Los Reinos Cristianos (S. VIII-XIII) PDF
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This document provides an overview of the history of the Christian kingdoms in the Iberian Peninsula during the Middle Ages (8th to 13th centuries). It examines the origins and expansion of these kingdoms, focusing on the period of Christian expansion.
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Página 1 TEMA 3. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: LOS REINOS CRISTIANOS (S. VIII-XIII) 1. INTRODUCCIÓN Como establecimos en el tema anterior. La periodización de la Edad Media en la península se divide en tres periodos: El primero engloba de los SIGLOS VIII-X...
Página 1 TEMA 3. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: LOS REINOS CRISTIANOS (S. VIII-XIII) 1. INTRODUCCIÓN Como establecimos en el tema anterior. La periodización de la Edad Media en la península se divide en tres periodos: El primero engloba de los SIGLOS VIII-X y supone la FASE DE APOGEO DEL PODER MUSULMÁN. El segundo engloba de los SIGLOS XI-XIII y supone la FASE EXPANSIVA DE LOS REINOS CRISTIANOS. El tercer periodo engloba de los SIGLOS XIV Y XV y supone una FASE DE CRISIS GENERAL. En este tema nos ocuparemos de estudiar el nacimiento de los reinos cristianos peninsulares que tiene lugar en el primer periodo, pero sobre todo nos detendremos en el segundo periodo que engloba desde la consolidación de los núcleos cristianos de resistencia en el norte de la península Ibérica a su expansión y avance desde el norte hacia el sur. Sabemos que los musulmanes entraron en la península en el 711 y la dominaron sin problemas debido a la crisis generalizada del reino visigodo y a sus constantes luchas internas. Sin embargo, los musulmanes no consiguieron conquistar todo el territorio. Quedó una zona en la cornisa cantábrica donde se refugiaron algunos cristianos que iniciaron desde allí el proceso militar que tradicionalmente se conoce como “reconquista” y que se prolongó hasta 1492. El término reconquista está sujeto a un interesante debate historiográfico por distintas razones, entre las cuales destacamos las siguientes: 1. Posee una fuerte carga ideológica nacionalcatólica presente desde finales del siglo XIX y acentuada durante la dictadura. 2. En los textos medievales son muy escasas las ocasiones en las que se utiliza este término por lo que no sería correcto establecer que en la Edad Media era un término frecuente y consolidado para hablar de un proyecto político. 3. Reconquistar implica que antes se poseía ese territorio y el Reino de Asturias o de León no poseían la totalidad de la península Ibérica. 4. Por otro lado, reconquistar sí puede hacer referencia a que existiera una forma estado a la que se pretendía volver y como tal sí podríamos interpretar que ese estado al que se pretende volver existió bajo dominio visigodo. 5. La palabra reconquista tiene una carga peyorativa pues presenta a los cristianos como españoles auténticos frente a los andalusíes como no españoles cuando se sabe que la mayor parte de la sociedad andalusí era la que poblaba la península a la llegada de la minoría árabe, siria y beréber. 6. Cada vez hay más pruebas de que la figura de Don Pelayo y la batalla de Covadonga son ficciones, mitos sobre los que se construyó un relato histórico favorable a un sector ideológico alimentados a su vez por los restos del apóstol Santiago. Por estas razones, y porque en los temas anteriores cuando un pueblo ha invadido la península e impuesto su poder hemos utilizado la palabra conquista, nos decantaremos por utilizar conquista en lugar de reconquista. 2. ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LOS PRIMEROS NÚCLEOS CRISTIANOS DE RESISTENCIA. EL NACIMIENTO DE LEÓN Y CASTILLA. (s. VIII a 1035). La resistencia al avance musulmán se concentró inicialmente en los núcleos montañosos del norte: la franja cantábrica y los Pirineos. Eran las zonas menos romanizadas y pobladas cuya pobreza en recursos, clima y dificultad de acceso las hacían menos atractivas a la implantación musulmana, por lo que se convirtieron en refugio para los pocos que opusieron resistencia a su dominación. Se formaron así cuatro núcleos independientes, embriones de los futuros reinos cristianos: Página 2 1. El núcleo asturiano, del que surgió el reino asturleonés, y después los reinos de León y de Castilla. 2. El núcleo pamplonés, a partir del cual se originó el reino de Pamplona, posterior reino de Navarra. 3. El núcleo aragonés (en torno a Jaca), del que nació el reino de Aragón. 4. Los condados catalanes, un conjunto de siete condados dependientes de la monarquía carolingia (francesa), que se unificaron en el condado de Barcelona y se independizaron de aquella a finales del siglo X. En la zona cantábrica surgió el reino astur, producto de la confluencia de los habitantes de aquella zona y de los nobles godos que allí se habían refugiado. La existencia de una extensa “tierra de nadie” en la cuenca del Duero posibilitó la expansión del reino astur a lo largo del siglo IX y las primeras décadas del siglo X. A partir de esa fecha se habla del reino astur-leonés, o simplemente leonés, que reivindicó la herencia del reino visigodo. En la región pirenaica intervinieron muy activamente los carolingios (francos), interesados en proteger el flanco sur de sus dominios. En los Pirineos occidentales, no obstante, se construyó un núcleo independiente, el reino de Pamplona. En la zona central surgió el condado de Aragón, dependiente de los francos. La zona nororiental de la península ibérica se convirtió en la Marca Hispánica, territorio fronterizo del imperio carolingio. 2.1 EVOLUCIÓN DEL REINO ASTUR-LEONÉS. EL NACIMIENTO DE LEÓN Y CASTILLA. El primer núcleo de resistencia al Islam surgió en las montañas astures. El origen del reino astur está tradicionalmente ligado a la batalla de Covadonga (722), levantamiento de armas de los astures en la que lucharon por preservar su autonomía e independencia como habían hecho frente a anteriores conquistadores, los romanos sin ir más lejos. Al frente de dichos combates se encontrada el noble visigodo Pelayo. Pelayo, convertido en rey, creó el Reino de Asturias separado del territorio dominado por el Islam por una amplia zona, casi despoblada, que se extendía desde la cordillera Cantábrica hasta el Duero. Este fue un reino pobre y siempre a la defensiva ante el poderío del Emirato de Córdoba. La consolidación del reino y su expansión hacia Galicia y la Meseta Norte fue obra de Alfonso I (739-757) y sus sucesores (Alfonso II “el Casto”, Ramiro I, Alfonso III “el Magno”). Alfonso II estableció la corte en Oviedo y además asumió la herencia visigoda poniendo en vigor en su reino el Liber Iudicum. Durante su reinado también se descubrieron en Galicia los restos del apóstol Santiago del que pronto harían el emblema de la resistencia cristiana y se inició la actividad repobladora en la cuenca del Duero ya que esta era una “tierra de nadie” desde el punto de vista del control político. Así pues, Alfonso II consiguió llevar la frontera hasta el río Duero aprovechando que los emires cordobeses estaban ocupados con las revueltas internas. Su principal preocupación era la defensa de la frontera entre los valles del Ebro y el alto Duero, donde los musulmanes estaban firmemente asentados y donde se encontraban las rutas de acceso a las tierras de cántabros y vascones. Como este territorio resultaba muy vulnerable, se levantaron gran número de fortalezas, que dieron a la región el nombre de Castilla. Quedaron así configuradas las dos unidades políticas que se distribuyeron el territorio: el Reino de León (Asturias, Galicia y León) y el Condado de Castilla. Este último en la segunda mitad del siglo X, bajo el mandato del Conde Fernán González, con un gran margen de autonomía pero todavía integrado en el reino de León, Fernán González logró transmitir el condado de Castilla a sus herederos, primero su hijo García Fernández, posteriormente Sancho García y ya en el siglo XI doña Sancha casada con el rey de Pamplona Sancho III el Mayor. La línea del Duero se consolidó durante el reinado de Alfonso III “el Magno” (866-910) con la reconstrucción de una serie de plazas fuertes (Oporto, Toro, Simancas, Zamora) y con la presencia de los castellanos en la zona oriental del Duero. En lo sucesivo, toda la conquista de territorios llevó consigo su repoblación y a la acción militar siguió la colonización. El siglo X fue testigo de una paralización en el avance de los reinos cristianos ya que este es el momento de mayor esplendor de al-Andalus. La capital del reino astur se traslada a León, por lo que se empieza a hablar de reino astur-leonés o simplemente leonés. Página 3 2.2 EVOLUCIÓN DEL REINO DE PAMPLONA. La zona donde surgió el reino de Pamplona estaba poblada por pueblos que mantenían fuertes lazos tribales. Se trataba de los vascones, gentes que vivían de la ganadería y que contaban con una larga trayectoria de autonomía política. Durante el siglo VIII este territorio estuvo sometido a una doble influencia: Por un lado los francos en el norte, por otro los musulmanes en el sur. La génesis del reino de Pamplona, posteriormente llamado reino de Navarra, no es nada clara. Sí se sabe que en el año 788 los habitantes de dichos territorios atacaron al ejército carolingio cuando regresaba a Francia tras haber acudido en ayuda de la familia que gobernaba la marca fronteriza con al-Andalus, los Banu Qasi. A principios del siglo IX un tal Íñigo Íñiguez conocido como Arista y denominado “príncipe de los vascones” instauró una monarquía en el territorio. El núcleo de Navarra, que comprendía los territorios del norte de la actual Navarra y Guipúzcoa, mantuvo su independencia apoyándose unas veces en los carolingios, otras veces en León y la mayoría en los Banu Qasi del valle del Ebro. En el siglo X aparece al frente del reino otra dinastía conocida como Jimena cuyo fundador fue Sancho Garcés I. 2.3 EVOLUCIÓN DE ARAGÓN. El condado de Aragón debe su nombre a un río y surgió en los valles de los Pirineos. Su origen tiene mucho que ver con el deseo de los francos de proteger su reino frente a los musulmanes. Así, los territorios situados hacia el este (Jaca, Sobrarbe, Ribagorza) dependían de los condes francos. Sin embargo, ya en el siglo IX la dinastía aragonesa empezó a desprenderse de la influencia franca siendo conde Aznar Galíndez, quien consiguió unir bajo su gobierno los territorios atravesados por el río Aragón siendo la principal ciudad del condado Jaca y extendiéndose el dominio hasta la cuenca del río Gállego. Un siglo después, mediante matrimonio el reino de Aragón quedaría unido al de Pamplona/Navarra. 2.4 EVOLUCIÓN DE LA MARCA HISPÁNICA. El término Marca Hispánica hace referencia al conjunto de los territorios situados al nordeste de la península Ibérica que hacían frontera entre el siglo IX y X con el Imperio carolingio. Su punto de partida se sitúa en la ocupación en el año 801 de la ciudad de Barcelona gracias a la unión de la población hispanogoda a los ejércitos francos comandados por Luis el Piadoso (hijos e Carlomagno). Barcelona se convirtió en un condado al igual que fueron surgiendo otros como Gernona, Urgel, Besalú o Ampurias. La crisis del imperio carolingio facilitó que los condes que había al frente de cada condado pudieran transferir el territorio a sus herederos. Un conde llamado Vifredo el Velloso (879-898), además del condado de Barcelona, se hizo con el control de varios condados que pasarían indivisos a sus herederos (Barcelona, Vic y Gerona). Aunque posteriormente se volvieron a dividir por herencias. Vilfredo además impulsó las tareas repobladoras mediante el sistema de la aprisio siendo sus protagonistas gentes de las montañas 1 pirenaicas 3. EXPANSIÓN Y FORMAS DE OCUPACIÓN DEL TERRITORIO (desde el 1035 hasta el siglo XIII). Los núcleos de resistencia que se habían constituido en el norte de la Península desarrollarán a partir del siglo XI una política de expansión activa ampliando su espacio geográfico a costa de los territorios musulmanes. El momento era perfecto debido a la ruptura de la unidad política de del califato de Córdoba y su disgregación en numerosos reinos taifas. Los reinos cristianos, cada vez más poderosos, dejaron de pagar parias a al-Andalus para ser ellos los que cobraban estos tributos a los reinos taifas. La situación de poder se invirtió y los ingresos gracias al tributo de las taifas permitieron la mejora y el aumento del ejército de los reinos cristianos. 1 Aprisio, presura o aprisión (en latín aprisio) es una forma de apropiación territorial que se dio en los reinos cristianos peninsulares medievales. Es un término que describe uno de los mecanismos de repoblación basado en el derecho romano. Página 4 No obstante, esta expansión no se explica sólo por la debilidad de al-Andalus. Este proceso hay que situarlo en el contexto de crecimiento del fervor cristiano de la Europa occidental, que llevó a una serie de acciones expansivas hacia el este, las Cruzadas y al impulso de las peregrinaciones (camino de Santiago) y también al crecimiento demográfico fruto de las mejoras en los cultivos. Este proceso de ocupación militar de tierras habitadas por musulmanes se hizo a veces a través de una colonización pacífica y otras de enfrentamientos bélicos. El avance sobre Al-Andalus se desarrolló en una serie de etapas que coinciden con la ocupación de los valles de los grandes ríos peninsulares y el litoral mediterráneo. El resultado inmediato fue la consolidación de cinco áreas políticas diferentes: el conjunto de Asturias, León y Galicia; Castilla; Navarra; Aragón y el territorio pirenaico oriental, más tarde Cataluña. 3.1 LA PRIMERA ETAPA. EL INICIO DE LOS AVANCES CRISTIANOS (1008-mediados s. XI). Esta etapa se desarrolló entre el inicio de la crisis del califato cordobés (1008) y el comienzo de los avances cristianos a mediados del siglo XI. El objetivo principal era el fortalecimiento de la línea defensiva que había establecido Alfonso III en el Duero y completar el dominio del valle. En ese momento, la máxima autoridad era el monarca navarro Sancho III, el Mayor (1000-1035), que extendió su dominio a los condados de Castilla (por matrimonio) y Aragón (por conquista y herencia), tuvo influencia sobre el reino de León y tuvo como vasallos a los condes de Gascuña y Barcelona. Por ello gozó de gran prestigio incluso fuera de la Península. Fue el primer rey cristiano en cobrar parias a los nacientes reinos de taifas musulmanes. A su muerte (1035) su gran reino se repartió entre sus hijos y Aragón y Castilla se convirtieron en reinos. Uno de sus hijos, Fernando I rey de Castilla venció al rey de León (su cuñado) proclamándose también rey de León. Ramiro I lo fue de Aragón (que acabará absorbiendo los condados de Sobrarbe y Ribagorza que habían correspondido a su hermano Gonzalo) y el reino de Navarra quedará para García de Nájera. 3.2 LA SEGUNDA ETAPA. LA OCUPACIÓN DE LOS VALLES DEL TAJO Y EL EBRO (1085-1195). Los reinos cristianos consiguieron trasladar la línea fronteriza del Duero hasta el Tajo con la ocupación de la importante taifa de Toledo (1085). Afonso VI de Castilla y León y Alfonso el Batallador de Aragón, fueron los principales protagonistas. Ante esa amenaza las restantes taifas pidieron ayuda a los almorávides, que llegaron a la Península en 1085 y derrotaron a Alfonso VI en Zalaca y Uclés y a Alfonso I de Aragón en Fraga. Tras estos hechos los almorávides unificaron al-Andalus bajo su mando y frenaron el avance de los cristianos, que no obstante conservaron Toledo y Zaragoza. Poco después, al-Andalus disminuyó su extensión al perder los valles del Tajo y del Ebro. La empresa fue llevada a cabo por catalanes y aragoneses, unidos bajo el poder de Ramón Berenguer IV (conde de Barcelona y regente de Aragón), por portugueses (ya independientes de Castilla y León) y por castellanos con Alfonso VII. La ocupación de Tortosa y Lérida (1145) en el este y de Lisboa (1147) en el oeste, contribuyó al fortalecimiento de las nuevas fronteras. 3.3 LA TERCERA ETAPA. HACIA LOS VALLES DEL GUADIANA, TURIA Y JÚCAR (1195-1212). Una nueva reacción musulmana fue protagonizada por los almohades, que consiguieron nuevamente detener el avance cristiano y unificar al-Andalus bajo su autoridad, aunque por poco tiempo. El enfrentamiento en Alarcos (1195) con los castellanos de Alfonso VIII supuso un gran éxito almohade. Pero en 1212 en la batalla de las Navas de Tolosa la mayor parte de los reinos cristinos, unidos a instancias del Papa, consiguieron derrotar a los almohades. Esta fue una de las victorias más importantes de la reconquista, pues con ella los cristianos controlaron las comunicaciones del Guadalquivir con la Meseta. Hechos reseñables del siglo XII fueron el intento de unir mediante matrimonio el reino de Castilla y León (reina Doña Urraca) con el de Aragón (rey Alfonso I) siendo aquel matrimonio un fracaso, el creciente poder y autonomía del condado de Portugal a cuyo frente estaba la hermana de Doña Urraca, Teresa y que finalmente será reino independiente cuando Alfonso VII, hijo de La reina Página 5 Doña Urraca, reconozca a su primo Alfonso Enriquez como rey de Portugal y la firma del tratado de Tudillén (1151) entre Alfonso VII (Castilla y León) y Ramón Berenger IV (Aragón), por el que se repartían el territorio de al-Andalus pendiente de conquista. 3.4 LA CUARTA ETAPA. EL VALLE DEL GUADALQUIVIR Y EL LITORAL MEDITERRÁNEO. Durante el siglo XIII Castilla se expandió por el valle del Guadalquivir, la Corona de Aragón por el litoral mediterráneo, los portugueses completaron sus dominios al sur del Tajo, al tiempo que Navarra quedaba bloqueada entre los dos grandes reinos peninsulares y dirigía sus intereses hacia la política francesa. La conquista de Córdoba (1236), Jaén (1246) y Sevilla (1248) por Fernando III el Santo , situó la frontera de Castilla en el valle del Guadalquivir, expandiendo la conquista hasta las marismas. Su hijo Alfonso X el sabio continuaría la ocupación de la Bética recuperando Jerez y Cádiz. Mientras Jaime I el Conquistador (1213-1276), ocupó Mallorca y Valencia para la corona de Aragón e hizo entrega del reino de Murcia a su yerno Alfonso X el Sabio, hijo del rey castellano. La firma de los tratados de Corbeil entre Jaime I y Luis XI de Francia, que confirmaba la renuncia de la Corona de Aragón a sus dominios franceses, llevó a catalano-aragoneses a iniciar una expansión por el Mediterráneo. Jaime I inició la formación de un imperio comercial en el Mediterráneo occidental con pequeños enclaves en la zona oriental. Cabe destacar las diferencias entre los dos territorios: Aragón extenso, agrícola y poco poblado frente a una Cataluña más pequeña, más poblada y eminentemente artesanal y mercantil. El auge del comercio catalán explica que en el año 1282 se crease el “consulado del mar” Castilla, que había vivido un nuevo peligro africano con la llegada de los benemerines, decidió llevar a cabo la conquista del estrecho de Gibraltar para impedir nuevas invasiones. La derrota de los benemerines en 1340 por Alfonso XI y la toma de Algeciras en 1344, fueron definitivas para cerrar el paso del Estrecho a futuras invasiones africanas. 4. MODELOS DE REPOBLACIÓN. Tan importante como la conquista de un territorio es su ocupación poblacional y su explotación económica. Según fueron extendiéndose hacia el sur, los distintos reinos cristianos aplicaron diferentes fórmulas de ocupación que podemos categorizar en las siguientes: 1.REPOBLACION POR PRESURA: Se llevó a cabo al norte del Duero, en el norte de Navarra y norte de Cataluña. Se desarrolla entre los siglos VIII y X y consiste en la libre ocupación de tierras por parte de los repobladores-campesinos, animados por los nobles y la monarquía que les concedían la tierra que cultivasen como hombres libres. Las zonas cultivadas con este sistema dieron lugar a la aparición de pequeños y medianos propietarios, y a pueblos realengo. 2.REPOBLACION CONCEJIL POR FUEROS: Se llevó a cabo en las zonas comprendidas entre el Duero y el Guadiana, en el valle del Ebro y en el norte del Levante. Se desarrollaron en los siglos XI, XII y XIII. El territorio era dividido en concejos con grandes términos, y en la ciudad o villa cabecera se instalaba un representante del rey y un grupo de caballeros para su defensa. Una vez constituido el concejo, el rey otorgaba un fuero, carta de población o carta puebla: conjunto de normas que regulaban todos los aspectos de la vida concejil. La vecindad se obtenía por solicitud de los nuevos pobladores, a los que se concedía un solar para levantar su casa y tierras de cultivo, que al cabo de unos años pasaban a ser de su propiedad, así como el derecho al usufructo de las tierras y bienes comunales (bosques, zonas de pastos, etc.). Los pobladores musulmanes eran numerosos en estas zonas y se respetaron sus propiedades. La estructura resultante fue el predominio de la propiedad mediana libre con abundancia de tierras comunales. Las zonas repobladas con este sistema vieron aparecer ciudades importantes con artesanía, comercio y servicios que dependían del rey. La mayoría de sus habitantes eran hombres libres donde surgirá una pequeña burguesía. Ciudades con fueros importantes fueron Logroño, Burgos, Salamanca, Zaragoza y Valencia... 3.REPOBLACION POR DONADIOS REALES (GRANDES LATIFUNDIOS): Las zonas repobladas por este sistema fueron: La Mancha y la Baja Extremadura, parte de Andalucía y la provincia Página 6 de Teruel y el norte de Castellón Castellón. Fue en los XIII y XIV. Consistía en la entrega de grandes latifundios de las zonas rurales a las Ordenes Militares (Calatrava, Alcántara, Santiago y Montesa), a la Iglesia o a la nobleza. Estos latifundios se van a dedicar fundamentalmente a pastizales (Mesta) y a la producción de cereales. La densidad de población, sobretodo cristiana, era escasa y con un hábitat muy concentrado. Va a haber muy pocos propietarios y una gran cantidad de jornaleros y asalariados. 4.REPOBLACION POR REPARTIMIENTO: Fue el sistema aplicado a la repoblación del valle del Guadalquivir, por el oeste, y del litoral levantino de Castellón a Murcia, por el este. Tras la conquista, los oficiales reales inventariaban los bienes obtenidos, los dividían en lotes (donadíos) y los repartían entre quienes habían participado en la conquista. El tamaño y valor de los lotes estaban en función del rango social de quién los recibía. A los numerosos pobladores musulmanes se les permitía permanecer como colonos, pero muchos prefirieron huir a Granada o a África. El resultado fue la adquisición de grandes latifundios por la nobleza, las órdenes militares y la Iglesia. Este proceso de repoblación estableció una estructura de propiedad de la tierra que se ha mantenido prácticamente sin modificaciones hasta nuestros días, aunque hayan cambiado los propietarios. Es la característica división, delimitada por el río Tajo, entre la España latifundista del sur y la España de la mediana y pequeña propiedad del norte. 5. ORGANIZACIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA. EL NACIMIENTO DE LA MESTA Como en el resto de Europa, entre los siglos VIII al XIII se fue produciendo una feudalización de la sociedad hispánica. En el siglo XIII prácticamente todo la sociedad del territorio cristiano peninsular estaba regida por una red de relaciones señoriales, según las cuales los nobles obtenían rentas y ejercían derechos jurisdiccionales sobe sus propiedades, mientras los campesinos disponían del dominio útil de la tierra, pero estaban sometidos a la jurisdicción señorial. Los señoríos eran territorios concedidos por el rey a un particular o a una institución (un monasterio, por ejemplo), en ocasiones como pago por algún servicio prestado. A partir del siglo XII y de forma progresiva, los reyes empezaron a otorgar a los beneficiarios de estas donaciones el privilegio de la inmunidad (garantía de que en esos territorios el rey no intervendría). Así, tales lugares se convirtieron en señoríos jurisdiccionales, y sus pobladores, en vasallos del nuevo señor, que asumía sobre ellos las funciones propias del monarca. Los titulares de señoríos disfrutabande derechos específicos, como territoriales, jurisdiccionales, personales o de monopolio. Con el avance de la conquista, los campesinos libres poco a poco vieron la necesidad de ponerse bajo la protección de los señores a cambio de entregarles sus tierras, convirtiéndose así en siervos. Por otra parte, la sociedad feudal era una sociedad fuertemente jerarquizada, dividida en estamentos y de estructura piramidal. Así, en la cúspide estaba el rey, a continuación los estamentos privilegiados, nobleza y clero, que eran los propietarios de la mayor parte de las tierras, estaban exentos del pago de impuestos y gozaban de leyes especiales. Por último, en la base se encontraba el llamado estado llano formado por campesinos y la incipiente burguesía de las ciudades, todos ellos pagaban impuestos (pecheros) y estaban sometidos por relaciones de dependencia al rey o a los señores y constituían el estamento no privilegiado. Esta estructura social tripartita se mantuvo hasta las reformas liberales del siglo XIX. La nobleza y el clero eran los estamentos privilegiados, pues todos sus miembros gozaban de privilegios legales de todo tipo, entre ellos disponer de tribunales propios y un tratamiento de favor ante igualdad de delitos, así como estar exentos de pagar tributos. Además, una gran parte de sus miembros tenían señoríos: los de la nobleza pertenecían al titular de la casa nobiliaria y los del clero, a la institución eclesiástica correspondiente (una abadía, una catedral, etc.). Con el tiempo Página 7 se extendió entre los principales linajes nobiliarios la práctica de constituir mayorazgos , 2 instrumento fundamental que garantizaba la conservación del patrimonio familiar y su transmisión íntegra a los futuros herederos. La situación de las mujeres no era muy distinta de la que tenían sus contemporáneas en al Ándalus, y dependía de su posición social, de su lugar de residencia (campo o ciudad) y, en menor medida, de su religión; pero siempre dependiendo de los hombres y sometidas a ellos. Sus funciones esenciales eran la procreación, las labores domésticas y los cuidados en el ámbito familiar. Una gran parte de las pertenecientes al estado llano desempeñaban, además, trabajos de muy diverso tipo fuera del hogar. No obstante, los territorios cristianos presentaban, en relación con las mujeres, algunas peculiaridades significativas, entre las que se pueden señalarse: - En los reinos cristianos, las mujeres podían ser reinas titulares por derecho propio, y no simplemente reinas consortes. Sin embargo, solo en Castilla y León podían gobernar de forma efectiva, mientras que en Aragón y Navarra el gobierno efectivo debía ejercerlo un hombre. - El ingreso en conventos era para las mujeres cristianas una alternativa al matrimonio. Pero así como en el matrimonio las mujeres raramente podían elegir con quién casarse, en el ingreso a la vida monacal era frecuente que la decisión la tomasen padres, hermanos o familiares varones. Y, aunque parezca contradictorio, en muchas de estas instituciones las monjas gozaban de mayor libertad e independencia, a pesar de la reclusión y las normas. - En el otro extremo, la prostitución, aunque condenada por la Iglesia, era una actividad legal y regulada por fueros u ordenanzas municipales, y en casi todas las ciudades existían prostíbulos cuya propiedad podía ser del rey, de algún noble o del concejo. Al margen existían dos minorías que a menudo fueron perseguidas: los judíos y los mudéjares. Los primeros vivían preferentemente en las ciudades, en barrios específicos, juderías, y se dedicaban a la artesanía y al préstamo. Los mudéjares, musulmanes en territorio cristiano, se dedicaron a la agricultura y se localizaban principalmente en Navarra y la Corona de Aragón. La esclavitud fue revitalizada por los nuevos reinos cristianos y mantuvo plena vigencia durante toda la Edad Media. Su posesión estaba inicialmente solo al alcance de nobles y ricos burgueses, pero al final de la Edad Media la afluencia masiva de negros guineanos y, en menor medida, de guanches de Canarias abarató su precio y otros grupos sociales menos acomodados pudieron comprar uno o dos esclavos, como signo de distinción y prosperidad. La economía durante la Alta Edad Media fue fundamentalmente agraria. La mayor parte de la población se dedicaba a la agricultura. La propiedad de la tierra era muy diversa; los nobles y la jerarquía eclesiástica tenían señoríos (trabajados por siervos) y grandes latifundios donados por la monarquía durante la repoblación. En el centro y en el norte peninsular predominaba la mediana y pequeña propiedad agraria de las zonas repobladas con presura y con el método concejil. En los valles del Ebro, Levante y Andalucía permanecieron grandes grupos de población musulmana (mudéjares) que siguieron manteniendo una agricultura de regadío. Las técnicas de cultivo eran muy pobres: arado romano, barbecho, cereales y vides, ausencia de abonos… Dentro de la economía agraria destacará rápidamente la ganadería, sobre todo tras las grandes conquistas del siglo XIII, así surgirán la Mesta y la Casa de Ganaderos de Zaragoza. El Honrado Concejo de la Mesta fue creado por Alfonso X “el Sabio” que en 1273 lo dotó de una gran serie de privilegios. Las mestas eran asociaciones de pastores de carácter local que se habían ido creando para regular los movimientos del ganado en sus respectivas zonas. El Honrado Concejo de la Mesta debió de ser el resultado de la unión de distintas mestas locales. Perduró hasta 1836, tras diversos avatares. Alcanzó su máxima pujanza con los RR.CC. y los nuevos privilegios concedidos por estos. Era una institución que se encargaba de regular todos los aspectos relativos a la ganadería trashumante de ovejas merinas que en verano pastaba en los montes del norte (Montes de León, Sistema Central, Sistema Ibérico, etc.) y en invierno en las dehesas de la Mancha, Extremadura y Andalucía. Estaba organizada en cuatro cuadrillas (León, Segovia, Soria y Cuenca) que se reunían en asamblea dos veces al año. La Mayorazgo: Era un conjunto de propiedades familiares que debían transmitirse íntegras al primogénito de 2 cada generación, por lo que no podían ser vendidas ni divididas, pero tampoco embargadas por deudas. Página 8 máxima autoridad jurisdiccional era el Alcalde Entregador Mayor, cuyo nombramiento correspondía al rey. El Alcalde Entregador Mayor nombraba a un alcalde entregador para cada cuadrilla, a alcaldes de dehesas, de puertos y arrendamientos. Los alcaldes se encargaban de que las cañadas (vías pecuarias mayores que unían las zonas de invernada y veraneo) y cabañeras estuviesen libres. Así mismo juzgaban todos los litigios establecidos entre ganaderos y campesinos y entre ganaderos y las autoridades locales. También se encargaban de recaudar los impuestos por el paso de los puertos de montaña (montazgo) y los derechos reales (era la parte más sustanciosa de la débil hacienda real castellana). Los objetivos de la Mesta eran: explotar los enormes territorios vacíos y conquistados por Fernando III, beneficiar y controlar a la nobleza e Iglesia en su mayoría dueños de los inmensos rebaños, y homogeneizar la explotación del medio rural sometida a muchas particularidades por los fueros y costumbres de la repoblación. La monarquía protegió y benefició a la Mesta a lo largo de su historia frente a los agricultores. La inclinación de la monarquía en favor de los ganaderos se debió, sobre todo, a dos razones: el poder de los grandes propietarios de ganado trashumante (nobleza y clero) y los elevados ingresos obtenidos por la monarquía con el cobro de impuestos sobre el comercio de la lana. Surgió, así, una rivalidad entre agricultores y ganaderos que fue constante hasta el siglo XVIII. La lana de la oveja merina era la de mayor calidad en Europa. Miles de compradores acudían a la feria de Medina del Campo a comprar la lana para su exportación. Para centralizar la exportación de la lana surgió el Consulado de la Lana con sede en Burgos. Los derechos de exportación eran enormes. El desarrollo de la producción y comercialización de la lana frente a la agricultura originará graves problemas a la agricultura sobre todo en períodos de expansión roturadora. La artesanía se desarrolló en las ciudades que fueron surgiendo a lo largo del Camino de Santiago y en las ciudades conquistadas a los musulmanes. Se regía por un férreo sistema gremial. La artesanía destacó en Andalucía y sobre todo en Cataluña a partir del siglo XIII. El comercio se desarrolló muy tardíamente. La economía hasta el siglo XIII era prácticamente de subsistencia y cerrada. Con la expansión del cultivo y con el desarrollo de la Mesta empezaron a surgir rutas interiores. Los monarcas para animar este movimiento y conseguir un desarrollo de la burguesía que frenase las ansias de poder de la nobleza, crearon numerosas ferias a lo largo de sus territorios, entre las que destaca la de Medina del Campo. El comercio internacional se extendió con el dominio del estrecho de Gibraltar. Los castellanos tendieron al dominio de las rutas atlánticas que comunicaban las villas cantábricas con el Canal de la Mancha y Flandes, llegando a ser la flota mercante y militar más importante de la zona. Los catalano-aragoneses tendieron hacia el Mediterráneo y el norte de Africa, compitiendo para ello con las ciudades italianas. 6. LOS SISTEMAS DE GOBIERNO. Durante la Edad Media surgirán diferentes fórmulas de gobierno que perdurarán durante siglos y que tendrán mucha repercusión en la historia de la península. La Corona de Castilla acabará englobando a los reinos y territorios de Galicia, Asturias, León, País Vasco, Castilla, Extremadura, Andalucía y Canarias. La monarquía tuvo un gran peso político debido sobre todo a la existencia de pueblos de realengo y de ciudades con fueros, pero los enormes territorios entregados en la repoblación a las órdenes religiosas, a la Iglesia y a los nobles hicieron surgir una nobleza terrateniente muy poderosa, en algunos casos incluso más poderosa que la misma monarquía. Con el fin de simplificar las diferencias legales entre todos los territorios y ciudades con fuero, Alfonso X, el Sabio elaboró el "Código de las Partidas " y 3 concedió el "Fuero General" a todas las ciudades. Código de las Partidas o de las Siete Partidas: son un cuerpo normativo redactado en Castilla durante 3 el reinado de Alfonso X (1221-1284) con el objetivo de conseguir una cierta uniformidad jurídica del reino. Su nombre original era «Libro de las Leyes», y hacia el siglo XIV recibió su actual denominación, por las secciones en que se encontraba dividida. Esta obra se considera uno de los legados más importantes de Castilla a la historia jurídica de Occidente al ser el cuerpo jurídico de más amplia y larga vigencia en España e Indias. Página 9 Desde 1188 en el reino de León y durante el siglo XIII en el resto de los reinos, los monarcas convocaron a la Curia también a burgueses, en representación de las ciudades más importantes, y así nacieron las Cortes. Las de Castilla y León se fusionaron tras la unión de ambos reinos en el siglo XIII, pero en la Corona de Aragón se mantuvieron separadas las Cortes de Aragón, las de Cataluña y las de Valencia (el reino de Mallorca nunca tuvo Cortes propias), teniendo todas en común al mismo monarca. Las Cortes medievales eran convocadas por el rey y reproducían la estructura estamental de la sociedad, ya que estaban compuestas de tres brazos (en representación de la nobleza, el clero y las ciudades), cada uno de los cuales deliberaba por separado y emitía un voto único. En las Cortes del reino de Aragón los brazos eran cuatro, pues la nobleza contaba con dos: uno de ricos hombres y otro de caballeros e infanzones. Aunque las Cortes de la Corona de Aragón y las de Navarra tuvieron mayor protagonismo político que las de Castilla, con un papel de relativa importancia en la propuesta o aprobación de leyes, las funciones de las Cortes en todos los territorios eran esencialmente dos: 1. Atender las consultas del rey en asuntos de especial importancia y 2. votar la aprobación de servicios (contribuciones económicas o impuestos de carácter extraordinario), lo que cada vez fue más frecuente, ya que los ingresos fiscales ordinarios de la monarquía a menudo eran insuficientes. En cualquier caso, ni la composición ni las funciones de estas primitivas Cortes estamentales son equiparables a las de las actuales Cortes o Parlamentos constitucionales: no eran representativas de la voluntad general, no tenían poder legislativo y no disponían de instrumentos legales para controlar el poder del monarca, más bien al contrario, ya que cumplían con las dos obligaciones básicas que tenía todo vasallo ante su señor: asistirle con el consejo (consilium), atendiendo a sus consultas; y prestarle ayuda (auxilium), en este caso de tipo económico. 7. LAS TRES CULTURAS PENINSULARES. La convivencia durante la Edad Media de cristianos, musulmanes y judíos en la península supuso un inevitable y enriquecedor trasvase de elementos culturales entre los tres grupos. Por eso se ha hablado con frecuencia de que España fue un "eslabón entre la cristiandad y el Islam", o, mejor aún, un crisol de estas tres culturas. Ya en los primeros siglos de Edad Media, los mozárabes que emigraron a las tierras cristianas del norte aportaron ideas y técnicas propias del mundo islámico debido a su arabización. La conquista de Toledo (1085), Zaragoza (1118) y las de Andalucía y el Levante en la década de 1240, supusieron la incorporación a los reinos cristianos del norte de una importante población musulmana y judía. Los reyes trataron de mantener dichas poblaciones por intereses económicos. Así Alfonso VI tras conquistar Toledo prometió a musulmanes, judíos y mozárabes el mantenimiento de sus propiedades y sus leyes; Alfonso I tras conquistar Zaragoza y la cuenca del Jalón hizo mención expresa a la defensa de la integridad de los mudéjares, la mayoría artesanos y agricultores de regadío, para defender los intereses del reino y de la nobleza. No obstante, esta convivencia no fue tan idílica como se ha tratado de presentar. Si bien en el siglo XIII hubo cierta paz y los judíos alcanzaron puesto de poder cercanos a los monarcas, bajo esta aparente colaboración y en el resto de la sociedad existió una convivencia marcada por la segregación, marginación cuando no persecución. A las comunidades musulmanas y judías, a partir del siglo XIII, se les obligaba a vivir fuera de las murallas, en barrios especiales, juderías y aljamas, a vestir con señales distintivas de su religión y se les impedía el ejercicio de determinadas funciones sociales o políticas, así como formar compañías con cristianos. A partir de finales del siglo XIV hubo auténticas persecuciones, fundamentalmente contra los judíos (progromos). La Escuela de Traductores de Toledo alcanzó su máximo apogeo durante el reinado de Alfonso X “el Sabio”, donde sabios judíos, musulmanes y cristianos colaboraron en la traducción al latín y al castellano (remarcando el apogeo de esta lengua) de las obras clásicas (Aristóteles, Platón, Galeno, Ptolomeo, etc.) que previamente habían mandado traducir al árabe los primeros califas. Decisiva en la escuela fue la participación de sabios judíos autores de las tablas astronómicas alfonsíes. También tiene su origen en esta escuela las Cantigas de Santa Maria obra poética escrita en lengua gallega. Alfonso X alentó también las obras lúdicas y la música. El siglo XIII fue testigo del nacimiento de las universidades. El primer centro universitario fue el de Salamanca consolidado en 1254 durante el reinado de Alfonso X el Sabio.