El Mito del Estado (Cassirer) PDF

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Summary

This book, translated by Eduardo Nicol, delves into the nature and influence of myths in modern political thought. It examines the resurgence of mythical thinking, contrasting it with rational thought. Cassirer explores the structure of mythical thinking and its role in human culture.

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T i aducción de F.dua.do Nicol ERNST CASSIRER E l M ito del ESTADO COLECCION POPULAR FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MEXICO Primer...

T i aducción de F.dua.do Nicol ERNST CASSIRER E l M ito del ESTADO COLECCION POPULAR FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MEXICO Primera edición en inglés, 1946 PRIMERA PARTE Primera edición en español, 1947 Segunda edición (Col. Popular). 1968 Décima reimpresión, 2004 ¿Q U E ES EL M IT O ? Cassirer, F.mst i El mito del Estado / Ernst Cassirer ; trad. de Eduardo Nicol. — México : FCE, 1968 LA ESTRUCTURA DEL PENSAMIENTO MITICO 363 p. ; 17 x 11 cm — (Colee. Popular ; 90) Título original the Mith of State E n los últim o s treinta años, en el período entre la primera ISBN 968-16-0964-6 guerra mundial y la segunda, no sólo hemos pasado una gra­ 1. Estado, El 2. Ciencias Políticas I. Nicol, Eduardo tr. ve crisis en nuestra vida política y social, sino que también II. Ser III. i hemos tenido que enfrentarnos a nuevos problemas teóricos. Hemos experimentado un cambio radical en las formas del LCJC251 C318 Dewey 320.1 C345m pensamiento político. Surgieron nuevas cuestiones y se die­ ron nuevas respuestas. Problemas que fueron desconocidos para los pensadores políticos del siglo xvm y del xix se han presentado súbitamente en primer plano. Tal vez el carácter más importante, y el más alarmante, que ofrece este desarro­ llo del pensamiento político moderno sea la aparición de un Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra nuevo poder: el poder del pensamiento mítico. La prepon­ —incluido el diseño tipográfico y de portada—, derancia del pensamiento mítico sobre el racional en algunos sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, de nuestros sistemas políticos modernos es manifiesta. Des­ sin el consentimiento por escrito del editor. pués de una lucha breve y violenta, el pensamiento mítico Comentarios y sugerencias: [email protected] pareció que obtenía una victoria clara y definitiva. ¿Cómo Conozca nuestro catálogo: www.fondodeculturaeconomica.com fué posible esta victoria? ¿Cómo podemos explicar este nuevo fenómeno que tan súbitamente apareció en nuestro horizon­ te político y que, en cierto sentido, parecía trastornar nues­ Título original: tras previas ideas sobre el carácter de nuestra vida intelectual The Myth o f State © 1946, Yale University Press, New Haven y social? Si consideramos el estado presente de nuestra vida cultu­ ral. tenemos la impresión inmediata de que hay un abismo profundo entre dos campos diferentes. Cuando llega el mo­ D. R. © 1947, Fondo df. C ultura Económica mento de la acción política, el hombre parece obedecer a unas Carretera Picacho-Ajusco 227; 14200 México, D. F. reglas enteramente distintas de las reconocidas en todas sus actividades meramente teóricas. Nadie pensaría en resolver ISBN 968-16-0964-6 un problema de ciencia natural o un problema técnico me­ Impreso en México Printed in México diante los métodos que se recomiendan y se ponen en acción 7 s ¿QUE ES EL MITO? LA ESTRUCTURA DEL PENSAMIENTO MITICO 9 para solucionar cuestiones políticas. En el primer caso, nun­ cadena parece estar cerrada: no falta ningún anillo esencial. ca aspiramos al empleo de método alguno que no sea racio­ Pero la teoría del mito es todavía objeto de grandes contro- *- nal. El método racional ocupa este campo firmemente y pare­ versias. Cada escuela da una respuesta diferente; y algunas ce ampliarlo sin cesar. El conocimiento científico y el dominio de estas respuestas están en flagrante contradicción con otras. técnico de la naturaleza obtienen cada dia nuevas e inauditas Una teoría filosófica del mito tiene que empezar por este victorias. Pero en la vida práctica y social del hombre, la de­ rrota del pensamiento racional parece ser completa e irrevo­ cable. En este dominio, el hombre moderno parece que tu­ Muchos antropólogos han afirmado que el mito es, en re­ viera que olvidar todo lo que ha aprendido en el desarrollo sumidas cuentas, un fenómeno muy simple, para el que no se de su vida intelectual. Se le induce a que regrese a las prime­ requiere propiamente una complicada explicación psicológica ras fases rudimentarias de la cultura humana. En este punto, o filosófica. Es la simplicidad misma, pues no se trata sino el pensamiento racional y el científico confiesan abiertamen­ de la sancta simplicitas del genero humano. No es el produc­ te su fracaso; se rinden ante su más peligroso enemigo. to de la reflexión o el pensamiento, ni basta con describirlo Con el fin de encontrar una explicación a este fenómeno como el resultado de la imaginación humana. La sola imagi­ que, al principio, parece perturbar todos nuestros pensamien­ nación no puede explicar todas sus incongruencias y sus fan­ tos y contrariar nuestros cánones lógicos, debemos empezar tásticos y grotescos elementos. El responsable de esos absurdos desde el comienzo. Nadie puede lograr la comprensión del y contradicciones sería más bien la Urdummheit del hombre. origen, el carácter y la influencia de nuestros mitos políticos Sin esta "primitiva estupidez” no existiría el mito. „c.— modernos sin dar antes la respuesta a una cuestión prelimi­ A primera vista, esta explicación puede parecer muy nar. Debemos conocer lo que es el mito antes de que poda­ plausible. Sin embargo, en cuanto iniciamos el estudio del mos explicar cómo opera. Sólo podremos dar razón de sus desenvolvimiento del pensamiento mítico en la historia hu­ efectos especiales cuando hayamos aclarado a fondo su natu­ mana, se nos presenta una dificultad importante. Histórica­ raleza general. mente, no hallamos ninguna gran cultura que no esté domi­ ¿Qué quiere decir el mito? ¿Cuál es su función en la vida nada por elementos míticos y penetrada de ellos. ¿Diremos cultural de! hombre? T an pronto como planteamos esta cues­ entonces que todas esas culturas —la babilónica, la egipcia, la tión, nos vemos envueltos en una gran batalla entre opinio­ china, la india, la griega— no son más que disfraces y másca­ nes contrapuestas. En este caso, el rasgo desconcertante no es ras de la “primitiva estupidez” del hombre, y que, en el fon­ la falta, sino la abundancia de material empírico. El proble­ do, carecen de positivo valor y significación? ma ha sido abordado desde todos los ángulos. Lo mismo el Los historiadores de la civilización humana no pudieron desarrollo histórico del pensamiento mítico que sus funda­ aceptar nunca esta opinión. Tuvieron que buscar una expli­ mentos psicológicos han sido cuidadosamente estudiados. Fi­ cación mejor y más apropiada. Pero sus respuestas fueron, lósofos, etnólogos, antropólogos, psicólogos, sociólogos, han en la mayoría de los casos, tan divergentes como sus intereses participado en estos estudios. Parece que ahora disponemos científicos. Tal vez podamos ilustrar mejor su actitud me­ de todos los hechos; tenemos una mitología comparada que diante un símil. Hay una escena en el Fausto de Goethe en abarca todas las partes del mundo y nos conduce desde las la que vemos a Fausto en la cocina de la bruja, esperando el formas más elementales hasta las concepciones más elabora­ brevaje por virtud del cual recobrará su juventud. De pie > das y desarrolladas. Por lo que se refiere a nuestros datos, la ante un espejo encantado, tiene de repente una visión mara- 10 ¿QUE E5 EL MITO? LA ESTRUCTURA DF.L PENSAMIENTO Mi l ICO 11 villosa. En esc espejo aparece la imagen de una mujer de con el otro. Partiendo de este supuesto, Schelling elaboró en sobrenatural belleza. Se queda cxlasiado y hechizado, l’cro sus conferencias una concepción enteramente nueva del pa­ Mcfislófcles, que está a su lado, se mofa de su entusiasmo. El pel del mito. Euc una síntesis de filosofía, historia, mito, es más avisado; él sabe que lo que ha visto fausto no es la poesía, como nunca se había ofrecido. forma de una mujer real, sino la criatura de su propia mente. Las generaciones posteriores se formaron una idea más ca­ Podemos recordar esta escena al estudiar las diversas teo­ bal del carácter del mito. Va no les importaba la metafísica. rías que, en el siglo xtx, compiten unas con otras en sus ex­ Abordaron el problema por el lado empírico, y trataron de plicaciones del misterio del mito. Los poetas y filósofos ro­ resolverlo por métodos empíricos. Pero el viejo hechizo no se mánticos fueron los primeros en beber de la copa mágica del desvaneció nunca enteramente. Los investigadores seguían en­ mito. Se sintieron renovados v rejuvenecidos. Desde enton­ contrando todavía en el miio aquellos objetos que les eran ces, todas las cosas las vieron bajo un aspecto nuevo y transfor­ más familiares. En el fondo, las diferentes escuelas vieron en mado. No pudieron regresar al mundo común - a l mundo el espejo mágico del mito el reflejo de sus mismos rostros so­ del profanum vulgus. Para los verdaderos románticos, no po­ lamente. El lingüista encontró en el un mundo de palabras día existir una diferencia señalada entre la realidad y el mito; y nombres, el filósofo encontró una "filosofía primitiva", el cabía ahí tan |x>co como entre poesía y verdad. Poesía y ver­ psiquiatra un fenómeno neurótico altamente interesante y dad, realidad y mito, se interpenetraban y coinddian la una complicado. con la otra. "Poesía -d ijo Novalis- es lo absoluta y auténti­ Desde el punto de vista de! científico, había dos modos camente real. Este es el meollo de mi filosofía. Cuanto más diferentes de formular la cuestión. El mundo mítico podría poética, más verdadera." 1 ser explicado de acuerdo con los mismos principios que el Las consecuencias de esta filosofía romántica las derisó mundo teórico, o sea el mundo del hombre de ciencia. O Schelling en su Sistema de Idealismo Trascendental, y, más bien podría dirigirse la intención hacia el lado opuesto: en tarde, en sus Conferencias sobre la Filosofía de. la Mitología vez de buscar una similitud entre los dos mundos, se insistí- y la Revelación. No cabe un contraste más acusado que el ría su inconmensurabilidad, en su radical e irreconciliable que ofrecen las opiniones de estas conferencias y el juicio de distinción. Difícilmente se podría decidir esta lucha entre las los filósofos de la Ilustración. Lo que aquí encontramos es diferentes escuelas mediante criterios puramente lógicos. En un cambio completo de todos ¡os valores anteriores. El mito, un importante capítulo de su Critica de la Razón Pura, Kant que había ocupado el rango inferior, fue súbitamente promo­ trata de una oposición fundamental en el método de la inter­ vido a la más alta dignidad. El sistema de Schelling era un pretación científica. Según él, hay dos grupos de investigado­ "sistema de la identidad". En un sistema como éste no podía res y científicos. El primero sigue el principio de la “homo­ establecerse una brusca distinción entre el mundo “subjetivo geneidad”, el otro el principio de la “especificación”. F.l pri­ y el "objetivo". El universo es un universo espiritual - y este mero trata de reducir los más diversos fenómenos a ttn común u n iv e rso espiritual forma un todo entero, orgánico y conti­ denominador, mientras que el otro rechaza esta pretendida nuo. Es una falsa tendencia tlel pensamiento, una mera abs­ unidad o similitud: en vez de subrayar los rasgos comunes, tracción, lo que ha conducido a la separación entre lo "ideal" anda siempre en busca de las diferencias. De acuerdo con los v lo "real”. Lo uno y lo otro no se oponen: coinciden el uno principios de la misma filosofía kantiana, las dos posiciones J Novalis, fr. $ i. en “ Sdiriftcn", ed. Jacob Minor (Jcna- E- DicJcr- no están realmente en conflicto una con otra, pues no expre- *an ninguna diferencia ontológ'ua fundamental, ninguna di- irbs, 1507)' *1L " * ¿QUE ES EL MITO? LA ESTRUCTURA DEL PENSAMIENTO MITICO ‘J ferencia en la naturaleza y esencia de "las cosas en sí mismas”. la nueva ciencia de antropología empírica que empezó a des­ Representan más bien un interés dual de la razón humana. arrollarse en la segunda mitad del siglo xx. El conocimiento humano sólo puede alcanzar su fin siguien­ La Rama Dorada de Sir James Frazcr se ha convertido en do ambos caminos y satisfaciendo ambos intereses. Tiene que una rica mina para toda clase de investigaciones antropológi­ actuar de acuerdo con los dos "principios reguladores”: los cas. Sus quince volúmenes contienen un material enorme, principios de la similitud y la disimilitud, de la homegenei- tomado de todas las partes del mundo y de las fuentes más dad y la heterogeneidad, l’ara el funcionamiento de la razón heterogéneas. Pero Frazer no se contentó con recoger los fe­ humana, ambas máximas son igualmente indispensables. El nómenos del pensamiento mítico y ordenarlos bajo encabeza­ principio lógico del género, que postula la identidad, está dos generales. Trató de comprenderlos —y se convenció de compensado por otro principio, o sea el de la especie, el cual que su labor era imposible mientras el mito fuera considerado requiere la multiplicidad y diversidad de las cosas, y prescri­ todavía una provincia aislada del pensamiento humano. Te­ nemos, de una vez por todas, que terminar con este aislamien­ be que el entendimiento no debe prestarle al uno más aten­ to. El pensamiento humano no admite ninguna heterogenei­ ción que al otro. "Esta distinción, dice Kant, se muestra en dad radical. Desde el principio hasa el fin, desde los primeros la distinta manera de pensar de los estudiosos de la naturale­ pasos rudimentarios hasta las más elevadas creaciones, perma­ za, algunos de los cuales... son casi adversos a la heterogenei­ nece siempre el mismo; es homogéneo y uniforme. Frazer dad, y siempre atentos a la unidad del género; mientras que aplicó este principio director al análisis de la magia, en los otros... se esfuerzan siempre por dividir la naturaleza en tan­ dos primeros volúmenes de su obra. De acuerdo con esta tas variedades, que uno puede casi perder enteramente la teoría, el hombre que ejecuta un rito mágico no difiere, en esperanza de poder distribuir sus fenómenos de acuerdo con principio, del hombre de ciencia que hace en su laboratorio principios generales.” 2 un experimento de física o de química. El hechicero, el cu­ Lo que dice Kant aquí sobre el estudio de los fenómenos randero de las tribus primitivas, y el científico moderno, naturales vale igualmente para el estudio de los culturales. Si piensan y actúan según los mismos principios. Dice Frazer: examinamos las diversas interpretaciones del pensamiento mi- "Dondequiera que la magia simpatética se ofrece en su forma tico que han ofrecido los investigadores er. el siglo xtx y el xx, pura y sin adulteraciones, supone que en la naturaleza los encontramos sorprendentes ejemplos de ambas actitudes. No acontecimientos se siguen uno al otro necesaria e invariable­ faltaron investigadores de gran autoridad que negasen que mente, sin intervención de agente alguno espiritual o perso­ hubiera ninguna diferencia estricta entre el pensamiento mí­ nal. Así pues, su concepto fundamental es idéntico al de la tico y el pensamiento científico. La mente primitiva era, na­ ciencia moderna; ¡x>r debajo del sistema entero hay una fe, turalmente, muy inferior a la científica, por lo que se refiere implícita pero real y firme, en el orden y la uniformidad de a la simple masa de los hechos conocidos, al volumen de los la naturaleza. El mago no duda de que las mismas causas testimonios empíricos. Pero en cuanto a la interpretación de producirán siempre los mismos efectos, de que la ejecución estos hechos, estaba de completo acuerdo con nuestra manera de una ceremonia apropiada, junio con el hechizo requerido, de pensar y razonar. Esta opinión se mantiene, ¡sor ejemplo, promoverá inevitablemente los resultados deseados... De este en una obra que, más que otra alguna, es representativa de modo, la analogía entre las concepciones mágicas del inundo y las científicas es marcada. En ambas, la sucesión de los 2 Kant, Krilih der reinen Vernunft, “ Weike” , cd. Cassircr, III,.145. acontecimientos es perfectamente regular y cierta, y está de- LA ESTRUCTURA DEL PENSAMIENTO MITICO 5 ,4 ¿QUE ES EL MITO? ráctcr de estos datos, podemos colocarnos en el lugar del sal­ terminada por leyes inmutables, cuyo proceder puede ser pre­ visto y calculado con precisión; los elementos de capricho, de vaje; pensar sus pensamientos y penetrar en sus afectos. De acuerdo con Tylor, el primer requisito para un estu­ azar v de accidente están proscritos del curso de la naturale­ dio sistemático de las razas inferiores es formular una defini­ za... El defecto fatal de la magia no reside en el supuesto ción rudimentaria de la religión. En esta definición no pode­ general de la secuencia de los acontecimientos determinada mos incluir la creencia en una divinidad suprema, en un por ley, sino en la errónea concepción de la naturaleza de las juicio posterior a la muerte, ni la adoración de ídolos o la leyes particulares que rigen esta secuencia... Todos los ritos práctica de los sacrificios. Un estudio más detenido de los mágicos son aplicaciones erróneas de una u otra de las dos datos etnológicos nos convence de que todos estos caracteres grandes leyes fundamentales del pensamiento, a saber, la aso­ no son prerrequ ¡sitos necesarios. Nos dan solamente una ciación de ideas por semejanza y la asociación de ideas por perspectiva especial, pero no un aspecto universal de la vida contigüidad en el espacio y en el tiempo... Los principios de religiosa. “Una definición estrecha como ésa tiene el defecto asociación son excelentes en si mismos, y en verdad absoluta­ de identificar a la religión más bien con algunos desenvolvi­ mente esenciales para el funcionamiento de la mente huma­ mientos particulares que con el motivo más profundo que na. Legítimamente aplicados, conducen a la ciencia; ilegíti­ les es fundamental. Es preferible regresar desde luego a esta mamente aplicados, conducen a la magia, la hermana bastarda fuente esencial y mantener, como definición mínima de la de la ciencia."3 religión, la creencia en unos Seres Espirituales.” El propósito Frazcr no fue el único que sostuvo esta opinión. Prosi­ del libro de Tylor era investigar, bajo el nombre de Animis­ guió una tradición que se remonta a los comienzos de la an­ mo, la doctrina recóndita de los Seres Espirituales, en la que tropología científica en el siglo xxx. En 1871 , Sir E. B. Tylor encarna la esencia misma de la filosofía espiritualista, opues­ había publicado su libro Primilive Culture. Pero, aunque ta a la materialista.4 hablando de cultura primitiva, se negaba a aceptar la idea No es menester que entremos aquí en detalles sobre la de una supuesta “mente primitiva”. Según Tylor, no hay di­ conocida teoría del animismo de Tylor; lo que nos interesa ferencia esencial entre la mente del salvaje y la del hombre no son tanto los resultados de su labor cuanto su método. civilizado. Los pensamientos del salvaje pueden parecer gro­ Tylor llevó a sus extremos el principio metodológico que en tescos, a primera vista; pero no son en modo alguno confusos la Critica de la Razón Pura fué llamado "principio de homo­ o contradictorios. En cierto sentido, la lógica del salvaje es geneidad”. En su libro se borra casi enteramente toda dife­ impecable. La gran diferencia entre las interpretaciones del rencia entre la mente del hombre primitivo y la del civiliza­ mundo del salvaje y nuestras concepciones no estriba en las do. El primitivo obra y piensa como un verdadero filósofo. formas del pensamiento, las reglas del razonamiento y la ar­ Combina los datos de su experiencia sensible y trata de lle­ gumentación, sino en el material, en los datos a los cuales se varlos a un orden coherente y sistemático. Si aceptamos la aplican estas reglas. Una vez que hemos comprendido el ca- descripción de Tylor, debemos afirmar que entre las formas más toscas del animismo y los sistemas filosóficos y teológi­ 3 Sir J. G. Frazer, T he Cnlden Bough: A Sludy ¡ti Mngic and R eli­ cos más elaborados y avanzados sólo hay una diferencia de gión, parte I: The Magic Arl and the Evolulion of Kings (3? cd., Nueva grado. Ambos tienen un punto de partida común y se mue- York, Macmiltan & Co., 1935). I. 220. Trad. española del compendio en un volumen de esta obra. |>or Elizabcth y Tadeo I. Campuzano. en Fondo 4 Sir Edward Burnett Tylor, Primitivc Culture (Londres 1871), de Cultura Económica. México, 1). F., 1944. **> PP- 4 >7-5°*. 6 ¿QUE ES EL MI'IO? LA ESTRUCTURA DEL PENSAMIENTO MITICO 7 ven en torno a un mismo centro. El constante milagro y el bre, tal como es interpretado por la filosofía primitiva con terror constante de los hombres —lo mismo los salvajes que tina notable coherencia racional."5 los filósofos— es en todo tiempo el fenómeno de la muerte. El reverso de esta concepción lo encontramos en la bien Animismo y metafísica no son más que intentos diferentes de conocida descripción que ofrece Lévy-Bruhl de la "mentali­ avenirse con el hecho de la muerte; de interpretarlo de un dad primitiva". Be acuerdo con Lévy-Bruhl, la tarea que se modo racional y comprensible. Los métodos de interpreta­ habían propuesto las teorías anteriores era imposible —una ción difieren ampliamente, pero el fin a que aspiran es siem­ contradicción en los términos. Es en vano que busquemos pre el mismo. una medida común para la mentalidad primitiva y la nues­ "En primer lugar ¿cuál es la diferencia entre un cuerpo tra propia. No pertenecen las dos al mismo género; se opo­ viviente y uno muerto? ¿Cuál es la causa del andar y el dor­ nen la una a la otra radicalmente. Las reglas que al hombre mir, de los síncopes, la enfermedad y la muerte? En segundo civilizado le parecen indiscutibles c inviolables son entera­ lugar ¿qué son esas formas humanas que aparecen en los sue­ mente desconocidas en el pensamiento primitivo, y constan­ ños y visiones? Observando estos grupos de fenómenos, los temente infringidas. La mente del salvaje es incapaz de todos primitivos filósofos salvajes dieron probablemente el primer los procesos de argumentación y raciocinio que le fueron atri­ paso hacia la conclusión evidente de que hay en el hombre buidos en las teorías de Frazer y de Tylor. No es una mente dos cosas que le pertenecen, a saber, una vida y un fantasma. lógica, sino “prclógica” o mística. Aun los principios más Ambas están patentemente en conexión directa con el cuer­ elementales de nuestra lógica los contraviene esta mente mís­ po: la vida, como algo que le permite sentir y pensar y actuar; tica. El salvaje vive en su propio mundo, un mundo imper­ el fantasma, como su imagen o segundo yo. Se percibe, ade­ meable a la experiencia e inaccesible a nuestras formas de más, que ambas son cosas separables del cuerpo: la sida por pensamiento.6 cuanto puede retirarse y dejarlo insensible o muerto; el fan­ ¿Cómo debemos resolver esta controversia? Si Kant estaba tasma, por cuanto puede aparccérselc a la gente a distancia en lo cierto, debemos decir que no existe un criterio estricta­ de su cuerpo. El segundo paso pudiera también parecer que mente objetivo que nos guíe para esta decisión. Pues la cues­ el salvaje lo diera fácilmente, siendo tomo es tan extremada­ tión no es ontológica o fáctica, sino metodológica. Tanto el mente difícil que el hombre civilizado lo deshaga. Consiste principio de “homogeneidad” como el de “heterogeneidad” meramente en combinar la vida y el fantasma. Si ambos per­ describen sólo tendencias diversas del pensamiento científico tenecen al cuerpo ¿por qué no se pertenecerían también el y diversos intereses de la razón humana. "Cuando se adop­ uno al otro, por qué no serían manifestaciones de una y la tan como constitutivos unos principios puramente regulado­ misma alma? Considerémoslas entonces como unidas, y el re­ res, dice Kant, pueden convertirse en contradictorios como sultado es la conocida concepción que puede ser descrita principios objetivos. Sin embargo, si se adoptan solamente como un alma que aparece, un alma fantasm al... Esas opinio­ como máximas, no hay contradicción real; lo que causa los nes extendidas por lodo el mundo no son productos arbitra­ distintos modos de pensar son solamente los distintos intere­ rios o convencionales; menos aún puede ser justificado pensar ses de la razón. En realidad, la razón sólo tiene un interés, y que su uniformidad sea debida a una intercomunicación de 6 Tylor, op. cit., I, 4281. ningún género. Son doctrinas que responden de la manera 6 Véase Lucien Lévy-Bruhl. Les Fonctions mentales dans les sociétés más poderosa al testimonio directo de los sentidos del liorn- inférieures (París, Alean, 1910). Introducción. iH ¿QUE ES EL MITO? LA ESTRUCT URA DHL PENSAMIENTO MITICO 19 el conflicto entre sus máximas surge solamente de una dife­ sal, cuya teoría es la creencia y cuya práctica es el culto ".8 Les rencia y una limitación mutua de sus métodos, por los cuales es común a los “antiguos filósofos salvajes” y a los más refi­ ese interés tiene que ser satisfecho. De este modo, un filósofo nados y elaborados conceptos del pensamiento metafísico.8 está más influido por el interés de la diversidad (de acuerdo Es evidente que, en esta descripción, el pensamiento mí­ con el principio de la especificación), otro por el interés de tico ha perdido una de sus principales características. Se ha la unidad (de acuerdo con el principio de la agregación). intelectual izado enteramente. Si aceptamos sus premisas, de­ Cada uno cree que ha derivado su juicio de su penetración bemos aceptar todas sus conclusiones; pues estas conclusiones ern el objeto, aunque lo debe enteramente a una mayor o se siguen de una manera completamente natural y, en ver­ menor fidelidad a uno de los dos principios, ninguno de los dad, inevitable, de sus datos originales. En virtud de esta cuales descansa en terreno objetivo, sino tan sólo en un inte­ concepción, el mito se convierte como si dijéramos en una rés de la razón, por lo cual debieran ser llamados máximas y cadena de silogismos que sigue todas las reglas bien sabidas no principios... No es sino el interés dual de la razón, de la del silogismo. Lo que se pierde enteramente de vista en cual unos aprecian una parte, otros la o tra... Pero esta dife­ esta teoría es el elemento "irracional” del mito, el trasfondo rencia entre las dos máximas de la diversidad y la unidad de emotivo del que se origina y junto con el cual se sostiene v la naturaleza puede acomodarse fácilmente, a pesar de que, se cae. mientras se tomen como conocimiento objetivo, no sólo cau­ Por otra parte, es fácil descubrir que la teoría de Lévv- san disputas, sino que crean verdaderos impedimentos que Bruhl falla por el lado opuesto. Si esta teoría fuese cierta, > estorban el progreso de la verdad, hasta que se encuentra un sería imposible todo análisis del pensamiento mítico. Pues medio de reconciliar los intereses contradictorios y dar satis­ ¿en qué consiste tal análisis sino en un intento de compren­ facción a la razón.” 7 der el mito, es decir, de reducirlo a ciertos hechos psicológi­ De hecho, es imposible alcanzar una visión clara del ca­ cos o principios lógicos conocidos y diferentes? Si estos hechos rácter del pensamiento mítico sin combinar las dos tenden­ o principios no se encuentran, si no hay punto de contacto cias de pensamiento aparentemente opuestas que representan, entre nuestra propia mente y la mente mística o prelógica, de una parte, Frazer y Tylor, y Lévy-Bruhl de la otra. En la tenemos entonces que abandonar toda esperanza de encontrar obra de Tylor se describe al salvaje como un “filósofo primi­ un punto de abordaje al mundo mítico. Este mundo perma­ tivo” que desarrolla un sistema de metafísica o de teología. necería para siempre como un libro cerrado. Pero ¿no repre­ Se dice que el animismo es el terreno fundamental en que senta acaso la teoría misma de Lévy-Bruhl un intento de opera la filosofía de la. religión, desde la del salvaje hasta la «eer este libro, de descifrar los jeroglíficos del mito? Cierto del hombre civilizado. “Aunque, a primera vista, parece que es que no aspiramos a encontrar una correspondencia punto ofrezca nada más una definición pobre y escueta de un mí­ Por punto entre nuestras formas lógicas de pensamiento y las nimo de religión, se verá que es prácticamente suficiente; orinas del pensamiento mítico. Pero si no hubiera conexión pues, donde están las raíces, ahí generalmente aparecerán las im p153' j SC movleran cn [danos enteramente distintos, todo ram as...” El animismo, en verdad, es “una filosofía univer- "to de comprender el mito estaría condenado al fracaso. existen aún otras razones para convencernos de que la 7 Kant, K ritik der reinen V em unft, "Werke” , ed. Cassirer, III, 455. * T l'lor- °P- cit., Pp. 42g j. 20 ¿QUE ES EL MITO? LA ESTRUCTURA DEL PENSAMIENTO MITICO 21 descripción de la mentalidad primitiva que dan las obras de que murió en 1942, en uno de los últimos ensayos que pu­ Lévy-Bruhl* sigue siendo, en un punto esencial, inconclusa e blicó —“Lenguaje y Cultura"— observaba agudamente que inadecuada. Lévy-Bruhl admite y subraya la íntima relación la lectura de nuestros periódicos podríamos hacerla nosotros, entre el mito y él lenguaje. Una parte especial de su obra con mayor satisfacción si nuestro lenguaje, así como el idio­ está dedicada a los problemas lingüísticos, trata de las len­ ma indio kwakiutl, nos obligara a decir si un informe está guas que hablan las tribus salvajes. En estas lenguas encuen­ basado en la propia experiencia, en una inferencia o un ru­ tra Lévy-Bruhl todas esas características que él atribuyó a la mor, o bien si el que lo reporta lo ha soñado.10 mentalidad primitiva. También ellas están llenas de elemen­ Cuanto se dice de las lenguas “primitivas” vale también tos diametralmente opuestos a nuestros propios modos de para el pensamiento primitivo. Su estructura puede parecer- pensar. Pero este juicio no armoniza con nuestra experiencia nos extraña y paradójica; pero no carece nunca de una es­ lingüística. Los más expertos en este campo, los hombres que tructura lógica definida. Ni siquiera el hombre no civilizado han dedicado sus vidas a la investigación del lenguaje de las puede vivir en un mundo sin un constante esfuerzo por com­ tribus salvajes, han llegado a una conclusión opuesta. A. Meillet, quien ha escrito una obra sobre las lenguas del mun­ prenderlo. Para este propósito tiene que elaborar y hacer do, nos ha dicho que ningún idioma conocido puede darnos uso de ciertas formas generales o categorías de pensamiento. la más ligera idea de lo que pueda ser un lenguaje primitivo. Ciertamente, no podemos admitir la descripción que hace El lenguaje nos muestra siempre una estructura lógica cabal Tylor del “filósofo salvaje", que llega a sus conclusiones por y definida, lo mismo en su sistema fonético que en su sistema una vía puramente especulativa. El salvaje no es un pensa­ morfológico. No poseemos testimonio alguno de un lenguaje dor discursivo ni un dialéctico. Sin embargo, encontramos “prelógico" - e l único que, según la teoría de Lévy-Bruhl, en él, en un estado rudimentario e implícito, la misma capa­ correspondería al estado mental prelógico. Claro está que no cidad de análisis y síntesis, de discernimiento y unificación debemos entender el termino “lógico" en un sentido dema­ que, según Platón decía, constituyen y caracterizan el arte siado estrecho. N'o podemos suponer que las categorías aris­ dialéctico. Cuando estudiamos ciertas formas muy primitivas totélicas del pensamiento, o los elementos de nuestro sistema de pensamiento religioso y mítico —por ejemplo, la religión de de las partes de la oración, o las reglas de nuestra sintaxis las sociedades totémicas- nos sorprende descubrir hasta qué griega y latina, aparezcan en las lenguas de las tribus aborí­ grado la mente primitiva siente el deseo y la necesidad genes de América. Tales suposiciones fallarían; pero esto no de discernir y dividir, de ordenar y clasificar los elementos de prueba que esas lenguas sean en modo alguno “ilógicas”, o su contorno. Apenas hay nada que escape a este apremio siquiera menos lógicas que las nuestras. Si bien son ¡ncapaies constante de clasificación. No sólo se divide a la sociedad de expresar ciertas diferencias que a nosotros nos parecen humana en diferentes clases, tribus, clanes, que tienen dife­ esenciales y necesarias, en cambio nos sorprenden a menudo rentes funciones, costumbres y deberes sociales. La misma por la variedad y la sutileza de unas distinciones que no ha­ visión aparece en todas partes en la naturaleza. El mundo llamos en nuestras propias lenguas y que en modo alguno son es, a este respecto, el duplicado exacto y la contrapar- insignificantes. Franz Boas, el gran lingüista y antropólogo, MlerJé? 50 Jak0b50n* “Franl Approach to Language”. o Véase también /.a mentalité primitiva (París, 1922) y L’á m t pri- M-l)- ° na ° Urnal 0) A m crkan I-inguistics, vol. X, nf 4 (octubre, m itive (París, 1928). ai ¿QUE ES EL MITO? M i r o Y LENGUAJE 23 líela del mundo social. Plantas, animales, seres orgánicos y objetos de naturaleza inorgánica, substancias y cualidades, 11 todos quedan igualmente afectados por esta clasificación. Los MITO Y LENGUAJE cuatro puntos cardinales, Norte, Sur, Este y Oeste; los dife­ rentes colores; los cuerpos celestes; todos pertenecen a una primitive Culture Tylor propuso una teoría antropológica clase especial. En algunas tribus australianas, en las cuales basada en principios biológicos generales. El fué uno de los todos los hombres y las mujeres pertenecen o bien al clan primeros en aplicar los principios de Darwin al mundo cul­ del Canguro, o bien al de la Culebra, se dice que las nubes tural. La máxima natura non facit sallus no admite excep­ pertenecen al primero de estos clanes, mientras que el sol ción. Vale tanto para el mundo de la civilización humana pertenece al segundo. Todo esto puede parecer completa­ como para el mundo orgánico. Lo mismo el hombre civili­ mente arbitrario y fantástico. Pero no debemos olvidar que zado que el no civilizado pertenecen a la misma especie; la toda división presupone un fundamenlum divisionis. Este especie del homo sapiens. Las características fundamentales principio director no nos es dado por la naturaleza de las de esta especie son las mismas en cada variante. Si la teoría de cosas en sí mismas. Depende de nuestros intereses teóricos y la evolución es verdadera, no podemos admitir ningún hiato entre el estadio más bajo y el más alto de la civilización prácticos. Es manifiesto que estos intereses no son los mismos humana. Pasamos del uno a los otros mediante una transi­ en esas primitivas divisiones del mundo que en nuestras cla­ ción muy lenta y casi imperceptible, en la cual nunca encon­ sificaciones científicas. Pero esta no es la cuestión que se tramos solución de continuidad. debate. Lo que importa aquí no es el contenido, sino la for­ Una concepción distinta del proceso de la civilización ma de clasificación; y esta forma es enteramente lógica. Lo humana fué desarrollada en un ensayo publicado en 1856, que aquí encontramos no es en modo alguno la falta de un tres años antes de la aparición del libro de Darwin The Ori- orden; es más bien una hipertrofia, una preponderancia y gin of the Species. En su Comparative Mythology,1 F. Max exuberancia del “instinto de clasificación”.11 Los resultados Mtiller partió del principio de que es imposible alcanzar una de esos primeros intentos de análisis y sistematización del verdadera comprensión del-mito mientras se considere como mundo de la experiencia sensorial son bien distintos de los un fenómeno aislado. Y sin embargo, ningún fenómeno na­ nuestros. Pero los procesos mismos son muy parecidos, y ex­ tural, ningún principio biológico puede guiarnos en nuestra presan el mismo deseo de la naturaleza humana de avenirse investigación. No existe ninguna analogía real entre los fe­ con la realidad, de vivir en un universo ordenado, y de supe­ nómenos naturales y los culturales. La cultura humana debe rar el estado caótico en el cual las cosas y los pensamientos ser estudiada de acuerdo con métodos y principios específicos. no han adquirido todavía forma definida y estructura. ¿Y dónde podríamos encontrar una guía mejor para este estu­ dio que en el lenguaje humano, el elemento en el cual el hombre vive, se mueve y tiene su ser? Como lingüista y filó- 11 Ejemplos concretos de estos métodos "primitivos'' de clasificación togo, Müllcr estaba convencido de que el único enfoque cien- se encuentran en mi ensayo Die Begriffsform im mythischcn Denken, “ Studicn der Bibliothek Warburg" (Leipzig, 1922), I. Véase también 1 Publicado por primera vez en Oxford Essays (Londres, John W. ;®rUcr and Son, 1856), pp. 1-87. Reproducido en Selected Essays on Lan- Émile Durkhcim y Marccl Mauss, "De quclqucs formes primitives de S^age, Mythology and Religión (Londres, Longmans, Green and Co., classification” , Année sodologique, VI (París, 1901-02). ,88>). pp. 259.451. r *4 ¿QUE ES EL MITO? MITO Y LENGUAJE *5 tífico para un estudio del mito era el enfoque lingüístico. Pero tal potencia que, donde antes alcanzábamos a ver sólo nebu­ este fin no podía ser logrado antes de que la propia lingüís­ losidades, ahora descubrimos formas distintas y perfiles; más tica hubiese encontrado su camino, y antes de que la gramá­ aún, nos ha proporcionado lo que podemos llamar testimo­ tica y la etimología estuvieran fundadas sobre una firme base nios contemporáneos, exhibiendo ante nosotros el estado de científica. Hasta la primera mitad del siglo xix se llegó a pensamiento, de lenguaje, religión y civilización de un perío­ dar este gran primer paso. Entre el mito y el lenguaje no sólo do en que el sánscrito no era todavía el sánscrito, el griego existe una íntima relación, sino una verdadera solidaridad, ai no era todavía el griego, pero en el cual, lo mismo estos dos entendemos la naturaleza de esta solidaridad, habremos en­ que el latín, el germánico y otros dialectos arios, existían to­ contrado la llave del inundo mítico. davía como un solo lenguaje indiviso. La niebla de la mito­ El descubrimiento de la lengua y literatura sánscritas fué logía se desvanecerá gradualmente y nos permitirá descubrir, un hecho decisivo en el desenvolvimiento de nuestra concien­ tras las flotantes nubes de la aurora del pensamiento y el cia histórica, y en la evolución de todas las ciencias cultura­ lenguaje, esa naturaleza verdadera que la mitología ha encu­ les. Por su importancia e influencia, puede compararse con bierto y disfrazado por tan largo tiempo.'- la gran revolución intelectual que produjo el sistema coperni- Por otro lado, esa conexión entre el lenguaje y el mito, la cano en el campo de la ciencia natural. La hipótesis coper- cual prometía una solución clara y definida para el antiguo nicana invirtió la concepción del orden cósmico. La tierra enigma, entrañaba una gran dificultad. Cierto es que el len­ ya no estaba en el centro del universo; se convirtió en un guaje y el mito tienen una raíz común, pero no son en modo "astro entre los astros”. La concepción geocéntrica del mun­ alguno idénticos en su estructura. El lenguaje ofrece siempre do físico fue descartada. En el mismo sentido, el contacto un carácter estrictamente lógico; el mito parece desafiar todas con la literatura sánscrita puso fin a esa concepción de la las reglas lógicas: es incoherente, caprichoso, irracional. ¿Cómo cultura humana que establecía su centro verdadero y único podemos reunir estos dos elementos incompatibles? en el mundo de la antigüedad clásica. A partir de entonces, Para responder a esta pregunta, Max Müller y otros auto­ el mundo greco-romano no podía ser considerado más que res pertenecientes a la escuela de la mitología comparada como una simple provincia, un pequeño sector del universo idearon un plan muy ingenioso. El mito, dijeron, no es en de la cultura humana. La filosofía de la historia tuvo que realidad sino un aspecto del lenguaje; aunque un aspecto más fundarse sobre una base nueva y más amplia. Hegel llamó al bien negativo que positivo. El mito no se origina de sus vir­ descubrimiento del origen común del griego y el sánscrito tudes, sino de sus vicios. Es cierto que el lenguaje es racional el descubrimiento de un nuevo mundo. Quienes estudiaban y lógico, pero, por otra parte, es también una fuente de ilu: gramática comparada en el siglo xix consideraron su trabajo siones y falacias. El logro mayor del lenguaje es a la vez fuente bajo esta misma luz. Estaban convencidos de que habían de sus defectos. El lenguaje se compone de nombres genera­ encontrado la palabra mágica, la única que podía abrir las les, pero la generalidad implica siempre ambigüedad. La po- puertas al entendimiento de la liistoria de la civilización hu­ lionimia y sinonimia de las palabras no son un rasgo acciden­ mana. La filología comparada, declaró Max Müller, ha pues­ tal del lenguaje; derivan de su naturaleza misma. Como sea to a la edad mitológica y mitopéyica de la humanidad, que que la mayoría de los objetos tienen más de un atributo, y antes estaba velada por la oscuridad, ante la brillante luz de como quiera que, bajo aspectos diferentes, uno u otro de los la investigación científica y dentro del recinto de la historia * Müller, "Comparative Mythology". op. til., pp. n , 33, 86. Sclecled documental. Ha puesto en nuestras manos un telescopio de > S'5. 358. 449 « 26 ¿QUE ES EL MITO? MITO V LENGUAJE 27 atributos puede parecer más apropiado para el acto de la de­ siempre de una manera racional. Aun la mente primitiva nominación, ocurrió por necesidad que la mayoría de los era una mente cabal y normal. Pero, por otra parte, era objetos, durante el primer periodo del lenguaje humano, tuvo una mente rudimentaria e inexperta. En el caso en que estaba más de un nombre. Cuanto más antigua es una lengua, tanto la mente inexperta, expuesta constantemente a una grave tenta­ más rica en sinónimos. Por otra parte, si se emplean constan­ ción —la falacia y la ambigüedad de las palabras—, no es de temente, estos sinónimos deben naturalmente originar un nú­ extrañar que cayera en ella. Este es el verdadero origen del mero de homónimos. Si podemos llamar al sol con cincuenta pensamiento mítico. El lenguaje no es tan sólo una escuela nombres expresivos de diferentes cualidades, algunos de es­ de sabiduría; es también una escuela de desatino. El mito tos nombres serán aplicables a otros objetos que puedan poseer nos revela este último aspecto; no es más que la oscura som­ las mismas cualidades. Estos objetos distintos vendrían en­ bra que el lenguaje proyecta sobre el mundo del pensamiento tonces a llamarse por el mismo nombre —se convertirían en humano. homónimos. Este es el punto vulnerable del lenguaje; y éste De este modo se presenta a la mitología como patológica, es, al mismo tiempo, el origen histórico del mito. ¿Cómo po­ así en su origen como en su esencia. Es una enfermedad que demos dar razón —se pregunta Max Miiller— de esta fase de empieza en el campo del lenguaje, y que luego se difunde, en la mente humana que dió origen a los extraordinarios relatos una peligrosa infección, por todo el cuerpo de la civilización de dioses y de héroes, de gorgonas y quimeras, de cosas que humana. Pero, aunque sea una locura, hay en ella un método. el ojo humano no había visto nunca, y que ninguna mente En la mitología griega, así como en otras mitologías, encon­ humana en sus cabales pudo haber concebido jamás? A me­ tramos, por ejemplo, el relato de una gran inundación que nos que podamos dar respuesta a esta pregunta, nuestra creen­ destruyó a la raza humana entera. Solamente una pareja, cia en un progreso regular y consecuente del intelecto huma­ Deucalión y su esposa Pirra, se salvó del diluvio y fué enviada no, a través de todas las edades y en todos los lugares, tendrá por Zeus a la Hélade. Cayeron los dos sobre el monte Par­ que ser abandonada como una teoría falsa. A pesar de todo, naso, y allí les aconsejó el oráculo que echaran tras de sí "los después del descubrimiento de la lingüística comparada, esta­ huesos de su madre”. Deucalión dió con la verdadera inter­ mos en situación de evitar ese escepticismo y de quitar ese pretación de este oráculo; recogió las piedras esparcidas por / obstáculo de enmedio. Vemos que el progreso mismo del el campo y las tiró por encima de sus hombros. De estas pie­ lenguaje —uno de los más grandes hechos de la civilización dras surgió una nueva raza de hombres y mujeres. ¿Qué cosa humana— condujo inevitablemente a otro fenómeno, al fenó- hay más ridicula -se pregunta Max M üller- que este modo meno del mito. Si existían dos nombres para el mismo objeto, de explicar el origen de la raza humana? Y sin embargo, se es natural y, en verdad, inevitable, que dos personas pudieran hace fácilmente comprensible cuando empleamos la clave que brotar de los dos nombres, y como los mismos relatos podían nos da la ciencia de la etimología comparada. Todo el relato contarse de la una y de la otra, serían representadas como her­ se reduce a un simple juego de palabras -u n a confusión en­ manos y hermanas, como padres e hijos.3 tre dos términos homónimos- entre Actóg y Aua;.4 Este, de Si aceptamos esta teoría, la dificultad queda resuelta. Po­ acuerdo con su opinión, es todo el secreto de la mitología. demos explicar muy bien de qué modo la actividad racional Si analizamos esta teoría, encontramos que contiene una del lenguaje humano ha conducido a las irracionalidades e ña mezcla de racionalismo y romanticismo. El elemento incomprensibilidades del mito. La mente humana opera rom ntico es manifiesto, y parece ser el preponderante. En s Véase Müller, op. cil., pp. 44 ss. Sdrcted Essays, I, 378. 4 Comparativa Mythology", op. cit., p. 8. Selecled Essays, I, 310. iS ¿QUE ES El M ilu ? MITO Y LENGUAJE 29 cierto sentido, Max Müller habla como un discípulo de No- gritos de la voz humana? 0 Esto suena muy romántico; pero valis o de Schieiermacher. Rechaza la teoría de (pie el origen no debemos dejarnos engañar por el estilo coloreado y román­ de la religión hay que buscarlo en el animismo o en la adora­ tico de Max Müller. Su teoría, tomada en conjunto, sigue ción de las grandes fuerzas naturales. Hay, ciertamente, una siendo estrictamente racionalista e intelectualisla. religión natural o física, una adoración del fuego, del sol, de En el fondo, su concepción del mito no se encuentra muy la luna, del cielo despejado; pero esta religión física es tan sólo distante del siglo xvni y de los pensadores de la Ilustración.7 un aspecto singular y un fenómeno derivado. No nos ofrece Claro está que ya no considera al mito y a la religión como el iodo, y no nos conduce a la fuente primera y principal. El una simple invención arbitraria, un truco de la astucia cleri­ verdadero origen de la religión hay que buscarlo en un es­ cal. Pero admite que la religión, al fin y al cabo, no es más trato más profundo del pensar y el sentir. l o que primero que una gran ilusión; no un engaño consciente, sino incons­ fascinó a los hombres no fueron los objetos de su alrededor. ciente; un engaño promovido por la naturaleza de la mente Aun la mente primitiva estaba mucho más impresionada por humana y, ante todo, por la naturaleza del lenguaje humano. el gran espectáculo de la naturaleza tomada como un lodo. El mito sigue siendo siempre un caso patológico. Pero ahora La naturaleza era lo desconocido, en el sentido de algo opues­ estamos en situación de comprender la patología del mito sin to a lo conocido; lo infinito, en el sentido de lo que se distin­ recurrir a la hipótesis de un defecto inherente a la mente gue de lo finito. Fue este sentimiento lo que, desde los pri­ humana misma. Si se reconoce que el lenguaje es la fuente meros tiempos, promovió el impulso hacia el pensamiento del mito, entonces hasta las incongruencias y contradiccio­ religioso y el lenguaje. La inmediata percepción del Infinito nes del pensamiento mítico quedan reducidas a un poder uni­ ha formado, desde el principio mismo, el ingrediente y el ne­ versal y objetivo, y por tanto enteramente racional. cesario complemento de todo conocimiento finito, los rudi­ Mucho contribuyó a la influencia de esta doctrina el he­ mentos de expresiones mitológicas, religiosas y filosóficas cho de que fuera aceptada, con algunas reservas críticas, por posteriores, estaban ya presentes en la temprana presión del el primer filósofo que trató de crear una “filosofía sintética’’, Infinito sobre nuestros sentidos; y esta presión es la primera una visión coherente y comprensiva de todas las actividades fuente y el origen real de todas nuestras creencias religiosas.5* de la mente humana, basada en principios estrictamente em­ ¿Por qué tenemos que maravillarnos de los antiguos —pre­ píricos y en la teoría generar de la. evolución. Herbert Spcn- 1 guntaba Max Müller—, de su lenguaje palpitante de vida y cer halló la fuente primera y principal de toda religión en el refulgente de color, si en vez de los grises perfiles del pensa­ culto de los antepasados. El primer culto, afirmó él, no fué miento moderno exhalaban esas formas vivientes de la natu­ el culto de las fuerzas naturales, sino el culto de los muertos.8 raleza, doladas de fuerza humana, o más bien de fuerzas Sin embargo, con el fin de comprender el tránsito del culto sobrehumanas, en tanto que la luz del sol brillaba más que de los antepasados al culto de los dioses personales, debemos la del ojo humano, y el bramar de la tormenta opacaba los introducir una nueva hipótesis. Según Spencer, lo que hizo 6 "Comparative Mythology” , op. cit„ p. 37. Selected Essays, I. 365. 5 Véase F. Max Müller, Natural Religión, The Gifford Lecuircs. 1888 7 Es un hecho curioso que los primeros elementos de la teoría de (Londres y Nueva York, Longmans, Creen & Co., 1889), conferencia v, Max Müller hayan de buscarse en los escritos de uno de los glandes “ My own definition of Religión” , pp. 103-140; Physical Religión, The racionalistas. E11 su sátira Sur Viquivoqve, Boileau propuso la teoría de Gifford Lectores, 1890 (Londres y Nueva York, Longmans, Grecn Se *lue la ambigüedad de las palabras es la verdadera fuente del mito. Co., 1891), conferencia vi, "Physical Religión: The Natural and the 8 Véase H. Spencer, T he Principies of Sociology (1876), cap. xx (Nueva Supernatural” , pp. 11955. Vork, Appleton & Co., 1901, 1, 285 ss.J jo ¿QUE ES EL MITO? Mi r o Y PSICOLOGIA DE LAS EMOCIONES 3 posible y hasta necesario este nuevo paso fueron el poder y la las más antiguas y grandes fuerzas de la civilización huma­ influencia perdurable del lenguaje. El lenguaje humano es r á conectado íntimamente con todas las demás activi- metafórico en su esencia misma; está lleno de símiles y ana­ humanas: es inseparable del lenguaje, de la poesía, del logías. La mente primitiva es incapaz de comprender estos v del más remoto pensamiento histórico. La ciencia mis­ an6 '. j > 1 símiles en un sentido meramente metafórico. Toma estos sí­ jna tuvo que pasar por una etapa nunca antes de alcanzar la miles por realidades, y piensa y actúa de acuerdo con este etapa lógica: alquimia precedió a la química, la astrología principio. Esta interpretación literal de los nombres metafó­ a la astronomía. Si las teorías de Max Müllcr y de Spencer ricos fué la que condujo, desde las primeras formas elemen­ fuesen ciertas, tendríamos que admitir la conclusión de que, tales del culto de los antepasados, desde la adoración de seres eQ resumidas cuentas, la historia de la civilización humana humanos, hasta la adoración de plantas y animales, y final­ je debe a una simple equivocación, a una mala interpretación mente de grandes fuerzas de la naturaleza. Un hábito común de palabras y de términos. Y no es una hipótesis muy satis­ y muy extendido de las sociedades primitivas es el de darles factoria o plausible pensar que la cultura sea el producto de a los niños recién nacidos nombres de plantas, animales, es­ una mera ilusión: un malabarismo de palabras y un pueril trellas y otros objetos naturales. A los niños se les llama "T i­ juego de nombres. gre”, “León”, “Cuervo”; a las niñas, “Luna”, “Estrella". Ori­ ginariamente, todos estos nombres no eran más que epitheta omanlia, los cuales expresaban ciertas cualidades personales que se atribuían a los seres humanos. De acuerdo con esta III tendencia de la mente primitiva a entender todos los térmi­ EL MITO Y LA PSICOLOGIA DE nos en sentido literal, era inevitable que se malinterpretasen LAS EMOCIONES esos nombres complementarios y esos títulos metafóricos. Alguna vez “Aurora” se usaría como nombre propio de perso­ A pesar de sus diversas e importantes diferencias, las teorías na; las tradiciones referentes a una que se hubiese destacado del mito que hemos considerado hasta ahora tienen un rasgo conducirían, en la mente ingenua del salvaje, a una iden­ común. Las interpretaciones de Tylor y Frazer, de Max Mül- tificación con la aurora misma; y sus aventuras serian inter­ ler y Herbert Spencer, parten todas del supuesto de que el pretadas de la manera que pareciese más congruente con la mito es, antes que nada, una masa de “ideas”, de representa­ naturaleza de la aurora. Es más, en las regiones donde tal ciones, de creencias teóricas y juicios. Como sea que estas nombre hubiese sido el propio de miembros de tribus adya­ creencias están en abierta contradicción con nuestra experien­ centes, o de miembros de una misma tribu que hubieran vivi­ cia sensorial, y como no existe ningún objeto físico que co­ do en tiempos distintos, surgirían genealogías incongruentes y rresponda a la representación mítica, de ahí se sigue que aventuras antagónicas de la aurora.0 el mito es una pura fantasmagoría. Necesariamente se plan­ También aquí encontramos explicado el fenómeno del tea la cuestión de por qué los hombres se aterran tan poderosa mito, el panteón entero del politeísmo, como una simple en­ y obstinadamente a esa fantasmagoría. ¿Por qué no enfocan fermedad. El culto de objetos conspicuos, concebidos como directamente la realidad de las cosas y se enfrentan a ella cara personas, resulta de un error lingüístico. La grave objeción a cara; por qué prefieren vivir en un mundo de ilusiones, de ) a que puede someterse tal teoría es manifiesta. El mito es una ^íucinaciones y de sueños? 0 Ibid., caps, xxn-xxtv, I, 329-394. Un nuevo camino para hallarle respuesta a esta pregunta 3* ¿QUE ES EL MITO? MITO Y PSICOLOGIA DE LAS EMOCIONES 35 quedó señalado por el progreso de la psicología y la antropo­ c pensamientos. Se ha puesto de manifiesto que el rito es un logía modernas. Debemos estudiar ambos aspectos conjunta­ elemento más profundo y mucho más perdurable que el mito mente, pues se ¡lustran y complementan mutuamente. La cn la vida religiosa del hombre. "Mientras que los credos investigación antropológica ha conducido al resultado de que, cambian, dice el sabio flanees E. Doutté, el rito persiste, como para lograr una comprensión adecuada del mito, debemos los fósiles de esos extintos moluscos que nos sirven para fe­ empezar la investigación partiendo de un punto diferente. char las épocas geológicas".1 Por detrás y por debajo de las concepciones míticas se ha des­ El análisis de las más elevadas religiones confirma esta cubierto un estrato más profundo que antes se dejó inadver­ opinión. En su obra modelo titulada The Religión of the tido, o cuva importancia no fue reconocida plenamente. Los Semites/ W. Robertson-Smith aplicó con el mayor provecho estudiosos de la literatura y la religión griegas estuvieron el principio metodológico de que la manera correcta de estu­ siempre, en mayor o menor grado, influidos por la etimología diar las representaciones religiosas es empezar con el estudio del término griego ¡avdo?. Consideraron al mito como una de los actos religiosos. Desde esta ventajosa posición, hasta la fábula o un sistema de fábulas, de narraciones que relatan religión griega aparecía bajo una luz nueva y más clara. "La re­ los hechos de los dioses o las aventuras de los heroicos ante­ ligión griega, escribió Miss Jane Ellert Harrison cn la intro­ pasados. Esto parecía suficiente mientras los sabios se ocupa­ ducción a sus Prolegómeno to the Study nf Greek Religión, ran principalmente del estudio e interpretación de las fuen­ tal como se presenta cn los manuales populares y hasta en tes literarias, y mientras su interés se concentrara en ciertos tratados más ambiciosos, es principalmente una cuestión de estadios muy elevados de la civilización -e n las religiones mitología, y por ende de mitología tal como aparece a través babilónica, india, egipcia o griega. Positivamente, fué me­ de la literatura... NTo se ha hecho ningún intento serio por nester que se ampliase este círculo. Hay muchas tribus pi¡- estudiar el ritual griego. V sin embargo, los hechos del ritual mitisas entre las cuales no encontramos ningún desarrollo de son más fáciles de averiguar con precisión, son más perma­ la mitología, ninguna narración de los hechos de los dioses, nentes y, cuando menos, igualmente significativos. Lo que ninguna genealogía de los mismos. A pesar de lo cual estos un pueblo hace con respecto a sus dioses debe ser siempre la pueblos manifiestan todas las conocidas características de una clave, tal vez la más segura, para saber lo que piensa. El pre­ forma de vida hondamente penetrada por motivos míticos Y liminar original de una comprensión científica de la religión enteramente determinada por ellos. Pero estos motivos no se griega es un examen detallado de su ritual ”.3 expresan tanto por medio de pensamientos definidos o de La aplicación de este principio encontró, sin embargo, obs- ideas, cuanto por medio de actos. El factor activo ptedoinina táralos graves. F.1 carácter emotivo de los primitivos ritos claramente sobre el factor teórico. La máxima de que, para religiosos es inequívoco. Pero era muy difícil analizar y des­ comprender el mito, debemos empezar por el estudio de los cribir este carácter de una manera científica, mientras la psi­ ritos, parece haber sido hoy generalmente aceptada por los cología del siglo xix permaneciera en su estado tradicional. etnólogos y antropólogos. A la luz de este nuevo método, el salvaje ya no se presenta como un "filósofo primitivo. Cuan­ *.E- MaHie rt Religión dans VAfrique da Nord (Argel, Tvpo- do ejecuta un ritual religioso o una ceremonia, el hombre no sraplne Adolplie Jourdan, 1909), p. Coi. ‘ se encuentra en un estado de ánimo puramente especulativo ^ ' V. R°bcr tson -Sm i1h, I.,-dures on the Religión of the Semites (Edim- uurgo, A. y c. Black, 1889). v o contemplativo. No está absoiio en un sereno análisis de los (CamhrM EI! ? \ I,arrison Prolegomena to the Study of Greek Religión fenómenos naturales. Vive una vida de emociones, no de ridge Umvcrsiiy Press, 1503), p. vn. 54 ¿QUE ES EL MITO? MITO Y PSICOLOGIA DE LAS EMOCIONES 35 Desde antiguo, los lilósofos y los psicólogos habían tratado de no son meras cualidades, modos o funciones de estados cog­ dar una teoría general de las emociones. Pero estos esfuerzos noscitivos. Son, por el contrario, primarios, autónomos, irre­ suyos se vieron estorbados y resultaron en gran medida in­ ductibles a la inteligencia y capaces de existir sin ella y aparte fructuosos por el hecho de que el único enfoque posible de ella- Esta doctrina se fundó en consideraciones biológicas parecía ser puramente intelectualista. Se suponía general­ generales. Ribot trató de poner a todos los estados emotivos mente que los afectos debían definirse en términos de 'lideas”. cn conexión con sus condiciones biológicas, y de considerarlos Este parecía ser el único modo de ofrecer una explicación como la expresión directa e inmediata de la vida vegetativa. razonable del hecho mismo de las emociones. La ética del “Desde este punto de vista, las emociones y los sentimien­ estoicismo estaba basada en el principio de que las pasiones tos dejan de ser una manifestación superficial, una simple son hechos patológicos. Se las describía como una especie de eflorescencia; penetran en las profundidades del individuo; enfermedad mental. La psicología racionalista del siglo x v n tienen sus raíces en las necesidades y los instintos, esto es, en no fué tan lejos. Las pasiones ya no eran consideradas "anor­ movimientos... Querer reducir los estados afectivos a ideas males”; se decía que eran naturales, que eran el efecto nece­ claras y definidas, c imaginarse que mediante este procedi­ sario de la comunión del cuerpo con el alma. Según las teo­ miento puedan quedar fijados, es desconocer completamente rías de Descartes y Spinoza, los afectos humanos tienen su su naturaleza y condenarse de antemano al fracaso''.-* origen en ideas oscuras e inadecuadas. Ni la psicología de La misma opinión fué sostenida por W. James y por el los empiristas ingleses cambió esta generalizada opinión inte­ psicólogo danés C. Lange.5 Partiendo cada uno de considera­ lectualista, pues, también para ellos, las ‘ ideas , ya no enten­ ciones independientes, llegaron ambos a los mismos resulta­ didas como ideas lógicas, sino como copias de impresiones dos. Insistieron en la importancia primordial de los factores sensoriales, seguían siendo el centro del interés psicológico. fisiológicos en las emociones. Con el fin de comprender el En Alemania, Herbart y su escuela ofrecieron una teoría me- verdadero carácter de las emociones, y de estimar su función canicista de las emociones, según la cual las emociones se y su valor biológicos, tenemos que empezar —dijeron ellos— reducían a ciertas relaciones entre percepciones, representa­ con una descripción de los síntomas físicos. Estos síntomas ciones e ideas. consisten en modificaciones de la inervación muscular y cn Así quedaron las cosas hasta que Th. Ribot elaboró una alteraciones vasomotrices. Según Lange, estas últimas son las nueva teoría a la que llamó tesis fisiológica, por oposición a primarias, puesto que las más ligeras variaciones circulatorias la vieja tesis intelectualista. En el prefacio de su obra sobre modifican profundamente las funciones del cerebro y de la la psicología de las emociones, Th. Ribot declaró que, com­ médula espinal. Una emoción incorpórea es una emoción parada con otras partes de la investigación psicológica, esta que no existe; es una entidad puramente abstracta. Las mani­ psicología de los estados de ánimo estaba todavía atrasada y festaciones orgánicas y motrices no son accesorias; su investi­ confusa. Siempre se había dado preferencia a otros estudios, gación forma parte integrante del estudio de las emociones. como el de la percepción, de la memoria, de las imágenes. Según Ribot, el prejuicio dominante, por el cual los estados Ribot, La psychotogic des sentim ents (París, 1896). Trad. in- emotivos se asimilan a los intelectuales, considerándolos aná­. he Psychology of the Emotions (Nueva York, Charles Scrlbncrs ^ , 9 1*)» Prefacio, pp. vn s. logos o hasta tratando a los primeros como si fueran depen­ (L ein ^ J'3" ! 0, V b" Ge'nüt^ e g u n g en. Trad. alemana por II. Kurella dientes de estos últimos, sólo puede conducir al error. Los Vol , fó ,. T rad' inglcsa- T he Emotions, “ Psychologv Classics", estados afectivos no son puramente secundarios y derivados, (Baltimore, Williams & Wilkins Co., 1922). ¿QUE ES EL MITO? MITO Y PSICOLOGIA DE LAS EMOCIONES 37 36 ¿Qué es lo que encontramos cuando hacemos el análisis de Es evidente que, biológicamente hablando, el sentimiento una emoción como el miedo? Encontramos, antes que nada, es un hecho mucho más general y pertenece a un estrato ante- cambios en la circulación; los vasos sanguíneos se contraen, r¡or y más elemental que todos los estados mentales de cono- el corazón late con violencia, la respiración se hace menos ¿miento. Explicar los estados afectivo^ en términos que per­ profunda y más rápida. El sentimiento de miedo no precede tenecen a esta última esfera equivalía, por tanto, en cierto a estas reacciones corporales, sino que las sucede; es la con­ sentido, a un hysteron próteron. En el caso del sentimiento, jos estados o impulsos motores son primarios; las manifesta­ ciencia de estos estados fisiológicos, tal como estos se produ­ ciones afectivas son secundarias. Como indica Ribot, la base, cen y después de haberse producido. Si tratamos, en una Ja raíz de la vida afectiva hay que buscarla en la intervención especie de experimento mental, de quitarle a la emoción todos motriz y en los impulsos, y no en la conciencia de placer y sus síntomas corporales —el latido del pulso, la horripilación dolor. “El placer y el dolor son sólo efectos que deben guiar­ de la piel, el temblor muscular-, del miedo no queda nada. nos en la búsqueda y la determinación de causas escondidas Como dijo William Jantes, no existe una "substancia psíqui­ en la región de los instintos.” Era un error radical confiar en ca" -m ind-sLuff- independiente y separada, de la cual pueda “el testimonio de la conciencia” nada más, creer que “la parte constituirse la emoción. Tenemos, por tanto, que invertir el consciente de un acontecimiento es su parte principal”, y, por orden que hasta ahora ha sido aceptado por el sentido común, tanto, suponer “que los fenómenos corpóreos que acompañan lo mismo que por la psicología científica. a todos los estados emotivos son factores insignificantes y "El sentido común dice: perdemos nuestra fortuna, nos externos, ajenos a la psicología y carentes de interés para apenamos y lloramos; nos encontramos con un oso, nos asus­ ella”.67 tamos y huimos; nos insulta un adversario, nos enojamos y le Gracias al desenvolvimiento de este nuevo enfoque pudo pegamos. La hipótesis que hay que defender ahora dice que llenarse el hueco que existió hasta entonces entre la psicolo­ este orden de secuencia es incorrecto; que un estado psíquico gía y la antropología. De la psicología tradicional, que había no es promovido de un modo inmediato por el otro; que las concentrado toda su atención en el aspecto ideativo de los manifestaciones corporales deben quedar interpuestas entre estados psíquicos, la antropología podía recibir escasa ayuda ellos, y que la afirmación más racional es que nos apenamos para su nuevo interés por los ritos, más bien que por los mi­ porque lloramos, nos enojamos porque pegamos, nos asusta­ tos. Los ritos son, en efecto, manifestaciones motrices de mos porque temblamos, y no que lloramos, pegamos o tem­ la vida psíquica. Lo que se manifiesta en ellos son tenden- blamos porque estamos tristes, enojados o asustados, respec­ apetitos, afanes y deseos; no simples “representaciones” tivam ente. Sin los estados corpóreos que siguen a la percep­ 0 ideas. Y estas tendencias se traducen en movimientos ción, esta tendría una forma puramente cognoscitiva, sería -e n movimientos rítmicos y solemnes, o en danzas desenfre- “adas; en actos rituales regulares y ordenados, o en violentos pálida, incolora, desprovista de calor emocional. Podríamos ^M lidos orgiásticos. El mito es el elemento ¿pico de la pri­ entonces ver al oso, y juzgar que lo mejor es echar a correr; vativa vida religiosa; el rito es su elemento dramático. Tene- recibir el insulto, y considerar que es propio pegar; pero no nios que empezar estudiando el segundo para poder compren- sentiríamos efectivamente el miedo o el enojo’’.0 ^.e^ Pt'raero. Consideradas en sí mismas, las historias míticas os dioses y los héroes no pueden revelarnos el secreto de 6 James, T he Principies o/ Psychology (Nueva York, Ilenry Holt & Co.> 1890), II. 4495. 7 Ribot, op. cit., p. 3. ¿QUE ES EL MITO? MITO Y PSrC O LO CIA OE LAS EM OCIONES 39 3» la religión, pues no son otra cosa que interpretaciones de ri­ fermedades mentales o neuróticas como si fueran “un estado tos. Tratan de dar una explicación de lo que está presente, ¿entro del estado”. Habían aprendido a incluirlas dentro de de lo (pie se ve y se hace de un modo inmediato en estos ritos. Jas mismas reglas generales que son válidas para los procesos Añaden al aspecto activo de la vida religiosa la visión teóri­ ¿e la v*da normal. Al pasar de un campo a otro, el psicólogo ca”. No podemos realmente plantear la cuestión de cuál de n0 tenía que cambiar de punto de vista. Podía emplear los estos dos aspectos es el "primero" y cuál el “segundo , pues mismos métodos de observación y argumentar sobre la base no existen separadamente; son correlativos c interdependientes, de los mismos principios científicos. Ya no existía un abismo se apoyan y se explican el uno al otro. profundo, un hueco irrebasable entre la vida psíquica “nor­ U n paso más en esta dirección lo dió la teoría psicoanali- mal” y la “anormal”. tica del mito. Cuando Sigmund Frcud empezó a publicar Al aplicarlo al mito, este principio traía consigo impor­ sus artículos sobre "Tótem y Tabú” en 1 9 1 3 * el problema tantes consecuencias y promesas. El mito ya no estaba envuel­ del mito había llegado a un punto crucial. Lingüistas, antro­ to en el misterio; se podía situar bajo la íuz clara y brillante pólogos y etnólogos habían ofrecido sus respectivas teorías de la investigación científica. Freud se puso junto al lecho de del mito. Cada una de estas teorías era útil para iluminar un enfermo del mito con la misma actitud y en el mismo estado cierto sector del problema; pero ninguna cubría el campo de ánimo que si estuviera junto a la cama de un paciente entero. Fra/.er consideraba al mito como una especie de cien­ común. Lo que allí encontró no era en modo alguno sor­ cia primitiva; Tylor lo presentaba como una filosofía salvaje; prendente o desconcertante. Encontró los conocidos síntomas Max Müller y Spencer veían en él una enfermedad del len­ con los que se había familiarizado por una larga observación. guaje. Todas estas concepciones ofrecían margen a críticas Lo que nos sorprende más al leer estos primeros ensayos de severas. Sus adversarios podían poner al descubierto sin difi­ Freud es la claridad y simplicidad con que desarrolla sus cultad los puntos vulnerables de estas teorías. No se había opiniones. No encontramos aquí esas teorías sumamente com­ logrado ninguna solución teórica o empírica del problema. plicadas que fueron introducidas luego bajo la autoridad de Pero esta situación cambió con la aparición de la doctrina Freud por sus partidarios y discípulos. Tampoco encontra­ freudiana. Aquí estaba, por fin, una nueva concepción que mos esa suficiencia dogmática que es tan característica de la abría un horizonte amplio y prometía un estudio mejor. El mayor parte de los escritos psicoanalíticos posteriores. Freud mito no se consideraba ya como un hecho aislado. Quedaba conectado con fenómenos bien conocidos, que podían estu­ no pretende haber resuelto el viejo enigma, tan largamente diarse de una manera científica y someterse a una comproba­ «resoluto. Quiere simplemente marcar el paralelo entre la ción empírica. De este modo, el mito se convirtió en algo per­ vida psíquica de los salvajes y la de los neuróticos, paralelo fectamente lógico —casi demasiado lógico. Ya no era un caos bien podría elucidar algunos hechos que, de otro modo. de las cosas más extravagantes e inconcebibles; era ya un Permanecen oscuros e ininteligibles. “El lector no tiene que sistema. Podía reducirse a unos pocos elementos muy sim­ ’ *?ecIara Freud’ clue cl psicoanálisis... caiga en la ten- ples. Claro está que el mito seguía siendo un fenómeno “pa­ n de derivar algo tan complicado como es la religión de tológico”. Pero entretanto la misma psicopatología había he­ UCnte ÚníC3' Si bicn trata’ como es su deber> de lograr cho grandes progresos. Los patólogos ya no trataban las en ^ sea reconocida una de las fuentes de esta institución, no ra ej a e n modo alSuno para ella la exclusividad, ni siquie- 8 Publicados por primera vez en el periódico tmago, ed. por Sigm und pnmer rango entre los factores concurrentes. Solamente Freud. Vol. I. 4° ¿QUE ES EL MITO? MITO Y PSICOLOGIA DF. LAS EMOCIONES 4* una síntesis de varios campos de investigación puede deter­ D5Íquica, que no puede revelar su esencia, y que más bien la minar que importancia relativa en la génesis de la religión encubre y la disfraza. hay que asignarle al mecanismo de que vamos a tratar; pero Desde el punto de vista de nuestro problema, esta apela­ semejante tarea rebasa los medios asi como las intenciones ción "inconsciente” significa sin duda un ¡taso importante, del psicoanalista”.8 promovió un rcplanteamiento ele la cuestión entera. En mu­ I)e hecho, cpmo psicólogo, Freud estaba en situación me­ chas de las teorías anteriores, el mito aparecía como algo, en jor para elaborar una teoría coherente del mito que muchos fin de cuentas, muy superficial. Se decía que era simplemen­ de sus predecesores. Estaba firmemente convencido de que la te un quid pro quo: un uso erróneo de las leyes generales de única clave del mundo mítico tenía que buscarse en la vida la asociación, o una mala interpretación de términos y nom­ emotiva del hombre. Pero, por otra parte, elaboró una nueva bres propios. La teoría freudiana barrió con todas estas in­ teoría original de las emociones mismas. Las teorías anterio­ genuas suposiciones. El problema era enfocado bajo una nue­ res habían apoyado la idea de una “psicología sin alma”. Lo va luz y considerado en una nueva profundidad. El mito esencial en toda emoción, dijo Ribot, no son los estados psí­ estaba profundamente arraigado en la naturaleza humana; quicos, sino las manifestaciones motrices, las tendencias y se fundaba en un instinto fundamental e irresistible, cuyo apetitos que se traducen en movimientos. Para explicar estos carácter y naturaleza tenían que ser determinados todavía. estados no tenemos que recurrir a ninguna “oscura 'psique' Pero esta pregunta no requería una respuesta puramente dotada de tendencias de atracción o repulsión". Debemos empírica. En sus primeros análisis, Freud habló como un purgar nuestra psicología de todo elemento antropomórfico, médico y como un pensador empírico. Parecía estar comple­ y establecerla sobre una base estrictamente objetiva —sobre tamente absorto en el estudio de casos neuróticos muy intere­ santes y complejos. Pero ni en sus primeros ensayos quedaba hechos químicos y fisiológicos. El factor llamado "alma” tie­ satisfecho recopilando hechos. Su método era deductivo, más ne que ser eliminado; pero, después de esta eliminación, que inductivo; lo que él buscaba era un principio universal, “queda todavía la tendencia fisiológica, es decir, el elemento del cual pudieran derivarse los hechos. Freud era, en verdad, motor, el cual aparece en todos los grados, desde el más bajo un observador cxcepcionalmente agudo. Descubrió fenóme­ hasta el más alto ".910 nos que hasta entonces no habían despertado el interés del Sin embargo, la ambición de Freud no era en modo algu­ médico, y al mismo tiempo empezó) a elaborar una nueva téc­ no eliminar todas las concepciones del alma. El también nica psicológica para la interpretación de esos fenómenos. mantenía una opinión estrictamente mecanicista, pero no Pero ya en estos primeros ensayos de Freud hay mucho más creía que la vida emotiva del hombre pudiera reducirse a de lo que se ve a primera vista. Su autor no pretendió hacer causas puramente químicas o fisiológicas. Podemos, y cierta­ en ellos unas simples generalizaciones empíricas. Lo que s C mente debemos, seguir hablando del mecanismo de las emo­ propuso revelar fué la fuerza oculta que estaba detrás de los ciones como de un mecanismo "psíquico”. Pero la vida psíqui­ hechos observables. Mientras seguía hablando como médico ca no debe confundirse con la vida consciente. La consciencia y pstcopatólogo, estaba pensando decididamente como un me- no lo es todo; es sólo una fracción pequeña y fugaz de la vida tafísico. 9 Freud, Tótem und Tabú (Vicna, 1920, publicado por primera vez Para entender la metafísica de Freud debemos retroceder en Imago, 1912-13), cap. iv. [Hay traducción española.] tasta su origen histórico. Freud vivió dentro de la atmósfera 10 Véase Ribot, op. cit., pp. 55. de la filosofía alemana del siglo xix. Lo que en ella encontró 4» ¿QUE ES EL MITO? MITO Y PSICOLOGIA DE LAS EMOCIONES 43 fueron dos concepciones de la naturaleza humana y la cultu­ dijo Schopenhauer, este instinto es el Genio de la especie, ra diameiralmentc opuestas entre sí. Una estaba representa­ que convierte al individuo en un instrumento para la prose­ da por Hegcl, la otra j>or Schopenhauer. Hcgel había descrito cución de sus fines. Todo esto está desarrollado en un capí­ el proceso histórico como un proceso fundamentalmente ra­ tulo famoso de la obra de Schopenhauer El Mundo como cional y consciente. “Tiene que llegar un día, dice Hegel en Voluntad y como R e p re se n ta c ió n el cual nos ofrece el fon­ la introducción a sus Lecciones sobre la Filosofía de la His­ do metafísico general, y en cierto sentido el núcleo, de la toria, en que pueda comprenderse este rico producto de la teoría de Freud. Razón activa, que la Historia del Mundo nos ofrece... Debe Aquí nos ocupamos solamente de las consecuencias de esta tenerse en cuenta desde el principio que el fenómeno que teoría respecto del estudio del pensamiento mítico. Desde un estamos investigando —la Historia Universal— pertenece al punto de vista puramente empírico, la transferencia del méto­ reino del Espíritu... En el plano en que lo estamos observan­ do psicoanalítico a este campo encontró grandes dificultades. do, el Espíritu se manifiesta en su más concreta realidad.u Evidentemente, la cuestión no podía someterse a observación Schopenhauer atacó y ridiculizó esta concepción hegeliana. directa. Todos los argumentos empleados por Freud eran su­ Semejante visión racionalista y optimista de la naturaleza mamente hipotéticos y especulativos. El origen histórico de humana y de la historia le parecía no solamente absurda, los fenómenos que él estudiaba —de las prohibiciones del tabú sino nefanda. El mundo no es un producto de la razón. Es y del sistema totémico— era desconocido. Con el fin de lle­ irracional en su esencia misma y su principio, porque es el nar este hueco, Freud tuvo de recurrir a su teoría general de fruto de una voluntad ciega. El mismo intelecto no es más las emociones. Afirmó que la tínica fuente del sistema toté- que el resultado de esta voluntad ciega, que lo ha creado y mico era el horror al incesto que siente el salvaje. Este fué el lo usa como un instrumento para sus propios fines. Pero motivo que condujo a la exogamia, l odos los descendientes ¿dónde encontramos la voluntad en nuestro mundo empírico, del mismo tótem son consanguíneos, o sea que pertenecen a en el mundo de la experiencia sensorial? Como una cosa en una misma familia, y en el seno de esta familia aún los gra­ si”, está fuera del alcance de la experiencia humana; parece dos más distantes de parentesco se consideran un obstáculo enteramente inaccesible. Con todo, hay un fenómeno por el absoluto para la unión sexual. Pero aquellos antropólogos cual nos damos cuenta inmediatamente de su naturaleza. El que habían estudiado el problema con el mayor detenimien­ poder de la voluntad —el verdadero principio del m undo- to habían llegado a conclusiones enteramente distintas. Fra- aparece clara e inconfundiblemente en nuestro instinto sexual. zer, quien había escrito una obra en cuatro volúmenes sobre No necesitamos otra explicación. Lo que ahí encontramos se

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