Lecturas Básicas para Introducción a Relaciones Internacionales PDF
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Universidad Nacional Autónoma de México
2001
Ileana Cid Capetillo
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This document is a compilation of readings for an introductory course on International Relations, focusing on different perspectives and key figures in the field. It includes chapters on concepts, actors, and factors in international relations as well as contemporary processes and discussions on the discipline.
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Lecturas básicas para Introducción al estudio de Relaciones Internacionales Ileana Cid Capetillo Compiladora UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Facultad de Ciencias Políticas y Sociales División de Estudios Profesionales Coordinación de Relaciones Internacionales 2001 Primera edición 1999 Prime...
Lecturas básicas para Introducción al estudio de Relaciones Internacionales Ileana Cid Capetillo Compiladora UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Facultad de Ciencias Políticas y Sociales División de Estudios Profesionales Coordinación de Relaciones Internacionales 2001 Primera edición 1999 Primera reimpresión 2001 ISBN 9683674291 © Derechos reservados Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM Ciudad Universitaria. México 04510 D.F. Cuidado de la edición Lic. Ileana Cid Capetillo Eva Isabel Sánchez Ruiz Diseño de por tada Ediciones y Gráficos/Olga B. Olvera Rosas Impreso y Hecho en México Printed and made in Mexico UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES Rector: Dr. José Narro Robles Director: Dr. Fernando Castañeda Sabido Secretario General: Dr. Sergio Alcocer Martínez de Castro Secretario General: Mtro. Roberto Peña Guerrero Secretario Administrativo: Mtro. Juan José Pérez Castañeda Secretaría de Desarrollo Institucional: Dra. Rosaura Ruiz Gutiérrez Secretario de Servicios a la Comunidad: MC. Ramiro Jesús Sandoval Abogado General: Lic. Luis Raúl González Pérez Jefe de la División en Estudios Profesionales: Dra. Claudia Bodek Stavenhagen Coordinador del Centro de Relaciones Internacionales Dr. Ignacio Martínez Cortés Jefa de la División del Sistema de Universidad Abierta y Educación a Distancia: Mtra. Ma. Lourdes Durán Hernández Coordinadora de Informática: Arq. Guadalupe Gómez Goujón Lecturas básicas para la introducción al estudio de Relaciones Internacionales Ileana CiiD Capetillo Compiladora Publicado en México D.F., Ciudad Universitaria, Abril de 2010 Edición y publicación electrónica: Coordinación de Informática Centro de Investigación e Información Digital F ac u l t a d d e C i e n c i as P o l í t i c as y S o c i al es www.politicas.unam.mx ciid.politicas.unam.mx Índice Unidad Temática 1. Antecedentes y surgimiento de la disciplina de Relaciones Internacionales. 1.1 Precisiones conceptuales. Calduch Cervera, Rafael. "Capítulo 1. Concepto y método de las relaciones internacionales", en Relaciones Internacionales. Ediciones Ciencias Sociales, Madrid, 1991, pp. 1941. 7 1.2 Objeto material: evolución de la Sociedad Internacional. Antonio Truyol y Serra. "Primera parte. La expansión de la Sociedad internacional en los siglos XIX y XX", en La sociedad internacional. Alianza Editorial, Madrid, 1974, pp. 2570. 31 1.3 Objeto formal: construcción disciplinaria. Emilio Cárdenas Elorduy. "El camino hacia la teoría de las relaciones internacionales (biografía de una disciplina)”, en Revista Mexicana de Ciencias Políticas, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, México, eneromarzo 1971, pp. 523. 65 HansJoachim Leu. "Introducción al estudio de las relaciones internacionales”, en Politeia. No. 1 Instituto de Estudios Políticos, Facultad de Derecho, Universidad Central de Venezuela, Caracas, pp. 89119. 93 Rubio García, Leandro. "La aprehensión de la escena internacional desde los asuntos mundiales hasta las Relaciones Internacionales", en Revista de Política Internacional, No. 130, Centro de Estudios Políticos, Madrid, pp. 2948 117 1.4 Antecedentes de la disciplina 1.5 Institucionalización de la disciplina en el mundo Ojeda Gómez, Mario. "Problemas básicos en el estudio de las Relaciones Interna cionales", en Foro Internacional, Vol. 5, Núm. 1, El Colegio de México, México, julio septiembre de 1964, pp. 8498. 1.6 Vinculación con otras disciplinas Mesa, Roberto. "Parte Segunda. Hacia una teoría de las Relaciones Internacionales. 1. La Ciencia Política y las Relaciones Internacionales y 2. La Sociología y las Relaciones 133 Internacionales”, en Teoría y práctica de las Relaciones Internacionales. Taurus Ediciones, Madrid, 1980,pp.3768. 143 Amadeo, Mario. “6 Relaciones con otras disciplinas” , 7. Política y Derecho Internacional y 8. La moral en las relaciones Internacionales”, en Manual de Política Internacional. Edit. AbeledoPerrot, 2ª edic., Buenos Aires, 1978, pp. 186 3141 171 1.7 Cientificidad e inter, trans y multidisciplinariedad. Peña Guerrero, Roberto. "Interdisciplinariedad Internacionales" (inédito), 21 pp. y cientificidad en Relaciones 179 Unidad Temática 2. Actores de las Relaciones Internacionales. 2.1 Concepto de actores Ileana Cid Capetillo y Pedro González Olvera. "Los sujetos de las Relaciones Internacionales", en Relaciones Internacionales, nos. 3334, UNAM, FCPyS, CRI, México, juliodiciembre de 1984, pp. 127130. 193 Calduch Cervera, Rafael. "Capítulo 5. Los actores internacionales", en Relaciones Internacionales. Ediciones Ciencias Sociales, Madrid, 1991, pp. 105111. 197 Jacques Huntzinger. "L'universalisation de l'État", en Introduction aux relations internationales, Éditions du Seuil, Ramsay, 1977, pp. 116123. 205 Unidad Temática 3. Factores y fuer zas que inciden en las relaciones internacionales. Colard, Daniel. "Chapitre 2. Les facteurs de Relations internationales", en Les Relations internationales, 2a edic. Masson, París, 1981, pp. 3557. 209 Mesa, Roberto. "2. «Ecología» de las Relaciones Internacionales: Actores y Factores", en Teoría y práctica de Relaciones Internacionales. Taurus Ediciones, Madrid, 1980, pp. 184240. 227 3.1 Factor Natural 3.2 Factor Demográfico 3.3 Factor Económico 3.4 Factor CientíficoTecnológico 3.5 Factor Militar 3.6 Factor Cultural 3.7 Factor Ideológico Unidad Temática 4. Procesos internacionales contemporáneos Colard, Daniel. "Chapitre 5. Les caracteres du système international des ammées 80 et l'avenir de la société intemationale à l'horizon 2000", en Les Relations Internationales, 2a. edic, Masson, París, 1981, pp. 94104. 4.1 Seguridad Internacional: Paz y Guerra. 4.2 Globalización Económica 4.3 Deterioro Ecológico 4.4 Nacionalismos 4.5 Reestructuración del Sistema Internacional 275 Concepto y método de las Relaciones Internacionales Rafael Calduch Cervera* 1. El objeto material de la ciencia de las Relaciones Internacionales E l objeto material de una ciencia se define por la parcela de la realidad que se intenta conocer mediante la formulación de teorías y la utilización de un método científico. Naturalmente diferentes ciencias se distinguen entre sí por su objeto material, es decir, por tomar como objeto de sus investigaciones distintas partes de la realidad. Esto ocurre, por ejemplo, cuando establecemos la distinción entre las ciencias físiconaturales y las ciencias sociales. De lo que se trata, por tanto, es de intentar especificar cuál es el objeto material propio de la ciencia de las relaciones internacionales, que nos permitirá centrar nuestros estudios en aquel segmento de la realidad que se considera fundamental para darles significado y contenido. Existe unanimidad entre los autores al considerar que la ciencia de las relaciones in ternacionales aborda una parcela de la realidad social en la que nos encontramos inmersos. Se trata, por consiguiente, de una de las ciencias sociales. 1 Texto original: Rafael Calduch. "Capítulo 1. Concepto y método de las relaciones internacionales", en Relaciones Internacionales, Ediciones Ciencias Sociales, Madrid, 1991, pp. 1941. 1 Para un conocimiento exhaustivo de las principales corrientes doctrinales de esta disciplina, véase: Arenal, C. Del, Introducción a las relaciones internacionales. Madrid, la. ed., 1984; 3a. ed., 1990. Edit. Tecnos. 495 págs. La teoría de las relaciones internacionales en España. Madrid, 1979. Edit. I.L.A. 199 págs. García Arias, L. «Concepto y bibliografía general de la ciencia de las relaciones internacionales». Estudio Orrego Vicuña, F. (de.). Los estudios internacionales en América Latina. Santiago de Chile, 1980. Edit. Instituto de Estudios Internacionales. Truyol, A. La teoría de las relaciones internacionales como sociología. (Introducción al estudio de las relaciones internacionales.) Madrid, la ed.., 1957, 2a de. revisada y aumentada, 1963; reimpresión 1973. Edit. I.E.P. sobre las relaciones internacionales y derecho de gentes. Madrid, 1971, Edit. I.E.P. 2 vols.; 1. págs. 17 a 48. Hoffmann, S. H. Contemporary Theory in International Relations. Englewood Cliffs. 1960. (traducción de M. D. López Martínez. Teorías Contemporáneas sobre Relaciones Internacionales. Madrid, la ed. 1963; 3a ed. Edit. Tecnos.) Medina, M. La teoría de las relaciones internacionales. Madrid, 1973. Edit. Seminarios y ediciones, S.A. Teoría y formación de la Sociedad Internacional. Madrid, 1983. Edit. Tecnos. Mesa, R. Teoría y práctica de relaciones internacionales. Madrid, la ed. 1977: 2a ed. 1980. Edit. Taurus. Orrego Vicuña, F. (de). Los estudios internacionales en América Latina. Santiago de Chile. 1980. Edit. Instituto de Estudios Internacionales. Truyol, A. La teoría de las relaciones internacionales como sociología. (Introducción al estudio de las relaciones internacionales), Madrid, la ed., 1957, 2a ed. revisada y aumentada. 1963; reimpresión 1973. Edit. I.E.P RAFAEL CALDUCH CERVERA Sin embargo, las discrepancias afloran cuando se intenta ahondar sobre los fenómenos concretos de la realidad social que deben ser abordados por esta disciplina. Un primer intento, ya clásico, ha sido realizado por aquellos autores que han contemplado la realidad internacional bajo el prisma de las relaciones de fuerza, de poder o de dominación. En el centro de esta corriente doctrinal se encuentra el realismo político, tanto en su versión clásica (Niebuhr, Morgenthau, Aron, Carr, Kissinger o Kennan), como en el denominado neorrealismo seguido por autores tan diversos como Keohane, Waltz o Gilpin.2 Rasgo común de estos autores es la consideración de la vida internacional como una realidad esencialmente conflictiva en la que la anarquía y el dictado de la inexorable «ley del más fuerte» constituyen sus fundamentos. Para esta corriente doctrinal existe una identificación entre las relaciones internacionales y las relaciones interestatales, núcleo de la política internacional, por un doble motivo. En primer lugar, por cuanto ambas son abordadas desde la perspectiva política que domina el horizonte de las preocupaciones y de la temática de los realistas. En segundo término, porque únicamente los Estados monopolizan el poder y disponen de los medios para utilizarlo en el interior y hacia el exterior. Es frecuentemente citada la frase de Morgenthau, que resume la esencia misma de esta concepción en los siguientes términos: «La política internacional, como toda política, es una lucha por el poder Cualesquiera que sean los fines últimos de la política internacional, el poder es siempre el fin inmediato»3 La concepción realista se articula a partir de numerosos supuestos gnoseológicos fuertemente contestados, y con un positivismo y racionalismo metodológico que los propios defensores de esta posición teórica rara vez son capaces de mantener en sus trabajos. Como tendremos ocasión de comprobar a lo largo de los capítulos correspondientes, tres premisas básicas del realismo político resultan a todas luces insostenibles: la.)El carácter exclusivo, o al menos preferente, de las relaciones de poder como parte de la política internacional. No se puede sostener con rigor que la diversidad de relaciones de poder que se desarrollan entre los actores internacionales puedan hallar una explicación adecuada desde un modelo que prime los fenómenos políticos sobre los económicos o culturales. Sin llegar a caer en posiciones economicistas o culturalistas, no puede negarse la existencia de una cierta autonomía de ambas parcelas de la vida internacional, que justifican plenamente su incorporación al análisis internacional en condiciones similares a las concedidas para los fenómenos políticos. 2 A propósito del llamado neorrealismo político véase el excelente artículo de: Rioux, J.F.; Keenes, E. y Legare, G. «Le néoréalisme ou la reformulation hégémonique» en Relations lnternationales». Etudes Internationales, vol. XIX; no 1 (marzo, 1988), págs. 5780. 3 Morgenthau, H. J. Politics among nations. The Struggle for Power and Peace. Nueva York, 1960. Edit. Alfred A. Knopf Inc. (Traducción de F. Cuevas Cancino. La lucha por el poder y por la paz. Buenos Aires, 1963. Edit. Sudamericana, pág. 43) 8 CONCEPTO Y MÉTODO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES 2a.) El predominio de la dimensión conflictiva sobre otras formas de relación entre los actores internacionales. Sin duda los conflictos forman una parte destacable de la realidad internacional, pero desconocer o subestimar la cooperación y la comunicación como sistemas relaciónales, que contribuyen también a la dinámica del mundo de los estados, constituye una posición radical que está en abierta contradicción con la evidencia empírica más elemental. 3a.) La persecución del interés nacional, definiéndolo en términos de poder, conduce a la anarquía o a un orden internacional impuesto por unas potencias hegemónicas, en su propio y exclusivo beneficio, al resto de los países. Una de las características esenciales del sistema capitalista, tanto a escala nacional como internacional, es la competencia entre los agentes económicos. A través de ella cada uno de los agentes productores intenta garantizar su supervivencia y expansión a costa de sus competidores. El resultado es bien conocido. Cuando la competencia se desarrolla en condiciones próximas a la competencia perfecta, cada agente productor obtiene una parcela de mercado acorde con la eficacia productiva que es capaz de desarrollar, y paralelamente los consumidores obtienen las cantidades demandadas a los precios más bajos posibles. En resumen, la libre competencia es una condición esencial para el funcionamiento del sistema de mercado que, con todas las excepciones que se quiera, ha demostrado ser una de las formas de organización económica, en el sentido de asignación de recursos, más eficaces de toda la historia. Si me he extendido en este ejemplo es para destacar hasta qué punto la búsqueda del interés o el beneficio particular es perfectamente compatible con el desarrollo de sistemas de ordenación social, en los que la diversa posición y poder de sus miembros no equivale, necesariamente, al perjuicio de los más débiles en beneficio de unos pocos muy poderosos. En otras palabras, la desigualdad de poder no conduce necesariamente al caos social o a la dictadura de los poderosos, aunque, evidentemente, tampoco impide ambas posibilidades. A pesar de sus debilidades teóricas resulta innegable que el realismo político constituye el paradigma doctrinal hegemónico en la disciplina de las relaciones internacionales. Ello se debe a dos motivos principales. De una parte, entronca con una corriente del pensamiento político occidental que desde Maquiavelo ha extendido, con notable éxito, una concepción racionalista y amoral del ejercicio del poder como fundamento último de una forma históricamente particular de organización política: el Estado moderno. Un segundo motivo lo encontramos en el hecho de que el realismo político, y no por casualidad, ha sido la corriente teórica y académicamente más extendida en los Estados Unidos, país que en el ámbito político, económico y científico ha desempeñado un pro tagonismo hegemónico tras la Segunda Guerra Mundial, coincidiendo con el período de mayor auge de la disciplina de las relaciones internacionales.4 Una variante doctrinal se ha intentado articular introduciendo ciertos criterios como el de la internacionalidad o el de la localización. Con tales criterios se intentan desentrañar 4 Rioux, J.F.; Keenes, E. y Legare, G. op. cit. págs. 5861. 9 RAFAEL CALDUCH CERVERA los rasgos que singularizan las relaciones que se dan en el contexto internacional de las relaciones que se desarrollan en el seno de otros grupos sociales. Con tal motivo, Max Huber afirmaba que la internacionalidad se configura como: «(...) el conjunto de los fenómenos sociales que expresan relaciones inmediatas de los estados entre sí o influyen directa o indirectamente en estas relaciones o están por ellas influidos (... ) es internacional una relación cuando se refiere a relaciones entre grupos sociales que están determinados por poderes estatales distintos, y son internacionales en el sentido más estricto, jurídico, las relaciones entre los estados mismos».5 Análogamente, Merle cree haber encontrado en el criterio de localización el rasgo distintivo mediante el cual se puede delimitar la parcela de la realidad social que correspondería a las relaciones internacionales, y que según este autor están constituidas por: «(... ) el conjunto de transacciones o de flujos (de transacciones) que atraviesan las fronteras o que incluso tienden a atravesarlas»6 Ambos criterios presentan la ventaja de resultar intuitivamente sencillos y aparentemente próximos a lo que la experiencia y el sentido común nos señalan como fenómenos del mundo internacional. Sin embargo, á poco que reflexionemos comprobaremos que ni la internacionalidad, tal y como la definió Max Huber , ni la localización apuntada por Merle resultan guías útiles para distinguir la parcela de relaciones sociales a las que el analista internacional debe dedicar su atención y sus investigaciones. El concepto de internacionalidad de Max Huber sufre de imprecisión, ya que realmente pocos fenómenos sociales podemos considerar que no afectan directa o indirectamente o no son afectados por las actuaciones recíprocas de los estados. Si observamos las innumerables relaciones que los ciudadanos de un país desarrollan diariamente resulta prácticamente imposible discernir cuáles de esas relaciones no serán internacionales por no influir o ser influidas de algún modo por las relaciones entre estados, aparentemente ajenos al país que tomemos como referencia. Esta es una tendencia que históricamente se ha ido potenciando, aumentando para lelamente el grado de interdependencia social en y entre los estados. Por tanto, de seguir este concepto de internacionalidad, obtenemos el resultado opuesto al que nos proponíamos al adoptarlo, es decir, en lugar de especificar y limitar el ámbito de relaciones sociales que debemos analizar cada vez nos veremos obligados a ampliarlo añadiendo nuevos fenómenos y procesos. Por lo que respecta al criterio de localización, es innegable que en la versión de Merle las relaciones internacionales se equiparan a relaciones transfronterizas. En este caso la imprecisión nos induce a un error teórico contrario al del caso anterior. Nos enfrentamos 5 6 Citado por Truyol, A. La teoría...op. cit. pág. 62. Merle, M. Sociologie des relations internationales. París, 2a ed, 1976. Edit. Dalloz (traducción de Roberto Mesa. Sociología de las relaciones internacionales. Madrid, la ed., 1978; 2a ed., 1980; Edit. Alianza, pág 148). 10 CONCEPTO Y MÉTODO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES con el problema de tener que excluir de nuestro campo de estudio una importante y diversa gama de relaciones sociales que a pocos se les ocurriría negar su naturaleza internacional. Las relaciones entre las metrópolis y los territorios colonizados, las relaciones entre los diversos pueblos y/o naciones incorporados al seno de un imperio, las interacciones entre las comunidades políticas nómadas, tan importantes en ciertos períodos históricos, junto con otros muchos fenómenos que aún quedando limitados al ámbito interno de un país, debido a la posición hegemónica ocupada por ese estado, han influido de modo decisivo en su acción exterior y con ella en el resto de la vida internacional. De acuerdo con este criterio ¿cómo deberíamos catalogar la expansión del cristianismo en el seno del imperio romano? Todas estas formulaciones doctrinales comparten el supuesto de considerar al Estado como sociedad referencial para determinar las relaciones internacionales de las que no lo son. En este sentido, una relación social se considera internacional porque es interestatal o, al menos, porque transciende de algún modo el contexto de la sociedad referencial: el estado. Frente a esta posición se han alzado autores que han puesto el énfasis en otros tipos de sociedades referenciales. Sin duda, han sido los teóricos marxistas los que más han contribuido a aportar un cambio de perspectiva en este terreno. Desde Marx y Engels se incorporó al estudio de los fenómenos internacionales un nuevo grupo social de referencia: la clase social, que algunos autores como Gonidec han intentado actualizar bajo el concepto de formación social.7 Más recientemente, un nutrido grupo de teóricos han adoptado como base de sus trabajos el modelo de referencia de la sociedad internacional. Para estos autores la sociedad internacional, al menos la que contemplamos en la actualidad, presenta una estructura y unos rasgos específicos que justifican su diferenciación de los restantes grupos sociales, incluido el Estado, que coexisten en su seno. Desde esta perspectiva no se trata de definir a la sociedad internacional como una sociedad carente de los elementos estatales (poderes, instituciones, normas jurídicas, etc.). Por el contrario, se intentan definir y precisar los elementos, actores y procesos cuya existencia fundamenta la dinámica de una nueva categoría de colectividad humana: la sociedad internacional.8 El criterio de los grupos sociales de referencia suscita la dificultad de determinar el concepto o los elementos que caracterizan cada una de tales sociedades referenciales, evitando tanto las definiciones tautológicas como la elección de modelos sociales de referencia, cuya validez queda restringida en el plano histórico o geográfico. Un nuevo criterio definitorio del objeto material de nuestra disciplina fue aportado, 7 Gonidec, P.F. y Charvin, R. Relations Internationales. París, 3a ed. ampliada y puesta al día, 1981. Edit. Montchrestien; págs. 53 y ss. 8 Arenal ha escrito «(...) puede decirse que las relaciones internacionales son la ciencia que se ocupa de la sociedad internacional, y que la teoría de las relaciones internacionales es una teoría de la sociedad internacional». Arenal, C. Del. Introducción...op. cit., pág. 426. 11 RAFAEL CALDUCH CERVERA hace ya varias décadas, por Schwarzenberger y ha sido denominado el criterio de la relevancia de las relaciones internacionales que este autor definía en los siguientes términos: «Tenemos que preguntarnos a nosotros mismos si estas cuestiones, y en qué grado, son pertinentes desde el punto de vista de la Sociedad Internacional considerada como un todo (... ) son asuntos internacionales las relaciones entre grupos, entre grupos e individuos y entre individuos, que afectan de modo esencial a la sociedad internacional en cuanto tal».9 Recapitulando lo dicho hasta ahora podemos concluir que la realidad social que debemos abordar desde la ciencia de las Relaciones Internacionales viene definida por todas aquellas relaciones sociales, y los actores que las generan, que gozan de la cualidad de la in ternacionalidad por contribuir de modo eficaz y relevante a la formación, dinámica y desaparición de una sociedad internacional considerada como una sociedad diferenciada. De acuerdo con estos criterios, la ciencia de las Relaciones Internacionales investiga el mundo de las relaciones sociales, ya se desarrollen entre individuos, entre grupos o entre ambos, aceptando que en las relaciones intergrupales ocupan un lugar preferente las relaciones entre los estados. Sin embargo, del vasto panorama de las relaciones sociales que se nos presentan, el internacionalista debe seleccionar aquéllas cuya dimensión internacional se demuestra precisamente por mostrar una importancia destacable (relevancia) para la existencia y dinámica de una sociedad internacional. El rasgo de la internacionalidad que se apunta es, desde luego, abstracto y variable pero no impreciso. Es abstracto por cuanto no predetermina las características que deben definir la sociedad internacional que sirva de referente. Es variable por cuanto se modificará con cada sociedad internacional concreta que tomemos como objeto de estudio. Pero no es impreciso, ya que una vez definimos el marco internacional que nos sirve de referente, sea con criterios geohistóricos, políticos, económicos, etc., tan sólo serán considerados aquellos actores y relaciones que verdaderamente resulten significativos para comprender y explicar la dinámica de esa sociedad internacional. De este modo si abordamos el estudio de la sociedad internacional planetaria, los sujetos y relaciones internacionales que deberemos analizar serán distintos de los que tendríamos que investigar si nos limitásemos al ámbito de una sociedad internacional continental o regional. Análogamente ocurriría si estudiásemos la sociedad internacional europea de la Alta Edad Media en comparación con la de la Edad Moderna. En resumen, no pretendemos afirmar que sólo sean internacionales las relaciones sociales importantes en una determinada sociedad internacional. Sí afirmamos, en cambio, que son internacionales este tipo de relaciones sociales, sean cuales sean sus protagonistas y con independencia de que se desarrollen en el seno de un estado o transciendan sus límites fronterizos. Y estimamos que son estas relaciones internacionales relevantes las que deben configurar el objeto material de la ciencia de las Relaciones Internacionales. 9 Schwarzenberger, G. Power Politics. A Study of International Society. Londres, la ed., 1941; 2a ed. corregida y aumentada, 1951. Edit. Steven & Son. (traducción de J. Campos y E. González. La política del poder. Estudios de la Sociedad Internacional. México/Buenos Aires, 1960. Edit. F.C.E., pág. 4). 12 CONCEPTO Y MÉTODO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES 2. El objeto formal de las Relaciones Internacionales Una vez determinados los criterios con los que seleccionaremos los fenómenos que deben ser estudiados por la ciencia de las Relaciones Internacionales, se impone interrogarnos sobre la existencia y alcance de una perspectiva y metodología propias de esta ciencia o si, por el contrario, debemos recurrir a los conocimientos y explicaciones aportados por otras ciencias sociales ya consagradas. En otras palabras, lo que nos planteamos ahora es la existencia de un objeto formal característico de la ciencia de las Relaciones Internacionales. Para tratar de responder a esta cuestión abordaremos primero, los fundamentos de aquellas corrientes doctrinales que han negado la validez o utilidad de una ciencia autónoma, destinada a estudiar de forma específica los fenómenos internacionales. Más adelante, expondremos los esfuerzos realizados por distintos autores para dotar a la disciplina de las Relaciones Internacionales de una teoría y perspectiva particulares. Una de las corrientes críticas a la singularidad de esta ciencia se ha fundamentado en el argumento, según el cual, siendo los fenómenos internacionales objeto de explicación por otras ciencias sociales ya consagradas, sería suficiente proceder a una adecuada articulación de los datos y explicaciones aportadas por ellas para alcanzar un grado suficiente de conocimiento de la realidad internacional. Semejantes objeciones son, en gran medida, una consecuencia directa de los antecedentes científicos y de la propia génesis de la ciencia de las Relaciones Internacionales. Como lo han subrayado numerosos autores, el estudio de los acontecimientos internacionales realizado por la Historia (tanto la Historia de los Tratados como la Historia Diplomática), el Derecho Internacional o la Filosofía Política, contribuyó decisivamente a postergar la aparición de una ciencia que analizase, desde una nueva perspectiva, las grandes interrogantes sobre el mundo internacional que la Primera Guerra Mundial había suscitado. Habría que añadir que todavía, durante el período de entreguerras, los historiadores y juristas siguieron reivindicando la exclusividad, o al menos, la supremacía en el tratamiento de los acontecimientos internacionales desde sus respectivas ciencias. Ello fue así incluso cuando se hacía cada vez más evidente la incapacidad de estas disciplinas para aportar un cuerpo teórico suficientemente explicativo de la pluralidad de actores y relaciones que conformaban el sistema internacional. Naturalmente no han sido ajenos a estas críticas y resistencias ciertos intereses, más o menos inconfesables, vinculados a la posición hegemónica que en el ámbito académico y universitario habían alcanzado estas ciencias y que ahora se veía parcialmente cuestionado por los especialistas de la nueva ciencia.10 10 Arenal, C. Del Introducción...op. cit. págs. 41 y ss. La teoría...op. cit. págs. 15 y ss. Medina, M. Teoría y formación...op. cit. págs. 32 y ss. Mesa, R. Teoría y práctica...op. cit. págs. 37 y ss. Sobre la fundación de los primeros institutos de Relaciones Internacionales resulta muy interesante el estudio de: Toynbee, A.J. «The Study of Contemporary History: Founding of the First Institutes». Orrego Vicuña (ed.) op. cit...págs. 1830. 13 RAFAEL CALDUCH CERVERA No obstante, la fuerza de los hechos se impuso a las críticas teóricas y academicistas de quienes cuestionaban la necesidad y posibilidad de una ciencia autónoma dedicada a conocer los acontecimientos internacionales. Los efectos de las dos guerras mundiales propiciaron una «toma de conciencia» sobre las dimensiones universales de la sociedad internacional del presente siglo. Esta «toma de conciencia» constituyó una auténtica re volución científica, en el sentido en que Thomas Kuhn ha acuñado esta expresión, estimulando y consolidando definitivamente la autonomía científica de las Relaciones Internacionales en relación con el Derecho Internacional y la Historia.11 El debate se trasladó entonces al terreno de dos ciencias sociales que se encontraban en pleno proceso de expansión: la Ciencia Política y la Sociología. De una parte, los autores que se adscriben a la corriente del realismo político, entre los que se encuentran la mayoría de los especialistas norteamericanos, defienden la necesidad de estudiar las relaciones internacionales como una parte especializada situada en el marco teórico general de la Ciencia Política. Ello explica por qué la mayor parte de sus obras abordan las cuestiones de la política internacional, reservando capítulos especiales a los temas de la política exterior de las superpotencias, y descuidan en cambio los análisis sobre otros fenómenos y actores no estrictamente políticos. Por ejemplo, los fenómenos demográficos o ideológicos; las organizaciones no gubernamentales; la opinión pública y los procesos de comunicación internacional, etc.12 Frente a ellos se han alzado las voces de quienes reivindican el estudio de la realidad internacional como una parcela específica de la Sociología. Entre estos autores, en su mayoría europeos, ocupa un lugar destacado el nombre de Schwarzenberger , quien en 1941 ya escribía lo siguiente: "El estudio de las relaciones internacionales es la rama de la sociología que se ocupa de la sociedad internacional. Esto explicará por qué la ciencia de las relaciones internacionales no puede tener una exclusiva e íntima asociación con cualquier rama particular de la ciencia que no sea la sociología misma".13 El debate entre los seguidores de una y otra corriente doctrinal no ha concluido todavía, como lo demostró el renovado empuje con el que los funcionalistas y los teóricos de sistema irrumpieron en el estudio de los fenómenos internacionales durante las décadas de los sesenta y los setenta, si bien en la actualidad existe un nutrido grupo de especialistas 11 Kuhn, T.S. The Structure of Scientific Revolutions. Chicago, 1962. Edit. University of Chicago Press. (Traducción de A. Contín. La estructura de las revoluciones científicas. Madrid, 1975. Edit. F.C.E.). 12 Art, R.J. y Jervis R. (eds.) International Polines. Anarchy, Forcé, Política! Economy and Decisión Making. Boston, 2a ed., 1985. Edit. Little Brown & Co. Jones, W. S. The Logic of International Relations. Boston, 5a ed., 1985. Edit Little Brwon & Co. Knorr, K.E. The Power of Nations. Nueva York, 1975. Edit. Basic Books Inc. (traducción de A. Bonnano. El poder de las naciones. Buenos Aires, 1981. Edit. Belgrano). 13 Schwarzenberger, G. op. cit. pág. 8. 14 CONCEPTO Y MÉTODO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES que desarrollan sus estudios sin cuestionar la autonomía científica y la especificidad del objeto formal de las Relaciones Internacionales.14 Los esfuerzos realizados para dotar a las Relaciones Internacionales de un estatuto científico propio, han contado con dos autores destacados: Quincy Wright y Raymond Aron. Para el primero de estos autores, la única perspectiva científica adecuada a la riqueza y complejidad de los fenómenos internacionales es la de la multidisciplinariedad, entendida como el esfuerzo de conjugación de los diversos conocimientos y explicaciones sobre la realidad internacional aportados por un amplio elenco de disciplinas. Semejante planteamiento tuvo el mérito de romper con las limitadas y unilaterales visiones que aportaba cada una de las ciencias que había reclamado en exclusividad el tratamiento del mundo internacional. Además, impulsó un proceso de síntesis en los estudios internacionales imprescindible para comprender mejor la sociedad internacional y poder iniciar la formulación de conceptos y modelos teóricos propios. Sin embargo, la multidisciplinariedad sostenida por Wright encerraba también el peligro de convertir al especialista de las relaciones internacionales en un mero recopilador de datos, sin articulación y coherencia explicativas. Al propio tiempo, el esfuerzo dedicado a lograr tales conocimientos podía dificultarle el desarrollo de unas hipótesis teóricas y unas investigaciones de los fenómenos internacionales imprescindibles para satisfacer los requerimientos de la disciplina que se pretende consolidar. Ambas dificultades se han intentado soslayar propugnando la multidisciplinariedad como base operativa de grupos o equipos de investigación, en lugar de actuar como criterio de investigación individual. Ciertamente esta vía puede facilitar el trabajo de investigación pero es dudoso que pueda facilitar la integración de conocimientos científicos diversos si se carece de unos presupuestos teóricos específicos, desde los cuales orientar las múltiples aportaciones de otras ciencias hacia una explicación ordenada, coherente y global de la realidad internacional. Dichos presupuestos sólo puede aportarlos el especialista en las relaciones internacionales a partir de categorías, hipótesis y modelos explicativos propios, lo que nos remite, parcialmente, al problema inicial de encontrar un objeto formal para las Relaciones Internacionales. Todo ello ha orientado a diversos especialistas a reconsiderar los aspectos más positivos del planteamiento de Quincy Wright para adaptarlos a las necesidades actuales de las Relaciones Internacionales. Desde esta perspectiva, Arenal considera más acertado, siguiendo a Shonfield, hablar de transdisciplinariedad, lo que significa que: "(... ) las Relaciones Internacionales se configuran como una disciplina de integración y síntesis de los datos aportados por otras disciplinas, si bien el objetivo de su investigación aporta un contenido superior que le confiere su especial carácter en el seno de las ciencias sociales".15 14 ARENAL, C. Del. Introducción Politics. 1979. Edit. AddisonWesley Publ. Co. (traducción de Mirta Rosenberg. Teoría de la política internacional. Buenos Aires, 1988. Edit. Grupo Editor Latinoamericano en adelante G.E.L.; págs. 61 y ss.) 15 ARENAL C. Del. Introducción...op. cit. pág. 464. 15 RAFAEL CALDUCH CERVERA El debate sobre la perspectiva multi o transdisciplinar resulta, a nuestro juicio, superficial y estéril. Superficial por cuanto es evidente que todas las ciencias recurren, en mayor o menor medida, a los conocimientos aportados por otras ciencias afines a las que se les califica de ciencias auxiliares. En consecuencia, todas las ciencias son también multi o transdisciplinares. Ahora bien, lo que hace que los conocimientos aportados por las ciencias auxiliares resulten verdaderamente útiles y, al mismo tiempo, diferenciales, en el seno de la nueva ciencia, es el hecho de que tales conocimientos adquieren una función instrumental que facilita pero no sustituye las explicaciones y conocimientos alcanzados siguiendo las teorías y métodos propios de esa ciencia. Esto es aplicable a todas las ciencias sociales y, por tanto, también a las Relaciones Internacionales.16 Pero también es un debate estéril, ya que no exime al teórico de las Relaciones Internacionales de buscar una perspectiva particular, un objeto formal, desde el que abordar la compleja parcela de la realidad social que ha acotado, y a la que ha denominado relaciones internacionales, y para la que previamente ya ha aceptado que las perspectivas de otras ciencias resultan insuficientes. Por consiguiente, la multidisciplinariedad entendida como contribución de otros campos científicos auxiliares al desarrollo de un cuerpo científico de las relaciones internacionales, resulta imprescindible. Sin embargo, considerada como el enfoque científico particular desde el cual analizar e interpretar los acontecimientos internacionales resulta confusa y superficial. En el marco de las disciplinas auxiliares, no todas ofrecen idéntico nivel de importancia para la ciencia de las Relaciones Internacionales. Conviene distinguir entre las ciencias auxiliares generales y las ciencias auxiliares parciales. Las primeras aportan conceptos, métodos o explicaciones que afectan al conjunto de conocimientos desarrollados por las Relaciones Internacionales. En esta categoría debemos mencionar: la Historia, la Economía, la Ciencia Política, la Sociología y el Derecho. En cambio, las ciencias auxiliares parciales vendrán especificadas a tenor del área concreta de las Relaciones Internacionales que estemos considerando. Por ejemplo, en relación con los conflictos bélicos resulta adecuado recurrir a los estudios de Geografía o de Estrategia Militar. Del amplio elenco de disciplinas auxiliares parciales merecen citarse: la Estadística, la Geografía, la Psicología, el Análisis de Sistemas, las Ciencias de la Comunicación y las Ciencias Militares. Mucho más ambiciosa, profunda y enriquecedora resulta la aportación de Aron, para quien el enfoque adecuado al tratamiento de las relaciones internacionales se encuentra en la sociología histórica. Ciertamente, la formulación Aroniana va mucho más lejos 16 Observemos que el físico o el economista utilizan conceptos matemáticos como el de derivada para definir sus propios conceptos; por ejemplo, el concepto de la aceleración en física, o el concepto de la marginalidad en teoría económica. Lo mismo podríamos señalar en relación con el concepto histórico de Edad Moderna utilizado por la Ciencia Política para explicar el sistema de división de poderes o por la Sociología para explicar la formación de las ideologías nacionalistas. En todos estos supuestos los conceptos que en el seno de las ciencias auxiliares constituyen conceptos básicos, aún manteniendo su significado originario en el contexto de la nueva ciencia, pasan a desempeñar una función secundaria o instrumental, precisamente porque se incardinan en un nuevo cuerpo de hipótesis y teorías 16 CONCEPTO Y MÉTODO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES la simple delimitación del objeto formal de una ciencia para entrar en el terreno de una propuesta teóricometodológica. La sociología histórica posee el mérito de combinar una perspectiva singular de aproximación a la realidad internacional, con un proceso metodológico para su investigación y un modelo teórico de interpretación. Lamentablemente, tan ambicioso proyecto no queda suficientemente reflejado en la obra de Aron, que termina recluyéndose en el confortable y seguro campo de la política internacional de claro corte realista. El grado de adhesión que el modelo aroniano ha suscitado entre numerosos especialistas, particularmente en nuestro país, nos sugiere darle un tratamiento más pormenorizado.17 3. Consideraciones metodológicas: la dialéctica y la sociología histórica Tan amplios y polémicos como los debates sobre los temas del objeto material de las Relaciones Internacionales, vienen siendo los relativos al método que debe seguirse. La ya tradicional polémica entre los partidarios del método inductivo o los defensores del proceso deductivo en las ciencias sociales se ha reproducido también en esta disciplina. En relación con el carácter inductivo o deductivo que debe presidir el proceso metodológico de las Relaciones Internacionales, Waltz ha excluido la eficacia de ambos métodos en los siguientes términos: «La construcción de teorías involucra algo más que el desarrollo de las operaciones lógicamente permisibles de los datos observados. Nada puede ser explicado por deducción, pues los resultados de la deducción se desprenden lógicamente de las premisas iniciales. La deducción puede ofrecer ciertas respuestas, pero nada nuevo; lo que se deduce ya está presente, o bien en las premisas mayores teóricas o en las premisas menores empíricas que se ocupan de las cuestiones observadas previamente. La inducción puede ofrecer nuevas respuestas, pero nada seguro; la multiplicación de observaciones particulares no puede respaldar nunca una afirmación universal. La teoría es fructífera porque transciende el enfoque hipotéticodeductivo, que es necesariamente estéril. Tanto la deducción como la inducción son indispensables en la construcción de la teoría, pero su utilización combinada sólo da nacimiento a una teoría si emerge una idea creativa».18 No obstante, el debate metodológico puede superarse, desde nuestro punto de vista, si adoptamos una singular forma de pensamiento o actitud mental y la conjugamos con un determinado sistema metodológico. La forma de razonamiento que resulta imprescindible 17 Aron, R. Paix y guerre entre les nations. París, 1962. Edit. CalmannLévy. (Traducción de Luis Cuervo. Paz y guerra entre las naciones. Madrid la ed., 1963. Edit. Revista de occidente.) Les derniérs annés du siécle. París, 1984. Edit Juññiard. (Traducción de Alberto Corazón. Los últimos años del siglo. Madrid, 1985. Edit. EspasaCalpe.) 18 Waltz K.N. op. cit. págs. 2223. Duverger, M. Méthodes des sciences sociales. París, 1961. Edit. Presses Universitaires de France.'(Traducción de A. Sureda. Métodos de las ciencias sociales. Barcelona, 1962. Edit. Ariel.) 17 RAFAEL CALDUCH CERVERA para el internacionalista consiste en el pensamiento dialéctico. El modelo metodológico, como ya anticipábamos, lo aporta la sociología histórica.19 En cuanto al pensamiento dialéctico, considerado como una específica actitud mental del estudioso para enfrentar la realidad que aspira a conocer en su interacción con la ciencia, a través de la cual trata de explicar dicha realidad, debemos señalar que no coincide necesariamente, aunque tampoco la excluye, con una particular interpretación o filosofía social, como puede serlo el materialismo dialéctico. Desde luego, la mezcla de temor y repulsa que el materialismo dialéctico, formulado por Marx y Engels, ha provocado entre los teóricos no marxistas constituye, sin duda, la razón fundamental por la que se ha concedido tan escasa atención al razonamiento dialéctico en el contexto de las Ciencias Sociales, en general, y de las Relaciones Internacionales en particular.20 Cuando hablamos del pensamiento dialéctico tomamos como referencia algo diferente. Lo que tratamos de destacar es el hecho de que frente al proceso formal de razonamiento sobre la realidad social, cabe otro proceso distinto de discurso mental, el proceso dialéctico. Este último rompe radicalmente con la lógica tradicional, según la cual la relación entre la causa y el efecto se da de un modo lineal y en una sola dirección. Quiebra también la dicotomía entre teoría y acción, entre conocimiento y praxis, entre realidad objetiva y subjetiva.21 El pensamiento dialéctico implica abordar la realidad social como un todo dinámico 19 En este punto comparto, en términos generales, el planteamiento realizado por Arenal. No obstante, estimo que lo que este autor denomina el método dialéctico no es, en sentido estricto, un método científico, sino algo mucho más amplio y profundo que se aproximaría a una particular mentalidad o forma de pensamiento. Tal vez a una filosofía del conocimiento. Arenal, C. Del, Introducción...op. cit. págs. 475 y ss. 20 Mesa ha señalado muy oportunamente: «Esta situación paralizadora, este callejón sin salida, obedece no sólo al agotamiento de las prácticas aplicadas; también corresponde a un rechazo de raíz ideológica: la negativa a la admisión, en los círculos científicos académicos del materialismo dialéctico», y más adelante reiterará: «No obstante, hay que afirmar sin ningún tipo de rodeos que estamos en los albores de la aplicación del materialismo dialéctico a las Relaciones Internacionales. No sólo por el rechazo de los doctrinarios burgueses, sino también por la falta de interés, que hasta hace poco tiempo han demostrado los mantenedores del materialismo dialéctico en la realidad internacional» Mesa, R. op. cit. págs. 270 y 282. 21 Un ejemplo frecuente de los errores inducidos por la concepción formal de la relación de causalidad lo encontramos en las ciencias sociales, cuando interpretamos las correlaciones estadísticas. A menudo los investigadores infieren incorrectamente relaciones de causalidad directa en base a correlaciones estadísticas. En sentido estricto, tales correlaciones nos indican la estrecha vinculación, positiva o negativa, entre dos fenómenos sociales, aunque nada nos aclaran sobre cuál de ambos fenómenos es la variable independiente (causa) y cuál es la variable dependiente (efecto), o si la estrecha correlación entre ambos es una consecuencia de su mutua dependencia respecto de un tercer fenómeno social no contemplado. Sobre la utilidad y limitaciones de las técnicas estadísticas de regresión y correlación, véase: Barbancho, A. G. Estadística elemental moderna. Madrid, 1967. Edit. Escuela Nacional de Admon. Pública; págs. 215217. Braillard, P., «Hacia una reorientación del estudio empírico del conflicto internacional». AA.VV. Unesco Yearbook on Peace and Conflict Studies, 1983. París, 1986. (traducción de Niño Cabrero Moran. Anuario de estudios sobre paz y conflictos. Barcelona, 1986. Edit. Unesco/Fontamara; vol 1: págs. 8796). 18 CONCEPTO Y MÉTODO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES en el que cada uno de sus componentes está condicionando e influyendo a los demás al tiempo que es condicionado e influido por ellos. Supone investigar las relaciones entre los fenómenos, no en términos de causaefecto, sino en términos de una dinámica generativa entre contrarios. Cada fenómeno de la realidad lleva implícita su propia contradicción, y por tanto, la nueva realidad que emane de él surgirá reforzando algunas de sus características fundamentales y superando también algunas de sus carencias básicas. En base a esta singular estructura de pensamiento, la separación radical entre conocimiento y acción carece de significado, pues el desarrollo científico, que en sí mismo es acción, afecta a la actuación humana que trata de conocer y explicar. Análogamente, la vida social termina alterando las realidades objeto del conocimiento científico e indirectamente a la propia ciencia. El discurso dialéctico contribuye decisivamente a superar el falso dilema entre la realidad objetiva y la interpretación subjetiva. En realidad, el científico, en tanto que individuo pensante y actuante, altera con su pensamiento el mundo que le rodea, viéndose también condicionado por él en relación con sus propias categorías teóricas. Es debido a esta permanente tensión creativa, exclusiva del razonamiento dialéctico, por lo que constituye un eficaz revulsivo contra el anquilosamiento del científico en ciertos paradigmas, conceptos, métodos o categorías valorativas sobre el entorno social y material que le rodea y del que también forma parte. En un brillante estudio Hilary Putnam ha demostrado, frente a las tesis de Kuhn y de Popper , que el desarrollo científico ha seguido una dinámica dialéctica entre dos tendencias que denomina con los términos de tendencia crítica y tendencia explicativa. En palabras de este autor: «(... ) El hecho es que la ciencia normal muestra una dialéctica entre dos tendencias conflictivas (por lo menos, potencialmente conflictivas), pero interdependientes, y que es el conflicto de estas tendencias lo que hace avanzar la ciencia normal». Sin duda, la más brillante explicación del proceso dialéctico nos la ha dejado el propio ENGELS, quien escribió: «(... ) La gran idea cardinal de que el mundo no puede concebirse como un conjunto de objetos terminados, sino como un conjunto de procesos, en el que las cosas que parecen estables, al igual que sus reflejos mentales en nuestras cabezas, los conceptos, pasan por una serie ininterrumpida de cambios, por un proceso de génesis y caducidad, a través de los cuales, pese a todo su aparente carácter fortuito y a todos los retrocesos momentáneos, se acaba imponiendo siempre una trayectoria progresiva; esta gran idea cardinal se halla ya tan arraigada, sobre todo desde Hegel, en la conciencia habitual, que expuesta así, en términos generales, apenas encuentra oposición. 22 Hilary Putnam, "La corroboración de las teorías". Hacking, I. (ed.) Scientific Revolutions. Oxford, 1981. Edit. Oxford, 1981. Oxford University Press.(Traduc. Juan José Utrilla. Revoluciones científicas. México, 1985. Edit. F.C.E.; págs. 143144.). 19 RAFAEL CALDUCH CERVERA Pero una cosa es reconocerla de palabra y otra cosa es aplicarla a la realidad concreta, en todos los campos sometidos a investigación. Si en nuestras investigaciones nos colocamos siempre en este punto de vista, daremos al traste de una vez para siempre con el postulado de soluciones definitivas y verdades eternas; tendremos en todo momento la conciencia de que todos los resultados que obtengamos serán forzosamente limitados y se hallarán condicionados por las circunstancias en las cuales los obtenemos; pero ya no nos infundirán respeto esas antítesis irreductibles para la vieja metafísica todavía en boga: de lo verdadero y lo falso, lo bueno y lo malo, lo idéntico y lo distinto, lo necesario y fortuito (... )».23 El proceso del razonamiento dialéctico se armoniza con el modelo aroniano de la sociología histórica. Según este autor, el teórico de las Relaciones Internacionales debe desarrollar su tarea siguiendo cuatro fases sucesivas y complementarias.24 La primera de ellas consiste en la formulación de una o varias teorías sobre la realidad internacional, mediante la elaboración y ordenación de una serie de conceptos, hipótesis y principios relativos a su configuración y su funcionamiento. Desde luego esta etapa teórica de la investigación entraña una limitación, dado que los modelos teóricos elaborados suponen una representación esquemática y más o menos simplificada del contexto internacional. Al propio tiempo y debido, precisamente, al carácter simplificado de las teorías, nos resulta más inteligible la extraordinaria complejidad de la sociedad internacional. Ahora bien, para que la teoría demuestre su capacidad explicativa, es necesario someterla a un doble proceso de contrastación. De una parte, y puesto que cada sociedad internacional, cada relación o cada fenómeno internacional, se producen en unas condiciones singulares, en un momento histórico particular, los conceptos y las hipótesis teóricas deben ser suficientemente flexibles y precisos para asumir y destacar la dimensión histórica del mundo internacional. Cuando el esquematismo y la rigidez de una teoría nos impide captar la especificidad histórica de los principales acontecimientos internacionales, por ejemplo, de la Revolución Francesa, el modelo teórico resulta inadecuado. En segundo término, la simple contrastación histórica de una teoría no asegura su funcionalidad desde las necesidades de la ciencia de las Relaciones Internacionales. El modelo teórico formulado deberá también contener leyes o regularidades suficientemente generales y abstractas para que nos permitan descubrir los elementos comunes a diferentes sociedades internacionales, en diversos momentos históricos. La disciplina científica que nos ocupa comparte, con otras ciencias sociales, la búsqueda y formulación de proposiciones generales en relación con las sociedades internacionales. En base a esta dimensión sociológica, el experto en las relaciones internacionales intentará que su teoría asuma también los rasgos o elementos comunes que puedan existir entre 23 Engels F. «Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana». Marx, C. y F. Engels, Obras escogidas. Moscú. 1976. Edit. Progreso, vol. III, págs. 381382. 24 Aron R., «Qu'estce qu'une théorie des Relations lnternationales». Revue Française de Science Politique, Vol. XVII,. No. 5 (1967); págs. 837861. 20 CONCEPTO Y MÉTODO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES los diversos fenómenos y sociedades internacionales que se han producido en el transcurso histórico, por ejemplo, entre la Revolución Francesa y la Revolución Bolchevique. Finalmente, y puesto que el conocimiento científico de la sociedad internacional no se agota en sí mismo, Aron señala, como última etapa de su modelo, la necesidad de una praxeología (ciencia de la praxis). Es precisamente la praxeología la piedra de toque de todo el método aroniano. Con ella adquieren sentido los conocimientos alcanzados sobre la realidad internacional, ya que nos presenta las alternativas de futuro que encierra la sociedad internacional presente. A tenor del conocimiento de las posibilidades insertas en las realidades presentes, el científico convierte sus conocimientos en propuestas y acciones en favor de cualquiera de esos futuros posibles (futuribles). De este modo, el teórico asume un compromiso personal con la propia realidad internacional que estudia y con el resto de sus conciudadanos. El teórico se ve inducido a abandonar su torre de marfil especulativa, convirtiéndose en un protagonista activo más de la sociedad y de la historia. El propio Aron ha descrito claramente este ineludible compromiso del científico, en relación con el peligro de un conflicto nuclear, en los siguientes términos: «.Sería indigno dejarse hundir por las desgracias de nuestra generación y por los peligros del futuro próximo hasta el punto de cerrarse a la esperanza, pero no lo sería menos abandonarse a la utopía y desconocer los trastornos de nuestra circunstancia. Nada puede impedir que tengamos dos deberes, que no siempre son compatibles, uno hacia nuestro pueblo y otro hacia todos los pueblos. Uno de participar en los conflictos que constituyen la trama de la Historia y otro de trabajar por la paz».25 4. Los niveles de análisis y la periodificación en las Relaciones Internacionales Tomando en consideración los debates que han surgido en torno al objeto y la metodología de las Relaciones Internacionales, así como al extraordinario interés y la proliferación de estudios e informaciones, que sobre los acontecimientos internacionales se han producido en las últimas décadas, a nadie puede extrañarle la confusión en los distintos niveles de análisis que han caracterizado los progresos científicos de esta disciplina. Suele ser frecuente que los estudiosos de las relaciones internacionales sitúen en el mismo plano de sus investigaciones y teorías fenómenos, actores y relaciones que, en rigor, pertenecen a planos diferentes de la realidad y que, por consiguiente, deberían ser objeto de una diferenciación analítica. Por ejemplo, carece de toda racionalidad equiparar fenómenos como el de la disuasión nuclear o la deuda internacional, cuya magnitud y consecuencias afectan al conjunto de la sociedad mundial, con otros como las relaciones entre la R. P. China y Japón o la actividad del Fondo Monetario Internacional que, aun admitiendo su importancia y la necesidad de su estudio, no afectan de modo fundamental al funcionamiento del sistema internacional. 25 Aron R.Paz... op.cit. pág. 911 21 RAFAEL CALDUCH CERVERA Se impone, por tanto, adoptar una distinción entre dos niveles de análisis que denominaremos: macrointernacionalidad y microinternacionalidad. El primero aborda las cuestiones relativas a la sociedad internacional en su conjunto, sus estructuras e instituciones, sus diversas categorías de actores y las formas de relación más significativas. El marco de referencia de los estudios microinternacionales lo constituye el análisis de los diversos miembros, o categoría de ellos, que participan en la sociedad internacional. Incluye la organización interna, los procesos de decisión y las formas de actuación o relación de algún actor internacional o de un reducido número de ellos.26 La teoría de las Relaciones Internacionales debe incluir conceptos, regularidades y modelos que permitan desarrollar los estudios en ambos planos del análisis. Sin embargo, debemos mantener metodológica y conceptualmente la diferencia entre ambas categorías, ya que las descripciones y explicaciones que las Relaciones Internacionales realizan de los fenómenos macrointernacionales no son aplicables al ámbito de la micro, y viceversa. Por ejemplo, el problema del agotamiento de materias primas o energéticas para un grupo de países puede resolverse mediante el comercio con otros países productores de tales materias o recursos; sin embargo, el mismo problema a escala de la sociedad mundial impide aplicar este tipo de solución. Observemos que en la medida en que aceptemos como actores de la sociedad internacional a grupos de carácter no estatal, la microinternacionalidad abordará en sus estudios la existencia, configuración y comportamiento internacional de tales grupos. La conclusión resulta obvia, sólo en la medida en que excluyésemos a tales sujetos internacionales y considerásemos a las organizaciones intergubernamentales como simples instrumentos de sus miembros estatales, el plano de la microinternacionalidad se identificaría con el de la política exterior. Pero como apuntábamos con anterioridad, tales supuestos teóricos son tan restrictivos que en la actualidad ya no los sustentan ni tan siquiera los doctrinarios del realismo político. Análogamente, el análisis macrointernacional puede abordarse siguiendo la teoría de sistemas, pero tampoco debemos identificarlo con un determinado tipo de sistema internacional (político, económico, etc.), sino que debemos estudiarlo a partir de un modelo de sistema complejo, o si se prefiere multiestructural, en el que algunos de sus subsistemas desempeñan una diversidad de funciones. Junto a la cuestión de los niveles de análisis de las Relaciones Internacionales, se impone suscitar otra problemática que tradicionalmente ha sido desconocida por los autores 26 Una distinción entre los niveles macro y microinternacionales es adoptada por Rosenau cuando señala que: «Tres dimensiones de la política se conceptualizan como sus principales parámetros. Una de ellas opera al micro nivel individual, otra funciona al macro nivel de las colectividades, y la tercera implica una combinación de ambos niveles. El micro parámetro consiste en las orientaciones y habilidades por las que los ciudadanos de los Estados y los miembros de las organizaciones no estatales se vinculan al macro mundo de la política global. Yo aludo a este grupo de coacciones límite como el parámetro de orientación o destreza. El macro parámetro es aquí denominado como el parámetro estructural, y los refiero a las coacciones situadas en la distribución de poder entre y en las colectividades del sistema global. El parámetro combinado es denominado relacional; se centra en la naturaleza de las relaciones de autoridad que prevalecen entre los individuos del micro nivel y sus macrocolectiviades». Rosenau, J.N. Turbulence in World Politics. A theory of Change and Continuity. Londres, 1990. Edit. Harvester Wheatsheaf; págs. 10 y 15 a 181. 22 CONCEPTO Y MÉTODO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES de esta ciencia. Se trata de plantear el papel que la dimensión temporal desempeña en el contexto metodológico de las Relaciones Internacionales. Es interesante constatar que en ninguna de las obras consideradas clásicas en las Relaciones Internacionales, se haga una referencia específica a la necesidad de realizar una división temporal, una periodificación de los procesos y fenómenos internacionales, como un elemento metodológico imprescindible para dar rigor a los estudios realizados. Sin embargo, resulta evidente que la consideración del factor tiempo como una de las coordenadas esenciales, junto con el factor espacio, en las que se incardinan las relaciones internacionales conduce, inexorablemente, a la necesidad de establecer unos criterios de periodificación que guíen la labor teórica.27 Desde luego la complejidad del objeto material de esta disciplina introduce ciertas dificultades para lograr unos criterios de periodificación adecuados. En efecto, mientras la política exterior de una potencia mundial puede cambiar en períodos temporales relativamente breves, como lo demuestran los cambios que se vienen produciendo en la Unión Soviética y los países de Europa Central, desde el acceso de Gorbachov a la Secretaría General del PCUS en 1985, otros fenómenos internacionales exigen plazos muy amplios para que se puedan apreciar alteraciones sustanciales en sus tendencias, como sucede, por ejemplo, con las tendencias demográficas mundiales. En consecuencia, los criterios de periodificación que deben establecerse tendrán que respetar los dos niveles de análisis que hemos indicado y, simultáneamente, deberán señalar unos plazos temporales suficientemente precisos para que nos permitan asignar los diversos fenómenos internacionales a una u otra de las categorías periódicas establecidas. En el ámbito de la microinternacionalidad la periodificación seguirá una combinación de dos criterios: la configuración estructural interna de los actores internacionales y la unidad de acción desarrollada por estos. Básicamente debemos distinguir tres períodos: el corto, el medio y el largo plazo. El corto plazo comprende una fase temporal generalmente breve, pero durante la cual uno o varios actores internacionales son capaces de formular y ejecutar una determinada actuación, o grupo de actuaciones, internacional. Se puede estimar razonable, dentro del corto plazo, un período que oscile entre 1 y 5 años. Durante este período los principales factores y estructuras internas de los actores internacionales estudiados experimentarán cambios secundarios, al tiempo que el orden básico imperante en la sociedad internacional permanecerá inalterado, pudiendo considerar que el entorno en el que se desarrollan las acciones internacionales de los actores analizados es constante. Este último supuesto 27 Existen algunas referencias indirectas en la obra de Aron cuando distingue entre los objetivos eternos y los objetivos históricos. Los campos de esta disciplina donde más exhaustivamente se ha introducido algún tipo de división temporal han sido en el área de la adopción de decisiones, en relación con la política exterior de los países, y el área de los conflictos bélicos. En ambos casos, la periodificación ha sido asociada a la distinción entre medios y fines, o entre estrategia y táctica. En este sentido, Gonidec ha afirmado: «En primer lugar, no podemos hacer una abstracción del factor tiempo, porque todo actor internacional, cuando define su estrategia, toma en consideración el período de tiempo durante el cual tiende a realizar sus objetivos». Gonidec, P.F. y Charvin, R. op. cit. pág. 273 23 RAFAEL CALDUCH CERVERA teórico se aproxima, aunque no se identifica totalmente, con la condición «caeteris paribus» adoptada por la teoría económica. Algo que también resultaría aplicable en nuestra disciplina. Por medio plazo debe estimarse una etapa un poco más amplia, entre 5 y 10 años, durante la cual las diversas estructuras y factores endógenos de los actores internacionales experimentarán cambios significativos que afectarán a su influencia o capacidad de actuación en la vida internacional. Un plazo medio suele ser también la duración temporal adecuada para elaborar y ejecutar las estrategias de actuación exterior de los distintos miembros de la sociedad internacional. Durante el curso de una década, el orden internacional habrá experimentado ciertos cambios en su funcionamiento y en sus instituciones, debido, fundamentalmente, a los cambios operados en las relaciones entre sus miembros y en el panorama de sus factores más dinámicos, por ejemplo, el factor tecnológico en el mundo actual, aunque tales cambios todavía no habrán ocasionado alteraciones irreversibles en las estructuras de la sociedad internacional. Finalmente, entendemos como largo plazo un período que comprenda varias décadas. Durante este plazo, los actores internacionales experimentarán profundas modificaciones internas, en gran parte inducidas por los cambios en el panorama internacional. Debido a ello, los actores internacionales se verán obligados a modificar también sus estrategias y programas de actuación, la política exterior en el caso de los estados, para adaptarse a las nuevas circunstancias de su entorno internacional. A largo plazo la sociedad internacional experimenta también alteraciones irreversibles en sus estructuras fundamentales, que observadas retroactiva o proyectivamente nos señalarán los procesos generales de cambio, evolutivos o degenerativos, que afectan a la existencia misma de la sociedad internacional en su totalidad. Trasladándonos ahora al nivel de la macrointernacionalidad, podemos distinguir también otras tres etapas: la génesis, el desarrollo y la crisis de una sociedad internacional. La fase de génesis de una nueva sociedad internacional suele superponerse, al menos parcialmente, con la fase de crisis de la sociedad internacional precedente. Estos períodos de transición, que Rosenau ha denominado de cambio turbulento, se caracterizan por mostrar unas estructuras simbióticas en las que coexisten actores, factores y relaciones de la sociedad emergente con los de la sociedad decadente. Ello les confiere una dificultad añadida para poder adscribirlos teóricamente a una u otra de ambas sociedades. Esta dificultad se puede resolver metodológicamente, debido a que durante los períodos de transición se desarrollan acontecimientos internacionales cuya importancia y singularidad se debe precisamente a que resumen las contradicciones entre la vieja y la nueva estructura internacional, convirtiéndolos, desde una perspectiva analítica, en los datos de referencia para descubrir y señalizar teóricamente la desaparición de una sociedad internacional y la aparición de otra nueva. A estos fenómenos los denominaremos puntos de ruptura.28 28 Los historiadores suelen utilizar estos puntos de ruptura para designar los cambios de una edad a otra. No obstante, y aunque es frecuente que se recurra a ciertos conflictos bélicos o convulsiones sociales (caída de Constantinopla, Revolución Francesa, etc.) como puntos de ruptura, no podemos caer en la simplicidad de imaginar que tales fenómenos causan el cambio de sociedad internacional. Además, los puntos de ruptura deben ser capaces de mostrarnos los aspectos de la sociedad emergente como las deficiencias de la sociedad decadente. 24 CONCEPTO Y MÉTODO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES Las etapas de génesis presentan cuatro rasgos comunes, definidos por: a) La aparición de nuevas categorías de actores internacionales y/o una fuerte movilidad entre los actores dominantes de cada estructura internacional. b) La emergencia de nuevas formas de relación internacional. c) Importantes desajustes en los ritmos de cambio de las diversas estructuras inter nacionales. d) Potenciación de los valores de creatividad y novedad (innovación), como valores guía de las relaciones internacionales. La fase del desarrollo de una sociedad internacional suele mostrar una duración mayor que los períodos de génesis y crisis. Durante su transcurso la sociedad internacional sigue experimentando una dinámica evolutiva, pero con unas pautas bien definidas y fácilmente reconocibles. Tales pautas podemos resumirlas del siguiente modo: a) Ampliación del número de actores pertenecientes a las nuevas categorías y con solidación de los actores dominantes en cada estructura internacional. b) Institucionalización de las principales formas de relación internacional. c) Desarrollo de una interdependencia funcional entre las diversas estructuras internacionales. d) Hegemonía de los valores de estabilidad y orden, como valores referentes para de terminar la aceptación o el rechazo de actores y relaciones internacionales. Las etapas de crisis de la sociedad internacional se extienden por un período de varias décadas, y en ellas podemos apreciar los siguientes rasgos: a) La desaparición o parálisis de los actores internacionales dominantes en cada estructura, junto con intensas convulsiones en el seno de tales actores. b) Una creciente conflictividad, no necesariamente bélica, en las relaciones internacionales, que pone de manifiesto la insuficiencia o ineficacia de las instituciones internacionales como instrumentos de regulación u ordenación de tales relaciones. c) La aparición de importantes disfunciones en y entre las estructuras internacionales. Tales disfunciones se manifiestan en relación con la capacidad para resolver nuevos retos planteados a los distintos actores o a la sociedad internacional en su conjunto. d) En el plano de los valores internacionales lo característico de estas fases es la ausencia de unos valores universales o hegemónicos. Tales vacíos valorativos nacen en parte debido al cuestionamiento o rechazo de los valores dominantes durante la etapa de desarrollo, pero también por el intento de extender la validez de esos valores dominantes a situaciones y fenómenos novedosos, surgidos, precisamente, en el seno del orden internacional imperante. Naturalmente entre los planos micro y macrointernacionales existe una íntima conexión que puede afectar a las divisiones temporales adoptadas para cada uno de ellos, por ejemplo 25 RAFAEL CALDUCH CERVERA el largo plazo en la dinámica de ciertos actores dominantes de una estructura internacional puede coincidir con alguna de las etapas de la sociedad internacional. No obstante, resulta oportuno reiterar que tales coincidencias no tienen que producirse necesariamente, ya que, al fin y al cabo, los marcos de referencia que adoptamos para cada uno de los dos niveles de análisis son claramente distintos. 5. La previsión en la ciencia de las Relaciones Internacionales Uno de los temas que ordinariamente suelen plantearse en relación con las ciencias es el de su capacidad para dar explicaciones sobre la realidad, a partir de las cuales sea posible realizar predicciones o previsiones sobre la evolución futura de esa realidad, y así poder encontrar soluciones a los problemas que suscita, o al menos, poder eludir los efectos estimados indeseables de fenómenos considerados inevitables. Esta dimensión predictiva, que sustenta otra más pragmática u operativa, se encuentra de un modo más o menos explícito en todas las ciencias. Como ha escrito Putnam: «(...) Lo que Popper no comprende en ningún momento es que la práctica es primordial: las ideas no son simplemente un fin en sí mismas (aunque son en parte una finalidad en sí mismas), como tampoco lo es la selección de ideas para criticarlas. La importancia primordial de las ideas es que guían la práctica, que estructuran formas completas de vida. Las ideas científicas guían la práctica en la ciencia, en la tecnología, y a veces, en la vida pública y privada. En la ciencia nos interesa tratar de descubrir ideas correctas: contra lo afirmado por Popper, esto no es oscurantismo sino responsabilidad».29 La primera idea que debemos desterrar al abordar esta cuestión es la que asocia el carácter «científico» de un conjunto ordenado de conocimientos a su capacidad para establecer leyes generales que sirvan como fundamento para formular predicciones sobre el funcionamiento y/o comportamiento futuro de ciertos fenómenos de la realidad. Esta presunción está muy generalizada y sirve, habitualmente, para sostener la «superioridad» científica de las ciencias físiconaturales respecto de las ciencias sociales. Desde luego existen diferencias entre las ciencias a la hora de determinar sus conocimientos en base a leyes generales o leyes restringidas. Análogamente existen ciencias en cuyo cuerpo doctrinal adquieren un mayor peso los elementos meramente descriptivos o explicativos sobre los elementos operativos o prácticos. Sin embargo, en ninguno de ambos supuestos las diferencias permiten concluir, con rigor, que las ciencias sociales, en general, o alguna ciencia social, en particular, se encuentren incapacitadas para sustentar previsiones o predicciones, y mucho menos deducir su supeditación respecto de aquellas otras disciplinas de probada utilidad y pragmatismo.30 29 Putnam, H. op. cit. pág. 149. 30 Berthoud, G. y Busino G. (eds). «De l'utilité de la connaissance ? iv ème. Colloque annuel du groupe d'études Practiques, Sociales et Théories» Revue Européenne des Sciences Sociales; no. 79 (1988). Sperber, D. «Ciencias cognoscitivas, ciencias sociales y materialismo». Revista de Occidente, no. 85 (junio, 1988); págs. 39 a 62. 26 CONCEPTO Y MÉTODO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES Hasta ahora hemos utilizado indistinta y simultáneamente dos términos: previsión y predicción. Sin embargo, ambos conceptos no son idénticos. La previsión (visión previa) podemos definirla con Braillard como: «(...) la actividad que busca desvelar, a través del análisis del presente y del pasado, un cierto número de futuros posibles, de futuribles, de potencialidades susceptibles de realizarse en el futuro».31 Según esta definición, la previsión descansa siempre sobre un supuesto de condicionalidad no determinista respecto de la realidad social presente, que se constituye en el nexo de vinculación entre sus antecedentes históricos y sus posibilidades futuras. Además, la previsión puede sustentarse a partir de leyes generales restringidas y no necesariamente de leyes generales absolutas.32 Por lo que se refiere a la predicción (decir previamente), este mismo autor la define como: «(...) un proceso que pretende manifestar necesariamente».33 un futuro que debe acaecer La predicción constituye, pues, una forma restringida y más rigurosa de previsión, ya que el supuesto de condicionalidad de ésta se convierte en un supuesto determinista sobre el modo en que el presente conduce hacia un fenómeno futuro, pero cierto. Planteados en estos términos las posibilidades de análisis de los acontecimientos futuros, parece claro que la previsión se ajusta mucho mejor, desde una perspectiva estrictamente metodológica, a los requerimientos de la ciencia de las Relaciones Internacionales. Ello es debido a ciertas razones que el internacionalista no puede ignorar. En primer lugar, las Relaciones Internacionales intentan conocer y explicar una parcela de la realidad social caracterizada por su complejidad y el elevado número de variables significativas que deben ser tomadas en consideración. En este sentido, cuanto mayor es el número de fenómenos o variables consideradas por el teórico sobre la realidad in ternacional, más se aproxima el modelo teórico a la realidad misma, aunque análogamente se hace más difícil la formulación de leyes generales o restringidas sobre las que basar las previsiones. Esto constituye un fenómeno común a todas las ciencias, y no sólo a las Relaciones Internacionales. Naturalmente el número de variables depende en gran medida del período que tomemos como referencia para llevar a cabo nuestras previsiones, pues ya veíamos que en el plano de la microinternacionalidad un período breve de tiempo permite considerar constantes o cuasi constantes las variables que afectan a las estructuras de la sociedad 31 Braillard, PH. «Réflexions sur la previsión en relations internationales». Etudes Internationales; vol. XI, no. 2 (1980); pág. 213. 32 Sobre la distinción entre leyes generales absolutas y restringidas en las ciencias, véase: Gibson, Q. The Logic of Social Enquiry. Londres. 1959. (traducción de J. Melgar. La lógica de la investigación social. Madrid, la ed.,1964; reimp. 1968. Edit. Tecnos; págs. 33 y ss.) 33 Braillard, PH. op. cit. pág. 213 27 RAFAEL CALDUCH CERVERA internacional en su conjunto, situación que desaparece a medida que ampliamos el período de referencia para las previsiones o nos trasladamos del plano de la micro a la macrointernacionalidad. En segundo término, en la ciencia de las Relaciones Internacionales todavía no se han realizado los avances y ajustes teóricos necesarios, para permitir que ciertos métodos o técnicas aplicados por otras ciencias sociales puedan ser utilizados en el estudio de los fenómenos internacionales. Ello permitiría que ciertas áreas de la disciplina de las Relaciones Internacionales alcanzasen un mayor grado de rigurosidad en sus proyecciones de futuro del que gozan actualmente. La importancia de este esfuerzo no debe desconocerse, aunque por sí sólo no sea garantía suficiente para alcanzar el estadio de una ciencia netamente predictiva. Tampoco podemos olvidar que las Relaciones Internacionales, como el resto de las ciencias sociales, presente la particularidad de que el simple conocimiento o divulgación de los estudios predictivos induzcan cambios en los patrones de comportamiento de los actores internacionales. Tales cambios son, por su propia naturaleza, difíciles de conocer «a priori» y mucho más de incorporar como variable significativa para garantizar el nivel predictivo de esta ciencia. Como lo subraya Gibson: «(...) en líneas generales diremos que toda persona que trata de hacer una predicción ha de tener en cuenta, primero, todos los efectos que la predicción o la publicación de la misma pueden ejercer sobre sus propias acciones o sobre las de los demás».34 Finalmente conviene destacar que la capacidad de las ciencias para alcanzar un cierto grado de predicción en sus explicaciones depende de la especificación de enunciados au xiliares que sean verdaderos. Estos enunciados auxiliares son, según Putnam: «(...) útiles sobresimplificaciones de la verdad, que deben asociarse a la teoría para obtener una explicación»25 Gran parte de la actividad científica está destinada a descubrir estos enunciados auxiliares sin los cuales las teorías pierden gran parte de su poder explicativo y también predictivo, por carecer de un número suficiente de conocimientos sobre las condiciones iniciales y limítrofes que gobiernan la realidad. En el campo de los fenómenos internacionales, la tarea de descubrir y formular los enunciados auxiliares ha sido frecuentemente postergada en pro de la formulación de modelos teóricos más o menos complejos. En otras ocasiones los enunciados auxiliares formulados simplemente eran falsos. Un ejemplo de enunciado auxiliar en el marco del realismo político sería el principio del interés nacional definido en función del poder. Una de las consecuencias de esta falta de interés por lograr precisar enunciados auxiliares en las Relaciones Internacionales ha sido una merma sustancial del grado de predicibilidad de los acontecimientos internacionales futuros. 34 35 Gibson, Q. op. cit. pág. 282. Putnam, H. op. cit. pág. 137. 28 CONCEPTO Y MÉTODO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES Estas razones nos permiten explicar por qué la previsión es una etapa posible, y añadiría que deseable, del proceso científico de las Relaciones Internacionales. Sin embargo, también nos evidencian las dificultades, hoy por hoy no superadas, para aspirar a unos análisis estrictamente predictivos. El desarrollo de estudios provisionales en el seno de las Relaciones Internacionales, posee la importante función de facilitar la adopción de aquellas decisiones o actuaciones que potencian los aspectos más deseables de la realidad internacional o inhiben aquellos otros más rechazables. Por ejemplo, el estudio provisional sobre los riesgos y efectos de la carrera de armas nucleares ha sustentado en buena medida la formación de los movimientos antinucleares y las presiones que se han ejercido sobre los gobiernos de las potencias nucleares para concluir con la acumulación de tales armas. Sin embargo, no cabe considerar a las Relaciones Internacionales como una ciencia normativa, en el sentido de que su principal finalidad no es la de establecer normas o principios de comportamiento de los actores internacionales o de los propios individuos. Debido a ello, la previsión realizada en el contexto de esta disciplina constituye la puerta de acceso a otros dos procesos que caen ya fuera del ámbito científico de las Relaciones Internacionales, y que Braillard ha denominado con los términos de prospectiva y planificación.36 Para concluir, debemos referimos a los dos modelos más comunes de desarrollo de los estudios de previsión: el modelo de la extrapolación y el modelo del movimiento. El modelo de la previsión por extrapolación se sustenta en dos supuestos complementarios entre sí. El primero considera que en la realidad internacional presente se encuentran todos los actores y factores fundamentales que condicionarán la realidad internacional futura, si bien tales actores y factores no han desarrollado plenamente sus capacidades y condicionamientos. El segundo supuesto estima que el proceso de evolución de la realidad internacional sigue unas tendencias regulares y espontáneas. A partir de ambos supuestos, la previsión se formula por una extrapolación o proyección de las tendencias observadas en las principales variables explicativas de la dinámica internacional pasada y presente. El modelo de previsión, basada en el movimiento, se fundamenta en el supuesto de que toda realidad internacional está en permanente proceso de cambio. En consecuencia, lo más importante, según este modelo, es descubrir en la realidad internacional presente los procesos de inestabilidad, las casualidades nacientes, que en su desarrollo conducirán a una realidad internacional futura sustancialmente distinta. En definitiva, la previsión del modelo del movimiento trata de encontrar las variables transformantes de una sociedad internacional que, junto con el conocimiento de las leyes de cambio, permitirán discernir las nuevas y diferentes características de la sociedad internacional venidera.37 Una adecuada combinación de ambos modelos permitirá al teórico de las Relaciones Internacionales realizar sus previsiones con suficiente rigor, cumpliendo una función práctica, que unido a la función explicativa justificará plenamente su cualidad científica y su importancia académica. 36 Braillard, PH. op. cit. pág. 214. 37 Braillard, PH. op. cit. pág. 217218. 29 RAFAEL CALDUCH CERVERA 30 Primera par te. La expansión de la Sociedad inter nacional en los siglos XIX y XX Antonio Truyol y Serra* Introducción Una mutación de la sociedad internacional. Desde la pluralidad de sociedades internacionales particulares a una sociedad internacional mundial. El impacto sobre el derecho internacional. E s bien sabido que los teóricos del derecho, de la sociedad y del Estado han tomado una y otra vez de la biología, a lo largo de los siglos, ciertas nociones para caracterizar fenómenos de sus respectivos campos. Desde el apólogo de Menenio Agripa, en el que las relaciones entre patricios y plebeyos romanos se presentan como semejantes a las existentes entre los miembros del cuerpo y el estómago, pasando por la idea de la Iglesia como cuerpo místico de Cristo en San Pablo, o por el concepto escolástico del corpus politicum mysticum aplicado a la sociedad política (principalmente en la doctrina de Francisco Suárez), podrían multiplicarse los ejemplos. Por lo demás, preciso es destacar que tales préstamos no implican en modo alguno una identificación propiamente dicha entre las sociedades humanas y los organismos, tal y como la sostuvieron las teorías organicistas de la sociología contemporánea. Si en los representantes más radicales de éstas (un Lilienfeld, un Schaeffle) la sociedad es realmente un organismo en sentido estricto, sometido a las leyes naturales de la biología, esta postura es minoritaria. Para la mayor parte de los autores, el recurso a las expresiones asociadas a la noción de organismo sólo pretende poner en claro la analogía que evidentemente no cabe negar entre estas dos realidades, y así facilitar la comprensión del grupo humano. Lo indica en particular, en las mencionadas fórmulas paulina y escolástica, el adjetivo «místico». También se habla, en lo que atañe a los grupos considerados como sujetos de derecho, de personas «morales» o «jurídicas». En general, la terminología tradicional se mueve en los limites de este alcance analógico (cuyas implicaciones en el plano de la filosofía social y de la sociología sería erróneo, por otra parte, minimizar). Hechas estas puntualizaciones, digamos que también nosotros apelaremos a una noción tomada de la biología para designar el objeto de la primera parte de nuestro estudio. * Texto original: Antonio Truyol y Serra. "Primera parte. La expansión de la sociedad internacional en los siglos xix y xx", en La sociedad internacional. Alianza Editorial, Madrid, 1974, pp. 2570 ANTONIO TRUYOL Y SERRA Pues este objeto quedaría insuficientemente caracterizado sí indicáramos tan sólo que el proceso de expansión de la sociedad internacional en los siglos XIX y XX es un proceso de evolución, incluso de transformación. Y ello sería así aun en el supuesto de que subrayáramos su importancia y llegáramos a afirmar que carece de precedentes. Ha habido, efectivamente, en el período que consideramos, cambios tan fundamentales en el medio internacional, que han tenido como consecuencia el provocar lo que se ha convenido en llamar la «crisis del derecho internacional», o, al menos, la crisis del «derecho internacional clásico», y como reacción, la necesidad de un «nuevo derecho internacional».1 Considerando estos cambios más de cerca en su conjunto, y por decirlo así, a una escala mayor, sus virtualidades resultan de tal entidad que, creemos poder calificar el proceso global de verdadera mutación de la sociedad internacional. No ignoramos cuántas reservas es susceptible de provocar esta expresión. No por ello dejaremos de retenerla como válida. La sociedad internacional no es sino la sociedad humana considerada bajo cierto aspecto. Pues bien, la sociedad humana ha entrado desde fines de siglo XVIII en una fase que parece señalar claramente el paso a un nuevo peldaño de su existencia histórica. Sí la frase con que Alfred Weber comienza un libro característico a este respecto: «Wir haben Abschied zu nehmen von der bisherigen Geschichte» («hemos de despedirnos de la historia tal y como ha sido hasta nuestros días»),2 expresa este fenómeno en lo que tiene de ruptura, más o menos sentida de repente como tal, respecto de un pasado familiar, la visión de la noosfera de Teilhard de Chardin subraya, en cambio, lo que encierra de continuidad ascendente sin reducir por ello su unicidad ya que después de haber comprobado que no tenemos todavía ninguna idea de la posible magnitud de los efectos «noosféricos», tropieza naturalmente con «la noción de cambio de estado».3 En el plano internacional, la mutación consiste en el paso de una pluralidad de sociedades internacionales particulares y regionales a una sociedad internacional única a la escala del planeta. Pues bien este paso ha tenido como elemento motor decisivo la acción emprendedora de una de estas sociedades regionales, la sociedad europea, en tanto que ella descubrió, y por consiguiente incorporó a la vida internacional común, continentes y vastas regiones que no participaban en ella (como en el caso de América, de Oceanía y de gran parte de África), y que, por otra parte, fue estableciendo relaciones directas cada vez más estrechas con los demás centros de vida internacional activa (en primer lugar, el Asia meridional y oriental), creando así esta interdependencia de todo el género humano que constituye el hecho radicalmente nuevo de nuestra época. Que esta acción emprendedora 1 Bástenos con recordar aquí, entre las numerosas obras y artículos consagrados al tema, los de J.L. Brierly, The Outlook for International Law, Oxford, 1944 ; H. A. Smith, The Crisis in the Law of Nations, Londres, 1947; R. Laun, «Zweierlei Völkerrecht», Jahrbuch Für internationales Recht, 19481949, págs. 625653 ; J. L. Kunz, Del derecho internacional clásico al derecho internacional nuevo, México, 1953, y «La crise et les transformations du droit des gens», Recueil des cours de l'Académie de Droit international de La Haya (desde ahora, Rec. des cours), 88 (195511), págs. 1 104; A. Alvarez, Le droit international nouveau et ses rapports avec la vie actuelle despeuples, París, 1959; así como los análisis de W. Friedmann, C. W. Jenks, B. V. A. Roling y G. Schwarzenberger. 2 Der dritte oder der vierte Mensch, Munich, 1953. 3 Cfr., en particular, Le phénomene humain, París, 1955, págs. 318319. 32 LA EXPANSIÓN DE LA SOCIEDAD INTERNACIONAL… haya tenido, en un principio, por resultado la sumisión total de los «mundos nuevos» y la sumisión parcial o mediatización de los «mundos antiguos», así arrancados, unos y otros, a un aislamiento que en algunos de sus pueblos era voluntario; que haya desembocado pues, en cualquier caso, en una hegemonía de Europa, extendida luego a Occidente; que haya resultado necesario el contragolpe de dos guerras mundiales y de una descolonización más o menos libremente aceptada éstos son hechos que no sólo no disminuyen, desde el punto de vista histórico, el papel desempeñado por Europa en este proceso, sino que precisamente le confieren su significación objetiva. Pues lo que empezó siendo la expansión de Europa y luego de Occidente, ha llegado a ser finalmente, cualesquiera que hayan sido las intenciones de los protagonistas, lo que no hay más remedio que llamar la expansión de la sociedad internacional, desde el momento en que, como indicó Juan XXIII en la encíclica Pacem in Terris, con perspectiva de futuro, «todos los pueblos se han constituido o están en trance de constituirse en comunidades políticas independientes», y que «los seres humanos en todos los países y continentes son ciudadanos de un Estado autónomo e independiente o están en vías de serlo», puesto que a nadie le gusta ser sujeto de poderes políticos procedentes de fuera de la comunidad o grupo étnico al que pertenece. Si cayésemos en la tentación de reducir la envergadura del proceso en cuestión y de no ver en él sino el aspecto cuantitativo, es decir una ampliación progresiva del ámbito de las relaciones internacionales efectivas, bastaría con señalar la novedad radical de esta «planetización» (permítasenos el neologismo, de la sociedad internacional para disuadirnos de ello. El cambio que así se ha producido en el medio internacional es desde luego cualitativo. La humanidad, desde el punto de vista sociológico y político, no es misma que antes. Este es el motivo por el cual hemos hablado de una mutación. Tal mutación ha sido ciertamente provocada también por otros factores, como por ejemplo la revolución tecnológica e industrial de Occidente y la progresiva extensión de la misma al resto del mundo, la reducción de las dimensiones del globo terráqueo gracias a los nuevos medios de comunicación que han sido uno de sus resultados, la multiplicación global4 de los intercambios humanos, la «explosión» demográfica igualmente global. La expansión misma a que nos referimos está por su parte en función de la acción de estos diversos factores. No cabe poner en tela de juicio el papel que le corresponde por el simple hecho de que, en lo concerniente al número y a la naturaleza de las respectivas colectividades en tanto que sujetos activos de las relaciones internacionales, haya transformado de raíz la fisonomía del conjunto. Nuestra exposición tratará de buscar los cambios del mundo in ternacional que resultan esencialmente de dicha expansión. Ello implica que esta exposición pertenece a la vez a la sociología, a la historia política y al derecho. Nos toca describir en primer término un proceso de evolución interna, de contactos pacíficos o bélicos y de influencias recíprocas entre sociedades y complejos 4 Pero no forzosamente en todos los puntos del globo a la vez. como ha subrayado atinadamente B. Landheer, «Contemporary Sociological Theories and International Law», Rec. des cours, 91 (19571), pág. 20; curso reproducido en francés con el título: «Les théoríes de la sociologie contemporaine et le droit international», Rec. des cours, 92 (1957II) 33 ANTONIO TRUYOL Y SERRA sociales de estructura, organización y civilización diferentes, así como los marcos y esquemas políticos dentro de los cuales se han desenvuelto o a los que han dado lugar. Al mismo tiempo, tendremos que describir el impacto que tal proceso ha producido en el ordenamiento jurídico llamado a regular las relaciones de estas sociedades entre sí en tanto que son dueñas de sus decisiones, es decir, esencialmente en el derecho internacional. Y en último análisis, penetraremos en el campo de la historia social y política para comprender en profundidad la «crisis del derecho internacional» a la que antes hemos hecho alusión. Ello implica que nuestra investigación no pertenece primordialmente a la historia diplomática, como legítimamente podría ocurrir. La historia diplomática nos interesará y nos suministrará un punto de apoyo en la medida en que haga resaltar las etapas significativas de la expansión de la sociedad internacional. Y esta expansión nos explicará en todo caso, es lo que esperamos de nuestra indagación las vicisitudes del derecho internacional en nuestra época. Pues la «crisis del derecho internacional» no hace sino reflejar en el plano normativo la mutación social y política de la sociedad internacional, la cual, a su vez, no es más que un aspecto de la mutación de la humanidad contemporánea. Su análisis habría de permitir el bosquejo de las condiciones de un ordenamiento más adecuado a las nuevas realidades y moralmente necesario, que la política tiene precisamente por misión hacer que sea posible y se realice con el mínimo de roces. Capítulo 1 El «Sistema de Estados» Europeo De la Cristiandad a Europa. Europa como sistema de Estados. El derecho público o derecho de gentes de Europa. El sistema de Estados europeo y Ultramar. El Concierto europeo La sociedad europea, tal y como se abre paso en los siglos XV y XVI, es la heredera de la Res publica christiana o Christianitas medieval, que, con Bizancio y el Islam, había tomado el relevo del Imperio romano después de su caída.5 Surge como consecuencia de la crisis del universalismo imperial y pontificio. Ya evidente desde la baja Edad Media, esta crisis se acentúa en la época del Renacimiento y de la Reforma, y da origen al nacimiento del Estado soberano moderno. La idea jerárquica de un escalonamiento de poderes sobre el modelo de una pirámide con dos cabezas el Papado y el Imperio, cuyas relaciones mutuas, por otra parte, no dejaban de plantear problemas tanto en el plano de los hechos como en el de las doctrinas cede el lugar a la de una pluralidad de Estados que no reconocen superior y son esencialmente iguales de derecho. Si desde el punto de vista de la historia de las ideas se ha podido hablar con este motivo del «paso de la Cristiandad a Europa»,6 bajo el ángulo político la evolución en cuestión significa el advenimiento de lo que 5 Cfr. nuestros Fundamentos de Derecho Internacional público, 3a ed., refundida y aumentada, Madrid, 1970, S 46. 6 Así, W. Fritzemeyer, Christenheit und Europa. Geschichte des europdischen Gemeinschaftsfühls von Dante bis 34 LA EXPANSIÓN DE LA SOCIEDAD INTERNACIONAL… pronto iba a llamarse el sistema europeo de Estados, del que la Paz de Westfalia (1648) puede considerarse como partida de nacimiento. No es por azar que a partir del Renacimiento el término «Europa», sobre todo bajo el impulso de los humanistas, se emplea cada vez más en el sentido de una entidad cultural y política, y no ya meramente geográfica, como sucedía en la Edad Media. Después de la ruptura de la unidad religiosa en Europa, la Cristiandad deja de identificarse con la catolicidad y ha de acomodarse a un pluralismo confesional del que ésta era precisamente la negación. Por otra parte, la progresiva difusión del cristianismo fuera de Europa (en particular en el Nuevo Mundo) hará que Europa y la Cristiandad comiencen a su vez a no confundirse. Y ello tanto más cuanto que un proceso de secularización del pensamiento, surgido de ciertas corrientes filosóficas de la baja Edad Media y del Renacimiento, irá afianzándose. Así se explica que la noción de «cristiandad» pierda poco a poco su contenido tradicional y quede finalmente acantonada en el dominio estrictamente religioso, mientras que la de «Europa», más neutra desde este punto de vista, se generalice en el siglo XVII y sobre todo en el XVIII. Ciertamente, se continuó evocando la «República cristiana», «muy cristiana» o «cristianísima» y la «Cristiandad» en tanto que entidad no sólo religiosa sino también cultural y política en su sentido primitivo. Este fue en particular el caso de los juristas y los diplomáticos, más apegados a las fórmulas del pasado que otros grupos sociales, y naturalmente también el de los soberanos, ya fuesen católicos o protestantes: los contemporáneos solían saber a qué atenerse. La calidad de «cristiana» quedó, como antes, estrechamente asociada a la noción de Europa, pero no bastaba para definirla íntegramente. Si Europa implica el cristianismo como elemento espiritual de base (y para subrayarlo se hablará de la «Europa cristiana»), también es, sin embargo, algo distinto.7 Sería erróneo creer que la pluralidad confesional, consagrada precisamente en el plano jurídicointernacional por la Paz de Westfalia, había roto todo sentimiento profundo de unidad en los pueb