TEXTO GEOGRAFIA ECONOMICA CBSI 2025-2.pdf

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Geografía Económica Argentina Aspectos federales de la Argentina Introducción Al pensar en la formación política integral, la cuestión del federalismo nacional aparece como un elemento central. Está presente en los conflictos históricos, las guerras civiles del siglo XIX y vigente en...

Geografía Económica Argentina Aspectos federales de la Argentina Introducción Al pensar en la formación política integral, la cuestión del federalismo nacional aparece como un elemento central. Está presente en los conflictos históricos, las guerras civiles del siglo XIX y vigente en las demandas actuales. La extensa territorialidad argentina ha sido tanto condición de posibilidad como de dificultad. Alrededor de los recursos demandados por el mercado internacional (al que ingresamos vía modelo agro- exportador tras el proceso de independencia y como logro de la consolidación de nuestro Estado- nación), se encuentran diversos climas, suelos y paisajes que nos componen y definen como país. Es ese territorio nacional, vasto y heterogéneo, habitado por pueblos diversos en su composición étnica y cultural, en el que lo rural convive con lo urbano, en el que grandes extensiones despobladas confrontan con ciudades hiperpobladas y regiones productivas convocan en las distintas estaciones a familias enteras que hacen trabajo golondrina, donde la plurinacionalidad de los pueblos originarios nos interpela y nos enriquece culturalmente el aporte de largas décadas de inmigración. En este capítulo se encontrarán con información y reflexiones propias de la geografía, la economía, la política, la antropología y la cultura. Claro está que en el siglo XXI, posmoderno, hiperconectado, global y local a la vez, ya no es posible pensar el territorio desde una perspectiva única. La perspectiva interdisciplinaria se impone como forma de construir pensamiento que además nos sirva como herramienta de intervención práctica y política en la realidad. Aun así, es importante no perder de vista el propio territorio de análisis e intervención. Para dar comienzo a este apartado, les invitamos a pensar el territorio como un concepto multidimensional que iremos construyendo y deconstruyendo en las diferentes secciones que propone el capítulo. La primera parte realiza una introducción al objeto de estudio y la relevancia de la Geografía económica como disciplina para ir desplazándonos por las diferentes geografías económicas y sociales que componen el territorio nacional. Un buen punto de partida para pensar la Argentina es su gran extensión territorial, que resulta en una amplia gama de regiones geográficas y productivas. Un recorrido detallado por cada una de las economías regionales desde una perspectiva histórica nos irá acercando a pensar el territorio no sólo como un dato geográfico o económico neutral sino también como una construcción social y política, en la que aparece el conflicto por la apropiación y distribución de recursos como una dimensión ineludible de análisis. Así, llegamos a la segunda parte, que analiza el territorio desde sus comunidades y las diferentes formas de habitar. El apartado de Población brindará herramientas para reflexionar sobre uno de los desafíos más importantes que tiene la Argentina (compartido por la mayoría de los países latinoamericanos) que es cómo acortar las asimetrías territoriales que resultan en grandes desigualdades sociales. Que todas las personas cuenten con una base mínima de derechos democráticos (salud, educación, trabajo, cultura, etc.) va de la mano con el acceso a infraestructura urbana y de telecomunicaciones para que cada comunidad tenga la posibilidad de desarrollarse integralmente. Existen en la historia nacional algunos hitos que hicieron que estas posibilidades estén limitadas a algunos colectivos sociales y no a todos. Así como algunos modelos de desarrollo económico favorecieron a ciertos sectores sociales, vinculados geográficamente a determinados territorios, y otros quedaron marginados. Visibilizar colectivos negados por la historiografía oficial y revisar nuestra historia como un ejercicio práctico de la memoria colectiva nos permitirá desandar saberes y territorios para construir una Argentina menos desigual. 1 Aproximaciones a la geografía económica 2 Por Santiago Fraschina La geografía económica -como una rama más de la geografía humana-, se dedica al estudio de los diversos tipos de actividades económicas y su relación con la explotación de los recursos naturales terrestres, es decir, cómo viven las personas en relación con la distribución espacial de los recursos, la producción y el consumo de bienes y servicios. Peter Lloyd y Peter Dicken señalan que “la geografía económica se interesa en la construcción de principios generales y teorías que explican el funcionamiento del sistema económico en el espacio” (Dicken y Lloyd, 1990). Es decir, el espacio geográfico como lugar de interacciones entre los seres humanos y el medio ambiente es lo que consolida a la geografía económica como ámbito de estudio. En su caracterización, también se encuentran otras variantes. Una de ellas la define como una ciencia social que indaga los aspectos económicos en relación con los factores de la naturaleza y la sociedad, analizando su distribución espacial y desarrollo a lo largo del tiempo. Otra, sostiene que la geografía económica investiga acerca de la producción, el intercambio y el consumo de bienes que se producen en las diferentes localizaciones del mundo, haciendo hincapié en las funciones económicas según uno u otro lugar (Sandoval Morales, 2012). 1.1. Objeto de estudio Siguiendo estas líneas, podemos decir que la geografía económica observa los sistemas territoriales socioeconómicos, desarrollados en el contexto de diferentes condiciones históricas, las formas de producción y propiedad, así como las riquezas materiales, sociales y culturales producidas, distribuidas y apropiadas en los países y regiones del mundo. En este sentido, el geógrafo francés Pierre George sostiene que se trata de “una ciencia social, en tanto que los procesos de producción, transformación, circulación y consumo de mercancías tienen su origen en iniciativas del hombre y sus características son resultado de la organización social de cada grupo humano a lo largo de su historia” (George Pierre, 1958). 1.2. Campos de investigación La geografía económica tiene varias maneras de caracterizar sus campos de investigación. Una de ellas es en ramas relacionadas con los distintos tipos de actividad económica existentes, como, por ejemplo, geografía pesquera, ganadera, industrial, turística, etc. Para esto, se recortan cuatro grandes campos a su vez interrelacionados: la geografía agrícola o agraria, la geografía industrial, la geografía de los servicios y la geografía del transporte (en ocasiones incluida en la anterior). Durante los últimos decenios han cobrado protagonismo los estudios que analizan los sectores de forma interrelacionada, dándole más relevancia a los aspectos relacionados con el desarrollo económico. De esta forma, los geógrafos se han interesado en el análisis de los desequilibrios económicos (como demuestran los patrones de actividades económicas a lo largo del mundo), así como en el modo en que se puede relacionar la estructura social con la actividad económica y la forma en que determinados modelos de desarrollo económico hacen uso de los recursos naturales y del medio ambiente en general. En la actualidad, se tratan temáticas novedosas como el desarrollo sostenible a escala espacial, el teletrabajo, la terciarización, el sistema mundo y la globalización, las nuevas tecnologías y su aplicación en los medios de transporte y las telecomunicaciones. Otra forma habitual de dividir los campos de investigación es la que distingue actividades primarias, secundarias, terciarias y cuaternarias. Esta clasificación suele utilizarse para comprender las relaciones entre las actividades económicas y el espacio, mediante el análisis de los sectores económicos, pues el aumento de productos implica así mismo una gran diversidad en las formas de producirlos. Sector primario: Abarca todas las actividades económicas que se basan en la extracción de bienes y recursos naturales. Las principales actividades del sector primario son la agricultura, la pesca, la explotación forestal y minera, la producción de energía y la captación de agua, de manera que están fundamentalmente vinculadas al ámbito rural. Estas constituyen la oferta básica de recursos e insumos para las demás actividades. Sector secundario: Incluye las actividades de transformación de bienes y recursos extraídos del medio natural. Estos procesos se desarrollan fundamentalmente en ámbitos urbanos, aprovechando la existencia cercana de mano de obra y de potenciales consumidores. Comprende todas las actividades económicas de un país relacionadas con la transformación industrial de alimentos y otros tipos de bienes o mercancías. Forma parte de la actividad económica. Los distintos procesos, son cada vez más automatizados. Sector terciario: Incluye aquellas actividades cuyos productos no son bienes tangibles, pero son sujetos de transacción económica, como las actividades bancarias, el comercio, el transporte y el turismo, entre otras. Por ser de carácter inmaterial, están menos vinculadas a espacios concretos, pero es en el espacio urbano donde mejor se despliegan. Sector cuaternario: El sector cuaternario es un sector económico que incluye los servicios altamente intelectuales tales como investigación, desarrollo, innovación (I+D, I+D+I). Tradicionalmente se le consideraba parte del sector terciario pero su importancia cada vez más creciente y diferenciada ha hecho que algunos autores aboguen por considerarlo como un sector separado. Incluye la industria de alta tecnología, de tecnologías de la información y las telecomunicaciones y algunas formas de investigación científica, así como la educación, la consultoría y la industria de la información. Permite identificar y analizar el proceso productivo de bienes y servicios destinados a la satisfacción de las necesidades humanas. 1.3. Origen y actualidad de la geografía económica 1.3.1. Inicios en el siglo XIX La geografía económica tiene sus orígenes en la geografía comercial del siglo XIX, que se centraba en la localización espacial de materias primas y recursos naturales, localización relacionada con la geografía física, el desarrollo de las redes de transporte y la formación de los imperios coloniales. Así, la geografía comercial desempeñó un importante papel en el establecimiento y sostenimiento de las relaciones económicas del colonialismo. Muchos de los exploradores del siglo XIX fueron patrocinados por las sociedades geográficas fundadas durante las primeras décadas de la centuria en Berlín, París y Londres. Por ejemplo, los viajes de David Livingstone fueron subvencionados por la Real Sociedad Geográfica británica, con sede en Londres. El objetivo de estas sociedades y de la mayoría de los exploradores era, no solo descubrir “nuevos” lugares, sino también nuevas fuentes de materias primas que beneficiarían el rápido crecimiento de las industrias europeas. De esta forma, se inició el comercio con la apertura de nuevas áreas, como el África tropical, ricas en materias primas, que podrían ser extraídas a bajo precio por mano de obra indígena y, más tarde, transformadas en bienes de consumo en Europa. Así, la geografía comercial, imperante hasta mediados del siglo XX, se basó fundamentalmente en el amplio marco epistemológico y metodológico de la geografía regional, dedicándose a la descripción y el trazado de mapas con la ubicación de los recursos naturales y su explotación en el mundo. Sin embargo, desde la década de 1950, este enfoque, predominantemente descriptivo, dio paso a otro, centrado en el análisis de los factores económicos y su incidencia espacial. El motor de esta transformación fue la llamada revolución cuantitativa, a partir de la cual se empezó a introducir un enfoque más científico, mediante el desarrollo de teorías generales que pudieran explicar las estructuras espaciales de la ocupación y la explotación humanas de la Tierra. En un primer momento, estas teorías se basaron fundamentalmente en la política económica neoclásica y asumieron que el sistema de mercados era un racional y eficaz distribuidor de los recursos y de la riqueza. Los aspectos políticos, sociales y culturales y los problemas asociados con la distribución de los recursos y de la riqueza fueron ignorados. Los modelos geográficos derivados de la política económica neoclásica incluían muchas teorías sobre localización de industrias y sobre patrones del uso agrícola de la tierra, de asentamiento y de redes de transporte. Esas teorías defendían las actuaciones para lograr la maximización de los beneficios por parte de los individuos y aprovechaban otras, procedentes de la Geometría y de la Física, para predecir modelos geográficos. Algunos modelos anteriores fueron desarrollados en esta época. Entre estos se hallan el modelo del uso de tierras agrícolas, establecido por el agrónomo alemán Johann Heinrich Von Thünen (1783-1850) en 1820; el de Alfred Weber (1868- 1958) sobre el asentamiento industrial, establecido a inicios del siglo XX; y los modelos para la localización de asentamientos, definidos en la década del 30 por el geógrafo Walter Christaller (1893-1969) y el economista August Lösch (1906-1945), ambos alemanes, que dieron origen a la teoría del lugar central. Sin embargo, estos modelos no reflejaban con exactitud la complejidad del mundo real y los geógrafos económicos comenzaron a adoptar, tras la década del 60, teorías que les permitían centrarse en las consecuencias sociales de la actividad económica. En este sentido, las teorías de Karl Marx, escritas un siglo antes, comenzaron a ejercer una gran influencia bajo las ideas centrales, que manifestaban que la estructura de la sociedad estaba en estrecha relación con la organización del sistema productivo. Con esta transformación, se constituyeron las bases de lo que más tarde sería denominada la geografía radical o marxista, que centra su importancia en la relación entre la estructura social y la actividad económica a cualquier escala, local o global. El desarrollo desigual, es decir, que ciertas regiones han sido favorecidas económicamente a expensas de otras, ha sido y es al día de hoy un importante objeto de estudio. Esta desigualdad en el desarrollo ocurre a diversas escalas: por ejemplo, a escala mundial, la concentración de riqueza y tecnología tiene lugar en las economías altamente industrializadas de Occidente, a costa de los países denominados en vías de desarrollo. 1.3.2. Actualidad Desde los primeros años de la década del 70 se produjo un significativo cambio en el contexto mundial que centró el interés de muchos geógrafos: el inicio de la reestructuración socioeconómica que ha devenido en el actual modelo de globalización. El proceso, que se inició como una reestructuración industrial, provocó un importante revulsivo en la totalidad de los sectores económicos y países del mundo. Las industrias pesadas tradicionales (siderurgia, minería, química, etc.) se reubicaron principalmente en los países menos desarrollados, mientras que las industrias de alta tecnología y de servicios se instalaron en países desarrollados (incluidas las economías de los países del sudeste asiático, los denominados ‘dragones asiáticos’). No obstante, aunque los países en vías de desarrollo manufacturan productos sin ser meras fuentes de materias primas, raramente controlan el proceso productivo, que en gran medida está en manos de empresas multinacionales. Éstas segmentan su proceso de producción, a la vez que buscan ubicar sus instalaciones en aquellos países y regiones en los que se maximiza el aprovechamiento de los avances en las redes de comunicación y transporte, y donde son menores las restricciones sobre los permisos de instalación, el control de la polución y los costes de la mano de obra. Además, los países con menor desarrollo, en los que se ubican las nuevas plantas industriales, no siempre se benefician de su presencia como se espera, ya que a menudo estas industrias apenas mantienen relación alguna con la economía local, mientras que sus beneficios se giran a las casas matrices y no reinvierten en el país. El papel de las multinacionales es controvertido; cabe citar en este sentido, por ejemplo, su implicación en la República de Sudáfrica durante el apartheid, o las actuales inversiones de compañías petrolíferas en países con escasa capacidad de decisión sobre sus propios recursos. La reubicación de las industrias pesadas también ha originado problemas medioambientales y de polución en muchos países en vías de desarrollo. El desastre de la planta química de Bhopāl de 1984 es un ejemplo extremo. El apartheid fue un conjunto de leyes que establecían un sistema desigual y discriminaban a la población negra e india de Sudáfrica durante gran parte del siglo pasado. Este sistema político fue impulsado por los descendientes de los colonos europeos, que querían mantener sus privilegios frente a la población autóctona. El régimen se aplicó desde 1948 hasta principios de los 90. Bajo el régimen del apartheid, los negros no podían votar, debían vivir en zonas alejadas de los blancos (llamadas bantustanes), cobraban menos que ellos por el mismo trabajo y, si iban al colegio, debían ir a centros separados con peor nivel educativo. La segregación era tan extrema que blancos y negros no podían ser pareja o casarse, utilizar el mismo baño público, ir en el mismo autobús ni bañarse en las mismas playas, entre muchas otras restricciones. Uno de los aspectos más interesantes para los geógrafos es el del papel de la economía informal o sumergida, aquella que se desarrolla al margen del control público y de las leyes laborales vigentes, empleando a trabajadores sin contrato o regulaciones (con salarios muy bajos y sin coberturas sociales). Aunque las empresas multinacionales, por lo general, contratan empleo de manera formal, en cambio sí sucede que muchas de las empresas a las que las multinacionales subcontratan (es decir empresas tercerizadas para determinados servicios), utilizan mecanismos de contratación informal. Este mecanismo, que abarata mucho la producción en origen, ha hecho que algunos Estados asiáticos y americanos lleguen a ser muy competitivos, sobre todo, a costa de nuevas formas de “semi- esclavitud”. Estos procesos de economía informal, si bien con diferencias, también se dan en el llamado “primer mundo” y forman parte de las estrategias de muchas empresas para mantener competitividad gracias a la reducción de costos vía precarización laboral. Mujeres que trabajan a tiempo parcial en su casa, inmigrantes, jóvenes a la búsqueda de un empleo estable, entre otros, son algunos de los colectivos implicados en estos procesos en numerosas ciudades europeas y de los Estados más ricos de América. A escala regional, la geografía económica se ha preocupado por la importancia de la concentración de ciertas industrias y usos de la tierra en determinadas regiones. En el pasado, estos estudios se centraban en la relación entre los recursos naturales, como el carbón, el hierro o el agua, y las industrias que surgían en torno a estos. Sin embargo, el desarrollo de las comunicaciones y de los sistemas de transporte desde la década de 1950, hizo que las industrias no necesiten, como antes, estar ligadas a una localización concreta. No obstante, a pesar de que la globalización de la economía mundial y la descentralización de las industrias de los centros metropolitanos tienden a subvalorar la escala regional, los estudios regionales han generado, de hecho, un gran interés en fechas recientes. Hoy en día, la geografía económica todavía se dedica al estudio regional, ya que el carácter de las regiones es un importante aspecto a considerar por las empresas, en la medida que concierne a la oferta de ciertos tipos de trabajo. La importancia que adquiere lo local en el mundo de la globalización ha dado lugar, desde el inicio de la década del 90, al empleo de términos como glocal. Con esta expresión se entiende la interconexión que se establece entre los procesos socioeconómicos globales y la capacidad de respuesta desde lo local, con sus características, recursos y estrategias para situarse de forma competitiva en dicho contexto general. La economía de los países altamente industrializados se basa en gran medida en el consumismo, y la geografía económica acrecienta su interés por las pautas de consumo, así como por la producción. Trabajos recientes, por ejemplo, se han centrado en la venta al por menor y en la oferta de servicios. Estos estudios se han visto influidos por el reciente resurgimiento de la geografía cultural, que analiza, a partir de una serie de aspectos como la arquitectura, la pintura, los periódicos, la televisión o la moda, los patrones espaciales de la cultura humana. Las numerosas relaciones entre las pautas de consumo y sus efectos sobre la identidad de las localidades, se han convertido en una cuestión fundamental en este tipo de investigación. Otro tema de interés reciente ha sido el desarrollo sostenible de ciertas actividades económicas. Por desarrollo sostenible se entiende un modelo de desarrollo que no sólo implica el crecimiento económico, sino también la consecución de un contexto social más justo, equilibrado en el espacio y respetuoso con los bienes naturales. Se trata de una nueva cultura de explotación de los recursos naturales para hacer frente a las necesidades actuales sin comprometer la capacidad y acceso de generaciones futuras. La geografía económica ha mostrado, por ejemplo, los aspectos negativos del desarrollo económico, como la polución, la degradación de los suelos y la desertización, evaluando sus efectos en la sociedad del bienestar y proponiendo recomendaciones para un futuro desarrollo más equilibrado. En esta línea y durante las últimas décadas, la geografía económica, en todas sus modalidades, se ha hecho más crítica, orientando su preocupación por la desigual distribución de la riqueza y el bienestar. Los últimos progresos en esta ciencia implican un importante elenco de escalas geográficas (desde el conjunto del planeta al barrio), y la observación y análisis de pautas y procesos mucho más complejos y delicados que los anteriores modelos neoclásicos. Así pues, se puede advertir un importante cambio en el campo de interés de la geografía económica, que abarca desde la explotación de los recursos hasta el bienestar humano en todas las partes del mundo. En la geografía de los transportes se introduce la temática de las relaciones entre transporte, movilidad, comportamiento y cambio social. 1.4 Importancia de la geografía económica Desde el principio de su existencia los humanos han buscado satisfacer sus necesidades básicas, reproducirse, alimentarse, vestirse, construir un hogar, aprovechando los recursos que el medio les proporciona. Las formas de vida de los grupos humanos se fueron complejizando a medida que avanzó la civilización, pasando por varias etapas: recolección, pastoreo, pesca, agricultura, ganadería, industria, etc. El comercio es la actividad que más ha influido en el modo de vida de los grupos humanos, dado que ya no se trata únicamente de satisfacer las necesidades, sino de producir para intercambiar productos con otros grupos dedicados a distintas actividades. Este aspecto conformó la división del trabajo y la regionalización de las actividades productivas. Se trata de cambios en las formas de vida que se fueron acelerando con el desarrollo de las actividades industriales, comerciales, medios de transporte y comunicación, conformando las formas económicas de la sociedad moderna. Para comprender las diferentes formas de organización económica y explotación de los recursos naturales que se realizan en las distintas regiones y países del mundo, además de los factores geográficos, deben conocerse aspectos tales como: La revolución tecnológica del siglo XX, que determinó una creciente automatización La aplicación de tecnologías adecuadas La disponibilidad de capitales La existencia de la mano de obra calificada La estabilidad de los gobiernos y las políticas administrativas estimulantes La organización económica del mundo, dividido en grandes bloques, que tienen una influencia muy significativa en sus respectivas áreas Todos estos hechos son estudiados y analizados por la geografía económica, a partir de la localización, causalidad y relación de los fenómenos económicos, por lo que su importancia es evidente. La geografía económica analiza la combinación de factores naturales y espaciales en el estudio de las actividades económicas de una región o un país. Algunos de los elementos que estudia son: Los patrones de uso de la tierra El valor de la tierra en relación con las vías de transporte La rentabilidad del suelo La distribución espacial de las actividades productivas en las ciudades También investiga las relaciones oferta-demanda desde una perspectiva espacial, indagando las características de los lugares productores y su relación espacial y temporal con los lugares consumidores. A su vez, estos procesos están relacionados con las leyes de mercado, comercio nacional e internacional, los procesos de mundialización de la economía y la situación económica propia de cada país. 2 Geografía Económica Argentina En Argentina la población se encuentra distribuida de forma muy desigual, ya que de los 45 millones de habitantes, cerca del 70% vive en la región pampeana. El 87% vive en zonas urbanas, la mayoría en el Área Metropolitana del Gran Buenos Aires. Es un país federal, cuya división política de primer grado consta de 23 provincias y un Distrito Federal (la Ciudad Autónoma de Buenos Aires), que es la capital federal del país. También existe una división política de segundo grado, que está integrada por unidades espaciales menores, denominadas partidos, en la Provincia de Buenos Aires, o departamentos, en el resto de las provincias. Existen alrededor de 500 departamentos en la Argentina. Su actividad industrial principal se concentra a lo largo de un eje que se extiende por la margen derecha del Río Paraná y del Río de la Plata y desde la ciudad de San Lorenzo (Santa Fe) hasta La Plata (Buenos Aires). Se caracteriza por el desarrollo tecnológico y la diversidad de sus tejidos industriales, que se consolidaron a partir de la década del 40. Un tercio de la producción industrial argentina se exporta al mundo, mientras que cerca del 70% restante es destinado al consumo interno nacional. Así, presenta una distribución diversa y en cantidades significativas de recursos energéticos variados en su territorio. Además, posee una red de transporte radio céntrica y centralizada en Buenos Aires y de escasa integración entre las distintas regiones del país. Asimismo, integra el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), como parte de una estrategia de desarrollo e integración, acorde a las integraciones entre bloques que hoy se dan en todo el mundo. También tiene una actividad agropecuaria diversificada muy relevante para la economía nacional, dada por su territorio grande y heterogéneo. Es la actividad exportadora principal, aportando dos de cada tres dólares de las ventas al exterior. Desde los años 90, gracias al boom de las semillas transgénicas, la soja se posicionó como el cultivo principal y más rentable, relegando a los cultivos del trigo y maíz, y a la actividad ganadera a un segundo escalón. 2.1 Regiones de la Argentina Los países como Argentina, que presentan una multiplicidad de paisajes naturales, dividen sus territorios en regiones para poder analizar efectivamente el espacio. Las mismas varían según el criterio analítico que se quiera utilizar. La definición de unidades territoriales implica realizar un recorte del territorio nacional en unidades menores, que sean apropiadas para sistematizar y presentar la información disponible, pero que al mismo tiempo sean relativamente homogéneas en términos de su actividad económica. Estos requisitos limitan la elección de las provincias como unidades apropiadas de análisis, tanto por la extensión y diversidad productiva de las provincias argentinas, como por la gran cantidad de situaciones en las que se verifica una continuidad de ciertas características económicas más allá de los límites provinciales. (CEPAL, 2015) Así las formas de dividir el territorio más utilizadas actualmente son las siguientes: Regiones geográficas formales: son parcelas de superficie terrestre caracterizadas por poseer ciertos rasgos de homogeneidad con respecto a elementos naturales (relieve, clima, suelo, bioma, etc.). Por ejemplo: Noroeste, Patagonia, Estepa. Regiones geográficas funcionales: atienden a la función que cumple el centro de mayor jerarquía o ciudad más importante con respecto a la organización de todas las actividades económicas de dicho espacio. En Argentina se han propuesto distintos criterios a través del tiempo, siendo la propuesta más conocida la del INDEC, que divide al país en distintas regiones en la que los límites regionales coinciden con los límites provinciales. Las regiones según este criterio son las siguientes: Noroeste, Noreste, Cuyo, Pampa y Patagonia. Microrregiones productivas: con el lanzamiento del Plan Estratégico del Bicentenario en 2008, se propuso una nueva división en microrregiones productivas, basada en un criterio nodal que identifica los principales centros urbanos y el papel que cumplen en cómo se estructura el territorio. Es un criterio de homogeneidad productiva que permite conformar regiones extensas en las que predomina un tipo de actividad económica, generalmente de tipo primario, y un criterio de articulación funcional, que da cuenta de unidades territoriales en las que predomina una fuerte vinculación urbano- rural. 2.1 Economías Regionales 2.2.1 Agroindustrias Algodonera - Textil La cadena algodonera-textil está compuesta por una fase primaria de producción de algodón y una industrial, que se divide en tres segmentos: la producción de fibra, los manufacturados textiles (con sus tres productos: hilados, tejidos planos y tejidos de punto) y por último el segmento de confecciones e indumentaria. La provincia del Chaco ha representado históricamente el área de mayor producción de dicha cadena, con una participación relativa que ha oscilado entre el 50% y 70% del total. Le sigue Santiago del Estero, que en la década del 90 se convirtió en la segunda provincia productora del país. Argentina ha sido tradicionalmente un exportador de fibra de algodón, si bien los volúmenes recién alcanzaron niveles significativos a mediados de los 90, cuando se ubicó en el cuarto lugar dentro del ranking mundial. La fibra es el segmento más importante en términos de volumen dentro de las exportaciones de la cadena. Apícola La apicultura contribuye al desarrollo regional del país a través de la generación de empleo rural y por las bajas barreras de entrada a la actividad, particularmente en el eslabonamiento primario. Elabora productos de alto valor biológico y servicios con la polinización de cultivos. Hoy en día, el avance de la frontera agrícola y el uso de agroquímicos representa una fuerte limitación para el sector dado que reduce los espacios de explotación con disponibilidad de flora. Nuestro país tiene la mayor cantidad de colmenas del hemisferio sur, ocupando el séptimo lugar como productor de miel y el segundo como exportador. El 77% de la producción apícola se concentra en la región pampeana: Buenos Aires (32,2%), Entre Ríos (24,6%), Santa Fe (10,6%) y Córdoba (10%). Se exporta alrededor del 95% de lo que se produce, pues la producción de miel es reconocida por la calidad del producto. En general, los destinos exteriores están poco diversificados, ya que se concentran en EE UU (48%) y Alemania (26%). Azucarera Los establecimientos azucareros toman alrededor del 0,2% de los puestos de trabajo registrado del país y el 1,2% de la industria manufacturera. La región del noreste argentino (NOA) representa el 99,5% del total de la producción de azúcar del país, localizándose principalmente en Tucumán (67,7%) y, en menor medida, Jujuy (23,3%) y Salta (8,4%). El resto se distribuye entre Misiones y Santa Fe. La cadena azucarera está conformada por una etapa de producción primaria, en la que se elabora la caña de azúcar, y luego una etapa industrial, en la que en los ingenios azucareros se produce azúcar crudo y azúcar blanco. Ambos tienen destino tanto de mercado interno como de exportación. Carne aviar La producción se localiza principalmente en la región pampeana. Buenos Aires y Entre Ríos concentran el 86% de los establecimientos primarios y el 76% de los frigoríficos. Las granjas de engorde son, en general, de tipo familiar, con una marcada heterogeneidad en sus estructuras productivas. Los frigoríficos de carne son de capital nacional. Las cinco primeras empresas concentran el 48% de la faena a nivel nacional. El consumo de carne aviar representa más del 40% de la canasta cárnica local, implicando 1900 toneladas de consumo nacional. El país se posiciona como el décimo productor de este tipo de carne, y también el décimo exportador mundial. Carne porcina La actividad se localiza principalmente en la región centro pampeana, en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, las cuales concentran el 62% del stock y el 87% de la producción industrial. La producción viene creciendo durante los últimos 10 años, manteniendo un claro sendero de crecimiento (9% anual acumulado entre 2008 y 2018). La cadena atravesó importantes transformaciones en los últimos años. Si bien los sistemas de producción de pequeña escala productiva son los que prevalecen en el país, ha crecido el número de productores que a partir de estratos de 100 madres han confinado en parte o totalmente sus animales, convirtiéndose en empresas tecnificadas de mayor eficiencia productiva. También se ha observado la instalación de empresas altamente tecnificadas y con índices de eficiencia productiva equiparable a los sistemas más eficientes a nivel mundial. En algunos casos se han integrado eslabones, generando esquemas de producción agrícola y ganadera para mejorar la eficiencia y la rentabilidad de la producción primaria. Los sistemas de pequeña y mediana escala, totalmente a campo o mixtos, se caracterizan por ser una alternativa de producción adecuada a productores de moderada escala, dado que permiten un mejor aprovechamiento de los recursos naturales. Carne vacuna La cadena de carne vacuna se inicia con la actividad de cría, continúa con la recría e invernada del ganado (a campo o en feedlots) y finaliza con la faena y comercialización de la carne y subproductos. Se caracteriza por una diversidad de agentes intervinientes, dado que coexisten distintos circuitos de comercialización. La particularidad de la cadena es que la unidad de transacción, la hacienda en pie, cumple la doble función de bien de cambio y de bien de capital (cuando está destinado a la reproducción). La actividad ganadera, particularmente el engorde, compite con la agricultura por el uso del suelo. La producción primaria se caracteriza por la atomización de la oferta, mientras que en la etapa industrial, el sector frigorífico constituye un mercado altamente heterogéneo por las diferencias de escala, tipo de actividad que realizan (faena, despostado o procesamiento) y el destino comercial de la producción. La actividad cárnica vacuna se desarrolla principalmente en Buenos Aires (35%), Santa Fe (11%), Corrientes (9%), Córdoba (9%) y Entre Ríos (8%), es decir, la mayor parte se encuentra localizada en la región centro-pampeana. También, provincias tradicionalmente no ganaderas, como Chaco, Formosa, San Luis, Santiago del Estero y Salta, han incrementado sensiblemente su actividad en los últimos años. Este fenómeno se produce dado que el proceso de agriculturización (por aumento de rentabilidad de los cultivos agrícolas) ha ido desplazando la actividad ganadera de la zona pampeana hacia dichas zonas, dando lugar a una reestructuración geográfica de la actividad en el país. El mercado interno consume casi el 90% de la producción, mientras que el excedente se destina a la exportación, siendo la carne argentina reconocida en el mundo por su calidad. Arroz Los eslabones involucrados en la cadena de arroz son tres: producción agrícola procesamiento industrial y comercialización. La producción a campo obtiene arroz cáscara, que luego se destina a la molienda, donde se somete a un proceso de secado y descascarillado que lo hace comestible. Así se obtiene el arroz integral, también llamado arroz cargo o pardo, al que luego se le realiza un segundo descascarillado, que saca el salvado y el germen, y un pulido del que se obtiene el arroz de aspecto blanco brillante. El arroz es un cultivo de ciclo anual que requiere determinadas condiciones ecológicas para su desarrollo, en cuanto a temperaturas, agua y luminosidad. Su producción tiene la particularidad de necesitar agua de riego. En nuestro país se requieren grandes volúmenes de agua ya que se aplica principalmente el sistema de riego por inundación. La producción primaria está concentrada en el litoral argentino, por el tipo de clima y de suelo de la región, que favorece la inundación necesaria para el cultivo. Las principales provincias productoras son Corrientes (45%) y Entre Ríos (36%). Ambas representan el 81% de la producción total del país, mientras que el 19% restante se reparte entre las provincias de Santa Fe, Formosa y Chaco. Los principales molinos arroceros también se ubican en el litoral argentino. En 2016, Entre Ríos procesó el 79%, Santa Fe el 15%, Chaco el 3%, Corrientes el 2% y Misiones el 1%. Tal como sucedió en forma paralela con el resto de los cereales, la incorporación de la cosecha mecánica redujo de manera sustancial los requerimientos de mano de obra estacional. Es por ello que, tanto en la fase primaria como en la fase industrial de la producción arrocera, la tendencia paulatina del empleo es levemente descendente. Maíz El complejo maicero se organiza a partir de la producción primaria del grano y en sucesivas etapas de transformación hasta el producto final. A diferencia de otros granos, esta cadena se caracteriza por una gran diversidad de productos y tecnologías (diferentes tipos de molienda y destinos de la producción). El eslabón primario muestra una composición de actores heterogénea dentro del complejo e involucra a una gran cantidad de productores, de diversas magnitudes, características de las explotaciones y formas de tenencia de la tierra (productores pequeños y medianos, arrendatarios, grandes pooles y propietarios de gran dimensión). El maíz ocupa hoy el segundo lugar (cerca de 40 millones de toneladas) en la producción de granos argentinos, después de la soja (53 millones de toneladas). Incluso en 2018 superó a la producción sojera, ubicándose como el mayor productor anual, debido, entre otras cosas, al dinamismo creciente de la actividad (además de condiciones climáticas adversas para las oleaginosas). Trigo La producción de trigo en Argentina ocupa el tercer lugar entre los granos, después de la soja y el maíz. Se produce casi exclusivamente trigo de tipo duro o trigo pan, en tanto que el candeal o trigo-fideo representa entre el 1% y el 1,5% de la producción nacional, y el blando o “galletitero” directamente no se cultiva. La producción primaria es el eslabón más atomizado del complejo. Involucra alrededor de 49.000 productores, en su mayoría pequeños (cerca del 75%), de hasta 300 has por campaña, que involucran al 29% de la superficie total. Por otro lado, menos del 25% de los productores siembran el 71% del área restante. Estos últimos utilizan un modelo de organización de la producción caracterizado por el arrendamiento de tierras, alquiler de maquinarias y equipos y uso intensivo de nuevas tecnologías de proceso, como la siembra directa y el uso de fertilizantes. Por otra parte, funcionan 183 molinos harineros, cuyo principal destino industrial es el de la producción de pan tradicional, representando un 70% del total. El resto se distribuye entre harina fraccionada para consumo familiar, pastas alimenticias, galletitas y pan industrial. Buenos Aires concentra más del 50% de la producción del país, seguida por Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. Argentina actualmente es el séptimo exportador mundial de trigo, representando el 7% del total comercializado. El principal destino de nuestras exportaciones es Brasil. Frutícola – Cítricos dulces Las frutas cítricas son el principal grupo de especies dentro de la fruticultura nacional. Representan alrededor del 50% del total de frutas del país. La actividad se desarrolla principalmente en las regiones del NOA y del NEA, a partir de dos modelos productivos diferenciados. El NOA se especializa en la producción de limón (principal cítrico producido en el país, que representa el 47% del total de este tipo de producción) y en menor medida de pomelo (5% de la producción de cítricos). El NEA, por su parte, se especializa en el cultivo de cítricos dulces: naranja y mandarina (33% y 15%, respectivamente). Esta región abarca las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones, que conjuntamente producen el 72% del total nacional de naranja y el 91% de mandarina. Otras áreas importantes en la producción de cítricos dulces están ubicadas en Jujuy, Salta, Buenos Aires y Tucumán. El funcionamiento de la cadena comprende las etapas de producción primaria, acondicionamiento y conservación de la fruta en fresco, preparado industrial y comercialización. El objeto de la producción de cítricos es la fruta en fresco. El destino es mayoritariamente el mercado doméstico (60%), representando la exportación cerca del 15% del volumen producido de naranja y mandarina. La participación de Argentina en el mercado mundial es relativamente baja, sin embargo, aparece como uno de los oferentes del hemisferio sur. Fruta de carozo La fruta de carozo comprende durazno, ciruela, pelón y damasco, y representa alrededor del 9% del total de frutas del país. Se destacan la ciruela y el durazno, con variedades específicas para fresco e industria, siendo estas últimas las más relevantes. Mendoza concentra el 83% de la producción del país, por sus características climáticas propicias para el cultivo. Otras zonas productoras son Buenos Aires, Río Negro, San Juan y Neuquén. El complejo se organiza a partir de la producción primaria, que muestra una marcada heterogeneidad y atomización; el acondicionamiento y conservación de fruta en fresco; el preparado industrial y su comercialización. Las principales empresas se encuentran integradas y concentran casi la totalidad de las ventas externas. En el comercio exterior, nuestro país se ubica en el noveno lugar con una participación del 1,4% del total vendido. Los principales productos exportados son los duraznos en conserva y la ciruela desecada. El destino principal de los duraznos en conserva lo constituyen Uruguay, Paraguay, Bolivia y México, que en conjunto concentran aproximadamente el 90% del valor exportado. Láctea La cadena láctea presenta una importante diversidad productiva, tecnológica y de mercado, en todos los eslabones que la componen. En la etapa primaria coexisten diferentes modelos productivos en las distintas cuencas lecheras que conducen a heterogéneas formaciones de costos primarios y a diversos mecanismos de articulación con la industria. Esta última está fuertemente concentrada, aproximadamente el 5% de las empresas procesan más del 70% de la materia prima, en especial aquellas orientadas a producir productos frescos y leche en polvo. El 93% de la producción primaria es entregada a la industria para su procesamiento, mientras que el 7% restante no recorre el circuito formal. De la producción de leche cruda, el 18,4% se consume como leches fluidas, mientras que un 74,6% se destina a la elaboración de productos. Alrededor del 80% de la producción de leche (alrededor de 8.000 millones de litros) se consume en el mercado interno. La incorporación de nuevas plantas con alta tecnología y con certificaciones de calidad, permitió perfilar a la cadena láctea argentina como un sector competitivo en el mercado mundial, logrando una importante inserción exportadora, en especial en el mercado de leche en polvo, principal producto de exportación del mercado global de lácteos. La actividad lechera se localiza principalmente en la región centro-pampeana: en las provincias de Santa Fe (34,6%), Córdoba (30,9%) y Buenos Aires (22,5%). En cuanto al empleo registrado, aporta 36.000 puestos laborales en la industria. Legumbres En Argentina, la cadena de legumbres comprende principalmente la producción de poroto, y en menor medida de garbanzos, lentejas y arvejas, entre otras variedades. Su producción comenzó a tomar relevancia a mediados del siglo pasado como alternativa productiva, al tiempo que algunas de ellas se utilizaron para rotación de otros cultivos, ya que las legumbres en general son de ciclo corto y poseen características agronómicas distintivas. Las principales variedades producidas son el poroto alubia (45,2%) y el poroto negro (39,0%). La producción de poroto se concentra en la región NOA, principalmente en la provincia de Salta (62,6%) y, en menor medida, en Santiago del Estero (26,4%), Jujuy (6,4%) y Tucumán (4,1%). El 0,6% restante se distribuye entre Catamarca y Córdoba. El principal destino de la producción de legumbres es el mercado externo. El 80,7% del total de las exportaciones corresponde a porotos. Limón El complejo agroindustrial limonero se articula, en gran medida, en torno a grandes empresas integradas verticalmente (producen, empacan, industrializan y exportan limón). El funcionamiento de la cadena comprende las etapas de producción primaria, acondicionamiento y conservación de fruta en fresco, preparado industrial y comercialización. Tanto en su etapa primaria como en el empaque, la actividad requiere de mano de obra intensiva. El empleo tiene una marcada estacionalidad, concentrada en el momento de cosecha. La producción goza de certificado de origen (denominación de origen) que facilita su colocación en mercados con elevadas exigencias de calidad y sanidad. Aproximadamente el 50% de las frutas cítricas corresponden a la producción de limón. La actividad se desarrolla en la región del NOA, principalmente en Tucumán, que concentra el 39% de la superficie nacional cultivada con limón y aporta el 77,5% de la producción. Asimismo, esta provincia integra la barrera fitosanitaria del NOA, constituyendo una zona libre de cancrosis. En términos de producción, nuestro país es el cuarto productor mundial de limón y el primer procesador de productos industriales derivados del limón. Manzana y pera La actividad primaria se produce a partir de los viveros, que cuentan con alrededor de 2.000 productores. En la etapa industrial, una de las actividades de la producción como fruta fresca se centra en el empaque y conservación, destinada tanto al mercado interno como al externo. El resto de la cadena de producción agrega valor, elaborando jugos concentrados, caldos de sidra, frutas deshidratadas y otros subproductos. Rio Negro y Neuquén, partes de la región patagónica, concentran el 90% de la producción de peras y manzanas, mientras Mendoza acapara el 10% restante. Las cosechas se instalan, en su mayoría, en el margen norte del Alto Valle del Río Negro, y en la confluencia del río Limay y Neuquén. Tanto en su etapa primaria como en el empaque, la actividad involucra una mano de obra intensiva. El empleo tiene una marcada estacionalidad, concentrada en la cosecha, que se realiza casi en su totalidad de forma manual, Nuestro país se posiciona como uno de los máximos exportadores de pera, ocupando el tercer lugar y acaparando el 11,6% mundial. Soja La soja es la principal oleaginosa cultivada en Argentina, sobresale ampliamente con una participación cercana al 93%, a la que le sigue en importancia el girasol, con una participación del 5,3%. Ocupa el primer lugar en la producción de granos. Buenos Aires concentra el 32,9% de la producción del país, seguida por Córdoba (29,2%), Santa Fe (17,5%) y Santiago del Estero (4,8%). El eslabón primario involucra una gran cantidad de productores de composición heterogénea. En particular, se destaca un reducido grupo de gran tamaño que explica cerca del 50% de la producción. Es representativo de la agricultura a gran escala y se ha consolidado como un actor de relevancia en las últimas décadas. Este grupo ocupa un rol gerenciador de los medios de producción de terceros, a través de un modelo de organización de la producción basado en una red de contratos, que consiste en arrendamiento de tierras ajenas, alquiler de equipos y maquinarias, uso masivo de nuevas tecnologías de proceso, como la siembra directa y el doble cultivo anual, y nuevos paquetes de insumos en base a semillas genéticamente modificadas, herbicidas asociados y fertilizantes. El complejo sojero posee un marcado perfil exportador que se organiza a partir de la industrialización de la producción primaria del grano. Constituye la principal cadena exportadora del país, superando a la cadena cerealera y a la automotriz. Del total de la producción de aceite crudo de soja, más del 60% se destina a la exportación, el resto se destina a la producción de biodiesel y a la refinación (tanto para consumo doméstico como para otras industrias). Además, los residuos o subproductos de la industria aceitera (harinas proteicas y tortas) se procesan y transforman en pellets para la elaboración de alimentos balanceados para el consumo animal, que se destinan en un 87% también al mercado externo. Argentina ocupa el tercer lugar a nivel mundial del total comercializado de porotos de soja y es el primer exportador de harinas y aceites. Olivícola El núcleo productor del país se encuentra en las provincias de La Rioja (29%), Mendoza (24%), San Juan (21%) y Catamarca (18%). El 9% restante se reparte entre Córdoba, Buenos Aires y Rio Negro. Las provincias presentan perfiles productivos diferenciados según la variedad del cultivo. La producción de aceituna de mesa posee mayor importancia en La Rioja, mientras que en San Juan y Catamarca predomina la producción aceitera. Mendoza posee importancia en la producción de ambos productos. La producción industrial se encuentra ubicada en la zona de producción primaria. En la etapa de comercialización, Santa Fe juega un rol importante como fraccionadora y exportadora. Entre las principales empresas se encuentran Molinos Río de La Plata y AGD. El sector olivícola argentino está orientado hacia el mercado externo, posicionándose quinto como exportador de aceitunas y sexto como exportador de aceite de oliva a nivel mundial. Ovina: lana y carne La producción ovina en nuestro país está orientada fundamentalmente a la obtención de lana y, en menor medida, de carne, productos que configuran cadenas de valor diferenciadas por sus agentes y procesos productivos. La producción primaria se encuentra atomizada, siendo el 80% de sus agentes pequeños productores. En esta instancia de la producción ambas cadenas realizan actividades semejantes, adicionando la esquila en el caso de la lanera. En cambio, la industrialización y la exportación, tanto de la lana como de la carne, se encuentran concentradas y en esta etapa industrial las cadenas atraviesan procesos productivos diferentes. Pesca La importancia de la cadena de valor pesquera radica, a nivel regional, en la contribución al desarrollo de centros pesqueros localizados a lo largo del litoral marítimo, donde representa un importante generador de empleo y de actividad; y a nivel nacional, por su aporte en generación de divisas a través de sus exportaciones. La actividad se divide en una etapa extractiva de captura y una de procesamiento de los recursos extraídos. Esta última puede ser realizada en plantas de procesamiento en tierra o a bordo de los buques congeladores. En la etapa de procesamiento en tierra, Argentina cuenta con 140 plantas procesadoras y almacenes frigoríficos de productos pesqueros autorizados a exportar a la Unión Europea, operadas por 127 empresas. La actividad se encuentra regulada por el Régimen Federal de Pesca (Ley Nº 24.922). La ley establece que los recursos vivos existentes en las aguas de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) y la plataforma continental argentina (que se extiende desde la línea de base hasta las 200 millas náuticas), a partir de las 12 millas marítimas, son de dominio y jurisdicción exclusivos del Estado nacional. En cambio, los recursos vivos existentes en las aguas interiores y el mar territorial argentino adyacente a sus costas, hasta las 12 millas marítimas desde las líneas de base, son de dominio de las provincias con litoral marítimo. La pesca de captura marítima explica alrededor del 98% de la producción pesquera nacional. El 55% corresponde a peces, principalmente merluza hubbsi (33%); el 32% corresponde a crustáceos, destacándose el langostino como la principal especie (22%); y finalmente el 13% corresponde a moluscos, con una participación relativa del calamar Illex (16%). Los desembarques de capturas marítimas se concentran en los puertos de Mar del Plata (53%), donde opera una importante flota fresquera, seguida por los patagónicos de Puerto Madryn (16%), Puerto Deseado (10%) y Ushuaia (6%), donde opera casi exclusivamente la flota congeladora. Tabaco El cultivo de tabaco representa una importante actividad en términos económicos y sociales en el NOA y NEA del país, siendo las principales provincias productoras, Jujuy (36%), Misiones (29%), Salta (25%) y en menor medida Tucumán (7%), Catamarca (1%), Corrientes (1%) y Chaco (1%). En el NOA predominan los grandes y medianos productores con mano de obra asalariada, mientras que en el NEA, los pequeños productores y la mano de obra familiar. La etapa industrial se compone por la fase de acopio y la de producción de cigarrillos. Además, explica el 0,7% de la industria manufacturera nacional y emplea alrededor de 6.300 trabajadores. Se trata de un sector altamente regulado por sus efectos nocivos para la salud, es por ello que tiene una recarga de impuestos muy alta. De hecho, el 77% del precio de venta de los cigarrillos corresponde a impuestos. Salta, Jujuy y Misiones realizan más del 90% de las ventas externas de tabaco. El 87% de la canasta exportadora está explicado por cultivos de tabaco tipo Virginia y Burley. China y Bélgica son sus destinos más importantes. Vitivinicultura Es una de las actividades más extendidas del país, ya que la producción primaria abarca 17 provincias e involucra un universo heterogéneo de actores con una amplia diversidad tecno-productiva. Mendoza (71%) y San Juan (21%) son las que más superficie de cultivos acaparan. En cuanto a la elaboración, Mendoza concentra más del 70% y San Juan el 20%. El vino tinto es el de mayor cantidad de volumen producido (más del 60%), seguido por el blanco (30%) y el rosado (4%). La producción primaria se desarrolla en los viñedos, donde se estiman 17.000 productores. La etapa industrial se divide, por un lado, en los distintos tipos de bodegas elaboradoras, trasladistas y fraccionadoras, de donde sale la comercialización de los diferentes tipos de vino; y por otro lado, las fábricas de mosto, un insumo endulzante para la industria de bebidas y jugos. El mercado interno representa el 80% de la comercialización del vino, mientras que el 20% restante se exporta. Hoy el país es el sexto productor mundial en esta actividad, mientras que se coloca décimo en relevancia exportadora. El principal destino del vino argentino lo componen Estados Unidos (38%), el Reino Unido (12%), Canadá (8%) y Brasil (7%). Yerba mate Durante la producción primaria, los productores yerbateros utilizan la hoja verde. Luego, en la etapa industrial, se realiza el secado, canchado y la molienda, obteniendo la yerba mate elaborada para la comercialización. La mayor cantidad de puestos de trabajo son temporarios y vinculados a la cosecha de hoja verde. El 66% lo conforma el empleo primario temporario, el 23% el empleo en secaderos, el 7% en molinos y el 4% el empleo permanente de la etapa primaria. Misiones representa el 90% de las hectáreas sembradas en el país, mientras Corrientes ocupa el 10%. Argentina es el principal productor mundial y el segundo exportador detrás de Brasil. 2.2.2 Energía Renovables Las energías alternativas han cobrado gran relevancia en los últimos años, ante la necesidad de reducir la emisión de gases del efecto invernadero y lograr la sustentabilidad de suministro eléctrico a largo plazo. La cadena de valor de las energías alternativas se compone de diversos eslabones: infraestructura y tecnologías, insumos y materiales, generación de energía primaria (solar, eólica y nuclear), transformación en energía eléctrica (secundaria), conexión a la red (nacional o local) y consumo. La matriz energética eléctrica argentina se compone en un 63,3% de energía térmica, seguida de la energía hidráulica que representa un tercio de la matriz. El peso actual que tienen las energías alternativas en la matriz no logra aún niveles elevados, pero comienza a cobrar mayor relevancia, representando la generación de energía nuclear el 4,8% y las energías eólicas y solar el 0,4% del total. Los parques solares se encuentran distribuidos principalmente por la región del Cuyo y del NOA. Por su parte, los parques eólicos se localizan mayormente en la Patagonia, La Pampa y el sur de Buenos Aires. También se encuentran tres centrales nucleares, dos de ellas en Buenos Aires (Atucha I y II) y una en Córdoba (Embalse). Hidrocarburos El país presenta elevada concentración en los distintos eslabones de las cadenas productivas. En cuanto a la producción de petróleo y gas, se observa una explotación a dos velocidades: el no convencional crece y compensa la caída del convencional. Se encuentran instalados 15.989 kilómetros de cañerías en el sistema de transporte de gas natural a lo largo y ancho del país. En la provincia de Buenos Aires se concentra más del 60% de la capacidad de refinación de combustibles líquidos del país y se localizan los puertos de regasificación de GNL en la localidad de Bahía Blanca y el partido de Escobar. La región patagónica acapara un gran porcentaje de la producción de gas natural. Neuquén es la principal provincia productora, con el 50% del total nacional. Le siguen Tierra del Fuego (9,2%), Santa Cruz (8,3%) y Chubut (7,4%). También es la región más relevante en la producción de petróleo, concentrando cerca del 70% total entre Chubut (30,2%), Neuquén (19,2%) y Santa Cruz (21,2%). El petróleo crudo es el principal producto exportable de los hidrocarburos, representando aproximadamente el 35% del total. Los principales destinos son China, Estados Unidos y Chile. Por su parte, el sector gasífero es importador neto, es decir, se importa más de lo que se produce y exporta, siendo Bolivia el principal proveedor de este producto. 2.2.3. Minería Litio El litio está presente en una extendida gama de fuentes y se comercializa en diferentes formas, destinadas a un gran número de aplicaciones. El desarrollo de la electrónica, la minería metalífera y rocas de aplicación. La industria automotriz eléctrica y la generación de electricidad a partir de fuentes no convencionales abrió nuevas expectativas en base a su utilización en la fabricación de baterías. El marco regulatorio nacional para el litio es el mismo que para la minería de otros metales. Argentina ocupa el tercer lugar en la producción mundial de litio de mina y el primer lugar en términos de recurso identificado. Conforma, junto con Chile y Bolivia, el “Triángulo del Litio”. Es el cuarto metal exportable del país (7%), aún muy por detrás del oro, cobre, y en menor medida, la plata, aunque viene aumentando exponencialmente sus exportaciones. Los principales destinos de la exportación de litio son parte de Asia, la Unión Europea y Estados Unidos. La mayoría de los proyectos de litio se desarrollan en las provincias de Jujuy, Salta, Catamarca y La Rioja. La extracción se realiza por perforación y bombeo, y se procesa y comercializa como producto químico. En la Argentina se realiza la primera transformación, obteniendo carbonato y, en menor medida, cloruro. Productos que se destinan en su totalidad al mercado mundial. Se observa a partir de los años 90 un importante proceso de internacionalización del sector minero, impulsado por las grandes empresas dedicadas a la extracción de metales. La conjunción de cambios en la estructura empresarial (reconcentración y alianzas estratégicas que ampliaron la escala de producción) y las innovaciones tecnológicas, permitieron incorporar recursos mineros económicamente factibles, en una etapa de auge de la economía mundial (sobre todo a partir del crecimiento de China). La expansión global de la minería a gran escala y a cielo abierto se potenció por un ciclo de precios extraordinariamente altos en el mercado internacional de los metales. En este contexto - acompañado por cambios regulatorios locales-, las empresas mineras transnacionales incluyeron a la Argentina en la cadena de valor global de la minería metalífera, alterando el perfil minero nacional. La minería metalífera se encuentra concentrada en términos de productos (oro, cobre y plata), yacimientos (Bajo La Alumbrera, Veladero, Cerro Vanguardia, Cerro Negro, Mina Pirquitas, entre los más importantes) y provincias: Catamarca (38%), San Juan (32%), Santa Cruz (24%) y Jujuy (6%). Es llevada a cabo por empresas extranjeras especializadas, requiere de significativas inversiones de riesgo y destina su producción al mercado externo, con escaso nivel de procesamiento local (concentrados y bullón dorado). Los productos metálicos, obtenidos a partir de la refinación en el exterior, son insumos esenciales de una enorme variedad de industrias de fabricación de bienes intermedios, que finalmente se destinan a diferentes ramas manufactureras, de servicios, a la construcción y al atesoramiento. En cambio, la explotación de rocas de aplicación incluye un gran número de productos (alrededor de 30, entre los que se destacan arena para construcción, triturados pétreos, canto rodado y caliza), de agentes de menor tamaño relativo (excepto los vinculados a la obtención de cemento) y de canteras diseminadas en todo el país, aunque con fuerte presencia de Buenos Aires (30%), Córdoba (23%) y Mendoza (17%). Se destina al mercado interno debido a su bajo valor unitario, y en general, se encuentra íntimamente vinculada a la cadena de la construcción. Oro El oro es el principal mineral extraído: aporta el 47% del valor de la producción minera y el 65% de las exportaciones del sector. Con respecto a las inversiones exploratorias, el oro es el metal más buscado. Barrick Gold (Canadá) es la principal empresa productora de oro a nivel mundial. En Argentina opera (en conjunto con la empresa china Shandong Gold) la mina Veladero y el proyecto Lama-Pascua, ambos en San Juan. La actividad se concentra en Santa Cruz y en San Juan. Catamarca ha ido perdiendo participación debido al fin de la vida útil de La Alumbrera y Salta se puede incorporar en el corto plazo (construcción de Lindero). 2.2.3 Industria manufacturera Automotriz y autopartes La cadena automotriz-autopartista forma parte de un esquema de producción mundial (CGV), caracterizado por una creciente deslocalización y modularidad productiva. A nivel nacional, posee una relevancia estratégica en términos de producción, empleo (engloba el 1,2% del trabajo registrado a nivel nacional y el 6,2% del empleo industrial) y exportación (11,2% del total, siendo el rubro manufacturero de mejor rendimiento comercial externo). Comprende la fabricación de vehículos automotores, chasis, carrocerías, remolques, semirremolques y autopartes. Es uno de los sectores con menor grado de informalidad laboral. Se estructura en tres grandes eslabones: el primero está constituido por un grupo de empresas proveedoras de insumos difundidos (acero, aluminio, productos plásticos y petroquímicos, vidrio, caucho, entre otros); el segundo, por numerosas firmas autopartistas cuya función es transformar los insumos difundidos para la elaboración de partes, componentes y sistemas; y el tercero, por empresas terminales, encargadas de las actividades de ensamblado y terminación de los vehículos automotores. Las autopartistas pueden dividirse –de acuerdo al grado de vinculación y complejidad de los vehículos– en tres anillos de producción: proveedores directos de las terminales, que poseen procesos de ingeniería y de fabricación global, con capacidad de producción modular y de diseño; empresas que proveen a las firmas del primer anillo de partes y componentes especializados para la conformación de los módulos y sistemas más avanzados; y firmas fabricantes de partes y componentes más estandarizados y de menor complejidad tecnológica, destinados tanto a las terminales automotrices como a las firmas integrantes del mercado de reposición. Respecto a la producción, Argentina se encuentra en el puesto número 23 de productores mundiales de vehículos automotores. La producción de la cadena se localiza en cuatro provincias: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Tucumán (esta última sólo fabrica autopartes). Construcción La cadena de la construcción tiene gran importancia por su peso relativo en la economía, una amplia difusión de vínculos con otras ramas productivas y gran capacidad de generación de empleo. Su cadena de valor incluye una serie de actividades industriales propias de las proveedoras de materiales para la construcción. Estas actividades se entrecruzan con otras cadenas de valor que, en muchos casos, tienen como destino principal de su producción a la construcción. Por ejemplo, la minería de rocas de aplicación, la foresto- industria y las metálicas básicas. Existen dos modelos de negocios: por un lado, un modelo integrado de producción, en el cual la empresa concentra el control y la propiedad de todas o casi todas las etapas del proyecto. Por otro lado, el modelo de negocios desintegrados, en el que emerge como la figura clave el desarrollador. Este asume el control del proyecto, pero coordinando las actividades a través de una red de contratistas, subcontratistas y proveedores. En el caso de la obra pública, estos modelos de negocios deben adaptarse a las particularidades propias de un proyecto que viene predeterminado por la demanda y cuyo financiamiento suele provenir de un tercer actor. En este contexto, cobra aún mayor relevancia la capacidad de gestión y coordinación de los recursos para la rentabilidad de la actividad. El empleo generado por la cadena de la construcción representa el 7% del empleo registrado en la economía. No obstante, la actividad está caracterizada por una alta informalidad. Equipamiento médico La industria de insumos y equipamiento médico puede diferenciarse en dos segmentos. Por un lado, el high-tech, caracterizado por la innovación continua de productos y procesos, que exige altos niveles de inversión en Investigación y Desarrollo (I+D). Y por otro lado, el segmento low- tech, conformado por productos que utilizan tecnología madura, cuyos requerimientos de innovación son menores. En Argentina esta industria representa el 0,7% del valor agregado bruto generado por todo el sector manufacturero y el 0,6% del empleo registrado privado del sector industrial. El mercado argentino se compone mayoritariamente por PyMEs de intensidad tecnológica variada. Las empresas nacionales se caracterizan por incorporar aceleradamente las innovaciones de productos, tecnológicas y de diseño, generadas por las firmas de los países desarrollados. Lo cual les permite vender sus productos en nichos dinámicos del mercado mundial, donde la competencia se determina a través de la diferenciación de producto y calidad. En términos de comercio exterior, el sector de equipamiento médico representa el 0,1% de las exportaciones totales nacionales, siendo un sector estructuralmente deficitario debido a la compra de productos de mayor complejidad tecnológica y de aquellos que utilizan tecnología madura pero cuya producción requiere grandes economías de escala. En cuanto a la localización geográfica, alrededor del 70% de los fabricantes de equipamiento médico se encuentran en la provincia de Buenos Aires. Así, los establecimientos productivos se concentran principalmente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (40%), en los partidos del Gran Buenos Aires (30%), y luego en las provincias de Córdoba (12%), Santa Fe (8%), el resto de Buenos Aires (7%) y Entre Ríos (2%). Farmacia El mercado farmacéutico argentino es abastecido por 230 laboratorios, de los que se estima que aproximadamente 210 tienen una actividad permanente y regular. El sector de fabricación de medicamentos cuenta con cerca de 190 plantas industriales instaladas en el país, de las cuales 160 son de capital nacional. Existen alrededor de 40 laboratorios públicos que producen medicamentos. Esta industria representa aproximadamente el 4% del VAB industrial. Además, registra el 3,5% del empleo industrial privado registrado. Cerca del 40% de los locales de empresas del sector - incluyendo sucursales- están ubicados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y en el Gran Buenos Aires (GBA), siguiendo en importancia, con menor participación, el resto de Buenos Aires (9,0%), Santa Fe (7,9%) y Córdoba (7,2%). El rubro exporta cerca del 2% del total nacional de las exportaciones, que son lideradas por los laboratorios nacionales y mantienen balances superavitarios. El problema lo constituyen las empresas multinacionales, que importan mucho, se presentan deficitarias en materia de comercio exterior y, finalmente, superan las exportaciones de los laboratorios nacionales, arrojando un balance deficitario comercial sectorial, tanto en medicamentos como en principios activos. Forestal, papel y muebles. Esta cadena comprende al sector forestal primario, las actividades industriales constituidas por la transformación física y química de la madera, y los servicios de comercialización y transporte de sus productos. Argentina posee amplias ventajas para la producción forestal a partir de un patrimonio de 1,3 millones de hectáreas de plantaciones forestales y 50 millones de hectáreas de bosques nativos. La cadena forestal del bosque nativo adquiere relevancia por tratarse de actividades importantes en términos de generación de empleo, especialmente en la etapa primaria, en la que es además un factor de retención de la población rural. La madera proveniente de los bosques implantados cubre la mayor parte de la demanda de materia prima de las industrias de base forestal. A su vez, estas plantaciones quitan presión sobre los bosques nativos. La actividad representa el 1,2% del VAB nacional y el 1,4% del empleo registrado privado. La región mesopotámica y del delta bonaerense son las zonas que han alcanzado mayor desarrollo forestal. Misiones cuenta con un complejo celulósico-maderero consolidado, especialmente en el centro norte de la provincia. Si bien Corrientes expandió su actividad forestal posteriormente, alcanzó una superficie mayor a la de Misiones, pero con un nivel de industrialización menor. La mayoría de los aserraderos, productores de manufacturas de la madera y tableros, se encuentra próxima a los centros de abastecimiento de materia prima. Por su parte, las actividades que involucran mayor agregación de valor (mueble y papel) están localizadas en los principales centros urbanos (Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba). Industrias metálicas básicas: acero y aluminio La siderurgia se estructura a partir de un conjunto de actividades que comprende la producción de hierro primario, la elaboración de acero y semi-terminados, y la obtención de productos terminados. Al ser una industria orientada a la producción de insumos de uso difundido, se posiciona como una de las cadenas más importantes en lo que refiere a la integración industrial de una economía. El mercado local se encuentra fuertemente concentrado en todas las etapas productivas (fundición, aceración y laminación). Ello se agudiza en los distintos subsegmentos del mercado, en base a una estrategia de especialización por grupo empresario. El rubro en el que Argentina posee mayor incidencia sobre las exportaciones mundiales es el de los tubos sin costura, sin embargo, en un contexto de creciente competencia, su participación se ha ido reduciendo paulatinamente en la última década, ubicándose en torno al 1,2% en 2015. El sector abastece a un amplio y diversificado conjunto de industrias, entre las que se destacan la actividad de la construcción, del sector automotriz y autopartista, de la industria metalmecánica, línea blanca y la industria del petróleo y del gas. El mineral de hierro se presenta como el principal insumo de la industria. Argentina no cuenta con este mineral, por lo que es importado de forma casi excluyente desde Brasil. Con respecto al aluminio, es el metal de mayor relevancia después del acero y el más importante entre los metales no ferrosos. La cadena de producción de aluminio comprende fundamentalmente cuatro procesos: refinamiento (extracción de bauxita y producción de alúmina), electrólisis, reciclado y procesamiento. Este tipo de cadenas se caracteriza por contar con estructuras concentradas en la etapa inicial. En nuestro país, existe una sola empresa productora de aluminio, que detenta el predominio excluyente del mercado. La producción nacional de aluminio primario ha crecido en forma sostenida y escalonada a lo largo de las últimas dos décadas y en los últimos seis años presenta uno de los últimos tres grandes “saltos” que mostró la producción local de aluminio primario desde inicio de los años 90. A comparación con el acero (deficitario), el aluminio es estructuralmente superavitario, ya que exporta aproximadamente el 50% de lo que produce. La mayor parte de ambas actividades industriales se encuentra distribuida entre Buenos Aires (66%) y Santa Fe (17,5%). Maquinaria agrícola La industria de maquinaria agrícola (MA) genera eslabonamientos productivos e impulsa el desarrollo de nuevos proveedores. Los principales segmentos son tractores, cosechadoras, sembradoras, pulverizadoras e implementos. Los principales proveedores del sector pertenecen a las cadenas siderúrgica, automotriz y la propia industria de maquinaria agrícola. La mayoría de las empresas que dominan el mercado de tractores y cosechadoras, son filiales de multinacionales, cuyas tres primeras son líderes a nivel mundial. El crecimiento de la demanda de sembradoras directas y pulverizadoras autopropulsadas, posee una estrecha relación con el nuevo paquete tecnológico (siembra directa en conjunción con semillas transgénicas) y con la estructura del modelo productivo, en la que se destaca el papel que juegan los contratistas prestadores de servicios como demandantes de estos equipos. En cuanto a la localización geográfica, alrededor del 90% de los fabricantes de maquinaria agrícola se concentra en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Petroquímica – plástica La importancia económica de esta cadena se debe fundamentalmente a su carácter de productora de insumos de uso difundido, ya que los productos plásticos suelen ser demandados por una gran cantidad de industrias (alimenticia, automotriz, eléctrica y electrónica, textil, insumos para la construcción y muebles, entre otras). La industria transformadora plástica está compuesta principalmente por PyMEs de capital nacional. Es un importante generador de empleo, ya que registra más de 54.000 puestos laborales formales. La industria petroquímica es uno de los sectores industriales de mayor capital intensivo, con importantes economías de escala. Por sus características técnicas, requiere de elevados costos de inversión para alcanzar tamaños de planta que resulten eficientes. Esta condición genera altas barreras de entrada a la actividad, lo que explica la concentración en unas pocas empresas, en su mayoría multinacionales extranjeras. La producción de materias plásticas opera en forma regional. Argentina y Brasil conforman un único mercado. Esta configuración responde tanto a las escalas eficientes de producción, que exceden el tamaño del mercado nacional, como a la fuerte incidencia del Arancel Externo Común en los flujos de comercio. La cadena tiene una inserción externa diferenciada según el eslabón considerado. Alrededor de un tercio de los polímeros plásticos se destinan a la exportación (medido en volúmenes físicos), mientras que la participación de las exportaciones de productos plásticos en el total producido se mantiene inferior al 10%. La mayor parte de las plantas productoras de materia prima plástica se ubica en la provincia de Buenos Aires, en el Polo Petroquímico Bahía Blanca y de Ensenada, y en el área de Zárate- Campana. En la provincia de Mendoza, Petroquímica Cuyo obtiene polipropileno a partir de aprovechar los subproductos de la refinería Luján de Cuyo de YPF. 2.2.5 Servicios Software y servicios informáticos Las actividades de Software y Servicios Informáticos (SSI) tienen un rol importante en el proceso de desarrollo de los países, dado que mejoran la competitividad de los sectores productivos, generan empleo calificado y contribuyen a la diversificación de la oferta exportadora. El empleo asalariado privado registrado generado por las actividades de informática superó a industrias como la automotriz y se acerca a las de cine, radio y televisión. Actualmente representa 2,1% del empleo registrado total, sin considerar el empleo informal, que se estima de una magnitud relacionada con el promedio de la informalidad de la economía, especialmente en las unidades productivas más pequeñas. Argentina se encuentra en el puesto número 21 en cuanto a exportación de servicios informáticos, representando un 0,7% de las exportaciones mundiales, y cuenta con 177 empresas exportadoras. Si se comparan con las exportaciones totales nacionales, las de software representan 2,6% del total nacional. El principal destino de las exportaciones argentinas de SSI es Estados Unidos, que acumula la mitad de los montos exportados por las empresas que pertenecen a la Cámara. Luego siguen países de América Latina: Chile (10%), México (7%), Uruguay (6%), Brasil (6%), y finalmente Europa (8%). El país tiene un mercado de tamaño intermedio y desarrolló la actividad de SSI combinando la orientación al mercado interno y la exportación. Argentina cuenta con un régimen de promoción especial para el sector, vigente desde 2005, que fue clave para el desarrollo eficiente de la actividad. Respecto a la distribución territorial, si bien gran parte de las empresas de SSI se concentra en el área metropolitana de Buenos Aires, en los últimos años han surgido polos y clusters de relevancia en otras zonas del país, como Córdoba, Santa Fe y Mendoza. Investigación y desarrollo Los servicios de Investigación y Desarrollo (I+D) comprenden trabajos creativos llevados a cabo de forma sistemática con el objetivo de incrementar el acervo de conocimiento – incluido el conocimiento del hombre, la cultura y la sociedad– y el uso de esos conocimientos para crear nuevas aplicaciones. Comprenden tres tipos de actividades: investigación básica, investigación aplicada y desarrollo experimental. La actividad de I+D a nivel mundial es impulsada tanto por el sector público, a través de sus organismos e instituciones de educación superior y de investigación, como por el sector privado, principalmente a través de las firmas y entidades de investigación. Es una actividad transversal a las distintas cadenas de valor de los sectores agrícola, industrial y de servicios. Argentina invierte 0,61% del PIB en actividades de I+D, siendo el sector público el que financia y ejecuta la mayor parte. Los principales actores del Sistema Nacional de Ciencia, Técnica e Innovación Productiva (SNCTI) son los ministerios de la Administración Pública nacional y provincial; las universidades, públicas y privadas, que juegan un rol destacado en la cadena de provisión de servicios; y en menor medida, empresas y organismos privados. Entre el empleo público y privado, se computan en el país 84.500 empleos registrados en el rubro. En cuanto a los productos (bienes) resultantes de las actividades de I+D, se pueden destacar la producción científica y los patentamientos. Según el MINCyT, en el año 2014 se contabilizaron 10.538 publicaciones en el Science Citation Index (SCI) y 509 patentes solicitadas por residentes. El país también brinda servicios de I+D hacia el exterior, generando importantes divisas. Estos servicios representan el 4% del total de servicios exportados por el país. Gran parte de la distribución territorial se da en Buenos Aires y CABA, concentrando más del 50%. Le siguen, en menor medida, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. Telecomunicaciones Los servicios de telecomunicaciones comprenden los segmentos de telefonía (móvil, fija y por IP), internet (banda ancha en sus distintas versiones), TV (abierta y por cable) y radiodifusión, así como otros servicios (correo postal, satelitales, etc.). El sector telecomunicaciones se caracteriza por un mercado del tipo oligopólico, fuertemente concentrado y diferenciado. En 2014 la empresa ARSAT lanzó el primer satélite geoestacionario argentino ARSAT-1, que presta servicios de TV, internet, telefonía y datos corporativos en el territorio nacional; y el satélite ARSAT-2, que presta los mismos servicios en el continente americano en tres coberturas: sudamericana, norteamericana y hemisférica. Una de las principales cadenas vinculadas a las telecomunicaciones es la electrónica de consumo. Este sector se constituye en el principal proveedor de dispositivos electrónicos para los distintos segmentos de las telecomunicaciones: comunicaciones (teléfonos celulares, teléfonos fijos, etc.), computación y oficina (computadoras portátiles y de escritorio, monitores, etc.) y audio y video (televisores y radios). En Argentina, la producción y provisión de estos dispositivos de consumo masivo se encuentra localizada prácticamente en la provincia de Tierra del Fuego (TDF), al amparo del Régimen de Promoción Industrial de la Ley Nº 19.640. Las provincias con un acceso alto a las telecomunicaciones son Buenos Aires, CABA, Tierra del Fuego, Chubut, Santa Cruz, Neuquén y Córdoba. Le siguen, con acceso medio, Santa Fe, La Pampa, La Rioja, San Luis, Mendoza y Entre Ríos. 3 Población, territorio y desafíos sociales 3.1. Argentina: los desafíos del Desarrollo en un país con grandes asimetrías territoriales Una de las características del desarrollo territorial argentino que observan tanto académicos, como políticos y organismos multilaterales, es el desequilibrio territorial que existe entre las diferentes regiones del país. Revisemos algunos datos para profundizar este análisis, que lejos de ser un abordaje geográfico o demográfico solamente, responde a una historia política y económica singular de nuestro país y, además, genera consecuencias específicas en relación a los desafíos de cara al desarrollo nacional. La Argentina es el octavo país con mayor extensión geográfica. Ésta característica resulta en una gran diversidad de sus geografías, climas, poblaciones y, por lo tanto, también en las actividades productivas que estas poblaciones realizan como forma de subsistencia. En este sentido, analizar de qué manera una sociedad transforma sus bienes naturales y se apropia del excedente nos permite conocerla con mayor profundidad. La conformación territorial actual de la Argentina presenta grandes desequilibrios que dificultan la organización de un modelo interno equilibrado y sostenible. Existen áreas del país que tienen un gran desarrollo, con una economía diversificada y un stock en infraestructura importante. Esas áreas coexisten con otras que presentan una economía de subsistencia, aisladas de centros urbanos con servicios y que no poseen la infraestructura productiva adecuada en términos de conectividad para sacar la producción hacia los centros de consumo, energía y agua para producir, de manera tal que les permita progresar y salir de la situación de estancamiento y precariedad actual. La realidad es mucho más compleja, y si analizamos a fondo la estructura productiva del país observamos que se trata de una estructura diversificada, con sectores altamente competitivos de base primaria, así como de base industrial, que coexisten con sectores de baja productividad. 3.1 Devenir histórico de la actualidad territorial El modelo de desarrollo productivo que se impuso en los albores de la construcción del Estado Nacional argentino durante la segunda mitad del siglo XIX fue determinante para comprender la situación geográfica, demográfica y económica que describimos anteriormente. “El emprendimiento agroexportador de base pampeana ocupó el centro de la dinámica nacional, generándose una brecha con el resto de los territorios que nunca pudo cerrarse”. Las condiciones excepcionales de las tierras pampeanas, su clima templado y el acceso a vías marítimas permitieron un primer acceso al mercado internacional fundamentalmente europeo. El renombrado modelo agroexportador consistía en vender materias primas a los países centrales que estaban desarrollando su industria. Los autores Cao y Vaca (2006) sostienen que este modelo tuvo su correlato político- territorial que implicaba un pacto implícito de reconocimiento de la hegemonía de Buenos Aires como punto de conexión con el resto del mundo, a cambio de que ésta reconociera a los sectores dominantes provinciales como élites regionales. A su vez, el gobierno central distribuía a través de diferentes estrategias recursos que permitieran a las incipientes economías regionales desarrollarse. Ejemplo de esto son la producción azucarera en Tucumán y la vitivinícola en Mendoza. Finalmente, la “pacificación” del territorio, a través de campañas militares como la denominada Campaña del Desierto, permitió incorporar al territorio nacional un 60% más de superficie cultivable. Por otro lado, las sociedades se fueron complejizando al interior de cada provincia: además del chacarero, el hacendado y el mercader se fueron sumando el artesano, el pequeño comerciante y toda una serie de ocupaciones vinculadas a una pequeña e incipiente burguesía nacional asentada fundamentalmente en la zona centro de la Argentina. A partir de la crisis de 1930 se activó en Argentina un nuevo modelo productivo frente al escenario internacional cada vez más proteccionista y la caída en los precios de las materias primas que exportaba nuestro país: La industrialización por sustitución de importaciones que se caracterizó por el crecimiento económico sostenido durante el período 1952-1970. La sociedad argentina se triplicó y casi el 80% se instaló en centros urbanos. Las provincias del área central (Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y la Capital Federal) se transformaron en zonas de desarrollo industrial acompañado por grandes aglomeraciones de población que fueron asentándose en las áreas periféricas de la ciudad. En el caso de las incipientes economías regionales, parte del desarrollo industrial que motorizó La industrialización por sustitución de importaciones fortaleció algunas producciones agroindustriales orientadas fundamentalmente al mercado interno. La producción de azúcar y tabaco en Tucumán, Salta y Jujuy; la vitivinicultura en Mendoza y San Juan o la yerba mate en Corrientes y Misiones son ejemplo de esto. Fue durante este período que se profundizó la política de explotación de hidrocarburos en la región (petróleo, gas y carbón) como base energética para sostener el desarrollo productivo y el aumento demográfico. Hasta 1990 la extracción fue operada por las empresas estatales YPF, YCF y Gas del Estado. Esta modalidad de intervención estatal en el territorio se modificó radicalmente hacia finales de la década del 70 con la implementación del modelo neoliberal, con resultados críticos para las economías regionales y empresas estatales. La privatización de las empresas estatales vinculadas al sector de los hidrocarburos, si bien significó un aumento en la producción, redujo drásticamente la reinversión del excedente en los circuitos productivos nacionales. La producción de soja transgénica fue un modelo de crecimiento económico de un sector, pero con poca incidencia en las condiciones de vida de la mayoría de la población. En términos sociales el tradicional terrateniente fue sustituido por inversores extranjeros que en muchos casos no conocen el campo donde están invirtiendo. Este modelo productivo, además, incorpora tecnología de punta prescindiendo de los trabajadores rurales. La presencia de inversores extranjeros ha generado importantes pujas en los territorios, no reconociendo en muchas situaciones los derechos de los pueblos originarios que allí habitan. Cabe recordar que La Constitución Nacional Argentina en su Art. N° 75 (inc.17), considera los derechos de estas comunidades: “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones” (Constitución Nacional Argentina, art. n° 75, inc. 17). Esta situación, descripta, se replicó en diferentes regiones en las zonas rurales a lo largo y ancho del país y del continente latinoamericano. Las brechas económicas, productivas, sociales y culturales se profundizaron a lo largo de la década del 90 con el colapso social e institucional de 2001 como punto de quiebre del modelo. El período neodesarrollista impulsado durante los primeros años del siglo XXI compensó ciertas situaciones de alta vulnerabilidad a través del aumento en la inversión pública y otras políticas de redistribución de los ingresos en favor de las economías regionales y la pequeña y mediana industria.

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