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GBPress- Gregorian Biblical Press La gramática de los seis primeros concilios ecuménicos: Implicaciones de la ontología trinitaria y cristológica para la antropología y la soteriología Author(s): Garino Uríbarri Bilbao and Gabino Uríbarri Bilbao Source: Gregorianum, Vol. 91, No. 2 (2010), pp. 240-2...

GBPress- Gregorian Biblical Press La gramática de los seis primeros concilios ecuménicos: Implicaciones de la ontología trinitaria y cristológica para la antropología y la soteriología Author(s): Garino Uríbarri Bilbao and Gabino Uríbarri Bilbao Source: Gregorianum, Vol. 91, No. 2 (2010), pp. 240-254 Published by: GBPress- Gregorian Biblical Press Stable URL: http://www.jstor.org/stable/23582075 Accessed: 18-06-2016 20:29 UTC Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at http://about.jstor.org/terms JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. GBPress- Gregorian Biblical Press is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Gregorianum This content downloaded from 131.172.36.29 on Sat, 18 Jun 2016 20:29:37 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms Gregorianum 91, 2 (2010) 240-254 La gramàtica de los seis primeros concilios ecuménicos Implicaciones de la ontologia trinitaria y cristológica para la antropologia y la soteriologia ίContiene una ensenanza teologica la sucesión de los seis primeros concilios ecuménicos? La cuestión La teologia trinitaria, la cristologia, la antropologia teològica, la soteriologia y la escatologia son tratados teológicos que solamente se sostienen y se entien den en su profundidad si se perciben las sólidas interconexiones que se dan entre ellos. Dejo està tesis enunciada, presuponiendo que no necesita justifi cación ο que, para el no convencido, se requeriria una argumentación que sobrepasaria con mucho los limites de este articulo. Sin embargo, espero que la reflexión que a continuación presento lo rubrique, corno efecto secundario de otra pregunta sustancial, que articula estas lineas. Quien se dedica a explicar la historia del dogma trinitario y cristológico, particularmente de los primeros seis concilios ecuménicos, se encuentra ante la tesitura de hacer inteligible a los alumnos cada uno de los grandes conci lios trinitarios y cristológicos en toda su complejidad: sus antecedentes, pro tagonistas, su diversidad de decisiones y circunstancias, las aportaciones vin culantes al dogma de cada uno, el sentido de su terminologia tècnica, los géne ros literarios de sus textos (simbolos, anatematismos, cartas, cànones, tomos doctrinales, formulasi con sus correspondientes consecuencias para la herme néutica de su contenido, cuestiones pendientes no resueltas en ese momento de modo satisfactorio, etc. Està tarea ya es de por si apasionante y exigente. Sin embargo, deja en el alerò otra pregunta, que la historia del dogma corno tal, contemplada y estudiada desde una perspectiva sistemàtica, no puede soslayar: ^se da algùn tipo de lògica en la sucesión de los seis primeros con cilios, que los engarce corno perlas en un collar? iForman los seis primeros concilios un cuadro de conjunto, un paisaje dogmàtico armònico a base de los This content downloaded from 131.172.36.29 on Sat, 18 Jun 2016 20:29:37 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms LOS SEIS PRIMEROS CONCILIOS ECUMÉNICOS 241 trazos que unen cada una de las figuras que cada uno de ellos es de por si? iForman un sistema de conjunto, de tal manera que se puede hacer una lec tura teològica de corte sistemàtico de estos seis primeros concilios en cuanto tales y de su secuencia? Dicho de otro modo, la historia del dogma trinitario y cristológico, tal y corno la refleja los seis primeros concilios ecuménicos, ^ha sido una mera sucesión arbitraria de cuestiones carente de lògica interna, debido a la conjunción capri chosa de personalidades teológicas diversas en el cruce de sus caminos y sus teologias ο se da un hilo interno que explica la secuencia? ^Forman estos seis primeros concilios algo asi corno un engranaje fundamental, en el que se hilva nan la ontologia trinitaria, la ontologia cristológica y, desde ambos, la soteriolo gia, la antropologia teològica y la repercusión de todo elio sobre la escatologia, corno culminación de la economia divina de la salvación? Si la respuesta a està serie de preguntas, y a otras similares que se podrian for mular, fuera positiva, entonces en estos concilios no se nos estaria dando ima ter minologia vetusta a mantener a toda costa, sino que, bien entendidos, nos aporta rian dos elementos bien valiosos. En primer lugar, una precisión conceptual en torno a dos ejes fundamentales de la teologia: una serie de contornos irrenuncia bles del misterio del Dios cristiano y del misterio de Cristo. Evidentemente, la teo logia actual puede y debe tratar de formular ese contenido fundamental de forma que, sin traicionar el discernimiento autèntico y autorizado por nuestro padres en la fe, diga esa misma fe en sus elementos sustanciales para hoy. Cabe, por supues to, desplazar acentos, integrar matices, explorar interrelaciones, pero no dar mar che atràs sobre el discernimiento eclesial efectuado en sus trazos bàsicos. En segundo lugar, nos estaria mostrando y entregando ima gramàtica de fondo de la doctrina cristiana a conservar el engranaje que liga las grandes cuestiones que conforman el nùcleo centrai de la teologia trinitaria, la cristologia, la antropologia teològica, la soteriologia y su culminación final en la escatologia, corno cumpli miento de lo iniciado y disenado en la protologia, abarcando asi toda la economia divina de la salvación, en la que también se integran la figura de Maria, la Iglesia, los sacramentos y la praxis cristiana (virtudes, moral, espiritualidad). Precisiones metodológicas En este ensayo me concentrare bàsicamente en la segunda cuestión: en la gramàtica de la doctrina cristiana. Al abordarla voy a recorrer los seis prime ros concilios desde una doble clave. En primer lugar, doy por conocido y sabi do su contenido bàsico y principal.1 Aludiré a la aportación teològica funda 1 Por està misma razón no presento un amplio aparato de notas y limito conscientemen te las referencias a monografias sobre temas particulares. Las principales historias del dogma que he manejado son: G. Alberigo (ed.), Historia de los concilios ecuménicos, Salamanca, 22004; This content downloaded from 131.172.36.29 on Sat, 18 Jun 2016 20:29:37 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms 242 GABINO URIBARRI BILBAO meritai en cada caso, pero sin entrar en una explicación pormenorizada, sino mas bien en un recorrido a vista de pàjaro. Segundo, los agruparé por parejas, entendiendo que cada pareja funciona corno una cierta unidad lògica, a pesar de las tipicas tensiones y desplazamientos de acentos que se da con frecuen cia en està època entre un concilio concreto y el que le antecede y sucede. El discernimiento de la ontologia trinitaria: Nicea y Constantinopla 12 El concilio de Nicea (325) Desde una mirada histórica no deja de guardar un gran significado el doble hecho de que este primer concilio ecumènico sea a la vez claramente trinita rio y cristológico. Es decir, muestra que para la doctrina cristiana en Cristo se revela el rostro autèntico de Dios; y que el rostro del verdadero Dios solamen te se capta en su belleza, su profundidad y su verdad en Cristo. Por eso, este concilio nos habla de la mutua imbricación entre teologia trinitaria y cristolo gia: Dios revelado por Cristo y Cristo corno el revelador de Dios. Mas aùn, apurando, se hace notar que el asunto en cuestión, planteado por Arrio y el arrianismo, corno agudización del dificil equilibrio de la teologia del Logos, al haber entrado en diàlogo y modificado parcialmente el esquema fun damental del platonismo medio, es la divinidad irrestricta del Hijo, de Cristo. Asi, el primer asunto que se solventa en un concilio trinitario es que el ser de Cristo pertenece al mismo rango de ser del Padre (homoousios); la ontologia trinitaria incluye, en su primera formulación conciliar, un elemento ya irre A. di Berardino - Β. Studer (dirs.), Storia della Teologia. I Epoca patristica, Casale Monferrato, 1993; P.-Th. Camelot, Efeso y Calcedonio, Vitoria, 1971; E. dal Covolo (a cura di), Storia della teologia 1. Dalle origini a Bernardo di chiaravalle, Bologna, 1995; F. Courth, Trinitat in der Schirft und Patristik, Freiburg, 1988; A. Grillmeier, Cristo en la tradición cristiana. I. Desde el tiempo apostolico hasta el concilio de Calcedonio (451), Salamanca, 1997 (or. 1979); J.N.D. Kelly, Primitivos credos cristianos, Salamanca, 1980; F.X. Murphy - P. Sherwood, Constantinople II et Constantinople III, Paris, 1974; A. Orbe, Introducción a la teologia de los siglos IIy III, Roma - Salamanca, 1987; A. Orbe, Estudios sobre la teologia cristiana primitiva, Madrid - Roma, 1994; I. Ortiz de Urbina, Nicea y Constantinopla, Vitoria, 1969; J.L. Prestige, Dios en el pensamiento de los Padres, Salamanca, 1977; K. Schatz, Los concilios ecuménicos. Encrucijadas en la historia de la Iglesia, Madrid, 1999; B. SesboOé υ J. Wolinski, Historia de los dogmas 1. El Dios de la salva ción, Salamanca, 1995; B. SesboOé, Jésus-Christ dans la tradition de l'Église. Pour une actualisa tion de la christologie de Chalcédoine, Paris, 22000; M. Simonetti, La crisi ariana nel IV secolo, Roma, 1975; Id., Studi sulla cristologia del II e III secolo, Roma, 1993; B. Studer, Dios Salvador en los Padres de la Iglesia, Salamanca, 1993; S. Zanartu, Historia del dogma de la encarnación desde el siglo V al VII, Santiago de Chile, 1994 [se puede encontrar, junto con otros textos inte resantes en: http://www.puc.cl/facteo/apuntes/zagnartu.htm]. 2 Cf. G. Urìbarri, «La elaboración de la doctrina trinitaria a la luz de los concilios de Nicea y I Constantinopla» en Proyección 50 (octubre-diciembre 2003) 389-406. This content downloaded from 131.172.36.29 on Sat, 18 Jun 2016 20:29:37 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms LOS SEIS PRIMEROS CONCILIOS ECUMÉNICOS 243 nunciable y constante de la ontologia d'istològica: Jesucristo es Dios de Dios (DH [= Denzinger-Hunermann]125). Ahora bien, aunque ya se introduce en el simbolo niceno al Espiritu Santo y la humanidad de Cristo (la encarnación), la tradición va a seguir profundizando sobre estos elementos. En la teologia de Arrio y la antecedente parece que la cuestión del Espiritu no ocupó el espacio que teòricamente se merece.3 Por otra parte, sobre la humanidad ya se habia dicho algo, no recogido en cuanto tal en el simbolo niceno y su anatematismo, al negar una suerte de divinización debido a un progreso de perfeccionamiento moral (prokopé), planteamiento difusamente presente en la linea arriana, con contornos dificiles de precisar y sin ningùn texto claramente autèntico de Arrio que avale està interpretación, que, sin embargo, parece derivarse, segun Atanasio ineluctablemente, de las premisas arrianas.4 Constantinopla I (381) Recogiendo el trabajo de los capadocios, el primer concilio de Constantinopla va a establecer las lineas maestras de la ontologia trinitaria: un ùnico Dios, una ùnica sustancia divina (ousia), poseida por tres personas (hipóstaseis) distintas, pero con el mismo rango divino, a pesar de la taxis tri nitaria que se ha conservado en los simbolos: Padre, Hijo y Espiritu Santo; si bien està terminologia tècnica no aparece en el simbolo. En sus elementos esenciales, la ontologia trinitaria queda formulada, si bien se puede seguir profundizando sobre ella: precisar mejor el concepto de persona (Boecio, Ricardo de San Victor, Santo Tomàs), formular la perichóresis (Juan Damasceno), indagar la articulación de la actuación econòmica de cada una de las personas: obras ad extra comunes (DH 800, 804, 1331) y apropiaciones. Con este paso se rompe uno de los aspectos del molde tipicamente preni ceno al menos en dos sentidos. Primero, porque se aborda expresamente y se supera el peligro de subordinacionismo latente en los planteamientos prenice nos.5 También, segundo, se introduce el tema propio de la esencia divina, corno algo que la teologia ha de pensar y precisar, por supuesto en relación con las personas divinas, pero también en cuanto tal.6 Se desvinculan en cuanto tal las 3 J.P. Martin, El Espiriti! Santo en los origenes del cristianismo. Estudio sobre 1 Clemente, Ignacio, II Clemente y Justino mdrtir, Ziirich, 1971; M. Simonetti, «11 regresso della teologia dello Spirito Santo in Occidente dopo Origene» en Augustinus 20 (1980) 655-669. 4 Cf. A. Grillmeier, Cristo en la tradición cristiana. I, 412-423; R. Williams, Arius. Heresy & Tradition. Revised edition, Grand Rapids (Mi.) - Cambridge (U.K.), 2002, esp. 1-25, 95-116, 175 177, 230-232, 256-261. 5 W. Marcus, Der Subordinatianismus als historiologisches Phanomen, Munchen, 1963. 6 Sigue radicalmente està linea, apoyàndose en Santo Tomàs: R. Ferrara, El misterio de Dios. Correspondencias y paradojas. Una propuesta sistemàtica (prefacio de 0. Gonzàlez de Cardedal), Salamanca, 2005. This content downloaded from 131.172.36.29 on Sat, 18 Jun 2016 20:29:37 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms 244 GABINO URÌBARRI BILBAO propiedades de las personas de las caracteristicas de la esencia divina, ya que solamente asi se superaron las contradicciones que plantearon los pneumató macos, que quisieron identificar lo propio de la persona del Hijo y del Padre con la esencia divina, dejando fuera al Espiritu Santo. La incorporación de la pneumatologia y la aclaración del estatus divino del Espiritu supusieron la necesidad de pensar mas a fondo la particularidad de la persona en la comu nión de la esencia, relacionando y distinguiendo mas nitidamente estos con ceptos. Asi, la ontologia trinitaria adquirió un instrumentai bàsico, un utillaje conceptual capaz de articular lo comùn de la Trinidad, sin menoscabo de la unidad divina heredada del monoteismo judio; a la vez que era capaz de for mular conceptualmente de modo congruente la pluralidad trinitaria y comu nional de las personas, corno uno de los rasgos tipicamente identitarios de la fe cristiana, en el que la divinidad de Cristo està incluida y garantizada. Este paso no implica de por si la ruptura del asi llamado esquema griego, que parte de las personas, en concreto de la del Padre, por uno de corte lati no, màs centrado en la esencia divina, cuyo inicio algunos situarian en el De Trinitate de Agustin. Està esquematización, divulgada por el gran historiador Régnon,7 simplifica en exceso. Los padres griegos y los teólogos ortodoxos, que aceptan pienamente estos concilios, siguen el esquema denominado grie go. Por otra parte, dicho esquema no està ausente en algunos latinos, corno Hilario. La discusión moderna sobre el trasfondo de està temàtica sigue viva, aunque con otros matices: si partir de la persona del Padre ο de la diversidad de las personas y su perijóresis.8 Aunque se ha perdido el tomus doctrinal, en este mismo concilio se recha zó y condenó el apolinarismo (DH 151). Ya se anticipa la gran problemàtica cristológica en torno a la encarnación: cómo se puede pensar de manera con gruente la encarnación sin abandonar lo rubricado por el homoousios niceno en torno a divinidad de Cristo? Apolinar planteó la cuestión de fondo, propo niendo un monofisismo simple, màs fàcil de identificar y condenar. Pero las exquisiteces y los matices en torno al monofisismo se iràn acentuando con el correr de los siglos hasta alcanzar cotas tipicas de las filigranas bizantinas. 7 Τη. de Régnon, Études de théologie positive sur la Sainte Trinité, 4 vols en cinco tomos, Paris, 1892. 8 Cf. corno ejemplo las diferentes posiciones de L. Ladaria, La Trinidad, misterio de comu nión, Salamanca, 2002, 65-135 («Las 'tres personas' divinas en unidad de esencia») y 137-171 («Dios Padre. Algunos aspectos de la teologia sistemàtica redente»); Id., «Tarn Pater nemo. Quelques réflexions sur la paternità de Dieu» in Transversalités 107 (juillet - septembre 2008) 95-123; G. Greshake, EI Dios uno y trino. Una teologia de la Trinidad, Barcelona 2001. This content downloaded from 131.172.36.29 on Sat, 18 Jun 2016 20:29:37 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms LOS SEIS PRIMEROS CONCILIOS ECUMÉNICOS 245 Sintesis provisionai Con este par de concilios, la temàtica centrai ha sido la ontologia trinita ria, que ha quedado establecida en sus lineas maestras. Se ha reflexionado sobre la divinidad de Cristo y del Espiritu Santo. Esto ha obligado a introducir una reflexión expresa sobre la divinidad (ousia) y a profundizar en el concep to de persona. De ahora en adelante la conjunción de unidad y trinidad, en su mutua imbricación y reforzamiento reciproco, sera un tema permanente de la teologia trinitaria. Ciertamente se ha enriquecido el primer panorama prenice no, en el que el Padre, ho theós, corria el peligro de ser identificado sin mas con la misma sustancia divina en cuanto tal, dificultando la concepción de una divinidad igualmente irrestricta por parte del Hijo y del Espiritu.9 Ahora, no solamente se incluye al Espiritu Santo, sino que se identifica corno objeto pro pio de reflexión y discernimiento lo propio de la naturaleza divina entendida desde la doctrina cristiana, sin perjuicio de mantener el caràcter fontanal del Padre en el seno trinitario. De otro lado, de la mano de Apolinar ya se ha abier to la puerta a la siguiente gran cuestión: la ontologia cristológica. Asi, un primer apunte interesante radica en que la primera dilucidación conciliar versa directamente sobre el Dios cristiano, corno Dios trino, concer niendo a la cristologia de lleno y de refilón. De lleno, porque Jesùs de Nazaret es para la fe cristiana una persona divina: el Verbo eterno, el Hijo unigènito encarnado. Pero en cierto sentido de refilón, pues la temàtica propia de la ontologia cristológica, ligada a la encarnación y sus consecuencias soterioló gicas y antropológicas, serà objeto monogràfico de los siguientes concilios. El discernimiento de la ontologia cristológica: Efeso y Calcedonio Efeso (431): la unidad de la persona de Cristo Uno de los elementos fundamentales de la ontologia cristológica radica en la unidad de la persona de Cristo. Si con Nicea se ha reafirmado su divinidad irres tricta, del mismo rango que la del Padre, y con el canon primero de Constantinopla, màs la documentación próxima (sinodo de Roma del ano 382, DH 159), se ha insis tido en la integridad de la humanidad, la siguiente cuestión a dilucidar era la uni 9 En el Adversus Praxean de Tertuliano comienza a darse este desplazamiento, de un modo todavia rudimentario. Cf. J. Moingt, Théologie trinitaire de Tertullien, 4 vols, Paris, 1966 1969; R. Braun, Deus Christianorum. Recherches sur le vocabulaire docrinal de Tertullien, Paris, 21977; G. Urìbarri, Monarquia y Trinidad. El concepto teològico 'monarchia' en la contro versia 'monarguiana', Madrid, 1996; Id., La emergencia de la Trinidad inmanente: Hipólito y Tertuliano. Madrid 1999. This content downloaded from 131.172.36.29 on Sat, 18 Jun 2016 20:29:37 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms 246 GABINO URÌBARRI BILBAO dad del sujeto cristológico o, tornando la terminologia que se impondrà mas ade lante, de la persona de Cristo. Divinidad verdadera y humanidad integrai no van disociadas, sino que se dan en la unidad de la persona. Como es sabido, el concilio de Efeso no produjo una terminologia tècnica precisa,10 sino una orientación bàsica clara, con la defensa de la maternidad divina de Maria (theotókos), que es Madre de todo el sujeto cristológico en su unidad (DH 251). Como consecuencia inexorable, se afirma la comunicación de los idiomas. En este momento no interesa precisar hasta qué punto la fòr mula de union del 433 (DH 271-273) forma parte integrai de la interpretación de este concilio ni hasta qué punto se hizo verdadera justicia a la teologia de Nestorio, tan cercana en muchos puntos al posterior tomo de Leon. Calcedonia (451): la unidad de la persona en la diversidad de naturalezas La fòrmula cristológica del Concilio de Calcedonia ha quedado corno el refe rente bàsico para el dogma cristológico. En la fòrmula se defiende con claridad la dualidad de las naturalezas (difisitismo), que ya venia de atràs, pues se trata ba simplemente de mantener en vigor lo ya afirmado por Nicea y Constaninopla I. Sin embargo, sobre este aspecto se avanza en un doble sentido. Se establece un criterio claro que permite discernir si la integridad de las naturalezas se està manteniendo: si se salvaguardan las propiedades que les son propias. Ademàs, se prohibe, a través de los famosos cuatro adverbios negativos, que en el mismo sujeto cristológico y entre las naturalezas que lo conforman se dé división ο separación, confusión ο mezcla (DH 302).11 Este avance en cuanto a la clarificación de la presencia irrestricta de las dos natu ralezas, humana y divina, no se hace al precio de rebajar la unidad. Antes al contra rio, la unidad se reafirma en diez ocasiones en la fòrmula. De tal manera que no se puede entender bien la fòrmula de Calcedonia ni aislàndola de Nicea, I Constantinopla y Efeso, ni de los concilios siguientes.12 Sin embargo, es cierto que el modo de union queda impreciso: afirmado con claridad, incluso son una formula ción fluctuante (prósopon ο hipóstasis) pero no aclarado conceptualmente. Por eso, ademàs de la coyuntura politico-eclesial, que pedia ganar a los monofisitas disiden tes para consolidar la unidad politico-religiosa del imperio, habia una cuestión teo lògica de alto voltaje que Calcedonia no habia dejado suficientemente aclarada. 10 L.I. Scipioni, Nestorio e il concilio di Efeso, Milano, 1974, 201-298. 11 Sobre la dificultad de precisar a quién ο a qué competen los adverbios, cf. A. de Halleux, «La définition christologique à Chalcédoine» in Revue théologique de Louvain 7 (1976) 2-23 y 155-170, aqui 22. 12 Insisto en elio en G. Urìbarri, La singular humanidad de Jesucristo. El tema mayor de la cristologia contemporànea, Madrid, 2008, 103-145 («Leyendo el concilio de Calcedonia y siguiendo su estela»). This content downloaded from 131.172.36.29 on Sat, 18 Jun 2016 20:29:37 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms LOS SEIS PRIMEROS CONCILIOS ECUMÉNICOS 247 Sintesis provisionai Sin haber vuelto de modo formai sobre la ontologia trinitaria, en està pareja de concilios, que conviene leer conjuntamente, se ha formulado el entramado bàsico de la ontologia cristológica: Jesucristo es verdadero Dios (naturaleza divi na, recogiendo el homoousios niceno) y, simultàneamente verdadero hombre (recogiendo la integridad de la naturaleza humana afirmada contra Apolinar), rubricada por la salvaguarda de las propiedades. Ahora bien, està dualidad, este difisitismo calcedoniano, no supone una división del sujeto cristológico en dos hijos (contra la supuesta doctrina de Nestorio), sino una unidad radicai de la persona, rubricada con la theotókos, la comunicación de los idiomas y la union en la hipóstasis (alejandrinos) ο el prósopon (antioquenos). Evidentemente, el siguiente paso serà discernir màs agudamente el modo de union, de tal manera que el difisitismo calcedoniano no derive ni hacia al nestorianismo ni hacia for mas de monofisismo, màs ο menos larvado, sutil ο camuflado. La clarificación final de la ontologia cristológica: Constantinopla II y III Desde el punto de vista históiico el transcurso eclesial y politico de los siglos siguientes resulta un periodo extraordinariamente enmaranado. Simplificando la linea teològica, con un anàlisis a vista de pàjaro de caràcter teològico, entìendo que en la clarificación final de la ontologia cristológica que se produce en el Π y ΠΙ concilio de Constantinopla radica en un movimiento complejo: la reasunción, a otro nivel de discurso, de la ontologia trinitaria ya discernida, de la ontologia cris tológica formulada, y su proyección sobre la antropologia, abriendo la cristologia de modo formai y màs claro que hasta ahora hacia la protologia, la soteriologia y la escatologia. No es que estos ùltimos aspectos no estuvieran presentes antes, sino que ahora se explicitan màs y se aquilatan con mayor solvencia y claridad. Constantinopla II (553): en entronque trinitario explicito En los aproximadamente cien anos que median entre Calcedonia y Constaninopla II se avanza en dos puntos fundamentales, que ademàs son convergentes. Por una parte, se clarifica que la hipóstasis de la que hablaba la fòrmula de Calcedonia es una hipóstasis trinitaria. Asi, se unen el lenguaje tri nitario de la persona-hipóstasis, con su exponente màximo en los capadocios, pero con una rica tradición anterior a este concibo (ej: Hipólito, Origenes, Tertuliano, Agustin), con el cristológico. Su exponente màs claro es la fòrmu la teopascita, «uno de la santisima Trinidad ha padecido» (DH 432), tomada de los monjes escitas. Con està formulación se zanja la imposibilidad de una construcción cristológica que carezca de un fuerte gozne trinitario. De suyo, This content downloaded from 131.172.36.29 on Sat, 18 Jun 2016 20:29:37 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms 248 GABINO URÌBARRI BILBAO este elemento ya estaba en la comprensión verdadera del homoousios niceno, pero ahora se afianza con mayor rotundidad y una unidad de lenguaje para la ontologia cristológica y la trinitaria: el término Mpóstas/s-persona. E1 otro punto no se recogió en la documentación conciliar aprobada, a pesar de que representa un avance conceptual claro y, en el fondo, la extrac - ción de una consecuencia de todo lo anterior en cuanto a la ontologia cristo lógica. Con el concepto en-hypóstasis, debido a Leoncio de Bizancio y Leoncio de Jerusalén, queda claro que en todo momento el Verbo encarnado es una hipóstasis divina, a la que se le ha unido hipostàticamente una naturaleza humana. Naturaleza humana verdadera, completa e integra (frente a cualquier forma de adopcionismo, arrianismo ο apolinarismo), pero que carece de una hipóstasis propia: su ùnico modo de existencia es en la hipóstasis divina del Verbo.13 Està naturaleza humana se puede calificar, pues, corno an-hypostàti ca; esto es, sin una hipóstasis propia, corno es el caso del resto de las perso nas humanas; y en-hypostàtica, pues se da siempre en la union hipostàtica, unida a la persona del Verbo. En resumidas cuentas, la clarificación del modo de union de las naturale zas, union hipostàtica, siguiendo a Cirilo y corrigiendo sus excesos (henosis physiké, mia physis), se realiza en una relectura cristológica de la ontologia tri nitaria que permite una apropiación cristológica propia de la ontologia trini taria. Asi, el engranaje constante entre ontologia trinitaria y ontologia cristo lógica, que ya se apuntó en Nicea, queda sentenciado, ampliado y aclarado. Dicho engranaje, ademàs, cualifica la humanidad de Cristo de modo singular, ampliando lo dicho en Calcedonia. No se da marcha atràs en cuanto a la inte gridad de la humanidad, pero si que se avanza en su cualificación singular: ninguna otra naturaleza humana es la del Verbo, està unida hipostàticamente al Verbo. Debido a la unidad del sujeto cristológico (Efeso) y la comunicación de los idiomas (Efeso), aun salvaguardando las propiedades que le son propias a cada naturaleza (tomo de Leon, Calcedonia), la naturaleza humana no podrà menos de verse singularizada y afectada por el hecho de la union hipostàtica. Lo contrario vendria a negar la unidad del sujeto cristológico, de la persona de Cristo y la misma comunicación de los idiomas. Este serà el asunto que se habrà de abordar en la controversia con los monoteletas y monoenergetas. Constantinopla III (681): cristologia y antropologia La disputa con los monoteletas y monoenergetas puso sobre el tapete la necesidad de rubricar de nuevo, a otra altura, la integridad de la humanidad de 13 «Dei Filius est semper natura, et hominis Filius qui ex tempore assumptus est grafia: nec sic assumptus est ut primo creatus assumeretur, sed ut ipsa assumptione crearetur» (Augustcnus, Centra Sermonem Arianorum 1,8 (PL 42,688 C]). This content downloaded from 131.172.36.29 on Sat, 18 Jun 2016 20:29:37 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms LOS SEIS PRIMEROS CONCILIOS ECUMÉNICOS 249 Cristo, frente a formas nuevas de monofisismo mas camuflado y sofisticado. Es sabido que el concilio ΙΠ de Constantinopla, lo mismo que el I concilio de Letràn, reunido en Roma bajo el papa Martin I, recogen en esencia la teologia de Maximo el Confesor.14 Por eso, interesa fijarse en su aportación teològica. Para Maximo la integridad de la humanidad de Cristo es fundamental. En definitiva, sera Maximo quien responda a las preocupaciones teológicas ùlti mas de Apolinar: si en Cristo hubiera dos voluntades y dos energias,

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