Guerra de Independencia Española (1808-1814) - Historia de España - PDF

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Este documento resume la Guerra de Independencia Española (1808-1814) en España. Explica las causas, etapas y consecuencias de este conflicto bélico.

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La guerra Español de independencia (1808-1814) El final del reinado de Carlos IV Cuando estalló la Revolución Francesa y Luis XVI fue ejecutado, España, al igual que otras monarquías europeas, declaró la guerra a Francia. España fue derrotada y tuvo que firmar los Tratados de San Ildefonso en 1796...

La guerra Español de independencia (1808-1814) El final del reinado de Carlos IV Cuando estalló la Revolución Francesa y Luis XVI fue ejecutado, España, al igual que otras monarquías europeas, declaró la guerra a Francia. España fue derrotada y tuvo que firmar los Tratados de San Ildefonso en 1796 y 1800. Estos tratados convirtieron a España y Francia en aliados contra el Imperio Británico. En 1805, la alianza anglo-portuguesa se fortaleció tras la derrota de España y Francia en la batalla naval de Trafalgar. Napoleón quería ocupar Portugal para debilitar la posición británica. Manuel Godoy, primer ministro de Carlos IV, firmó con Francia el Tratado de Fontainebleau (1807), que permitió que las tropas francesas cruzaran España camino a Portugal. Sin embargo, el ejército francés ocupó algunas ciudades españolas en su camino. Estos hechos, sumados al descontento general, llevaron al Motín de Aranjuez en marzo de 1808. Godoy fue destituido y Carlos IV abdicó en favor de su hijo, Fernando VII. Napoleón trasladó a la familia real española a la ciudad francesa de Bayona. Una vez allí, ordenó a Fernando VII abdicar en favor del hermano de Napoleón, José I. La Guerra de la Independencia El secuestro de la familia real provocó un levantamiento popular el 2 de mayo de 1808 en Madrid (conocido como El Dos de Mayo), seguido de otros levantamientos en toda España. Estos marcaron el inicio de la Guerra de la Independencia Española. La población española se dividió en afrancesados, que reconocían a José I como rey, y fernandinos, leales a Fernando VII. Fue un conflicto largo y amargo. El ejército francés estaba mejor equipado y entrenado, pero las guerrillas españolas los atacaban continuamente. La guerra tuvo tres etapas: Hasta finales de 1808: Tras el levantamiento en Madrid, los franceses sitiaron Zaragoza y Gerona, pero fueron derrotados en Bailén. Desde finales de 1808 hasta 1812: Las tropas de Napoleón ocuparon casi toda la península. De 1812 a 1814: Francia sufrió un declive militar durante este período. Las tropas españolas y británicas, lideradas por el Duque de Wellington, derrotaron definitivamente a los franceses, quienes se retiraron de España. Fernando VII regresó al trono. El parlamento y la Constitución de Cádiz El Parlamento de Cádiz (Cortes de Cádiz) La Guerra de la Independencia Española tuvo importantes consecuencias políticas. En las áreas leales a Fernando VII se crearon gobiernos locales, llamados juntas, para organizar la resistencia contra José Bonaparte. Posteriormente, se formó la Junta Central Suprema. En 1810, la Junta Central convocó un Parlamento Constituyente (Cortes Constituyentes). Este Parlamento se reunió en Cádiz, la única ciudad de la Península no ocupada por los franceses. Muchos diputados no pudieron asistir debido a la guerra y fueron reemplazados por sustitutos locales. En el Parlamento de Cádiz había tres grupos principales. La mayoría eran liberales que apoyaban reformas políticas, pero también había conservadores que defendían el absolutismo. Algunos diputados representaban a las colonias americanas. Legislación parlamentaria La legislación aprobada en el Parlamento de Cádiz tuvo una gran influencia en la historia posterior de España: El Parlamento elaboró la Constitución de 1812, la primera constitución española. También aprobó reformas que pusieron fin al Antiguo Régimen: se estableció la libertad de prensa, se abolió la tortura y se suprimieron la Inquisición, los señoríos y los gremios. Además, se declaró la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. El Parlamento de Cádiz (Cortes de Cádiz) La Guerra de la Independencia Española tuvo importantes consecuencias políticas. En las áreas leales a Fernando VII se crearon gobiernos locales, llamados juntas, para organizar la resistencia contra José Bonaparte. Posteriormente, se formó la Junta Central Suprema. En 1810, la Junta Central convocó un Parlamento Constituyente (Cortes Constituyentes). Este Parlamento se reunió en Cádiz, la única ciudad de la Península no ocupada por los franceses. Muchos diputados no pudieron asistir debido a la guerra y fueron reemplazados por sustitutos locales. En el Parlamento de Cádiz había tres grupos principales. La mayoría eran liberales que apoyaban reformas políticas, pero también había conservadores que defendían el absolutismo. Algunos diputados representaban a las colonias americanas. Legislación parlamentaria La legislación aprobada en el Parlamento de Cádiz tuvo una gran influencia en la historia posterior de España: El Parlamento elaboró la Constitución de 1812, la primera constitución española. También aprobó reformas que pusieron fin al Antiguo Régimen: se estableció la libertad de prensa, se abolió la tortura y se suprimieron la Inquisición, los señoríos y los gremios. Además, se declaró la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. La Constitución de Cádiz La primera constitución española fue aprobada el 19 de marzo de 1812. Reflejaba los principios del liberalismo: Reconocía la soberanía nacional, lo que significaba que el poder pertenecía a la nación y se ejercía a través de sus representantes. Estableció una monarquía hereditaria moderada, en la cual el monarca aprobaba las leyes. Adoptó el principio de la separación de poderes: El poder legislativo recaía en el monarca y un parlamento unicameral. Los diputados eran elegidos mediante sufragio universal masculino, aunque los candidatos debían poseer cierta riqueza. El poder ejecutivo estaba en manos del monarca, quien nombraba ministros, gestionaba las relaciones exteriores, declaraba la guerra y firmaba tratados de paz. El poder judicial lo ejercían los tribunales de justicia. Estableció el catolicismo como la única religión de España. Además, la Constitución de 1812 consagraba derechos importantes, como la igualdad ante la ley, el derecho a la propiedad y la libertad de prensa. El contexto de guerra dificultó la aplicación de esta constitución, pero su espíritu y sus características principales la convirtieron en un punto de referencia clave en la historia posterior de España. La restauración de Antiguo Régimen (1814-1833) La restauración del absolutismo (1814-1820) Fernando VII regresó a España en marzo de 1814. Un grupo de diputados absolutistas le envió el Manifiesto de los Persas, en el que se le pedía restablecer el poder absoluto de la monarquía. Fernando VII abolió la Constitución de 1812 y la legislación de las Cortes de Cádiz, y gobernó como monarca absoluto. Se restauró el Antiguo Régimen: las tierras confiscadas fueron devueltas a la aristocracia y a la Iglesia, y los nobles recuperaron sus antiguos privilegios fiscales. Los liberales fueron perseguidos y encarcelados, y muchos de ellos se exiliaron. Con escaso apoyo militar, intentaron varios levantamientos (pronunciamientos), pero estos carecieron de respaldo popular. Sus líderes fueron encarcelados o ejecutados. El período absolutista duró seis años (1814-1820) y es conocido como el Sexenio Absolutista. Los liberales en el poder (1820-1823) En 1820, el coronel Rafael del Riego lideró un pronunciamiento liberal exitoso que reinstauró la Constitución de 1812. El rey fue obligado a jurar la Constitución, liberar a los liberales encarcelados y convocar al Parlamento. Las reformas introducidas por las Cortes de Cádiz fueron restauradas. Esto dio inicio a un período liberal de tres años conocido como el Trienio Liberal. Estuvo marcado por constantes conflictos entre liberales moderados y radicales: Los moderados defendían reformas limitadas que fueran aceptadas por las élites y el monarca. Los radicales (exaltados) abogaban por más reformas y la aplicación completa de la Constitución de Cádiz. Durante este gobierno liberal hubo varios levantamientos absolutistas fallidos. En 1823, la Santa Alianza envió a un gran ejército conocido como los Cien Mil Hijos de San Luis a España, y Fernando VII fue restaurado como monarca absoluto. El fin del absolutismo (1823-1833) El segundo regreso de Fernando VII como monarca absoluto en 1823 coincidió con una grave crisis interna: Crisis fiscal. La Hacienda no tenía dinero, y la pérdida de la mayoría de las colonias americanas empeoró la situación. Tensiones políticas. Los liberales, perseguidos por la monarquía, se rebelaron repetidamente. Sucesión dinástica. Fernando VII no tenía hijos varones, y las reglas de sucesión (Ley Sálica) impedían que su hija Isabel se convirtiera en reina. La Pragmática Sanción (1830) cambió la ley en favor de Isabel, pero muchos absolutistas preferían a su hermano, Carlos de Borbón. Fernando VII murió en 1833. Su hija Isabel era una niña, por lo que la viuda de Fernando, la reina María Cristina, gobernó como regente en su nombre. Al mismo tiempo, Carlos de Borbón se proclamó rey de España. Esto dio inicio a la Primera Guerra Carlista (1833-1840). La guerra no fue solo un conflicto dinástico, sino también ideológico. Los liberales apoyaban a Isabel, mientras que los carlistas defendían el absolutismo, el retorno al Antiguo Régimen y la continuidad de los derechos tradicionales. Los partidarios carlistas se concentraban principalmente en el País Vasco, Navarra y algunas zonas de Aragón, Cataluña y Valencia. Los carlistas perdieron la guerra, que terminó con un tratado llamado el Abrazo de Vergara. Sin embargo, la rivalidad entre liberales y carlistas continuó, dando lugar a dos guerras carlistas más en el siglo XIX. Isabel II y el estado liberal (1833-1868) El triunfo del liberalismo (1833-1844) Isabel II heredó el trono con tan solo tres años, por lo que España fue gobernada por regentes en su nombre. La primera regente fue su madre, María Cristina. Durante su regencia tuvo lugar la Primera Guerra Carlista. El gobierno se vio obligado a buscar apoyo entre los liberales, quienes estaban divididos en dos grupos principales: moderados y progresistas. Ambos tenían visiones diferentes sobre cómo debía organizarse el poder político: Al principio, María Cristina se alineó con los moderados, pero las protestas populares, como el Motín de La Granja (1836), la obligaron a ceder el gobierno a los progresistas. Estos tomaron medidas para acabar con el Antiguo Régimen, como la desamortización promovida en 1836 por el ministro Mendizábal, que consistió en la expropiación y venta de propiedades de la Iglesia. También promulgaron la Constitución de 1837, que era menos liberal que la de 1812. En 1840, María Cristina fue reemplazada como regente por Baldomero Espartero, un general progresista que había logrado importantes victorias contra los carlistas. Sin embargo, su gobierno autoritario generó oposición tanto entre los moderados como entre los progresistas. En 1843, un pronunciamiento liderado por el general moderado Ramón Narváez puso fin a la regencia de Espartero. Ese mismo año, Isabel II fue proclamada reina con tan solo 13 años. La “Década Moderada” (1844-1854) Durante la “Década Moderada” (Década Moderada) del reinado de Isabel II (1844- 1854), hubo gobiernos moderados, a menudo encabezados por Narváez. La soberanía se compartía entre el monarca y el parlamento según la Constitución de 1845. Solo una pequeña minoría de la población masculina podía votar, y los derechos individuales, como la libertad de prensa, también estaban restringidos. El estado estaba centralizado. Los nuevos códigos civiles y penales, así como las reformas fiscales, unificaron las leyes y los impuestos en todos los territorios españoles. El gobierno controlaba las provincias a través de los consejos provinciales y los gobernadores civiles, y nombraba directamente a los alcaldes en las grandes ciudades. Las políticas ultraconservadoras del gobierno llevaron a la radicalización de los progresistas, que se dividieron en dos grupos: Los demócratas, que favorecían el sufragio universal masculino. Los republicanos, que querían hacer de España una república. En 1854, el general Leopoldo O’Donnell lideró un pronunciamiento contra el gobierno, llamado La Vicalvarada (nombrado así por el lugar cerca de Madrid donde comenzó). El Bienio Progresista (1854-1856) Durante dos años (1854-1856), se produjo un Bienio Progresista (Bienio Progresista). Hubo una considerable actividad legislativa, que incluyó la desamortización de Madoz (1855). Moderados y unionistas (1856-1868) En 1854, O’Donnell había creado la Unión Liberal, y este partido político centrista mantuvo el poder alternadamente con los moderados entre 1856 y 1868. Este fue un período relativamente estable. Sin embargo, la crisis económica empeoró en 1864. A partir de 1866, los progresistas y los demócratas comenzaron a conspirar para derrocar a Isabel II. La gloriosa y la primera república (1868-1874) El fin del reinado de Isabel II Una grave crisis marcó los últimos años del reinado de Isabel II y la reina se volvió cada vez más impopular: Los progresistas, republicanos y demócratas fueron excluidos del gobierno, y rechazaron el conservadurismo del gobierno. La burguesía y el ejército rechazaron el autoritarismo del régimen. Los problemas económicos provocaron revueltas rurales y urbanas. La Reina no se mantenía neutral; intervenía en la política. En 1866, progresistas, demócratas y republicanos firmaron el Pacto de Ostende, en el que acordaron derrocar a Isabel II y convertir a España en un país democrático. La Unión Liberal se unió al pacto más tarde. La revolución de 1868 En 1868, los generales Francisco Serrano y Juan Prim lideraron un pronunciamiento para deponer a Isabel II. La Revolución Gloriosa (La Gloriosa) fue exitosa y la reina se vio obligada a abandonar España. Esto marcó el inicio de un periodo democrático llamado Sexenio Democrático. Se formó un gobierno provisional presidido por Serrano, quien convocó elecciones para un Parlamento Constituyente. Este parlamento aprobó la Constitución Democrática de 1869, que contenía una declaración de derechos y reconocía el sufragio universal masculino. La monarquía se mantuvo como forma de gobierno y Serrano fue nombrado regente hasta que se pudiera elegir un monarca. La monarquía de Amadeo I (1871-1873) El parlamento democrático de España eligió a Amadeo de Saboya como monarca constitucional en 1871. La elección de Amadeo coincidió con el asesinato de su principal apoyo, el general Prim. Amadeo I fue un rey democrático de España. Sin embargo, tras la muerte de Prim, el rey tuvo muy poco apoyo en España. El nuevo rey enfrentó problemas por todos los lados y, siendo extranjero, fue rechazado por gran parte de la población. Frente a la oposición de monárquicos, republicanos y la Iglesia, abdicó en 1873. La Primera República Española (1873-1874) La Primera República Española duró de 1873 a 1874, bajo cuatro presidentes diferentes: Figueras, Pi i Margall, Salmerón y Castelar. La República enfrentó numerosos problemas: La Revolución Cantonal. El cantonalismo era una versión radical del federalismo que proponía la transformación de España en una república federal compuesta por estados (o cantones) separados. A partir de julio de 1873, se formaron estados independientes en Valencia, Cartagena, Málaga y otras regiones. El movimiento fue duramente reprimido, por temor a que una revolución destruyera la unidad de España. La Tercera Guerra Carlista. Entre 1872 y 1876, hubo un nuevo levantamiento carlista, que recibió apoyo en Navarra, País Vasco y algunas partes de Cataluña. Cuba. Entre 1868 y 1878, los rebeldes cubanos lucharon en la primera de tres guerras contra el dominio español. Estos eventos crearon una situación de gran inestabilidad política. Hubo dos pronunciamientos en 1874: el primero, cuando se disolvió el Parlamento, y el segundo, cuando el general Martínez Campos restauró la Dinastía Borbónica. La restauración Los pilares de la Restauración La Restauración se basó en dos pilares importantes: una nueva constitución y la alternancia en el poder entre los dos grandes partidos políticos. La Constitución de 1876 tenía como objetivo mantener la paz: Incluía una amplia lista de derechos y libertades para satisfacer a los progresistas y los demócratas. Proclamaba a España como un estado católico y establecía la soberanía compartida entre las Cortes y el rey para satisfacer a los moderados. Dos grandes partidos alternaban en el gobierno (turnismo). Esto se lograba pacíficamente y a través de elecciones. Los dos partidos eran el Partido Conservador y el Partido Liberal: Los conservadores, liderados por Cánovas, apoyaban los valores católicos y el orden social. Los liberales, liderados por Sagasta, abogaban por reformas sociales. En uno de sus periodos en el gobierno aprobaron el sufragio universal masculino (1890). Fraude electoral La alternancia en el gobierno entre los partidos conservador y liberal se lograba mediante un sistema de corrupción electoral. El rey primero decidía qué partido iba a gobernar y luego convocaba una elección. Los resultados se manipulaban para que ganara la opción del rey. En las áreas rurales, individuos poderosos llamados caciques utilizaban la intimidación y la violencia para forzar a la población local a votar de una manera u otra. Esta práctica se conocía como caciquismo. En las ciudades, los resultados electorales se manipulaban mediante un sistema conocido como pucherazo. El objetivo de este sistema era dar la victoria a los conservadores y liberales de manera alterna. Sin embargo, a otros partidos minoritarios también se les daban diputados para que pudieran participar en el sistema. Este sistema trajo estabilidad a la vida política española, pero también impidió que grupos cada vez más importantes pudieran participar. Estos grupos incluían a los anarquistas, los socialistas y los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos.

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