Secuencia 12: Hacia 1492 PDF
Document Details
Uploaded by FreshDobro
Université Rennes 2
Tags
Related
- Práctica 16 La España de los Reyes Católicos PDF
- Siglo XVI Carlos I y Felipe II PDF
- Tema 4: Los Reyes Católicos: Construcción Del Estado Moderno (1479-1516) PDF
- Práctica 16 La España de los Reyes Católicos PDF
- Tema 5: Los Reyes Católicos (1474-1788) PDF
- Instituciones del Gobierno colonial español PDF
Summary
This document provides a historical account of events leading up to 1492 in Spain, focusing on the reigns of monarchs like Enrique IV and the rise of Isabel and Fernando. It delves into political and social issues of the time including succession and conflicts.
Full Transcript
Secuencia 12 : Hacia 1492 1 – Enrique IV « El Impotente » [1454-1474] ¿Decadencia de la realeza? Una figura controvertida. Cuando accedió al trono, Enrique IV había cumplido los 29 años y participado en derribar a Álvaro de Luna. Desde 1440 hasta 1453 estuvo casado con Blanca de Navarra pero su cas...
Secuencia 12 : Hacia 1492 1 – Enrique IV « El Impotente » [1454-1474] ¿Decadencia de la realeza? Una figura controvertida. Cuando accedió al trono, Enrique IV había cumplido los 29 años y participado en derribar a Álvaro de Luna. Desde 1440 hasta 1453 estuvo casado con Blanca de Navarra pero su casamiento fue anulado por el Papa por falta de consumación. Las crónicas, mayoritariamente escritas en tiempos de los Reyes católicos, tendieron a presentar a Enrique IV como un degenerado: pelirrojo como Judas, homosexual, impotente, artista… y aficionado a la moda mora. Se dejó llevar primero por su privado Juan Pacheco, que criado con él. Para luchar contra el número creciente de partidarios de los hermanastros de Enrique IV, Isabel y Alfonso, Juan Pacheco aconsejó a Enrique IV que se volviera a casar. Lo hizo con Juana de Portugal, hermana de Alfonso V de Portugal, pero se hizo amante de una dama de la corte de Juana llamada Guiomar de Castro, sin tener descendencia de ella. Los fracasos. Cuando Enrique IV perdió la posibilidad de ser proclamado rey de Navarra y de Cataluña, cambió de privado por Beltrán de la Cueva. Fue símbolo ése de las posibilidades de movilidad social en la sociedad del siglo XV: era letrado pero villano y terminó ocupando el sitio de privado, lo que resulta ser un equivalente de primer ministro o consejero privado del rey. Llegó a ocupar el cargo de Mayórdomo Mayor, conde de Ledesma, duque de Alburquerque y gran maestre de Santiago. No se contentó con servir al rey y se dijo que fue amante de la reina y hasta padre de la infanta Juana, apodada la Beltraneja. La «Farsa de Ávila» es el punto culminante. Bajo la presión de Juan Pacheco y de parte de la nobleza, Enrique IV aceptó reconocer a su hermanastro Alfonso heredero del trono de Castilla, con condición de que se casaría con su hija Juana, antes de retroceder bajo la presión de su esposa y de Beltrán de la Cueva. En 1465, la nobleza con Juan Pacheco despojó simbólicamente a Enrique IV de sus atributos reales. Alfonso, hermanastro del rey, fue proclamado rey durante lo que fue llamado la « farsa de Ávila ». Se armaron hasta los campesinos para defender al rey, pero Enrique IV renunció: aceptó por segunda vez a Alfonso como heredero y volvió a desheredar a su hija Juana. Alejó a Beltrán de la Cueva en provecho de Juan Pacheco. Cuando murió Alfonso en 1468, posiblemente envenenado, sus partidarios fueron a solicitar a Isabel, hermanastra del rey. 2 – Los primeros años de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón El tratado de los Toros de Guisando Después de la muerte de Alfonso, no aceptó Isabel ser proclamada reina mientras viviera su hermanastro Enrique IV. Sólo fue proclamada heredera legítima del trono de Castilla en 1468 y le fue otorgado el título de princesa de Asturias.El tratado que hacía de Isabel la heredera preveía también que Enrique IV no podía casarla contra su voluntad y que ella no podía casarse sin el consentimiento del rey. Isabel se negó a casarse con su tío Alfonso V de Portugal mucho más viejo y aceptó casarse en secreto con el infante Fernando, hijo de Juan II de Aragón [1458-1479]. El arzobispo de Toledo Pedro Carrillo enseñó una pretendida dispensa papal y se celebró la unión de los primos. Cuando se enteró Enrique IV, revocó el tratado de los Toros de Guisando, dando nuevas alas a los partidarios de Juana. Sin embargo, en 1473, después de entrevistarse con Isabel, se comprometió a reunir cortes para volver a designarla como sucesora. Cuando murió Enrique IV, probablemente envenenado, no se había resuelto el problema de quién tenía que heredar el trono de Castilla. Dos reinos y dos monarcas El título común de «Reyes católicos» fue otorgado por el Papa Alejandro VI en 1494 a imitación del los «Rois Très chrétiens» de Francia. Cuando Isabel de Castilla se casó con Fernando de Aragón, no unieron sus respectivos reinos. Su boda es primero secreta. Isabel eligió al heredero de Aragón para contrarrestar el poder creciente de Portugal pero en el contrato de matrimonio de 1469 se estipuló que cada uno sería monarca de su reino natural. Cuando murió Enrique IV en 1474, Isabel se hizo proclamar reina en ausencia de Fernando, presentado sin embargo como su legítimo esposo y pues rey consorte. En Castilla, no se aplicaba ninguna ley sálica e Isabel podía ser reina sin necesidad de que un hombre compartiera el poder. Cuando Fernando accedió al trono de Aragón en 1479, Isabel fue reina consorte. En 1475, en Segovia, los letrados confirmaron que Isabel era reina y dueña de Castilla y otorgaron a Fernando el título de rey de Castilla. Todos los documentos de la época llevaron ambas firmas, iniciales y armas de los dos soberanos: el yugo de Aragón y las flechas de Castilla. Manifestaban así la validez de la unión de ambos reinos para sus herederos. Guerra civil [1474-1479]. Cuando subieron al trono, tuvieron que hacer frente a una guerra civil. Los partidarios de Juana se unieron con los Portugueses. El rey Alfonso V de Portugal −tío de Isabel− se había casado con su sobrina la infanta Juana y se unió con los franceses en guerra contra Aragón. Los nobles descontentos entraron en los conflictos en Castilla. La guerra duró hasta 1479: el rey Alfonso de Portugal acabó por reconocer a Isabel como reina. Se anuló el casamiento de Alfonso y Juana, que no se había consumado. Isabel hizo encerrar a Juana en un convento para controlar sus pretensiones a la Corona y, sobre todo, las de sus partidarios. Para asentar la paz con Portugal, Isabel y Fernando intentaron casar a una de sus infantas con el de Portugal pero varias mueren. Por fin la infanta María de Castilla casó con Manuel I de Portugal. Tendríán una hija, Isabel, futura esposa de Carlos I de España. En el interior, tuvieron que apaciguar la nobleza y las ciudades. Crearon la Santa Hermandad, a cargo de los municipios y destinada al mantenimiento del orden en los campos. De hecho, fue un instrumento para luchar contra las oposiciones. Cuando algunos señores se querían rebelar, los reyes invitaban a la población a alzarse contra ellos y les prometían a cambio que iban a depender directamente de la Corona. Recuperación del poder político y económico. Viajaron los reyes por todo su reinado para afirmar por todas partes su autoridad. Se apoyaron primero en las Cortes para conseguir quitar a la nobleza sus privilegios y poderes políticos. En un segundo tiempo, las Cortes sólo sirvieron para votar los impuestos. Sólo las pequeñas ciudades conservaban cierta autonomía con sus regidores. En las ciudades mayores, se generalizó el control de un corregidor nombrado por los reyes. Se organizó un consejo real bajo la autoridad de un obispo. Lo componían tres caballeros y unos diez letrados. Los miembros de la alta nobleza sólo podían presenciar las reuniones pero no tenían voz. Se llevó a cabo un saneamiento de las finanzas públicas mediante la recuperación de la mitad de los juros o privilegios otorgados a la nobleza. No se hizo sin dificultades ni compromisos, pero se logró la reforma del estado. Recuperaron también el control de las órdenes militares que escaparon de la autoridad del Papa II – La guerra de Granada y el final de la Reconquista La caída del emirato de Granada. La dinastía Nazarí iniciada en tiempos de Alfonso X pudo resistir a lo largo de 200 años gracias a las barretas montañosas que protegen la zona, a la ayuda de los Benimerines, guerreros musulmanes llegados del África, y a las crisis políticas y guerras civiles de los reinos cristianos durante el siglo XIV y parte del siguiente. El reino de Granada tenía una población importante, como consecuencia de la reducción del territorio musulmán y tenía una economía floreciente, a base de agricultura variada e industria de la seda, sin olvidar la artesanía. El desarrollo cultural seguía atrayendo a gente de toda Europea. Sin embargo, durante el siglo XV sufrió frecuentes luchas internas entre las familias nobles que querían el trono granadino, luchas que lo llevaron a su desaparición. Su último sultán fue Abu Abd Allah, conocido en las crónicas castellanas como Boabdil [c. 1459-1528], último rey Nazarí de Granada [1482-1492]. Los poetas cristianos lo hicieron famoso al hacer de él un hombre que abandonaba Granada llorando desconsoladamente por la pérdida de sus reino. La guerra de Granada [1482-1492]. La guerra empezó con uno de los muchos enfrentamientos fronterizos entre el Marqués de Cadiz y sus vecinos musulmanes. Rodrigo Ponce de León [1443-1492] tomó Alhama como represalia a la de Zahara por los Musulmanes en 1481. Hubiera podido, como en otras ocasiones, retirarse de la ciudad pero no fue el caso. Los Reyes católicos, liberados de los problemas de política interior, anunciaron una campaña guerrera contra el Islam. Las primeras batallas no fueron todas exitosas pero fue organizándose el ejército de los reyes favorecido, además, por una clara superioridad numérica. Entre 1485 y 1487, consiguieron ganar los puertos de Málaga y Marbella, cortando así las relaciones estratégicas entre Granada y el Norte de África. En 1490, sólo quedaba Granada pero los Reyes católicos esperaban que Boabdil, que les había prometido la ciudad, abriera las puertas en breve. Frente a la resistencia de algunos grupos de renegados refugiados en Granada y temiendo la Inquisición, Boabdil no consiguió imponerse como soberano. Acabó sin embargo por entregar las llaves, sin besar las manos de los Reyes, que así le evitaron una mayor humillación. En la Alhambra se alzaron la cruz, las armas de Santiago y las de Castilla y León. III – El sueño unitario de los Reyes católicos Consejo de la Suprema y general Inquisición. A partir de 1478, el Papa autorizó a los reyes a nombrar inquisidores para averiguar la sinceridad de la fe de los conversos. En 1480 fueron nombrados los primeros inquisidores. La Suprema tenía competencias para investigar en cualquier caso de sospecha acerca de la fe de cualquier persona de las coronas de Castilla y Aragón. Podía perseguir igualmente a clérigos, nobles, villanos. En cada ciudad, se invitó a los vecinos a denunciarse y a denunciar a los demás, después de difundir la lista de las herejías perseguidas. Los acusados no sabían de qué se les acusaba ni quién les acusaba. La Inquisición los sometía primero a los tormentos usados también dentro de la justicia civil. Las sentencias se conocían bajo el nombre de auto de fe. Todos los conversos no fueron condenados como lo confirma el caso de converso Hernando de Talavera que fue confesor de la reina y primer arzobispo de Granada en 1492. Persecuciones y expulsiones Hasta 1492, los judíos que seguían sin convertirse tenían que llevar un distintivo en la ropa pero no sufrían persecuciones por parte de la Inquisición. En 1492, los Reyes católicos decidieron que todos los judíos tenían que salir del territorio porque eran responsables del criptojudaísmo −cumplimiento encubierto de los ritos judaicos− de los conversos. Muchos se convirtieron para evitar perder sus bienes ya que el plazo de cuatro meses dado por Isabel y Fernando no permitía venderlos al mejor precio y no tenían posibilidad de sacar oro ni plata de la Península. Unos 100.000 judíos abandonaron España. Sus descendientes son los sefardíes, que conservan aún el idioma de Castilla. La cultura al servicio de la grandeza de Castilla y Aragón. Los poetas sirven la grandeza de Isabel y Fernando. Parte de las obras escritas en tiempos de los Reyes católicos sirven una propaganda a favor de la política de Isabel y Fernando. es particularmente evidente cuando se observa la poesía de cancioneros. Las realizaciones en todos los ámbitos tendieron a servir el ideal de unificación de la fe bajo el gobierno de los Reyes católicos, pintados en los cantos cortesanos como encarnaciones de Santiago y María, representados en cuadros, en estatuas, ilustrados por edificios. Los descubridores sirven la grandeza de España. Favorecieron la empresa de Cristobal Colón para servir intereses comerciales de la Corona. El genovés Cristóbal Colón había ya intentado obtener el apoyo de los Reyes católicos pero un tribunal de sabios había desaconsejado la empresa. En abril de 1492, con el entusiasmo del final de la Reconquista, se consideró que España tenía que desempeñar un papel destacado en la historia. El presupuesto no era enorme y se preparó la expedición, con esperanza de mayores ingresos. La gramática sirve la grandeza del castellano. La primera gramática de la lengua castellana se publicó en 1492. Era la Gramática castellana de Antonio de Nebrija. Imitando las obras anteriores sobre el latín, exponía las normas para los que deseaban hablar correctamente la lengua explorando, en cuatro libros, la «ortografía», la «Prosodia y sílaba», la «Etimología y dicción» y la «sintaxis». Interesantísimo es el título del quinto libro: «De las introducciones de la lengua castellana para los que de estraña lengua querrán deprender». Pudo así acompañar la Gramática de Nebrija la conquista linguística de América por los Reyes católicos. ¿Hacia la Edad moderna? La fecha de 1492 no correspondió con el final del reinado de los Reyes católicos pero sí con determinadas particularidades de la España medieval. Terminó la guerra entre cristianos y musulmanes con la afirmación de una sola fe en toda la Península. Acabó el poder político ilimitado de la nobleza, controlada por los reyes. Isabel y Fernando consiguieron dar a su reino un sistema fiscal lejos de ser perfecto, pero que garantizaba ingresos regulares para la Corona. Pudieron contar con el apoyo de un ejército permanente, de una administración centralizada, de una lengua ilustrada. Habían elaborado un modelo de sociedad dotado de un ideal unitario necesario para construir un imperio…