FICHA DE CLASE.BOLIVAR Y LA CONSOLIDACION DE LA EMANCIPACION (1) PDF
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This document appears to be lecture notes on the history of the emancipation process in Peru. The lecture topics cover the role of Bolívar and the independence in Peru.
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FICHA DE CLASE DE HISTORIA DEL PERÚ Área : Ciencias Sociales Asignatura : Historia, Geografía y Economía Profesor: Dr. Jorge Luis Castro Grado: Noveno BOLÍVAR Y LA CONSOLIDACIÓN DE LA EMANCIPACIÓN EL PROCESO EMA...
FICHA DE CLASE DE HISTORIA DEL PERÚ Área : Ciencias Sociales Asignatura : Historia, Geografía y Economía Profesor: Dr. Jorge Luis Castro Grado: Noveno BOLÍVAR Y LA CONSOLIDACIÓN DE LA EMANCIPACIÓN EL PROCESO EMANCIPADOR Y LA CORRIENTE LIBERTADORA DEL NORTE Por Jorge Luis Castro PROCESO EMANCIPADOR San Martin y la independencia en el Perú. Ya comentamos que, en Mendoza, San Martín formó el Ejercito de los Andes que atravesaría la Cordillera para obtener las victorias de Chacabuco y Maipo que consolidarían la independencia de Chile. Sin embargo, esta se veía amenazada por la presencia en el Perú de más de 20,000 soldados realistas que en cualquier momento podrían atacar a la naciente república tal como sucedió en 1814. Por esa razón, el Director Supremo, Bernardo O’Higgins Riquelme, consagró todo su esfuerzo a formar una Expedición Libertadora que atacara al virreinato más importante de Sudamérica en su base. Hemos subrayado varias veces que en Lima se encontraba el corazón del poder virreinal, pues no solamente se encontraba aquí la fuerza militar más poderosa, sino también el poderoso Tribunal del Consulado, que concentraba un gran poder económico, y el no menos influyente Cabildo Eclesiástico, conformado por los padres superiores de las órdenes religiosas. Después de muchos esfuerzos, la Expedición Libertadora dirigida por San Martín y Lord Thomas Cochrane como jefe naval, llegó a la Bahía de Paracas el 8 de setiembre de 1820 trayendo un total de 4 350 hombres. Después de someter a los realistas a una larga guerra de desgaste cercando Lima por mar y tierra, San Martín logra que el virrey La Serna abandone la ciudad el 6 de julio de 1821. Desembarco en Paracas. Oleo de Gil de Castro. El día 15, el Cabildo de Lima firmó el acta de Independencia la cual fue proclamada por San Martín en cuatro plazas de la ciudad el sábado 28 de julio de 1821. Hay que decir que Lambayeque, Piura, Supe y Trujillo proclamaron su independencia antes que Lima. Supe la había proclamado el 5 de abril de 1819 con Francisco Vidal, Andrés Reyes y el cacique José Castillo. Lambayeque el 27 de diciembre con Manuel Iturregui y Pascual Saco Oliveros. Trujillo, el 29 de diciembre con el marqués de Torre Tagle y Piura el 5 de enero de 1821 con Gerónimo Seminario. El propio San Martín la había proclamado antes en Huaura. Fue valioso también el aporte de la mujer peruana ejemplificado en la acción de las heroínas Toledo en marzo de 1821 durante la campaña del general Arenales. El general Antonio Álvarez de Arenales fue enviado por San Martín a la Sierra con la finalidad de estrechar el cerco sobre Lima y reclutar los hombres que pudiera. Una fuerza realista al mando del brigadier O’Really salió a su encuentro para destruirla, pero Arenales se impuso y obtuvo una importante victoria militar en Cerro de Pasco en diciembre de 1820. Esta victoria, el dominio naval que ejercía, así como la guerra de zapa que desarrolló San Martín en el Perú, le permitieron ingresar a Lima. La proclamación de la independencia, sin embargo, no terminó con la guerra, porque el virrey se refugió en la sierra y se estableció en el Cusco, desde donde seguía gobernando. Su fuerza militar se mantenía casi intacta, mientras que la de San Martín no excedía los 5 000 hombres, muchos de ellos sin experiencia en combate. Una epidemia, probablemente de cólera, mató a muchos de los que llegaron con él en el verano de 1821, de modo que debió reclutar gente nueva. Desde luego que el cólera afectó también al ejército del rey, de manera que las pérdidas se dieron en ambos bandos. El 3 de agosto de 1821, ante la ausencia de una figura que se hiciera cargo del mando, San Martín se auto designó Protector del Perú, por consejo de su asesor y hombre de confianza Bernardo Monteagudo quien fue nombrado ministro de Guerra. El médico Hipólito Unanue fue nombrado ministro de Hacienda (Economía), y el colombiano Juan García del Rio canciller (ministro de Relaciones Exteriores). San Martín declaró la libertad de vientres (es decir, que los hijos de madre esclava nacerían libres), abolió el tributo indígena, creó la Biblioteca Nacional donando sus propios libros y creó el primer cuerpo de tropa peruano: la Legión Peruana de la Guardia. El 8 de octubre estableció un Estatuto Provisorio para darle un marco legal a sus actos. Ese mismo día fundo la Marina de Guerra del Perú. La Conferencia de Guayaquil Desde ese momento la guerra entró en un periodo de no definición y estancamiento que el historiador Timothy Anna (2003) denominó El Impasse, pues San Martín no podía terminar la guerra, pero el virrey La Serna tampoco se arriesgaba a buscarlo. San Martín no podía ganar la guerra sólo y por ello buscó el apoyo de Simón Bolívar en la célebre Conferencia de Guayaquil que tuvo lugar el 26 y 27 de julio de 1822. Las historiografías argentina y venezolana han discutido por años sobre esta Conferencia, pero lo cierto es que ambos libertadores conversaron sin testigos y se despidieron afectuosamente para nunca más volverse a ver el día 27 de julio. Documentación recientemente descubierta asegura que San Martín solicitó el apoyo de Bolivar y se ofreció a combatir bajo sus órdenes, pero Bolívar rehusó su propuesta (Zapata, 2021). Luego de su retorno a Lima y ante el fracaso de su solicitud de apoyo, San Martín convocó a un Congreso Constituyente ante el cual dimitió el mando y regresó a Chile en setiembre de 1822, quedando el poder ejecutivo en manos de una Junta de Gobierno. Entrevista de Guayaquil. Julio de 1822 La determinación de la forma de gobierno En opinión de Raúl Porras Barrenechea, San Martín era republicano, pero consideraba que el Perú no estaba preparado para ser una república, por eso propuso una monarquía constitucional y envió a Europa la misión Del Rio-Parossien (una comisión formada por el canciller del Rio y el médico personal de San Martín Diego Parossien) con la finalidad de encontrar un príncipe europeo. A pesar de que pudo imponer su proyecto, San Martín decidió consultar la opinión del pueblo y fundó para ello la Sociedad Patriótica, un organismo donde se discutiría la forma de Gobierno. Debate Sánchez Carrión-Monteagudo. República vs. Monarquía Allí, en la Sociedad Patriótica, tuvo lugar el primer gran debate de nuestra historia republicana: el debate Monteagudo-Sánchez Carrión donde se discutió la forma de gobierno que tendría el Perú. Monteagudo, Hipólito Unanue, el sacerdote José Ignacio Moreno y García del Rio apoyaban la monarquía constitucional. Faustino Sánchez Carrión, Francisco Javier Mariátegui y Francisco José de Arce apoyaban la posición republicana que finalmente triunfó. Un reciente estudio de Fernando Armas Asín (2018), ha demostrado la trascendencia del discurso de Arce en los debates, pues tradicionalmente se consideraba únicamente a Sánchez Carrión como principal artífice del republicanismo peruano. Clérigo arequipeño Francisco José de Arce defensor de los fueros republicanos en el célebre debate sobre la forma de gobierno en la naciente república La independencia ¿concedida, conseguida o concebida? La historiografía peruana desde los años de la celebración del sesquicentenario (es decir cuando se cumplieron los 150 años de la proclamación de 1821) empezó a replantear los conceptos tradicionales y planteó tres interpretaciones. a) La independencia concedida. Planteada por Karen Spalding y Heraclio Bonilla que minimizaba la participación peruana y sostenía que la independencia peruana había sido producto de “ejércitos extranjeros” porque no existió ni nacionalismo criollo ni participación popular. b) La independencia conseguida. Sostenida por José Agustín de la Puente y Candamo, Virgilio Roel y otros que veían la independencia como la culminación de las largas luchas del pueblo por lograr un objetivo. c) La independencia concebida, tendencia contemporánea que la aborda como un hecho que intentó resolver el problema político que se presentó frente a la falta de legitimidad del gobierno después de las abdicaciones de Bayona, donde la necesidad del autogobierno se va generando paulatinamente. Aparecen aquí Natalia Sobrevilla, Carmen McEvoy, Victor Peralta entre otros. Debemos darnos cuenta entonces que la visión de la independencia ha ido modificándose a lo largo del tiempo. Bolívar y la consolidación de la independencia Antes de dejar para siempre el Perú, San Martín dejó al mando del Ejército a Rudecindo Alvarado, un general argentino valiente, pero sin los dotes militares del vencedor en Chacabuco. San Martín concibió y dejó el llamado “Plan de ataque por puertos Intermedios”, que contemplaba el desembarco de tropa patriota en distintos puertos costeños del sur para dividir a los realistas. El plan estaba bien concebido, pero fue muy mal ejecutado y los patriotas fueron derrotados sucesivamente en Torata y en Moquegua (enero de 1823) El patriota José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete aprovechó el descredito de la Junta de Gobierno frente al fracaso en Intermedios y dio el primer golpe de estado de nuestra historia en el llamado Motín de Balconcillo. Este golpe de estado le permitió asumir la presidencia de la República en febrero de 1823. Riva Agüero organizó una nueva Expedición a Intermedios al mando de Andrés de Santa Cruz quien logró una victoria en Zepita que no supo aprovechar, terminando la campaña con un notorio desgaste de los patriotas, la casi total dispersión del ejército y sin ningún resultado decisivo. El Congreso llamó entonces a Bolívar para que ingresara al Perú a pesar de la oposición total de Riva Agüero que terminó por ser destituido de su cargo. El 17 de julio de 1823, el Congreso nombró como presidente al marqués Bernardo de Torre Tagle quien fue desconocido por Riva Agüero quien se refugió en Trujillo con un grupo de incondicionales suyos. Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco. El Libertador. Nació en Caracas en 1783. Falleció en Santa Marta en 1830. En este estado de cosas, con el ejército realista reconstituido y amenazante, con el país con dos gobernantes (Riva Agüero en el norte y Torre Tagle en Lima), la ciudad de Lima en un estado de caos y conmoción (Anna 2003, 287) y numerosas partidas de bandoleros sembrando el desorden en prácticamente todos los caminos, el Congreso decide llamar al general Simón Bolívar quien llegó al Callao a bordo del vapor Chimborazo el 1 setiembre de 1823, siendo recibido con gran ceremonia. Meses previos a su arribo al Perú, el general Antonio José De Sucre, su brazo derecho, había llegado a nuestras costas con la finalidad de irle preparando el camino. Lo primero que hizo Bolívar a su llegada fue ir a enfrentar a Riva Agüero quien era opuesto a su venida, pues lo consideraba una “influencia externa innecesaria”. La fuerza militar que había logrado reunir Riva Agüero, se disolvió, Riva Agüero fue tomado preso y se vio obligado a salir del país por un largo tiempo. En febrero de 1824 los castillos del Real Felipe volvieron a caer en manos de los realistas (San Martín los había ocupado sin disparar un tiro en setiembre de 1821), y esto precipita una nueva entrada de las tropas del virrey a la capital. El Congreso depone del cargo de presidente a Torre Tagle, delega en Bolívar todo el poder político y militar y se declara en receso. Torre Tagle es acusado por Bolívar de haber entrado en negociaciones secretas con los realistas y se refugia asustado en los castillos del Real Felipe donde un año después moriría víctima del escorbuto. Bolívar quedó pues como máxima autoridad y ordenó un repliegue general del Ejército Unido Libertador a Trujillo y Huamachuco. Hay que decir, que hombres de la talla de Hipólito Unanue y José Faustino Sánchez Carrión se convirtieron en sólidos pilares del gobierno de Bolívar. Manuel Lorenzo de Vidaurre en un inicio lo apoyó, pero luego se alejó de él al ver sus matices autoritarios. Sánchez Carrión, en quien Bolívar se apoyó desde que llegó al Perú, falleció en 1825 agotado por una enfermedad surgido por la sobrecarga de trabajo que él mismo se impuso. La campaña final: Junín y Ayacucho Pronto los realistas desocuparon nuevamente la capital ante la imposibilidad de mantenerse allí por mucho tiempo y se concentraron en la Sierra donde tendría lugar la campaña final. Entretanto, Bolívar había caído gravemente enfermo. Hacia marzo de 1824 la situación para los patriotas era muy mala, pues en la práctica únicamente controlaban un departamento del país (Trujillo), el Ejército estaba mal organizado y las deserciones abundaban. Es entonces cuando aparece el genio y carácter de Bolívar en su máxima expresión: en sólo tres meses, una vez recuperado, sobre la base de los restos del Ejército patriota, organizó una nueva fuerza de 10,000 hombres y encargó su entrenamiento y formación a oficiales argentinos, chilenos, peruanos e ingleses. La población de Trujillo fue organizada para coser uniformes y proporcionar vituallas al Ejército (Anna 2003, 299). Bolívar había resurgido de sus cenizas. Para comprender mejor lo sucedido en las batallas de Junín y Ayacucho hay que decir que el llamado Ejército Unido Libertador contó con un aliado inesperado. Un general realista llamado Pedro Antonio Olañeta, se sublevó contra La Serna desconociendo su autoridad como virrey del Perú, hecho que obligó al virrey a enviar a buena parte de sus hombres (unos 4500), al Alto Perú a sofocar esta insurrección, cosa que finalmente no lograrían. Con el ejército realista dividido, Bolívar decidió tomar la iniciativa y buscó a Canterac para una batalla decisiva que el general realista prefirió rehuir. No obstante, el 6 de agosto de 1824, la caballería patriota divisó a la retaguardia española. Canterac ordenó a su infantería seguir avanzado y dispuso en formación a su caballería para contener el avance patriota. El encuentro tuvo lugar en la pampa de Junín y cuando ya se ordenaba la retirada de la caballería patriota, el mayor peruano José Andrés Rázuri, comunicó al comandante Isidoro Suarez de los Húsares del Perú una orden de ataque inexistente dada supuestamente por Bolívar. La valiente acción de Rázuri convirtió la derrota en victoria (Tord 1974, 142) pues pronto la caballería realista se vio atacada en dos frentes y se declaró en completa derrota. Destacó en esta acción el general argentino Mariano Necochea que recibió un total de 14 heridas, pero logró sobrevivir. En reconocimiento al brillante accionar de la caballería peruana Bolívar le cambió de nombre al escuadrón que desde entonces es reconocido como Húsares de Junín. Junín si bien es cierto no significó la derrota total de los realistas constituyó sí, un importante triunfo para las armas patriotas. Ambos ejércitos continuaron maniobrando sin que se presentara ninguna novedad, es entonces cuando Bolívar delega su mando en Sucre y decide dedicarse a organizar el gobierno en el norte del país. El 9 de diciembre de 1824, a las ocho de la mañana los dos ejércitos estaban en línea de batalla. El Ejército Unido Libertador integrado por 5,780 hombres de distinto origen (inclusive españoles como el capitán Antonio Martínez Pallares, Vicente Tur, Miguel Benavides, Manuel de Oliva entre otros) se enfrentaba a 9,310 realistas. La acción militar fue sumamente sangrienta, de ella dice Manuel Antonio López, miembro del Estado Mayor del Ejército Unido: “En proporción al número de combatientes, no recordamos un conflicto más cruel en la historia” (López 1955, 116). Las razones de la victoria patriota son atribuidas según los historiadores a varias razones. Virgilio Roel dice que el triunfo patriota se dio porque las tropas realistas tenían la moral muy baja y ya no deseaban combatir (Roel 1988, 288). El canadiense Timothy Anna es de una opinión parecida pues indica que la resistencia y campaña de cuatro años había dejado a los realistas exhaustos (Anna 2003, 304). Otros lo atribuyen a la decidida resistencia que opuso el general Córdova y no faltan los historiadores que opinan que el resultado de la batalla “había sido conversado”. Lo cierto es que Ayacucho significó la total desarticulación del gobierno y Ejército españoles. La capitulación de Ayacucho firmada en el mismo campo de batalla fue generosa con los vencidos, dejó a Bolívar y Sucre triunfantes y también daría origen al primer militarismo en el Perú, pues muchos de los que allí estuvieron: Agustín Gamarra, José de La Mar, Andrés de Santa Cruz, Ramón Castilla, Pedro Pablo Bermúdez y otros, se convertirían en presidentes del naciente estado peruano. Capitulación de Ayacucho. Firma Canterac por los realistas y Sucre por los patriotas. El aporte peruano y la participación popular en la Independencia No faltan los historiadores que siguen repitiendo lo que Karen Spalding y Heraclio Bonilla sostuvieron en la década del setenta- que la Independencia vino de afuera y los peruanos poco o nada tuvimos que ver con este proceso. Los documentos muestran que el aporte del pueblo peruano fue enorme. Juan Luis Orrego Penagos (2008) señala el importante papel jugado por las montoneras que eran bandas armadas que operaron en la sierra desde 1820 y que prestaron un importante apoyo a la causa. Orrego señala que tuvieron un rol central cuando San Martín bloqueó la capital en 1820-21. Aunque eran tropas sin preparación militar atacaban y acosaban a la tropa realista desgastándola y causándole numerosas bajas. Entre sus líderes tenemos a Francisco Vidal, Gaspar Huavique, Baltasar Orrantia, Ignacio Ninavilca, el argentino Isidoro Villar entre otros. En la década del 70, la historiadora Ella Dumbar Temple reunió centenares de documentos sobre las montoneras y guerrillas y los reunió en varios volúmenes bajo el título: La acción patriótica del pueblo en la guerrilla y la emancipación: guerrillas y montoneras. Prueba irrefutable de que el pueblo peruano fue también protagonista activo del proceso. Fueron también numerosas las donaciones en dinero y especies de centenares de patriotas. El general Miller por ejemplo menciona en su Memoria: “no era raro encontrar patriotas que en forma voluntaria daban su ganado como donativo” (Miller 1974, 267). Inmenso fue el apoyo del pueblo trujillano para reconstruir el Ejército de Bolívar que finalmente triunfó en Junín y Ayacucho. Sólo para la provincia de Trujillo hay documentación que prueba que en el mes de mayo se recolectó más de 33,000 pesos. Las voces que siguen insistiendo en que “no hubo aporte peruano” olvidan por ejemplo que en la decisiva batalla de Ayacucho estuvieron más de 96 oficiales peruanos entre los que podemos mencionar a los mayores Buenaventura Raygada, José Andrés Rázuri, Manuel Rivas, Santiago Sagastizabal, los capitanes José Alvariño, Bartolomé Arregui, Demetrio Buendía, Felipe Santiago Salaverry (que llegaría a ser presidente de la república) y muchos otros además de más de 2,500 efectivos de tropa. No es cierto entonces que los peruanos hicieron poco o nada, aunque, como ya hemos visto, muchísimos se mantuvieron al margen a la espera que se resuelva el conflicto. Historiadores jóvenes como Daniel Moran y Silvia Escanilla Huerta (2018) reivindican la participación popular explicando que las clases populares participaron de forma muy activa durante el proceso revolucionario. Escanilla señala que esta participación guerrillera les permitió “el manejo de sus asuntos políticos” (2018: 130). La Mujer en la Independencia. Siempre importante y trascendente la historiografía nacional tiene una importante labor en ir destacando cada vez más el rol jugado por las mujeres en el proceso independentista. Bastará con mencionar algunos nombres como ejemplos: Rosa Campusano, Brigida Silva de Ochoa, Manuela Sáenz en Lima, Magdalena Centeno en Arequipa, María Parado de Bellido en Ayacucho, Emeteria Rios de Palomo en Canta, Paula Huaman en Tarma, Eufrasia Rios en Jauja, Bonifacia Pando en Concepción y otras muchas que permanecen a la espera de más investigaciones y estudios. Busto a Manuela Sáenz inaugurado el 5 de marzo de este año en Miraflores El proyecto bolivariano Una vez liquidado el poder realista, Bolívar convocó a elecciones para un nuevo Congreso que se instaló en febrero de 1825. Este Congreso casi de inmediato se autodisolvió y renovó el mando de Bolívar quien en la práctica se convirtió en dictador del Perú con el respaldo de las tropas colombianas que quedaron en nuestro territorio. En julio de 1825, Bolívar decretó que el “servicio personal de los indígenas sin contrato” ya no sería permitido, pero restableció el tributo indígena cambiándole de nombre a “contribución personal”. Merced a un impulso autonomista de la aristocracia de Chuquisaca, respaldado por Antonio José de Sucre, aparece una nueva nación: Bolivia., rompiendo la unión geográfica y cultural que existía entre los indígenas aimaras que habitan esta región. Proclamó también una Constitución Vitalicia de efímera duración pero que dejaba en claro sus ambiciones políticas. Sin embargo, el proyecto más ambicioso de Bolívar lo constituía la creación de una Confederación de las Andes que agruparía a las naciones americanas. Con esta intención, en junio-julio de 1826 convocó al Congreso de Panamá contando con la asistencia de representantes de la Gran Colombia, México, Perú y Guatemala (que entonces era toda América central). El proyecto de unión nunca se llevó a cabo, en parte por las rivalidades entre las nacientes repúblicas, pero también por la oposición de Estados Unidos (Basadre 2005, I, 117). A decir del embajador Miguel Bakula, lo planteado allí “no superó las nebulosas de la imaginación” Frente a la férrea oposición de parte de intelectuales influyentes como Francisco Javier de Luna Pizarro (quien termino siendo desterrado) y Manuel Lorenzo de Vidaurre y tras haber fusilado algunos aristócratas rivales como Juan de Berindoaga, Bolívar se embarcó en el bergantín Congreso el 4 de setiembre de 1826, dejando el Perú para siempre. Delegó el mando en un Consejo de Gobierno presidido por el general Santa Cruz, que sólo estuvo en funciones hasta enero de 1827. 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