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Este documento proporciona un resumen de la perspectiva psicoanalítica, incluyendo temas como el modelo topográfico de la mente, aspectos de la personalidad, el desarrollo psicosexual y otros conceptos clave relacionados con la psicología. El texto incluye un ejemplo de diálogo.

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Capítulo 8 La perspectiva psicoanalítica TEMAS BÁSICOS DESARROLLO PSICOSEXUAL Etapa oral EL MODELO TOPOGRÁFICO DE LA Etapa anal...

Capítulo 8 La perspectiva psicoanalítica TEMAS BÁSICOS DESARROLLO PSICOSEXUAL Etapa oral EL MODELO TOPOGRÁFICO DE LA Etapa anal MENTE Etapa fálica Periodo de latencia ASPECTOS DE LA PERSONALIDAD: Etapa genital EL MODELO ESTRUCTURAL Id EXPOSICIÓN DEL INCONSCIENTE Ego La psicopatología de la vida diaria Superego Sueños Equilibrio de fuerzas EVALUACIÓN: TÉCNICAS MOTIVACIÓN: LOS IMPULSOS PROYECTIVAS DE LA PERSONALIDAD Dos clases de impulsos: Instintos de vida PROBLEMAS EN EL y de muerte COMPORTAMIENTO Y CAMBIO Catarsis CONDUCTUAL Orígenes de los problemas ANSIEDAD Y MECANISMOS Cambio conductual DE DEFENSA ¿Funciona la terapia psicoanalítica? Represión Negación LA PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA: Proyección PROBLEMAS Y PROSPECTOS Racionalización e intelectualización Desplazamiento y sublimación RESUMEN Investigación sobre las defensas Dan y Jamie están hablando acerca del club al que fueron la noche anterior, en donde una de sus amigas se embriagó completamente —algo que ella ha estado haciendo cada semana durante el último año—. En ese momento, Robin da vuelta a la esquina y casi se estrella con ellos. —Hola Robin, ¿ya te recuperaste después de anoche? —pregunta Jamie. —¿De qué estás hablando? —responde Robin. —Vamos Robin —dice Dan, entrometiéndose—. ¿No estás preocupada por lo mucho que has estado bebiendo?” Robin parece ofendida. —Escuchen, chicos, no tengo ni idea de lo que están diciendo. 167 168 CAPÍTULO 8: L A PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA C UANDO observamos nuestras acciones ¿las vemos como son realmente? ¿O las dis- torsionamos por alguna razón? Es probable que la mayoría de nosotros pensemos que somos conscientes de lo que hacemos y del porqué lo hacemos. Pueden existir acci- dentes, pero los accidentes son fortuitos. Sin embargo, existe una perspectiva de la personalidad que reta fuertemente este punto de vista, ya que considera que el comportamiento está determinado —en parte— por fuerzas internas que están fuera de nuestra conciencia y control. ¿Accidentes? ¡De ninguna manera! Lo que parece un accidente, lo hemos hecho a propósito —sólo que no estamos conscientes del mismo. A este enfoque de la personalidad se le llama psicoanálisis. El psicoanálisis se originó en los escritos de un médico austriaco llamado Sigmund Freud. Su impacto en la psicología de la personalidad fue enorme. Su punto de vista surgió justo con los inicios de la ciencia de la conducta (su teoría evolucionó de 1885 a 1940). Dado que alcanzó la fama antes de que otras perspectivas de la personalidad tuvieran amplia circulación, muchas personas ven a Freud como el padre de la psicología de la personalidad. Temas básicos Un tema que subyace a la perspectiva de Freud y que da lugar al término psicodinámico, es la idea de que la personalidad es un conjunto de procesos que siempre está en movi- miento. La personalidad es como un dinamo —o un manantial burbujeante— del que emergen fuerzas que se pueden canalizar, modificar o transformar. La personalidad no es un proceso, sino varios que en ocasiones funcionan unos contra otros, como si compitie- ran o lucharan por el control del comportamiento de la persona. Otro tema importante en la perspectiva psicoanalítica es la idea de que dentro de la personalidad hay presiones que entran en conflicto unas con otras. La concepción de que la personalidad está llena de conflicto, trae a colación otro tema: la defensa como un aspecto clave para el funcionamiento humano. La perspectiva psicoanalítica supone que todo el mundo experimenta amenazas acerca de aspectos de uno mismo. Tal vez usted tenga deseos que considera vergonzosos o haya hecho cosas de las que se arrepiente, quizá se sienta indigno como ser humano. Sea lo que fuere que más nos amenace, nuestros procesos defensivos no llegan a abrumarnos. Este aspecto de la defensa continua es importante para el pensamiento psicoanalítico. Otro tema más en la teoría psicoanalítica es que la experiencia humana está impreg- nada de cualidades de lujuria y agresión, sexualidad y muerte. Estas ideas vinculan a Freud con la teoría evolutiva (Ritvo, 1990) y sirven como recordatorio de que los huma- nos somos —antes que nada— animales cuyo propósito en la vida es la reproducción. Sin embargo, el grado en el que Freud enfatizó el rol de la sexualidad era muy inusual en ese momento y muchos lo encontraron escandaloso. La perspectiva psicoanalítica de la personalidad es en extremo metafórica, no se basa solamente en una sino en múltiples metáforas. Freud era médico y la idea de que hay procesos biológicos que subyacen a los mentales aparece a menudo en sus escritos. Los conceptos acerca de los instintos de vida y de muerte se parecen a los procesos duales del funcionamiento metabólico —tiran y construyen continuamente—. Freud también empleó otras metáforas: comparó a la mente con un sistema sociopolítico e hizo refe- rencia a los censores, a la economía, a los compromisos y a la represión. También, hizo referencia a la física y consideró a la personalidad como un sistema de energía o como la competencia entre fuerzas como sistemas hidráulicos. Su fascinación por las metáforas El mo del o t o po g rá fi c o de l a men t e 169 fue consistente con su visión sobre la personalidad. Esa fascinación con el símbolo y la metáfora también se refleja en el contenido de su teoría. Llegó a creer que el comporta- miento humano en sí mismo es altamente simbólico. Los actos de las personas rara vez son lo que parecen. En lugar de esto, simbolizan cualidades más escondidas. La teoría psicoanalítica es muy compleja; sin embargo, debajo de esa complejidad subyace un número relativamente pequeño de principios (Kahn, 2002). La teoría suele ser confusa porque sus conceptos están profundamente entretejidos. Por lo tanto, es difícil hablar de cualquier aspecto de la teoría, independientemente de otros aspectos. Un punto inicial para acercarnos a la perspectiva de Freud respecto a cómo se organiza la mente es el modelo topográfico de la mente. El modelo topográfico de la mente Muchas personas suponen que la mente tiene dos regiones. Una engloba la experiencia consciente: los pensamientos, los sentimientos y los comportamientos del momento. La otra contiene las memorias que están fuera de la conciencia, pero regresan fácilmente a ella. Con base en las ideas de otros teóricos de su tiempo, Freud añadió una tercera región que juntas forman lo que llamó la topografía de la mente —configuración de su superficie. Freud empleó el término consciente —muy parecido a como lo usamos actualmente— para referirse al nivel de la mente por el cual tenemos conciencia de lo que sucede en un momento determinado. Llamó preconsciente a la memoria ordinaria que se puede traer a la conciencia fácilmente. Por ejemplo, cuando pensamos en el número telefónico o en la última película que vimos, enviamos información del preconsciente a la conciencia. Freud empleó el término inconsciente de forma diferente a su uso cotidiano y se refirió al nivel de la mente que no es accesible a la conciencia de manera directa. Freud vio al inconsciente como la fuente de los deseos y como un depósito de impulsos, senti- mientos e ideas ligadas a la ansiedad, al conflicto o al dolor (Rhawn, 1980). Sin embargo, a pesar de estar almacenados en el inconsciente, estas cosas no han desaparecido. Ejercen una continua influencia en acciones posteriores y en la experiencia consciente. a) Consciente a) Preconsciente b) Puerta mental de una sola vía c) Inconsciente Figura 8.1 Representación gráfica del modelo topográfico de la mente de Freud. a) El material puede pasar fácilmente de ida y de regreso entre los niveles consciente y preconsciente de la mente. b) El material también se mueve del consciente y el preconsciente dentro del inconsciente. Pero una vez que el material está en el inconsciente, la persona no tiene acceso consciente a él porque c) una puerta mental impide recuperarla. 170 CAPÍTULO 8: L A PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA Recuadro 8.1 Procesos del yo y la demora de la gratificación Una función clave del teoría psicoanalítica, pero los hallazgos 1973). De hecho, el ego engaña al id al ego es demorar la gra- son relevantes para los procesos psico- involucrarse en algo más. tificación de impulsos dinámicos. En casi todos los estudios Una segunda línea de investigación e instintos hasta un sobre este fenómeno, a los niños se sobre la demora en la recompensa, se tiempo después. La les da la siguiente elección: pueden refiere a los correlatos de la personali- demora en la gratifi- tener una recompensa menor, menos dad de la habilidad de aplazar. Los niños cación es la marca de una personalidad deseada ahora o esperar un tiempo y que son más capaces de demorar, están madura. También es un objetivo princi- cubrir una recompensa mayor y más más preocupados con el logro y la res- pal de la socialización. Para convertirse deseada. El interés de esta investigación ponsabilidad social (Mischel, 1961), se en miembros plenos y productivos de se encuentra en los determinantes de ajustan a la idea de que tienen un ego la sociedad, los niños deben aprender la demora (para revisiones ver Mischel, bien definido. La base para la demora a esperar por las recompensas (trabajar 1966, 1974). Para los niños es más difí- también difiere ligeramente entre hom- ahora pero recibir la paga más ade- cil rechazar el objeto deseado, cuando bres y mujeres (Funder, Block y Block, lante). La incapacidad para aplazar las se encuentra frente a ellos (Mischel y 1983). Entre los niños, se relaciona gratificaciones predice el consumo de Ebbesen, 1970). La demora es más fácil estrechamente con la habilidad de cigarros, alcohol y mariguana entre los cuando los niños logran transformar controlar los impulsos emocionales, de estudiantes de preparatoria (Wulfert, mentalmente la situación para hacerla concentrarse y de tener iniciativa para Block, Santa Ana, Rodriguez y Colesman, que parezca como si el objeto no la acción. Esto se ajusta con la idea de 2002) y desempeña un papel en el estuviera realmente ahí —por ejemplo, que la demora en la gratificación es desarrollo de comportamiento criminal. imaginar que es “sólo una imagen a una función del ego, dirigida a controlar La demora de la gratificación se ha color en su cabeza” (Mischel y Baker, la expresión impulsiva del id. Entre las estudiado desde varios ángulos (de 1975; Moore, Mischel y Zeiss, 1976). niñas, la demora se relaciona más con la hecho, volveremos a hablar de ella Más generalmente, la demora es más inteligencia, los recursos y la competen- varias veces a lo largo de este libro). fácil cuando los niños se distraen y cia, lo que sugiere que ellas reconocen La mayoría de las investigaciones se cambian su atención de la recompensa la demora como la respuesta situacio- inspiró en ideas que no provenían de la que desean (Mischel, Ebbesen y Zeiss, nalmente apropiada. Desde este punto de vista, la mente es como un iceberg. La punta del iceberg es la parte consciente de la mente. La parte mucho más grande —que va por debajo de la línea de agua— se encuentra debajo de la conciencia. Parte de él (la parte que uno observa a través del agua) es el preconsciente. Sin embargo, la mayor parte (la que no se puede ver) es el inconsciente. Aunque tanto el consciente como el preconsciente influyen en el comportamiento, Freud los vio como menos importantes que el inconsciente. Él creía que el inconsciente es donde las operaciones centrales de la personalidad tienen lugar. Los tres niveles de conciencia forman el modelo topográfico de la mente (ver figura 8.1). El material (el pensamiento, los sentimientos, los deseos) pasa fácilmente de la con- ciencia a la preconciencia y viceversa. El material de estos dos lugares se puede desglosar hacia la inconsciencia. Sin embargo, el material inconsciente no se puede traer volunta- riamente a la conciencia debido a las fuerzas que lo mantienen oculto. Estas tres regiones de la mente son el escenario en el que las dinámicas de la personalidad son representadas. Aspectos de la personalidad: el modelo estructural Freud (1962-1923) también desarrolló un modelo estructural de la personalidad. Él veía la personalidad compuesta por tres factores, los cuales interactúan para crear la comple- jidad del comportamiento. No son entidades físicas, pero quizá es mejor verlas como etiquetas para tres aspectos de funcionamiento (Grigsby y Stevens, 2000). Las conocemos como el id, el ego y el superego. Id El id es el componente original de la personalidad, está presente al nacer. El id (en español “ello”) son todos los aspectos heredados, instintivos y primitivos de la personalidad. El id Aspec t o s de l a perso n a l i da d: el mo del o est ruc t ura l 171 funciona completamente en el inconsciente. Es inherente a los procesos biológicos que subyacen a la vida. Freud creía que toda la energía física provenía de él. Por lo tanto, es el “motor” de la personalidad. El id responde al llamado principio del placer: todas las necesidades deben ser satis- fechas inmediatamente (Freud, 1949-1940). Las necesidades insatisfechas crean estados de tensión hostiles. Para prevenir esta tensión, la persona busca reducir las necesidades tan pronto como empiecen a surgir. De acuerdo con el principio del placer, cualquier incre- mento en el hambre debería causar un intento para comer. Cualquier punzada de deseo sexual tendría que provocar un esfuerzo por tener gratificación sexual. El id satisface las necesidades a través del proceso primario: formar una imagen mental inconsciente del objeto o evento para satisfacer la necesidad. En el caso de un infante ham- briento, el proceso primario podría producir la imagen del seno materno o de un biberón. En el caso de haber sido separado de alguien a quien amamos, el proceso primario produce imáge- nes de la persona. A la experiencia de tener dicha imagen se le llama cumplimiento de deseo. Ego Sin embargo, la reducción de tensiones a través del proceso primario tiene un incon- veniente. No conecta bien con la realidad. Como resultado, se desarrolla un segundo conjunto de funciones que recibe el término de ego (en español “yo”). El ego evoluciona del id y aprovecha parte de la energía del id para su propio uso. El ego se asegura de que los impulsos del id se expresen efectivamente, tomando en cuenta al mundo exterior. Debido a esta preocupación por el mundo exterior, la mayor parte del funcionamiento del ego está en el consciente y el preconsciente. Sin embargo, dada la relación del ego con el id también funciona en el inconsciente. El ego responde al principio de realidad. Esto significa que toma en cuenta la rea- lidad externa junto con las necesidades internas y los instintos. Como el ego nos orienta hacia el mundo, nos lleva a sopesar los riesgos de una acción antes de actuar. Si los ries- gos parecen demasiado altos, uno pensará en otra forma de satisfacer la necesidad. Si no existe una forma segura de hacerlo inmediatamente, lo aplazaremos hasta encontrar un momento más seguro o razonable. Por lo tanto, el objetivo del ego es aplazar la descarga de la tensión del id hasta encon- trar el objeto o contexto apropiado (ver recuadro 8.1). El ego usa el proceso secundario para igualar la imagen inconsciente de un objeto reductor de tensión a un objeto real. Hasta que se pueda encontrar ese objeto, el ego mantiene la tensión bajo control. El objetivo del ego es no bloquear permanentemente los deseos del id. El ego desea que el id satisfaga sus instintos, pero en un tiempo y en una forma seguras —que no cause problemas por algún conflicto en el mundo— (Bergmann, 1980). El ego —usando el principio de realidad y el proceso secundario— es la fuente de los procesos intelectuales y de la solución de problemas. La capacidad de pensamiento rea- lista, permite al ego elaborar planes de acción para satisfacer las necesidades y prueba los planes mentalmente para ver si funcionarán. A esto se le llama prueba de realidad. Con frecuencia se describe al ego como el poseedor de un papel “ejecutivo” en la personalidad, ya que media entre los deseos del id y las restricciones del mundo externo. El ego parecería una fuerza positiva porque ejercita control sobre el id. Sin embargo, esto suele ser engañoso. El ego no tiene sentido moral. Es enteramente pragmático, se enfoca en arreglárselas. Al ego no le molestan engaños, robos o dejar libre al principio del placer, siempre que no haya peligro involucrado. El sentido moral reside en la tercera parte de la personalidad. Superego El último aspecto de la personalidad —que se desarrolla al final— es el superego (en español “superyo”). Freud mantenía que el superego crece mientras la persona resuelve un conflicto específico durante el desarrollo del mismo (en este capítulo se discutirá). 172 CAPÍTULO 8: L A PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA El superego tiene dos El superego es la personificación de partes. La conciencia sostiene una imagen del los valores paternos y sociales. Los valores comportamiento indesea- de nuestro superego surgen, mayormen- ble y el ego ideal sostiene te, de los valores de nuestros padres. Para una imagen del comporta- obtener el amor de los padres, los hijos miento deseado. hacen lo que sus padres creen que está bien. Para no percibir el dolor, el cas- tigo y el rechazo, el hijo evita lo que sus padres creen que está mal. Al proceso de “tomar” o incorporar los valores de los padres (y de la sociedad en general), se le llama introyección. El superego se divide en dos subsis- temas. El ego ideal comprende las reglas para el buen comportamiento o estándares de excelencia. La conciencia comprende las reglas para identificar los comportamientos que los padres desaprueban y castigan (Janoff-Bulman, Sheikh y Hepp, 2009; Sederer y Seidenberg, 1976). Hacer estas cosas provoca que la conciencia nos castigue con sentimientos de culpa. Por lo tanto, el ego ideal refleja cosas por las que uno se esfuerza y la conciencia refleja cosas que uno evita. (Esta distinción también surgió en el contexto de la motivación para el acercamiento y evitación en los capítulos 5 y 7). El superego también opera en los tres niveles de conciencia. Tiene tres objetivos inter- relacionados: Primero, trata de prevenir (no sólo de posponer) cualquier impulso del id que nuestros padres desaprueban. Segundo, trata de forzar al ego a actuar moralmente, en lugar de racionalmente. Y, tercero, guía a la persona hacia la perfección de pensamiento, palabra y obra. El superego ejerce una influencia “civilizante” en la persona, pero su per- feccionismo está muy alejado de la realidad. Equilibrio de fuerzas Una vez que el superego se ha desarrollado, el ego tiene un difícil camino. Debe tratar simultáneamente con los deseos del id, los dictámenes morales del superego y las limi- taciones de la realidad. Para satisfacer todas estas demandas, el ego tendría que liberar la La fuerza del ego se refiere a la habilidad de la persona para tratar eficientemente con las demandas irresistibles y las situaciones complicadas. Aspec t o s de l a perso n a l i da d: el mo del o est ruc t ura l 173 Recuadro 8.2 Posiblemente las ideas de Freud se distorsionaron por la traducción y la distancia cultural Sigmund Freud fue El pronombre ello (es), es una que esto era un error. Para que el amor austriaco y vivió en un alusión que se pierde completamente sexual sea un verdadero placer erótico, tiempo y cultura muy para la gente que sólo habla inglés. En debe estar lleno de belleza (simbolizada diferentes a la nuestra. alemán, la palabra que significa “niño” por Eros) y expresa los anhelos del Escribió siempre en alemán y sus ideas es neutra. Por lo tanto, en la niñez tem- alma (simbolizada por Psyche). Estas se tradujeron posteriormente al inglés. La prana, a cada niño alemán o austriaco son las connotaciones que Freud quería traducción de cualquier idea compleja o se le llama ello. Al aplicar esta palabra a transmitir con la palabra erótico. Cuando sutil, es siempre difícil y existe una gran uno mismo, encontramos matices cla- se les despoja de esas connotaciones posibilidad de error. Elecciones poco ramente emocionales: así nos llamaban (porque los lectores no saben de mito- menos que perfectas para las palabras cuando éramos tan pequeños que no logía), la palabra no únicamente pierde pueden distorsionar mucho el significado. habíamos aprendido a reprimir nuestros su verdadero significado, sino que Es muy difícil para cualquier traductor, impulsos o a sentir culpa debido a ellos. incluso toma connotaciones opuestas a conocer precisamente lo que el autor Se transmite un sentido de infancia la intención de Freud. original quería transmitir y es posible que personalizada en el original, mientras En efecto, Bettelheim argumentó ninguna traducción sea completamente que la traducción de id no tiene ninguna que la palabra psyche también se ha fiel al original. asociación intrínseca. tergiversado. Estamos acostumbrados ¿Qué tan fieles son las traducciones de Otra palabra común que usó Freud a pensar en la psyche como la mente, los escritos de Freud? No mucho, fue trieb, que se traduce como instinto. porque así es como la palabra se ha tra- de acuerdo con Bruno Bettelheim Bettelheim opina que impulso es mejor ducido. Sin embargo, la palabra alemana (1982), importante psicoanalista. porque Freud usó una palabra diferente para psyche es seele, que significa Bettelheim tenía los antecedentes cuando se refería los instintos de los “alma”. Por lo tanto, afirma Bettelheim, para juzgar. Nació en Viena, hablaba animales. Por trieb él pretendía transmi- la atención de Freud se centró en la alemán desde su niñez y vivió en el tir la propulsión, una urgencia básica, un metafísica, pero se mal interpretó como mismo contexto cultural que Freud. Le impulso, pero no en el sentido de que un enfoque en lo mental. preocupaban muchos aspectos de las el impulso era instinto animal, innato e En resumen, Bettelheim argumentó traducciones al inglés de Freud; aquí inalterable. que se ha perdido el sentido de las se ilustran algunos. Entre los pocos términos no ale- ideas de Freud. Freud eligió su lenguaje Siempre que era posible, Freud manes que Freud empleó están: Eros para evocar respuestas no sólo a un trataba de comunicar sus ideas en y Psyche. Ambos son nombres de nivel intelectual, sino también a nivel palabras que sus lectores usaban desde personajes en la mitología griega. Eran emocional. Esto se ha perdido. Debido la niñez y agregaba nuevas ideas a las personajes que Freud conocía íntima- a que no vivimos en el contexto cultural palabras comunes. Dos palabras que mente, como también la mayoría de en el que escribió Freud, también se él eligió se encuentran entre las pri- las personas a quienes él dirigió sus han perdido muchas de sus referencias meras palabras que aprende todo niño escritos. (En ese tiempo, las personas de las ideas comunes en su tiempo. germano-hablante; son pronombres educadas leían obras clásicas de la lite- Bettelheim también argumentó que personales. Con el pronombre yo (ich), ratura). Cuando Freud escribió acerca Freud estaba consciente de las distorsio- Freud eligió una palabra que práctica- de las cualidades “eróticas”, se refirió a nes y decidió corregirlas; sobre todo por mente nos obliga a pensar en nosotros aquellos personajes y sus cualidades: el su molestia con el sistema médico de y aumenta las cualidades emocionales atractivo y astucia de Eros, así como el Estados Unidos, que pretendía que el que se relacionan con la afirmación profundo amor que él tenía por Psyche. psicoanálisis formara parte de la medi- asertiva de nuestra propia existencia. La Al inicio, Psyche fue engañada con la cina, a lo que él se opuso. palabra ego, en contraste, es una pala- intención de que creyera que Eros era bra estéril y sin vida. desagradable y el mensaje del mito es tensión inmediatamente de una forma que sea tanto socialmente aceptable como rea- lista. Esto, por supuesto, es muy poco probable, porque estas fuerzas a menudo entran en conflicto. En la perspectiva psicoanalítica, estos conflictos son parte de la vida. El término fuerza del ego se refiere a la habilidad del ego para ser efectivo a pesar de los problemas (Barron, 1953). A menor fuerza del ego, la persona se debate entre presiones competitivas; mientras que a más fuerza la persona puede manejar las presiones. 174 CAPÍTULO 8: L A PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA Es importante darse cuenta de que ningún aspecto de la personalidad es “mejor” que los otros. Más bien, debería haber equilibrio entre ellos. Una persona cuyo ego es dema- siado fuerte, quizá se sienta culpable todo el tiempo o actúe de una forma insufriblemente piadosa. Una persona cuyo id sea demasiado fuerte puede estar obsesionada con la auto- gratificación y completamente desinteresado con las demás personas. La personalidad más sana es aquella en la que las influencias de los tres aspectos están integradas y equilibradas. Motivación: los impulsos de la personalidad En varias ocasiones hemos hablado de términos generales acerca de la energía, los impulsos, los estados tensionales e instintos. Ahora consideraremos estas fuerzas más explícitamente. Al pensar sobre la motivación, Freud se basó mucho en puntos de vista prevalecientes en las ciencias biológicas y físicas. Él veía a las personas como sistemas de energía comple- jos donde la energía se utiliza en el trabajo psicológico (pensar, percibir, recordar, planear, soñar) y se generaba y liberaba mediante procesos biológicos. A estos procesos biológicos, que operan a través del id, se les ha llamado instintos e impulsos. Estos dos términos difieren entre sí en otros contextos (ver recuadro 8.2), pero aquí los usaremos de forma indistinta. Un impulso tiene dos elementos relacionados: una necesidad biológica y su repre- sentación psicológica. Por ejemplo, la falta de agua suficiente en las células del cuerpo es una necesidad que crea un estado psicológico de sed, un deseo de agua. Estos elementos se combinan para formar un impulso para tomar agua. (La imagen no es tan diferente a la perspectiva de los motivos del capítulo 5). Estos procesos son continuos. Los estados motivacionales se construyen hasta que una acción causa que su tensión se libere. Si un motivo no se expresa, la presión continuará hasta realizarse. A este aspecto de los motivos se le llamó modelo “hidráulico”. En esta pers- pectiva, tratar de prevenir que un impulso se exprese, sólo crea más presión. Dos clases de impulsos: instintos de vida y muerte Como sucedió con muchos aspectos del trabajo de Freud, sus ideas sobre los impulsos evolucionaron a lo largo de los años. Finalmente afirmó que todos los impulsos forman dos clases (Freud, 1933). Al primero se le llamó instinto de vida o sexual (colectivamente llamado Eros. Un conjunto de impulsos que manejan la supervivencia, la reproducción y el placer. No todos los instintos de vida tratan con impulsos sexuales per se; también ins- tintos como la vida, el hambre, la evitación del dolor y el sexo. En conjunto, a la energía de los instintos de vida se le conoce como libido. Un segundo conjunto de impulsos son los instintos de muerte (también llamados Thanatos). La visión de Freud de los instintos se ve reflejada en su afirmación de que “el objetivo de toda vida es la muerte” (Freud, 1955-1920). Él creía que la vida lleva natural- mente a la muerte y que las personas desean (inconscientemente) regresar a la nada. Sin embargo, la expresión de los instintos de muerte, por lo general, se retiene debido a los instintos de vida. Por lo tanto, los efectos de los instintos de muerte no son siempre visibles. Freud nunca acuñó un término para la energía de los instintos de muerte y el im- pulso de muerte ha recibido menos atención que Eros. Curiosamente, sin embargo, la biología actual supone un instinto de muerte en la fisiología humana. Es decir, existe un proceso suicida activo genéticamente dirigido, llamado apoptosis, que ocurre en las células humanas en ciertas circunstancias. Es crítico en el desarrollo (W. R. Clark, 1996) y parece estar involucrado en la defensa del cuerpo contra el cáncer (Tyner et al., 2002). La función de muerte celular está codificada en nuestras células (Hopkin, 1995). Este hecho sugiere que la muerte es el objetivo último para partes del cuerpo. Tal vez el principio también se extienda más ampliamente a la personalidad. Un aspecto del instinto de muerte que ha recibido atención de los psicólogos, se refiere a la agresión. En la perspectiva de Freud, la agresión no es un impulso básico, An si eda d y mec a n i smo s de defen sa 175 pero surge de la frustración del impulso de muerte. Es decir, si Eros bloquea la expre- sión del instinto de muerte, la tensión permanece. La energía no se gasta; se puede usar en acciones agresivas o destructivas contra otros. En esta perspectiva, los actos agresivos expresan impulsos autodestructivos que se dirigen hacia otros. Catarsis Como ya se mencionó, si la tensión del instinto no se libera, la presión permanece, in- cluso aumenta. En algún momento, la acumulación de energía sería tan grande que no habría capacidad para retenerla más tiempo y, en ese instante, se libera el impulso. De ahí, el término catarsis, que se refiere a la liberación de tensión en una experiencia de ese tipo. (Este término también se usa de manera diferente, más adelante se discutirá). La idea de la catarsis se ha estudiado casi siempre en relación con la agresión. El prin- cipio lleva a dos predicciones: Primero, participar en la agresión debería reducir la tensión porque el impulso ya no está encerrado. Segundo, como este acto disipa la energía del impulso, es menos probable que la persona sea agresiva nuevamente en el futuro cercano. Este punto de vista respecto de la energía agresiva y su liberación, se repite en las ideas de otros teóricos. Megargee (1966, 1971; Megargee, Cook y Mendelsohn, 1967) argumentó que las personas con fuertes inhibiciones para agredir, rara vez se desahogan, incluso cuando se les provoca. Sin embargo, al pasar el tiempo, sus sentimientos crecen hasta que las restric- ciones ya no pueden sostenerlo. Como se ha acumulado tanta energía, la agresión que se libera suele ser brutal. Irónicamente, la provocación final a menudo es trivial (ver también Miller, Pederson, Earleywine y Pollock, 2003). Una vez que pasa el episodio, estas personas (a quienes Megargee llama agresores sobrecontrolados) vuelven a ser pasivas, sobrecontroladas. ¿Cuál es la evidencia que apoya la hipótesis de la catarsis para la agresión en la mayo- ría de las personas? Las personas parecen pensar que la agresión las hará sentirse mejor (Bushman, Baumeister y Phillips, 2001), pero la evidencia es mixta (Baron y Richardson, 1994). La agresión ayuda a disipar la activación (Geen, Stonner y Shope, 1975; Hokanson y Burgess, 1962a, 1962b; Hokanson, Burgess y Cohen, 1963), pero queda poco claro el porqué. Alguna evidencia sugiere que la venganza real produce su efecto, pero la ven- ganza simbólica o fantasiosa, no. En resumen, aunque alguna evidencia sugiere efectos de la catarsis, los efectos se dan sólo bajo circunstancias muy específicas. Más aún, existe otra evidencia que parece contradecir a la catarsis. En suma, la evidencia no apoya muy bien este aspecto de la teoría psicoanalítica. Ansiedad y mecanismos de defensa Mucha de la actividad de la personalidad —en personas que son perfectamente normales, como también en personas con problemas— se ocupa de la ansiedad. Freud (1936-1926) no veía a la ansiedad como un impulso per se, sino como una señal de advertencia para el ego de que algo malo está por suceder. No obstante, las personas buscan evitar o escapar de la ansiedad. Freud (1959-1926) distinguió tres tipos de ansiedad, que a su vez corresponden a tres aspectos adversos. El más simple es la ansiedad de realidad, que surge a partir de un peligro en el mundo. Uno la experimenta cuando nos damos cuenta de que estamos a punto de que un perro nos muerda, de chocar nuestro coche, de que nos regañen por haber cometido un error en nuestro trabajo o de reprobar un examen. Como su nombre lo indica, la ansiedad de realidad se enraiza en la realidad. La manejamos arreglando, evi- tando o escapando de la situación que crea el sentimiento. El segundo tipo, la ansiedad neurótica, es un miedo inconsciente de que nuestros impulsos del id se salgan de control y nos lleven a hacer algo por lo que recibiremos un castigo. No se trata de un temor a expresar los impulsos del id, sino al castigo por expre- sarlos, debido a que el castigo sigue a menudo a las acciones impulsivas que la sociedad 176 CAPÍTULO 8: L A PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA Recuadro 8.3 Efectos involuntarios al suprimir el pensamiento En ocasiones, las tiempo no estarlo. Por supuesto, si la abría un espacio, el pensamiento se personas tratan represión es inconsciente se evita este colaba. La supresión es difícil a menos conscientemente de problema porque el plan para eliminarlo que en su lugar exista otro distractor mantener pensamien- es inconsciente. (recuerde la discusión del recuadro tos específicos fuera Por lo tanto, ¿qué sucede cuando 8.1 sobre cómo la distracción ayuda a de sus mentes. Si uno quiere dejar de las personas tratan de suprimir un demorar la gratificación). fumar, tratará de evitar pensar en cigarrillos. pensamiento? La investigación inicial El segundo hallazgo fue que las per- Si uno quiere bajar de peso, tratará de enseñaba a las persona la técnica de sonas que suprimieron el pensamiento no pensar en comida. Si acabamos pensar en voz alta para reportar todos mostraron un efecto de rebote. Es decir, de terminar nuestra relación con alguien, los pensamientos que se forman en cuando después se les pidió que pen- trataremos de evitar pensar en las cosas su mente. Después usaban la técnica saran en el oso, lo hicieron de manera que hacíamos juntos. Todo esto involu- durante periodos de cinco minutos en más frecuente y consistente que los cra esfuerzos por mantener ideas fuera dos diferentes condiciones: en una demás, durante cinco minutos. En con- de nuestra conciencia. condición, trataban de no pensar en traste, quienes desde el inicio pensaron En ocasiones, la supresión de pen- un oso blanco y cada vez que les venía en el oso, desecharon ese pensa- samientos funciona. Pero, tratar de no a la mente uno, tenían que sonar una miento bastante rápido y sus reportes pensar en algo puede tener efectos campana que estaba frente a ellos. En la disminuyeron durante el periodo de secundarios no intencionados. Dan otra condición, se les pedía que pensa- cinco minutos. Los efectos de rebote Wegner y sus colegas realizaron un ran en un oso blanco y que sonaran la se encontraron repetidamente, incluso programa de estudios sobre la supre- campana cada vez que lo hicieran. Para en sueños (Wegner, Wenzlaff y Kozak, sión de pensamientos (Wegner, 1989, algunas personas, la supresión venía pri- 2004). 1994; Wenzlaff y Wegner, 2000) y sus mero y después el pensamiento y para En términos prácticos, ¿cuáles son las conclusiones lo sorprenderán. Tratar de otras se invertía. implicaciones de estos resultados? ¿Qué no pensar acerca de algo puede hacer De esa investigación surgieron dos debemos hacer si no deseamos pensar que ese pensamiento se evoque des- hallazgos. El primero fue que para algu- en algo? Wegner (1989) afirma que, pués, especialmente si se trata de un nas personas fue difícil evitar pensar aun cuando parezca extraño, la mejor pensamiento emocionalmente excitante en un oso blanco. (La estrategia más medicina es dejar que entren los pen- (Wegner, Shortt, Blake y Page, 1990). efectiva es enfocarse en otra cosa). samientos, experimentarlos y asociarlos La idea de suprimir de manera Curiosamente, la mayoría de pensa- con la intrusión y permitir que la expe- consciente un pensamiento contiene mientos no deseados ocurría cuando riencia siga su camino. Sólo relajando una paradoja. Para suprimir el pensa- la persona recién terminaba otro pen- el control mental, es que podremos miento es necesario, primero, decidir samiento y estaba callada. Era como recuperarlo. Al disminuir las defensas, hacerlo y, segundo, eliminar toda la si el pensamiento a suprimir pidiera eventualmente se reduce la presión del evidencia del mismo —incluye el plan mantenerse así siempre y cuando la pensamiento no deseado y desapare- para suprimirlo. Esto requiere estar maquinaria mental se encontrara com- cerá por sí mismo —tal vez a través de consciente del intento, pero al mismo pletamente ocupada, pero cuando se los mecanismos del inconsciente—. desaprueba, la ansiedad neurótica tiene una cierta base en la realidad. Sin embargo, el peligro en el fondo tiene su origen en el interior, en los impulsos del id. Por esta razón, la ansiedad neurótica es más difícil de manejar que la ansiedad de realidad. Uno puede evitar a los perros peligrosos, manejar cuidadosamente, realizar lo mejor posible el trabajo y estudiar para los exámenes, pero no podemos escapar del id dado que siempre tiene el potencial de salirse de control. El tercer tipo de ansiedad es la ansiedad moral. Este es el temor que tienen las personas cuando han violado (o están por violar) su código moral. Si nuestro sentido moral prohíbe engañar y uno está tentado a engañar, sentirá ansiedad moral. Si nuestro sentido moral prohíbe tener sexo antes del matrimonio y estamos a punto de tenerlo, experimentaremos ansiedad moral. La ansiedad moral se siente como la culpa o la vergüenza. Nuevamente, es importante ser claros acerca de la diferencia entre este tipo de ansiedad y la ansiedad de rea- lidad. La amenaza de recibir un castigo de la sociedad no es la fuente de la amenaza moral. Su fuente es interna, está en la conciencia. Como en la ansiedad neurótica, es difícil mane- jarla. Así como no podemos escapar del id, tampoco lo podemos hacer de la conciencia. An si eda d y mec a n i smo s de defen sa 177 Si el ego realizara perfectamente su trabajo, nunca sentiríamos ansiedad. Los peligros externos se evitarían o manejarían previniendo la ansiedad de la realidad. Los impulsos del id serían liberados en momentos y lugares apropiados, previniendo la ansiedad neu- rótica. Uno nunca se permitiría hacer o querer algo que prohibiera nuestro superego, previniendo la ansiedad moral. Sin embargo, en las personas el ego no funciona tan bien. Como resultado, la mayoría de la gente experimenta cierto nivel de ansiedad en tanto que otras personas experimentan más, lo cual forma parte de la vida normal. Cuando surge la ansiedad, el ego responde de dos formas. Primero, incrementa los esfuerzos para enfrentar al problema. Trata de negociar (de manera consciente) con la fuente de la amenaza. Esto funciona muy bien con la ansiedad neurótica. Segundo, el ego involucra mecanismos de defensa: tácticas que desarrolla para ayudar a evitar otros tipos de ansiedad. Cuando las defensas funcionan bien, mantienen alejada la ansiedad. Los mecanismos de defensa tienen dos características: Primero, todos pueden operar de manera inconsciente. Segundo, todos distorsionan o transforman la realidad de una u otra forma. Hasta ahora se han propuesto diversos mecanismos de defensa. La discusión más completa proviene de la hija de Freud, Anna (A. Freud, 1966). La siguiente sección delinea algunos mecanismos de defensa que identifican Anna Freud y otros. Represión El mecanismo central de defensa es la represión. De hecho, Sigmund Freud a menudo usó los términos defensa y represión de manera indistinta. En la represión, cierta cantidad de energía que dispone el ego se usa para mantener fuera de la conciencia los impulsos no deseados. La represión se puede hacer de manera consciente (Anna Freud llamó a ese proceso supresión), a medida que la persona trata de forzar algo fuera de la conciencia (ver también recuadro 8.3). Sin embargo, casi todas las discusiones sobre la represión se enfocan en ella como un proceso inconsciente. La represión se utiliza para bloquear la consciencia, no sólo los impulsos del id, sino también información dolorosa o que inquieta. En ocasiones, es la memoria en la que están los impulsos que ya expresamos. Si hicimos algo de lo que nos avergonzamos, esta memoria podría ser empujada al inconsciente. Eventualmente, podemos ser incapaces de recordar haber hecho algo (como en el ejemplo al inicio del capítulo). La amenaza puede provenir de cosas que nosotros vemos como fracasos —por ejemplo, el hecho de no ser popular o no poder bailar. También de una parte de un grupo que los demás rechazan (Steele, 1997) o de darnos cuenta de que en algún momento moriremos (Pyszczynski, Greenberg y Solomon, 2000). La amenaza puede venir de conflictos con los estándares que maneja el superego —por ejemplo, el hecho de saber que no estamos haciendo nada por ayudar a las personas que mueren de hambre en el mundo. La represión no necesariamente es total. Es más fácil hablar de las defensas en tér- minos de todo o nada, pero esto puede ser engañoso. Podemos esconder parcialmente una memoria moderadamente inquietante para no pensar en ella a menudo. En esencia, simplemente evitamos recordarla (Shane y Peterson, 2004); sin embargo, no la hemos olvidado porque si algo o alguien nos la recuerda viene a la mente, aunque la olvidaríamos tan pronto no nos la recordaran. A esto se le llama represión parcial. Negación Otra defensa simple ocurre cuando las personas se sienten abrumadas por una realidad amenazante. Esta defensa es la negación: rehusarse a creer que un evento sucedió o que una condición existe. Un ejemplo es cuando una madre se rehúsa a creer que su hijo 178 CAPÍTULO 8: L A PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA La negación previene del murió en combate. Otro es cuando un niño no querer darnos cuenta de las cosas desagrada- cuyo padre abusó de él sigue adelante como bles en nuestras vidas. si no hubiera pasado nada (Freyd, 1996). Un caso menos extremo es el de un alumno que recibe una nota reprobatoria y supone que ha habido algún tipo de error, o bien, la idea de que nuestros padres tienen una vida sexual activa con posiciones preferidas para el coito. De muchas maneras la negación se asemeja a la represión. Ambas alejan de la conciencia, lo que la persona siente que no es capaz de enfrentar. La represión enfrenta las amenazas que se originan dentro de las dinámicas de la mente. La negación trata con las amenazas que tienen otras fuentes. Se ha dicho que las personas usan la re- presión y la negación porque les funcionan (Erdelyi, 2006). Protegen del dolor o de la ansiedad. Sin embargo, a largo plazo crean pro- blemas porque gastan la energía que se podría usar de otra forma. Uno tiene una cantidad de energía para emplearla en un determinado momento (Baumeister, 2002; Muraven y Baumeister, 2000). Si mucha de esta energía la dedicamos a estas defensas, nuestro ego se queda con poca energía para lo demás. Cuando faltan recursos, el comportamiento se vuelve menos flexible y complaciente (Finkel y Campbell, 2001). Si un acto de represión sigue por mucho tiempo, la energía se queda atada más o menos de manera permanente. Por lo tanto, a pesar del hecho de que la represión y la negación son en ocasiones necesarias, finalmente pueden actuar en nuestra contra. Tal vez sea por esta razón que se desarrollaron otras defensas. Éstas operan en com- binación con la represión (y unas con otras). Liberan cierta cantidad de energía mientras evitan que los impulsos, los pensamientos o los sentimientos inaceptables se registren en nuestra conciencia. Proyección En la proyección reducimos la ansiedad al adjudicar a otra persona aquello que no acep- tamos. Proyectamos rasgos, impulsos, deseos o inclusive metas a otra persona (Kawada, Oettingen, Gollwitzer y Bargh, 2004). La proyección nos proporciona una forma de ocul- tar ante nosotros un aspecto que nos desagrada, mientras que expresamos esa cualidad en forma altamente distorsionada (Mikulincer y Horesh, 1999). Por ejemplo, si uno se siente hostil hacia otros, uno reprime ese sentimiento. El sentimiento sigue ahí. En la proyec- ción, uno desarrolla una percepción de que los demás nos odian o tratan de dañarnos. De esta forma, nuestro impulso hostil se expresa, pero de una forma que no es amenazante para nosotros (Schimel, Greenberg y Martens, 2003). Por lo tanto, la proyección tiene dos propósitos. Ayuda a abrir los verdaderos sen- timientos en una forma u otra, libera alguna energía que se requiere para reprimirlos (Schimel et al., 2003). Sin embargo, tan importante es que el deseo emerja de tal manera que el ego y el superego no lo reconozcan como perteneciente a nosotros. Por tanto, se elude la amenaza (ver figura 8.2). An si eda d y mec a n i smo s de defen sa 179 Conciencia Represión Inconsciente Figura 8.2 Las defensas inician con la represión, retiran el material amenazante de la región consciente de la mente y la envían al inconsciente. Lo que se reprime no sale a la luz de manera directa porque provoca dema- siada ansiedad. Sin embargo, el material reprimido se escapa de la barrera, se transforma para y así es menos reconocible. Aunque estas distorsiones permiten que los impulsos que se reprimen se expresen, la expresión es más débil y menos efectiva que el impulso inicial. Por lo tanto, la presión para expresar el impulso, permanece. Racionalización e intelectualización Otra defensa importante es la racionalización. En la racionalización uno puede redu- cir la ansiedad encontrando una explicación (o excusa) racional para una conducta que uno realmente hizo por razones inaceptables. Por ejemplo, el hombre que engaña en su declaración de impuestos racionalizaría su comportamiento y lo justificaría aludiendo que reduce la cantidad de dinero que se gasta para armas en el mundo. La racionalización también protege contra otros tipos de amenazas. Por ejemplo, después de un fracaso la racionalización mantiene la autoestima. Si uno no ingresa a la escuela de medicina, se puede convencer a sí mismo que de realmente no quería ser doctor. Un hombre a quien rechazan en una cita se convence que después de todo, la mujer no era tan especial. La racionalización es muy común en respuestas de éxito y fracaso. Se ha demostrado repetidamente que las personas tienden a acreditarse el buen desempeño y a culpar por su mal desempeño a cosas que están fuera de su control (por ejemplo, Krusemark, Campbell y Clementz, 2008; Ross y Fletcher, 1985; Wilson, Smith, Ross y Ross, 2004). Otra defensa es la intelectualización: la tendencia a pensar acerca de las amenazas en términos fríos, analíticos y emocionalmente desapegados. Pensar en eventos de esta forma permite a las personas disociar sus pensamientos de sus sentimientos. Separa y aísla el senti- miento, que normalmente lo acompañaría, del evento que lo amenaza (Barret, Williams y Fong, 2002). Por ejemplo, una mujer que se entera que su esposo se muere de cáncer, aprende todo lo más que puede acerca del tratamiento. Se enfoca en el padecimiento de manera inte- lectual y fragmenta la información; con ello, se protege a sí misma de la angustia. Desplazamiento y sublimación Otros dos mecanismos de defensa generalmente se consideran menos neuróticos y más adaptativos que los otros. El desplazamiento que consiste en cambiar un impulso de un blanco a otro. Esto sucede a menudo cuando el blanco al que se pretende llegar es amenazante. El desplazamiento es una defensa en estos casos, porque al sustituir con un blanco que es menos amenazante que el original, se reduce la ansiedad. Por ejemplo, la alumna que está enojada con su profesor y se descarga con su novio comprensivo y evita la ansiedad que surgiría al atacar a su profesor. La persona con una lujuria inapropiada que 180 CAPÍTULO 8: L A PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA Una forma de ver a la cirugía, es que permite sublimar y liberar la energía agresiva e ina- ceptable a través de una actividad socialmente más aceptable. desplaza ese impulso a un objetivo permitido, evita la ansiedad que surgiría al expresar esos deseos hacia el verdadero objetivo. La sublimación también permite que los impulsos se expresen al transformase de forma aceptable. En este caso, el objetivo no crea la amenaza, sino el impulso. La ansiedad baja cuando el impulso que se transforma se expresa, en lugar del impulso inicial. Freud sintió que la sublimación, más que cualquier otro mecanismo, refleja madurez. La subli- mación es un proceso que impide que ocurran problemas, en lugar de funcionar una vez que surge la ansiedad. Investigación sobre las defensas Aunque gran parte de la teoría psicoanalítica no está comprobada, se ha realizado una buena cantidad de investigación sobre las defensas y el interés aumenta nuevamente (Cramer, 2000). Considere un estudio sobre la proyección (Halpern, 1977). A personas que parecían o no sexualmente defensivas (de acuerdo con una escala de autorreporte), se les exponían o no fotografías eróticas; posteriormente, calificaban a alguien más. Las personas sexualmente defensivas cuando vieron fotografías eróticas, calificaron a la otra persona como más “lujuriosa”. Quienes no eran defensivos acerca de temas sexuales, no lo hicieron. Este patrón tiene sentido desde el punto de vista psicoanalítico. Uno proyecta únicamente las cosas que amenazan. A menudo las personas expresan sus impulsos de Otras investigaciones también han probado forma simbólica. En oca- la idea de que la proyección se da cuando las siones, viven sus impulsos personas tratan de manera activa de suprimir pen- a través de sus hijos o samientos de cosas que no les gustan de sí mismos ¡incluso con sus mascotas! (Newman, Duff y Baumeister, 1997). El esfuerzo activo de suprimir provoca que los pensamientos sobre el rasgo no deseado retrocedan y se vuelven más accesibles (recuerde recuadro 8.3). Esto, a su vez, hace que los pensamientos estén listos para usarse aun cuando el comportamiento de alguien más no se ajuste al rasgo remotamente. También hay evidencia de que cuando un estereotipo que involucra ese rasgo aplica a alguien más, es más probable que se dé la proyección (Govorun, Fuegen y Payne, 2006).

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