Capítulo IV: El Alto Perú y la Creación del Virreynato del Río de la Plata PDF

Summary

Este documento analiza la creación del Virreinato del Río de la Plata y su impacto en la región del Alto Perú durante el período colonial español. Se explora la transición de la dependencia de Lima a la nueva jurisdicción de Buenos Aires, destacando las sublevaciones indígenas como resultado. Se exploran las diferentes perspectivas históricas de la época.

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# Capítulo IV ## El Alto Perú y la creación del Virreynato del Río de la Plata Como resultado del establecimiento de una nueva jurisdicción virreinal, con sede en Buenos Aires, a la que se incorporó la región que abarcaba la Audiencia de Charcas, se vio desplazada de su tradicional dependencia de...

# Capítulo IV ## El Alto Perú y la creación del Virreynato del Río de la Plata Como resultado del establecimiento de una nueva jurisdicción virreinal, con sede en Buenos Aires, a la que se incorporó la región que abarcaba la Audiencia de Charcas, se vio desplazada de su tradicional dependencia de Lima, con la cual la unía identidad económico-social, provocando tal hecho un aflojamiento de la autoridad real que dio lugar a importantísimas sublevaciones indígenas, la principal de las cuales, encabezada por Tupac Amaru, conmovió las bases del imperio colonial español en América. ## 1- La creación del Virreinato del Río de la Plata La creación del Virreinato del Río de la Plata, en 1776, constituyó uno de los hechos más trascendentales en la historia del Imperio colonial español en el Nuevo Mundo. Siguió el curso de las corrientes económicas y aún se adelantó a ellas. Cerca de diez años después de la expulsión de los jesuitas, este paso estaba destinado a tener hondas consecuencias para el Alto Perú, que se veía, por tal circunstancia, separado de la jurisdicción de Lima, de la que siempre había dependido, e incorporado a la de Buenos Aires, que se acababa de establecer. Fue a consecuencia de tal acontecimiento que las dependencias altoperuanas pasaron a constituir las "provincias altas" del Virreina-to del Rio de la Plata, cambio administrativo que tuvo extraordinaria brevedad, y con el que aquellas jamás llegaron a identificarse, ya que, a pesar de su mayor población e importancia, se veían colocadas en situación de dependencia ante un punto como Buenos Aires que, no obstante constituir su salida lógica y directa a las corrientes del comercio mundial, y, a pesar del brillante porvenir que prometía, era entonces relativamente de menor importancia, y difería del Alto Perú profundamente en características económicas y sociales. "La ciudad del Plata, modesta en su saneada riqueza, pequeña y obscura entre las ciudades del imperio -escribe un historiador español- si superaba a Lima en esperanza de un futuro opulento, no podía equiparársele en riqueza y esplendor al decretarse el establecimiento del virreinato" (...) "A principios del siglo XVIII (...) la aparición de Buenos Aires, lleno de vitalidad, ofrece la alternativa, hasta entonces ## 2- Dijimos que los conquistadores Dijimos que los conquistadores, al apoderarse del antiguo Imperio de los Incas, desplazaron o liquidaron a la casta gobernante y se colocaron en su lugar. Pero, también manifestamos que, al hacerla, no la habían desplazado o liquidado toda, manteniendo en sus puestos a algunos miembros menores de la antigua nobleza, los curacas o caciques. Este, según expresamos, fue un aspecto muy importante de la estructura de la sociedad colonial, que ha sido poco destacado por los historiadores y sociólogos que estudiaron el tema, los cuales, generalmente, achacan a los colonizadores hispanos la exclusiva explotación del indio. No es asi, sin embargo; también lo explotaron, y quizás, más, esos mismos curacas o caciques, según se utilice la terminología quechua o española, a quienes los conquistadores conservaron en sus cargos, como hemos dicho, y asociaron a su régimen de dominación colonial. "Inmediatamente después de superponerse el dominio español sobre el incaico -escribió Roberto Levillier - asumió cada curaca en su ayllu la autoridad del Inca". Y Ots Capdequí recalca: "Otro sector social que figura en volumen mayor o menor según los distintos territorios, dentro de las esferas privilegiadas, lo constituyen los caciques o señores indios y sus familiares y descendientes (...) Ya hemos dicho que en algunas regiones de la América continental-Perú y Nueva España, principalmente- encontraron los colonizadores fuertes núcleos de población india que vivian dentro de una organización política, económica y social, según normas en buena parte utilizables por el Estado español en sus propósitos de incorporar a los indios habitantes de sus colonias a la órbita de la vieja civilización peninsular. La institución de los cacicazgos fue una de las comprendidas entre 'las leyes y buenas costumbres que antiguamente tenían los indios para su buen gobierno y policía', y que merecieron ser sancionadas de una manera expresa por nuestra legislación colonial dedicándose a su reglamento y ordenación todo el título VII, lib. VI de nuestra 'Recopilación de 1680'." A través del cacicazgo, "se perpetúan en algunas comarcas de nuestros dominios coloniales jerarquías sociales privilegiadas que arrancan de tiempos precolombinos -prosigue el autor antes mencionado. La condición de los indios de los cacicazgos, tanto en la esfera del derecho, como en la esfera del hecho, poco hubo de diferir de la que presentan los indios repartidos en encomiendas. Idéntica obligación de prestar servicios personales primero, sustituida pronto por la sola satisfacción de tributos previamente tasados por las autoridades del lugar; idénticos abusos de parte de sus señores o caciques con protesta enérgica y reiterada del legislador español". Y termina: "Abundan los testimonios históricos que atestiguan los abusos que en este orden hubieron de cometerse por los señores indios caciques sobre sus vasallos"." Y hay quien destaca: "Quizás los caciques explotaron más que los encomenderos al pueblo indígena. A la caida de los Incas, los caciques surgieron en enjambre como crueles mandoncillos en todos los ayllus. Toledo tuvo que dictar disposiciones para limitados". ## 3- Pero, ¿es posible esperar Pero, ¿es posible esperar que esos caciques se propusieran una verdadera liberación de su pueblo, como se ha pretendido y se pretende? De ninguna manera, ya que ello hubiera implicado ir contra sus propios intereses y prerrogativas. Simplemente querian librarse de su socio extranjero, que se llevaba la parte del león, y limitaba, en consecuencia, mucho de tales prerrogativas. Querian quedar, como antes, ellos solos, eliminando al usurpador de ultramar, restableciendo el Imperio precolombino. Querian volver atrás la rueda de la historia. Así lo expresaron en sus propósitos los principales caudillos indigenas levantados contra los españoles, todos los cuales aspiraban ser tenidos por descendientes de los Incas, hecho en el que ponian particular empeño, con el fin de lograr mayor ascendiente entre sus súbditos. Así ocurrió con la conspiración de Juan Vélez de Córdova, en Oruro, en 1739; con el levantamiento de Juan Santos Atahualpa, "El invencible", en 1742; y, por último, con la rebelión de Tupac Amaru, en 1780-81. "Siendo mi única intención restablecer el Gran Imperio y Monarquía de nuestros reyes antiguos", decía el primero. "Con la idea de resucitar el imperio incaico, expulsando a los españoles", eran los propósitos del segundo. Y, en cuanto àl último, en un bando que se encontró en su bolsillo en el momento de ser apresado, se proclamaba "D. José 1, por la gracia de Dios Inca, Rey del Perú, Santa Fe, Quito, Chile, Buenos Aires y continentes de los mares del Sud, duque de la Superlativa, Señor de los Césares y Amazonas con domicilio en el gran Paititi, etc." Agregando: "Por cuanto (...) los Reyes de Castilla me han tenido usurpada la corona y el dominio de mis gentes, cerca de tres siglos" etc. ## 4 Sin embargo Sin embargo, la rebelión de Tupac Amaru, a pesar de todo, al remover el estanciero ambiente colonial, significó, junto con la expulsión de los jesuitas ocurrida algunos años antes, un antecedente valiosisimo del movimiento de la Independencia de la América del Sur, que tuvo lugar varias décadas más tarde. En primer término, el levantamiento indigena altoperuano, provocó, de parte de algunos funcionarios hispanos, una reconsideración de la situación de los indios. Veamos cómo: vencido el levantamiento y eliminados sus dirigentes en forma drástica y cruelisima, la masa indigena prosiguió, en términos generales, dentro de las mismas condiciones anteriores. Apenas si, como castigo, se vio obligada a abandonar la antigua indumentaria incaica y a aprender el idioma español. Sus miembros siguieron siendo considerados "miserables criaturas", de más baja y miserable condición que los negros y demás naciones del mundo", de acuerdo con los términos empleados a su respecto por Juan de Solórzano, el famoso autor de Política indiana, quien sostenia, además, que los indios eran "siervos y esclavos por naturaleza y pueden ser forzados a obedecer a los más prudentes; y es justa la guerra que sobre esto se les hace". Y admitía aún que se los podia "cazar como fieras". Sin embargo, frente a tales conceptos y como consecuencia inmediata de la insurrección de 1780-81, ahora se levantaban otras voces, personificadas, en el Alto Perú, por Victoriano de Villava, fiscal de la Audiencia de Charcas, quien, buscando, según decía, el propio beneficio del Imperio español, salía en defensa de los indios. Este funcionario de la Corona criticaba el régimen de trabajo implantado por los españoles y, en su "Discurso sobre la mita de Potosi", aparecido en 1793, lo fustigaba. Villava, dice Ricardo Levene, desarrollaba "cuatro puntos fundamentales, que atañen al problema económico, legal y social de la condición de los indios: 1°) el trabajo de las minas de Potosí no es público; 2°) que aún siendo público no da derecho a forzar a los indios; 3°) que el indio no es tan indolente como se supone; 4°) que aún siendo el indio indolente en sumo grado, no debe obligársele a este trabajo por la violencia". Al fiscal Villava le salió al encuentro, para refutarlo, el gobernador intendente de Potosi, Francisco de Paula Sanz, defendiendo a los mineros y atacando los planteamientos de Villava. Pero este, en una notable contrárréplica, volvió a la palestra sosteniendo: "Como gran parte de los hombres buscan más entretener el tiempo que la verdad en lo que leen, y como otros mayor parte acostumbrados a la materialidad de lo que ven, no dan oídos a la razón, tomo la pluma con suma repugnancia para continuar una disputa en que se hallan los interesados en desbanecer los fundamentos de mi causa, y en que los que son para la defensa que yo tomo por ellos, ni pueden ayudarme con sus luces ni pueden lizongearme con sus elogios, ni aún pueden darme gracias de mi Patrocinio que ni siquiera puede llegar a su noticia: De tantos prosélitos pues que tiene la gloria de haber hecho el papel que se ha escrito en Potosi, defendiendo la opinión que sostiene por útil y necesario el servicio personal de los indios en las Minas, no espero convencer uno, y sólo confio tener algunos sequaces entre los pocos filósofos amantes de la humanidad que lean mis escritos" Esos escritos de Victoriano de Villava fueron hechos, según sus propias declaraciones, con el fin de "evitar una revolución que los mismos abusos preparan, que el ejemplo de los pueblos anticipa, que debe temerse más que los males que pedecemos y que tanto deseamos enmendar". No obstante, tuvieron profunda influencia en el pensamiento de los conductores de la revolución de la Independencia, al punto que Levene llama, justamente, a Villava, "precursor de la emancipación". Pero, además, tales criticas de parte de un fiscal de la Real Audiencia, demostraban la evidente descomposición que comenzaba a manifestarse en la sociedad colonial altoperuana, descomposición de la cual había sido un reflejo la reciente sublevación de Tupac Amaru. Tal descomposición tenia por causa, también, la decadencia de la mineria manifestada en el agotamiento del famoso cerro de Potosi, hecho qué distinguió los últimos años de la dominación hispánica. "En los primeros años del siglo XIX, ya hacía mucho tiempo que el Alto Perú había dejado de ser un productor en vasta escala de plata; Potosí estaba en franca decadencia, la crisis del mercurio, iniciada en 1802, habia dado un golpe de muerte a la minería de la época".

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