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J. FUNDAMENTOS DE LA ESTRATEGIA PARA EL SIGLO XXI..pdf

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CENTRO SUPERIOR DE ESTUDIOS DE LA DEFENSA NACIONAL MONOGRAFÍAS del 67 FUNDAMENTOS DE LA ESTRATEGIA PARA EL SIGLO XXI ABSTRACT IN ENGLISH MINIST E RI O D E D E F E N S A CAPÍTULO QUINTO LAS RELACIONES INTERNACIONALES LAS RELACIONES INTERNACIONALES Por C ARL O S B U ST O S ÁIZ * El desarrollo teórico...

CENTRO SUPERIOR DE ESTUDIOS DE LA DEFENSA NACIONAL MONOGRAFÍAS del 67 FUNDAMENTOS DE LA ESTRATEGIA PARA EL SIGLO XXI ABSTRACT IN ENGLISH MINIST E RI O D E D E F E N S A CAPÍTULO QUINTO LAS RELACIONES INTERNACIONALES LAS RELACIONES INTERNACIONALES Por C ARL O S B U ST O S ÁIZ * El desarrollo teórico de las relaciones internacionales es reciente y su evolución como disciplina concreta hay que enmarcala dentro del siglo XX. El estudio de las relaciones internacionales trata de analizar y explicar las relaciones entre comunidades políticas organizadas establecidas en un espacio territorial. Tradicionalmente las relaciones internacionales eran consideradas como el conjunto de relaciones, vínculos y contactos que se establecían entre los Estados y que determinaban su política exterior. Ello excluía todas las relaciones que se establecían fuera de la esfera del Estado. Este concepto se ha ido modificando de tal forma que, si bien hoy día el Estado conserva un papel esencial y preponderante en el ámbito de las relaciones internacionales, es impensable reducir este último únicamente a las relaciones interestatales, particularmente en una época en la que los numerosos procesos e intercambios económicos, técnicos y culturales escapan con mayor frecuencia al control de los gobiernos. Todo esto obliga a tener una visión amplia y global de las relaciones internacionales, sin dejar de reconocer que es la existencia del Estado y de sus fronteras quien da una especificidad a la dimensión internacional. * Teniente coronel de Infantería, diplomado de Estado Mayor. Antiguo profesor de Estrategia del C urso de Estado Mayor de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas. Actual profesor de la Escuela de Estado Mayor del Reino de Marruecos. — 231 — En este contexto las relaciones internacionales pueden considerarse como el conjunto de relaciones que se establecen entre grupos sociales de distintos Estados, susceptibles de tener una dimensión política. Concepto Numerosos son los autores que han vertido sus criterios sobre el concepto y objeto de las relaciones internacionales. C ada uno de ellos ha dado su propia definición sobre esta ciencia. Medina Ortega entiende por relaciones internacionales: «Todo conjunto de cuestiones que transcienden a la esfera puramente regional, aunque con especial énfasis en las relaciones entre los Estados y organizaciones internacionales» (1). Por su parte C elestino Arenal define las relaciones internacionales como: «El conjunto d e las rela ciones sociales que configuran la socie d a d interna cional, tanto las d e c ará cter político como las no polític as, se an e conómic as, culturales, humanitarias, religiosas, etc., tanto las que se produc en entre los Esta dos como las que tienen lugar entre los a ctores d e la socie d a d interna cional y entre éstos y los Esta dos» (2). Para Krippendorff, las relaciones internacionales tienen que ser: «El intento de reducir a conceptos teóricos las relaciones entre las naciones, las sociedades y las culturas de distintos orígenes y tradiciones» (3). Las diferencias y similitudes entre estas definiciones y otro inmenso número de ellas que podemos encontrar son igualmente impresionantes. Una crucial distinción hace referencia a lo que cada autor considera fundamental para su estudio, dando por hecho que todos ellos, de forma más clara o más confusa, central o secundaria, reconocen la obtención de la paz como fin último deseable en el sistema internacional y la disciplina como la búsqueda de la mejor explicación posible del funcionamiento d e este sistema complejo que es el me dio interna cional. (1) M E DIN A O RTE G A , Manuel: La teoría de las relaciones internacionales. Seminario y Esdiciones: Madrid, 1973. (2) A RE N AL , C elestino: Introducción a las relaciones internacionales. Tecnos. Madrid, 1984. (3) K RIPP E N D O R F F, E.: El sistema internacional como historia. Introducción a las relacines internacionales. México F C E, 1985. — 232 — Partiendo de este principio general, los factores que hacen referencia al desarrollo y creciente complejidad de la sociedad internacional en su evolución histórica y la elección del modelo, marco general del estudio, determinará la elección personal al enmarcar el objeto de estudio y su denominación (4). Antes de continuar con el estudio de las relaciones internacionales, es conveniente hacer una somera referencia a ciertos términos que pueden provocar un error en la concepción de la teoría de las relaciones internacionales. Por ello puede ser aconsejable recordar que existen otras denominaciones que compiten con la de relaciones internacionales. Expresiones como «política exterior» y «política internacional» son empleadas, en muchos casos, como sinónimos de «relaciones internacionales». Sin embargo, es necesario distinguir conceptualmente estas tres expresiones para evitar errores conceptuales. Arnold B ergstraesser ha definido la «política exterior» como: «El conjunto de actuaciones de un ente volitivo estatal que se refieren a sus relaciones con otros Estados y sistemas de Estado, así como a las entidades económicas y culturales que representan.» Es decir, la política exterior de un Estado es parte de la política general del mismo, la forma en que un Estado conduce sus relaciones con otros Estados. Los estudios de política exterior se fijan en el proceso de decisión de los Estados hacia el exterior, sin atender al sistema internacional en su conjunto. La expresión «política internacional» parece abarcar una realidad más amplia, pues se refiere al sistema internacional en su conjunto, y no ya desde la perspectiva de la política exterior de un Estado determinado. El propio Arnold B ergstraesser definía la «política internacional» como: «El conjunto de actuaciones de entes volitivos estatales que afectan a sus relaciones con otros Estados o sistemas de Estados, así como a las entidades económicas y culturales que representan.» Mientras que en la política exterior nos fijamos en la actuación de un Estado determinado, aquí nos fijamos en el sistema internacional en su conjunto. (4) P AL O M A R E S L E R M A , G ustavo: Teoría y conc e pto d e las relaciones internacionales. Universidad de E ducación a Distancia. Madrid, 1998. — 233 — Origen y desarrollo El origen como disciplina de las relaciones internacionales esta íntimamente relacionado con la existencia de conflictos bélicos entre los Estados. Estos conflictos que, evidentemente, han existido desde antes de la creación de los propios Estados, adquirieron una importancia notoria a lo largo del pasado siglo XX debido, por un lado, al desarrollo de las dos guerras mundiales así como a la aparición del arma nuclear, hechos que han marcado el devenir geopolítico de nuestro mundo. Desde Tucídides, el fenómeno de los conflictos había sido tratado por historiadores, filósofos y juristas, que trataban de teorizar sobre las relaciones interestatales o entre distintas comunidades o sociedades nacionales. B aste recordar los planteamientos de Moro sobre política exterior recogidos en su obra: Utopía , o las doctrinas de Maquiavelo sobre lo que llamó «razones de Estado». Pero sus observaciones se centraban casi siempre sobre aspectos concretos: favorecer los intereses de un líder (Maquiavelo), reducir o eliminar la violencia de la guerra (K ant) o estimular los conflictos de clase hacia la conquista del comunismo (Lenin). Es decir, su aportación se limitaba a realizar recomendaciones sobre la conducta a seguir para alcanzar los objetivos deseados (5). Pero va a ser a partir de 1914, año en el que se inicia la Primera G uerra Mundial, o mejor dicho de 1919 a su finalización, cuando el estudio de las relaciones internacionales va adquirir una nueva dimensión. La teoría de las relaciones internacionales como conjunto sistemático de conocimiento es reciente. Se inicia en Estados Unidos y en el Reino Unido a partir de la Primera G uerra Mundial cuando fueron impartiéndose, en sus universidades y altas escuelas, cursos exclusivamente dedicados a esta disciplina. Las primeras cátedras de relaciones internacionales y por tanto la primera vez que en el mundo de la universidad se sentía la necesidad de dedicar esfuerzos humanos y recursos materiales al fenomeno de los estudios internacionales nacen en el Reino Unido y en Estados Unidos y surgen de un fenómeno que fue común a todas las ciencias sociales como lo fue la gran reflexión que se impuso después del calamitoso desastre humano que supuso la Gran G uerra. Esta guerra cuestionó los fundamentos epis- (5) R E Y N O LDS , P. A.: Introducción al estudio de las relaciones internacionales. Tecnos. Madrid, 1984. — 234 — temológicos de todas las grandes ciencias sociales, precisamente porque ninguna de ellas logró anticipar e identificar el alcance y efectos de esa guerra. El objetivo de estos nuevos estudios no era otro sino el de hallar los medios adecuados para organizar la paz; los Estados debían de comportarse de acuerdo con los mismos principios morales que guían la conducta individual. Para ello había que internacionalizar a escala mundial el interés común de todos los pueblos del mundo para alcanzar la paz y prosperidad. Se partió para ello de la base de que los fundamentos de la moral de grupo eran los mismos que los de la moral individual, de que existía un interés común en preservar la paz y de que la manera posible de mantenerla consistía en la creación de instituciones internacionales. En opinión de C elestino Arenal (6), este tardío desarrollo se debe a varios factores: en primer lugar, la concepción que hacía del Estado la clave y elemento único de todo análisis de la realidad internacional. En segundo lugar al protagonismo académico y científico de la historia diplomática y del Derecho Internacional en los países en los que estas disciplinas tenían el monopolio del estudio de los fenómenos internacionales, difícilmente podría ponerse en entredicho, de no ser que el sistema internacional entrara en crisis. En tercer lugar, el interés de la opinión pública por los asuntos internacionales era con anterioridad a 1914 muy escaso. Sólo al final de la Gran G uerra la opinión pública empezará a jugar un papel relevante en los temas internacionales. Por último, e íntimamente relacionado con las anteriores, será después de la Primera G uerra Mundial cuando se toma conciencia del fracaso de la diplomacia tradicional, característica del sistema europeo de Estados, poniéndose de manifiesto la necesidad de una nueva dirección de los asuntos internacionales, sobre todo en Estados Unidos, que se elevaba a la categoría de gran potencia. El posterior desarrollo de las relaciones internacionales como disciplina científica no fue fácil y tuvo que seguir un proceso en donde los estudios en esta materia continuaban dominados por los enfoques jurídicos e históricos. El periodo entreguerras es un periodo de suma importancia en la evolución de la teoría de las relaciones internacionales, toda vez que es en ese momento cuando se detecta que en el conjunto de las ciencias sociales hay un vacío científico, ya que ninguna de ellas en ese momento ha podi(6) A RE N AL , C elestino: opus citada. — 235 — do explicar desde su perspectiva podía explicar el fenómeno de la guerra mundial, y se considera que los acontecimientos internacionales deben estudiarse desde una perspectiva que no coincidía con los presupuestos realizados por cada una de las ciencias ya existentes. Ése podría afirmarse que es el origen de las relaciones internacionales, la necesidad de abordar los acontecimientos internacionales para entenderlos desde una perspectiva propia diferente de la perspectiva del Derecho, la Historia o la E conomía. Principales corrientes teóricas de las relaciones internacionales Actualmente existe una total unanimidad sobre la importancia que han tomado los fenómenos internacionales. Pero si bien la mayor parte de los analistas están de acuerdo en definir las relaciones internacionales como un campo de cooperación y confrontación entre los Estados, no es cierto que exista un acuerdo en cuanto a la naturaleza de estas relaciones. Dicho de otra manera, el estudio de las relaciones internacionales está fragmentado y la esencia de su objetivo está caracterizada por la ausencia de una única doctrina aceptada por todos. En los años posteriores a la Gran G uerra surgen dos grandes corrientes ideológicas sobre el enfoque de las relaciones internacionales. Esas dos grandes corrientes son por un lado el «movimiento idealista» y por otro, el «movimiento realista». Junto a estos movimientos hay una tercera tendencia cuyas raíces hay que comenzarlas a situar en el siglo XIX, que es el marxismo. La concepción realista Este movimiento surge fundamentalmente en los círculos académicos norteamericanos y en menor medida británicos. Esta corriente mantiene como punto de partida que el Estado es el actor decisivo de las relaciones internacionales; no el único, pero sí el factor primordial. Desde el punto de vista de la sociedad internacional, evidentemente si el Estado es el actor fundamental y no admite otro centro superior por encima de él más que el que él cree delegando poderes, el resultado es que la sociedad internacional es una sociedad anárquica, entendiendo por tal una sociedad carente de un poder político centralizado de la misma forma que mantiene el Estado respecto a la sociedad que gobierna. — 236 — La concepción realista tiene sus raíces en una larga tradición que se remonta hasta la época de Tucídides y toma forma estructurada en las ideas de Hobbes, en el siglo XVII, privilegiando la dimensión conflictiva de las relaciones internacionales e insistiendo en la característica anárquica, entendida como ausencia de la sociedad internacional. Según H ans Morgenthau, las relaciones internacionales están marcadas por el sello del conflicto, en razón de los impulsos agresivos inherentes a la naturaleza humana, así como a la naturaleza anárquica y no integrada del sistema internacional, caracterizado por la ausencia de toda autoridad capaz de imponer a sus miembros un orden concreto (7). Desde este punto de vista el Estado es el foco central de las relaciones internacionales y éstas tienen por dinámica la evolución de la comparación de fuerzas entre los Estados. La política exterior tiene en la seguridad del Estado su mayor interés. Para Morgenthau, la política internacional puede ser definida como un esfuerzo continuado para mantener y acrecentar el poder de su propia nación y para limitar o reducir el poder de las otras naciones. Sin llegar a eliminar la naturaleza profundamente anárquica del sistema internacional, la política exterior de los Estados puede siempre asegurar la búsqueda de un mínimo orden, de un equilibrio en la relación de las fuerzas, fundamentalmente a través de la diplomacia, el desarrollo del Derecho Internacional y el de las organizaciones internacionales. Esta visión realista pugna por la sistematización y la elaboración de una teoría general de las relaciones internacionales, basada en la existencia de leyes objetivas del comportamiento político en el nivel internacional que tienen sus raíces o fundamentos en la naturaleza humana. Esta corriente está representada por autores tales como H ans Morgenthau y Raymond Aron, por G eorge K ennan, G eorge Schwartzenberger, E. H. C arr y H enry Kissinger, entre otros. La concepción idealista Esta segunda corriente conceptual de las relaciones internacionales pone el acento sobre la interdependencia y la cooperación, y considera que las relaciones internacionales actuales no corresponden al modelo conflictivo e interestatal defendida por la corriente realista. (7) M O R G E NTH A U , H ans: Poloitics Wamong Nations. A. Knopf. Nueva York, 1948. — 237 — Las atrocidades vividas durante la Gran G uerra, sus consecuencias, y la posibilidad de recurrir al empleo de armas de gran poder de destrucción suscitaron un profundo rechazo a estos actos y, como consecuencia, provocó en algunos teóricos la necesidad de buscar el camino que permitiese en el futuro impedir o al menos disminuir, el estadillo de semejantes tipos de conflicto aseguradolo a través de un sistema de paz y estabilidad. En esta línea se desarrolla un importante movimiento, en el que concurren ideas liberales, socialismo utópico y pacifistas. El postulado fundamental de este movimiento es que los conflictos violentos entre los Estados pueden evitarse a través de una transformación de la realidad interestatal basada en la supremacía del Derecho, la inclusión de la moral individual en la política internacional así como en la democratización de todos los Estados. Esta corriente pugna por la consecución de una seguridad colectiva, cuyos pilares serían la renuncia voluntaria a la guerra como instrumento de política internacional, el desarme y la reorganización de la vía internacional. Uno de sus grandes valedores fue el presidente Wilson, con su proyecto de creación de la Sociedad de N aciones. El fracaso de la Sociedad de N aciones, el nacimiento y auge del fascismo y el posterior inicio de la Segunda G uerra Mundial, y el posterior periodo de guerra fría, pusieron en evidencia la dimensión intrínsecamente conflictiva de las relaciones internacionales. En opinión de los autores defensores de esta teoría, el desarrollo industrial, tecnológico, económico y cultural que ha experimentado el planeta durante la segunda mitad del siglo XX ha contribuido a crear una compleja red de interdependencias entre las distintas sociedades y ello ha provocado en consecuencia la aparición de nuevos tipos de actores en el marco de las relaciones internacionales, como posteriormente se analizará. Por una parte, este proceso de modernización y progreso ha suscitado, según esta doctrina, nuevas necesidades en las diferentes sociedades e incluso han surgido nuevos valores basados en el bienestar económico y social. Por otra parte, en el escenario internacional han emergido nuevas organizaciones, supranacionales, transnacionales e incluso subnacionales. Este nuevo tipo de organizaciones condiciona con cierta frecuencia, la acción de los Estados. B aste recordar a título de ejemplo que en numerosas ocasiones los Estados se han visto obligados, para responder a las necesidades del desarrollo económico y tecnológico, a abrirse cada vez en — 238 — mayor medida a los mercados internacionales, y ello provoca en algunos casos una limitación a su propia autonomía. Todo esto tiene como consecuencia que cada día sea más difícil separar e incluso distinguir la política exterior de un Estado de su política interior Por otra parte, las cada vez más intensas relaciones e intercambios sociales, culturales y económicos, no son controladas en muchos casos por los Estados estableciéndose a través de la frontera entre los diversos grupos sociales. De esta forma aparecen las organizaciones transnacionales que tienden a condicionar y limitar las políticas de los Estados y en todo caso a influir sobre ellas Desde esta perspectiva, el despegue de la cooperación internacional que se manifiesta con la aparición de numerosas organizaciones internacionales pone de manifiesto una profunda transformación de las relaciones internacionales. C oncepto marxista Una tercera concepción de las relaciones internacionales se inspira en la visión marxista de las relaciones y estructuras sociales. Autores como Rosa de Luxemburgo, Rudolf Hilferding, Nicolai B oukharine y Lenin, constituyen los máximos exponentes de este movimiento que basan sus análisis en la forma en la que se produce la expansión colonial de finales del siglo XIX y en los conflictos que se desarrollan entre las potencias imperialistas (8). Para este último autor el imperialismo es la consecuencia directa del desarrollo de los monopolios y en particular del desarrollo del capital financiero, proceso que da origen a una lucha cada vez más feroz en la escena mundial entre las potencias imperialistas. Desde esta perspectiva, la repartición de las zonas de influencia de los intereses económicos y de las colonias se hace, en palabras de Lenin, necesariamente por la fuerza. Por otra parte, la teoría leninista sobre el imperialismo ha servido de fundamento de la concepción teorica de la relaciones internacionales que fueron adoptadas por los Estados marxistas y evidentemente en su época por la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). (8) L E NIN : L’imperialisme, stade suprême du capitalisme. Sociales. París, 1971. — 239 — Desde esta óptica la estructura socioeconómica de un país determina su comportamiento internacional. Dicho de otro modo, la política exterior es el resultado de los intereses de las clases sociales y los conflictos entre los Estados son la expresión y la consecuencia de las contradicciones inherentes al modelo capitalista. En oposición a la política burguesa, el marxismo-leninista no considera la política exterior como expresión abstracta de los intereses generales de la sociedad dividida en clases sino como una política condicionada, en primer lugar, por los intereses económicos, políticos e ideológicos de la clase dominante de cada sociedad (9). Desde esta perspectiva, sólo la victoria del socialismo podrá asegurar de manera permanente la paz del mundo (10). En la época de los años sesenta, numerosas líneas de investigación neomarxistas trataron de demostrar que el imperialismo occidental era, después de la descolonización, el factor dominante de las relaciones internacionales a la vez que trataban de achacarle la situación de subdesarrollo de los países del Tercer Mundo. Esta visión de las relaciones internacionales ha sido, durante los pasados años setenta, el centro de las reivindicaciones para el establecimiento de un nuevo orden económico internacional propugnado por el conjunto de los Estados regidos por regímenes marxistas. Después de la desaparición de la URSS y el final de la guerra fría, algunos de los argumentos esgrimidos contra la política realizada por el mundo occidental han constituido el centro del análisis y de la critica realizada por los numerosos opositores al proceso de globalización y al dominio del liberalismo. La sociedad internacional Realizado un primer análisis del concepto y del origen de las relaciones internacionales, es conveniente realizar una reflexión sobre lo que se entiende por sociedad internacional. (9) K APT C H E N K O , N.: La metodología marxista-leninista en materia de análisis de las relaciones internacionales y de política exterior. La vie internacionale. 1984. (10) L Y N C H , Allen: The Soviet Study of International Relations. University Press. C ambridge, 1987. — 240 — Puede afirmarse que existe un claro consenso entre los numerosos autores y estudiosos en esta materia que ha generalizado una visión estatalista de las relaciones internacionales. Esta interpretación dominante de las relaciones internacionales sólo ha conocido excepciones aisladas, desde el marxismo más clásico en la consideración internacionales del concepto de clase social, pasando por la teoría del imperialismo y de la dependencia, hasta aquellas que, tomando algunos de los válidos instrumentos analíticos y científicos, consideran que el concepto que mejor define dicha realidad es el de la «sociedad internacional». Es a partir de la definición del término de sociedad internacional, desde donde puede abordarse mejor el estudio de los fenómenos y relaciones que se desarrollan en su seno. La noción de sociedad internacional es la más adecuada. En primer lugar, porque es fiel reflejo del carácter compuesto y complejo de las relaciones que se producen en la escena internacional de nuestros días, y en segundo lugar porque introduce una perspectiva valorativa. En consonancia con esta idea Schwartzenberger, señala que: «El campo de la ciencia de las relaciones internacionales es la sociedad internacional; las relaciones entre los individuos y los grupos que se hallan activa o pasivamente implicados en este complejo social; los tipos de conductas en el medio internacional; las fuerzas que dirigen la acción en la esfera internacional y las pautas de las cosas que hayan de ocurrir en el ámbito internacional» (11). La referencia a la sociedad internacional permite considerar las relaciones internacionales desde una visión distinta a la utilizada en tiempos pasados, variando significativamente el alcance y sentido de las mismas, por cuanto definirlas como una forma social universal supone destacar que es más que la simple suma de las relaciones existentes en su seno, sino que supone afirmar la relación e interdependencia que existen entre ellas. Esta posición no impide considerar que el Estado sigue teniendo un papel relevante en la sociedad internacional, si bien es necesario destacar el protagonismo creciente de otros sectores o colectividades que necesariamente hay que tener en cuenta y que más adelante analizaremos. Si bien las relaciones entre individuos y colectividades no estatales se hallan en la actualidad más desarrolladas que en ningún otro periodo de nuestra historia, no son admitidas por todos los Estados en igual medida, (11) S C H WARTZ E N B ER G ER , G eorge: Power Politics: A Study of Intranational Society. Londres, 1951. — 241 — y por regla general se efectúan a la sombra de las relaciones entre los Estados. Ahora bien, estas relaciones «interindividuales» constituyen el elemento más rico y más vivo de la sociedad internacional, el factor de progreso de la sociedad internacional (12). Siguiendo al profesor Rafael C alduch C ervera, puede entenderse por sociedad internacional, aquella sociedad global (macrosociedad) que comprende a los grupos con un poder social autónomo, entre los que destacan los Estados, que mantienen entre sí unas relaciones recíprocas, intensas, duraderas, y desiguales sobre las que se asienta un cierto orden común (13). Desde esta percepción, cuatro son las características básicas que interesa subrayar en orden a establecer el alcance de la sociedad internacional. En primer lugar, la existencia de una pluralidad de miembros que mantienen entre sí relaciones estables y no esporádicas. En segundo lugar, un cierto grado de aceptación de reglas e instituciones comunes para la regularización y ordenación de esas relaciones. Tercero, la existencia de un elemento de orden precario e imperfecto, lo que significa que es posible y deseable buscar nuevas formas de convivencia social a través del cambio de las estructuras actuales. Por último, el hecho de que esas relaciones sociales configuren un todo complejo que, es más que la suma de las mismas. Después de este análisis, podemos afirmar que la sociedad internacional constituye una sociedad de sociedades, en cuyo seno nacen y se desarrollan todos los grupos humanos, desde los más reducidos, hasta las organizaciones intergubernamentales más complejas, pasando evidentemente por los Estados; es decir, en ella se encuentran inmersos todos los grupos sociales sea cual sea su grado de poder. Por otro lado, junto a los Estados siempre han existido otros grupos sociales cuya autonomía de poder les ha permitido participar activamente en el complejo sistema de las relaciones internacionales. La sociedad internacional requiere una dimensión relacional. No cabe pensar en la existencia de una sociedad internacional, si sus miembros no mantienen unas relaciones más o menos profundas y estables en el tiempo. La mera existencia de unos vínculos ocasionales o esporádicos, no basta para considerar la existencia de una sociedad internacional. (12) R E UTER , Paul: Institutions Internationales. (13) C ALD U C H C ERVERA , Rafael: Relaciones internacionales. Ciencias Sociales. Madrid, 1991. — 242 — Una última reflexión nos conduce a afirmar que la sociedad internacional dispone de un orden común, que no es más que la consecuencia directa de la dimensión social del mundo internacional, en la que sus miembros, desde el mismo momento en que participan de la vida internacional, comparten y contribuyen a la existencia del orden social internacional, incluso cuando aspiran a modificarlo pacífica o de manera violenta. La existencia de una sociedad internacional va siempre unida a la vigencia de algún tipo de ordenación común a todos sus miembros y a las relaciones mantenidas entre ellos. Los actores Es evidente que en el análisis de las relaciones internacionales tan importante como abordar el estudio de los sistemas, estructuras y procedimientos es el estudio de los actores que participan en las mismas. El profesor C alduch C ervera define el actor internacional como: «Aquellos grupos que gozan de una capacidad efectiva para generar y participar en unas relaciones internacionales con otros grupos que pertenecen a la misma sociedad internacional» (14). Según este criterio, se es actor internacional, no por pertenecer a una determinada categoría de grupos sociales, sino por disponer de una capacidad de engendrar o participar en relaciones, que son internacionalmente significativas. Por tanto en materia de relaciones internacionales se pueden considerarse como actores todas las organizaciones o entidades cuya acción sobrepasa las líneas fronterizas de un Estado. En este contexto y a pesar de la postura de ciertos autores que sólo reconocen al Estado como único actor, hay que confirmar que en la actualidad si bien el Estado es un actor privilegiado en las relaciones internacionales, éste no es la única entidad activa de la vida internacional. Por lo tanto además del estado existen hoy en día otros actores no estatales que pueden agruparse en cuatro grandes categorías: 1. Las organizaciones gubernamentales. 2. Las organizaciones no gubernamentales. (14) C ALD U C H C ERVERA , Rafael: opus citada. — 243 — 3. Las grandes empresas multinacionales. 4. Las comunidades regionales y locales. El Estado La realidad internacional, tal y como la conocemos en la actualidad, está condicionada por la existencia de los Estados. Son numerosas las definiciones que sobre el Estado se han elaborado; del estudio de todas estas definiciones, cuatro elementos son comunes en la mayor parte de todas ellas, lo que permite centrar lo que entendemos por Estado. Estos elementos de la realidad estatal son los de la soberanía o mejor dicho la del poder soberano, el territorio y su población y el reconocimiento internacional. Población y territorio son los elementos físicos que determinan un Estado. Éste se localiza en una zona geográfica determinada y se encuentra poblado por un grupo de seres humanos concreto. Pero en este punto hay que tener muy presente que las diversas acciones o decisiones adoptadas por esa población son ejecutadas por un individuo o unos cuantos individuos que actúan en representación, o mejor dicho, en nombre de todo el grupo. Evidentemente estas acciones comprometen jurídicamente a toda la población, pero es importante recordar que esta obligación jurídica (salvo en ocasiones excepcionales, eso sí cada día más habitual) no es asumida por las personas que firmaron un acuerdo o un tratado, sino por el Estado, de tal manera que el Estado se convierte en actor jurídico. Por lo tanto el Estado es una entidad corporativa y jurídica que representa al pueblo que habita en un territorio determinado y que dispone de instituciones y procedimientos para ser dirigido y gobernado. En segundo lugar hay que destacar, que en lo que se refiere a las relaciones internacionales, un Estado es jurídicamente soberano en relación con sus asuntos internos en el sentido de que sus normas, escritas o consuetudinarias, y sus decisiones son reconocidas por su población como obligatorias y prevalecen sobre las normas y reglas de los demás grupos. La soberanía es una situación de hecho. La ausencia de una autoridad superior al Estado. Toda autoridad ostentada por cualquier otra organización proviene del poder concedido o delegado por parte del Estado. Así por ejemplo una sociedad cualquiera puede elaborar e imponer sus propias normas sobre la conducta de sus miembros, los procedimientos a seguir, etc. Sin embargo, debe quedar bien claro que estas normas pro— 244 — ceden de los poderes y capacidades que le concede el Estado y en consecuencia no pueden ir más lejos de los límites de la delegación concedida ni estar en contradicción con las leyes vigentes. Evidentemente este límite no existe para el Estado que puede adoptar (con las formalidades oportunas) las leyes y normas que sus instituciones consideren. Por otra parte es necesario recordar que el Estado es también soberano en el sentido de que su libertad exterior sólo está limitada por las restricciones que voluntariamente haya aceptado. Sin embargo, en materia de asuntos internacionales, su soberanía y su estatus jurídico dependen de su aceptación o reconocimiento de los demás Estados (15). La soberanía, la población y el territorio son elementos necesarios para la constitución de un Estado; pero además es preciso el reconocimiento de su existencia en el plano internacional, para poder disfrutar de todos los derechos que su estatus le confiere. Los numerosos Estados existentes en la actualidad, consecuencia de las distintas sociedades humanas que cohabitan en el planeta, han llevado al establecimiento y aceptación del principio teórico de la igualdad de los Estados. Sin embargo, éste tan discutido en numerosas ocasiones, principio de igualdad choca con la desigualdad real del poder que tienen los distintos Estados en el ámbito internacional. Si bien siempre ha existido una clasificación de grandes y pequeños Estados, es a partir del fin de la Segunda G uerra Mundial cuando se empieza a escuchar un nuevo termino, «superpotencia» que viene definido en líneas generales por dos grandes rasgos, a saber, la capacidad de destrucción masiva de la que dispone el potencial militar de un Estado, en especial de su potencial nuclear, y la gran capacidad de influencia política, económica y social que esa potencia tenga sobre otros Estados. Al inicio del presente siglo y tras la caída del la URSS, parece que sólo se puede hablar de la existencia de una única superpotencia: Estados Unidos. Evidentemente, a nadie se le escapa que, a lo largo de la Historia, estos grandes Estados o más recientemente estas superpotencias, han ejercido una influencia y un papel primordial en el desarrollo de las relaciones internacionales. (15) R E Y N O LDS , P. A: opus citada. — 245 — Las organizaciones internacionales gubernamentales Las organizaciones internacionales gubernamentales, puede considerarse como: «Una asociación de Estados, establecida por un acuerdo entre sus miembros y dotada de un aparato permanente de órganos, encargados de perseguir la realización de objetos de interés común por medio de una cooperación entre ellos» (16). Este tipo de organizaciones que tienen su origen en el siglo XIX, nacen como consecuencia de dos grandes fenómenos: por una parte, con el fin de la época napoleónica, los Estados europeos trataron de establecer un nuevo sistema de acuerdos multiestatales, que permitiese la concertación y el acuerdo de determinados temas internacionales. B aste recordar las dos C onferencias de la Haya (1889 y 1907). Este proceso se va a ver ampliamente intensificado con el final de las dos grandes guerras mundiales del pasado siglo, que dan origen a la creación de la Sociedad de Naciones y a la Organización de Naciones Unidas (O N U), respectivamente. Por otro lado, la creación y desarrollo de las organizaciones internacionales gubernamentales es lógica consecuencia de la evolución y expansión de los sectores económicos, industriales y tecnológicos que se inicia en el siglo XIX. Así esa época ve nacer la Unión Telegráfica Internacional en 1865 o La Unión Postal Universal en 1878. Pero será fundamentalmente a partir de la Segunda G uerra Mundial cuando el planeta verá nacer un gran número de organizaciones internacionales gubernamentales. Este tipo de organizaciones, siguiendo los criterios del profesor C alduch, está caracterizado por una serie de parámetros. En primer lugar, por su base interestatal, ya que los miembros de este tipo de organizaciones son los Estados, representados habitualmente por sus gobiernos legítimos. En segundo lugar por el carácter voluntario de su pertenencia. Ningún Estado esta obligado a pertenecer a ninguna de las organizaciones existentes. Además su pertenencia conlleva la aceptación del sistema, normas y procedimientos que rigen la organización. (16) VIRALLY, M.: Definition et classifications internationales: approche juridique. — 246 — Otra característica de este tipo de organizaciones es la existencia en su seno de una serie de organismos que tienen un carácter permanente. Este tipo de aparatos permiten a la organización garantizar su funcionamiento, estabilidad y el cumplimiento de los objetivos marcados. Su autonomía en cuanto a su funcionamiento y capacidad de decisión es otra de sus características. Así cada organización determina su manera de actuar y dispone de una burocracia propia. La participación y el peso específico de cada Estado en la capacidad de decisión también se encuentra regulada. Por último cabe destacar su función de cooperación internacional. Es evidente que si bien las organizaciones internacionales gubernamentales nacen para lograr unos fines u objetivos concretos, este tipo de organización fomenta los vínculos de cooperación entre los distintos Estados que las constituye. Estas organizaciones constituyen por otra parte un instrumento de la política exterior de los Estados. Desde esta perspectiva estas organizaciones permiten, de manera privilegiada, el mantenimiento y desarrollo de las comunicaciones entre sus Estados miembros. También es importante resaltar que este tipo de organizaciones puede tener en algunas ocasiones una autonomía de tal envergadura que permiten considerarlas como un verdadero actor y motor de las relaciones internacionales. Así por ejemplo, el presidente o el secretario general de una organización puede tomar una iniciativa, independiente de los Estados, e influir decisivamente en la política internacional. Existen numerosos criterios de clasificación de las organizaciones internacionales gubernamentales: — Uno de ellos es atendiendo a su ámbito geográfico: en este sentido podemos diferenciar organizaciones mundiales como la O N U o la Organización de N aciones Unidas para la E ducación, la Ciencia y la C ultura (U N E S C O), organizaciones continentales como la Organización para la Unidad Africana (O U A), regionales como Mercado C omún Suramericano (M ER C O S UR), subregionales como el B enelux, pluregionales como la Liga Árabe, etc. — Otra clasificación puede ser hecha en función de la actividad o finalidad de la misma. En este caso podríamos estar hablando de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (O TA N), la Organización de Televisión Iberoamericana (O TI), o la Organización Mundial de la Salud (O MS). — 247 — Las organizaciones internacionales no gubernamentales El pasado siglo XX ha sido testigo de un vigoroso desarrollo de otro tipo de organización de carácter internacional: el de las Organizaciones No G ubernamentales (O N G), que nacen de las acciones y relaciones desarrolladas por diversos grupos sociales de naturaleza privada o paraestatal, pertenecientes a varios países. Hoy en día las O N G ocupan un puesto importante en el concierto internacional. Organizaciones no estatales por definición capaces de acometer acciones cada día mas estructuradas a escala internacional, compuestas por agentes de diferentes nacionalidades. M. Merle las define como: «Todo grupo, asociación o movimiento constituido de forma duradera por particulares pertenecientes a diferentes países, con finalidad de alcanzar objetivos no lucrativos». Junto a los rasgos que caracterizan a toda organización internacional, existen otras características que nos permiten diferenciarlas de las organizaciones internacionales gubernamentales. En primer lugar, a diferencia de las organizaciones internacionales gubernamentales, las O N G establecen una ruptura con la realidad interestatal, pues sus miembros no son los Estados, sino que están constituidas, habitualmente, por individuos o grupos sociales internacionales de carácter no estatal. Incluso hay que remarcar que en algún caso, las O N G han sido creadas para defender los intereses particulares frente al poder del Estado. En segundo lugar, hay que advertir y esto es importante tenerlo en cuenta, que las O N G gozan de una personalidad jurídica derivada del Derecho N acional de cada uno de los Estados y no del Derecho Internacional Público como de manera acertada recuerda Vellas: «Las O N G son organizaciones de derecho privado con vocación internacional» (17). El ámbito de actuación de estas O N G habitualmente ha sido el social, el humanista, el cultural, el del medio ambiente, etc., campos de actuación que no afectaban frontalmente la soberanía ni los intereses vitales de los (17) V ELLAS , P.: «Organitations non-gouvernamentales et cooperation internationale». Etudes Internationales, volumen XI, número 4. 1980. — 248 — Estados. Sin embargo, la realidad actual esta poniendo de manifiesto que las O N G son capaces de ejercer una influencia cada vez más intensa en el ámbito político, interfiriendo, en numerosas ocasiones en campos tradicionalmente reservado a los Estados, fundamentalmente a través de la opinión publica y los medios de comunicación social. Las empresas multinacionales Las empresas multinacionales constituyen otro tipo de actor no estatal, que se caracterizan por el carácter lucrativo de sus objetivos. Su actividad afecta a los países en los que instalan algún centro de producción o distribución, manteniendo su centro de planificación y decisión en un solo país, normalmente en el de origen de la multinacional. En este caso, son los aspectos económicos, organizativos e internacionales los que caracterizan la estructura y funcionamiento de estas organizaciones. Cranell ha definido las empresas multinacionales como: «Aquellas que bajo una unidad de gestión, tienen intereses y actúan en una pluralidad de países, acomodándose a las condiciones económicas, sociales y legales de cada una de ellos con el fin de conseguir la maximilización de sus beneficios y la mayor defensa de sus potencialidades de nivel mundial» (18). En la actualidad sus redes de actividad se expanden por todo el mundo y cubren la totalidad de los sectores tanto el de materias primas, como el industrial y el de los servicios. Las primeras empresas multinacionales surgen durante el último tercio del siglo XIX en Estados Unidos y en diversos países europeos (Gran Bretaña, Francia y Alemania), y conocen un extraordinario desarrollo a lo largo del pasado siglo XX. Resulta evidente que su origen esta enlazado con un periodo de aceleración científico-tecnológica y de los sistemas de producción, que propiciaron la aparición de nuevos productos, nuevas demandas y hábitos de consumos y en consecuencia también la aparición de nuevos mercados. Junto a esta evolución tecnológica, el desarrollo de las comunicaciones y los transportes, no sólo potenció los intercambios comerciales entre distintos países sino que, contradictoriamente en otros casos, facilitó la dispersión productiva de las empresas en diversos países en detrimento del (18) C RA N ELL , F.: Las empresas multinacionales y su desarrollo. B arcelona, 1974. — 249 — intercambio comercial internacional. De esta manera surgieron lo que se ha venido denominando «empresas madres» y « empresas filiales». Un ejemplo de este proceso lo podemos contemplar en el caso de la empresa química alemana B ayer que en 1865 adquirió «una filial» en Estados Unidos y posteriormente se implantó en Moscú (1876), en Francia (1882) y en B élgica (1906). De forma simultánea a este fenomeno de expansión comercial e industrial, se produjo un proceso de concentración empresarial, como consecuencia de la absorción de numerosas pequeñas empresas o empresas artesanales o familiares, por otras grandes empresas tanto nacionales como extranjeras. Todo ello propició la formación de monopolios u oligopolios en los principales países industrializados que, utilizando su fortaleza económica, se encontraron en óptimas condiciones para establecerse y expandirse en otros países. Después de una etapa de consolidación que la podemos fijar en el periodo de entre las dos grandes guerras mundiales, la segunda mitad del siglo XX ha visto una época de universalización de las empresas multinacionales que ha tenido como consecuencia la mundialización de las relaciones económicas capitalistas internacionales. A partir de los años 1970, las empresas multinacionales han sido duramente criticadas por numerosos sectores. U no d e estos se ctores tiene su origen en el mund o m arxista quien c onsid era a este tip o d e e m presas c omo un m e dio d e e x plota ción c a pitalista d e los p aíses d el Terc er Mund o. D esd e esta visión, este tip o d e empresas han juga do un p a p el fund amental en la exp ansión d el c a pitalismo. Otra de las visiones criticas de las multinacionales destaca los efectos negativos que debido al carácter internacional de estas empresas y a su capacidad de escapar a los controles de los Estados donde están implantadas, interfieren sobre la independencia económica de los mismos. Gracias a su poder oculto influyen en gran medida en la política económica y social de los países e incluso en sus relaciones internacionales. De esta manera numerosas voces han protestado contra el papel que juegan las multinacionales en el proceso de globalización, acusando a estas empresas de amenazar la independencia y la soberanía de los Estados, y de condicionar las políticas de sus gobiernos. — 250 — En cualquier caso y desde la perspectiva de las relaciones internacionales podemos resaltar tres funciones potenciales de las empresas multinacionales. En primer lugar, un papel de motor económico de primer orden debido a sus medios, a su capacidad de su influencia en el desarrollo económico de los Estados donde están ubicadas y a su no dependencia de la economía de los Estados. En segundo lugar, las multinacionales pueden ejercer una influencia directa sobre los gobiernos y sobre las políticas tanto internas como internacionales de los países donde están instalados. Por último, las multinacionales pueden tener un papel instrumental al servicio de la política exterior del Estado donde se encuentra la sede central. Los gobiernos de los Estados pueden utilizar en su provecho el poder y la influencia que tienen estas empresas sobre los gobiernos de los Estados donde se encuentran implantadas. Las comunidades regionales y locales La existencia de características comunes entre distintas comunidades regionales y el aumento de los intercambios comerciales y de las comunicaciones en general ha facilitado que determinadas regiones fronterizas, en general de los países más industrializados, establezcan entre ellas relaciones de diverso tipo, en razón de una convergencia de intereses y necesidades, creándose de esta manera estructuras de cooperación, especialmente en materia de comercio y cultura, que traspasan las fronteras. Por otra parte, los distintos gobiernos comunitarios, regionales e incluso locales buscan reconocer su identidad y especificidad en distintos foros y organismos internacionales fuera del marco del Estado-N ación, como por ejemplo el C onsejo de las C omunidades de Europa. Esta tendencia a la descentralización de las fronteras está teniendo una importancia cada vez mayor, en particular en Europa. Así por ejemplo, sensibilizados por esas pretensiones comunitarias y regionales, los países europeos han elaborado una convención sobre la cooperación transfronteriza con el fin de facilitar la redacción de acuerdos entre regiones situadas a cada lado de las fronteras. Por último, hay que recordar que ciertas sociedades avanzadas, sobre todo de tipo federal o con una amplia autonomía regional, están cono— 251 — ciendo en los últimos años un fenomeno de segmentación de su política extranjera. Los gobiernos federales o autonómicos tratan de jugar un papel directo y activo en política exterior con el objetivo de poder defender sus intereses, tratando de suplantar el poder del Estado soberano. Un antecedente de esta situación lo podemos encontrar ya en el año 1882 cuando Q uebec tenía un «agente general» en París. Por otra parte ciudades norteamericanas como Atlanta, B oston o Nueva York, han instalado «oficinas permanentes» en numerosos países extranjeros. Estado, Pueblo y Nación El Estado es una abstracción que representa muchos elementos empíricos, pero que no se manifiesta de una forma concreta. La palabra nación es también una abstracción, pero una abstracción que se manifiesta concretamente en los seres humanos que la componen. Dar una definición de nación no es una labor fácil. Una gran parte de la sociedad emplean indistintamente los términos de Estado y N ación como si fueran sinónimos. Se trata de una confusión y de una confusión de importancia. O curre con frecuencia que el pueblo representado por el Estado constituye una nación y que el empleo de N ación y Estado como términos sinónimos no tienen una gran transcendencia. Pero hay muchos otros casos en que se considera que el pueblo que habita en el interior de las fronteras de un Estado comprenden más de una nación. Por otra parte, no sólo es frecuente que haya más de una nación dentro de un Estado, sino que también lo es que las naciones estén divididas entre varios Estados. La conclusión es, pues, que no puede definirse la N ación como el conjunto de los habitantes del Estado. Tampoco puede ser definida la nación en función de diferencias de raza o de orígenes raciales comunes. Aparte de las dificultades que supone definir la raza, existen numerosos casos de naciones constituidas por un gran número de razas, mientras que por otra parte, existen otros muchos (ejemplo checos y eslovacos) en que se dan naciones distintas sin que sea posible apreciar diferencias raciales. Lo mismo sucede con el idioma, como se puede apreciar en el caso de Suiza. Los criterios geográficos, religiosos, económicos resultan igualmente insuficientes. Ninguno de los criterios analizados sirve para diferenciar a una nación de otra. La N ación, según Reynolds, sólo puede definirse de manera subjetiva. Para este autor la define como: — 252 — «C onjunto de personas que se sienten miembros de ella» (19). Las razones de este sentimiento de nacionalidad puede encontrarse en alguna o en todas las consideraciones citadas. Por lo tanto la única forma de definir la Nación es un tanto tautológica: es aquel grupo de seres humanos que tienen el sentimiento de una nacionalidad, que tienen afinidades comunes, que creen ser miembros de una misma Nación. Por todo lo dicho, es evidente que no coincide necesariamente la N ación y la población de un Estado. Sólo cuando virtualmente toda la población de un Estado se siente como una sola N ación, resulta apropiado emplear el término Estado-N ación. La distinción entre N ación y Estado es de gran importancia en el campo de las relaciones exteriores, porque la existencia de distintas naciones dentro de un Estado afecta a su cohesión interna y, por tanto, a las relaciones exteriores de su gobierno. El poder y las relaciones internacionales: conflicto o cooperación Desde el punto de vista de nuestro estudio, el concepto esencial que explica todo el engranaje de las relaciones internacionales entre los Estados es el de los intereses nacionales de cada Estado, definido en términos de poder. En sentido genérico, el termino «poder» es definido por la Real Academia como sinónimo de «fuerza, vigor, capacidad, posibilidad». Morgenthau, un clásico de la «corriente del realismo político», defiende la tesis de que no importa cual sea el objetivo que tenga un Estado, ya que siempre que ese Estado pretenda conseguir un determinado objetivo va a necesitar un determinado poder para conseguirlo. Siguiendo este criterio, el poder en sí mismo, constituye un objetivo inmediato necesario para poder conseguir posteriormente los objetivos, que el propio estado se fije y pretenda alcanzar. Esos «otros objetivos» van a constituir lo que generalmente denominamos «intereses nacionales». Pero sean cuales sean esos objetivos o intereses (19) R E Y N O LDS , P. A.: opus citada. — 253 — nacionales, como por ejemplo ampliar el territorio, mejorar las condiciones de vida de la población, etc., siempre van a requerir poder; luego el poder es en último extremo, el principal interés nacional de todo Estado, entendiendo en este caso poder como fuerza, como capacidad de empleo de la fuerza en su componente militar. Y eso es así, siguiendo la corriente realista, porque precisamente las relaciones entre los Estados son relaciones de conflicto, toda vez que el sistema internacional es un sistema que funciona siguiendo el principio de suma nula , es decir, todo lo que un Estado consiga para su beneficio, todo incremento de la mejora de su situación, ya sea militar, económica, territorial, etc., lo hará a costa de otro Estado u otros Estados; luego en el marco internacional cada Estado, buscando los objetivos derivados de sus intereses nacionales, entrará más tarde o más temprano en conflicto con otros Estados. Eso no significa, evidentemente, que esos conflictos sean violentos, pero desde luego, de todo el conjunto de relaciones de conflicto, las más importantes son las relaciones de conflicto bélico o de conflicto armado ya que en ellas cada Estado se juega su propia existencia, su propia supervivencia. La clave para explicar todo el conjunto de las relaciones internacionales según los realistas, son las relaciones de conflicto y en último extremo las de conflicto armado y es precisamente por esa razón, que «el poder», que tiene distintas formas y ámbitos de aplicación, en este campo, es el poder entendido como capacidad de empleo de la fuerza, en otras palabras « el poder militar». Pero hay que dejar claro, que no es que sólo hay relaciones de conflicto, no es que sólo se busque el poder militar, los seguidores de esta doctrina lo que defienden es que al final, lo esencial para explicar el mundo de las relaciones internacionales son las relaciones de conflicto bélico y el poder entendido en su dimensión militar. C on todo esto se llega a la conclusión de que la seguridad debe ser entendida como la defensa que cada Estado debe hacer de sus propios intereses, y el principal objetivo que debe fijar un Estado debe ser el de alcanzar el mayor poder militar posible, no sólo para poder protegerse de los otros Estados y garantizar sus propios intereses, sino para poder tener la capacidad de imponer a otros Estados sus propios objetivos. El modelo teórico que refleja de manera más nítida esta realidad internacional es el sistema de equilibrio de poder, bien a través de guerra o bien — 254 — a través de pactos o acuerdos. Un ejemplo de ello lo podemos contemplar en el C ongreso de Viena de 1815, donde las grandes potencias europeas, dominantes en esa época, negociaron y se repartieron sus intereses en el resto del planeta. Otra corriente, diametralmente opuesta a la que acabamos de ver, la constituye la del idealismo, cuya doctrina nace del supuesto de que el mundo si bien es imperfecto sigue, en el ámbito de las relaciones internacionales, un proceso de evolución progresiva hacia la perfección. Por su parte los teóricos de la corriente idealista creen posible que los Estados mantengan como intereses nacionales el de la solidaridad con el resto de los Estados. Éstos no establecen, en este caso, relaciones de conflicto sino que buscan la armonía, el entendimiento y la cooperación: es decir, buscan la paz de todos los Estados y no sus propios intereses en detrimento de otro Estado. La idea que preside esta doctrina es que el conjunto de los Estados debe tener como objetivo lograr una sociedad pacífica y de desarrollo, constituyendo para ello un orden internacional, es decir, instaurando un conjunto de normas que no se base en el uso del poder, sino en la concordia y la cooperación. Este nuevo orden internacional debe apoyarse básicamente en dos pilares fundamentales, a saber, en unos principios morales o éticos universales y en unas reglas jurídicas internacionales. Por tanto, la relación básica que garantiza la existencia de un sistema internacional ordenado y pacífico se sustenta en las relaciones de cooperación entre los distintos Estados y eso es así porque si existe un sistema internacional es porque la mayor parte de las relaciones existentes son relaciones de cooperación y no de conflicto. Para ello es necesario profundizar en el concepto de la seguridad colectiva y en la instauración de organismos que garanticen la paz entre los Estados. Los procesos de interación Las relaciones internacionales no son una simple suma de relaciones exteriores entre los 200 Estados existentes en el mundo, sino que compone un sistema complejo. En el marco de este sistema, intervienen toda una serie de procesos interactivos que implican de manera continua a dos o más actores internacionales. — 255 — En general, estos procesos tienen dos dimensiones que son fundamentales y de las que anteriormente ya hemos hecho referencia: el conflicto y la cooperación. Será siempre arriesgado oponer radicalmente estos dos aspectos de las relaciones internacionales. C onflicto y cooperación son dos aspectos que se sitúan en el centro de la vida social, sin ser exclusivos entre ellos. Toda relación social, aunque sea cooperativa, conlleva una dosis de conflictividad, de la misma manera que toda relación de conflicto permite un espacio para desarrollar relaciones de cooperación. Los procesos conflictivos Desde siempre, las relaciones internacionales se han enmarcado en el escenario del conflicto y de manera particular en el conflicto armado. La historia de las relaciones internacionales ha sido tradicionalmente la historia de los conflictos. La actual época, no es una excepción, sino más bien, todo lo contrario. A pesar del progreso de la humanidad, los conflictos armados no han sido nunca tan violentos y mortales como lo han sido en el pasado siglo que acabamos de vivir, debido fundamentalmente al poder destructor del armamento utilizado y al alcance global de los conflictos desarrollado. El siglo XX ha conocido la existencia de las dos grandes guerras mundiales. Por otro lado el desarrollo de los sistemas de armas nucleares existentes, permite la posibilidad real de una posible destrucción total del conjunto de la humanidad. Por si todo esto fuera poco y paralelamente a esta mundialización de los conflictos, el mundo ha sido testigo de un gran incremento de conflictos regionales y locales. Los procesos conflictivos internacionales pueden ser abordados desde tres ángulos diferentes: el de la conducción estratégica, el de la búsqueda de las causas del conflicto y el de la paz. En la primera de las perspectivas, se parte desde el punto de vista de la conducta a seguir para ganar al adversario, sin plantearse ninguna cuestión sobre el origen y finalidad de los conflictos. La segunda perspectiva, pone énfasis sobre las causas de éstos y los factores determinnantes y formas de los mismos. La tercera perspectiva, que une la Sociología con los valores morales, considera la paz como un objetivo a conseguir y profundiza en las condiciones para alcanzarla. Dentro del estudio de los conflictos, la postura estratégica es sin duda la más antigua y la más utilizada. Desde la óptica de la Estrategia, se parte — 256 — de la existencia de posiciones de oposición y de conflicto. Se analiza la situación, no para comprender las causas ni las soluciones, sino para saber de que manera se puede emplear la fuerza o la amenaza de la fuerza, para conseguir los objetivos deseados. Dicho de otra forma, se trata de estudir cómo emplear la fuerza para imponer la voluntad al adversario en esa situación de conflicto. Debe quedar claro que el análisis estratégico va más allá del simple estudio de los aspectos militares de los conflictos, ya que engloba a su vez, aspectos políticos, económicos y de todo tipo. Todo es utilizable para conseguir el objetivo político. La aparición del arma nuclear ha obligado a reconsiderar y establecer una nueva concepción del pensamiento estratégico. El enorme poder de destrucción de las armas nucleares obligó a poner el énfasis más sobre la disuasión que sobre el enfrentamiento directo. La importancia que la disuasión nuclear ha adquirido, no ha hecho desaparecer la guerra de nivel inferior ni el recurso a la disuasión por los medios convencionales. Después de la Segunda G uerra Mundial el mundo ha sido testigo de más de 170 conflictos internacionales. Estos conflictos han afectado a mas de 73 países y se visto afectados los Ejércitos de más de 83 países. Además de la postura estratégica, una segunda visión puede ser adoptada en el estudio de los conflictos internacionales. Es la que pone el acento en el estudio de las causas de los conflictos y sobre los factores que les determina. El politólogo norteamericano K enneth Waltz (20), establece tres niveles de estudio, que lejos de ser contradictorios, son complementarios: el nivel del individuo, el del Estado y el del sistema internacional. A cada uno de estos niveles corresponde un determinado tipo de conflicto. En el primer nivel, es el individuo el origen de los conflictos. Desde este punto de vista, el origen de los conflictos se encuentra en la propia naturaleza humana. En el segundo nivel, se pone de manifiesto la relación entre los factores de los conflictos y los actores estatales. En este ámbito se pueden tener en (20) W ALTZ , K enneth: Man , the State and War. A theorical Analysis. C olumbia Universty. Nueva York, 1959. — 257 — cuenta factores tan diversos como la situación geográfica, la posesión o carencia de recursos naturales, la estructura demográfica, etc. El polemólogo G aston B outhoul es uno de las autores mas notorios en este campo. En el tercer nivel, se aborda el modo de encontrar, en la estructura del sistema internacional, los factores que favorezcan el origen y desarrollo de los conflictos. El carácter anárquico de este sistema, y la posibilidad que tienen los Estados de recurrir legítimamente a la fuerza para defender sus intereses, favorecen el nacimiento de los conflictos violentos. Según Raymon Aron, se puede asegurar que los sistemas internacionales homogéneos, es decir, aquellos en los que los Estados comparten la misma ideología o tienen la misma estructura socioeconómica, manifiestan una menor tendencia a la violencia que los sistemas heterogéneos. Paralelamente al análisis estratégico y a la reflexión sobre los conflictos, se puede establecer otro análisis, que es el que pone su empeño en la búsqueda de la paz. Desde esta perspectiva, la consecución de la paz puede ser abordada desde dos ángulos diferentes: 1. Por un lado, se puede hacer énfasis sobre las técnicas de resolución y control de los conflictos, tratando de pasar del conflicto a la cooperación mediante la eliminación de los elementos conflictivos. Desde esta perspectiva, se considera que los conflictos internacionales son subjetivos, pues son consecuencia de una mala percepción de la situación por parte de los Estados en conflicto. 2. Por otro lado, se puede poner el énfasis sobre una visión más amplia, estable y permanente de la paz, incluyendo, junto a la ausencia del conflicto violento, la justicia social. En esta perspectiva, los conflictos tienen ante todo un marcado carácter objetivo, pues se basan en una estructura social marcada por la violencia. El proceso de cooperación Aunque el sistema internacional este definido por el conflicto y caracterizado por una cierta anarquía, basado en la posibilidad de los actores a recurrir a la violencia de manera legítima, también contiene este sistema una dimensión cooperativa, cuya importancia y transcendencia son innegables. Si bien la diplomacia bilateral ha sido el marco tradicional de los procesos de cooperación, los últimos años han conocido la aparición y desarrollo de una nueva forma de cooperación: la diplomacia multilateral. — 258 — A partir de la Segunda G uerra Mundial este fenómeno de interdependencia de los Estados, en todos los órdenes, se ha acelerado de manera que los procesos de cooperación que se han establecido, se han hecho dentro del marco de organizaciones internacionales de carácter permanente. En este sentido hay que reconocer que hoy en día las organizaciones internacionales constituyen un elemento indispensable para la diplomacia multilateral y, esta última, satisface ampliamente, en la mayor parte de los casos, las necesidades de cooperación de la sociedad internacional. La cooperación entre los miembros del sistema puede, en determinadas circunstancias, ir más allá de la simple coordinación de las políticas entre los Estados y permitir o facilitar una transferencia progresiva de la soberanía de los Estados a favor de nuevas estructuras internacionales, dentro de un proceso de integración. De esta forma, a partir de la Segunda G uerra Mundial, el fenómeno de la integración ha suscitado numerosos análisis basados en la reforma del sistema internacional para lograr una mayor seguridad internacional. Referencias bibliográficas A RE N AL , C elestino: Introducción a las relaciones internacionales. Tecnos. Madrid, 1984. 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