Manual de Pensamiento Político Contemporáneo PDF

Summary

Este manual ofrece un análisis del pensamiento político contemporáneo, explorando las ideologías políticas desde la Edad Moderna hasta la actualidad. El texto cubre temas como el Renacimiento, el Absolutismo, la Ilustración, el Liberalismo, el Socialismo, el Marxismo, el Nacionalismo y el Fascismo, enfocándose en sus orígenes, desarrollo y evolución. El manual es un recurso valioso para estudiantes de Relaciones Internacionales.

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PENSAMIENTO POLÍTICO CONTEMPORÁNEO Dr. Alfredo Crespo Alcázar GRADO EN RELACIONES INTERNACIONALES Módulo de Formación básica Este material es de uso exclusivo para los alumnos de la Universidad Internacional de Valencia. No está permitida la reproducción total o parcial de su contenido ni su trat...

PENSAMIENTO POLÍTICO CONTEMPORÁNEO Dr. Alfredo Crespo Alcázar GRADO EN RELACIONES INTERNACIONALES Módulo de Formación básica Este material es de uso exclusivo para los alumnos de la Universidad Internacional de Valencia. No está permitida la reproducción total o parcial de su contenido ni su tratamiento por cualquier mé- todo por aquellas personas que no acrediten su relación con la Universidad Internacional de Va- lencia, sin autorización expresa de la misma. Edita Universidad Internacional de Valencia Grado en Relaciones Internacionales Pensamiento político contemporáneo Módulo de Formación básica 6 ECTS Dr. Alfredo Crespo Alcázar Leyendas Enlace de interés Ejemplo Importante Los términos resaltados a lo largo del contenido en color naranja se recogen en el apartado GLOSARIO. Índice CAPÍTULO 1. EL PENSAMIENTO POLÍTICO OCCIDENTAL EN LA ÉPOCA MODERNA (SIGLOS XV-XVIII)........... 7 1.1. El Renacimiento......................................................................................... 7 1.2. El siglo xvi y los orígenes del absolutismo................................................................ 9 1.3. Nicolás Maquiavelo...................................................................................... 10 1.3.1. Maquiavelo, la razón de Estado y la crítica de la escolástica española............................. 11 1.4. La Reforma luterana..................................................................................... 12 1.5. La Reforma calvinista................................................................................... 14 1.6. La Reforma anglicana (Inglaterra)....................................................................... 15 1.7. La escolástica española. Teorías políticas y jurídicas..................................................... 15 1.7.1. Suárez y el tiranicidio............................................................................. 15 1.8. Bodino y la soberanía................................................................................... 16 1.9. La consolidación del absolutismo en el siglo xvii. Modelos, paradigmas e ideólogos....................... 17 1.9.1. El absolutismo español........................................................................... 17 1.9.2. El absolutismo francés............................................................................ 18 1.9.3. El absolutismo inglés............................................................................. 19 1.10. Thomas Hobbes y el absolutismo........................................................................ 22 CAPÍTULO 2. LIBERALISMO, ILUSTRACIÓN Y CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN................................... 25 2.1. La evolución del absolutismo: el absolutismo ilustrado................................................... 25 2.2. El siglo xviii como el siglo de la Ilustración................................................................ 29 2.2.1. El proyecto de la Enciclopedia como manifestación de la Ilustración (francesa).................... 30 2.3. El liberalismo inglés: John Locke (1632-1704)............................................................ 30 2.3.1. El estado de naturaleza y el contrato social en John Locke........................................ 31 2.3.2. Los límites del poder del Estado en la teoría de John Locke....................................... 32 2.4. La Ilustración escocesa y el utilitarismo inglés........................................................... 32 2.5. La figura de Montesquieu (1689-1755)................................................................... 34 2.6. Jean-Jacques Rousseau................................................................................ 36 2.6.1. El concepto de estado de naturaleza y de contrato social en Rousseau............................ 37 2.7. La recepción de la Ilustración en Alemania. Nacionalismo frente a individualismo......................... 38 2.7.1. El combate jurídico: la Escuela Histórica Alemana frente a las ideas de la Ilustración francesa...... 40 CAPÍTULO 3. EL SIGLO XIX COMO SIGLO DE LAS IDEOLOGÍAS: LIBERALISMO, CONSERVADURISMO NACIONALISMO, MARXISMO, SOCIALISMO Y ANARQUISMO............................................... 42 3.1. Introducción............................................................................................ 42 3.2. La reacción contra la Revolución francesa.............................................................. 45 3.2.1. La reacción contra la Revolución francesa en Alemania. Posturas principales..................... 45 3.2.2. Edmund Burke: la defensa del conservadurismo como reacción a la Revolución francesa......... 46 3.2.3. La reacción francesa en contra de la Revolución francesa........................................ 48 5 Índice 3.3. El socialismo............................................................................................ 49 3.3.1. Revolución y utopía en el siglo xix................................................................. 50 3.4. El marxismo............................................................................................ 50 3.4.1. Marxismo y anarquismo.......................................................................... 52 3.5. El nacionalismo......................................................................................... 53 3.6. El siglo xx: una centuria violenta en sus primeras décadas................................................ 54 3.6.1. La violencia como herramienta política e ideológica en la primera mitad del siglo xx. Razones y manifestaciones....................................................................... 55 3.6.2. Ante un escenario inestable, la respuesta totalitaria del fascismo y el nazismo..................... 57 CAPÍTULO 4. EL SIGLO XX: DE LA VIOLENCIA INICIAL A LA GLOBALIZACIÓN FINAL............................ 59 4.1. El fascismo italiano...................................................................................... 59 4.1.1. Razonamientos y estrategia del fascismo italiano................................................. 60 4.2. El comunismo........................................................................................... 61 4.2.1. El camino hacia el régimen bolchevique.......................................................... 61 4.2.2. El golpe de Estado bolchevique................................................................... 62 4.2.3. El marxismo en Rusia y la Primera Guerra Mundial................................................. 64 4.2.4. El stalinismo...................................................................................... 65 4.3. El nazismo.............................................................................................. 67 4.3.1. La crisis de Weimar y el nazismo.................................................................. 68 4.4. La evolución del socialismo hacia la socialdemocracia.................................................. 70 4.5. La democracia cristiana en Europa a partir de 1945 como ideología al servicio de la estabilidad.......... 70 4.6. El consenso socialdemócrata........................................................................... 73 4.7. El cuestionamiento del consenso de posguerra por la nueva derecha en los años 70..................... 74 4.8. La recepción en la socialdemocracia del discurso de la nueva derecha: de la aprobación inicial a las críticas del siglo xxi................................................................................. 75 GLOSARIO........................................................................................................ 77 ENLACES DE INTERÉS............................................................................................ 84 BIBLIOGRAFÍA.................................................................................................... 86 6 Pensamiento político contemporáneo Capítulo 1 El pensamiento político occidental en la época moderna (siglos xv-xviii) 1.1. El Renacimiento El Renacimiento, que suele asociarse con determinados acontecimientos de significación, como el descu- brimiento de la América en 1492 o la invención de la imprenta, marca la aparición de un nuevo paradigma político, económico, social, cultural y jurídico en Europa. De manera gradual, en el ámbito de la economía se produjo una evolución del feudalismo al capitalismo, aunque demográficamente prevaleció una superio- ridad del mundo rural sobre el urbano. Así, en el siglo xvi comenzó a desarrollarse un grupo social que sería fundamental en las centurias posteriores: la burguesía. Esta residía en las ciudades, era culta y entendía que el dinero era el indicador principal de su trabajo. Esto último se traducía en una percepción concreta: la acumulación de riqueza, obtenida por medios lícitos, no debía considerarse algo negativo. Esta nueva mentalidad se observaba sobre todo en las ciudades-Estado italianas (por ejemplo, Florencia), auténticas impulsoras del Renacimiento (Giner, 2002, pp. 161-164). En el Renacimiento se materializó una concepción y un tipo de hombre diferente al característico de la Edad Media. En efecto, en el Renacimiento el hombre se convirtió en el juez último de sus ideas y de sus valores (Blanco, 1999c, p. 100), lo que provocó que la moralidad y lo trascendente cedieran terreno ante lo estricta- mente mundano. En relación con esta idea, se diferenció con mayor rigor entre aquello que correspondía al ámbito político y lo perteneciente al terreno religioso. 7 Capítulo 1. El pensamiento político occidental en la época moderna (siglos xv-xviii) En lo relativo al mundo del saber, destacó el humanismo, y se produjo un interesante desarrollo de la filo- sofía, disciplina que no empleó como argumento de autoridad el dogma religioso. En consecuencia, se respetaron las aportaciones realizadas por clásicos como Platón, Aristóteles, san Agustín o santo Tomás de Aquino, pero no se las consideró las únicas fuentes válidas de sabiduría (González, 2003). También fue un siglo, el xvi, en el que se desarrollaron utopías, como la elaborada por el inglés Tomás Moro, una propuesta de organización política basada en la paz y en la concordia entre los hombres (Roldán, 2013). Dentro del humanismo destacaron Luis Vives y, sobre todo, Erasmo de Rotterdam. En su obra intelec- tual, Erasmo de Rotterdam buscó la concordia entre los diferentes imperios que coexistían en Europa. En cuanto a sus ideas religiosas, compartió la visión peyorativa de la Iglesia propia de algunos sectores de la época, como el luteranismo, como institución corrupta cuyas intrigas y ansias de poder político provocaban el desarrollo de guerras territoriales. Erasmo, al contrario que Martín Lutero, defendió el gradualismo en la Reforma, no la radicalidad (Romo, 2011). Erasmo de Rotterdam entendía la política como una parte de la ética, y la primera como subordinada a la segunda. Dentro de la política, los temas que más le interesaron fueron la educación del príncipe (Palacio, 2010, pp. 30-40) y la defensa de la paz (Uscatescu, 1969). Enlace de interés En el siguiente enlace encontrarás las principales ideas de Erasmo de Rotterdam: https://blogs.ua.es/ideaspoliticas/erasmo-de-rotterdam/ Con todo ello, nos encontramos en una etapa histórica en la que en el enfrentamiento entre razón y fe que se había fraguado en los años finales de la Edad Media, simbolizado, por ejemplo, por las obras de Marsilio de Padua y Guillermo de Ockham, la primera comenzó a imponerse sobre la segunda. Asimismo, las teorías de los dos aludidos pensadores influyeron en el ámbito político, puesto que ambos reflexio- naron sobre los orígenes, los límites y la titularidad del poder político (rebatiendo el rol del papa en este tema). Estas cuestiones permearían en el debate de las ideas iniciado en el siglo xvi y que continuaría en las posteriores centurias. Enlace de interés En este enlace encontrarás una referencia sobre las ideas políticas y religiosas de Marsilio de Padua y de Guillermo de Ockham: http://filex.es/historia/filosofiamedieval/43_el_secularismo_poltico_de_marsilio_de_padua_y_ okham.html Marsilio de Padua, en su obra Defensor Pacis, rechazó la sumisión del Estado a la Iglesia (propia de la tradi- ción agustiniana). Para De Padua, el emperador (el poder político) recibía el poder de Dios, no de la Iglesia, de la cual recibía únicamente la bendición. Estas tesis iban en una dirección contraria a las imperantes en su época, expuestas, por ejemplo, por el papa Bonifacio VIII en la bula Unam Sanctam, que reafirmaba la supe- rioridad del poder espiritual sobre el político. En cuanto a Ockham, este abogó por la separación entre el poder de la Iglesia y el poder político, afirmando que el papado carecía de poder temporal, de tal manera que el papa no debía ni coronar al emperador ni mediar en los asuntos políticos (López, N., 2012). 8 Pensamiento político contemporáneo En consecuencia, el siglo xvi fue también aquel en que se impugnó la autoridad de la Iglesia de Roma no solo en el ámbito político, sino también en el religioso. Confirman esta afirmación las reformas luteranas, calvinistas y anglicanas, las cuales se vieron impulsadas por la conjunción de una serie de factores políticos (la fragmentación del poder político), económicos (las críticas a la Iglesia de Roma por su tendencia a acumular riquezas) y culturales (un ingente desarrollo tecnoló- gico que dio como resultado la aparición de la imprenta, lo que permitió la edición de la Biblia en diferentes lenguas vernáculas en un momento en el que el porcentaje de personas alfabetizadas estaba aumentando notablemente). La respuesta de la Iglesia de Roma a través de la Contrarreforma, cuyo paradigma fue el Concilio de Trento (1545-1563), si bien depuró la imagen de la Iglesia ante la opinión pública, también es cierto que menguó la influencia del papado en el terreno político. Así, pensadores como Roberto Belarmino o Luis Molina mati- zaron la influencia del papa en las cuestiones políticas. Para el primero, el papa carecía de soberanía sobre los reyes y solo podría intervenir en caso de que las acciones de un determinado gobernante pusieran en peligro a la cristiandad. En cuanto al segundo, limitó la influencia del papa a las cuestiones estrictamente religiosas y negó que el poder político tuviera origen divino (Touchard, 2008, p. 224). Como consecuencia de este cúmulo de circunstancias, al término del siglo xvi comenzó a primar un sentimiento de fidelidad nacional que suplió a la fidelidad religiosa, aspecto que en última instancia fortaleció al poder político, esto es, el poder del gobernante, de la autoridad civil y secular. 1.2. El siglo xvi y los orígenes del absolutismo En el terreno de las ideas políticas, como señala, entre otros, Touchard (2008), en el siglo xvi apareció una ideología que otorgaba al monarca una soberanía plena ante la que los súbditos solo podían obedecer: el absolutismo. Este fenómeno se observó en países como España, Francia o Inglaterra, en los que el poder del monarca se incrementó al tiempo que también aparecían en ellos elementos distin- tivos de un Estado, como la existencia impuestos sobre los que sustentar la Hacienda Real y un ejército permanente, o indicios de una administración central compuesta por funcionarios reales. En el terreno de las ideas económicas, el absolutismo está asociado al mercantilismo, cuyos teóricos (Jean Bodino, Antonio Serra o Thomas Mun) consideraban que la moneda era la fuente principal de riqueza. En consecuencia, otorgaron máxima relevancia a que las Haciendas estatales contuvieran abundancia de moneda para afrontar los elevados gastos de ese incipiente Estado (desde el pago a los funcionarios hasta el de los costes derivados de las constantes guerras). El mercantilismo no tuvo en cuenta cuestiones como la posibilidad de mejorar la vida de los trabajadores ni se preocupó por problemas como la inflación y sus riesgos. Priorizó el crecimiento demográfico de la población (por los efectos nocivos que el despoblamiento generaba en la economía), defendió el protec- cionismo (lo que se tradujo en aranceles elevados para las importaciones, la eliminación de los impuestos para las exportaciones y la creación de compañías nacionales). 9 Capítulo 1. El pensamiento político occidental en la época moderna (siglos xv-xviii) Enlace de interés En el siguiente enlace encontrarás una cronología del mercantilismo: http://www3.uah.es/econ/hpeweb/HPE981.html Este régimen absolutista se desarrolló en un primer momento con la aportación intelectual de una serie de pensadores como Nicolás Maquiavelo, Thomas Hobbes, Jean Bodino, Hugo Grocio, Samuel Pufendorf o Jacques Bossuet. Las reflexiones de todos ellos sobre la naturaleza del Estado y el origen del poder político deben circunscribirse al contexto nacional en el que desarrollaron su obra científica/académica, puesto que aquel influyó en la misma y también en las recomendaciones que llevaron a cabo. En cuanto a su extensión cronológica, el absolutismo se prolongó hasta el siglo xviii. En efecto, el denominado Siglo de las Luces, vinculado con el desarrollo de la Ilustración, introdujo cambios sustanciales en las ideas políticas y económicas que cristalizaron de manera crono- lógica primero en el absolutismo ilustrado y después en la Revolución francesa, cuya difusión por Europa continental, no siempre aceptada voluntariamente y sí, por el contrario, combatida intelectual y militarmente, socavó los cimientos del absolutismo, aunque este no desapareció por completo. 1.3. Nicolás Maquiavelo Siguiendo a Giner (2002, pp. 177-188), podemos decir que la obra de Maquiavelo significa un ejemplo de realismo político porque en ella analizó la naturaleza humana y concluyó que el hombre tiene una serie de pasiones e intereses (vicios y virtudes), un fenómeno que nada tenía que ver con el pecado original. Los vicios ejercen una influencia notable en los hombres, de tal modo que cualquier organización polí- tica es consecuencia de aquellos. Esa misma naturaleza del hombre explica la necesidad del Estado, puesto que el hombre manifiesta una inclinación hacia la rapacidad que no le permitiría vivir sin la coer- ción externa que implica aquel. Sin embargo, la aparición del Estado no altera la naturaleza humana, de tal manera que los ricos quieren seguir explotando a los pobres, que no aceptan su posición, sino que aspiran a apropiarse de nuevas posesiones. El príncipe es un libro propio del Renacimiento, en el cual Maquiavelo ofreció consejos al gobernante Lorenzo de Médicis, descartando los principios morales a la hora de evaluar su conducta. De hecho, el libro refleja una amoralidad susceptible de traducirse en que el gobernante debe ser indiferente ante las reglas del honor, de tal manera que, si necesitase violar un pacto para triunfar, debería hacerlo. En la mencionada obra, Maquiavelo señaló que el gobernante debía reunir una serie de requisitos para acceder al poder y para mantenerse en él (Giner, 2002): a. Aprovechar las condiciones que se le presentaran. b. Capacidad para manipular las voluntades, premisa susceptible de traducirse en su archiconocida máxima de “El fin justifica los medios”. c. Virtù, es decir, intuición y lucha política permanente. 10 Pensamiento político contemporáneo d. Fortuna (el azar), elemento que depende del libre albedrío. e. Fomentar el culto hacia su persona: debía optar por que le temieran, en lugar de que le amaran, si de ello dependía la consecución de sus objetivos. f. Ante el daño que pudiera causar, no debía dudar, pero siempre teniendo en cuenta que su respuesta no implicara un daño en forma de venganza hacia su persona. 1.3.1. Maquiavelo, la razón de Estado y la crítica de la escolástica española La naturaleza del hombre giraba alrededor de la virtù y de la fortuna, mientras que la del Estado lo hacía alrededor de la necessità, determinando esta última su devenir. Tal formulación teórica se traducía en que si el príncipe precisaba de soldados para la guerra, bien los reclutaría por la fuerza, bien los compraría como mercenarios (si bien Maquiavelo se decantaba por la primera de las fórmulas por considerarla más eficaz). De la misma manera, si el Estado requería expandirse, podría anexionar una región, bien por acuerdo, bien por la fuerza. Como se deduce, el Estado era soberano puesto que no reconocía ninguna autoridad a la que se hallara subordinado, de tal manera que el resto de instituciones podían ser manipuladas por él. Maquiavelo aceptaba la existencia del derecho o de la religión, pero el Estado los podía usar para el logro de sus fines políticos (Giner, 2002, pp. 183-184). Figura 1. Estatua de Nicolás Maquiavelo en Florencia. 11 Capítulo 1. El pensamiento político occidental en la época moderna (siglos xv-xviii) En las ideas políticas del pensador italiano no había lugar ni para la moral ni para la teología, aspecto por el que recibió críticas contundentes por parte de la escolástica española, que profesó hostilidad hacia las reflexiones de Maquiavelo y las combatió intelectualmente, una labor en la que sobresalieron Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Luis de Molina, Gabriel Vázquez y Francisco Suárez. Los principales argumentos que utilizaron para rebatir la razón de Estado tenían como premisa de partida que del maquiavelismo se deri- vaba una visión del hombre muy pesimista, ya que concebía al gobernante caracterizado por la malicia y la ambición, convirtiendo así a la política en el arte de la miseria moral. También rechazaron que Maquiavelo negase el rol de la providencia, así como cualquier ley religiosa y moral, lo que llevó a los citados juristas españoles a concluir que las tesis de Maquiavelo solo podían generar el establecimiento de una tiranía y a considerar, en definitiva, el maquiavelismo una doctrina herética (Todescan, 2017). 1.4. La Reforma luterana Impulsada y liderada por Martín Lutero, la Reforma luterana significó un ataque frontal a uno de los cimientos sobre los que se había consolidado el orden medieval: la Iglesia de Roma. Figura 2. Estatua de Martín Lutero. Constó de tres pilares fundamentales (Várnagy, 1999): a. Justificación por la fe y sacerdocio universal. b. Autoridad de la Biblia, lo que significaba el final del monopolio de la Iglesia para interpretar las Sagradas Escrituras. c. Afirmación del sometimiento de los eclesiásticos al poder temporal, puesto que, desde el punto de vista de Lutero, no constituían un orden diferente al compuesto por el resto de cristianos. 12 Pensamiento político contemporáneo La rápida difusión de las 95 tesis de Martín Lutero, en las que se exponían y desarrollaban las tres ideas ante- riores y que fueron publicadas en 1517, generó un enfrentamiento entre el papa León X y el propio Lutero, quien contó con el apoyo de algunos príncipes alemanes. Las tesis luteranas influyeron en la sociedad, aumentando el rechazo de algunos sectores hacia la Iglesia por la contradicción que observaban entre su mensaje religioso y su forma de vida, caracterizada por la ostentación. Los dos argumentos centrales de la crítica de Lutero al papa fueron que carecía de poder sobre los hombres y que no era infalible en asuntos de fe. Como respuesta, León X promulgó la bula Exsurge Domine (1520), con la que no logró que Lutero se retractase, sino que, por el contrario, este rompió con Roma. Posteriormente, en la Dieta de Worms, Lutero resultó excomulgado por la bula Decet Romanum Pontificem (1521), basada esta en los siguientes argumentos: a. El papa tenía potestad para excomulgar a Lutero, ya que este había engañado a las masas con sus ideas. b. El papa establecía la obligación de denunciar a los cismáticos para demostrar lo equivocados que estaban. Si los cismáticos se retractaban, entonces evitarían el castigo divino. El pensamiento de Lutero no solo contenía una vertiente religiosa, sino también otra política de fundamental importancia. En efecto, reflexionó y expuso sus teorías sobre el poder político, en las cuales cabe añadir que permeaba de manera constante su visión religiosa. Para Martín Lutero, la autoridad política (el poder temporal) aparece porque todos los hombres son malos. Por tanto, esa autoridad secular se hace necesaria. Dios es el creador del gobierno secular, que está sometido a una serie de límites, puesto que las cuestiones del alma son competencia de Dios y, si el poder secular se entromete en ellas, invadirá el gobierno de Dios y corromperá las almas. En el ejercicio del poder, la autoridad política debe respetar una serie de principios: a. Abandonar la idea de dominar y actuar con violencia. b. Pedir consejo a los grandes señores. c. Castigar de manera recta, sin incurrir en injusticias. d. Someterse a Dios y pedirle sabiduría para gobernar. 13 Capítulo 1. El pensamiento político occidental en la época moderna (siglos xv-xviii) Lutero desarrolló la teoría de los dos reinos (el de Dios y el de los hombres), los cuales estaban separados, pues de lo contrario, bajo su punto de vista, primarían la corrupción y el desastre. Consideró que, aunque ambos eran necesarios, el espiritual tenía superioridad sobre el temporal. El hombre debía rendir obediencia a Dios (no al papa), y someterse al poder temporal por amor al prójimo. Asimismo, Lutero rechazó que el hombre se pudiera rebelar contra la autoridad secular, aunque sufriera las injusticias de esta, ya que la resistencia solo la podían ejercer aquellos que ostentaban autoridad (García, 2013). 1.5. La Reforma calvinista La Reforma calvinista fue otro de los grandes acontecimientos político-religiosos del siglo xvi. El calvinismo dio lugar a la teocracia (calvinista) de Ginebra, impulsada y liderada por su promotor, Juan Calvino, adalid de la ruptura con la Iglesia de Roma. Juan Calvino rechazó que el papa presidiese la Iglesia en nombre de Jesu- cristo y la superioridad de la Iglesia de Roma sobre el resto de Iglesias. El calvinismo negaba la mediación de la Iglesia entre Dios y hombre, y rechazaba el culto y la adoración a los santos e imágenes, aunque reconocía el bautismo y la eucaristía. Entre las influencias generadas, sobre- salen las siguientes: la Reforma escocesa impulsada por John Knox, el puritanismo de Oliver Cromwell y los hugonotes en Francia. Para Calvino, el poder político tenía origen divino, sin que hubiera mediación alguna por parte del pueblo. Al dejar de ser el poder político un apéndice del poder religioso, Calvino negaba que el pecado y la perversidad humana generaran algún tipo de efecto en su creación. En consecuencia, el poder político existía porque así lo quería Dios, quien no lo entregó a una minoría o a una sola persona, de ahí que Calvino rechazara la tiranía. De hecho, cuando un gobierno era malo o injusto, los gobernados no debían rebelarse, sino reflexionar sobre sus pecados, arrepentirse y pedir ayuda divina. Dios sería, en última instancia, quien derrocara a los tiranos. Este planteamiento suscitaría una serie de repercusiones (García, 2006, pp. 5-20): a. El rey carecía de responsabilidad ante terceros, y solo era responsable ante Dios. b. Obligación de no oponer resistencia al gobernante. c. El gobernante estaba sometido a la ley porque esta emanaba de Dios. d. El oficio de gobernante era el más importante dentro de la comunidad política, ya que era quien ejecutaba la voluntad de Dios. e. Los súbditos eran responsables de obedecer, no por temor al gobernante, sino por respeto y obediencia a Dios. f. Se estableció una separación entre Iglesia y el Estado. 14 Pensamiento político contemporáneo 1.6. La Reforma anglicana (Inglaterra) Frente a la Reforma luterana y la Reforma calvinista, sobre las que hay obras escritas por sus dos principales ideólogos, en la Reforma anglicana no sucede lo mismo. El promotor fue el monarca Enrique VIII, quien solo se desmarcó de la Iglesia de Roma en lo relativo al rechazo de la superioridad del papa. Antes de su ruptura con Roma, había arremetido contra las ideas de Martín Lutero; tras producirse aquella, el monarca inglés creó su propia Iglesia (Aranguren, 1948, pp. 125-133). El Acta de Supremacía de 1534, votada por el Parla- mento, lo convirtió en la cabeza de la Iglesia en Inglaterra (anglicanismo). 1.7. La escolástica española. Teorías políticas y jurídicas El jesuita español Francisco Suárez se mostró contrario a la tiranía y consideró un argumento herético sostener que la instauración del Estado habría sido algo querido por Dios. Para Suárez, el Estado lo creó el hombre para satisfacer sus propósitos seculares, puesto que, como animal político, requiere vivir en comunidad y esta tiene que ser gobernada por un poder político. La comunidad política teorizada por Suárez se caracteriza por la igualdad y libertad de todos sus miembros y por la existencia de un binomio formado por paz y justicia que solo se puede asegurar mediante las leyes apropiadas (Todescán, 2017, pp. 60-61). A partir de ahí, Suárez definió la ley como “un acto de la voluntad de un superior que quiere obligar a un infe- rior”. Esto no significa que la voluntad del legislador resulte ilimitada; por el contrario, se halla condicionada ya que no puede ir contra la ley divina ni contra la ley natural (Milazzo, 2017). Asimismo, para ser obedecida, la ley tiene que ser razonable y justa. Los destinatarios de la ley son las criaturas dotadas de libre arbitrio y de naturaleza intelectual. En cuanto a su aplicación, la ley no se aplica a todos los actos, sino solo a los que se hacen libremente (Lafuente, 2016). Enlace de interés En el siguiente enlace podrás descargar un artículo sobre la resistencia y el tiranicidio en Suárez: http://revistas.upcomillas.es/index.php/pensamiento/article/view/2302 Para Francisco de Vitoria, el pueblo es soberano de por sí y transfiere esa soberanía al gobernante. Las leyes emanan del cuerpo político, del cual el gobernante solo es una parte más. Asimismo, también el legislador debe cumplir las leyes. Por tanto, la potestad del Estado es limitada (Sánchez, 2017). 1.7.1. Suárez y el tiranicidio En su elaboración doctrinal, Suárez distinguió dos tipos de tiranos (Font, 2017, pp. 183-207): a. Aquel que no es tirano en origen (es decir, se trata de una distinción por la forma en que ha recibido el poder), pero lo ejerce de manera injusta. Para Suárez, a este tipo de tirano solo se le puede dar muerte en legítima defensa, nunca por el mal ejercicio del poder. Esa integridad física que justifica darle muerte admite dos casos. Por un lado, el amparo de la propia vida; por otro lado, la defensa de la comunidad política, si el gobernante la está agrediendo y tiene la intención de matar a todos los súbditos. 15 Capítulo 1. El pensamiento político occidental en la época moderna (siglos xv-xviii) b. El tirano usurpador, esto es, aquel que detenta el poder, pero no tiene el título legítimo. Cualquier persona privada que sea miembro de la comunidad y que sea víctima de sus acciones le puede dar muerte, si bien deberán cumplirse seis condiciones: 1. Que no se pueda interponer un recurso ante un superior que juzgue al usurpador. 2. Las acciones del tirano deben ser públicas y manifiestas. 3. Dar muerte al tirano tiene que ser imprescindible para librar a la comunidad de la opresión que ejer- ce aquel. 4. Que no haya un pacto entre la comunidad y el tirano. 5. Que se tenga constancia de que la muerte del tirano no provocará males mayores en la comunidad. 6. Que la comunidad política no se oponga expresamente al acto de dar muerte al tirano. En sus teorías, Suárez otorgó un tratamiento más contundente (como sinónimo de duro) al tirano usurpador, que en esta época gozaba de menor legitimidad que el mal gobernante, por lo que se aceptaba una mayor resistencia hacia ese tirano usurpador. En la segunda mitad del siglo xvi y a inicios del siglo xvii, se asistió a la comisión de varios magnicidios (Enrique III y Enrique IV en Francia), cuya autoría intelectual se sospechaba que se debía a los jesuitas espa- ñoles, en particular por las teorías elaboradas al respecto por Juan de Mariana (Touchard, 2008, p. 225). Enlace de interés En el siguiente enlace encontrarás una explicación pormenorizada de las teorías de Juan de Mariana sobre el tiranicidio: http://www.mises.org.es/2017/06/juan-de-mariana-sobre-el-tiranicidio/ 1.8. Bodino y la soberanía En su obra Los seis libros de la República, Jean Bodino se marcó el objetivo de crear una República bien ordenada, entendiendo por tal “el justo gobierno de varias familias y de lo que les es común” (Touchard, 2008, p. 227). En Bodino la soberanía permite al rey, sin que sea necesario el consentimiento de los súbditos, hacer la ley, que se halla por encima del soberano y es indivisible y absoluta. Sin embargo, el poder de reyes y soberanos no se extiende a las leyes de Dios y de la naturaleza (Giner, 2002, p. 225). Bodino maneja dos conceptos ciertamente problemáticos: desobediencia y rebelión. Mientras que la desobediencia es lícita y puede llevarse a cabo cuando las actuaciones del soberano van en contra de la ley natural, la rebelión está prohibida. En este punto, aparece el temor que en este pensador suscitaban las guerras religiosas de su época, que impedían cualquier tipo de estabilidad al mismo tiempo que fomentaban la anarquía. En el entramado institucional que diseñó Bodino, la figura clave es el rey, que se halla por encima de los partidos y de las sectas religiosas. El Estado y el rey se convierten de este modo en la salvaguarda del orden, de la fuerza y del progreso. 16 Pensamiento político contemporáneo Sin embargo, aunque este poder es absoluto, también estableció una serie de cautelas a modo de limita- ciones, como el respeto a la propiedad privada (considerada por Bodino un derecho natural) y la imposibi- lidad del rey de establecer impuestos según su libre voluntad (Giner, 2002). Enlace de interés En el siguiente enlace podrás leer un artículo sobre la visión de Bodino de la República: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2129480 1.9. La consolidación del absolutismo en el siglo xvii. Modelos, paradigmas e ideólogos Durante el periodo 1618-1648, se desarrollaron en Europa las guerras de religión, que finalizaron con la Paz de Westfalia. La intensidad de esta contienda generó al término de la misma un deseo de paz en la sociedad, objetivo que solo podía garantizar de manera eficaz el monarca, lo que ayudó al fortalecimiento de su poder y, desde una perspectiva más amplia, a la centralización del mismo. El absolutismo como modelo de organización política siguió caracterizando a la Europa del Antiguo Régimen, un espacio geográfico en el que proseguía el ascenso de la burguesía preindustrial y el declive del mundo feudal. Emergieron nuevos monarcas absolutos (Luis XIV) y filósofos que justificaron el absolutismo, si bien no todos ellos desde los mismos presupuestos teóricos ni con las mismas intenciones, como demostraron las ideas formuladas, por un lado, por Jacques Bossuet y, por otro lado, por Thomas Hobbes. Enlace de interés En el siguiente enlace podrás obtener un perfil de las ideas más relevantes de Jacques Bossuet: http://metahistoria.com/jacques-bossuet/ Durante esta centuria, también sobresalieron las diferentes crisis que se produjeron en la economía (gene- rando las consiguientes hambrunas entre los sectores más desfavorecidos de la sociedad). Desde una pers- pectiva geoeconómica, tuvo lugar un desplazamiento del centro de gravedad comercial, que se trasladó de España y el Mediterráneo al norte de Europa, cuyas naciones llevaban a cabo una intensa actividad comer- cial. El mercantilismo se mantuvo como principal doctrina económica, con el consiguiente fomento del proteccionismo y del nacionalismo económicos. 1.9.1. El absolutismo español El absolutismo español del siglo xvii se ubicó en un momento histórico en el cual España había dejado de ser una potencia mundial, sobre todo si se la comparaba con su posición geopolítica en el siglo xvi. Este cambio influyó notablemente en la filosofía política desarrollada en nuestro país, caracterizada principalmente por la prudencia. Como característica general, los autores españoles reconocieron la autoridad del monarca, al que ofre- cieron consejos sobre cómo gobernar, siempre a partir de presupuestos en los que prevalecía el moralismo. En consecuencia, se mantuvo intacta la oposición a las teorías políticas de Maquiavelo al considerar que las mismas chocaban frontalmente con la moral. 17 Capítulo 1. El pensamiento político occidental en la época moderna (siglos xv-xviii) Como ejemplo de ello, el pensador español Pedro de Ribadeneyra expresaba lo siguiente en su obra Tratado de la religión y virtudes que debe tener el príncipe cristiano, contra lo que Maquiavelo y políticos de este tiempo enseñan (1595): Nicolás Maquiavelo (…) era hombre impío y sin Dios, así su doctrina (como agua derivada de fuente inficionada) es turbia y ponzoñosa, y propia para atosigar a los que bebieron de ella. Porque, tomando por fundamento que el blanco al que siempre debe mirar el príncipe es la conservación de su Estado, y que para este fin se ha de servir de cualquiera medios, malos o buenos, justos o injustos, que le puedan aprovechar, pone entre estos medios el de nuestra santa religión, y enseña que el príncipe no debe tener más cuenta con ella de lo que conviene a su Estado, y que para conservarlo debe algunas veces mostrarse piadoso aunque no lo sea, y otras abrazar cualquier religión, por desatinada que sea. (Citado en Álvarez, H., 2016, p. 664). Además de Ribadeneyra (que contemplaba la monarquía como la forma de gobierno más segura para la defensa de la fe cristiana y para garantizar la paz social), destacó Saavedra Fajardo, partidario de la monar- quía frente a las repúblicas, en las cuales sólo veía rasgos negativos. Enlace de interés En el siguiente enlace encontrarás una referencia a las ideas de Saavedra Fajardo: http://www.escolasticos.ufm.edu/index.php/Diego_Saavedra_Fajardo 1.9.2. El absolutismo francés Aun a riesgo de simplificar, el absolutismo francés presenta dos rasgos caracterizadores: por un lado, la superioridad de la monarquía como forma de organización política; por otro lado, el origen divino del poder, una premisa que se traduce en que Dios ha entregado el cetro al monarca y este gobierna en la tierra en nombre de aquel. El reinado de Luis XIV constituye el paradigma de esta afirmación, pues el monarca entendió que debía concentrar en su persona todos los poderes y gobernar sin cortapisas, y obró en conse- cuencia. El pensamiento político francés de esta época se elaboró principalmente a través de personali- dades vinculadas a las instancias de gobierno, como el cardenal Richelieu o Jacques Bossuet. Richelieu defendió la centralización política y administrativa de Francia, una aspiración que se ha perpe- tuado con el paso del tiempo, de tal manera que en la actualidad es uno de los rasgos distintivos de su sistema político. Richelieu fue un pragmático en su concepción del poder del soberano; en la exposición de las características que debe tener aquel, podemos observar un notable sentido de Estado, pues rechaza cualquier idealismo en sus propuestas. Así, como consecuencia de la beligerancia de la época, Richelieu propugnó un Estado (francés) con fron- teras bien delimitadas y un ejército preparado para defenderlas. Además, como consecuencia del ingente desarrollo experimentado por el aparato estatal, añadió que este debería disponer de los recursos econó- micos suficientes sin que ello se tradujera en asfixiar impositivamente al pueblo (aspecto en el que también incidiría Bossuet). Esta última apreciación no implicó que otorgara al pueblo rol político alguno, ya que, en el entramado institucional que diseñó, el rey era la figura central, mientras que el resto de estamentos, inclu- yendo al clero, estaban a su servicio (Touchard, 2008, pp. 263-265). 18 Pensamiento político contemporáneo Figura 3. Retrato del cardenal Richelieu. Sus ideas las continuó Jules Mazzarino. Este se enfrentó al heterogéneo movimiento de la Fronda (Fronda del Parlamento, Fronda de los Príncipes…), que defendía viejos intereses de clase frente al monarca, cuyo poder quería limitar, por ejemplo, en lo referente a cuestiones impositivas. La Fronda dio lugar a enfrentamientos con las autoridades, y su fracaso final facilitó que la centralización se acelerase en Francia. En cuanto a Jacques Bossuet (Touchard, 2008), entendía que el rey era el sustituto de Dios en la tierra, por lo que su autoridad debía considerarse sagrada. El rey debía cumplir en la tierra la misión que Dios le había encomendado: reconstruir el orden medieval, es decir, una cristiandad no dividida, creando un Reino Universal gobernado por el rey de Francia. Desde esta perspectiva, como el poder del rey tenía un origen religioso, se encontraba exento de limita- ciones, si bien esto no debía entenderse como sinónimo de un ejercicio arbitrario del mismo. El componente religioso de las ideas de Bossuet no se orientaba a reivindicar la influencia de la Iglesia, sino a magnificar el rol de Dios y, por tanto, del rey (de Francia). Bossuet rechazaba la posibilidad de derribar a un gobierno legítimo, de tal manera que, si sucedía esto último, se atacaba directamente a Dios. De hecho, la caída de los imperios a lo largo de la historia reflejaba el cumplimiento de los designios divinos. 1.9.3. El absolutismo inglés La teoría del absolutismo en Inglaterra encontró una mayor resistencia civil que en el resto de Europa, lo que determinó el futuro del país en el corto y medio plazo, y generó una serie de disputas que cristalizaron en la guerra civil (1642-1651) y en la posterior dictadura de Oliver Cromwell, a la que siguió el retorno a la monar- quía, pero con una característica nueva: ya no era una monarquía absoluta sino una monarquía parlamen- taria, aunque con notables limitaciones y vacíos evidentes. 19 Capítulo 1. El pensamiento político occidental en la época moderna (siglos xv-xviii) Jacobo I (1566-1625) fue el paradigma del absolutismo en Inglaterra. Consideraba que el monarca en el ejer- cicio de sus funciones no debía someterse a ninguna cortapisa, ni parlamentaria ni eclesiástica. El sucesor de Jacobo I fue Carlos I, quien incrementó el absolutismo, lo que a la postre provocó el estallido de la guerra civil. Carlos I se enfrentó con el Parlamento cuando dicha institución no autorizó una (nueva) subida de impuestos. Como respuesta, el monarca violó varios acuerdos, lo que provocó que el Parlamento respon- diera indicando que quien cobrara impuestos sin su consentimiento sería declarado enemigo del Estado. Carlos I lo disolvió y no lo convocó durante 11 años, durante los que gobernó de manera absolutista (Giner, 2002, pp. 252-256). Figura 4. Retrato de Oliver Cromwell. Ante esta anomalía, se produjo una reacción liderada por Oliver Cromwell en nombre de las aspiraciones de los oprimidos. Asimismo, un sector de los sublevados reivindicó ciertas ideas comunistas. Se trata de los levellers y los diggers (Giner, 2002, pp. 258-260). a. Los levellers exigieron la igualdad de todos los hombres tanto a nivel político como de representación. Sostenían que el gobierno existía por consentimiento popular. Su principal figura fue John Lilburne. b. Los diggers interpretaron la revolución como la liberación económica de los pobres. Entendían que la causa principal de las injusticias radicaba en la desigual distribución de la tierra, y no en las supuestas predisposiciones malignas de los hombres. Su teorizador principal fue Gerrard Winstanley. Enlace de interés En los siguientes enlaces encontrarás un perfil de la biografía política de Lilburne y Winstanley: http://www.filosofia.org/enc/ros/lil.htm https://www.britannica.com/biography/Gerrard-Winstanley 20 Pensamiento político contemporáneo Frente a estos grupos, Cromwell se mostró más comedido, si bien ejecutó al rey, iniciando de este modo una república gobernada por él de un modo tiránico y dictatorial. Así, asumió cada vez más poderes e impidió la presencia de la oposición en el Parlamento. Cuando murió, delegó el poder en su hijo, Richard Cromwell, quien mantenía contacto con los sectores monárquicos, lo que facilitó el regreso de la monar- quía a Inglaterra a través de Carlos II y Jacobo II, pero ya no bajo la forma de monarquía absoluta. No obstante, se produjeron varios episodios a finales del siglo xvii hasta la consolidación final de esta nueva forma de gobierno. En efecto, Carlos II aceptó el rol del Parlamento a la hora de aprobar leyes e impuestos. Sin embargo, tras su fallecimiento, su hijo Jacobo II trató de introducir de nuevo el absolutismo en Inglaterra. Ante esta aspiración, nobles y burgueses se unieron para derrocarlo, tras lo cual ofrecieron el trono a Guillermo de Orange (que adoptó el nombre Guillermo III), si bien le exigieron el cumplimiento obligatorio de dos condiciones. Por un lado, el monarca no podría imponer religión alguna. Por otro lado, debería respetar la voluntad del Parlamento. Esta alianza de nobles y burgueses (cuyo resultado final fue el reinado de Guillermo III) recibe el nombre Revolución Gloriosa, cuya duración fue mínima y no hubo derramamiento de sangre, al contrario de lo que sucedió en la guerra civil de algunas décadas atrás. De la Revolución Gloriosa se derivó un documento jurídico-constitucional de máxima importancia que ha marcado desde entonces el sistema político inglés (británico) en general y su parlamentarismo en particular: el Bill of Rights (1689), que establecía que: a. El rey no podría aprobar o eliminar leyes sin el consentimiento del Parlamento. b. Habría elecciones libres al Parlamento inglés. c. Era obligatorio que el Parlamento se reuniera con frecuencia. A pesar de lo avanzado del Bill of Rights, se le pueden formular algunas objeciones, puesto que reconocía únicamente el sufragio censitario y no el sufragio universal. Además, si bien fortalecía la Cámara de los Comunes, esta no representaba a todo el pueblo, sino a las clases más pudientes. Con todo ello, durante esta etapa revolucionaria inglesa, acaecida durante la segunda mitad del siglo xvii, tuvo lugar la aparición del liberalismo. Durante un periodo de unos cuarenta años a partir de la guerra civil y la implantación del gobierno constitucional tras la Gloriosa Revolución de 1680, se esgrimió una buena cantidad de argumentos contra el poder de la monarquía, absoluto e incontrolable, así como contra el monopolio de la verdad religiosa que detentaba la Iglesia establecida. Fue entonces cuando, por primera vez, las demandas a favor de la tolerancia religiosa y de un gobierno con poderes limitados se configuraron dentro de una perspectiva decididamente política. (Eccleshall, 2011, p. 44) 21 Capítulo 1. El pensamiento político occidental en la época moderna (siglos xv-xviii) 1.10. Thomas Hobbes y el absolutismo Durante de la guerra civil inglesa desarrolló parte de su vida Thomas Hobbes (1588-1679), cuya defensa del absolutismo monárquico le obligó a exiliarse durante un tiempo en Francia, donde escribió sus dos obras de referencia: De Cive y Leviatán. Esta última, las más conocida y estudiada, se caracteriza por su defensa del absolutismo monárquico, aspecto que imposibilitaba cualquier compromiso con la (nueva) sociedad que había surgido como consecuencia de la guerra civil inglesa. En una época dominada por el racionalismo en las diferentes ramas del saber, Hobbes se desmarcó de la corriente dominante, que sostenía que la razón era el atributo principal que diferenciaba a los hombres de las animales. Para Hobbes, por el contrario, el hecho de estar dotado de razón incrementaba la peligrosidad del hombre. Por ello, cuando enumeró las diferencias sustanciales, indicó que el uso del lenguaje era una de las más importantes (Giner, 2002, pp. 264-266). Figura 5. Retrato de Thomas Hobbes. Asimismo, al contrario que los pensadores de la Ilustración, movimiento del que Hobbes no formó parte, entre otros motivos, por razones cronológicas, tampoco consideró que el hombre por naturaleza fuera justo, pacífico y rodeado de virtudes positivas como el altruismo o la solidaridad. En congruencia con esta concepción de la naturaleza humana, el filósofo inglés sentenció que el origen de la humanidad nada tiene que ver con un paraíso idílico, sino más bien con una lucha por la supervivencia (Carrillo, 2002). En ese estado de naturaleza hobbesiano, hay un predominio de la inseguridad, lo que no favorece el progreso. 22 Pensamiento político contemporáneo Al respecto, según el razonamiento de Hobbes, el hombre está dotado de apetito natural y de capacidad de autoconservación, lo que le lleva a considerar la vida y la felicidad como los bienes principales, pero de ello se deriva un riesgo fundamental. En efecto, al entender la felicidad como la acumulación de riquezas, poderes y honores, a la hora de perseguirlos puede poner en peligro su propia vida (Giner, 2002, pp. 267-268). Siguiendo a Blanco (1999b, pp. 119-122), para Hobbes el hombre es social por supervivencia y no por naturaleza. Tiende a soportarse más que a asociarse, ya que todos los hombres tienen las mismas apetencias y comparten la misma idea de libertad, entendida como ausencia de obstáculos para satisfacer sus intereses. Esto da como resul- tado una guerra de todos contra todos, con el consiguiente aumento de la inestabilidad/inseguridad porque no existe ningún orden jurídico y político, de ahí la aparición del pacto social. En función de este último, los hombres delegan sus derechos en una persona que a partir de ese momento ostentará la soberanía: el Leviatán. Esta soberanía hobbesiana no se divide entre los individuos, pues de ocurrir esto último tendría lugar un caos. De esta reflexión política que hace Hobbes se extraen varias consecuencias de relevancia. Una de las principales radica en que para el pensador inglés quien crea el Estado es el hombre, y no Dios. En consecuencia, el Estado acapara todo el poder y dicta, ejecuta y se encarga de que las leyes se cumplan. En cuanto a las leyes, su legitimidad procede del legislador. La única limitación es que el Estado no cumpla los cometidos para los que se creó. Asimismo, el soberano es absoluto en materia religiosa y política, si bien debe gobernar con magnanimidad y prudencia. Si el Estado no cumple los fines para los que se creó, la sociedad le puede despojar de su poder y elegir a otro Leviatán. Si algún hombre no acepta al nuevo Leviatán, puede volver al estado anterior. Igualmente, si alguien trata de deponer al soberano y este se revuelve y la da muerte, no se puede sostener que haya habido injusticia alguna. Hobbes, en el enfrentamiento entre libertad y seguridad, se decanta por la seguridad (al contrario que John Locke). Asimismo, defiende el absolutismo, pero no lo fundamenta en el origen divino del poder, sino en el deseo de conservación/supervivencia del individuo, lo que lo aleja de las tesis defendidas por Bossuet o Jacobo I. En definitiva, como subraya Touchard (2008, p. 260), secula- riza el poder demostrando la utilidad del mismo, no su majestad. En cuanto a las causas que debilitan a un Estado, Hobbes enumera entre otras las siguientes: a. La existencia de doctrinas sediciosas, es decir, de aquellas que indican que el hombre es el juez de las buenas y malas acciones. b. Afirmar que el poder del soberano está sometido a las leyes civiles. c. Doctrinas que dicen que el hombre es propietario absoluto de todos sus bienes, excluyendo de dicha propiedad al soberano. Si se aplica esta exclusión al soberano, este no le podrá defender de las injus- ticias de otros hombres o de ataques extranjeros contra esa propiedad. 23 Capítulo 1. El pensamiento político occidental en la época moderna (siglos xv-xviii) Las teorías de Hobbes influyeron en otros pensadores de la época, como el holandés Baruch Spinoza, quien en su elaboración doctrinal, no obstante, muestra notables diferencias con respecto al inglés (Blanco, 1999b, pp. 122-124): a. En el origen del Estado: para Spinoza, se crea para que el hombre pueda disfrutar de sus derechos naturales; para Hobbes, para poner fin a la guerra de todos contra todos. b. En la cesión de derechos: para Hobbes, la cesión de derechos del hombre al Estado es ab- soluta; para Spinoza, hay ciertos derechos que no se pueden transmitir, por ejemplo, la liber- tad de pensamiento y de expresión. c. En la obediencia al Estado: para Hobbes, la obediencia a las normas es absoluta; para Spi- noza, los súbditos deben mantener una actitud crítica hacia la justicia o injusticia de las normas. d. En el fin que justifica el Estado: para Hobbes es el miedo; para Spinoza es la libertad, ya que con la creación del Estado los hombres buscan disfrutar más de sus derechos. 24 Pensamiento político contemporáneo Capítulo 2 Liberalismo, Ilustración y crisis del Antiguo Régimen 2.1. La evolución del absolutismo: el absolutismo ilustrado Durante el siglo xvii y buena parte del xviii encontramos dos proyectos políticos fundamentales. Por un lado, el absolutismo (Francia, España, Prusia…) y, por otro lado, el sistema derivado de la Revolución inglesa, cuyo resultado fue el establecimiento de la monarquía parlamentaria. Este sistema político británico fue alabado por autores continentales como el francés Voltaire, quien llegó incluso a mitificarlo por razones como la limitación del poder del monarca, la existencia de frenos y contra- pesos en el Parlamento y la separación entre religión y política. Enlace de interés En el siguiente enlace podrás comprobar la visión de Voltaire sobre la separación entre política y reli- gión en Inglaterra: https://ciudadseva.com/texto/cartas-filosoficas-quinta-carta-sobre-la-religion-anglicana/ La oposición al Antiguo Régimen se produjo cronológicamente antes en Inglaterra que en Europa conti- nental, donde estuvo asociada a la emergencia, consolidación y desarrollo de la Ilustración, que cuestionó el orden existente, cuyo cambio persiguió. 25 Capítulo 2. Liberalismo, Ilustración y crisis del Antiguo Régimen Figura 6. El filósofo francés Voltaire admiró el sistema político británico. Ejemplo La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 (dentro de la Revolución francesa) supone el paradigma más ilustrativo de la nueva concepción que aspiraba a suplir el marco político y social trazado en Antiguo Régimen y ligado al absolutismo. Enlace de interés En el siguiente enlace encontrarás información relativa a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789: https://www.conseil-constitutionnel.fr/sites/default/files/as/root/bank_mm/espagnol/es_ddhc.pdf Ambas revoluciones, en particular la francesa, supusieron el final del sistema político, económico y social del Antiguo Régimen, cuyos principales exponentes habían sido la monarquía absoluta y una sociedad jerarquizada que contaba con dos estamentos privilegiados, nobleza y clero, frente a un heterogéneo tercer estado. Dentro de este último se encontraba la burguesía, pero también los obreros que habían ido apareciendo como consecuencia de un incipiente desarrollo industrial, mayor en Inglaterra que en Europa continental. A lo largo del siglo xviii el absolutismo monárquico evolucionó hasta adoptar la forma de un absolutismo ilus- trado (despotismo ilustrado), susceptible de ser identificado por una serie de rasgos (paternalismo guberna- mental, permisividad hacia la circulación de ideas, fomento de la educación popular y de la libertad religiosa) apreciables en las monarquías española, francesa, austríaca o prusiana, cuyas administraciones se configu- raron de una manera más racional a fin de mejorar su eficacia. 26 Pensamiento político contemporáneo Enlace de interés En el siguiente artículo encontrarás un análisis del absolutismo ilustrado en España: ht t p s : //w w w. n u evat r i b u n a.e s /a r t i c u l o / h i sto r i a /c a r l o s - i i i - y - d e s p ot i s m o - i l u st rad o / 20161203181945134463.html Durante el absolutismo ilustrado “se gobierna para el pueblo, pero sin el pueblo”, es decir, el pueblo se beneficiaba de algunas de las medidas gubernamentales, pero no podía expresar su voluntad o su punto de vista sobre las mismas. El absolutismo ilustrado no se tradujo en un régimen nuevo, sino que buscó reafirmar el ya existente a través de una mejora de las condiciones materiales del país (por ejemplo, en el ámbito de la agricultura, del transporte y del comercio) con el fin de acelerar su desarrollo y modernización (por ejemplo, priorizó la construcción de infraes- tructuras). Sin embargo, la influencia del absolutismo ilustrado resultó limitada (no así la de la Ilustración, que se prolongó durante el siglo xix), pues solo se desarrolló durante la segunda mitad del siglo xviii, al encontrar una reacción adversa por parte de algunos de los poderes establecidos, como el clero, cuya fortaleza econó- mica intentó limitar. Lo fundamental es que en el absolutismo ilustrado el rol de liderazgo lo ejerció el monarca con el apoyo de grupos de ilustrados que formaban parte de su corte, convencidos estos últimos de los beneficiosos efectos que la razón ofrecía para el progreso nacional. Ejemplo En el caso español, los ilustrados que rodearon al monarca Carlos III fueron conscientes de los problemas que al país le ocasionaba una deficiente educación en la que se producía un predo- minio de la filosofía y de la gramática sobre los saberes técnicos (Moreno, M., 2017). Conforme avanzó el siglo xviii, en particular en sus décadas finales, se cuestionó en mayor medida la auto- ridad de la Iglesia y el Estado por parte de filósofos que entendieron que el individuo era portador de una serie de derechos que limitaban la actuación del gobierno (Eccleshall, 2011, p. 44). Además, también se produjo una variación notable a la hora de enumerar las causas que provocaban los males sociales. En efecto, si durante buena parte de la historia tal responsabilidad había recaído en la naturaleza pecadora del hombre, con la Ilustración dicha responsabilidad se trasladó a la irracionalidad de las sociedades (Minogue, 2012, p. 27). En el terreno de la economía política destacaron las ideas de la fisiocracia, lo que supuso el fin de la hege- monía del mercantilismo. La fisiocracia otorgaba el máximo protagonismo a la Hacienda nacional en detri- mento de la salud del erario público. Los fisiócratas insistieron en que una sobrecarga de impuestos sobre los estamentos más desfavorecidos resultaba perjudicial para la economía del país. De entre los derechos económicos citaban en primer lugar el de propiedad. 27 Capítulo 2. Liberalismo, Ilustración y crisis del Antiguo Régimen Enlace de interés En el siguiente enlace encontrarás un artículo que explica las características de la fisiocracia: http://personal.us.es/escartin/Fisiocracia.pdf Como representantes de la fisiocracia sobresalieron Richard Cantillon (que consideró que la tierra era la verdadera fuente de riqueza y se mostró partidario de la creación de bancos centrales únicos, encargados de controlar el valor del dinero) y François Quesnay, cuyas ideas económicas reflejaron el punto de vista de los terratenientes franceses, considerando incluso que la industria era una actividad “estéril”, debido a que la fertilidad del suelo provocaba que los bienes producidos en la agricultura tuviesen un valor mayor que los factores utilizados en su producción (Artola, 2016, p. 312). Las ideas fisiócratas fueron rebatidas por Adam Smith en la segunda mitad del siglo xviii. Figura 7. Adam Smith, uno de los referentes de la economía liberal. El humanitarismo significó uno de los fenómenos más novedosos del siglo xviii y estuvo asociado al desarrollo del absolutismo ilustrado. Se inspiraba tanto en la caridad cristiana como en la filantropía. Se tradujo en la propuesta de una serie de medidas de carácter político-penal, como, por ejemplo, la reducción de la dureza con la que los poderes públicos trataban a los súbditos, la eliminación de la tortura como medio de investiga- ción criminal o la supresión de los tribunales inquisitoriales. En relación con la idea anterior, en el mundo jurídico sobresalieron las teorías de Cesare Beccaria, que condenó la arbitrariedad de los tribunales inquisitoriales. Para Beccaria (Giner, 2002, pp. 289-290) el rey tenía potestad para castigar porque era el depositario de una pequeña parte de la soberanía que cada súbdito le entregaba para vivir con tranquilidad. Así, aunque consideraba el derecho penal era necesario para el buen funcionamiento de la sociedad, añadía que a la hora de castigar una infracción siempre había que tener en cuenta el mal causado a la sociedad. En congruencia con este planteamiento teórico, la pena impuesta no debía considerarse una venganza, sino una prevención necesaria para evitar que el individuo reiterase su conducta delictiva. 28 Pensamiento político contemporáneo Enlace de interés En el siguiente enlace encontrarás la obra fundamental de Cesare Beccaria, Tratado de los delitos y de las penas: https://e-archivo.uc3m.es/bitstream/handle/10016/20199/tratado_beccaria_hd32_2015.pdf?se- quenc=5 Ejemplo Beccaria puso en valor la prevención, considerando que el poder legislativo debía adoptar las medidas oportunas para el logro de la aludida finalidad (por ejemplo, informar sobre qué actos eran delictivos y qué penas correspondían a los mismos). También propuso medidas novedosas en el cumplimiento de las penas, como prolongar la estancia en prisión (evitando de este modo las torturas) y multiplicar las multas, entendiendo que esto último beneficiaría a la Hacienda del país (Giner, 2002, p. 291). También fue el siglo en el que el concepto de separación de poderes adquirió espacio en las reflexiones de la filosofía. Al respecto, encontraremos esta teoría expuesta en las obras de John Locke o Montesquieu. 2.2. El siglo xviii como el siglo de la Ilustración El siglo xviii es el siglo de la Ilustración, cuyos integrantes combinaron varias disciplinas de estudio (filosofía, historia, economía, leyes…). El profesor Pedro Artola define la Ilustración como: (…) la época histórica caracterizada por la crítica de la revelación y el dogma, la concepción del deísmo y la religión natural; la reivindicación de la felicidad, los derechos y el contrato social, que dieron origen a la primera teoría económica e inspiraron la política de desarrollo de los príncipes ilustrados. (Artola, 2016, p. 298). Sin embargo, no podemos hablar de una única Ilustración, puesto que la francesa, vinculada a figuras como Giambattista Vico o Montesquieu, concedió un protagonismo fundamental a la razón, dotándola de un poder omnímodo. Esta posición no la compartieron los ilustrados escoceses (por ejemplo, Adam Smith o David Hume), quienes otorgaron mayor importancia a la tradición, concepto que no debe interpretarse como sinónimo de superstición o de inmo- vilismo. 29 Capítulo 2. Liberalismo, Ilustración y crisis del Antiguo Régimen 2.2.1. El proyecto de la Enciclopedia como manifestación de la Ilustración (francesa) La Enciclopedia estuvo vinculada a varios nombres propios (Helvetius, Holbach, D´Alambert…) bajo la función directora de Denis Diderot, que puso en marcha un proyecto en el cual se reflejaban las ideas de la burguesía francesa del siglo xviii, así como los objetivos de la filosofía utilitarista, susceptibles de resumirse en el deseo de organizar la sociedad de una manera tal que se pudiera alcanzar el máximo bienestar y felicidad, de ahí la importancia que concedían los enciclopedistas a los avances en las disciplinas técnicas. Enlace de interés En el siguiente enlace encontrarás la trayectoria de Diderot: http://www.filosofia.org/enc/ros/did.htm Los enciclopedistas franceses como representantes de la Ilustración defendieron (Giner, 2002, p. 287): a. La extensión de la educación en la sociedad, ya que consideraban que ello la haría libre de supersti- ciones. Concebían la educación como la herramienta fundamental para el progreso. b. La protección de los derechos humanos, porque consideraban que conducían a la felicidad. c. Un sistema político que primara la libre discusión de ideas, ya que este método facilitaba la aparición de la verdad. Para Touchard (2008, p. 316), en el proyecto de la Enciclopedia se produjo una subordinación de la polí- tica a la economía, lo que significaba relegar las tareas del gobierno al mantenimiento del orden y de la estabilidad. 2.3. El liberalismo inglés: John Locke (1632-1704) Tuvo que abandonar Inglaterra y exiliarse, pero regresó cuando se produjo el triunfo de la Revolución Gloriosa. En el exilio escribió Ensayo sobre la tolerancia, aunque su obra más importante fue Tratado sobre el gobierno civil, en la cual expuso sus ideas políticas y rebatió los argumentos absolutistas. Figura 8. Retrato de John Locke. 30 Pensamiento político contemporáneo Ejemplo Frente a los teóricos del absolutismo como Robert Filmer, que insistían en el origen divino del poder del monarca, Locke sostuvo que el poder procedía del consentimiento voluntario de los gobernados (Giner, 2002, p. 294). No obstante, en opinión de Hugo Edgardo Biagini (1977), se produjo una evolución en el pensamiento de Locke, puesto que en sus primeras obras, en particular Two Tracts on Government, defendió ciertos postu- lados propios del absolutismo, en particular aquellos que enfatizaban la importancia del binomio orden-auto- ridad y rechazaban la tolerancia religiosa. En este momento de su vida, prosigue Biagini, también emitió una imagen peyorativa de la naturaleza humana en cuanto que la consideraba perversa, egoísta e incapaz de llevar una vida ordenada si no era por la influencia de las leyes. 2.3.1. El estado de naturaleza y el contrato social en John Locke Para explicar su teoría sobre el origen del poder, recurrió a dos conceptos que delimitó y explicó: el estado de naturaleza y el contrato social (Touchard, 2008, pp. 293-294). a. El estado de naturaleza: lo definió como un escenario caracterizado por la libertad y la igual- dad, en el que no existía ni sujeción ni subordinación, pero sí la institución de la propiedad privada. Sin embargo, como los hombres podían cometer delitos, recurrían a aplicar ellos mismos la justicia como defensa ante las agresiones sufridas. b. El contrato social: para alterar esta situación apareció la sociedad civil, creada mediante el contrato social. El contrato social propugnado por Locke, al contrario que el pacto comercial, se caracteriza por su vocación de permanencia en el tiempo y por contener una serie de principios que aceptan los hombres cuando se incorporan a la sociedad, lo que les permite vivir en paz y disfrutar de la propiedad. En la teoría formulada por Locke, el contrato social lo podía establecer cualquier grupo de hombres, creando un cuerpo político en el que existía un gobierno y obligándose el hombre a seguir la voluntad de la mayoría. Con esta elaboración doctrinal, Locke pretendía: a. Defender que la libertad y la igualdad son derechos naturales de todos los hombres. b. Reflejar el carácter voluntario de las organizaciones políticas, entre las que sobresale el Par- lamento. Esta institución es clave en su pensamiento, lo que refleja las ideas de la burguesía, clase social que había sido la gran triunfadora tras la Revolución Gloriosa. 31 Capítulo 2. Liberalismo, Ilustración y crisis del Antiguo Régimen 2.3.2. Los límites del poder del Estado en la teoría de John Locke Locke diseñó una arquitectura institucional en la que la propiedad privada resultaba el eje fundamental, de ahí que la rodeara de una serie garantías con la finalidad de salvaguardarla y garantizarla. La principal de todas ellas era que se encontraba fuera del control estatal (no así en Hobbes, que, como indicamos, esta- bleció ciertas limitaciones al respecto). Para Locke, garantizar la propiedad privada (y su consiguiente disfrute) es la razón funda- mental que lleva al hombre a vivir en comunidad y crear el Estado, el cual debe reducirse a la mínima expresión. A tal aspiración responde su teoría de la separación de poderes (Giner, 2002, pp. 297-298): a. El poder legislativo elabora las leyes, pero no es un poder absoluto. b. El poder ejecutivo vela por la ley, pero no la elabora. c. El poder federativo aborda cuestiones referentes a las relaciones internacionales, como, por ejemplo, declarar la guerra o firmar la paz. 2.4. La Ilustración escocesa y el utilitarismo inglés La Ilustración escocesa (1750-1790), representada entre otros por David Hume, Adam Smith, John Millar y Adam Ferguson, muestra algunas notables diferencias con respecto a la Ilustración francesa. En su búsqueda por conocer el funcionamiento de la naturaleza humana sustituye el recurso exclusivo a la razón por una base empírica donde cobran especial relevancia sensaciones y sentimientos. El énfasis en la experiencia humana, reflejado muchas veces en estudios morales de interés psicológico, los lleva a indagar y delinear los sentimientos y modos de conducta del hombre. Lo cual significa que estos pensadores protagonizaron un respetable contrapeso al racionalismo. (Wences, 2010, p. 40). Los miembros de la Ilustración escocesa fueron más de allá de la simple justificación del liberalismo y de la economía moderna. Este es el caso de Adam Smith, cuya influencia se ha prolongado hasta nuestros días, si bien en el siglo xix su obra fue inicialmente descalificada por la Escuela Alemana de Historia, que lo consideró un propagandista del libre comercio practicado por Inglaterra (Montes, 2017). Los integrantes de la Ilustración escocesa establecieron un credo político y económico que sirvió poste- riormente a quienes se opusieron a la Revolución francesa (Abellán, 1993, pp. 13-78) y en el siglo xx a autores como Friedrich Hayek, que rechazaron el consenso de posguerra por el carácter planificador del mismo (Baqués, 2013). 32 Pensamiento político contemporáneo La Ilustración escocesa no demostró un optimismo inquebrantable ni en el hombre ni en la razón, pues consi- deró que esto generaba un superávit de expectativas. David Hume entendió que las reglas eran fundamen- tales para la organización de la convivencia y el funcionamiento de cualquier grupo humano, aunque esas reglas resultaban, en última instancia, aprobadas por el grupo cuando entendía que eran necesarias para su progreso, pero en ningún caso procedían de la razón (Baqués, 2002, pp. 150-155). David Hume, en su elaboración política y filosófica, rechazó tanto el derecho divino de los reyes como la existencia de leyes naturales y eternas, considerando que el auténtico fundamento de un gobierno radi- caba en el hábito (Touchard, 2008, p. 321). Por su parte, John Millar otorgó gran peso a la costumbre como fundamento de la ley (Wences, 2010, p. 45). En íntima relación con la visión que la Ilustración escocesa tenía de la naturaleza humana, se encontraba su concepto de sociedad. En este último se advierte el componente utilitarista, ya que, al contrario, por ejemplo, que Rousseau (Gambescia, 2015), los miembros de la Ilustración escocesa sostuvieron que el hombre no era malo ni bueno por naturaleza; cuando estableció la sociedad, lo hizo para aumentar sus opor- tunidades. Ello les condujo a rechazar las teorías del contrato social y a defender que las instituciones se crean de manera gradual. Para ellos la configuración social y la formación institucional se explican a partir de causas naturales y culturales, alejándose así de la idea de que el hombre es capaz de diseñar el complejo sistema de normas, jurídicas y morales que rigen el mundo. (Wences, 2010, p. 49). Para la Ilustración escocesa, el origen de la sociedad se encuentra en la familia y en las pequeñas socie- dades familiares, durante cuya evolución apareció el gobierno pero nunca con la finalidad de crear nuevas leyes. Por el contrario, la misión del gobierno radica en administrar la justicia que ya existe, castigar a quienes se desvían, tutelar la propiedad, mantener el orden y garantizar la salubridad pública. Se trata de un conjunto de funciones de las que no forma parte la justicia social, la cual nunca debe integrar las responsabilidades estatales (Baqués, 2002, pp. 172-175). De hecho, justicia y caridad no deben interpretarse como sinónimos. Si se llegara a institucionalizar la caridad como función del gobierno, de ello solo se derivarían consecuencias negativas, puesto que se fomentaría el carácter acomodaticio y no la laboriosidad. A partir de la década de los años 70 del siglo xx, estas ideas retomaron máximo protagonismo, vinculadas a la producción intelectual de Milton Friedman o Friedrich Hayek y a la labor gubernamental de Margaret Thatcher o Ronald Reagan (Marco, 2005, p. 134). En definitiva, las ideas defendidas por la Ilustración escocesa se convirtieron en las dominantes en la Inglaterra de finales del siglo xviii, en la corriente denominada filosofía utilitarista, defensora del libera- lismo económico y de un gobierno limitado en lo referente a la cuantía de sus funciones. Dentro de estas últimas, como sostenía Jeremy Bentham, se encontraba la de asegurar la propiedad de quienes habían adquirido riquezas (Touchard, 2008, p. 323). 33 Capítulo 2. Liberalismo, Ilustración y crisis del Antiguo Régimen 2.5. La figura de Montesquieu (1689-1755) Este pensador francés mostró un máximo interés por la historia y analizó las razones del auge y caída de los imperios. Bajo su punto de vista, el azar no dirige el destino de los pueblos, sino una serie de leyes. Figura 9. Retrato de Montesquieu. Enlace de interés Sobre el pensamiento político de Montesquieu, te proponemos el artículo que hallarás en el siguiente enlace: https://www.elcultural.com/revista/letras/El-pensamiento-de-Montesquieu/16058 Por tanto, las instituciones no dependen de la voluntad de los hombres, sino de una serie de elementos como el contexto físico o moral, del cual no se pueden aislar. A modo de ejemplo de esta afirmación, sostiene que el clima influye en la esclavitud, haciendo que en determinados países parezca una institu- ción normal cuando es contraria a la razón. Montesquieu rechazó la esclavitud, argumentando que no era una institución buena ni para el amo ni para el esclavo. En cuanto a su origen, consideró que no radicaba en el pecado original del hombre, sino en el desprecio que una nación sentía hacia otra (Giner, 2002, pp. 307-312). Montesquieu ofreció también su visión de en qué consistían la justicia, la libertad política y la ley. Sobre la primera, sostuvo que existía con independencia de que existiera o no Dios. En cuanto a la libertad política, no consistía en cada uno hiciera lo que quisiera. 34 Pensamiento político contemporáneo La finalidad de ley era provocar obediencia y regular la conducta: no menoscababa la libertad, sino que la aseguraba. El origen de la ley se halla en la razón del hombre, aunque ajustada a la realidad histórica del momento (Blanco, 1999a, p. 143). En cuanto a las formas de organización política, estableció tres tipos de Estados: republicanos, monárquicos y despóticos (Giner, 2002, pp. 314-315). a. Estados republicanos: bien todo el pueblo (democracias), bien solo una parte del mismo (aristocra- cias), ostenta la soberanía. Las repúblicas, su forma de gobierno predilecta, cuentan con un sistema parlamentario, un sistema procesal y las tareas de gobierno se diferencian con claridad. b. Estados monárquicos: gobierna una sola persona siguiendo unas leyes fijas y estables. Las decisio- nes del rey tienen fuerza de ley porque se adaptan a la tradición y a las costumbres. c. Estados despóticos: no hay instituciones intermedias entre el individuo y el poder supremo. Este últi- mo se concentra en una única persona a la que se le debe prestar obediencia absoluta. Entre los súbditos prevalece un estado de terror hacia el déspota y hacia el resto de los súbditos. En esta reflexión de Montesquieu se observa una notable influencia del pensamiento inglés de la época. No obstante, debe insistirse en que la Inglaterra del siglo xviii era un sistema político aristo- crático, aunque con las funciones bien delimitadas. A Montesquieu le interesaba analizar si existía confusión entre los poderes y no el criterio numérico (es decir, cuántos ocupan el poder), ya que su objetivo radicaba en cómo se debía organizar el gobierno para asegurar la libertad. Como respuesta a este interrogante, sostenía que la mejor opción era la separación de pode­ res, de tal manera que cuanto mayor sea esa separación, mayor libertad habrá (Giner, 2002, pp. 316-317): a. El poder legislativo promulga las leyes, bien para un periodo de tiempo concreto, bien para siempre. Asimismo, goza de competencia para corregir o derogar las ya elaboradas. b. El poder ejecutivo se encarga de las cosas que dependen del derecho de gentes: declara la guerra, propone la paz, establece la seguridad… c. El poder ejecutivo se encarga de las cosas que dependen del derecho civil: castiga delitos, juzga las diferencias entre los particulares… Enlace de interés En el siguiente enlace puedes encontrar un artículo sobre la separación de poderes en Locke y en Montesquieu, concepto que se abre paso en el siglo xviii y que de manera gradual se convertirá en elemento distintivo del Estado de derecho: https://www.nuevatribuna.es/articulo/historia/division-poderes-locke-montesquieu/ 20170806191458142412.html 35 Capítulo 2. Liberalismo, Ilustración y crisis del Antiguo Régimen 2.6. Jean-Jacques Rousseau Las ideas fundamentales de Jean-Jacques Rousseau, aun a riesgo de simplificar, podrían resumirse en las dos siguientes: a. La naturaleza no crea diferencias políticas o sociales entre los hombres. b. El hombre ha nacido libre y sin autoridad sobre el resto de los hombres. Figura 10. Retrato de Rousseau. En sus diversas obras desarrolló ambas ideas. En la obra Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres (1754) afirma que el hombre no puede renunciar a esa libertad, ya que hacerlo supondría una dejación de su esencia de hombre. Al no ser el derecho de propiedad otra cosa que convención e institución humana, todo hombre puede disponer a su gusto de lo que posee; pero no sucede lo mismo con los dones esenciales de la naturaleza, tales como la vida o la libertad, que puede gozar cada cual y de los cuales es cuando menos dudoso que tenga derecho a despojarse. Al arreba- tarse la vida se degrada su ser, al arrebatarse la libertad se aniquila todo lo que está en mis manos; y como ningún bien temporal puede resarcir de una y otra, sería ofender al mismo tiempo a la naturaleza y a la razón el renunciar a ellas a cualquier precio. (Rousseau, 2005, pp. 189-190). En El contrato social (1762) explica que de la guerra no se puede inferir que haya un derecho a la esclavitud. Rousseau señala en la mencionada obra que ningún hombre tiene autoridad natural sobre sus semejantes y que la fuerza no produce ningún derecho. También rechaza la idea de la esclavitud voluntaria. 36 Pensamiento político contemporáneo Se dirá que el déspota asegura a sus súbditos la tranquilidad civil (…). También se vive tran- quilo en los calabozos, ¿es esto bastante para encontrarse bien en ellos? Los griegos ence- rrados en el antro del Cíclope vivían tranquilos esperando que les llegase el turno de ser devorados. Decir que un hombre se da gratuitamente es decir una cosa absurda e incon- cebible. Un acto tal es ilegítimo y nulo por el solo motivo de que quien lo realiza no está en su razón. Decir de un pueblo esto mismo es suponer un pueblo de locos, y la locura no crea derecho. (Rousseau, 1998, p. 42). 2.6.1. El concepto de estado de naturaleza y de contrato social en Rousseau Las diferencias que provoca el estado de naturaleza (desigualdad natural, individual) aluden al físico o a la salud del hombre, pero en ningún caso afectan a su libertad. La corrupción de esa libertad e igualdad (desigualdad social) procede del propio desarrollo de la humanidad y, en concreto, de la aparición de la propiedad privada. Esta idea la explica en los siguientes términos en su Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres: En el instante en que un hombre tuvo necesidad de la ayuda de otro, desde que se dio cuenta de que era útil a uno solo tener provisiones para dos, la igualdad desapareció, se introdujo la propiedad, el trabajo fue necesario y los bosques inmensos se convirtieron en campos risueños que fue necesario regar con el sudor de los hombres y en los cuales bien pronto se vio a la esclavitud y la miseria germinar y crecer con las mieses. (Rousseau, 2005, pp. 171-172). Rousseau, como los ilustrados, reconocía que la modernización había aumentado el bienestar de los individuos, pero, al contrario que aquellos, sostenía que también había provocado conse- cuencias negativas. Por tanto, no interpretaba el progreso material como sinónimo de progreso moral, pues entendía que se había producido una mercantilización de la vida pública, lo que se traducía en que, mientras que los hombres del pasado hablaban de la virtud, los de su época se centraban en el dinero y en el comercio. El resultado era una sociedad caracterizada por la ambición y el individualismo, en la que los hombres se hallaban enfrentados. A través de la mirada al pasado, Rousseau puso de manifiesto las insuficiencias que veía en el presente (Peña, 1995, p. 128). Como solución no proponía el regreso al estado de naturaleza, alternativa que estimaba impo- sible e inviable, pero también descartaba un pacto como el defendido por John Locke, puesto que disfraza la existencia de una desigualdad real y no protege las libertades ni permite participar a todos los hombres en la creación de las leyes. 37 Capítulo 2. Liberalismo, Ilustración y crisis del Antiguo Régimen Por tanto, de lo que se trata es de establecer un nuevo contrato social cuyo punto de partida debe tener obligatoriamente en cuenta esas deficiencias enumeradas por Rousseau en el desarrollo de la historia. Ese nuevo pacto social estaría basado en el consentimiento y no en la sumisión del individuo a un soberano (como en Hobbes), es decir: a. Es un pacto con la comunidad, no un pacto entre individuos. b. Es un pacto entre iguales. Como resultado, la voluntad general es la voluntad de toda la sociedad, pero no significa voluntad de todos porque persigue el interés común, mientras que la voluntad de todos, solo el de unos pocos (García y Paniagua, 1991, pp. 372-375). Por tanto, la voluntad general presenta en el pensamiento roussoniano una serie de características: tiene un carácter unitario y superior a los partidos, es contraria tanto a la separación de poderes como a la separa- ción de la sociedad en estamentos y supone la supresión de la voluntad individual. El ejercicio de la voluntad general es la soberanía, que en el pensamiento de Rousseau tiene las siguientes características (Touchard, 2008, p. 329): a. Inalienable: no se delega, de ahí que Rousseau rechace tanto el gobierno representativo como la mo- narquía inglesa. b. Indivisible: no tiene que haber cuerpos intermedios porque defenderían intereses particulares. c. Infalible. d. Absoluta. 2.7. La recepción de la Ilustración en Alemania. Nacionalismo frente a individualismo Cuando las ideas de la Ilustración francesa llegaron a Alemania (aún no constituida como tal nación, cabe apuntar), hallaron un escenario más religioso que en Francia o Reino Unido. Autores como Johann Herder cuestionaron el poder absoluto que la Ilustración había concedido a la razón (Díez, 2017). Esto se tradujo en una orientación intelectual diferente que llevó a los pensadores alemanes a considerar que los sujetos clave de la historia eran las comunidades, es decir, las naciones, y no el hombre. Por tanto, la Ilustración francesa y el romanticismo alemán dieron lugar a un enfrentamiento susceptible de resumirse en la dialéctica entre universalismo y particularismo. Enlace de interés En el siguiente enlace encontrarás un artículo de Fernando Palmero titulado “El síndrome Herder”: http://www.elmundo.es/opinion/2018/02/18/5a886639e2704e195b8b4690.html 38 Pensamiento político contemporáneo Figura 11. Retrato de Johann Herder. La Ilustración francesa consideraba que el hombre era el ser supremo y quien daba sentido a cual- quier agrupación política. Esta tesis chocaba frontalmente con las mantenidas por el romanticismo alemán, para el que la comunidad cultural era la que dotaba de sentido al hombre. Asimismo, los seguidores de las ideas de la Ilustración francesa sostuvieron que las diferencias entre los pueblos eran accidentales. De estas ideas se derivó un nacionalismo alemán basado en la concepción singular de cada pueblo y la defensa del esencialismo/particularismo nacional. Sus exponentes iniciales más acre- ditados, Johann Herder y Johann Fichte, definieron la nación en términos estrictamente culturales, dentro de los cuales la lengua ocupaba el epicentro. Estas dos concepciones enfrentadas darían lugar a la aparición del concepto de nación a lo largo del siglo xix, cuya definición siempre ha resultado compleja. Sin embargo, ha habido algunas de ellas que han gozado de un elevado nivel de aceptación, como la formulada por Ernest Renan en 1882 en la que señalaba algunas características. Enlace de interés En el siguiente enlace podrás descargar un artículo sobre el ensayo de Renan titulado ¿Qué es una nación? En el mismo, el autor francés explicó que una nación implicaba la existencia de un pasado, del reconocimiento de una serie sacrificios que se habían hecho en el pasado y de los que se estaría dispuesto a realizar en el futuro, y un consenso que suponía un deseo de continuar una vida en común. http://lord-acton.blogspot.com/2006/02/n-ernest-renan.html 39 Capítulo 2. Liberalismo, Ilustración y crisis del Antiguo Régimen 2.7.1. El combate jurídico: la Escuela Histórica Alemana frente a las ideas de la Ilustración francesa En el ámbito jurídico, Prusia (base de la posterior Alemania) también combatió las ideas de la Revolución francesa y la expansión que de las mismas estaba llevando cabo Napoleón Bonaparte con sus diferentes conquistas. Enlace de interés En el siguiente enlace encontrarás un vídeo explicativo de la Revolución francesa y de la política expansionista de Napoleón Bonaparte: https://canal.uned.es/video/5a6f930cb1111fed178b4698 En Prusia, el jurista Friedrich Karl von Savigny fue uno de los que las rechazó con mayor fuerza, mostrando una particular hostilidad hacia el concepto de “codificación”, es decir, haci

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