El desarrollo del niño en la primera infancia PDF
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Este documento analiza el desarrollo del niño en la primera infancia, centrándose en la importancia del aprendizaje. Explica las bases del desarrollo y las actitudes positivas hacia el aprendizaje.
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El desarrollo del niño en la primera infancia: echar los cimientos del aprendizaje Tus hijos no son tus hijos. Son los hijos y las hijas del anhelo de la vida por sí misma. Proceden de ti, pero...
El desarrollo del niño en la primera infancia: echar los cimientos del aprendizaje Tus hijos no son tus hijos. Son los hijos y las hijas del anhelo de la vida por sí misma. Proceden de ti, pero no vienen de ti. Y aunque están contigo no te pertenecen. Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos, Pues tienen sus propios pensamientos. Puedes albergar sus cuerpos, pero no sus almas, Pues sus almas moran en la casa del mañana, que no puedes visitar, ni siquiera en sueños. Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no trates de hacerlos semejantes a ti, Pues la vida no vuelve hacia atrás ni se demora en el ayer. Eres el arco con el que son disparados tus hijos, como flechas viva. El Profeta (1932) ‘Sobre los hijos ‘, Jalil Gibran 1883-1931 Hasta ahora, gran parte de las actividades relativas al desarrollo del niño en la primera infancia se han centrado en dos funciones: o bien en preparar a los niños para el ingreso en la escuela primaria, o bien en descargar a las familias de la tarea de cuidar a 10-sniños durante la jornada laboral. A estas dos funciones se han atenido en gran parte la política de desarrollo del niño en la primera infancia y sus planteamientos pedagógicos, pero existe una tercera orientación que se ha pasado por alto durante mucho tiempo y en la que ahora se insiste cada vez más, por considerarla base y núcleo del desarrollo del niño en la primera infancia -el bienestar y el desarrollo plenos del niño, tanto por lo que se refiere a sus emociones como a su intelecto. Esta tercera orientación esta demostrando su pertinencia en el actual mundo, de confusión, conflictos y cambios constantes. Pues, como muestran una y otra vez las investigaciones, el desarrollo y el cuidado del niño en la primera infancia preparan el terreno a una vida de aprendizaje, autonomía y descubrimientos. El desarrollo del niño en la primera infancia se denomina también “desarrollo y cuidado del niño en la primera infancia”, para concretar aún más las nociones de crecimiento y de desarrollo pero, llámese de una u otra forma, se trata del proceso de realización del derecho de cada niño a la supervivencia, la protección, el cuidado y el desarrollo óptimo desde su concepción. Las crías humanas se hallan indefensas y no están preparadas ante el mundo exterior durante un periodo larguísimo -el más largo de las especies conocidas. La primera infancia es un periodo de riesgos y peligros, pero también de posibilidades inmensas. Es el momento propicio para explorar, experimentar y llegar a dominar los cambios. Es el periodo crucial en que los niños adquieren actitudes positivas hacia el aprendizaje y el deseo de participar en el mundo. La presente carpeta se articula y discurre en torno a este aspecto básico del aprendizaje. Tratará de responder a algunas de las preguntas siguientes: ¿Cómo se echan los cimientos del aprendizaje en la mente de un niño, no sólo para que obtenga buenos resultados escolares, sino para que además adquiera la capacidad de afrontar la complejidad del mundo? ¿Cómo entienden concretamente los niños la forma de resolver los problemas y adquieren el deseo de seguir aprendiendo a lo largo de la vida? ¿Qué acontecimientos o condiciones concretos despiertan el deseo de aprender en un niño? LAdónde han llegado las investigaciones? ¿Qué metodologías se emplean? ¿Qué se puede hacer para reforzar el desarrollo del niño en la primera infancia en el mundo? 3 INFORME TEMATICO iPor qué ocuparse del desarrollo del niño en la primera infancia? LOS argumentos a favor del desarrollo del niño en la primera infancia son tan variados como numerosos: desde el económico de un aumento de la productividad y el ético del derecho a vivir y aprovechar al máximo las posibilidades de cada persona, pasando por el argumento social de una mayor igualdad entre las clases y los sexos y el científico de más inteligencia y un comportamiento social más equilibrado, hasta el argumento político de una mayor participación en la sociedad y de la transmisión de valores a las siguientes generaciones. Cada uno suscita debates propios, pero todos requieren una intervención global sostenida en favor del desarrollo del niño en la primera infancia. Aunque hoy día los niños tienen más probabilidades de sobrevivir, no existen programas ni políticas de desarrollo del niño en la primera infancia a la altura de los progresos que se están alcanzando en el terreno de la supervivencia y la salud infantiles. Los niños merecen un mejor inicio de sus vidas, un inicio justo que los ayude a recorrer el camino del aprendizaje y del descubrimiento. La multitud de experiencias actuales no sólo permite elegir realmente entre diversos modelos, sino que además suscita la esperanza de obtener resultados relativamente económicos, atendiendo a los recursos humanos y la infraestructura necesarios. Ya tenemos información suficiente sobre el desarrollo del niño en la primera infancia para saber que merece la pena intervenir temprano, por los resultados que se obtienen tocante al progreso de cada individuo, en particular de su actitud hacia el aprendizaje, como medio para lograr que otros programas de desarrollo sean más eficaces y como instrumento que facilite vías de acceso al cambio. Sabemos asimismo que los déficit se van acumulando y que las oportunidades desaprovechadas durante el valioso periodo que va del nacimiento a los ocho años de edad son oportunidades perdidas más adelante en la vida. ¿Qué se puede hacer, pues, para prestar apoyo a los niños en la primera infancia y mejorar la forma y el contenido de su aprendizaje? Quizá el desarrollo del niño en la primera infancia tenga que deshacerse de los últimos restos de su imagen de privilegio de las clases medias o de red de seguridad para padres que trabajan. Ya es hora de reconocer que el desarrollo del niño en la primera infancia es condición sine qua non del futuro viable de las próximas generaciones. Como dice Walter Barker, en el número 87 del boletín de la Fundación Bernard van Leer, “se han formulado muchas sugerencias para el fituro: una sociedad más justa e imparcial, el fomento de la autonomía de las comunidades, una distribución másjusta de las riquezas del planeta, la solución pactfka de los conf2ictosen vez de recurrir a la guerra, y muchas más. 2 Cuántas de estas metaspueden ser alcanzadas cuando todavía hay en el mundo grandes masas de niños condenados al fracaso escolar y al empobrecimiento de adultos porque la sociedad no ha invertido recursos suficientes en su desarrollo durante los primeros años de vida? ” La respuesta podría residir en una intervención global adaptada en pro del desarrollo de todos los niños en la primera infancia. Las investigaciones actuales sobre el proceso de aprendizaje El desarrollo y el crecimiento del niño son complementarios, pero no se deben confundir. El crecimiento se caracteriza por un aumento de tamaño, de altura o de peso, etc. El desarrollo es un proceso de cambio en el que el bebé aprende a dominar niveles cada vez más complejos de movimientos, pensamientos, sentimientos y socialización. Es un viaje de descubrimiento a través de los sentidos, en el que el niño capta y, de ese modo, crea, establece y confirma conexiones y caminos en el cerebro. Todas las dimensiones de este proceso de desarrollo están interrelacionadas, de manera que lo emocional influye en lo cognitivo y lo físico, y viceversa. Es un proceso con mültiples facetas y dimensiones, en el que intervienen distintos aspectos de la salud, la nutrición, la higiene, la emoción y el intelecto. Su complejidad requiere un enfoque sistémico integrado del desarrollo del niño en la primera infancia, con “una programación integrada” que supere las barreras artificiales entre la salud, la nutrición, el aprendizaje, etc. Cuando los niños llegan a tener dos años de edad, sus cerebros contienen tantas sinapsis y consumen tanta energía como el cerebro de un adulto medio. El desarrollo del niño es un proceso complejo, que los científicos describen como una “danza” mágica, y reside en lo más profundo de cada ser humano y su proceso de aprendizaje, que empieza cuando nace e incluso antes, in utero. Sus repercusiones en la sociedad y en la manera como se enseña a los niños son enormes y hacen que los pedagogos. insistan cada vez más en la importancia de los primerísimos años de vida. Los científicos saben ya que son las experiencias que se tienen 4 DESARROLLO DE LA PRIMERA INFANCIA después del nacimiento, en vez de unos elementos innatos, las responsables del establecimiento de las interconexiones neuronales en el cerebro. Según los investigadores, el desarrollo del cerebro antes del primer año es en realidad mucho más rápido y amplio de lo que hasta hace poco se imaginaba. Por ejemplo, la cantidad de conexiones entre las células nerviosas del cerebro de un niño se multiplica por más de 20 veces en los primeros meses de vida y aunque la formación de las células puede haber concluido prácticamente antes del nacimiento, la maduración efectiva del cerebro continúa después. En el transcurso de la niñez, proliferan las sinapsis del cerebro, se conectan nuevamente y se cortan y todo este proceso está gobernado por la experiencia. Obviamente, en los cruciales primeros años de vida, cuando la experiencia moldea el cerebro, se sientan también los cimientos del aprendizaje. La capacidad de aprender de una persona y su actitud hacia el aprendizaje se originan en sus primeros años. Un contexto estimulante y receptivo puede poner al niño en el camino del descubrimiento, de la apertura al mundo exterior y de la capacidad de integrar informaciones. El cerebro no vuelve nunca a ser tan elástico como durante la niñez, en cuanto a receptividad y vulnerabilidad. Los adultos son capaces de asimilar nuevos conocimientos, pero no pueden competir jamás con el cerebro de un niño en su capacidad de integrar nuevas aptitudes y su descubrimiento del aprendizaje. Las experiencias de la primera infancia son los elementos constitutivos de ese desarrollo y el niño es el arquitecto de su propio cerebro, juntando las piezas del rompecabezas y reaccionando ante el mundo exterior. Las experiencias sensoriales del niño son las que actúan en el cerebro, creando y disponiendo una mente que funciona. Desgraciadamente, la experiencia no se limita necesariamente a acontecimientos positivos. Se puede manifestar de muchas y variadas formas: alegría intensa e interacción en los brazos de la madre, o bien enfermedad, malnutrición o abandono. Así pues, el tipo de experiencias del niño determina decisivamente la actitud que adoptará hacia el aprendizaje. Diversos estudios de la evolución de los niños han demostrado que los que están correctamente alimentados y viven en un entorno sano con compañeros de juego activos tienen a los 12 años cerebros que funcionan demostrablemente mejor que los niños criados en ambientes menos estimulantes. Se puede decir que al entorno no sólo es achacable el número de interconexiones del cerebro, sino también la forma en que operan y se relacionan. Un estrés prematuro puede influir negativa y permanentemente en la función cerebral, en el aprendizaje y en la memoria. Los estudios del estrés crónico en los niños han demostrado que, cuando ocurre, dificulta el desarrollo del sistema límbico, de los lóbulos frontales y del hipocampo, dejando esas partes del cerebro, que se utilizan para la concentración, la vigilancia y la memoria, particularmente vulnerables. Pero no hace falta que el estrés sea crónico para que tenga efectos perjudiciales, pues formas menos extremadas de tensión emocional, como las disputas entre los padres o una depresión de los mismos pueden exponer a los niños a mayores riesgos de depresión y de dificultades de ,aprendizaje. No cabe duda de que un niño sufre si es privado de la experiencia y del uso de los sentidos. Los investigadores han demostrado que los niños que no juegan mucho o que son escasamente abrazados y acariciados por sus padres o quienes se ocupan de ellos poseen cerebros más pequeños. Así pues, por una parte, una experiencia variada puede producir un cerebro potente y, por otra, una experiencia traumática puede aumentar el riesgo de que más adelante surjan distintos problemas cognitivos, de comportamiento y emocionales. Fomentar actitudes positivas y la voluntad de aprender Uno de los motores básicos del aprendizaje es la curiosidad y los bebés y los niños de corta edad son extremadamente curiosos. Si no sacian su sed de conocimiento, ésta disminuirá, como basta para poner de manifiesto el ejemplo del sistema visual del niño: si no se estimulan, ejercitan y usan constantemente los ojos del bebé, no alcanzarán su capacidad óptima. Lo mismo sucede con el cerebro y, por extensión, con el proceso de aprendizaje. Un entorno propicio al descubrimiento, las nuevas emociones y la comunicación mejora de manera natural el proceso de aprendizaje. En este desarrollo hay etapas clave, pues un descubrimiento lleva a otro y el impacto de una experiencia y el anhelo de tener más favorecen la disposición del niño a aprender. La práctica refuerza las aptitudes para acumular conocimientos, las cuales llevan, a su vez, a la búsqueda de nuevas aptitudes. Si queremos 5 INFORME TEMATICO averiguar qué es lo que en el proceso de desarrollo estimula el aprendizaje, es importante comprender cómo aprenden los niños. Los niños entre un ano y dos años y medio de edad, por ejemplo, no están listos para asimilar signos abstractos, como las letras o los números, sino que aprenden de manera concreta y palpable, descubriendo o tocando objetos. Los métodos de aprendizaje deberían fundarse en estos deseos y procesos naturales. Por ejemplo, es natural para un niño amontonar piezas de madera para luego separarlas, pero no le gusta espontáneamente recitar el alfabeto o contar objetos. Uno de los principios rectores del desarrollo global de la infancia es que importan mas el desenvolvimiento y el progreso del aprendizaje que sus frutos, es decir, que son el enfoque y el proceso de aprendizaje, en lugar de la simple ingestión de hechos y cifras, los que estimulan la disposición a aprender. Si se apremia a los niños para que absorban hechos y cifras no se aumenta su deseo de aprender; antes bien, se irá en detrimento de su desarrollo y capacidad para aprender de las realidades de la vida en el futuro, El aprendizaje por la práctica y la propia necesidad radical de adquirir conocimientos son, al parecer, los principales factores de estímulo de los niños. Los niños tienen la necesidad y el deseo naturales de experimentar, y lo harán independientemente de los adultos. Una de las mejores formas de abrir sus mentes al gozo del aprendizaje y del saber es dejándolos que descubran cosas por sí mismos. El mero intento de agarrar un objeto ayuda al cerebro del niño a desarrollar la coordinación entre los ojos y la mano. Sin necesidad de que los padres o las personas que los cuidan les alienten a hacerlo, los niños quieren experimentar, sacan naturalmente lecciones de sus errores, interactúan con otros niños, y llegan a entender qué es un conflicto, un reparto y cómo reaccionar frente a los sentimientos. El juego, por ejemplo, estimula la imaginación y la creatividad y ayuda a los niños a aprehender el mundo adulto con sus contradicciones y sus reglas. Como ya se ha dicho, la complejidad del proceso de desarrollo y el descubrimiento del placer del aprendizaje exigen un enfoque total o integrado del desarrollo del niño en la primera infancia. Lo que ocurre en una etapa o a una edad del desarrollo repercute en la siguiente, y así sucesivamente, a la vez positiva y negativamente. Este proceso se inicia probablemente por el despertar de la conciencia, pasa por el descubrimiento, la exploración, los ensayos, la investigación y concluye en el uso, ciclo que puede observarse en los simples movimientos corporales gracias a los cuales el niño entiende las causas y los efectos y alcanza después ideas más complejas cuando logra dominar su organismo. A este respecto, es importante mencionar a los niños que necesitan un cuidado especial. Se ha demostrado empíricamente que la intervención del desarrollo del niño en la primera infancia puede incrementar el estímulo de los niños con necesidades especiales y da a los padres más latitud para reflexionar y respaldo para superar los problemas y conocer mejor las posibilidades de sus hijos. Además, el desarrollo del niño en la primera infancia constituye una vía de acceso perfecta para actuar con los niños que tienen problemas. En ese periodo de la vida de los niños es cuando quienes los cuidan y los padres tienen más posibilidades de encauzar la energía hacia las necesidades de cada niño, y cuando el énfasis puesto en el desarrollo global del niño puede rendir mejores frutos en lo que hace a superar los problemas de aprendizaje. La intervención a una edad temprana ofrece también a muchas familias la posibilidad de participar de forma más activa en la plasmación del potencial de su niño, al comprender mejor la función que deben desempeñar para ayudarle a conseguirlo. Una vez que está en marcha el aprendizaje, el descubrimiento de la vida por el niño puede prosperar si el entorno es receptivo y le apoya sin apremiarlo. La aptitud para el lenguaje se sobrepone a otras anteriores mediante las interacciones con los adultos y los niños adquieren conciencia de sí mismos en un entorno social más amplio, llegando a expresar sus emociones y entendiendo los efectos que éstas producen en la comunidad o en la familia. El desarrollo del niño es, por lo tanto, multiforme, físico, emocional, mental, social e incluso espiritual, y conlleva un efecto de dominó intrínseco en el que el cambio crea el cambio. La práctica refuerza y mejora las aptitudes en que se funda el saber y es el niño quien elabora sus propios conocimientos. 6 DESARROLLO DE LA PRIMERA INFANCIA iQué papel desempeñan los padres o quienes se ocupan de los niños apoyando la adquisición del aprendizaje en los niños? Todos IOS niños nacen con un potencial inmenso de crecimiento y desarrollo, que puede tomar cualquier dirección, buena o mala, ser apoyado y prosperar o bien atrofiarse y descomponerse por falta de atención. La elección depende fundamentalmente de los padres, Ahora bien, las condiciones y las expectativas de los padres están cambiando rápidamente. Hoy día, ya no suele darse la formación que muchos padres solían recibir de la familia extensa o de la comunidad con SUS tradiciones culturales, motivo por el cual, en muchos países, particularmente en los del Norte, los padres suelen estar más indecisos a la hora de seguir sus instintos y suelen tener mas fe en los pedagogos y programas profesionales. En contra de las creencias populares, la crianza de los hijos no es necesariamente una habilidad innata; puede ser necesario aprender a hacerla y recibir asesoramiento. En los países del Sur, donde interviene el saber tradicional, los padres siguen necesitando consejos, particularmente sobre la nutrición, aunque sus conocimientos prácticos sean benéficos para sus hijos. ¿Qué hacer para que los padres respalden eficazmente el aprendizaje de sus hijos? ¿Dónde reside el equilibrio delicado entre la intervención y el apoyo objetivo? Se ha afirmado que lo normal es que quien cuida de un niño sea su cuidador natural. ¿Por qué reemplazar a los padres por educadores profesionales, o imponérselos, si aquéllos tienen o podrían tener los conocimientos apropiados y son los primeros estimulantes del cerebro del niño? Quizá lo que haya que hacer es proporcionar más informaciones e integrar modelos de aprendizaje ya existentes, particularmente en el terreno de la salud y la nutrición. El intercambio entre pares, por ejemplo, es uno de los principales modos de transmisión del saber en muchas comunidades, en las que las madres intercambian ideas y métodos. Sea cual fuere el método que adopten los padres en su comunidad o en el hogar, lo esencial es que den muestras de cariño, que inspiren y protejan a sus hijos. Esto, combinado con una alimentación adecuada, contactos y posibilidades de aprendizaje, forma un entorno propicio al aprendizaje, en el que los niños pueden explorar, experimentar y extraer sus propias conclusiones acerca del mundo. Los padres son los primeros educadores, camaradas y compañeros de juego del niño. Es preciso que los niños interactúen con ellos y con los otros adultos para entender la estructura del universo de la comunidad que los rodea, y observar los comportamientos. Esta interacción es fundamental para que el aprendizaje sea eficaz y, al respecto, la ayuda a los padres desfavorecidos es especialmente útil para fomentar el aprendizaje de los niños de corta edad, pues no se tiene la certeza de que el apego del niño al adulto que se cuida de él es condición sine gua non para un desarrollo armonioso. Los padres con unos conocimientos mínimos de enseñanza básica es más probable que atiendan correctamente las necesidades de sus hijos para que éstos crezcan y se desarrollen bien, porque saben cómo evitar las carencias alimenticias, protegerlos contra las enfermedades corrientes y estimular sus sentidos. Un adulto receptivo a los progresos de un niño constituye una base sólida y segura a partir de la cual el niño puede empezar a explorar el mundo. El cuidado de los padres es crucial para la creación de un “entorno propicio”. Cuidar a un niño significa en.términos generales aceptarlo, amarlo y estimularlo. Más concretamente, es lo que pueden aportar los adultos y demás personas que se ocupan de la vida de un niño: el respeto de sus derechos, con una interrelación que lo apoye y cariñosa. El cuidado es la serie de acciones integradas que proporciona a los niños la sinergia constituida por la salud, la protección, la nutrición y los aspectos psicosociales y cognitivos del desarrollo. Es imprescindible cierto grado de predecibilidad en el entorno adulto para que el niño esté correctamente respaldado. Las fluctuaciones en la receptividad de los adultos pueden perturbar al niño y apartarlo del camino del aprendizaje que tanto depende del apoyo de los padres. De hecho, los programas de asistencia hacen gran hincapié en la madre porque consolidar el papel de las mujeres, que en general son las que más en contacto están con los hijos, mejora también las condiciones en que se desenvuelve el niño. Se ha demostrado empíricamente que el fomento de las capacidades propias de la madre puede, a su vez, estimular y sustentar el desarrollo mental del niño y preparar el terreno para que su futuro aprendizaje tenga éxito. Un programa usual de asistencia a las madres, que tome en cuenta la doble responsabilidad de desempeñar un trabajo productivo y cuidar de los hijos, podría combinar consejos sobre nutrición, por ejemplo para obtener y cocinar dietas altamente 7 INFORME TEMATICO energéticas para los niños, con consejos sobre la forma de jugar con ellos o de estimularlos. Así, por ejemplo, se puede incitar a las madres a que exploten su capacidad para estimular la respuesta emocional del bebé o del niño gracias al contacto íntimo con el. Crear situaciones de aprendizaje en las que cada niño pueda progresar a su propio ritmo requiere un esfuerzo considerable, y no es realista esperar que los padres o quienes se ocupan profesionalmente de IOS niños puedan hacerlo sin recibir primero algún tipo de enseñanza pertinente, Obviamente, el bienestar de un niño es inseparable de la situación de su familia, que puede estar compuesta por su madre, su padre, sus hermanos o hermanas, que se ocupan o no de criarlos, o quienes desempeñan la función de atenderlos. Hoy día, se da además especial importancia al papel del padre. Los padres suelen alegar que no entienden a los niños pequeños, ni sus exigencias, pero los programas tienen cada vez más en cuenta los beneficios que puede reportar el acabar con las incertidumbres de los padres y las actitudes tradicionales. En sus primeros años, si el niño disfruta de un cuidado y una responsabilidad buenos y eficaces por parte de su padre, se siente más apoyado y estimulado. La carga laboral creciente a que se enfrentan las mujeres hace además que la contribución de los hombres sea sumamente importante. Todos los padres, en particular los jóvenes e inexperimentados, no son receptivos a las necesidades de sus pequeños. Es importante que tomen conciencia de las distintas etapas del desarrollo del niño y de las respuestas apropiadas en cada fase del crecimiento. La sensibilidad de los padres es un factor clave del proceso de aprendizaje del niño y si son capaces de percibir e interpretar correctamente las señales que emiten sus hijos y de responderles de manera apropiada, el niño se desarrollará teniendo confianza en sí mismo. Baumwell et al. (1997) han descubierto que es la sensibilidad de la madre ante un niño de nueve meses, antes que el nivel de comprensión del lenguaje del mismo, la que permite prever con precisión cuáles serán sus capacidades lingüísticas a la edad de 13 meses. Los adultos que actúan con más eficacia son los que se niegan a estereotipar a sus hijos, creen en su libertad para aprender y hacen todo lo posible para evitar desigualdades entre sus hijos. Los padres deberían ser capaces de percibir las necesidades crecientes de su hijo y de ayudarle en sus progresos. Las tareas domésticas, como lavar, cocinar o limpiar pueden servir para que el niño vea cómo se usan los objetos y adquiera una idea del entorno. Los sucesos de la vida cotidiana pueden convertirse en actividades de exploración, momentos de juego y de descubrimiento de cosas nuevas. Los materiales didácticos están en todas partes. No hacen falta juguetes complicados. Por ejemplo, todos los padres no comprenden que el acto de explorar y descubrir por sí mismo es la base misma del aprendizaje. El papel de los padres o de quienes se ocupan de los niños es entender el proceso natural de aprendizaje del niño y colaborar con él, no contra él. Como ya se ha dicho, los investigadores han demostrado que el apego y el cariño de un niño a sus padres o a los que lo cuidan refuerza la capacidad de aprender, asimilar nuevos conocimientos y sobrellevar las tensiones y conflictos. Diversos estudios muestran sin lugar a dudas que el maltrato de un niño hace que de adulto sea agresivo e incapaz de concentrarse. Los malos tratos y la falta de atención pueden perjudicar gravemente el crecimiento de un niño. Para dar una idea de la influencia de los padres en el proceso de aprendizaje de sus hijos, citaremos el descubrimiento de unos psicólogos de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, quienes hallaron que los niños establecen vínculos con sus padres y descubren el lenguaje a través de ellos cuando se les habla en el tono amistoso, agudo y chillón que todos los padres del mundo emplean cuando se dirigen a sus hijos. Se ha descubierto que, lejos de ser una maña divertida de padres que adoran a sus hijos, esta media lengua aumenta el ritmo cardiaco del niño y acelera el proceso de relacionar los objetos con las palabras, y viceversa. Los niños a los que se habla así adquieren aptitudes lingüísticas y aprenden nuevas palabras mucho más rápidamente que los niños dejados a sí mismos. La intervención de los padres es esencial también en el establecimiento del circuito neurona1gracias al cual el niño regula sus reacciones ante el estrés. Si los padres están constantemente tensos, discutiendo y alzando la voz, los niños desarrollan cerebros muy sensibles al peligro. Cualquier acontecimiento que conlleve tensión provoca una aceleración rápida del ritmo cardiaco y un aumento del nivel hormonal. Si 10s padres no están siempre en armonía con las emociones de sus niños, surge un sentimiento de frustración que se convierte en sentimiento de rechazo. Es imprescindible la empatía con IOS sentimientos del niño. Las emociones positivas pueden borrarse de la mente de un niño si nunca son alentadas, nutridas o compartidas. En el marco del aprendizaje se revela muy pronto el efecto desastroso que pueden producir, más adelante, las emociones y experiencias negativas. 8 DESARROLLO DE LA PRIMERA INFANCIA Como la experiencia es el motor principal de la maduración del cerebro, hasta los actos más simples de los padres pueden producir efectos en’ el cerebro del niño en edad de crecimiento. La lactancia materna, por ejemplo, combina muchos aspectos de la puericultura y muestra el enfoque global que habría que aplicar al desarrollo del niño: por un lado, la leche materna es la sustancia más nutritiva e higiénica para los bebes y, ademas, es fácilmente digerible (basta con observar que, en sus primeros cuatro o seis meses de vida, los lactantes no necesitan otro alimento); por otro lado, hace intervenir muchos de los factores necesarios para el desenvolvimiento del proceso de aprendizaje, esto es, el contacto visual, el escuchar a la madre, el contacto corporal, la observación, etc. Conviene recordar que los padres no son los únicos que cuidan y alimentan a los niños pequeños. En muchos países, la familia extensa y personas ajenas a ella también desempeñan un papel crucial en ausencia de los padres. Aparte del apego a los padres o a una persona que lo atienda, el apoyo que el niño encuentra en una comunidad más amplia le ayuda a descubrir y aceptar los patrones y las reglas de la sociedad y a comprender la importancia de unas relaciones sociales firmes y sanas. Cualquier persona que cuide a un niño puede estimular y observar su desarrollo. Todas contribuyen a sentar las bases del aprendizaje en su mente. Pero, tanto si lo cría su padre o su madre como si lo hace otra persona, lo mismo en Africa que en Asia o Europa, existen al parecer unos valores universales firmes que deben seguir los padres para fomentar el desarrollo del aprendizaje en sus hijos, a pesar de la diversidad de los entomos, valores que se pueden resumir como sigue: a) manifieste sentimientos positivos hacia sus hijos, muéstreles que los ama y que se preocupa de ellos; b) adáptese a ellos y póngase en su lugar, esté atento a sus pensamientos y su experiencia del mundo y trate de entenderlos y de ver en qué difieren de los de usted; c) hable con sus hijos de sus preocupaciones y estimule la conversación recurriendo a la emoción, los gestos y el discurso; d) elógielos a menudo, para nutrir su confianza; e) ayude al niño a concentrarse, a fin de que padres e hijos compartan emociones similares; f) sea expansivo y dé explicaciones sobre lo que experimentan juntos a propósito del mundo exterior; g) ayude al niño a establecer fronteras y parámetros respecto del mundo y guíelo, regúlelo positivamente y proponga alternativas concebidas por ambos; h) siga atentamente, responda y dé sentido a las iniciativas del niño; i)- instaure en todo momento un ambiente de diálogo, verbal o no; j) ayude al niño a enriquecer su experiencia, haciendo comparaciones y narrándole cuentos. iCómo poner en práctica o respaldar lo que la investigación nos dice hoy día? iCómo vincular la investigación con la práctica? Hoy día, en el mundo entero, buena parte de la praxis educativa está trasnochada. Los avances científicos han transformado la forma de comer y de trabajar de la gente. pero la manera en que aprendemos, sobre todo en nuestra tierna infancia, ha cambiado muy poco, basándose a menudo en conceptos de otra época sobre objetivos ya superados. Es decir, que las conclusiones de las investigaciones y la práctica actual no coinciden. Sin embargo, no se trata de abandonar todo e ir en pos de las conclusiones más recientes de los investigadores. Gran parte de las investigaciones ya esta integrada en los programas de desarrollo del niño en la primera infancia aplicados en el mundo, y las prácticas tradicionales pueden a veces emplear métodos que hoy día promueven los investigadores como práctica idónea en puericultura. Parte de la batalla por la aplicación de la investigación consiste, por supuesto, en seguir convenciendo a los legisladores y gobernantes de que la intervención durante la primera infancia es benéfica, e incluso necesaria, exponiéndoles datos fehacientes de estudios y los resultados claros de los programas. Las conclusiones de distintas investigaciones ya han ayudado en este terreno y han obtenido el apoyo de los Estados a programas de nutrición y sanidad. Todavía queda mucho por hacer para mejorar el aprendizaje de los niños. Es preciso 9 INFORME TEMATICO organizar campañas sobre el cuidado, la educación y el desarrollo del niño similares a las que provocaron una toma de conciencia mundial de la importancia de una alimentación infantil correcta. Las investigaciones sobre el aprendizaje del niño han tardado más en ser asimiladas que las relativas a otros temas, como la alimentación, pero a medida que las universidades y los institutos hallan y difunden más datos que demuestran la importancia vital de crear un ambiente propicio al aprendizaje, los gobiernos y los legisladores no pueden por menos que prestar atención. Hasta ahora, se ha tendido a reducir el desarrollo del niño en la primera infancia a la preparación preescolar o al entretenimiento de los niños mientras los padres trabajan. La complejidad del aprendizaje y del desarrollo que han revelado las investigaciones empíricas ha empezado a cambiar esta actitud. Ahora apremia el instalar algunos aspectos clave de la investigación en la práctica, en particular tocante a los profesionales del desarrollo del niño en la primera infancia. La aplicación de la investigación a la práctica ha tropezado siempre con una serie de obstáculos: el que la investigación se restrinja a cuestiones que no son de interés general, el que los investigadores se interesen por casos muy concretos y no necesariamente por temas amplios, la falta de fondos, las realidades del terreno, etc. Por lo tanto, vencer estos obstáculos ha de ser hoy día uno de los ejes de la estrategia en materia de desarrollo del niño en la primera infancia. Una de las razones de que la investigación está desconectada de las realidades básicas es la poca sinergia que existe entre los investigadores, las autoridades y quienes se ocupan de los niños. Desgraciadamente, en lo que se refiere a los programas sobre la primera infancia, gran parte de los resultados de las investigaciones que se han realizado y desarrollado con el mayor cuidado a lo largo de años no llegan a ser conocidos. Las autoridades estiman que los investigadores no hacen más que estudiar y observar casos, en vez de proponer soluciones concretas y argumentos para resolver problemas, sensación que acaso se deba a que, en general, son sólo equipos universitarios los que efectúan investigaciones, en vez de hacerlo también las comunidades o los profesionales del desarrollo del niño en la primera infancia. Otro motivo podría ser que los estudiosos universitarios no consideran necesario relacionar su trabajo con lo que la gente pide, exigiendo, al parecer, una comunicación limitada en ambas direcciones. Ahora bien, hay formas concretas de vincular la investigación con la práctica. El diálogo y la puesta en práctica de las conclusiones empíricas pueden realizarse de varios modos: interviniendo un tercero, por ejemplo, mediante la labor de un grupo de presión o de un instituto de análisis y propuestas; creando proyectos experimentales que estimulan a los profesionales del desarrollo del niño en la primera infancia e influyen en ellos; informando al público en general a través de libros, guías de puericultura y manuales de autoaprendizaje para los padres, y, por último, pero no por orden de importancia, mediante Internet. También se podría recurrir a programas de TV y radio para dar a conocer la importancia del desarrollo del niño en la primera infancia. Asimismo, los gobiernos podrían suscribir y difundir los resultados de las investigaciones. Quizá haga falta también traducir o reducir la jerga de los especialistas y convendría que los ciudadanos pidieran más información y que los padres y los profesionales del desarrollo del niño en la primera infancia dieran a conocer directamente sus opiniones a los investigadores. Es posible un enfoque participativo como éste, en el que colaboren los profesores, los padres, los supervisores, quienes atienden a los niños y los legisladores, es decir todas las partes interesadas, y ya ha demostrado su utilidad, particularmente en el caso de sesiones de intercambio o periodos de estudio en los que los institutos de investigación acogen a colegas que trabajan sobre el terreno, y viceversa. También convendría elaborar políticas específicas para difundir las conclusiones de las investigaciones, para lo cual se podrían seguir las siguientes directrices: n los conocimientos dimanantes de las investigaciones sobre el cuidado y el desarrollo del niño deberían ser difundidos ampliamente entre los profesionales del desarrollo del niño en la primera infancia, las organizaciones no gubernamentales, los legisladores y los ciudadanos, para lo cual habrá que aplicar estrategias tendentes a una difusión general de los documentos y utilizar los medios de comunicación. Habría que dar a conocer asimismo ampliamente los convenios y acuerdos sobre los derechos del niño; n habría que concebir o abrir cauces de comunicación y programas de intercambio para que los investigadores y los profesionales del desarrollo del niño en la primera infancia 10 DESARROLLO DE LA PRIMERA INFANCIA entiendan mutuamente sus necesidades y realidades. Hace falta que los profesionales participen en las actividades de investigación;. habría que elaborar una visión interdisciplinaria y multidimensional de las investigaciones sobre la infancia, los derechos y el bienestar de los niños, teniendo presente una comprensión global de los niños;. convendría reforzar la capacidad en materia de actividades de investigación y desarrollo en los países que no tienen instituciones de investigación apropiadas de ámbito nacional; n habría que determinar quiénes son los expertos y cuáles los temas y las instituciones necesarios para realizar investigaciones sobre algunos problemas específicos de la infancia, y facilitar y poner en marcha proyectos sobre aspectos prioritarios. ¿Qué tipo de programas o modelos de aprendizaje orientados al desarrollo del niño en la primera infancia habría que elaborar? Está claro que no existe un único modelo efectivo de desarrollo del niño en la primera infancia que, seguido a ciegas, cuadre con cualquier tipo de entorno. También es evidente que algunos enfoques tradicionales de la crianza de los niños se han basado toda la vida en métodos que los educadores y especialistas están empezando ahora a promover, afirmando que son la manera adecuada de actuar; una de las tareas que en el futuro habrá que abordar consistirá en integrar y preservar esas valiosas prácticas tradicionales. Como por ejemplo, investigando de qué se componen podemos conservar métodos tan valiosos como los masajes que se dan a los lactantes en India, los relatos procedentes de la tradición oral de Africa Occidental, el periodo de descanso después del parto que se toman las mujeres de muchos países musulmanes y otras prácticas similares. Si se presenta a los países del Sur tan sólo un modelo occidental y se les dice que deben cambiar de costumbres, se corre el riesgo de desechar prácticas sancionadas por los siglos. La comparación entre el desarrollo del niño en la primera infancia en los países del Norte y en los del Sur prueba que hay que concertar lo tradicional con lo moderno y que encierra aspectos válidos todo enfoque que parta de los intereses patentes del niño. Así, por ejemplo, se ha demostrado empíricamente que los niños africanos criados en la espalda de sus madres a la manera tradicional africana adquieren en su primer año de vida capacidades físicas con más rapidez que los niños europeos de la misma edad criados en cunas. Asimismo, los niños a quienes desde edad temprana se encargan tareas como ir al pozo a buscar y medir agua, se independizan antes y son más capaces de resolver problemas que los niños de su misma edad que, al recibir una atención constante de sus padres, adquieren una gran capacidad lingüística, pero poseen un escaso sentido de la responsabilidad, En lugar de tratar de determinar un único modelo válido, es, pues, importante fomentar diversos modelos, a sabiendas de que hacen falta varios, no sólo para los distintos países, sino también para las distintas comunidades que poseen una cultura y unos valores propios. Está igualmente claro que mezclar métodos tradicionales y prácticas modernas es una posible manera de impulsar la generalización del desarrollo del niño en la primera infancia. No cabe emplear los criterios propios de una comunidad o país como referencia para otras situaciones. Pese a las variaciones culturales, existe un alto grado de consenso entre los profesionales y especialistas que se dedican en todo el mundo a la primera infancia, sobre todo al existir ciertos valores y fases de aprendizaje universales que hay que tener absolutamente en cuenta al elaborar programas consagrados a la primera infancia. Claro está que la cultura y las costumbres influyen en los temas, los métodos y las técnicas, y que, en ocasiones, hasta los orientan, pero el desarrollo del niño en la primera infancia encierra cierta dimensión universal, en particular en lo relativo al aprendizaje. Los niños, aun criados de maneras muy diversas, pueden acabar siendo receptivos al aprendizaje; en todo caso, sí se sabe lo que parece resultar provechoso y lo que perjudica claramente el desarrollo sano del niño. Como ya se ha dicho, está demostrado, por ejemplo, que la falta de contactos físicos y mimos y de cariño suficientes influye tan negativamente en el crecimiento del niño como la falta de una alimentación apropiada. Se críen donde se críen, 10s niños pueden evolucionar de forma parecida si se les dan las oportunidades adecuadas y se 11 INFORME TEMATICO concentran en entomos propicios al aprendizaje. Se pueden resumir de la siguiente manera los factores de partida universales que favorecen el aprendizaje: protección ante los peligros físicos, alojamiento, nutrición adecuada, atención de salud apropiada, una relación afectiva con un adulto, estímulos motores y sensoriales, apropiación del vocabulario, estímulo de las aptitudes lingüísticas e intelectuales, fomento de la independencia, aprendizaje del control de sí mismos, aprendizaje de la colaboración prestando ayuda a otros, recibiendo su ayuda y compartiendo las cosas, aumento de las propias aptitudes mediante ei habla, la lectura y el canto y adquisición de la capacidad de formular preguntas y de observar. A cada edad del niño pequeño corresponde una modalidad de aprendizaje -ya sea el aprendizaje basado en la indagación y la experimentación de carácter físico, verbal y afectivo, entre el primer y el tercer año de vida, ya sean los primeros ejercicios preescriturales a partir de los tres años, ya se trate de la solución de problemas sencillos de que es capaz el niño entre los tres y los seis años, ya, por aducir un último ejemplo, la adquisición de la lectura y la escritura que tiene lugar entre los seis y los ocho años-, de lo cual no debemos deducir que las modalidades de aprendizaje de los niños que crecen en entomos de analfabetismo o penuria estén condenadas al fracaso; la variedad de las maneras de aprender no se limita a saber leer y escribir. Lo que parece importante, por regla general, es fomentar una amplia gama de modalidades de aprendizaje que pueden abarcar aspectos intelectuales y físicos. De la variedad de enfoques, ya sean de carácter tradicional, ya se funden en doctrinas pedagógicas occidentales, se desprende, sin lugar a dudas, que hace falta reconocer, respetar e integrar los métodos autóctonos de crianza de la prole, excepto, claro está, cuando vayan en contra de los intereses patentes del niño. iQué tipo de actitud deberían adoptar los países, sobre todo los del Sur, con respecto al desarrollo del niño en la primera infancia y a la mejora de las condiciones de aprendizaje de los niños pequeños? No existe un único modelo o programa de desarrollo que sirva para resolver los numerosos problemas, tan complejos como arraigados, que plantea la pobreza, pero distintos programas de desarrollo del niño en la primera infancia llevados a cabo en el mundo en desarrollo han demostrado que interviniendo a una edad temprana se pueden paliar algunos de los efectos secundarios de la pobreza y la exclusión. También ha quedado demostrado que, incluso en épocas de emergencia, el desarrollo del niño en la primera infancia sirve de punto de arranque adecuado para programas de desarrollo más amplios y que, de hecho, puede que sea una de las pocas oportunidades que tienen muchos niños de los países más pobres del Sur de romper el círculo vicioso de penuria y fracaso escolar. La intervención en una fase posterior del desarrollo del niño, aparte de conllevar más riesgos, no es tan efectiva ni por los costos que acarrea ni en cuanto al aprendizaje. Países que tienen, relativamente hablando, grandes carencias pueden costear programas de desarrollo del niño en la primera infancia que, con menos gastos que otros sistemas educativos, pueden reducir el índice de abandono escolar, mejorar la capacidad de aprendizaje, preparar para el aprendizaje a las comunidades y familias del lugar, implantar mecanismos de generación de ingresos, innovar en el campo de la pedagogía y concienciar a los ciudadanos, todo ello sin necesidad de grandes inversiones en locales o infraestructura. Así, por ejemplo, no resulta caro utilizar los medios de comunicación para sensibilizar a los ciudadanos o movilizar el apoyo de las comunidades y de las organizaciones no gubernamentales. Para muchas familias pobres, el desarrollo del niño en la primera infancia representa un primer paso para atender sus necesidades y, en ocasiones, sirve para dar pie a actividades de desarrollo y programas de educación básica de adultos, en particular, de mujeres. Hasta ahora, los planificadores de los programas han sólido imponer a los países del Sur conceptos “ajenos” en los proyectos de desarrollo del niño en la primera infancia. Hoy en día, en cambio, es cada vez más vital investigar las prácticas que ya existen y partir de ellas. Durante siglos, el cuidado del niño pequeño ha formado parte de la trama de muchas sociedades y comunidades tradicionales. La idea de “educar”, es decir, de dejar el desarrollo del niño en manos de especialistas, no deja de ser un concepto occidental que, la mayor parte de las veces, resta validez a las culturas autóctonas hasta el punto de que algunas personas del Sur llegan a creer que lo que hacen esta mal y carece de valor. No hace falta contraponer lo 12 DESARROLLO DE LA PRIMERA INFANCIA moderno a lo tradicional; como se indicó antes al mencionar la variedad de enfoques, lo que hay que hacer es mezclarlos. En muchos casos, se puede prestar apoyo informando en materia de nutrición, asesorando sobre cuestiones de salud, etc. No cabe duda de que gracias al asesoramiento y la supervisión pueden mejorarse servicios como el abastecimiento de agua salubre, el saneamiento y la dieta, pero sigue incumbiendo a los padres elegir lo que quieren para sus hijos con arreglo a su cultura y su historia. Los programas son sostenibles cuando se fundan en la vida concreta de las personas. Si se da cabida en ellos a las estructuras tradicionales y familiares y las creencias autóctonas, la gente sentirá que se respeta su modo de vida y depositará más confianza en ellos. Si ulteriormente hay que efectuar cambios, es más fácil partir de la confianza mutua que de la desconfianza. En este marco hay que seguir localizando modelos autóctonos de desarrollo del niño en la primera infancia y emplearlos como base de la combinación entre la experiencia pedagógica moderna y la tradición; de esta manera sí que se reconocería el valor de los métodos y conocimientos prácticos del Sur. Una manera sencilla de facilitar la confección de programas integrados consiste, por ejemplo, en tomar conciencia de que no hace falta ni construir centros destinados a fines concretos ni elaborar herramientas de trabajo complejas; sirven los propios hogares, los templos, los locales comunitarios o hasta un terreno al pie de un árbol, igual que pueden sustituirse fácilmente los juguetes didácticos por piedras, palos u otros objetos. Lo que importa es la actitud que se adopte de cara al niño y la manera de sustentar su aprendizaje basándose en el principio del desarrollo global; salvo en situaciones de conflicto o desplazamiento, es posible actuar correctamente en la mayor parte de los entornos. Aunque abunden los obstáculos y las limitaciones, los gobiernos y las autoridades van preparando poco a poco políticas sobre el desarrollo del niño en la primera infancia. Hasta hace bien poco, lo elevado de las tasas de mortalidad infantil obligaba a los países en desarrollo a concentrar sus exiguos recursos en la supervivencia de los niños, con lo cual no les quedaba otro remedio que dejar al margen en gran medida el problema menos apremiante del enriquecimiento de sus perspectivas de vida. Conseguir que los niños asistieran a la escuela primaria ya era de por sí difícil, por no hablar de plantearse la posibilidad de aplicar programas destinados a la primera infancia. Ello no obstante, los argumentos que militan a favor del desarrollo del niño en la primera infancia en los países del Norte son igualmente numerosos en los del Sur. Dejando a un lado los beneficios que supone para el niño, diversos estudios han demostrado los inmensos beneficios y ganancias que reporta a la sociedad. No se trata sólo de disminuir el riesgo de que dejen los estudios los alumnos de primaria, sino de suscitar personalidades capaces de adaptarse a los cambios y con buena disposición hacia los descubrimientos. Sean cuales fueren las cantidades que destinen al desarrollo del niño en la primera infancia, los gobiernos desempeñan un papel decisivo. Pueden modificar el desarrollo del niño en la primera infancia e inculcar ese concepto a los ciudadanos. Al preparar y aprobar programas y políticas de ámbito nacional, los gobiernos centrales tienen la posibilidad de integrarlo, o al menos su concepto, en el funcionamiento de los servicios nacionales de educación y de otro tipo. Aún es más acusada la obligación que incumbe a los gobiernos en el caso de los niños que tienen necesidades especiales. Debe corresponder principalmente a los ministerios la responsabilidad de prestar servicios educativos de carácter integrador a los niños pequeños con necesidades especiales y a sus familias. Las partes interesadas (los ministerios, los servicios de sanidad y educación, los servicios sociales, las universidades, las organizaciones no gubernamentales, las organizaciones de comunidades y barrios y las familias) deben reunirse para trazar una orientación, una misión y un plan de acción conjuntos en materia de educación del niño en la primera infancia para todos, que tengan presente la atención que se debe prestar a los niños con necesidades especiales. Además, son los gobiernos los que en la mayor parte de los casos mantienen relaciones con los organismos de financiación, y les corresponde por lo menos velar por que se elabore una polctica en este terreno. Si, corroborando lo que indican las investigaciones y la experiencia, gracias al desarrollo del niño en la primera infancia se crían niños competentes y seguros de sí mismos, capaces de resolver problemas y de participar en la sociedad y replanteársela, va en interés de todos los gobiernos, sean del Norte o del Sur, ocuparse de integrar en las políticas programas relativos a la primera infancia y de ponerlos en práctica. Sin embargo, cabe afirmar que el desarrollo del niño en la primera infancia no va a prosperar -no podrá prosperar- si no existe ni voluntad política, social y económica, ni un ambiente propicio al bienestar del niño. 13 INFORME TEMATICO iQué puede hacerse para potenciar la política en esta esfera? Para que surtan efecto, las modtfkaciones no pueden materializarse sin mas a base de palabras o buenas intenciones; han de ir acompañadaspor un empeño en todos los planos, el del comportamiento, el de la legislación y el material. Ha de formarse un profesorado que se ocupe de preparar los instrumentos y aptitudes que requiere esta nueva mentalidad, Para facilitar esas modtftcaciones también hacefalta dar a conocer a los padres las necesidades de SUS hijos y sus propios derechos y obligaciones. Ha de entenderse que la participación decidida de las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales servirá de complemento a esta demanda de transformación. (UNICEF, 1993). Para elaborar debidamente políticas e intervenciones destinadas a la primera infancia, hace falta actuar en diversos frentes, y sobre todo que lo hagan los gobiernos. Puede sostenerse que la presencia en los planes de acción nacionales de programas centrados en la primera infancia vendrá dictada por la importancia que a escala local, nacional e internacional concedan al desarrollo del niño en la primera infancia los responsables políticos, los planificadores y quienes se ocupan de niños. La disposición de estas actividades también dependerá del grado en que los gobiernos reconozcan que los primeros seis años de vida son el periodo durante el cual los niños adoptan actitudes sociales y mentales, una manera de enfrentarse a la realidad e incluso la manera de aprender. Lamentablemente, muchos gobiernos todavía no se han empeñado seriamente en este terreno y, por lo tanto, las actuaciones al respecto se ven coartadas por la inexistencia de una dirección firme y por problemas sociales y económicos que se juzga más urgente solucionar. Pues bien, los gobiernos deben cobrar conciencia de que los primeros años de vida del niño son precisamente los que brindan oportunidades extraordinarias de evitar o atenuar los problemas sociales y reportan beneficios duraderos a los niños, a las familias y al conjunto de la sociedad. Una cuestión que incumbe al gobierno y que sirve para movilizar la opinión pública consiste en cerrar filas en torno a los derechos del niño, que deben afirmarse en cuanto principios básicos en que se funda su protección, su crecimiento y su seguridad. Esta concienciación de las autoridades debe dar lugar a que se reconozca sin ambages en el plano político que los niños forman parte de la sociedad con el mismo derecho que los adultos. En consecuencia, ha de darse a los presupuestos destinados a la instrucción de las familias y al desarrollo del niño en la primera infancia una importancia digna del valor que encierran para la evolución satisfactoria de la sociedad. Una manera de alcanzar este objetivo consiste en incorporar el desarrollo del niño en la primera infancia en el empeño general de perfeccionamiento de los recursos humanos. En los casos en que se inscriben en un marco legislativo sólido, las actividades de desarrollo del niño en la primera infancia no siempre benefician a todos los niños ni se ajustan automáticamente a las necesidades de cada uno de ellos; si no existe un marco oficial, los familiares que se encargan de cuidar al niño pueden estar a menudo sujetos a diversas circunstancias negativas (migración, malas condiciones laborales, etc.) y verse obligados a sacrificar el tiempo que pasan con ellos. El desarrollo del niño en la primera infancia no es, ni mucho menos, una opción de privilegiados; es, y está obligado a ser, necesidad de todos, pudiendo concebirse incluso como uno de los posibles pilares del futuro de las sociedades y medio para alcanzar un ambiente equitativo en el que todos los individuos logren adquirir actividades creativas y la capacidad de resolver problemas de forma constructiva. Todavía hace falta al respecto una buena dosis de estrategia oficial. A continuación se enumeran varias directrices que podrían servir para que el desarrollo del niño en la primera infancia (tanto las actividades de investigación como la ejecución de los programas) ocupe un lugar permanente en los programas y presupuestos estatales:. reforzar en todos los planos, comprendidas la familia y la comunidad, la concienciación, la demanda y la infraestructura nacionales,. concebir políticas nacionales adecuadas en materia de cuidado del niño y de instrucción de las familias y los padres, darles prioridad y dotarlas de las directrices y los marcos legislativos y normativos pertinentes. Hacer que los ministerios correspondientes encabecen activamente la puesta en práctica de esas políticas. Centrarse en el respeto de los 14 DESARROLLO DE LA PRIMERA INFANCIA convenios y acuerdos estatales y de los derechos internacionales. Elaborar planes generales de ámbito nacional relativos al desarrollo del niño en la primera infancia,. velar por que los niños se beneficien directamente de los servicios. Formar a los profesores, las familias y los profesionales y cuidadores encargados del desarrollo del niño en la primera infancia.. actuar con flexibilidad y reconocer la diversidad de necesidades infantiles en los planos social y cultural.. reforzar las iniciativas y asociaciones comunitarias y de base familiar que participan en este tipo de actividades a fin de que los proyectos correspondientes estén en manos de la comunidad y las familias. Fomentar los conocimientos autóctonos y comunitarios.. tener presente la rentabilidad e integrar programas como los relativos a la salud y la nutrición en una concepción global del desarrollo del niño en la primera infancia.. seguir asesorando debidamente y seguir prestando apoyo a los niños que tienen necesidades especiales. Conclusión Las actividades de desarrollo del niño en la primera infancia siguen evolucionando. Conforme se va extendiendo paulatinamente la idea de que son una manera de afirmar los derechos del niño, cada vez se consolida más la certeza de que constituyen un buen punto de partida para intervenir en pro del desarrollo humano y la oportunidad para diversos interlocutores de establecer una colaboración entre sectores y de cooperar de forma eficaz con las comunidades. Queda mucho por hacer, pero parece que ya se reconoce la importancia de la primera infancia como cimiento de la sociedad y, de hecho, la manera en que concebimos los primeros años de la niñez pone al descubierto y reproduce la manera en que nos planteamos el futuro de la sociedad; también confirma o desmiente la fe que depositamos en la transformación y la evolución de la humanidad hacia una mayor equidad y un aprendizaje permanente. Nos estamos percatando de que no basta con preparar a los niños para el colegio y obligarlos después a pasar por el sistema educativo hasta que les llegue el momento de ponerse a buscar trabajo (que, por otra parte, cada vez escaseamás). Lo que necesitan los niños es ser capaces de afrontar los acelerados cambios que tienen lugar en su entorno y comprenderse los unos a los otros. Puede debatirse sin término en torno a los medios de hacer realidad este objetivo en los planos político y psicológico, pero está claro que la respuesta radica en parte en el desarrollo del niño en la primera infancia. Todo niño nace dotado de la capacidad de aprender, aptitud que constituye los cimientos más sólidos de cualquier sociedad. Al negárseles con excesiva frecuencia el ejercicio de su potencial de indagación, los niños dejan de sentirse motivados para aprender. No podemos seguir permitiéndonos el lujo de pasar por alto las necesidades de los niños pequeños y, por extensión, lo que las investigaciones nos enseñan. Hemos de poner en manos de los niños herramientas que les sirvan para hacer frente a la vida y para facilitar la transición mundial al próximo milenio. En gran medida, las actividades de desarrollo del niño en la primera infancia llevan muchos años ocupándose precisamente de ello; sus logros e investigaciones están a la vista de todos, pero ahora vuelve a hacer falta mucho más. En materia de cuidado y desarrollo del niño, han de ponerse en marcha campañas como las que sirvieron para concienciar acerca de los problemas del medio ambiente, pues así se entenderá que cuidar, estimular y amar a los niños pequeños es tan importante como alimentarlos. Los gobiernos tienen que actuar en los planos financiero y político. Las comunidades y familias deberán tomar parte en la tarea de descubrir el potencial que encierra el desarrollo del niño en la primera infancia. Los propios niños, por último, han de estar en situación de disfrutar de respeto, de protección, de buena salud y de posibilidades de aprendizaje; es decir, de sus derechos fundamentales. 15