Tema 3 Revoluciones Industriales PDF
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Este documento trata sobre las revoluciones industriales, incluyendo sus orígenes, factores impulsores y consecuencias en la agricultura, la demografía, la producción, la banca, el comercio y los transportes. El texto describe la primera revolución industrial, centrándose en el periodo 1780-1850 y la "revolución agrícola".
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TEMA 3. LA PRIMERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. 1. ORÍGENES Y FACTORES IMPULSORES DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. El desarrollo de la industria moderna estuvo impulsado por transformaciones en la agricultura, la demografía, las formas de producción manufacturera, la banca, el comercio y los transportes. Fu...
TEMA 3. LA PRIMERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. 1. ORÍGENES Y FACTORES IMPULSORES DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. El desarrollo de la industria moderna estuvo impulsado por transformaciones en la agricultura, la demografía, las formas de producción manufacturera, la banca, el comercio y los transportes. Fue un proceso que afectó profundamente a todos los sectores de la economía y de la sociedad, lo que permite calificarlo de revolucionario. Este proceso se inició en la región de Lancashire (Inglaterra), donde se concentraron desde mediados del siglo XVIII numerosas fábricas textiles y siderúrgicas. Es lo que conocemos como Revolución industrial británica. Este proceso se extendió pronto a otros países, lo que permitió la creación de un mercado mundial. Esta Primera Revolución Industrial tuvo lugar entre 1780 y 1850 aproximadamente y se caracterizó por el uso del carbón como fuente de energía, la máquina de vapor y la fábrica como símbolos del nuevo maquinismo y la industria textil del algodón como pionera del cambio. Posteriormente, se produjo una nueva fase a la que llamamos Segunda Revolución Industrial, que se inició hacia la década de 1870 y llegaría hasta las primeras décadas del siglo XX. La electricidad, el petróleo y el motor de explosión fueron símbolos de esta nueva etapa, junto con la expansión del sistema bancario y el capitalismo, y los métodos de producción en masa como el fordismo y el taylorismo. La Revolución industrial fue paralela a una serie de cambios en la población y en la agricultura de los que se favoreció. Asimismo, los avances de la industrialización también contribuyeron a los profundos cambios en la población y la agricultura. 1.1. La revolución demográfica Conocemos como “revolución demográfica” al enorme crecimiento de la población entre finales del siglo XVIII y mediados del siglo XIX. De hecho, la población inglesa se triplicó en apenas 150 años. La población creció debido a la conjunción de dos procesos: el mantenimiento de una alta natalidad y el descenso progresivo de la mortalidad. En este sentido, fue fundamental la reducción de la mortalidad infantil, especialmente por la mejora de la dieta gracias al incremento de la producción agraria, y los avances en la medicina (como la vacuna contra la viruela de Jenner, en 1796) y las mejoras en las condiciones higiénicas. Esta revolución demográfica hizo pasar de un régimen demográfico antiguo (caracterizado por altas tasas de natalidad y mortalidad) que daba lugar a un estancamiento o crecimiento lento de la población, a una explosión demográfica sin precedentes. No sería hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando comenzó el descenso de la natalidad por los cambios sociales y de mentalidad. El aumento de la población provocó un aumento del consumo que estimuló la aparición de nuevas técnicas de producción. 1 1.2. La “revolución agrícola” El sector agrario contribuyó de forma decisiva al éxito de la industrialización y viceversa. Por otro lado, para alimentar a la creciente población, la agricultura evolucionó: + Se mejoraron las técnicas agrícolas: la rotación cuatrienal (sistema Norfolk) hizo innecesario el barbecho. El cultivo de tréboles, alfalfa o nabos ayudaba a mantener la fertilidad de la tierra y potenciaron la ganadería. Ya en el siglo XIX se introdujo paulatinamente en el campo la maquinaria y los abonos químicos. + Se desarrolló la ganadería y mucha más gente pudo consumir carne. Al cercarse muchas tierras de cultivo, se desarrolló progresivamente la ganadería estabulada. Asimismo, permitió disponer de más abono natural para los campos de cultivo. + Cambiaron las estructuras agrarias: la tierra se privatizó y fue comprada por burgueses que buscaban la máxima productividad para enriquecerse. Hay que tener en cuenta que hasta el siglo XVIII el método agrícola predominante en Inglaterra (y en el resto de Europa) era la rotación de cultivos en campos abiertos (openfield), con fuerte presencia de derechos comunales tradicionales que beneficiaba al campesinado más pobre al proporcionarle leña y otros productos naturales. Durante el siglo XVIII los grandes propietarios concentraron y cercaron sus parcelas, se apropiaron de las tierras comunales y rechazaron los derechos colectivos de los campesinos pequeños y medianos. De esta manera pudieron cultivar las tierras cercadas (enclosures) introduciendo nuevos sistemas de cultivo para mejorar la producción e incrementar sus beneficios. El Parlamento inglés, dominado por los grandes propietarios, aprobó las leyes de cercamiento (Enclosure Acts) entre 1760 y 1840, legalizando este proceso que llevó a los pequeños campesinos a la pérdida de sus tierras y a la necesidad de emigrar a las ciudades, donde formaron parte del incipiente proletariado industrial. Por otro lado, aumentó la productividad de la tierra al crearse grandes explotaciones privadas en las que progresivamente se mecanizaron las labores agrícolas. Se consolidó así la propiedad privada agrícola y la agricultura de mercado. Todas estas innovaciones dieron lugar a que la productividad agraria aumentara un 90%, al enriquecimiento de los propietarios agrarios y a la potenciación de la industrialización (mayor producción de materias primas, mayor inversión de los propietarios agrarios). A pesar de este crecimiento, el sector primario dejó de ser el principal sector económico en los países industrializados, superado por el sector industrial y el sector de los servicios (transporte, comercio, administración). 1.3. Otros factores: Aparte del notable crecimiento demográfico y las transformaciones agrícolas, hubo otra serie de factores que impulsaron el despliegue industrial del país. - Un contexto político e institucional favorable. El Reino Unido era una monarquía parlamentaria. El parlamento era elegido por sufragio censitario y estaba dominado por las clases medias urbanas y rurales, muy activas económicamente, que legislaban a favor de los negocios y la libertad comercial, suprimiendo progresivamente los monopolios y el proteccionismo. De igual manera, a diferencia del resto de Europa, Reino Unido no vivió ningún proceso revolucionario y se mantuvo al margen de la invasión napoleónica, manteniendo la estabilidad y la paz interna necesarias para el crecimiento económico. 2 - El país era la primera potencia marítima y comercial del mundo. A pesar de la pérdida de los Estados Unidos, Reino Unido consiguió potenciar la actividad mercantil en el resto de sus colonias y los antiguos territorios americanos españoles y portugueses independizados a comienzos del siglo XIX. - La mentalidad social y económica inglesa, donde se había difundido el liberalismo económico, que defendía que el motor del crecimiento económico era la iniciativa privada. Esta nueva forma de pensar y actuar estaba más abierta a la inversión, la innovación, el riesgo empresarial y la búsqueda del beneficio. - Los abundantes recursos minerales (carbón) de las islas británicas, fundamentales para el triunfo de la máquina de vapor. La Revolución industrial británica no fue una transformación planificada, sino espontánea y progresiva, en la que tuvo un destacado papel la iniciativa privada en un contexto de libertad económica total. Esta característica diferencia el caso británico del de otros estados, en los que el Estado tuvo un papel relevante en el proceso de industrialización. 2. EL SISTEMA FABRIL Y LAS INDUSTRIAS PIONERAS 2.1. El sistema fabril y la máquina de vapor de James Watt. Hasta el siglo XVIII los productos se elaboraban en pequeños talleres artesanales donde el trabajo se realizaba de forma manual. La aplicación de las máquinas a la producción estimuló la implantación del sistema fabril, que organizaba la producción y el trabajo de una nueva manera. El elemento central era la fábrica, que reunía bajo el mismo techo el capital (local, máquina y materias primas) y el trabajo (mano de obra). La aparición de las primeras fábricas a finales del siglo XVIII supuso el nacimiento de la industria moderna. Poco a poco, los talleres artesanales fueron desapareciendo hasta acabar reducidos a la fabricación de ciertos productos minoritarios o de lujo. El triunfo del sistema fabril fue la aplicación de la innovación tecnológica y la sustitución progresiva de la fuerza humana y de animales por la fuerza de las máquinas. Todo este desarrollo tecnológico fue impulsado por la estrecha relación entre ciencia y fabricantes, ya que los miembros más cultivados buscaron aplicar de manera práctica las nuevas innovaciones técnicas para mejorar la producción agraria e industrial con una clara mentalidad capitalista. En el año 1769, el ingeniero escocés James Watt inventa la primera máquina de vapor, accionada mediante la combustión de carbón, que se pone en funcionamiento en 1776. Este invento permitía utilizar la fuerza del vapor de agua para mover los telares, aunque se fue aplicando a diferentes ámbitos. La máquina de vapor se extendió con una enorme rapidez, si en 1800 a lo largo del Reino Unido había unas 500 unidades, en 1830 superaban las 15.000. 2.2. La industria algodonera. Fue el primer sector que mecanizó su producción y el motor de los cambios. El algodón era una fibra textil propia de la zona tropical que difundieron los ingleses por Europa y que rápidamente se hizo popular. 3 - En 1733 se aumenta la velocidad de producción del tejido con la lanzadera volante de John Kay. Para aumentar la producción de tejidos de algodón se introdujeron las primeras máquinas que mejoraban el proceso del hilado, pues hasta entonces la elaboración de hilo a mano se hacía con un huso o rueca y la producción solía ser escasa y de mala calidad. Destaca la Spinning-Jenny (1764) o las mules, formadas por varios husos para aligerar el proceso. - La máquina de vapor se empezó a utilizar en la industria textil en 1776, dando lugar a su expansión definitiva. - La producción del hilo aumentó tanto que resultó necesario desarrollar nuevas máquinas de tejer con capacidad para absorberlo. Como el telar mecánico de Cartwrigth (1786), movido por la fuerza del vapor, que producía tela de algodón de más calidad, más barata y en mayor cantidad que usando los métodos tradicionales. La industria algodonera se concentró en la región de Lancashire, sobre todo en torno a las ciudades de Liverpool y Manchester. La mayor parte del algodón provenía de las plantaciones de Estados Unidos. La industria del algodón se consideró el “sector rector” que potenció el resto del desarrollo industrial, como en la agricultura (materia prima), la siderurgia (producción de máquinas) y la minería (necesario mineral para el metal de las máquinas y el carbón para hacerlas funcionar). La elevada producción de prendas de algodón de calidad permitió una drástica reducción de precios y los textiles británicos, baratos y de buena calidad, pronto inundaron los mercados mundiales. En el abaratamiento del producto también influiría el desarrollo del ferrocarril por reducir los costes y aumentar la velocidad de transporte 2.3. La industria siderometalúrgica y la minería del carbón y el hierro. Desde principios del siglo XVIII los hornos ingleses de fundición sustituyeron el carbón vegetal por el carbón de coque (mineral), más calorífico. Su uso cobró mayor interés al desarrollarse técnicas como el pudelado y el laminado, que favorecían la obtención de un hierro más puro y facilitaban su trabajo, y necesitaban alcanzar temperaturas más altas. Las fábricas siderúrgicas se fueron concentrando alrededor de las principales minas de carbón, sobre todo en los Midlands (Birmingham) y el sur de Gales. La minería del carbón y el hierro se potenció para abastecer las crecientes necesidades de la máquina de vapor y la industria siderúrgica. Además de potenciarse el sector minero, se introdujeron algunas mejoras como los raíles y vagonetas. Las innovaciones se fueron sucediendo y en 1856 encontramos un momento clave: el convertidor Bessemer permitió transformar de una forma muy económica el hierro fundido en acero. La industria siderúrgica se desarrolló de forma muy considerable durante la Revolución Industrial por la alta demanda de hierro, material utilizado para la elaboración de las máquinas y sobre todo para la construcción de la red ferroviaria, a partir de 1830, que demandó grandes cantidades de hierro y acero. 4 3. LA REVOLUCIÓN DE LOS TRANSPORTES El proceso de industrialización requería el desarrollo de nuevos medios de transporte, en primer lugar para garantizar un sistema eficaz de distribución y de abastecimiento de materias primas. Los primeros intentos para aligerar al lento transporte interior tuvieron lugar a mediados del siglo XVIII y vinieron de la mano de la construcción de canales que unieron los centros productores de materias primas con las zonas industriales. De igual manera, se comenzó a renovar la red de caminos y carreteras del país, pavimentándose muchas de ellas. En 1807, el estadounidense Robert Fulton aplicó el motor de vapor a la navegación. Sin embargo, hasta mediados del siglo XIX los barcos de vapor no lograron desbancar a los grandes veleros del dominio de los mares. Fue esencial que los vapores incorporaran cascos de hierro y una hélice. En 1814, el inglés Stephenson construyó la primera locomotora a vapor, que se utilizó para transportar carbón. Después de perfeccionar el invento, en 1830 se estrenó la primera vía férrea comercial para el transporte de pasajeros, entre Liverpool y Manchester. El ferrocarril era resultado de la conjunción de dos de los principales avances de la revolución industrial: la máquina de vapor y el hierro de la industria siderúrgica. El continuo avance técnico hizo del ferrocarril un medio de transporte cada vez más rápido, seguro y barato, que aceleraba la industrialización allí por donde pasaba. De ahí que rápidamente se expandió por todo el mundo. La mejora de los transportes tuvo consecuencias importantes: - Fuerte crecimiento del comercio¸ al reducirse los tiempos de travesía y los costes de transporte. - Benefició a la industria metalúrgica por la gran demanda de hierro para trenes y raíles. - Potenció y aceleró el proceso de industrialización en diferentes regiones y países. - Favoreció que los desplazamientos fueran más frecuentes al acortar el tiempo de los viajes de forma espectacular. - Especialización de la economía mundial, con los países ricos dedicados a fabricar y exportar manufacturas y las colonias a vender sus materias primas. - Modificó la vida cotidiana, mejorando la dieta al poder transportar alimentos perecederos más rápido y facilitando la emigración europea a otros continentes. 4. LA EXPANSIÓN DE LA INDUSTRIALIZACIÓN A lo largo del siglo XVIII Gran Bretaña fue el único territorio donde existió la industria. Durante el siglo XIX la industrialización se extendió por Europa, primero por Bélgica, seguida de Francia a mediados de siglo, y más tarde, en la segunda mitad del siglo, por Alemania, sobre todo tras su unificación. En España, Italia, Imperio austrohúngaro y Rusia la industrialización fue más tardía e incompleta porque afectó solo a zonas muy localizadas. Fuera de Europa solo Estados Unidos y Japón lograron industrializarse antes del siglo XX. A diferencia del caso inglés, en el resto de países fue el Estado quien dirigió el proceso de industrialización. 5 5. UN NUEVO SISTEMA ECONÓMICO PARA LA INDUSTRIA: EL LIBERALISMO. El liberalismo económico es la doctrina económica que va a triunfar en Inglaterra y favorecerá el desarrollo de la industrialización. Basado en los principios ilustrados de la libertad y la igualdad, el liberalismo económico defiende que el Estado no debía intervenir en la economía, pues esta se regulaba automáticamente por la mano invisible del mercado y la ley de la oferta y la demanda. Abogaba por la supresión de los gremios y los aranceles en el comercio exterior (librecambismo), y que cualquier individuo tuviese la libertad de abrir su negocio y establecer sus propias normas en el mismo. Se considera al escocés Adam Smith y su obra Ensayo sobra la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (1776) el padre de esta doctrina. Para Smith la riqueza se generaba a través del trabajo individual, y la iniciativa privada buscando el beneficio era la única garantía de progreso económico. El triunfo del nuevo sistema capitalista basado en los principios del liberalismo económico potenciará el proceso industrializador. Este será el ideario económico de cabecera de la burguesía enriquecida, que invertirá en fábricas y tierras para obtener el máximo beneficio económico. A su vez, invertirán estos rendimientos económicos en las propias industrias para mejorar el proceso productivo y obtener mejores rentabilidades, aplicando las últimas innovaciones técnicas. Por otro lado, El sistema fabril necesitaba inversiones de grandes cantidades de dinero para hacer funcionar las empresas lo que potenció el desarrollo de la Banca y las bolsas de valores. De manera progresiva las empresas familiares de inicios de la Revolución industrial evolucionarán en sociedades anónimas más grandes financiadas por acciones que cotizaban en la bolsa. 6. LA SOCIEDAD URBANA: BURGUESES Y OBREROS. 6.1. El proceso de urbanización. Durante el siglo XIX la población europea creció de forma acelerada, alcanzando en el año 1900 los 400 millones de habitantes. La mortalidad descendió bruscamente gracias a los avances médicos y a la mejora del nivel de vida. La esperanza de vida pasó de 35 años en 1800 a 50 años en 1900. La fecundidad se mantuvo alta, impulsando así el crecimiento demográfico. La industrialización del campo requirió menos mano de obra y muchos campesinos tuvieron que marchar a la ciudad, donde se concentraban las fábricas y se demandaba empleo. La emigración del campo a la ciudad provocó un intenso proceso de urbanización. La tasa de urbanización europea pasó del 10% en 1800 al 40% en 1900. A finales del siglo XIX más del 50% de la población de Reino Unido, Bélgica y Holanda vivía en las ciudades. En 1800 ninguna ciudad europea llegaba al millón de habitantes, en 1900 había 12 que superaban esa cifra. El crecimiento urbano llevó a la creación de barriadas desordenadas e insalubres para los más pobres, ya que la migración de los campesinos fue rápida y sin planificar. Estas barriadas solían estar cerca de las fábricas, sin apenas servicios públicos y con un aire contaminado. Mientras tanto la burguesía se instalaba en los ensanches, barrios planificados cerca del centro histórico amurallado con viviendas de calidad, calles ordenadas y todo tipo de servicios. 6 Junto a las migraciones a las ciudades, también destacaron importantes procesos migratorios transoceánicos, que llevaron a 60 millones de europeos entre 1800 y 1924 a cruzar el océano Atlántico. La mayor parte de los emigrantes europeos se dirigieron a América, en especial a Canadá, Brasil, Argentina y sobre todo Estados Unidos. Otros destinos importantes fueron Australia y Nueva Zelanda. 6.2. La sociedad industrial. Toda esta serie de profundos cambios demográficos y económicos vendrán acompañados de transformaciones sociales muy profundas. - El paso de una sociedad rural de base agraria a una sociedad de base industrial con un gran desarrollo urbano. - El paso de una sociedad estamental, basada en la desigualdad jurídica por nacimiento, a una sociedad de clases, basada en la diferenciación económica. La sociedad industrial se divide en clases, grupos que se distinguen por su posición económica. Las revoluciones liberales suprimieron los estamentos y los privilegios de la nobleza y el clero, creando una sociedad basada en la igualdad jurídica y la posibilidad de cierta movilidad social ya que las clases eran abiertas, condicionadas siempre por los méritos, el nivel económico, el poder o las relaciones familiares y sociales. La sociedad siguió siendo desigual porque existía una gran diferencia entre los ricos y los pobres. - Un muy desigual aumento del bienestar económico. Ya que si bien durante el siglo XIX aumentó de manera general el bienestar en los países europeos, las condiciones de vida de grupos como los obreros empeoraron notablemente. La sociedad de clases se encuadra en tres grandes grupos: las clases altas, las clases medias y las clases bajas. CLASES ALTAS: Respecto a clases altas, la aristocracia decayó y, perdidos los derechos propios del Antiguo Régimen, no supo prosperar en la nueva sociedad burguesa ya que en general carecían de espíritu empresarial. Pese a ello mantuvo su prestigio social e influencia, consiguiendo transformar sus propiedades vinculadas en propiedades privadas y mezclando su sangre con la burguesía adinerada mediante matrimonios mixtos. Siguieron marcando el modelo social de vida de las familias adineradas La alta burguesía se convirtió en la clase dominante de la nueva sociedad industrial, y controlaba el poder político y económico. La burguesía incluía a los grandes comerciantes, industriales y propietarios de tierras industrializadas. Sus valores, como el culto al trabajo, el ahorro, la sobriedad, la iniciativa individual, la exaltación de la familia y el hogar; basados en parte en el liberalismo económico y político, se impusieron al conjunto de la sociedad. CLASES MEDIAS La clase media experimentó un notable aumento, integrada por campesinado con tierras, pequeños y medianos artesanos y comerciantes (baja burguesía), trabajadores cualificados de la industria, profesiones liberales (abogados, médicos, profesores, notarios) y funcionarios. Adquirieron los valores de la burguesía, ahorraban para hacerse un patrimonio e invertir en la educación de sus hijos para que 7 estos pudiesen ascender socialmente, y servían como grupo moderado en el debate político en los estados liberales del siglo XIX una vez extendidas las reformas democráticas como el sufragio universal. CLASES BAJAS Las clases bajas incluían a los sectores pobres tradicionales: jornaleros y campesinos sin tierras, sectores pobres urbanos, marginados, etc. lo más destacable fue la aparición de un nuevo grupo social de rápido crecimiento: el proletariado, formado por los obreros de las nuevas industrias. El proletariado fue el grupo que cuantitativamente más aumentó gracias a la industrialización y a la revolución demográfica. Así, pasaron de 4,8 a 16,7 millones en Gran Bretaña a lo largo del siglo XIX. Los obreros de las fábricas constituían la fuerza de trabajo necesaria para mover las máquinas y producir los bienes. Sus condiciones laborales eran precarias, con largas jornadas laborales que podían superar las 12 horas, ambientes insalubres, sueldo muy bajos y falta de asistencia ante enfermedad, paro o jubilación. A causa de sus bajos salarios, los obreros vivían al día, por lo que no podían ahorrar. La falta de dinero dificultaba la instrucción de los hijos, pues su trabajo era necesario para el mantenimiento de la familia, bloqueando toda posibilidad de mejora social. A pesar de la industrialización la mayor parte de la población europea siguió siendo campesina, aunque fue descendiendo paulatinamente por la emigración a las ciudades. Podemos encontrar grandes diferencias dentro del continente: en la Europa septentrional y occidental, los campesinos fueron accediendo a la propiedad de la tierra, en el sur destacaron los jornaleros que trabajaban en latifundios muy poco mecanizados, cobrando un sueldo o jornal escaso y un nivel de vida miserable. Finalmente, en la Europa oriental muchos campesinos sufrían la situación más desfavorable, pues muchos siguieron siendo siervos hasta comienzos del siglo XX en países como el Imperio ruso. LA MUJER EN LA SOCIEDAD DE CLASES La sociedad burguesa nacida de la industrialización instauró la inferioridad legal de las mujeres y unos patrones sociales que establecían una clara diferenciación social por géneros: la esfera pública (economía, cultura, arte, política...) quedaba reservada a los hombres, mientras se mantenía a las mujeres en la esfera doméstica. Se argumentaba que el destino natural de la mujer era el matrimonio y el cuidado de la familia y que sólo una imperiosa necesidad económica justificaba su trabajo fuera del hogar. 8