Resumen Segundo Parcial Desarrollo Psicoanalisis PDF
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Universidad Nacional de Mar del Plata
Alfon y Cloe
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Este documento resume el segundo parcial de un curso sobre Desarrollo del Psicoanálisis. Aborda temas como la lógica del significante, la perspectiva lacaniana, y las formaciones del inconsciente. Se analiza el concepto del sujeto como efecto del significante, y cómo el inconsciente se estructura como un lenguaje.
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RESUMEN SEGUNDO PARCIAL DE DESARROLLO DEL PSICOANÁLISIS UNIDAD 2: Introducción a la Lógica del Significante (textos que nos faltaron del primer parcial) Nociones saussureanas de lengua, signo, significante, significado, significación, valor, sintagma y paradigma. Los ejes del lenguaje. Los estudi...
RESUMEN SEGUNDO PARCIAL DE DESARROLLO DEL PSICOANÁLISIS UNIDAD 2: Introducción a la Lógica del Significante (textos que nos faltaron del primer parcial) Nociones saussureanas de lengua, signo, significante, significado, significación, valor, sintagma y paradigma. Los ejes del lenguaje. Los estudios de Jakobson sobre las afasias. La concepción lacaniana del Significante y de la significación. Metáfora y Metonimia. El grafo de la comunicación: Necesidad, Demanda y Deseo. El Otro con mayúscula. Las formaciones del inconsciente. El “sujeto” como efecto del significante. “El inconsciente está estructurado como un lenguaje”. LACAN Jacques: (1960) Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano (fragmento) (Ídem anterior). (F. 15004) Lacan utiliza la idea de subversión del sujeto para afirmar que el sujeto se juega en la estructura como una función de falta de significante. Por otro lado, con dialéctica del deseo quiso englobar lo que sería la necesidad, la demanda y el deseo; cuando Lacan habla de dialéctica habla de cómo se llega al deseo: esto se logra a través de un proceso el cual parte de diferentes significaciones que vamos a ir viendo en los grafos, en donde el Otro le otorga sentido a los significantes del sujeto (cabe aclarar que estos significantes que utiliza el sujeto son dados por el Otro, tesoro de significantes). Pero no nos adelantemos, eso lo vamos a ver más adelante. Una estructura es constituyente de la praxis llamada psicoanálisis. Este autor ya empieza dando la idea de que este texto va a ser estructuralista (proveniente del estructuralismo de Levi Strauss: con el término estructura remitimos al conjunto de elementos covariantes y diferenciales. ). Su idea era llegar a las bases principales de la sociedad y, por esto mismo, se enfoca en explicar el grafo del deseo el cual es una fórmula que muestra el modo topológico de construcción del sujeto. El ICC, a partir de Freud, es una cadena de significantes. Esta oración representa lo trabajado en la primera parte de la materia: aparece el Icc estructurado como un lenguaje. A saber, la manera justa de contestar a la pregunta: ¿Quién habla cuando se trata del sujeto del ICC? Pues esta respuesta no podría venir de él, si él no sabe lo que dice, ni siquiera que habla, como la experiencia del análisis entera nos lo enseña. 1 El ICC aparece de un Otro debido a que ese Otro es el que otorga significantes, los cuales están en la estructura del sujeto. Cuando se manifiesta el Icc no habla el sujeto en sí, ya que este nunca sabe lo que dice, sino que habla el Otro. Es decir que los significantes que se pueden ver en dichas manifestaciones son los que en algún momento fueron dados por el tesoro de significantes. Se relaciona con la idea de necesidad vs demanda. En el siguiente punto: que el deseo se anuda en ella al deseo del Otro, pero que en ese lazo se aloja el deseo de saber. NO ENROSCARSE EN ESTA ORACIÓN, ES SOLO PARA DARLE CONTEXTO AL SIGUIENTE APUNTE. Primero, es importante tener en cuenta que a nosotros nos constituye el deseo el cual es el deseo del Otro. Ahora, ¿qué quiere decir esto? que el Otro nos da los significantes para que podamos desear, para que se constituya el camino de nuestro deseo. Al mismo tiempo, hay que considerar que este Otro no aparece solo como el padre, sino como un lugar, la cultura, la ley. Ambas ideas se trabajarán más adelante. Esto se va a ampliar más en el seminario 5 (unidad 4). Pues lejos de ceder a una reducción logicizante, allí donde se trata del deseo, encontramos en su irreductibilidad a la demanda el resorte mismo de lo que impide igualmente reducirlo a la necesidad. Para decirlo elípticamente: que el deseo sea articulado, es precisamente la razón de que no sea articulable. Entendemos: en el discurso que le conviene, ético y no psicológico. Para entender este problema del que habla Lacan, hay que relacionarlo con la idea de significante trabajada anteriormente. El deseo no se puede reducir a la demanda ni a la necesidad porque este excede la palabra. El deseo no puede ser enunciado del todo por el sujeto (por la falta, porque hay algo que excede), pero si puede ser articulado en el deseo lo cual demuestra que este no es totalmente ajeno a la persona. En esta idea se ve como “el deseo insiste pero no consiste”. Por ejemplo, se busca el deseo de ser mamá e igualmente tenes 4 hijos, porque el deseo insiste pero no consiste, es decir, que el deseo nunca se llega a satisfacer totalmente (siempre hay una falta). 2 Grafo 1. Se dice que este grafo es la célula elemental del grafo porque es lo mínimo que tiene que haber. Δ: es la letra delta, representa al ser natural, mítico. : el sujeto se constituye después; no se nace como sujeto, sino que es el resultado de lo que se dijo. No es potente, no es capaz, sino que depende del Otro, es súbdito de este. - En la línea S a S’ se ve la cadena de significante. En S se muestra el efecto de anticipación y, cuando se llega a la S’ se produce la significación. Siguiente párrafo es para darle más contexto a este grafo, pero se la va a desarrollar mejor más adelante: el viviente mítico tiene necesidades (cuestiones biológicas, las más básicas) y cuando se topa con el campo del lenguaje (es decir, con la cadena de significante, la parte simbólica), se arma lo que se va a llamar Demanda. Un ejemplo de esto sería cuando el bebé llora ya que la madre le pone significación a su necesidad recortando la cadena: “tiene hambre”, “quiere dormir”... Esta secuencia es inevitable ya que sin esta el niño sería un “hombre lobo”. Por otro lado, es importante tener en cuenta que toda demanda es de amor (desde el sentido amplio del término). He aquí lo que podría decirse que es su célula elemental. Se articula allí lo que hemos llamado el punto de basta por el cual el significante detiene el deslizamiento, indefinido sino, de la significación. Se supone que la cadena significante está soportada por el vector. Sin entrar siquiera en la fineza de la dirección retrógrada en que se produce su cruzamiento redoblado por el vector ,véase únicamente en este último el pez que engancha, menos propio para figurar lo que hurta a la captación en su nado vivo que la intención que se esfuerza 3 en ahogarlo en la onda del pre-texto, a saber la realidad que se imagina en el esquema etológico del retorno de la necesidad. La función diacrónica de este punto de basta debe encontrarse en la frase, en la medida en que no cierra su significación sino con su último término, ya que cada término está anticipado en la construcción de los otros, e inversamente sella su sentido por su efecto retroactivo. La función diacrónica muestra un corte temporal la cual se diferencia de la función sincrónica porque está se muestra a través del tiempo. Desde el grafo 1 hasta acá muestra todo lo que hemos visto en la primera parte de la materia. Si no recuerdo, hay que refrescar… Pero la estructura sincrónica está más escondida, y es ella la que nos lleva al origen. Es la metáfora en cuanto que en ella se constituye la atribución primera, la que promulga “el perro hacer miau, el gato hacer gua gua”, con lo cual el niño de golpe, desconectando a la cosa de su grito, eleva el signo a la función del significante, y a la realidad a la sofística de la significación, y, por medio del desprecio de la verosimilitud, abre la diversidad de las objetivaciones por verificarse de la misma cosa. En este párrafo se puede ver cómo el niño separa la cosa de la palabra mostrando su materialidad: la palabra mata a la cosa. Esta idea fue trabajada al inicio de la materia. Se podría decir que hay metáfora en la medida en la que se sustituye el llanto del bebe (la cosa) por un significante (“comida”) (la palabra), y con ello la significación de la madre: “llora porque tiene hambre”. El connotado A, es el lugar del tesoro del significante, lo cual no quiere decir del código, pues no es que se conserve en él la correspondencia unívoca de un signo como algo, sino que el significante no se constituye sino de una reunión sincrónica y numerable donde ninguno se sostiene sino por el principio de su oposición a cada uno de los otros. En cambio, el connotado s (A) (significado del Otro), es lo que puede llamarse la puntuación donde la significación se constituye como producto terminado. El A (el Otro) es el que construye el mensaje y el s(A) es el significado de ese mensaje hecho por el Otro. Observemos la disimetría del uno que es un lugar (sitio más bien que espacio) con respecto al otro que es un momento (escansión más que duración). 4 Con la disimetría del uno quiere hacer referencia al Otro, el cual no es un espacio, sino que es una función, la ley. En cambio, el otro es en un momento, genera un corte del tiempo (escansión). Ese otro es el del estadio del espejo (más adelante va a haber más información), en ese momento que queda capturado por su reflejo, en ese aspecto instantáneo de la imagen. Relacionar con la función sincrónica y diacrónica que está mencionada al principio del texto. Los dos participan de esa oferta al significante que constituye el agujero en lo real, uno como hueco de recelo (de falta de confianza) (el otro con minúscula), el otro como perforación para la salida (el Otro con mayúscula). Este párrafo hay que volverlo a leer cuando separamos el tema del complejo de Edipo para sacar relaciones: el Otro no es solo la ley, sino que este también está atravesado por la ley (por eso se habla de que hay que perforar el sentido que da el Otro). El niño, para actuar por fuera del padre, tiene que considerar que este está atravesado. Esto está relacionado con la idea de que no podes atravesar x situación si es que todavía no lo viviste. Cuando consigue esta perforación, el sujeto sale de la relación del Otro (hay una superación) y se enfoca en qué es lo que quiere él (el sujeto mismo). Esto es más angustiante. La sumisión del sujeto al significante, que se produce en el circuito que va de s(A) a A para regresar de A a s(A), es propiamente un círculo en la medida en que el aserto que se instaura en él, a falta de cerrarse sobre nada sino su propia escansión, dicho de otra manera a falta de un acto en que encontrase su certidumbre, no remite sino a su propia anticipación en la composición del significante, en sí misma insignificante. Acá se ve la idea del sujeto como siervo del lenguaje visto en “La instancia de la letra” de Lacan. Obviamente, esta idea forma parte del registro simbólico. (El A es el lugar del Otro) La cuadratura de ese círculo, para ser posible, no exige sino la “completud” de la batería significante instalada en A simbolizando desde ese momento el lugar del Otro. En lo cual se ve que ese Otro no es nada sino el puro sujeto de la moderna estrategia de los juegos, como tal perfectamente accesible al cálculo de la conjetura, en la medida en que el sujeto real, para regular el suyo, no tiene que tener en cuenta para nada ninguna aberración llamada subjetiva en el sentido común, es decir psicológica, sino la sola inscripción de una combinatoria cuyo agotamiento es posible. Esa cuadratura es sin embargo imposible, pero sólo por el hecho de que el sujeto no se constituye sino sustrayéndose a ella y descompletándola esencialmente por deber a la vez contarse con ella y no llenar en ella otra función que la de falta. 5 (El Otro es previo al Sujeto) El Otro como sede previa del puro sujeto del significante ocupa allí la posición maestra. No se puede ni siquiera hablar del código si no es ya el código del Otro, pero es ciertamente de otra cosa de lo que se trata en el mensaje, puesto que es por él como el sujeto se constituye, por lo cual es del Otro de quien el sujeto recibe incluso el mensaje que emite. Y están justificadas las notaciones A y s(A). Este párrafo muestra al Otro como la estructura antes del sujeto. Esto quiere decir que, lo que dice el sujeto, en realidad viene de un Otro (pudiendo considerarlo a este no sólo como el padre, sino también como la cultura, la ley y hasta la madre). Tomemos solamente un significante como insignia de esa omnipotencia, lo cual quiere decir de ese poder todo en potencia, de ese nacimiento de la posibilidad, y tendremos el trazo unario que, por colmar la marca invisible que el sujeto recibe del significante, enajena a ese sujeto en la identificación primera que forma el ideal del yo. Acá se ve la relación entre el registro imaginario y el simbólico. El significante, el Otro, aparece como omnipotencia. Esta idea se relaciona con el estadio del espejo ya que si hay alienación simbólica, hay imaginaria: el yo también se constituye desde lo simbólico. Es el sujeto quien cree que el Otro es omnipotente, lo cree completo, ya que todavía no puede dar cuenta de la falta del Otro, todavía no aparece el A barrado (si no se entiende, ir a la instancia de la letra). Lo cual queda inscrito por la notación I(A) (Ideal del Otro) que debemos sustituir en este estadio a la , S tachada del vector retrógrado, haciéndonos trasladar de su punta a su punto de partida (cf. grafo 2). Efecto de retroversión por el cual el sujeto en cada etapa se convierte en lo que era como antes y no se anuncia: habrá sido, sino en el futuro anterior. Este efecto se ve en la retroacción de la cadena de significantes vista en la primera parte de la materia. Se ve el efecto de retroversión, por ejemplo, en la obra de Freud porque vos vas a juzgar su teoría desde el contexto en el que se escribió y no desde el actual. Aquí se inserta la ambigüedad de un desconocer esencial al conocerme. Pues todo lo que el sujeto puede dar por seguro, en esa retrovisión, es, viniendo a su encuentro, la imágen anticipada, que tomó de sí mismo en su espejo. 6 “Yo me desconozco cuando me conozco”. Esto pasa en la terapia: nos damos cuenta que todo está constituido por un otro (del registro imaginario) (como imágen otorgada por el Otro con la cual yo me identifico) Grafo 2. $: es el sujeto barrado, atravesado por el lenguaje y el cual tiene una falta. Este sujeto se dirige al código del Otro para dirigir un mensaje a ese Otro dándole la posibilidad de que lo sancione (el significado es del Otro). En este sentido la necesidad es expresada en significantes. S(A): el sujeto emite una cadena de significantes, los cuales los toma del Otro con mayúscula. El sujeto cuando habla, se dirige a un Otro. A: el Otro con mayúscula. Es un lugar, el Otro me da o no ese lugar. Se juega en la posibilidad del don amoroso, el lugar que alguien le da a un hijo. Por ejemplo, la madre se podría decir que facilita el engaño ya que esta le dice “sos el hijo más hermoso, el más inteligente” y en el jardín se ve que no es así. Por otro lado, también se sanciona el mensaje emitido por el sujeto, ya que es el que escucha quien determina al que habla. i(a): es el yo-ideal, la imagen del otro: En esta se ve ese paso de lo simbólico a lo imaginario porque en el grafo 2 ya aparece el sujeto barrado por lo simbólico. Es el campo de lo imaginario. Remite a la imagen del otro, no me vinculo con el Otro sino con su imagen. El yo-ideal es la imagen del otro, la imagen que el Otro me otorga y con la cual yo me identifico, por lo tanto esta siempre es ajena al sujeto. Hay una interdependencia en relación al Otro. Es importante entender que lo imaginario se sostiene de lo simbólico, los significantes del Otro funcionan como espejo. m: es el Yo. Se pone en correlación con la imagen del Otro. Hay una 7 interdependencia con el significado del otro. Ubica al ser, por ejemplo: ¿quien hizo esto? y la persona responde “mua”, es decir yo. I (A): es el Ideal del yo. Este tiene apoyatura en lo simbólico. El Otro deposita en el niño ideales que determinan un posición yoica, el yo juega todo el tiempo con ideales. El Ideal del Yo tiene una función de estabilización identificatoria, es decir que estabiliza una imagen. Es lo que esperan de mí los demás. Se hace esa búsqueda porque todavía se ve al Otro como omnipotente, como completo porque si se considerara que tiene una falta, no sería un “ideal”. Esta idea se relaciona con Su Majestad el bebé. Voz: es el superyo. Algo que juzga al yo Imposible sin embargo, para los que pretenden que es por la acogida dada a la demanda por donde se introduce la discordancia en las necesidades que se suponen en el origen del sujeto, descuidar el hecho de que no hay demanda que no pase de una manera o de otra por los desfiladeros del significante. En este párrafo se ve el circuito de la demanda el cual es el circuito del Otro que otorga el sentido. Para que haya demanda, si o si la necesidad tiene que articularse con un significante ya sea que el sujeto lo tome del Otro (segundo grafo) o que el Otro se los otorgue (grafo elemental en donde la madre le pone un significante al llanto). Partamos de la concepción del Otro como lugar del significante. Todo enunciado de autoridad no tiene allí más garantía que su enunciación misma, pues es inútil que lo busque en otro significante, el cual de ninguna manera podría aparecer fuera de ese lugar. Lo que formulamos al decir que no hay metalenguaje que puede ser hablado, o más aforísticamente: que no hay un Otro del Otro. Es como impostor como se presenta para suplirlo el Legislador. Que el Padre pueda ser considerado como el representante original de esa autoridad de la Ley, es algo que exige especificar bajo qué modo privilegiado de presencia se sostiene más allá del sujeto que se ve arrastrado a ocupar realmente el lugar del Otro, a saber de la Madre. Se hace pues retroceder la cuestión. La madre aparece como la impostora del Otro ya que el verdadero Otro sería el padre. Es en efecto de un modo muy simple, y vamos a decir en qué sentido, en cuanto deseo del Otro, como el deseo del hombre encuentra forma, pero en primer lugar no conservando sino una opacidad subjetiva para representar en ella la necesidad. 8 Si uno puede desear, yo también puedo desear. Se desea si hay algo que falta, entonces a mi como al Otro nos falta algo. Podríamos decir que dicha falta comienza a verse primero como una necesidad, como una carencia biológica a través de la cual se requiere a un Otro para que satisfaga esas necesidades. Pero luego, al crecer, si bien esa carencia biológica no está como tal, podemos dar cuenta que tenemos una falta, una falta que también está en el Otro y a partir de lo cual puede desear. Frente a esto, este autor dice que si hay deseo es porque le falta algo, no se es completo. El deseo se esboza en el margen donde la demanda se desgarra de la necesidad: margen que es el que la demanda, cuyo llamado no puede ser incondicional sino dirigido al Otro, abre bajo la forma de la falla posible (la falta) que puede aportarle la necesidad, por no tener satisfacción universal (lo que suele llamarse: angustia). Margen que, por más lineal que sea, deja aparecer su vértigo, por poco que no esté recubierto por el pisoteo de elefante del capricho del Otro. Es ese capricho del Otro. Es ese capricho sin embargo el que introduce el fantasma de la Omnipotencia no del sujeto, sino del Otro donde se instala su demanda (sería hora de que ese cliché imbécil fuese, de una vez por todas, y para todos, colocado en su lugar), y con ese fantasma la necesidad de su refrenamiento por la Ley. El viviente mítico tiene necesidades y, sin embargo, cuando el Otro aparece lo mete en el circuito de demanda (“yo sé lo que queres” haciendo que también haya una identificación con la madre). Esta demanda es del Otro, no del sujeto, la cual aparece como objeto de Otro. Frente a esta demanda, se ve el deseo opaco (che voi) (que se ve en el grafo 3) el cual muestra que hay algo más que al Otro le falta. Entonces, se pregunta “entonces yo qué?” Y empieza a buscar su propio deseo aunque le termina siendo angustiante porque es más fácil obedecer lo que te dicen a pensar que es lo que realmente queres. Esto se podría relacionar con los estudiantes que no saben qué carrera elegir. Por otro lado, otra característica a tener en cuenta es que el deseo es metonímico, se desplaza en la demanda. Grafo 3. 9 d: es el deseo. Supone esa angustia de ubicarse más allá del Otro (hablada anteriormente). Che vuoi?: que quieres? Pregunta por el deseo. $◊a: fantasma (diferente a icc) (no entra en el parcial). Esta idea de fantasma hace hincapié a armar algo para tener organización. “Quiero casarme”. Es una respuesta para evitar la angustia que genera el deseo propio el cual aparece por la falta. El fantasma aparece en lo imaginario (lo dicho anteriormente) y en lo simbólico (aparece en los significantes). Grafo 4. VER SI PONGO MÁS INFO - FALTA MARTINEZ Horacio: (2013) Comentarios sobre algunos esquemas y gráficos en la obra de Lacan. (Ficha de la Cátedra). (F. 1423) 2. El registro de lo imaginario: Lacan aborda el tema de la constitución del yo. Los conceptos claves del texto son aquellos que subrayan la prematuración del niño en el estadio infans (esto es, antes de que comience a hablar, entre el nacimiento y los 18 meses aproximadamente), prematuración que le impide un dominio de su cuerpo, y la anticipación que se produce en el ámbito psíquico al reconocer como propia una imagen de sí que lo presenta bajo la forma de un cuerpo armónico y coordinado. El yo será una imagen unificada que falsea los datos de mi realidad vivencial, y estará siempre amenazada por la fragmentación. Esta da lugar a las "fantasías de cuerpo fragmentado", surgen a posteriori de la constitución del yo. Lacan trabaja el tema de la constitucion del yo a partir del siguiente esquema: FALTA ESQUEMA ÓPTICO 10 Primer paso: El esquema representa el fenómeno de la reflexión en un espejo cóncavo, fenómeno que, a diferencia de lo que ocurre con un espejo plano, no produce una imagen virtual, sino una imagen real, proyectada por delante del espejo. Si colocamos delante del espejo una mesa sosteniendo sobre sí un florero vacío (C). y colocamos debajo de la mesa un ramo de flores invertido (A-B), éste se reflejará en espejo produciendo una imagen real que viene a coincidir sobre el florero (A-B'), generando así la ilusión, a los ojos del observador, de un florero con flores, situación en tual. la cual el observador no podrá distinguir qué de esa imagen es real y qué producto del reflejo especular Segundo paso: ¿qué ocurriría si colocamos, por delante de la mesa, en el lugar en que debería ubicarse el observador para percibir la ilusión óptica que describimos más arriba (punto O del primer esquema), un espejo plano que reflejara toda la situación? El observador, ubicado ahora en el extremo izquierdo del gráfico, por sobre el espejo cóncavo, vería reflejado en el espejo plano (miroir, espejo en francés) la imagen virtual que representa una mesa sosteniendo un florero con flores, y ya no podría distinguir qué cosas de esa imagen son el reflejo de objetos reales, y cuáles de objetos que resultan a la vez imágenes proyectadas por el espejo cóncavo. La imagen virtual homóloga y unifica lo que, antes, resultaba una mixtura de objetos e imágenes, creando la ilusión de unidad donde antes había fragmentación. Si ahora intentamos aplicar las categorías del Estadio del espejo a este esquema obtendremos las siguientes consecuencias: a. El cuerpo real del niño, aún no unificado por la imagen, estaría representado en el esquema por el ramo de flores y el florero reales (a), ambos separados entre sí, sin coordinación posible. b. El yo ideal (la imagen unificada en el espejo) sería la imagen virtual compuesta por a'e i'(a), el florero y las flores virtuales, que aparentan una perfecta coordinación. c. La función del ideal del yo, que aporta la matriz simbólica que posibilita esta experiencia imaginaria, estaría representada en el esquema por el punto S.I que es aquel que establece la dirección de la mirada desde el punto S, lugar tanto de la mirada libidinizante de la madre como de la mirada del niño que, siguiendo a aquella otra mirada, logra ver lo que ella ve: un cuerpo unificado, del otro lado del espejo. Estos conceptos pueden verse ilustrados a través de otro esquema, conocido como esquema lambda 3. Complejo de Edipo y Complejo de Castración: a. Todo niño ingresa al territorio de la sexualidad a través de un Otro que lo libidiniza (y no, como sostenía Freud, por sus "propias" pulsiones). El "niño", para Lacan, no ingresa al Edipo como "deseante", sino, antes bien, como "objeto de deseo" de otro. 11 b. El Edipo se remonta, en su primer tiempo, hasta el momento del nacimiento del niño, o aún antes, pues ese deseo que lo toma como objeto existe (o puede existir) aún mucho tiempo antes de su concepción. c. La Madre y el Padre no ingresan en el Edipo como personajes, sino como funciones simbólicas. Por lo tanto, pueden o no coincidir con las personas reales. d: La Castración debe ser entendida como una operación simbólica que permite desalojar al niño de su posición de objeto de deseo. produciendo sobre él la posibilidad de la emergencia del deseo. Primer tiempo: comandado por el significante Deseo de la Madre, que toma al niño como objeto de ese deseo, El niño, ubicado en ese lugar, es homologado por ese deseo al falo. Estos tres elementos: FALTA IMAGEN DEL TRIÁNGULO IMAGINARIO (El falo imaginario es escrito por Lacan con la letra griega fi minúscula (φ); el falo simbólico lo escribirá con la letra fi mayúscula, ϕ. El primero debe entenderse como el significado del deseo de la madre, el segundo como aquello que comanda, en tanto significante, las significaciones futuras a partir de la intervención del significante Nombre del Padre). Esta primera etapa posibilita, a nivel del niño, la constitución del yo tal como se plantea en El estadio del espejo..., pues finalmente el deseo de la madre resultará ser esa matriz simbólica que proyecta sobre la pantalla del espejo una imagen unificada (falo imaginario), con la cual el niño se identifica. Segundo tiempo: la intervención del significante Nombre del Padre introduce un punto de viraje: del "ser o no ser el falo" a "tenerlo o no tenerlo. Punto nodal, que inicia el Complejo de Castración: Esta operación puede representarse a través de la fórmula de la metáfora paterna: 12 La metáfora produce una sustitución sobre el significante Deseo de la Madre que comandaba el primer tiempo. Esta sustitución trae por resultado una significación, llamada fálica (ϕ), posible para todo significante perteneciente al tesoro A. En el punto inicial podemos ubicar al niño aún antes de cualquier relación con el lenguaje. Todavía no es un $, es sólo un viviente, sin relación con el lenguaje. Él expresa sus necesidades a través de gritos y llantos. Es la madre (o quien cumpla esa función) quien convertirá esas exclamaciones sin sentido en significantes, y les dará un significado. Será ella la que los hará pasar por el circuito A - s(A), convirtiendo esos gritos en demandas, de las cuales deducirá que el niño pide, a través de su llanto, tal o cual cosa. Así el niño iniciará sus relaciones con el lenguaje, y sus expresiones sin sentido, al pasar por el circuito de la demanda, se convertirán en pedidos que la madre podrá satisfacer o no. (pasaje del niño del nivel de la necesidad al nivel de la demanda). Las necesidades requieren una satisfacción concreta; mientras que las demandas imponen una dependencia al Otro que resulta doble: en primer lugar, porque es el Otro el que determinará el valor último de las demandas; en segundo lugar, porque será el Otro el encargado de aportar o no, a su antojo, esa satisfacción, con la diferencia de que ahora no se tratará de una satisfacción real, sino simbólica, pues el Otro, Tesoro de los significantes, sólo puede aportar dichos elementos. Aquel que supone la intervención del significante Nombre del Padre, presupone también que la gráfica pueda ir más allá del Otro, más allá del lugar en donde ubicamos a la madre y del cual provienen sus significaciones, más allá de su omnipotencia, y por tanto, más allá del circuito de las demandas. Este otro materno quedará barrado, afectado por la operación de castración, y esto posibilitará la emergencia del deseo, ya no como deseo de la madre, sino como una función propia del sujeto, en la que reaparecerá el resto insatisfecho de la necesidad. El niño, introducido por el Otro en el circuito de las demandas, queda a merced del capricho de este Otro para hallar una satisfacción (hecho que lo lleva a Lacan a postular a este Otro como omnipotente). MASOTTA Oscar: (1992) El significante. (En: “Lecturas de Psicoanálisis Freud, Lacan”. Paidós, Bs. As.). (F. 1410) (no es tan importante - no lo tomaron en los parciales) FALTA RESUMIR 13 UNIDAD 3: Tópica de lo Imaginario De la “Introducción del Narcisismo” al “Estadio del espejo”. Yo es otro. Yo Ideal e Ideal del Yo. El esquema Lambda. FREUD Sigmund: (1914) Introducción del narcisismo. (F. 1470) Freud declaró que el narcisismo era un estadio intermedio entre el autoerotismo y el amor de objeto. El término narcisismo proviene de la descripción clínica y fue escogido por P. Nacke en 1899 para designar aquella conducta por la cual un individuo da a su cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de un objeto sexual; vale decir, lo mira con complacencia sexual, lo acaricia, lo mima, hasta que, gracias a estos manejos, alcanza la satisfacción plena. En este cuadro, cabalmente desarrollado, el narcisismo cobra el significado de una perversión que ha absorbido toda la vida sexual de la persona; su estudio se aborda entonces con las mismas expectativas que el de cualquiera otra de las perversiones. ¿Qué relación guarda el narcisismo con el autoerotismo, que hemos descrito como un estado temprano de la libido? Es un supuesto necesario que no esté presente desde el comienzo en el individuo una unidad comparable al yo; el yo tiene que ser desarrollado. Ahora bien, las pulsiones autoeróticas son iniciales; por tanto, algo tiene que agregarse al autoerotismo, una nueva acción psíquica, para que el narcisismo se constituya. En el bebé, al principio se ve el autoerotismo, luego, gracias a la identificación (no cualquiera) aparece el nuevo acto psíquico (la constitución del yo la cual viene de la mano del yo ideal) generando así la constitución del narcisismo. El yo-ideal (es imaginario) se constituye por este nuevo acto psíquico, a partir de una imagen (la imagen del otro). Es producto de una identificación, ese es el acto psíquico que constituye al yo. Partiendo del yo-ideal se puede empezar a hablar del ideal del yo (aquello a lo que aspiro ser y/o lo que esperan de mí los demás), el cual nos pone en relación a lo simbólico (si no lo entiendo, orientarme en la dirección del grafo 2). El valor de los conceptos de libido yoica y libido de objeto reside en que provienen de un procesamiento de los caracteres íntimos del suceder neurótico y psicótico. La separación de la libido en supuesto que dividió pulsiones sexuales y pulsiones yoicas. Al menos me obligo a esto último el análisis de las neurosis de transferencia puras (histeria y neurosis obsesiva), y todo lo que sé es que los intentos de dar razón de estos fenómenos por otros medios han fracasado radicalmente. 14 Freud tuvo que separar la libido en yoica y de objeto para que pueda explicar los fenómenos de histeria y neurosis obsesiva. (Esta fue una pregunta de la guía pero no es lo fundamental del texto) En primer lugar, esta división conceptual responde al distingo popular tan corriente entre el hambre y el amor. En segundo lugar, consideraciones biológicas abogan en su favor. El individuo lleva realmente una existencia doble, en cuanto es fin para sí mismo y eslabón dentro de una cadena de la cual es tributario contra su voluntad o, al menos, sin que medie esta. Él tiene a la sexualidad por uno de sus propósitos, mientras que otra consideración lo muestra con mero apéndice de su plasma germinal, a cuya disposición pone sus fuerzas a cambio de un premio de placer. La separación de las pulsiones sexuales respecto de las yoicas no haría sino reflejar esta función doble del individuo. Me vi precisado, en vista de las dificultades del análisis Schreber, a ampliar el concepto de libido, vale decir, a resignar su contenido sexual y hacer coincidir libido con interés psíquico en general. Caso clínico de psicosis: de Schreber o llamado delirio de grandeza. Freud, a partir de este caso cambia/modifica la teoría de la libido, la cual inviste a los objetos del mundo y puede volver al yo. A Schreber se lo conoce por la descripción de sus propios delirios psicóticos (en su época denominados, en conjunto, dementia praecox, ahora esquizofrenia paranoide). Freud, a partir de una interpretación psicoanalítica del malestar de este sujeto (Schreber) tuvo que cambiar lo que era para él, hasta ese momento, su teoría del desarrollo libidinal, hasta aquí Freud tenía publicado “Tres ensayos sobre una teoría sexual, y dicho cambio en la teoría se publica en 1914 con “Introducción al narcisismo”. Esta clínica de la psicosis (el caso de Schreber), le hace tener que cambiar la teoría del autoerotismo a la elección de objeto pasando por el narcisismo. El narcisismo comienza a aparecer como un momento constitutivo y universal (es igual para todos). Por lo tanto, el narcisismo (el cual es primario -fijarse más adelante-) es algo que se agrega entre el autoerotismo y la elección de objeto, el cual no estaba desde antes. 15 II. Ahora, se van a hablar de 3 vías para el estudio del narcisismo. La primera vía es la influencia de la enfermedad orgánica sobre la distribución de la libido, la persona afligida por un dolor orgánico y por sensaciones penosas resigna su interés por todas las cosas del mundo exterior que no se relacionen con su sufrimiento. Mientras sufre, retira de sus objetos de amor el interés libidinal, cesa de amar. El enfermo retira sobre su yo sus investiduras libidinales para volver a enviadas después de curarse. A semejanza de la enfermedad, también el estado de dormir (la segunda vía) implica un retiro narcisista de las posiciones libidinales sobre la persona propia; más precisamente, sobre el exclusivo deseo de dormir (el estado de dormir implica que se retira la libido de los objetos para enfocarse en el yo). En ambos casos vemos ejemplos de alteraciones en la distribución de la libido a consecuencia de una alteración en el yo. La libido es una energía psíquica (ya no es del cuerpo) que puede investir a los objetos del mundo exterior y, lo que encuentra Freud para explicar algunos casos de psicosis, es que esa libido es movible y puede regresar al yo. Inviste al mundo exterior, catectiza a los objetos (de ahí que no a todos nos interesa lo mismo) o catectiza al yo, es decir que hay una sobreestimación del yo (la libido supone una sobreestimación del yo). Esto último lo ve en la psicosis en el delirio de grandeza de Schreber o megalomanía. Schreber decía: “soy la mujer de Dios”, “me eligió a mí por sobre toda la humanidad; de mí saldrá una nueva raza”. Si habla de sobreestimación del yo es siempre narcisismo secundario (este último está más adelante explicado). También encuentra este narcisismo secundario en otras manifestaciones no patológicas, que se le parecen, que hablan del mismo mecanismo, de la misma retracción de la libido y que no necesariamente son patológicas. Como por ejemplo en el estado del dormir (que es algo normal). Normalmente, para poder dormir, retiramos la libido del mundo y catectizamos los objetos en la fantasía (aparece el sueño). Luego, al despertar, la persona vuelve a reconectarse con las representaciones, es decir, que vuelve a investir los objetos del mundo. Una tercera vía de acceso al estudio del narcisismo es la vida amorosa del ser humano dentro de su variada diferenciación en el hombre y en la mujer. El niño (y el adolescente) elige sus objetos sexuales tomándolos de sus vivencias de satisfacción. Las primeras satisfacciones sexuales autoeróticas son vivenciadas a remolque de funciones vitales que sirven a la autoconservación. Las pulsiones sexuales se apuntalan al principio en la satisfacción de las pulsiones yoicas (por el 16 autoerotismo), y sólo más tarde se independizan de ellas; ahora bien, ese apuntalamiento sigue mostrándose en el hecho de que las personas encargadas de la nutrición, el cuidado y la protección del niño devienen los primeros objetos sexuales: son la madre o su sustituto. Junto a este tipo y a esta fuente de la elección de objeto, que puede llamarse el tipo de apuntalamiento, la investigación analítica nos ha puesto en conocimiento de un segundo tipo que no estábamos predispuestos a descubrir. Ciertas personas, aquellas cuyo desarrollo libidinal experimentó una perturbación (perversos), no eligen su posterior objeto de amor según el modelo de la madre, sino según el de su persona propia. Se buscan a sí mismos como objeto de amor, exhiben el tipo de elección de objeto que ha de llamarse narcisista. Todo ser humano tiene abiertos frente a sí ambos caminos para la elección de objeto, pudiendo preferir uno o el otro. Tiene dos objetos sexuales originarios: él mismo y la mujer que lo crió, y presuponemos entonces en todo ser humano el narcisismo primario que, eventualmente, puede expresarse de manera dominante en su elección de objeto. Narcisismo primario: constitutivo y universal para todos. Estructura original que permite la regresión de la libido al yo (cosa que pasa en el narcisismo secundario). Narcisismo secundario: se edifica sobre la base de otro primero. Se teoriza a partir de la clínica de Schreber. Para que éste haya podido retraer su libido de los objetos del mundo al yo, engrandecer al yo, sobreestimarlo, para que se produzca tuvo que haber entonces un primario al que se vuelve. Hay un camino que va del autoerotismo al narcisismo (primario) y a la elección de objeto (yendo por el narcisismo en el medio). Hay que considerar que la elección de objeto creemos que puede darse sobre la misma persona o de manera externa (por ejemplo, mamá) En el autoerotismo, la pulsión se satisface en el propio cuerpo. No hay algo que comande, no hay una subordinación de las pulsiones a un comando central, a una organización central. Es cada una por su cuenta (por ejemplo: chupeteo del bebe, que toque la oreja para dormir, etc). Hay algo que da un plus de satisfacción y que no tiene que ver con el apuntalamiento en la necesidad. Por ejemplo, el bebe ya no toma la teta por hambre, ya no es por necesidad; sino que tiene que ver con un plus que Freud lo piensa como búsqueda de una satisfacción. La comparación entre hombre y mujer muestra que en su relación con el tipo de elección de objeto presenta diferencias fundamentales. El pleno amor de objeto según el tipo del apuntalamiento es en verdad característico del hombre. Exhibe esa llamativa sobreestimación sexual que sin duda proviene del narcisismo originario del niño y, así, corresponde a la transferencia de ese narcisismo sobre el objeto sexual. 17 Dicha sobreestimación sexual da lugar a la génesis del enamoramiento y se reconduce a un empobrecimiento libidinal del yo en beneficio del objeto. Diversa es la forma que presenta el desarrollo en el tipo más frecuente de la mujer. Con el desarrollo puberal, por la conformación de los órganos sexuales femeninos hasta entonces latentes, parece sobrevenirle un acrecimiento del narcisismo originario; ese aumento es desfavorable a la constitución de un objeto de amor en toda la regla, dotado de sobreestimación sexual (engrandecimiento libidinal del yo). Tales mujeres solo se aman a sí mismas, con intensidad pareja a la del hombre que las ama. Su necesidad no se saca amando, sino siendo amadas, y se prendan del hombre que les colma esa necesidad. Se evidencia que el narcisismo de una persona despliega gran atracción sobre aquellas otras que han desistido de la dimensión plena de su narcisismo propio y andan en requerimiento del amor de objeto. El narcisista sabe alejar de sí todo cuanto pueda empequeñecer su yo. (El narcisista nunca va a querer estar con otro narcisista). Aún para las mujeres narcisistas hay un camino que lleva al pleno amor de objeto, en el hijo que dan a luz. Hay otras que no necesitan esperar el hijo para dar ese paso en el desarrollo desde el narcisismo (secundario) hasta el amor de objeto. Antes de la pubertad se han sentido varones, y después que esa aspiración quedó interrumpida por la maduración de la feminidad, les resta la capacidad de ansiar un ideal masculino que es en verdad la continuación del ser varonil que una vez fueron. Lo que dice este párrafo es que: las mujeres pueden dejar de ser narcisistas en la medida en que quieran tener un hijo, para así tener una elección de objeto del tipo de apuntalamiento, dejando de amar a su propia persona para amar a su hijo. Pero, puede pasar que no quieran tener un hijo, para lo cual Freud dice que en este caso, ellas ya se han sentido hombres en la pubertad; ya han experimentado la elección de objeto del tipo de apuntalamiento, el cual ha sido interrumpido más tarde por la maduración femenina. Se ama: 1- Según el tipo narcisista: a lo que uno mismo es (a sí mismo); a lo que uno mismo fue; a lo que uno querría ser; y a la persona que fue una parte del sí-mismo, propio. 2- Según el tipo de apuntalamiento: a la mujer nutricia; y al hombre protector. El narcisismo primario que suponemos en el niño, y que contiene una de las premisas de nuestras teorías sobre la libido, es más difícil de asir por observación directa que de comprobar mediante una inferencia retrospectiva hecha desde otro punto. Si consideramos la actitud de padres tiernos hacia sus hijos, habremos de discernirla como renacimiento y reproducción del narcisismo propio, ha mucho 18 abandonado. La sobreestimación, marca inequívoca que apreciamos como estigma narcisista ya en el caso de la elección de objeto, gobierna este vínculo afectivo. Así prevalece una compulsión a atribuir al niño toda clase de perfecciones y a encubrir y olvidar todos sus defectos. Pero también prevalece la proclividad a suspender frente al niño todas esas conquistas culturales cuya aceptación hubo de arrancarse al propio narcisismo, y a renovar a propósito de él la exigencia de prerrogativas a que se renunció hace mucho tiempo. El niño debe tener mejor suerte que sus padres, no debe estar sometido a esas necesidades objetivas cuyo imperio en la vida hubo de reconocerse. Enfermedad, muerte, renuncia al goce, restricción de la voluntad propia no han de tener vigencia para el niño, las leyes de la naturaleza y de la sociedad han de cesar ante él, y realmente debe ser de nuevo el centro y el núcleo de la creación. His Majesty the Baby (Su majestad el bebé) como una vez nos creímos. Debe cumplir los sueños, los irrealizados deseos de sus padres. El punto más espinoso del sistema narcisista, esa inmortalidad del yo que la fuerza de la realidad asedia duramente, han ganado su seguridad refugiándose en el niño. El conmovedor amor parental, tan infantil en el fondo, no es otra cosa que el narcisismo redivivo de los padres, que en su trasmudación al amor de objeto revela inequívoca su prístina naturaleza. En Su Majestad el bebé se ve la grandeza del bebe (para los padres, el niño lo puede todo). Lacan está de acuerdo con esta idea porque dice que se muestra que el niño en sí mismo no es el omnipotente, sino que esa omnipotencia es otorgada por los padres, por el Gran Otro (se ve la libidinización parental). El narcisismo primario en sí mismo no se puede ver, sino con la omnipotencia que el Gran Otro le otorga al niño. Vemos cómo el narcisismo se reactualiza en la investidura libidinal de los padres hacia su hijo. En el párrafo se dice que la realidad asedia porque se pasa desde un ideal donde él es el más lindo, el más inteligente, a que no lo sea. Esta realidad lo asedia (lo acosa, lo choca y lo bloquea). Sin embargo, hay que tener en cuenta que nunca se va a llegar a ese ideal. El autoerotismo, narcisismo y libidinización parental está antes de la elección de objeto del niño LACAN Jacques: (1949) El “estadio del espejo” como formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia analítica (en: “Escritos”, op. cit.). (F. 1457) FALTA: PONER LA INTRODUCCIÓN DE LA GUIA DEL ESTADIO DEL ESPEJO El aspecto del comportamiento del que partimos, está iluminado por un hecho de la psicología comparada: la cría del hombre, a una edad en que se encuentra por poco 19 tiempo superado en inteligencia instrumental por el chimpancé, reconoce ya sin embargo su imagen en el espejo como tal. Reconocimiento señalado por la mímica del “ajá”. El chimpancé es más avanzado que el niño motrizmente, puede apercibir y resolver situaciones problemáticas (por ejemplo: lograr llegar a una banana con un palo). Pero enfrentado a la experiencia de un espejo físico, el chimpancé no reconoce su reflejo, no reconoce que esa imagen tiene que ver con él, sino que reconoce a un semejante, a otro de la misma especie. Cuando mira atrás del espejo y se dan cuenta que ahí no hay nada, el chimpancé pierde toda curiosidad por ese reflejo, cuando descubre que no hay un semejante pierde interés en esa experiencia. Cuando habla de la mímica del “aja”, hace referencia al insight (planteado por la Gestalt), en donde hay una revelación, es cuando el niño se da cuenta de que quien aparece en el espejo es él. Este acto, lejos de agotarse, como en el mono, en el control, una vez adquirido, de la inanidad de la imagen, rebota en seguida en el niño en una serie de gestos en los que experimentan lúdicamente la relación de los movimientos asumidos de la imagen con su medio ambiente reflejado, y de este complejo virtual a la realidad que reproduce, o sea con su propio cuerpo y con las personas, incluso con los objetos, que se encuentran junto a él. El niño, a diferencia del chimpancé, no sólo se interesa en esa experiencia virtual (verse a través del espejo, de una foto, ver su reflejo; es decir, se puede ver en otro campo que no sea en lo “real”), sino que experimenta lúdicamente, arma un juego. Mira al mundo por el espejo, empieza a querer encontrar todos los objetos del mundo que están detrás de él. Rie de ver cómo el mundo ingresa al espejo. Experimenta lúdicamente los movimientos y su imagen también (se adelanta en lo imaginario a esa unidad del cuerpo, hay una primera organización que construye el cuerpo). Es el inicio de un juego. Este acontecimiento puede producirse desde la edad de 6 meses, de un lactante ante el espejo, que no tiene todavía un dominio de la marcha, ni siquiera de la postura en pie, pero que, a pesar del estorbo de algún sostén humano o artificial, supera en un jubiloso ajetreo las trabas de ese apoyo para suspender su actitud en una postura más o menos inclinada, y conseguir, para fijarlo, un aspecto instantáneo de la imagen. El desarrollo del animal respecto al niño es muy diverso (por ejemplo: un caballo cuando nace ya puede pararse y andar). Del lado del niño encontramos 20 inacabamiento biológico; no tiene control de la cabeza (no la puede sostener), no puede sostener la marcha. Es prematuro, biológicamente hay carencia, y sobre dicha carencia desmonta un avance que no se tiene y al cual se le llama yo. Sobre esa carencia se construye, se conquista una imagen que sutura, viene a armar algo donde no lo había. Aparece algo relativo a un yo. Estamos en una teoría que no nos habla de que hay un desarrollo desde la maduración biológica hacia lo psicológico, por el contrario, nos dice que es lo psicológico lo que permite que se termine de armar un cuerpo libidinal, erógeno. Cuando habla de júbilo es porque hay alegría, entretenimiento. Hay algo de satisfacción, de risa, de juego. Por otro lado, el niño logra fijar esa postura en la instantánea de una imagen. El yo es una imagen. Hay algo que le permite anticipar algo que todavía no tiene (la coordinación motriz, una unidad). Hay una captura, un momento instantáneo de una imagen que captura, el niño dice “ese soy yo” acompañado de la mímica de “ajá”, el que está ahí en ese momento. Lo imaginario contiene la idea de que “es en este momento” para el sujeto, aquí y ahora, Esta actividad (la instantaneidad de la imágen y el júbilo) conserva para nosotros hasta la edad de 18 meses el sentido que le damos, y que no es menos revelador de un dinamismo libidinal que de una estructura ontológica del mundo humano que se inserta en nuestras reflexiones sobre el conocimiento paranoico. Cuando habla de dinamismo libidinal se refiere a que hay libido por parte del Otro, pone en juego una maquinaria libidinal. Se relaciona con introducción al narcisismo con “Su Majestad el bebé”. Para Lacan, hay algo de la estructura del Yo que es paranoica, por el hecho de que nos hacemos a la imagen del Otro. Por lo tanto siempre estamos corriendo con la mirada de este Otro. La paranoia tiene la estructura de el Otro como amenaza. El Yo se constituye paranoicamente, lo cual no es patológico. Armarte a la imagen que te da otro es paranoico. Te puede poner paranoide la idea de que el Otro te dice quien sos pero vos no estás seguro de eso: “los significantes del Otro funcionan como un espejo”. Basta comprender para ello el estadio del espejo como una identificación, la transformación producida en el sujeto cuando asume una imagen, cuya predestinación a este efecto de fase está suficientemente indicada por el uso, en la teoría, del término antiguo imago. 21 Imago: imágenes que van quedando y que atraviesan al sujeto. Imagen a la que se forma. Este párrafo hace la idea de que gracias a ese estadio del espejo, a esa identificación, se asume una imágen la cual está predestinada por el Otro y, una vez que la asume, se transforma la persona. El hecho de que su imagen especular sea asumida jubilosamente por el ser sumido todavía en la impotencia motriz y la dependencia de la lactancia que es el hombrecito en ese estadio infans, nos parecerá por lo tanto que manifiesta, en una situación ejemplar, la matriz simbólica en la que el yo (mua) se precipita en una forma primordial, antes de objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro y antes de que el lenguaje le restituya en lo universal su función de sujeto. Infans: aquel que no tiene palabra propia; es el bebé de 6 a 18 meses que no habla. Cuando habla de precipitación se refiere a que, antes de que el niño pueda hacerlo a nivel simbólico (a través de significantes; por ejemplo: decir “ese que está en el espejo soy yo”), puede hacerlo al nivel del plano imaginario. Esta forma debería designarse como yo-ideal (la cual será también el tronco de las identificaciones secundarias -no detenerme en esto-). El punto importante es que esta forma sitúa la instancia del yo, aun desde antes de su determinación social, en una línea de ficción, irreductible para siempre por el individuo solo; o más bien, que sólo asintóticamente tocará el devenir del sujeto, cualquiera que sea el éxito de las síntesis dialécticas por medio de las cuales tiene que resolver en cuanto yo (mua) su discordancia con respecto a su propia realidad. El yo-ideal, la imagen sostenía por el gran Otro. Es este último el que le dice “este sos vos”. Hay algo del lenguaje del otro que sanciona cual es la imagen a la que me identifico. Me ofrece una imagen. En este punto, el espejo es el Otro, es el lenguaje (dejamos de ver al espejo como algo físico). En lo que el Otro vehiculiza con su palabra me arma un espejo. Son los significantes del Otro los que habilitan un espejo. “Discordancia con respecto a su propia realidad”: El yo es una ficción. No es del todo fija. Creemos que es lo más endeble. Lo más duro, lo más propio de uno, y en realidad es del Otro. Te das cuenta que hasta sos idéntico a otra persona. El niño se arma en esta etapa, pero no es el terreno más sólido para toda la vida de la persona. 22 La forma total del cuerpo, gracias a la cual el sujeto se adelanta en un espejismo a la maduración de su poder, no le es dada sino como un Gestalt, es decir en una exterioridad donde sin duda esa forma es más constituyente que constituida (es decir, que no está dada naturalmente, ni es fija, sino que se tiene que desarrollar el yo), pero donde sobre todo le aparece en un relieve de estatura que la coagula y bajo una simetría que la invierte, en oposición a la turbulencia de movimientos que se experimenta a sí mismo animándola. Así la Gestalt, cuya pregnancia debe considerarse como ligada a la especie humana, aunque su estilo motor sea todavía confundible, por esos dos aspectos de su aparición simboliza la permanencia mental del yo (mua) al mismo tiempo que prefigura su destinación enajenadora; está preñada todavía de las correspondencias que unen el yo (mua) a la estatua en que el hombre se proyecta como a los fantasmas que le dominan, al autómata en el cual, en una relación ambigua, tiende a redondearse el mundo de su fabricación. El niño se adelanta a la forma total del cuerpo, ya que este cuerpo es inmaduro, se adelanta a su maduración. Esto le es dado como una Gestalt, como una totalidad. Dicha forma no está dada de antemano, hay que armarla, por eso es constituyente. Es basal para el sujeto, es como una especie de “plano” para lo que va a venir después; no es fija, no queda para toda la vida. Cuando hace mención a que coagula, refiere a que lo une, le da una totalidad; ya que la imagen que el otro ve de vos, es lo que sos. Por otro lado, hay una pérdida del sujeto en esa imagen, hay una enajenación. Esta destinación hace referencia a que el Otro con su pensamiento, sus significantes, cambia la imágen que se tiene de uno mismo; por ejemplo, cuando te sientes fea y te dicen que estás hermosa; o en la vida misma, incluso con el nombre propio porque demuestra que ya sos alguien. “Tiende a redondearse el mundo de su fabricación”: El sujeto construye y ve el mundo en función de la imagen que se armó, la cual le dieron. La función del estadio del espejo se nos revela como un caso particular de la función de la imago, que es establecer una relación del organismo con su realidad; o, como se ha dicho, del interior con el exterior. (PÁRRAFO IMPORTANTE) La importante del Estadio del Espejo es la función del imago, es esta imágen a la que me formo y con la cual me identifico -relación de estos tres términos en la página 20-. Esto se relaciona con lo que se habló antes sobre cómo la persona va constituyendo la idea sobre sí mediante a cómo lo ve el Otro. Se constituye a través de una imagen que le ofrece el Otro y a partir de la cual hace una diferenciación del interior con el exterior, de lo que es él y lo que no es él. 23 A partir de la libido se construye un cuerpo, hay una primera organización que construye un cuerpo (antes no había cuerpo). Si no hay un Otro que miran en eso un niño, que no lo reconoce, hay defectos en su constitución yoica. Pero esta relación con la naturaleza está alterada en el hombre por cierta dehiscencia del organismo en su seno, por una Discordia primordial que traicionan en los signos de malestar y la incoordinación motriz de los meses neonatales. La noción objetiva del inacabamiento anatómico del sistema piramidal como de ciertas remanencias humorales del organismo materno, confirma este punto de vista que formulamos como el dato de una verdadera prematuración específica del nacimiento en el hombre (hay una carencia biológica, por eso prematuración). Ante la carencia biológica, ante esa perturbación, ante un ser que viene al mundo de manera inacabada, incoordinada, aparece una imagen que supera eso. Ante la carencia, necesitamos algo que nos forme, que nos constituya. Se construye una imagen (yo) que suple/ sustituye la carencia, que viene en su lugar y la sutura. Esta suplencia me anticipa una unidad, algo que todavía no tenía. Acá se ve la suplencia/ sustitución: Por lo tanto, podemos decir que es lo psicológico lo que permite armar un cuerpo libidinal. Eso que aparece como imagen, en algún punto es una imagen ideal, de armonía que todavía el bebe no tiene y la percibe como propia. Si lo pensamos en tiempos instituyentes, el yo-ideal es una imagen de unidad, de logros, de coordinación. Este dato es reconocido como tal por los embriólogos, bajo el término de fetalización, para determinar la prevalencia de los aparatos llamados superiores del neuroeje y especialmente de ese córtex que las intervenciones psicoquirúrgicas nos llevarán a concebir como el espejo intraorgánico. El cuerpo fetalizado no tiene capacidades por sí mismo, sino que depende de un Otro. Este desarrollo es vivido como una dialéctica temporal que proyecta decisivamente en historia la formación del individuo: el estadio del espejo es un drama (porque no es algo estable), cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia a la 24 anticipación; y que para el sujeto, presa de la ilusión de la identificación espacial, maquina las fantasías que se sucederán desde una imagen fragmentada del cuerpo hasta una forma que llamaremos ortopédica de su totalidad, y a la armadura por fin asumida de una identidad enajenante, que va a marcar con su estructura rígida todo su desarrollo mental. Así la ruptura del círculo del interior al exterior engendra la cuadratura inagotable de las reaseveraciones del yo. “Lo imaginario arma, lo simbólico desarma/ fragmenta”: Frente a la insuficiencia biológica (incapacidad motriz, el no poder sostener la cabeza, entre otras), se precipita y anticipa con su imágen total (la cual va a dejar una marca la identificación otorgada por el Otro -identificación imaginaria, no la del ideal del yo, es decir, la simbólica-, por ejemplo marcandote como el hijo deseado o no porque frente a esto, me atraviesa para toda la vida creando cierta posición con respecto a los otros lo cual puede cambiar pero no quiere decir que no haya dejado una marca en la estructura de la persona). Es, en esa imágen total que se constituye, donde el imago se pone en juego, es donde se ve la enajenación. Sin embargo, a partir de dicha unidad dada en el registro imaginario, comienza a poder darse algo de la fragmentación (desarrollado en el apunte siguiente). No debemos hablar de fragmentación previa a la idea de totalidad. No puedo fragmentar algo que no está unido. Con el Estadio del Espejo damos cuenta de esta unidad, de esta primera organización que me posibilita el Otro a través de lo simbólico (los significantes juegan como espejo), que me organiza y me da una primera imagen. A partir de esta unidad, de esta totalidad, la persona puede comenzar a sufrir por una amenaza de fragmentación, incluso en los sueños puede suceder que la persona sueñe con que le falta una parte de su cuerpo. Este momento en que termina el estadio del espejo inaugura, por la identificación con la imago del semejante y el drama de los celos primordiales (tan acertadamente valorizado por la escuela de Charlotte en los hechos de transitivismo infantil - explicado en la página 29-), la dialéctica que desde entonces liga al yo (mua) con situaciones socialmente elaboradas. Cuando el estadio del espejo (el cual va de la mano de la identificación con el imago del semejante y el drama de los celos primordiales) termina inaugura la capacidad del yo para que participe en situaciones socialmente elaboradas. Si este estadio del espejo no ocurriera, podríamos decir que no está capacitado para interactuar y compartir situaciones sociales. Es este momento el que hace volcarse decisivamente todo el saber humano en la mediatización por el deseo del otro, constituye sus objetos en una equivalencia 25 abstracta por la rivalidad del otro, y hace del yo [mua] ese aparato para el cual todo impulso de los instintos será un peligro, aun cuando respondiese a una maduración natural; pues la normalización misma de esa maduración depende desde ese momento en el hombre de un expediente cultural: como se ve en lo que respecta al objeto sexual en el complejo de Edipo. LACAN Jacques: (1955 - 1956) Selección de textos, Seminario 3. (ficha de cátedra, cursada 2012) (F. 15046) Consideramos la relación del narcisismo como la relación imaginaria central para la relación interhumana. Toda captura del otro por la imagen en una relación de cautivación erótica, se hace a través de la relación narcisista y también es la base de la tensión agresiva. El estadio del espejo evidencia la naturaleza de esta relación agresiva y lo que significa. Si relación agresiva interviene en esa formación que se llama el yo, es porque le es constituyente, porque el yo es desde el inicio por sí mismo otro, porque se instaura en una dualidad interna al sujeto. El yo es ese amo que el sujeto encuentra en el otro, y que se instala en su función de dominio en lo más íntimo de el mismo. Si en toda relación con el otro hay un eco de esa relación de exclusión, el o yo, es porque en el plano imaginario el sujeto humano está constituido de modo tal que el otro está siempre a punto de retomar su lugar de dominio en relación a él, que en él hay un yo que siempre en parte le es ajeno. Hay conflictos entre las pulsiones y el yo, y es necesario elegir adopta algunas, otras no (función de dominio). Ese amo está siempre a la vez adentro y afuera, por esto todo equilibrio puramente imaginario con el otro siempre está marcado por una inestabilidad fundamental. La ambigüedad, la hiancia de la relación imaginaria exige algo que mantenga la relación, función y distancia. Es el sentido mismo del complejo de Edipo. El complejo de Edipo significa que la relación imaginaria, conflictual, incestuosa en sí misma, está prometida al conflicto y a la ruina. Es necesario que intervenga un tercero, que sea la imagen de algo logrado, el modelo de una armonía. Hace falta una ley, una cadena, un orden simbólico, la intervención del orden de la palabra, es decir del padre. No del padre natural, sino de lo que se llama el padre. El orden que impide la colisión y el estallido de la situación en su conjunto está fundado en la existencia de ese nombre del padre. LACAN Jacques: Selección de textos, Seminarios 1 y 2. (ficha de cátedra, cursada 2012). (F. 15039) 26 Respecto al título del autor, debería decir “… como formador del yo (moi)”; ya que diferencia a un sujeto del icc, yo sujeto, yo icc, ligado a lo simbólico, al que llamara Je, de un yo moi, un yo imaginario. Je y moi son las dos maneras de nombrar el yo en francés y que en castellano no podemos diferenciar. La última parte del título (“…tal como se nos revela en la experiencia analítica”) hace alusión a que la idea del estadio del espejo como momento constitutivo del Yo es producto de la experiencia analítica, es decir, a su clínica. Descartes y el cogito ergo sum: Cogito Ergo Sum, es decir, pienso luego existo. El cogito hace coincidir al sujeto con una cosa pensante. El psicoanálisis, ya desde Freud, trastoca esta lógica al descubrir que no necesito de mi yo para pensar. La tesis que afirma que hay pensamiento icc, de los cuales el yo no sé anoticia, lo revela. Allí donde pienso conscientemente de mi yo, no soy, ya que el yo es sede de desconocimiento, enajena al sujeto de su verdad. Para decirlo sintéticamente: “pienso donde no soy, luego soy donde no pienso”. Wallon, Kohler y la psicología comparada: Pese a no hacer una mención explícita a Wallon, es de éste de quien Lacan toma la experiencia del niño frente al espejo. Para el, la experiencia del espejo muestra como el niño, al ubicarse frente a este, logra paulatinamente diferenciar su propio cuerpo de la imagen allí reflejada; siendo factible tal operación gracias a la comprensión simbólica que el niño hace del espacio imaginario en el cual se esboza su unidad. Wallon describe los cambios observados en el interés manifiesto del niño ante su imagen reflejada en el espejo, los cuales dan cuenta del progreso del bebe, yendo de una percepción parcial de su cuerpo a una global; desde una percepción con existencia en dos espacios (real y virtual) a una existencia en un espacio unificado donde la imagen tiene valor virtual. La experiencia del espejo serviría al niño para introducirse en el juego de la diferenciación y equivalencia de las imágenes. A través de esta experiencia se formaría la idea de cuerpo propio conducente a la unidad del yo. La noción de cuerpo propio no es concebida por Wallon como la integración progresiva del cuerpo físico a su yo (indicación crucial para Lacan). Kohler, psicólogo representante de la escuela de la Gestalt. Sus investigaciones sobre el comportamiento del chimpancé ante el espejo, indican como éste se interesa por su imagen especular: a los 6 meses capta la ilusión de la imagen reflejada, e intentando comprobar dicha realidad a través de complejos métodos, llevando su mano detrás del espejo; el chimpancé intenta atrapar a ese otro de su misma especie, y cuando no logra nada que aprehender allí, se torna furioso y se 27 niega a repetir el experimento. El autor deduce una inteligencia a nivel de la ejecución, mayor que la del niño a la misma edad. Pero la capacidad del chimpancé es práctica y no repetible: si se cambia la experiencia, el animal no logra tener un referente, lo cual indica que dicha inteligencia es básicamente intuitiva. Aquí el niño marca la diferencia, pudiendo reconocer su imagen en el espejo. Kohler y la Aha-Erlebnis: En el estadio del espejo se toma esta idea para plantear el instante en el que el niño es capturado por la imagen de completud. Lo que sucede es el júbilo por aquello que sorprende habiendo estado siempre allí. Sobre el conocimiento paranoico: En este punto hay que volver a realizar comparaciones entre el hombre y el animal. El animal posee un conocimiento in-noico, un saber “interior” ubicado en los instintos, heredado filogenéticamente. En el hombre, si bien hay componentes heredados biológicamente, lo que prevalece es lo que le es otorgado desde el exterior, desde el campo del Otro. El prefijo griego “para”; en una de sus acepciones, significa “lo que viene de afuera” y “noiesis” significa conocimiento. La paranoia es una tipo clínico dentro del grupo de las psicosis que se caracteriza por presentar un delirio sistematizado. De los posibles delirios (persecutorio, celotipico, de grandeza, etoromaniaco) que presenta la paranoia, Lacan alude fundamentalmente al de persecución. El estadio del espejo evidencia la naturaleza de esta relación agresiva y lo que significa. Si relación agresiva interviene en esa formación que se llama el yo, es porque le es constituyente, porque el yo es desde el inicio por sí mismo otro, porque se instaura en una dualidad interna al sujeto. El yo es ese amo que el sujeto encuentra en el otro, y que se instala en su función de dominio en lo más íntimo de el mismo. Si en toda relación con el otro hay un eco de esa relación de exclusión, el o yo, es porque en el plano imaginario el sujeto humano está constituido de modo tal que el otro está siempre a punto de retomar su lugar de dominio en relación a él, que en él hay un yo que siempre en parte le es ajeno. Hay conflictos entre las pulsiones y el yo, y es necesario elegir adopta algunas, otras no (función de dominio). Ese amo esta siempre a la vez adentro y afuera, por esto todo equilibrio puramente imaginario con el otro siempre está marcado por una inestabilidad fundamental. Gestalt: 28 La teoría de la Gestalt afirma que las imágenes se perciben como una totalidad, alude a patrón, a forma en el sentido de organización, como una totalidad. La Gestalt se constituye pero igualmente es constituyente, representa la posibilidad de ver el mundo y de fundar una imagen de sí. La totalidad es constituyente, la Gestalt es aprehendida como una totalidad que permite al sujeto tomarse como totalidad, como unidad, con cierta permanencia en el tiempo y no como sucesión de estados de ánimo, sensaciones, impresiones. En esta organización perceptual se pasa por alto lo incompleto en la organización sensorial, pero se percibe una totalidad que no está dada de entrada. La pregnancia es una cualidad de las formas visuales que captan la atención del observador por la simplicidad, equilibrio o estabilidad de su estructura. Así, Lacan postula que antes que haya coordinación vinculada a la integración motora se bosqueja una globalidad corporal asumida como un todo a partir de la identificación a la imagen especular. Uexküll y el Umwelt animal: Para Lacan, la relación entre el interior y el exterior está en el hombre alterada; no se puede hablar de adaptación ni de coordinación al mundo externo. Esto se debe a la dehiscencia (abertura) producida por la fetalización o prematuración del nacimiento en el hombre; y además esta mediatizada, subsanada de algún modo, por el estadio del espejo. El círculo que hay en el animal entre el exterior y el interior está roto en el ser humano. Hay una dehiscencia, una abertura, cuya causación Lacan ubicara más adelante a la introducción del lenguaje que desnaturaliza los objetos despojándolos de su mítica significación natural y abriéndolos a una infinidad de significaciones posibles, alejados ya de la necesidad. Fetalización – Prematuración: Somos unas de las especies que trae al mundo sus bebes en un estado prematuro. Dicha prematuración genera, necesariamente, dependencia. Por prematuración del nacimiento, Lacan remite al estado anatómicamente incompleto del sistema piramidal, a la falta de coordinación motriz y del equilibrio de los primeros meses, fenómenos que asocia a la teoría de la fetalización de Bolk. Entendemos que cuando Lacan dice “dinamismo libidinal hasta entonces problemático” así como cuando describe “una simetría que se invierte, en oposición a la turbulencia de movimientos con que se experimenta a sí mismo”, hace referencia al malestar que domina ese periodo. Malestar vinculado a este cuerpo aun no constituido, dominado por los hechos biológicos anteriormente descriptos. Hasta el advenimiento del estadio del espejo, lo que se encuentra es un organismo. 29 El atravesamiento por el estadio del espejo tiene como uno de sus resultados la constitución de un cuerpo. Hay un efecto unificador sobre las pulsiones parciales, un efecto de síntesis por la aparición de un objeto hasta entonces inédito, es decir del yo. Además, Lacan señala cómo el momento en que él bebe se sobrepone a este malestar provocado por el retraso físico, coincide con aquel en el cual logra reconocer su imagen en el espejo y el júbilo impregna la escena. La forma total del cuerpo, gracias a la cual el sujeto se adelanta en un espejismo a la maduración orgánica, solo le es dada como una Gestalt. Algunos términos que es necesario tener cuenta: Imago: término derivado del latín (imago: imagen). Es una imagen que se fija en el Icc del sujeto y orienta posteriormente su conducta y su modo de aprehensión de los otros. Se refiere a un prototipo Icc de personajes que orienta electivamente la forma en que el sujeto aprehende a los demás. Infans: hace referencia al niño en la etapa anterior al habla. El hecho de que el niño no hable, no quiere decir que no esté atravesado por el lenguaje. El lenguaje pre-existe, es constituyente, el niño adviene a un mundo de lenguaje. El término sólo alude a que aún no hace uso del mismo para comunicarse. Transitivismo: hace referencia a las dificultades en la diferenciación entre el yo ya existente y su relación con el otro semejante. Afirma Lacan: “El momento en que el estadio del espejo desaparece, presenta una analogía con el movimiento de la báscula que se produce en ciertos momentos del desarrollo psíquico. Lo podemos verificar en esos fenómenos de transitivismo en los cuales la acción del niño equivale, para él, a la acción del otro. El niño dice: Francisco me pego, cuando en realidad fue él quien pego a Francisco. Entre el niño y su semejante existe un espejo inestable.” “entre niños pequeños lo que sucede entraña ese transitivismo fundamental que se expresa en el hecho de que un niño que le pego a otro puede decir: el otro me pego. No miente, él es el otro, literalmente.” UNIDAD 4: El Complejo de Edipo y el Complejo de Castración Lacan: reformulación del Complejo. Los tres tiempos del Complejo de Edipo. Articulación de la metáfora paterna. El deseo de la madre como operador del Estadio del Espejo. El nombre del padre como operador de la separación. El sujeto deseante. 30 FREUD Sigmund: (1912) Tótem y Tabú (Parte IV, apartados 2b y 2c, 3, 4 y 5). (F. 1455) b y c. El origen de la exogamia y su vínculo con el totemismo Con exogamia se hace referencia al matrimonio entre personas de distinta raza, comunidad o condición social el cual conduce a una descendencia cada vez más heterogénea. Por otro lado, el tótem es el objeto de la naturaleza (el cual puede ser una planta, un animal, entre otras) que actúa como símbolo o emblema colectivo y al que una tribu o un individuo venera y otorga un valor protector o considera como un antepasado. 1. Frazer halla inconcebible que el sentir sexual no se resuelva hoy contra el comercio con quienes comparten su mismo hogar, al par que se ha vuelto tan hiperpotente el horror al incesto, que supuestamente sería sólo un retoño de aquella revuelta. Pero a mayor hondura calan otras puntualizaciones de Frazer, que contaré por extenso porque coinciden en su esencia con los argumentos desarrollados en mi ensayo sobre el tabú: “No se entiende bien por qué un instinto humano de profundas raíces necesitaría reforzarse por medio de una ley. No existe ley alguna que ordene a los seres humanos comer y beber, o les prohíba meter sus manos en el fuego. Los seres humanos comen y beben, y mantienen sus manos alejadas del fuego, instintivamente, por angustia ante unas penas naturales, y no legales, que se atraerían si violaran esas pulsiones. La ley sólo prohíbe a los seres humanos aquello que podrían llevar a cabo bajo el esforzar de sus pulsiones. No hace falta que sea prohibido y castigado por la ley lo que la naturaleza misma prohíbe y castiga. Por eso podemos suponer tranquilamente que unos delitos prohibidos por una ley son tales que muchos hombres los cometerían llevados por sus inclinaciones naturales. Si no existiera una inclinación natural de esa índole, tampoco se producirían aquellos delitos; y si estos no se cometieran, ¿para qué haría falta prohibirlos? Por tanto, en vez de inferir, de la prohibición legal del incesto, la existencia de una repugnancia natural hacia él, más bien debierámos extraer la conclusión de que un instinto natural pulsiona hacia el incesto y que, si la ley sofoca a esta pulsión como a otras pulsiones naturales, ello se funda en la intelección de los hombres civilizados de que satisfacer esas pulsiones naturales perjudicaría a la sociedad.” (Frazer, 1910) 31 Puedo agregar todavía a esta preciosa argumentación de Frazer que las experiencias del psicoanálisis han invalidado por completo el supuesto de una repugnancia innata al comercio incestuoso. Han enseñado, al contrario, que las primeras mociones sexuales del individuo joven son, por regla general, de naturaleza incestuosa, y que esas mociones reprimidas desempeñan, como fuerzas pulsionales de neurosis posteriores, un papel que no se puede subestimar. 2. Todavía debo mencionar un ensayo de explicar la génesis del horror al incesto; es de índole muy diferente a los considerados hasta ahora. Se lo podría caracterizar como una deducción histórico-conjetural. Ese intento se anuda a una hipótesis de Charles Darwin sobre el estado social primordial del ser humano. De los hábitos de vida de los monos superiores, Darwin infirió que también el hombre vivió originariamente en hordas (grupo más o menos organizado de tamaño reducido, que obra sin disciplina y con violencia) más pequeñas, dentro de los cuales los celos del macho más viejo y más fuerte impedían la promiscuidad sexual.. Se dice que el gorila impedía la promiscuidad sexual porque, al ganar la pelea con el otro gorila del mismo género, este ganaba el amor de la gorila. Esto impediría la promiscuidad sexual porque esta última hace referencia al estar con ese sujeto por amor, y no solo por el sexo. Entonces como la gorila ahora amaba al nuevo líder, no podía tener relaciones con el anterior ni con ningún gorila hombre del 32 grupo. Esto lo podríamos relacionar con la “lucha” entre el niño con su padre, o la niña con su madre, teniendo en cuenta que quien gana esta lucha (en este caso serían los padres), ganaría el amor de quien corresponda. El niño tiene celos de su padre porque puede recibir el amor de su respectiva madre, y esto mismo pasa en el caso de la niña con la madre. 3. Hace poco publiqué el “Análisis de la fobia de un niño de cinco años”, cuyo material fue puesto a mi disposición por el padre del pequeño paciente. Era una angustia ante el caballo, a consecuencia de la cual el niño se rehusaba a andar por la calle. Exteriorizaba el temor de que el caballo entrara en la habitación y lo mordiera. Se averiguó que sería el castigo por su deseo de que el caballo se cayera (muriera). Después que mediante aseguramientos se le quitó al muchacho la angustia ante el padre, le ocurrió batallar con deseos cuyo contenido era la ausencia (viaje, muerte) del padre. Según lo dejaba conocer de manera hipernítida, sentía al padre como un competidor en el favor de la madre, a quien se dirigían en oscuras vislumbres sus deseos sexuales en germen. Por tanto, se encontraba en aquella típica actitud del niño varón hacia sus progenitores que hemos designado “complejo de Edipo” y en la cual discernimos el complejo nuclear de las neurosis. Lo nuevo que averiguamos en el análisis del pequeño Hans fue el hecho, importante respecto del totemismo, de que en tales condiciones el niño desplaza una parte de sus sentimientos desde el padre hacia un animal. El análisis revela las vías de asociación, tanto las de contenido sustantivo como las contingentes, por las cuales se consuma un desplazamiento así. También permite colegir sus motivos. El odio (al padre) proveniente de la rivalidad por la madre no puede difundirse desinhibido en la vida anímica del niño: tiene que luchar con la ternura y admiración que desde siempre le suscitó esa misma persona; el niño se encuentra en una actitud de sentimiento de sentido doble -ambivalente- hacia su padre, y en ese conflicto de ambivalencia se procura un alivio si desplaza sus sentimientos hostiles y angustiados sobre un subrogado del padre. Es verdad que el desplazamiento no puede tramitar ese conflicto estableciendo una tersa separación entre sentimientos tiernos y hostiles. Más bien el conflicto continúa en torno del objeto de desplazamiento, la ambivalencia se apropia de este último. Es inequívoco que el pequeño Hans no sólo tiene angustia ante los caballos, sino también respeto e interés por ellos. Tan pronto como su angustia se mitiga, él mismo se identifica con el animal temido, galopa como un caballo y ahora es él quien muerde al padre. En 33 otro estadio de la resolución de esta fobia, no le importa identificar a sus padres con otros animales grandes. El caso del que se habla es el del Pequeño Hans, el de Juanito el cual es trabajado por Freud. El caballo sería el animal totémico de Hans porque lo respeta y le teme. Destaquemos dos rasgos como unas valiosas concordancias con el totemismo: la plena identificación con el animal totémico y la actitud ambivalente de sentimientos hacia él. De acuerdo con estas observaciones, consideramos lícito reemplazar en la fórmula del totemismo al animal totémico por el padre -en el caso del varón-. Pero notemos que no hemos dado un paso nuevo ni particularmente osado. Los propios primitivos lo dicen y, en la medida en que el sistema totemista sigue en vigor todavía hoy, designan al tótem como su antepasado y padre primordial. No hacemos más que tomar en sentido literal un enunciado de estos pueblos, un enunciado con el cual los etnólogos no han sabido bien qué hacer y luego le han restado importancia. El psicoanálisis nos advierte que, al contrario, debemos escoger precisamente ese punto y anudar a él todo intento de explicar el totemismo. El primer resultado de nuestra sustitución es muy asombroso. Si el animal totémico es el padre, los dos principales mandamientos del totemismo, los dos preceptos-tabú que constituyen su núcleo, el no matar al tótem y no usar sexualmente a ninguna mujer que pertenezca a él, coinciden por su contenido con los dos crímenes de Edipo, quién mató a su padre y tomó por mujer a su madre, y con los dos deseos primordiales del niño, cuya represión insuficiente o cuyo nuevo despertar constituye quizá el núcleo de todas las psiconeurosis. Si esta ecuación fuera algo más que un mero juego desconcertante del azar, tendría que permitirnos arrojar luz sobre la génesis del totemismo en tiempos inmemorables. Con otras palabras, conseguiría tornarse verosímil que el sistema totemista resultó de las condiciones del complejo de Edipo, lo mismo que la zoofobia del pequeño Hans y la perversión del gallinero del pequeño Arpad. La perversión del pequeño Arpad es explicada en este texto e igualmente no lo pusimos porque no lo vimos relevante. A fin de conseguir esa posibilidad, estudiaremos en lo que sigue un rasgo peculiar del sistema totemista (o, como podemos decir, de la religión totemista) que hasta ahora no habíamos hallado ocasión de mencionar. 4. Robertson Smith, sobre la base de abundantes pruebas, identifica el animal sacrificial con el antiguo animal totémico. En la Antigüedad tardía había dos 34 clases de sacrificios: los de animales domésticos que eran comidos de ordinario y sacrificios inhabituales de animales que eran prohibidos por impuros. Una investigación más atenta muestra luego que esos animales impuros eran animales sagrados, ofrecidos como sacrificio a los dioses a quienes estaban consagrados; esos animales fueron en su origen idénticos a los dioses mismos, y los creyentes, en el sacrificio, destacaban de alguna manera su parentesco consanguíneo con el animal y con el dios. Ahora bien, en épocas más tempranas falta esa diferencia entre sacrificios corrientes y “místicos”. Todos los animales (sacrificiales) eran originariamente sagrados, su carne estaba prohibida y sólo en oportunidades festivas y con la participación de la tribu entera era lícito comerla. La matanza del animal equivalía a derramar sangre de la tribu y tenía que producirse con las mismas precauciones y los mismos aseguramientos, que eliminaran todo reproche. Según R. Smith hay dos tipos de animales que se pueden sacrificar, los comunes de los cuales las tribus se alimentaban, y los impuros cuyo sacrificio no era habitual. A estos últimos se los sacrificaban como ofrenda para los Dioses, ya que consideraban que desde sus orígenes eran idénticos a estos mismos, que tienían cierto parentesco. Solo se comía la carne de estos animales en determinados festivales y se consideraba que su sangre era también la de la tribu. 5. El psicoanálisis nos ha revelado que el animal totémico es realmente el sustituto del padre, y con ello armonizaba bien la contradicción de que estuviera prohibido matarlo en cualquier otro caso, y que su matanza se convirtiera en festividad; que se matara al animal y no obstante se lo llorara. La actitud ambivalente de sentimientos que caracteriza todavía hoy al complejo paterno en nuestros niños, y prosigue a menudo en la vida de los adultos, se extendería también al animal totémico, sustituto del padre. (Relación con la idea darwiniana) Desde luego, la horda primordial darwiniana no deja espacio alguno para los comienzos del totemismo. Hay ahí un padre violento, celoso, que se reserva todas las hembras para así y expulsa a los hijos varones cuando crecen; y nada más. Ese estado primordial de la sociedad no ha sido observado en ninguna parte. Lo que hallamos como la organización más primitiva, lo que todavía hoy está en vigor en ciertas tribus, son las ligas de varones compuestas por miembros de iguales derechos y sometidos a las restricciones del sistema totemista, que heredan por línea materna. ¿Acaso lo uno puede surgir de lo otro? ¿Y por qué camino fue posible? Lo que podemos ver en este párrafo, es que si bien la relacion que hay con Darwin y su supuesto de los monos nos da el pie para pensar la prohibicion del incesto, no nos da el lugar para pensar el totemismo, ya que se expulsa a los 35 demas machos y no pueden convivir con el resto. Esto no es lo que pasa actualmente en las sociedades porque los miembros hombres siguen conviviendo con las mujeres y tienen los mismos derechos dentro de dicha sociedad. (Relación con la idea del banquete totémico) Si nos remitimos a la celebración del banquete totémico podremos dar una respuesta: Un día los hermanos expulsados se aliaron, mataron y devoraron al padre, y así pusieron fin a la horda paterna. Unidos osaron hacer y llevaron a cabo lo que individualmente les habría sido imposible. (Quizás un progreso cultural, el manejo de un arma nueva, les habría dado el sentimiento de su superioridad.) Que devoraban al muerto era cosa natural para unos salvajes caníbales. El violento padre primordial era por cierto el arquetipo envidiado y temido de cada uno de los miembros de la banda de hermanos. Y ahora, en el acto de la devoración, consumaban la identificación con él, cada uno se apropiaba de una parte de su fuerza. El banquete totémico, acaso la primera fiesta de la humanidad, sería la repetición y celebración recordatoria de aquella hazaña memorable y criminal con la cual tuvieron comienzo tantas cosas: las organizaciones sociales, las limitaciones éticas y la religión. Tras eliminarlo, tras satisfacer su odio e imponer su deseo de identificarse con él, forzosamente se abrieron paso las mociones tiernas avasalladas entretanto. Aconteció en la forma del arrepentimiento; así nació una conciencia de culpa que en este caso coincidía con el arrepentimiento sentido en común. El muerto se volvió aún más fuerte de lo que fuera en vida; todo esto, tal como seguimos viéndolo hoy en los destinos humanos. Lo que antes él había impedido con su existencia, ellos mismos se lo prohibieron ahora en la situación psíquica de la obediencia de efecto retardo que tan familiar nos resulta por los psicoanálisis. Revocaron su hazaña declarando no permitida la muerte del sustituto paterno, el tótem, y renunciaron a sus frutos denegándose las mujeres liberadas. Así, desde la conciencia de culpa del hijo varón, ellos crearon dos tabúes fundamentales del totemismo, que por eso mismo necesariamente coincidieron con los dos deseos reprimidos del complejo de Edipo. Quien los contraviniera se hacía culpable de los únicos dos crímenes en los que toma cartas la sociedad primitiva. El sistema totemista era, por así decir, un contrato con el padre, en el cual este último prometía todo cuanto la fantasía infantil tiene derecho a esperar de él: amparo, providencia e indulgencia, a cambio de los cual uno se obligaba a honrar su vida, esto es, no repetir en él aquella hazaña en virtud de la cual había perecido (se había ido al fundamento) el padre verdadero. Había también un intento de justificación en el totemismo: “Si el padre nos hubiera tratado como el tótem, nunca habríamos caído en la tentación de darle muerte”. Así, el totemismo procuraba embellecer las circunstancias y hacer que se olvidara el suceso al que debía su origen. 36 De este modo nacieron unos rasgos que en lo sucesivo siguieron comandando el carácter de la religión. La religión totemista había surgido de la conciencia de culpa de los hijos varones como un intento de calmar ese sentimiento y apaciguar al padre ultrajado mediante la obediencia de efecto retardado. Todas las religiones posteriores demuestran ser unos ensayos de solucionar el mismo problema, que varían según el estado cultural en que se emprenden y los caminos que se escogen; pero todos ellos son reacciones de igual meta ante el mismo gran episodio con que se inició la cultura y que desde entonces no dio reposo a la humanidad. Entonces, en oposición a las concepciones más recientes sobre el sistema totemista, y apuntalándose en las más antiguas, el psicoanálisis nos lleva a sostener un nexo íntimo y un orígen simultáneo para totemismo y exogamia. FREUD Sigmund: (1923) La organización genital infantil. (F. 1469) Si bien no llega a establecerse una perfecta síntesis de los instintos parciales bajo la primacía de los genitales, el interés dedicado a los genitales y la actividad genital adquieren de todos modos, al alcanzar el curso evolutivo de la sexualidad infantil su punto más alto, una importancia predominante poco inferior a la que logran en la madurez. La organización genital infantil se diferencia de la organización genital definitiva del adulto. El sujeto no admite sino un solo órgano genital, el masculino para ambos sexos. No existe una primacía genital, sino una primacía del falo. En la etapa infantil todavía no se da cuenta de oposición de ambos sexos femenimo-masculino, solo existe en esta etapa un solo sexo, un solo genital, que es el falo. Dicha diferenciación se alcanza luego, en la pubertad. El niño percibe, desde luego, las diferencias externas entre hombres y mujeres, pero al principio no tiene ocasión de enlazar tales diferencias a una diversidad de sus órganos genitales. Así pues, atribuye a todos los demás seres animados, hombres y animales, órganos genitales análogos a los suyos y llega hasta buscar en los objetos inanimados un miembro igual al que posee. Quisiera observarlo en otras personas, para compararlo con el suyo, y se conduce como si sospechara que, aquel miembro podría y debería ser mayor. En el curso de estas investigaciones el niño llega a descubrir que el pene no es un atributo común a todos los seres a él semejantes. Niegan tal falta, creen ver el miembro y salvan la contradicción entre la observación y el prejuicio pretendiendo que el órgano es todavía muy pequeño y crecerá cuando la niña vaya siendo mayor. Poco a poco llegan luego a la conclusión, efectivamente muy importante, de que la niña poseía al principio un miembro análogo al suyo, del cual fue luego despojada. 37 La carencia de pene es interpretada como el resultado de una castración; surgiendo entonces en el niño el temor a la posibilidad de una mutilación análoga. Su hipótesis primera es que la carencia de pene es consecuencia de una castración punitiva. Pero, por el contrario, cree que solo algunas personas femeninas indignas, culpables probablemente de impulsos ilícitos, análogos a los suyos, han sido despojadas de los genitales. Las mujeres respetables, como la madre, conservan el pene. La femineidad no coincide aún para el niño con la falta de miembro viril. Sólo más tarde, cuando el niño aborda los problemas de la génesis y el nacimiento de los niños y descubre que únicamente las mujeres pueden parirlos, es cuando deja de atribuir a la madre un miembro viril, construyendo entonces complicadas teorías encaminadas a explicar el trueque del pene por un niño. El genital femenino no parece ser descubierto en todo esto. En el estadio de la organización pregenital sadicoanal no puede hablarse aun de masculino y femenino, predomina la antítesis de activo y pasivo. En el estadio siguiente al de la organización genital infantil hay ya un masculino, pero no un femenino. En la pubertad, llega a coincidir la polaridad sexual con masculino y femenino. Lo masculino comprende el sujeto, la actividad y la posesión del pene. Lo femenino integra el objeto y la pasividad. La vagina es reconocida como el albergue del pene y viene a heredar al seno materno. FREUD Sigmund: (1931) Sobre la sexualidad femenina. (F. 15030) En la niña pequeña, también la madre es su primer objeto. La tarea de resignar la zona genital originariamente rectora, el clítoris, por una nueva, la vagina, complica el desarrollo de la sexualidad femenina. Ahora se nos aparece una segunda mudanza de esa índole, el trueque del objeto-madre originario por el padre, no menos característico y significativo para el desarrollo de la mujer. Para que se dé el desarrollo sexual femenino, la niña tiene que pasar por dos mudanzas. Al principio, se considera que el clítoris es el pene que no está desarrollado y, en la primera mudanza, ya se considera que la nueva zona genital rectora es la vagina. Y la segunda, es el cambio de objeto, que en un primer momento fue la madre (objeto originario tanto en la niña como en el niño) por el padre. La fase preedípica de la mujer, deja espacio para todas las fijaciones y represiones a que reconducimos la génesis de las neurosis, parece necesario privar de su carácter universal al enunciado según el cual el Complejo de Edipo es el núcleo de la neurosis. En el curso de esa fase, el padre no es para la niña mucho más que un rival fastidioso, aunque la hostilidad hacia él nunca alcanza la altura característica para el varoncito. 38 La génesis de la neurosis puede darse no sólo en el Complejo de Edipo, sino también en la fase preedípica de la mujer. La intensa dependencia de la mujer respecto de su padre no es sino la heredera de una igualmente intensa ligazón-madre. Durante muchos años la vagina es como si no estuviese, y acaso sólo en la época de la pubertad proporciona sensaciones. La vida sexual de las mujeres se descompone por regla general en dos fases, de las cuales la primera tiene carácter masculino (por el órgano eréctil, varón: glande -la cabeza del pene-, mujer: clítoris); solo la segunda es la específicamente femenina (por la vagina). El inevitable destino del vínculo de simultáneo amor a uno de los progenitores y odio al rival se establece sólo para el niño varón. Luego es en, este en quien el descubrimiento de la posibilidad de castración, como se prueba por la vista de los genitales femeninos, impone la plasmación del Complejo de Edipo, produce la creación del superyó y así introduce todos los procesos que tienen por meta la inserción del individuo en la cultura. En esta vía evolutiva, ha sido justamente el interés genital narcisista, el de la conservación del pene, el utilizado para limitar la sexualidad infantil. El Complejo de Edipo es en la mujer el resultado final de un desarrollo más prolongado; no es destruido por el influjo de la castración, sino creado por él; escapa a las intensas influencias hostiles que en el varón producen un efecto destructivo, e incluso es f