Material de apoyo Ciencias Sociales II-67 PDF
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Este documento analiza la creciente rivalidad geopolítica y económica entre el G7 y China. Se centra en la importancia de la coordinación sobre coerción económica y las diferentes opiniones sobre cómo lidiar con el ascenso chino. El texto explora la situación con Rusia y los desafíos para el continente europeo.
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tecnológico y digital, y se comprometió a promover un enfoque basado en reglas en el sistema económico global. Estas críticas reflejan la creciente rivalidad geopolítica y económica entre el G-7 y China, y la importancia para el G-7 de establecer una postura común entre las economías más avanzadas d...
tecnológico y digital, y se comprometió a promover un enfoque basado en reglas en el sistema económico global. Estas críticas reflejan la creciente rivalidad geopolítica y económica entre el G-7 y China, y la importancia para el G-7 de establecer una postura común entre las economías más avanzadas del mundo. Así, se lanzó una plataforma de coordinación sobre coerción económica para proteger las cadenas de suministro globales y prevenir el uso militar de tecnologías desarrolladas. En relación con este tema, sin embargo, el G-7 enfrenta algunos problemas. En primer lugar, hay falta de unidad de acción respecto de China en comparación con Rusia. Los miembros europeos del G-7 se benefician de su intercambio con la nación asiática, y es difícil que puedan aislarse de ella al mismo tiempo que deben reorientar su política energética fuera de la órbita rusa. Asimismo, varios de los aliados estadounidenses en el Pacífico son muy dependientes del mercado chino. Además, las conclusiones del G-7 sobre China incluyen mensajes contradictorios: buscan «establecer relaciones constructivas», pero también señalan áreas de conflicto en temas como la militarización de islas, los abusos a los derechos humanos y la presión sobre Taiwán. Por último, el enfoque del G-7 en la competencia con China podría alienar a otros actores, como la India y Brasil, que recelan de la continuidad de la hegemonía estadounidense. Todo esto parece sugerir que no será fácil alcanzar algo así como un bloque «occidental» que se enfrente a China con posturas unificadas, que la posición «dura» estadounidense de alejar a sus aliados europeos de Beijing enfrenta serias dificultades y que, para bien o para mal, la penetración del gigante asiático en la economía mundial es un hecho. Queda por ver si China busca modificar las reglas del orden económico liberal o solamente quiere presidir ese viejo orden. Lo que es evidente es que hoy existen diferentes opiniones sobre cómo lidiar con el ascenso chino, y que no hay alineamiento automático con lo que Washington desearía. La situación con Rusia es distinta. La invasión de Ucrania no solo es una violación del derecho internacional, sino que implica además un desafío al continente europeo en dos de sus flancos más débiles: la energía y la seguridad. No debe sorprender entonces que en este tema Washington consiga un apoyo europeo más firme. Como no podía ser de otra manera, tanto Moscú como Beijing arremetieron contra una cumbre que no solamente no los incluye, sino que parece deliberadamente orientada en contra de ellos. El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, criticó al G-7 por la soberbia de creerse «su propia grandeza». Por su parte, su par chino, Qin Gang, acusó a los líderes del G-7 de obstaculizar la paz internacional por su decisión de difamar y atacar a China, y afirmó que es necesario que el grupo reflexione sobre su propio comportamiento. En este punto, China juega su propia carta: presentar la línea dura estadounidense como la única disruptiva del orden económico mundial. La respuesta china enfatiza que Europa no debería convertirse en cómplice de la «coerción económica» estadounidense, que busca «dividir el mundo sobre la base de ideologías y valores». Aun cuando la imagen china en Europa ha recibido un duro golpe en los últimos meses (con su relativa cercanía con Moscú, el aumento de la presión militar sobre Taiwán y las sanciones económicas contra Lituania, luego de un desacuerdo sobre la isla reivindicada por Beijing), la importancia económica del país asiático es un imán del que parece difícil despegarse y que seguramente crecerá. Sin embargo, la dureza del comunicado del G-7 contra China es significativa, lo que sugiere que los esfuerzos diplomáticos estadounidenses para alinear a sus socios europeos en el plano discursivo son importantes. El análisis de lo ocurrido en la cumbre muestra también que, a pesar de la inclusión de líderes de países no pertenecientes al grupo (tales como la India, Indonesia, Brasil, Corea del Sur y Vietnam), sus 66