Intervención Psicológica en Familias y Pareja PDF
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Summary
Este documento analiza la intervención psicológica en familias y parejas, desde una perspectiva histórica. Explora conceptos como la evolución de la concepción de la enfermedad mental, desde lo intrapsicológico hasta lo interpersonal, pasando por diferentes recursos y teorías a lo largo de la historia. Describe ideas de diferentes autores, como Freud, Jung y Adler.
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Intervención Psicológica en Familias y Pareja “ De lo intrapsicológico a lo interpersonal” No nos enamoremos de nuestras teorías y pre-supuestos más que por un pequeño instante... Así podremos constatar...
Intervención Psicológica en Familias y Pareja “ De lo intrapsicológico a lo interpersonal” No nos enamoremos de nuestras teorías y pre-supuestos más que por un pequeño instante... Así podremos constatarlas, refutarlas y cuestionarlas para re-crearlas permanentemente… “El mapa no es el territorio”. Los mapas no son la realidad humana, que es siempre eco-sistémica, éstos son artificios operativos que organizan el conocimiento para comprender y realizar una finalidad… Habrá tantos mapas como exploradores… tantas terapias como terapeutas... A lo largo de la historia, los seres humanos han utilizado una serie de recursos o remedios para salir (o hacer salir a otros) de situaciones vitales que en algún momento se constituyen en problemas… desde las sociedades primitivas a la actualidad… Entre algunos de los recursos escogidos por los individuos para enfrentar las dificultades se pueden mencionar: - La ingestión de diversos productos - Las confesiones, la persona queda libre de sus pecados hasta la próxima confesión. - Los baños espirituales, “lavan” sus pecados en un baño (ej. Se bautiza a los niños pequeños para “liberarlos del pecado original) - Ceremonias para la restauración del alma, considerando que existe la creencia de que el hombre posee un alma que puede ser robada o que puede salir por diversas circunstancias, como un miedo intenso. - Exorcismos: en este caso, hay que expulsar un espíritu, generalmente maligno, que ha entrado en una persona. - Confesiones: cuando una persona que ha cometido alguna infracción “confiesa” su delito frente a toda la comunidad, luego de lo cual se le asigna un castigo. La visión animista y holística de las sociedades primitivas va a ceder el lugar a una concepción racionalista e individualista, preparada por las innovaciones filosóficas de Platón, con el que comienza la distinción entre el cuerpo y el espíritu, luego entre el corazón y la razón planteando ya una óptica dualista que también fue sostenida posteriormente por Descartes. Se pasa de una concepción integral: el individuo como parte de la naturaleza, a una concepción individual: el individuo como tal. Como fruto de este cambio, los trastornos mentales comenzaron a ser interpretados como la expresión de conflictos internos, propios al individuo el que se ve “dividido” entre el corazón y la razón. Aristóteles estableció los distintos usos de la palabra con fines terapéuticos y Platón realizó aportes sobre los efectos de la palabra en la vida anímica; sus observaciones sobre las pasiones, los sueños y el inconsciente parecen ser las antecesoras del pensamiento de Freud. Hipócrates fue el primero en describir las enfermedades atribuyéndoles causas naturales. Se le considera así, el iniciador de la observación clínica, siendo quien elabora una teoría fisiológica: “teoría humoral”. A raíz de ello se daba al “enfermo” un tratamiento orientado hacia el individuo, al que se le prescribían dietas, reposo, sangrados y remedios, mientras que se lo mantenía alejado del contexto familiar. En la edad Media, la Iglesia Católica comienza a jugar un papel importante al considerar que los trastornos psicológicos se debían a la acción de un ente sobrenatural: el diablo. Los tratamientos tenían que contrarrestar la influencia del “maligno”, por lo que iban desde la oración hasta la hoguera (primeras paradojas), pasando por el exorcismo y la tortura. Durante muchos años, la actitud de la iglesia ante la enfermedad fue cruel e inhumana, practicando la Inquisición y creando ciertas instituciones como la de St. Mary of Bethlehem en Londres, en la que los “locos” eran exhibidos como objeto de burla y diversión. En el renacimiento, la enfermedad mental se empieza a ver como un problema que no está relacionado con consideraciones diabólicas, con lo que surge un proceso de humanización de la comprensión de la enfermedad. En 1769, W. Cullen acuña el término neurosis para las enfermedades que dependen directamente de las alteraciones del sistema nervioso. Pinel 1793, introduce un elemento muy importante en la comprensión de la enfermedad mental, señalando que la relación médico–enfermo era de gran importancia; recomendando que los centros donde se cuiden a estos enfermos, tenían que ser pequeños y el personal debía conocer los problemas del enfermo. Sin embargo, los tratamientos recomendados todavía se basaban en las seis cosas “no naturales” planteadas por Galeno: ambientes placenteros, compañías agradables, música, ejercicio, descanso y contacto con la naturaleza. Hay autores que señalan que la psicoterapia en sentido estricto aparece durante el último cuarto del siglo XIX, en la edad Moderna. Vinculando sus inicios a la práctica de la hipnosis y de la catarsis, de las cuales surge un método en el cual el paciente habla sobre sus dificultades, pero en estado de vigilia. En 1890, W. James publica “Principios de Psicología”. En 1892, se realiza el II Congreso Internacional de Psicología en Londres, mientras Van Eeden define la psicoterapia como la “Cura del cuerpo por la mente, ayudada por el impulso de una mente a otra” y J. Benedikt, en Viena, trata a sus pacientes intentando averiguar sus problemas íntimos en estado consciente y ayudándolos a resolverlos. A partir de esto, Freud desarrolló el método central del psicoanálisis: asociación libre de ideas. Siguiendo la línea de Hipócrates, Freud planteaba que los conflictos intrapsíquicos eran el fruto de problemas internos al ser humano. No existía un interés en la familia del enfermo mental, a lo más, se la tomaba en cuenta de manera lineal, considerando su eventual incidencia hereditaria sobre diversas afecciones mentales o bien presentando su rol de “verdugo” o de “víctima” frente al paciente sintomático Algunos autores señalan a Freud como “precursor” de la terapia de familia, argumentando para ello, que en el caso del pequeño Hans, se puede ver una alusión a la familia, pero la evidencia muestra que, si Freud se interesó en la familia real y no simbólica de sus pacientes no es un hecho significativo. En su obra, Jung (seguidor y luego disidente del psicoanálisis), toma en cuenta la dinámica interpersonal, la de la pareja o de la familia, a pesar de no hacerlo en la práctica terapéutica. Atribuía una dimensión comunitaria al psiquismo, definiendo el concepto de inconsciente colectivo. Hablaba de la realidad interaccional del psiquismo y con la noción de sincronicidad intentó mostrar que los eventos significativos no dependían siempre del principio de causalidad lineal, con lo cual se acerca al concepto de circularidad de la teoría sistémica. Pareciera ser que es Adler quién refleja mejor el calificativo de “precursor”, ya que consagró algunos de sus trabajos a la familia, a los principios de la educación y a los errores que pueden dificultar el desarrollo psíquico del niño. Adler prefería tratar a los niños sintomáticos en presencia de los padres y de los educadores concernidos por el problema y no separándolos del marco terapéutico. Otro precursor importante de la terapia familiar es Adolfo Meyer, psiquiatra suizo que señalaba que para comprender los trastornos mentales de su paciente, el psiquiatra debería conocer su medio socio-familiar y considerar la enfermedad como el resultado de una inadaptación de la personalidad global, más que como una perturbación cerebral. Rechazaba así las explicaciones dualistas que tendían a definir los trastornos mentales como la expresión de lesiones cerebrales o de presiones del ambiente, afirmando que los dos aspectos debían ser tomados en cuenta. El modelo psicoanalítico clásico sólo se aplicaba de manera adecuada al individuo. Convenía flexibilizar esto con nuevas teorías y prácticas, lo cual se logró con el movimiento culturalista, que se benefició de los aportes de la antropología social y de la sociología. Por otro lado, la psiquiatría infantil cuenta igualmente con algunos precursores de la terapia de familia. Anna Freud decía que existía una interacción constante entre los padres y el niño en tratamiento, deduciendo que había que intentar trabajar en colaboración con los padres (1946). Luego de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el psicoanálisis contribuyó al desarrollo de la psicología, que estaba más encaminada a la medición y a la elaboración de pruebas psicométricas, lo que facilitó el desarrollo de técnicas no sólo diagnósticas si no también terapéuticas. Con la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) comienza un movimiento de mayor conciencia entre los psicólogos, debido, sobre todo, a los problemas que enfrentaban los soldados que volvían de la guerra y que presentaban trastornos que no tenían componentes físicos. En este proceso, comienzan a aparecer algunos enfoques alternativos al psicoanálisis, como el conductismo que sostiene que si una conducta es aprendida, también puede ser “desaprendida”. Desde ahí, se pasa de un análisis de los elementos “internos”, postura planteada por el psicoanálisis, donde se busca en el interior del individuo las causas de sus conflictos; a un análisis de elementos “externos”, planteado por el conductismo, donde también se plantea una búsqueda de las causas de los problemas, pero se las entiende como esquemas aprendidos y que se manifiestan en el “exterior” a través de conductas observables. La concepción del ser humano que ya venía siendo dual: cuerpo/mente, cabeza/corazón, se polariza aún más, ya que estas dos corrientes van a ser prácticamente irreconciliables durante muchas décadas. En este punto, los profesionales de la salud mental comienzan a sentirse insatisfechos con las propuestas existentes, debido a que se dan cuenta de que los principios que rigen estas corrientes, así como la concepción del ser humano, son por un lado reduccionistas y por el otro, despersonalizantes. Intrapsiquico Intersubjetivo. Intrapersonal Interpersonal.