Historia del Pensamiento Económico - Stanley Brue - 2009 PDF
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2009
Stanley Brue
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This document discusses the German Historical School of economics, which arose in response to the German economic landscape in the mid-19th century, emphasizing historical evolution, the influence of government, and empirical research. Examining the work of scholars like Friedrich List, Wilhelm Roscher, Gustav Schmoller, and Max Weber, the text explores core tenets and critiques of classical economics. The document also highlights the school's lasting contributions and significance within the field of economic thought.
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192 Capítulo 10 SOCIALISMO MARXISTA Capítulo LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA...
192 Capítulo 10 SOCIALISMO MARXISTA Capítulo LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA 11 A partir de 1840 surgió la escuela histórica alemana, con las publicaciones de Friedrich List y Wilhelm Roscher, y terminó en 1917, cuando murió Gustav Schmoller.1 Para entonces, los economistas habían adoptado algunas de las ideas de la escuela aunque ésta ya no existía como una entidad concreta. Lo mismo que los socialistas, los economistas históricos alemanes criticaban a la economía clásica. Después de presentarle una perspectiva de la escuela, se desarrollan las ideas de los principales pensadores de la escuela: List, Roscher, Schmoller y Weber. PERSPECTIVA DE LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA Antecedentes históricos El tratado de paz con el que finalizó la guerra napoleónica dejó a Alemania divi- dida en treinta y nueve Estados separados, la mayoría monárquicos, casi todos sin democracia. Los victoriosos grandes poderes de Europa manipularon a Alemania para promover sus propios intereses. Austria quería mantener a Alemania débil y dividida; Gran Bretaña deseaba ver que una Prusia poderosa impidiera el futuro renaciente de Francia; Rusia quería para ella las partes de Polonia de las que todavía no se habían apoderado Alemania o Austria. La lucha alemana contra Napoleón había despertado emociones patrióticas y nacionalistas. Muchos alemanes pedían la unificación y reformas constitucionales, pero la búsqueda de una unidad nacional se vio frustrada durante medio siglo; sus aspiraciones por la democracia siguieron sin realizarse por más de medio siglo y después se lograron brevemente en condiciones de lo más adversas, bajo el estigma de haber perdido la Primera Guerra Mundial. En 1815 la Santa Alianza entre Prusia, Austria y Rusia fue un medio para conte- ner a la revolución, toda vez que latía como una amenaza. Se reprimieron las erup- ciones revolucionarias en Alemania desde 1830 hasta 1832 y las tropas prusianas y austriacas aplastaron las principales revueltas de 1848. Prusia, el país más grande, más rico, más militarista y más poderoso en Alemania, dominaba al país. Los países extranjeros cortejaban a Prusia como un poderoso aliado. Los conservadores extranjeros y locales la veían como un baluarte contra la democracia y el socialismo, los nacionalistas confiaban en que Prusia for- jaría una Alemania unificada. Prusia dominaba al gobierno alemán y a las fuerzas armadas. Una serie de triunfos bélicos reforzó todavía más el nacionalismo bajo la hegemonía prusiana. Una legislación social avanzada, promulgada por Bismarck, expresaba el paternalismo de la monarquía y promovía la lealtad y el patriotismo 1 Este capítulo se benefició considerablemente con la tesis doctoral no publicada de Jack C. Myles en la Universidad de Princeton, “German Historicism and American Economics”, 1956. 194 Capítulo 11 LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA entre los trabajadores alemanes. Bismarck se jactaba de que en Alemania los reyes hacían las revoluciones. Debido a que ciertas instituciones económicas clave de la Alemania del siglo XIX diferían considerablemente de las propias de Gran Bretaña, no es de sorprender que surgiera una ideología económica diferente. Las regulaciones mercantilistas persis- tieron en Alemania por lo menos hasta la formación del imperio en 1871, mucho después de que habían desaparecido del escenario británico. La competencia y la libertad de empresa, que la escuela clásica daba por sentadas en su análisis econó- mico, estaban severamente restringidas en Alemania, donde, debido a la burocracia tan grande que administraba y regulaba múltiples fases de la vida económica, la ciencia de la administración pública había alcanzado un desarrollo alto. En estas condiciones es obvio que las teorías británicas eran inaplicables. La escuela histórica defendía y racionalizaba la forma de vida alemana, por lo que cuestionaba la perti- nencia histórica de las doctrinas económicas clásicas británicas. La Alemania que le dio vida a la escuela histórica estaba dividida, era débil y sobre todo agrícola. En estas condiciones, a mediados del siglo XIX, estaba muy atrás de Inglaterra en el desarrollo de la industria. Entonces sus economistas razo- naron que era necesaria la ayuda del gobierno para ponerse al día. El nacionalismo, el patriotismo, el militarismo, el paternalismo, la devoción al deber y el trabajo arduo y la masiva intervención del gobierno eran los elementos para cambiar el patrón y promover el crecimiento industrial. Principios fundamentales de la escuela Cuatro principios eran básicos en el pensamiento de los economistas históricos alemanes: Enfoque evolucionista de la economía. La escuela histórica aplicaba una diná- mica perspectiva evolucionista en su estudio de la sociedad. Se concentraba en el desarrollo y el crecimiento acumulativos. En ocasiones hacía una analogía con el evolucionismo de Darwin: un organismo social nace, se desarrolla y crece y, por último, se deteriora y muere. La sociedad está en cambio cons- tante. Por consiguiente, lo que es una doctrina económica pertinente para un país en una época particular, puede no ser pertinente para otro país o para otra época. Este enfoque relativista era de particular utilidad para atacar a la economía clásica como algo inadecuado para Alemania. Énfasis en el papel positivo del gobierno. La escuela histórica era nacionalista, mientras que la economía clásica era individualista y cosmopolita. Si el organismo social es el objeto de estudio, si es la fuerza para un movimiento dinámico, entonces la sociedad y el Estado, más que el individuo, ocupan el centro del escenario. En Alemania era el Estado el que fomentaba la industria, los medios de comunicación y el crecimiento económico. En el proceso de defender a una economía unificada, era fácil desarrollar una ardiente glori- ficación nacionalista del Estado. La escuela histórica le concedía una gran preeminencia a la necesidad de la intervención del Estado en los asuntos económicos y hacía hincapié en que la comunidad tiene intereses propios que son muy diferentes de los del individuo. Enfoque histórico/inductivo. Los economistas de la escuela histórica ponían de relieve la importancia de estudiar el desarrollo histórico de la economía, como Capítulo 11 LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA 195 parte de un todo integrado. Debido a que la economía y otros fenómenos sociales son interdependientes, no es posible un estudio adecuado de la eco- nomía política si no es en combinación con otras ramas de la ciencia social. La escuela histórica criticaba las cualidades abstractas, deductivas, estáticas, irrea- les y no históricas de la metodología clásica y marginalista. Emprendía estu- dios inductivos masivos, utilizaba material de fuentes primarias y estudiaba a las cambiantes instituciones sociales. La escuela afirmaba que su método histórico le permitía estudiar todas las fuerzas de un fenómeno económico y todas las facetas de la conducta económica, no sólo desde la lógica económica. Algunos de los economistas históricos se oponían a casi todas las formas de teorizar; negaban la existencia de leyes económicas válidas, con una excep- ción: creían que los patrones del desarrollo son discernibles en la historia y se pueden generalizar en “leyes del desarrollo”. Defensa de la reforma conservadora. La economía política, decían los eco- nomistas históricos, no debe limitarse a analizar los motivos que impulsan a la actividad económica, sino que debe sopesar y comparar el mérito moral de esas acciones y sus resultados. Debe establecer un estándar de la produc- ción y distribución apropiadas de la riqueza, de manera que se satisfagan las demandas de justicia y moralidad. Los economistas históricos creían que se debería confiar al Estado alemán el mejoramiento de las condiciones para “el hombre común”. Eso reforzaría la lealtad hacia el Estado, al mismo tiempo que protegía la salud, el bienestar y la eficiencia de los trabajadores de las fábricas. Esperaban que las reformas también alejaran a la clase trabajadora de la ideología socialista. Los defensores de los cambios sociales moderados eran conocidos como “socialistas de silla”, como referencia a las posiciones académicas que ocupaban. ¿A quiénes beneficiaba o trataba de beneficiar la escuela histórica? En primer lugar, los miembros de la escuela histórica alemana aseguraban su bene- ficio propio. Disfrutaban de relaciones estrechas y amistosas con los funcionarios del gobierno y ascendían a posiciones clave de la vida académica. De hecho, el gobierno alemán controlaba la mayoría de las universidades, y Schmoller, conocido como el “hacedor de profesores”, controlaba la mayoría de los nombramientos académicos, gracias a su influencia en el Ministerio de Educación prusiano. Sus estudiantes y seguidores eran colocados en puestos académicos, mientras que los partidarios de la escuela marginalista austriaca se veían excluidos de las posiciones universitarias. La escuela histórica también beneficiaba al gobierno imperial alemán, al defender su papel de Estado nacionalista. En segundo, los economistas históricos servían a los grupos dominantes en los negocios y las finanzas, y a los terratenientes, al promover reformas moderadas que frustraban el empuje hacia una democratización más radical de la sociedad. En vez de que los pobres y los humildes combatieran y ganaran sus propias batallas para lograr mejoramientos, un Estado paternalista les otorgaba concesiones. Como resultado, el servilismo, el nacionalismo y la lealtad al régimen estaban más difun- didos en Alemania que en cualquier otra parte. 196 Capítulo 11 LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA ¿En qué forma la escuela histórica fue válida, útil o correcta para su época? El enfoque evolucionista aplicado a la sociedad y al pensamiento económico pro- porcionó un antídoto útil contra el pensamiento abstracto de las escuelas clásica y marginalista. ¿De qué otra forma se podía tratar de explicar el apego de gran Bretaña al laissez-faire en el siglo XIX y su posterior y considerable desviación en el siglo XX? La escuela histórica estaba en lo cierto acerca de que los economistas necesitaban familiarizarse con la historia y los entornos cambiantes, y con la evolu- ción económica y social, con el fin de comprender al mundo actual. Para lograr esta tarea se requerían estudios inductivos objetivos; era necesario crear teorías e ideas nuevas para comprender las nuevas situaciones, y esas teorías e ideas requerían una cuidadosa comprobación mediante la utilización de datos empíricos. ¿Qué principios de la escuela histórica se convirtieron en contribuciones perdurables? La tarea de la escuela histórica alemana se completó cuando economistas provenien- tes de otras escuelas convinieron en que se requieren estudios empíricos históricos para explicar el presente, poner a prueba antiguas teorías y desarrollar otras nuevas. Hoy día, el método histórico inductivo se ha convertido en algo aceptado, comple- mentario al enfoque abstracto deductivo; los tiempos cambiantes y las controversias metodológicas los han obligado a un matrimonio incómodo, pero tolerablemente plácido. Por ejemplo, el análisis econométrico contemporáneo incluye tanto la teoría abstracta como la prueba empírica. Los datos para la mayoría de las pruebas empí- ricas son históricos, en oposición a los derivados directamente de experimentos. Sin embargo, hoy día los economistas buscan los datos históricos más recientes y dispo- nibles para comprobar su teoría, en oposición a un escrutinio de los datos obteni- dos del pasado distante. Si la sociedad está en cambio constante y si las situaciones recientes demandan nuevos análisis, entonces las experiencias pasadas sólo tienen una pertinencia limitada. John Neville Keynes (el padre de John Maynard Keynes) señaló este hecho desde una época tan anterior como 1890: Es importante observar que debido a la evolución de los sistemas industriales y a la naturaleza cambiante de las condiciones económicas, en los cuales insiste tanto la escuela histórica económica, el estudio del pasado se vuelve menos beneficioso para la solución de los problemas actuales. Respecto a muchos de estos problemas, la historia económica que se relaciona con un periodo anterior al siglo XIX arroja muy poca luz. De hecho, ¿en qué forma las generalizaciones basadas en una serie de circunstancias se pueden aplicar con seguridad a otra serie de circunstancias? No sólo muchos problemas pueden requerir soluciones de una naturaleza nueva, incluso pueden surgir nuevas clases industriales. Por ejemplo, ¿con qué clases del siglo XIV podemos comparar al operador de una fábrica y al patrono capitalista modernos? De manera que, aun cuando no sea más que por otra razón de que las instituciones y los hábitos y condiciones cambian, otro método de investigación que no sea el histórico es esencial para gran parte de nuestro trabajo económico. La eco- nomía política nunca se podrá convertir en una ciencia específicamente histórica.2 2 John Neville Keynes, The Scope and Method of Political Economy. Cuarta edición, Londres, Macmillan, 1917, p. 327. [Publicado originalmente en 1890.] Capítulo 11 LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA 197 Otra contribución perdurable de la escuela fue su ataque al laissez-faire. Este tema era la tendencia del futuro. Los miembros de la escuela histórica recono- cían que la libre empresa sin restricciones no necesariamente produce los mejores resultados posibles para la sociedad como un todo. Y tenían razón en creer que la reforma puede ser un sustituto de las peores revueltas ocasionadas por la agudiza- ción de las distinciones de clases. Una última palabra: durante el periodo que terminó en 1914, crecía la esperanza de que el mundo pudiera lograr la paz, la cooperación internacional y la armonía universal. Sin embargo, el nacionalismo alemán defendido por los economistas his- tóricos se extralimitó a medida que evolucionaba hasta convertirse en un frenético militarismo. Dicha escuela tocó una estridente nota de nacionalismo que sacudió los sentimientos internacionalistas de buena voluntad. Sus ideas, tal vez no de manera intencional, contribuyeron al ambiente que condujo a Alemania a la Primera y la Segunda Guerra Mundial. En este aspecto, algunas de las ideas presentadas por los economistas históricos fueron en detrimento del progreso de la sociedad. FRIEDRICH LIST Vida y época Friedrich List (1789-1846), un precursor de la escuela histórica, no se sentía incli- nado al estudio formal en la escuela y tampoco a la ocupación de su padre como curtidor. Se convirtió en empleado del gobierno y para 1816 había ascendido al puesto de subsecretario ministerial. Un año después aceptó un cargo de profesor de administración y política en la Universidad de Tübingen, pero sus opiniones políti- cas disidentes ocasionaron su destitución en 1819. Entonces se mantuvo activo en la promoción de una poderosa unión política y comercial de los estados alemanes. En 1819 presentó la petición de una unión aduanal ante la Asamblea Federal, en nombre de una asociación de comerciantes y fabricantes que él había organizado. Treinta y ocho fronteras aduanales debilitan al comercio interior y producen casi el mismo efecto que las ligaduras [quirúrgicas] que impiden la circulación de la sangre. El comer- ciante que se dedica a su negocio entre Hamburgo y Austria o entre Berlín y Suiza, debe atravesar diez estados, debe aprender diez tarifas aduanales, debe pagar diez derechos de tránsito sucesivos. Cualquiera que es tan desafortunado como para vivir en la línea fronte- riza entre tres o cuatro estados pasa sus días entre los hostiles recaudadores de impuestos y los funcionarios de las oficinas de aduanas; es un hombre que no tiene país.3 Electo para la legislatura de su estado en 1820, List defendió otras reformas adminis- trativas y financieras que en su época se consideraba que eran muy radicales. Estaba a favor de prescindir de los impuestos sobre carreteras, de los diezmos, de la propiedad estatal de las industrias, de los impuestos feudales sobre la propiedad, de las limitacio- nes sobre la utilización productiva de la tierra y de los impuestos sobre el consumo. Defendía el juicio con la participación de un jurado, una reducción en el número de funcionarios civiles en servicio y un solo impuesto directo sobre el ingreso para ayudar con los gastos estatales. El gobierno consideró la expresión de esas opiniones 3 Friedrich List, citado en Margaret E. Hirst, Life of Friedrich List and Selections from His Writings, Londres, Smith, Elder, 1909, p. 139. 198 Capítulo 11 LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA como una traición y sentenció a List a una condena de ocho meses en la cárcel, des- pués de lo cual fue deportado. Desde 1825 hasta 1832 vivió en los Estados Unidos, en donde se convirtió en agricultor, periodista y promotor de negocios, ganó y perdió una fortuna en las minas de carbón. Sus ideas proteccionistas tuvieron mucha más aceptación en Estados Unidos que en Alemania. Después de regresar a Alemania, List se convirtió en un ardiente defensor de una red ferroviaria para el país. Las líneas de ferrocarril que se construyeron después siguieron muy de cerca el bosquejo de un folleto publicado en 1833. Sus esfuerzos para crear una unión aduanal alemana se vieron concretados con el establecimiento del Zollverein en 1834. Los planes que presentó para un sistema postal y una ley de patentes alemanes se realizaron más de veinte años después de su muerte. Su mala salud, las dificultades financieras y su desesperación por la demora de la unificación alemana ensombrecieron sus últimos días y en 1846 se suicidó. Pensamientos sobre el desarrollo económico En la introducción de su famosa obra, Sistema nacional de política económica, List se refería a él mismo en tercera persona: El autor comenzará, como no empieza la teoría, interrogando a la historia y dedu- ciendo de ella sus principios fundamentales […] Para mayor claridad, proporciona- mos aquí una perspectiva somera de los principales resultados de sus investigaciones y meditaciones: la asociación de los individuos para la prosecución de un bien común, es el modo más eficaz para asegurar la felicidad de los individuos. Solo y separado de sus compatriotas, el hombre es débil y desamparado. Mientras mayor es el número de quienes están unidos, mayor y más perfecto es el resultado, que es el bienestar moral y material de los individuos. La asociación más alta ahora realizada, es la del Estado, de la nación; y la más alta imaginable es la de toda la raza humana […] Una nación se puede ver privada por la guerra de su independencia, su riqueza, su libertad, su constitución, sus leyes, sus propias características especiales, de ese grado de cultura y bienestar nacional que pueda haber logrado; puede estar totalmente esclavizada. De manera que las naciones son víctimas unas de otras y la política egoísta altera y demora continuamente el desarrollo económico de las naciones. En conse- cuencia, la preservación, el desarrollo y el mejoramiento como una nación deben ser actualmente, y siempre, el principal objetivo de los esfuerzos de una nación […] En el desarrollo económico de las naciones, es necesario distinguir las siguientes etapas de los principios: el Estado salvaje, el Estado pastoral, el Estado agrícola, el Estado agrícola y de fabricación y, por último, el Estado agrícola, de fabricación y comercial[…] Una nación que valora grandemente su independencia y su seguridad, debe hacer un enérgico esfuerzo para elevarse, con la mayor rapidez posible, desde un Estado de civilización inferior hasta uno más alto, uniendo y perfeccionando tan rápidamente como sea posible su propio Estado agrícola, de fabricación, navegación y comercio[...] La elevación de un pueblo agrícola a la condición de un país a la vez agrícola, de fabricación y comercial, sólo se puede lograr conforme a la ley del libre comercio, cuando las varias naciones dedicadas en ese momento a la industria de fabri- cación se encuentren en el mismo grado de progreso y civilización; cuando no pongan ningún obstáculo en el camino del desarrollo económico de las demás y no impidan su respectivo progreso debido a una guerra o a una legislación comercial adversa. Capítulo 11 LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA 199 Pero algunas, favorecidas por las circunstancias, al haber alejado a otras de la fabrica- ción, el comercio y la navegación, y al haber percibido que este Estado avanzado era el modo más seguro de lograr y conservar la supremacía política, han adoptado y todavía perseveran en una política tan bien adaptada para darles el monopolio de la fabricación, de la industria y del comercio, y para impedir el progreso de las naciones menos avanzadas o de aquellas con un menor grado de cultura [...] El progreso anterior de ciertas naciones, la legislación comercial extranjera y la guerra, han obligado a los países inferiores a buscar medios específicos para hacer su transición de la etapa agrícola a la de fabricación y, hasta donde sea practicable, mediante un sistema de impuestos, a restringir su comercio con naciones más avanzadas orientadas al monopolio de la fabricación […] Es muy cierto que la experiencia nos enseña que el viento lleva consigo las semillas de un país a otro y que, de esa manera, los lugares desiertos se han convertido en densos bosques. ¿Pero sería prudente que el propietario de páramos espere a que el viento se encargue del trabajo de plantar y transformar durante el lapso de siglos? ¿Es una locura forzar a la naturaleza sembrando sus tierras sin cultivar, con el fin de que pueda lograr su objetivo en un sinnúmero de años? La doctrina de Adam Smith en lo que concierne al comercio internacional no es sino una continuación de la de los fisiócratas. Lo mismo que los últimos, ignora al naciona- lismo; excluye casi totalmente a la política y el gobierno; supone la existencia de una paz perpetua y de una asociación universal; deprecia las ventajas de la industria nacional de fabricación, así como los medios de adquirirla; exige un libre comercio absoluto.4 List apoyaba el libre comercio dentro de Alemania, al mismo tiempo que defendía una tarifa más alta para las importaciones de bienes fabricados con el fin de proteger a las industrias domésticas recién aparecidas. En la actualidad, esta posición se conoce como defensa de tarifas de la “industria incipiente”. Se oponía a la protección a la agricultura, debido a que era una industria antigua y madura y porque la industria requería alimentos de precio bajo para los trabajadores y materia prima económica, además de que el desarrollo de la industria en gran escala, mediante la protección, agrandaría el mercado doméstico para la agricultura. List condenaba severamente a Adam Smith y a la economía clásica por reclamar la universalidad para doctrinas que eran apropiadas para Inglaterra, pero inapropiadas para los países subdesarrollados. Hacía mucho hincapié en las enseñanzas de la historia y en la importancia del Estado. List popularizó la idea de las etapas del crecimiento económico e instaba al gobierno para que ayudara activamente a las personas que deseaban pasar de una etapa más baja a una más alta para competir con las naciones más avanzadas. Sólo después de que un país llegara a la madurez industrial podía volver al libre comercio. List negaba la noción de la armonía de los intereses entre el individuo y la sociedad de Smith y argumentaba que los intereses privados inmediatos de ciertos miembros de la comunidad no siempre conducen al bien más alto del todo. Por ejemplo, en una nación que padece por la ausencia de una industria, algunas perso- nas pueden prosperar con la venta a los consumidores domésticos de bienes fabrica- Remítase a dos en el extranjero. Una persona puede enriquecerse, pero si toda la nación sigue 11-1 el ejemplo de esa persona, no habrá consumo ni apoyo para la industria. La unidad EL PASADO COMO UN nacional, que es el resultado del desarrollo pasado, es necesaria para el individuo, PRÓLOGO cuyos intereses deben estar subordinados a la preservación de esa unidad. 4 Friedrich List, National System of Political Economy, traducido por G. A. Matile, Filadelfia, PA, Lippincott, 1856, pp. 70-73, 181, 420. [Publicado originalmente en 1841.] Capítulo 11 LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA 201 11-1 EL PASADO COMO UN PRÓLOGO List y la teoría del comercio estratégico Los economistas clásicos, al igual que Thomas Malthus, convenían en que el libre comercio interna- cional es benéfico para una nación. Smith y Ricardo insistían en que la especialización y el intercam- bio permiten que un país reduzca su costo de oportunidad de obtener bienes deseables. Al escribir en 1841, Friedrich List debatió ese apoyo para el libre comercio cuando se relaciona con la fabricación: Es cierto que las tarifas de protección al principio incrementan el precio de los bienes fabricados; pero también es verdad […] que con el paso del tiempo, la nación se capacita para crear su propio poder de manufactura totalmente desarrollado, y produce esos bienes en forma más económica, que el precio al que los importa de países extranjeros. Por consiguiente, si las tarifas de protección causan un sacrificio del valor, se convierten en algo bueno por la ganancia de un poder de producción, que no sólo asegura para la nación una cantidad infinitamente mayor de bienes materiales, sino también la independencia industrial en caso de una guerra. Por medio de la independencia industrial y de la prosperidad interna derivada de ella, la nación obtiene los medios para llevar a cabo con éxito el libre comercio y para ampliar su marina mercante; incrementa su civilización, perfecciona sus instituciones internamente y refuerza su poder externo.* List utilizó este argumento contra la aplicación del libre comercio en las naciones menos desarro- lladas, como lo era Alemania en 1840, cuando sólo tenía industrias incipientes. Pero una variación reciente de este argumento se ha escuchado en las naciones industriales avanzadas. Los defensores de las políticas comerciales estratégicas argumentan que las tarifas y las cuotas de importación se deben utilizar en forma selectiva para reducir la posibilidad de que las industrias de alta tecnolo- gía domésticas desarrollen el producto. Esta protección del comercio en el mercado doméstico List creía que la industria sólo se desarrollaría en la zona templada, debido a que sólo ese clima fomentaría el esfuerzo intelectual y físico necesarios. Los trópicos se man- tendrían en el libre comercio y seguirían con el suministro de productos tropicales a cambio de bienes fabricados. Él veía eso como la verdadera base para la división interna- cional del trabajo y del comercio mundial. Un país de la zona tórrida cometería un fatal error, decía, si tratara de convertirse en un país dedicado a la fabricación. La naturaleza no lo había preparado para seguir esa vocación. Por consiguiente, los países tropicales se hundirán en la dependencia respecto de las naciones de la zona templada. Pero la competencia entre las naciones dedicadas a la fabricación proporcionará bienes fabrica- dos a precios bajos y también impedirá que cualquier nación se aproveche, debido a su superioridad, de las naciones más débiles de la zona tórrida. Los preparativos militares, las guerras y las deudas de guerra, decía List, en cier- tos casos pueden incrementar inmensamente los poderes productivos de un país. Señaló a Inglaterra como un ejemplo. La guerra expandió su poder productivo a tal grado que los crecientes valores que recibía cada año, es decir, la creciente pro- ducción lograda, excedía con mucho al interés anual sobre sus deudas de guerra agrandadas. Además, el dinero gastado en abastecer a sus ejércitos significaba enviar bienes a la escena de la guerra, lo que arruinaba a los países extranjeros y le aseguraba a Inglaterra la supremacía industrial. 200 Capítulo 11 LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA permitirá que esas empresas crezcan con rapidez. El rápido crecimiento de las ventas en el propio país y de las exportaciones a mercados extranjeros no protegidos permitirá que esas empresas domésticas obtengan economías de escala (costos inferiores al promedio). Por consiguiente, las empresas domésticas protegidas a la larga pueden expulsar a los productores extranjeros de costo más alto y dominar los mercados mundiales. Por tanto, el dominio de los mercados mundiales permitirá que las empresas domésticas pro- tegidas obtengan utilidades más altas en el extranjero. Se supone que dichas utilidades harán algo más que compensar los sacrificios anteriores debidos a las tarifas selectivas. En la terminología de List, los sacrificios del valor se compensan con las ganancias en el poder de producción. Además, es probable que la especialización en las industrias de alta tecnología se extienda hacia otras industrias domésticas, lo que mejora los poderes de producción en otras áreas de la economía doméstica. Algunos observadores creen que Japón y Corea del Sur utilizaron con éxito las tarifas, las cuotas de importación y las barreras para el comercio no tarifarias, como parte de las políticas comerciales estratégicas en las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado. Sin embargo, este tipo de políticas comerciales estratégicas tienen una falla fundamental. Las naciones coloca- das en posiciones de desventaja debido a esas políticas invariablemente se desquitan con tarifas o cuotas de importación propias. Por ejemplo, a finales de la década de los años 1980, Estados Unidos aprobó una legislación que permite tarifas vengadoras contra las naciones que siguen prácticas comerciales injustas. Por consiguiente, es probable que las políticas comerciales estratégicas sean contraproducentes a la larga, debido a que sacrifican la producción mundial que se habría podido lograr mediante la especialización y el comercio. El resultado final de esas políticas muy bien puede ser tarifas más altas en todo el mundo, reducciones del comercio mundial y disminuciones en la producción mundial. *Friedrich List, National System of Political Economy, Nueva York, Kelley, 1966, p. 145. [Publicado originalmente en 1841.] WILHELM ROSCHER Wilhelm Roscher (1817-1894) fue uno de los fundadores de la “escuela histórica más antigua”. Este grupo quería completar la teoría clásica, mientras que la escuela más joven deseaba sustituirla por completo con estudios históricos y consideraciones políticas. Roscher se convirtió en profesor de economía política en Göttingen y más adelante en Leipzig. Su libro de cinco tomos, Economic Science, le llevó cuarenta años (1854-1894) y era texto en las escuelas alemanas. El primer tomo llegó a trece ediciones para 1878, cuando fue traducido al inglés con el título de Principles of Political Economy. Aun cuando Roscher repudiaba a la economía clásica que había aprendido en su juventud, se basaba en dichas ideas. Ésa fue la razón de que la “escuela histórica más joven” condenara a los antiguos precursores. Schmoller, por ejemplo, afirmaba que Roscher y sus discípulos habían criticado en forma efectiva a la economía clásica y a sus métodos; pero cuando se trató de reconstruir la economía, ellos mismos habían caído en los métodos que antes habían condenado. Respecto de sus ideas acerca del papel del Estado y sobre el método histórico, afirmó lo siguiente: Por ciencia de lo nacional, o economía política, entendemos la ciencia que se dedica a las leyes del desarrollo de la economía de una nación, o de su vida económica […] La vida 202 Capítulo 11 LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA nacional, lo mismo que toda la vida, es un todo; de los varios fenómenos incluidos, la mayoría están íntimamente conectados uno con el otro. De allí que, para comprender científicamente uno de sus lados, es necesario conocer todos. Pero, en especial, es necesario fijar la propia atención en los siete siguientes: idioma, religión, arte, ciencia, ley, el Estado y la economía [...] Si por economía pública de una nación entendemos la legislación económica y la guía o dirección gubernamental de la economía de las personas privadas, la ciencia de la economía pública se convierte, en lo que concierne a su forma, en una rama de la ciencia política mientras que como materia es casi coincidente con la economía política […] Igualmente clara es la conexión entre política y economía política, en el caso de la ciencia de las finanzas, o de la ciencia del manejo doméstico gubernamental; dicho de otra manera, la administración de sus asuntos públicos […] Así como el fisiólogo no puede comprender la acción del cuerpo humano sin entender la de la cabeza; tampoco nosotros podríamos captar el todo orgánico de la economía nacional si fuéramos a dejar al Estado, la economía más grande de todas, la que ininterrumpida e irresistiblemente actúa sobre todas las demás, fuera de toda consideración […] La aplicación concienzuda de este método [el histórico] suprimirá un gran número de controversias sobre temas importantes. Por ejemplo, los hombres distan tanto de ser demonios como de ser ángeles. Conocemos a pocos que sólo se dejan guiar por motivos ideales, pero también a pocos que sólo escuchan la voz del egoísmo y no les importa nada que no sea ellos mismos. Por consiguiente, podemos suponer que cualquier opinión actual sobre ciertos intereses tangibles que conciernen mucho al hombre y que han compartido grandes grupos e incluso pueblos enteros durante generaciones, no se basan sólo en la ignorancia o en un perverso amor a lo que es malo. Con más frecuencia, el error consiste en aplicar medidas prudentes e incluso absolutamente necesarias bajo ciertas circunstancias, a circunstancias totalmente dife- rentes. Y aquí, un discernimiento concienzudo de las condiciones de tales medidas basta para arreglar las diferencias entre las dos partes. Una vez que las leyes naturales de la economía política se conocen y reconocen lo suficiente, todo lo que se necesita, en cualquier caso determinado, son estadísticas más exactas y confiables del hecho involucrado, para reconciliar las controversias de todas las partes sobre aspectos de la política de la economía pública, por lo menos hasta donde esas controversias se originan por una diferencia de opiniones. Puede ser que esa ciencia tal vez nunca logre esto, como consecuencia de los nuevos problemas que siempre surgen y que exigen una solución. También puede ser que en el mayor número de controversias de las partes, sus propósitos opuestos desempeñen un papel todavía más importante que las opiniones contrarias. Pero como sea, es necesario, en especial en una época tan pro- fundamente agitada como la nuestra, cuando cada buen ciudadano está obligado por el deber a aliarse con una parte, que cada hombre honesto trate de obtener, en medio del océano de opiniones efímeras, una firme isla de verdad científica, tan universalmente reconocida como verdad como los principios de la física matemática de los curanderos [¿físicos?] de las escuelas más diversas.5 5 Wilhelm Roscher, Principles of Political Economy. Traducido por John J. Lalor, tomo 1, Nueva York, Holt, 1878, pp. 87-88, 91-92, 112-113. [Publicado originalmente en 1854.] Capítulo 11 LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA 203 Roscher añadió que el conocimiento adquirido mediante la utilización del método histórico elimina los sentimientos de autosuficiencia y que entonces las civiliza- ciones superiores no mirarán con desprecio a las inferiores. Las sociedades están en evolución continua de formas inmaduras a formas maduras, que se consideran como las más perfectas. Sin embargo, las sociedades maduras con el tiempo se deterioran y se destruyen. Roscher mostró su afinidad con la teoría económica al incluir en su obra, Principles of Political Economy, una versión simplificada de la teoría de precios de la escuela clásica inglesa. En vez de desdeñar la teoría abstracta, trató de descubrir su base histórica. Afirmó que el estudio de hechos y opiniones contemporáneos es un auxiliar esencial para el método deductivo clásico. GUSTAV SCHMOLLER Gustav Schmoller (1838-1917), la figura principal de la “escuela histórica más joven”, fue profesor de ciencia política en Halle, Estrasburgo y Berlín. Enseñó a muchas generaciones de estudiantes y funcionarios administrativos y ejercía una gran influencia en los círculos académicos y gubernamentales. Además de su trabajo como profesor, Schmoller era miembro activo de la Academia de Ciencias y tam- bién de la Cámara de los Lores de la Dieta Prusiana. Fue uno de los fundadores y líder importante de la Verein für Sozialpolitik, organización que defendía la legisla- ción social y ayudó a promover la idea de una mayor actividad del gobierno en los asuntos sociales y económicos. Schmoller argumentaba que la tarea de acumular datos históricos y hechos descrip- tivos reales se debe hacer antes de la teorización deductiva y es mucho más importante que ella. Él y sus seguidores criticaban con severidad el estudio aislado de pequeños segmentos de fenómenos económicos y la suposición de que todo lo demás sigue inalterado. Afirmaban que las esencias de los procesos económicos se pierden una vez que están aisladas y fragmentadas. Schmoller quería desarrollar la economía sobre la base de monografías históricas. De hecho, era tan opuesto a los economistas deduc- tivos que declaró en público que los miembros de la escuela “abstracta” no deberían enseñar en una universidad alemana. La Methodenstreit Schmoller sostuvo una famosa controversia con Carl Menger, el fundador de una escuela marginalista abstracta radicada en Austria, acerca de cuál análisis es más fructífero, si el inductivo o el deductivo. Este debate se llegó a conocer como la Methodenstreit, o la “batalla de los métodos”. En 1883, cuando el método del his- toricismo se aproximaba a su momento culminante, Menger publicó un libro sobre metodología, que defendía al análisis teórico y calificaba a la escuela de Schmoller en una importancia secundaria. Schmoller hizo una crítica desfavorable del libro en su Jahrbuch y Menger replicó colérico en un folleto titulado Errors of Historicism, le envío un ejemplar a Schmoller y adjuntó una carta en la que escribió: “Los historia- dores han invadido el territorio de nuestra ciencia como conquistadores extranjeros, con el fin de imponernos su lenguaje y sus costumbres, su terminología y sus méto- dos y de combatir intolerantes cada rama de la indagación que no corresponde a su 204 Capítulo 11 LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA método.”6 Cuando Schmoller recibió una copia del folleto de Menger para criticarlo en su Jahrbuch, imprimió un anuncio diciendo que no podía revisarlo porque de inmediato se lo había devuelto al autor. También imprimió la insultante carta que Menger había incluido con el folleto. Esta controversia despertó amargos sentimientos y resultó en un fuego cruzado de publicaciones. Al final, la Methodenstreit pareció resolverse con la aceptación de que tanto el método inductivo como el deductivo son importantes y que por lo común se complementan. Dicho de otra manera, la recopilación de información y el establecimiento de herramientas analíticas con las cuales manejar toda la infor- mación acumulada son partes útiles de una ciencia económica sólida. El énfasis de Schmoller en la investigación histórica se repitió en su libro, Political Economy and Its Methods, en 1894. Las ciencias históricas proporcionan un material empírico y datos que transforman al erudito de un simple mendigo en un hombre rico en lo que concierne al conoci- miento o la realidad. Y es ese material histórico-empírico el que, lo mismo que todas las buenas observaciones y descripciones, sirve para ilustrar y verificar las conclusiones teóricas, para demostrar las limitaciones de la validez de ciertas verdades y, más que cualquier otra cosa, para obtener en forma inductiva nuevas verdades. Esto es de par- ticular aplicación a los terrenos más complicados de la economía política, en donde sólo es posible avanzar sobre la base de investigaciones históricas. Por ejemplo, las deducciones puramente abstractas carecen de valor en lo que concierne a los efectos de la maquinaria sobre los salarios y a la influencia de la producción de metales preciosos sobre el valor del dinero. Esto es todavía más cierto en lo que concierne a la evolu- ción de las instituciones y teorías económicas y al problema del progreso económico en general… La consulta de la historia le corresponde a los métodos más apropiados de la economía política. El oponente más prominente de la escuela histórica, [Carl] Menger, reconoce que las instituciones económicas más importantes, tales como la propiedad, el dinero y el crédito, tienen tanto una naturaleza individual como un lado histórico en su existencia; en consecuencia, “aquel que conoce la esencia de estos fenómenos sólo en una fase de su existencia, no los conoce”. Si esto es cierto respecto del dinero y el crédito, es todavía más cierto en relación con la economía familiar, la división del trabajo y la formación de clases sociales, de las diferentes formas de empre- sas de negocios, del fenómeno del mercado y de otras instituciones de comercio, de los gremios, de la libertad del comercio doméstico, de los patrones de la vida rural y, de hecho, de todos los patrones típicos y aspectos específicos que se conocen como instituciones económicas y que, después de haberse cristalizado en leyes, tienden a dominar, ya sea en forma permanente o durante siglos, al proceso económico.7 Reforma social Schmoller creía que se deben alentar los juicios de valor ético. La justicia en el sistema económico se debe impartir mediante una política paternalista de reforma social promovida por el Estado y por todos los grupos sociales. El principio que 6 Keynes, Political Economy, p. 324. 7 Contemporary Civilization Staff of Columbia College, Introduction to Contemporary Civilization in the West: A Source Book. Tomo 2, Nueva York, Columbia University Press, 1946, pp. 520-521. Copyright © 1946, Columbia University Press. Reimpreso con autorización. Capítulo 11 LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA 205 guía a la reforma social, decía, es una distribución más equitativa del ingreso. La ciencia social debe ser la guía para el logro de los objetivos de la política social. ¿Qué son las instituciones económicas, sino un producto de los sentimientos y el pen- samiento humano, de costumbres humanas y de leyes humanas? Si en el orden económico sólo pudiéramos reconocer el predominio de la fuerza ciega, de intereses egoístas, de masas naturales y procesos mecánicos, habría una lucha constante, una anarquía caótica […] No, la armonía no existe per se; los impulsos egoístas luchan unos contra otros, las masas naturales tienden a destruirse unas a otras, la acción mecánica de las fuerzas naturales interfiere inexorablemente todavía hasta nuestros días; la lucha por la existencia todavía continúa hoy día en la lucha de la competencia… Aun cuando la lucha y la contienda nunca cesan, no conservan el mismo carácter a todo lo largo del curso de la historia. La lucha que termina en aniquilación, en subyugación, se convierte en una contienda pacífica que decide un árbitro. Las formas de dependencia se vuelven más benignas y más humanas. El gobierno de las clases se vuelve más moderado. Cada fuerza brutal, cada aseveración indebida de una fuerza superior es castigada por la ley. La oferta y la demanda, cuando se enfrentan una a la otra en diferentes sistemas de aduanas y leyes, son muy diferentes en sus resultados […] No hay peor ilusión que la de los antiguos economistas ingleses de que hay cierto número de instituciones legales y económicas simples y naturales que siempre han sido como son y que siempre seguirán siendo así; que todo el progreso de la civilización y la riqueza es simplemente individual o técnico; que simplemente es una cuestión de creciente producción o consumo que se puede lograr y se logrará sobre la base de las mismas instituciones legales. Esta fe en la estabilidad de las instituciones económicas fue el resultado de la ingenua confianza, demasiado imaginativa, de los antiguos economistas en la omnipotencia del individuo y de la vida individual. De manera que el socialismo tal vez ha sobrestimado la importancia de las instituciones sociales. Los economistas históricos y la moderna filosofía de la ley les han asignado su debida posi- ción al mostrarnos que las grandes épocas del progreso económico están relacionadas sobre todo con la reforma de las instituciones sociales.8 Schmoller acusaba a la antigua escuela histórica de tratar de aplicar las lecciones de la historia con demasiada rapidez. Pedía mucho más estudio histórico con el fin de esta- blecer una base empírica para una teoría económica nacional. Sin embargo, a pesar de los innumerables estudios históricos masivos que publicaron él y sus discípulos, no logró producir una teoría económica y su principal contribución fue en el área de la historia económica. Proteccionismo A finales de su vida Schmoller cambió sus puntos de vista sobre el proteccionismo. En sus años jóvenes había sido un ardiente defensor del libre comercio. Para 1901, estaba a favor de una tarifa de protección para Alemania y aclamaba a Alexander Hamilton y Friedrich List como sus maestros. Negaba que la nueva era del pro- teccionismo hubiera surgido debido a que los economistas y los estadistas habían sido incapaces de comprender los bellos argumentos a favor del libre comercio. 8 Gustav Schmoller, Idea of Justice in Political Economy, Filadelfia, PA, American Academy of Political and Social Science, sin fecha, pp. 22, 26, 27, 37. 206 Capítulo 11 LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA Justificaba las tarifas con base en el argumento de List de la “industria incipiente”, pero iba más allá. Además, creía que las tarifas son armas internacionales que podrían beneficiar a un país si las utiliza con habilidad. MAX WEBER Max Weber (1864-1920) se estableció en la profesión legal en Berlín. Después de publicar varias obras eruditas, se reconvirtió en profesor de economía política y sociología en Freiburg y más adelante en Heidelberg y Munich. Se consideraba él mismo un descendiente intelectual de Schmoller. Protestantismo y aparición del capitalismo Weber despertó una activa controversia que ha persistido a lo largo de los años, acerca de la relación entre el protestantismo y el capitalismo. Rechazaba la idea marxista de que las doctrinas religiosas son simples manifestaciones ideológicas de condiciones económicas materiales particulares. Las ideas, para Weber, eran enti- dades autónomas con el poder de influir en los cambios sociales. Le parecía que el capitalismo era un resultado, más que una causa, de la Reforma. Creía que la teología calvinista, en particular, con su noción básica de que sólo algunos son “ele- gidos” para la salvación, contenía ciertos elementos que conducían a una actividad económica racionalizada e individualista, llevada a cabo para obtener una utilidad. Acerca del protestantismo, escribió: La valuación religiosa del trabajo sistemático, inquieto y continuo, como el medio más alto para el ascetismo y, al mismo tiempo, como la prueba más segura y evidente del renacimiento y de una genuina fe, debió ser la palanca más poderosa concebible para la expansión de esa actitud hacia la vida que hemos llamado el espíritu del capitalismo. Cuando la limitación del consumo se combina con esta liberación de actividad adqui- sitiva, el inevitable resultado práctico es obvio: la acumulación de capital mediante una compulsión ascética de ahorrar. Las restricciones que se impusieron al consumo de la riqueza naturalmente sirvieron para incrementarlo, haciendo posible la inversión productiva de capital.9 Críticas a la tesis de Weber R. H. Tawney y otros han debatido el análisis de Weber.10 La religión, por supuesto, ha influido en el punto de vista de las personas acerca de la sociedad, pero los cambios económicos y sociales también han actuado poderosamente sobre la reli- gión. Los críticos han argumentado que Weber había hecho hincapié en el primer punto, pero que sólo había abordado de paso el segundo. Tal vez la aparición de la empresa de negocios indujo a la clase media a prescindir del catolicismo, que condenaba la usura, sospechaba de los motivos económicos y asumía un confuso punto de vista acerca de las fortunas privadas. Además, como la mayor terrate- niente feudal, la Iglesia católica trataba de perpetuar las instituciones feudales tales como el precio justo, la primogenitura, la propiedad sujeta a vínculo y la 9 Max Weber, The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism. Traducido por Talcott Parsons, Londres, Allen and Unwin, 1930, p. 172. [Publicado originalmente en 1904-1905.] 10 Vea R. H. Tawney, Religion and the Rise of Capitalism, Nueva York, Harcourt, Brace & World, 1926. Capítulo 11 LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA 207 mano muerta. Debido a que la Reforma le asestó un poderoso golpe a la auto- ridad, aflojó el dominio de la tradición sobre las mentes de las personas, y puso en duda ideas que habían dominado durante largo tiempo, reforzó el carácter del racionalismo. Es cierto, argumentaba Tawney, que el calvinismo ofrecía una nueva santificación para las actividades económicas y la acumulación de riqueza, pero los cambios económicos como los grandes descubrimientos geográficos y la expansión del comercio fueron responsables en última instancia de la transforma- ción de la ética cristiana desde el siglo XVI en adelante. Tanto el capitalismo como el calvinismo, decía, fueron productos del profundo cambio en la organización económica y la estructura social. Varios hechos históricos parecen respaldar la tesis de Tawney. En primer lugar, contrario al paradigma de Weber, las doctrinas de Lutero estaban rodeadas de un aura feudal: conviene observar, por ejemplo, la oposición de Lutero a la usura mien- tras que, en un sentido contrario, el catolicismo se adaptaba al nuevo mundo de las empresas de negocios. Las primeras manifestaciones capitalistas fueron discernibles en las últimas ciudades medievales en los países católicos de Italia y Francia antes de la Reforma. La amenaza de la Reforma apresuró la adaptación del catolicismo. En segundo, un motivo notablemente poderoso para la revuelta contra Roma, en especial entre las personas que no tenían ningún interés en las empresas de nego- cios, fue la posibilidad de saquear a las organizaciones acaudaladas de la Iglesia. En tercero, los campesinos que tenían motivos de queja contra sus señores feudales se vieron arrastrados hacia el movimiento protestante. Y, por último, el creciente espíritu nacionalista en muchos países estaba en conflicto con el internacionalismo católico centrado en Roma. En las complejas interrelaciones del protestantismo y la aparición del capitalismo, es difícil separar a la causa del efecto. ¿El protestantismo produjo el capitalismo, como implicaba Weber? o ¿el creciente capitalismo produjo al protestantismo como un credo más adecuado para sus actividades de negocios, como creían algunos de los oponentes de Weber? ¿Hay algo de verdad en ambas posiciones? o ¿no hay ninguna verdad en ellas? UNA POSDATA Aun cuando se podría decir que la escuela histórica alemana terminó con la muerte de Schmoller, otros continuaron con su metodología y sus perspectivas más allá de esa época, en particular Werner Sombart (1863-1941). Sombart, un historiador económico, cuestionaba la tesis de Weber de que el puritanismo había tenido una gran influencia en la formación del espíritu capitalista de los hombres de negocios. En vez de ello, declaró que “aquellas partes del dogma puritano que parecen ser de una importancia real para la formación del espíritu capitalista se tomaron pres- tadas del reino de las ideas de la religión judía”. Fueron los judíos, decía Sombart, quienes le dieron al capitalismo sus cualidades impersonales, racionales y mate- rialistas. Pero el puritanismo sí ayudó a disciplinar a los trabajadores de acuerdo con la nueva forma de vida. Para superar las considerables dificultades de adaptar a los trabajadores a los requerimientos técnicos y disciplinarios del capitalismo, los trabajadores deberían estar inspirados por el deseo de salir adelante en el mundo mediante ideales capitalistas. El deseo de obtener ganancias, en vez de ser un rasgo 208 Capítulo 11 LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA innato de la naturaleza humana, se debía inculcar deliberadamente con el fin de que el capitalismo pudiera florecer. Sombart citó la defensa del Estado hecha antes por Lassalle: Ferdinand Lassalle […] representó la idea del Estado en palabras elocuentes, cuando explicó: “El Estado es esta unidad de individuos en un todo moral, una unidad que incrementa millones de veces el poder de todos los individuos que están incluidos dentro de esta unión […] El propósito del Estado es, por consiguiente, llevar al ser humano a un desarrollo positivo y a un desarrollo progresivo; en otras palabras, llevar la determinación humana, es decir, la cultura de la cual es capaz la raza humana, hasta que cobre vida.”11 El nacionalismo que promovían los primeros miembros de la escuela histórica ale- mana llegó a su extremo en los escritos de Sombart. Para 1933, Sombart se había convertido en un consumado defensor de la filosofía nazi. Creía que Alemania, bajo Hitler, era el nuevo sistema dinámico que derrotaría a la decadencia capitalista. Glorificaba al racismo y al nacionalismo y acogía con beneplácito las alternativas para la debilitada sociedad a la que había vencido: “Para nosotros sólo hay una finalidad: Alemania. En bien de la grandeza, el poder y la gloria de Alemania, sacri- ficaremos con gusto cada ‘teoría’ y cada ‘principio’, no importa si lleva un sello liberal o cualquier otro sello.”12 Preguntas para estudio y análisis 1. Identifique y exponga brevemente la importancia de cada uno de los siguien- tes conceptos y autores para la historia del pensamiento económico: la Santa Alianza de 1815, List, el argumento de la industria incipiente, Roscher, Schmoller, la Methodenstreit, Weber, la ética protestante, R. H. Tawney, Sombart y los socialistas de silla. 2. Remítase a la lista de los principios más importantes de la escuela clásica que se encuentra en el capítulo 4 e indique cuál de esos principios rechazarían los economistas históricos. Explique por qué. 3. ¿En qué aspecto es “histórica” la investigación empírica realizada por los eco- nomistas contemporáneos? ¿Es el tipo de investigación que los economistas históricos extremos tenían en mente? Explique. 4. Debata la afirmación siguiente: “La pérdida en la cual incurre una nación debido a la protección [tarifas y cuotas de importación] sólo es una de valores, pero gana poderes mediante los cuales puede seguir produciendo de forma permanente cantidades inestimables de valor. Esta pérdida de valor se debería considerar simplemente como el precio pagado por la educación industrial de la nación.” (Friedrich List, 1841.) 5. Contraste las ideas de David Hume acerca del desarrollo económico (capítulo 4) con las expresadas por List. 6. ¿En qué aspecto diferían los puntos de vista de las escuelas históricas antigua y nueva en lo concerniente a la economía clásica? 11 Werner Sombart, A New Social Philosophy. Traducido por Karl F. Geiser, Princeton, NJ, Princeton University Press, 1937, p. 160. 12 Ibídem, p. 152. Capítulo 11 LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA 209 7. Cite las posiciones polarizadas en la Methodenstreit (batalla de los métodos). ¿Cómo resolvieron este problema los economistas? 8. ¿Qué es, según Weber, la ética protestante y cómo se relaciona con el creci- miento del capitalismo? Haga una evaluación crítica de la teoría de Weber. 9. Cite las posibles razones por las cuales la escuela histórica evolucionó sobre todo en Alemania, y no en otras áreas de Europa. Lecturas selectas Libros Blaug, Mark, editor. Gustave Schmoller and Werner Sombart. Brookfield, VT: Edward Elgar, 1992. Hirst, Margaret E. Life of Friedrich List and Selections from His Writings. Londres: Smith, Elder, 1909. Lessnoff, Michael H. The Spirit of Capitalism and the Protestant Ethic: An Enquiry into the Weber Thesis. Aldershot, Inglaterra: Edward Elgar, 1994. List, Friedrich. National System of Political Economy. Traducido por G. A. Matile. Filadelfia: Lippincott, 1856. (Publicado originalmente en 1841.) Roscher, Wilhelm. Principles of Political Economy. Traducido por John J. Lalor. Dos tomos. Nueva York: Holt, 1878. (Publicado originalmente en 1854.) Schmoller, Gustav. Idea of Justice in Political Economy. Número 113. Filadelfia: American Academy of Political and Social Science, sin fecha. Tawney, R. H. Religion and the Rise of Capitalism. Nueva York: Harcourt, Brace & World, 1926. Weber, Max. The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism. Traducido por Talcott Parsons. Londres: Allen and Unwin, 1930. (Publicado originalmente en 1904- 1905.) Artículos en revistas Bostaph, Sam. “The Methodological Debate between Carl Menger and the German Historicists”, Atlantic Economic Journal 6 (septiembre de 1978), pp. 3-16. Dorfman, Joseph. “The Role of the German Historical School in American Economic Thought”, American Economic Review 45 (mayo de 1955), pp. 17-28. Tribe, Keith. “Friedrich List and the Critique of ‘Cosmopolitan Economy’”, Manchester School of Economic and Social Studies 56 (marzo de 1988), pp. 17-36. Veblen, Thorstein. “Gustav Schmoller’s Economics”, Quarterly Journal of Economics 16 (noviembre de 1901), pp. 69-93. Capítulo LA ESCUELA MARGINALISTA: PRECURSORES 12 El inicio de esta escuela data de 1871, el año en que Jevons y Menger publicaron sus influyentes libros sobre la teoría de la utilidad marginal. Pero antes que Jevons y Menger varios predecesores utilizaron el análisis marginal en la economía. Recuerde que el economista inglés David Ricardo empleó el enfoque marginal en su teoría de la renta (capítulo 7). Las siguientes contribuciones que se ajustan a este análisis se desarrollaron en varios países y mediante los esfuerzos de numerosos individuos, que trabajaron inde- pendientemente unos de otros. Entre esos precursores están Antoine Cournot y Jules Dupuit en Francia y Johann von Thünen en Alemania. En este capítulo se presenta una perspectiva de la escuela marginalista y se analizan las ideas de esos tres precursores. Después, en los capítulos 13 y 14 se examinan los escritos de quienes llevaron al punto máximo a la escuela marginalista. Con el tiempo esta escuela se convirtió en parte de la economía neoclásica o microeconomía contemporánea. PERSPECTIVA DE LA ESCUELA MARGINALISTA Antecedentes históricos de la escuela marginalista Muchos y serios problemas económicos y sociales seguían sin resolverse incluso cien años después del inicio de la Revolución Industrial. La pobreza aumentaba, pese a que la productividad crecía en forma impresionante. La distribución extremadamente desigual de la riqueza y del ingreso creaba mucho descontento, aun cuando el estándar general de vida subía. Las fluctuaciones de los negocios afectaban a muchas personas; los individuos ya no podían depender exclusivamente de su propia iniciativa y capaci- dad para superar las condiciones impuestas. Los agricultores y los trabajadores agrícolas tenían sus dificultades; muchos se fueron a las ciudades atraídos por la zanahoria de mejores oportunidades e impulsados por el garrote de la pobreza rural. Los accidentes industriales a menudo les causaban serias penurias a los trabajadores y a sus familias antes de que se promulgaran leyes de compensación adecuadas. Las largas horas de trabajo, las condiciones peligrosas e insalubres, el preponderante poder económico de los empleadores en las negociaciones con los trabajadores, la aparición de empre- sas monopolistas y la inseguridad en la edad avanzada eran algunos de los muchos problemas que llevaban a las personas a buscar soluciones más allá de los limitados confines del pensamiento económico clásico. La tendencia del siglo XIX europeo era desarrollar tres enfoques de ataque ante los apremiantes problemas sociales y los tres se burlaban de los preceptos económicos clásicos. Esos enfoques eran promover el socialismo; apoyar el sindicalismo, y exigir una acción del gobierno para mejorar las condiciones, la regulación de la econo- mía, la eliminación de los abusos y la redistribución del ingreso. El marginalismo se oponía a las tres “soluciones”. Teorizaba con una aparente imparcialidad olímpica y concluía: no obstante que las teorías del valor y de la distribución de los economis- tas clásicos eran inexactas, sus puntos de vista sobre la política eran correctos. Los 212 Capítulo 12 LA ESCUELA MARGINALISTA: PRECURSORES marginalistas defendían la asignación y distribución del mercado, deploraban la inter- vención del gobierno, denunciaban al socialismo y trataban de desalentar al sindica- lismo laboral como algo ineficaz o pernicioso. Para los primeros y más relevantes marginalistas, las teorías clásicas del valor y la distri- bución estaban equivocadas al concluir que la renta de la tierra es un ingreso no ganado y que el valor de intercambio se basa en el tiempo de trabajo involucrado en el proceso de producción. El economista estadounidense Henry George retomó y desarrolló la primera idea y Karl Marx la segunda. Si se pudiera hacer que la economía clásica dijera lo que sus creadores jamás pretendieron, que la renta es inmoral y el trabajo crea todo el valor, enton- ces la revisión a fondo de la ciencia de la economía ya se había demorado demasiado. Principios fundamentales de la escuela marginalista A continuación se presentan las ideas básicas de la escuela marginalista y más adelante se amplían con el análisis de los precursores y los principales economistas marginalistas. Enfoque en el margen. Esta escuela dirigía su atención al punto de cambio en donde se toman las decisiones; en otras palabras, en el margen. Los marginalistas extendían a toda la teoría económica el principio marginal que desarrolló Ricardo en su teoría de la renta. Conducta económica racional. El supuesto de los marginalistas es que las personas actúan racionalmente al equilibrar los placeres y los dolores, al medir las utilidades marginales de diferentes bienes y al equilibrar las necesidades presentes contra las futuras. También suponían que la conducta con un propósito determinado es normal y típica y que las anormalidades fortuitas se cancelarán unas a otras. El enfoque empleado por los marginalistas tenía sus raíces en Jeremy Bentham, en el sentido de que suponían que el impulso dominante de la acción humana es buscar una utilidad y evitar la desutilidad (utilidad negativa). Énfasis en la microeconomía. La persona y la empresa individuales ocupan el centro del escenario en el drama de los marginalistas. En vez de considerar la economía total, o macroeconomía, los marginalistas consideraban la toma de decisiones indi- vidual, las condiciones de mercado para un solo tipo de alimento, la producción de empresas específicas, etcétera. El empleo del método deductivo abstracto. Los marginalistas rechazaban el método histórico (vea el capítulo 11) y optaban por el enfoque analítico abstracto, cuyos pioneros fueron Ricardo y otros clásicos. El énfasis en la competencia pura. Los marginalistas normalmente basaban su aná- lisis en la suposición de la competencia pura.1 El mundo de los pequeños empre- sarios individualistas e independientes; de numerosos compradores; de muchos vendedores; de productos homogéneos; de precios uniformes; y en donde no hay publicidad. Ninguna persona o empresa tiene el suficiente poder económico para influir en los precios de mercado, al menos en forma perceptible. Los individuos pueden adaptar sus propias acciones a la demanda, la oferta y al precio como se calcula en el mercado mediante las interacciones de miles de personas. Cada per- sona es un operador tan diminuto en relación con el volumen del mercado, que nadie nota su presencia o su ausencia. Teoría del precio orientada a la demanda. Para los primeros marginalistas, la demanda se convirtió en la fuerza principal en la determinación del precio. El economista 1 Aquí había excepciones. Más adelante descubrirá que Cournot, un precursor de la escuela marginalista, desarrolló, por ejemplo, una teoría del monopolio y del duopolio. Capítulo 12 LA ESCUELA MARGINALISTA: PRECURSORES 213 clásico hacía hincapié en el costo de producción (oferta) como el factor determi- nante del valor de intercambio. Los primeros marginalistas cambiaron al extremo opuesto y enfatizaban la demanda, con la exclusión virtual de la oferta. En el capítulo 15 descubrirá cómo Alfred Marshall sintetizó a la oferta y a la demanda en lo que se podría llamar economía neoclásica. Este tipo de economía es básica- mente marginalista, con un reconocimiento sensato de ciertas contribuciones de la escuela clásica. Énfasis en la utilidad subjetiva. Según los marginalistas, la demanda depende de la utilidad marginal, que es un fenómeno psicológico subjetivo. Los costos de pro- ducción incluyen los sacrificios y lo tedioso de trabajar, de administrar un negocio y de ahorrar dinero para constituir un fondo de capital. Enfoque en el equilibrio. Los marginalistas creían que las fuerzas económicas por lo general tienden hacia el equilibrio, un equilibro de fuerzas opuestas. Siempre que las alteraciones causan dislocaciones, ocurren nuevos movimientos hacia el equilibrio. Fusión de la tierra con bienes de capital. Los marginalistas englobaban a la tierra y los recursos de capital en su análisis y hablaban de intereses, renta y utilidades como si fueran el rendimiento sobre los recursos de capital. Esto tenía sus ven- tajas desde el punto de vista analítico, y también combatía la conclusión a la que habían llegado algunos acerca de que la tierra es un ingreso no ganado y un pago innecesario con el fin de asegurar la utilización de la tierra. Los marginalistas por lo general unían la recompensa con la teoría del interés del propietario. Participación mínima del gobierno. Los marginalistas continuaron con la defensa clásica de una participación mínima del gobierno en la economía como la política más deseable. En la mayoría de los casos, se imponía que no hubiera ninguna inter- ferencia con las leyes económicas naturales, con el fin de maximizar los beneficios sociales que se lograrían. ¿A quiénes beneficiaba o trataba de beneficiar la escuela marginalista? Los marginalistas trataban de fomentar el interés de toda la humanidad mediante la promoción de una mejor comprensión de la forma en la cual un sistema de mercado eficiente asigna los recursos y promueve la libertad económica. Los marginalistas tuvie- ron bastante éxito al lograr esta meta, pues mostraron que, en circunstancias competi- tivas, el pago recibido por los trabajadores sería igual a sus contribuciones al valor de la producción. De ese modo ayudaron a contrarrestar el llamado marxista a la revolución del proletariado. Pero el marginalismo, liberalismo en la economía y conservadurismo político, también benefició a aquellos cuyos intereses eran simplemente mantener el status quo; es decir, aquellos que se resistían al cambio. Este tipo de teoría benefició a los empleadores (aun cuando la mayoría de ellos en realidad no la comprendían), al opo- nerse a los sindicatos y al atribuir el desempleo a salarios que eran artificialmente altos, inflexibles en el lado descendente, o ambas cosas. El marginalismo también defendía a los terratenientes contra los ataques basados en la teoría de la renta ricardiana. Se podría decir que esta escuela también benefició a los ricos, que se oponían a una intervención del gobierno para la redistribución del ingreso. ¿En qué forma la escuela marginalista era válida, útil o correcta en su época? La escuela marginalista desarrolló nuevas y poderosas herramientas de análisis, en especial diagramas geométricos y técnicas matemáticas. Gracias a esos pensadores, la economía 214 Capítulo 12 LA ESCUELA MARGINALISTA: PRECURSORES se convirtió en una ciencia social más exacta: le dieron a las condiciones de la demanda su importancia exacta, como una serie de factores determinantes para los precios tanto de los bienes finales como de los factores de producción. La escuela hacía hincapié en las fuerzas que modelan las decisiones individuales; esto era válido en un mundo en donde esas decisiones eran significativas para determinar el curso de las actividades económicas. Los marginalistas declaraban explícitamente las suposi- ciones fundamentales que son la base del análisis económico, se oponían a dejarlas acechando en el fondo, como lo hacían muchos de los economistas clásicos. Las controversias metodológicas que despertaron resultaron en una diferenciación entre los principios objetivos y verificables que se basan en suposiciones expresadas y aquellos principios que dependen de criterios de valor y de una perspectiva filosófica. El método del análisis del equilibrio parcial defendido por muchos miembros de esta escuela era útil para abstraerse de la complejidad del mundo real. Este enfoque, cambiar una variable a la vez mientras todas las demás se mantienen temporalmente constantes, permitía que los investigadores analizaran con minuciosidad los fenóme- nos complejos, un paso a la vez. Los problemas de la inmensa y compleja sociedad, con sus incontables variables, se simplificaron y se profundizaron de esta manera en una forma ordenada y sistemática. A medida que los marginalistas introducían varia- bles sucesivas, con el tiempo se aproximaron a situaciones más realistas. Hay cierta virtud en no descuidar a la unidad económica individual o a los peque- ños sectores de la economía; el enfoque microeconómico del marginalismo comple- menta al macroeconómico, que puede pasar por alto muchos problemas al considerar a la economía como un todo. Como ejemplos, se citan los siguientes: (1) ciertos grupos de personas pueden llegar a estar cada vez más empobrecidas, aun cuando el ingreso promedio real per cápita para la nación aumente; (2) el ciclo de negocios es de importancia primordial para la rentabilidad de una compañía automotriz grande, pero para el propietario de una tienda de abarrotes es menos importante que la inauguración de una tienda de la competencia en la misma calle; (3) el análisis total dice que la inversión en algunas formas de capital humano (por ejemplo, educación universitaria) paga rendimientos más altos que algunas inversiones en capital físico; sin embargo, un banquero se puede justificar al no prestarle dinero a un individuo para que asista a la universidad, a menos que el gobierno garantice el préstamo. En el caso del estudiante, el banquero no tiene ninguna garantía contra la cual otorgar el préstamo. Es obvio que el enfoque microeconómico de los marginalistas ocupa un papel importante en la teoría económica. ¿Qué principios de la escuela marginalista se convirtieron en contribuciones perdurables? Tiempo después se pusieron en tela de juicio varios principios de la escuela mar- ginalista y algunos fueron rechazados. Keynes señaló la falacia de la composición asociada entre marginalistas y neoclásicos en la teoría del empleo. Si una empresa fuera a reducir los salarios, podría ampliar el mercado al vender más bienes a precios más bajos. La disminución en el poder de compra entre sus propios empleados no la afectaría, porque normalmente comprarían una porción mínima de su producción. Sin embargo, si todos los empleadores redujeran los salarios, se podrían encontrar con que sus mercados se reducen, en vez de ampliarse. Además, los críticos argumen- taban que la suposición de la competencia pura era una abstracción razonable si se miraba hacia atrás del año 1870, pero era demasiado restrictiva para ser útil, debido a Capítulo 12 LA ESCUELA MARGINALISTA: PRECURSORES 215 que la competencia disminuyó después de esa fecha. Hoy en día, la competencia pura sólo se puede encontrar en algunos sectores de la economía. Los economistas institu- cionalistas argumentaban que los factores históricos e institucionales dominaban los cálculos individuales racionales al determinar cosas tales como la duración del día de trabajo, la conducta del consumidor, los índices de salarios y otras cosas por el estilo. El punto de vista marginalista de que el mejor gobierno es el que interfiere menos, pasó de moda a medida que sucedían nuevos acontecimientos y aparecían nuevas teorías económicas. El análisis de esos pensadores originalmente era estático, sin limitación de tiempo y no estaba respaldado por una evidencia empírica. Se hicieron pocos intentos para una verificación inductiva de las teorías; de hecho, a menudo las hipótesis tenían tal formulación que impedía el ponerlas a prueba. Los ciclos de nego- cios por lo general se ignoraban debido a la firme convicción de que la oferta crea su propia demanda y, por consiguiente, que el pleno empleo es la regla. La escuela no logró explicar el crecimiento económico y su teoría demostró ser inadecuada para los países que tenían un desarrollo lento. Pero a pesar de éstas y otras circunstancias, muchas de las teorías marginalistas siguieron relativamente intactas, como lo atestigua el hecho de que se pueden encon- trar en libros contemporáneos sobre los principios de la economía y la microeconomía. Con el tiempo, la escuela fue absorbida por la escuela neoclásica más extensa que, junto con variaciones de la macroeconomía keynesiana, domina el análisis económico en los países occidentales y comparte el terreno internacional con el socialismo. En la siguiente discusión y en los dos capítulos siguientes, descubrirá que estos economistas y sus precursores desarrollaron contribuciones tan perdurables como la economía mate- mática, el modelo de monopolio básico, una teoría del duopolio, la teoría de la utili- dad marginal disminuida, la teoría de la elección racional del consumidor, la ley de la demanda, la ley de los rendimientos marginales decrecientes según aplica a las empresas de manufactura, el concepto de los rendimientos a escala, el análisis de la elección entre trabajo y tiempo libre, la teoría de rendimientos del factor de la productividad marginal, etcétera. En las dos décadas pasadas, este enfoque “de elección-teórico”, introducido por los marginalistas, experimentó un resurgimiento dentro de la economía. ANTOINE AUGUSTIN COURNOT Antoine Augustin Cournot (1801-1877) fue un matemático francés que publicó tratados sobre matemáticas, filosofía y economía. Fue el primer economista en aplicar las matemáticas al análisis económico, pero su trabajo pionero fue ignorado hasta después de su muerte, cuando Jevons, Marshall y Fisher continuaron su obra. Fue el primer economista en desarrollar modelos matemáticos concisos del monopolio puro, el duopolio y la competencia pura. Al analizar la demanda del cobre y zinc, ambos utilizados para producir el bronce, Cournot también desarrolló el primer modelo completo de lo que ahora se conoce como la demanda derivada de recursos. Se considera a Cournot como un precursor de la escuela marginalista, debido a que gran parte de su análisis se enfocó en las tasas de cambio de las funciones del costo total y del ingreso. Esas tasas de cambio, los derivados matemáticos, se traducen en lo que ahora los economistas llaman costo marginal e ingreso marginal. A diferen- cia de la tendencia actual a iniciar el análisis de las estructuras de mercado con la com- petencia pura y después introducir las imperfecciones del mercado, Cournot inició su análisis con el monopolio puro y después analizó las circunstancias del mercado en donde existían los competidores. De sus varias contribuciones al análisis económico, 300 Capítulo 15 LA ESCUELA NEOCLÁSICA: ALFRED MARSHALL Capítulo LA ESCUELA NEOCLÁSICA: ECONOMÍA MONETARIA 16 No existe una escuela separada de economía monetaria como tal, aun cuando algu- nos economistas contemporáneos se llaman “monetaristas” y ciertas escuelas de economía hacen hincapié en los fenómenos monetarios más que en otros. Por con- siguiente, en La escala de tiempo de las ideas económicas surge una flecha blanca de la escuela neoclásica hacia la economía monetaria y de esta última regresa a la escuela neoclásica. Las escuelas clásica y marxista y los primeros marginalistas consideraban al dinero como un velo que era necesario hacer a un lado para examinar el mundo real: creían que el dinero y los precios están subordinados a factores económicos más básicos. Otros, como Wicksell y Keynes, combinaban el análisis monetario con su estudio de los procesos económicos fundamentales. El dinero en la teoría económica estaba destinado a incrementar su importancia a lo largo de los años con el crecimiento de la banca y del crédito y con las fluctuaciones económicas, así como con las políticas monetarias cada vez más importantes de los bancos centrales y los gobiernos. Marshall le dedicó alguna atención al análisis monetario. En específico, expresó una versión de la ecuación del intercambio llamada la ecuación de Cambridge. Esta versión es M = kPY, donde M son las existencias de dinero, k es la fracción del ingreso que las personas colectivamente desean tener en forma de saldos en efectivo, P es el nivel general de precios y Y es ya sea el volumen del comercio o el ingreso real. La k de Marshall no es nada más que la recíproca de la velocidad de la circulación, V, en la ecuación más familiar del intercambio, MV = PY. Fisher, uno de los autores aborda- dos en este capítulo, desarrolló esta versión posterior de la ecuación. De manera que, aun cuando ciertos aspectos de las teorías presentadas por Wicksell, Fisher y Hawtrey están asociados de forma más estrecha con la macroeconomía que con la microecono- mía, esos economistas están dentro de la tradición neoclásica marshalliana general. Wicksell, Fisher y Hawtrey hicieron una doble contribución a la economía. En primer lugar, exploraron un área que se había descuidado, pero cuya importancia estaba en aumento y, por consiguiente, requería atención. En segundo, ayudaron a integrar el análisis monetario en la teoría económica general. Sin embargo, es importante observar que tal vez exageraron el papel del dinero; es fácil sobrecompensar las fallas pasadas si se permite que el péndulo oscile demasiado lejos en la dirección opuesta. Como se ha sugerido, los economistas monetarios de la escuela neoclásica dife- rían de forma notable de los no monetaristas en la misma escuela, debido a que los teóricos monetarios abordaban la totalidad del análisis, como la demanda total, el suministro total de dinero, el ahorro total y la inversión total. A ello siguió una división dentro de la tradición neoclásica. La rama no monetaria consideraba a la persona individual o los sacrificios reales de la empresa, el ingreso, el consumo, el ahorro y la inversión. La rama monetaria unía todas esas categorías para toda la eco- nomía, y hacía hincapié en los factores monetarios junto con los valores reales. A los 302 Capítulo 16 LA ESCUELA NEOCLÁSICA: ECONOMÍA MONETARIA economistas posteriores les quedó la tarea de sintetizar las economías monetaria y no monetaria, aun cuando el crédito se debe a Wicksell como un precursor importante de esos economistas posteriores. JOHN GUSTAV KNUT WICKSELL John Gustav Knut Wicksell (1851-1926) nació en Estocolmo, Suecia, en el seno de una familia de la clase media. Después de estudiar matemáticas, idiomas, literatura y filosofía como estudiante en la Universidad de Uppsala, tomó cursos avanzados en matemáticas y física y se volvió cada vez más activo en los debates filosóficos, políti- cos y literarios de los círculos estudiantiles. Como conferencista y escritor de folletos muy popular, exploró aspectos sociales tales como el problema de la población, el control natal, la emigración, el alcoholismo y sus causas, la prostitución, el futuro del matrimonio, el derecho al sufragio universal y la necesidad de impuestos sobre la renta directos y progresivos. Fue tanto un erudito como un reformador social, dos ocupaciones que en su época a menudo se consideraba que eran incompatibles. El interés de Wicksell en los problemas sociales y la reforma lo condujo al estu- dio de la economía. Desde 1885 hasta 1890 estudió en universidades de Inglaterra, Francia, Alemania y Austria. Su experiencia más memorable en el estudio de la teoría económica fue su descubrimiento, en una librería de Berlín, del libro de Von Böhm- Bawerk sobre la teoría del capital, poco después de su publicación en 1888. Ese libro ejerció una profunda influencia en su propio pensamiento económico. Wicksell obtuvo un modesto subsidio del gobierno en 1896 para iniciar sus estu- dios monetarios en Berlín. Por otra parte, su pequeño ingreso irregular dependía del periodismo y sus conferencias populares sobre aspectos sociales, así como de clases particulares y en escuelas de segunda enseñanza. Recibió su primer nombramiento académico, aunque pequeño, en 1896 y una tutoría en 1901, a la edad de cincuenta años. En 1909 cumplió una breve condena en la cárcel por hacer comentarios iróni- cos sobre la doctrina de la Iglesia. Wicksell hizo varias contribuciones importantes a la economía. Por ejemplo, debe recordar, del capítulo 14, que fue uno de los primeros economistas en sugerir que la empresa típica experimentará primero rendimientos crecientes, después rendimien- tos constantes y, por último, rendimientos decrecientes a medida que aumenta su tamaño. Como verá más adelante en este capítulo, anticipó la teoría de la competen- cia monopolista que más adelante desarrollaron Chamberlin y Robinson en la década de los años 1930. Pero su principal catapulta a la fama se debe a su contribución a la economía monetaria. Esos adelantos incluyen: 1) un análisis del papel de las tasas de interés para lograr un nivel de precios de equilibrio o para generar movimientos inflacionarios o deflacionarios acumulativos; 2) el reconocimiento de la contribución potencial del gobierno y del banco central para retardar o promover la estabilidad de precios, y 3) una primera declaración del enfoque de ahorro-inversión al equilibrio macroeconómico. Esta última contribución entronizó a Wicksell como el padre de la llamada escuela de economía de Estocolmo.1 Además, su trabajo se convirtió en una de las fuentes de la economía keynesiana; el mismo Keynes lo felicitó por ser un pre- cursor importante de sus propias ideas. El objetivo general de Wicksell era sintetizar la teoría monetaria, la teoría del ciclo de negocios, las finanzas públicas y la teoría 1 Entre otros miembros de esta escuela están Erik Lindahl, Gunnar Myrdal y Bertil Ohlin. Capítulo 16 LA ESCUELA NEOCLÁSICA: ECONOMÍA MONETARIA 303 del precio en un sistema. Aun cuando no tuvo un éxito total, avanzó el estado del pensamiento económico en esta área. Cambios en el nivel de precios Para Wicksell, la teoría monetaria se interesaba en una pregunta importante: ¿Por qué los precios aumentan o disminuyen en conjunto? Para responder esta pregunta, recurrió a un análisis de las tasas de interés. Aquí distinguía entre la tasa de interés normal o natural y la tasa bancaria. La tasa de interés normal o natural, decía, depende de la oferta y la demanda de capital real que todavía no se ha invertido. La oferta de capital fluye de aquellos que posponen la parte de consumo de su ingreso y, por consiguiente, acumulan riqueza. La demanda de capital depende de la utilidad que se pueda obtener de su utilización, o su productividad marginal. La interacción de la oferta y la demanda determina la tasa de interés natural: La tasa de interés a la que conviene exactamente la demanda de capital prestado y la oferta de ahorros, y que más o menos corresponde al rendimiento esperado del capital recién creado, será la tasa normal o natural. Es en esencia variable. Si los prospectos del empleo del capital se vuelven más prometedores, la demanda se incrementará y [la can- tidad demandada] al principio excederá a la oferta [la cantidad proporcionada]; entonces subirán las tasas de interés y estimularán ahorros adicionales al mismo tiempo que la demanda de contratos de los empresarios, hasta llegar a un nuevo equilibrio a una tasa de interés un poco mayor. Y al mismo tiempo, se debe obtener el equilibrio ipso facto, hablando en términos generales y si no está alterado por otras causas, en el mercado de bienes y servicios, de manera que los salarios y los precios se mantengan inalterados. Por lo tanto, la suma de los ingresos de dinero por lo común excederá al valor en dinero del consumo de bienes en realidad producidos, pero el exceso de ingreso, es decir, lo que se ahorra y se invierte cada año en la producción, no producirá ninguna demanda de bienes presentes, sino sólo de trabajo y de tierra para la futura producción.2 La tasa de interés normal o natural aplica sólo al crédito entre los individuos. Sin embargo, los bancos complican las cosas debido a que, a diferencia de las personas privadas, no están restringidos a sus propios fondos en sus actividades de préstamos, o ni siquiera a los fondos que los ahorradores ponen a su disposición. Debido a que los bancos crean el crédito, pueden otorgar préstamos incluso a tasas de interés muy bajas. Por otra parte, no necesitan prestar todos los fondos que los ahorradores colo- can a su disposición. De allí que la tasa de interés bancaria sea mayor o menor que la tasa de interés normal o natural. Cuando no ocurre ninguna de esas situaciones, el nivel de precios cambiará a la larga. Veamos cada caso. Tasa bancaria < tasa natural. Si los bancos prestan dinero a tasas sustancial- mente más bajas que la tasa normal o natural según se definió en la cita ante- rior, eso desalentará los ahorros y aumentará la demanda de bienes y servicios de consumo. Al mismo tiempo, los empresarios buscarán más inversiones de capital, debido a las mayores utilidades netas que se obtendrán a medida que disminuya el costo del dinero solicitado en préstamo. A medida que se incre- 2 Knut Wicksell, Lectures on Political Economy, traducido por E. Classen, dos tomos, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1935, tomo 2, p. 193. [Publicado originalmente en 1906.] Reimpreso con autorización del editor. 304 Capítulo 16 LA ESCUELA NEOCLÁSICA: ECONOMÍA MONETARIA menta la inversión, se acumula más ingreso para los trabajadores, terratenientes, propietarios de materia prima, etcétera. Por consiguiente, los precios de los bienes de consumo empiezan a aumentar. Sin embargo, yuxtapuesta a esta cre- ciente demanda de bienes tanto de consumo como de inversión, hay una oferta inalterada o incluso decreciente de bienes, debido a que el ahorro disminuye si se empieza en una posición de empleo total. Las anticipaciones de los incre- mentos de precios harán que los precios aumenten todavía más. El equilibrio se altera y se inicia un movimiento ascendente y acumulativo de los precios. La causa fundamental es una tasa de interés bancaria o del mercado debajo de la tasa normal o natural que colocaría en equilibrio el ahorro real y la inversión real a precios constantes. Los precios aumentarán sin límite mientras la tasa de interés bancaria sea menor que la tasa natural. Tasa bancaria > tasa natural. A la inversa, si la tasa de interés bancaria está arriba de la tasa natural o normal, los precios bajarán. ¿La razón? El ahorro se incrementará y el gasto en inversión disminuirá. La reducción en el gasto de inversión aminorará el ingreso nacional, lo que a su vez hará que bajen los pre- cios de los bienes para el consumidor. Con la disminución de los precios tanto de capital como de bienes para el consumidor, el nivel de precios general por supuesto bajará; es decir, ocurrirá una deflación. Si los compradores esperan disminuciones de precio adicionales, reducirán todavía más sus gastos actuales, lo que agrava la deflación. Implicación para la política pública El análisis de Wicksell de las tasas de interés y su predilección por la reforma lo lleva- ron a hacer hincapié en el papel del gobierno y del banco central en la promoción de una estabilidad política. En su Interest and Prices, publicado en 1898, se convirtió en el primer economista en abogar por la estabilización de los precios de mayoreo para controlar el descuento y las tasas de interés. La causa principal de las fluctuaciones cíclicas, decía, es el hecho de que el pro- greso tecnológico y comercial no ha mantenido el mismo índice de adelanto que el incremento en las necesidades, en especial de una población en expansión. Cuando la demanda aumenta, las personas tratan de explotar la situación e incrementan la inver- sión; pero se requiere tiempo para aumentar el volumen de la producción por medio de nuevos descubrimientos, inventos y otros mejoramientos. El apresuramiento para convertir grandes cantidades de capital líquido en capital fijo produce un auge. Sin embargo, si los mejoramientos técnicos ya están en operación y no hay otros nuevos que prometan una utilidad en exceso del margen de riesgo, ocurre una depresión. Wicksell no investigó más a fondo esas causas reales de las fluctuaciones de nego- cios. En vez de ello, enfocó su atención en las causas monetarias mencionadas antes. Para eliminar esta última causa, aconsejaba que los bancos establecieran una tasa de interés que ni aumenta ni reduce los precios de los bienes, es decir, una que sea igual a la tasa de interés normal o natural. Debe recordar que esta última tasa de interés es la que determinaría la oferta y la demanda si el dinero no existiera y si todos los préstamos fueran en forma de bienes de capital. Sin embargo, la tasa de interés natu- ral no es fija, fluctúa con todas las causas reales de los cambios en la economía, tales como la eficiencia de la producción, la oferta de capital fijo y líquido, la oferta de Cap