Summary

Este documento presenta los principios fundamentales de la traducción, explorando los factores lingüísticos, culturales y comunicativos que la definen. Se destaca la importancia de la competencia traductora, incluyendo habilidades lingüísticas y conocimientos extralingüísticos para una comprensión y transmisión efectiva del texto original.

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Finalidad y características de la traducción ¿Por qué, para qué y para quién se traduce? Tres son las cuestiones básicas que nos hemos de plantear a la hora de iniciar la reflexión sobre la traducción y mostrar sus características esenciales: ¿Por qué se traduce? ¿Para qué se traduce? ¿Para quién s...

Finalidad y características de la traducción ¿Por qué, para qué y para quién se traduce? Tres son las cuestiones básicas que nos hemos de plantear a la hora de iniciar la reflexión sobre la traducción y mostrar sus características esenciales: ¿Por qué se traduce? ¿Para qué se traduce? ¿Para quién se traduce? Se traduce porque las lenguas y las culturas son diferentes; la razón de ser de la traducción es, pues, la diferencia lingüística y cultural. Se traduce para comunicar, para traspasar la barrera de incomunicación debida a esa diferencia lingüística y cultural; la traducción tiene, pues, una finalidad comunicativa. Se traduce para alguien que no conoce la lengua, y generalmente tampoco la cultura, en que esta formulado un texto (escrito, oral o audiovisual). El traductor no traduce para sí mismo, traduce para un destinario que necesita de él, como mediador lingüístico y cultural, para acceder a un texto; ese destinario puede perseguir finalidades diferentes en relación con texto. El encargo de traducción puede tener varias finalidades y estas condicionan el proyecto traductor; asi, por ejemplo, no es lo mismo traducir un clásico de la literatura para una edición de bolsillo, o para una edición erudita bilingüe, o para niños, etc. En consecuencia, cualquier reflexión sobre la traducción no puede perder de vista cuatro presupuestos básicos: 1- La razón de ser de la traducción es la diferencia entre las lenguas y las culturas; 2- La traducción tiene una finalidad comunicativa; 3- La traducción se dirige a un destinario que necesita de la traducción al desconocer la lengua y la cultura en la que esta formulado el texto original; 4- La traducción se ve condicionada por la finalidad de persigue y esta finalidad varía según los casos ¿Quién traduce? La competencia traductora Nos referimos ahora a los conocimientos que ha de poseer el traductor. La primera respuesta que suele darse es que el traductor ha de saber lenguas, que ha de tener conocimientos lingüísticos. Habilidades generales del traductor La primera cuestión que hay que considerar es una competencia de comprensión en la lengua de partida y una competencia de expresión en la lengua de llegada; el bilingüismo no es, por tanto, una condición indispensable para ser traductor. Además, esta competencia es diferente si se trata de traductor o de intérprete, ya que el traductor trabaja con textos escritos y el intérprete con textos orales; las habilidades lingüísticas requeridas son distintas y existen incluso impedimentos fisiológicos para el ejercicio de una u otra (resulta difícil imaginar, por ejemplo, un intérprete con problemas de dicción). Ambos, traductor e intérprete, son usuarios de las lenguas, necesitan, por consiguiente, un conocimiento activo de ellas, saber usarlas debidamente. Ese conocimiento activo y práctico de las lenguas es esencial en la actividad del traductor y tiene primacía sobre su conocimiento teórico. Sin embargo, no basta con los conocimientos lingüísticos; el traductor ha de poseer también conocimientos extralingüísticos: sobre la cultura de partida y de llegada, sobre el tema del que trata el texto que está traduciendo, etc. Los conocimientos extralingüísticos varían según el texto de que se trate (y su dificultad cambia según los conocimientos extralingüísticos que tenga en cada caso el traductor), pero son totalmente indispensables para poder traducir; sin ellos el traductor ni puede comprender el texto original ni puede reformularlo debidamente. Ahora bien, con esa caracterización cualquier persona con conocimientos sobre lenguas extranjeras y con ciertos conocimientos enciclopédicos sería capaz de saber traducir. La práctica profesional y la enseñanza de la traducción demuestran que no es así. Hace falta desarrollar lo que podríamos llamar una habilidad de transferencia(transmisión), necesaria para poder recorrer el proceso de transferencia debidamente: capacidad de comprensión y producción de textos, predisposición al cambio de un código lingüístico a otro sin interferencias, etc. El traductor necesita también tener unos conocimientos instrumentales para el ejercicio de su labor: conocer el funcionamiento del mercado laboral (tarifas, contratos, tipo de encargos), saber documentarse, saber utilizar las herramientas informáticas, etc. Además, ha y que añadir el dominio de estrategias de todo tipo (para la comprensión, para la reformulación, para el proceso de transferencia) que permiten subsanar deficiencias de conocimientos (lingüísticos o extralingüísticos) o poder ayudar a la resolución de problemas de traducción. Todos esos conocimientos y habilidades caracterizan la competencia necesaria para saber traducir, que denominamos competencia traductora

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