Psicología del Desarrollo (Tema 5) PDF

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Este documento analiza el desarrollo emocional, incluyendo la teoría del apego y su importancia en el desarrollo infantil. Se explora también el concepto de las emociones y su relación con la socialización. El documento parece ser material de un curso universitario de Psicología del Desarrollo.

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Psico-5.docx.pdf nnoelia_93 Psicología del Desarrollo 1º Grado en Educación Infantil Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén Reservados todos los derechos. No se permite la explotaci...

Psico-5.docx.pdf nnoelia_93 Psicología del Desarrollo 1º Grado en Educación Infantil Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de Jaén Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-9118401 PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO TEMA 5 1.- El desarrollo emocional. Los seres humanos nacemos no para ser felices, sino para sobrevivir. Los bebés nacen equipados con reacciones emocionales que les permiten expresar sus necesidades. Los niños deben afrontar los desafíos de su desarrollo emocional e irán expresando sus emociones y simpatizando con las emociones de los demás. Además, los aspectos emocionales tienen más relevancia en la escuela, por los efectos que tienen sobre el clima psicosocial que se crea y por ser estimuladores del aprendizaje. 1.1.- El apego: definición y funciones. La teoría del apego defiende la necesidad de establecer un contacto afectivo y social entre seres humanos (desde el momento del nacimiento hasta el final de nuestros días) para lograr un desarrollo personas óptimo. La teoría de Bowlby puede caracterizarse según los siguientes principios: 1. Por conducta de apego se entiende cualquier intención de proximidad que exhibe el niño hacia su figura de apego preferente. 2. Los comportamientos de apego se modifican en función de la necesidades y metas que persigan tanto el niño como la figura de apego. 3. La conducta de apego puede comprenderse como una conducta que permite al niño mantener la proximidad con las personas que le aportan los cuidados que necesita. 4. El apego tiene sustrato biológico. El ser humano tiene una capacidad innata para establecer relaciones con otras personas. 5. Las conductas de apego se van ampliando y diversificando con el paso del tiempo. El apego y las conductas desempeñan funciones para el desarrollo y adaptación social, entre las caben indicar las siguientes: a) Asegurar su supervivencia, ofreciéndoles seguridad, estima y posibilidad de intimar. b) Servir de base segura para atreverse a explorar la realidad y refugiarse cuando lo necesiten. c) Facilitar la regulación de la cantidad y calidad de estimulación que necesita el niño, y el fomento de su salud física y psicológica. 1.1.1.- Las teorías acerca del desarrollo del apego. 1.1.1.1.- La teoría conductista. Según los conductistas, el apego entre madre e hijo se establece porque la madre satisface el impulso primario de alimentación del pequeño. A su vez, esta satisfacción suele acompañarse de otros estímulos placenteros (caricias, sonrisas, palabras de afecto, etc.) La explicación conductista más conocida es el modelo de reducción del impulso que ofrece a la alimentación un papel central en la relación bebé-cuidador. A medida que el hambre del bebé aumenta y su madre la satisface repetidamente, la presencia materna es un acontecimiento agradable que se asocia con la liberación de tensión. El modelo de condicionamiento operante indica que la conducta de apego se produce gracias a las recompensas (sonrisas, abrazos, vocalizaciones) que el pequeño recibe por la emisión de ciertas conductas (cercanía hacia el cuidador, muecas, etc.) Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-9118401 1.1.1.2.- Perspectiva psicoanalítica. Según la teoría psicoanalítica, el apego entre niño y cuidador surge por la confianza que desarrolla el pequeño de que sus necesidades, particularmente alimenticias, serán satisfechas. Comparado con el conductismo, el enfoque psicoanalítico proporciona una perspectiva más rica del vínculo del apego, considerándolo crítico para la exploración del ambiente, el dominio cognitivo y la seguridad emocional. Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. A pesar de sus puntos fuertes se ha criticado en primer lugar, la excesiva importancia que se concede al momento de la alimentación en el desarrollo del apego (etapa oral freudiana) y ofrece menos importancia a las características del bebé y a su conducta. 1.1.1.3.- La teoría etológica de Bowlby. Para la teoría etológica, el apego es un vínculo instintivo que tiene valor adaptativo ya que se orienta hacia el contacto físico con la figura de referencia cuando aumenta la distancia física entre bebé y adulto o cuando se percibe una amenaza. Bowlby creía que los bebés humanos, como los de cualquier otra especie animal, están dotados de una serie de conductas que ayudan a mantener a uno de los padres cerca, incrementando las posibilidades de que éste lo proteja del peligro. 1.1.2.- El desarrollo del apego. Durante la primera infancia, la conducta de apego se establece a lo largo de cuatro fases: o Fase 1 (nacimiento a los 2 meses): sensibilidad social indiscriminada Al principio los bebés no centran su atención exclusivamente en sus madres y responderán positivamente, a veces, ante cualquiera. Los bebés vienen al mundo con un cierto número de respuestas innatas diseñadas para atraer a la madre cerca (llanto) y mantenerla a mano. Una diferencia importante, sin embargo, es que mientras el bebé muestra apego solo tras el paso de algunos meses, el vínculo emocional de la madre hacia el bebé se desarrolla muy rápidamente. Las madres y bebés que han estado separados durante los primeros días después del nacimiento, debido a enfermedades, tienen las mismas probabilidades de desarrollar fuertes relaciones de apego. Esto es igualmente cierto para las madres y sus hijos adoptados. o Fase 2 (2 a 7 meses): sensibilidad social diferenciada Coincidiendo con el desarrollo visual y, por tanto, con una mayor capacidad para distinguir lo que le rodea, el niño comienza a distinguir entre las personas familiares y aquellas que no lo son. A lo largo de este período el bebé y su cuidador desarrollan pautas de interacción que les permiten comunicarse y que establecen una relación especial entre ellos. o Fase 3 (7 a 14 meses): apego definido Hacia los 8 meses, la mayoría de los bebés han desarrollado el intenso vínculo que supone el verdadero apego y sigue siendo muy fuerte hasta los 2 años. La aparición de las conductas de apego está unida al desarrollo en dos áreas: 1. Una es la emocional. En algún momento de esta época, empieza a surgir el miedo como emoción dominante. Los bebés comienzan a reconocer lo que es extraño o desconocido, y generalmente, reaccionan ante esas experiencias de forma negativa. Separarse de la persona que le cuida produce ansiedad por la separación, que también implican llantos y a veces la búsqueda de la madre. Abre tu Cuenta NoCuenta con el código WUOLAH10 y llévate 10 € al hacer tu primer pago Psicología del Desarrollo Banco de apuntes de la a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-9118401 2. La otra es el desarrollo físico. Hacia los 6 u 8 meses, la mayoría de los bebés comienzan a gatear. Es esencial en el proceso de apego, porque el bebé ya no necesita confiar en el llanto o en conductas relacionadas con él para conseguir estar cerca de su madre. o Fase 4 (18 meses en adelante): formación de las relaciones recíprocas En esta fase de apego maduro, la relación original se convierte en una asociación a medida que el Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. niño va comprendiendo los sentimientos y motivos del cuidador. Ahora el niño puede usar palabras, abrazos y otros instrumentos para intentar influir en los planes de sus padres. Pero cuando los padres se marchan, el niño continúa sintiéndose seguro, mientras sepa dónde han ido y cuándo volverán. 1.1.2.1.- El apego durante la infancia. A partir del primer año de vida, una vez bien establecido el vínculo del apego, el niño va conquistando cierto grado de independencia de las figuras de apego gracias a sus nuevas capacidades de locomoción, verbales e intelectuales. Sin duda se producen cambios lentos, pero, continuos: nuevas capacidades mentales y la propia experiencia del retorno de las figuras de apego, le permiten al niño aceptar mejor las separaciones breves; el contacto físico no es tan estrecho y continuo; la conducta exploratoria no necesita tanto de la presencia física de las figuras de apego. a) Fase de protesta: comienza normalmente cuando los niños toman conciencia de que se quedan solos. Se acaba a las pocas horas, aunque puede durar toda una semana. Durante ella el niño intenta recuperar a las figuras de apego llevando a cabo numerosas conductas de búsqueda y llamada. b) Fase de ambivalencia: si el niño permanece separado de las figuras de apego durante un tiempo más largo (entre ocho días y un mes), suele pasar a una segunda fase caracterizada por la pérdida de vigor de su protesta y por un comportamiento de ambivalencia ante los nuevos cuidadores. Cuando durante este período reencuentra la figura de apego, parece recibirla sin interés o incluso con franca hostilidad. c) Fase de adaptación: si la separación se prolonga, el niño acaba adaptándose a la nueva situación, superando su ansiedad y restableciendo nuevos vínculos afectivos cuando quienes le cuidan le ofrecen un repertorio de conductas adecuado. 1.1.2.2.- El apego en la niñez intermedia. Entre los cinco y seis años de edad los niños han desarrollado sus capacidades de comunicación verbal, ampliando el conocimiento social y mejorado su capacidad de autocontrol. En condiciones normales, los niños y las niñas pasan por un período de largos años, hasta la pubertad, de buenas relaciones con las figuras de apego, con las que se sienten muy seguros, ya que han construido a lo largo de la primera infancia el conocimiento y los sentimientos propios de la representación de los padres como incondicionales y eficaces. A los niños les encanta estar, jugar, hablar, viajar, etc. con los padres. El sistema de valores, las normas y las características del funcionamiento social de los padres es aceptado sin conflicto. Los niños saben que forman parte de una familia que no es puesta en cuestión, que tienen unos padres que les quieren y están a su disposición, con los que se comunican bien y con los que disfrutan de su presencia, sus juegos y sus cuidados, etc. Abre tu Cuenta NoCuenta con el código WUOLAH10 y llévate 10 € al hacer tu primer pago a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-9118401 Como resultado de las diferentes experiencias vividas a lo largo de los años, surge en cada persona un estilo de apego concreto, caracterizado por una forma relativamente estable de relacionarse, sentir y pensar, la cual acaba conformando una manera determinada de actuar en las interacciones sociales. 1.2.- Comprobación y tipos de apego. El método más empleado para comprobar la fuerza y calidad de la relación de apego ha sido el diseño de la “situación extraña”. A través de los estudios realizados utilizando este procedimiento se han identificado hasta cuatro patrones de apego: 1. El patrón de apego seguro: se caracteriza por la capacidad del niño para utilizar la figura de apego como base segura para explorar el entorno de forma relativamente independiente dado que mantiene un contacto visual con el cuidador. Ante la separación de las figuras de apego, el niño protesta y experimenta algún grado de angustia o temor. 2. El patrón de apego inseguro evitante: es propio de niños que tienen una capacidad exploratoria totalmente independiente dado que ignoran a los cuidadores e incluso evitan la proximidad y el contacto con ellos. Estos niños no muestran ningún tipo de estrés al producirse la separación. 3. El patrón de apego inseguro resistente: se caracteriza por una baja capacidad exploratoria y alto nivel de ansiedad. Los niños con este patrón suelen aferrarse a la figura de apego, aunque también muestran resistencia a la proximidad sea llorando o pataleando. Estos niños muestran una elevada angustia de separación, mostrándose muy afligidos durante la misma y siendo difíciles de consolar tras el reencuentro. 4. El patrón de apego inseguro desorganizado: es propio de niños que en situaciones de separación se encuentran confundidos, sin saber cómo actuar. Suelen ser niños que presentan temor hacia la figura de apego, aunque ante situaciones novedosas buscan la protección, lo que hace que puedan sentirse desorientados ante lo que deben hacer. 2.- Las emociones: concepto, componentes y funciones. Son reacciones subjetivas relativamente breves e intensas provocadas por distintos estímulos que, excitan o inhiben la conducta, y que se manifiestan en conductas observables y cambios fisiológicos. Así, en las emociones podemos identificar tres componentes: el experiencial, el conductual y el fisiológico. Por tanto, en las emociones intervienen la sensibilidad y la respuesta emocional, desempeñando tres funciones que tienen importantes repercusiones para el ser humano: a) Función comunicativa: es la capacidad de transmitir necesidades o deseos mediante expresiones faciales o el llanto con objeto de provocar una respuesta en el interlocutor. b) Función protectora: de naturaleza preventiva y anticipadora, cuya finalidad es resolver problemas de supervivencia inmediata, como ocurre con el miedo. c) Función de exploración del ambiente: que favorece distintos aprendizajes, entre ellos los que permiten proteger o conservar la vida. 2.1.- De las emociones primarias a las secundarias. Identificar las emociones de los niños es un desafío para padres, cuidadores e investigadores, quienes aprenden a reconocer los indicios mediante observaciones. Las expresiones faciales, la actividad motora, el lenguaje corporal y los cambios fisiológicos son indicadores importantes de las emociones. La mayor parte de los estudios se han centrado en la comprensión por parte del niño de las emociones primarias o básicas, (alegría, tristeza, enfado, ira, miedo,...), que son las que se pueden inferir directamente de las expresiones faciales. Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-9118401 Sin embargo, se ha puesto menor atención en las emociones secundarias o autoevaluativas, cuya aparición tiene mucho que ver con el carácter social y grupal del ser humano. Hacia los dos años de edad, la autoconciencia y las experiencias de socialización proporcionan la base de las emociones secundarias que, con el tiempo, se van interiorizando y aumentando el sentido de uno mismo. Como vergüenza, orgulloso, culpable… Es importante destacar que los niños en educación infantil solo exhiben sus emociones Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. autoevaluativas cuando un adulto está presente. Por tanto, parece que las emociones autoevaluativas de los niños pueden estar condicionadas por la reacción que mostrarán los adultos. 2.2.- Expresar, comprender y controlar las emociones. 2.2.1.- Expresión y comprensión de las emociones. La expresión emocional de los niños está íntimamente relacionada con la habilidad para reconocer e interpretar los sentimientos de los otros. A mitad del primer año reconocen algunas emociones básicas atendiendo a diferentes rasgos faciales. Entre los 7 y los 10 meses reaccionan a las expresiones faciales como patrones organizados convirtiéndose en señales significativas para los niños. Alrededor de los 8 o 9 meses los pequeños buscan activamente información emocional de sus cuidadores y la utilizan para guiar su propia conducta. La referencia social implica confiar en la reacción emocional de otra persona para valorar una situación incierta. Durante los años de la escuela infantil, la comprensión emocional de los niños aumenta rápidamente. A los 4 o 5 años, juzgan correctamente las causas de muchas reacciones emocionales básicas. En la mitad de la niñez se desarrolla una habilidad mejorada para considerar fuentes múltiples de información cuando explican las emociones de otros. La empatía se define como la habilidad para comprender los sentimientos de otros y responder con emociones complementarias. Por tanto, en la empatía la comprensión y la expresión de emociones están entrelazadas. La empatía es un motivador importante de la conducta prosocial o altruista. 2.3.- La regulación de las emociones. Los bebés deben diseñar estrategias para autorregular y controlar sus emociones. Al final del primer año, los bebés desarrollan otras estrategias como mecerse solos y alejarse de personas o sucesos que los inquietan. Hacia el segundo año de vida, los pequeños intentan controlar las acciones de personas u objetos que les inquietan y comienzan a afrontar la frustración de tener que esperar un premio hablando con otras personas, jugando con objetos o distrayéndose. A medida que adquieren habilidades conversacionales los pequeños comienzan a discutir sus sentimientos, momento en el cual los padres y otras personas cercanas los ayudan a enfrentar de forma constructiva las emociones negativas distrayéndoles de los aspectos más angustiantes de las situaciones desagradables o, ayudándoles de alguna otra forma a entender las experiencias frustrantes y atemorizantes. La regulación emocional puede en ocasiones implicar el mantenimiento o intensificación de los sentimientos más que su supresión. Por ejemplo, mostrar irritación sirve para defenderse de un enemigo. Del mismo modo, muchos padres tratan de mantener la inquietud que los niños manifiestan cuando causan malestar a otra persona o quebrantan una regla. Otra forma de activación emocional que los padres pueden aumentar es el orgullo por sus triunfos, elemento que contribuye a incrementar la motivación y desarrollar un autoconcepto positivo. Así una adecuada regulación emocional implica suprimir, mantener o intensificar nuestras emociones con objeto de afrontar los desafíos que nos inquietan. Abre tu Cuenta NoCuenta con el código WUOLAH10 y llévate 10 € al hacer tu primer pago a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-9118401 2.4.- Adquisición de las reglas de despliegue emocional. La capacidad de regular emociones es la primera habilidad que los niños deben adquirir para cumplir con las reglas de despliegue emocional. No solo debemos suprimir emociones “inaceptables”, sino que, además, debemos reemplazarlas por otras “aceptables”. Hacia los tres años de edad, los niños muestran alguna capacidad limitada para ocultar sus verdaderos sentimientos. Cada año que pasa, los niños de educación infantil incrementan su capacidad para mostrar Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad. expresiones externas que difieren de sus sentimientos internos. Aun así, no son especialmente hábiles para ocultar sus verdaderas emociones; por lo general muestran sus sentimientos en su rostro. A lo largo de los años de educación primaria, los niños aprenden qué emociones expresar y cuáles suprimir en situaciones sociales concretas. 3.- El desarrollo social. Se clasifican según el entorno ambiental y el contexto sociocultural en el que viva. Abre tu Cuenta NoCuenta con el código WUOLAH10 y llévate 10 € al hacer tu primer pago a64b0469ff35958ef4ab887a898bd50bdfbbe91a-9118401 3.1.- El proceso de socialización. La socialización es el proceso mediante el cual los niños adquieren las creencias, valores y comportamientos considerados apropiados por los miembros mayores de su sociedad. La socialización de cada generación sirve a la sociedad de tres maneras: 1. Es un medio para regular el comportamiento de los niños y controlar sus impulsos indeseables. 2. Estimula el crecimiento personal del individuo dado que, a medida que los niños interactúan con otros miembros de su cultura, adquieren conocimientos y habilidades que les permiten adaptarse y funcionar con eficiencia dentro de sus comunidades. 3. La socialización perpetúa el orden social de modo que los niños socializados de modo apropiado se convierten en adultos competentes que impartirán lo aprendido a sus propios hijos. 3.2.- La familia como contexto de socialización. Cuatro estilos educativos más reconocidos hasta la actualidad: - Democrático: consecuencia de combinar de manera equilibrada el control conductual con altos niveles de cariño. - Autoritario: derivado de ejercer elevados niveles de exigencias y pocas muestras de afecto hacia los hijos. - Permisivo: estilo en el que, pese a existir alta sensibilidad parental hacia los hijos, las conductas de supervisión son escasas. - Negligente: engloba a aquellos padres que muestran un patrón educativo indiferente con respecto a sus hijos, ejerciendo pocas conductas comunicativo-afectivas, pero tampoco de tipo coercitivo o rechazante. 3.3.- Los iguales como contexto de desarrollo. Cuando el niño entra en la escuela aparecen nuevas personas relevantes en su proceso de desarrollo: los iguales. Los compañeros de clase son cruciales para un ajuste psicoemocional, socioeducativo y conductual de los alumnos. Mientras que en las relaciones entre adultos y niños el adulto lleva las riendas y ejerce el control, en las relaciones entre pares el control es más reciproco e igualitario, estableciéndose interacción; caracterizadas por la similitud de edad, intereses, características, roles y posición social. Así, aquellos alumnos con comportamientos antisociales se suelen unir en un círculo en el que se potencian las conductas delictivas, no aceptación de normas y escasa motivación académica, lo cual suele generar en el resto de compañeros falta de aceptación e impopularidad. Consecuentemente, para alcanzar un desarrollo social ajustado los niños tienen que relacionarse adecuadamente con sus iguales, estableciendo relaciones de amistad. Dicho vínculo afectivo implica reciprocidad y voluntariedad, y se caracteriza por aspectos como la comunicación íntima, apoyo emocional, interés y preocupación por el bienestar del otro, ayuda mutua, confianza, sinceridad, lealtad o proximidad física. La existencia de unos lazos afectivos y de amistad fuertes puede llegar a evitar problemas conductuales y emocionales derivados de la adversidad familiar. Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.

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