Evaluación Psicológica: Historia, Fundamentos y Psicometría PDF

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This textbook provides a comprehensive overview of psychological assessment, covering its history, theoretical foundations, and psychometrics. It explores historical antecedents, fundamental concepts, ethical considerations, and reporting methods. Details about the use of psychological tests are also included.

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Evaluación Psicológica Historia, fundamentos teórico-conceptuales y psicometría 2a edición 2 Evaluación Psicológica Historia, fundamentos teórico-conceptuales y psicometría 2a edición...

Evaluación Psicológica Historia, fundamentos teórico-conceptuales y psicometría 2a edición 2 Evaluación Psicológica Historia, fundamentos teórico-conceptuales y psicometría 2a edición Mtra. Laura Edna Aragón Borja Jefa de la Unidad de Evaluación Psicológica de la FES Iztacala, UNAM 3 IMPORTANTE Los autores y la Editorial de esta obra han tenido el cuidado de comprobar que las dosis y esquemas terapéuticos sean correctos y compatibles con los estándares de aceptación general en la fecha de la publicación. Sin embargo, es difícil estar por completo seguro que toda la información proporcionada es totalmente adecuada en todas las circunstancias. Se aconseja al lector consultar cuidadosamente el material de instrucciones e información incluido en el inserto del empaque de cada agente o farmacoterapéutico antes de administrarlo. Es importante, en especial, cuando se utilizan medicamentos nuevos o de uso poco frecuente. La Editorial no se responsabiliza por cualquier alteración, pérdida o daño que pudiera ocurrir como consecuencia, directa o indirecta, por el uso y aplicación de cualquier parte del contenido de la presente obra. Nos interesa su opinión, comuníquese con nosotros: Editorial El Manual Moderno S.A. de C.V. Av. Sonora 206, Col. Hipodromo, Deleg. Cuauhtémoc. 06100 M éxico, D.F. (52-55) 52-65-11-00 [email protected] [email protected] Evaluación psicológica: historia, fundamentos teórico-conceptuales y psicometría. 2a edición. D.R. © 2015 por Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V. ISBN: 978-607-448-465-6 (versión impresa) ISBN: 978-607-448-466-3 (versión electrónica) Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. núm. 39 Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida sin permiso previo por escrito de la Editorial. Para mayor información sobre Catálogo de producto Novedades Distribuciones y más www.manualmoderno.com Aragón Borja, Laura, Edna, autor. Evaluación psicológica : historia fundamentos teórico-conceptuales y psicometría / Laura Edna Aragón Borja. –- 2ª. edición. -– M éxico : Editorial El M anual M oderno, 2015. ISBN: 978-607-448-465-6 (versión impresa) ISBN: 978-607-448-466-3 (versión electrónica) 1. Pruebas psicológicas. 2. Evaluación de la conducta. 3. Psicometría. I. Título. 150.287-scdd21 Biblioteca Nacional de M éxico Director editorial y de producción: Dr. José Luis Morales S aavedra Editora asociada: LCC Tania Uriza Gómez 4 Diseño de portada: LCS Adriana Durán Arce 5 CONTENIDO Acerca de la autora Introducción Capítulo 1. Antecedentes históricos de la evaluación psicológica: de la antigüedad al siglo XIX Antecedentes precientíficos Antecedentes científicos: siglos XVIII y XIX Referencias Capítulo 2. Antecedentes históricos de la evaluación psicológica en la época moderna: siglo XX La primera prueba psicométrica de inteligencia: Binet Las dos guerras mundiales: primeras pruebas colectivas de inteligencia y de aspectos emocionales Establecimiento de la psicometría como rama de la psicología: Thurstone Cronología de hechos relevantes en la historia de la evaluación psicológica y la psicometría Referencias Capítulo 3. Conceptos fundamentales en la evaluación psicológica Importancia de la medición en psicología ¿Qué medimos en psicología? ¿Qué es la medición? Pruebas psicológicas Testing Psicodiagnóstico Evaluación psicológica Referencias Capítulo 4. Fundamentos psicométricos en la evaluación psicológica 6 Definición y reseña histórica Teoría clásica de las pruebas Confiabilidad Validez Clasificación de las pruebas psicológicas Normas de puntuación Referencias Capítulo 5. Consideraciones éticas en la evaluación psicológica Empleo de pruebas psicológicas Invasión de la intimidad, confidencialidad y consentimiento informado Normas éticas Referencias Capítulo 6. Comunicación de resultados: elaboración del reporte de evaluación psicológica ¿A quién se entregan los resultados de una evaluación psicológica? Reporte de evaluación psicológica Referencias Capítulo 7. Guía para seleccionar una batería de evaluación psicológica Pruebas del área intelectual o académica 7 ACERCA DE LA AUTORA La Maestra Laura E. Aragón Borja es Licenciada en Psicología por la Universidad Nacional Autónoma de México, cuenta con la Especialidad en Matemáticas Aplicadas a Psicología (Convenio de Beca Conacyt-ENEP Iztacala), así como con la Maestría en Modificación de Conducta, por la UNAM. Es Profesora Titular “B”, de tiempo completo en la División de Investigación y Posgrado de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM. Tiene amplia experiencia en evaluación psicológica; desde 1994 se ha desempeñado como Jefa de la Unidad de Evaluación Psicológica, supervisando anualmente la atención de alrededor de 80 usuarios de dicha Unidad, así como la evaluación psicométrica de los aspirantes a diferentes especialidades. Actualmente imparte el Diplomado con opción a titulación “Evaluación Psicológica Integral de niños, adolescentes y adultos”, en la FES Iztacala, UNAM. Este Diplomado se ha impartido consecutivamente desde 2002 a la fecha. Es autora de una prueba para evaluar niños disléxicos y ha realizado la tipificación mexicana de la prueba española BAPAE que mide aptitudes para el aprendizaje escolar, así como de la prueba de inteligencia factor “g” escala 3 de Cattell. Así mismo, ha asesorado al Departamento de Psicología del Instituto Tecnológico de Sonora (ITSON) en la obtención de normas de puntuación del Inventario Multifásico de Personalidad Minnesota para Adolescentes (MMPI-A) en el Sur de Sonora y del Cuestionario 16 PF de Cattell también para el Estado de Sonora. 8 INTRODUCCIÓN La evaluación psicológica es, además de una rama de la psicología, una disciplina científica en sí misma con objetivos básicos y de investigación, dedicada a la exploración y análisis científico de la conducta humana,cuya meta última es la toma de decisiones para la intervención. En la actualidad, la actividad de la evaluación psicológica se ha ampliado de manera considerable: las pruebas psicológicas se usan cada vez más para evaluar a personas, grupos o instituciones, tanto para tener información más amplia acerca de sus fortalezas y debilidades como para planear un tratamiento o intervención. Las escuelas, las clínicas y las personas mismas, solicitan evaluaciones psicológicas para ayudar a aquellos sujetos que presentan problemas de aprendizaje, de conducta o emocionales, así como para seleccionar o asignar a los que no los tienen a determinadas situaciones o condiciones. De esta manera, la evaluación psicológica cobra especial importancia, ya que se reconoce que para poder llevar a cabo una intervención psicológica exitosa y eficaz es imprescindible realizar antes una evaluación, y mientras esta evaluación se haga de la mejor manera, que aporte datos relevantes necesarios para el psicólogo, se hará una mejor planeación de la inter-vención con los subsecuentes beneficios para el paciente. El objetivo de este libro es contribuir a la formación de psicólogos en el área de la evaluación psicológica. Para tal fin, iniciamos esta obra con la exposición de los hechos históricos más relevantes que sucedieron para que la evaluación psicológica, tal como la conocemos ahora, pudiera surgir. Para poder entender mejor nuestro presente, necesitamos conocer nuestro pasado, así, en los dos primeros capítulos se abordan los antecedentes históricos, tanto los precientíficos —aquellas evaluaciones realizadas en la antigüedad; las aportaciones de filósofos como Platón, Aristóteles y Descartes a la psicología; la doctrina del empirismo inglés— como los científicos: el surgimiento de la psicofísica, la teoría de la evolución de Darwin, los estudios de Wundt, Galton y Cattell, la elaboración de la prueba de inteligencia de Binet, la proliferación de pruebas durante la Primera y Segunda Guerras M-undiales, el establecimiento de la psicometría y algunos de los sucesos más importantes del siglo XX que contribuyeron a conformar la evaluación psicológica. Para que una disciplina pueda ser considerada científica, necesita recoger y comparar datos que le permitan fundamentar sus teorías; el componente esencial de este proceso es la medición, uno de los conceptos que se exponen con amplitud en el capítulo 3, al igual 9 que otros temas fundamentales: las principales características de las pruebas psicológicas y los conceptos de testing, psicodiagnóstico y evaluación psicológica. Una vez que la evaluación psicológica incorpora la teoría de la medida a sus procedimientos para asegurar su estatus científico, surge la psicometría —conjunto de métodos, técnicas y teorías implicadas en la medición de variables psicológicas—, dedicada al estudio de las propiedades métricas exigibles a las mediciones psicológicas y a establecer las bases para que dichas mediciones se realicen de manera adecuada. El objetivo de la psicometría es proporcionar modelos para transformar los hechos en datos, con la finalidad de asignarles valores numéricos a los sujetos sobre la base de sus respuestas. En psicología, la psicometría es la que avala que los instrumentos de medición elaborados cuenten con las garantías científicas para su uso. En este capítulo 4, explicamos la Teoría clásica de las pruebas, sobre la que descansan la mayoría de las pruebas psicológicas; las garantías científicas que toda prueba debe poseer: confiabilidad y validez, y cuáles son los diferentes tipos de puntuaciones que nos proporcionan las pruebas, así como su interpretación. Sin embargo, antes de iniciar un proceso de evaluación con la finalidad de resguardar los derechos de las personas a las que se ofrece el servicio, debemos tener presentes las consideraciones éticas del proceso de evaluación psicológica. En el capítulo 5 se presentan los principios éticos que deben regir el comportamiento de los psicólogos: respeto a los derechos y a la dignidad de las personas, cuidado responsable, integridad en las relaciones y responsabilidad hacia la sociedad y la humanidad. En el capítulo 6 se expone muy detalladamente la forma en que se elabora por escrito un reporte de evaluación psicológica una vez terminado el proceso de evaluación, con el objetivo de que sea de máxima utilidad tanto para el psicólogo que va a planear el tratamiento como para los usuarios del servicio para que tomen las mejores decisiones. Finalmente en el Capítulo 7, el lector encontrará algunas sugerencias y recomendaciones para seleccionar una batería de evaluación psicológica, describiendo algunas de las pruebas más utilizadas que en la actualidad se pueden comprar en México, el objetivo de las mismas, la información que proporcionan, el tipo de puntuaciones que utilizan y para qué tipo de problemas se recomienda su aplicación. Esperamos que esta obra cumpla sus objetivos: además de profundizar en el conocimiento de la evaluación psicológica y la psicometría, contribuir a que el psicólogo realice un ejercicio responsable de su profesión en esta importante área de la psicología. Laura Edna Aragón Borja 10 Capítulo 1 ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA: DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XIX En la historia de la humanidad, en todas las épocas, ha sido evidente el interés por la medición de los atributos humanos, desde los físicos —estatura, peso, color de ojos y pelo, fuerza, agudeza auditiva y visual— hasta los psicológicos —inteligencia, personalidad, motivación, entre otros. Este interés puede rastrearse desde los filósofos de la antigüedad, la filosofía del siglo XVII, en los grandes avances científicos de la medicina, la física, la química y la astronomía de los siglos XVIII y XIX, hasta la medición psicológica propiamente dicha en los albores del siglo XX con la primera prueba considerada como realmente psicométrica, elaborada por Binet, y el gran auge que la construcción de pruebas y el establecimiento de la psicometría tuvieron con la llegada de las dos guerras mundiales. Desde el punto de vista histórico, ¿cuándo podemos afirmar que inicia la evaluación en psicología? Al respecto, Garaigordobil (1998) menciona que cuando el hombre toma conciencia de que existen variadas diferencias entre él y sus semejantes, intenta buscar procedimientos que le permitan cuantificar el grado de dichas diferencias. Así, la autora establece que para que un procedimiento se considere como evaluación psicológica debe reunir varios requisitos: Un evaluado y un evaluador, y la necesidad de un objetivo y un contexto para desarrollar dicha evaluación. Un marco teórico que permita la ubicación de las hipótesis. Una técnica o procedimiento de medida y la interpretación de los valores obtenidos. Disposición de los sistemas categoriales pertinentes que permitan la clasificación del evaluado a partir de los resultados que se hayan obtenido al aplicarle los procedimientos de medición. El primer requisito puede parecer muy obvio, sin embargo, es necesario precisarlo porque en ocasiones se han dado diagnósticos a la distancia, sin la presencia explícita de 11 un evaluado y un evaluador; por ejemplo: para la fisiognomía, que establece que según los rasgos faciales de un individuo serían sus características de personalidad, bastaría sólo un retrato para evaluar a una persona y determinar que, como tiene la cara ancha en relación con la altura del rostro, tendería a presentar comportamientos agresivos. Por otro lado, en la actualidad, en un proceso de evaluación psicológica debe estar bien determinado y justificado el objetivo de evaluación: ¿qué datos necesitamos y queremos obtener al término del proceso?; no solamente aplicar un instrumento de medida porque sí, sino con antelación seleccionar los instrumentos adecuados que ayudarán a cumplir dicho objetivo, el cual debe estar inmerso en uno o más contextos específicos: escolar, familiar, clínico, laboral, etc. El segundo requisito tiene que ver con la teoría en la que la prueba descansa y que el evaluador selecciona porque cumple sus expectativas en cuanto al tipo de datos que dicha prueba puede proporcionar. Si por ejemplo, lo que se pretende es confirmar o descartar un diagnóstico de ansiedad, se debe seleccionar una prueba que mida ansiedad y que desde el marco teórico en que dicha prueba está construida nos proporcione datos para confirmar las hipótesis planteadas. Las pruebas psicológicas son instrumentos de medición con reglas muy claras en cuanto a la obtención y transformación de las puntuaciones que proporcionan y que nos van a permitir interpretar los valores encontrados a la luz de la teoría sobre la que la prueba descansa. De igual forma, estos mismos valores están dispuestos en diferentes categorías para poder comparar al evaluado con el grupo de referencia y así determinar que se encuentra en la norma, o bien, por arriba o por debajo de ella, y las implicaciones que esto tiene para la toma de decisiones. De esta manera, al considerar los requisitos anteriores, se puede hablar de antecedentes precientíficos y antecedentes científicos de la evaluación psicológica (Garaigordobil, 1998). Dentro de los primeros estarían las evaluaciones realizadas en la antigüedad y las derivadas y nutridas por la gran influencia en psicología de la filosofía (Platón, Aristóteles, Descartes; empirismo inglés) y la medicina (Gall). En los antecedentes científicos, encontramos a la psicofísica, la teoría de la evolución y los estudios de Wundt, Galton y Cattell. Antecedentes precientíficos Los historiadores señalan que las primeras evaluaciones de aptitudes datan del año 2200 a. C., en China, donde los funcionarios de gobierno eran evaluados a petición del emperador para determinar su competencia profesional (Chafee, 1985; citado en Gregory, 2001). Estas pruebas fueron aplicadas y modificadas a lo largo de los siglos y se convirtieron en exámenes escritos durante la Dinastía Han (202 a. C. a 200 d. C.), para adquirir su forma final hacia el año 1370. Esta evaluación consistía en pedir a los evaluados, como primera prueba, que pasaran un día y una noche en una pequeña cabina aislada, donde tenían que realizar composiciones escritas sobre temas asignados; si aprobaban esta prueba, continuaban con otro tipo de evaluaciones extenuantes y 12 rigurosas durante tres días y tres noches. Finalmente, a los que aprobaban se les aplicaba la última etapa de evaluación en Pekín, donde quienes triunfaban obtenían el puesto de mandarín. De acuerdo con Gregory (2001) y Martínez (1996), este programa de exámenes se amplió poco a poco, y hacia 1370, para ocupar puestos en el gobierno, incluía la evaluación de las aptitudes en equitación, música, aritmética, escritura (donde la belleza de la caligrafía tenía un peso importante, ya que era esencial para una buena comunicación); conocimiento de las leyes civiles, los ritos o ceremonias y los principios de Confucio. Este tipo de exámenes fue finalmente eliminado en 1905 y reemplazado por requisitos educativos, tales como poseer un título universitario. El filósofo Platón (427 – 347 a. C.) menciona, específicamente en La República, que no hay dos personas iguales, que cada una difiere de las otras en sus dotes naturales y que, por tanto, una persona puede ser apropiada para desarrollar una profesión y otra para desenvolverse en alguna totalmente distinta; él consideraba que si bien todos los seres humanos básicamente son iguales, sin embargo diferirían en sus cualidades y aptitudes; en cada persona estarían desarrolladas por naturaleza unas capacidades más que otras, por lo tanto él proponía que de acuerdo a dichas capacidades se estableciera una República formada por tres clases de ciudadanos, esto es, una división social del trabajo: los filósofos, que serían los encomendados a gobernar por poseer la virtud de la sabiduría; el pueblo, formado por los artesanos y los labradores, trabajarían en actividades productivas; los guerreros, fuertes y valientes, con la virtud de la fortaleza, estarían destinados a velar por el orden y la defensa. Así, proponía llevar a cabo una serie de funciones para evaluar las aptitudes militares con el propósito de seleccionar a los mejores soldados. Anastasi (1980) considera que estas acciones propuestas por Platón con la finalidad de evaluar los rasgos que se consideraban esenciales para determinar la destreza militar representan la primera prueba de aptitud de la cual existe memoria descrita sistemáticamente, cuyo objetivo era la asignación de los individuos a tareas específicas para los que estaban dotados. Aristóteles (384 – 322 a. C.), otro gran filósofo griego, discípulo de Platón, se percató de la existencia de las variaciones individuales. En sus escritos, plantea que hay diferencias en las características mentales y morales de los individuos de acuerdo con el nivel social, la raza y el sexo, y las atribuye a factores innatos. En su Ética nicomáquea, Aristóteles plantea que la plena excelencia sólo podría ser alcanzada por el varón adulto y maduro perteneciente a la clase alta, y la cual nunca sería alcanzada por las mujeres, los niños, los bárbaros o no griegos, y los asalariados o trabajadores manuales; de esta manera, él consideraba naturales las relaciones de poder del hombre sobre la mujer, los padres sobre los hijos y los amos sobre los esclavos. Consideraba que aunque un hombre se propusiera ser el mejor, no lo conseguiría, a menos que estuviera en su naturaleza, y que al comparar a unos hombres con otros, se evidenciaría que en la gimnasia, la medicina, la construcción, la navegación, las ciencias en general y cualquier actividad no científica existirían diferentes niveles de aptitud. Asimismo, consideraba que los hombres poseían determinados rasgos o cualidades — como la ira, la audacia, la inmoralidad— de manera diferencial, ya sea en exceso, en 13 término medio o de modo deficiente (Anastasi, 1980). De igual manera, Aristóteles proponía el análisis del carácter y los hábitos psicológicos de las personas con base en sus características corporales (fisiognomía). Se atribuye a Aristóteles un tratado llamado “Physiognomonica”, en el cual se relacionan los signos corporales con el carácter y las facultades mentales de las personas. Estas teorías fisiognómicas ya habían sido anteriormente postuladas tanto por Empédocles (450 a. C.), como por Hipócrates (400 a. C.), en sus conocidas Doctrinas Humorales de Personalidad. Estas Doctrinas establecen que el cuerpo humano está compuesto por cuatro humores: sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema, que a su vez corresponden a los siguientes elementos de la naturaleza, respectivamente: aire, tierra, fuego y agua, y que de acuerdo al humor que predomine en cada individuo, éste presentará alguno de los cuatro tipos de temperamento y personalidad: sanguíneo y optimista, melancólico y triste, colérico e iracundo, y flemático y apático. Esta postura influyó posteriormente en los trabajos tipológicos de Kretschner, en 1925, y su discípulo Sheldon, en 1949, sobre el temperamento (Pervin, 1984): tipo pícnico o endomorfia (tendencia a la obesidad, que caracteriza a los individuos como amables, dependientes, joviales y extrovertidos, de fácil expresión y emoción; muestra amor por el confort, tiende a evitar el dolor y es dependiente de la aprobación social), tipo atlético o mesomorfia (gran desarrollo muscular y esquelético, que distingue a los hombres como agresivos, con gran energía física, coraje, poder, aserción, cierta indiferencia y tolerancia al dolor físico, necesidad de acción y ejercicio) y tipo asténico o ectomorfia (escaso desarrollo de las estructuras musculares, frágil estructura ósea, que caracteriza a los individuos como introvertidos, tímidos, románticos, solitarios, pensativos y muy reflexivos). Por su lado, René Descartes (1596 – 1650) en su Discurso del método, establece una separación radical entre el mundo material (los cuerpos), regidos por una necesidad mecánica de moverse, y el alma, que es una propiedad exclusivamente humana caracterizada por el pensamiento inteligente; los cuerpos se mueven y obran de acuerdo a leyes mecánicas, las almas pueden decidir por libre albedrío. El cuerpo humano es una máquina y está unida al alma a través de la glándula pineal, por lo que alma y cuerpo se encuentran en interacción constante, considerando que las impresiones sensoriales, a través de los nervios y los espíritus animales en ellos contenidos, hacen sentir a las almas de los sujetos distintas pasiones o emociones que ella se encargará, a través de su albedrío, de fortalecer o rechazar. De esta forma, Descartes plantea que no es posible estudiar al hombre de manera objetiva, por lo que hay que utilizar la intuición para acceder a los datos de la conciencia. En una carta dirigida a Hyperaspistes, en 1641, él plantea que no se puede establecer una verdad universal sobre el comportamiento humano al modo geométrico, es decir, como la lograda en el conocimiento matemático, por lo que aquí se deduce el carácter subjetivo de la conducta humana (Rocha, 2004). Su filosofía influyó posteriormente en los enfoques fenomenológicos y humanistas, que consideran que no es posible llevar a cabo evaluaciones objetivas cuantificadas, y subyace en la creación de las pruebas subjetivas o proyectivas. En Inglaterra, entre los siglos XVII y XVIII, se desarrolla la doctrina filosófica del 14 empirismo, la cual considera a la experiencia como la única fuente válida de conocimiento. Para John Locke (1632 - 1704), al igual que para Descartes, el objeto del conocimiento humano son las ideas, pero a diferencia de él, considera que no hay más ideas en nuestro entendimiento que las que provienen de la experiencia y que el único conocimiento que los humanos pueden poseer es un conocimiento a posteriori. Locke estuvo fuertemente influido por el filósofo también inglés Francis Bacon (1561 – 1626), quien decía que la única forma de llegar a dominar la naturaleza sólo se conseguía observándola, que era preciso estudiar lo que sucede, anotar los resultados y hacer experimentos para reforzar las observaciones realizadas y que sólo sobre esa base se podrían obtener interpretaciones acertadas científicamente (Savater, 2009). Para los empiristas, la única fuente de conocimiento verdadero del universo era la experiencia sensible, lo que podía verse, oírse, sentirse, palparse u olerse, y lo que se podía inferir de las relaciones entre estas experiencias sensibles. El empirismo inglés es el antecedente de la doctrina filosófica del positivismo, iniciada en la primera mitad del siglo XIX, que identifica al verdadero conocimiento como aquel derivado del método científico o conocimiento positivo, es decir, a los hechos cuya verdad fuera incuestionable, cuya evidencia se apoyara en los sentidos y cuya validez estuviera garantizada por el método científico; a su vez el positivismo es el antecedente de la corriente psicológica del conductismo, la cual considera solamente como objeto de estudio a la conducta del sujeto externa, objetiva y observable. La influencia médica en esta primera etapa precientífica se debe al médico Franz Joseph Gall (1758 – 1828), quien planteó que las facultades psíquicas estaban localizadas en el cerebro y que podrían ponerse al descubierto al analizar las protuberancias craneales. Desde que era un niño, Gall había estado observando las distintas formas del cráneo de las personas, y estaba firmemente convencido de que tanto las diferentes formas como el tamaño deberían estar relacionados con las características personales; él era localizacionista, es decir, pensaba que las funciones mentales se encontraban ubicadas en zonas específicas del cerebro, y que dado que el cráneo es el recipiente del cerebro, observando sus formas y protuberancias, se podrían determinar las características de personalidad de los sujetos. Bajo estos supuestos se desarrollará la frenología —la cual mediante “mapas” localiza en el cráneo distintas características psicológicas, como la emotividad, la inteligencia, la agresividad, etc.—, antecedente de la evaluación neuropsicológica. Antecedentes científicos: siglos XVIII y XIX Ecuación personal En 1796, un ayudante de astrónomo llamado Kinneybrook discrepaba siempre de Nevil Maskelyne —el astrónomo real del Observatorio Astronómico de Greenwich, en Inglaterra— en las mediciones que realizaba. Estas mediciones consistían en anotar el tiempo que tardaban en pasar ciertas estrellas en una marca realizada con un hilo en el 15 telescopio. Kinneybrook fue despedido porque sus mediciones diferían en promedio más de medio segundo después de las realizadas por Maskelyne, lo cual provocaba errores considerables en los cálculos astronómicos (Nunnally, 1973; Anastasi, 1980). En 1816, el astrónomo alemán Friedrich Bessel se interesó por el incidente de Kinneybrook y decidió medir las diferencias en segundos de las estimaciones entre dos observadores. Bessel publicó datos sobre parejas de observadores entrenados y descubrió divergencias en cualquier par de observadores, así como diferencias de medición de cada sujeto comparado consigo mismo en distintos momentos, Bessel llegó así a la conclusión de que los errores en los cálculos de los astrónomos se debían a las personas, es decir, a los tiempos de reacción de los astrónomos a la hora de observar por el telescopio, lo cual, por lo tanto, daba como resultado la diferencia en los cálculos. Este trabajo es considerado como el primer registro publicado sobre las diferencias individuales, lo que fue conocido posteriormente como la ecuación personal, es decir, la tendencia característica a estimar las observaciones asignándoles una determinada cantidad, ya sea por exceso o por defecto (Anastasi, 1980; Nunnally, 1973). Este incidente tuvo tres consecuencias afortunadas: primero, reconocer que las personas difieren en sus juicios y que tales diferencias individuales pueden ser medidas, lo cual reafirmaba que en los atributos humanos hay diferencias individuales; segundo, que el ser humano como un instrumento de medición puede cometer errores, y tercero, que como cualquier otra herramienta de medición, los instrumentos de la ciencia psicológica (incluido el ser humano) también poseen un margen de error que hay que considerar y tener en cuenta, así como incorporar dichos errores al análisis de los datos, lo que a la larga sería el fundamento del concepto de confiabilidad. Curva normal: Quetelet Durante el siglo XIX, ya los astrónomos habían estado utilizando la curva normal de Gauss para describir el comportamiento de los errores de medición, pero fue Adolphe Quetelet (1796 – 1874), un astrónomo, matemático, naturalista y sociólogo belga, quien pensó que esta distribución normal podía también ser usada para explicar algunos aspectos de la conducta humana; él afirmaba que era posible identificar regularidades de comportamiento que caracterizaran al hombre promedio y así contrastarlas contra el comportamiento de individuos aislados a través de las desviaciones de los mismos sobre una curva normal (Nunnally, 1973). Quetelet se dedicó a reunir una gran cantidad de información en poblaciones europeas: datos sobre la locura, los suicidios, la delincuencia, el número de niños en las familias, el número de niños nacidos en distintos años, así como características físicas de las personas.En una ocasión tomó las medidas de la estatura de cien mil soldados franceses, en otra, las medidas torácicas de poco más de 5,700 soldados escoceses; encontró que al graficar estas medidas, seguían una distribución de curva normal. Llegó a la conclusión de que una distribución normal de las características humanas mostraba el error de la naturaleza de los seres humanos, es decir, que la meta de la naturaleza era crear al hombre normal o promedio, y que los accidentes 16 o errores de la naturaleza se podrían poner de manifiesto en los extremos de la curva normal. Psicofísica: estudios de Weber y Fechner Históricamente, se podría considerar que el primer problema de medición psicológica abordado de manera sistemática fue el estudio de las sensaciones. Uno de los primeros intentos que se hizo para emplear el método experimental en psicología se dirigió hacia la solución del problema de la relación entre las sensaciones percibidas por las personas al cambiar los estímulos que se les presentaban. Para Miller (1983), la posibilidad de medir las sensaciones fue la prueba de que la psicología podría algún día convertirse en ciencia. Si las sensaciones eran factibles de ser medidas, podría entonces también medirse cualquier fenómeno de la percepción, analizándolo mediante su reducción a los componentes elementales y mensurables de la experiencia. Poco después del interés por el estudio de la ecuación personal, tanto los filósofos como los primeros psicólogos se interesaron por estudiar el umbral de conciencia, a lo que se le llamó limen, que es el punto o el umbral en el cual se llega a adquirir conciencia visual, auditiva o cinestésica de la existencia de un objeto. Por ejemplo, si un sonido o una luz son demasiado débiles o tenues para poder escucharse o verse, decimos que se encuentra por debajo del umbral o limen de la percepción auditiva o visual; a estos estímulos que no pueden detectarse se les llama subliminales, y a los que sí se pueden detectar supraliminales. Al punto en el que el ojo, el oído o el sentido del tacto perciben un objeto se le llama limen absoluto. Como dato interesante, podemos agregar que esta manera de medir los umbrales diferenciales todavía se utiliza; por ejemplo, en los exámenes de agudeza auditiva, para determinar los umbrales auditivos se le presentan al sujeto sonidos en diferentes niveles de intensidad y se le pide que mencione cuándo empieza a oír el sonido, o bien, cuándo deja de escucharlo. Para Garret (1975), la psicofísica comenzó con la obra del fisiólogo alemán Ernst Heinrich Weber (1795 – 1878), quien como profesor de anatomía en la Universidad de Leipzig, de 1829 a 1834, publicó una serie de experimentos sobre las sensaciones cutáneas y cinestésicas. Weber estaba interesado en descubrir con cuánta exactitud las personas podrían apreciar pequeñas diferencias de peso cuando dos pesos se levantaban con la mano, o bien, cuando se dejaban libremente en la superficie de la piel, así como cuál sería la diferencia más pequeña entre dos líneas que pudiera ser discernida por el ojo humano; a esto se le llamó limen diferencial, que comprende tanto la diferencia mínima perceptible como la diferencia mínima no perceptible. La primera, la diferencia mínima perceptible, es la diferencia que el ser humano puede percibir entre dos estímulos —visuales (por ejemplo, una luz con cierta intensidad), auditivos (un sonido con determinados decibeles) o cinestésicos (un objeto con determinado peso)— que comienzan siendo iguales, para luego uno de ellos variar de intensidad y dejar al otro fijo, hasta que la persona pueda determinar que uno es más o menos intenso que el otro. Por otro lado, en la diferencia mínima no perceptible, se le 17 presentan al sujeto dos estímulos muy distintos y poco a poco se modifica uno de ellos hasta que el individuo reporta que ya no ve, oye o siente la diferencia. Weber encontró que la diferencia mínima perceptible entre dos objetos tiende a estar en relación constante con la intensidad inicial del estímulo (Nunnally, 1973). Por ejemplo, un individuo podría determinar que hay una diferencia entre un peso de 30 onzas y otro de 31 o 29 onzas, pero no sentir la diferencia entre un peso de 50 onzas y otro de 51; para este último caso, la diferencia de peso debería ser de 1.65 onzas, esto es, el objeto debería pesar 51.65 o bien de 48.35 onzas para poder sentir la diferencia con respecto a uno de 50. Al realizar diferentes experimentos, Weber concluyó que lo que percibíamos no era la diferencia real entre dos objetos, sino la razón que esta diferencia guarda con las magnitudes de los dos objetos comparados. Así, estableció la llamada Ley de Weber, en donde la diferencia mínima perceptible (dmp) es igual a la intensidad del estímulo (S) por una constante (c), esto es: dmp = cS. En el caso anterior, la constante sería 0.033 (30 X 0.033 = 0.99; 30+0.99 = 30.99; 30-0.99 = 29.01; 50X0.033 = 1.65; 50+1.65 = 51.65; 50-1.65 = 48.35). Matemáticamente, la Ley de Weber se expresa como dR/R = C, donde R es el estímulo y dR, el incremento por el que R debe aumentarse con objeto de producir un cambio apenas perceptible, esto es, se establece la relación que existe entre los juicios sensoriales y las intensidades de los estímulos (Garret, 1975). En conclusión, la Ley de Weber indica que la cantidad de excitación que se necesita para distinguir entre una sensación y otra, está en una relación constante con la sensación inicial; si la cantidad de excitación se aumenta poco a poco, la primera sensación no cambia al principio, y para que el sujeto pueda percibir el aumento, esto es, experimentar una sensación diferente, se requiere un aumento importante proporcional a la excitación primera. Como bien considera Garaigordobil (1998), con los estudios de Weber sobre la medición de los umbrales diferenciales en distintos niveles de estimulación se abría la posibilidad de medir lo subjetivo. Gustav Theodor Fechner (1801 – 1887) continuó el estudio de la Ley de Weber, de hecho, la mayor parte de la psicofísica de Fechner, puede considerarse como la culminación de los resultados de Weber (Kantor, 2005). Fechner ingresó a la Universidad de Leipzig en 1818 y se quedó en ella como profesor e investigador hasta su muerte; aunque se graduó en medicina, su desarrollo profesional fue principalmente como físico y filósofo (Nunnally, 1973; Garret, 1975). Sus especulaciones filosóficas se ocupaban de la presencia de la conciencia en todas las cosas, incluso en plantas y objetos inanimados. Como punto de partida de sus estudios de psicofísica, retomó los experimentos de Weber sobre juicios humanos y en particular sobre la diferencia mínima perceptible. En la Ley de Weber descubrió un medio para estudiar cuantitativamente la relación entre los mundos físico y mental. Sus investigaciones partían del postulado de que si bien la sensación no puede medirse directamente, era legítimo preguntarle a un individuo si la sensación existe o no, o bien, si una sensación era más intensa que otra, es decir, consideraba que como las respuestas encubiertas a los estímulos no son directamente accesibles para la investigación psicológica, pero las respuestas manifiestas sí lo son, habría que llegar a las sensaciones por medio del reporte verbal del sujeto, lo cual se 18 puede considerar como el antecedente remoto del método del cuestionario. En su obra Elementos de Psicofísica, publicada en 1860, Fechner consideraba a la psicofísica como el estudio de las relaciones que hay entre los sucesos del mundo físico y las respuestas psicológicas, en donde el mundo físico estaba representado por los estímulos físicos y el mundo psíquico por las sensaciones que esos estímulos provocan en el organismo. Definía a la psicofísica como la ciencia de la relación funcional entre el cuerpo y la mente, entre lo material y lo espiritual, entre lo físico y lo psíquico (Nunnally, 1973; Garret, 1975). Al método creado por Fechner —de presentar de manera precisa y sistemática los estímulos físicos para suscitar las respuestas manifiestas— se le llamó psicofísico y es una de sus principales contribuciones a la medición de juicios humanos en psicología. Su método de comparación por pares se utiliza actualmente en los exámenes de agudeza visual, donde se le pide al sujeto que mencione si existe diferencia entre una dioptría u otra que el oftalmólogo le presenta (¿con cuál ve mejor, con ésta o con ésta?). Este método también se utiliza en la comparación y clasificación de perfumes, licores, tabacos y, en psicología, en algunas pruebas de orientación vocacional, en donde el sujeto tiene que elegir entre tres estímulos aquello que más le gusta y lo que menos le gusta. Otro método psicofísico creado por Fechner y que se refiere a la graduación de los estímulos en diferentes intensidades es el antecedente remoto de las escalas de actitudes tipo Likert, utilizadas hoy en día para evaluar los atributos psicológicos. La obra de Fechner, a quien se le considera el padre de la psicofísica, es importante porque demostró de manera concluyente que los problemas de la psicología pueden analizarse mediante métodos cuantitativos, y además se ve reflejada en el amplio desarrollo posterior de las pruebas psicológicas. En palabras de Kantor (2005), si bien Fechner es el fundador de un culto que decía medir la relación entre el cuerpo y la mente, desde el punto de vista de la psicología científica se le reconoce como auténtico estudioso de la conducta, y por tanto, como líder del avance científico. Establecimiento de la psicología como ciencia experimental: Wundt Derivado de los estudios de Weber sobre los umbrales diferenciales y de Fechner con la creación de sus métodos psicofísicos, se abre el camino hacia la medición de lo subjetivo mediante técnicas de autoinforme. Si bien estos avances contribuyeron al progreso de la medición en psicología, el antecedente científico fundamental del psicodiagnóstico es, según Garaigordobil (1998), la constitución de la psicología como disciplina experimental en 1879, cuando Wilhem Wundt establece en Leipzig, Alemania, el primer laboratorio de psicología experimental con la finalidad de estudiar fenómenos psicológicos con la metodología propia de la investigación fisiológica de esa época; su objetivo era determinar la relación de los fenómenos psíquicos con su sustrato orgánico, particularmente cerebral. Lo que Wundt entendió por psicología experimental, según Kantor (2005), fue la psicología fisiológica, esto es, una psicología que utilizaba las técnicas de la fisiología, estudiando actividades tales como la sensación, la percepción, la 19 atención y el tiempo de reacción. Wundt desempeñó un papel decisivo en la constitución de la psicología experimental, anexándole la fisiología y la anatomía; su meta fue elaborar una psicología admitiendo solamente hechos y recurriendo a la experimentación y a la medición (Mueller, 2004). En dicho laboratorio se formaron psicólogos de la talla de Brentano, Ebbinghaus, Dilthey, Hull, James y el propio Wundt; casi la mitad de los directores de los primeros laboratorios de psicología de Estados Unidos se formaron en el laboratorio de Wundt (Hogan, 2004). Para Wundt, la única forma de estudiar la conciencia era reduciéndola a sus elementos más simples, entender la forma en que estos elementos se hallan conectados para poder determinar las leyes de esa conexión; al igual que los químicos habían analizado la materia reduciéndola a átomos y los anatomistas reduciendo los sistemas vitales a células, así entonces se debía analizar la mente reduciéndola a las sensaciones y sentimientos elementales que la constituyen (Miller, 1983). Así, las aportaciones de Wundt a la evaluación psicológica son (Garaigordobil, 1998; Hogan, 2004): 1) Concentra la experimentación en psicología en la estandarización de las condiciones y la precisión de la medición, y enfatiza la importancia de realizar las observaciones de todos los sujetos bajo condiciones tipificadas. 2) Contextualiza a la psicología dentro de las ciencias naturales como ciencia empírica y, por tanto, separada de la filosofía. 3) Postula el método experimental para el estudio de la conciencia, ya que todo elemento de ésta se deriva directa o indirectamente de la sensación y toda idea compleja es una combinación asociativa de elementos más simples. 4) En aras de la objetividad, limita sus observaciones a los procesos más elementales de la conciencia, tales como tiempos de reacción, sensaciones auditivas y visuales, percepción, psicofísica, reacciones motrices simples y asociación, al considerar que los fenómenos mentales más complejos como el pensamiento no podrían ser estudiados en el laboratorio. Teoría de la evolución de Charles Darwin El biólogo inglés Charles Darwin (1809 – 1882) tuvo una gran influencia no sólo en el campo de la biología, sino también en la psicología. En 1859, publica su magna obra El origen de las especies, en la que concebía a los animales y las plantas en un estado de cambio constante en el que progresan gradualmente de una forma a otra para adaptarse a los medios cambiantes. También establece que las diferentes especies, mediante un mecanismo de selección natural, se adaptan y subsisten, y otras se extinguen, a lo que llamó “la supervivencia del más apto” (Nunnally, 1973). La teoría de la evolución de Darwin favoreció el estudio de las diferencias individuales en psicología, ya que si estas diferencias en las plantas y animales explicaban su diversa capacidad para adaptarse y sobrevivir, las mismas tendrían en los seres humanos una importancia funcional; y si las plantas y los animales heredaban características 20 ancestrales, algunas de las características individuales de los seres humanos podrían ser explicadas sobre la misma base de la herencia (Nunnally, 1973). Mientras Wundt buscaba los principios universales y generales que gobiernan la mente, los psicólogos interesados en la evolución comenzaron a catalogar todas las formas en que las mentes podían diferir entre sí (Miller, 1983). El papel de Darwin y su teoría de la evolución resultó de gran relevancia, ya que las diferencias individuales no solamente empezaron a concebirse como algo totalmente normal —dejando de considerarse como errores de medición o errores de la naturaleza, como lo postulaba Quetelet—, sino incluso a aceptarse como algo adaptativo (Garigordobil, 1998). Primeros estudios sobre las diferencias individuales: Galton El objetivo principal de los psicólogos formados experimentalmente era encontrar las leyes de la conducta humana, es decir, formular descripciones generalizadas de la conducta. En este sentido, cuando en sus experimentos encontraban diferencias individuales, ignoraban los resultados, o bien, los aceptaban como un mal necesario que limitaba la aplicación de las generalizaciones. Así, cuando se observaba que un individuo reaccionaba de modo distinto a otro en condiciones idénticas, se consideraba como una forma de error, ya que impedía establecer las deseadas generalizaciones. Esta actitud de considerar las diferencias individuales como errores prevaleció entre los psicólogos formados en el laboratorio de Wundt, actitud fundamentada en los hallazgos de Quetelet. Las investigaciones sobre psicofísica de Weber y Fechner y el enfoque evolucionista de Darwin influyeron mucho en los trabajos acerca del estudio de las diferencias individuales de Francis Galton (1822 – 1911), en Inglaterra, y posteriormente de McKeen Cattell (1861 - 1944), en Estados Unidos. Galton, primo segundo de Charles Darwin, era un caballero inglés, rico e independiente, pero con gran interés en la ciencia (un intelectual autodidacta). Sin tener formación universitaria, emprendió el estudio de una amplia gama de temas que abarcaban la criminología (fotografió delincuentes para tratar de caracterizar los rasgos criminales), la biología, la antropología (para comprender las religiones primitivas y el significado del ídolo para éstas, creó una religión propia) y desde luego la psicología (para estudiar la paranoia, imaginó que todos hablaban de él, llegó incluso a creer que hasta los caballos tramaban algo en su contra). Inventó algunos dispositivos científicos para medir los sentidos como un silbato para medir las frecuencias más altas que puede percibir el oído humano: el pito supersónico (silbato con el tono más agudo que puede percibirse, con el cual llamaba a los perros y éstos se apartaban de sus incrédulos amos); la barra de Galton para la discriminación visual de la longitud, la fotografía compuesta (superposición de una fotografía sobre otras), entre otros (Nunnally, 1973). Sin embargo, sus estudios no se limitaron a estos fenómenos sensoriales. El interés principal de Galton era comprobar la heredabilidad de las características individuales y la medición de los rasgos humanos. Postulaba que no sólo las características físicas prominentes se heredan, sino que también las características personales —las aptitudes y 21 los rasgos de personalidad, la inteligencia o el “genio”, las tendencias delictivas y los trastornos psicológicos— se transmitían de padres a hijos por herencia directa. En 1869, con su obra Heredity Genius, intentó demostrar mediante historias familiares la herencia de talentos específicos en diferentes áreas: música, literatura, etc. Por ejemplo, en un estudio descubrió que en 30 familias donde ambos padres tenían talento artístico, el 64% de sus hijos también lo presentaban, contra el 21% de los hijos de 150 familias en las que ninguno de los padres tenía talento. Después de este libro, publicó otros con el mismo tema: English Men of Science, en 1874, y Natural Inheritance, en 1889 (Nunnally, 1973; Anastasi, 1980; Garaigordobil, 1998; Hogan, 2004). Derivado de la hipótesis de que las características personales se heredaban, Galton intentó crear el estudio de la eugenesia, cuyo propósito explícito sería el mejoramiento de la raza humana y la creación de un mundo de seres humanos superiores por medio del control de la reproducción, en donde se alentaría a las personas con talentos especiales —gran inteligencia, genialidad en música, literatura, liderazgo militar o político— a que se casaran y tuvieran hijos y se desalentaría a los individuos menos dotados a que los tuvieran. Sin embargo, Galton comprendió que antes de emprender un programa de eugenesia de tal magnitud, era necesario tener un mayor conocimiento de aquellas características individuales que realmente se heredan y, más aún, antes de proceder a estudiar la transmisión de estas características mediante la herencia, se necesitaba medirlas de manera objetiva y en grandes números; ésta fue la segunda gran contribución de Galton a la psicología: el intento de medir las características psicológicas (Nunnally, 1973; Garret, 1975; Anastasi, 1980; Hogan, 2004). Y como él mismo menciona: “…hasta que un fenómeno de cualquier rama del conocimiento no haya sido sometido a la medida y asignación de números, no podemos asumir que tenga el status y la dignidad de ciencia…” (Galton, 1879, p. 147; cit. en Martínez, 1996). Galton estaba firmemente convencido de que la capacidad mental de cualquier tipo dependía de los procesos psicológicos más elementales. Partía de la hipótesis de que las personas que, al igual que los animales, tuvieran los sentidos más agudos serían las mejor dotadas y por tanto las de mejores capacidades intelectuales. Publica así en 1883 su obra Inquiries into Human Faculty and its Development —punto de partida de las pruebas mentales—, donde enfatiza las diferencias individuales de acuerdo con las facultades mentales; considera que: “La única información que llega hasta nosotros en relación a los acontecimientos exteriores pasa, al parecer, por la avenida de nuestros sentidos; y cuanto más perciban la diferencia nuestros sentidos, mayor será el campo sobre el cual pueden actuar nuestro juicio y nuestra inteligencia.” (Galton, 1883, p. 27; citado en Anastasi, 1977, 1980). En la misma obra, mencionaba que los retrasados mentales tienden a ser deficientes en la capacidad para discriminar el calor, el frío y el dolor, por lo que esto reforzaba aún más su convicción de que la capacidad discriminativa sensorial debería ser superior en aquellos mejor dotados intelectualmente. Mediante la medida de los procesos sensoriales, Galton esperaba llegar a un cálculo del nivel intelectual de los sujetos. Así, bajo esta premisa, emprendió el primer programa de administración de mediciones de 22 características humanas en su Laboratorio Antropométrico durante la Exposición Internacional sobre Salud, que se efectuó en Londres en 1884, donde utilizaba pruebas de agudeza sensorial, discriminación, tiempos de reacción y mediciones fisiológicas simples, como ventanas hacia la mente. En dicho laboratorio, por una cantidad de tres peniques, le tomaba a cada visitante medidas de una gran variedad de pruebas físicas y sensoriales: dimensiones de la cabeza, dimensión de los brazos extendidos, altura, peso, capacidad respiratoria, fuerza muscular en ambas manos, rapidez de golpeteo, agudeza auditiva y determinación de umbrales de audición, agudeza visual, discriminación visual de longitudes, tiempo de reacción auditiva y visual, series graduadas de pesos para medir la discriminación cinestésica, sentido del color, precisión al dividir una línea en dos y tres partes iguales, error al estimar la apertura de un ángulo de 90 grados y otro de 60, etc. Cuando la exposición fue clausurada, el laboratorio se trasladó al Museo South Kensington de Londres, en donde funcionó durante seis años más, en el curso de los cuales fueron evaluadas de 10 000 a 17 000 personas, de los que se conservan todavía en la actualidad 7 500 registros (Nunnally, 1973; Anastasi, 1977; Martínez, 1996; Garaigordobil, 1998; Gregory, 2001; Muñiz, 2003; Hogan, 2004). Para analizar los datos obtenidos, recurrió a los métodos estadísticos y determinó promedios y medidas de varianza; al tratar de relacionar las diferentes variables estudiadas, creó el diagrama de distribución bivariada e indujo a Karl Pearson (1857 – 1936) a inventar el coeficiente de correlación; es el primer investigador en psicología que utilizó y desarrolló métodos estadísticos para analizar los datos provenientes de sus mediciones (Nunnally, 2003; Muñiz, 2003; Hogan, 2004). Otro de sus discípulos, Charles Spearman (1863 – 1945), desarrolló la teoría de la confiabilidad de las pruebas, el análisis factorial y el modelo estadístico de puntaciones conocido como Teoría Clásica de las Pruebas o, como se le conoce generalmente, Teoría Clásica de los Tests (TCT) (Martínez, 1996). Por sus grandes contribuciones al campo de la medición en psicología y la evaluación psicológica, a saber: la postulación acerca de la heredabilidad de las características psicológicas, la demostración de que las diferencias individuales no sólo existen, sino que se pueden medir de manera objetiva, el comienzo del movimiento de las pruebas mentales y el uso de procedimientos estadísticos en psicología, se le puede considerar como el padre de la psicología diferencial. Primeras pruebas mentales: McKeen Cattell James McKeen Cattell (1861 – 1944), psicólogo estadounidense, fue también un personaje clave en la configuración de la evaluación psicológica. Realizó sus estudios bajo la dirección de Wundt, en Leipzig, por lo que tuvo una formación experimental rigurosa. En 1886, para su doctorado concluyó una disertación sobre las diferencias individuales en el tiempo de reacción; su tesis se tituló The Time Taken up by Cerebral Operations (Garret, 1975). Dos años más tarde, en Cambridge, fue discípulo de Galton, quien reforzó su interés por el estudio de las diferencias individuales (Anastasi, 1980; Hogan, 2004). Rechaza abiertamente la introspección como forma de abordar los 23 fenómenos psicológicos y sostiene que el objetivo prioritario de la disciplina es el uso de procedimientos objetivos en el estudio de las ejecuciones de los sujetos, sin atribuir a éstas inferencias o atributos subyacentes (Garaigordobil, 1998). A su regreso a los Estados Unidos, en la Universidad de Columbia, Cattell se concentra en la creación de laboratorios de psicología experimental y en la elaboración y aplicación de pruebas. Al igual que Galton, Cattell consideraba que era posible obtener una medida del funcionamiento intelectual mediante la medición de los procesos elementales, tales como las funciones sensoriales, perceptivas y motoras. Creó una batería de 50 pruebas cuyo objetivo, de acuerdo con los planteamientos de Galton, era la determinación del rango, exactitud y naturaleza de las facultades psicológicas más elementales, así como la posibilidad de reunir suficiente material para determinar los factores que regulan el desarrollo de estas facultades, sus conexiones y sus perturbaciones, por lo que se convirtió en el primer psicólogo que planteó el uso de baterías de pruebas para la evaluación psicológica. En un artículo que escribió en 1890 para la revista Mind, “Mental Tests and Measurements”, acuñó el término de “test mental”, el cual se emplearía para caracterizar el área durante los siguientes 50 años, y describió una serie de 10 pruebas que aplicaba anualmente a estudiantes universitarios con el objetivo de determinar su nivel intelectual y pronosticar su desempeño académico. Las pruebas eran (Anastasi, 1980; Garaigordobil, 1998; Gregory, 2001, Hogan, 2004): 1. Fuerza de la presión ejercida con la mano, medida con un dinamómetro. 2. Tasa o velocidad de movimiento de la mano en el trayecto de una distancia de 50 cm. 3. Umbral de tacto de dos puntos (diferencia mínima no perceptible donde dos puntos todavía se perciben como separados). 4. Sensibilidad al dolor: grado de presión necesaria para sentir dolor con una punta de goma contra la frente. 5. Percibir la diferencia de peso de cajas en apariencia idénticas, desde los 100 hasta los 110 gr. 6. Tiempo de reacción para el sonido: rapidez con que puede moverse una mano al iniciarse una señal auditiva. 7. Tiempo para nombrar colores: tiempo que lleva enumerar los colores de una franja de 10 papeles de color. 8. Dividir en dos partes iguales una línea de 50 cm. 9. Estimación de un tiempo de 10 segundos. 10. Memoria o número de letras repetidas después de escucharlas una sola vez. Cattell tuvo varios discípulos que después se convirtieron en psicólogos famosos (Thorndike y Woodworth); uno de ellos, Clarke Wissler, obtuvo las puntuaciones de las pruebas mentales y de las calificaciones escolares de 300 estudiantes de la Universidad de Columbia y del Colegio Barnard, con el objetivo de demostrar que los resultados de 24 las pruebas mentales podían pronosticar el desempeño académico. Los resultados fueron expuestos por Wissler, en 1901, en un artículo que publicó en Psychological Review, “The Correlation of Mental and Physical Tests”, en el cual mostró que la correlación entre la ejecución en las pruebas mentales y las calificaciones escolares era muy baja, e incluso en algunas pruebas era negativa (la más alta fue de 0.16 en la prueba de memoria) (Gregory, 2001). Las pruebas de Cattell fueron un fracaso colosal como indicadores de la aptitud intelectual. Los análisis de los datos mostraron la nula correlación entre la ejecución de los alumnos en dichas pruebas y su nivel intelectual; la ejecución de los estudiantes evaluados presentaba poca consistencia de una prueba a otra y poca o ninguna relación con valores independientes del nivel intelectual, basados en las estimaciones de los profesores o en las calificaciones académicas (Anastasi, 1980; Muñiz, 2003; Hogan, 2004). Con la publicación de los fallidos resultados encontrados por Wissler, los psicólogos experimentales abandonaron el uso de las pruebas sensoriales y motoras como indicadores de la capacidad intelectual, lo cual abonó el camino para la elaboración de pruebas psicológicas que midieran procesos mentales superiores. Para Gregory (2001), la reacción de los psicólogos al iniciar el siglo XX fue concluir a regañadientes que Galton había estado equivocado en sus intentos por inferir capacidades complejas a partir de capacidades simples. Sin embargo, el abandono del desarrollo de pruebas que midieran la capacidad intelectual no duraría mucho tiempo; en 1905, en Francia, Alfred Binet elaboraría la primera prueba propiamente psicométrica de la historia. Referencias Anastasi, A. (1977). Tests psicológicos. España: Aguilar. Anastasi, A. (1980). Psicología diferencial. España: Aguilar. Fernández-Ballesteros, R. (1996). Introducción a la evaluación psicológica. Salamanca: Pirámide. Garaigordobil, L. M. (1998). Evaluación psicológica. Bases teórico-metodológicas, situación actual y directrices de futuro. España: Amarú Ediciones. Garret, H. E. (1975). Las grandes realizaciones de la psicología experimental. México: FCE. Gregory, R. J. (2001). Evaluación psicológica. Historia, principios y aplicaciones. México: El Manual Moderno. Hogan, T. P. (2004). Pruebas psicológicas. Una introducción práctica. México: El Manual Moderno. Kantor, J. R. (2005). La evolución científica de la psicología. México: Trillas Martínez A. R. (1996). Psicometría: Teoría de los tests psicológicos y educativos. Madrid: Síntesis. Miller, G. A. (1983). Introducción a la Psicología. Madrid: Alianza Editorial. Mueller, F. L. (2004). Historia de la psicología. México: Fondo de Cultura Económica. Muñiz, J. (2003). Teoría clásica de los tests. Madrid: Pirámide. Nunnally, J. C. (1973). Introducción a la medición psicológica. Buenos Aires: Paidós. Pervin, I. A. (1984). Personality: Theory and Research. New York: John Willey and Sons, Inc. Savater, Fernando (2009). Historia de la Filosofía. Sin temor ni temblor. España: Espasa Rocha, H. L. (2004). “La idea de hombre en la filosofía cartesiana (Una proyección hacia la individualidad)”. Revista Digital Universitaria.10 de abril de 2004. http://www.revista.unam.mx/vol.5/num3/art17/art17.html [Consulta: 11 de abril de 2004]. 25 26 Capítulo 2 ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA EN LA ÉPOCA MODERNA: SIGLO XX Como vimos en el capítulo anterior, el estudio de las diferencias individuales se extendió de Inglaterra, con los trabajos de Galton, a los Estados Unidos, con la aplicación de baterías de pruebas mentales por Cattell, principalmente de tipo sensorial y motor. Sin embargo, con la publicación de Wissler en 1901 (Gregory, 2001), se llegó a la conclusión de que estas pruebas no medían la inteligencia, lo cual echaba por tierra la hipótesis de que la capacidad sensorial estaba estrechamente relacionada con la inteligencia. Al comenzar el siglo XX, Francia era el centro del humanismo, del interés por la medicina y el bienestar social; expresiones como “libertad”, “igualdad” y “fraternidad”, reflejaban el interés de ese país por ayudar al oprimido, al enfermo y al deficiente mental (Nunnally, 1973). En ese contexto, en 1904, el Ministerio de Educación Pública de París le encomendó a un equipo de médicos, educadores e investigadores (entre los que estaban Alfred Binet y Theodor Simon) que decidiesen qué medidas educativas deberían emprenderse para distinguir al niño perezoso o inadaptado de aquél que no tenía capacidad de aprender o con deficiencia mental, esto es, para detectar a aquellos niños que no podían beneficiarse de la educación regular, con la finalidad de proporcionarles una pedagogía apropiada. Esta comisión concluyó que para tal fin deberían utilizarse exámenes médicos y educativos. Sin embargo, como era evidente que se necesitaba además un medio para poder asignar a los niños a una u otra categoría, se le solicitó a Binet, que en ese tiempo era director del Laboratorio de Psicología Fisiológica de la Sorbona, y a su colaborador Simon que desarrollaran una herramienta práctica dirigida únicamente a ese propósito, lo que dio lugar a la primera escala formal para evaluar la inteligencia en niños: la Binet-Simon Scale (Nunnally, 1973; Garret, 1975; Gregory, 2001; Hogan, 2004). En este segundo capítulo sobre la historia de la evaluación psicológica, abordaremos la elaboración de la prueba de inteligencia de Binet, la proliferación de pruebas durante la Primera y Segunda Guerras Mundiales, el establecimiento de la psicometría como rama de la psicología científica y algunos sucesos importantes recientes en la configuración de la evaluación psicológica. 27 La primera prueba psicométrica de inteligencia: Binet Binet (1857 -1911) nació en Niza, Francia. Aunque su formación original fue en Derecho —después realizó estudios superiores en medicina y ciencias naturales—, sus intereses lo dirigieron hacia la psicología; sus primeros trabajos en esta disciplina versaron sobre el uso del hipnotismo en el tratamiento de los trastornos mentales (Hogan, 2004). En 1895, Binet y su ayudante en la Sorbona, Victor Henri, publicaron un artículo sobre la revisión de los trabajos alemanes y estadounidenses acerca de las diferencias individuales: “La Psychologie individuelle”; en él criticaban este tipo de trabajos por considerar que utilizaban en demasía pruebas de tipo sensorial y que se concentraban indebidamente en capacidades sencillas y especializadas; planteaban que la medición de la inteligencia debería abordarse mediante procesos psicológicos o mentales superiores: “…no son las sensaciones, son las facultades psíquicas superiores lo que hace falta estudiar, son ellas las que juegan el puesto más importante y la psicología individual deberá prestar mucha más atención a ellas” (Binet y Henri, 1895, p.416; citado en Garaigordobil, 1998). Para Binet, la capacidad intelectual —esos procesos mentales superiores— se debería revelar en el razonamiento, la imaginación y el juicio, los que, junto con la adaptabilidad, serían los contribuyentes más importantes de la inteligencia. Garret (1975) menciona que Binet consideraba que el intelecto se componía de juicio, sentido común, iniciativa, capacidad de adaptación, conciencia de las propias capacidades, adaptación inmediata de la propia conducta a una meta o fin definidos, y persistencia en la ejecución de una tarea emprendida. Binet es el primero que plantea un concepto claro de diagnóstico psicológico como sinónimo de evaluación de la inteligencia, al distinguirlo del examen médico y de la evaluación pedagógica (análisis de los aprendizajes). Destaca que una prueba psicológica debería contar con tres requisitos: tareas simples, aplicación rápida y resultados contrastables por otros observadores (Garaigordobil, 1998). Con dichos requisitos, sobre todo el último que hace referencia a la posibilidad de que los resultados puedan ser repetidos y contrastados por diferentes evaluadores, Binet está sentando las bases para la estandarización de las pruebas psicológicas objetivas. Así, en colaboración con Simon, Binet elaboró su primera prueba de inteligencia en 1905, la cual ya no se ocupaba específicamente de evaluar funciones sensoriales o motoras como las de Galton y Cattell, en lugar de eso, proponía la utilización de pruebas mentales en las que habría que determinar la capacidad del niño para comprender y razonar acerca de los objetos de su ambiente, estudiar la memoria, la naturaleza de las imágenes mentales, la imaginación, la atención, la comprensión, los sentimientos estéticos y morales, y aún la fuerza de voluntad, por lo que su prueba, aunque todavía incluía reactivos sensoriales y perceptivos, abarcaba una proporción mucho mayor de contenido verbal, con reactivos tales como nombrar objetos, completar oraciones o comprender preguntas (Nunnally, 1973; Anastasi, 1977; Garaigordobil, 1998). Binet aprobaba la inclusión de los diferentes reactivos basándose en la observación y la práctica, más que 28 en la teoría; observaba a los niños y dejaba que su ejecución decidiera qué reactivos eran adecuados y cuáles inaplicables en cada grupo de edad. Esta escala de 1905 ordena los reactivos seleccionados por Binet en orden de dificultad creciente, y así cada niño realizaba todos los ítems que podía hasta que le resultaran demasiado difíciles; posteriormente se comparaba el nivel al que llegaba el niño con el nivel que alcanzaban los niños de su misma edad. Esta primera escala constaba de 30 reactivos que iban de lo más simple a lo más complejo y fueron aplicados a 50 niños de entre tres y 11 años, así como a algunos con retraso mental. Si bien las pruebas o reactivos no se agrupaban de acuerdo con la edad, Binet indicó qué pruebas debería esperarse que pasara un niño normal de una edad determinada. Los reactivos eran los siguientes (Sattler, 1996; Jenkins y Paterson, 1961, cit. en Gregory, 2001): 1. Seguir con los ojos un objeto en movimiento (coordinación visual) 2. Tomar un objeto pequeño cuando se le pone al sujeto en contacto con la palma o el dorso de su mano 3. Tomar un objeto pequeño cuando se le pone a su vista y se le alienta verbalmente a que lo alcance 4. Reconocer la diferencia entre un cuadro de chocolate y uno de madera 5. Búsqueda de comida cuando se interpone una pequeña dificultad: ingerir un cuadro de chocolate envuelto en papel 6. Obedecer órdenes sencillas e imitar ademanes simples 7. Darle al experimentador objetos familiares nombrados como taza, llave, cuerda, así como tocarse partes de su cuerpo: cabeza, nariz, orejas 8. Señalar objetos representados en láminas 9. Nombrar objetos representados en dibujos. Estas tres últimas pruebas eran el límite superior para los niños normales de tres años de edad. 10. Comparar dos líneas de longitud notablemente desigual 11. Repetir tres dígitos inmediatamente después de su presentación verbal 12. Comparar dos pesos (3 y 12 gramos, 6 y 15, y 3 y 15) 13. Mostrar susceptibilidad a la sugestión. Se le pide un objeto que no se encuentra entre los presentes, se le pide que diga dónde está un... (se usa una palabra sin sentido) y se le dan a comparar dos líneas de igual longitud. 14. Definir palabras comunes (casa, caballo, tenedor, mamá) 15. Repetir oraciones de 15 palabras inmediatamente después de escucharlas 16. Explicar la diferencia entre dos objetos comunes (papel y cartón, mosca y mariposa, madera y vidrio). Esta prueba separa de manera efectiva a los niños de 5 y 7 años; límite para los 7 años. 17. De un total de 13 objetos presentados simultáneamente, mencionar de memoria el mayor número posible en 30 segundos 18. Reproducir de memoria dos diseños mostrados durante 10 segundos 19. Repetir de memoria series mayores a tres dígitos 20. Decir en qué se parecen objetos familiares: amapola (roja) y sangre; hormiga, 29 mosca, mariposa y pulga; periódico, etiqueta y fotografía 21. Comparar dos líneas de longitud desigual pero muy cercana, por ejemplo, una de 30 cm con 15 líneas que van desde los 31 a los 35 cm 22. Ordenar cinco cubos de igual tamaño por peso (15, 12, 9, 6 Y 3 gramos) 23. Indicar cuál de los cinco cubos anteriores ha sido retirado. Esta prueba es el límite más probable para aquellos niños con deficiencia mental 24. Encontrar palabras que rimen con una palabra dada, después de que se han presentado ejemplos 25. Encontrar la palabra faltante en una oración sencilla 26. Dados tres sustantivos, elaborar una oración 27. Responder 25 preguntas sobre cuestiones de la vida cotidiana (comprensión). Por ejemplo, ¿qué es lo que haces cuando tienes sueño?, ¿por qué es mejor continuar lo que se está haciendo que comenzar algo nuevo? 28. Decir la hora que sería si se invirtieran las manecillas pequeña y grande del reloj, a las 2:46 y a las 6:20 29. Dibujar cómo se vería una hoja de papel doblada en cuartos, a la que se le ha quitado una de las piezas dobladas 30. Explicar diferencias entre términos abstractos como querer y respetar, estar triste y estar aburrido Esta primera escala fue seguida de una edición aumentada y corregida en 1908 y por una tercera y última revisión en 1911, publicada un poco antes de la muerte de Binet. La primera escala de 1905 presentaba a los niños una serie de preguntas que iban desde las más simples, que cualquier niño podría contestar correctamente, hasta las más complejas, que indicaban un nivel de capacidad intelectual superior. Al aplicar esta prueba a los niños de tres a 11 años de edad, Binet comprobó que ciertos reactivos eran más difíciles de lo previsto para algunos niños de determinada edad y otros, demasiado fáciles, así como algunos que no discriminaban adecuadamente las diferencias de capacidad. De esta manera, en 1908, se realizó una revisión de los reactivos; esta escala contenía 58 reactivos y en ella las pruebas se asignaron a cada grupo de edad de la siguiente manera: si entre el 50% y el 75% de los niños de un determinado grupo de edad pasaban una prueba, Binet determinaba que era apropiada para ese grupo de edad; si todos o casi todos fracasaban en ella, la consideraba evidentemente demasiado difícil para esa edad y la colocaba en una edad superior; en tanto que si todos los niños pasaban la prueba con éxito, quedaba claramente establecido que era demasiado fácil para esa edad y la colocaba en una edad inferior. El nivel más alto en que un niño podía contestar correctamente se denominaba nivel mental, término que posteriormente fue cambiado por edad mental, de esta manera se comparaba la edad cronológica de cada niño evaluado con su edad mental para determinar su nivel de atraso. En esta segunda escala de 1908, las pruebas se ordenaron por primera vez por grupos de edad, conteniendo cada edad de cuatro a ocho pruebas. Garret (1975) considera que este método para determinar en qué edades colocar las diferentes pruebas o reactivos, aunque un tanto burdo, poseyó 30 la virtud de fundarse en pruebas experimentales y no en impresiones subjetivas. En relación con las técnicas psicométricas actuales, este método facilitó que los resultados de la aplicación de su prueba, esto es, los puntajes obtenidos, siguieran una distribución normal, ya que, si recordamos las propiedades de la curva normal, entre la media y una desviación estándar se encuentra casi el 70% de los casos medidos, y el resto, distribuido por igual en los extremos de cada lado de la curva. La tercera escala, la de 1911, representa tres años más de trabajo en la escala de 1908, y fue el modo en que Binet dejó finalmente su prueba; tiene 54 reactivos dispuestos por grupos de edad de la siguiente manera (Garret, 1975, pp. 279-280): 3 años: 1. Señala la nariz, los ojos y la boca 2. Repite dos cifras 3. Enumera objetos en un cuadro 4. Pronuncia su apellido 5. Repite una oración de seis sílabas 4 años: 1. Nombra su sexo 2. Nombra la llave, el cuchillo y el centavo 3. Repite tres cifras 4. Compara dos líneas 5 años: 1. Compara dos pesos 2. Copia un cuadrado 3. Repite una oración de 10 sílabas 4. Cuenta cuatro monedas 5. Une las mitades de un rectángulo dividido 6 años: 1. Distingue entre la mañana y la tarde 2. Define palabras familiares en función del uso 3. Copia un rombo 4. Cuenta 13 centavos 5. Distingue dibujos con caras bonitas y feas 7 años: 31 1. Muestra la mano derecha y la oreja izquierda 2. Describe un cuadro 3. Ejecuta tres órdenes dadas simultáneamente 4. Cuenta el valor de seis monedas, tres de las cuales son dobles 5. Nombra cuatro colores principales 8 años: 1. Compara dos objetos de memoria 2. Cuenta de 20 a cero 3. Nota omisiones en cuadros 4. Da el día y la fecha 5. Repite cinco cifras 9 años: 1. Da cambio de 20 centavos 2. Define palabras conocidas en términos superiores al uso 3. Reconoce todas las monedas (nueve) 4. Nombra los meses en orden 5. Responde o comprende preguntas fáciles 10 años: 1. Ordena cinco cubos en orden de peso 2. Copia dos dibujos de memoria 3. Critica declaraciones absurdas 4. Contesta o comprende preguntas difíciles 5. Usa tres palabras dadas en no más de dos oraciones 12 años: 1. Resiste la sugestión en cuanto al largo de líneas 2. Compone una oración con tres palabras dadas 3. Nombra 60 palabras en tres minutos 4. Define tres términos abstractos 5. Descubre el sentido de una oración desordenada 15 años: 1. Repite siete cifras 2. Encuentra tres rimas para una palabra determinada en un minuto 3. Repite una oración de 26 sílabas 32 4. Interpreta cuadros 5. Interpreta hechos Adulto: 1. Resuelve la prueba de cortar papel 2. Reordena un triángulo en la imaginación 3. Da diferencia entre parejas de términos abstractos 4. Explica tres diferencias entre un presidente y un rey 5. Explica la idea principal de un fragmento que se le ha leído Tanto en esta última revisión como en sus dos escalas anteriores, Binet incluyó pruebas relativamente breves, no muy difíciles de administrar, que abarcaban una amplia gama de actividades mentales y que no dependían directamente de una información escolar específica, atributos que él consideraba debería poseer una buena prueba de inteligencia. Si nos detenemos a analizar los reactivos, podemos observar las diferentes habilidades y capacidades que miden, entre otras: atención, seguimiento de instrucciones, información tanto escolarizada como de conocimientos de la vida cotidiana, comprensión verbal, amplitud de vocabulario, memoria, resolución de problemas de aritmética básica, reconocimiento de objetos, formación de conceptos, coordinación visomotora, pensamiento abstracto, juicio estético y sentido común. Fue tanta la popularidad de esta prueba, que en menos de 10 años después de esta última revisión, la escala Binet-Simon se usaba en EUA, Canadá, Inglaterra, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Bélgica, Alemania, Suiza, Italia, Rusia y China, y había sido traducida al japonés y al turco (Garret, 1975). Podemos considerar que esta prueba elaborada por Binet es el comienzo de la evaluación de la inteligencia como la conceptualizamos en la actualidad, es todavía el prototipo de las pruebas modernas que miden inteligencia y, aún más, es la primera prueba realmente psicométrica en la historia de la psicología. La prueba de Binet-Simon despertó un interés creciente en países como Inglaterra, pero sobre todo en Estados Unidos, donde se hicieron varias traducciones y revisiones. Una de las más importantes fue la que realizó Terman, en 1916, en la Universidad de Stanford, a la que se le conoció como el Test de Stanford-Binet, la cual permitió la selección de reactivos apropiados para cada edad y la determinación de las normas para la interpretación de los puntajes. Con el fin de obtener la uniformidad en los procedimientos, se empleó medio año para entrenar examinadores y otro medio año en la supervisión de las pruebas administradas, se ensayaron nuevos reactivos (90 en total, 36 más que la escala de Binet de 1911), se colocaron en grupos más apropiados de edad y se mejoraron las instrucciones. El principal grupo experimental estuvo integrado por mil niños en edad escolar y clase social media (Nunnally, 1973; Garret, 1975). Ya en 1912, William Stern había planteado que la diferencia absoluta entre la edad o nivel que un niño alcanzaba al ser evaluado con la escala Standford-Binet, y su edad cronológica, para determinar el grado de atraso o adelanto presentado, no era del todo 33 apropiada, ya que esta diferencia no significa lo mismo en diferentes edades (por ejemplo no es lo mismo una diferencia de dos años, a la edad de seis, que a la edad de 15), por lo que él sugería que se dividiera la edad mental del niño entre la edad cronológica, para tener una mejor medida del funcionamiento relativo de cada persona en comparación con el grupo de personas de su misma edad, a lo que se llamó Coeficiente Intelectual, y que Terman, en 1916, sugirió a su vez multiplicar por 100 para eliminar las fracciones; fue también el primero en utilizar la abreviatura IQ (en español CI) para denotarlo (Nunnally, 1973; Garret, 1975, Gregory, 2001). Terman y Merrill presentaron en 1937 otra importante revisión del Test de Stanford-Binet, aplicado a más de 3 000 niños, de dos a 15 años de edad de todas las regiones de Estados Unidos, para obtener normas y así establecer una medida estandarizada de la inteligencia (Nunnally, 1973; Garret, 1975). En 1960 se le hizo otra revisión, en 1972 se publicaron nuevas normas y en 1986 Thorndike, Hagen y Sattler publicaron una cuarta edición de la Escala Standford Binet en un formato de escala por puntos. Podemos resumir que las aportaciones de Binet a la evaluación psicológica son: el interés por la evaluación de las funciones psicológicas superiores, la consideración del examen psicológico como independiente del médico y del pedagógico y, desde luego, su aportación más grande, la construcción de la primera prueba realmente psicométrica de inteligencia. Como bien lo menciona Hogan (2004), la demarcación entre las raíces de las pruebas psicológicas y su florecimiento —de Francia en el continente europeo a los Estados Unidos en América—, se da con las escalas de Binet. Esta prueba se convirtió en la definición de referencia de la inteligencia humana y quizás en el símbolo más distintivo de la aportación de la psicología al mundo moderno. Las dos guerras mundiales: primeras pruebas colectivas de inteligencia y de aspectos emocionales En 1917, cuando Estados Unidos incursiona en la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918), se considera la necesidad de evaluar a una gran cantidad de individuos, 1 750 000 reclutas, con la finalidad de detectar su capacidad intelectual y admitirlos en el ejército, seleccionar a aquellos de más alta capacidad para asignarlos a puestos de responsabilidad y descartar a los de baja capacidad que, más que ayuda, pudieran representar un problema. De esta manera, se integró una comisión especial de la Asociación Norteamericana de Psicología (American Psychological Association), encabezada por R. M. Yerkes y donde también colaboraba Terman, para elaborar una prueba colectiva de inteligencia, ya que evaluar a grandes masas de personas con la prueba de Binet hubiera resultado una empresa imposible. Arthur Otis, estudiante de doctorado de Terman, ya había trabajado en 1918 en una prueba colectiva de inteligencia para su disertación doctoral, la cual fue adoptada tras algunas revisiones realizadas por dicha comisión. Esta prueba, a la que se le llamó Army Alfa Test (hoy se le conoce como Test Alfa), era breve y contenía ocho subpruebas con elementos verbales: 1) seguimiento de instrucciones orales, 2) razonamiento aritmético, 3) juicio en materias prácticas, 4) pares 34 de sinónimos-antónimos, 5) oraciones en desorden, 6) completar series numéricas, 7) analogías e 8) información general. Posteriormente, se construyó una versión no verbal de la misma, el Test Beta, para aplicarse a personas analfabetas o bien con poco dominio del idioma inglés (inmigrantes), el cual requería resolver laberintos, rompecabezas geométricos, completar series utilizando los símbolos X-O, ponerle ciertos símbolos a cifras, completar cuadros o matrices, verificar números y analizar ilustraciones. El contenido y formato de ambas pruebas fueron la base del desarrollo posterior tanto de las pruebas colectivas como de las pruebas no verbales (Nunnally, 1973; Gregory, 2001; Hogan, 2004). Para Garret (1975), el gran número de soldados evaluados constituyó el primer gran experimento psicológico de “ingeniería” humana. Como resultado de la aplicación de las pruebas Alfa y Beta, se exentaron a 8 000 hombres del servicio militar por su capacidad limitada, 10 000 fueron asignados a batallones de trabajo y otros servicios que requerían un bajo nivel de inteligencia y 10 000 fueron enviados a batallones de desarrollo especial para su observación y entrenamiento; por otra parte, casi la tercera parte de los examinados era analfabeta o leía tan mal que fue considerada como tal. Asimismo, durante la Primera Guerra Mundial, los psicólogos, además de pruebas colectivas de inteligencia, intentaron también satisfacer la necesidad de las pruebas colectivas de neuroticismo e inestabilidad emocional —ya que había demasiados reclutas para poder entrevistarlos individualmente—, con el objetivo de descartar para el servicio militar a aquellos individuos con problemas en estas áreas. Así, en 1914, R. S. Woodworth construyó un cuestionario de 116 reactivos, a los cuales se respondía “sí” o “no”: The Personal Data Sheet, que esencialmente formulaba la clase de preguntas que se utilizarían en una entrevista para medir ajuste personal (adaptación del individuo al hogar, a la escuela y con sus amigos), por ejemplo: ¿Las ideas pasan por tu mente de manera que no te permiten dormir? ¿Se te consideraba como un niño malo? ¿Te sientes perturbado por un sentimiento de que las cosas no son reales? ¿Tienes un fuerte deseo de suicidarte? También durante esta guerra, el psiquiatra suizo Hermann Rorschach elaboró, en 1921, el Test Rorschach o de las Manchas de Tinta para la medición de la personalidad, en el que le pedía al sujeto que describiera e interpretara 10 manchas de tinta. La prueba tiene su origen en la psicología freudiana y servía para conocer los rasgos e impulsos más profundos que determinan la conducta manifiesta del individuo (Nunnally, 1973; Fernández-Ballesteros, 1996; Gregory, 2001; Hogan, 2004). Nuevamente otra gran guerra —la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945)— habría de crear la necesidad de contar con métodos para clasificar a los individuos; sin embargo, esta vez la necesidad se presentó en una escala mayor, tanto en cantidad como en diversidad: se debían ubicar a más de 10 000 000 de personas en una amplia gama de ocupaciones nuevas en los campos de la navegación aérea (p. ej. pilotos, ingenieros de vuelo, copilotos, bombarderos), de la electrónica y de la meteorología, y de ocupaciones tales como operadores de radio, oficinistas, conductores, cocineros y otras tareas especializadas (Garret, 1975). Ahora, en lugar de pedirle a los psicólogos que construyeran pruebas colectivas de inteligencia o personalidad, se les requería baterías de 35 pruebas y pruebas de aptitudes específicas: aptitud mecánica, destreza motora y manual, velocidad y coordinación visual, entre otras, con el fin de escoger personal que desempeñara tareas especiales o labores de entrenamiento. Una vez terminada la guerra, la crisis social exigió acciones de reconstrucción nacional y de readaptación personal, económica, social y laboral. Uno de los problemas que se presentaron fue la integración de los excombatientes a la vida civil; sólo en Estados Unidos, se reporta que alrededor de 1 500 psicólogos estuvieron prestando servicios como clínicos en labores de evaluación y de intervención terapéutica. Otra de las consecuencias de la guerra fue la emigración masiva de científicos europeos hacia los Estados Unidos, con lo cual este país comenzó a tener un progreso y poder a nivel científico sobre Europa y Latinoamérica, predominio que incluyó también a la psicología en general y la evaluación psicológica en particular (Garaigordobil, 1998). A decir de Nunnally (1973), la Segunda Guerra Mundial tuvo como consecuencia la instrumentación del mayor programa de pruebas jamás emprendido, lo cual permitió la ampliación de los fundamentos lógicos y los métodos de medición en psicología y el avance de la psicología de las pruebas. Este esfuerzo contrasta con el de las décadas anteriores; ahora no sólo se pedía la elaboración de nuevas pruebas, sino cumplir con los requerimientos metodológicos y científicos para el desarrollo y uso de los métodos de medición en psicología y para la construcción de sus instrumentos, lo que llevaría a la fundación de la psicometría como rama de la psicología científica y como requisito indispensable para la elaboración de pruebas. Como observamos en la historia de la evaluación psicológica en general y de la elaboración de pruebas en particular, han sido las necesidades sociales imperantes de cada época las que han determinado la construcción de pruebas específicas para detectar, en un primer paso, la existencia de un problema, en segundo, determinar la intensidad o gravedad del mismo y en tercero, con los datos obtenidos de la aplicación de pruebas, orientar hacia su solución. Así, en la época actual, nos hemos visto en la necesidad de crear pruebas para medir dislexia, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, trastornos alimentarios, ansiedad y depresión en la infancia, entre otros. Establecimiento de la psicometría como rama de la psicología: Thurstone Como ya revisamos, a partir de los cuestionamientos de Binet sobre las pruebas utilizadas por Galton y Cattell para medir las capacidades intelectuales, de la elaboración de su prueba de inteligencia y, sobre todo, a raíz de las dos guerras mundiales, se constituye el mayor programa de elaboración y de evaluación de los atributos psicológicos por medio de pruebas; sin embargo, los cuestionamientos ahora se enfocaban en el uso y abuso de las pruebas y en la metodología utilizada para su elaboración. Si la psicología era ya considerada como una disciplina científica, sus instrumentos, al igual que los de toda ciencia, deberían cumplir con los estándares científicos para considerarse como tales, por tanto, estar enmarcados dentro de una teoría de la medida, esto es, su elaboración tenía que estar supeditada a un modelo 36 matemático que explicase los resultados, además de contar con las garantías indispensables de confiabilidad y validez. Así, en congruencia con esta nueva etapa en la elaboración de pruebas —la correspondiente a la fundamentación metodológica—, en 1931, aparece el libro de L. L. Thurstone: The Reability and Validity of Tests y, en 1935, se establece la Sociedad Psicométrica Americana presidida por él mismo, con el objetivo de estimular el desarrollo de la psicología como ciencia cuantitativa y racional, y la cual destaca que la psicometría debería estar al servicio de los problemas psicológicos mediante el estudio de las propiedades métricas exigibles a las mediciones psicológicas. De esta asociación surge también la revista Psychometrika (Muñiz, 2003). En 1946, S. S. Stevens propone en un artículo en la revista Science (“On the Theory of Scales of Meassurement”) diferentes escalas de medición (nominal, ordinal, intervalo y razón), así como sus propiedades, relaciones e implicaciones en el uso de técnicas estadísticas. En 1947, Thurston publica otro libro: Análisis Factorial Múltiple, el cual será de gran utilidad para el desarrollo y construcción de pruebas. Finalmente, en 1954, se publican las primeras recomendaciones técnicas para el uso de las pruebas: Technical Recommendations for Psychological Tests and Diagnostic Techniques. Como podemos observar, la historia de la evaluación psicológica por medio de pruebas psicométricas es relativamente reciente, apenas poco más de un siglo, y el establecimiento de una metodología que garantizara las propiedades lo es aún más (apenas tres cuartos de siglo). No ahondaremos más sobre la psicometría, ya que le dedicamos un capítulo completo más adelante. A continuación presentamos una cronología de los hechos más relevantes en la historia de la evaluación psicológica, desde la creación del término “test mental” hasta 1994 (Fernández-Ballesteros, 1996; Sattler, 1996; Garaigordobil, 1998; Gregory, 2001; Muñiz, 2003), y específicamente en México, algunos hechos desde 1896, en que se imparte por primera vez una cátedra de psicología, otras fechas importantes como 1950 y 1973 y del periodo que va de 1980 a 2011. Cronología de hechos relevantes en la historia de la evaluación psicológica y la psicometría 1890: James McKeen Cattell acuña el término “test mental”. 1896, México: Se imparte por primera vez una asignatura de psicología en México en 1896, en la Escuela Nacional Preparatoria. 1901: Clark Wissler descubre que los instrumentos utilizados por Galton y Cattell no se correlacionan con las calificaciones universitarias. 1904: Karl Pearson formula la Teoría de la Correlación. 1905: Binet publica la primera prueba psicométrica de inteligencia. 1909: Henri H. Goddard traduce la Escala Binet-Simon del francés al inglés. 1914: Stern introduce el término Coeficiente Intelectual (CI). 1915: Aparece la prueba de laberintos de Porteus, la cual pretende la evaluación de las 37 capacidades mentales libre de influencias culturales. 1916: Primera adaptación americana de la prueba de Binet por Terman (Escala Stanford- Binet). 1918: Evaluación de inteligencia colectiva de los soldados americanos por medio de las pruebas Army Alfa y Army Beta. 1920: Woodworth construye la primera prueba colectiva de ajuste personal, el Personal Data Sheet, para la evaluación colectiva de soldados americanos. 1921: Rorschach publica su Psychodiagnostik, en donde presenta su Prueba de las Manchas de Tinta. Cattell, Thorndike y Woodworth fundan la primera editorial importante de pruebas: la Psychological Corporation. 1926: Goodenough edita la Prueba del Dibujo de la Figura Humana. 1927: Strong publica el Inventario de Intereses Vocacionales. 1931: Thurstone publica su libro The Reliability and Validity of Tests. 1933: En Berlín, se prohíben oficialmente las pruebas psicológicas. 1935: Vygotsky formula el concepto de “zona de desarrollo próximo”, antecedente de la evaluación de estrategias cognitivas. Se funda la Sociedad Psicométrica Americana. Buros publica su primera revisión de las pruebas (Mental Measurements Yearbook). 1936: En la Unión Soviética, el Comité Central del Partido Comunista prohíbe las pruebas mentales como instrumentos de medida. Fueron objeto de ataques debido a que se consideraba en ese país, de acuerdo a una filosofía marxista, que la meta de las pruebas era seleccionar individuos. Se publica la primera escala de medida del desarrollo social, la Vineland Social Maturity Scale de Doll. 1938: Murray y Morgan presentan su teoría de personalidad y su prueba proyectiva, el Test de Apercepción Temática (TAT). Lauretta Bender publica la Prueba Gestáltico Visomotor de Bender. Arnold Gessell presenta su Escala de Maduración. Thurstone publica la Prueba de Habilidades Mentales Primarias. 1939: Wechsler presenta la primera edición de su prueba de inteligencia para adultos (WAIS). 1943: Hathaway y McKinley publican el primer inventario clínico de evaluación de entidades nosológicas psiquiátricas, el Minnesota Multiphasic Personality Inventory (MMPI). 1946: Se considera a la psicología clínica como profesión y como rama de la psicología. Stevens propone sus cuatro escalas de medición: nominal, ordinal, intervalo y razón. 1949: Se publica la Escala Wechsler de Inteligencia para Niños (WISC). 1950, México: Se constituye la Sociedad Mexicana de Psicología. 1952: La Asociación Psiquiátrica Americana publica el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM I). 1953: Aparece el primer Código Ético para psicólogos publicado por la Asociación 38 Psicológica Americana (Ethical principles of psychologist). Skinner edita su obra Ciencia y Conducta Humana. Aparición de la Terapia de la conducta. 1954: Primera edición de los estándares técnicos sobre las pruebas (Technical Recomendations for Psychological Tests and Diagnostic Techniques). 1957: Edwards presenta sus trabajos sobre la “deseabilidad social” en los cuestionarios de personalidad. Cronbach y Gleser publican Psychological Tests and Personal Decision, donde proponen una teoría formalizada para aplicar en el proceso de evaluación. 1961: Kirk y McCarthy publican la Prueba de Habilidades Psicolingüísticas Illinois. 1965: Kanfer y Saslow, en su trabajo Behavioral Analysis, plantean un nuevo modelo de psicodiagnóstico desde la perspectiva conductual. 1967: Anastasi denuncia la enorme separación entre la evaluación psicológica y la psicología en su trabajo Psychology, Psychologists and Psychological Testing. 1968: Mischel publica su libro Personalidad y Evaluación, que es una dura crítica al modelo de evaluación tradicional de las pruebas. 1969: Bandura publica Principios de Modificación de Conducta. Nancy Bayley edita las Escalas Bayley de Desarrollo Infantil. 1970: Kanfer y Phillips publican Fundamentos de Aprendizaje en la Terapia del Comportamiento. México: El Manual Moderno publica, con normas para México, el Inventario de Ansiedad Rasgo-Estado de Spielberger y Díaz-Guerrero. 1972: McCarthy edita sus Escalas McCarthy de Aptitudes y Psicomotricidad para Niños. 1973, México: Se separa la Facultad de Psicología en la UNAM de la Facultad de Filosofía y por primera vez la psicología es reconocida como una profesión, y es por tanto regulada por el Dirección General de Profesiones. 1974: Rudolf Moos publica The social climate scales: an overview (Escalas de Clima Social), importante esfuerzo de evaluación del ambiente. Friedman y Rosenman popularizan el patrón conductual Tipo A, con propensión a cardiopatía. 1980, México: El Manual Moderno publica, con normas para México, el Cuestionario de 16 Factores de Person

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