Las experiencias de la Escuela Nueva en el país PDF
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Este documento analiza las experiencias de la Escuela Nueva en Uruguay, destacando las innovaciones pedagógicas centradas en el niño y su rol activo en el aprendizaje. Se examinan las distintas corrientes de la época como la de María Montessori, John Dewey, Ovidio Decroly, entre otras, y su influencia en la educación uruguaya.
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UNIVERSIDAD DE MONTEVIDEO Facultad de Humanidades y Educación Materia: Historia de la Educación...
UNIVERSIDAD DE MONTEVIDEO Facultad de Humanidades y Educación Materia: Historia de la Educación Docente: Daniel Corbo Alumna: Luisa Collet Las experiencias de la Escuela Nueva en el país Introducción: ¿Qué es la Escuela Nueva? Entre las innovadoras corrientes de la educación que surgieron en los últimos siglos, la Escuela Nueva es sin duda una de las más destacadas. Tituladas como escuelas “nuevas”, “libres” o “activas”, surgen como crítica a la escuela tradicional y plantean una concepción pedagógica centrada en el interés del niño y en el desarrollo de sus capacidades. La primera de ellas se crea en Inglaterra en 1889 y la segunda, cuatro años después, en 1893, también en dicho país. Poniendo énfasis en el papel protagonista que posee el niño en el aprendizaje, lo reconocen como sujeto activo de la enseñanza, sin ignorar, por otro lado, el vital rol del docente. La llegada de la Escuela Nueva al Uruguay Antes de adentrarnos en esta cuestión, debemos hacer un breve repaso sobre las tendencias pedagógicas que habían arribado a Uruguay en la época, las cuales Palomeque considera importantes para entender la Escuela Nueva (2012: 392). En síntesis, podemos mencionar cinco corrientes principales: a) María Montessori: Se centra en la autoeducación del niño y en su máximo respeto, proponiendo cambios revolucionarios como la remoción del banco escolar y el énfasis en la educación de los sentidos. b) John Dewey: Concibiendo la educación como proceso social, considera que la escuela debe ser un espacio de preparación para la vida social en una sociedad democrática. Asimismo, da a la labor educativa un carácter experiencial, haciendo hincapié en el rol activo del alumno, en el cual el docente debe despertar los impulsos de aprender. c) Ovidio Décroly: Este pedagogo belga, exponente de la Escuela Nueva, plantea entre otras ideas, el concepto de «centros de interés» del niño, que “no son los que el maestro elija, ni el referido a un alumno en particular, sino los intereses naturales, capaces de mover a los educandos en actividades libremente elegidas” (Nalerio, 2012: 392). d) Plan Dalton (Helen Parkhust): Se enfatiza el respeto a la individualidad del alumno, buscando que este realice su trabajo con la mayor libertad posible y con cierta flexibilidad que contemple los intereses de los niños. e) “Escuela de trabajo” (Georg Kerschensteiner): Inspirado en Dewey, concibe la educación como un proceso de hacerse con el conocimiento ─y no de meramente saber o conocer como sucede en la educación instructiva─, dando lugar al desarrollo de destrezas, capacidades y satisfacción por el trabajo. Ahora bien, la Escuela Nueva fue llevada a cabo en el Uruguay de manera innovadora tanto al medio urbano como al suburbano y rural. A diferencia de otros países europeos y latinoamericanos, siempre se aplicó en escuelas públicas (Nalerio, 2012: 231). Pero ¿cuándo llegó la Escuela Nueva a Uruguay? Esta es una pregunta un tanto controvertida, frente a la cual encontramos distintas posturas: 1) 1892 con “el Jardín de Infantes de Montevideo”: Para algunos es Enriqueta Compte y Riqué, maestra uruguaya nacida en España, quien introduce la Escuela Nueva en el Uruguay. Famosa por haber contribuido de forma decisiva a la enseñanza preescolar en el Uruguay y Latinoamérica, considera que la Escuela Activa nació en el Uruguay con el Jardín de Infantes que ella estableció en el año 1892. Este jardín habría sido fundado tan sólo un par de años después que la primera Escuela Nueva, creada en 1889 en Inglaterra. 2) 1925 con las Escuelas Experimentales de Las Piedras, Progreso y Malvín: Para otros es la creación de las Escuelas Experimentales en 1925 la que constituye propiamente la llegada de la Escuela Nueva a nuestro país. A raíz de la Resolución del Consejo Nacional de Enseñanza Primaria y Normal el 3 de julio de 1925, impulsada por Luisa Luisi, se crean escuelas libres para la experimentación en las que se busca implementar innovación y cambios en la labor educativa. Encontramos tres: una en Las Piedras, otra en Progreso y otra en Malvín. Aquí aparece la célebre figura de Sabas Olaizola, maestro y pedagogo que llevó a cabo su experiencia educativa en la escuela de Las Piedras. 3) 1868 con la reforma de Varela: Por otro lado, según Eduardo Acevedo Vázquez, el verdadero creador de la Escuela Nueva fue José Pedro Varela, con sus ideas revolucionarias acerca del aprendizaje, centradas en derrocar la idea del aprendizaje como transmisión de conocimientos manera pasiva (Nalerio, 2012: 233). Debemos tener en cuenta que afirmar lo dicho implicaría cierto anacronismo ─la Escuela Nueva se origina en 1889─, sin embargo, resulta interesante considerar esta interpretación. El propósito de la Escuela Nueva Pero ¿qué es lo que define a la Escuela Nueva? ¿A qué propósito responde? ¿Qué finalidad se plantea? Según Nalerio (2012): Uno de los propósitos de la Escuela Nueva fue suprimir la antigua tendencia autoritaria del docente, cuya presencia (...) se imponía como figura predominante en el aula por encima de la de los alumnos, así como jerarquizar a éstos en sus expresiones espontáneas, sus intereses, su iniciativa y su creatividad natural (93). Por otro lado, según Enriqueta Compte y Riqué las escuelas nuevas se plantean como propósito lo siguiente: Reaccionar contra las prácticas seculares de la disciplina rígida; tratan de conseguir la evolución de las aptitudes, con toda la libertad posible; desean que el espíritu no encuentre trabas para culminar en su justo destino; que el cuerpo, paralelamente, acompañe la actividad mental bien nutrido (Compte y Riqué en Palomeque, 2012: 394). Las escuelas experimentales de Sabas Olaizola Para comprender mejor el propósito y las propuestas de la Escuela Nueva, y en concreto, la forma que tomaron en nuestro país, podemos observar un caso concreto como es el de la destacada escuela experimental de Sabas Olaizola. Su fundador, un maestro nacido en Salto, dirigió la escuela desde 1925 tomando varias ideas de la Escuela Nueva, pero dándoles a la vez su propia impronta. Lo interesante de su escuela es que se trata de una institución de experimentación en el campo de la educación, destinada precisamente a probar nuevas metodologías de enseñanza y aprendizaje y llevar a cabo innovaciones. En este sentido, afirma el propio Olaizola que “el ideal de esta Escuela Experimental ha sido y lo es el de una escuela que se hace, que deviene”, es decir, una escuela que está en proceso de experimentación y cambio” (Olaizola en Nalerio, 2012: 232). No podemos omitir tampoco la gran influencia que ejerció sobre Olaizola el pedagogo ya mencionado, Ovidio Decroly, de cuya pedagogía escribe un informe en 1928, tras visitar en 1927 las Escuelas Nuevas de Bélgica y Suiza. Así pues, inspirado en las revolucionarias ideas de la Escuela Activa, Olaizola inicia en las escuelas un proceso de experimentación pedagógica que culmina con la creación del Plan de Maestros Asociados, y que llevará incluso al exterior, a países como Colombia y Ecuador. Bases de la pedagogía de Olaizola A continuación, presentaremos las ideas centrales en torno a las cuales Olaizola organiza y consolida su escuela en Las Piedras. - Centros de Interés La acción educativa con Sabas Olaizola se realiza en torno a “Centros de Interés”, que el propio Olaizola caracteriza de la siguiente manera: La Escuela activa llama “Interés” a la resultante de ese proceso orgánico que se produce en el ser cuando una necesidad lo obliga a reaccionar para adaptarse y subsistir; es el interés que ha dado al cerebro humano su impulso inmanente, y el que mantiene en lucha esforzada a la vida con su medio (Olaizola en Nalerio, 2008: 56). En este sentido, la educación tendría que partir, entonces, de aquellos centros de interés del alumno, aquellas necesidades e impulsos que le permiten desarrollarse, adaptarse al medio y potenciar sus capacidades. - Énfasis en la curiosidad, observación y experimentación Se debe partir de la curiosidad, observación, experimentación, expresión y asociación como experiencias que potencian en el alumno el deseo de aprender y de desarrollarse. De esta manera, se incentivan las instancias experienciales y prácticas. Como explica Nalerio (2012), se debe “situar al educando ante los objetos-estímulos directamente” (234), para luego “esperar sus reacciones espontáneas” (234). En definitiva, Olaizola busca de esta manera acentuar el rol activo del alumno en su educación, que considera que ha sido olvidado. En efecto, “las enseñanzas de Varela, en lo esencial, se habían dejado de lado” (Nalerio, 2012: 395). La enseñanza que se impartía en la escuela se había tornado intelectualista, planteando un programa de tipo enciclopédico, cimentado sobre conocimientos fragmentados y no asociados. - Ciencias naturales y artes: A su vez, Olaizola vertebra la educación en torno a las ciencias naturales y las artes, que responden precisamente a aquellos centros de interés y necesidades del ser humano mencionados anteriormente. Asimismo, estas se presentan de modo sincrético, vinculadas entre sí de manera integral. - Métodos para llegar al interés en el educando: La Escuela Nueva propone principalmente dos métodos para llegar al interés en el educando, que Olaizola tomará de Décroly: el juego y el trabajo. Por medio de ellos, podrá el niño aprender mediante experiencias individuales, conociendo así el medio natural y social y adaptándose a éste. Por un lado, el trabajo no constituye cualquier actividad manual orientada tan sólo a aprender una técnica, sino que debe orientarse a la vida misma y, en palabras de Olaizola, “quiere decir acción biológica, psíquica, moral y social de transformación y adaptación al medio en que se desenvuelve la personalidad humana” (Olaizola en Nalerio, 2012: 233). Por otro lado, el juego se aprovecha como herramienta para impulsar el aprendizaje en el niño, ya que a éste le es natural el acto de jugar por el placer mismo. De esta manera, a partir del juego el niño puede adquirir espontáneamente nociones, por ejemplo, de aritmética, lectura, lenguaje, comprensión y otras. A su vez, de esta forma el niño posee un contacto inmediato con elementos, objetos y situaciones de la vida cotidiana: frutos, árboles, vestidos, muebles, escenas y personas. Una escuela organizada en pabellones Así como Piaget consideró que el niño pasa a lo largo de su crecimiento por todas las etapas de la evolución de la humanidad, Olaizola sostuvo esta tesis y diseñó la Escuela Experimental de Las Piedras conforme a ella, creando cuatro pabellones para albergar a los niños en su proceso de aprendizaje: Cazadores, Agricultores, Artesanos e Investigadores. 1) Cazadores Los Cazadores responden a la primera etapa del desarrollo de la humanidad (1º año). Aquí el objetivo es que el niño vaya conociendo su medio, observando los árboles, los frutos, los animales, la naturaleza, y a su vez, realizando operaciones de mayor exigencia cognitiva como describir, comparar y distinguir. La Escuela permitía llevar a cabo estas actividad ya que tenía un amplio jardín, con playas de arena, chozas, árboles frutales, plantas, senderos y huertas. Olaizola explica sobre este pabellón la importancia de lo vivencial: Se trata de ofrecer una posibilidad de percepción más amplia, al niño: no el fruto aislado, sino el árbol y su ambiente natural y social, no el gusto del fruto solamente (intuición) sino las condiciones más favorables para la nutrición y el trabajo para conservarlo o transformarlo; no solamente la objetividad del fruto sino la parte espiritual del tema: la poesía, leyenda, color, música, forma” (Olaizola en Nalerio, 2008: 235). 2) Agricultores Este pabellón corresponde a la segunda etapa del desarrollo de la humanidad (2º año) y presenta como objetivo, ya no meramente ayudar a los alumnos a conocer el medio que los rodea, sino a poder a su vez transformarlo con su propio esfuerzo. Ya no se encuentran en el bosque y en el jardín del primer año, sino que se presenta ante ellos un campo sin cultivar, en el que “todo está por hacer” (Nalerio, 2008: 233). Olaizola explica cómo en este pabellón las experiencias de transformar el medio mediante el cultivo contribuía al desarrollo y la adquisición de técnicas, a la asociación entre hechos análogos anteriores en el tiempo y el espacio, permitiendo así “traer ante los niños todos los recursos para su cultura integral” (Olaizola en Nalerio, 2008: 236). 3) Artesanos Los artesanos forman parte de la tercera etapa del desarrollo de la humanidad, un poco más larga que las dos anteriores (3º y 4º año). Este pabellón tiene como objetivo que los alumnos elaboren herramientas de mayor complejidad para transformar el medio, es decir, sin limitarse a trabajar la tierra, dominando otros factores. Aprenden a transformar el árbol en vivienda, la planta en vestido, haciendo productos manufacturados, alimentos y obras artísticas. De esta manera, los alumnos logran obtener recursos para satisfacer las necesidades biológicas, a través del trabajo y la investigación sistemática. En este pabellón, se ejercita mucho a su vez el trabajo cooperativo y organizado. 4) Investigadores La cuarta etapa del desarrollo de la humanidad es la de los investigadores (5º y 6º año), la cual presenta como objetivo el desarrollo científico y la madurez cívica del niño como ciudadano. Las transformaciones que operan aquí pasan del plano material ─no se trata de producción material como en el caso de los agricultores y los artesanos─ al plano de la cultura: se investigan las relaciones de ese medio con el cúmulo de conocimientos de la cultura humana y la civilización. El investigador aprende a asociar la información obtenida de la experiencia con la del medio social, adentrándose en la investigación científica y comprendiendo su sentido. Esta viene, a su vez, acompañada por experiencia estética, que se estimula mediante el interés por la belleza y lo afectivo. Método centrado en la observación, la asociación y la expresión En lugar del sistema de división de asignaturas, Olaizola plantea un sistema organizado en torno a tres centrales operaciones, teniendo en cuenta los centros de interés: a) Observación: Se observa la realidad en el medio que rodea al niño, es decir, el bosque, la huerta, la granja, etc. Por ejemplo: se observa una fruta, su forma, su color, su tamaño, sus partes, etc. b) Asociación: Se asocian entre sí los elementos involucrados. Siguiendo el ejemplo, se ve de dónde es dicha fruta, cómo madura, cómo se conserva, las tecnologías que sirven para ello, etc. c) Expresión: El conocimiento experiencial adquirido se expresa por medio del lenguaje oral, escrito, matemático, corporal y artístico. Continuando con el ejemplo mencionado, se dibuja, se pinta, se modela, se escribe o se canta sobre la fruta. Otros elementos importantes a tener en cuenta Otros elementos característicos de la pedagogía empleada por Olaizola en Las Piedras que podríamos mencionar son los siguientes: a) Aula abierta Olaizola enfatizaba la importancia de las salidas didácticas y las excursiones, las cuales la escuela llevaba a cabo frecuentemente. A partir de ellas se tomaban observaciones, materiales e información que luego se trabajaban en el aula. Asimismo, estos espacios resultaban vitales para ofrecer “el movimiento, la acción, la observación y el estudio colectivo que supuso la eliminación de los bancos fijos” (Nalerio, 2012: 237). b) Diferentes ambientes de clase En la escuela encontramos distintos ambientes en los que se trabaja: 1) El Laboratorio: Se trabajaba con objetos de la experiencia, pero vinculándolos a su sentido teorético y suscitando la actividad estimativa en el campo científico. 2) El Taller: El aprendizaje se centraba en la experiencia lógica en el campo de las matemáticas y buscaba estimular formas económicas de valoración y de aplicación. 3) El Aula de expresión: Se aprendía a desarrollar la expresión íntima y la experiencia estética, trabajando asimismo el lenguaje. 4) El Aula de asociación: Se trabajaba desde las ciencias sociales “la experiencia cultural de los valores históricos, geográficos y tradicionales de la comunidad, a los que se suman actividades con docentes especializados en plástica, modelado, teatro, educación física fuera del aula” (Nalerio, 2012: 240). c) La República Escolar Quizás uno de los elementos más interesantes de la escuela experimental de Olaizola es, junto con la organización en pabellones, la República Escolar que estableció el pedagogo uruguayo, consciente de la importancia de la formación moral y cívica. De esta manera, buscaba que los valores de respeto, de la oratoria y del diálogo se aprendiesen por medio de la vivencia. Mediante esta experiencia los niños fueron forjando su autonomía como sujetos y también seres políticos, al ser ellos mismos, junto con los docentes, quienes establecían las normas. En el último pabellón, Investigadores, en el que se trabajaba particularmente la maduración social y cívica, se realizaba la elección de sus autoridades que representaban los tres poderes: Ejecutivo, Judicial y Legislativo. Como señala Nalerio (2008), “se recreaba la campaña electoral, la mesa con sus tres integrantes, el voto secreto, la urna, el escrutinio en asamblea de pabellón, y se acataban las decisiones de la urna” (63). A su vez, a lo largo del año se sesionaba y se podría citar a la asamblea de pabellón a niños y a maestros. De esta manera, se entrenaba a los alumnos en la oratoria, el respeto a las normas, la educación cívica, permitiéndoles familiarizarse a través de la vivencia con conceptos como los tres poderes, la moción de orden, la credencial cívica, ser sujeto de derecho y otros. Así pues, se desarrollaba la maduración política desde lo vivencial, dándole a los alumnos la oportunidad de formar parte de la organización y gestión de su propia escuela. Reflexiones finales La Escuela Experimental de Las Piedras se presenta ante nosotros como ejemplo de los frutos que la innovación y la experimentación en el ámbito educativo tienen para ofrecernos. En este sentido, casos como estos han de invitarnos al cambio, a la transformación y a la novedad en el aula, ayudándonos a no estancarnos en una homogeneidad a nivel educativo que impide a las comunidades educativas actuar con mayor autonomía y desarrollar su potencial. Por otro lado, la escuela de Olaizola nos hace notar, asimismo, el caudal de conocimientos y experiencias revolucionarias que contiene el pasado de nuestro país y que puede ser para nosotros como una antorcha en el presente, época desafiante en que los cambios nos exigen encontrar nuevas maneras para la resolución de problemas. Tomemos aquí las palabras de Nalerio, quien enfatiza este aspecto: Rescatar la obra y pensamiento de maestros pedagogos uruguayos que han dejado su huella aquí y también fuera de nuestro país, es ir al encuentro de nuestro patrimonio pedagógico. ¿Por qué los docentes estamos tan empapados con las nuevas estrategias e innovaciones que vienen del mundo desarrollado, ignorando nuestro patrimonio? Toda visión que pretenda ser crítica ha de reconocer su pasado para explorar e inventar propuestas en un mundo que tiene nuevos problemas, desafíos, ideologías y otros intereses en juego” (Nalerio, 2008: 63). Fuentes bibliográficas Nalerio, Martha (2012). Sabas Olaizola. En Palomeque, Agapo Luis, Historia de la Educación Uruguaya (231-242). Montevideo: Ediciones de la Plaza. Nalerio, Martha (2008). Sabas Olaizola: De Decroly a la Escuela Nueva nacional. En Quehacer educativo, 56-63. Narváez, Eleazar (2006). Una mirada a la escuela nueva. En Educere, vol. 10, núm. 35, 629-636.