Kanji Para Recordar I (Realmente Completo) - Guía de Aprendizaje PDF

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Harvard University

2001

James W. Heisig, Marc Bernabé, Verònica Calafell

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kanji aprendizaje japonés escritura japonesa idioma japonés

Summary

Este libro presenta un método mnemotécnico para el aprendizaje de la escritura y el significado de los kanji japoneses. A través de historias y asociaciones, el libro facilita la memorización de estos caracteres complejos. El contenido incluye cuentos, explicaciones y un completo índice de kanji.

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kanji para recordar i por los mismos autores Kanji para recordar ii: Guía sistemáatica para la lectura de los caracteres japoneses. Barcelona: Editorial Herder, 2004. 392 págs. Kana para recordar: Curso mnemotécnico para el aprendizaje de los silabarios japoneses. Barcelona: Editorial...

kanji para recordar i por los mismos autores Kanji para recordar ii: Guía sistemáatica para la lectura de los caracteres japoneses. Barcelona: Editorial Herder, 2004. 392 págs. Kana para recordar: Curso mnemotécnico para el aprendizaje de los silabarios japoneses. Barcelona: Editorial Herder, 2003. 160 págs. Kanji para recordar i Curso mnemotécnico para el aprendizaje de la escritura y el signi³cado de los caracteres japoneses James W. Heisig con Marc Bernabé y Verònica Calafell Herder Título original: Remembering the Kanji: A complete course on how not to forget the meaning and writing of Japanese characters (4 2001) Diseño de la cubierta: Claudio Bado y Mónica Bazán © 2001, James W. Heisig, Marc Bernabé, Verònica Calafell © 2001, Empresa Editorial Herder, S.A., Barcelona La reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso de los titulares del Copyright está prohibida al amparo de la legislación vigente. Imprenta: Yesys Depósito legal: B–30.872 – 2001 Printed in Spain ISBN: 84–254–2217–5 Herder Código catálogo: IDO2217 Provenza, 388. 08025 Barcelona – Teléfono 93 476 26 26 E-mail: [email protected] – www.herder-sa.com Índice Prefacio a la versión española............ 7 Introducción.................... 9 Parte primera: Cuentos (Lecciones 1–12)...... 21 Parte segunda : Argumentos (Lecciones 13–19)... 139 Parte tercera: Componentes (Lecciones 20–56)... 211 Índices....................... i. Kanji..................... 479 ii. Componentes................ 496 iii. Kanji según número de trazos......... 499 iv. Palabras clave y signi³cados de componentes... 509 Prefacio a la versión española Marc Bernabé y Verònica Calafell Este libro es una reinvención en castellano del ya clásico libro que James W. Heisig escribió en el año 1977 y que ha demostrado su validez y su rabiosa función didáctica durante todos estos años: Remembering the Kanji: A complete course on how not to forget the meaning and writing of Japanese characters. Con él, miles de estudiantes de japonés de todo el mundo han podido superar el temible escollo que representan los kanji de este bello idioma, por cuya di³cultad los exploradores y misioneros portu- gueses, en el siglo xvi, lo cali³caron de “lengua del diablo”. La mayoría de los estudiantes de japonés se empeñan en desesperarse, pensando que los kanji solamente se pueden aprender ante una mesa, hin- cando los codos en ella y escribiendo una y otra vez el mismo carácter, a base de un colosal esfuerzo memorístico. Nosotros mismos hemos lucha- do con el mismo problema durante años, y la verdad es que es realmente desesperante. Sin embargo, este libro demuestra que, si contamos con una buena estructura y un buen método “imaginativo”, como lo llama el Dr. Heisig, el muro que representan los kanji puede derribarse sin tanto esfuer- zo. Esperamos que muchos otros estudiantes puedan también derribar este muro a través de esta versión en castellano. La creación de este libro fue un trabajo colaborativo, hecho posible gra- cias a un año sabático del Dr. Heisig en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. A partir de nuestro contacto, la idea de hacer una versión espa- ñola de Remembering de Kanji empezó a plantearse ya no como una idea, sino como una realidad que tardó pocos pero muy intensos meses de con- tacto diario en materializarse. Cali³camos esta versión castellana como de “reinvención” más que de “traducción”, porque gran parte de los contenidos de la obra original están estructurados sobre juegos de palabras o asociaciones culturales que hacen imposible una “traducción” en el sentido más ortodoxo de la palabra. Sin embargo, tanto el método como la disposición de los caracteres son com- pletamente ³eles al original. ®7 Otro gran escollo para la preparación de este libro es la selección de una sola palabra clave concreta para cada uno de los kanji. Tengamos en cuen- ta que los kanji son una forma de escritura milenaria, y que los caracteres han venido cambiando tanto de forma como de signi³cado a través de los años, teniendo en la actualidad muchos de ellos varios signi³cados que incluso en ciertos casos son contradictorios. Cuando ha sido posible, hemos elegido el sentido predominante del kanji. En otros casos, hemos elegido sentidos secundarios por usarse dichos sentidos en las combinacio- nes de kanji más frecuentes o simplemente porque el sentido principal ha- bía sido adoptado ya por otro kanji de anterior aparición. Sin embargo, no hemos podido evitar que haya varias palabras clave con sentidos puramente sinónimos. Lo que sí hemos descartado han sido palabras con la misma raíz (por ejemplo, “con³anza” y “con³ar”) para representar kanji distintos. Incluso así, hay casos en los que es práctica- mente imposible encontrar otra solución por falta de sinónimos apropia- dos. La mayoría de los problemas mencionados surgen en la tercera parte del libro, parte en la que el lector debería tener ya la su³ciente autonomía como para cambiar una palabra clave que no crea apropiada a su antojo, eso sí, andándose siempre con mucho cuidado porque se trata de una ope- ración en la que el tiro puede salir muy fácilmente por la culata. Por último, hemos tenido muy en cuenta que el público de este libro está en todo el mundo hispanohablante y no sólo en un país concreto. Por ello, hemos intentado utilizar un español “neutro”, entendible en España y en toda Latinoamérica. Así, hemos evitado palabras y expresiones total- mente normales en España pero extrañas o incluso malsonantes en ciertos países americanos, y viceversa. Si por error o ignorancia hemos utilizado españolismos, agradeceríamos que se nos advirtiera de ellos para corregir- los en futuras ediciones. Nos gustaría agradecerle al Dr. Heisig la con³anza que ha depositado en nosotros para crear la versión en español de su libro y por estar siempre ahí, brindándonos sus valiosos consejos e indicaciones. Gracias también a la Editorial Herder por su interés en el proyecto y por haber posibilitado su publicación en condiciones algo extraordinarias. L’Ametlla del Vallès (Barcelona, España) 4 de febrero de 2001 8V Introducción James W. Heisig El objetivo de este libro es proporcionar al estudiante de japonés un método sencillo para correlacionar la escritura y el signi³cado de los carac- teres japoneses de modo que ambos aspectos resulten fáciles de recordar. El libro no está únicamente pensado para el principiante, sino también para el estudiante más avanzado que desee obtener una solución al cons- tante sentimiento de frustración que surge al olvidar cómo escribir los kanji, y para el estudiante que desee un modo de sistematizar lo que ya conoce. Este método ofrece una nueva perspectiva desde la cual aprender los kanji, mostrando cómo desglosar las complejidades del sistema de escritura japonés, señalando sus elementos básicos y sugiriendo modos de reconstruir los signi³cados a partir de dichos elementos. Existen, por supuesto, muchas cosas que las páginas de este libro no harán por nosotros. No vamos a encontrar nada sobre cómo se combinan los kanji para formar palabras compuestas. Ni tampoco hablaremos de los distintos modos de pronunciar los caracteres. Además, se han omitido todo tipo de cuestiones relacionadas con su uso gramatical. Todos estos son temas que deben ser tratados de forma especial e independiente. De to- dos modos, podemos simpli³car enormemente la memorización del signi³cado y de la escritura de los kanji —que quizás sea la barrera más difícil de superar con creces al aprender japonés— si aislamos ambos aspectos y los estudiamos por separado. Lo que hace que sea tan fácil olvidar los kanji es que carecen de conexión alguna con los patrones normales de la memoria visual. Estamos acostum- brados a las montañas y a las carreteras, a las caras de la gente y al aspecto de las ciudades, a las μores, a los animales y a los fenómenos naturales. Aunque solamente podamos recordar inmediatamente una fracción de lo que vemos, estamos seguros de que, si prestamos su³ciente atención, po- dremos recordar cualquier cosa que queramos recordar. Esta con³anza no existe en el mundo de los kanji. La aproximación más cercana al tipo de patrones de memoria que requieren los kanji son los diversos alfabetos y sistemas numerales que conocemos. La diferencia estriba en que, mientras dichos símbolos suelen ser pocos y muchas veces están relacionados con sonidos, los kanji son miles y no tienen valores fonéticos consistentes. No ®9 obstante, los métodos tradicionales para aprender los caracteres japoneses han venido siendo hasta ahora los mismos que los métodos para aprender los alfabetos: repetir las formas una por una, una y otra vez, año tras año. Dejando aparte todo valor ascético que pudiera tener dicha actividad, el modo más efectivo sería primero el de relacionar los caracteres a algo no relacionado con su sonido, para así romper vínculos con la memoria visual, en la que con³amos al aprender los alfabetos. Los orígenes del sistema de escritura japonés se remontan a la antigua China, al siglo xviii antes de la era cristiana. La escritura china, en la forma en la que la encontramos codi³cada unos 1.000 años más tarde, consistía básicamente en detallados caracteres pictográ³cos. Al transcurrir los siglos, dichos caracteres sufrieron varias transformaciones y un proceso de estili- zación, así que en el momento en el que los kanji fueron introducidos en Japón, gracias a unos monjes budistas de Corea, y los japoneses empezaron a experimentar con la escritura china para ver cómo la podían adaptar a su propio idioma (aproximadamente entre los siglos IV y VII de nuestra era), ya se trataba de caracteres mucho más ideográ³cos y abstractos. Los japo- neses efectuaron sus propias contribuciones y cambios con el tiempo, algo que cabía esperar. Y siguen haciéndolo, como cualquier otra cultura orien- tal moderna que utilice los kanji, aunque más en temas de uso que de forma. Esta historia es tan fascinante que muchos han respaldado el estudio de la etimología como un modo de aprender los kanji. Sin embargo, el estu- diante se da cuenta rápidamente de los muchos puntos débiles de dicho enfoque. Es muy atractivo ver el antiguo dibujo de una mujer grabado tras su respectivo kanji, o descubrir la forma rudimentaria de una mano, un ár- bol o una casa. Pero cuando apartamos la vista del carácter, la clara memo- ria visual del familiar objeto sirve de poco para recordar cómo escribir el kanji. Los estudios etimológicos son de mayor ayuda tras haber aprendido los kanji de uso general. Antes de eso, lo único que hacen es añadir más obstáculos a la memoria. Necesitamos distanciarnos mucho más radical- mente de la memoria visual. Vamos a describirlo de un modo alternativo más grá³co. Imaginémo- nos llevando un caleidoscopio a la luz y manteniéndolo lo más inmóvil que nos sea posible. Intentemos grabar en la memoria el peculiar dibujo que el juego de luz, espejos y piedrecitas de colores ha formado. Es posible que nuestra memoria no esté lo su³cientemente habituada a estas cosas y que tardemos un rato, pero supongamos que lo conseguimos tras unos minu- tos. Cerramos los ojos, trazamos el dibujo en nuestra mente y a continua- ción comparamos nuestra propia imagen con la original hasta que estamos seguros de que la hemos memorizado bien. En ese momento, pasa alguien y nos da un golpe en el codo. Se perdió el dibujo y aparece una nueva com- binación en su lugar. Nuestra memoria empieza inmediatamente a disper- sarse. Apartamos el caleidoscopio, nos sentamos, e intentamos redibujar lo 10 V que acababamos de memorizar; pero es inútil. No existe nada en nuestra memoria a partir de lo cual podamos sostener la imagen. Los kanji son exactamente lo mismo. Podemos sentarnos en nuestro escritorio y escribir y reescribir media docena de caracteres durante una hora o dos pero al día siguiente descubriremos que, al ver algo similar, se borra nuestra memoria anterior o a lo sumo la nueva información confunde irremediablemente a la antigua. Pero esto no es lo más curioso. Lo más curioso es que en lugar de admi- tir abiertamente que eso es culpa de la memoria visual, nos acusamos de tener poca memoria o de falta de disciplina, y seguimos empeñados en es- tudiar una y otra vez con los mismos métodos. Así que si conseguimos dar- nos cuenta de que el problema radica en un uso impropio de la memoria visual, podremos entrever las posibilidades de otro tipo de memoria que podría ocuparse con relativa facilidad de la tarea: la memoria imaginativa. Llamamos memoria imaginativa a la capacidad de evocar imágenes creadas puramente en la mente, sin contar con el apoyo de ningún tipo de estímulo visual real o recordado. Cuando nos acordamos de nuestros sue- ños estamos utilizando la memoria visual. El hecho de que muchas veces mezclemos lo que nos ha pasado en la vida real con lo que ha ocurrido en un sueño es un indicativo de la fuerza que pueden llegar a tener estos estí- mulos imaginativos. Los sueños se pueden desglosar en partes discernibles, mientras que el total del sueño es fantástico; pero aun así los sueños tienen el poder de ejercer la misma fuerza sobre la memoria perceptiva que los estímulos externos. También es posible utilizar la imaginación de este modo mientras estamos despiertos, y utilizar todas sus capacidades para ayudar a una memoria visual que, de³nitivamente, no tiene capacidades su³cientes para evocar los kanji. Dicho de otro modo, si logramos descubrir un número limitado de ele- mentos básicos en los caracteres y hacer una especie de alfabeto con ellos, dándole a cada uno una imagen propia, juntándolos para obtener otras imágenes, y de este modo construyendo complejos cuadros en la imagina- ción, podremos superar la barrera creada por la memoria visual. Este alfa- beto imaginativo debería ser tan riguroso como uno fonético al restringir cada elemento a un solo valor básico; pero su gramática carecería de la mayoría de los controles del lenguaje ordinario y de la lógica. Sería como una especie de mundo de ensueño en el que todo podría ocurrir, ocurrir además de modo distinto para cada persona. La memoria visual se utiliza- ría mínimamente, solamente para construir el alfabeto. Después de ello, cada cual sería libre de vagar a su antojo por el interior de la lámpara mági- ca de los patrones imaginativos, según sus propias preferencias. De hecho, muchos de los estudiantes del sistema de escritura japonés realizan algo semejante de vez en cuando, creando sus propias ayudas mnemotécnicas pero nunca desarrollando una base organizada para utili- zarlas. Del mismo modo, muchos de ellos deben de sentirse avergonzados por la estupidez académica de sus propios métodos, y deben de lamentarse de que no hay manera de mejorar el ridículo modo con que opera su cere- ® 11 bro. Pero si realmente funciona, entonces sí hay razón de ser para esta irre- verencia respecto a los métodos de enseñanza. Además, desplazar el foco de atención desde el por qué olvidamos algunos kanji al por qué recordamos otros kanji debería ser su³ciente motivación para intentar realizar una sis- tematización de la memoria imaginativa. Podemos llamar componentes a las unidades del alfabeto básico del mundo imaginativo escondido tras los kanji. No hay que confundir estos elementos con los llamados “radicales” que forman la base de los estudios etimológicos acerca del sonido y del signi³cado, y que se utilizan actual- mente para ordenar léxicamente los caracteres. De hecho, muchos de los radicales son componentes por sí mismos, pero el número de componen- tes no se limita a la tradicional lista de radicales. Los componentes, por consiguiente, son los trazos y combinaciones fundamentales con los que se construyen los caracteres. Caligrá³camente hablando, sólo hay nueve tipos de trazos posibles en la teoría y diecisiete en la práctica. Unos pocos de ellos obtendrán signi³cados de componente; es decir, los utilizaremos como imágenes fundamentales. A su vez, las combi- naciones simples engendrarán nuevos signi³cados de componente, y el proceso seguirá adelante a medida que construyamos caracteres más com- plejos. Si presentamos ordenadamente estos componentes, la taxonomía de los caracteres más complejos se simpli³cará considerablemente. No vale la pena memorizar independientemente el alfabeto de componentes: sim- plemente utilizándolo tendremos su³ciente. El número de componentes, tal y como entendemos el término, es dis- cutible. La etimología tradicional cuenta unos 224 de ellos. Aquí nos inspi- raremos libremente en la etimología tradicional, y basaremos además algu- nos de los signi³cados de nuestros componentes en signi³cados etimoló- gicos sin ni siquiera mencionarlos. Por otro lado, nuestro camino se dis- tanciará de la etimología con el ³n de evitar confusiones causadas por el gran número de signi³cados parecidos en componentes cuya forma es radicalmente distinta. Siempre que sea posible, pues, conservaremos el signi³cado genérico de los componentes, aunque en ocasiones nos vere- mos obligados a especi³car el signi³cado de un modo distinto, o incluso a distanciarnos completamente de él para que nuestra memoria imaginativa no se centre en imágenes familiares de la memoria visual. Si el estudiante desea dedicarse luego al estudio etimológico, el procedimiento que hemos seguido en este libro se hará todavía más transparente a sus ojos y en modo alguno supondrá un obstáculo para el aprendizaje de esta disciplina. La lista de elementos que hemos considerado componentes (Índice ii) está restringida a los cuatro casos siguientes: los componentes básicos que no son kanji; los kanji que aparecen frecuentemente como componentes básicos de otros kanji; los kanji cuyo signi³cado cambia cuando funcionan como partes de otro kanji; y, ³nalmente, los kanji cuya forma cambia cuando forman parte de otro kanji. Cualquier kanji que mantenga tanto la 12 V forma como el sentido y que aparezca como parte de otro kanji funciona como componente, ocurra o no con la frecuencia necesaria para prestarle atención en tanto que componente. Los 2.042 kanji elegidos para el estudio en estas páginas (ordenados en el orden de presentación en el Índice i y ordenados, a su vez, según el número de trazos en el Índice iii) incluyen los 1.850 kanji de uso general establecidos como tales por el Ministerio de Educación japonés en 19461, otros 60 kanji utilizados principalmente para la formación de nombres propios, y un puñado de caracteres útiles por su utilización en tanto que componentes. A cada uno de los kanji le asignamos una palabra clave que representa su signi³cado básico, o como mínimo uno de sus signi³cados básicos. Las palabras clave han sido elegidas sobre la base de cómo se uti- liza el kanji en compuestos o del signi³cado que ya tiene por sí solo. En ningún caso repetiremos una palabra clave aunque muchas son casi sinó- nimas. En estos casos, es importante centrarse en las características dife- renciales que la palabra clave tiene en español, para así poder evocar dis- tintas connotaciones para palabras clave similares. Es decir, muchos de los caracteres conllevan una serie de connotaciones que no encontramos en su equivalente español y viceversa; muchos incluso implican varias ideas que no podemos expresar con una sola palabra en español. Al simpli³car los signi³cados con el uso de una sola palabra clave, sin embargo, podemos llegar a familiarizarnos con un kanji y, como mínimo, con uno de sus prin- cipales signi³cados. Los demás pueden añadirse después con relativa faci- lidad, de forma similar a cómo enriquecemos nuestra comprensión de la lengua nativa a través del aprendizaje de toda una serie de sentimientos y sentidos presentes en palabras que ya conocíamos. Una vez tenemos los signi³cados de los componentes y la palabra clave de un kanji en particular (catalogados en el Índice iv), la tarea será ahora crear una propuesta de ideograma. Aquí es donde la fantasía y la memoria entran en juego. El objetivo es sorprender a la mente, provocarle asco, fas- cinación, fastidiarla o entrenerla sea como sea a ³n de estampar en ella una imagen íntimamente relacionada con la palabra clave. Esa imagen, a su vez, y en tanto que se compone de signi³cados de componentes, dictará preci- samente cómo se escribe el kanji —trazo a trazo, parte a parte. Muchos caracteres, tal vez la mayoría de ellos, pueden recordarse desde el primer momento, siempre que el estudiante se tome el tiempo necesario para ³jar la imagen en su mente. Otros requerirán una revisión para que el estu- diante se concentre en la asociación de la palabra clave y los componentes. De esta forma, se elimina el mero hincapié en la memoria visual. El objetivo de este libro no es solamente recordar un cierto número de kanji, sino también enseñar cómo recordar estos caracteres y otros no incluidos en este libro, y por ello hemos dividido el curso en tres partes. En la Primera parte proporcionamos los cuentos asociativos completos de 1 En 1981 se añadieron 95 nuevos caracteres a la lista, que se incorporaron en la segunda edición del original inglés de este libro. ® 13 cada carácter. Gran parte del trabajo del trabajo del estudiante estará hecho, al dirigir su atención al menos durante el tiempo que se tarda en leer la explicación y relacionarla con la forma escrita del kanji; además, en esta parte el estudiante comprenderá y se familiarizará con el método. En la Segunda parte solamente daremos los argumentos de estos cuentos, y cada uno deberá añadir sus propios detalles basándose en su memoria per- sonal y, sobre todo, en su imaginación. La Tercera parte, que abarca la mayor parte del curso, proporciona solamente la palabra clave y los signi³cados de los componentes, dejando el resto del proceso al estudiante. Pronto se hará evidente que el factor esencial en este método es el or- den de aprendizaje de los kanji. El método es de lo más sencillo: una vez aprendidos los caracteres más básicos, su uso como componentes para for- mar otros kanji puede ahorrar mucho esfuerzo y hacer así posible que uno pueda repasar los kanji que ya conoce al mismo tiempo que aprende otros kanji nuevos. De este modo, pues, estudiar arbitrariamente este curso, sal- tándose lecciones antes de tener bien aprendidos los kanji de lecciones anteriores, conllevará una pérdida considerable de e³cacia. Si se pretende aprender a escribir todos los kanji que se encuentran en la lista de uso general, es mejor aprenderlos en el orden que sea más apropiado para su memorización, y no en el orden de frecuencia o en el orden en el que se enseñan en las escuelas japonesas. Sin embargo, si el estudiante decide seguir otro curso, en los índices podrá encontrar toda la información bási- ca necesaria para dar con el cuadro adecuado y los componentes a los que se hace referencia en dicho cuadro. Algún lector podría sorprenderse al no hallar ningún dibujo o repre- sentación pictográ³ca cuando hojee este libro. La razón de la ausencia de representaciones pictográ³cas es coherente por entero con lo que hemos comentado anteriormente acerca de enfatizar la memoria imaginativa. Por un lado, los pictogramas son un modo poco ³able de recordar solamente unos pocos kanji; incluso en dichos casos, el estudiante, más que encon- trarse con una de las formas grá³cas históricas del kanji, lo que debería ha- cer es descubrir el pictograma al jugar con las formas bolígrafo en mano. Por otro lado, proporcionar una imagen suele inhibir la imaginación y limitarla al punto de vista del artista que la creó. Esto es tan válido para las ilustraciones de un cuento de hadas como para los varios fenómenos con los que vamos a topar a lo largo de este libro. Cuanto más trabajo original realice cada estudiante con una imagen, más fácil le será recordar el kanji. Antes de empezar con el curso presentado a lo largo de las páginas siguientes, deberíamos especi³car unas pocas cosas más. Primeramente, cabe advertir acerca de los riesgos de tener demasiado prisa. En ningún caso hay que con³arse, aunque nos sintamos tentados de pensar que pode- mos obviar los primeros kanji rápidamente porque son elementales. El método que presentamos aquí debe ser aprendido paso a paso si no quere- mos vernos obligados a volver a las primeras páginas para empezar de 14 V nuevo. Unos veinte o veinticinco caracteres al día es un número no exce- sivo para alguien que puede dedicar un par de horas diarias al estudio. Si se dispone de todo el día, no es descabellado pensar que se puede terminar enteramente el curso en cuatro o seis semanas. Llegado al punto de termi- nar la Primera parte, es lógico suponer que el estudiante ya habrá encon- trado un ritmo de avance compatible con su tiempo disponible. En segundo lugar, el estudiante debería tomarse en serio el reiterado consejo de estudiar los caracteres con un bloc de notas y un lápiz en mano. Descubriremos que el hecho de recordar los caracteres no requiere tener- los que escribir, pero que no hay mejor modo de mejorar la apariencia estética de nuestra caligrafía ni de adquirir un “sentido natural” acerca del μuir de los kanji que escribirlos. El método nos liberará de la obligación de tener que escribir una y otra vez el mismo carácter para aprenderlo, pero no proporcionará la μuidez al escribir que solamente se obtiene mediante la práctica constante. Si por alguna razón no nos es práctico el uso de pa- pel y lápiz se pueden “escribir” los kanji ³cticiamente en la palma de la mano, al igual que hacen los japoneses. La palma de la mano forma un cua- drado perfecto, de la medida idónea para garabatear los caracteres con el dedo índice mientras estamos en el autobús o andando por la calle. Tercero, es mejor repasar los kanji empezando por la palabra clave, yendo hacia el cuento respectivo y a continuación escribiendo el carácter. Una vez hayamos completado estos pasos, recordar el orden contrario será un juego de niños. Más adelante ampliaremos este aspecto. En cuarto lugar, es importante especi³car que el mejor orden para aprender los kanji no es en modo alguno el orden en que necesitarás recor- darlos. Es decir, hay que recordarlos según la situación requiere, no según la pedagogía de este curso o de nuestro aprendizaje. En la Lección 5 se pro- porcionan recomendaciones para crear tarjetas de estudio para el repaso aleatorio. Finalmente, vale la pena reμexionar un instante acerca de las ambicio- nes que podríamos tener sobre “dominar” completamente el sistema de escritura japonés. Esta idea proviene, o al menos se apoya, en un punto de vista sobre el aprendizaje generado por una sobreexposición a la escolari- zación: la noción de que el lenguaje es un conjunto de habilidades que se pueden dividir racionalmente, aprender sistemáticamente y certi³car a tra- vés de exámenes. Los kanji, junto con la estructura mucho mayor del idio- ma japonés (y por supuesto, de cualquier otro idioma) se resisten terca- mente a ser dominados de este modo. El orden racional que hemos impuesto a los kanji en este libro está pensado simplemente como una ayuda para llegar lo su³cientemente cerca de los caracteres como para tra- bar amistad con ellos, dejarse sorprender por ellos, dejarse inspirar, ilumi- nar, resistirse y seducir. No obstante, no se pueden dominar sin tener amplias nociones sobre su larga y compleja historia ni sin contar con una percepción acerca de su impredecible vitalidad —algo que está mucho más allá de las capacidades de una única mente y de un solo lápiz—. Dicho todo esto, reiteramos que el objetivo de este libro sigue siendo el ® 15 de permitir la obtención de capacidades nativas para escribir los caracteres japoneses y para asociar sus signi³cados con sus formas. Si la sistematiza- ción lógica y la irreverencia traviesa contenidas en las siguientes páginas pueden salvar al menos a unos pocos de aquellos que han decidido conti- nuar su estudio de la lengua japonesa sin aspirar a obtener dichas capaci- dades plenas, los esfuerzos que se han invertido en este libro obtendrán un más que merecido premio. Kamakura, Japón 10 de febrero de 1977 Al revisar los centenares de cartas que he recibido de estudiantes de todo el mundo durante más de veinte años, he notado dos cuestiones relaciona- das que surgen con su³ciente frecuencia como para merecer un comenta- rio en la Introducción: el uso de este libro en combinación con cursos formales de japonés, y el tema de la pronunciación o “lecturas” de los kanji. Habiendo completado unas pocas lecciones de este libro, el estudiante se dará cuenta de que este método se ha creado para el autoestudio. Lo que no es tan evidente es que utilizarlo como suplemento al estudio de los kanji en una academia o para repasar para exámenes tiene una inμuencia adversa en el proceso de aprendizaje. Cuanto más intentes combinar el estudio de los kanji escritos mediante el método presentado en estas páginas con el estu- dio tradicional de los kanji, menos te servirá este libro. No conozco nin- guna excepción. Casi todos los profesores de japonés, nativos y extranjeros, estarían de acuerdo en que aprender a escribir los kanji con capacidades nativas es el obstáculo más grande para el adulto extranjero que se enfrenta a la lengua japonesa. De hecho, es tan grande que se cree que es insuperable. Después de todo, si incluso los japoneses, que han invertido nueve años en apren- der a escribir formalmente los caracteres y los usan todos los días, tienen di³cultades para recordar cómo reproducirlos, ¿no es descabellado supo- ner que los que no han sido criados con los kanji desde su niñez, incluso con la mejor de las intenciones y los mejores métodos de estudio, puedan llevar a cabo tamaña hazaña? Un profesor nunca podrá exponer abierta- mente un punto de vista como este en el aula, pero mientras el profesor lo crea, ello se convierte rápidamente en una especie de profecía autorealiza- toria. El profesor transmite inconscientemente esta actitud al estudiante, enfatizando las capacidades de hablar y leer el idioma, que son considera- das más razonables y fáciles de obtener. Mas, de hecho, como este libro pretende demostrar, no hay nada más lejos de la realidad. Para empezar, la escritura de los kanji es la parte más completamente 16 V racional del idioma. A lo largo de los siglos la escritura de los kanji se ha simpli³cado numerosas veces, siempre teniendo en cuenta principios racionales. Aparte del hangul coreano, no hay otro sistema de escritura en el mundo tan lógicamente estructurado como los caracteres sinojaponeses. El problema radica en que la utilidad de esta lógica interna no se ha sabi- do expresar en el campo del aprendizaje de los kanji. Al contrario, se ha ignorado sistemáticamente. Las personas que han pasado por el sistema educativo japonés tienden a apoyarse en su propia experiencia al enseñar a los demás cómo escribir. Ellos empezaron el estudio de los kanji siendo ni- ños pequeños, cuyos poderes de abstracción estaban relativamente sin desarrollar y para los cuales la repetición constante era el único método enfocable; por tanto, no se les ha ocurrido nunca considerar una reorgani- zación de su pedagogía para aprovechar las facilidades que tiene el estu- diante de edad más avanzada con los principios generalizados. Esta desconsideración está tan extendida que debo reconocer que nunca he conocido a un solo profesor japonés que pueda decir que ha enseñado a un adulto extranjero a escribir los kanji de uso general básicos que todo aquél que haya superado el bachillerato japonés conoce. Nunca. Ni tampoco he conocido nunca a un adulto extranjero que pudiera decla- rar haber aprendido a escribir a este nivel con un profesor japonés nativo. No encuentro razón alguna para a³rmar que los japoneses son los más indicados para la enseñanza de la escritura solamente porque se trata, des- pués de todo, de su idioma. Debido a la naturaleza racional de los kanji, el caso es precisamente el contrario: el profesor japonés es un impedimento para aprender a asociar los signi³cados de los kanji con su forma escrita. La víctima evidente de los métodos convencionales es el estudiante; pero a un nivel más sutil, los profesores japoneses son también víctimas de la re- con³rmación de los puntos de vista no cuestionados, puesto que incluso los más entusiastas ven cómo se les niega prematuramente su sueño de internacionalizar su idioma. Existen aún otros problemas respecto al uso de este libro en combina- ción con el estudio formal en el aula. Primeramente, como he comentado anteriormente en esta Introducción, la e³ciencia del estudio de los kanji está directamente relacionada con el orden con el que se aprenden. Los cursos formales introducen los kanji según varios principios que no tienen nada que ver con la escritura. En muchos casos, la guía principal está cons- tituida por el orden que el Ministerio de Educación de Japón ha determi- nado que los niños japoneses deben seguir para aprender los kanji desde la educación primaria hasta la secundaria. Obviamente, aprender la escritura es mucho más importante que obtener un certi³cado de haber superado tal o tal otro curso. Y también de forma obvia, el adulto debe conocer todos los kanji de uso general para que tengan alguna utilidad para él. Cuando se trata de leer materiales básicos como los periódicos, el hecho de conocer la mitad o incluso tres cuartas partes de los kanji no ofrece mucho consuelo. Por tanto, la cuestión crucial para la pedagogía no es cuál es la mejor manera de aprobar algún nivel de aptitud intermedio, sino simplemente ® 17 cómo aprender todos los kanji de uso corriente del modo más e³ciente y ³able. Para ello, los “niveles” tradicionales de aptitud en kanji son simple- mente irrelevantes. Estoy convencido de que la respuesta radica en el au- toestudio, siguiendo un orden basado en el aprendizaje de todos los kanji. No conozco a ningún profesor de japonés que haya intentado utilizar este libro en las aulas. Sospecho que si lo hicieran, abandonarían pronto la idea. El libro se basa en la idea de que la escritura de los kanji se puede aprender independientemente de cualquier otro aspecto del lenguaje. También se basa en la idea de que el ritmo de estudio es diferente para una persona o para otra, y en cada persona, diferente en una semana que en la siguiente. El hecho de organizar el estudio según la rutina de la instrucción por grupos es totalmente opuesto a estas ideas. Esto nos lleva a nuestra segunda cuestión. Las razones de aislar la escri- tura de los kanji de su pronunciación derivan más o menos de lo que ya se ha dicho. La escritura y la lectura de los kanji se enseñan simultáneamente basándose en que una es inútil sin la otra. Y esto sólo hace que surja la cuestión básica de por qué no sería mejor y más rápido enseñar una des- pués de la otra, concentrándose en lo que para el extranjero es la tarea más simple, la escritura, y después pasar a lo más complicado, la lectura. Sólo hay que ver los progresos de los orientales no japoneses que han sido criados con los kanji para ver la lógica de dicho punto de vista. Por ejemplo, cuando los estudiantes chinos adultos se enfrentan al estudio del japonés, ya conocen el signi³cado de los kanji y cómo escribirlos. Sólo de- ben aprender cómo leerlos. El fabuloso progreso que realizan en compara- ción con sus compañeros occidentales se suele atribuir a su condición de “orientales”. De hecho, la pronunciación y la gramática china tienen tanto en común con el japonés como el español y el mismo japonés. Se trata de su conocimiento del signi³cado y de la escritura de los kanji lo que les da esa ventaja decisiva. Mi idea fue simplemente aprender de esta experiencia común y darles a los kanji una lectura inglesa, que luego fue adaptada al español para esta edición. Habiendo aprendido a escribir los kanji —que, repito, es la parte más lógica y racional del estudio del japonés— de este modo, nos encontraremos en una posición mejor para concentrarnos en el problema muchas veces irracional y sin normas de aprender cómo pro- nunciarlos. En una palabra, es difícil imaginar un modo menos e³ciente de apren- der la lectura y la escritura de los kanji que estudiarlas simultáneamente. Y sin embargo, este es el método que todos los libros de texto y cursos de japonés siguen. La creencia está demasiado arraigada como para arran- carla, si no es a través de la experimentación de lo contrario. Vale la pena decir que la mayoría de estas ideas e impresiones fueron desarrolladas tras haber aprendido yo mismo los kanji y haber publicado la primera edición de este libro. En ese momento estaba convencido de que se podían obtener aptitudes para escribir los kanji en cuatro o seis semanas 18 V si se dispusiera de todo el día para el estudio. Por supuesto, esta a³rmación fue tomada con más escepticismo que esperanza entre los profesores que tenían muchísima más experiencia que yo. No obstante, mi propia expe- riencia al estudiar los kanji y el relativamente pequeño número de perso- nas a las que he guiado directamente con los métodos de este libro han corroborado este cálculo, y no tengo ningún reparo en repetirlo aquí. Unas palabras acerca de cómo se llegó a escribir este libro. Empecé mis estudios un mes después de llegar a Japón sin tener absolutamente ningún conocimiento previo del idioma. Una serie de viajes por Asia retardaron mi llegada unas semanas, y por ello entré a una academia de idiomas en Kamakura y empecé a estudiar por mi cuenta sin tomar parte en el curso, que ya había empezado. Una cierta impaciencia causada por mi propia ignorancia, comparado con la gente a mi alrededor, junto con la libertad de dedicarme exclusivamente a estudiar el idioma, me impulsaron a estu- diar una gramática básica de introducción al japonés. Esto me proporcio- nó una idea general acerca de la construcción del idioma, pero, por supues- to, no me dio ningún tipo de facilidad para utilizarlo. Tras varias conversaciones con profesores y otros estudiantes com- prendí que debía empezar a estudiar los kanji lo antes posible, porque pare- cía que allí estaba el hueso más duro de roer. Sin tener ni idea del funcio- namiento de los kanji dentro del idioma, mas eso sí, habiendo encontrado mi propio ritmo, decidí —contra la opinión de casi todos los que me rodeaban— continuar el estudio por mi cuenta en vez de incorporarme a una de las clases de principiantes. Pasé los primeros días leyendo ávidamente todo lo que pude encontrar sobre la historia y la etimología de los caracteres japoneses, y examinando la gran variedad de sistemas que había en el mercado para su estudio. Fue durante esos días cuando la idea básica que yace en los cimientos de este li- bro surgió en mi mente. Durante las semanas siguientes me dediqué día y noche a experimentar con esa idea, que resultó funcionar lo su³ciente- mente bien como para animarme a continuar. Antes de ³nalizar el mes ha- bía aprendido el signi³cado y la escritura de 1.900 caracteres y estaba segu- ro de poder recordar lo que había aprendido. Poco tiempo después me di cuenta de que había ocurrido algo realmente extraordinario. El método que seguí se me antojaba tan simple, incluso infantil, que hasta me resultaba embarazoso hablar de él. Y todo había ocurrido tan naturalmente que no estaba preparado para la reacción que causó. Por un lado, en la escuela me acusaron de tener una memoria fotográ³ca de corta duración que haría que todo lo que había aprendido se desvaneciera en poco tiempo. Por el otro, había los que me instaban a escribir mis “méto- dos” para sacar provecho de ello. Pero me pareció que todavía me quedaba demasiado para aprender de la lengua japonesa como para permitirme el lujo de distraerme. En una semana, sin embargo, me convencieron para que, como mínimo, dejara ver mis notas. Dado que la mayoría estaban o en mi cabeza o en libretas repletas de apuntes ininteligibles o en tarjetitas caseras, decidí dedicar una hora al día a escribirlo todo sistemáticamente. ® 19 Esa hora pronto se convirtió en dos, luego en tres, y cuando me di cuenta lo había dejado todo a un lado para dedicarme a completar la tarea. A ³na- les del tercer mes llevé una copia lista para la impresión a la Universidad de Nanzan, en Nagoya. Durante los dos meses que llevó preparar la impresión añadí una Introducción. Gracias a la inestimable ayuda de la señora Iwa- moto Keiko de la editorial Tuttle, se distribuyeron la mayoría de las 500 copias impresas en librerías de Tokio, donde se vendieron en pocos meses. A partir de ahí, empezó la historia de reediciones y reimpresiones hasta lle- gar al momento actual. Tras el mes que pasé estudiando cómo escribir los kanji, no volví a repasar formalmente lo que había aprendido. (Estaba demasiado ocupado buscando otro método para simpli³car el estudio de la lectura de los carac- teres, que fue completado más tarde en un libro que sigue al que tienes en las manos2.) Cuando encontraba un nuevo carácter, lo aprendía como lo había hecho con los demás, y nunca tuve la sensación de que debía hacer un alto y volver atrás ni de que debía repetir el trabajo. Admito que el hecho de que actualmente uso los kanji diariamente en mis clases, investi- gación y escritos es una ventaja considerable. Pero sigo convencido de que toda mi rapidez y facilidad en aprender los debo a los procedimientos des- critos en este libro. Quizás solamente los que hayan seguido el método desde el principio hasta el ³nal puedan reconocer lo poco complicado y obvio que es y lo accesible que está a cualquier estudiante medio que desee invertir tiempo y esfuerzo en él. Pero aunque el método es simple y realmente elimina la necesidad de invertir mucho esfuerzo, hay que reconocer que la tarea no es de ningún modo fácil. Requiere tanta resistencia, concentración e imagina- ción como se le pueda dedicar. Barcelona, España 14 de diciembre de 2000 2 Remembering the Kanji ii: A Systematic Guide to Reading Japanese Characters (Tokyo: Japan Publications Trading Co., 9th impression, 1998). Tras este tomo apareció más tarde Remembering the Kanji iii: Writing and Reading Japanese Characers for Upper-Level Profi- ciency (Tokyo: Japan Publications Trading Co., 2nd impression, 1995), preparado con 20 V Tanya Sienko. primera parte Cuentos Lección 1 Empezaremos con un grupo de quince kanji que seguramente ya conocías antes de abrir este libro. Cada kanji cuenta con una única palabra clave que indica su sentido básico. Algunos de estos caracteres nos podrán servir más adelante como componentes, aunque en ese caso podrían tener un signi³cado distinto del que tienen en tanto que kanji. En este punto no es necesario memorizar el signi³cado especial que tienen dichos caracteres cuando hacen la función de componentes, pero hemos incluido algunas explicaciones adicionales precedidas por un asterisco [*] para futuras refe- rencias. El número de trazos se indica mediante un número entre corchetes al ³nal de cada una de las explicaciones. A continuación, ofrecemos también el orden de escritura trazo por trazo. Aprender cómo escribir cada uno de los kanji, trazo a trazo, en el correcto orden, es fundamental en esta pri- mera fase del estudio de los kanji, por lo que no hay que escatimar esfuer- zos en memorizar este aspecto desde el primer día. Aunque estos primeros caracteres te parezcan sencillísimos, intenta estudiarlos con un bloc de no- tas y lápiz bien cerca para reproducirlos a tu manera siguiendo las indica- ciones de este libro. Así, te habituarás desde el primer día a hacerlo de este modo. Para terminar comentaremos que cada una de las palabras clave ha sido escogida minuciosamente, por lo que tendrías que evitar dar cualquier otra interpretación a los kanji de esta lección para evitar confusiones más ade- lante. 1 uno s En la escritura china y japonesa, el número uno se repre- senta con un trazo horizontal, contrariamente al numeral romano i, que se encuentra en posición vertical. Parece algo evidente decir que se escribe de izquierda a derecha. ! * Cuando funciona como componente, este carácter pier- de el signi³cado clave y entonces esta única línea hori- ® 23 zontal adquiere el signi³cado de suelo o de techo según su posición: si se encuentra encima de otro componente, toma el signi³cado de techo; si está debajo, de suelo. 2 dos Ì Al igual que en el caso de los numerales romanos, en el que el numeral ii duplica al numeral i, el kanji de dos es una simple duplicación del trazo horizontal que signi³ca uno. El orden de escritura va de arriba abajo. El primer trazo es un poco más corto que el segundo. # $ 3 tres X Y una vez más, al igual que en el caso del numeral romano iii, que triplica al numeral i, el kanji de tres simplemente triplica un único trazo horizontal. Cuando escribas este carácter, quizá te sirva pensar en un bocadillo cuidadosa- mente preparado para no ensuciarte las manos con él: el contenido (el trazo del medio) debe ser más pequeño que las rebanadas de pan (trazos superior e inferior). Así, el trazo de en medio de este kanji es más corto que los otros dos. % & ( 4 cuatro v Este carácter está formado por dos componentes, boca S y piernas #, componentes que encontraremos en próximas lecciones. Supondremos que ya conocías de antes los números del 1 al 10, por lo que aplazaremos el “cuento” de este carácter hasta más adelante. Observa que el segundo trazo se escribe de izquierda a derecha y luego de arriba abajo. Esto concuerda con lo que hemos visto antes con los tres primeros números y nos per- mitirá establecer una norma general que deberías tener siempre muy presente a la hora de escribir caracteres más complicados: escribe de norte a sur, de oeste a este, de noroeste a sudeste. 24 V ) * + , / 5 cinco 2 Al igual que hemos hecho en el caso de cuatro, vamos a de- jar para más adelante el estudio de los componentes de este carácter. Observa que la norma general que hemos apren- dido en el cuadro anterior se aplica también en este caso, al escribir el kanji de cinco. 0 1 2 3 6 seis  Los componentes que forman este carácter son chistera 9 y patas !. Pero, al igual que hemos hecho anteriormente, de momento vamos a prescindir de una explicación. 4 5 6 7 7 siete Ì Observa que el primer trazo “atraviesa” limpiamente al segundo. Esta característica nos permitirá diferenciar el kanji siete del kanji que signi³ca cuchara 0 (cuadro 444), en el que el trazo horizontal termina un poco después de encontrarse con el vertical. 8 9 * En tanto que componente, esta forma toma el signi³cado de cortar en dados, en pequeños trozos, lo que concuerda tanto con el modo de escribir el carácter como con su asociación con el kanji de cortar ×, que aprenderemos más adelante (cuadro 85). 8 ocho k Al igual que el numeral arábigo “8” está formado por un pequeño círculo sobre otro círculo ligeramente mayor, el ® 25 kanji de ocho está formado por una línea corta seguida por otra línea un poco más larga, inclinada hacia la primera pero sin llegar a tocarla. Y al igual que el “8” recostado % es el símbolo matemático de “in³nito”, el espacio que se abre bajo estos dos trazos se asocia en Japón con la idea de “abarcarlo todo”. : ; 9 nueve G Si haces un pequeño esfuerzo para recordar el orden de tra- zos de este kanji, no tendrás di³cultades posteriormente para distinguirlo del kanji de fuerza j (cuadro 858). = ? * Como componente, podemos dar a este carácter el signi³cado de béisbol, ya que cada equipo de béisbol tiene nueve miembros. Aunque es un deporte más conocido en Centroamérica que en el resto del mundo de habla his- pana, no será difícil imaginar las cosas que se pueden ha- cer con un bate; eso nos ayudará a imaginar cuentos para los pocos kanji que usan este componente. 10 diez Y Si volteas este carácter 45º en cualquier dirección obtendrás la x que se utiliza para indicar diez en los números roma- nos. @ A * Como componente, este carácter retiene a veces el signi³cado diez y a veces toma el signi³cado de aguja, lo que deriva del kanji de aguja [ (cuadro 274). Como este componente forma parte de este kanji, no hay necesidad de preocuparse por una posible confusión entre los dos. De hecho, iremos siguiendo esta estrategia a menudo. 26 V 11 boca S Como muchos de los primeros caracteres que vamos a aprender, el kanji de boca es claramente un pictograma. En la escritura de los kanji no existe la forma circular, por lo que utilizaremos un cuadrado para indicar el círculo. B C D * Como componente, esta forma toma también el signi³cado de boca. Cualquiera de las múltiples imágenes que esta palabra sugiere, como una abertura o entrada a una cueva, la boca de un arma, de un río, así como la mis- mísima boca que tenemos en la cara, se puede utilizar como signi³cado del componente. 12 día Õ Este carácter pretende ser el pictograma de un sol. Si recor- damos lo que hemos comentado antes acerca de las formas redondeadas, no nos será muy difícil visualizar el círculo y la gran sonrisa que caracteriza a los dibujos más simples que hacemos del sol. Y nada mejor que un radiante y son- riente sol para tener un buen día. E F G H * Como componente, este carácter signi³ca sol, día y len- gua que se agita dentro de la boca. Este último sentido deriva de un antiguo carácter que no se encuentra en la lista de kanji más usuales (Q) que signi³ca algo así como “decir” y que se utilizaba en japonés antiguo para citar dichas clásicas. Este carácter se escribe casi exactamente igual que el carácter de sol, pero a diferencia de aquél, el trazo del medio no llega a tocar el trazo vertical de la parte derecha. 13 mes ½ Este carácter es en realidad un dibujo de la luna. Las dos líneas horizontales representan los ojos y la boca de la cara que solemos ver en la super³cie de la luna, dibujada por los ® 27 cráteres del satélite. Los ojos de la luna japonesa son tan alargados (¡es que es japonesa!) que se han unido en una sola línea (la superior), y en la línea inferior vemos la boca de esta luna con una generosa sonrisa. (En realidad, los japoneses ven una liebre dibujada en la super³cie de la luna, pero es un poco rebuscado intentar encontrar la lie- bre en el kanji de luna). Por supuesto, un mes no es más que la sucesión de las cuatro fases de la luna. J K L M * Como componente, este carácter puede tomar los signi³cados de luna, carne o parte del cuerpo. La razón de ello será explicada en capítulos posteriores. 14 campo de arroz , Este kanji es otro pictograma con la forma de un campo de arroz dividido en cuatro parcelas y visto desde el aire. Ándate con mucho cuidado al escribir este kanji para seguir correctamente el orden de trazos, cuyo principio es idéntico al que indicamos en el cuadro 4. N O P Q R * Cuando se usa como componente, el signi³cado suele ser el de campo de arroz, pero de vez en cuando tomará el signi³cado de cerebro, lo que se desprende del hecho de que la forma del kanji se parece un poco a esa masa de materia gris dividida asimismo en pequeñas parcelas que tenemos dentro del cráneo. 15 ojo ‡ Una vez más, si redondeamos los ángulos y curvamos las líneas centrales hacia arriba y hacia abajo respectivamente, obtendremos algo parecido al dibujo de un ojo. S T U V W * Como componente, este carácter mantiene su signi³cado de ojo, o más especí³camente, de globo ocular. Dentro de 28 V un kanji complejo encontraremos a veces este compo- nente recostado horizontalmente de este modo: {. Aunque solamente hemos identi³cado formalmente como componentes (los elementos que se combinan para formar otros kanji) nueve de los quince kanji que hemos visto en esta lección, algunos de los demás carac- teres pueden llevar a cabo dicha función de vez en cuando. Simplemente, estos últimos no aparecen con tanta frecuencia como para que valga la pena aprenderlos como componentes independientes ni darles signi³cados especiales. Dicho de otro modo, cuando uno de los kanji que ya hemos aprendido se encuentre dentro de otro kanji, éste conservará el signi³cado de su palabra clave a menos que le hayamos asignado especí³camente un signi³cado especial como componente. Lección 2 En esta lección aprenderemos qué es un “componente” utilizando los primeros quince kanji como piezas que se pueden unir para formar nue- vos kanji, dieciocho nuevos caracteres para ser exactos. En caso de que el signi³cado del componente sea diferente del de la palabra clave, es aconse- jable volver al cuadro original para refrescar la memoria. Sin embargo, de ahora en adelante deberías aprender tanto la palabra clave del kanji como el signi³cado del mismo carácter cuando funciona como componente a medida que vayan apareciendo. Hemos añadido un Índice de componen- tes al ³nal del libro, por si acaso quieres con³rmar el signi³cado de cual- quiera de ellos. 16 viejo ò Los componentes que forman este carácter son diez y boca, pero quizás lo encuentres más sencillo de recordar si lo asocias a un pictograma de una tumba con una cruz cla- vada encima (imagen macabra, sí, pero no por ello menos efectiva). No tienes más que pensar en esas películas de terror en las que a menudo aparecen las viejas tumbas cubiertas de telarañas y marcadas con una cruz. En muy pocos casos ignoraremos los componentes que forman el kanji para utilizar en su lugar un pictograma; esto sólo ocurrirá de vez en cuando en estas primeras fases ® 29 y prácticamente en ningún caso posteriormente. Así que no te preocupes por tener que aprender demasiados “dibu- jitos”. ] ^ _ ` a * Como componente, este carácter mantendrá el sentido de la palabra clave, es decir, viejo, pero siempre intentando hacer la noción abstracta tan grá³ca como sea posible. Por eso, vamos a darle el signi³cado de una tumba vieja. 17 yo 7 En realidad, hay varios caracteres que representan la pala- bra yo, pero los demás kanji suelen tener un signi³cado más especí³co que éste. La palabra clave, en este caso, ten- dría que interpretarse en el sentido puramente psicológico de “sujeto perceptivo”. El único lugar de nuestros cuerpos en el que se concentran los cinco sentidos con los que per- cibimos las sensaciones de nuestro alrededor es la cabeza, que tiene ni más ni menos que cinco bocas: dos agujeros de la nariz, dos oídos y una boca. Por tanto, cinco bocas equi- vale a yo. b c d e f g h 18 riesgo à ¿Recuerdas que cuando eras niño tu madre siempre insis- tía en que no miraras nunca directamente al sol porque se te podrían quemar los ojos? Seguramente debías de ser tan alocado como para atreverte a correr el riesgo de echar uno o dos vistazos rápidos al sol. Pero por otro lado, también debiste de dar el mismo consejo a alguien más cuando te hiciste mayor. También en este caso, el kanji con un sol en lo alto y un ojo justo debajo que lo observa tiene el sentido de riesgo (ver cuadro 12). i j k l m n o p q 30 V 19 compañera ¿ Según la historia que cuenta la Biblia, la primera compa- ñera que Dios creó para Adán fue Eva. Al verla, Adán exclamó “¡carne de mi carne!” Y ello es precisamente lo que este carácter expresa a través de sus muchos trazos. Recor- demos que el componente ½, aparte de luna, puede tomar los signi³cados de carne o parte del cuerpo. r s t u v w x y 20 claro g Siguiendo con la Biblia, Dios creó dos brillantes luces y las puso en el cielo para que veamos las cosas claras: el sol para que gobernase el día, y la luna para que gobernase la noche. Ambas luces representan una de las connotaciones más comunes de esta palabra clave: el sol, la luz clara que ilu- mina las cosas del día; y la luna, que aclara los misterios de la noche y proporciona inspiración a los poetas. z { | } ‚ ƒ „ … 21 canto − ¡Éste es de lo más fácil! Por una parte tenemos a una boca que no pro³ere ningún sonido (el director del coro) y dos bocas con sendas lenguas que se agitan en su interior (lo mínimo necesario para formar un coro). Así que sola- mente hay que pensar en la palabra clave, canto, como un coro monástico, y con ello el kanji será nuestro por los siglos de los siglos (ver cuadro 12). † ‡ ˆ ‰ Š ‹ Œ ‘ ’ “ ” ® 31 22 destello Æ ¿Qué es lo primero que nos viene a la mente cuando oímos la palabra destello? En la mayoría de los casos la imagen que aparecerá en nuestra mente será la de un diamante. Si colocamos un diamante a la luz del sol cada una de sus fa- cetas brilla como si fuera un sol en miniatura. Este kanji es un dibujo de un pequeño sol triplicado en forma triangular (es decir, “en todas partes”), lo que proporciona el sentido de algo que brilla por todos sus lados: como un diamante. Cuando escribas el componente tres veces, observa cómo la norma de escritura explicada en el cuadro 4 es cierta no solamente aplicada a cada uno de los elementos por sepa- rado sino también aplicada al carácter como un todo. – — ˜ ™ š › œ Ÿ ¡ ¢ £ 23 mercancías õ Al igual que pasaba con el carácter de destello, la triplica- ción de un único elemento en este carácter indica “en to- das partes” o “en gran cantidad”. Al pensar en las mercan- cías de la sociedad moderna, es casi inevitable pensar en algo que ha sido producido en masa, es decir, producido para las “masas” de bocas abiertas que esperan como crías de pájaro en el nido para “consumir” cualquier cosa que se ponga a su alcance. ¤ ¥ ¦ § ¨ © ª « ¬ 24 espina dorsal ¨ Este carácter es una representación de dos de las vértebras de la espina dorsal unidas por un único trazo. − ° ± ² ³ ´ μ 32 V 25 próspero Ä Lo que hemos mencionado en los cuadros 22 y 23, refe- rido a un mismo elemento escrito tres veces para indicar “en todas partes” o “en grandes cantidades” no era algo di- cho en broma. En este kanji podemos ver dos soles, uno encima del otro, lo que se puede confundir fácilmente con los tres soles del kanji de destello si no nos andamos con cuidado. Si pensamos en la palabra clave, próspero, podemos relacionarla con el sol fácilmente, ya que solemos referirnos a las épocas prósperas como “días soleados”. ¿Qué hay más próspero, entonces, que un hipotético cielo con dos soles? · ¸ ¹ º » ¼ ½ ¾ 26 temprano f Para recordar fácilmente este kanji diremos que es una representación de un girasol que recibe los primeros rayos del sol de la mañana. El girasol no está grá³camente repre- sentado en el dibujo pero lo podemos imaginar escondido en alguna parte debajo del kanji, dibujado en tinta invisi- ble. El sol de la mañana aparece temprano y lanza sus rayos cual a³ladas agujas (ver cuadro 10) hacia ese invisible gira- sol, que recibe esos rayos con los pétalos abiertos. ¿ À Á Â Ã Ä * Como componente, podemos dar a este kanji el signi³cado de girasol, evocando este idílico cuento que hemos inventado. 27 sol naciente 4 Podemos asociar este carácter a la bandera japonesa, que exhibe orgullosamente un archiconocido sol naciente. Imaginemos una peculiar bandera japonesa colgada de un bate de béisbol (cuadro 9) y tendremos una curiosa ima- gen de lo popular que ha llegado a ser el deporte del béisbol en el país del sol naciente. ® 33 Å Æ Ç È É Ê 28 generación › Normalmente se considera que una generación corres- ponde más o menos a un período de treinta (o diez más diez más diez) años. Si observas este kanji en su forma ³nal (sin tener en cuenta el orden de trazos) podrás ver tres ve- ces el número diez. Cuando escribas este kanji piensa que las líneas horizontales de debajo son simples líneas que indican la “suma” de esos tres dieces. Así, la suma de los elementos (diez, diez “más” y diez “más) nos da treinta, es decir, toda una generación. En realidad es mucho más fá- cil irlo escribiendo con un lápiz que leerlo en un libro. Ë Ì Í Î Ï 29 estómago f Para recordar los signi³cados especiales de los dos compo- nentes que forman este carácter tendrás que volver a los cuadros 13 y 14: se trata de carne (parte del cuerpo) y cere- bro. Lo que nos quiere decir este kanji es que la parte del cuerpo que se encarga de mantener en perfecto estado de funcionamiento al cerebro (proporcionándole todo tipo de nutrientes) es el estómago. Para no confundir el orden de los dos elementos al escribir el kanji, intenta pensar en un dibujo estilizado de una persona representado solamente por el cerebro encima y todas las demás partes del cuerpo debajo, sosteniendo al cerebro. Ð Ñ Ò Ó Ô Õ Ö × Ø 30 amanecer * Este kanji nos será fácil de recordar si vemos en él al dibu- jo de un amanecer, el momento en el que el sol acaba de salir majestuosamente de la línea del horizonte o suelo (ver de nuevo el cuadro 1) para dar paso al día. 34 V Ù Ú Û Ü Ý 31 vesícula biliar 6 Las dos piezas que forman este carácter son claramente visibles: a la izquierda encontramos el elemento que indica parte del cuerpo y a la derecha el carácter de amanecer que acabamos de ver. Lo único que no está muy claro es la rela- ción de todo esto con la vesícula biliar. Pues bien, la vesí- cula biliar secreta una sustancia llamada “bilis”, que muy a menudo asociamos en castellano al mal humor. ¿Conoces el proverbio, “No dejes que el sol se ponga sobre tu ira”? Pues bien, tiene su contrario en este kanji, que parece estar diciéndonos: “No dejes que el sol se levante sobre tu ira”. Quien sabe por qué, pero tras una noche de buen sueño nuestro mal humor suele desvanecerse. La vesícula biliar, entonces, se compone de la parte del cuerpo que causa la ira, ira que desaparece al amanecer del día siguiente. Pensar en este kanji nos puede dar un buen consejo: muchas veces es mejor dejar calmar nuestro furor o tantas otras sensaciones humanas poniéndonos a dormir y esperando el amanecer de un nuevo día. Þ ß à á â ã ä å æ 32 atravesar Ò Amanecer, anochecer, amanecer, anochecer.… Los días pasan siguiendo el ritmo del recorrido del sol, que se mu- eve desde un horizonte (el suelo) hacia el punto álgido al que llega al mediodía (el techo) y a continuación desapa- rece otra vez tras el horizonte del oeste, día tras día, atrave- sando el cielo y marcando el curso de nuestros días. ç è é ê ë ì Vamos a terminar esta lección con dos últimos caracteres pictográ³cos que resultan ser unos de los más fáciles a la hora de reconocer por su forma pero que están, a su vez, entre los kanji cuya escritura es de las más difíci- ® 35 les de recordar. Vamos a introducirlos ahora para efectuar una pequeña prueba y ver así si has estado bien atento o no en lo que respecta al orden de trazos de los caracteres que llevamos explicados hasta ahora. 33 cóncavo í ¿Qué otra palabra clave iría mejor para este kanji si no es cóncavo? Sólo hay que mirarlo bien: es la viva imagen de una lente cóncava (recuerda que hay que tener presente el fenómeno de cuadriculación que se lleva a cabo en la escri- tura de los kanji), que cuenta incluso con su pequeño “crá- ter”. Lo único que falta es aprender a escribirlo. í î ï ð ñ 34 convexo ¢ Gracias a este kanji y al anterior podrás entender perfecta- mente por qué los japoneses no tienen ningún problema en distinguir los conceptos convexo y cóncavo. Ojo con el ter- cer trazo, es de lo más extraño. Quizás ahora mismo no te resultará raro, pero cuando hayas terminado de estudiar este libro lo será, ya que los kanji de cóncavo y convexo son de los pocos casos en los que tendrás que trazar esta forma en japonés. ò ó ô õ ö Lección 3 Tras terminar la Lección 2, tendrías que tener bien claro cómo un kanji aparentemente complejo y de lo más difícil se puede desglosar en elemen- tos simples que hacen que recordarlo sea muchísimo más sencillo. Tras ³nalizar esta lección tendrías que tener una idea mucho más clara de cómo se realiza este proceso. Vamos a añadir un par de componentes más a los 36 V kanji que ya conocemos y veremos cuántos nuevos kanji podemos formar (en este caso dieciocho en total) y cuando hayamos terminado, añadir unos cuantos componentes más. Y seguiremos del mismo modo hasta que hayamos terminado de estudiar todos los kanji. En esta Lección 3 vamos a introducir nuevos componentes que NO son kanji por sí solos sino que se utilizan solamente para construir otros kanji. Estos componentes están indicados mediante un asterisco [*] en lugar de con un número. Como hemos dicho antes, no es necesario hacer un esfuerzo especial para estudiar estos componentes si no tienes di³cultades en aprenderlos a medida que van apareciendo. La pasmosa frecuencia con la que aparecen tendría que ser su³ciente para memorizarlos. * bastón + Este componente es simplemente un dibujo de un bastón, que arrastra consigo todas las connotaciones de debilidad y decrepitud que cualquiera asocia a un bastón. Raramente, muy raramente, aparecerá en posición horizontal, pero cuando eso ocurra, siempre atravesará por el medio a cual- quier otro componente. Así, no existe la posibilidad de confundirlo con el signi³cado del componente de uno (suelo, techo). a * gota , El signi³cado de este componente es obvio a primera vista, lo único que no estará claro es qué tipo de gota es en cada caso. Lo importante es no asociar esta idea a algo insigni³- cante como por ejemplo “una gota en el océano”, sino darle un sentido tan concreto que pueda producir un cambio radical (como una gota de arsénico en el café de la suegra). ) * En general, el componente se escribe de derecha a izquierda, pero hay veces en las que se puede escribir de izquierda a derecha. Si tienes di³cultades en recordar este aspecto, es posible que te ayude la imagen de un cuenta- gotas que suelta gotas de la sustancia que sea. En esta lec- ción veremos varios ejemplos. ® 37 35 antigüedad Ç Los días de la antigüedad necesitan un bastón. Los días de la antigüedad nos parecen tan lejanos actualmente que no nos costará nada imaginar a esos días apoyándose con un bastón por lo viejos que son ya. ù ú û ü ý 36 uno mismo À Puedes asociar este kanji con la imagen de un pictograma estilizado de la nariz, esa pequeña gota que la Madre Natu- raleza colocó entre nuestros ojos. Los japoneses se señalan la nariz con el dedo índice para referirse a ellos mismos (nosotros señalamos al pecho con la mano), y recordar ese detalle nos dará una buena pista para recordar uno mismo este kanji, aparte de habernos proporcionado una nota cul- tural. ! # $ % & ( * Se puede utilizar el mismo sentido de uno mismo cuando este kanji aparezca como componente, pero en muchos casos sería mejor proporcionarle el sentido de nariz (o, aun más concretamente, los agujeros de la nariz) por dos motivos: primero, porque concuerda con el cuento ante- rior; y segundo, porque se trata de la primera parte del kanji de nariz (cuadro 678). 37 blanco R El color blanco es una mezcla de todos los colores prima- rios. Eso se demuestra al colocar un prisma a la luz del sol, lo que hace que se desglosen todos los colores del arco iris a partir de esa luz solar blanca. Por lo tanto, una única goti- ta de sol contiene el color blanco. ) * + , / 38 V * Como componente, este carácter puede retener su signi³cado de blanco o bien adquirir el signi³cado más grá³co de pájaro blanco o paloma. Estos últimos signi³ca- dos provienen del hecho de que este componente aparece en la parte superior del kanji de pájaro, que veremos más adelante (cuadro 1941). 38 cien ß En Japón se conoce al 99 cumpleaños de una persona como el “año blanco” porque el kanji que se obtiene al restarle uno al kanji del número cien es el de blanco. 0 1 2 3 4 5 39 en _ Los elementos que encontramos en este kanji son bastón y boca. ¿Recuerdas el trauma que resultaba ser el momento de tomar el jarabe cuando estabas enfermo, de niño? ¿Te imaginas los problemas que debía de tener tu madre para intentar meterte el jarabe en la boca? No sería descabellado pensar que por la mente de la pobre mujer pasó más de una vez la idea de agarrar algo que estuviera a mano, como el bastón del abuelo, para meterlo entre tus dientes y así man- tener tu boca bien abierta mientras ella te hacía tragar el infame jarabe. Intenta mantener la imagen de algo que en- tra en algún sitio y te será in³nitamente más fácil recordar el sentido abstracto de esta palabra clave que intentar me- ter aceite de ricino en la boca de un niño rebelde. 6 7 8 9 40 mil æ Casi podríamos a³rmar que este kanji es demasiado simple como para ser desglosado, pero por amor a la práctica va- mos a ³jarnos en la gota de la parte superior y en el diez de la parte inferior. Puedes imaginarte a ti mismo expri- miendo unas gotas de tinta negra de tu vieja pluma estilo- grá³ca para añadir en un papel los ceros que faltan para cambiar el diez en un mil. ® 39 : ; = 41 lengua â El componente de boca y el carácter de mil forman la idea de lengua si uno piensa en un millar de bocas que hablan el mismo idioma, o dicho de otro modo, “que comparten una lengua común”. Es todavía más fácil si se toma literal- mente: imaginemos a un grupo de un millar de personas deslenguadas y por tanto incapaces de hablar que deben esperar su turno para poder expresar su opinión. Esa opor- tunidad llega en forma de una sola lengua, bien conservada en formol, que va pasando por turnos por las bocas de las mil personas. ? @ A B C D 42 caja para medir © Este es el carácter que indica la pequeña caja de madera que se utiliza en Japón para medir líquidos (concretamente equivale a un poco más de 1,8 litros) y también para beber sake en ciertas ocasiones solemnes. Si te imaginas el inte- rior de esta caja para medir llena de un millar de agujas ten- drás este kanji dominado. Imagina una copa repleta con mil agujas, ¡la auténtica pesadilla del bebedor compulsivo! Ve con mucho ojo al escribir este carácter, ya que es muy fácil confundirlo con el orden de trazos de mil. Esta dife- rencia nos dará la oportunidad de añadir una nueva norma de escritura que complementa a la que vimos en el cuadro 4: cuando un solo trazo atraviesa verticalmente un carácter, se escribe el último. E F G H 43 elevarse à Este carácter está claramente formado por dos componen- tes: un sol y una caja para medir (recordemos que esta caja también se utiliza como recipiente para beber sake). Ahora 40 V bien, el kanji da la impresión de un sol que se eleva desde dentro de una caja para medir. ¿Y por qué? Porque te has atontado tanto durante una noche de beber sake que inclu- so te parece que el sol mismo se pone y se levanta dentro de esa caja. Merece la pena mencionar otra vez que tienes que imagi- narte embriagado y mirando, con asombro, el sol eleván- dose de la caja para medir medio llena de sake. I J K L M N O P 44 redondo K Para nosotros, las expresiones “número redondo” o “re- dondear una cifra” indican la adición de una cantidad de algo, normalmente una cantidad muy pequeña, para acer- car el número a la decena más cercana. Así, si añadimos solamente una minúscula gota al nueve obtendremos un número redondo (el diez). Q R S * Como componente, este kanji tendrá el signi³cado de hombre gordo. Si piensas en una persona entrada en car- nes y te imaginas su silueta redondeada, inmediatamente te tendría que venir a la mente este componente. 45 medida š Antes de que se implantara el sistema métrico decimal en Japón, este kanji se utilizaba como unidad de medición (equivale a poco más de tres centímetros), y de aquí deriva su sentido de medida. En ese antiguo sistema de medición, este carácter representaba una décima parte de un shaku (kanji que encontraremos en el cuadro 1070). Así pues, este carácter representa una gotita de diez (¡pero ojo con el gancho ³nal!). T U V * Como componente, utilizaremos este carácter con el sen- ® 41 tido de cola o de pegado a. No es necesario inventar un cuento para recordarlo, ya que este componente aparece tan a menudo que incluso tendrías di³cultades para evi- tar recordarlo. 46 especialidad é Diez... campos de arroz... cola. Es posible interpretar de este modo los tres componentes que forman este kanji de arriba abajo. Si ahora intentáramos formar una frase senci- lla con estos tres elementos obtendríamos: “Diez campos de arroz pegados”. Una especialidad, ni qué decir tiene, se re³ere al “campo” especí³co de acción, de competencia, de una persona. De hecho, pocas personas se conforman con tener una sola especialidad y suelen intentar extender su competencia a otros campos, incluso hasta diez de ellos. Así pues, la ³gura de diez campos pegados pasa a expresar la idea de especiali- dad. W X Y Z [ ] ^ _ ` 47 Dr. N En la parte izquierda tenemos una aguja y en la parte dere- cha el kanji de especialidad más una gotita extra en la parte superior. Para recordar este kanji puede ser útil pensar en un doctor acupunturista, es decir un especialista de las agu- jas. La gotita de la parte superior representaría el punto que añadimos cuando utilizamos Dr., es decir, la abreviatura de la palabra doctor. Como norma general intentamos evitar este tipo de tru- cos que se apoyan en convenciones ortográ³cas abstractas. Pero creemos que con este kanji, en el que tenemos la oportunidad de reutilizar un kanji recién aprendido (cua- dro 46) para formar uno nuevo, vale la pena romper un poco nuestras propias reglas. 6 7 8 9 : ; = ? @ A B C 42 V * Este kanji, como componente, prescinde de la aguja de la izquierda y obtiene el signi³cado de acupunturista. Ya hemos visto anteriormente un ejemplo del modo de formar componen- tes a partir de otros componentes: se trata de la formación de amanecer a partir de sol y de suelo (cuadro 30). Vamos a mostrar dos ejemplos más de este mismo procedimiento para que después podamos llevarlo a cabo sin necesidad de volverlo a explicar. * vara de adivino í Este dibujo es una representación de una vara de adivino, compuesta por una gota y un bastón. Sin embargo, es fácil acordarse de este componente por sí solo. De forma alter- nativa, se puede interpretar como varita mágica. En cual- quier caso, este componente se utilizará para sugerir imá- genes de magia o de adivinación. El orden de trazos de este carácter, cuando funciona como componente, es hoy día tal como especi³camos. No obstante, hasta hace poco tiempo se solía escribir al revés (para inculcar buenos hábitos al estudiante y así conseguir una caligrafía más estilizada). a b * Este carácter no está dentro de la lista de kanji de uso general, pero cabe destacar que este componente es en realidad un kanji por derecho propio con prácticamente el mismo signi³cado que el carácter del próximo cuadro. 48 adivinación ç Este kanji es toda una maravilla de la simplicidad: un bas- tón de adivino con una boca, o, como diríamos más ordina- riamente, adivinación. Además, observa que la formación del kanji al escribirlo de arriba abajo concuerda con el signi³cado que le hemos dado: primero la varita mágica para adivinar el futuro, a continuación la boca del adivino que lo expresa en pala- bras. Esta asociación de ideas no será siempre posible, pero ® 43 en este caso nos aprovecharemos de la situación para dejar bien grabado este kanji en nuestra memoria. c d e f g 49 arriba î Normalmente solemos señalar con el dedo las dos direccio- nes, arriba y abajo. Pero los caracteres no siguen esta cos- tumbre y tendremos que inventar algún otro cuento que sea fácil de recordar. Si nos ³jamos en los componentes que forman el carácter podremos ver una varita mágica que se sostiene en vertical sobre el suelo por sí sola —má- gicamente—. De todos modos, es conveniente estudiar el siguiente cuadro también porque es mejor memorizar am- bos caracteres como una unidad, del mismo modo que nuestras palabras arriba y abajo se complementan perfec- tamente. h i j 50 abajo 4 Y aquí volvemos a ver nuestra misteriosa varita mágica col- gando por debajo del techo, sin nada ni nadie que la sujete. Seguramente ya imaginabas que pasaría esto después de ver el kanji de arriba. Aparte de memorizar estos dos caracte- res, ahora hemos tenido la oportunidad de ver mucho más claramente la función de los componentes techo y suelo (que de hecho es el mismo componente que cambia el sen- tido según su posición respecto del resto de los trazos que forman el kanji). k l m 51 eminente ß La palabra eminente sugiere una persona tan famosa o conocida como para merecer ser llamada “Su Eminencia”. Los componentes que forman este carácter son varita 44 V mágica y girasol, así que lo único que hay que hacer en este caso es imaginar al mago más eminente del planeta blan- diendo una varita mágica con forma de girasol intentando transformar todo lo que toca con su varita, al estilo hippie: haz el amor y no la guerra. n o p q r s t u * rocío $ Y aquí tenemos un segundo ejemplo de un componente formado por otros dos componentes, pero que no es un kanji por sí mismo. En la parte inferior encontramos el componente (que también es un kanji) que indica tem- prano o girasol. En la parte superior tenemos una aguja. Así pues, el rocío se forma muy temprano por la mañana, como pequeñas agujas de lluvia (aquí en sentido literal, no metafórico), que hacen que el girasol se abra en todo su esplendor. v w x y z { | } 52 mañana † A la derecha vemos la luna que va desapareciendo poco a poco con la primera luz de la mañana, y a la izquierda, el rocío que se esparce para despertar suavemente a la natura- leza y así prepararla para el calor que se avecina. Si te pue- des imaginar la luna que se dispone a esparcir rocío, cual ³nísimas agujas de lluvia, sobre tu jardín por la mañana, no tendrás problemas para recordar los distintos elementos que forman este carácter. v w x y z { | } ‚ ƒ „ … ® 45 Lección 4 Tal vez parezca que aceleramos un poco el ritmo, pero vamos a intro- ducir cinco nuevos componentes. Estos componentes son extremada- mente sencillos de recordar tanto por su frecuencia de aparición como por su forma. Pero es fundamental tener presente que no vale la pena estudiar los componentes por sí solos. Solamente los introducimos sistemática- mente para hacer que su aprendizaje sea automático. * patas ! Este componente, al igual que los cuatro siguientes, no es un kanji por sí solo, aunque supuestamente es un derivado de k, el carácter que signi³ca ocho, que aprendimos ante- riormente. El componente patas aparece siempre debajo de otro componente dentro del kanji y su signi³cado está siempre relacionado con las patas de cualquier tipo de ani- mal. Desde las garras de un oso hasta los tentáculos de un pulpo, pasando por los minúsculos piececitos de un ciem- piés. El único animal que no tiene cabida en este selecto club es nuestro amigo el homo sapiens, cuyas piernas ³gu- ran en el próximo cuadro. A veces el término patas se asocia metafóricamente con las patas de los muebles, pero es mejor retener el signi³cado del componente como patas de ani- males. (Y ahora ya puedes volver a revisar el cuadro 6.) Z [ * piernas # Observa que estas piernas de persona son bastante más estilizadas y más evolucionadas que las patas de los demás animales. La pierna de la izquierda, la que escribimos en primer lugar, es recta. En cambio, la de la derecha se curva grácilmente y termina formando un gancho. Evidente- mente, estas piernas no se parecen en nada a las piernas de ningún ser humano que conozcamos, pero tienen la apa- riencia de alguien que está dando un paseo, especialmente si comparamos su forma con la de las patas de los animales. Si en su momento tuviste di³cultades para recordar la escritura del número cuatro, ahora es el momento ideal 46 V para volver al ataque. X Y * viento Ï El nombre de este componente deriva del kanji de viento (cuadro 524). Este tipo de componentes se llaman “envol- ventes” porque los demás elementos se suelen escribir den- tro del marco que forman, aunque este elemento también se puede encontrar en su forma reducida Ï, y en tal caso no hay espacio para nada en su interior. Lo más importante que hay que recordar al escribir este elemento es que el segundo trazo se dobla hacia afuera, como si una ráfaga de viento hubiera soplado desde atrás. Además de su signi³cado básico de viento, también podremos utilizar a veces la imagen de una veleta. La relación es evidente. ‰ Š * empaquetado & Como en el caso de viento, el elemento que signi³ca empa- quetado es también un componente “envolvente” que se puede escribir alrededor de otros componentes, pero que a su vez cuenta también con una forma comprimida. En los casos en los que no envuelve nada (suele ocurrir cuando no hay espacio su³ciente) y se coloca en la parte superior del kanji, desaparecerá el pequeño gancho del ³nal del segun- do trazo y quedará así: +. El sentido de empaquetar tiene el matiz de algo “atado y amordazado” o de algo empaque- tado fuertemente. ‹ Œ * cuernos ( Este componente siempre aparecerá en la parte superior del elemento con el que tenga relación y siempre estará unido o casi unido a la primera línea horizontal que se encuentre debajo de él; nunca hay que dejar que los cuer- nos μoten en el aire. Para evitar este error, incluso se añade a veces un trazo horizontal (como un uno). El último kanji ® 47 que veremos en esta lección nos servirá de ejemplo. Este elemento tiene un signi³cado tan amplio que puede referirse a cuernos de toros, búfalos, cabras y alces, pero nunca se referirá al tipo de trompeta llamado cuerno (ni tampoco, por supuesto, a los cuernos que nos pueda poner nuestra pareja). Lo mejor que se puede hacer en el caso de los elementos con múltiples signi³cados es encontrar un sentido que para ti resulte de lo más vívido y ceñirte a él lo máximo posible. ‘ ’ 53 único ï Cuando nos topemos con palabras clave abstractas como ésta, la mejor manera para recordarlas es inventar una frase sencilla pero sugerente en la que aparezca la palabra en cuestión. Pero ejemplo, sería útil la expresión “es el único de su especie”. Entonces sólo nos faltará imaginar a un hombre en una feria invitando a la gente a entrar a su ten- derete para ver a una extraña criatura única en el mundo que sólo tiene una gigantesca boca y dos patitas, parecida al famoso “Pacman” de los videojuegos. ¡Pasen y vean! “ ” – — 54 almeja Š Para memorizar los componentes que forman este kanji, es decir, un ojo y unas patas, lo primero que viene a la mente es pensar en un pictograma de una almeja con su capara- zón protector en la parte superior y dos pequeñas patas que sobresalen de la parte inferior. Pero seguramente, antes de quince minutos nos haríamos un lío sobre cuántas estrías tenía ese caparazón. En ese caso, es mejor imaginarnos una pavorosa almeja con un solo ojo gigantesco, corriendo por la playa con sus patitas y dando un susto de muerte a los bañistas domingueros. ˜ ™ š › œ Ÿ ¡ * Cuando actúa como componente, muchas veces nos será 48 V conveniente memorizar este kanji con el sentido de ostra, caparazón o mejillón. En ocasiones, también, tomará el signi³cado de dinero, puesto que antiguamente los capa- razones de los moluscos desempeñaban la misma función que nuestras monedas actuales. 55 recto Ì Y aquí tenemos al componente que acabamos de ver, alme- ja, y una varita mágica encima de él: ya tenemos al kanji de recto. Al ³n y al cabo, ni las almejas ni los demás moluscos son capaces de caminar rectos; la verdad es que necesitaría- mos a todo un mago con todo el poder de su varita mágica para poder ser testigos de un fenómeno como éste. ¢ £ ¤ ¥ ¦ § ¨ © ª 56 empleado ‚ ¿Qué relación tendrán una almeja y una boca para llegar a formar un kanji con el signi?

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