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Tema 009(1)-1-14 (1) PDF

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Summary

This document discusses the relationship between politics and human rights, examining the role of the state, organization, and international relations. It explores the concept of "political," tracing its roots in Greek thought and its evolution in modern contexts. The document also analyzes the various interrelations between politics, religious thought, and the rights of individuals.

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208 Curso de Doctrina Social de la Iglesia Otras instituciones, sino que debe ser defendido y a p i i \ " ' l. 'bftitxñf'T por la sociedad (PP 37; FC 46). 6) E n las áreas geográficas donde abunda la pobu hambre y otros fen...

208 Curso de Doctrina Social de la Iglesia Otras instituciones, sino que debe ser defendido y a p i i \ " ' l. 'bftitxñf'T por la sociedad (PP 37; FC 46). 6) E n las áreas geográficas donde abunda la pobu hambre y otros fenómenos que impiden un desarrollo.1 la solución no es disminuir el número de personas, siru) n ! ver los problemas en su raíz. Sin olvidar que una mejor v mu» justa distribución de las riquezas, además de ayudar a 1< > i VI11. L A POLÍTICA Y L O S D E R E C H O S cesitados, serviría de ayuda a los propios países a v a n / ' HUMANOS pues disminuiría en ellos un conjunto de pehgros, com el consumismo, el hastío de la vida y otros semejantes. < i A l( I largo de nuestro trabajo nos hemos referido frecuente- cilmente derivan hacia una «cultura de la muerte»^^. Hít'Mlc al Estado, su organización y s u s fines. Conviene, sin e m - ' 7) L a experiencia histórica muestra que ninguna i ivili lniilto, analizar estos temas de modo sistemático: para ello exa- zación se ha extinguido por exceso de población, mienti i «I HilHHtvmos en este capítulo la relación entre la política, la gunas han desaparecido a consecuencia de una involut imi ,U ti'ii. II.ion trascendente de la persona y los derechos humanos, mográfíca: de hecho, como ya se ha indicado, un f e n o m n i ' ^ lililí li j para los capítulos sucesivos el estudio de la organización preocupante en muchos países «es la caída de la tasa de miinh ^11 siado (cap. I X ) y de las relaciones internacionales (cap. X ). dad, con repercusiones en el envejecimiento de la pobl;i incapaz incluso de renovarse biológicamente. Fenómein > capaz de obstaculizar de por sí el desarrollo» (SRS 25). f hi vida política ; ,. 8) E l hombre debe relacionarse armónicamente con l.i nn tm-aleza, y eso excluye cualquier tipo de explotación irtin.!-- l a palabra «política» deriva del sustantivo griego po/ís nal^^, ya que el ápice de la vida humana -aun en su aspoi i' t|lM\e significa ciudad, se utiliza e n sentido de Estado. material- comporta la necesidad de restricciones en el uso il> I * política e s la ciencia y el arte que enseñan cómo s e debe los bienes de la tierra y en el empeño por el progreso téciilt )Mt(u))i/.ar la vida pública con el fin de alcanzar los objetivos industrial (CA 36-38). IjiM' son propios de la sociedad civil. Pertenecen, por tanto, a ln política el estudio y la realización práctica de cuanto res- *8 Cfr. JUAN PABLO I I , Ene. Dominum et Vivijicantem. 18-V-1987, ii i ' |NMuli' a ia naturaleza, finalidad, medios y forma de organizar S R S 28. #11 Alado, así como los modelos de gobierno y los aspectos «El uso de los recursos minerales, vegetales y animales del uinvrt.. no puede ser separado del respeto a las exigencias morales. E l domini*tt riptivos y prescriptivos para desarrollar la res publicaK cedido por el Creador al hombre sobre los seres inanimados y los Sfir» u vos no es absoluto; está regulado por el cuidado de la calidad de la vidn il> prójimo incluyendo la de las generaciones venideras; exige un respeto inli ' Actualmente la palabra política ha tomado un significado más amplio gioso de la integridad de la creación» C E C 2 4 1 5. (* iilíli/a ]3ara indicar también el conjunto de actitudes (^ue regulan deter- Curso de Doctrina Social de la Iglesia La política y los derechos humanos 211 210 é^l iMihlica y aun contra quienes a ella se dedican. Nosotros E n este sentido, la política está íntimamente coneclaii i - f|H»iiara crecer en la fe y en la caridad, en la esperanza y en culante (según los instrumentos y modalidades previstos w i'-"i.ili*/.a, en el desprendimiento y en la generosidad; cuando sistema vigente) determinadas formas de actuar a quienes I- M11' n )miso social o político es vivido con verdadero espíritu man parte del Estado. Ya los pensadores políticos de la HIM iM), se convierte en una dura escuela de perfección y en gua Grecia subrayaban que para los seguidores de una anth I, rute ejercicio de las virtudes. La dedicación a la vida po- pología inmanente (aquella que limita la vida human.i. ' titt M ilfbe ser reconocida como una de las más altas posibilida- sola dimensión terrena) la política tendía a impone i - ilr« tiltil ales y profesionales del hombre»^. plantar todos los ámbitos humanos. Esto se ha hecho n-ullil*' en el mundo moderno en diversas cosmovisiones soLiopnli' I I rsiudio teórico-práctico de configurar \a polis ha reco- cas, por ejemplo, en el «todo es política» de G r a m s i I \ ' lina amplia parábola: los clásicos y los medievales la in- otras formas de totalitarismo; tal modo de pensar y de.K IH '11 la ética, en cuanto forma de organizar la sociedad proceden de una noción equivocada del hombre. Sin tli i. M vi piopósito de facilitar la «vida buena» del ciudadano; en este peligro, tampoco hay que olvidar que la necesidad < I - -I I " la modernidad la consideró como el arte de obtener, I comunidad política y de una autoridad pública está >" oinii.u y conservar el poder. Los abusos de poder provoca- en la naturaleza social del hombre y, por tanto, deri\.i -I- i- » |ioi csle modo de entender la política y también el influjo voluntad de Dios (PT; MSI 276; G S 74; OA 46). ét itim hos pensadores y políticos cristianos han ayudado a H ,. iMi lio a los orígenes, es decir, a poner como fundamento Las decisiones políticas tienen un notable influjo t-n : 4$ ln lilosofía política no tanto las estructuras de poder y en el desarrollo de la persona; por eso requieren un ^'j i > Htdiiii ias personas que están implicadas: el primer y decisivo tido de responsabilidad, en cuanto su influjo es nomi.i llilH ili- la pohtica es la personal De ahí derivan dos aspectos de amplia duración y posee un vasto alcance. L a Igk'si.i n ilrlu'n ser armónicamente desarrollados: a) L a necesidad un gran aprecio por la genuina práctica política: «la li 11 Mover el crecimiento integral de la persona: esto, ade- tiana, en efecto, valora y estima grandemente la dimensi- IH I-. ilcl progreso del bienestar terreno, comporta el desarro- lítica de la vida humana y de las actividades en que M fiesta» (OED 63), la «considera digna de alabanza y dr ( G S 75) y la señala como «un aspecto, aunque no el tim ' M P H R M. D E L A C O N F. E P I S C O P A L E S P A Ñ O L A , LOS católicos en la vida 'i-lV-1986, en «Boletín Oficial de la Conferencia Episcopal Espa- exige vivir el compromiso cristiano al servicio de los i i'íSó) 47-48. (OA 46). Así lo enseñan también los Obispos español' I I G A R C Í A - H U I D O B R O , Naturaleza y política, Edeval, Valparaíso pera en nuestra sociedad un juicio negativo contra totia > n I uliará también útil consultar: L. P O L O - C. L L A N O , Antropología de.hnrtiva, Unión Editorial 1997; el libro se refiere directamente a la 1 iK impresas, sin embargo tanto en la empresa como en la política minadas actívidades con una función m á s o menos pública: si- li.^i liiigc son sobre todo personas, por eso gran parte de lo que allí se «política económica», «política empresarial», «política familiin ! aplicarse indistintamente a esos dos campos de la vida social. embaído aquí se usará lá'palabra en su sentido primigenio y míis j i i 212 Curso de Doctrina Socia! de la Iglesia La política y los derechos humanos 213 lio de la vida virtuosa, y también la persuasión que el It lt'»iis en la cruz. Con todo, la predicación de Jesús no es apolí- éxito de la sociedad depende, en primer lugar, de las vlil ' > i'sús no fue un revolucionario social pero su predicación de sus ciudadanos*, b) L a necesidad de promover eslnicM Ü, |Hii ende, el reino proclamado y vivido de Dios es en sí sociopolíticas que faciliten el susodicho crecimiento glohnl IHiMiKt un asunto político»^. E l Nuevo Testamento no propone todos los ciudadanos. Estas exigencias requieren que el (Ht M IIII )leso una doctrina sobre la vida política, sin embargo en político se sustente sobre una gama de principios que lavo' lllvrtsos pasajes se encuentran enseñanzas referidas al orden can el bien de todos: la solidaridad, según la cual ni tH Impolítico que, casi siempre, responden a situaciones con- grupo social {económico, étnico, religioso, etc.) debr si tuviéramos que elegir un texto característico sobre la excluido del bien común; la instauración de un Estado de til>t' religión-política, quizá el más adecuado sería la c o n - recho, donde los derechos fundamentales de todos I C S M I I ' '' ia a propósito del tributo a César {Mt 22, 15-21 y par.)^. protegidos; la libertad y la a u t o n o m í a de las diversas H ii o que los enemigos de Jesús no buscaban una aclara- elaciones; la posibilidad de cambiar periódicamente tnn ^> flrtM del problema, sino ponerle en dificultad: con los romanos bemantes y las mismas instituciones p o l í t i c a s S. Todo. ! l|ur ilitcntaban el poder político, o bien con la religiosidad encuentra también muy en consonancia con la m. t v HHiiniiporánea mezclada con fuertes sentimientos nacionalis- conciencia que las personas tienen de su propia libei lad v < ! « 1.1 r espuesta del Señor se coloca en un plano diverso y está la necesidad de vivirla en común con los otros. |i(t i^.iila de valor ético-doctrinal: como la moneda tiene la ima- pn V la inscripción de César, a él se debe restituir; la relación I poder temporal -que es también un deber ético- se ex- 2. Enseñanza cristiana ^ I'.il ámbito propio del orden social -tributos, legislación, titl'. i c s cívicos, etc.-, que corresponden a la «imagen del Cé- ^ L a actitud de Jesús ante el binomio religión-politlón i- s decir, aquello que César (la autoridad pública) ha dis- ftit M'' en la vida social; no es, por tanto, una obligación abso- dría parecer paradójica: en el curso de su vida pública, -h'N' rechazó siempre cualquier reivindicación política -no U> lllltt lesiís relativiza el poder político subordinándolo al bien porta de qué lado proviniere- y renunció a usar recurso l« íociedad y todas las realidades temporales. Por eso, a través tico, es el clericalismo: es decir, la indebida intromisión ili-l »lt' la actividad política no solo deben crecer los íirutos del pro- clero en los asuntos temporales, adoptando una función I H ' IM'Mi terreno sino, sobre todo, deben desarrollarse la digni- pertinente de suplencia de los christifideles laici. llttd humana, la unión fraterna, la libertad. Y ello resulta espe- tlnlmente necesario ante las graves formas de explotación y ilr Injusticia social: es «cada vez más [evidente] la necesidad 3. Relación entre religión y política f,n, ««íi^sb 2ot ib j l 4r una radical renovación personal y social capaz de asegurar )»t»tl( ia, solidaridad, honestidad y transparencia. Ciertamente Los principios generales de la relación entre religión y pt M largo y fatigoso el camino que hay que recorrer; muchos y tica aclaran cómo la innegable trascendencia de la justicia giniules son los esfuerzos por realizar para que pueda darse tológica respecto a la justicia en acepción social no propuf;nu U f inejante renovación, incluso por las causas múltiples y gra- extrañeza recíproca entre las dos esferas, al contrario, establr^^ Vr* que generan y favorecen las situaciones de injusticia pre- la condición imprescindible para hacer que la primera sea iitul fiiies hoy en el mundo. Pero, como enseñan la experiencia y eficaz levadura de la segunda". De ahí se deduce el enonue liit U historia de cada uno, no es difícil encontrar, al origen de es- teres de precisar cuidadosamente su delicada conexión, que l i 111 laciones, causas propiamente "culturales", relacionadas Iglesia siempre ha enseñado, con especial solicitud en los iiltl* la determinada visión del hombre, de la sociedad y del mos tiempos'^. La mutua interdependencia entre la vida s< >. IM MMiiklo. E n realidad, en el centro de la cuestión cultural está el miulo moral, que a su vez se fundamenta y se realiza en el wutdo religioso (cfr. CA 24)» (VS 98). " «Para que se ejercite la justicia y tengan éxito los esfuerzos >(. i hombres para establecerla, es necesario el don de la gracia, que vum Dios. Por medio de ella, en colaboración con la libertad de los hombns - alcanza la misteriosa presencia de Dios en la historia que es la Providciu i« II Í 7 , ' A A S 6 0 ( 1 9 6 8 ) 4 4 3 - 4 4 4 ; I D. , E X. Ap. Evangelii nuntiandi, 8 - X I I - 1 9 7 5 , CA59. iHi 11 32; L E 27; C O N C R. PARA U D O C T R I N A D E L A F E , Instr. Libertatis nuntius, " Cfr. G S 36. 40-44; P A B L O V I , Credo del Pueblo de Dios, 30-Vl I ' J M , Mil I 9 8 4. n. I X - 3 ; L C 6 0. 6 4 ; e t c. 218 Curso de Doctrina Social de la Iglesia La política y tos derechos humanos líí Í L a enseñanza de la Iglesia pone de relieve que la acti\! Nnaterial, sino también cultural y moral'^; «pero en línea política no se refiere solamente a los valores terrenos v, n (mi, teniendo en cuenta los diversos factores, no se puede cho menos, únicamente materiales, sino que implica aun n Hr (lue la actual situación del mundo, bajo el aspecto de el crecimiento de los valores personales, espirituales y 11 4»».nr()llo, ofrezca una impresión más bien negativa» ( S R S cendentes, que son más profundamente humanos. L a s ' ' I son aún centenares de millones las personas a quienes dad «tiene que ser considerada, ante todo, como una reali.i ' 'ii m los bienes básicos, que sufren atropellos, que no gozan de orden principalmente espiritual: que impulse a los \\ ' liltrUades civiles. Tal resultado es una lógica consecuencia bres, iluminados por la verdad, a comunicarse enla i i I I«(iversio a Deo del pecado: el desorden moral introduce más diversos conocimientos; a defender sus derechos y * " '"l>u^n un desorden en la naturaleza, humana e irracional. plir sus deberes; a desear los bienes del espíritu; a disfnii.u ' ' tccto, el hombre, «al rechazar el proyecto del Amor de común del justo placer, de la belleza en todas sus maiiili " se engañó a sí mismo y se hizo esclavo del pecado. Esta clones; a sentirse inclinados continuamente a compailn. t.i alienación engendró una multitud de alienaciones, los demás lo mejor de sí mismos; a asimilar con afán, en i ' " l o r i a de la humanidad, desde sus orígenes, atestigua vecho propio, los bienes espirituales del prójimo. Todos i i i.iLias y opresiones nacidas del corazón del hombre a valores informan y, al mismo tiempo, dirigen las manil» icuencia de un mal uso de la libertad» (CEC 1739). clones de la cultura, de la economía, de la convivencia s n , , del progreso y del orden político, del ordenamiento jui uli' I I «dominio» del hombre sobre las propias potencias infe- finalmente, de cuantos elementos constituyen la e x p r c s H >\ V sobre la naturaleza irracional se fundamenta en su terna de la comunidad humana en su incesante desaii"!! Mil lad de ser «imagen de Dios»; si, a causa del pecado, dis- (PT: M S I 275). Esto significa un planteamiento político l i - 'ivt' tal imagen y dignidad, disminuye igualmente su «do- mitado a «tener» más, a nivel personal y/o comunitario. : «cuando el hombre desobedece a Dios y se niega a so- que se realice honestamente; tal comportamiento s c i i < ' I a su potestad, entonces la naturaleza se le rebela y ya moralismo deontológico privado de su profundo sentid" i I I i'conoce como señor, porque ha empañado en sí mismo mano. L a persona necesita «ser» mejor y ayudar a l o s " i - Mí'cn divina» ( S R S 30; L C 37-42). E l rechazo de los impe- para que crezcan integralmente en su «ser». ' 's morales, el no devolver a Dios lo que le corresponde, lo deforma la imagen de Dios en la persona, sino tam- 1.1 «imagen de César»: «el hombre, negando o intentando I a Dios, su Principio y Fin, altera profundamente su or- 4. El pecado, destructor de la sociedad ,v. ti| i'quilibrio interior, el de la sociedad y también el de la ion visible. L a Escritura considera en conexión con el Las ideas precedentes encuentran una dolorosa confhfl lo el conjunto de calamidades que oprimen al hombre en ción en los efectos negativos que se producen cuando la sot dad pretende organizarse al margen del orden moi.il l'or ejemplo, crece el interés por los derechos humanos, por la solida- cierto que la humanidad ha conocido un notable progi C S Ü , Miirmacional, por los más necesitados, etc.. 220 Curso de Doctrina Social de la Iglesia La política y los derechos humanos 221 su ser individual y social» ( L C 38). Por eso resulta im » (LS: MSI 119). La trascendencia de los derechos hu- la construcción de un orden político estable, digno de la les asigna un puesto primario en la enseñanza social de sona, al margen de los valores éticos (RN: MSI 39; CA 60; C ( I''si;i (CDSI 152-159)15. Resumir en pocas líneas la evolu- 2244). Tocqueville había ya observado que las estructural I IMII liisiorica de la relación entre la Iglesia y los derechos del mocráticas -las instituciones sociales- funcionan solo en Wl' i'^inlue no es simple"'; sin embargo, aim reconociendo el peli- tima conexión con los comportamientos que las sustej ' esquematismo, se podrían distinguir tres etapas: esto es, en un ambiente de responsabilidad y de objetivos M. I) Promoción irreflexiva de los derechos humanos: L a de- rales; «por mi parte, dudo que el hombre pueda compa> de la dignidad de toda persona y de su libertad, tal como una completa independencia religiosa y una plena lilx 11 tiH\e entiende, es una herencia de la enseñanza evangélica política; y soy propenso a pensar que, si no tiene fe, es i u«. ' ); ciertamente en esa defensa se recogen tradiciones más rio que sirva, y, si es hbre, que crea»''*. l i a s , pero que difícilmente tenían el carácter universal l ' i M p i o del cristianismo. Desde el inicio, los escritores ecle- I I A M K O S han subrayado lo que se considera el cimiento de 5. La Iglesia y los derechos humanos ttNl" el edificio de los derechos de la persona: la libertad reli- |l fv de l'homme dans Venseignement de l'Eglise: de han XXIII áJean- una íntima convergencia, ya que «el respeto y la promoc n i Recueil de textes). Lib. E d. Vaticana. Cilta del Vaticano 1992; J. H E R - los derechos humanos es condición necesaria y garantía >< I M. Z U M A O U E R O , Juan Pablo IIy los derechos humanos. Textos. Eunsa i'amplona 1982 y 1993; I. C A M A C H O. Derechos humanos: una historia para el desarrollo de "todo el hombre y de todos los honil'i I acuitad de Teología, Granada 1994; J U A N P A B L O I I. Mensaje para la (SRS 44). Así, paralelamente a la obligación del Estado | inmadade la paz (1999). " Remitimos a la parte histórica de las obras anteriormente citadas y, bien común, se puede decir que «tutelar el campo intangihl' i- itl' mis, a F M O R E N O , Genése et fondements de la doctrine des droits de los derechos de la persona humana y hacerle llevadero el > nin > i- - i JoBLiN, La Chiesa e i diritti umani: quadro storico e prospettive fu- m" 111 " L a Civiltá Cattolica», 140 (1989-11) 326-341. Iirluiiano habla de un «derecho humano» y una «potestad natural» A. D E TOCQUEVILLE, De la démocratie en Améñque (libro I I 1 IH^I1) : rttluo, no sería un camino de verdadero desarrollo personal; ción que ella [la Iglesia] ofrece en este sentido es prn i 10 universales, puesto que derivan de la dignidad humana y mente el concepto de la dignidad de la persona, que se m «llN es radicalmente igual en todos los hombres; c) inaliena- fiesta en toda su plenitud en el misterio del Verbo encai II.K I Wrv nadie, bajo ningún pretexto, puede conculcar un verda- (CA 47). L a Iglesia es consciente de la importancia de pi 4»in derecho humano; d) precedentes al Estado, ya que no son ver estos derechos precisamente por la necesidad de liin i H'iK esión de la autoridad, sino que esta los debe respetar y siguiendo el ejemplo de Jesús, la dignidad de cada per-.' |Nimiover como un estricto deber de justicia; e) congruentes todo hombre, por el hecho de serlo, posee un conjunto d. i HiH fl bien común: se evita así la desviación individualista de rechos y de deberes -de libertades y de responsabilidatK liHi derechos humanos, para insertarlos en el contexto de la orden a la obtención del propio fin, dentro del bien ci Milltlaridad. Este, como se ha dicho, está ordenado al pleno desarrolli i Algunos autores agrupan los diversos derechos humanos hombre, es decir, al progreso armónico de las virtualiil.' i Wi t iiatro categorías: propias de cada persona humana; viceversa, cuando nc 1) Libertad religiosa y de pensamiento: el Concilio Vaticano respetados los derechos humanos es señal de que la sot n ! 11 h a b l a n d o de la cultura, recuerda «que el hombre, salvos el ha perdido la capacidad de decidir según el criterio del I ". wtlni moral y la utilidad común, puede libremente buscar l a común. «-rilad y expresar su opinión y divulgarla, así como cultivar Estos derechos no se deben entender solo en sentido im miilquier arte. Y, por último, que se le informe según verdad dico, sino sobre todo en sentido ontológico^^: derivan it ili' los acontecimientos públicos» ( G S 59). E l derecho a la l i - diatamente del ser y de la dignidad de la persona, y con> Iwilad rehgiosa será desarrollado e n el n. 7. ¡íacifóiTj íjnntx>b hombre recibe la naturaleza del Creador, en último tcmnM 2) Libertad de elección de estado y derecho familiar: sobre Htp tema basta remitir a l a «Carta de los Derechos de la Fa- 2^ Cfr. J. G A R C Í A L Ó P E Z , LOS derechos humanos en Santo Tn».. Aquino, Eunsa, Pamplona 1979; R. C O S T E , Verso l'uomo. La Chiesa v i A nadie le está permitido violar impunemente la dignidad humana, umani. Ciltá Nuova, Roma 1985; J. M. A U B E R T , Droits de l'homme ci i >ti l.i (|Uf Dios mismo dispone con gran reverencia; ni ponerle trabas en la tion évangélique. Le Centurión, Paris 1987; A A. V V. , Human Righís u mxii ha hacia su perfeccionamiento, que lleva a la sempiterna vida de los Church. Pont. Counc. for «Justice and Peace», Vatican Polyglot Pitsv Orlos Más aún, ni siquiera por voluntad propia puede el hombre ser tra- can City 1990; J. S E I F E R T. Los fundamentos filosóficos de los dereciur. > illo, en este orden, de una manera inconveniente o someterse a una escla- nos. en A A. V V. , Teología v sacerdocio en la situación actual. Ateneo di i ílttiil de alma, pues no se trata de derechos de que le hombre tenga pleno gía, Madrid 1992, pp. 55-117; J. F I N N I S. Natural Law and Natural />' 4"iii)nio, sino de deberes para con Dios, y que deben ser guardados pun- Clarendon Press, Oxford 1992'. h..itmente. RN: M S I 28. 1» Curso de Doctrina Social de la Iglesia La política y los derechos humanos 229 milia»^'*, que en su preámbulo recuerda que si bien los i l i. miento y de respeto; a la vez - y m á s profundamente- com- chos de la persona, a veces, se expresan como derechos iii I m porta en quien los posee la obligación de desarrollar el bien, dividuo, tienen una fundamental dimensión social, '" propio y ajeno, asociado a tal derecho; por ejemplo, el dere- cuentra en la familia su originaria y vital expresión. N > lio de actuar según conciencia va unido al deber de formarla razón, como ya se ha indicado, el Magisterio social ha snl'i.i \e ayudar a los demás en esta formación. yado frecuentemente que la familia es ia primera y vital. 1 Entre los derechos humanos existe una gradación y una de la sociedad. li-rarquía, que corresponde a su diversa importancia en la 3) Derechos laborales: el capítulo cuarto (nn. 16 a 2 ^ l ^ I' ' vida de las personas, es decir, a su mayor o menor conexión encíclica Laborem exercens se dedica por entero a C M - inn el telos humano. Ciertamente no se pueden poner al pecto; allí se recuerda que «si el trabajo -en el múltipl*. 1. mismo nivel el derecho a la vida y el derecho a las vacaciones tido de esta palabra- es una obligación, es decir, un del» riiui religiosa. Eunsa, Pamplona 1974; B. D E M A R G E R I E , Ubertéreligieuse et sidiarios, creando de este modo las condiciones requerida* ' í K M c (iu Chrisl. Cerf, Paris 1 9 8 8 ; L, V I C E N T E C A N T I N , Naturaleza, contenido y p\if>i\tón del derecho de libenad religiosa, Civitas, Madrid 1 9 9 0 ; J. B. D ' O N O - para que el hombre pueda conseguir su bien auténtico e inic ¡ii liberté religieuse dans le monde, Universitaires, París 1 9 9 1 ; J. M A N T E - gral, incluido su fin espiritual» (LC 81. 84). til derecho fundamental de liberlud religiosa. Eunsa, Pamplona 1996. ' E l Concilio «declara que la persona humana tiene derecho a la libertad De la inalienable dignidad de toda persona deriva ininp- M ll^ l(»sa. Esta liberiad consiste en que todos los hombres deben estar libres diatamente el derecho a la libertad religiosa, que puede % ti* n'acción, tanto por parte de personas particulares como de los grupos so- considerado la piedra angular de todo el edificio de los deiv* I i i i i i s V de cualquier poder humano, de modo que, en materia religiosa, ni se >Mm\í- a nadie a actuar contra su conciencia, ni se le impida que actúe con- ' ' ^'lla. pública o privadamente, solo o asociado con otros, dentro de los En este sentido, el Papa invita a proyectar la vida social con un lint 'I' 'i.lfs hmites. Declara, además, que el derecho a la libertad religiosa está damento moral profundo y ambicioso: «el mundo actual es cada ve/ niAi 1".'luiente fundado en la dignidad misma de la persona humana, tal como se consciente de que la solución de los graves problemas nacionales e ink-i nit- por la palabra de Dios revelada y por la misma razón. Este derecho de cionales no es solo cuestión de producción económica o de organización |ii IH |M'I sona humana a la libertad religiosa debe ser reconocido en el ordena- rídica o social, sino que requiere precisos valores ético-religiosos, así iniun "lo Jurídico de la sociedad, de forma que se convierta en derecho civil» un cambio de mentalidad, de comportamiento y de estructuras» CA 6Ü. t "-.1 VATICANO I I , Decl. Dignitatis humanae. n. 2. 232 Curso de Doctrina Social de la Iglesia ^ La política y los derechos humanos 233 necesario que sea legalmente reconocido y eficazmente respe- llheitad y de una sana convivencia social, ya que la Hbertad es tado el derecho de libertad rehgiosa de las minorías^^. valorizada en pleno solo en ia aceptación de la verdad {Jn 8, Comentando la insistencia del Papa sobre este derecho, nr I I.^2; CA 46). E n definitiva, es necesario «reconocer íntegra- ha escrito: «lo que es a primera vista sorprendente, es qiip «u'nlc los derechos de la conciencia humana, vinculada sola- Juan Pablo I I vuelve constantemente sobre este punto, y (pir Míenle a la verdad natural y revelada. E n el reconocimiento de él le asigna un lugar totalmente central en su enseñanza s< i filos derechos consiste el fundamento primario de todo orde- cial. De ahí surgen dos cuestiones: ¿Por qué esta insistem iu ninniento político auténticamente libre» (CA 29). ~ ¿Por qué esta centralidad? L a respuesta a estas dos cuesliom'..bfjfjpaifd jsl es simple. L a relación de fe que une al creyente con el Dios ii« nóbíiJ?-j}rnfíoi fid — nitario es la relación más interpersonal que hay, y, para el hoiii bre, la más personalizante. Siendo por excelencia un aclo i.1 H Algunos derechos particulares Jdtmól-ú !:.iv.. Entrando en la relación interpersonal más íntima con las pet Después de haber explicado la importancia de los dere- sonas de la Santísima Trinidad, el creyente es invitado a iiiii t hos humanos fundamentales proponemos ahora un elenco tar a Jesús y a reconocer, en todo hombre, a su hermano. I 1 tic estos derechos, tomados de diversos documentos del Ma- acto de fe es, pues, liberador para el hombre y liberador en \1 glhlerio, sin la pretensión de que sea completo. ^. rios sentidos. No solamente nos libera de la alienación Derecho a: ,.... , ^ , , ÍÍOHIKJ afítqnrq nos separa de Dios y de los hombres, sino que despliega nu. tra capacidad personal de juicio, de diálogo, de ejecución « - L a vida (desde el momento de la concepción hasta la una palabra, despliega nuestra responsabilidad inalienable «inerte natural), la integridad ñ'sica y moral, la seguridad per- Por eso la libertad religiosa no se reduce solo a la libertail >l. enal y la protección del medio ambiente. culto, sino que es el «derecho a vivir en la verdad de la propi — L a libertad religiosa: venerar a Dios según conciencia y fe y en conformidad con la dignidad trascendente de la pr (i| n inoíesar la religión en privado y en público. persona» (CA 47). La formación ética y religiosa y la existencia de un am- i Intrínsecamente relacionado con el derecho a la liben, Itlente social que facilite el desarrollo de la vida religiosa y religiosa se encuentra, por consiguiente, el derecho-debei >\ moral. buscar la verdad, al que alude frecuentemente Juan Pablo I I (CA, VS passimYK L a verdad es el cimiento de una auteni o iiio?, ,iiní«íiüDJivinn- miiHo, es también primario el deber de buscar la verdad religiosa; el Papa '

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