Compendio Historia Universal PDF
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Cesar Cantú
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Summary
This document is a compendium of universal history, covering a wide range of historical periods and events from ancient times to modern eras. The author, Cesar Cantú, provides detailed accounts of civilizations, including their origins, development, and societal structures. It also gives a summary of political, religious, and culture aspects.
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Cesar Cantú Compendio de la Historia universal Índice Rudimentos Libro I 1. -Los orígenes Libro II 2. -El Asia 3. -Los Hebreos 4. -La India 5. -El Egipto 6. -Los Fenicios Libro III 7. -Los Persas 8. -Grecia. Las religiones 9. -Grecia en la Guerra...
Cesar Cantú Compendio de la Historia universal Índice Rudimentos Libro I 1. -Los orígenes Libro II 2. -El Asia 3. -Los Hebreos 4. -La India 5. -El Egipto 6. -Los Fenicios Libro III 7. -Los Persas 8. -Grecia. Las religiones 9. -Grecia en la Guerra Meda 10. -Grandeza de Atenas 11. -Primacía de Esparta 12. -Los Macedonios. Filipo y Alejandro 13. -Las letras, las artes y las ciencias en Grecia 14. -Filosofía griega 15. -Ciencias griegas 16. -Los sucesores de Alejandro 17. -Los Seleucos en Siria 18. -Tolomeos en Egipto 19. -La Grecia bajo los Macedonios. Las ligas Libro IV 20. -Italia. Sus primeros habitantes 21. -Magna Grecia y Sicilia 22. -El Lacio. Orígenes de Roma 23. -Los Galos 24. -Edad heroica de Roma 25. -Magna Grecia 26. -Primera y segunda guerra Púnica 27. -Guerras de Roma en Europa y Asia 28. -Últimos sucesores de Alejandro. Los Hebreos 29. -Tercera guerra Púnica 30. -La España. Pérgamo. Conquistas exteriores de Roma 31. -Literatura griega en decadencia 32. -Artes y ciencias 33. -Filosofía 34. -Civilización de los Romanos 35. -La China 36. -Constitución y cultura de los Chinos Libro V 37. -Constitución y economía de Roma 38. -Leyes agrarias. Los Gracos 39. -Los esclavos 40. -Guerras exteriores. Los Cimbros. Mario 41. -Guerra social. Sila 42. -Reinos asiáticos. Mitridates. Mario y Sila 43. -Pompeyo. Sertorio. Fin de Mitridates 44. -Gladiadores. Piratas. Creta 45. -Pompeyo. Los caballeros. Verres. Catón. Craso. César 46. -Condición de la Italia. Catilina 47. -Primer triunvirato. César en las Galias 48. -Roma durante el primer triunvirato. Los partos 49. -Segunda guerra civil 50. -Asesinos y vengadores de César 51. -Augusto 52. -Cultura romana 53. -La India. Época de Vicramaditia Libro VI 54. -El Imperio Romano 55. -Los doce Césares 56.- Guerras del imperio 57.- Costumbres del Imperio 58.- Cristo 59.- Nerva, Trajano, Adriano, los Antoninos 60.- Condición del Imperio 61.- Filosofía, ciencias y letras bajo los emperadores 62.- Literatura latina y griega 63.- Desde Cómodo a Constantino 64.- Edad heroica del cristianismo 65.- Paz y constitución de la iglesia 66.- Filosofía profana y religiosa 67.- Literatura y artes Libro VII 68.- Los invasores del Imperio 69.- Constantino 70.- Constitución del Bajo Imperio 71.- Hijos de Constantino. Juliano Apóstata. Cuestiones religiosas 72.- De Valentiniano hasta Teodosio 73.- División del Imperio. Honorio 74.- Arcadio. Aecio. Atila 75.- Últimos emperadores de Occidente 76.- La Iglesia 77.- Literatura de los últimos tiempos romanos 78.- Ciencias. Bellas Artes Libro VIII 79.- Edad Media 80.- Estado del mundo 81.- Imperio de oriente. Justiniano 82.- Los códigos 83.- Justino II. Heraclio 84.- Los Bárbaros en Italia. Teodorico 85.- Los Longobardos 86.- Los Francos 87.- Los Visigodos en España 88.- Inglaterra e Irlanda. Anglo-Sajones 89.- Condición de los Bárbaros 90.- La República cristiana 91.- Doctrinas profanas. La lengua Libro IX 92.- La Arabia 93.- Mahoma 94.- El Corán 95.- Primeros Califas 96.- Los Árabes en España. Califato de Córdoba 97.- Imperio Griego. Los Heraclidas. Los Isáuricos 98.- Los Francos. Mayordomos de palacio 99.- Italia. Los papas. Los Longobardos. Pepino 100.- Carlomagno 101.- Letras y artes 102.- China. El Tíbet Libro X 103.- Los Carlovingios 104.- Los Carlovingios en Francia (840-888) 105.- Incursiones de los Sarracenos 106.- Normandos 107.- Los Normandos en Francia y en Inglaterra 108.- Los Normandos en Italia 109.- Los Eslavos 110.- Los Normandos y los Eslavos en Rusia 111.- Los Húngaros 112.- Fin de los Carlovingios. Los Capetos 113.- El feudalismo 114.- Italia bajo los Carlovingios 115.- Reino de Germania. Otón el Grande. Los Italianos 116.- Estado de la Italia 117.- Los Otones. Casa de Franconia 118.- La Iglesia 119.- Gregorio VII 120.- Imperio de Oriente. Cisma griego 121.- España. El Cid 122.- Imperio árabe 123.- Los Turcos. La India 124.- Cultura de los musulmanes 125.- Letras y ciencias en la cristiandad Libro XI 126.- Las Cruzadas 127.- Mahometanos y cristianos en Palestina 128.- Caballería. Órdenes militares 129.- Escudos, divisas, emblemas, apellidos 130.- Torneos, cortes de amor, gaya ciencia, diversiones 131.- Los Trovadores 132.- Segunda y tercera Cruzada 133.- Mejoramiento del pueblo 134.- Los Comunes 135.- El imperio. Guerra de las Investiduras 136.- Otros emperadores. Barbarroja 137.- Sicilia. Fin de los Normandos 138.- Francia 139.- Inglaterra. Los Plantagenet 140.- Las doctrinas Libro XII 141.- Repúblicas italianas 142.- Enrique VI e Inocencio III 143.- Federico II 144.- Cruzadas cuarta, quinta y sexta 145.- Herejías. Los Albigenses. Nuevos frailes 146.- Grande interregno. Fin de los Suevos y de la Guerra de las Investiduras 147.- Grandeza de las repúblicas italianas 148.- Francia. San Luis. Cruzadas sétima y octava 149.- España. Magreb. Portugal 150.- Prusia. Livonia. Caballeros Teutónicos 151.-Hungría 152.- Inglaterra y Escocia 153.- Idiomas y literatura 154.- Bellas artes Libro XIII 155.- La imprenta. La pólvora. Otros inventos 156.- Imperio de Oriente 157.- Tamerlán 158.- Fin del imperio de Oriente 159.- España. Expulsión de los Moros 160.- Francia. Felipe el Hermoso 161.- Casa de Valois. La guerra inglesa 162.- Luis XI 163.- Islas Británicas 164.- Imperio occidental 165.- Asuntos eclesiásticos. Gran cisma. Concilios de Constanza y Basilea 166.- Hussitas. La Hungría 167.- Suiza 168.- Italia. Tiranos. Vísperas Sicilianas. Enrique VII. Roberto de Nápoles 169.- Desórdenes. Nicolás Rienzi 170.- Los guerrilleros 171.- Toscana. Los Médicis 172.- Las Dos Sicilias 173.- Estado pontificio. Condiciones generales 174.- Ciudades comerciales 175.- Ciudades anseáticas 176.- Escandinavia 177.- Polonia, Lituania y Prusia 178.- Rusia y Capchak 179.- El triunvirato italiano. La otra literatura 180.- Estudios clásicos. Historia 181.- Ciencias 182.- Bellas artes Libro XIV 183.- Geografía. Viajes antiguos 184.- Comercio antiguo 185.- La brújula. Descubrimientos de los Portugueses 186.- Colón y los primeros descubridores de América 187.- Esclavitud india 188.- Méjico 189.- El Perú 190.- América meridional. El Dorado 191.- Colonias españolas 192.- Misiones. El Paraguay 193.- El Brasil 194.- América septentrional 195.- De la América en general 196.- Los Portugueses en Asia 197.- Holandeses, Daneses, Franceses e Ingleses en Asia 198.- Japón 199.- China. De la dinastía XV a la XXII 200.- El África 201.- Las Antillas. Los Filibusteros 202.- Viajes a los polos 203.- Progresos de la Geografía y de la Náutica. Derecho marítimo 204.- El mundo marítimo. Cook. Viajes polares Libro XV 205.- Aspecto general. El imperio 206.- Italia. Toscana. El Milanesado. Carlos VIII 207.- Luis XII. Los Borgia. Julio II. Liga de Cambray 208.- Francisco I y Carlos V 209.- Estados musulmanes 210.- Literatura 211.- Bellas artes 212.- Costumbres. Opiniones 213.- La Reforma. Lutero 214.- Consecuencias políticas 215.- Zwinglio. Calvino 216.- Reacción católica. Los Jesuitas. Concilio de Trento 217.- Reformadores italianos 218.- Muerte de Carlos V. Batalla de Lepanto 219.- Los papas después del Concilio de Trento 220.- Holanda y los Países Bajos 221.- España. Portugal 222.- Francia. Los Valois 223.- Los Borbones 224.- Inglaterra. Los Tudor 225.- Alemania. Guerra de los Treinta Años 226.- Suecia y Dinamarca 227.- Polonia. Lituania. Livonia 228.- Literatura jurídica. Teología moral 229.- Erudición e historia 230.- Filosofía especulativa 231.- Ciencias exactas 232.- Literatura neolatina 233.- Literatura del norte Libro XVI 234.- Aspecto general 235.- Francia 236.- Controversias religiosas 237.- Literatura 238.- Inglaterra 239.- Literatura y filosofía inglesas 240.- Alemania 241.- Los Turcos 242.- Hungría y Transilvania 243.- Península Ibérica 244.- Muerte de Luis XIV 245.- Escandinavia 246.- Polonia 247.- Rusia 248.- Italia. Dominación española 249.- Saboya 250.- Estado Pontificio 251.- Mesina y Génova. Influencia de Luis XIV 252.- La Toscana 253.- Literatura italiana. Bellas artes 254.- Filosofía y ciencias sociales 255.- Ciencias históricas 256.- Ciencias naturales y exactas Libro XVII 257.- Consecuencias de la paz de Utrecht. Felipe V 258.- Francia. La regencia. Luis XV 259.- El imperio. La Prusia. Federico II. María Teresa 260.- Costumbres. Opiniones. Literatura. Filosofía 261.- Filantropía. Ciencias sociales. Mejoras 262.- Rusia 263.- Escandinavia 264.- Inglaterra. Era de los Jorges 265.- Estados Unidos 266.- La India 267.- Interior de Inglaterra. Doctrinas 268.- El Imperio Germánico 269.- Península Ibérica 270.- Repúblicas de Holanda y Suiza 271.- Italia 272.- Reformas en Italia 273.- Últimos sucesos italianos. Literatura 274.- Bellas artes 275.- Ciencias 276.- Luis XVI. Preliminares de la revolución Libro XVIII 277.- Revolución francesa 278.- Sucesos de Italia 279.- Progresos de Bonaparte 280.- Bonaparte cónsul y emperador 281.- Despotismo imperial 282.- Tratado de Viena 283.- Cuestiones religiosas 284.- El liberalismo 285.- Turquía y Grecia 286.- América. Colonias 287.- Francia. Nueva revolución 288.- Las penínsulas meridionales 289.- Rusia 290.- Confederación germánica 291.- Suiza 292.- Escandinavia 293.- Imperio británico 294.- Colonias inglesas. La India 295.- China 296.- Turquía. Negocios de Oriente 297.- Literatura. Romanticismo 298.- Ciencias históricas 299.- Bellas artes 300.- Ciencias exactas. Aplicaciones 301.- Ciencias filosóficas y sociales Apéndice De los últimos acontecimientos. l Rudimentos Historia es la narración encadenada de importantes acontecimientos tenidos por verdaderos. Es ciencia de primer orden entre las etnográficas y morales, y descansa en la fe que se refiere a los testimonios por que fueron trasmitidos los hechos anteriores, de los cuales deduce el porvenir probable en el desenvolvimiento de la libre actividad del hombre. En cuanto a sus asuntos, la Historia puede ser política, literaria, sagrada, eclesiástica, artística, científica, universal, particular, municipal, antigua, moderna, contemporánea, personal (biografía). En cuanto a la forma, hallamos la crónica, la efeméride, los anales, los comentarios, las memorias, las monografías, las anécdotas, los compendios, las colecciones. La verdadera historia quiere ser escrita con reglas de arte, con criterio, y con intención filosófica, moral, política y social, recogiendo documentos, evaluando su fidelidad, penetrando su sentido, apreciando su valor y su importancia, buscando las causas, los efectos, la íntima conexión de los hechos. Sirven a la Historia, en primer lugar los testigos oculares, después la tradición oral y escrita. Esta llega tal vez hasta nosotros trasformada en mitos y fábulas: muchas edades o pueblos están representados por tipos deales (1): poesías y fiestas conservan acontecimientos, no de otro modo recordados. La arqueología estudia los monumentos, las medallas, las inscripciones que revelan antiguos hechos. La paleografía, se ocupa de los documentos coleccionados en los archivos. La crítica enseña a discernir lo verdadero de lo probable y de lo falso, el fondo de la apariencia, y a conjeturar lo cierto. La estadística calcula todas las condiciones civiles de un tiempo dado. La filosofía de la historia compara los hechos, los agrupa, los generaliza, sometiéndolos a leyes de sucesión para evidenciar la providencia, las conquistas de la conciencia y del orden, los progresos de la humanidad en todos los elementos sociales. Son ojos de la historia la geografía y la cronología. Aquélla enseña los lugares, que vienen a ser el teatro donde se mueven los hombres y las naciones; ésta distingue los tiempos fabulosos, antiguos, medios y modernos; los limita según las eras de los pueblos, las más importantes de las cuales son para nosotros la anterior y la posterior a Jesucristo, y señala las épocas deducidas de grandiosos acontecimientos. Libro I 1. -Los orígenes Edad prehistórica Averiguar cuándo empezó la materia; si esta es inseparable de la fuerza; si el concurso fortuito de los átomos pudo formar los cuerpos, errantes en el espacio con leyes determinadas y eternas; cómo alrededor de uno de estos innumerables soles se colocaron ocho grandes planetas y otros muchos de menores dimensiones, y un número indeterminado de cometas; cómo uno de estos planetas, que es nuestro globo terráqueo, se condensó, y en el transcurso de millares de siglos adquirió su forma actual, teniendo una superficie de 5098857 miriámetros cuadrados y un volumen de 1082634400, pero sin que conozcamos más que su parte externa, compuesta de capas que designan sus varias épocas geológicas, que goza de un clima glacial en los polos, cálido en el ecuador y templado en los trópicos, y está habitada por hombres en toda su superficie; estas y otras investigaciones semejantes incumben a otras ciencias, y pertenecen a la edad llamada prehistórica. En esta, cuyos datos son recientes y muy inciertos todavía, quiere establecerse que el hombre empezó al fin de la época geológica cuaternaria, la que precede inmediatamente a la edad actual. Concluido el periodo glacial, durante el cual las nieves ocupaban la mayor parte de la Europa y del Asia, empezó el hombre su penosísimo progreso, primero sirviéndose únicamente de piedras, toscas; luego de piedras talladas y pulimentadas; después, del bronce, y por fin del hierro; adquirió el uso del fuego y de los metales, salió del estado salvaje en que se encontraba, viviendo en cavernas o en chozas, y vino a ser el rey de la naturaleza. Sea lo que fuere de estas conjeturas, la historia propiamente dicha considera al género humano tal cual es hoy, y se funda en datos positivos, tales como los testimonios más o menos auténticos de quienes vieron los hechos o los oyeron referir. El génesis La narración de más auténtica antigüedad que tenemos, es el Pentateuco (Génesis, Éxodo, Números, Levítico y Deuteronomio), escrito por Moisés, bajo inspiración divina, y no contradecido [sic] por los progresos de la ciencia ni por temerarias hipótesis, que a la experiencia se sustraen. Allí se refieren, en once breves capítulos, los orígenes del mundo, del hombre, de un pueblo; y son planteados y resueltos los problemas que más atormentaron a la razón humana. Según aquél, Dios, eterno y personal, creó la luz y la materia con un acto libre de su voluntad; ordenó la materia gradualmente, le mandó que produjese los animales, y por último creó al hombre, y, dándole a la mujer por compañera, los colocó en un sitio delicioso. Pero el hombre ensoberbecido, quiso ser igual a Dios, y violó un mandato de éste, por cuyo motivo fue expulsado a la tierra, donde ha de ganarse el sustento con el sudor de su frente, y hacerse acreedor con sus obras a la recompensa que viene después de la muerte. Una autoridad suprema que puede mandar, un acto de desobediencia voluntaria que contamina toda generación futura y siembra la discordia entre los sentidos, la inteligencia y la voluntad; después una redención divina, que ilumina el entendimiento con las verdades reveladas y ayuda a la voluntad con los sacramentos: he aquí los dogmas fundamentales del cristianismo, que es la creencia de los pueblos más civilizados. La estirpe humana creció pronto bajo los patriarcas de larga vida, pero degeneró tanto, que Dios mandó un diluvio, en el cual pereció toda, excepto la familia de Noé. Sem, Cam y Jafet, sus hijos, tan pronto como dejaron de hablar la misma lengua, salieron de la Mesopotamia a dispersarse por el mundo, siendo luego troncos de tres razas distintas, en las cuales el organismo y las cualidades particulares del cuerpo, las dotes del espíritu y las tradiciones, los sentimientos morales y el lenguaje, atestiguan la unidad de origen y la triplicidad de división. Es de suma importancia aceptar esta unidad de origen, porque de ella se deriva que todos los hombres son iguales por naturaleza, aunque diversos por las facultades la educación y el adelanto social; de aquí que deban amarse, respetarse y ayudarse, considerar como un delito la opresión de un pueblo por otro y la conquista, y como fratricidio la guerra, siempre que no la exijan la necesidad de la defensa y la tutela de los propios derechos. La historia más dilucidada es la de los descendientes de Sem, hasta el cual desde Adán, se cuentan, al menos 1307 años y 2262 a lo más; y de Sem a Abraham al menos 1948 y a lo sumo 3184. Esta incertidumbre procede de que aquellos tiempos únicamente se numeraban según la sucesión de los patriarcas. El lenguaje Poco sabemos de aquellas primeras edades; después de haberse constituido las sociedades, se inventaron las artes y dieron principio las ciencias. No hablo del lenguaje ni de la escritura, puesto que estas invenciones son tan maravillosas, que se piensa que no pudieron ser dadas sino por quien diera al hombre la vida. En efecto, hacer que al sonido de una voz se una tal o cual significado, no arbitrario sino admitido por todo un pueblo, cosa es que no puede obtenerse sino de quien habla ya; y mucho más el formar un discurso entero, no de nombres solos, sino con el verbo, es decir, con la afirmación de la existencia. Por otra parte, en tantos siglos, los animales nunca han refinado su lenguaje, y los leones y los ruiseñores rugen y gorjean hoy como en el paraíso terrenal; ni lanzarán nunca los seres de esta especie más que ininteligibles gritos, y aunque se les enseñe a hablar, no transmitirán la palabra a sus pequeñuelos; el hombre habla do quiera se le encuentra, hasta en los países más salvajes, ni en tradición ni en fábula se cuenta que nadie haya inventado la palabra. Y esta es ya perfecta en todas partes, es decir, basta para expresar todas las ideas. Así, las lenguas más antiguas son las más exquisitas; ningún elemento esencial se les añade, y solo se vuelven mas analíticas, mientras las primitivas son muy sintéticas. En varios pueblos salvajes, se encuentra cierta fineza lógica, desconocida de los más cultos; como en el maya y betoy de los Americanos hay dos formas de verbos, una que indica el tiempo y otra las relaciones entre el sujeto y el atributo. Si el lenguaje hubiese sido inventado, cada grupo de hombres, cada familia tendría uno especial, sin relación con el de las otras familias. A veces el lenguaje es una de las bases de la historia de la humanidad, uno de los caracteres de las estirpes, distinguiéndose, según él, las semíticas u orientales y las indo-europeas, y las lenguas monosilábicas como el chino. Las lenguas son los lazos más sólidos de las naciones, que no se rompen ni por el tiempo, ni por conquista, ni por barbarie. Y la palabra es siempre la idea expresada, como es la palabra pensada la idea; y sin la palabra tal vez no adquiriría el hombre las ideas generales. El lenguaje es la mayor prueba que pueda aducirse contra los materialistas y aquellos que en el hombre no ven más que un mono perfeccionado. Escritura Comprender luego que la voz podía descomponerse en 5 vocales y 15 o 16 consonantes; y que estos sonidos podían presentarse a los ojos en forma de signos, e inventar además la escritura, es también un prodigio tanto más notable, cuanto que alguna escritura se encuentra en los pueblos todos. Hay escrituras jeroglíficas, donde la palabra es generalmente representada por el objeto material, como el pájaro o el monte, por ejemplo, en una figura más o menos clara del pájaro o del monte, o también por símbolos; y hay escrituras silábicas como el chino y el japonés, donde cada sílaba tiene un signo particular; tenemos en fin, nuestra lengua alfabética, la más perfecta de todas, donde cada sonido y cada modificación tienen su signo. Perfectibilidad Otro carácter distintivo del hombre y prueba del origen único es la perfectibilidad; dote que les distingue de todos los animales. Con ella, desde la barbarie en que había vivido después de la primera desobediencia, o del estado salvaje a que lo habían reducido particulares circunstancias, pudo poco a poco adquirir tantos conocimientos, procurarse tantas comodidades, convertirse en señor de la tierra y poner la naturaleza toda a su servicio. El Asia debió ser la primera morada del hombre, ya que la mayor parte de los animales domésticos, de los géneros, de los frutos con que se regala la culta sociedad en todo el mundo, proceden del Asia y allí se encuentran en estado silvestre, como el trigo, el toro, el búfalo, la cabra, el camello, el puerco, el gato, el chacal de que provienen nuestros perros. Emigrando, el hombre llévase consigo a estos compañeros de sus fatigas y alimentadores de su existencia; y ningún otro o muy pocos sabe domesticar después. Acosado por las necesidades, el hombre no hubiese inventado más que lo necesario para satisfacerlas. Pero estaba dotado de razón, por medio de la cual distingue el efecto de la causa, lo invisible de lo visible, la unidad en la multiplicidad, y comprende también sus deberes y el derecho de poderlos cumplir y verlos respetados por los otros. Por esto era inherente a su naturaleza el vivir en sociedad, sin la cual el hombre no sería hombre, como si le faltase la vista o la palabra. Sociedad patriarcal La primera sociedad fue la doméstica, donde prevalecía el padre por autoridad atemperada con el afecto. En la larguísima vida de los patriarcas, este padre veía multiplicar su descendencia, y formarse una tribu entera, a cuyo frente él se encontraba: después le seguía el más viejo o el más autorizado, el más experto en el mando, el mejor observador de los astros, gobernando sin magistrados y sin fuerzas, pero con conciencia y por medio de la fe, el respeto, la gratitud y la convicción: él era rey, juez, sabio, pontífice. A la familia se une la propiedad, siendo aquélla dueña del terreno que labraba, del ganado que pacía, de la casa, de los vestidos, de los muebles que se fabricaban. Algunas de aquellas gentes han conservado hasta ahora el gobierno patriarcal y las tribus; en otras partes se unieron bajo un solo patriarca varias tribus, cuyos jefes debían consultarle sobre los intereses comunes: y de aquí resultaron un patriciado que administraba los negocios públicos, diversidad de costumbres y de derechos en un mismo pueblo, de riqueza entre los individuos y de herencia, y la constitución de distintas familias por dignidad y por poder. A veces, un grupo de cazadores hace una expedición y necesita un jefe que la dirija; éste los domina a todos, y, si se establecen en un nuevo país, se constituye en rey; los demás le obedecen porque así les parece conveniente y porque él se impone; para evitar insurrecciones, pone soldados a sus ordenes; para contentarlos, nombra jueces que mantengan el derecho. Otras veces, por la posesión de un prado o de una mujer, por celos o por ambición, un pueblo se levanta en guerra, conquista otro país, reduce sus habitantes a la esclavidad, [sic] y los obliga a servir al rey y a la tribu conquistadora abrogándose el derecho de castigar. De este modo se formaron los primeros Estados. La industriosa raza de Cam, que inventó el arte de trabajar los metales, pobló la Asiria y la Arabia, y penetró, por el istmo de Suez, en África y en las islas de los mares del Sur. Los descendientes de Sem, conservadores de las tradiciones patriarcales, se quedaron en Asia, entre el Éufrates y el Océano Indio, de donde se extendieron después por una parte de la Asiria y de la Arabia, penetrando hasta América. Más torpe que aquella y menos corrompida que ésta, la estirpe de Jafet se dirigió hacia el Septentrión, ocupando las islas del Mediterráneo y la Europa, y sacando partido de las ventajas que ofrecía un pueblo fuerte y dispuesto a la civilización. Esto se efectuó en el transcurso de largos siglos, durante los cuales la gente iba de tierra en tierra, mezclándose, combatiéndose, partiéndose las riquezas y los descubrimientos, los defectos y las creencias. Libro II 2. -El Asia Hasta aquí, la historia puede considerarse como anónima: ahora empieza a distinguirse por países, por naciones y por hombres. El Asia, cima del género humano y de la civilización, se extiende sobre más de 933350 miriámetros cuadrados, entre el 24º grado de longitud oriental y el 172º occidental, y entre el ecuador y el 78º de latitud boreal. Dos grandes cordilleras en dirección al ecuador la dividen en tres zonas: la septentrional o Siberia, entre el Altai y el Océano Glacial, desconocida de los antiguos. Entre el Altai y el Tauro se eleva la más alta región del mundo, árida y desprovista de arbolado, con muchas praderas. En la tercera zona, que se extiende hasta el trópico, donde aparecen, hacia el ecuador, las penínsulas India y Arábiga, es el país más privilegiado por la naturaleza; acariciado por las brisas de un mar tranquilo, protegido por altas montañas, regado por caudalosos ríos, goza de un benigno clima, donde prosperan los animales y los vegetales más útiles al hombre; para vestirlo y alimentarlo, hay el gusano de seda, el algodón, el arroz y mil productos de la tierra; perlas y diamantes para adornarlo. El Indo divide el Asia meridional en dos partes, una hacia el Océano y la otra hacia el Mediterráneo. En esta se fija en primer lugar la historia, y puede dividirse a su vez en varias regiones: I, la de aquende el Éufrates; II, la de allende el Éufrates; III, la comprendida entre el Tigris (2) y el Indo. En la primera se hallan el Asia Menor, la Siria, la Fenicia, la Palestina y la Arabia; en la segunda, la Mesopotamia, la Armenia y la Babilonia; en la tercera, la Asiria, la Susiana, la Persia, la Media, la Bactria (3) y la Sogdiana. Al otro lado del todo se halla la India propiamente llamada, con Malabar y la isla de Ceilán. Más allá del Ganges, se encuentra el país de los Seris, el más antiguo que los antiguos conocieron, cuando aún se ignoraba la existencia de la China. Con el Egipto, bastante parecido a estos países, a pesar (4) de hallarse en el África, concluye el teatro de la historia más antigua. El clima y el terreno determinan la índole y las vicisitudes de estos pueblos. Por las praderas sin límites van errando con sus aperos y caballos el Mongol, el Calmuco y el Songaro, como el Chino atraviesa los innumerables ríos, el Indio monta elefantes y guerrea, y el Árabe viaja con sus caballos y el camello, verdadera nave del desierto; así es que, desde tiempo inmemorial, son pastores errantes el Mongol y el Tártaro; indómitos los Maratas; indolentes los Indios; industriosos los Chinos; comerciantes y guerreros los Árabes, lo mismo hoy que hace treinta siglos. Flor de belleza es la especie humana en el Asia central, de modo que las esclavas circasianas perfeccionan la estirpe turca. Cerca del Mediterráneo se unen la perfecta inteligencia y el sentimiento del arte. Del Ararat, que es el pico más elevado del Cáucaso, los pobladores bajaron a la llanura a medida (5) que iba secándose, y en la fértil Mesopotamia, es decir en el país comprendido entre el Éufrates y el Tigris, en la montañosa Armenia, y en la risueña Babilonia fundaron sus primeras ciudades, vastos recintos de sus campamentos, formados por chozas de caña y palma, lona y betún, tan fáciles de construir como de deshacer. La gente nómada acudía a estas ciudades, a fin de gozar de las ventajas de la vida ordenada. El país fue cuidadosamente cultivado, conduciéndose aguas de regadío. El anchuroso y despejado horizonte permitía observar las estrellas, tanto para que se orientasen los viajeros, como para que distinguiesen las estaciones los pastores; y los signos del zodiaco, y los nombres de las constelaciones demuestran aún el origen pastoril de la astronomía, convertida después en ciencia por los sacerdotes y los jeques. Despotismo Común era la poligamia, que desordenaba a la familia acarreando la esclavitud de la mujer, el celo entre hermanos, y por consiguiente, la violencia doméstica y el despotismo público, no pudiendo existir libertad política donde no hay libertad moral, pues una sociedad de tiranos domésticos no puede formar más que un gobierno tirano. Conquistas Las grandes llanuras del Asia y las costumbres nómadas facilitaban extensas conquistas: y los Escitas (bajo cuyo nombre los antiguos confundieron a Tártaros, Afganos (6), Mongoles y Manchúes), los montañeses Persas y Partos, los Árabes ladrones atacaban a menudo (7) a las gentes incivilizadas. A veces los imperios, engrandecidos por la aglomeración de varias tribus, invadían otros países, distribuyéndolos entre los caudillos, que les exigían impuestos y los colocaban bajo su dominio. La civilidad de los vencidos era a veces adoptada por los vencedores, no tanto por su moral como por su lujo y corrupción; de donde resultaba que las instituciones del país concluían por prevalecer y dominar a los vencedores, hasta que caían bajo otra invasión, cuando los sátrapas, a quienes estaban confiadas las provincias, no se declaraban independientes y constituían nuevos reinos. Aquellas conquistas eran desastrosas; a veces quedaba destruida toda una población, o era acosada por el ejército, como un rebaño, hasta ser internada en otro país: los Hebreos fueron arrojados a Babilonia y Asiria; los Egipcios a la Cólquide por Nabuco y a Susa por Cambises; y los Griegos, al centro del Asia por Jerjes. Otras veces, los vencedores pactaban con los vencidos; o se unían tribus de naturaleza y ocupaciones distintas, o dos reinos se juntaban, adorando a unos mismos dioses, pero conservando derechos y ocupaciones distintas. Así se formaban las castas, unas sacerdotales, otras industriales y otras guerreras, viviendo en el mismo sitio, aunque reservándose atribuciones, usos, matrimonios y cultos distintos. Mientras tanto, seguía su curso el comercio; numerosas caravanas iban a los países más ricos en productos, que hallamos en la historia de José el Hebreo. Religiones Además de estar unidos por el gobierno, los pueblos tuvieron por lazos la comunidad de ritos y creencias. Estas procedían de las tradiciones primitivas, pero se corrompieron por el pecado, y el monoteísmo se modificó según los climas, la constitución y las pasiones. Algunos paganos personificaban la naturaleza y principalmente los objetos más maravillosos y benéficos, como el sol y las estrellas (sabeísmo); otros deificaban personas (evemerismo); quiénes exageraban la idea de Dios, persuadidos de que éste lo es todo y todo es él (panteísmo); quiénes reducían el culto a contemplación, como en la India; muchos lo reducían a actos prácticos, como en Egipto y en la China, o formaban el cielo según la jerarquía terrestre, y subordinaban los dogmas a las ventajas de una nación o de una raza. Todos procuraban dar a la religión um carácter nacional, y hacer de Dios el protector del pueblo; de ahí que las primeras ciudades fuesen sagradas, como Jerusalén (8), Jericó, Jeracome, Jerápolis, Dióspolis, Babel, ciudad de Dios, e Ilio, fabricada por Neptuno. Pronto en la religión popular se introdujo el arcano, misterio reservado a los sacerdotes, los únicos que podían ofrecer los sacrificios, consultar los dioses, comunicar al pueblo parte de la doctrina, reservándose la otra; de este modo pudieron los gobiernos convertirse en teocráticos en muchas partes, es decir, regidos por la voluntad de Dios, o mejor dicho por los sacerdotes que expresaban sus decretos. Al principio bastó una idea firme dominando a extraviadas costumbres, para persuadir al pueblo de la existencia de un poder supremo, para establecer una semejanza entre el orden civil y el físico, que es moral porque es obra de Dios. El interés de estos sacerdotes estaba en importar a su país el conocimiento de antiguos sucesos conocidos por tradición y considerados como milagros. Tiempos prehistóricos La cronología y geografía faltan, pues, en los hechos que la tradición refiere de aquellos primeros siglos; pero varios eruditos han tratado de dar por lo menos una ordenada sucesión a las historias mitológicas, bajo las cuales la imaginación de los pueblos acumuló circunstancias por las cuales también se puede inquirir algún dato positivo. Mas puros, más humanos, pero menos milagrosos son los hechos de los pueblos monoteístas, como los Persas, Medas y Hebreos; estos abandonaron la teofanía, es decir la comparación de la divinidad. Las encarnaciones abundan, por el contrario, entre los Indios, que tienen poemas y edificios gigantescos, y donde la idea de la divinidad se confunde de tal manera con la de la humanidad y de la naturaleza toda, que es muy difícil desarraigarlas. En la China, todo es positivo y todo depende de un emperador. Hubo, en las naciones, grandes hombres, cuya perspicacia y fuerza prevalecieron, difundiendo el concepto de lo bueno, de lo verdadero y de lo generoso. Yao, era constructor de canales y aljibes, y sus Chinos eran fríos, positivos y de escasa inteligencia. El egipcio Manete fabricó a Menfis (9), encauzó el Nilo y construyó estanques, y las generaciones de aquel pueblo se dedicaron a semejantes obras. Las expediciones de Odino se repitieron en las frecuentes emigraciones de los Escandinavos; los Esquimales aparecían como cazadores de monstruos marinos; Hércules, Prometeo, Orfeo y Jasón representaban el genio artístico, guerrero y maravilloso respectivamente, siendo la gloria de los Griegos. Primeras monarquías El primer gran imperio se encuentra en las llanuras del Sennaar. Nemrod (10) de la estirpe de Cam, y cazador fuerte, fundó un imperio en Babilonia; pasó a Asiria, donde edificó a Nínive, y dejó este imperio a Nino, y el de Babilonia a Evecoo. 2680 Bactrianos (11), Medos y Persas, formaron el imperio de los Arios, es decir de los valientes, unidos con los Indios, pero permaneciendo monoteístas, con sus castas de sabios o magos, de guerreros, agricultores y mercaderes. Este país, llamado Eriene, entre la India, el Cáucaso, el Oxo (12) y el Golfo Pérsico, tuvo por primer rey a Kajumarot, quien fundó a Balk; y las aventuras de sus sucesores fueron intercaladas en los poemas, donde raras veces se distingue la realidad de la fantasía. Nino (Argiasp), jefe de una tribu de Arios semíticos, conquistó a Balk con ayuda de Semíramis; engrandeció a Nínive, cuyo recinto era de tres jornadas. Semíramis fabricó a Babilonia y otras ciudades, y difamada por sus libertinas costumbres fue asesinada por Ninia. A aquel pueblo asirio pertenecieron, según la Biblia, Teglar-Falasar, que destruyó el reino de Damasco (763); Salmanasar, que aniquiló al de Samaria; Sennaqueribe, cuyo ejército fue exterminado en Judea (707); y en fin Sardanápalo, personificación de todas las voluptuosidades. Los sátrapas Arbaces y Belesis, se rebelaron contra él y lo sitiaron en su capital, donde pereció en una hoguera con sus tesoros y sus mujeres (667). 1916 Entonces prevaleció la estirpe Medo-Bactriana (13), que tenía por capital a Ecbatana, y sucumbió después bajo los Caldeos, gente semítica y sacerdotal, vencida a su vez por la tribu de los Pasagardos, mandada por Ciro (Koresc). Los antiguos historiadores representaban estas revoluciones y cambios de capitales como sucesión de los imperios Asirio, Babilónico, Medo y Persa, cuando no constituían más que el gran imperio comprendido entre el Éufrates y el Tigris, país muy abierto, cuya capital era Babilonia, ciudad cuadrada de quince millas por lado y ceñida por Semíramis de muros tan anchos que seis carros podían andar por ellos de frente; con mil quinientas torres, magníficos diques en el Eúfrates, jardines, paseos y casas alineadas, relucientes como el esmalte, adornadas de flores y coronadas de palmeras; con un suntuoso templo consagrado a Belo, del cual sobresalía una torre de ocho pisos. Las inmensas ruinas de sus palacios y de sus templos, pronosticadas por Isaías, atestiguan aún su magnificencia. Esta era debida a la riqueza proporcionada por la industria y el comercio; allí se tejían telas y tapices preciosos, y se trabajaban piedras duras que hoy día adornan nuestros museos con el nombre de cilindros babilónicos. Cuando la piedra faltaba, era suplida por arcilla y nafta, que abundaban mucho en aquel país. Descubriéronse magníficos restos de su escultura en Korsabad y en Kojunscich. Adoraban héroes divinizados y los astros Belo y Milta, es decir el sol y la luna, con un cortejo de astros. Heródoto (14) recuerda dos fiestas principales: una en honor de Belo, donde se gastaban hasta miles de talentos en incienso, y otra en donde los esclavos hacían de amos, como en las saturnales. Beroso, sacerdote caldeo, nos transmitió confusamente los hechos y pensamientos de aquel pueblo, que también sacrifica a Dios víctimas humanas; en el templo de la diosa Milta, las mujeres se prostituían por devoción. Las hermosas se vendían, y con su precio dotaban a las feas. Esmeradísimo era el cultivo de los campos, con magníficos sistemas de regadío; usaban la escritura cuneiforme, imprimiendo sus hechos en ladrillos sin cocer. La ciencia y la magistratura correspondían a la clase de los sabios, hereditariamente conservadores de una doctrina más pura, de una moral más prudente y de muchos conocimientos astronómicos, hasta el punto de dividir el zodíaco en 30 grados de 30 minutos, computar el año en 365 días, menos seis horas, y averiguar que las estrellas son excéntricas a la tierra. La gran torre que servía para las observaciones astronómicas ofrecía la medida del estadio caldeano que era la 1119ª parte del grado, equivalente a 5702 toesas, 1 pie, 9 pulgadas y 7 líneas; lo que difería solamente de 63 toesas de la medida de la tierra que hoy conocemos. Inventaron el gnomon solar, y Calístenes, compañero en la expedición de Alejandro Magno, mandó de Babilonia a Aristóteles observaciones hechas allí desde el año 2200. 3. -Los Hebreos No queda historia mejor determinada que la del pueblo Hebreo, que une a la misión civil la religiosa, conservando el pasado y preparando el porvenir con las perpetuas creencias brotadas de su seno. Se equivocaban, empero, los que tomaban la historia de los Hebreos por fundamento etnográfico general; puesto que Moisés no escribió para satisfacer la curiosidad, sino por la religión y para su gente, por cuyo motivo solo notó lo concerniente (15) a su pueblo, a las escasas tribus de los Árabes que se habían unido a él, y a los Fenicios, sus adversarios. De Heber, descendiente de Sem, tomaron su nombre los Hebreos, al frente de los cuales puso Dios a Abraham, y que se consideraban como pueblo elegido por providencia especial, y depositario de las tradiciones y promesas hechas a Abraham, de que llegaría a ser un pueblo inmenso, del cual nacería el redentor del género humano. 1236 Con numerosa tribu, rebaños y riquezas pasó Abraham el Éufrates; se trasladó de la Caldea a Canaán y distinguió a su pueblo de los otros por medio de la circuncisión. Lot, su sobrino, se encerró en el valle de Sodoma, y fue padre de los Moabitas e Idomitas. De Agar, esclava egipcia, tuvo Abraham a Ismael, padre de los Árabes; de Sara, su mujer, engendró a Isaac, de quien nacieron Esaú (16), cazador, y Jacob, agricultor. Este usurpó la primogenitura y la bendición paternal, y de su nombre llamó Israelitas a los descendientes de sus doce hijos. Entre ellos prefería él a José, por lo cual fue vendido por sus hermanos envidiosos a una caravana de Madianitas, que llevaban a Egipto con camellos armas, resinas y mirra. Conducido allí, José conquistó el favor de Faraón, que le nombró virrey, y aconsejó a éste que adquiriese todos los terrenos, reduciendo los propietarios a simples colonos, y se preparase de este modo para hacer frente a una gran carestía. José llamó a sus hermanos, quienes se esparcieron y multiplicaron por los campos de Gessén en el Bajo Egipto. Pero su actividad, sus costumbres patriarcales, y su culto monoteísta repugnaban a las costumbres egipcias, por lo que se procuraba oprimirlos, hasta que Moisés, 250 años más farde, los condujo fuera de Egipto y pasó el mar Rojo con ellos (habiendo 600000 mil aptos para la guerra), y los condujo a la Palestina. Pero antes los hizo detener 40 años en los desiertos de la Arabia, hasta los montes Oreb y Sinaí, a fin de que perdiesen las costumbres adquiridas en el Egipto, y entre sufrimientos y prodigios, renovaran su pacto con el Dios de Israel, quien dio a Moisés, en la cúspide del Sinaí los diez preceptos que comprenden todo lo que constituye la moral de un hombre y la civilización de los pueblos. Moisés 1265 Moisés ha sido el hombre más grande que la historia recuerda, grande como profeta, poeta, historiador, legislador, libertador y ordenador. Su código muestra una sabiduría superior a la humana, por las más elevadas combinaciones políticas, como por las particularidades domésticas, con el fin constante de conservar la nación, y elevar y purificar la moral, combinando la autoridad que conserva con la libertad que perfecciona. La unidad de Dios es su dogma fundamental; se prohibía toda imagen por temor a la idolatría. Tenían tres fiestas principales: Pascua, en memoria de la salida de Egipto; Pentecostés, para celebrar las primeras mieses; los Tabernáculos, para los últimos trabajos agrícolas. Todas las primicias eran especialmente consagradas a Dios. No queriendo ser rey, dio Moisés al pueblo una democracia teocrática bajo jueces, teniendo por verdadero jefe a Dios, que lo libertó de Egipto. Según los doce hijos de Jacob, doce fueron las tribus; en doce cuerpos andaban por el desierto, y doce eran sus campamentos cuando hacían alto; entre todos estaba distribuida la tribu sacerdotal de Levy, la cual no tenía terrenos propios, pero exigía la décima parte de los réditos de las demás. En las más graves resoluciones, era convocado todo el pueblo, o todos sus representantes; los ancianos de cada tribu dictaban la justicia. Se procuraba que las fortunas quedasen niveladas por medio del jubileo, por lo cual cada cincuenta años, aquel que tenía vendido o hipotecado su terreno, volvía a tomar posesión de él. Cada siete años, la tierra había de descansar (año sabático) y el pueblo se surtía de los almacenes públicos. No estaba prohibida la poligamia, pero la mujer no era degradada ni confundida en los gineceos; Sara, Raquel (17), Lía, Rut, madre de Tobías, desempeñaban un gran papel en sus memorias; Débora fue jefe del pueblo; Judit libertó a Betulia; Atalia fue reina, y Olda interpretaba el libro de la ley. Moisés conservó la esclavitud, común en los pueblos, pero trató de mejorarla, y el Hebreo siervo recobraba la libertad en el año sabático. Castigado era el que mataba a su propio esclavo. No había mendigos; dejábanse algunas espigas y algunos racimos para los espigadores. Moisés no aceptó el título de rey, ni quiso dar primacía a su familia; llegado a la vista de la tierra prometida, murió «sin que la vista ni las fuerzas» le hubiesen abandonado; y la conquista de Josué fue realizada sobre los Amonitas y otros pequeños pueblos de la Palestina y de la Fenicia. Jueces Aquí siguió una serie de victorias y derrotas, de esclavitud y de emancipaciones, bajo los jueces Gedeón, Tola, Giairo, Jefté y otros, con la inteligencia de Heli y la fuerza de Sansón. Siendo juez supremo Samuel, que instituyó y reformó las escuelas de los profetas y maestros de canto, las de la ley y las de la música, y creyéndose débiles, los Israelitas, a causa de la división, pidieron un rey; Samuel trató de disuadirlos, presentándoles el ejemplo de los vecinos, pero tuvo que ungir a Saúl, quien transformó el Estado teocrático en monarquía absoluta. Habiéndose equivocado éste en el modo de gobernar, fue vencido por los Filisteos, y se ungió rey al valiente David, pastor de la tribu de Judá. Este realizó la conquista, dominó del Eúfrates al Mediterráneo, sobre 70000 millas cuadradas, con 9 millones y medio de habitantes, y puso firme residencia en Jerusalén tornada a los Gebuseos, con la fortaleza de Sión; en este punto depositó el Arca de la Alianza, santuario nacional que se había transportado durante toda la peregrinación. 1580 1092 1096 Llámase Palestina la parte meridional de la Siria, entre el Líbano al N., el desierto de Siria y el de la Arabia al E.; y al S. y al O. el Mediterráneo. Del Ermón (18), que es la más alta y nevada cresta del Antilíbano (2750 metros) nace el Jordán, que, atravesando el lago de Genezaret, desemboca en el mar Muerto, compuesto de agua tibia y salada, sin vegetación y sin peces, y colocado a un nivel inferior al del Mediterráneo. El mar Muerto divide la Palestina en dos partes; al occidente, la fértil llanura de Galilea, dominada por el monte Tabor; la Judea, al Mediodía, con numerosos valles y montes perforados de grutas. Entre las dos se encuentra la llanura de Esdrelón, con el Carmelo y los selváticos montes de Efraím. Los alrededores de Jerusalén, hoy áridos y pedregosos, eran entonces cuidadosamente cultivados hasta las más elevadas cumbres, produciendo olivos, jazmines, vivas y avena, a pesar de lo árido del suelo. 1016 Salomón, hijo de David, fue el más sabio de los Egipcios y de los orientales; enriquecido por el comercio que extendía hasta las Indias, a través del desierto de Siam, introdujo en Jerusalén el fausto de las cortes asiáticas, construyose un real palacio y un gran templo, donde trabajaron treinta mil obreros durante siete años; mandábanse diez mil cada mes a cortar cedros en el Líbano; setenta mil de ellos transportaban los materiales y ochenta mil preparaban las piedras; este templo vino a reunir tres unidades: el Dios que se adoraba, la ley que se custodiaba y el pueblo que en masa acudía a las anuales solemnidades. Salomón La historia de los Hebreos, dominada por el milagro, prueba que todos los acontecimientos eran premio o castigo de Dios. Salomón, cediendo demasiado a las mujeres, decayó, y murió después de haber reinado cuarenta años, siendo su reino dividido entre Jeroboam, que con diez tribus de Israel estableció su corte real en Siquem al principio, y más tarde en Samaria; y Roboam, que con las tribus más poderosas de Judá y Benjamín, se quedó en Jerusalén. En aquella época, tuvieron muchas discordias y guerras, y cayeron varias veces en la idolatría. Los Asirios se aprovecharon de aquellas circunstancias para atacarlos y exterminaron el reino de Israel llevándose a los habitantes a los confines de la Media; mientras que alrededor de Samaria, se introducían otros habitantes llamados más tarde Samaritanos. El reino de Judea, después de muchas prosperidades, fue a su vez vencido por Nabuco, rey de los Caldeos, quien destruyó a Jerusalén, llevándose el pueblo a Babilonia. En la esclavitud de los setenta años, los buenos conservaron la fe, y colgaron sus arpas de los sauces que bordaban los ríos de Babilonia, llorando a Jerusalén; Daniel y Tobías, desempeñaban importantes cargos, mientras deploraba Jeremías la desventura de la patria. Este es uno de los profetas mayores, profetas que además de poseer la inspiración divina, eran poetas insignes. El Pentateuco, los libros de Josué, de los Jueces, de Samuel, de los Reyes y los Paralipómenos; y luego los de Job, Esdras, Nehemías, los Salmos, los Proverbios y el Eclesiastés, el Cántico de los Cánticos, los cuatro profetas Mayores y los doce Menores, constituyen el cuerpo de la literatura hebraica y libros sagrados. Además de estos, la Iglesia católica aceptó, como deutero-canónicos, los libros de Judit, Tobías, Ester, 1º y 2º de los Macabeos, la Sabiduría, el Eclesiástico, Baruch y parte del libro de Daniel. 587 Esclavitud Libros sagrados La religión y la nación constituyen el fondo de todos estos libros. La oración es su carácter, tanto si contienen alabanzas como descripciones; y se refieren a las cuestiones más elevadas, a los enigmas de la ciencia, a cuanto afecta al hombre, moral y físicamente considerado, al tiempo y a la eternidad; en estos libros se inspiraron las mejores creaciones de los pueblos civilizados, como la Divina Comedia, el Paraíso Perdido, la Mesiada, la Atalia de Racine, el Discurso de Bossuet, y los Himnos Sagrados de Manzoni. 4. -La India La India se halla entre el Océano y la Himalaya, con altísimas montañas, grandes ríos y numerosos arroyos, en cuyas márgenes abundan toda clase de frutos sabrosos y delicados, canela, ananás, palmeras y vides; en ellas pacen cuantiosos rebaños, y por las vías fluviales llegan de lejanas regiones navegantes que dejan su dinero en cambio de abundantes y variados productos. El valle de Cachemira ostenta, particularmente, innumerables riquezas; el monte Meru es el Olimpo de los dioses, y el Indo, que atraviesa el Punjab (19), o tierra de los cinco ríos, que a su izquierda desembocan, como a la derecha el Kabul, convierte en delicioso jardín el Delta que en su desembocadura se formó. El Ganges fluye al golfo de Bengala, después de haberse unido al Brahmaputra (20), cuyos beneficios son tantos, que es adorado como una divinidad. Este y otros muchos ríos facilitan la navegación, y, por lo tanto, el comercio; de modo que se calcula que 170 millones de habitantes viven hoy sobre 3157000 kilómetros cuadrados. La gente es pacífica y benévola como el país, y evita todo daño, no solamente al hombre sí que también a los animales; se alimenta de leche, arroz y frutos; resiste con paciencia las fatigas y la opresión; es aficionada a contemplar y meditar; posee, en fin, una civilización tenaz que resistió a la conquista de los Macedonios, de los Musulmanes y de los Ingleses. La antigüedad consideró a la India como la cuna de los grandes sabios, pero la conocieron muy poco; Alejandro Magno no pasó de Idaspe, ni los sabios que lo acompañaban entendieron una civilización que tanto se diferenciaba de la helénica. La fantasía, que es la cualidad predominante de aquel pueblo, creó fábulas millones de millones de años ha, poemas inmensos, y monumentos ya exterminados. El año de cada Dios es de 360 años; y cada Dios vive 12000 años divinos, lo que equivale a 4520000 años humanos, o sea un día de Brahma (21). Cada edad del mundo (calpa) es la vida de un Dios, y se divide en cuatro yugas o épocas, durante las cuales el espíritu creador se aleja cada vez más del vigor primitivo. Por consiguiente, los acontecimientos humanos son cosas demasiado insignificantes para que se tengan en cuenta: no hay historia ninguna; los hechos ciertos de aquel gran país no empiezan hasta mil años después de Cristo, pero los fabulosos fueron estudiados atentamente por los grandes críticos e historiadores. Emigraciones Son puntos principales de la historia de la India la metempsicosis (22) y la división por castas. Cada alma es una emanación divina degradada, que debe pasar por diferentes existencias, hasta que vuelva purificada a la divinidad. Por esto cada acontecimiento se considera como un castigo o premio de una vida anterior; solo los hijos pueden sufragar por los padres difuntos; se debe respeto a los animales, a las flores y a todo lo creado, porque pueden estar animados por nuestros progenitores. Mientras que no se mata al buey y se fundan hospitales para los perros, el pobre menesteroso es abandonado, como víctima de sus propios pecados; no se teme a la muerte porque es el tránsito a otra vida. En las fiestas de Jagrenat, un enorme carro con este ídolo encima marcha entre músicas y cantos, y los fanáticos se precipitan debajo de las ruedas para hacerse aplastar. Cuando muere un jefe de familia, se quema a sus mujeres en una hoguera. Toda la filosofía y teología consiste en alejarse de las cosas mundanas, perderse en la esencia infinita y llegar a la aniquilación. Castas Las castas probablemente se derivan de la yuxtaposición (23) de las diferentes poblaciones, pero los antiguos historiadores dicen que el rey Krisna (24) dividió a los Indios en cuatro castas; en la primera, colocó astrólogos, médicos y sacerdotes; en la segunda los magistrados; en la tercera los agricultores; y en la cuarta los artesanos; estas castas toman el nombre de Brahmanes (25), Chatrias, Vasias y Sudras, quedando prohibida su mezcla. Los Brahmanes conservan la ciencia, depositada en los Vedas, usando riguroso ceremonial; no comen con otras castas; no matan; es delito inexplicable matar a uno de ellos; al que moría le honraban con cantos de los Vedas, lo quemaban después y se echaban al Ganges sus cenizas. Manú fue legislador de los Chatrias; estos habían de defender el territorio, en donde la naturaleza del clima hacía escaso el valor. Los Vasias cultivaban los campos y criaban rebaños, y nunca se los hacia abandonar tales ocupaciones, ni siguiera para guerrear; animado era su comercio, y sobre todo por el Ganges importaban arroz, a cambio de especias, piedras preciosas, perlas, incienso, sándalo, metales finos y algodón, con el cual hacían finísimas telas (sindor); procurábanse la seda de la China; y conocieron muy pronto la moneda y las letras de cambio. Con el tráfico se ofrecían ocasiones para peregrinaciones a los santuarios del Benarés (26) y de Jagrenat. La casta de los Sudras no podía leer los Vedas, y su mayor vanagloria consistía en servir a un Brahmán, a un negociante o a un guerrero; eran siervos, pero no tan envilecidos como los esclavos; y quizá eran la raza indígena, reducida a la servidumbre, a la llegada de los Arios u otros más fuertes, representados por las dinastías del sol y de la luna. En último término y aislados vivían los parias, execrados de Dios y destinados a expiar enormes culpas de una vida anterior; ellos sufrían todas las humillaciones; podía matarlos el guerrero a quien se aproximaban; les era negada hasta la simpatía que se tiene a los animales. Religión Parece que en un principio no se creyó más que en un solo Dios, Brahma, quien se encarnó en los Vedas para revelar la voluntad divina, y siguiose una nueva encarnación de Siva. El bramismo [sic] añadió a las fiestas sencillas del principio, orgías, obscenidades y crueles sacrificios. Estos fueron atemperados por Visnú, verbo de Brahma, divinidad activa; de este modo se formó una trinidad (trimurti) expresada por la palabra oum, de tres letras y una sola sílaba. La palabra de Brahma está comprendida en los cuatro Vedas, libros inspirados, que parece fueron publicados 1500 años antes de Jesucristo, ordenados por Viasa, y prohibidos a los profanos. El primero comprende el de los Sastras, es decir, de los grandes cuerpos de la enciclopedia oficial; el segundo contiene en cuatro libros, la medicina, la música, la guerra y las 64 artes mecánicas; en el tercero hay seis libros de ciencias; y en el cuarto los Puranas, cometarios de los Vedas, donde se encuentran sublimes bellezas mezcladas con absurdas extravagancias, y terribles supersticiones. En este se explica la vastísima mitología de que tanto tomaron los griegos, como mucho tomaron también de la filosofía india, divida en las escuelas Sankia, Niaya, y Vedanta; muy provistas todas de vasta literatura, encaminadas a purificar las almas, de manera que vuelvan a la nada. Su parte práctica se halla contenida en el Darma Sastra, recopilado por Mauri, 12 siglos antes de Jesucristo, y que también conduce al panteísmo. Buda, Dios en el cielo y santo en la tierra, donde dejó huellas de grandes prodigios y beneficios, predicó una moral tan sabia como austera, la unidad de Dios, la igualdad de los hombres y los cinco mandamientos, que son: no matar a ningún ser viviente, no robar, no fornicar, no mentir y no beber ningún licor que embriague. Todo, empero, quedaba viciado por el panteísmo y por la emigración, creyendo el hombre que podía purificarse gradualmente hasta convertirse en Dios. Sakia Muni, llamado Buda, tuvo el valor de intentar la abolición de las castas, proclamando la igualdad entre los hombres. El budismo fue también dividido en muchas sectas; difundiose por el Asia Inferior, pasó al Tibet y a la China, y es hoy una de las religiones que con más sectarios cuenta. El país estaba divido entre varios reyes, que a menudo luchaban entre sí, despóticos en todo, a excepción de aquello en que se veían paralizados por los Brahmanes, por los privilegios de las castas y por la organización feudal de los gobernadores de provincia. En este país todo está sometido regular e infaliblemente a un sistema determinado, a fin de que no se alteren las costumbres con las conquistas; costumbres que, por el contrario, se comunican a los vencedores. La benevolencia universal, la tranquila industria y la fácil imitación de las artes son enseñadas a los muchachos; las generaciones se ocupan frecuentemente en solemnidades y obras piadosas; generaciones que, por su infalible división en castas, se hallan en la imposibilidad de progresar; la autoridad prevalece sobre la libertad; son misterios la religión, la cronología, la medicina y la astronomía, por lo cual se sujeta el hombre a la inevitable fatalidad. Muy espléndida es la literatura india, en la lengua sánscrita es decir perfecta; pues parece que es la madre de la griega y la latina, pero más regular, más sencilla y más rica. La poesía está íntimamente unida a la ciencia, hallándose en verso muchos libros filosóficos y el código de Manú, las cosmogonías y las teofanías; en grandes poemas se canta la encarnación de los dioses. Los poemas más famosos son el Ramayana, que celebra la victoria de Rama, es decir Visnú encarnado en Bavana, príncipe de los demonios; y el Mahabarata, sobre otra encarnación de Visnú, compuesto de 250000 versos, con algunos episodios muy atractivos. La vida más larga no bastaría para leer todas las poesías épicas, líricas y trágicas de la India. El arte Muy célebres son también los monumentos artísticos; aún se admiran las inmensas pagodas y las divinidades de aquel país, pero su extravagancia no vale la belleza griega, para la cual era necesario expresar las ideas más sublimes, no en símbolos, sino en humanas figuras. En la India, la belleza artística está unida al símbolo y a numerosos rituales, y el arte no puede tomar libre desarrollo, por cuanto busca más bien la precisión del emblema que la elegancia de las formas. En tal estado ha permanecido el arte en la India y en Egipto, siendo el artista mero ejecutor del pensamiento y de la imagen sacerdotal, y trabajando con infinita paciencia y extraordinaria minuciosidad, los basaltos y los pórfiros (27) más duros. Los Griegos fueron los únicos que supieron crear y ejecutar sus obras, aunque no por esto pueda decirse que fuesen los creadores del arte. Este empezó en la cabaña del nómada y del lacustre, quienes dan cierta ornamentación a sus habitaciones y a sus utensilios domésticos; y en las grutas que fueron refugio de los hombres trogloditas, y de que están llenas las regiones de la India, de la Etiopía, de la Arabia, del Egipto y de la Etruria. Sigue la fabricación de enormes peñascos, atribuida a una raza robustísima llamada de los Cíclopes, formando grandes murallas de granito, a menudo groseras y poligonales, y sin cimientos, como lo son los muros de algunas ciudades latinas, tales como Fondos, Circelo, Cosa, Anagni Norba y Teracina. Otras veces, se alzaban pirámides de piedras sobre el cadáver de los héroes y de los reyes. Entre los Indios, este trabajo grosero ha sido reemplazado por el arte y el sentimiento de lo bello, conforme a las creencias y al espectáculo de una naturaleza gigantesca. Los granitos del Himalaya y de Cachemira, fueron esculpidos sin moverlos, dándoseles la forma de cámaras y templos, y construyéndose hasta las maravillas de las siete pagodas de Mahabalipur, con siete templos, donde todas las paredes estaban adornadas con efigies de divinidades, y escaleras, corredores, pórticos, columnas y numerosas estatuas, todo adherente a la roca. Cerca de Bombay, hay una peña cortada en forma de elefante, por lo cual se da el nombre de Elefanta a una catacumba de 44 metros de ancho por 45 de largo, con siete naves, sostenidas por 54 pilares, de diferente forma y ornamentación, como flores, leones, elefantes, caballos y divinidades. Hállanse muchas otras grutas parecidas a esta, siendo la más notable la de Ellora, en el Decán, en cuyo granito rojo muy duro, hay excavaciones de más de seis millas, con templos, obeliscos, capillas, puertas y estatuas; todo está puesto encima de las espaldas de una hilera de descomunales elefantes. En otras partes, destacándose del suelo, el arte construye templos, labra columnas, coloca obeliscos y ornamentaciones tan finas como los encajes, y centenares de estatuas. Levanta peñas y las dispone armónicamente abiertas a la luz. En el Romesuram, las piedras, alternativamente horizontales y transversales, son cubiertas de esculturas; hállanse muros de cien pies de altura, con un pórtico sostenido por 2500 pilares de esculturas caprichosas. La pagoda más insigne es la de Chalembrum, de 4000 años de existencia; se entra en ella por cuatro puertas; cada una de ellas presenta una pirámide de 37 metros de altura, con columnas unidas por medio de una cadena, extraído todo de una misma peña, y con desmesurados colosos, que hacen pensar a Heródoto que Semíramis hizo tallar el monte Bagistán de tal manera que se hallaba representada entre centenares de guerreros. En las ciencias naturales, poco podían progresar los Indios, puesto que no buscaron más cuestiones que las religiosas. Pero ellos inventaron el ajedrez, el papel de algodón, una esfera armilar, diferente de la ptolomaica, un sistema de trigonometría, el álgebra y las cifras que llamamos arábigas. 5. -El Egipto El Egipto es el valle del Nilo, el mayor río del África, después del Níger, que naciendo en el Ecuador, del lago Nianza (28), atraviesa la Nubia Desierta entre rocas graníticas y se precipita por las famosas cataratas y alrededor de las islas Elefantina y Sile; desde Siene el terrero es rico en productos, en incienso y oro, y el río, sin recibir confluencias, corre llanamente por un valle de 16 kilómetros de ancho, bordado de desiertos de arena y montañas. Cerca de Cercasoros, se divide en dos ramales: el oriental, junto a Damieta, y el otro no lejos de Roseta, y se precipita en el mar. Lo comprendido entre Siene y Quemnis, se llama el Alto Egipto, donde florecen Tebas y Dióspolis; en el centro hasta Cercasoros, estuvo la Heptarquía con Menfis; sigue el Delta entre los dos ramales. Todos los contornos están desiertos, incultivables. Pero el Nilo, durante el solsticio de verano, desborda regando los terrenos, que, al retirarse las aguas, durante el equinoccio de otoño, quedan fecundados por el limo y producen en abundancia arroz, granos, lino y pastos. El canal de los Reyes se dividía en cuatro ramales, extendidos por una superficie de 16500 metros, y navegables por buques de alto porte. De este modo se remedia la sequía donde no llueve casi nunca, donde no hay manantiales ni vegetación, y donde el Egipto, sobre una superficie de 500000 kilómetros abastecía una población de más de 7 millones de habitantes. Muchísimos escritos en papiro, y largas inscripciones en los obeliscos y millares de monumentos que quedan entre el Mediterráneo y el Senaar, entre el desierto de Libia y el Golfo Arábigo, debían revelarnos la historia del Egipto, sus conocimientos y sus ritos. Pero hasta nuestros días no se habían podido leer sus jeroglíficos, ni averiguar siquiera en qué idioma estaba escritos. En la historia hebraica se hace incidentemente mención de ellos; y Heródoto, 60 años después de haber batido los Persas a los Faraones, recogió nociones de boca de los sacerdotes de Menfis; como las recogió más tarde Diodoro de los sacerdotes de Tebas. Manetón, sacerdote de Heliópolis (29), escribió luego; pero todos ellos llenaron sus narraciones de errores y fábulas. Hasta que entraron los Griegos, no se pudo dar entero crédito a lo que sobre el Egipto se escribía. Se encontraron catálogos de sus reyes, que demostrarían una remota antigüedad, si algunas dinastías no pareciesen ser contemporáneas. Era, de todos modos, muy antigua la civilización egipcia, puesto que Abraham encontró ya un imperio ordenado, los Griegos inventaban fábulas según las cuales Júpiter iba cada año con los dioses a Etiopía, de donde probablemente vinieron la religión y la cultura del Egipto. El hecho más remoto es la adquisición del valle del Nilo, yendo paso a paso del alto al bajo Egipto; valle surcado de numerosos canales. El país de Meroe, entre el 13º y el 18º de latitud septentrional, era floreciente en tiempo de la guerra de Troya, y ofrecía oportunas escalas a las caravanas, entre la Etiopía, el África septentrional y la Arabia Feliz. En esta dominaba la casta sacerdotal, que elegía al rey y adoraba a Osiris, Amón (30) y Fta (31), autores de su civilización; los distritos dependían de los templos, alrededor de los cuales se agrupaban los agricultores y hacían alto las caravanas, como la de los Madianitas, que fue encontrada por los hermanos de José. De este modo progresaron Tebas, Elefantina, Tis y Heraclea (32), en el alto Egipto; Menfis en el centro; Mendes, Bubaste y Sebenita, en el bajo Egipto. 2450 Es probable que la casta sacerdotal fue vencida por otra de guerreros que sustituyó la teocracia por el gobierno de los fuertes, guiados por Manés, primer rey después de las dinastías fabulosas o simbólicas: pero los sacerdotes moderaban aún el poder real. José, hebreo, encontró en Menfis espléndida corte y maduras instituciones; y, hecho virrey, con motivo de una carestía, convirtió a los propietarios en inquilinos o colonos, haciendo que cediesen al rey sus propiedades. Entre aquellos reyes antiquísimos recordamos a Meris, que construyó un gran lago para recoger las aguas del Nilo, y distribuirlas después a los campos; y Osimandias, que formó una biblioteca sobre la cual había escrito estas palabras: «Remedios para el alma.» Los pueblos nómadas de la Libia y de la Etiopía, se esparramaban algunas veces por el Egipto, devastándolo y ocupándolo. Tales fueron los reyes pastores (Iksos) que se acampaban cerca de Pelusio y llegaron hasta Menfis, pero sin que pudiesen apoderarse jamás del alto Egipto. Después fueron vencidos por Tutmosis I. 1822 Su hijo Amenofis (33), jefe de la XVIIIª dinastía, continuó la liberación del país, que terminó Amenofis II (Memnón). En Ramesces (34) (Sesostris) se acumulan las empresas de muchos personajes y tiempos. En nueve años conquistó la Etiopía, con un numeroso ejército, penetró en la India, asedió a los Escitas, a la Cólquide y a la Tracia; después de lo cual se ocupó en la prosperidad de su país, edificó templos, levantó estatuas y construyó canales, sirviéndose de los brazos de los esclavos y de los extranjeros; instituyó la tasa, regularizó los tributos y fue el más grande de los Faraones. 1643 1280 Al pacífico Ramesces IV siguió una larga anarquía, hasta la época de la guerra de Troya. Entre sus sucesores figuran Cheops, Chefrén y Micerino (35), constructores de grandes pirámides, continuadores de las luchas intestinas entre las castas sacerdotal y guerrera, y de las exteriores con los Árabes y los Etíopes. De 1500 a 800 años antes de Jesucristo, volvieron para el Egipto los tiempos más florecientes, cuando el Etíope Sabacón lo subyugó; pero fue éste echado con ayuda de los sacerdotes, que elevaron al trono a Setos (36), sacerdote de Fta (Vulcano). Con estas discordias revivió la antigua división del Egipto en doce Estados, hasta que Psamético, asalariando a Griegos y Fenicios, reunió la dispersa autoridad, y trasladando el trono a Sais, empezó la XXVIª dinastía Saítica. 671 Esta intervención extranjera fue causa de decadencia; la mayor parte de la casta guerrera emigró a Etiopía. Neco (37), hijo de Psamético, fue vencido por Nabuco en la batalla de Circesis. Después Ciro conquistó el Egipto. Perdidos sus derechos nacionales, quedó éste agregado a los imperios de Persia y Macedonia. 526 Juicios de los muertos Entre las instituciones egipcias, son notables los juicios de los muertos. Cuando un príncipe o un magistrado dejaba de existir, se examinaba su vida, y solo cuando había cumplido sus deberes se le honraba con exequias. El código egipcio se componía de ocho libros de Tot Trismegisto. La justicia era administrada por los sacerdotes; y los jueces, al tomar posesión de su cargo, juraban no obedecer al rey, si mandaba algo injusto; los debates tenían que exponerse por escrito, para evitar las seducciones de la elocuencia. Las personas no comprendidas en las cuatro castas quedaban fuera de la ley. Las inmensas riquezas de Egipto, atestiguadas por los templos y demás edificios públicos, procedían del comercio, tan extendido que hasta en las tumbas se hallaban vasos de la China. Aborrecían a los extranjeros, y nunca se hubieran sentado a comer con ellos. Especial producción del Egipto era el papiro que servía de papel. En la descripción de sus costumbres aparece una mezcla de grandeza y mezquindad que nos hace sospechar si aquel pueblo fue un compuesto de varios distintos. De su sabiduría no cesan de hablar los antiguos; Pitágoras, Homero, Platón, Licurgo, Solón y Moisés fueron a buscarla: del Nilo salió Cécrope (38), que fundó a Atenas y adiestró a la Grecia: también se dice que adoraban a las cebollas, y que los reyes, para reunir dinero a fin de construir las pirámides, ponían en venta la honra de sus propias hijas. Ciencias El ver tantos conocimientos en pueblos antiquísimos, nos hace suponer que la recibieron por tradición, tanto más cuanto que entre ellos no se desarrollan sino paso a paso. En su principio, las sociedades civiles poseían ya, además de las artes útiles, las Bellas artes, el culto, la ley, los tribunales y los convenios. Los Egipcios conocieron la esferoicidad de la tierra, y de su grandeza dedujeron sus dimensiones; tuvieron también conocimiento de la esfera, el gnomon, las semanas, los eclipses y la excentricidad de los cometas; orientaron exactamente las pirámides; se asegura que ellos enseñaron a Pitágoras el verdadero sistema cósmico. Estos conocimientos astronómicos eran comunes a muchos asiáticos: Chemchid fundó a Persépolis, el mismo día en que el sol entraba en Aries; Fo-hi, fundador del imperio chino, era astrónomo. Unos y otros triunfaron por la astrología, es decir, por la ciencia de pronosticar lo futuro, gracias a las observaciones astronómicas; los sacerdotes egipcios se valían de ella para determinar el tiempo de las inundaciones, por cuyo motivo estudiaron la hidráulica, a fin de dirigirlas, y la geometría a fin de establecer la división de los terrenos; cultivaban la química, así llamada de Quemi, antiguo nombre del Egipto y sus habilidades son atestiguadas por esmaltes y pinturas, hoy conservados después de tantos siglos. Embalsamaban a los cadáveres, envolviéndolos en finísimas muselinas, con hojas de oro, collares, figuritas y rótulos de papiro, y encerrándolos en ataúdes de sicomoro, labrados o abiertos en piedra viva, de donde los Árabes fueron extrayéndolos durante siglos para hacer fuego. Este cuidado en guardar los cadáveres, podría dar a entender que las almas no se separaban de los cuerpos hasta que estuviesen descompuestos y que así se retardaba su penosa transmigración. ¡Pero no! Hay en la cordillera Líbica o en la Arabia largas galerías de muchas leguas de extensión, llenas de momias de perros, gatos, monos, carneros, ibis, gavilanes, cocodrilos y chacales. Momias No faltaron cantos y poemas nacionales, pero comúnmente se valieron los Egipcios de la prosa; ningún documento literario ha llegado hasta nosotros. Religión La primitiva unidad divina, conservada por los sacerdotes, fue pronto alterada por los símbolos en que los envolvían y las leyendas astronómica y calendaria: los pueblos agregados o conquistados adoraban ídolos y constelaciones que no querían dejar. En la misma religión sacerdotal, Fta era el arquitecto del universo, Neit su sabiduría, Cnef su bondad: atributos que se convertían en tres personas. Cada templo los representaba y nombraba de un modo distinto, siendo aquello una nueva manera de multiplicar la divinidad. En Tebas se llamaban Isis, Osiris y Horo (39), y con el predominio de aquella ciudad se extendió esta trinidad, siéndole aplicados los símbolos de las demás, de modo que Isis fue denominada la de los mil nombres. De estos dioses emanaron muchísimos otros. Más tarde prevaleció Serápides (40), señor de los elementos, soberano de las aguas, de la tierra y del infierno. Tot, es decir Hermes, tres veces grande, era el símbolo de la casta sacerdotal; fue anterior a todas las cosas; él solo comprendió la naturaleza del Demiurgo, y expuso este conocimiento en libros que solo reveló cuando fueron creadas las almas: entonces formó los cuerpos en que depositarlas; escribió la historia de los dioses, del cielo y de la creación. Estas escrituras divinas fueron traducidas en jeroglíficos por el segundo Hermes, dos veces grande, inventor de la escritura, de la gramática, de la geometría, de la astronomía, de la música y de todas las artes. Los libros de Hermes se han perdido, y de la filosofía en ellos comprendida, nos dan varios informes los antiguos, pero parece que se convirtieron en panteísmo. Extraño es el culto que rendían a los animales, o mejor dicho a ciertos animales; culto sostenido con regios gastos, servido por los primados y honrado con suntuosas exequias. Eran principalmente sagrados el Ibis y el buey Apis. El primero, ensalzado por su pureza y su amor al suelo patrio, era cuidado en los templos, siendo culpa capital matarlo, aún por casualidad. El buey Apis, símbolo de Osiris, que muere y vuelve a nacer continuamente, era negro y nacía de una ternera fecundizada por obra de un rayo celeste; era conservado en el santuario de Menfis, y a su muerte había luto universal. Bajo el reino de Adriano, Alejandría se sublevó porque no se encontraba un buey Apis. Algunos animales eran considerados como inmundos, por ejemplo el cerdo. Los dioses eran a veces representados en efigie por los animales que les estaban consagrados, como el sol por un gavilán; o cuando menos por la cabeza de estos animales; y es muy característico en el arte egipcio, el sacrificio de la parte más expresiva del cuerpo humano. Jeroglíficos Los animales representaban muchos signos de la escritura jeroglífica, de que están llenos los obeliscos, los ataúdes de las momias, las paredes de los templos y los papiros. Las tentativas para descifrarlos habían sido inútiles, hasta que, en la expedición de Napoleón a Egipto, fue encontrada en Roseta una columna escrita en lengua jeroglífica, demótica y griega. Atentos estudios sobre estas inscripciones trajeron Champollion, Leyffarth, Kaport, Kosegarten y otros, llegando a determinar que los Egipcios usaban la lengua copta y la expresaban con una escritura demótica o popular, otra hierática (41) o sacerdotal y otra jeroglífica monumental, que fue una caligrafía fundada también sobre el alfabeto. Varios de los jeroglíficos egipcios son significativos, figurando un león, un perro, un pájaro para indicar estos animales; otros son simbólicos, y despiertan las ideas por medio de semejanzas, así es que la luna indica el mes, la oveja el pueblo obediente, el escarabajo el mando; otros son fonéticos, representando el sonido y la palabra. Las dificultades de la interpretación persistían. La esfinge y los colosos con cabeza de animal, son una especie de jeroglíficos. Arte Los Egipcios tenían a su disposición inagotables depósitos de pórfiro, de granito y de calcáreos, y necesitando la agricultura pocos brazos, podían disponer de otros muchos para el servicio de clases superiores. Aquí también, como en la India, se escavaban vastos sepulcros y templos subterráneos, con esculturas, relieves y pinturas, y sarcófagos de alabastro cincelado. Salida a luz la arquitectura egipcia, conservó la sencillez y solidez primitivas, con grandes líneas y robustos pilares toscos, elevados triángulos y formas cuadrangulares: contáronse edificios de 150 metros de largo, de los cuales no se había movido una sola piedra en el transcurso de 40 siglos. La arquitectura, la escultura, la pintura y la escritura van juntas. Las mansiones de los difuntos, principalmente, debían ser suntuosas como lo son las pirámides, verdaderas montañas artificiales, en cuyo seno se abrían inmensas cámaras y galerías con las tumbas de las momias. No hablamos de los magníficos templos; los obeliscos servían para historiar las construcciones sucesivas de los edificios, y son monolitos, cuya altura alcanza a veces 35 metros. La rigidez de las estatuas hace creer que éstas representaban actitudes rituales, puesto que las de los animales aparecían con vida y acción. Alrededor del Medinet Abu de Tebas, se hallan diez y siete colosos, dos de los cuales pesan 2610000 libras, y son de una sola pieza. Belzoni llevó a Londres una cabeza que pesaba 12 toneladas. Las proporciones de estos colosos nos hacen calcular cuán inmensos debían ser los templos en que servían de adornos, y cuán grandiosas serían las ciudades. Tebas, la de las cien puertas, poseía un paseo de esfinges de 2300 metros de longitud, que unía los dos arrabales de Luxor y Carnac, y estaba adornado con muchos obeliscos y setecientas cincuenta columnas, las más gruesas que jamás se hayan construido. Famosa es la Esfinge, actualmente sepultada en parte en la arena. Los Egipcios trabajaban a la perfección las tierras coctas, sobre todo en vasijas y cántaros en forma de cabeza. Los escarabajos, que se encuentran a millares, son de piedras duras o esmaltes, con jeroglíficos, y debían llevarse como amuletos. No abundaban los trabajos en metal; había poca gradación en los colores; las pinturas y los bajo-relieves no representan hechos mitológicos, pero sí fiestas o cultos rendidos a la divinidad; señal todo de una vida fría y reflexiva. 6. -Los Fenicios Los Sabeos fueron un pueblo de la Arabia Feliz, poderoso 600 años antes de Salomón. De ellos proceden probablemente los Fenicios (Cananeos), que vivían en cavernas a lo largo del Golfo Arábigo, pescando y navegando; que invadieron luego el Egipto, estableciéndose en la costa del Mediterráneo, que llamaron Fenicia, entre el Líbano y el mar, de 160 millas de largo y 30 de ancho. Su situación, inmediata a tres continentes, los llamó al comercio, y mucho sentimos que ningún historiador nos haya transmitido las memorias de aquel pueblo traficante e industrioso. Las ciudades de Arado, Antarado, Trípoli, Biblos, Berito, Sidón, Tiro (42), Sarepta, Botris y Ortosia, en tan pequeño espacio, prueban la riqueza del país: estas diferentes ciudades formaban otros tantos principados, con gobierno distinto, confederadas y asociadas para el culto de Melcarte. Hiram, rey de Tiro, fue aliado de David y Salomón, de los cuales recibió aceite, vino y granos, mientras que él mandaba operarios y materiales para el templo. Badezor engendró a Pigmalión, Anna y Dido, la cual huyó y fundó a Cartago después que Pigmalión hubo matado a su esposo Siqueo. 1080 890 572 Nabucodonosor sitió a Tiro y la destruyó; Tiro sometió después a los Fenicios, dejándoles, sin embargo, su constitución y sus reyes. De este modo los guerreros turbaban las artes de la paz. Se quiere atribuir a los Fenicios la invención del alfabeto, del vidrio y de la púrpura. La Biblia habla a menudo de sus supersticiones. Adoraban a una serie de Baales, divinidades siderales: a la diosa Astarté le rendían un culto obsceno; y un culto fúnebre a Adonis su amante, muerto en el Líbano. Siete Cabiros (43) eran fuerzas elementales, y Melcarte, el mayor de ellos, obtuvo después la primacía entre los dioses fenicios; adorábase doquiera se fundaban colonias fenicias, todas las cuales mandaban procesiones y tributos a Tiro. Comercio Los Fenicios representan el comercio antiguo. Este debió dirigirse especialmente a los países más ricos en productos de oro, piedras preciosas, incienso, pieles y telas, y ya el antiquísimo libro de Job hace mención del comercio de la India. Hacíase este por medio de caravanas, uniéndose muchos mercaderes para socorrerse recíprocamente en su larga travesía, y andaban escoltados por gente armada: el cargamento y las personas iban en camellos, teniendo puntos determinados donde las caravanas cambiaban las mercancías. Los ríos, la sombra, los oasis, determinaban el camino; los santuarios y las solemnidades servían a los comerciantes de punto de reunión, y eran ocasiones oportunas para la fundación de pueblecitos y ciudades, cuyos señores se enriquecían con tributos y donativos. Los ríos no tenían antiguamente la importancia comercial que hoy tienen; pero se hacían transportes por mar, a lo largo de las costas, aprovechándose los vientos regulares. Babilonia, sobre el Éufrates; Bactria y Samarcanda sobre el Oxo, el litoral del Mediterráneo y del mar Negro eran los puntos de salida y de llegada de las principales caravanas, que atravesaban los desiertos. Homero ensalza ya a Rodas, protegida por Júpiter, a la opulenta Corinto, y a Orcómeno (44), espléndida por su comercio. Los Fenicios empezaron a ejercer la piratería por la Grecia, robándole gente y ganado; la piratería no era entonces más deshonrosa que actualmente la caza; Ulises, antes de ir a Troya, había sido corsario nueve veces; Menelao refiere a sus secuaces que durante ocho años fue corsario yendo a Chipre, a Fenicia, a Egipto, a Etiopía y a la Libia, adquiriendo inmensas riquezas. Las primeras empresas de los héroes consistieron justamente en poner coto a la piratería; entonces los Fenicios se fijaron en escalas oportunas, y durante el reinado de Salomón, salieron de los puertos septentrionales del Golfo Arábigo para navegar hacia Ofir, en la Arabia Feliz, y hacia Etiopía y Ceilán. Al cabo de tres años volvieron cargados de oro, plata, piedras preciosas, ámbar, marfil, estaño y otras mercancías, que luego distribuyeron por los mares interiores en el Occidente, multiplicando sus estaciones y sus colonias, y se extendieron desde Cádiz hasta las islas Británicas, por el Báltico, la isla de Madeira (45) y las Canarias. Se dice también que Necao, rey de Egipto, hacia el año 616 antes de Jesucristo, los indujo a dar la vuelta al África, pero envolvían sus viajes en arcanos, a fin de que los demás pueblos no pudiesen hacerles competencia. Llenaron después de colonias todas las islas del Archipiélago, Malta y la costa de Italia. Establecieron el culto de Astarté (Venus Ericina) en Sicilia; fundaron a Panormo y Lilibeo; de este último puerto fueron a Cerdeña, donde construyeron a Cagliari, y salieron para las más lejanas expediciones; en el litoral africano fundaron a Cartago, Utica y Adrumeto; en España a Cádiz, Tartesio, Málaga, Sevilla y las columnas de Hércules; éste era la personificación de sus expediciones. Pero los Fenicios no supieron conservar sus colonias: tuvieron que confiar su defensa a brazos extranjeros, por lo que los conquistadores asirios y persas las subyugaron varias veces; Alejandro Macedonio destruyó a Tiro; el crecimiento de otros vecinos disminuyó su tan benéfico poderío, que había servido de intermediario entre los pueblos del mar Indio y los del Océano Atlántico. Libro III 7. -Los Persas Más bien que por el orden cronológico, muy mal determinado, nosotros hablamos de los pueblos a medida que se presentan en la escena de la historia más notable. Ya en la hebrea, se habla mucho de los Persas, que habitaban el país de aquende el Cáucaso, entre la Mesopotamia y la India, llamado Irán, en oposición al Turán, que era el país de los Escitas y de los Tártaros. Los profetas Heliodoro (46) y Diodoro, es posible que hablasen de ellos, valiéndose de los registros que de todos los hechos poseían, aunque con diversidad de apreciaciones, y poco conocimiento de aquella civilización. Los hechos más seguros son las guerras entre el Irán y el Turán. Cuéntase de un tal Deyoces, que dictó leyes a los Medos, valientes montañeses del Turán, los cuales habían extendido su imperio hasta el Tigris y el Ali; su hijo Fraorte echó del todo a los Asirios de la Media, y sojuzgó a la Persia: Ciajares, que le sucedió, fue tributario de los Escitas, pero recobrando luego su independencia, tomó a Nínive y destruyó el imperio asirio. Astiages, último rey medo, fue destronado por Ciro, de la estirpe de los Aqueménidas (47). Otra cosa refiere Diodoro, y aún más diversamente se expresan los historiadores nacionales, entre cuyas obras figura el Scia-name (48), o libro de los reyes, debido a Firdusi (49), y los libros del Dabistán y del Desatir. Según estos, la primera civilización se debe a Mahabali, probablemente indio; largo tiempo duró la dinastía de los Shamanes, y más tarde reinó la de los Yasauidas, hasta que Kajumarot instituyó la de los Pisdadiamos; rodeadas siempre de fábulas, con héroes que vivían miles de años y combatían con Ahriman, genio del mal. Muchos sistemas se estudiaron para conciliar esto con los clásicos, pero no eran bastante satisfactorios. Los libros sagrados (Naska) de los Persas, se parecen a los Veda de los Indios, como parecido es el idioma (pelvi), aunque algo más áspero, y conforme a la mitología: todos pertenecían a los Arios, algunos de los cuales se trasladaron al Occidente y fueron los Medos y los Persas. Estos cayeron pronto bajo el dominio de los Asirios, de los Árabes y de los Caldeos, y muy tarde fue cuando sacudieron su yugo por obra de Feridun, héroe mítico, en quien están personificadas las empresas de toda la nación. Sigue aquí una serie de victorias y desastres, hasta Ciro, que juntó las dos estirpes del Irán y del Turán. Las historias antiguas no dejan de hablar de las grandezas de Babilonia, Ecbatana y Nínive, ni de la sabiduría de los Caldeos, famosos astrónomos, que contaban los años desde Nabonasar. Más tarde, Nabucodonosor conquista a Nínive, vence al Egipto y destruye a Jerusalén, pero su imperio concluye bajo Baltasar. Los Pasagardos eran la principal de las diez tribus persas, estacionada en las montañas comprendidas entre la frontera de la Media y el Golfo Pérsico; de ella salió Ciro, nombre envuelto también en fábulas, quien sometió a los Batros, Indios, Cilicios, Sacios, Paflagones, Mariadinos, Griegos del Asia, Chipriotas y Egipcios, además de los Sirios, Asirios, Capadocios (50), Frigios, Lidios, Carios, Fenicios y Babilonios. De este modo querían tener libre el comercio de Babilonia a Nínive, hasta el Golfo Pérsico y el Mediterráneo. Gran tráfico hacían los Lidios, antiquísimo reino donde había muchas posadas para los extranjeros: en él trabajaban pequeños objetos de lujo, y fue la patria de insignes poetas, entre los cuales sobresalió Homero; por esto se dice que el Pattolo, rodeado de arenas de oro, estaba poblado de cisnes. Pero las costumbres estaban muy corrompidas. El rey Creso conquistó a Éfeso (51) y subyugó el Asia Menor, pero vencido por Ciro en la batalla de Timbrea fue condenado a la hoguera. Estando atado en el suplicio, exclamó. «¡Oh, Solón, Solón!» acordándose del sabio que le había dicho que nadie podía llamarse feliz mientras viviese. Ciro, al tener conocimiento del hecho, tomó en cuenta la lección, y dejó en libertad al prisionero. Creso Ciro Ciro se encontró amo del Asia Anterior, fundó diez satrapías, la principal de las cuales fue la de Lidia, entre Meandro y el Caistro. Habiendo vencido a Baltasar, rey de Babilonia, dio la libertad a los Israelitas que allí gemían bajo la esclavitud. Los Medos adoptaron la civilización de los Persas, deprimiendo la casta de los magos. Cambises conquistó a Egipto, que había vuelto a unirse con Psamético, pero que había introducido a Griegos, Jonios, Carios y soldados mercenarios, por lo cual la casta de los guerreros emigró al fondo de Etiopía. Amasis (52) fue vencido por Cambises, quien redujo el Egipto a provincia persa, trató de destruir aquella tosca idolatría y derribó edificios que parecían eternos: hizo armas contra los famosos santuarios de Meroc y Amonio, pero su ejército fue sepultado en la arena. Quiso atacar a Cartago, pero los Fenicios la negaron la flota. Los magos persas, disgustados, levantaron a un falso Smerdi; pero este fue vencido, y con él la primera religión del Irán. Darío Aquí aparece Darío de Histaspes (53), el más grande de los reyes persas, por sus conquistas y sus disposiciones. Expugnó a Babilonia y atacó a los Escitas (54) (Saci) valiente pueblo que vivía entre el Don y el Danubio; pero en aquellas agrestes montañas no podía tomar los desfiladeros, por lo cual le molestaban incesantemente los indígenas, y tuvo que retirarse. Con mejor suerte acometió a la India, después de cuya campaña, su imperio tenía por confines al Sur el mar de las Indias, el golfo Pérsico y la Península Arábiga; al Norte el mar Negro, el Cáucaso y el Caspio; al Este el Indo y al Oeste el Mediterráneo: fue vituperado por los Griegos, porque atentó contra su independencia. Estableció pesas y medidas, y concluyó el canal del Mediterráneo al Golfo Arábigo. Las primeras leyes religiosas de los Persas, habían sido dictadas por Hom, simbolizado por la estrella Sirio, y símbolo también de la primera palabra. Los magos, que conservaban esta religión, eran una tribu particular, como los Levitas en Israel, pero no una casta hereditaria, puesto que encontramos que entraron en ella Daniel y Temístocles. Adoraba el fuego y los astros, y fue Zoroastro quien reformó el culto. Este no es una encarnación divina, sino un hombre, a quien reveló Ormus el orden del universo y la senda del bien y del mal, con el Zend-Avesta. Vivió sin hacer sufrir a ningún animal, estuvo en comunicación con los sacerdotes hebreos, caldeos y brahmanes (55). El Zend-Avesta está escrito parte en zendo y parte en pelvi, pero no presenta un completo sistema de cosmogonía, sino una leyenda. Según ella, Dios es el principio de todo bien: está en la naturaleza, pero es distinto de ella. Eternos como él son el espacio y el tiempo. Pero con él entra en el mundo el genio del mal, Ahriman (56), y el mundo es todo una lucha entre estos dos principios. 12 mil años dura su conflicto; y Ormus creó 6 potencias llamadas Amaschiaspands, 28 Izedes, jefes del ejército celeste, y tantos Fervares cuantos hombres hay. En la tierra había creado el toro, que contiene los gérmenes de toda la vida orgánica. Ahriman introdujo la muerte por el pecado del primer hombre: las almas de los justos son acogidas entre las bienaventuranzas de los amaschiaspands, y precipitadas las otras en el abismo para expiar sus pecados, pudiendo ser redimidas por los sufragios de los parientes. Las creencias y las fiestas se relacionan con la astronomía, y tienen muchos puntos de contacto con las de los Indios y de los Hebreos; pero su religión, muy sencilla al principio, cayó luego en la idolatría; y adoptaron de los Asirios el culto de Mitra (57), diosa de la fecundidad, de la vida y del amor. Zoroastro Encerraba gran moralidad la doctrina de Zoroastro, tendiendo a hacer al hombre semejante a Dios, a la luz pura; a los sátrapas y al rey ofrecía el ejemplo de los tiempos antiguos, en que los hombres vivían en armonía y sin esclavitud, aborrecían la mentira y el acto de contraer deudas, que induce a mentir, respetaban y veneraban a los animales, proscribían el libertinaje y ordenaban la monogamia. Esta religión duró a través de la antigüedad, hasta la conquista de los Mahometanos, y entonces los fieles, antes que renegar de ella, se retiraron a los desiertos del Kermán y del Indostán, conservando su código y el fuego inmortal, por lo cual también hoy los Guebros viven tranquilos, saludando con exclamaciones y abrazos la salida del sol. Jenofonte, describiendo la vida de Ciro, quiso más bien exhibir la verdad que tomarlo como modelo, así es que pintó a los Persas como tipos de virtud; de todos modos, no podía referirse más que a la tribu noble de los Pasagardos. Se dividían en cuatro clases: sacerdotes, guerreros, agricultores e industriales. De ellos proceden las sombrillas, las literas, los sofás y otros muebles; hoy, como en los tiempos de Darío, se tiñen las cejas, comen al son de músicas y cantos de bayaderas, son aficionados a las flores y a los jardines, y prodigan los títulos más fastuosos a los reyes. Pasagarda fue la capital de los sucesores de Ciro, pero los cortesanos se trasladaban, según la estación, a Ecbatana, a Babilonia y a Susa. Según costumbre oriental, los soberanos eran dueños de vidas y haciendas. En la Biblia vemos que se castigaba con la muerte a toda persona que, sin ser llamada, se presentase en el serrallo de Asuero. Grandes jardines rodeaban el palacio real, en memoria de la vida nómada; principal diversión era la caza, y en las provincias recogíase lo más exquisito para abastecer la mesa real, como también las jóvenes más bellas para el harem. Las intrigas del harén (58) nos son reveladas por el libro de Ester. Los sátrapas, o gobernadores, vigilaban para la buena administración de las provincias, las que se hallaban en comunicación por medio de los correos: exigían contribuciones en géneros o en barras de oro para el sostenimiento de la corte y de los ejércitos; pedían un caballo cada día a los Cilicios, cien mil cabritos y cuatro mil caballos anuales a la Media; 20 mil potros a la Armenia; la Babilonia debía mantener ochocientos caballos de remonta y seis mil yeguas; y el Egipto tenía que proporcionar los granos. Dice Heródoto que de provincias afluían 14560 talentos euboicos, y como esta suma no llegaba a 90 millones de pesetas, puede ser que se refiera al adelanto líquido, después de los gastos. Contribuían a las rentas del rey la pesca, el riego y los dones. Los jueces eran viejos y de la clase sacerdotal; las penas que imponían eran muy crueles, y castigaban severamente la ingratitud. El imperio estaba dividido en distritos militares, y la caballería era objeto de especial cuidado. En las guerras nacionales, el pueblo en masa estaba obligado a levantarse en armas. En el mar se servían de las flotas fenicias. La lengua persa tiene las mismas raíces que la indogermánica; el zendo, en que están escritos los libros sagrados, es la lengua intermedia entre la india y la germánica. Usaban la escritura cuneiforme, es decir, figurando colas de golondrina, con alfabeto parecido al caldeo. Es posible que los sacerdotes hablasen el zendo, y la demás gente el pelvo, y más tarde el persa, inmortalizado en el poema de Firdusi. Cítase a Locman, que vivió por los años 1000, y fue autor de fábulas. Al contrario de los Indios, que adoraban en efigie a las divinidades, representaban a hombres en actitudes tranquilas y venerables. La Gran Media conserva inmensos edificios anteriores a Ciro; y en el Fardistán, hay aún los más auténticos debidos a la estirpe de los Aqueménidas, como las ruinas de Persépolis. Últimamente fueron descubiertos los restos de Nínive (Korsabad), con inscripciones cuneiformes, que, alineadas, harían muchos miles de miles de metros, y que nos revelan hechos desconocidos, confirmándonos los indicados en la Biblia. 8. -Grecia. Las religiones Muy tarde aparece la Grecia en la historia, confundiéndose sus anales con las leyendas de los dioses y semi-dioses, cuyas tradiciones extranjeras supo apropiarse y adaptar al país, a las costumbres y a las propias ideas. Por el septentrión llegaron las primeras poblaciones: el hiperbóreo Olen fundó en Delos el culto de Apolo y de Diana: Orfeo instituyó los misterios, y Prometeo personificación de los primeros civilizadores, inventó el fuego, del cual resultaron las artes mecánicas. Parece, en fin, que de la estirpe de Arios, posterior a los Celtas, a los Germanos y a los Eslavos, se desprendieron otros que ocuparon, unos la península de los Apeninos, con el nombre de Latinos, otros la del Balkán (59), con el nombre de Griegos. Pelasgos Los Pelasgos, que fueron unos de los pobladores más antiguos de la Grecia, tuvieron que luchar contra los indígenas Griegos y Lelegios. Los Griegos perdieron hasta su nombre, cambiado por el de Helenos, y no volvieron a recobrarlo hasta la época de los Romanos. Los Lelegios habitaban la Acarnania y la Etolia, dedicándose al comercio. Parece que por los años 1900, los Pelasgos habitaban todo el territorio comprendido entre el Bósforo y el Arno, y aunque fueron