Factores implicados en el cambio de los estereotipos: Variables endógenas y exógenas (PDF)
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Universidad de Murcia
2008
Carolina Vázquez Rodríguez y Mª del Carmen Martínez Martínez
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Summary
This study analyzes the effects of various factors influencing stereotype change. It considers endogenous factors (related to the individual, such as information processing, motivation, and perceived threat) and exogenous factors (related to the situation, such as the type of information provided and methods of measuring change). The study highlights the importance of using consistent measurement methods and standardized pre-test/post-test designs to gain a better understanding of these factors.
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anales de psicología © Copyright 2008: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia. Murcia (España) 2008, vol. 24, nº 1 (junio), 33-41 ISSN edición impresa: 0212-9728. ISSN edición we...
anales de psicología © Copyright 2008: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia. Murcia (España) 2008, vol. 24, nº 1 (junio), 33-41 ISSN edición impresa: 0212-9728. ISSN edición web (www.um.es/analesps): 1695-2294 Factores implicados en el cambio de los estereotipos: Variables endógenas y exógenas Carolina Vázquez Rodríguez* y Mª del Carmen Martínez Martínez Universidad de Murcia Resumen: Este trabajo analiza el efecto de distintos factores implicados Title: Implied factors in the modification of stereotypes: endogenous and en la modificación de los estereotipos. Partiendo de los modelos sociocog- exogenous variables. nitivos, se consideran dos tipos: exógenos y endógenos. Como factores Abstract: This paper analyzes the effects of different factors implied in endógenos, los relativos al sujeto, se analiza el procesamiento de la infor- stereotype change. Leaving of the sociocognitive models, two types of mación, la motivación, la percepción de amenaza, la tipicalidad percibida y factors are considered: exogenous and endogenous. As endogenous fac- la variabilidad. Como factores exógenos, relativos a la situación, se consi- tors, that the perceiver, we focus on information processing, the motiva- deran el tipo de información ofrecida a los sujetos y las diferentes formas tion, the threat perception, the perceived typicality and the variability. As de medir y evaluar el cambio producido en el estereotipo. Dadas las dife- exogenous factors, the situation, the type of information offered to the rencias en medidas y procedimientos las conclusiones sobre la influencia individuals and the different forms of measure and evaluate the stereotype de las variables no son unánimes, además de impedir la comparación. El change are commented. Although in some cases the conclusions about artículo defiende la necesidad de unanimidad en las formas de medida y la the influence of certain variables are unanimous, in others studies the ventaja que supondría el uso de investigaciones con un modelo pre-test results are opposite and don't allow the comparison since the used proce- pos-test. dures, the stimuli and the measures to evaluate the change are very differ- Palabras clave: Cambio de estereotipos; tipos de medidas; tipicalidad; ent. The article defends the necessity of unanimity in the measure forms variabilidad; motivación. and the advantage that it would suppose the use of investigations with a model pre-test post-test. Key words: Stereotype change; measures; typicality; variability; motiva- tion. Introducción contabilidad, conversión y subtipos. En ellos, sin destacar la influencia intergrupal, se explica el proceso de cambio desde El estudio de la modificación del estereotipo, iniciado en la un nivel de análisis individual y manipulando la información década de los 80, ha tenido diferentes etapas y aproximacio- contradictoria en función de la cantidad (muchos o pocos nes. Como producto de las relaciones intergrupales está suje- ejemplos) y distribución de la misma (concentrada en unos to a las características de éstas, aunque la predisposición para pocos ejemplos o dispersa a lo largo de muchos). el cambio varía según su contenido y el contexto (Eberhardt El modelo de contabilidad defiende que el estereotipo se y Fiske,1996; Worchel y Rothberger, 1996; Wyer, Sadler y modifica por el efecto sumatorio de la información contra- Judd, 2002). Los mecanismos que intervienen en la modifi- ria. Cuando una persona recibe información desconfirmato- cación son muchos y de diferente naturaleza. En este estudio ria, la procesa y la acumula, de forma que la suma de éstas se analizan los factores que afectan al cambio de los estereo- consigue alterar el estereotipo (Rothbart, 1981). Por ello la tipos, agrupándolos en función de su carácter endógeno, forma de presentación de la información desconfirmatoria, relativos al perceptor, o exógeno, relativos al contexto. bien sea concentrada en unos pocos ejemplos, o dispersa, La definición de estereotipo está ligada a la orientación presentada a lo largo de muchos ejemplos, es indiferente; la teórica desde la que se intenta explicar, así como al carácter importancia radica en la cantidad de datos que se muestren. unidimensional o multidimensional que se atribuye al cons- En definitiva, lo fundamental es que encontremos muchos tructo (Martínez, 1996). Tradicionalmente ha designado la casos desconfirmadores. percepción de que los miembros de una categoría o grupo El modelo de conversión considera que el cambio se mantienen los mismos atributos (Brown, 1998), considerán- efectúa mediante un proceso de todo o nada, razón por la dose, por tanto, erróneos e incluso negativos en sus efectos. que no es necesario presentar mucha información descon- Desde una orientación cognitiva se destaca fundamental- firmatoria, sino aquella que sea bastante relevante. (Weber y mente su carácter esquemático (Ashmore y DelBoca, 1981) Crocker, 1983). La información desconfirmatoria debe po- o como afirman Greenwald et al. (2002) “el estereotipo es la seer mucha fuerza para que contradiga de manera consisten- asociación de un grupo social a un conjunto de atributos” (p. te el estereotipo imperante. Este modelo se apoya en la afir- 5). En cualquier caso, el estereotipo es una representación mación de que la evaluación de un único estímulo es más mental que se determina culturalmente y que por tanto está rápida y menos exigente, cognitivamente hablando, que las sujeto a los cambios sociales, ideológicos y culturales. comparaciones múltiples que se producirían entre varios De todas las propuestas formuladas sobre la modifica- sujetos presentados con rasgos contraestereotípicos y el re- ción de estereotipos, cabe destacar el trabajo de Weber y sto de los miembros del grupo (Robinson y Hastie, 1985). El Crocker (1983), el cual constituye un hito para la Psicología modelo de conversión adquiere fuerza porque las personas Social. Este estudio distinguió tres modelos sociocognitivos: hacemos primeramente un juicio del ejemplo presentado que luego se aplica, a través de la generalización, a los otros miembros del grupo. * Dirección para correspondencia [Correspondence address]: Caroli- na Vázquez Rodríguez. Facultad de Psicología. Universidad de Murcia. El modelo de subtipos considera que la información des- Campus de Espinardo. 30100 Murcia. E-mail: [email protected] confirmadora debe presentarse de forma dispersa a través de - 33 - 34 Carolina Vázquez Rodríguez y Mª del Carmen Martínez Martínez distintos ejemplos. Esto originará la creación de un subtipo otra categoría que no altera el estereotipo primario (Johns- que, al separar la información contradictoria del estereotipo ton, Hewstone, Pendry y Frankish 1994). actual del grupo, generará una nueva categoría. De este mo- En resumen, los tres modelos (ver Tabla 1) se diferen- do, cuando mostramos la información incongruente de ma- cian en la importancia que conceden a la cantidad, cualidad y nera dispersa, se produce un cambio en el nivel de categori- forma de presentar la información contraria al estereotipo. zación de un nivel supraordinal a otro inferior y menos ge- El modelo de contabilidad se centrará en el número de suje- nérico. En este modelo lo relevante no es el tamaño de la tos desconfirmadores, sin atender a las cualidades de estos muestra (cantidad), sino la proporción de ejemplares que con- sujetos desconfirmadores, ni al proceso cognitivo que des- tradicen el estereotipo. El proceso que se sigue al subtipificar encadena la creación del estereotipo. Igualmente el modo en es atender a los elementos que no corresponden con la in- que se presenta la información desconfirmadora también es formación almacenada, ya que éstos son diferentes al resto irrelevante para este modelo. En cuanto al modelo de subti- de miembros del grupo, se consideran excepciones y no pos aquí debemos destacar la importancia del proceso de representan al grupo como conjunto. Este modelo presenta creación del estereotipo; ya que el individuo estereotipa en la dos versiones: la visión extrema considera que la subtipifica- medida en que se le presenta la información dispersa entre ción se realiza cuando los ejemplos presentados son muy varios ejemplares y desencadena la aparición de los subtipos. diferentes; lo que produce más cambio son los desconfirma- Por último, en el modelo de conversión lo fundamental es la dores extremos. La versión débil defiende que es una desvia- fuerza con que destaca el estereotipo entre el resto de cuali- ción moderada la que permite la creación del subtipo y un dades imperantes del ejemplar. De igual modo la informa- mayor cambio del estereotipo ya que el caso extremo genera ción se deberá presentar concentrada en uno pocos ejempla- res para dotar de fuerza a estas cualidades. Tabla 1: Características de los modelos de cambio de estereotipos INFORMACIÓN Cantidad Cualidad Proceso Modo de presentación Contabilidad Relevante Irrelevante Irrelevante Irrelevante MODELOS Subtipos Irrelevante Irrelevante Relevante Dispersa Conversión Irrelevante Relevante Irrelevante Concentrada Factores implicados en el proceso de cambio sos de categorización en términos de exclusión e inclusión, modelo propuesto por Schwarz y Bless (1992a), y previa- Hablar de cambio en los estereotipos supone atender tanto mente construido por Barsalou (1987), Martín, Seta y Crelia al conjunto de factores que los activan como a los que in- (1990). Según este modelo, al efectuar un juicio elaboramos hiben su aparición. Estos factores pueden ser de muchos una representación mental del objeto, a la vez que activamos tipos: sociales, ideológicos, individuales, etc. Este estudio la del estereotipo o prototipo que tenemos almacenado. Este toma en consideración dos tipos de elementos implicados en proceso desencadena una comparación entre el estereotipo la modificación de los estereotipos clasificándolos en rela- ejemplar y la nueva información recibida, situando en un ción a su carácter endógeno (individuales) o exógeno (situa- mismo plano a ambos. Ahora bien, en este proceso inclui- cional). mos la información almacenada previamente y la que reci- bimos temporalmente (Higgins, 1996). Por tanto la manifes- A.- Factores endógenos tación de nuestros juicios será reflejo del modo en que éstos se hayan procesado. Hablamos de factores endógenos cuando la predisposi- Este mecanismo se puede trasladar al modelo de cambio ción para modificar el estereotipo proviene de elementos o de estereotipos. Cuando aludimos a los términos inclu- motivos internos al sujeto. Ello puede estar relacionado con sión/exclusión, nos referimos al proceso que modifica el el modo de captar e interpretar la acción, la forma de proce- estereotipo dependiendo de la favorabilidad del estímulo: sar la información, etc. En concreto dentro de esta categoría aparecerán juicios más positivos de un grupo gracias a la se incluyen variables como el manejo de la información, la inclusión de un nuevo elemento evaluado positivamente motivación, la amenaza percibida, la percepción de tipicali- (Stapel y Schwarz, 1998). Por el contrario, si el elemento que dad del sujeto estímulo y la variabilidad percibida. incluimos es considerado desfavorable, los juicios hacia el grupo se hacen más negativos (Schwarz y Bless, 1992b). Procesamiento de la información Asimismo, en los modelos de cambio (contabilidad, conver- sión y subtipo) de estereotipos se asume que el ejemplar El manejo de la información entrante remite, entre otros, inconsistente al estereotipo desencadena un cambio en la al proceso de categorización. Ante información de un sujeto representación del estereotipo grupal siempre que éste sea atípico que no se ajuste al estereotipo de su grupo, utiliza- incluido en la representación ya establecida del grupo mos nuestros recursos cognitivos para categorizarlos. Bless, (Hewstone, 1994; Kunda y Oleson, 1995). Schawarz, Bodenhausen y Thiel (2001) hablan de los proce- anales de psicología, 2008, vol. 24, nº 1 (junio) Factores implicados en el cambio de los estereotipos: Variables endógenas y exógenas 35 Un aspecto relevante que influye en el procesamiento de Asimismo, intentan individualizar sus juicios, lo que da co- la información es la carga cognitiva. En relación a este as- mo resultado la evitación del estereotipo. En general, la in- pecto hallamos dos posturas contrapuestas. Dado que nues- formación que no se adecua al estereotipo es relativamente tra capacidad cognitiva es limitada, cuanto mayor sea la carga más beneficiosa para el cambio de estereotipos que la infor- menos precisos y atentos estaremos a la información nueva. mación que si lo hace (Fiske y Neuberg, 1990). La informa- En estas situaciones la modificación del estereotipo es muy ción consistente es redundante con la que ya se conoce, por difícil. Estudios donde se utiliza el modelo de subtipo como esta razón las personas que están motivadas atienden a la los de Gilbert y Hixon (1991), Macrae, Hewstone y Griffiths información inconsistente evitando la activación de los este- (1993), Stangor y Duan (1991) así lo demuestran. Estos es- reotipos. No obstante, los procesos de impresión individua- tudios consideran que los factores que minimizan la probabi- lizada son necesarios pero no suficientes para reducir el este- lidad de que cambie el estereotipo en la vida real son múlti- reotipo, y ello pese a que la persona esté motivada. Sólo ples. Razón por la cual los sujetos continúan buscando in- cuando los sujetos atienden a la información inconsistente y formación que confirme los estereotipos obviando de este están motivados a cambiar sus estereotipos es más fácil que modo toda aquella información que los desconfirme (Johs- estos se modifiquen (Neuberg, 1990). Tanto los estudios de ton y Macrae, 1994; Trope y Thompson, 1997). Erber y Fiske (1984) como los de Moreno y Bodenhausen, Por el contrario otros estudios basados también en el (1999) señalan que las personas obviamos nuestros estereo- modelo de subtipo han hallado que la carga cognitiva lleva a tipos cuando estamos altamente motivados para ser precisos una mayor modificación del estereotipo (Kunda y Oleson, y exactos en relación a los juicios que emitimos. 1995; Moreno y Bodenhausen, 1999). Yzerbyt, Coull y Ro- cher (1999) explican este hallazgo afirmando que tener re- Amenaza cursos disponibles no es garantía de juicios correctos. Sin carga, el sujeto despliega sus recursos y aplica estrategias La amenaza es un factor que dificulta la modificación del para anular el efecto de la información incongruente. Por el estereotipo. La teoría de la Identidad Social (Tajfel y Turner, contrario, cuando está inmerso en otra tarea no accede tan 1986) indica que cuando los sujetos se sienten amenazados fácilmente a su material cognitivo por lo que su grado de por un miembro del exogrupo, la primera reacción que estereotipia será menor. muestran es activar rápidamente sus estereotipos. Una vez que han sido activados los generalizan a todos los miembros Influencia de la motivación de dicho grupo. Por tanto, la presencia de amenaza reduce la probabilidad de cambio de estereotipos en respuesta a la Cuando hablamos de motivación nos referimos al estado información desconfirmatoria. Por esta razón las diferencias interno en el que se encuentra la persona y que le conduce al que se establecen al presentar la información concentrada o mantenimiento o modificación del estereotipo. Queller y dispersa desaparecen cuando la amenaza es manifiesta Smith (2002) han señalado que en el estudio de los estereo- (Johnston et al., 1994). tipos no se deben obviar los aspectos motivacionales, ya que el estereotipo no es sólo un constructo cognitivo, sino el Percepción de Tipicalidad resultado de la combinación de variables motivacionales y cognitivas. Además, se tiene constancia de que para activar La percepción de tipicalidad en el sujeto estimulo es uno automáticamente los estereotipos es necesaria una conside- de los factores principales que inciden en la modificación de rable motivación y una dosis de esfuerzo cognitivo (Fiske, estereotipos. En concreto, son muchas las investigaciones 1998). donde se destaca este factor y no la subtipificación como el La evidencia de la influencia de los aspectos motivacio- desencadenante del cambio. Para Hewstone, Macrae, Grif- nales en el cambio de los estereotipos no es del todo conclu- fiths, Milne y Brown (1994) la única variable realmente me- yente, en ocasiones, esta variable se muestra como precurso- diadora en la modificación de los estereotipos es la tipicali- ra del cambio (Moreno y Bodenhausen (1999); mientras que dad percibida en los sujetos desconfirmadores. Evidente- otras investigaciones relacionan esta variable con un aumen- mente esta percepción no es incompatible con la aparición to en la aplicación de nuestros estereotipos (Fiske, Neuberg, de subtipos, ésta puede preceder, suceder u ocurrir parale- Beattie y Milberg, 1987). lamente al proceso de subtipificación. Pero también sabe- El hecho de que las personas estereotipen de forma au- mos que cuando los sujetos desconfirmadores se consideran tomática o por defecto implica que en gran numero de cir- muy atípicos las personas no cambian sus estereotipos (Hill cunstancias no prestamos atención a la información descon- y Augoustinos, 2002; Johston y Hewstone, 1992). En defini- firmatoria ni a la información inconsistente con el estereoti- tiva, la percepción de tipicalidad es una variable de difícil po; únicamente aplicamos los estereotipos sin valorar ni la manejo en cuanto a su manipulación experimental pero tam- situación, ni al sujeto (Fiske, Neuberg, Beattie y Milberg, bién en relación a como es percibida. Si queremos que se 1987). Ahora bien, cuando los sujetos se encuentran moti- desencadene un cambio en el estereotipo del grupo, el sujeto vados a formar impresiones exactas de las personas, estos desviado debe poseer diferencias con respecto a los otros mismos individuos se esfuerzan en procesar las impresiones. anales de psicología, 2008, vol. 24, nº 1 (junio) 36 Carolina Vázquez Rodríguez y Mª del Carmen Martínez Martínez miembros del grupo pero éstas no deben ser excesivas para po. Por tanto, si unimos una alta tipicalidad con una alta evitar que sea aislado y que se subtipifique. saliencia la probabilidad de que el estereotipo cambie, au- Un aspecto influyente en la percepción de tipicalidad es menta. Estas dos variables no constituyen únicamente una el grado de identificación con el endogrupo: los miembros suma de factores sino que interactúan desencadenando un endogrupales desviados se consideran menos típicos por efecto beneficioso para que se deje de estereotipar. Este aquellos individuos que se sienten más identificados con el efecto se manifiesta en el nuevo miembro del exogrupo. endogrupo. De este modo percibir al sujeto desviado como Unido al modelo de personalización hay otro elemento menos típico permite a las personas salvaguardar la imagen clave que influye sobre la tipicalidad: las relaciones que se de su grupo (Castano, Yzerbyt, Bourguignon y Seron, 2002). establecen entre categoría y exemplar (Rothbart y John, Así pues, la imagen del endogrupo cambia como consecuen- 1985; Smith, 1992; Hewstone, 1996). Precisamente la gene- cia de la relación que se establece entre el sujeto desviado, o ralización de un rasgo a toda la categoría se produce por las contraestereotípico, y la pertenencia al grupo. Otro aspecto relaciones establecidas entre categoría y el ejemplar que les que determina la percepción de tipicalidad es el contexto: en es presentado como desconfirmatorio (Sedikides et al., 1998). contextos relevantes los desconfirmadores se consideran Para Ensari y Miller (2002) la personalización es un pro- más atípicos que en contextos irrelevantes (Wyer et al, 2002). ceso más útil que la individualización puesto que induce en De ello podemos deducir que si percibimos a los sujetos el sujeto efectos motivacionales, los cuales están ausentes desconfirmadores como típicos, es decir, consideramos que cuando los sujetos son inducidos experimentalmente a la representan a la categoría, se producirá una modificación del individualización. Si la información que le proporcionamos estereotipo. Este efecto aumenta si la información se presen- al sujeto es individualizada, la persona perceptora descatego- ta de forma dispersa. Sin embargo, presentarla de forma riza a ese individuo. Si, además, esa nueva información es concentrada supone aislar a los desconfirmadores y generar inconsistente con el estereotipo de la categoría, este estereo- un subtipo (Castano et al, 2002). tipo se debilita (Rothbart et al., 1996). Por tanto la importan- Los modelos que han abordado el análisis de la tipicali- cia del conocimiento grupal disminuye cuando un sujeto dad son cuatro. recibe información individualizada sobre una persona de- terminada (Brewer y Miller, 1984; Fiske y Neuberg, 1990). a.- Modelo de categoría saliente En resumen, personalización y saliencia o personaliza- Un sujeto saliente es aquel que el resto del grupo toma ción y tipicalidad son componentes de un encuadre coopera- como referencia para activar sus estereotipos y al que se le tivo que determina el nivel de prejuicio exogrupal y con ello considera como mejor representante de la categoría. Además la modificación del estereotipo. la saliencia de una categoría se incrementa cuando atende- mos a las diferencias intergrupales. Este hecho aumenta la c.- Hipótesis de las representaciones emparejadas conciencia de pertenencia a un grupo y la asociación de En términos de Rothbart y John (1985), para que las miembros grupales a evaluaciones positivas o negativas (Taj- impresiones estereotípicas cambien, la información descon- fel, 1978). Incrementar la saliencia grupal provoca en los firmatoria debe asociarse con la etiqueta del grupo. Las per- individuos la realización de comportamientos orientados al sonas efectuamos la representación mental de los grupos grupo. Por tanto, y de cara al cambio de estereotipos, cuan- asociando, correcta o incorrectamente, nuestros esquemas do el contacto cooperativo entre grupos se produce, se re- cognitivos con los atributos de los sujetos considerados ducen los estereotipos grupales y no se considera al grupo miembros típicos del grupo. La hipótesis de las representa- como un todo. De este modo, siempre que el sujeto saliente ciones emparejadas se explica relacionando contacto, actitud se considere típico obtenemos efectos beneficiosos, ya que y comportamiento, de forma que un cambio en uno se vin- nuestra evaluación del grupo es más positiva (Ashmore, cula con otro. Si las categorías sociales se representan a tra- 1970; Brown et al. 1999; Van Oudenhoven et al., 1996). vés de los miembros más típicos, entonces un cambio de actitud hacia dicho sujeto implica un cambio en la represen- b.- Modelo de personalización tación. Las personas, al establecer contacto positivo con El modelo de personalización (Brewer y Miller, 1984; miembros de un exogrupo estereotipado evocan actitudes Ensari y Miller, 2001; Miller y Harrington, 1992) utiliza el más positivas hacia ese grupo (Pettigrew y Tropp, 2000), concepto de tipicalidad y no el de saliencia. Según este mo- hecho que conduce a un mayor cambio del estereotipo. delo la interacción con un miembro exogrupal activa senti- mientos y provoca comparaciones. La comparación que d.- Modelo de ejemplar surge entre el yo y el otro reduce la emisión de respuestas Los cambios en las evaluaciones grupales surgen cuando categorizadas o estereotipadas. la persona estímulo, o ejemplar, aparece como un sujeto Como señalan Ensari y Miller (2002) percibimos a una per- típico del grupo al que representa, pero exhibiendo rasgos sona como típica cuando se parece, habla o actúa de acuerdo contrarios al estereotipo. Tradicionalmente, la hipótesis del con el estereotipo establecido para su grupo. Cuando el suje- contacto (Allport, 1954) ha tratado de identificar las condi- to no se considera típico se trata como una excepción, lo ciones bajo las cuales los atributos de un ejemplar individual que conduce al mantenimiento del prejuicio y del estereoti- que desconfirma el estereotipo se generaliza a la categoría anales de psicología, 2008, vol. 24, nº 1 (junio) Factores implicados en el cambio de los estereotipos: Variables endógenas y exógenas 37 como un todo (Rothbart y John, 1985). Si atendemos a la percepción de heterogeneidad relacionada con el contacto hipótesis del contacto, esta se centra fundamentalmente en debilitaría el uso del estereotipo (Park y Judd, 1990). Sin identificar las condiciones (igual estatus, contacto positivo en embargo los resultados de Hewstone y Hamberger (2000) un clima cooperativo) (Amir, 1969; Brewer y Miller, 1984; ponen en tela de juicio tal afirmación. Sólo hay un apoyo Rothbart y John, 1985) bajo las cuales los atributos de un parcial a la idea de que aumentando la variabilidad percibida ejemplar individual que desconfirma el estereotipo, se gene- disminuye el estereotipo. En primer lugar, porque en sus raliza a la categoría como un todo. No obstante, esta visión investigaciones no hay un efecto principal de la variabilidad, optimista ha sido cuestionada por distintas investigaciones, y en segundo lugar, porque sólo las manipulaciones conjun- en concreto por las corrientes más cognitivistas (Kunda y tas de variabilidad y forma de presentación demuestran que Oleson, 1995). la modificación del estereotipo será mayor con una forma de presentación dispersa en condiciones de baja variabilidad, y Variabilidad usando medidas de tendencia central. Un aspecto clave en la formación del estereotipo es el B.- Factores exógenos relativo a la variabilidad grupal, es decir, el grado de seme- janza entre los elementos con respecto a un rasgo dado, y en Consideramos como factores exógenos todos aquellos relación al grupo en general (Doosje, Spears y Ellemers, relativos a la situación experimental y que parecen incidir en 2002). El análisis de este aspecto, al contrario que el del con- la modificación del estereotipo, es decir, todo los agentes tenido, es relativamente reciente, pues no es hasta la década contextuales que envuelven al sujeto en la emisión o inhibi- de los ochenta cuando adquiere importancia. En concreto, ción de los estereotipos. Estudiamos como elementos de fueron Quattrone y Jones (1980) quienes demostraron que cambio externos dos: el tipo de información presentada y los los sujetos perciben más variación dentro del endogrupo que procedimientos para medir el cambio. del exogrupo. El estereotipo, como señalan Wyer, Sadler y Judd (2002), El estereotipo, además de incluir información sobre los se modifica ante información inconsistente, pero este cam- rasgos y conductas atribuidos al grupo, también contiene bio depende del contexto comparativo donde aparezca el información sobre cómo se distribuyen y varían éstos entre mismo. El efecto del contexto en grupos estereotipados los miembros del grupo. Gracias a la percepción de variabi- acentúa las diferencias intergrupo y conduce a un aumento lidad, los sujetos saben que todos los miembros de un grupo de la homogeneidad intergrupal. Así pues, en un contexto no son idénticos por lo que la consideración de heterogenei- grupal los estereotipos se polarizan (Oakes et al., 1998), lo dad debilita el uso del estereotipo (Judd y Park, 1988; Linvi- que facilita la modificación del mismo. lle, Fischer y Salovey, 1989; Lambert, 1995). Una percepción del exogrupo como heterogéneo permite cierta flexibilidad Tipo de información en las cogniciones (Kruglanski, 1989), e incrementa el uso de información individualizada (Park, Judd y Ryan, 1991), pero El estudio de la modificación de los estereotipos se lleva no necesariamente ayuda a cambiar el estereotipo. Como a cabo a través del uso de tres tipos de información: confir- defiende Srull (1981) un esquema que incorpora muchas matoria, o información que se adecua a la categoría, seudore- excepciones lo admite todo. De hecho, y atendiendo al mo- levante, también denominada irrelevante o neutra y discon- delo de subtipos, creer que un grupo es muy heterogéneo forme, o contraria a la categoría. Cuando la información se puede inhibir el cambio de su estereotipo (Hewstone et al. ajusta a la categoría las expectativas son confirmadas y la 1994). categoría se afianza (Hamilton et al., 1990; Oakes, Turner y La percepción de variabilidad se ve afectada por el con- Haslam, 1991); los estereotipos se mantienen gracias a la texto social y los juicios que en él se hacen. Así pues, debe- adecuación que se establece entre la información proporcio- mos analizar los factores que inciden en la percepción de la nada y nuestras creencias. La información congruente con el misma, ya que ésta no depende sólo de la naturaleza del gru- estereotipo, permite una disminución en los niveles atencio- po. La evidencia empírica señala que los sujetos perciben nales y un procesamiento menos profundo. Además este más variabilidad en su grupo, en un contexto intragrupo que procesamiento se efectúa desde cualquier nivel (Sherman, et en un contexto intergrupo (Haslam, Oakes, Turner y al., 1998; von Hippel et al., 1993), sin necesidad de profundi- McGarty 1995), y que una posición de alto status también zar demasiado en la situación. Por este motivo es difícil que desencadena mayor percepción de homogeneidad (Jetten, esta información provoque un cambio en la representación Spears, Hogg y Manstead, 2000). Asimismo la identificación mental que el sujeto mantiene sobre el grupo estereotipado. con el grupo aumenta la percepción de homogeneidad (Le- Además, la información diagnóstica está sujeta a la influencia yens, Yzerbyt y Schandron 1994). del contenido en el razonamiento predictivo y al estado evo- Otro aspecto relacionado con la percepción de variabili- lutivo de los sujetos (Castañeda y Rodrigo, 2001). dad es el temporal. Stangor et al. (1996) consideran que el Cuando la información es seudorelevante los percepto- aumento de la variabilidad esta ligado al contacto que los res, en general, la obvian (Fiske, Neuberg, Beattie y Milberg, individuos establecen a lo largo del tiempo, de forma que la 1987) o la interpretan en relación a las expectativas de su anales de psicología, 2008, vol. 24, nº 1 (junio) 38 Carolina Vázquez Rodríguez y Mª del Carmen Martínez Martínez categoría (Hilton y von Hippel, 1990). La información ambi- subtipificación los desconfirmadores se agruparan como los gua sirve pues a la confirmación. Cuando la información más atípicos. Este procedimiento lo han usado Hewstone, desmiente el estereotipo, se considera no representativa de la Johston y Air (1992b), Hewstone y Hamberger (2000) y categoría general (Krueger y Rothbart, 1988; Kunda y Ole- Jonhston y Hewstone (1992). son, 1995) y los estereotipos, de este modo, pueden “justifi- car” la información desviada. 3.- La medida de cluster ha sido una de las más usadas en el La información incongruente es la empleada para obser- estudio de subtipos. Hewstone et al. (1994) aplican como var el cambio de creencias con respecto de un estereotipo, método para evaluar la modificación de los estereotipos una evaluando el impacto de la misma (Hewstone et al., 1992b; medida de subtipos a través de la realización de un clustering Johnston y Hewstone, 1992). Este tipo de información gene- de recuerdo, junto a una prueba de recuerdo libre. En esta ra estrategias de procesamiento más elaboradas que la in- investigación, al igual que en los estudios de Jonhston y formación consistente al estereotipo, (Darley, Fleming, Hil- Hewstone (1992) y Hewstone, et al. (1992b), tampoco em- ton y Swann, 1988; Macrae, Shepherd y Milne, 1992). En plean el índice de estereotipia como variable relevante en el determinados contextos el sujeto manifiesta preferencia por análisis de la modificación. emparejar la información al estereotipo, más que por dis- ociarla. Esto se debe a que el procesamiento requiere menos 4.- La evaluación de la confusión de memoria se basa en la hipó- esfuerzo y la información se representa dentro de un este- tesis de que los errores acerca de qué sujetos realizaron dife- reotipo basado en su estructura de conocimiento (Boden- rentes comportamientos son buenos indicadores de disolu- hausen y Lichtensteine, 1987; Bodenhausen y Wyer, 1985; ción del estereotipo. Este procedimiento ha sido usado por Macrae, Hewstone y Griffiths, 1993; Stangor y Duan, 1991). Johnston et al. (1994) encontrando la mayor confusión de En general la información considerada incongruente se actos desconfirmadores en la situación concentrada y de olvida fácilmente, como verifican distintas investigaciones confirmadores en la dispersa. (Macrae et al., 1997). Los sujetos recuerdan la información inconsistente solo bajo condiciones específicas, por ejemplo, 5.- La clasificación de rasgos se usa también como indicador de cuando las expectativas son débiles, cuando las incongruen- la creación de subtipos. Hewstone et al. (2000) evalúan la cias son muy fuertes y cuando los perceptores tienen unas percepción de semejanza, destacando la importancia de la metas muy consolidadas. En definitiva, para modificar el variabilidad de la muestra. Calculan tanto la percepción de estereotipo tenemos que usar información desconfirmatoria, tipicalidad, como la evaluación de los rasgos consistentes e a pesar de que existe un sesgo contra la información descon- inconsistentes. Además miden el índice de estereotipia. En firmatoria y éste sea el mayor impedimento para reducir el cuanto a las medidas de subtipo, de nuevo, son obviadas. estereotipo en situaciones cotidianas (Cameron y Trope, 2004). 6.- Las descripciones abiertas de subtipos serían, en puridad, el único procedimiento que refleja la construcción de subtipos Instrumentos de medida de forma espontánea, según la consideración de Weber- Kolleman, (1985). Uno de los aspectos esenciales en el estudio de la modi- ficación del estereotipo es el procedimiento usado para eva- En consecuencia no podemos hablar de un patrón fijo luar el cambio. Los instrumentos de medida varían según las de medición. Las medidas de tipicalidad y semejanza son distintas investigaciones por lo que no existe acuerdo sobre redundantes, conceptual y empíricamente, mientras que la qué tipo de medición es el más idóneo. Tras la clasificación medida de confusión no correlaciona con las anteriores, ya realizada por Weber-Kollman (1985), Park, Wolso y Judd que captura la organización en la memoria de los miembros (2001) han resumido las medidas empleadas como indicado- de los grupos y no una valoración global de parecido entre res de subtipos. En principio seis son los procedimientos los sujetos (Park et al., 2001). Si en el método de cluster la usuales para evaluar el cambio: agrupación se produce como efecto de la forma de presenta- ción, parece que las tres primeras medidas mencionadas 1.- La clasificación de sujetos: requiere de los sujetos que agru- serían las más adecuadas para la evaluación de los subtipos. pen los estímulos en función de semejanzas y diferencias. Este procedimiento ha sido ampliamente utilizado por dis- Discusión tintos investigadores (Hewstone et al. 1992a; Jonhston y Hewstone, 1992), pero, en puridad, es una variable indepen- La investigación sobre la modificación de los estereotipos ha diente, y no reflejo de un subtipo sino una prueba de la efi- consolidado hallazgos sobre cómo proceder para asegurar el cacia de la manipulación (Park et al., 2001). cambio de los mismos. Es obvio que el cambio de los este- reotipos debe ser analizado compilando tanto factores cog- 2.- La evaluación de la tipicalidad: se solicita a los sujetos que nitivos como sociales. La investigación sociocognitiva ha valoren en qué medida consideran a los sujetos confirmado- demostrado que la modificación del estereotipo, como ya res y desconfirmadores como típicos de su grupo. Si opera la hemos visto, depende tanto de factores externos como in- anales de psicología, 2008, vol. 24, nº 1 (junio) Factores implicados en el cambio de los estereotipos: Variables endógenas y exógenas 39 ternos. Hacer una disquisición de este proceso teniendo en Además sabemos que los estereotipos negativos entre gru- cuenta una sola variable sería un error. Es decir, para un pos se consolidan a edades muy tempranas (Jimenez de la análisis exhaustivo es necesario el estudio de dicho proceso Peña, Cantó, Fernández y Barret, 2003). Por tanto para ge- adoptando un posicionamiento holista. A la vez que no neralizar los resultados es fundamental usar estereotipos con debemos obviar el carácter de flexibilidad del que están do- un nivel de consolidación semejante y atender tanto al con- tados los estereotipos. En concreto, si nos centramos en los tenido como al proceso que los genera y mantiene (Wyer, modelos cognitivos observamos que la información con- 2004). gruente al estereotipo facilita a la persona el procesamiento En cuanto a la instrumentación comprobamos como el de la información. El sujeto reduce la utilización de los ni- material de medición varía según las distintas investigacio- veles cognitivos. Asimismo como explican Sherman, et al. nes. En ocasiones, encontramos cierta incongruencia en (1998) y von Hippel et al. (1993), ante información con- emplear un tipo de medición u otro. Por consiguiente no gruente al estereotipo el sujeto procesa la información desde podemos hablar de un patrón fijo de medición. Se incluyen cualquier nivel. Este no tiene necesidad de ahondar dema- nuevos factores, al tiempo que se excluyen otros. En cuanto siado en la situación. Esto es, ante información confirmato- a los métodos de medición sucede lo mismo, se añaden nue- ria o congruente al estereotipo, la modificación de la repre- vas variables y se obvian otras. sentación mental con respecto a un objeto estereotipado es En general, nos es difícil extrapolar los estudios de labo- difícil que se produzca. En consecuencia es complicado que ratorio al contexto real. Estereotipo-persona-situación se esta información constituya un cambio en la representación encuentran estrechamente ligados y separar un término de mental del sujeto acerca del grupo estereotipado. Sin embar- otro resulta imposible. Los avances en el estudio del cambio go, con información desconfirmatoria el sujeto si analiza el de los estereotipos trasladados a programas de intervención, contenido de los estereotipos, desencadenando, de este mo- no producen los resultados deseados (Hill y Agoustinos, do, el cambio o el mantenimiento de los mismos. 2002). Como señala Hewstone (1994), para generalizar los De igual modo, como señala Hewstone (1994), la dificul- resultados se debe trabajar con grupos de estudiantes que tad para modificar un estereotipo también depende de su estén dispuestos a estereotipar. En general, las muestras con grado de consolidación. Es más difícil modificar un estereo- las que se trabaja el análisis de la modificación del estereoti- tipo fuertemente consolidado y extremadamente negativo po pueden influir en los resultados y conclusiones que se (ej. estereotipos raciales o étnicos) que estereotipos asocia- obtengan. Por tanto sería interesante trabajar con personas, dos en características no visibles, ya que en ocasiones las las cuales, a priori, manifestarán unos niveles altos de estereo- características psíquicas sirven como base para reforzar y tipia. De este modo, con este tipo de muestra observar la mantener la percepción de diferencias (Rothbart y John, modificación del estereotipo sería más fácil. 1985). Al mismo tiempo es necesario controlar el grado de En definitiva, es necesario profundizar en todas las cau- relevancia y fuerza de los estereotipos con los que se trabaja. sas externas e internas que nos hacen aceptar o rechazar el La inclusión de categorías profesionales no es igual de rele- contacto con los demás, obviando o destacando la informa- vante que el uso de grupos étnicos, religiosos o políticos. ción que dichos estereotipos nos proporcionan. Referencias Allport, G. W. (1954). The nature of prejudice. Cambridge: Addison Wesley. Brewer, M. B. y Miller, N. (1984). Beyond the contact hypothesis: Theorical Amir, Y. (1969). Contact hypothesis in ethnic relations. Psychological Bulletin, perspecctives on desegration. En N. Miller y M. B. (Eds.), Groups in con- 71, 319-342. tact: The psychology of desegregation (pp. 281-302). Orlando, FL: Academic. Ashmore, R. D. (1970). Solving the problem of prejudice. En B. E. Collins Brown, R. (1998). Prejuicio, su psicología social. 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Analizamos algunas características generales de esta función, así como algunos ejemplos específicos de funciones de utilidad sencillas que encontraremos a lo largo de este libro. Axiomas de la elección racional Una forma de iniciar el análisis de las elecciones de los individuos es plantear un conjunto bá- sico de postulados, o axiomas, que describen el comportamiento “racional”. Si bien distintos con- juntos de tales axiomas han sido propuestos, todos ellos se asemejan en que parten del concepto de “preferencia”; es decir, cuando un individuo afirma que “A es preferible a B”, se entiende que, tomando en cuenta todos los elementos, él considera que estará mejor en la situación A que en la B. Se supone que la relación de esta preferencia tiene tres propiedades básicas: I. Completas: Si A y B son dos situaciones cualesquier, el individuo siempre podrá especificar con exactitud una de las tres posibilidades siguientes: 1. “A es preferible a B”, 2. “B es preferible a A”, o 3. “A y B son igual de atractivas”. Por tanto, se supone que la indecisión no paraliza a los individuos; es decir, éstos com- prenden totalmente las dos alternativas y siempre son capaces de decidir cuál de las dos es la deseable. El supuesto también excluye la posibilidad de que un individuo pueda afirmar que A es preferible a B y también que B es preferible a A. II. Transitivas: Si un individuo afirma que “A es preferible a B” y que “B es preferible a C”, entonces también afirmará que “A es preferible a C”. Este supuesto plantea que las elecciones internas de un individuo son consistentes. Podemos someter este supuesto a un estudio empírico. Por lo general, estos estudios con- cluyen que las elecciones de una persona son, de hecho, transitivas, pero que es preciso modificar estas conclusiones cuando el individuo no comprende totalmente las consecuen- cias de sus elecciones. Dado que asumiremos que, en la mayor parte de los casos, los indi- viduos eligen con información completa (aun cuando en la parte 7 y en otras secciones analizaremos la incertidumbre), la propiedad de la transitividad sería un supuesto acertado cuando hablamos de preferencias. 70 Parte 2 Elección y demanda III. Continuas: Si un individuo afirma que “A es preferible a B”, entonces las situaciones que se “acercan” convenientemente a A también serán preferibles a B. Necesitaremos este supuesto relativamente técnico para poder analizar las respuestas de los individuos ante los cambios relativamente pequeños de los ingresos y los precios. El objeto de este supuesto es descartar ciertos tipos de preferencias discontinuas que están en el límite y serían un problema para formular, en términos matemáticos, una teoría de la elección. Al parecer, el hecho de asumir la continuidad no pasaría por alto algunos tipos de comportamiento económico que son importantes en el mundo real. Utilidad Dado que las preferencias son completas, transitivas y continuas, ahora podremos demostrar, formalmente, que la gente es capaz de ordenar todas las situaciones posibles, clasificándolas de la menos a la más deseable.1 Los economistas, siguiendo la terminología que introdujo Jeremy Bentham, el teórico político del siglo XIX, se refieren a esta clasificación llamándola utilidad.2 También seguiremos a Bentham cuando afirmamos que las situaciones más deseables aportan más utilidad que las menos deseables. Es decir, si una persona prefiere la situación A a la B, en- tonces diríamos que la utilidad que asigna a la opción A, que escribiremos como U(A), es ma- yor que la utilidad que asigna a B, U(B). Ausencia de unicidad en las mediciones de la utilidad Incluso podríamos asignar números a estas clasificaciones de la utilidad, pero éstos no serán úni- cos. Cuando asignamos arbitrariamente una serie de números para reflejar con exactitud el orden original de preferencias, ello implicará el mismo conjunto de elecciones. No habrá dife- rencia alguna si decimos que U(A) = 5 y U(B) = 4 o si decimos U(A) = 1 000 000 y U(B) = 0.5. En ambos casos, los números implican que A es preferible a B. En términos técnicos, nuestro concepto de utilidad sólo se definiría como una transformación (“monótona”)3 que conserva un orden. Un conjunto cualquiera de números que refleje con precisión el orden de preferencias de una persona será suficiente. Por tanto, no tiene sentido preguntar: “¿Qué tanto más preferible es A que B?” porque esta pregunta no tiene una respuesta única. Las encuestas que piden a la gente que clasifique su “felicidad” en una escala del 1 al 10 también podrían utilizar una escala del 7 al 1 000 000. Casi lo único que podríamos esperar es saber que la persona que un día dice estar en el “6” de la escala y al siguiente dice estar en el “7”, de hecho, está más contenta el se- gundo día. Por tanto, las clasificaciones de la utilidad son como las clasificaciones ordinales de los restaurantes o de las películas que utilizan una, dos, tres o cuatro estrellas. Éstas simple- mente reflejan que unos bienes son más deseables en relación con otros del mismo conjunto. Esta falta de unicidad cuando se asignan números a la utilidad también explica por qué no podemos comparar las utilidades de dos personas. Si una persona afirma que comer un filete le aporta una utilidad de “5” y otra afirma que el mismo filete le aporta una utilidad de “100”, no podemos saber cuál de los dos individuos concede más valor al filete porque ellos podrían estar empleando escalas muy distintas. De manera análoga, no tenemos manera de medir si el paso de la situación A a la situación B ofrece más utilidad a una persona que a otra. No obstante, como veremos, los economistas dicen mucho respecto a la clasificación de la utilidad cuando analizan lo que la gente escoge voluntariamente. 1Estas propiedades y su relación con la representación de las preferencias mediante una función de utilidad, están analizadas con gran de- talle en Andreu Mas-Colell, Michael D. Whinston y Jerry R. Green. Microeconomic Theory, Oxford University Press, Nueva York, 1995. 2J. Bentham. Introduction to the Principles of Morals and Legislation, Hafner, Londres, 1848. 3Podemos expresar esta idea matemáticamente diciendo que una clasificación numérica cualquiera de la utilidad (U) se puede transfor- mar en otro conjunto de números mediante la función F siempre y cuando F(U) mantiene un orden. Esta condición se garantiza si F ¡(U) > 0. Por ejemplo, la transformación F(U) = U 2 mantiene un orden, al igual que la transformación F(U) = ln U. En algunos puntos de este libro y de los problemas tal vez encontremos que es conveniente realizar estas transformaciones para facilitar el análisis de deter- minado orden de utilidades. Capítulo 3 Preferencias y utilidad 71 El supuesto ceteris paribus Dado que la utilidad se refiere a la satisfacción general, es evidente que diversos factores afec- tarán este indicador. La utilidad de una persona no sólo depende de los bienes materiales que consume, sino también de sus actitudes psicológicas, de las presiones de su grupo social, de sus experiencias personales y del entorno cultural en general. Los economistas tienen un interés general por analizar estas influencias, pero normalmente tienen que estrechar su enfoque. Por tanto, una práctica común consiste en dirigir nuestra atención exclusivamente a las elecciones entre opciones cuantificables (por ejemplo, las cantidades relativas de alimentos y cobijo que han sido adquiridas, el número de horas trabajadas por semana o la elección entre tasas fiscales concretas), pero manteniendo constantes todos los demás factores que afectan el compor- tamiento. Todos los análisis económicos de las elecciones para maximizar la utilidad recurren al supuesto ceteris paribus (manteniendo todos los demás factores como constantes), a efecto de facilitar el análisis de las elecciones en un contexto simplificado. Utilidad derivada del consumo de bienes Como un ejemplo importante del supuesto ceteris paribus, veamos el problema de un individuo que debe elegir, en un momento determinado, si consume n bienes de entre x1, x2,... , xn. Supondremos que podemos representar la forma en que el individuo clasifica estos bienes em- pleando una función de utilidad con la fórmula utilidad = U(x1, x2,... , xn; otras cosas), (3.1) donde las x se refieren a las cantidades de los bienes que podría elegir y la notación “otras cosas” nos recuerda que, para el análisis, mantenemos constantes muchos aspectos del bienestar del individuo. Con frecuencia es más fácil escribir la ecuación 3.1 como utilidad = U(x1, x2,... , xn) (3.2) o, si sólo estamos considerando dos bienes, utilidad = U(x, y), (3.2') donde es evidente que todo lo demás permanece constante (es decir, fuera del marco de análi- sis) excepto los bienes expresados explícitamente en la función de utilidad. Resultaría muy te- dioso recordar en cada paso qué es lo que estamos manteniendo constante en el análisis, pero es preciso recordar que siempre estará operando alguna forma de supuesto ceteris paribus. Argumentos de las funciones de utilidad Utilizamos la notación de la función de utilidad para indicar cómo un individuo clasifica los ar- gumentos de la función en cuestión. En el caso más frecuente, utilizaríamos la función de utili- dad (ecuación 3.2) para representar cómo un individuo clasifica ciertos conjuntos de bienes que podría adquirir en un momento determinado. En algunos casos utilizaremos otros argumentos para la función de utilidad, por lo cual es conveniente dejar en claro algunas convenciones de la notación desde el principio. Por ejemplo, tal vez sea útil hablar de la utilidad que un individuo recibe de su riqueza real (W). Por tanto, utilizaremos la notación utilidad = U(W ). (3.3) A menos de que el individuo sea una persona muy avariciosa, la riqueza, por sí misma, no aporta ninguna utilidad directa. Por el contrario, la riqueza sólo produce utilidad cuando se gasta en el consumo de bienes. Por tal razón, supondremos que la ecuación 3.3 quiere decir que la utilidad derivada de la riqueza proviene, de hecho, de gastarla de tal manera que pro- duzca la máxima utilidad posible. 72 Parte 2 Elección y demanda En capítulos posteriores utilizaremos otros dos argumentos en las funciones de utilidad. En el capítulo 16 nos ocuparemos de la elección del individuo que escoge entre trabajo y ocio y, por tanto, tendremos que considerar la presencia del ocio en la función de utilidad. Utilizare- mos una función con la siguiente forma utilidad = U(c, h) (3.4) En este caso, c representa el consumo y h representa las horas en las que no trabaja (es decir, el ocio) durante determinado periodo de tiempo. En el capítulo 17 nos interesarán las decisiones de consumo del individuo en distintos perio- dos de tiempo. En ese capítulo utilizaremos una función de utilidad con la fórmula utilidad = U(c1, c2), (3.5) donde c1 es el consumo en el periodo presente y c2 es el consumo en el periodo siguiente. Por tanto, al cambiar los argumentos de la función de utilidad, podremos centrarnos en aspectos concretos de las elecciones de un individuo en contextos simplificados. Así, en resumen, iniciaremos nuestro análisis del comportamiento del individuo con la si- guiente definición: DEFINICIÓN Utilidad. Se supone que las preferencias de los individuos están representadas por una fun- ción de utilidad de la forma U(x1, x2,... , xn), (3.6) donde x 1, x2,... , xn son las cantidades de cada uno de los n bienes que podrían consumirse en un periodo. Esta función es única hasta que la transformación de la misma altere el orden. Bienes económicos En esta representación consideramos que las variables son “bienes”; es decir, independiente- mente de las cantidades económicas que representen, suponemos que, dentro de un periodo, los individuos prefieren más de un xi particular que menos. Suponemos que esto ocurre con todos los bienes, ya sea un bien de consumo simple, como una hamburguesa, o un agregado complejo, como la riqueza o el ocio. La figura 3.1 representa esta convención en el caso de una función de utilidad de dos bienes. En la misma, todos los conjuntos de consumo dentro del área sombreada son preferibles al paquete x*, y* porque un paquete cualquiera en el área som- breada ofrece, cuando menos, más de uno de los bienes. Por lo tanto, de acuerdo con nuestra definición de “bienes”, las canastas de bienes del área sombreada tienen una clasificación más alta que x*, y*. Asimismo, las canastas en el área señalada como “peor” son claramente inferio- res a x*, y* porque, cuando menos, incluyen menos de uno de los bienes y no incluyen más del otro. Las canastas de bienes en las dos áreas señaladas con signos de interrogación resul- tan difíciles de comparar con el par x*, y* porque incluyen más de uno de los bienes pero menos del otro. Los movimientos para entrar en estas áreas implican intercambios entre los dos bienes. Intercambios y sustitución La mayor parte de la actividad económica implica que los individuos realizan transacciones vo- luntarias. Por ejemplo, cuando una persona compra una barra de pan, al hacerlo estará renun- ciando voluntariamente a algo (dinero), a cambio de otra cosa (pan) que tiene más valor. A efecto de analizar este tipo de transacción voluntaria, tendremos que crear un marco formal para poder ilustrar los intercambios en el contexto de la función de utilidad. Capítulo 3 Preferencias y utilidad 73 FIGURA 3.1 Los individuos prefieren más que menos de un bien El área sombreada representa las combinaciones de x y y que son contundentemente preferibles a la combinación x*, y*. Ceteris paribus, los individuos prefieren más que menos de un bien cualquiera. Las combinaciones señaladas con “?” impli- can cambios ambiguos del bienestar, porque incluyen más de un bien pero menos del otro. Cantidad de y ? Preferibles que x *, y * y* Peor que ? x *, y * x* Cantidad de x Curvas de indiferencia y tasa marginal de sustitución La idea de una curva de indiferencia es de utilidad para explicar estos intercambios voluntarios. En la figura 3.2, la curva U1 representa todas las combinaciones alternativas de x y y con las cuales un individuo obtiene el mismo bienestar (recuerde de nuevo que todos los demás argu- mentos de la función de utilidad se mantienen constantes). Esta persona está igual de feliz si consume, por ejemplo, la combinación de bienes x1, y1 o la combinación x2, y2. La curva que representa todas las canastas de consumo que el individuo clasifica como iguales se llama curva de indiferencia: DEFINICIÓN Curva de indiferencia. Una curva de indiferencia (o superficie de indiferencia, si se habla de n dimensiones) muestra un conjunto de paquetes de consumo que no hacen diferencia para el individuo. Es decir, todos estos paquetes le ofrecen el mismo nivel de utilidad. La pendiente de la curva de indiferencia de la figura 3.2 es negativa y demuestra que si el indi- viduo se ve obligado a renunciar a cierta cantidad de y, entonces tendrá que ser compensado con una cantidad adicional de x para permanecer indiferente entre los dos paquetes de bienes. La curva también está trazada de modo que su pendiente aumenta a medida que x aumenta (es decir, la pendiente empieza siendo infinitamente negativa y aumenta hacia 0). Se trata de una representación gráfica del supuesto de que los individuos estarán cada vez menos dispuestos a 74 Parte 2 Elección y demanda FIGURA 3.2 Una sola curva de indiferencia La curva U1 representa las combinaciones x y y que permiten al individuo obtener la misma utilidad. La pendiente de esta curva representa la tasa a la cual el individuo está dispuesto a intercambiar x por y sin que ello afecte su nivel de bienestar. Esta pendiente (o, más bien, que la pendiente sea negativa) se conoce como tasa marginal de sustitución. La curva de in- diferencia de la figura ha sido trazada con base en el supuesto de que la tasa marginal de sustitución es decreciente. Cantidad de y U1 y1 y2 U1 x1 x2 Cantidad de x renunciar a cantidades de y para obtener más de x. En términos matemáticos, la pendiente dis- minuye a medida que x aumenta. Por tanto, llegamos a la siguiente definición: DEFINICIÓN Tasa marginal de sustitución. La pendiente negativa de una curva de indiferencia en un punto dado (U1) se denomina tasa marginal de sustitución (TMS) en ese punto. Es decir, dy TMS = - (3.7) dx U = U 1 donde la notación indica que la pendiente se debe calcular a lo largo de la curva de indiferen- cia U1. Por tanto, la pendiente de U1 y la TMS indican algo sobre los intercambios que esta persona estará dispuesta a realizar de forma voluntaria. En un punto como x1, y1, la persona tiene mucho y y está dispuesta a intercambiar una cantidad importante del mismo para conseguir una unidad más de x. Por tanto, la curva de indiferencia en x1, y1 es muy pronunciada. Ésta sería una si- tuación en la cual la persona tiene, por ejemplo, muchas hamburguesas (y) y pocas bebidas (x) para acompañarlas. Esta persona gustosamente cedería unas cuantas hamburguesas (por ejem- plo, 5) para saciar su sed con una bebida más. De otra parte, en x 2, y2, la curva de indiferencia es más plana. En este caso, la persona tiene unas cuantas bebidas y está dispuesta a renunciar a relativamente menos hamburguesas (por ejemplo, 1), para conseguir una bebida más. Por tanto, la TMS disminuye entre x1, y1 y x 2, y2. Capítulo 3 Preferencias y utilidad 75 FIGURA 3.3 Existen infinitas curvas de indiferencia en el plano x-y Hay una curva de indiferencia que pasa por cada punto del plano x-y. Cada una de estas curvas muestra combinaciones de x y y que proporcionan al individuo determinado nivel de satisfacción. Los movimientos en dirección nordeste representan movimientos hacia niveles más altos de satisfacción. Cantidad de y U1 U2 U3 La utilidad aumenta U3 U2 U1 Cantidad de x El cambio de la pendiente a lo largo de U1 muestra que la canasta de consumo disponible afecta los intercambios que esta persona realizará libremente. Mapa de curvas de indiferencia En la figura 3.2 sólo trazamos una curva de indiferencia. Sin embargo, el cuadrante x, y está densamente poblado con estas curvas y cada una de ellas corresponde a un nivel de utilidad dis- tinto. Dado que todo paquete de bienes puede ser clasificado y produce un nivel de utilidad, cada punto de la figura 3.2 debe tener una curva de indiferencia que pasa por él. Las curvas de indiferencia son como las curvas de altitud de un mapa, en tanto que representan líneas que ofrecen la misma “altitud” de utilidad. La figura 3.3 muestra varias curvas de indiferencia para indicar que hay infinitas curvas en un plano. El nivel de utilidad que representan estas curvas au- menta a medida que nos desplazamos en dirección nordeste; es decir, la utilidad de la curva U1 es menor que la utilidad de U2, la cual es inferior a la de U3. Esto se debe al supuesto planteado en la figura 3.1: los individuos prefieren más que menos de un bien. Como vimos antes, no hay una forma única de asignar números a estos niveles de utilidad. Todo lo que nos muestran las curvas es que las combinaciones de bienes que están en U3 son preferibles a las que están en U2, las cuales, a su vez, son preferibles a las que están en U1. Curvas de indiferencia y transitividad Como ejercicio para analizar la relación entre preferencias consistentes y la representación de las preferencias mediante funciones de utilidad, veamos la siguiente pregunta: ¿es posible que dos curvas de indiferencia cualesquier de un individuo se crucen? La figura 3.4 ilustra esta intere- sante intersección de dos curvas. Queremos saber si violan nuestros axiomas básicos de la racionalidad. Si usamos la analogía del mapa, al parecer hay algo extraño en el punto E. En ese punto, la “altitud” es igual a dos números distintos, U1 y U2. Pero ningún punto puede estar al mismo tiempo a 100 y a 200 metros sobre el nivel del mar. 76 Parte 2 Elección y demanda FIGURA 3.4 La intersección de dos curvas de indiferencia implica que las preferencias no son consistentes Las combinaciones A y D están sobre la misma curva de indiferencia y, por tanto, son igual de deseables. Sin embargo, podemos recurrir al axioma de la transitividad para demostrar que A es preferible a D. Por tanto, la intersección de dos cur- vas de indiferencia no es consistente con las preferencias racionales. Cantidad de y C D