El Ciclo Vital Familiar PDF

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Hospital Italiano de Buenos Aires

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family life cycle family dynamics relationship stages human development

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This document discusses the family life cycle, outlining different stages like couple formation, child-rearing, and aging. It emphasizes how families adapt and evolve through significant life events.

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2 EL CICLO VITAL FAMILIAR El hecho de conocer el ciclo vital humano permite entender a los pacientes, contextualizar sus cuidados y atenderlos de un modo más integral y como sujetos singulares y únicos. El ciclo vital corresponde a las diferentes etapas que las personas generalmente atraviesan a l...

2 EL CICLO VITAL FAMILIAR El hecho de conocer el ciclo vital humano permite entender a los pacientes, contextualizar sus cuidados y atenderlos de un modo más integral y como sujetos singulares y únicos. El ciclo vital corresponde a las diferentes etapas que las personas generalmente atraviesan a lo largo de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte. El pasaje de una etapa a otra implica un cambio, y todo cambio en sí mismo se puede considerar una crisis. Entendemos la crisis como una situación, no solo de cambio, sino de desestructuración y reestructuración de todo el sistema familiar. Es decir, que no solo las personas que la están atravesando sino también el grupo familiar en su conjunto va a atravesar esa etapa. El ejemplo más claro lo vemos en la crisis de la adolescencia, durante la que no solo el adolescente sufre los cambios, sino que todo el grupo familiar suele verse afectado. El ciclo vital familiar está inmerso en la cultura a la que pertenece la familia, por lo que no es posible definir formas correctas o incorrectas de pasar por las diferentes etapas. Una familia que funciona adecuadamente no es aquella que no manifiesta síntomas durante las diferentes etapas atravesadas, sino la que tiene la capacidad de adaptarse y mantener su sentimiento de identidad a lo largo de los procesos de cambio, promoviendo el crecimiento de todos sus miembros y favoreciendo nuevas formas de vincularse. Las etapas del ciclo son relativamente definidas, pero de ningún modo secuenciales, e incluso pueden superponerse. Sin embargo, conocerlas a veces permite predecir algunos de los problemas frecuentes que se suceden frente a dichos cambios y que es habitual que se presenten (de manera manifiesta o no) en la consulta médica. A continuación, se describen las etapas del ciclo vital familiar. Veremos algunas de sus características y algunos de los problemas más comunes que se presentan durante ellas. La descripción secuencial ayuda al médico a ordenar los conceptos, pero hay que tener en cuenta que no siempre las diferentes etapas se suceden en este orden. También puede ocurrir que algunas de las etapas no formen parte del ciclo vital de algunas familias. Las diferencias también están dadas por el nivel social y cultural, y los mitos y creencias de cada familia / sujeto. En el ciclo vital pueden reconocerse las siguientes etapas: 1) Constitución de la pareja; 2) Nacimiento y crianza; 3) Hijos en edad escolar; 4) Adolescencia; 5) salida de los hijos del hogar; 6) Madurez; y 7) Ancianidad. En la evolución de una familia hay diferentes etapas con distintas características: no es lo mismo una pareja sin hijos, que otra que sí los tiene, o que está en la etapa madura o de la vejez. A lo largo de su evolución, en la familia habrá momentos de tranquilidad, otros de crisis evolutivas esperables y, probablemente, otros de crisis accidentales. 1) Constitución de la pareja Con la formación de una pareja queda constituido un nuevo sistema, que será el inicio de una familia. Este sistema tendrá características nuevas y propias. A su vez, cada uno de los integrantes (cónyuges) traerá creencias, modalidades y expectativas heredadas de sus propias familias de origen. Al formar un nuevo sistema, las tendrán que examinar y negociar para establecer su identidad como nueva familia, aceptando las diferencias y manteniendo sus individualidades. Para poder constituirse como una nueva pareja, es fundamental que ambos integrantes hayan podido separarse de sus familias de origen y que, a su vez, las familias de origen hayan promovido este desprendimiento / crecimiento. La constitución de una nueva pareja implica algo más que la suma de las características personales de cada uno de los integrantes: es la creación de un nuevo vínculo, de un espacio con características únicas y diferentes de las que cada integrante trae de su familia de origen. ____________________________________ MEP- Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria - Hospital Italiano de Buenos Aires Supervisión editorial: Paula Carrete - Alejandrina Lo Sasso Es normal que, al principio, la pareja pase por una etapa en la que los dos integrantes se hacen impermeables a las cosas externas (amigos, familia, trabajo). Esta etapa permite consolidar la unión en lo emocional, social y sexual. Este aislamiento inicial irá variando con el tiempo y con la evolución de la pareja. Los integrantes de la nueva pareja deberán establecer y negociar acuerdos sobre varios puntos: qué cosas serán compartidas por la pareja y qué cosas permanecerán como propias; cuáles serán sus proyectos futuros; qué lugar ocupará la familia de origen de cada uno; etc. Todo esto irá delineando las características propias de este nuevo sistema. Una pareja que funciona bien irá construyendo su propia historia, con posibilidades de cambio según el momento vital que transita, afrontando crisis sin que esto implique la ruptura del vínculo y revisando y repactando periódicamente los acuerdos establecidos en etapas anteriores que no se adaptan a la etapa que se transita en determinado momento. Durante esta etapa del ciclo vital, pueden observarse algunas formas particulares de funcionamiento que pueden resultar problemáticas y cuya identificación permite conocer datos de los pacientes cuando están atravesándola (muchas veces, las crisis llevan a los pacientes a la consulta con el médico de atención primaria por síntomas somáticos, por ejemplo). Una forma de funcionamiento se observa cuando persiste una alianza privilegiada de uno o ambos cónyuges con su familia de origen. Esto puede acarrear dificultades para asumir el rol de esposo o esposa o el de padre o madre, y es habitual ver que el hijo de la pareja es entregado a los abuelos como ofrenda o como pasaporte a la exogamia (salida de los hijos del hogar). Finalmente, la búsqueda compulsiva de un hijo para consolidar la unión de una pareja que todavía no se ha consolidado también es otra forma típica de funcionamiento de algunas parejas. Veamos este ejemplo. María tiene 32 años y está casada con Paula, de 37, desde hace cuatro años. Consulta porque está pensando en hacerse una inseminación el año siguiente y quiere hacer todos los controles necesarios para evitar riesgos. Cuando el médico le pregunta qué opina Paula al respecto, María responde: “Todavía no lo hablé con ella, este es un proyecto mío. Queremos tener un hijo, pero todavía no acordamos cuándo. No estamos en un muy buen momento, pero creo que pasará y que con un hijo todo será distinto”. Es muy habitual la creencia de que el nacimiento de un hijo afianzará la pareja que todavía no fue constituida. 2) Nacimiento y crianza Con el nacimiento/adopción de un hijo aparecen nuevos roles y funciones: madre, padre (función materna y función paterna) y, con ellos, los de la familia extensa: abuelos, tíos, primos, etcétera. El nacimiento de un hijo crea muchos cambios, tanto en la relación de pareja como en toda la familia ampliada. Desde la gestación o adopción, el sistema de dos personas pasa a estructurarse de a tres: ya desde el embarazo los padres van creando un espacio para ese bebé/niño. Al principio, el espacio será en el pensamiento (expectativas con respecto al sexo, la búsqueda del nombre, la elección de su lugar en la casa, etcétera). Después, el espacio se irá haciendo más concreto (compra de ropa, decoración del espacio elegido). Este nuevo triángulo (madre-padre-hijo) reactiva en los futuros padres sus propias experiencias vividas con sus familias de origen. Sus funciones se irán diferenciando para poder brindarle al niño la atención y los cuidados que necesita. La madre se volcará casi exclusivamente al cuidado del bebé, deberá interpretar y descifrar las demandas de cuidado y alimentación de su hijo. Es frecuente escuchar a la mujer durante este período decir: “Llora porque tiene hambre”, “Llora porque tiene sueño”, haciendo entender que ella percibe la diferencia de ambos llantos. Esta unión es normal y es necesaria para la buena evolución de toda la familia. ____________________________________ MEP- Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria - Hospital Italiano de Buenos Aires Supervisión editorial: Paula Carrete - Alejandrina Lo Sasso Durante este período, el padre es un observador que participa activamente desde afuera favoreciendo la unión entre la madre y el niño. En los primeros meses, al no estar tan involucrado físicamente en el cuidado del hijo, puede mantener el vínculo con el afuera (amigos, familia extensa, etc.), por eso hace de nexo entre madre-hijo y el mundo exterior. Es muy frecuente que durante esta primera etapa sea el padre quien organice salidas o encuentros con amigos y familiares. Transcurrida esta primera etapa, en la que el padre funciona sosteniendo la unión madre-hijo y de nexo con el exterior, llega el momento en que el hombre deberá, por decirlo de alguna manera, recuperar a su mujer como pareja y a su hijo en relación con él. Es decir, con el tiempo, la estrecha unión madre-bebé se irá modificando, de forma tal que irá dando lugar a que el sistema quede constituido como madre-padre-hijo. La incorporación de un hijo en la familia provoca inevitablemente mucha tensión en la pareja. En esta etapa son frecuentes los reproches, la depresión, el cansancio de ambos padres, la dificultad para ponerse de acuerdo en cómo y cuándo hacer las cosas. Este es un momento en el que suelen flexibilizarse los lazos con la familia extensa y se le abre la puerta para colaborar en el cuidado del recién nacido. A veces, esto es tomado con alegría y en forma positiva, y otras, aumenta la tensión o los conflictos, sobre todo cuando alguno de los integrantes de la pareja vive la situación como una “invasión”. Es un momento en que la pareja debe repactar cuál será el lugar y las características de las relaciones de cada uno con sus familias de origen. Como en la etapa anterior, en esta también hay ciertos funcionamientos que pueden resultar problemáticos y que se observan con frecuencia. Uno de ellos es la persistencia de la alianza madre-hijo a lo largo del tiempo, que puede estar ocultando un conflicto de la pareja conyugal así como una dificultad en el desarrollo personal de la madre. La persistencia de esta alianza a través del tiempo no es exclusiva responsabilidad de la madre; habitualmente, esta situación se acompaña de un padre con dificultades en asumir su rol de padre y esposo (por sus propias características o por conflictos conyugales que no pudieron ser resueltos previamente). También puede aparecer cierta intolerancia por parte del padre de ocupar un lugar secundario en esta tríada durante los primeros meses (en los que la madre y el niño ocupan el rol “estelar”). El padre puede sentirse desplazado y celoso, y hasta puede competir con el hijo con respecto al cariño y cuidados de la madre /esposa. Finalmente, cuando la familia extensa (abuelos, tíos) participa excesivamente en el cuidado del bebé, pueden aparecer dificultades en la adaptación de los padres al nuevo escenario y en la asunción de sus nuevos roles. 3) Hijos en edad escolar Esta es una etapa crucial en la evolución de la familia. Se produce el primer desprendimiento del niño del seno familiar y se unirá a una nueva institución con maestros y compañeros, donde realizará nuevas actividades fuera del hogar. En cierta medida, en esta etapa se pone a prueba todo lo que la familia inculcó al niño en los primeros años de vida (límites, relación con la autoridad y los pares, si es correcto preguntar o no, etcétera). La red social del niño se amplía y comienza a relacionarse con otros adultos significativos (maestros). Estas nuevas experiencias pueden ser transmitidas al niño como algo bueno (el crecimiento tiene una connotación positiva) o pueden ser vividas como una pérdida o un abandono, lo cual hará que el niño se encuentre en una situación muy conflictiva (de elección entre la familia y el afuera), y dificulte su adaptación. Por otro lado, los padres tendrán por primera vez una imagen externa de su hijo: la imagen que les transmitirán los maestros. Esto puede enfrentar a la familia con imágenes que no le gustan, haciendo responsable al colegio o a los maestros de esas imágenes o provocando cambios frecuentes de colegio, lo que dificultará más la adaptación del niño. En general, esas reacciones se dan en familias rígidas, con muchas dificultades para realizar cambios. Otro funcionamiento familiar problemático típico de esta etapa se da en las familias que depositan a los niños en la escuela, demandándole funciones que les corresponden a los padres. El inicio de la escolarización de un hijo es una etapa crucial en la evolución de las familias, ya que en este momento se produce el primer desprendimiento del niño del seno familiar. ____________________________________ MEP- Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria - Hospital Italiano de Buenos Aires Supervisión editorial: Paula Carrete - Alejandrina Lo Sasso 4) Adolescencia La adolescencia es una etapa de grandes crisis para la mayoría de los jóvenes y sus familias. Se producen grandes cambios en todos los integrantes del núcleo familiar y en la relación de estos con el exterior. El adolescente sufre una gran crisis de identidad: su cuerpo sufre cambios, aparecen los caracteres sexuales secundarios bien definidos; se pierde el cuerpo de niño para tener un cuerpo adulto y, como toda pérdida, se requiere de un tiempo para procesarla. A su vez, “gana” un nuevo cuerpo de adulto. El adolescente comienza a ampliar su contacto con el mundo externo y el espacio geográfico en el que se mueve, hay lugares a los que los padres no son invitados a participar. La adolescencia es una etapa de turbulencias emocionales. El adolescente atraviesa el desafío de transformarse en adulto (dejando la imagen infantil de los padres idealizados), definir su identidad sexual y conquistar cierto grado de autonomía mental y emocional. Por momentos, a los padres, a la familia y a la sociedad, les cuesta comprender y manejar al adolescente. Además, en esta etapa, los padres a su vez suelen estar pasando por la crisis de la edad media, momento en el cual aparece la incertidumbre de no ser joven, y hay una evaluación de todo lo realizado hasta el momento en todos los planos. Las relaciones del adolescente con sus pares pasan a ser primordiales en su vida. El grupo ayuda a elaborar todos los cambios que le van sucediendo y a separarse de sus padres. Para el adolescente, es importante sentir que se puede alejar de su casa sin perder a los padres, lo que intenta confirmar con sus actos de rebeldía. Los límites claros (con posibilidad de renegociarlos de acuerdo con el crecimiento) y el espacio para experimentar y equivocarse, teniendo la oportunidad de recurrir a sus padres si los necesitara, son fundamentales para el adolescente. Los límites le dan seguridad. La ausencia de límites hace que el adolescente se sienta solo y desamparado, y da lugar a que aparezcan conductas de riesgo (violencia, embarazos no deseados, drogas, etc.) con el propósito de captar la atención de los padres. 5) Salida de los hijos del hogar Esta nueva etapa está marcada por la capacidad de la familia de origen para desprenderse de sus hijos y de incorporar a nuevos individuos, como el cónyuge del hijo y su familia política. Los hijos entrarán en una nueva etapa en la que deberán formar su propia familia, con las características que vimos al inicio del capítulo, para poder continuar el ciclo vital. Los padres se enfrentan con la salida definitiva de los hijos del hogar. Hasta esta etapa, se había agrandado el círculo social y afectivo en que se movía el o la joven, pero su familia de origen seguía siendo la única y la de pertenencia. A partir de este momento, los padres deberán reconocer a la nueva familia (la del hijo con su pareja) como diferente y con características propias, aceptando la incorporación de otros en la vida familiar. Los padres pueden vivir esta etapa como la evolución natural del ciclo familiar, aceptando el paso del tiempo y proyectando un futuro con la llegada de los nietos. También pueden vivirla como un momento de reencuentro mutuo como pareja, momento en el que es posible realizar cosas que se postergaron durante la crianza de los hijos (salidas, actividades sociales, etcétera). Otras familias atraviesan esta etapa con mucha dificultad. Las parejas que dejan “todo” por la crianza pueden acusar a sus hijos de dejarlos solos cuando, en realidad, lo que ocurre es que la pareja conyugal tiene dificultades para reencontrarse, estar solos o aceptar el paso del tiempo. La salida de los hijos del hogar y el modo como lo realizan puede ser favorecido u obstaculizado por la familia de origen. ____________________________________ MEP- Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria - Hospital Italiano de Buenos Aires Supervisión editorial: Paula Carrete - Alejandrina Lo Sasso 6) Edad madura En esta etapa la pareja se enfrenta a nuevos desafíos. Por un lado, la salida de los hijos del hogar y el cese laboral conducen al reencuentro mutuo (de las características de este encuentro dependerá que la pareja continúe unida o no). Por otro lado, deberá afrontar cambios individuales y familiares. A nivel individual, los integrantes de la pareja deberán enfrentarse con las modificaciones propias de la edad, que comienzan a manifestarse en el cuerpo (limitaciones físicas, menopausia, etc.) y, tal vez, el inicio de algunos problemas crónicos (hipertensión arterial, hipercolesterolemia, etcétera). A nivel familiar, aparecen los lazos políticos. Los padres formarán parte de la familia extensa de los hijos dejando de ser el centro de esa familia. Deberán aceptar, compartir y redefinir sus nuevos roles. Hay familias en las que esta etapa es vivida de forma gratificante, disfrutando de los logros alcanzados por la independencia de los hijos, y otras en las que aparecerán reproches hacia los hijos por dejarlos solos o incapacidad para aceptar otros roles (abuela, suegro, consuegra, etcétera). El fin de la vida laboral “habitual” (jubilación), que para algunas personas aparece como el inicio de una nueva etapa donde tendrán la oportunidad de realizar cosas postergadas durante la juventud, disfrutar de los nietos y seguir generando proyectos, para otros es el fin de la vida activa y el paso hacia una etapa improductiva. Las personas en esta etapa suelen consultar al médico por soledad, tristeza, depresión, o bien por cansancio u otros síntomas inespecíficos (“No sé qué pasa, estoy más tranquilo y sin trabajar, pero me siento mal…”). Veamos este ejemplo. Alberto y Lía tienen 68 y 60 años, respectivamente. Alberto trabaja desde hace varios años como remisero y Lía trabajó siempre en su casa cuidando a sus hijos. Cuando los chicos crecieron, Lía ocupó su tiempo con su casa, sus amigas (con la que se ve frecuentemente) y realizando actividad física. Ambos son sanos. Concurren a hacer un control médico. Alberto dice que se siente cansado y que tal vez algunas vitaminas lo ayudarían a sentirse mejor. Ante la pregunta de su médica, Alberto responde que está trabajando menos pero se siente más cansado: “En realidad, no sé que me pasa, estoy trabajando menos y me siento más cansado... Choqué el auto hace 15 días y no estoy trabajando... Estoy pensando que tal vez no vuelva a trabajar... tal vez me jubile. Lo que me preocupa es si nos alcanzará la plata para vivir y qué voy a hacer en casa todo el tiempo”. Lía también está preocupada: “Yo estaba acostumbrada a salir con mis amigas y a hacer gimnasia. Soy muy activa pero desde que él esta en casa, no sé que hacer. Dejé de salir con mis amigas. Alberto quiere saber a dónde voy y con quién. Estoy con un poco de dolor en la espalda y yo creo que es porque dejé la actividad física”. Aquí vemos cómo la jubilación de Alberto implica el reencuentro de la pareja. Tanto para Alberto y Lía como para tantas otras parejas, la jubilación implica un reordenamiento a nivel familiar en cuanto a lo económico, a cuáles serán las actividades diarias de cada uno, cuáles serán compartidas y cuáles, no. El tema de la jubilación surge en la consulta como al pasar; sin embargo, rápidamente se logra redefinir el “cansancio” de Alberto como “preocupación” en cuanto al futuro económico y su relación con Lía. Por otro lado, aparece un espacio para que Lía pueda expresar sus propias preocupaciones ante esta nueva situación. Entre los nuevos roles que aparecen en la familia, el de abuela/o suele ser uno de los más esperados y gratificantes. Este nuevo rol les permite a los padres, ahora abuelos, tener un contacto más libre y placentero con los nietos que el que tenían con sus propios hijos. En algunas familias, puede haber cierta dificultad en la asunción de estos nuevos roles, generalmente relacionada con la resistencia a aceptar el paso del tiempo y el crecimiento de los hijos. Esto puede llevar a renegar del rol o a competir con el propio hijo o hija por la forma de crianza del nieto. ____________________________________ MEP- Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria - Hospital Italiano de Buenos Aires Supervisión editorial: Paula Carrete - Alejandrina Lo Sasso 7) Ancianidad Con el transcurso de los años, cada uno irá sufriendo cambios a nivel corporal (mayor fragilidad, desarrollo de enfermedades crónicas, etc.) o emocional (pensamientos con respecto a la muerte, pérdida de seres queridos o pares, pérdida de la pareja, etcétera). Todo esto requiere de un tiempo de procesamiento. En esta etapa del ciclo vital, suele haber un revés en cuanto a quién proporciona los cuidados físicos, emocionales e, incluso, económicos de los padres. Hasta este momento, los padres aparecían como los que proporcionaban cuidados y se ofrecían como apoyo a los hijos; sin embargo, en esta etapa suelen ser los hijos los que se ocupan de cuidar y, en algunos casos, hasta de abastecer a los padres. Las características de estos nuevos vínculos dependerán de cómo se establecieron las relaciones a lo largo de la historia familiar. Hay familias en las que, dentro de lo posible, se mantiene y se respeta la autonomía de los ancianos, y otras en las que, en el afán de cuidar a los ancianos estos aparecen como “discapacitados” aunque no tengan una limitación real que justifique dicha situación y que conduce a una dependencia máxima de los hijos. Muchas veces esto provoca rechazo por parte de los ancianos, quienes se sienten violentados en su intimidad. Por otro lado, son los abuelos los encargados de transmitir la historia, los ritos y las costumbres a las nuevas generaciones, ayudando así a establecer su identidad individual y familiar. Esto los pone en un lugar privilegiado, que hoy en día suele ser descuidado por las familias y la sociedad en general. ____________________________________ MEP- Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria - Hospital Italiano de Buenos Aires Supervisión editorial: Paula Carrete - Alejandrina Lo Sasso E) BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA Asen KE, et al. Intervención familiar: guía práctica para los profesionales de la salud. Barcelona: Paidós Ibérica, 1997. Berenstein I. Familia y enfermedad mental. Buenos Aires: Paidós, 1984. Elkaïm, M. En los límites del enfoque sistémico en psicoterapia. En: Schnitman D. Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad. Buenos Aires: Paidós, 1998. Ferrari HA. Salud mental en medicina: contribución del psicoanálisis al campo de la salud. Buenos Aires: La Prensa Médica Argentina, 2002. Cap. 21. Merea EC. Parejas y familias: psiquismo extenso y psicoanálisis intersubjetivo. Buenos Aires: Lugar Editorial, 2003. Pachuk C, coord., et al. 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