narváez de los moderados. Tras el final de la guerra carlista el gobierno se propuso aprobar una ley de ayuntamientos donde las diferencias entre progresistas y moderados eran muy fuertes. Los primeros defendían la elección del alcalde por los votantes, en cambio los moderados pretendían que fuese designado por el gobierno de entre los concejales elegidos. Las Cortes aprobaron la polémica ley y los progresistas decidieron movilizarse contra ella. Espartero, entonces en la cumbre de su prestigio militar, manifestó su rechazo a la ley que la regente 10 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso terminó sancionando (14 de julio de 1840). Días después otra vez volvían a formarse juntas en las principales ciudades del país. La regente para frenar la insurrección nombró a Espartero jefe de gobierno, pero al no aceptar el programa del nuevo gobierno la regente presento su renuncia, marchando a Francia (octubre de 1840). 1.2.4. El problema carlista: la primera guerra (1833-1839) y sus bandos. Fernando VII murió el 29 de septiembre de 1833, dos días después, su hermano Carlos María Isidro, a través del Manifiesto de Abrantes, reclamaba el trono desde Portugal. En distintos puntos de España hubo levantamientos a favor de don Carlos, pero, poco a poco, la guerra que se desataba no era solo una guerra dinástica sino un enfrentamiento entre los partidarios del Antiguo Régimen y los que querían convertir a España en un Estado liberal. La regente Mª Cristina buscó el apoyo de los liberales, única fuerza capaz de defender los derechos al trono de Isabel II. En el plano ideológico, los carlistas eran partidarios del absolutismo monárquico, la defensa de la religión y de los fueros que se identificaban con el Antiguo Régimen; esta defensa foral arrastrará a las provincias vascas y a Navarra a la causa carlista. Desde el punto de vista social dentro del carlismo se encontraban miembros del ejército, la mayor parte del clero regular y del bajo clero secular, para quienes el liberalismo representaba la expropiación y venta de sus bienes; parte de la nobleza y del campesinado, que coincidía mucho con los sermones del clero en contra del liberalismo, cuyas normas beneficiaban a los propietarios y empeoraban las condiciones de vida de los campesinos. Las zonas de mayor implantación carlista fueron: Álava, Guipúzcoa, Vizcaya, Navarra, el Maestrazgo, el Pirineo catalán… En el bando isabelino (o cristino) la reina regente contó con el apoyo de parte de la nobleza, del funcionariado y altas jerarquías de la Iglesia, altos mandos del ejército, burguesía y profesiones liberales (abogados, médicos…) y clases populares urbanas. En resumen, el carlismo triunfó, sobre todo, en las zonas rurales, y especialmente en el norte, País Vasco y Navarra, al considerarse amenazadas por el liberalismo uniformista y centralizador, pero tuvo escaso arraigo entre las masas urbanas que rechazaban el absolutismo. De cualquier forma, en el desarrollo bélico de las guerras carlistas podemos diferenciar tres fases: - 1ªfase (1833-1835) destacan los triunfos carlistas. El pretendiente don Carlos se estableció en Navarra (julio de 1834) con un gobierno alternativo al de la regente. La buena suerte de los carlistas se trunca en 1835 cuando el coronel carlista Zumalacárregui, el principal organizador del ejército carlista del Norte, muere en el cerco de Bilbao, la única gran ciudad que estuvo a punto de caer en sus manos, ya que su dominio se basaba, sobre todo, en el medio rural. También hubo partidas carlistas en Cataluña, en la parte montañosa del norte, y en el Maestrazgo y el Bajo Aragón, puestas bajo la dirección del militar Ramón Cabrera. - 2ª fase (Julio de 1835-octubre de 1837) se caracteriza por las grandes expediciones carlistas para enlazar y estimular las partidas dispersas por el país. En 1836 tiene lugar la primera de ellas, la del general Miguel Gómez. Partió del País Vasco consiguió llegar a Galicia, después se dirigió a Valencia y de aquí hacia Andalucía. La expedición no logró consolidar el carlismo en ningún punto y terminó regresando hacia el norte. Al año siguiente, en 1837, tuvo lugar la “expedición real”, que partió de Navarra en mayo, bajo la dirección del propio pretendiente y a la que se unió Ramón Cabrera, llegando a las afueras del Madrid en septiembre; sin embargo, la acción del general Espartero obligó al pretendiente a regresar al País Vasco. Los fracasos militares carlistas empezaban a escindir a los dirigentes carlistas conscientes de la imposibilidad de una victoria militar. - 3ª fase (octubre de 1837 y agosto de 1839). Se caracteriza por el agotamiento de los contendientes, interesados en buscar la paz. Al fin, el general carlista Maroto firmó el convenio de Vergara (agosto de 1839) con Espartero por el que se ponía fin a la guerra. Los carlistas reconocían la derrota, pero conservaban sus grados militares en el ejército de Isabel II, además, el gobierno se comprometía a tratar en las Cortes el tema de los fueros en el País Vasco y en Navarra. El convenio no fue aceptado por don Carlos, que cruzó la frontera con Francia (septiembre de 1839). Las consecuencias más importantes de la guerra carlista fueron varias: 11 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso - La monarquía, ávida de apoyos, se inclinó de manera definitiva hacia el liberalismo. - Los militares van a cobrar un gran protagonismo en la vida política y protagonizarán frecuentes pronunciamientos. - Los gastos de la guerra forzaron la desamortización de las tierras de la Iglesia. 1.3. La regencia de Espartero (1840-1843) Proclamado regente por las Cortes, desde muy pronto, los moderados decidieron utilizar el pronunciamiento como vía para acabar con la regencia de Espartero. Así, en octubre de 1841, organizado desde París por hombres del círculo de María Cristina, hubo un intento que finalizó con el fusilamiento de los generales implicados en el golpe. Con todo, los problemas para Espartero vinieron de su forma de gobernar, muy personalista y en ocasiones autoritaria, apoyándose en sus amigos personales, una camarilla de militares afines, alejándose, por el contrario, del sector mayoritario del grupo progresista de las Cortes, encabezado por Joaquín María López y Salustiano Olózaga. El enfrentamiento, por tanto, entre las Cortes y el gobierno, ambos progresistas, podía terminar facilitando la vuelta al poder a los moderados, como, al final, así fue. Los sucesos de Barcelona también contribuyeron a desprestigiar a Espartero. Entre los empresarios y los mismos trabajadores reinaba la inquietud ante las noticias sobre un proyecto de negociación librecambista del gobierno con Inglaterra, valorado muy perjudicial para los intereses de la industria textil catalana. El malestar derivó hacia una insurrección social con barricadas, las autoridades abandonaban Barcelona mientras se constituía una junta revolucionaria. Espartero respondió con el bombardeo de Barcelona, entre el 3 y 4 de diciembre de 1842. Desde el castillo de Montjuich los cañones dispararon 1.014 proyectiles que dañaron 462 casas. Hubo un total de 20 muertos. Este grave incidente redujo los apoyos que recibía el regente. El partido progresista seguía dividido entre los de la camarilla militar, al servicio del regente, y los del sector progresista de la Cámara, en su contra. Este último grupo puso en marcha un movimiento conspirativo, con levantamientos armados por buena parte de España, al que se unieron los moderados, liderados por su líder militar Ramón María Narváez. Éste regresa de Francia y se suma al pronunciamiento en Valencia. A continuación, se enfrentó a las tropas de Espartero, sobre las que se impuso, en Torrejón de Ardoz (julio de 1843). Espartero, sin apoyos, terminó abandonando el país, embarcando en Cádiz rumbo a Londres. Para evitar disputas por la regencia, en noviembre las Cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel (contaba con 13 años) y la proclamaron reina. Antes de terminar el año, la reina encargaba a un político moderado, González Bravo, la formación de un gobierno, que duró unos seis meses, siendo sustituido por otro dirigido por Narváez. Con él daba comienzo la Década Moderada. Epígrafe 5. La década moderada (1844-1854). 2.1. Configuración y caracteres del régimen moderado. Tras la caída de Espartero y la breve etapa del Gobierno Olózaga, los moderados se hicieron con el poder, con el apoyo de la Corona, e iniciaron la última etapa de la configuración del Estado liberal en España. El apoyo decidido de la Corona a los moderados de Narváez conducirá a que los progresistas se aparten del sistema político (retraimiento) e intenten acceder al poder por la vía insurreccional (recurso al pronunciamiento, la formación de Juntas revolucionarias y la movilización popular con el apoyo de la Milicia Nacional). Los principales elementos que caracterizan el moderantismo español son los siguientes: - Apoyo social: El régimen moderado se basa en el predominio social, político y económico de la burguesía terrateniente, clase surgida de la fusión de la vieja nobleza señorial y los nuevos propietarios rurales, cuyo objetivo era consolidar un nuevo orden social que salvaguardase las conquistas más conservadoras de la revolución liberal frente a la reacción carlista y los excesos revolucionarios de las clases populares. 12 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso - Apoyo institucional: Los principales apoyos del moderantismo español fueron la propia Corona y gran parte del Ejército, quienes garantizaban el régimen político y el orden social. La reina Isabel apoyó invariablemente a los sectores más conservadores y se alineó claramente con el moderantismo. - Base ideológica: Los moderados elaboraron un nuevo texto constitucional, inspirados en los principios del liberalismo doctrinario. La ideología moderada anteponía la defensa del orden y de la propiedad frente a la libertad y los derechos individuales y colectivos. Ello dio lugar a la sucesión de gobiernos autoritarios cuya política se orientó a la absoluta prohibición de cualquier acción u opinión que atentara contra las bases del régimen. También contribuía con ello la implantación de un sufragio censitario y el control de la libertad de prensa. En línea con estas características, durante la Década Moderada será fundamental la figura de Narváez, auténtico hombre fuerte del partido moderado, quien controló la vida política tanto como jefe de gobierno como bajo gobiernos ajenos. Narváez también fue el artífice de la Constitución de 1845 y de algunas de las principales reformas del período, reprimiendo con dureza los movimientos de protesta populares, lo que le granjeó el apoyo de la Corona y de los terratenientes. 2.2. Las reformas moderadas. La Constitución de 1845. La Década Moderada va unida a la persona de Narváez y aunque a lo largo de este periodo 16 gobiernos (lo cual indica en principio una gran inestabilidad) no hay que engañarse, Narváez es el político moderado que preside esta etapa. El primer gobierno, no obstante, estuvo presidido, por González Bravo. Sus medidas eran un anticipo del programa legislativo que caracterizará al liberalismo moderado. Así, González Bravo pone en vigor la ley de ayuntamientos de 1840, suprime la Milicia Nacional y creaba (por decretos de 28 de marzo y de 12 de abril de 1844) la Guardia Civil. En una etapa en la que se estaban realizando cambios favorables para la gran propiedad agraria, y perjudiciales para el campesinado, la Guardia Civil aparecía como un excelente instrumento para el mantenimiento del “orden” y de la “propiedad” en el medio rural. Ya con Narváez al frente del gobierno, en septiembre de 1844 tuvieron lugar las elecciones para una nueva Asamblea encargada de redactar una nueva Constitución. Como era de esperar, el triunfo, aplastante, correspondió a los moderados. El poder de Narváez era indiscutible y su gobierno será el encargado de fijar las medidas legislativas que van a definir al nuevo Estado liberal moderado, que fueron las siguientes: - La Constitución de 1845, en su redacción se excluyó toda pretensión de pacto con los progresistas. Limitaba, considerablemente, las atribuciones de las Cortes y se reforzaba, en consecuencia, las de la Corona. Establecía la soberanía compartida entre la monarquía y las Cortes. Éstas eran bicamerales (Senado y Congreso de los Diputados), como establecía la Constitución de 1837, pero ahora con la diferencia de que el Senado contaba con un número ilimitado de senadores, nombrados por el rey con carácter vitalicio. Sobre la religión establecía la exclusividad de la religión católica, con el compromiso del Estado de sufragar los gastos del culto y el clero. - La conformación de un Estado centralizado y uniforme. Así las leyes de administración local y provincial de 1845 establecían la designación de los alcaldes de los municipios de más de 2.000 habitantes y de las capitales de provincia por la Corona y los de los demás por los gobernadores civiles, autoridad máxima en las provincias, encargados de presidir las diputaciones provinciales. - La adopción de medidas destinadas a la reconciliación con la Iglesia. Con ese objetivo se suspendió la venta de bienes eclesiásticos, se devolvían también los que no habían sido vendidos y, a su vez, se iniciaron conversaciones con la Santa Sede que desembocaron en la firma del Concordato de 1851. - La reforma de la Hacienda de 1845, debida al ministro Alejandro Mon, acabó con el viejo sistema fiscal introduciendo la “contribución de inmuebles, cultivo y ganadería”, el “subsidio industrial y de comercio” y el impuesto sobre el consumo de determinadas especies (vinos, aguardientes, aceite de oliva, carnes…) que se cobraba, según unas tarifas, a la entrada de las poblaciones. Los “consumos” al contribuir a aumentar los precios de las subsistencias era muy odiado por las clases populares. 13 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso - La ley electoral de 1846, en contraste con la ley progresista de 1837, reducía el número de electores al doblar los requisitos de fortuna para poder votar. 2.3. El desarrollo político de la Década Además de establecerse un Estado que respondía a la perfección a los esquemas del liberalismo moderado, tal y como se ha explicado en el apartado anterior, en el desarrollo político de la Década hay que resaltar otras cuestiones como el matrimonio de la reina, la segunda guerra carlista, las novedades del gobierno de Bravo Murillo y la crisis política final que viene a acabar con la Década Moderada. Sobre el matrimonio de la reina, Francia e Inglaterra procuraron evitar que el candidato elegido fuera contrario a sus intereses. Con ello terminaron por limitar los candidatos a la propia familia Borbón, casándose, en efecto, con su primo Francisco de Asís (octubre de 1846), un matrimonio desgraciado para ambos. A la vez, la hermana de la reina, Luisa Fernanda, se casó con Antonio de Orleáns, duque de Montpensier, hijo del rey de Francia. El matrimonio de la reina con Francisco de Asís reavivó el enfrentamiento con los carlistas, que confiaban en casar a Isabel II con el pretendiente Carlos VI, conde de Montemolín, hijo de Carlos María Isidro, que finalmente fracasó. Ello dio lugar al estallido de la segunda guerra carlista (1846-1849) o “guerra del Matiners”, con centro en Cataluña y en donde Ramón Cabrera que regresó de Inglaterra, se puso al frente de las partidas de guerrilleros. Al último gobierno de Narváez, entre octubre de 1847 y enero de 1851, le sucedió el encabezado por Bravo Murillo. Durante su mandato se firmó el Concordato con la Santa Sede, firmado en marzo de 1851, por el que el papa reconocía a Isabel II como reina y aceptaba la pérdida de los bienes ya vendidos. Mediante este acuerdo se reforzaba la confesionalidad católica de la Constitución de 1845 excluyéndose otros cultos; se otorgaba a la Iglesia la supervisión del sistema educativo para adecuarlo a la moral católica; se abrió la posibilidad de establecer órdenes religiosas y se creaba la dotación de “culto y clero”, es decir, el Estado era el encargado de mantener a la Iglesia con cargo a los presupuestos. La división interna entre los mismos moderados contribuyó a que cayera el gobierno de Bravo Murillo y ello abrió un nuevo periodo de inestabilidad política, con fuerte desgaste de los moderados. A Bravo Murillo le sucedieron dos gobiernos cortos hasta la constitución del último de la Década, el presidido por Luis José Sartorius (conde de San Luis) en septiembre de 1853. El gobierno terminó siendo acusado de escándalos administrativos en la construcción del ferrocarril, facilitando negocios sucios y enriquecimientos escandalosos. Cuando el Senado decidió votar en contra de las concesiones ferroviarias propuestas por el gobierno éste decidió perseguir a cuantos habían votado en contra suya. El mecanismo destinado a facilitar el acceso al poder de los progresistas se puso en marcha. En efecto, un grupo de militares tomó la iniciativa y decidió pronunciarse contra el gobierno. Comenzaba la “Vicalvarada”. Epígrafe 6. El bienio progresista y la vuelta al moderantismo. 3.1. El Bienio Progresista (1854-1856) 3.1.1. El pronunciamiento de 1854. Los progresistas en el poder. El 28 de junio de 1854, un grupo de militares bajo la dirección de los generales O’Donnell y Dulce decidían iniciar un pronunciamiento en Madrid en contra del gobierno; el día 30 se enfrentaba con las tropas gubernamentales en Vicálvaro (la “Vicalvarada”) dando como resultado un encuentro indeciso. Las fuerzas sublevadas no encontraron el apoyo que esperaban en Madrid y decidieron retirarse hacia el sur. En Manzanares el general Serrano se unió a la sublevación y convenció a O’Donnell para dar al pronunciamiento un giro hacia el progresismo, y con esa finalidad se redactó, por Cánovas del Castillo, el “Manifiesto de Manzanares”, con promesas progresistas, que firmó O’Donnell (7 de julio) y cuya difusión permitió que la sublevación militar se transformará en una revolución popular y progresista. En Madrid se prendía fuego a las viviendas de Sartorius, José Salamanca, al palacio de María Cristina… Además, en distintas ciudades se constituían Juntas revolucionarias. 14 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso A la vista de los acontecimientos, a la reina sólo le quedaba un camino: formar un gobierno dirigido por la principal figura del progresismo, el general Espartero, que con O’Donnell como ministro de la Guerra, quedaba constituido a finales de julio. 3.1.2. La Constitución non nata de 1856 y la obra legislativa. El fin del Bienio. Convocadas elecciones para unas Cortes constituyentes, las votaciones tuvieron lugar en octubre dando el triunfo al nuevo partido de la Unión Liberal, liderado por O’Donnell, y que nació como una opción de centro agrupando a progresistas y moderados. Seguía, en número, los que se calificaban a sí mismos como “progresistas puros” y, en ambos extremos, los moderados y los demócratas. Éstos, como Partido Demócrata, se había creado en 1849, como una escisión por la izquierda del progresismo; defendían el sufragio universal masculino y políticas a favor de los intereses populares (criticaban el impuesto de consumos y las quintas). Estas Cortes del Bienio desempeñaron un importante papel en lo político (una nueva Constitución) y en lo económico (aprobación de un conjunto de leyes que contribuyeron a la industrialización del país y a la consolidación del capitalismo como modelo económico): - La Constitución de 1856. Es conocía como non nata (no nacida) porque no fue promulgada. Reunía el ideario progresista: la soberanía nacional, vuelta de la Milicia Nacional, alcaldes elegidos por los vecinos, unas Cortes bicamerales (Congreso y Senado, pero éste elegido por los votantes y no por designación de la corona), libertad de imprenta y libertad religiosa… - La ley de desamortización general civil y eclesiástica de 1 de mayo de 1855, llamada de Madoz por el ministro que la promovió. Afectó a los bienes de la Iglesia, que habían quedado sin vender, a los que se sumó la venta de los bienes municipales (los bienes de propios, que proporcionaban, por estar arrendados, una renta al Ayuntamiento). La burguesía con dinero fue de nuevo la gran beneficiaria, aunque la participación de los pequeños propietarios fue más elevada que en la anterior de Mendizábal - La ley General de Ferrocarriles de 3 de junio de 1855, que facilitó la inversión de capital extranjero y la constitución de grandes compañías ferroviarias para la construcción y explotación de la red ferroviaria. - La ley de Bancos de emisión y de Sociedades de crédito, de 28 de enero de 1856, destinadas a favorecer la movilización de los capitales para financiar la construcción de las líneas ferroviarias. La crisis que acaba con el gobierno de Espartero, y con ella también con el Bienio, es una consecuencia del clima de conflictividad social. En Barcelona, los trabajadores venían reivindicando mejoras sociales en un clima de tensión social, pero fue en tierras de Castilla (Palencia y Valladolid) donde la carestía del pan provocó motines de subsistencias, cuya represión provocó fuertes diferencias en el seno del mismo gobierno. Tras presentar su dimisión el ministro de la Gobernación, Espartero decidió hacer otro tanto. Era lo que venía deseando la reina, al igual que los moderados. La reina, entonces, llamó a O’Donnell para formar gobierno (14 de julio (1856)). Mientras tanto los diputados progresistas y demócratas de las Cortes, que negaban su confianza al nuevo gobierno, no tuvieron más remedio que abandonar la cámara cuando las tropas gubernamentales iniciaban el cañoneo del edificio y los primeros cascos de granada entraban en la sala de sesiones… 3.2. La vuelta al moderantismo (1856-1868) 3.2.1. La evolución política y el crecimiento económico durante la era O´Donnell. La última etapa del reinado de Isabel II fue de alternancia en el poder entre los moderados y la Unión Liberal. Comenzó, como hemos visto, O’Donnell pero, en contra de lo que imaginaba, su gobierno sólo duro tres meses. Suficientes, no obstante, para suprimir la Milicia Nacional, disolver las Cortes y restablecer la Constitución de 1845 con un Acta adicional aprobada en septiembre (1856), que ampliaba, ligeramente, las libertades. En octubre la reina decidía destituir a O’Donnell para formar un gobierno presidido por Narváez. Era la vuelta al moderantismo más conservador, sin paliativos. Así, se decidió restablecer la Constitución de 1845, sin Acta adicional. También correspondió a este gobierno la aprobación de la ley de Instrucción Pública 15 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso (1857), debida al ministro Claudio Moyano, que ha tenido una larga duración en nuestro país, y que regulaba el sistema educativo en tres etapas: primaria, segunda enseñanza y enseñanza superior. Antes de terminar el año (1857), Narváez presentaba su dimisión y tras la constitución de dos gobiernos de corta duración era O’Donnell el encargado de formar gobierno (junio de 1858), con el respaldo de su partido, la Unión Liberal. Su larga duración, de cuatro años y medio, ha dado lugar a conocer este periodo como el “gobierno largo” (1858-1863) de la Unión Liberal. Contribuyó a ello el que coincidiera con una etapa de crecimiento económico, como consecuencia de la red ferroviaria, que se está construyendo, de la mecanización de la industria textil catalana y el incremento en las ventas de tierras al aplicarse la desamortización civil, que también permitió ampliar los ingresos del Estado. En este contexto el gobierno de O’Donnell apostó por una política exterior con aventuras militares que fueron bien acogidas por la opinión pública y permitieron darle al gobierno un cierto prestigio. Así, en la “guerra de Cochinchina” (o sea Vietnam, 1858–1862) se envió una expedición con otra francesa para castigar el martirio de misioneros que estaba teniendo lugar allí. Pero la más importante fue la “guerra contra Marruecos” (1859–1860) que tuvo lugar para proteger Ceuta de los ataques marroquíes. En varias batallas se impuso el ejército español bajo la dirección de los generales O’Donnell y Prim. Se logró la ampliación de la plaza de Ceuta, pero se esperaban mayores ventajas territoriales en proporción al esfuerzo realizado. También se intervino, por otras razones, en Méjico, con un ejército al mando del general Prim. 3.2.2. La crisis final del reinado (1863-1868). Como el juego político venía quedando reducido a favor de los moderados y de la Unión Liberal, en la crisis final del reinado contribuyó la misma Corona, empeñada en contar sólo con gobiernos moderados, o bien presididos por O’Donnell, lo que anulaba los fundamentos del sistema liberal. A los progresistas sólo les quedaba la vía de la conspiración, lo que suponía tomar el poder por la fuerza. A todo esto, el gobierno añadía más ingredientes al actuar con extrema dureza ante cualquier acontecimiento que viniera a criticar o alterar el curso de la vida política. Así, con Narváez en el gobierno, el catedrático Emilio Castelar fue expedientado tras escribir un artículo titulado “El rasgo”, donde criticaba a la reina. El rector de la Universidad Central se puso del lado de Castelar y una manifestación de estudiantes acabó, tras la actuación de la fuerza pública, con 11 muertos y 193 heridos (los sucesos de la “noche de San Daniel”: 10 de abril de 1865). El gobierno, desprestigiado, cayó para ser sustituido por otro dirigido por O’Donnell (junio de 1865). Los progresistas, liderados por Juan Prim, ya sólo confiaban en el pronunciamiento como única salida. Pero lo que se planeó como un pronunciamiento acabó en un absoluto fracaso: los sargentos de artillería del cuartel de San Gil en Madrid se amotinaron y al querer hacerse con el mismo se enfrentaron a sus oficiales, dando lugar a una gran carnicería (junio de 1866). El gobierno de O’Donnell respondió con una fuerte represión, fusilando a 66 de sus participantes, acusados de sublevación. Otra vez la reina aplicó el adiós a O’Donnell para volver a Narváez, ya sin ideas, pero especialista en aplicar la mano dura en aquello que viniera a alterar el “orden”. Mientras, en agosto de 1866, la oposición de progresistas y demócratas en el exilio, firmaba el pacto de Ostende (Bélgica) con el propósito de unir fuerzas para conseguir destronar a Isabel II y convocar unas Cortes constituyentes elegidas por sufragio universal, encargadas de decidir el tipo de gobierno que debía tener el país. Tras la muerte de O’Donnell (noviembre de 1867), los unionistas, ahora bajo la dirección del general Serrano, se unían al pacto. En abril de 1868 fallecía Narváez, sucediéndole González Bravo. No quedaba mucho donde elegir. La sublevación estalla en septiembre de 1868. Denominada por sus protagonistas “la Gloriosa”, al triunfar ésta trajo consigo la caída de Isabel II, que salió de España hacia París, y la apertura en nuestra historia de una nueva etapa política de signo democrático, que iba más allá del liberalismo. 16 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso TEMA 3: EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874). ECONOMÍA Y SOCIEDAD ESPAÑOLAS EN EL SIGLO XIX. Epígrafe 7. La evolución política del Sexenio Democrático. Se denomina Sexenio Democrático o Sexenio Revolucionario (1868-1874) al período comprendido entre la revolución de 1868 que originó la caída de Isabel II y la posterior restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII (1874). Las etapas que se suceden en el Sexenio tras la Revolución son el Gobierno Provisional, la Regencia de Serrano, la Monarquía de Amadeo de Saboya y la Primera República. 1.1. La Revolución de 1868 El 18 de septiembre de 1868 tuvo lugar un pronunciamiento militar en Cádiz dirigido por Prim (líder de los progresistas), Serrano y Topete. Comenzaba así “la Revolución Gloriosa”, cuyo estallido se puede explicar por la confluencia de tres tipos de causas: económicas, ideológicas y políticas. a) Económicas: A partir de 1866 se había iniciado una crisis económica en la que podemos destacar tres aspectos: - Una crisis de subsistencia por efecto de dos pésimas cosechas de trigo en los años 1866 y 1867. - Una crisis financiera debido al hundimiento de la bolsa por la disminución de las expectativas de beneficio de las empresas ferroviarias. - Una crisis industrial debido a las dificultades de la industria textil catalana. La consecuencia de esta crisis económica fue el descontento generalizado, tanto de la burguesía que comprendía al fin lo erróneo de la política isabelina para sus intereses, como de la población obrera y campesina, sumida en el paro y el hambre. b) Ideológicas: La democracia política, basada en el sufragio universal, ha acabado imponiéndose no sólo en el programa del partido demócrata sino también en el programa del partido progresista y el del partido unionista y estas exigencias no tenían cabida en un sistema liberal controlado la mayor parte del tiempo por los moderados. c) Políticas: La monarquía borbónica estaba cada vez más desacreditada y progresistas, demócratas y unionistas se unieron en el Pacto de Ostende (1868) para derrocar a Isabel II e iniciar un proceso democrático en España. La Revolución de 1868 triunfó al cabo de unos meses, siendo un proceso que consta de varios momentos: 1) Un pronunciamiento militar que tuvo lugar en Cádiz el 18 de septiembre, donde Prim (progresista), Serrano y Topete (unionistas) se sublevan al grito "Viva España con honra". En los días sucesivos los cuarteles del país se fueron sumando uno a uno a la sublevación, hasta que el día 28, en Alcolea (Córdoba), las fuerzas de Serrano derrotaron a las gubernamentales. La reina Isabel II huyó a Francia. Se había producido así el destronamiento de la monarquía borbónica. 2) La revolución popular. Las capas populares apoyaron decididamente el pronunciamiento ya que el programa revolucionario de los sublevados incluía las principales reivindicaciones populares, como el sufragio universal, la supresión de las quintas y la abolición de los consumos. Por todas partes se fueron formando Juntas revolucionarias organizadas por los progresistas y los demócratas que sustituyeron a las autoridades del régimen isabelino y lanzaban una serie de exigencias o cambios en sus proclamas. Para la defensa de la revolución se organizaron los "Voluntarios de la libertad". 1.2. El Gobierno Provisional (1868-1869) En octubre de 1868 se constituyó el Gobierno Provisional cuyas principales figuras eran Serrano (Presidencia), Prim (Guerra) y Sagasta (Gobernación). Lo componían unionistas y progresistas, quedando excluidos los demócratas. Las primeras medidas del Gobierno Provisional fueron: 17 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso - El reconocimiento de las libertas básicas (libertad de imprenta, derecho de reunión y de asociación) que se habían pedido en las proclamas de las Juntas. - La convocatoria de Cortes Constituyentes para que éstas se encargaran de la elaboración de una constitución democrática. Las elecciones, que se celebraron por primera vez en España por sufragio universal masculino (varones mayores de 25 años), dieron la victoria a la coalición gubernamental formada por progresistas, unionistas y un sector del Partido Demócrata, los llamados Cimbrios (dispuestos a cooperar con el Gobierno con independencia del régimen político -monarquía o república- siempre que respetase la democracia) y surgieron, también, dos importantes minorías dentro de las Cortes, tales como los carlistas y la sección del Partido Demócrata que había quedado fuera de la coalición, los llamados desde entonces como republicanos (creían indispensable para garantizar la democracia en España la implantación de un República federal y crearon el Partido Republicano Federal (1869), cuyo líder sería Pi y Margall). Las Cortes Constituyentes elaboraron la Constitución de 1869, de carácter democrático, pero que tendrá una corta duración, pues su vigencia terminó en 1873. Las características esenciales de esta Constitución fueron: a) La soberanía nacional b) Se escogía la monarquía democrática como forma de gobierno. c) Aparecía la división clásica de los tres poderes. Las Cortes se convertían en la institución principal. Desempeñaban el poder legislativo. Eran bicamerales, formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado. El ejecutivo era desempeñado por el gobierno que debía contar con el apoyo de las Cortes. Se aseguraba así el funcionamiento de un verdadero sistema parlamentario d) El sufragio universal masculino era la gran novedad. e) Una amplísima declaración de derechos en la que a los tradicionales derechos individuales se añadieron otros como el derecho de reunión y el de asociación. f) Uno de los artículos más controvertidos fue el referente a la libertad de culto que supuso la radical oposición de la Iglesia a la Constitución. 1.3. La Regencia de Serrano (1869-1870) Una vez aprobada la Constitución de 1869 Serrano fue nombrado regente y Prim jefe del gobierno. Los principales problemas del período fueron: a) El estallido de la guerra de Cuba (1868-1878). El movimiento independentista se inició en 1868 con el llamado "grito de Yara". En él confluyen los deseos independentistas y a la vez el problema de la esclavitud en Cuba. La negativa de los grandes hacendados españoles a la abolición de la esclavitud en Cuba frustró la posibilidad de una solución pacífica. El conflicto se prolongó hasta 1878 ("Guerra de los Diez años") b) La búsqueda de un nuevo rey para España. Había varios posibles candidatos al trono, entre ellos miembros de diferentes Casas Reales europeas: el portugués Fernando de Coburgo, que era anciano y rechazó el ofrecimiento; el duque de Montpensier, cuñado de Isabel II; el alemán Leopoldo de Hohenzollern, cuya candidatura desencadenaría la guerra franco-prusiana de 1870 al oponerse a ella el emperador francés Napoleón III; también fue descartada la candidatura de Espartero. Puesto que Prim se negó rotundamente a que otro Borbón, en este caso Alfonso, el hijo de Isabel II, alcanzase el trono, las Cortes escogieron, finalmente a Amadeo de Saboya, cuyo padre era Víctor Manuel II, rey de Italia. 1.4. El reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873) El día de la llegada de Amadeo a España (enero de 1871) moría el general Prim, el hombre con mayor prestigio personal y la figura clave del nuevo sistema político surgido tras la Revolución de 1868. La nueva monarquía nació muy debilitada por este suceso. Prim había sido víctima de un atentado cuyos motivos e identidad de los autores todavía hoy se desconocen. 18 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso Los principales problemas a los que tuvo que hacer frente Amadeo I fueron varios y muy importantes: a) La continuación de la guerra de Cuba, iniciada en 1868. b) El estallido de la 3ª guerra carlista (1872-1876). El nuevo pretendiente carlista era ahora Carlos VII, nieto de Carlos María Isidro. c) Las insurrecciones federalistas de 1872 protagonizadas por los sectores más intransigentes del federalismo. El final de la monarquía democrática representada por Amadeo I se produjo por la desintegración de la coalición gubernamental (progresistas, unionistas, demócratas) que dejó al rey sin el apoyo necesario para hacer frente a los graves problemas del país. Privado de todo apoyo el 10 de febrero de 1873 Amadeo de Saboya presentaba su renuncia al trono. 1.5. La Primera República (1873-1874) Las Cortes proclamaron la I República el 11 de febrero de 1873 ante la imposibilidad de buscar un nuevo rey. Esta nueva etapa del Sexenio Democrático constará de dos fases: - La República Federal (1873). Ésta tuvo cuatro presidentes: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar. - La República autoritaria (1874) del general Serrano. 1.5.1. La República Federal (1873) Desde el primer momento la República se encontró con importantes obstáculos que impidieron su consolidación: a) Cuando la República fue proclamada los republicanos contaban con un escaso apoyo social. Su principal apoyo social era las clases medias y bajas urbanas en tanto que los campesinos y obreros se sentían más atraídos por las ideas anarquistas que por las republicanas. Además, los sectores conservadores (burguesía, mandos del Ejército y la Iglesia) se convirtieron en sus principales enemigos. Los republicanos defendían la República como la forma de Estado más comprometida con la defensa de las libertades de los ciudadanos. Eran partidarios de la realización de reformas políticas, sociales y económicas que contribuyeran a un mayor igualitarismo entre los ciudadanos. Se caracterizaban además por su anticlericalismo. Y defendían la abolición de los consumos y de las quintas. b) La oposición de los carlistas, los progresistas, los unionistas y los alfonsinos contra la República es feroz. Por si fuera poco, los propios republicanos estaban divididos. - Los republicanos unitarios (Castelar) defendían un Estado centralista. - Los republicanos federalistas defendían un Estado Federal. Además, dentro de estos había dos corrientes: o Los federalistas parlamentarios (Pi y Margall) eran partidarios de la vía democrática para implantar el federalismo. Defensores de un federalismo de arriba-abajo (desde las Instituciones al pueblo). o Los federalistas intransigentes (Orense) eran partidarios de la insurrección armada. Defensores de un federalismo de abajo-arriba (desde el pueblo a las Instituciones). En estas condiciones los sucesivos gobiernos republicanos presididos por Figueras, Pi y MargaIl, Salmerón y Castelar no consiguieron dotar al régimen de la estabilidad necesaria para poder gobernar. c) Los campesinos, obreros y masas populares quisieron ver satisfechas sus aspiraciones sociales de manera inmediata. En Andalucía los campesinos se levantaron reclamando un reparto de las tierras. Los obreros de las zonas industriales exigían la disminución de la jornada laboral y 19 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso aumento de salarios. Y en las principales ciudades las masas populares reclamaban la abolición de los consumos3 y las quintas4. Una vez sofocados estos levantamientos la principal preocupación de los dirigentes republicanos fue la construcción de un nuevo estado de carácter federal. Para ello se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, que fueron ganadas ampliamente por los republicanos federales, aunque más del 60% del electorado se abstuvo. Las Cortes elaboraron el proyecto constitucional de 1873 cuyas principales características son: - Se establecía la República Federal como forma de Estado. España constaría de 17 Estados federales (15 regiones más Cuba y Puerto Rico). Se preveía que cada uno de los 17 estados federales tuviera amplia autonomía política, administrativa y económica; así, entre sus competencias se incluirían una Hacienda y una policía propias. La organización política se estructuraría en tres niveles: la República Federal, los Estados Federales y los municipios. Éstos últimos gozarían también de ·autonomía política. - Se adelantaba la edad para votar a los varones mayores de 21 años. - Se establecía un sistema bicameral para la República Federal: el Congreso, con plenos poderes legislativos; y el Senado, donde estaban representados los Estados federales. - Esta Constitución mantenía una declaración de derechos similar a la de 1869. - La separación total entre la Iglesia y el Estado. La República dejó de subvencionar económicamente a la Iglesia católica. Este proyecto constitucional se completaba con otras medidas como la supresión de las quintas, la supresión del impuesto de consumos y la abolición de la esclavitud en las colonias (Cuba y Puerto Rico). Pero la Constitución federal de 1873 no llegaría a aprobarse por el estallido de los movimientos cantonalistas. De hecho, este gran escollo junto con otros tres, fueron los principales problemas que afrontó la República del 73: a) La Tercera guerra carlista (1872-1876). Aunque iniciada en 1872, la guerra carlista se recrudeció al proclamarse la I República. Los carlistas nuevamente controlaron las zonas rurales del País Vasco y Navarra extendiéndose también por el Maestrazgo y Cataluña donde Carlos VII reconoció los fueros catalanes suprimidos por Felipe V. El ejército carlista obtuvo inicialmente algunos éxitos militares, y Carlos VII llegó a crear un gobierno con capital en Estella (Navarra). Los carlistas serían definitivamente derrotados en 1876. b) El cantonalismo. El cantonalismo se puede definir como el movimiento insurreccional promovido por los federalistas intransigentes en 1873 con el objetivo de crear pequeñas unidades independientes (cantones) que establecerían acuerdos libres entre ellos para formar un Estado Federal. El cantonalismo fue, por tanto, la realización práctica de las ideas de los federalistas intransigentes de llegar al Estado Federal "de abajo hacia arriba". La sublevación cantonalista se inició en Cartagena en el mes de julio de 1873. Desde esta ciudad se extendió rápidamente por Levante y por Andalucía. El movimiento cantonalista provocó la caída de Pi y Margall y el nombramiento de Salmerón como nuevo presidente supuso un claro giro conservador. Salmerón recurrió al ejército para sofocar la insurrección cantonal. El cantonalismo fue aplastado militarmente a excepción del cantón de Cartagena que resistió hasta de enero de 1874. Pero Salmerón dimitió por motivos de conciencia, al negarse a firmar dos penas de muerte impuestas por la autoridad militar. El último presidente fue Emilio Castelar (republicano unitario), que apoyado por los sectores más conservadores instauró un gobierno basado en los principios de orden y autoridad, como reacción al experimento cantonalista. 3 Los consumos eran los impuestos más impopulares entre las clases humildes puesto que afectaban a los productos básicos (vino, carne, jabón, etc). 4 Las quintas eran el sistema de reclutamiento de soldados en el siglo XIX y parte del XX. Se llamaba a filas a un joven de cada cinco, entre los 20 y 30 años. El servicio militar podía ser hasta de 8 años, aunque lo normal era de 2 o 3 años. Los ricos podían librarse mediante un pago en metálico. 20 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso c) La guerra de Cuba. La guerra iniciada en 1868 continuó y la República se vio incapaz de ponerle fin a pesar de la abolición de la esclavitud y el reconocimiento de Cuba y Puerto Rico como Estado federales dentro de la nación española. d) Las conspiraciones militares alfonsinas. Isabel II había cedido sus derechos al trono a su hijo Alfonso, ambos vivían exiliados fuera de España. No obstante, el Ejército deseaba restaurar la monarquía borbónica mediante un golpe de estado. 1.5.2. La República Autoritaria del general Serrano (1874) La primera fase de la República concluyó el 4 de enero de 1874 cuando el general Pavía llevó a cabo un golpe de Estado entrando con sus tropas en las Cortes, que se disponían ese día a elegir por votación un nuevo presidente a instancias de los republicanos federales (Pi y MargaIl y Figueras) descontentos con la labor de Castelar. Tras este golpe, el general Serrano presidió un gobierno (formado por una coalición de unionistas y progresistas) con plenos poderes. De hecho, se suspendió la Constitución de 1869, se disolvieron las Cortes (lo que significaba en la práctica el fin de la I República), e incluso, en los primeros días de gobierno (10 de enero) se decretó la disolución de la Internacional, pasando el socialismo y el anarquismo a la clandestinidad. Mencionando esto, no debemos olvidar que, al margen del sistema de partidos, pero muy relacionados con el republicanismo, habían surgido las primeras organizaciones obreras de carácter socialista y anarquista. Los ecos de la AIT y la Comuna de París (1871) provocaron la afluencia de periódicos obreros, los primeros congresos obreros (Barcelona, Valencia, Zaragoza) y la llegada de dirigentes de la Internacional como Paul Lafargue en 1871. Entre tanto, la proclamación de la República provocó una oleada de manifestaciones, huelgas y movimientos campesinos que se mezclaron con los contenidos federalistas del cantonalismo. Esta mezcolanza fue utilizada por los sectores conservadores para presentar la insurrección cantonal como un movimiento revolucionario, e incluir a la AIT en la subsiguiente represión durante el gobierno de Serrano. El gobierno de Serrano se convirtió en un mero prólogo de la restauración borbónica que se consumó definitivamente el 29 de diciembre de 1874, cuando el general Martínez Campos proclamó en Sagunto a Alfonso XII rey de España, poniendo fin a la primera experiencia republicana de la historia de España. Las líneas políticas de la nueva monarquía quedaron recogidas en el Manifiesto de Sandhurst: régimen monárquico de carácter conservador y católico, defensor del orden social y del funcionamiento del sistema político liberal. Epígrafe 8. La economía española en el siglo XIX: agricultura, industria y transportes. 2.1. Introducción La población española del siglo XIX se duplicó en un siglo (pasó de 10,5 millones en el censo de 1797 a 19 millones en 1900). No obstante, el comportamiento demográfico se caracterizaba por altas tasas de natalidad y de mortalidad, y es hacia 1870 cuando se produce el mayor crecimiento de la población, ya que se redujo mucho la mortalidad catastrófica y mejoraron las condiciones sanitarias y alimenticias. Desde el punto de vista monetario el siglo XIX trajo importantes novedades, pues se creó en 1868 un sistema unificado, obra del ministro de Hacienda Laureano Figuerola. Figuerola instauró una moneda única, la peseta (dividida en 4 reales de 25 céntimos). Con ella el Estado asumió de forma efectiva el monopolio de su fabricación. El nuevo sistema se implantó de forma progresiva. En definitiva, el S. XIX fue un periodo de lento crecimiento y atraso en comparación con los logros de los países industrializados. Podemos diferenciar dos etapas: hasta 1860 estancamiento económico y un crecimiento más rápido a partir de esta fecha. En general prevalecieron unos fuertes desequilibrios regionales entre zonas modernas, ricas e industrializadas y una mayoría del país atrasado, y muy pobre que vive de la agricultura. 2.2. Sector agrario 21 Historia de España – I.E.S. Alto Guadiana – Tomelloso La agricultura seguía siendo la principal actividad económica en el S. XIX, pero una agricultura en la que la desigual distribución de la tierra y el atraso tecnológico limitaban su desarrollo. Las causas de este retraso agrario fueron: - Estructurales: por su composición, el suelo cultivable era de baja calidad, además la escasez hídrica condicionaba la mala situación del campo español. - Sociales: faltaba motivación suficiente para introducir innovaciones técnicas, a la vez que la desigual estructura de la propiedad, ya que las grandes propiedades estaban en manos muertas, eran por tanto poco productivas. - Económicas: España carecía de un mercado nacional estructurado. No había demanda ni una red de infraestructuras como para desarrollar un tipo de agricultura más dinámica y productiva. Por ello se tomaron medidas para tratar de mejorar la situación como las leyes desamortizadoras que no pueden entenderse como una reforma agraria a pesar de que alteraron la distribución de la propiedad y pusieron en circulación para ser explotadas, gran cantidad de tierras hasta entonces amortizadas y sin explotar. En general tras estas medidas más de 10 mill. de hectáreas cambiaron de dueño y la Iglesia, los municipios y los campesinos fueron los grandes perdedores. Continuó la triada clásica (trigo-oliva-vid) a la que estaba dedicada el 90 % de la tierra cultivable y suponía el 80 % del total del producto agrícola. Desde 1870 la agricultura experimentó un proceso de expansión, tal y como podemos observar haciendo un análisis por sectores: - Cereal: La superficie cultivada se incrementó en el siglo XIX, sobre todo, la producción de trigo, pero también de cebada y maíz. - Vid: La producción vitivinícola creció a lo largo de la centuria. Las epidemias de filoxera que afectaron al sector en Francia jugaron un papel fundamental en la expansión de la vid en España y para el desarrollo de cierta actividad exportadora. - Olivo: El ritmo de crecimiento del olivar también fue apreciable, sobre todo por la roturación de nuevas tierras, aumentando la producción de aceite. - Ganadería: La reforma liberal del siglo XIX que acabó con los privilegios de la Mesta y el aumento de la demanda de las ciudades, provocaron una transformación reflejada en la disminución del ganado ovino, en beneficio del porcino y del equino, así como en el abandono de la trashumancia y la implantación de la ganadería estabulada. Pero el proceso expansivo de la agricultura española, a pesar ser parejo a un incremento de la producción agraria no estuvo acompañado por el aumente de los rendimientos, puesto que fue el resultado del crecimiento de la superficie cultivada, no de la introducción de unas mejoras tecnológicas. De hecho, ante la escasa industrialización, siguió siendo en el siglo XIX un país eminentemente agrario en el que se podían diferentes zonas agrarias: - El modelo septentrional, propio de Galicia, Asturias, Santander, País Vasco y Navarra, estuvo definido por la expansión del maíz y el aumento de productos alternativos como la patata. - El modelo interior, en Aragón, las dos Castillas, León, Extremadura y parte de Andalucía, se caracterizó por el elevado crecimiento de la producción de cereales, sobre todo el trigo, por encima de las necesidades del aumento demográfico, lo que consolidó su papel de zona exportadora de grano al resto de las regiones. En La Mancha, a finales del XIX, será el momento de la gran exp