Nuevos Escenarios Geopoliticos Post COVID-19 PDF

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Universidad Nacional de La Plata

Juan Sebastián Schulz

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Este documento analiza los nuevos escenarios geopolíticos tras la pandemia de COVID-19, centrándose en la crisis de hegemonía de Estados Unidos, la multipolaridad y los desafíos para América Latina. Se aborda la creciente importancia de China en el sistema mundial, presentando una perspectiva interdisciplinaria y fundamentada en teorías de relaciones internacionales.

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I.9. NUEVOS ESCENARIOS GEOPOLÍTICOS POST COVID-19. CRISIS DE HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE, MULTIPOLARIDAD RELATIVA Y DESAFÍOS PARA AMÉRICA LATINA. Juan Sebastián SCHULZ [email protected] Instituto de Investigacio...

I.9. NUEVOS ESCENARIOS GEOPOLÍTICOS POST COVID-19. CRISIS DE HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE, MULTIPOLARIDAD RELATIVA Y DESAFÍOS PARA AMÉRICA LATINA. Juan Sebastián SCHULZ [email protected] Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IdIHCS) Universidad Nacional de La Plata/CONICET. Introducción La pandemia de Covid-19 expuso las transformaciones que ha experimentado el sistema mundial en los últimos años. La crisis económica, política y social en las economías centrales, que hoy tienen enormes dificultades para contener los efectos del Covid-19, es la expresión de una crisis más profunda que marca un punto de inflexión en el orden global actual. Desde 2014 China encabeza el ranking mundial de las economías medidas por su PIB (PPA), desplazando a Estados Unidos a un segundo lugar. A su vez, de las diez mayores economías del mundo, cinco son países del BRICS e Indonesia. Estos cambios muestran que el dinamismo económico se está desplazando desde occidente y el “norte desarrollado” hacia oriente y el “sur emergente”. En este contexto, se producen realineamientos geopolíticos a gran escala, que reconfiguran territorios, bloques económicos y capacidades locales para la producción científica y tecnológica, en un entorno global de crecientes tensiones y amenazas. Al mismo tiempo, la importancia relativa de los nuevos Estados emergentes en la economía y sistema mundial puede abrir una transición a un sistema multipolar. El proyecto de la Nueva Ruta de la Seda lanzado por China en 2013, reúne hoy en su memorándum de entendimiento a más de cien países del mundo. Esta iniciativa, que representa un enorme esfuerzo político-diplomático del gobierno chino para desarrollar una amplia cooperación internacional en el ámbito económico, comercial y científico-tecnológico, está reconfigurando el continente euroasiático y africano, y se propone incorporar a América Latina y el Caribe en sus proyectos. Este proceso expresa la creciente centralidad de China en el sistema mundial y la re-emergencia de una potencia que ya fue el centro más dinámico de la economía mundial desde el siglo XI hasta fines del siglo XVII (Gunder Frank, 2008). En este contexto, el presente trabajo propone presentar algunas dimensiones de la (re) emergencia de China en el sistema mundial, la crisis de hegemonía de EUA y los desafíos para la construcción de un mundo multipolar. Metodología En el presente trabajo se aborda la geopolítica como un campo de problematización, desde una perspectiva interdisciplinaria y recuperando matrices teóricas relevantes del pensamiento crítico mundial y latinoamericano, que permiten analizar con mayor propiedad la complejidad de los cambios en el sistema mundial. 107 Juan Sebastián Schulz Para una caracterización de la dinámica geopolítica actual del orden mundial, se parte de los abordajes de las teorías del sistema mundo (Arrighi, 2007; Wallerstein, 2007) y la teoría marxista de la dependencia (Dos Santos, 2002), las cuales nos posibilitan indagar integralmente el momento geopolítico actual y realizar análisis sistémicos sumamente necesarios para comprender la coyuntura contemporánea. Estos enfoques teóricos nos permitirán, por un lado, caracterizar los “ciclos sistémicos de acumulación” y el rol que los procesos de expansión financiera tienen en el desarrollo del sistema capitalista incorporando una visión de totalidad del sistema-mundo. Por otro lado, analizar las características políticas y económicas de la inserción dependiente de América Latina en el sistema mundial y la reproducción de esta relación de dependencia en el momento actual. Estos enfoques son puestos en relación con aquellos autores y autoras que describen y analizan los impactos de la actual configuración del sistema mundial en el Sur Global (Amin, 2004; Ceceña, 2008; Harvey, 2012) y en los Estados emergentes (Giaccaglia, 2017). Esto nos permite caracterizar los procesos actuales de reajuste espacio-temporales y los procesos de acumulación por desposesión, así como también los factores de poder que los proyectos en disputa buscan monopolizar para posicionarse como polos de poder. A su vez, también nos posibilita distinguir los “mercados emergentes” subordinados en el actual sistema mundial de los “poderes” o “potencias” emergentes que plantean cuestionamientos a las potencias centrales tradicionales y proponen instrumentos e instituciones alternativas. Estos enfoques nos permiten analizar las relaciones de poder presentes en el espacio social (Sanchez, 1991), concibiendo a la región como intrínsicamente conflictiva (De Jong, 2001). Esto nos llevará a abordar la complejidad de la relación centro-periferia, la cual será problematizada a partir de los aportes de los teóricos de la dependencia (Dos Santos, 1970; Marini, 1997; Martins, 2014), para interpretar las relaciones desiguales de poder en la configuración del escenario internacional. Todos estos procesos descriptos arriba son abordados desde una perspectiva de larga duración, a partir del enfoque de la larga duración de Braudel (1979). El enfoque propuesto nos demandará a analizar las características y transformaciones del capitalismo contemporáneo, a partir de la emergencia de nuevos actores en el sistema internacional que surgen del proceso de globalización y transnacionalización económica y su correlato en la aparición de nuevas formas de Estado (García Linera, 2010; Hardt y Negri, 2000; Harvey, 2004; Sassen, 2007). En este marco, se incorporan enfoques que abordan los estudios sobre hegemonía en relaciones internacionales (Cox, 2016; Gramsci, 1975; Sabido Mendez, 2005; Thwaites Rey, 1994), que nos permiten analizar los ciclos de hegemonía-crisis de hegemonía- contrahegemonía-nueva hegemonía en el escenario internacional actual. Para esto, se recuperan los estudios sobre la polaridad del poder mundial (unipolarismo, bipolarismo, multipolarismo, apolarismo, etc) (Dierckxsens y Formento, 2018; Gandásegui, 2016; Vadell, 2018; Sanahuja, 2008). Los estudios recientes de Arceo (2018), Ríos (2011), Malena (2010), Jabbour (2010) permiten analizar el ascenso de China en el sistema mundial. Estos trabajos son complementados con abordajes de teóricos chinos (Qin, 2011; Yan, 2011; Zhao, 2006), que nos otorgan miradas propias de los actores a estudiar, así como también de su concepción sobre los procesos geopolíticos en curso. A su vez, para caracterizar la creciente inserción de China en América Latina, se retoman los trabajos de Bruckmann (2012), Dussel Peters (2016) y Fornillo (2016), quienes desde distintos abordajes plantean críticamente las oportunidades y amenazas de la presencia del país asiático en la región. Para abordar la complejidad y multidimensionalidad del proceso social a analizar, se retoman trabajos previos para generar una propuesta teórico-metodológica desde el diseño de 108 I.9. Nuevos escenarios geopolíticos post Covid-19. Crisis de hegemonía estadounidense… métodos, técnicas e instrumentos relevantes teóricamente y apropiados técnicamente en base a una metodología acorde a los objetivos de la investigación. Estudiaremos nuestro objeto desde una perspectiva multidisciplinar a partir del análisis de las múltiples dimensiones de los intereses geopolíticos en juego en la región, articulando diversas áreas de conocimiento a partir de un análisis desde la economía política. El trabajo incorpora a su vez una fuerte base empírica que nos posibilite darle mayor rigurosidad a los análisis y a los resultados, a partir de fuentes oficiales y de organismos especializados, entre otros. Además de las variables económicas y sociopolíticas recopiladas de organismos especializados, se recuperarán acuerdos de cooperación internacional, documentos oficiales, etc. Para llevar adelante los objetivos propuestos, se realizó una base de datos propia desde las fuentes para una descripción profunda de los procesos analizados. Se retomaron artículos especializados, ensayos críticos, análisis históricos, análisis de la teoría de las relaciones internacionales, lectura de periódicos nacionales e internacionales, análisis de coyuntura y trabajos de investigación del área. Estas herramientas fueron complementadas incorporando el pensamiento estratégicos de los propios actores, a partir de fuentes oficiales, declaraciones públicas, discursos publicados, etc. Desarrollo A partir de los abordajes realizados por los teóricos del sistema-mundo (Wallerstein, 2007), observamos un proceso de reconfiguración del poder en el sistema mundial, a partir de la crisis de las “potencias centrales”, sumado a un proceso de decadencia relativa y crisis de hegemonía (Cox, 2016) de Estados Unidos que, según los autores, tiene sus inicios en los años ’70. La crisis financiera global de 2008 profundizó estos procesos, desencadenando una crisis económica, financiera, política y social del orden mundial, que algunos autores caracterizan como “sistémica” (Ramonet, 2011) o “civilizatoria” (Grosfoguel, 2016). En este proceso, se observa un cambio del centro de gravedad del poder mundial (Laufer, 2014) desde el occidente hacia el oriente y desde el “norte desarrollado” hacia el “sur emergente”, proceso mediante el cual nuevos Estados empiezan a obtener mayor capacidad de decisión autónoma sobre sus políticas de desarrollo. Para referirse a este grupo de países que tuvieron un crecimiento sostenido durante el período previo y posterior a la crisis global, la literatura académica, económica y política (así como también los propios países) comenzaron a utilizar el concepto de “emergentes” (Giaccaglia, 2017; Pelfini y Fulquet, 2015). Estos abordajes nos permiten conceptualizar un nuevo grupo de actores en el sistema mundial que aparecen en un orden internacional convulsionado planteando propuestas para transformarlo. En este contexto, se acelera un proceso de multipolarización relativa, es decir, el desarrollo de “polos” de poder que acrecientan su capacidad de desarrollo autónomo e influencia mundial (Vadell, 2018; ZhengYu, 2015). A partir de estos procesos, algunos autores comienzan a plantear una relativa transición hacia un mundo multipolar o pluripolar. Otros autores, por su parte, señalan asimismo el peligro de una creciente conflictividad en el sistema internacional producto de las tensiones generadas por la crisis de la potencia declinante y el ascenso de nuevas potencias emergentes (Allison, 2017). La pandemia del Covid-19 expuso estas transformaciones, y catalizó procesos que venían gestándose desde hace varios años. En este contexto, el Covid-19 catalizó esta situación geopolítica y profundizó un proceso de reconfiguración hegemónica y de crisis económica, financiera, política y social del orden mundial. Una crisis del sistema capitalista tal y como lo planteó la globalización financiera neoliberal, y una crisis de la civilización, en tanto el modelo de producción capitalista contemporáneo, la cultura del descarte y la obsolescencia 109 Juan Sebastián Schulz programada ponen en crisis la capacidad de autorreproducción de la naturaleza y, en consecuencia, la del ser humano mismo (Dussel, 2020; Formento, 2016). En este marco, las potencias centrales del G7 tuvieron dificultades para contener al virus en sus territorios, y no solo han cuestionado a los organismos multilaterales como la OMS, sino que se han desentendido de las consecuencias internacionales que la pandemia trajo para el orden mundial. Informes recientes estiman que el primer semestre de 2020 es el peor desde hay estadísticas económicas en el mundo, y países como Italia, Portugal, Francia, España, Inglaterra y Bélgica perdieron entre dos y tres décadas de crecimiento, mientras que Estados Unidos, por su parte, perdió 6 años de producción (Ugarteche y Zavaleta, 2020) Sumado a sus consecuencias sanitarias38, el Covid-19 profundizó la crisis en el orden mundial y trajo consigo otras nuevas. Desde el inicio de la propagación del virus, China estableció cuarentenas completas y medidas de distanciamiento social rigurosas en Wuhan y otras zonas afectadas. Canceló eventos masivos (entre ellos, todos los festejos del Año Nuevo), suspendió los sistemas de transporte público de varias regiones y decretó el cierre de estaciones de trenes y aeropuertos. Pronto se sumó el cierre de fábricas. Este no es un dato menor considerando que, debido a las transformaciones en el capitalismo contemporáneo, China se ha convertido en un eslabón clave de las Cadenas Globales de Valor (CGV) (Girado, 2016). Hoy, la mayoría de las empresas multinacionales y transnacionales dependen de la mano de obra china en algún eslabón de su producción. Automotrices, electrodomésticas, electrónicas, telecomunicaciones y bienes de equipo fueron las principales afectadas ya que Wuhan es un nodo central de las CGV (se ubica en el 13° lugar entre 2.000 ciudades chinas por su papel en las cadenas de abastecimiento) (Schulz, 2020). Por su parte, la directora del FMI, Kristalina Georgieva, señaló que el 3,3% de crecimiento de la economía mundial proyectado para 2020, se vería seriamente afectado por el coronavirus (IMF, 2020). Para paliar la crisis, la Reserva Federal norteamericana (FED) “inyectó” (esto es, emitió sin ningún tipo de respaldo) unos 1.5 billones de dólares en el sistema financiero. Sin embargo, estas políticas de “expansión cuantitativa” y el mantenimiento de bajas tasas de intereses (esto es, prestar mucho dinero sin respaldo a cambio de nada) solo sirvió para inflar la burbuja de una economía ficticia que puede explotar en cualquier momento afectando y transformando el sistema capitalista tal y como lo conocemos (Dierckxsens y Formento, 2017). Como contraparte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2020) estima que la pérdida de empleos se disparará, y casi la mitad de la población activa mundial podría llegar a perder medios de vida. Esto impacta principalmente en los trabajadores de la economía informal, cuentapropistas, monotributistas, pero también en los ya golpeados trabajadores de algunos sectores de la economía formal, a quienes el modelo neoliberal viene recortando derechos y estabilidad desde los años ‘90, con el crecimiento de la deslocalización y transnacionalización de la economía global (Castells, 1997). En este marco, es importante analizar el protagonismo adquirido por la República Popular China, que desde 2014 no sólo se posicionó como la primera economía del mundo (medido en PBI-PPA), sino que también es la principal exportadora e importadora mundial de mercancías (Banco Mundial, 2020). A su vez, China es desde hace años el motor industrial del mundo: es el principal importador de petróleo del mundo, usó más cemento entre 2011 y 2013 que Estados Unidos durante todo el siglo XX, en los últimos 40 años sacó de la pobreza a más de 850 millones de personas, construyó un hospital para 1000 personas en 10 días, entre muchos otros datos impresionantes. 38 Al momento de escribir este artículo, según los datos de la Universidad Johns Hopkins, la cifra de contagios superaba los 23 millones en el mundo, mientras que el número de fallecidos se ubicaba por encima de los 800 mil. Recuperado de: https://coronavirus.jhu.edu/map.html. 110 I.9. Nuevos escenarios geopolíticos post Covid-19. Crisis de hegemonía estadounidense… Una de las iniciativas más importantes de la RP China es la de reconstruir la Ruta de la Seda, ahora diseñada y proyectada para abarcar los seis continentes, y que contempla no solo las relaciones económicas, sino también las políticas, sociales y culturales. La administración norteamericana encabezada por Donald Trump inició desde el principio de la pandemia no sólo una campaña de fuerte desprestigio a la Organización Mundial de la Salud, sino también una batalla ideológica con el objetivo de desprestigiar a la República Popular China, acusándola no sólo de haber ocultado información a la comunidad internacional, sino de ser la responsable de haber creado (accidentalmente o no) o virus y expandirlo al mundo. A su vez, los principales geoestrategas norteamericanos comenzaron a instalar la idea del Coronavirus como “Chernobyl chino” (Campbell y Doshi, 2020), intentando hacer un paralelismo con el accidente nuclear que marcó el inicio del ocaso de la Unión Soviética. Según los norteamericanos, tanto la “tragedia” de Chernobyl como el Coronavirus son indicios de la descomposición de un régimen autoritario jaqueado por las demandas democratizadoras de su pueblo y del sistema internacional. Sin embargo, esta visión contrastó con la posición de gran parte de los estados emergentes, que encontraron en China a un país dispuesto a reforzar la cooperación internacional para dar la batalla contra el virus. Desde que finalizó su etapa de contención del virus, China ha donado cientos de miles de mascarillas quirúrgicas y equipos de pruebas a 82 países, entre ellos Filipinas y Pakistán, ha enviado equipos médicos a Irán e Irak, y ha ofrecido un crédito de 500 millones de dólares a Sri Lanka para ayudar a combatir el virus. Además, ha donado recursos para combatir el virus a Italia, España, Panamá y varios países de Europa del Este (Wang Xi, 2020b). Pero es importante decir que China no es la única que se ha puesto al frente de la solidaridad internacional. El Coronavirus ha consolidado un bloque de cooperación multipolar que incluye a Rusia, la India, Irán, Sudáfrica, Cuba, entre otros estados. El gobierno chino señaló al Coronavirus como el “enemigo común de la humanidad” (Wang Xi, 2020a), y llamó a la comunidad internacional a realizar esfuerzos conjuntos para enfrentarlo. A su vez, valoró el esfuerzo del pueblo chino por controlar la epidemia, y vinculó esta lucha con la construcción de una comunidad de destino compartido para la humanidad. El Coronavirus también reflejó que hoy el motor industrial del mundo está en el Asia- Pacífico. Gran parte de lo que se necesita para contener y terminar con el virus se produce en China: el país asiático es el principal productor de máscaras quirúrgicas, produce aproximadamente la mitad de los respiradores N95 para proteger a los trabajadores de la salud, produce la gran mayoría de los ingredientes farmacéuticos activos necesarios para fabricar los antibióticos que abordan las infecciones secundarias emergentes del COVID-19. Además, la vacuna que está desarrollando China contra el Covid-19 ya se encuentra en Fase III, y el presidente Xi Jinping afirmó que las vacunas chinas estarían disponibles como un “bien público global”. El escenario descripto anteriormente plantea interrogantes para la región de América Latina y el Caribe (ALC), en función de cómo impactarán las transformaciones en el orden mundial, qué repercusiones traerá aparejada la pandemia del Covid-19 y qué rol jugará nuestra región en el sistema mundial contemporáneo. En este marco, el creciente protagonismo de China en el sistema mundial nos demanda profundizar los análisis sobre el lugar que el país asiático tiene en la región. Como muestran los datos de la CEPAL, ya desde 2008 China se convirtió en el primer socio comercial de prácticamente todos los países de la ALC, ubicándose en los primeros lugares de destino de exportaciones y de origen de importaciones de la región. El volumen de comercio entre China y ALC se multiplicó por más de 10 veces entre 2000 y 2013, acompañando un crecimiento expresivo de las inversiones chinas en la región, principalmente en proyectos estratégicos de infraestructura. 111 Juan Sebastián Schulz Un hito importante fue la creación del Foro de Cooperación entre China y la CELAC en 2014. La estrategia de relacionamiento entre China y ALC (Relaciones Exteriores de la República Popular China, 2016), establece que la RP China toma en cuenta a todo el continente latinoamericano y caribeño como una región integral. Lo mencionado arriba se da en el marco de una política del gobierno chino de profundizar las relaciones políticas y económico-comerciales con los países de ALC mediante las “Asociaciones Estratégicas Integrales”. Hasta ahora China ha establecido siete con la región: México (2016), Brasil (2017), Argentina (2015), Venezuela (2014), Chile (2016), Ecuador (2016) y Perú (2013), además de la “Asociación Estratégica” con Uruguay (2016). Para China, los “socios estratégicos” comparten objetivos en el área económica y en el área política, mientras que los “socios estratégicos integrales” comparten además objetivos en el área científica, tecnológica y militar. Por otro lado, la Nueva Ruta de la Seda también contempla a ALC y, hasta el momento, un total de 19 países de la región han firmado con China el memorando de entendimiento sobre la construcción conjunta de la Franja y la Ruta. La iniciativa contempla la construcción de diferentes obras de infraestructura como puertos, centrales nucleares, represas hidroeléctricas, ferrocarriles y carreteras que permitan mejorar la conectividad entre los países de nuestra región y entre ALC, además de promover la conectividad en el plano social y cultural. Es importante señalar que la creciente articulación entre ALC y China puede representar para la región una oportunidad histórica de establecer relaciones estratégicas orientadas al desarrollo económico, industrial y científico-tecnológico o la reproducción de una relación de dependencia y subordinación basada en su condición primario-exportadora. En este contexto, donde China emerge como un polo de poder en un orden mundial, nuestra región puede acoplarse acríticamente en la Ruta de la Seda como productora de materias primas sin valor agregado, recibiendo inversiones en proyectos de infraestructura que reproduzcan un patrón dependiente, profundicen la matriz extractivista que genera enormes ganancias para las transnacionales a costa de la devastación ambiental y el crecimiento de la miseria y la pobreza en la región. El patrón de comercio actual muestra que América Latina ha reprimarizado sus exportaciones hacia China: si en 1995 el 38% del total de exportaciones de la región hacia el país asiático eran materias primas sin valor agregado, en 2103 estas materias primas representaban más del 70%. Esta situación se agrava con el acelerado proceso de desindustrialización que se observa en algunos países de la región, como Brasil que representa el mayor parque industrial y la mayor economía de América Latina. Sin embargo, la inserción de ALC en la Nueva Ruta de la Seda también puede representar una oportunidad para romper los lazos de dependencia que históricamente han ligado a nuestra región con los Estados Unidos, pensando en el impulso de una estrategia de desarrollo económico e industrial soberano y socialmente inclusivo, como lo propuso la UNASUR en 2011. En esta coyuntura, otro aspecto que resulta relevante indagar es la estrategia de EUA en nuestra región, tanto desde el punto de vista histórico como en la coyuntura actual. Bajo la administración del presidente Trump, el ex Secretario de Estado Rex Tillerson, afirmó que la Doctrina Monroe “es tan relevante hoy como cuando fue escrita” (Gehrke, 2018), por lo que algunos autores señalan la posibilidad de una “nueva Doctrina Monroe” para ALC (Morgenfeld, 2018). En este marco, es fundamental hacer un balance los procesos de integración regional en ALC. Tanto de aquellos que se profundizaron a lo largo de los primeros 15 años del siglo XXI como los nuevos que surgieron marcados por una visión integracionista de recuperación de la soberanía y la cooperación. 112 I.9. Nuevos escenarios geopolíticos post Covid-19. Crisis de hegemonía estadounidense… Conclusiones Como sea que se resuelva la crisis, algunos autores señalan que nos encontramos experimentando el tránsito hacia una nueva etapa a nivel global. Si bien los cimientos del actual sistema internacional ya venían siendo fuertemente socavados desde hace algunos años, el Covid-19 cataliza y profundiza crisis mucho mayores, por lo que es imperioso estar preparados como país y como región. En todo este contexto, luego de contener los efectos del virus en su territorio, China aceleró su proceso de posicionarse como potencia protagónica del sistema mundial. Desde finales de abril puso a funcionar nuevamente su economía, y mientras el Banco Mundial pronostica caídas de entre 5 y 10 puntos para Estados Unidos, Japón y Europa, China ha comenzado a recuperarse y se pronostica un crecimiento positivo para este año. A su vez, sancionó la Ley de Seguridad Nacional para el territorio de Hong Kong, un territorio que es parte de China, pero que está controlado informalmente por las transnacionales globales principalmente británicas. Además, ya completó el despliegue global de la red 5G (y comenzó a desarrollar el 6G, lo que habla de que está a la vanguardia de la revolución tecnológica), completó la puesta en órbita de 35 satélites para el desarrollo de su propio geoposicionador “Beidu” (lo que le permite no darle información geopolítica estratégica al GPS norteamericano), y firmó un acuerdo de asociación estratégica con Irán para garantizarse el suministro de petróleo y gas durante los próximos 25 años. Todo en estos últimos meses, mientras occidente sigue intentando contener el virus y sus efectos sanitarios y económicos. El escenario descripto anteriormente plantea interrogantes para la región de América Latina y el Caribe, en función de cómo impactarán las transformaciones en el orden mundial, qué repercusiones traerá aparejada la pandemia del Covid-19 y qué rol jugará nuestra región en el sistema mundial contemporáneo. Las declaraciones del recientemente designado representante especial para la Promoción Comercial e Inversiones con la RP China, Sabino Vaca Narvaja, quien afirmó que nuestro país buscará “relanzar la asociación estratégica” (Página 12, 2020) con China e incorporar a Argentina en la Iniciativa de la Ruta de la Seda, pueden significar una importante oportunidad en el marco de un mundo en transición histórico-espacial, como también amenazas si no acompañamos esta vinculación con políticas tendientes al desarrollo regional autónomo y soberano. Podemos insertarnos de manera acrítica, subordinada, siendo nuevamente proveedores de materias primas hacia los nuevos polos de poder mundial. O podemos reclamar el protagonismo que nos ha sido negado durante gran parte de la historia, y volver a ser una potencia industrial, impulsando un bloque de integración sólido, donde naciones y pueblos seamos parte de esta historia que se escribe hoy para quién sabe cuántas generaciones. Bibliografía Allison, G. (2017). Destined for War: Can America and China Escape Thucydides's Trap? Boston – New York: Houghton Mifflin Harcourt. Amin, S. (2004). Geopolítica del imperialismo contemporáneo. En Boron (comp.) (2004). Nueva Hegemonía Mundial. Buenos Aires: CLACSO. Arceo, E. (2018). China, ¿el nuevo poder hegemónico? En Realidad Económica, N° 319, pp. 9-40. IADE Arrighi, G. (2007). Adam Smith en Pekín. España: Akal. BM (2020). Datos de libre acceso del Banco Mundial. Recuperado de: https://datos.bancomundial.org/. Braudel, F. (1979). La larga duración. En la historia y las ciencias sociales. Madrid: Alianza. 113 Juan Sebastián Schulz Bruckmann, M. (2012). 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